Examen Metodologia de La Lectura
Examen Metodologia de La Lectura
Examen Metodologia de La Lectura
El tipo de pregunta que usted encontrará en esta prueba se ilustra con el siguiente
— Tal vez.
Ejemplo: — ¿Cuándo?
1. Elija el fragmento literario que está escrito en prosa. — Mañana.
— ¿Aquí?
A) “Este es un amor que tuvo su origen — En San Ángel.
y en un principio no era sino un poco de miedo
y una ternura que no quena nacer y hacerse fruto. B) Marcelo. — ¿Qué ha sucedido?
Un amor bien nacido de ese amar de sus ojos, Horacio — ¿Qué noticias nos dais?
un amor que tiene a su voz corno ángel y bandera, Hamlet. — Maravillosas.
un amor que huele a aire y a nardos y a cuerpo húmedo... Horacio. — Mi amado señor, decidlas.
Hamlet. — No, que lo revelaréis.
B) “Cada memoria enamorada guarda sus magdalenas y la
mía —sábelo allí donde estés—— es el perfume del tabaco
rubio que me devuelve a tu espigada noche, a la ráfaga C) La lluvia ha hecho
de tu más profunda piel.” que se filtre el agua
y se traspase el techo
C) “Un aire triste arrastran las imágenes que de tu cuerpo surgen destilando metódica en la estera
como hálito de una sepultura: del piso de la pieza,
mármol y resplandor casi desiertos, una gotera.
olvidada su danza entre la noche.”
D) Las luces van hacia el calor emanado de los cuerpos
D) “Por razones serenas ligeros, de los espíritus graves. La tierra
pasamos largo tiempo a puerta abierta. fría queda delante de la puerta.
Y arriesgado es besarse...” Y todos los pordioseros golpeaban juntos la hoja cerrada de
la puerta imponente. El arroyo
2. ¿Cuál de los siguientes párrafos es objetivo? llora precipitándose por la calle.
A) Mis rosas son tan rojas como las patas de las palomas; 4. ¿A qué tipo de obra imaginativa pertenece el
más rojas que los grandes abanicos de coral que el océano epitalamio?
mece en sus abismos; pero el invierno ha helado mis venas
y las heladas han marchitado mis botones. A) Ficción narrativa.
B) Ficción dramática.
B) La tierra suspira dormida con aliento largo y hondo, como C) Ensayo.
si en sueños agitados se inquietara su espíritu. Y todo D) Lírica.
está en calma. No se oye el canto del pájaro insomne
y ninguna vida de hoja tiembla en el aire. 5. ¿Cuál es la definición de poema lírico?
C) El Sol es el astro que nos envía prácticamente toda la A) Obra en la que predomina lo subjetivo y se expresa el
energía que existe en el planeta, a pesar de ser sólo una sentimiento del autor.
estrella amarillenta de tamaño modesto. Debido a su B) Obra que expresa los intereses del autor desde un punto
distancia, su influencia sobre la tierra es decisiva para la de vista objetivo.
vida. C) Obra que narra hechos históricos desde un punto de vista
subjetivo.
D) Sube el cohete vestido de máscara, con cerrado, estrecho D) Obra que relata hechos fantásticos de manera objetiva.
dominó de luto, y cuando ya no podemos alcanzarle, quitase
el antifaz, lanza un grito burlón, y para más mofarse de 6. ¿Cuál de los siguientes tipos de obras pertenece a la
nosotros, sacude su escarcela y deja caer piedras preciosas. épica?
Las siguientes 5 preguntas, de la 12 a la 16, se basan en la adaptación de un texto del Dr. Rafael Martínez, que se presenta
en seguida:
El tabaco se ha usado en diversas formas durante varios siglos, pero no es sino en las décadas recientes cuando su empelo,
especialmente en forma de cigarrillos, se ha extendido a la mayoría de la población mundial. Por esta razón, y porque los efectos
nocivos del tabaco habitualmente se descubren muchos años después de su uso, fue hasta mediados del presente siglo cuando
comenzaron a surgir importantes resultados sobre los daños que ocasiona a la salud. Incluso para considerar unitariamente el
problema hay que evocar también realidades económicas y hasta políticas. En efecto, los datos sobre el hábito del tabaco en los
países en vías de desarrollo son todavía escasos; sin embargo, existen bases para afirmar que conforme los países altamente
desarrollados establecen enérgicas medidas contra el tabaquismo, la venta del tabaco aumenta por, desplazamiento del mercado a
las naciones cuyos gobiernos no toman acciones restrictivas. En México se desconoce la incidencia del tabaquismo así como su
distribución por grupos de edades y sexo; no obstante, dentro de poco tiempo podrá tenerse un conocimiento bastante fidedigno,
ya que la Organización Panamericana de la Salud realiza actualmente encuestas en diferentes países de América Latina, entre los
cuales se encuentra México. Mientras tanto, sólo se tienen a la mano los estudios realizados en países extranjeros. El hábito de
fumar causa actualmente un número de muertes tan importante como las grandes enfermedades epidémicas en el pasado. A pesar
de que este peligro es cada vez más reconocido, las medidas destinadas a combatirlo se aplican, desgraciadamente, a un nivel
inadecuado.
El porcentaje de fumadores de ambos sexos, pertenecientes a la categoría profesional, ha disminuido constantemente desde 1958,
pero no ha variado para la categoría de trabajadores y ha continuado en ascenso el porcentaje de mujeres de este grupo que fuman.
La reducción del hábito de fumar entre los médicos ha sido impresionante; actualmente sólo un porcentaje cercano al 20 por
ciento de los médicos fuma, en comparación a cifras sobre el 50 por ciento de hace 20 años. Sin embargo, las enfermeras aún
fuman tanto como el resto de las mujeres. La tendencia a fumar cigarrillos con filtro continúa. Este tipo de cigarrillos sumó el 87
por ciento de todas las ventas en 1975. El promedio del alquitrán contenido en estos cigarrillos ha sido reducido a casi la mitad
desde 1965.
Estudios concluyentes. La correlación entre tabaquismo y mayor frecuencia de enfermedades crónicas ha sido ampliamente
estudiada sobre todo en las dos últimas décadas. Los trabajos de Hill, Dell, Khan y Hammond sobre la mortalidad entre
fumadores, así como la morbilidad realizados por altas autoridades sanitarias de los Estados Unidos, son concluyentes.
El porcentaje de mortalidad que se presenta en fumadores de cigarrillos, puro y pipa, se demuestra en el resultado de cuatro
diferentes estudios epidemiológicos, dos de ellos llevados a cabo en los Estados Unidos, uno en Inglaterra y el otro en Canadá. En
los cuatro estudios es evidente el exceso de mortalidad entre los fumadores. Sin embargo, varía la proporción en cada una de las
investigaciones realizadas. De esta manera entre los médicos fumadores de la Gran Bretaña se encontró solamente un 28% de
exceso de mortalidad, un 65% entre los veteranos de guerra estudiados en Canadá, mientras que en los grupos estudiados en los
Estados Unidos el porcentaje varió hasta cifras que alcanzaron el 83% y el 84%. De estos mismos estudios se desprende que
cuando el hábito no comprende sólo cigarrillos, sino que hay una combinación con pipa o puro, la mortalidad desciende
ligeramente; cuando el hábito tabáquico comprende exclusivamente pipa o puro, la mortalidad es mínima o no existe. La
mortalidad en los fumadores generalmente se debe a ciertas enfermedades que con mayor frecuencia se encuentran en ellos. En un
80% se ven involucrados los siguientes cuadros: enfermedad isquémica del corazón, cáncer pulmonar, bronquitis y enfisema.
La lentitud en el aumento del promedio de vida de la población para ambos sexos, puede atribuirme a las fatales consecuencias
del cigarrillo. Se estima que en total 21,400 muertes masculinas y 3,750 femeninas entre los 35 y 64 años de edad, ocurridas en
1974, en Inglaterra, pueden atribuirse al cigarrillo.
El fumador reduce su vida en un promedio de 5 minutos y medio por cada cigarrillo, un tiempo no mucho menor del que invierte
en fumarlo. Al dejar de fumar, el riesgo de morir antes de tiempo desaparece en 10 ó 15 años.
El cigarrillo es también responsable de mala salud, que determina un elevado ausentismo laboral; cerca de 50 millones de días de
trabajo se pierden anualmente por esta causa, en Gran Bretaña.
El dejar de fumar detiene el daño ocasionado al pulmón y puede prolongar la vida, pero el daño ya producido es, por lo general,
permanente. Las pruebas de función pulmonar permiten identificar a aquellos fumadores que teniendo en el momento del estudio
sólo alteraciones leves, pueden llegar a invalidarse seriamente de continuar fumando. Algunos niños comienzan a fumar a la edad
de 5 años. Se ha observado que un tercio de los adultos que fuman regularmente, han empezado a hacerlo antes de los 9 años de
edad. Cerca del 80 por ciento de los niños que fuman regularmente, continúan haciéndolo cuando mayores; cuanto más precoz es
el inicio del hábito de fumar en forma regular, mayor es el riesgo de muerte prematura. Si los padres fuman, los niños tienen
tendencia a seguir su ejemplo. Se ha encontrado que el hábito es menos común en los niños que van a colegios cuyos directores
no fuman. Los lactantes hijos de fumadores, tienen mayor riesgo de neumonía durante el primer año de vida; tenga o no tos el
fumador activo, la mencionada neumonía del lactante podría deberse al efecto del humo ambiental en el hogar.
No todas las personas sometidas al mismo riesgo de exposición son afectadas en la misma medida, y las causas de esto son
diversas.
Conclusiones. A partir de estos estudios y otros efectuados en diversas partes del mundo se ha llegado a las siguientes
conclusiones:
1. Los fumadores de cigarrillos en conjunto tienen un Índice de mortalidad de un 30 a un 80 por ciento mayor que los no
consumidores de tabaco.
2. La mortalidad aumenta conforme mayor es el consumo de cigarrillos.
3. El exceso de mortalidad entre los fumadores de cigarrillos es proporcionalmente mayor en individuos de 45 a 54 anos de edad,
que entre los menores o entre los más viejos.
4. El exceso de mortalidad es mayor entre las personas que comienzan a fumar en épocas tempranas de la vida, en comparación
con aquellas que inician el hábito en etapas posteriores.
5. La mortalidad es todavía mayor en aquellos fumadores que acostumbran inhalar intensamente el humo del tabaco.
6. Las personas fumadoras que abandonan el hábito presentan una mortalidad menor que las personas que siguen fumando.
7. Los fumadores de pipa o de puro presentan en general un exceso muy ligero de mortalidad, o bien el índice es muy similar al de
los no fumadores. La diferencia en esa mortalidad se establece cuando se inhala el humo de la pipa o del puro, o se fuma
demasiado.
Para finalizar hay que recordar que el hábito del tabaco no sólo trae consigo cáncer del pulmón, sino que existen una serie de
otros problemas que hacen que el fumador lleve una verdadera muerte envida.
12. En el texto anterior, ¿qué significa la palabra D) El hábito que adquiere la persona que fuma es incurable.
“epidémica”?
A) Contagiosa. 16. ¿Cuál es el tema del texto anterior?
B) Alérgica.
C) Extraña. A) Las ventajas de fumar pipa.
D) Mortal. B) Los perjuicios que causa el cigarro.
13. La actitud del autor del texto anterior es de C) Los motivos por los que la gente fuma.
A) enfado. D) Las características de la gente que fuma.
B) tristeza.
C) optimismo.
D) preocupación.
CATALINA. — ¿Es que se ha casado conmigo para matarme de hambre? Los mendigos que llegan a la puerta de mi padre
no tienen sino pedir, y al momento reciben la limosna que imploran. Pero yo, que jamás aprendí a implorar, privada me veo
de alimento y la cabeza se me va por falta de sueno. Despierta me tiene a fuerza de juramentos y maldiciones. Y lo que aún
me desespera más que todas las privaciones, es ver que todo lo hace con el pretexto de un amor perfecto; es decir, cual si
comiendo y durmiendo fuese a sobrevenirme una enfermedad mortal o una muerte súbita. Por lo tanto, te lo ruego una vez
más; ve a buscarme algo de comer.
GRUMIO. — ¿Qué os parecería un pie de ternera?
CATALINA. — ¡Pero un pie de ternera es delicioso! ¡Tráemelo al punto!
GRUMIO. — Ahora me pregunto si no seria un manjar demasiado fuerte. ¿Qué os parecerían, si no, unos callos bien
preparados?
CATALINA. — ¡Oh los callos! ¡Loca me vuelven! ¿Corre a por ellos, mi buen Grumio!
GRUMIO. — ¿Qué hacer? ¿Y si os resultan irritantes? ¿No sería tal vez mejor un buen edazo de vaca con su poquito de
mostaza?
CATALINA. — ¡Es uno de mis platos preferidos!
GRUMIO. — Si, pero la mostaza es, seguramente, condimento demasiado fuerte.
CATALINA. — Pues bien, tráeme la carne y vaya al diablo la mostaza.
GRUMIO. — No. Eso de ningún modo. Grumio os traerá, señora, la vaca con su buena ostaza, o nada.
CATALINA. — Bueno; bien; si; las dos cosas. O una sin la otra. O lo que tú quieras.
GRUMIO. — ¿Tal vez entonces la mostaza sin carne?
CATALINA. — (Pegándole.) ¡Vete de aquí, insolente, que te burlas de mi, y como todo Momento no haces sino enumerarme
los platos! ¡Ay de ti y de toda la Miserable banda que de tal modo abusa de mi desgracia! (Entran Petruchio y Hortensio
trayendo platos con comida.)
PETRUCHIO. — ¿Cómo está mi dulce Linita? Pero, ¿qué tienes, amor mío? ¿Qué carita es sa de cadáver?
HORTENSIO. — ¿Cómo estáis, señora?
CATALINA. — Si he de decir la verdad, tan mal como es posible estar.
PETRUCHIO. — No, querida. ¡Arriba el ánimo! Mirase con alegría. Ea, bien mío, mira cómo me e ocupado de ti con toda
presteza. Yo mismo he preparado tu desayuno y quí te lo traigo. (Ponen los platos sobre la mesa.) Y esta atención, Lina, bien
reo que merece unas agracias’ afectuosas... ¿No? ¿Ni siquiera una alabra?. Entonces es que no te gusta lo que te traigo y que
toda mi iligencia ha sido por nada, ¡A ver!, llevaos este plato!
CATALINA. — ¡No! Dejadle. Os lo ruego.
PETRUCHIO. — El servicio más modesto suele ser recompensado con un “gracias”. Tú ecompensarás, pues, el mío, antes
de tocar este plato.
CATALINA. — Muchas gracias, señor. (Se sienta a la mesa. Petruchio permanece de pie.)
HORTENSIO. — (Sentándose frente a Catalina.) ¿No te sientas tú? Haces mal. Pues Cmamos nosotros, señora. Yo os
acompañaré.
PETRUCHIO. — (Por lo bajo a Hortensio.) Hortensia, si me quieres hacer un favor, ¡cómetelo todo! (A Catalina en voz
alta.) Que te haga muy buen provecho lo que vas a comer, corazón mío. Y date prisa, te lo ruego, Lina mía, porque
inmediatamente, mi dulce compañera querida, volveremos a casa de tu padre, adonde quiero que te presentes con trajes tan
ricos como los de las más ricas damas. Trajes, abrigos, sombreros, sin olvidar los chales, los abanicos y todo eso que tanto os
agrada a las mujeres. (Grumio arrampla con los platos.) ¡Ah! ¿Has acabado ya de desayunar? Pues muy bien. El sastre sólo
espera que te plazca recibirle para adornar tu graciosa persona con los más suaves y acariciadores atavios. (Entra un sastre,
llevando un traje al brazo.) Adelante, sastre, y veamos ese traje. Muestra tu maravilla. (Entra un mercero con una caja.) Y tú,
mercero, ¿qué te trae?
EL MERCERO. — Traigo, vedla aquí, la ‘toca que Vuestra Señoría me ha encargado.
PETRUCHIO. — ¿Llamas a esto una toca? ¿Las has modelado, acaso, con una escudilla?
¿Toca dices? ¡Quitámelo de delante! Es no solamente fea, sino repugnante.
¡Llamar toca a una especie de vaina!, ¡a una cáscara de nuez!, ¡a una baratija!, ¡a un juguete!, ¡a un gorrillo de muñeca! ¡Al
diablo tu toca! Yo quiero algo más grande.
CATALINA. — Pues yo no quiero una cosa más grande. Esta toca está a la moda. Las damas de buen tono llevan tocas como
ésta.
PETRUCHIO. — ¡Cuando dulcifiques el tuyo tendrás una; no antes!
CATALINA. — ¿Cómo? ¿Es que yo no tengo derecho a opinar? Pues sabed que diré aquello que deba decir, porque yo no
soy ni una niña ni un muñeco. Porque preciso es que mi lengua exprese la indignación que llena mi corazón, o que éste
estalle a fuerza de cólera. Y antes de que tal ocurra, quiero ser libre, absolutamente libre de hablar como me plazca.
PETRUCHIO. — Pardiez, dices mucha verdad. Esta toca es lastimosa. Es una fruslería. Te amo aún más viendo que no te
gusta.
CATALINA. — Me améis o no me améis, a mi me gusta la toca. Y quiero ésa o ninguna
(Grumio hace salir al mercero.)
PETRUCHIO. — ¿Tu vestido dices? ¡Ah, si!, es verdad. Acércate, sastre. Muestra lo que traes.
(El sastre obedece.) ¡Pero es un traje de carnaval! ¿Esto qué es?, ¿una manga? ¡Pero si parece un cañón!, Y... ¡qué veo,
además! ¿Cortado de arriba abajo como una tarta de manzana? ¡Más cortes, cortaduras y picados: agujereado, como el
calentador de la peluquería de un barbero. ¿Qué diablo de nombre de demonio das tú a esto, sastre?
SASTRE. — Ya lo oís, selior. Bien claro dice que vuestra señoría quiere tratarla como a un pelele.
PETRUCHIO. — ¡Será atrevido el afilado bellaco! ¡Mientes! ¡Hilo!, ¡hebra!, ¡dedal!, ¡vara de medir! ¡tres cuartos de varal,
¡media vara tan sólo!, ¡cuarto apenas! ¡Mientes; clavo, pulga, piojo, grillo de invierno! ¡Largo de aquí! ¡Pues no viene este
estropajo a enfrentarse conmigo en mi propia casa! ¡Fuera, trapo sucio, pedazo, cacho, trozo de hombre, aborto humano!
SASTRE. — Vuestra Señoríai se equivoca. El traje ha sido hecho exactamente como mi maestro habla recibido orden de
hacerlo. Grumio puede decirlo, que fue quien vino a encargarle.
PETRUCHIO. — (En voz baja a Hortensio.) Hortensio, ocúpate de que paguen al sastre. (Al sastre.) Lo dicho. ¡Largo!,
llévate eso, y ni una palabra más.
HORTENSIO. — (En voz baja al sastre.) Yo te pagaré. Mañana el vestido. Que no te enfaden sus modales algo bruscos. Vete
sin cuidado y mil felicitaciones a tu maestro.
(Sale el sastre.)
PETRUCHIO. — ¿Tu vestido dices? ¡Ah, si!, es verdad. Acércate, sastre. Muestra lo que traes.
(El sastre obedece.) ¡Pero es un taje de carnaval!
¿Esto qué es?, ¿una manga? ¡Pero si parece un cañón Y… ¡qué veo, además! ¿Cortado de arriba abajo como una tarta de
manzana? ¡Más cortes, cortaduras y picados: agujereado, como el calentador de la peluquería de un barbero. ¿Qué diablo de
nombre de demonio das tú a esto, sastre ?
HORTENSIO.— (Aparte.) Qué me cuelguen si no se queda sin toca ni vestido.
SASTRE. — Me habéis encargado, señor que le hiciera elegante, bonito, a la última moda.
PETRUCHIO. — ¡Naturalmente! Pero lo que no te he dicho es que degollases la moda.
¡Largo! Fuera de aquí.
CATALINA. — Pues yo no he visto nunca un vestido mejor cortado, más elegante, másonito y más como es debido. Diríase
que os empelláis en tratarme como aun pelele.