Ecología Acústica - Un Antes y Un Después de Los Eventos Más Significativos
Ecología Acústica - Un Antes y Un Después de Los Eventos Más Significativos
Ecología Acústica - Un Antes y Un Después de Los Eventos Más Significativos
Encontraremos el centro.
Entonces, todo el cuerpo se convertirá en oído y todos los sonidos vendrán a ti, los conocidos y los
desconocidos, los dulces, los tristes y los urgentes.
Cuando mi cuerpo yace en la noche blanco y azul en la cama, todos los sonidos llegan a mí desde su
propio acorde, sin apuro, extrañamente mezclados, los levemente tonales y los suaves crujidos de las
montañas. En ese momento, oír es estar en alerta máxima … y oigo cantos delante mío … cuando voy
más allá “al país que ama el silencio”.
Murray Schafer
El presente texto hace parte del trabajo de investigación que se ha venido desarrollando desde
el Laboratorio de Investigación y Creación Sonora - LICS, un espacio experiencial de “ecología
acústica” inter y trans-disciplinar para generar obras, productos, herramientas, dispositivos,
entornos, objetos, esculturas y cualquier otra concepción de orden académico pedagógico,
industrial (audiovisual) y artístico en la que podamos experimentar, componer, diseñar, indagar,
esculpir, transformar y disfrutar con el sonido y para el sonido. En pocas palabras es un espacio
experiencial de Formación, Apropiación y Producción sonora. Ha sido material de estudio
teórico y práctico en varias universidades en el país e hizo parte del proyecto de grado (tesis)
de la Maestría en Gestión Cultural y audiovisual de la Universidad Jorge Tadeo Lozano.
Nuestro entorno es por naturaleza sonoro porque todos los seres vivos en relación
con el ambiente producen vibraciones (todo lo que vibra desplaza cierta cantidad de
aire y por consiguiente produce un sonido) y están en constante movimiento. El
mundo es movimiento y por esto mismo constantemente suena, lo que nos lleva a
pensar en el origen; en el primer sonido. Muy seguramente no fue producido por un
ser vivo sino por las dinámicas propias de nuestro universo. El viento, la atmósfera,
el agua y la tierra se encontraban porque esta es su naturaleza. R. Murray Schafer
lo relata poderosamente en quizás el primer escrito que habla de ecología acústica
en la década de los 70s.
Las olas convertidas en espuma azotaban las rocas mientras el primer anfibio
emergía del mar. Y aunque alguna que otra vez éste pueda dar la espalda a
las olas, nunca escapará a su encantamiento atávico: «El hombre sabio se
deleita con el agua», dice Lao Zi [ca. s. 1v a. de C.]. Todos los caminos del
hombre conducen al agua. Es el fundamento del paisaje sonoro primordial y,
por añadidura, el sonido que, por encima del resto, nos ofrece un mayor gozo
en su multitud de transformaciones. (Schafer R. M., 2013, pág. 36).
Las múltiples transformaciones del agua alrededor del mundo, las innumerables
formas del viento, cambiante en cada geografía, el comportamiento de la tierra y el
fuego en cada entorno le brinda particularidades sonoras únicas a cada lugar y cada
momento. Schafer lo describe como los tonos únicos propios de cada paisaje
sonoro. Tonos que a veces son tan originales que pasan a ser marcas sonoras de
un espacio en un tiempo específico:
Hasta ahora hemos hablado de paisajes naturales, sin la intervención del ser
humano y su parafernalia industrial o tecnológica. Nos hemos imaginado (también
acústicamente) el agua en sus variadas manifestaciones, el aire, la tierra, el viento
y el fuego, y como el diálogo permanente de la naturaleza conforma esa sinfonía
constante. Los seres vivos y sus sonidos vivos, partiendo de los emitidos por ese
primer anfibio, que también fue sonoro como pez o ser acuático, hasta los pájaros
y ese sorprendente universo de cantos y vocalizaciones (quizás uno por especie),
como es el caso del Matorralero Rojizo en Australia o, en nuestro paisaje sonoro
local, el Turpial Dorsidorado o Toche característico de algunas regiones del Huila
como San Agustín, e incluso algunas zonas de Cundinamarca como Tabio. Hace
unas décadas era muy preciado tener uno de estos enjaulado en la casa para
ambientar las mañanas, pero por naturaleza dejaban de cantar al no ser suyo este
paisaje sonoro.
Para Schafer tratamos de oír el ambiente acústico como una composición musical
y, más que eso, somos responsables de su composición (Schafer R. M., 2013), y
esto a causa de la predominancia del sentido de la vista en la percepción del mundo.
El ojo ha opacado el oído como lo menciona Berendt, JE en El tercer oído. Sobre la
escucha del mundo: La cultura del ojo y de la información visual ha dominado a
costa de la cultura auditiva. (Berendt, 1992). En este escenario Schafer se empeñó
en la década de los 70s en que la formación de los jóvenes músicos y no músicos
rescatara las habilidades para escuchar que todos tenemos al nacer y abordó esta
que llamó "competencia sonológica" diseñando una gran cantidad de ejercicios de
escucha para estudiantes de música y para jóvenes en general, en un interesante
texto tipo diario de campo, que llamó Limpieza de oídos. (Schaffer, 1967). Muchos
de estos ejercicios y otros re-diseñados forman parte del corpus del Laboratorio de
Investigación y Creación Sonora. El Paisaje sonoro es entonces concebido como
un ambiente en el que los eventos no son vistos (como convencionalmente se hace
en el paisaje) sino escuchados, lo que implica claramente unas habilidades de
escucha muy amplias. Dichas habilidades, considera Schafer, se pueden ejercitar
con estos y muchos otros ejercicios. (Schafer M. , 1967) (Schafer M. , 1991). Es en
The tuning of the Word (Schafer R. M., 2013) donde Schafer identifica en los
paisajes sonoros uno o unos sonidos base fundamentales a los que llama como
Tónicas o Keytones (como la tonalidad en la música, que representa el eje armónico
al rededor del cual se mueve una composición musical) y que no son más que ese
background sonoro que todo paisaje sonoro posee y que en la naturaleza es
provisto por el paisaje, el viento, el aire, el agua o los animales y en ámbitos y en
las áreas urbanas, industrializadas o tecnificadas por el tránsito de los carros, las
corrientes eléctricas o los sonidos de aviones. También identifica en los paisajes
sonoros unos sonidos que por lo general se presentan en primer plano y que
denomina Señales sonoras o Sound signals, y otros sonidos que diferencian a un
espacio, comunidad o momento de otros y que lo caracterizan. Por esta razón estos
sonidos característicos (marcas sonoras o soundmarks) tienen un valor simbólico
y afectivo y se deben proteger pues constituyen las huellas sonoras. (Schafer R. M.,
2013) (Truax B. , 1978).
La Ecología acústica, entendida como la relación, mediada a través del sonido, entre
los seres vivos y su entorno, trae inevitablemente a colación algunos hitos que
marcaron la historia de la humanidad a tal punto de pensar que a la hora de
escuchar nuestro paisaje sonoro, hay un antes y un después. Las guerras mundiales
y la revolución industrial y tecnológica han transformado el paisaje sonoro de un
paisaje de alta fidelidad o Hi Fi, - en el que según Schafer, podemos escuchar con
claridad a distancias de varios kilómetros, es decir que podemos escuchar nuestros
propios sonidos como comunidad, con claridad y por consiguiente podemos
escuchar los sonidos de nuestras comunidades vecinas, lo que nos permite
mantener la comunicación y las relaciones entre comunidades cercanas – a un
paisaje sonoro Lo Fi en el que los sonidos son enmascarados por otros que se
emiten en volúmenes mucho mayores y que incluso se presentan como constantes
lo que conlleva a que el individuo no pueda escuchar más sus propios sonidos y su
movimiento. (Schafer R. M., 2013). Cuando este enmascaramiento de los sonidos
reflejados o directos (es decir los que el individuo está produciendo con sus
movimientos) no nos permite escuchar nuestros propios pasos ...el espacio auditivo
de las personas se ha reducido por debajo de las proporciones humanas (Truax B.
, 1984, pág. 20). Como lo veremos en el relato de implementación de este
Laboratorio, basta con pararnos en la esquina de la carrera 7º con Calle 19 en el
centro de Bogotá, para entenderlo.
Cada cultura, cada sociedad, del mismo modo que produce una arquitectura
propia, un lenguaje o un patrimonio musical, también elabora y selecciona
con el paso del tiempo unas manifestaciones sonoras características
diferenciadoras. (Carles, 2004).
La Ecología Acústica postula entonces un concepto que además tiene una profunda
raíz ecológica: el sonido del entorno es un bien que sirve al sujeto que lo recibe.
Entonces es momento de desaprender de ese “falso confort” y volver al origen, a lo
natural. Como lo menciona Espinosa una madre reconoce la dolencia de su bebé a
través de las formas de su llanto porque su oído afectivo le da referencias tal vez
más precisas que el propio médico (Espinosa Marful, 2006).
A partir del New Soundscape Project de M. Schafer se plantea una metodología de
formación en Ecología acústica, desde la escuela, pensando en los sonidos del
entorno y de nuestro hábitat y por supuesto en los silencios. Se trata de poder
escuchar con atención y como antes, los sonidos con los que convivimos, los
naturales, los más tenues, los del aire, el pájaro y el viento, los que podamos
escuchar y no se enmascaren con el vertiginoso volumen del mal llamado progreso
que, en palabras de Espinosa, nos ha llevado a perder la sensibilidad auditiva, es
decir a que el rango de audibilidad se achique, sectorice y hasta se deforme.
(Espinosa Marful, 2006)
4Las conferencias fueron impartidas en julio y agosto de 2014 en el Instituto de Música de la Universidad
Católica de Santiago https://creamus.inagrm.com/es/co/conferencias_prologo.html
Para favorecer una pedagogía de la escucha es oportuno iniciar desde la
producción del sonido, luego colocar a los niños en situación de escucharse
uno al otro por ejemplo donde funciona el juego de imitación y estímulo
recíproco (…) los niños a los 4 años son capaces de encontrar interés cuando
tocan juntos, se escuchan uno al otro. Es un primer nivel de escucha
concentrada.
La relación que un niño puede tener con los sonidos que percibe, tanto los que él
mismo produce, como los que produce su entorno se da paulatinamente desde el
momento de nacer. La experiencia sonora se configura desde el nacimiento y
evoluciona en la medida que se explora. Escuchamos por naturaleza por el hecho
mismo de lo que percibimos y se sucede a nuestro alrededor y es así como esta
exploración de nuestro entorno sonoro determina lo que somos en sonidos. El
universo sonoro de cada ser humano es una única dimensión de su ser y se
construye y reconstruye a cada segundo en su contexto. Nuestras sociedades
postindustriales han construido sus dimensiones sensoriales / audio-visuales a
partir de sobrecarga de contenidos, referentes ajenos (como en el caso de
Latinoamérica) y la idea de que el silencio es el enemigo, y esto nos pone como
sociedad en un lugar muy marginal.
Jean Francois Augoyard y Henry Torge, investigadores del Centre de recherche sur
l’espace sonore et l’environnement urbain, en Grenoble, Francia han planteado otra
forma de abordar los espacios sonoros urbanos que de alguna manera se distancia
del paisaje sonoro propuesto por Schafer en Tuning of the Word. (Schafer R. M.,
2013). Para estos franceses la ciudad presenta particularidades acústicas que no
se pueden describir a profundidad en el paisaje sonoro. En esa medida introducen
el concepto del efecto como herramienta cualitativa para el análisis del sonido en la
ciudad y elabora un catálogo de situaciones y descripciones donde estos efectos se
desencadenan (Torge, 2005). Estos efectos según Augoyard & Torge pueden
catalogarse en elementales, composicionales, mnemoperceptivos, semánticos,
psicomotores y electroacústicos, y ponen en diálogo diversos niveles de reflexión
sobre el sonido donde participa la acústica, la psicoacústica, la psicología de la
percepción, la sociología y la estética musical. (Arango, 2018). Desde su óptica
ciertos sonidos urbanos pueden evocar un recuerdo o también evocar otro sonido
no presente dentro de lo que se escucha. Es decir, desde esta perspectiva se
contemplan aspectos subjetivos e intuitivos de la audición humana (Arango, 2018),
lo que puede generar una conexión interesante con la fenomenología como
metodología, si bien en la actualidad el enfoque se ha centrado en lo arquitectónico
de las ciudades, pero ampliándose a otras dimensiones de la percepción.
La escucha
Actitudes de escucha
Volviendo a los ejercicios que plantea en sus conferencias Delande, nos
encontramos con varias dimensiones o formas de escuchar que se presentan desde
la infancia y que con el pasar de los años podríamos decir que van entrenándose.
La escucha causal que hace uso del sonido como insumo para informarse acerca
de la causa de dicho sonido. Esta escucha puede tener varios niveles de percepción
y es así como a veces podemos reconocer la causa precisa e individual del sonido
producido (la voz de alguien conocido, un objeto en particular), pero este nivel de
escucha por lo general se logra a partir de un contexto determinado ya que es
bastante improbable que un ser humano pueda identificar a una persona por su voz
sin conocer nada en contexto o tener un conocimiento previo visual o una
información sonora. En palabras de Chion: hay una gran diferencia entre lo que
podría llamarse tomar nota del timbre de voz de un individuo, e identificar a éste,
tener una imagen visual suya, memorizarla y darle un nombre.
Otro nivel de percepción en la escucha causal es cuando reconocemos solamente
una naturaleza de la causa del sonido, porque por lo general nos valemos solo de
indicios, para deducir esta naturaleza de la causa: Debe de ser algo animal, o algo
humano. Otras veces y en otro nivel de percepción nuestra escucha causal puede
seguir con precisión la manera como se comporta un sonido sin conocer con
exactitud su fuente (un sonido de algo que rueda puede ser rápido, acelerado,
ralentizado). (Chion, 1993). A la hora de abordar la escucha causal es importante
tener en cuenta que muchos de los sonidos que escuchamos a diario son
producidos por dos o más objetos o fuentes (en el momento que escribimos esta
última línea un automóvil pasó y frenó y el sonido producido fue la suma del sonido
del pavimento húmedo, el caucho en fricción con dicho pavimento, el disco y la
pastilla de frenos gastada y el escape de aire del motor.
Nuestro reino no es de este mundo, dicen los músicos, pues ¿en qué lugar
de la naturaleza encontramos, como el pintor y el escultor, el pro-totipo de
nuestro arte? ... El sonido habita en cualquier parte, pero los so-nidos, quiero
decir las melodías que hablan el lenguaje superior del reino de los espíritus,
no reposan más que en el seno del hombre (…)
5 Husserl consideraba que debía hacerse una teoría del conocimiento puramente conceptual: por lo tanto, no
podía utilizarse ni uno sólo de los conocimientos ya constituidos. Ese es el sentido que tiene su
famosa epojé (suspensión del juicio) o reducción fenomenológica. Para poder estudiar las vivencias en cuanto
tales, hay que modificar nuestro modo ordinario de vivirlas. Husserl describe este modo ordinario o actitud
natural como un directo e ingenuo apuntar de la conciencia al mundo y a sus objetos, como una atención y un
interés en ellos.
cosas tal como son; lo que implica nunca tener en cuenta interpretaciones previas,
subjetividades o preconceptos, sino poner toda la atención en lo que se percibe en
esencia (epojé)6 es decir, lo que propone Schaeffer pero en términos de escucha: ir
a la esencia de lo que oímos.
Entonces y de acuerdo a lo expuesto por Michel Chion es justo lo contrario de la
escucha causal: No se trata de saber la causa del sonido como tal sino de escuchar
el sonido en sí mismo o sea en su esencia. En palabras de Schaeffer al escuchar
una puerta que chirría, podemos desinteresarnos de la puerta para interesarnos
solamente en el chirrido, en el objeto sonoro "chirrido”. (Chion, 1993)
Luego Schaeffer reflexiona sobre esa relación (seguro más orgánica e intuitiva
desde lo sonoro) que establece Pitágoras con sus discípulos y la compara al día de
hoy (en su momento la década de los 80s y hoy nuestra era digital) con la radio, y
la cadena de reproducción, ubicándonos como modernos oyentes de una voz
invisible, en las condiciones de una experiencia similar. (Schaeffer, 1988).
En el audiovisual (cine, video, TV, etc.) podemos entender las narrativas sonoras
desde varias dimensiones dependiendo del origen, la fuente, la intención y en
6El resultado de la epojé fenomenológica es que nuestra atención se desplaza a los objetos al modo de darse
esos objetos en la conciencia, o sea, a los fenómenos en sentido fenomenológico.
Tomado de: Fernández, S. (1997). Fenomenología de Husserl: Aprender a ver. Revista de filosofía de la U. de
Valladolid.[1/12/2011].
Disponible: http://www.fyl.uva.es/~wfilosof/gargola/1997/sergio.htm.
especial el plano (entendido como la unidad narrativa básica de todo el lenguaje
cinematográfico).
El uso de audífonos (cuyo nivel en ocasiones supera los 110 Decibeles, siendo el
máximo sugerido 80 Db) además de promover esa incomunicación entre las
personas, es un factor de alto riesgo a la hora de evaluar las afecciones auditivas.
Esa drogadicción sonora de la que habla Susana Espinosa (Espinosa Marful, 2006),
se refiere a que el uso prolongado de audífonos a 80 Db o más produce una suerte
de adormecimiento o sordera parcial y conduce a que dejemos de escuchar de
manera consiente nuestros paisajes sonoros, es decir, a que empecemos a perder
nuestra sensibilidad auditiva, esa que nos permite percibir e interpretar los sonidos
más tenues y sutiles. En nuestras sociedades hoy la sobrecarga sonora y la
contaminación acústica, (potenciada con el uso de audífonos, porque es preciso
recordar que la información sonora persiste al ponerse los audífonos y se suma a
más decibeles) polariza la atención hacia una tarea en detrimento de las demás,
potenciando el aislamiento característico de la sociedad posindustrial. (Espinosa
Marful, 2006).
Luigi Russolo en The art of noise (L’arte dei Rumori) o El arte de los ruidos (Russolo,
1996) se refiere a un paso de lo horizontal en la música (entendiéndolo como lo
tradicional de la melodía) a lo vertical y simultáneo (Entendiéndolo como lo
armónico). Para Russolo la aparición del sonido - ruido en la música contemporánea
y la posibilidad de amalgamar texturas tenía una estrecha relación con el contexto
en especial la evolución y poderío de las máquinas. El Sonido puro (ese que sería
llamado décadas después Soundscape Hi Fi por M. Schafer), había dejado de
producir emoción según Russolo hacia 1913 y surgía una búsqueda por contemplar
nuevas sensaciones relacionadas con lo urbano y lo industrial.
Ya hacia finales de los años 20s las ideas de Russollo van evolucionando y surge
la música concreta que con las décadas tomaría fuerza desde la música académica
hasta la música popular con Los Beatles 8 o Pink Floyd 9 con la incursión de otros
sonidos más industriales y poco convencionales para su época y con una intención
más comercial. Es justamente Pierre Schaeffer con sus Cinco Estudios sobre
Ruidos incluyendo Estudio en Morado y Estudio sobre los Railes quien, gracias a su
trabajo en la Radiodifusora Francesa explora otros sonidos como los sonidos
urbanos, de máquinas y de motores en la búsqueda de una nueva música con
sonidos no musicales que posteriormente procesa y mezcla en estudio,
aprovechando la radio como medio de circulación de contenidos, lo que logra
consolidar un movimiento con fuerza.
Es también por la década de los 70s surge el grupo Fluxus como una alternativa a
los cánones tradicionales y académicos (algo similar a lo ocurrido con los Futuristas
a comienzos de siglo), haciendo uso precisamente del ruido como generador de
controversia y como factor “no permitido” dentro de la cadena emisor receptor.
10 https://buchla.com/
11Profesora de la Universidad Distrital Francisco José de Caldas y Doctora en Estética, Ciencias y Tecnología
de las Artes, opción Música y Musicología de la Universidad Paris 8
lenguaje signifique es necesario el silencio. Lo que se escucha es la
interrupción que marca el lenguaje. El silencio es entonces la respiración
necesaria al desarrollo del discurso… (Arroyave, 2013)
Luego de años de experiencia John Cage explora el tema del silencio y se atreve
incluso a plantearlo como todo el discurso en una de sus obra emblemáticas, 4´33´´:
La relación entre nosotros, mediada por el fenómeno sonoro, que por su naturaleza
implica entender que el sonido es por sí mismo en la medida de la existencia del
silencio, conduce no solo al entendimiento y la experiencia del fenómeno físico sino
a la experiencia del otro en mí y de mí en el otro. Como sociedad podemos aprender
a convivir en el silencio y con el silencio.
Con el paso del tiempo nuestras sociedades occidentales están cada vez más
invadidas por sonidos de inagotables fuentes. Y pareciese que entre más queremos
estar informados, mas sonidos e imágenes recibimos. En algunas culturas de
oriente es considerado más sabio el que menos necesita hablar, mientras en
nuestras culturas la retórica a veces es sinónimo de sabiduría, y la saturación y peor
aún, la necesidad de sonidos y música ha construido en nuestras sociedades una
tendencia de rechazo e incomodidad con el silencio, poniendo incluso en duda su
legitimidad con un manto de sospecha. En el Budismo el silencio de la mente (o
de los pensamientos) se plantea como un ejercicio de mucha dificultad, conciencia
y práctica que lleva al ser humano a lograr por ende el silencio del cuerpo y el
silencio de la voz. Para lograr conseguir este silencio mental es necesaria la
meditación, la pausa y la quietud en un ejercicio de silencio interior.
(Panikkar, 1996)
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