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C-257-15 Unión Marital

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Sentencia C-257/15

UNION MARITAL DE HECHO Y REGIMEN PATRIMONIAL


ENTRE COMPAÑEROS PERMANENTES-Condiciones para
presunción de sociedad patrimonial y potestad para declararla
judicialmente

SOCIEDAD PATRIMONIAL ENTRE MIEMBROS DE UNA


UNION MARITAL DE HECHO-Exigencia de dos años de
convivencia para declararla no vulnera protección de familia como
núcleo básico de la sociedad/SOCIEDAD PATRIMONIAL ENTRE
MIEMBROS DE UNA UNION MARITAL DE HECHO-Exigencia
de dos años de convivencia para declararla no vulnera principio de
igualdad/SOCIEDAD PATRIMONIAL ENTRE MIEMBROS DE
UNA UNION MARITAL DE HECHO-Exigencia de dos años de
convivencia para declararla no vulnera protección igualitaria a familias
formadas por vínculo matrimonial y por una relación de hecho

El transcurso de dos años de permanencia de la unión marital de hecho para


que pueda presumirse o declararse judicial o voluntariamente la sociedad
patrimonial, establecido en los literales a) y b) del artículo 2º de la Ley 54 de
1990, no vulnera la protección de la familia como núcleo básico de la
sociedad (art. 5 superior), el principio de igualdad (art. 13 constitucional) ni
la obligación constitucional de protección igualitaria a las familias formadas
por vínculo matrimonial y a las formadas por una relación de hecho (art. 42
de la Carta). En efecto, la diferencia establecida por la ley no es
discriminatoria porque no hay una exclusión irrazonable a quienes conviven
en unión de hecho ni una restricción o eliminación de derechos
fundamentales para estas parejas dado el carácter estrictamente patrimonial
de la regulación, que no incide en los derechos de las parejas en unión
marital.

SOCIEDAD DE HECHO-Posibilidad de proceso judicial para su


reconocimiento sin que medien los dos años de convivencia de la pareja
en unión marital

DEMANDA DE INCONSTITUCIONALIDAD-Requisitos mínimos/


ACCION PUBLICA DE INCONSTITUCIONALIDAD-Necesidad
de un mínimo de argumentación/DEMANDA DE
INCONSTITUCIONALIDAD-Razones claras, ciertas, específicas,
pertinentes y suficientes

La presentación de la acción de inconstitucionalidad debe cumplir con unos


requisitos mínimos: indicar con precisión (i) el objeto demandado, (ii) el
concepto de violación y (iii) la razón por la cual la Corte es competente para
conocer del asunto. Sobre la carga mínima argumentativa la jurisprudencia
ha dicho que el concepto de la violación debe ser expuesto de manera clara,
cierta, específica, pertinente y suficiente. La sentencia C-543 de 2013
sintetizó estos requisitos, desarrollados en múltiples sentencias de esta
Corporación, y dijo que la claridad se refiere a que la argumentación esté
hilada y los razonamientos sean comprensibles; el requisito de certeza exige
la formulación de cargos contra una proposición jurídica real, y no contra
una deducida por el demandante e inconexa con respecto al texto legal; la
especificidad exige concreción; la pertinencia se relaciona con la existencia
de reproches de naturaleza constitucional, que se basen en la confrontación
del contenido de una norma superior con el del precepto demandado, no en
argumentos meramente legales o doctrinarios, ni en puntos de vista subjetivos
o de conveniencia; finalmente, la suficiencia guarda relación, de un lado, con
la exposición de todos los elementos de juicio necesarios para iniciar un
estudio de constitucionalidad; y de otro, con el alcance persuasivo de la
demanda, que debe generar una duda mínima sobre la constitucionalidad de
la norma impugnada.

DEMANDA DE INCONSTITUCIONALIDAD POR


DESCONOCIMIENTO DEL DERECHO A LA IGUALDAD-
Presupuestos

La demanda de inconstitucionalidad por violación del derecho a la igualdad


debe cumplir unos presupuestos específicos para activar el control de
constitucionalidad, que básicamente tendrá la estructura de un test de
comparación. Estos elementos son: i) los términos de comparación –
personas, elementos, hechos o situaciones comparables- sobre los que la
norma acusada establece una diferencia y las razones de su similitud; ii) la
explicación, con argumentos de naturaleza constitucional, de cuál es el
presunto trato discriminatorio introducido por las disposiciones acusadas y
iii) la exposición de la razón precisa por la que no se justifica
constitucionalmente dicho tratamiento distinto, es decir por qué es
desproporcionado o irrazonable. Esta argumentación debe orientarse a
demostrar que “a la luz de parámetros objetivos de razonabilidad, la
Constitución ordena incluir a ese subgrupo dentro del conglomerado de
beneficiarios de una medida”.

FAMILIA-Concepto según jurisprudencia/FAMILIA-Definición en


sentido amplio/FAMILIA-Constitución por vínculos naturales o
jurídicos/FAMILIA-Núcleo fundamental de la Sociedad/DERECHO
A LA IGUALDAD DE LA FAMILIA-Consagración constitucional/
CONCEPTO DE FAMILIA-No puede ser entendido de manera
aislada, sino en concordancia con el principio de pluralismo/
FAMILIA-Deber especial de protección independientemente de forma
en que surge/FAMILIA-Formas de protección

MATRIMONIO Y UNION MARITAL DE HECHO-Instituciones


diferentes respecto de las cuales la Constitución no ha previsto deber de
otorgar igual tratamiento

SOCIEDAD PATRIMONIAL-Jurisprudencia de la Corte Suprema de


Justicia

La sociedad patrimonial irradia sus efectos solamente en el plano económico


y deriva, en primer lugar, de la existencia de una unión marital de hecho y, en
segundo término, de que como consecuencia del trabajo, ayuda y socorro
mutuos de los compañeros permanentes, se haya consolidado un “patrimonio
o capital” común.

SOCIEDAD CONYUGAL Y SOCIEDAD PATRIMONIAL-


Distinciones entre mecanismos probatorios han sido consideradas
legítimas dentro de ciertos límites desde el punto de vista constitucional

MATRIMONIO Y UNION MARITAL DE HECHO-Distinciones

La jurisprudencia ha reconocido distinciones conceptuales: “El matrimonio


no es pues la mera comunidad de vida que surge del pacto conyugal; ésta es
el desarrollo vital del matrimonio, pero no es lo esencial en él. La esencia del
matrimonio es la unión jurídica producida por el consentimiento de los
cónyuges”. De otro lado, la dinámica del compromiso en la unión de hecho
es distinta, la construcción de una vida en común por parte de los
compañeros resulta la fuente que justifica la decisión de conformarla. El
consentimiento no pretende avalar un vínculo formal, sino constituir una
comunidad de vida, por encima incluso del reconocimiento legal. Si bien los
cónyuges y los compañeros permanentes buscan en esencia los mismos
propósitos, no es menos cierto que cada pareja lo busca por caminos
distintos, ambos protegidos por la Constitución bajo la idea de que uno de
esos objetivos es comúnmente la conformación de una familia. De hecho, la
libre autodeterminación de los miembros de la pareja es la que define si
prefieren no celebrar el matrimonio y excluir de su relación del régimen
jurídico propio de ese contrato.

SOCIEDAD CONYUGAL-Regulación diferente en materia


patrimonial/UNION MARITAL DE HECHO-Regulación diferente en
materia patrimonial

El matrimonio y la unión de hecho comparten la característica esencial de ser


instituciones creadoras de la institución familiar. Como tales es claro que las
dos figuras merecen una misma protección constitucional. Sin embargo, ese
idéntico trato no puede aplicarse enteramente a los asuntos relacionados con
los derechos patrimoniales que se derivan de las sociedades conyugal y
patrimonial. Tanto las condiciones en que surgen las dos sociedades como las
pruebas por aportar acerca de su existencia son diferentes y ello puede
generar consecuencias distintas en este campo, siempre y cuando, como se ha
expresado reiteradamente por esta Corporación, las diferencias sean
razonables, es decir, se puedan sustentar con una razón objetiva.

RAZONABILIDAD DE DIFERENCIA ENTRE PAREJAS QUE


DECIDEN CONTRAER MATRIMONIO Y LAS QUE DECIDEN
LIBREMENTE CONFORMAR FAMILIA-Jurisprudencia
constitucional

MATRIMONIO Y UNION MARITAL DE HECHO-Jurisprudencia


constitucional
Desde múltiples perspectivas el matrimonio se distingue de la unión marital
de hecho. La conformación del matrimonio exige una serie de formalidades
legales y da lugar, por mandato legal, a un catálogo de derechos y
obligaciones correlativos libremente aceptados por las partes contrayentes.
Por su parte, la unión marital de hecho se configura por la unión de un
hombre y una mujer que, sin formalidad alguna, dan lugar a una comunidad
de vida permanente y singular, sin que sea su voluntad asumir los derechos y
obligaciones que la ley impone a los cónyuges. Se trata de dos opciones
vitales igualmente protegidas por la constitución pero distinguibles en razón
de su conformación y efectos jurídicos. En estas condiciones, el trato
diferenciado resulta no sólo constitucional sino necesario, pues, una
regulación idéntica, equivaldría a desconocer las diferencias existentes entre
las dos instituciones e incluso podría implicar anular una de las dos opciones,
constitucionalmente protegidas, con que cuentan los ciudadanos para
conformar una familia. Sin embargo, y pese a las diferencias anotadas, existe
una equivalencia sustancial entre el matrimonio y la unión marital de hecho:
las dos instituciones dan origen a una familia y, desde este punto de vista,
merecen igual protección constitucional. El razonamiento anterior permite
concluir que las normas que establecen un trato diferenciado entre quienes
ostentan la condición de cónyuge y de compañero permanente, deben ser
respetuosas de la identidad sustancial existente entre las dos instituciones que
dan origen a cada una de dichas condiciones.

JUICIO INTEGRADO DE IGUALDAD-Etapas

El juicio integrado de igualdad tiene tres etapas de análisis: (i) establecer el


criterio de comparación: patrón de igualdad o tertium comparationis, valga
decir, precisar si los supuestos de hecho son susceptibles de compararse y si
se compara sujetos de la misma naturaleza; (ii) definir si en el plano fáctico y
en el plano jurídico existe un trato desigual entre iguales o igual entre
desiguales; y (iii) averiguar si la diferencia de trato está constitucionalmente
justificada, es decir, si las situaciones objeto de la comparación ameritan un
trato diferente desde la Constitución.

Referencia: Expediente D-10462

Demanda de inconstitucionalidad contra


los literales a) y b) (parciales) del artículo
2º de la Ley 54 de 1990 “Por la cual se
definen las uniones maritales de hecho y
régimen patrimonial entre compañeros
permanentes.”

Demandantes: Patricio Martínez y Edna


Molano.

Magistrada sustanciadora:
GLORIA STELLA ORTIZ DELGADO

Bogotá, D. C., seis (6) de mayo de dos mil quince (2015)

La Sala Plena de la Corte Constitucional, integrada por los Magistrados María


Victoria Calle Correa, quien la preside, Mauricio González Cuervo, Luis
Guillermo Guerrero Pérez, Gabriel Eduardo Mendoza Martelo, Gloria Stella
Ortíz Delgado, Jorge Iván Palacio Palacio, Jorge Ignacio Pretelt Chaljub,
Martha Victoria Sáchica Méndez y Luis Ernesto Vargas Silva, en
cumplimiento de sus atribuciones constitucionales y de los requisitos y trámite
establecidos en el Decreto 2067 de 1991, ha proferido la siguiente

SENTENCIA

I. ANTECEDENTES

En ejercicio de la acción pública consagrada en el artículo 241 de la


Constitución Política los ciudadanos Patricio Martínez y Edna Molano
presentaron ante esta Corporación demanda de inconstitucionalidad contra los
literales a) y b) (parciales) del artículo 2º de la Ley 54 de 1990 “Por la cual se
definen las uniones maritales de hecho y régimen patrimonial entre
compañeros permanentes”.

La demanda fue admitida por auto del 09 de octubre de 2014 en el que se


comunicó iniciación del proceso al Presidente de la República, al Presidente
del Congreso, al Ministerio de Justicia y del Derecho, a la Defensoría del
Pueblo y al Instituto Colombiano de Bienestar Familiar para que, si lo
consideraban oportuno, intervinieran directamente o por intermedio de
apoderado escogido para el efecto en el término señalado. Del mismo modo
se invitó a la Academia Colombiana de Jurisprudencia, a las organizaciones
Colombia Diversa y Dejusticia; a las facultades de Derecho de las
Universidades de Nariño, del Rosario y de los Andes para los mismos efectos.

Cumplidos los trámites constitucionales y legales propios de esta clase de


juicios y previo concepto del Procurador General de la Nación, procede la
Corte a decidir de fondo la demanda en referencia.

II. LA NORMA DEMANDADA

A continuación se transcribe el texto demandado, conforme a su publicación


en el Diario Oficial No. 39615 del 28 de diciembre de 1990, y se subrayan los
apartes acusados:

“LEY 54 DE 1990
“Por la cual se definen las uniones maritales de hecho y régimen
patrimonial entre compañeros permanentes.”
EL CONGRESO DE COLOMBIA
DECRETA:

Artículo 2o. Modificado por el art. 1, Ley 979 de 2005. Se presume


sociedad patrimonial entre compañeros permanentes y hay lugar a
declararla judicialmente en cualquiera de los siguientes casos:
a) Cuando exista unión marital de hecho durante un lapso no inferior a
dos años, entre un hombre y una mujer sin impedimento legal para
contraer matrimonio;
b) Cuando exista una unión marital de hecho por un lapso no inferior a
dos años e impedimento legal para contraer matrimonio por parte de
uno o de ambos compañeros permanentes, siempre y cuando la sociedad
o sociedades conyugales anteriores hayan sido disueltas por lo menos un
año antes de la fecha en que se inició la unión marital de hecho.
Los compañeros permanentes que se encuentren en alguno de los casos
anteriores podrán declarar la existencia de la sociedad patrimonial
acudiendo a los siguientes medios:
1. Por mutuo consentimiento declarado mediante escritura pública ante
Notario donde dé fe de la existencia de dicha sociedad y acrediten la
unión marital de hecho y los demás presupuestos que se prevén en los
literales a) y b) del presente artículo.
2. Por manifestación expresa mediante acta suscrita en un centro de
conciliación legalmente reconocido demostrando la existencia de los
requisitos previstos en los literales a) y b) de este artículo.”

III. LA DEMANDA

Los demandantes consideran que los fragmentos acusados violan los artículos
5, 13 (inc. 1º) y 42 (inc. 1º y 2º) de la Constitución Política. Para los actores,
los apartes demandados vulneran el artículo 5 superior porque no garantizan
la protección a la familia cuando ésta se constituye por un vínculo distinto al
matrimonio, ya que impiden que nazca la sociedad de bienes de manera
inmediata.

Del mismo modo, estiman que las disposiciones acusadas generan una
discriminación por origen familiar, contraria a lo dispuesto en el artículo 13
constitucional, pues sólo la familia nacida del matrimonio genera el
surgimiento inmediato de una sociedad de bienes; mientras que en el caso de
la familia originada por la unión marital, la normatividad exige dos años para
que la sociedad patrimonial se presuma y se declare judicialmente.

Adicionalmente, los fragmentos acusados violan el artículo 42 de la


Constitución porque las distinciones mencionadas desconocen el principio,
según el cual puede conformarse una familia con la sola voluntad libre de los
sujetos. Tal violación es consecuencia de que en las uniones de hecho no
pueda establecerse una sociedad patrimonial a la par con esa voluntad libre de
conformar una familia, puesto las disposiciones acusadas exigen dos años de
vigencia de la unión marital para que se constituya la sociedad patrimonial.
Los actores citan variada jurisprudencia constitucional sobre la protección
equitativa a todo tipo de familias y el goce de iguales derechos para ellas. De
estos extractos concluyen que la diferencia establecida en la norma no tiene
fundamentos objetivos ni razonables. Los ciudadanos ejemplifican su
reproche sobre el trato desigual cuando resaltan los efectos diversos que se
presentan en la declaración de la existencia de una unión marital y en el
perfeccionamiento de un matrimonio civil. Efectivamente, la escritura pública
es una manera de declarar la existencia de la unión marital (art. 4) y también
es la forma en la que se perfecciona el matrimonio civil (art. 5 Decreto 2668
de 1998). Sin embargo, sólo en este último caso se genera la sociedad de
bienes de manera inmediata. Tal diferencia es irrazonable, a juicio de los
demandantes, porque los dos actos “hacen referencia al nacimiento de una
unión de personas que tienen el ánimo e intención de constituir una
comunidad de vida y una familia”, pero tienen efectos diferentes en términos
patrimoniales, con lo cual se genera una discriminación a quienes no asumen
el contrato matrimonial.

Con base en las razones previamente expuestas, los ciudadanos solicitan que
se declare la inexequibilidad de los apartes acusados o “a lo menos, se
interprete[n] […] atribuyéndole algún otro efecto a la declaración voluntaria
de esa unión marital de hecho por ambos compañeros” para que en cualquier
momento de la unión marital pueda darse una declaración que también
conduzca al nacimiento de la comunidad patrimonial.

IV. INTERVENCIONES

4.1. Intervención del ciudadano Carlos Andrés Pérez

El interviniente considera que los apartes acusados deben ser declarados


INEXEQUIBLES porque van más allá de lo permitido por la libertad de
configuración legislativa. En efecto, el plazo de dos años requerido para que
pueda presumirse la sociedad patrimonial en las uniones maritales, resulta
discriminatorio porque establece diferencias entre las familias con base en su
conformación y es más restrictiva en el caso de la unión marital. Para el
ciudadano, el mínimo de tiempo no es necesario, razonable ni proporcional
con respecto al derecho fundamental que vulnera: la protección a la familia.

4.2. Intervención del Ministerio de Justicia y del Derecho

La apoderada del Ministerio de Justicia y del Derecho considera que los


fragmentos demandados son EXEQUIBLES, pues el requisito de dos años de
existencia de la unión marital para “la procedencia de la declaración judicial
de la existencia de una sociedad patrimonial entre compañeros permanentes
tiene una justificación razonable”. La interviniente señala, en primer lugar,
algunas sentencias sobre la diferencia entre la unión marital de hecho y el
matrimonio para concluir que existen rasgos diferenciales entre las familias
conformadas mediante cada una de estas posibilidades. Efectivamente, en el
caso de la unión marital de hecho, el objetivo es constituir una comunidad de
vida, sin vínculo formal, mientras que en el matrimonio la idea es constituir
una unión jurídica. Por tal razón, el matrimonio genera efectos civiles
inmediatos, mientras que la unión marital de hecho no.

En segundo lugar, la representante señala que el requisito de los dos años de


existencia de la unión marital para declarar la existencia de una sociedad
patrimonial es razonable. Algunos argumentos para llegar a tal conclusión se
encuentran en la sentencia C-029 de 2009 (M.P. Rodrigo Escobar). El fallo
citado admitió ese requisito en los casos de la afectación de vivienda a
patrimonio familiar. Para la interviniente, es claro que la jurisprudencia ha
considerado que ese periodo que la ley establece para un vínculo informal a
fin de darle la debida seriedad, se equipara con la seguridad jurídica que da el
compromiso formal que surge con el matrimonio.

4.3. Intervención del Instituto Colombiano del Bienestar Familiar

La representante del Instituto solicita que la Corte Constitucional profiera


fallo INHIBITORIO o, en su defecto, declare la EXEQUIBILIDAD de los
apartados acusados. Sobre el primer punto, la interviniente señala que la
demanda carece de los requisitos necesarios para fundamentar un cargo por
violación del derecho a la igualdad, pues el libelo no señala (i) los grupos
involucrados o las situaciones comparables, (ii) el supuesto trato
discriminatorio y (iii) la justificación de un trato distinto al previsto en las
normas acusadas. Los demandantes pasaron por alto que la jurisprudencia
constitucional ha sido reiterativa al señalar que la unión marital de hecho y el
matrimonio son figuras distintas que no pueden equipararse. Además el
reconocimiento de derechos patrimoniales a quienes conforman la unión
marital es solamente consecuencia de la equidad en la distribución de
beneficios y cargas. La interviniente cita abundante jurisprudencia sobre el
tema para concluir que no se trata de figuras plenamente asimilables y por eso
es posible que haya diferencias de trato que no sean discriminatorias.

En segundo lugar, la apoderada se refiere a la regulación de la unión marital


de hecho y sus efectos patrimoniales. Destaca que la unión marital de hecho
plantea una hipótesis normativa diferente a la unión marital de hecho
declarada para hacer efectiva la presunción de una sociedad patrimonial entre
compañeros. En el segundo caso, la ley ha establecido un procedimiento que
requiere los dos años de vigencia de la unión, lo cual no es absurdo ni
irrazonable. Además, es consecuencia de la decisión libre de la pareja cuando
resolvió la manera de dar origen a su familia por medio de alguna de las
posibilidades que da la ley.

La interviniente finaliza con estas conclusiones: (i) la unión marital de hecho


es una forma de constituir familia, amparada por el ordenamiento jurídico
colombiano con la finalidad de hacer efectivo el artículo 42 constitucional,
como quiera que éste se desarrolla “en el logro de una vida en común, ayuda
mutua, la procreación, el sostenimiento y la educación de los hijos”; (ii) la
ley no equipara a los compañeros permanentes con los cónyuges, establece
regulaciones distintas para reconocer la legitimidad de la unión marital y del
matrimonio; (iii) estas dos figuras no son plenamente asimilables, de hecho, la
principal diferencia es la libertad que rige a la unión marital; (iv) el
Legislador ha garantizado la forma de generar familia según su naturaleza “y
protege tanto el ámbito personal como el patrimonial”; y (v) la norma
demandada prevé una forma de protección y los procedimientos para tal fin.

4.4. Intervención de la Academia Colombiana de Jurisprudencia

El académico encomendado inicia su intervención con un llamado de atención


sobre las eventuales paradojas y contradicciones normativas que podrían
darse en caso de que la Corte Constitucional declarara la inexequibilidad de
los fragmentos acusados. También destaca que la jurisprudencia de todas las
jurisdicciones ha aproximado los derechos de las familias -hayan sido
originadas por matrimonio o por unión marital- pero también ha señalado
diferencias, al parecer insalvables, entre las dos figuras, lo que podría llevar a
pensar que la demanda no tiene asidero.

Con todo, el interviniente señala que los cargos son claros y precisos, aunque
no abundan en los argumentos sobre la razonabilidad y la proporcionalidad de
la distinción. No obstante, el argumento de la violación puede fundamentarse
con lo dicho en las sentencias C-665 de 1998, T-553 de 1994, C-700 de 2013
y C-1035 de 2008.

Con base en esta jurisprudencia, el ciudadano plantea el problema jurídico en


los siguientes términos “¿Conforme a los Arts. 5, 13 y 42 de la Constitución,
el requisito de convivencia por un lapso no inferior a dos años en la Unión
Marital de Hecho para que surja sociedad patrimonial es una discriminación
objetiva y razonable frente a la ausencia de este requisito para que surja la
sociedad conyugal en la Unión Marital precedida de la ceremonia de
matrimonio?”. Posteriormente, el interviniente resalta la necesidad de proferir
un fallo acorde con la jurisprudencia en la materia y reseña varias sentencias
para ubicar la tendencia sobre el tema.

El escrito también presenta unas consideraciones sobre las decisiones de la


Corte Suprema de Justicia y de la Corte Constitucional sobre el matrimonio y
la unión marital de hecho e insiste en que la unión marital es un matrimonio
consensual y el que se instituye mediante contrato es un matrimonio solemne.
A continuación el interviniente señala las impropiedades en las que, a su
juicio, ha incurrido este Tribunal Constitucional al manejar la materia:

a.- Esta figura no puede denominarse unión marital de hecho porque ya


ha sido regulada por el derecho;
b.- No hay diferencia en el móvil del matrimonio y el de la unión
marital, pues en los dos casos la decisión debe tomarse libre y
responsablemente para formar una familia;
c.- La expresión “unión libre” es contradictoria y en todo caso el
matrimonio consensual es una figura más antigua que el solemne;
d.- Para la Corte Constitucional, el matrimonio es la ceremonia, el
vínculo jurídico; no obstante, el ciudadano afirma que eso no es
correcto, pues el matrimonio es un contrato solemne. De hecho, el
ciudadano considera que en el matrimonio consensual también hay un
vínculo jurídico, tan es así que operan figuras como las inhabilidades
previstas en el artículo 179, numeral 5º, de la Constitución. El
matrimonio es entonces la “verdadera posesión notoria del estado civil
de casados o de la condición de casados”, no el contrato;
e.- La jurisprudencia constitucional ha reconocido las diferencias entre
el matrimonio y la unión marital, sin embargo la tendencia
jurisprudencial es reducir estas distinciones;
f.- La jurisprudencia de la Corte Constitucional no ha sido coherente
con la doctrina que considera que el matrimonio consensual y el
matrimonio solemne son diferentes;
g.- Una de las consecuencias de que el Tribunal Constitucional no le dé
al matrimonio consensual el estatus que reclaman la Constitución y la
sociedad, es que ha legalizado la bigamia y la coexistencia de un
matrimonio consensual con uno solemne. La Corte lo ha aceptado
cuando ha reconocido dos pensiones a dos beneficiarias del mismo
fallecido: su cónyuge sobreviviente y su compañera permanente;
h.- La diferencia central entre matrimonio consensual y solemne para
efectos de la constitución de la sociedad patrimonial es el medio de
prueba. En principio no habría discriminación en los fragmentos
acusados, pues el plazo de dos años pretende garantizar la seriedad de
la unión;
i.- El matrimonio solemne y el consensual se perfeccionan con la
ceremonia y con la convivencia, respectivamente, las pruebas de su
existencia son diferentes y eso podría justificar la necesidad de que
transcurran dos años en el caso del matrimonio consensual;
j.- La forma de eliminar la diferencia probatoria, que el interviniente no
considera inconstitucional pero que sí atenta contra la seriedad y
estabilidad del matrimonio en sentido y amplio, es establecer la misma
prueba: el registro civil. En el caso del matrimonio solemne permitir
como prueba la copia del acta de la ceremonia y en el consensual
establecer como medio probatorio la declaración que la pareja dejará
por escrito ante notario. Esta fórmula es similar a la de otros contratos.
Por ejemplo el arrendamiento es un contrato consensual pero muchas
personas optan por dejarlo por escrito para efectos de probar su
existencia;
k.- Con respecto a la disolución, no es comprensible la previsión legal
que, en el caso del matrimonio solemne, establece que debe esperarse
un año para volver a comenzar a contabilizar el tiempo de nacimiento
de una nueva sociedad patrimonial en el marco de un matrimonio
consensual; mientras que, disuelta una sociedad patrimonial, al día
siguiente se puede constituir una sociedad conyugal o comenzar el
conteo de tiempo para formar una nueva sociedad patrimonial en el
escenario de un matrimonio consensual;
l.- El matrimonio solemne genera o no la sociedad conyugal, si no se
crea desde el comienzo, después no puede formarse. El matrimonio
consensual puede iniciarse sin opción de fundar sociedad patrimonial y
luego formarla.

Finalmente, el ciudadano afirma que la exigencia de los dos años para efectos
de seriedad de la unión no parece irrazonable ni desproporcionada, ya que no
existe prueba de la constitución de esa unión y por eso la prueba es el tiempo.
De otro lado, el patrimonio común no es de la esencia del contrato de
matrimonio ni del matrimonio consensual, pues en el primer caso sólo nace si
no hay acuerdo escrito en contrario y en el segundo caso la sociedad
patrimonial sólo nace si no hay sociedades conyugales preexistentes o
existentes, o si las personas deciden terminar su vida en común antes de dos
años de convivencia, lo cual es una opción libre adoptada por la pareja.

En conclusión, el interviniente considera que el requisito de los dos años es


razonable, objetivo, racional, conveniente y necesario para sopesar la seriedad
de la unión. Pero si la Corte decide seguir igualando el matrimonio
consensual y el solemne es necesario que se establezcan los efectos a futuro y
los medios de prueba escrita. Adicionalmente, si se declarara la
inexequibilidad de la norma, debe fijarse el tránsito de legislación y establecer
unas pautas mínimas.

Con independencia de la decisión de la Corte, el ciudadano señala la


necesidad urgente de una ley que regule íntegramente el matrimonio
consensual e indica los contenidos que esa norma debería tener.

V. CONCEPTO DEL PROCURADOR GENERAL DE LA NACIÓN

El Procurador General de la Nación, en concepto No. 5858 recibido el 1º de


diciembre de 2014, solicitó a la Corte que declare la EXEQUIBILIDAD de
los apartes acusados por no resultar violatorios del derecho a la igualdad ni
del derecho a la familia.

El concepto inicia con el análisis del alcance del artículo 2º de la Ley 54 de


1990. La Vista Fiscal señala que el artículo establece presunciones para
declarar la existencia de la sociedad patrimonial entre compañeros
permanentes en ciertas hipótesis (i) que no haya impedimentos legales para
contraer matrimonio, caso en el cual se requieren dos años de existencia de la
unión marital de hecho; (ii) si al menos uno de los miembros de la pareja tiene
impedimento, entonces se requieren dos años de existencia de la unión marital
de hecho y que la sociedad(es) conyugal(es) previa(s) haya(n) sido disuelta(s)
y liquidada(s) por lo menos un año antes de la fecha en la que se inició la
unión marital de hecho.

En ese sentido, los efectos de la norma son sólo destinados a la sociedad


patrimonial, institución diferente de la unión marital de hecho. En todo caso,
si los elementos para que se configure la presunción de existencia de la
sociedad patrimonial no se dan, se puede intentar la demostración de la
existencia de la sociedad de hecho mediante el proceso ordinario
correspondiente, tal como lo ilustra la jurisprudencia de la Corte Suprema de
Justicia y de la Corte Constitucional.

Por otro lado, la unión marital y el matrimonio son instituciones de naturaleza


distinta y por eso exigen un trato jurídico disímil. Esta diferencia es olvidada
por la demanda, pues parte de la idea de que son instituciones idénticas y
soslaya que no hay obligación para el Legislador de establecer una regulación
similar (C-278 de 2014). La jurisprudencia ha destacado que el matrimonio es
un vínculo jurídico y la unión marital es una figura de hecho y por eso el
primero da origen a una serie de obligaciones y la unión marital no.

Para la Procuraduría, el artículo 42 superior establece que el matrimonio y la


unión marital de hecho “son las dos únicas instituciones a través de las
cuales, según nuestro ordenamiento constitucional, se constituye una familia”
y concluye que la distinción establecida en la norma acusada es
constitucionalmente justificada, objetiva y razonable.

VI. CONSIDERACIONES DE LA CORTE CONSTITUCIONAL

Competencia

1. Conforme al artículo 241 numeral 4º de la Constitución, la Corte es


competente para conocer de la constitucionalidad de los literales a) y b)
(parciales) del artículo 2º de la Ley 54 de 1990 “Por la cual se definen las
uniones maritales de hecho y régimen patrimonial entre compañeros
permanentes”, ya que se trata de una demanda de inconstitucionalidad en
contra de una norma que hace parte de una Ley de la República.

Identificación del asunto bajo revisión y planteamiento de los problemas


jurídicos

2. Los demandantes consideran que el establecimiento de un plazo de dos años


de existencia de la unión marital para que ésta pueda originar efectos
patrimoniales viola el reconocimiento de la familia como institución básica de
la sociedad y vulnera los derechos a la igualdad, porque permite la distinción
por origen familiar y cercena la libertad para formar una familia por cualquier
vía. En efecto, estiman que el artículo parcialmente acusado establece un
requisito adicional irrazonable y desproporcionado para que se presuma una
sociedad de bienes entre las parejas no casadas –requerimiento inexistente en
el caso del matrimonio- y anula la posibilidad de declararla voluntariamente
antes del lapso señalado.

Una de las intervenciones solicita la inhibición, por ineptitud sustancial de la


demanda, en el cargo de igualdad; otras consideran que los fragmentos
acusados son exequibles y una de ellas apoya las pretensiones. En efecto, el
ICBF considera que la Corte Constitucional debe declararse inhibida porque la
argumentación de los actores no reunió los requisitos para construir un cargo
por violación del derecho a la igualdad; sin embargo, la Academia
Colombiana de Jurisprudencia estima que la motivación del cargo sí es apta.

El ICBF solicita, de manera subsidiaria, que se declare la exequibilidad del


artículo parcialmente acusado por considerar que éste se refiere a la forma en
que opera la presunción de existencia de la sociedad patrimonial, no a la
configuración de la unión marital; adicionalmente, por tratarse de un tema
económico, no habría un déficit de protección hacia ciertas familias. Por otro
lado, no cabe la comparación plena entre la unión marital y el matrimonio
porque son dos figuras diferentes y, en todo caso, el requisito acusado es
razonable porque garantiza la seriedad del vínculo para poder presumir o
declarar la sociedad de bienes. Este último argumento también es invocado
por el Ministerio de Justicia y del Derecho y por la Academia Colombiana de
Jurisprudencia, entidad que llega a las mismas conclusiones aunque considere
que el matrimonio y la unión marital sí podrían ser plenamente asimilables.

Sólo una de las intervenciones coadyuva la demanda y reitera sus


razonamientos.

Por su parte, la Vista Fiscal solicita que la Corte declare la exequibilidad de las
expresiones acusadas porque los efectos de la norma sólo se circunscriben a la
sociedad patrimonial, por lo cual no afectan la protección a la unión marital de
hecho ni a la familia. Agrega que, en todo caso, si no se presentan los
elementos para que se presuma la sociedad patrimonial, se puede iniciar el
proceso ordinario correspondiente para lograr la declaración de la sociedad de
hecho. Además, la distinción entre la unión marital y el matrimonio tiene una
justificación objetiva y razonable en términos constitucionales.

3. No obstante, antes de abordar el análisis de fondo, a este Tribunal le


corresponde iniciar con el establecimiento de la aptitud de los cargos, pues
podría proceder un fallo inhibitorio si la demanda es inepta, tal como lo
señaló el ICBF. En este caso, el análisis de aptitud debe tomar en cuenta el
alcance del artículo parcialmente acusado a fin de determinar con claridad las
hipótesis normativas contenidas en la norma, cuáles fueron acusadas y si los
cargos se presentaron en debida forma. Este punto es particularmente
relevante, pues la pluralidad de proposiciones normativas del artículo 2º ha
llevado a diferentes interpretaciones por parte de los demandantes y de los
intervinientes sobre la hermenéutica de la disposición y la suficiencia de la
demanda. En efecto, algunos consideran que el plazo de dos años de
convivencia de la pareja que mantiene una unión marital sólo es un requisito
para que se configure la presunción para demostrar la sociedad patrimonial.
Por su parte, los demandantes plantean que ese plazo afecta también la
posibilidad de hacer la declaración voluntaria de la comunidad de bienes.
Incluso podría pensarse que el plazo es indispensable para poder iniciar un
proceso judicial para el reconocimiento de la sociedad patrimonial, pues, de la
misma redacción de la norma, los dos años de convivencia parecen ser
determinantes para que haya lugar a tal declaración.

La diversidad de comprensiones posibles indica la necesidad de analizar el


alcance de la disposición parcialmente acusada para efectos de determinar su
correcta hermenéutica. Con base en la interpretación de la norma será posible
verificar la aptitud de la demanda, pues la Corte debe constatar a qué
proposiciones normativas se refieren los cargos, si la demanda partió de una
interpretación plausible del artículo 2º de la Ley 54 de 1990 y si la
argumentación cumple con los requisitos que la jurisprudencia constitucional
ha señalado.

Cuestiones previas: alcance del artículo acusado y aptitud de la demanda

Alcance del artículo parcialmente acusado

4. El artículo 2º de la Ley 54 de 1990 es del siguiente tenor:


“Artículo 2o. Modificado por el art. 1, Ley 979 de 2005. Se presume
sociedad patrimonial entre compañeros permanentes y hay lugar a
declararla judicialmente en cualquiera de los siguientes casos:
a) Cuando exista unión marital de hecho durante un lapso no inferior a
dos años, entre un hombre y una mujer sin impedimento legal para
contraer matrimonio;
b) Cuando exista una unión marital de hecho por un lapso no inferior a
dos años e impedimento legal para contraer matrimonio por parte de
uno o de ambos compañeros permanentes, siempre y cuando la sociedad
o sociedades conyugales anteriores hayan sido disueltas por lo menos un
año antes de la fecha en que se inició la unión marital de hecho.
Los compañeros permanentes que se encuentren en alguno de los casos
anteriores podrán declarar la existencia de la sociedad patrimonial
acudiendo a los siguientes medios:
1. Por mutuo consentimiento declarado mediante escritura pública ante
Notario donde dé fe de la existencia de dicha sociedad y acrediten la
unión marital de hecho y los demás presupuestos que se prevén en los
literales a) y b) del presente artículo.
2. Por manifestación expresa mediante acta suscrita en un centro de
conciliación legalmente reconocido demostrando la existencia de los
requisitos previstos en los literales a) y b) de este artículo.”

Como puede observarse, la primera parte de la disposición establece dos


normas: el nacimiento de una presunción de sociedad patrimonial y la
potestad de declararla judicialmente. Ambas operan bajo dos condiciones: (i)
dos años de existencia de la unión marital en parejas sin impedimento para
casarse y (ii) dos años de existencia de la unión marital en parejas con
impedimento para casarse, de uno o de los dos miembros, si la(s) sociedad(es)
conyugal(es) anterior(es) se ha(n) disuelto al menos un año antes del inicio de
la unión marital.

Sin embargo, tal y como lo indica el Procurador, aun sin que medien los dos
años de convivencia de la pareja en unión marital, se puede iniciar el proceso
judicial para declarar la sociedad de hecho, no el de declaración de la
sociedad patrimonial entre compañeros permanentes.

La jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia ha sido clara al respecto en


diversas ocasiones:

“La sociedad patrimonial entre compañeros permanentes, a que refiere


el artículo 2° de la misma Ley 54 de 1990, si bien depende de que
exista la “unión marital de hecho”, corresponde a una figura con
entidad propia que puede o no surgir como consecuencia de la anterior,
desde su inicio o durante su vigencia, siempre y cuando se cumplan los
demás presupuestos que señala la norma, esto es, que el vínculo se
haya extendido por más de dos años y, que de estar impedido
legalmente uno o ambos compañeros permanentes para contraer
matrimonio, hayan disuelto sus sociedades conyugales, así se
encuentren ilíquidas.
[…] De tal manera que no puede predicarse la conformación de una
sociedad patrimonial entre compañeros permanentes sin que se
acredite la unión marital de hecho, pero establecida esta última, no
quiere decir que se produzca espontáneamente aquella, debiéndose
demostrar los demás elementos que le dan origen.” (Negrilla fuera del
texto)

La posición reiterada de la Corte Suprema ha entendido que la norma no sólo


prevé una presunción, también determina un requisito sin el cual es imposible
solicitar la declaración judicial de la sociedad patrimonial entre compañeros
permanentes. En ese sentido, es correcta la interpretación de los demandantes:
sin los dos años de convivencia de una pareja en unión marital no sólo no se
presume, sino que no se puede iniciar el proceso de declaración judicial de la
sociedad patrimonial entre ellos. Sin embargo, como lo anota el jefe del
Ministerio Público la pareja puede iniciar el trámite judicial para el
reconocimiento de una sociedad de hecho.

La segunda parte del artículo otorga la potestad a las parejas que se


encuentren en las condiciones determinadas para declarar la existencia de una
sociedad patrimonial por escritura pública ante notario o por acta suscrita en
centro de conciliación.

5. De tal suerte, los fragmentos acusados en la demanda bajo examen, todos


referidos al lapso de dos años, son requisito indispensable en cuatro
escenarios distintos, agrupados en dos: (i) en la declaración judicial, que
parece estar condicionada por la presunción, y (ii) en la declaración voluntaria
de la sociedad patrimonial. En efecto, se requieren dos años de convivencia en
parejas que tienen una unión marital de hecho para que:

a.- se presuma la sociedad patrimonial y pueda declararse judicialmente


en el caso de parejas sin impedimento para casarse;

b.- se presuma la sociedad patrimonial y pueda declararse judicialmente


en el caso de parejas con impedimento para casarse, de uno o de los dos
miembros, siempre y cuando la(s) sociedad(es) conyugal(es)
anterior(es) se haya(n) disuelto al menos un año antes del inicio de la
unión marital;

c.- cualquiera de estas parejas, que cumplan los requisitos


mencionados, puedan declarar voluntariamente la existencia de la
sociedad patrimonial por escritura pública ante notario;

d.- cualquiera de estas parejas, que cumplan los requisitos


mencionados, puedan declarar voluntariamente la existencia de la
sociedad patrimonial por acta suscrita en centro de conciliación.

Bajo estas circunstancias, la comprensión de la norma que hacen los


demandantes parece correcta, pues entienden y cuestionan que el plazo de dos
años condicione la presunción y la posibilidad de declaración voluntaria de la
sociedad patrimonial entre compañeros permanentes. Su acusación asume que
este lapso impone un requisito inconstitucional que afecta la igualdad entre
las familias y los derechos de las mismas. Sin embargo, la mayoría de los
intervinientes estiman que no hay violación a la Constitución porque se trata
de un asunto meramente patrimonial.

6. Esta última hermenéutica se ve reforzada al analizar los antecedentes


legislativos de la norma. Efectivamente, las discusiones en el Congreso
muestran que el objetivo del artículo parcialmente acusado se circunscribe
solamente al establecimiento de los efectos patrimoniales de la unión marital,
por eso precisa en qué situaciones se puede presumir, declarar judicial y
extrajudicialmente la existencia de dicha sociedad entre compañeros
permanentes, esta comprensión ha sido reconocida también por la
jurisprudencia constitucional. Por otra parte, como lo dijo la sentencia C-075
de 2007, la categoría de compañero permanente es distinta a la de socio
patrimonial, por eso no necesariamente van ligadas. En ese sentido, la unión
marital no siempre conduce a una sociedad patrimonial, pues existen
requisitos adicionales que implican el trabajo y ayuda mutua que confluyen en
la adquisición de bienes.

El recuento anterior ha permitido constatar la pluralidad de enunciados


normativos del artículo 2º de la Ley 54 de 1990. Ahora, ya que cabe la
posibilidad de que la demanda se dirija a todos o sólo a algunos de ellos, la
Corte hará el análisis de la argumentación esgrimida por los actores.

Argumentos de la demanda

7. La lectura detenida de la demanda muestra que es evidente que se dirige a


cuestionar un supuesto déficit de protección de las familias que surgen de la
unión marital, pues a estas parejas la ley les exige una convivencia de al
menos 2 años para que la sociedad de bienes se presuma y proceda su
declaración judicial. Además, el artículo parcialmente acusado no les permite
a los compañeros permanentes hacer la declaración voluntaria de existencia
de la sociedad patrimonial si no han convivido 2 años.

La demanda considera que los fragmentos acusados violan los artículos 5, 13


(inc. 1º) y 42 (inc. 1º y 2º) de la Constitución Política porque (i) no garantizan
la protección a la familia cuando ésta se constituye por un vínculo distinto al
matrimonio, ya que impiden que nazca la sociedad de bienes de manera
inmediata; (ii) generan una discriminación por origen familiar, pues sólo la
familia nacida del matrimonio genera inmediatamente una sociedad
patrimonial, mientras que en el caso de la familia originada por la unión
marital, la normatividad exige dos años para que la sociedad de bienes se
presuma, se declare judicialmente o pueda declararse voluntariamente; (iii) las
distinciones mencionadas desconocen el principio según el cual puede
conformarse una familia con la sola voluntad libre de los sujetos, pues en las
uniones de hecho no puede establecerse una sociedad patrimonial a la par con
esa voluntad libre de conformar una familia, ya que las disposiciones
acusadas exigen dos años de vigencia de la unión marital para que se
constituya la sociedad patrimonial.
Como puede observarse, los actores atacan el requisito de dos años para la
presunción, la declaración judicial y la declaración voluntaria (notarial o por
acta de conciliación) de la existencia de la sociedad patrimonial. En ese
sentido, cuestionan la constitucionalidad de esa condición en las cuatro
hipótesis normativas contenidas en el artículo parcialmente acusado. Sin
embargo sus argumentos son breves y se enfocan en tres artículos
constitucionales violados: 5, 13 y 42.

8. Una vez determinados los razonamientos de la demanda, la Corte debe


analizar si procede un análisis de fondo de los mismos y si se refieren a todas
las hipótesis normativas contenidas en el artículo parcialmente acusado.
Además, cabe recordar que para el ICBF, la argumentación presentada no
reúne los requisitos para que este Tribunal pueda estudiar el caso por una
supuesta violación del artículo 13. Para establecer si la demanda es apta o no,
la Corte recapitulará su jurisprudencia respecto del cumplimiento de los
requisitos generales y específicos para configurar el cargo sobre la violación
de la igualdad.

Aptitud general de la demanda

9. Las proposiciones normativas demandadas, de acuerdo con la generalidad


de los argumentos del libelo, son aquellas afectadas por el requisito de
convivencia de la pareja en unión marital por un mínimo de dos años y
corresponden a (i) la presunción y la declaración judicial para parejas sin
impedimentos para formar una nueva sociedad patrimonial, (ii) la presunción
y la posibilidad de declaración judicial de sociedad patrimonial en parejas con
impedimento legal para hacerlo, (iii) la posibilidad de declaración voluntaria
de sociedad patrimonial por escritura pública y (iv) la posibilidad de
declaración voluntaria de sociedad patrimonial por acta de conciliación.

10. La Corte encuentra que la demanda no especificó cada una de las cuatro
hipótesis precitadas, pero mencionó de manera general los dos escenarios que
resultan condicionados al plazo mínimo de los dos años: la presunción de
existencia de la sociedad patrimonial -que hace procedente la declaración
judicial- y la posibilidad de declararla voluntariamente. En este último caso,
los actores aludieron al artículo 4 de la Ley 54 de 1990 (sobre la declaración
de la existencia de la unión marital de hecho que no está condicionada a
ningún plazo) para solicitar que los numerales 1 y 2 del artículo 2º de la Ley
54 de 1990 operaran de manera similar, es decir, sin el requisito de los dos
años de convivencia. Éste parece ser el objetivo final de los demandantes al
promover este proceso.

Ahora este Tribunal debe establecer si la argumentación de la demanda


cumplió con los requisitos para generar un pronunciamiento de
constitucionalidad con respecto a todas las hipótesis contenidas en la norma o
sólo a algunas de ellas, a fin de determinar su competencia para estudiar el
texto.

11. Como lo ha recordado la jurisprudencia constitucional el artículo 40.6 de


la Carta Política habilita a los ciudadanos a participar en la conformación,
ejercicio y control del poder político. Por eso consagró la posibilidad de
interponer acciones públicas en defensa de la Constitución a través de un
trámite informal que permite la participación ciudadana y la defensa del
interés general.

Con todo, la presentación de la acción de inconstitucionalidad debe cumplir


con unos requisitos mínimos: indicar con precisión (i) el objeto demandado,
(ii) el concepto de violación y (iii) la razón por la cual la Corte es competente
para conocer del asunto. Sobre la carga mínima argumentativa la
jurisprudencia ha dicho que el concepto de la violación debe ser expuesto de
manera clara, cierta, específica, pertinente y suficiente.

La sentencia C-543 de 2013 sintetizó estos requisitos, desarrollados en


múltiples sentencias de esta Corporación, y dijo que la claridad se refiere a
que la argumentación esté hilada y los razonamientos sean comprensibles; el
requisito de certeza exige la formulación de cargos contra una proposición
jurídica real, y no contra una deducida por el demandante e inconexa con
respecto al texto legal; la especificidad exige concreción; la pertinencia se
relaciona con la existencia de reproches de naturaleza constitucional, que se
basen en la confrontación del contenido de una norma superior con el del
precepto demandado, no en argumentos meramente legales o doctrinarios, ni
en puntos de vista subjetivos o de conveniencia; finalmente, la suficiencia
guarda relación, de un lado, con la exposición de todos los elementos de
juicio necesarios para iniciar un estudio de constitucionalidad; y de otro, con
el alcance persuasivo de la demanda, que debe generar una duda mínima
sobre la constitucionalidad de la norma impugnada.

Requisitos de los cargos por violación del derecho a la igualdad

12. Además de los requisitos generales, como lo reiteró la sentencia C-283 de


2014, una demanda de inconstitucionalidad por violación del derecho a la
igualdad debe cumplir unos presupuestos específicos para activar el control de
constitucionalidad, que básicamente tendrá la estructura de un test de
comparación. Estos elementos son: i) los términos de comparación –personas,
elementos, hechos o situaciones comparables- sobre los que la norma acusada
establece una diferencia y las razones de su similitud; ii) la explicación, con
argumentos de naturaleza constitucional, de cuál es el presunto trato
discriminatorio introducido por las disposiciones acusadas y iii) la exposición
de la razón precisa por la que no se justifica constitucionalmente dicho
tratamiento distinto, es decir por qué es desproporcionado o irrazonable. Esta
argumentación debe orientarse a demostrar que “a la luz de parámetros
objetivos de razonabilidad, la Constitución ordena incluir a ese subgrupo
dentro del conglomerado de beneficiarios de una medida”.

La demanda bajo examen es apta

13. Tal y como fue considerado en la etapa de admisión, reconocido por los
intervinientes en este proceso y constatado nuevamente al estudiar de manera
detallada las hipótesis normativas acusadas junto con los argumentos que
fundaron los cargos, la Corte encuentra que el libelo es apto para generar un
debate constitucional. En efecto, en esta etapa procesal surgieron algunas
dudas sobre la interpretación de la norma parcialmente acusada y sobre la
existencia de cargos mínimos en cada una de las cuatro situaciones
condicionadas por el plazo de los 2 años de convivencia de los compañeros
permanentes. Con todo, el establecimiento de la hermenéutica del artículo 2
de la Ley 54 de 1990, y el análisis preliminar de los cargos, ha permitido a
esta Corte constatar que la argumentación permite generar un debate
constitucional.

Efectivamente los cargos son comprensibles, fueron formulados contra


posposiciones jurídicas contenidas en el texto (ver los fundamentos 5 a 7
infra), son concretos, confrontan los fragmentos acusados con la Constitución
y generan una duda mínima sobre la constitucionalidad de los apartes
acusados. Una valoración similar tienen los intervinientes, uno de quienes ha
cuestionado solamente el cargo contra el artículo 13 constitucional.

La demanda es apta frente al cargo de igualdad

14. Los demandantes consideran que el establecimiento de un plazo de dos


años de preexistencia de la unión marital para que ésta origine efectos
patrimoniales viola el reconocimiento de la familia como institución básica de
la sociedad, vulnera los derechos a la igualdad sin distinción por origen
familiar y a la libertad para formar una familia sin importar la vía para
hacerlo. En efecto, estiman que los artículos parcialmente acusados establecen
un requisito adicional irrazonable y desproporcionado para que se presuma
una sociedad de bienes entre las parejas no casadas -2 años de convivencia- y
anula la posibilidad de declararla voluntariamente antes del lapso señalado,
situación que no ocurre en el caso de las familias originadas por contrato
matrimonial.

El ICBF considera que la Corte Constitucional debe declararse inhibida


porque la demanda no reunió los requisitos para construir un cargo por
violación del derecho a la igualdad; sin embargo, la Academia Colombiana de
Jurisprudencia estima que la demanda es apta.

15. Los elementos necesarios para estructurar un cargo por violación del
derecho a la igualdad se han cumplido en este caso, en tanto que la demanda:
i) enunció los términos de comparación: las familias originadas por
matrimonio y aquellas que surgen por unión marital de hecho. Considera que
son similares por mandato constitucional y por eso no puede haber diferencias
entre ellas; ii) construyó la explicación sobre el presunto trato
discriminatorio: para las uniones maritales no surge la sociedad patrimonial
de manera inmediata, tampoco se presume ni es posible declarar la existencia
de una sociedad patrimonial, estas circunstancias marcan una diferencia con
el matrimonio a pesar de que tanto éste, como la unión marital son opciones
para formar familia que están constitucionalmente protegidas, incluso, a juicio
de los actores, en términos patrimoniales; y iii) expuso la razón precisa por
la cual no se justifica constitucionalmente dicho tratamiento distinto: esta
diferencia no es legítima, razonable ni proporcionada porque tanto el
matrimonio como la unión marital de hecho son fuentes generadoras de
familia en nuestra Constitución y toda familia merece igual protección
constitucional. Esta norma genera desprotección patrimonial a las familias
provenientes de unión marital pero que aún no cuentan con dos años de
permanencia.

La posición sobre la aptitud de la demanda es compartida por la Academia


Colombiana de Jurisprudencia que estima que, a pesar de que no hay
capítulos independientes que se ocupen de cada una de las normas acusadas,
las razones invocadas por los demandantes y contenidas en las sentencias
T-553 de 1994, C-700 de 2013 y C-1035 de 2008 permiten a la Corte tomar
una decisión de fondo.

16. En suma, la demanda considera que el requisito de convivencia de al


menos 2 años para que la sociedad de bienes se presuma y proceda su
declaración judicial o voluntaria viola el reconocimiento de la familia como
institución básica de la sociedad, vulnera los derechos a la igualdad sin
distinción por origen familiar y la libertad para formar una familia por
cualquier vía, pues no les permite a los compañeros permanentes hacer la
declaración judicial o voluntaria de la existencia de la sociedad patrimonial
cuando lo estimen conveniente si es antes de dos años de convivencia. Por eso
los actores concluyen con la pretensión de que la Corte interprete la norma
para determinar que la declaración voluntaria de existencia de la sociedad
patrimonial no necesita los 2 años de convivencia de las parejas en unión
marital.

Ya que la demanda cumple con los requisitos mínimos, ahora la Corte pasará
al análisis de fondo de los cargos.

Problema jurídico y análisis de los cargos presentados

17. Este Tribunal debe determinar si ¿el requisito de dos años de existencia de
la unión marital para poder presumir y declarar -judicial o voluntariamente- la
existencia de una sociedad patrimonial entre compañeros permanentes es
violatorio de los artículos 5, 13 (inc. 1º) y 42 (inc. 1º y 2º) de la Constitución?
Para el efecto, la Sala Plena deberá ocuparse del análisis la vulneración de las
cláusulas constitucionales que reconocen a la familia como institución básica
de la sociedad y del principio de igualdad de trato entre las familias que
prohíbe la distinción entre ellas y entre sus integrantes por origen familiar. En
consecuencia, la Corte se ocupará de los siguientes temas: (i) el concepto de
familia en el ordenamiento constitucional colombiano; (ii) el matrimonio y la
unión marital de hecho; (iii) el derecho a la igualdad y las distinciones
permitidas entre el matrimonio y la unión marital.

Síntesis del concepto de familia en el ordenamiento constitucional


colombiano

18. Como lo recordó la Sentencia C-577 de 2011 la Corte ha definido la


familia como una comunidad de personas unidas por vínculos naturales o
jurídicos, fundada en el amor, el respeto y la solidaridad, caracterizada por la
unidad de vida que liga íntimamente a sus integrantes más próximos. Además,
es una realidad dinámica en la que cobran especial importancia los derechos
fundamentales al libre desarrollo de la personalidad, a la libertad de
conciencia, el derecho a la intimidad, entre otros. El régimen constitucional
colombiano ha buscado hacer de ella el escenario para que, dentro de un clima
de respeto, no violencia e igualdad, sus integrantes puedan desarrollarse libre
y plenamente sin la intromisión de terceros. De esta forma, la institución
pretende lograr un equilibrio entre la estabilidad, la dignidad y el libre
desarrollo de la personalidad de cada uno de sus integrantes.

Aunque la Carta Política “le confiere plena libertad a las personas para
consentir en la formación de la familia, no por ello deja a su total arbitrio la
consolidación de la misma, pues en todo caso somete su constitución a
determinadas condiciones, a fin de otorgarle reconocimiento, validez y
oponibilidad a la unión familiar”. Tales requisitos sólo pueden ser generados
e interpretados de conformidad con la reiterada jurisprudencia constitucional
que ha sostenido de manera constante que la familia es la institución básica de
la sociedad (artículos 5º y 42), y “merece por sí misma la protección del
Estado, con independencia de la forma en que se haya constituido, es decir,
sin que se prefiera la procedente de un vínculo jurídico sobre aquélla que ha
tenido origen en lazos naturales”. En ese sentido, la protección a los
diferentes tipos de familia (arts. 13 y 42 constitucionales) proscribe cualquier
distinción injustificada entre ellos.

19. Por su parte, la sentencia C-278 de 2014 recordó que la Corte ha


sostenido que el concepto de familia está inserto en la sociedad, es dinámico y
variado. Por eso incluye familias originadas en el matrimonio, en las uniones
maritales de hecho, así como a las constituidas por parejas del mismo sexo,
teniendo en cuenta que “el concepto de familia no puede ser entendido de
manera aislada, sino en concordancia con el principio del pluralismo”. En
ese sentido, la familia debe ser especialmente protegida independientemente
de la forma en la que surge. Esta posición reiteró lo establecido en la sentencia
C-577 de 2011 que se refirió a diferentes tipos de familias con hijos: las
surgidas biológicamente, por adopción, por crianza, monoparentales,
ensambladas, originadas por la unión de parejas del mismo sexo, y enfatizó
que todas ellas están amparadas por el mandato de protección integral
establecido en el artículo 42 superior. En efecto, la familia “es destinataria de
acciones especiales provenientes de la sociedad y del Estado dirigidas a su
protección, fortalecimiento y prevalencia como actor social” y “sin importar
cuál de las formas ha sido escogida para fundar la familia, ella, en cualquier
evento, es vista como el núcleo fundamental de la sociedad por lo cual
siempre merece la protección del Estado”.

Entre las diversas formas de protección a la familia, puede mencionarse el


amparo de su patrimonio, el establecimiento de la igualdad de derechos entre
los miembros de la pareja, la consideración especial de los niños y niñas como
titulares de derechos fundamentales o en el suministro de especial protección a
las y los adolescentes y a las personas de la tercera edad.

20. Sin embargo, a diferencia de lo sostenido por los actores, puede haber
diferencias legítimas en las formas de protección de ciertos efectos derivados
de los distintos tipos de conformación de las familias, en particular en los
casos de matrimonios, uniones maritales de hecho y uniones de parejas del
mismo sexo, pues en algunas oportunidades bien pueden diseñarse incluso
acciones afirmativas o medidas de discriminación positiva. Para el análisis
este caso en particular resulta relevante estudiar las dos primeras
configuraciones.

El matrimonio y la unión marital de hecho

21. Una de las manifestaciones más claras de las diferencias entre el


matrimonio y la unión marital de hecho fue estudiada en la sentencia C-278
de 2014. En ese caso, la Corte analizó una demanda contra el artículo 1781
del Código Civil y, en particular, uno de los problemas jurídicos abordados
fue si se violaba el derecho a la igualdad, por el hecho de que el Legislador
hubiera regulado de forma diferente la sociedad conyugal en el matrimonio y
la sociedad patrimonial de la unión marital de hecho. En esa oportunidad este
Tribunal reconoció el amplio margen de configuración del Legislador en la
materia, y de qué manera ha optado por regular de modo distinto los efectos
patrimoniales de la sociedad conyugal y de la sociedad patrimonial. La Corte
concluyó que las diferencias no desconocen el derecho a la igualdad puesto
que se trata de instituciones diferentes respecto de las cuales la Constitución
no ha previsto el deber de otorgar igual tratamiento.

El fallo explicó que la sociedad patrimonial fue regulada en la Ley 54 de


1990, pues el Código Civil no establecía previsiones sobre los efectos
patrimoniales de las uniones maritales de hecho y ello generaba profundas
injusticias. Para explicar el carácter meramente patrimonial de este tipo de
efectos de la unión marital, la Corte Constitucional retomó la jurisprudencia
de la Corte Suprema de Justicia que estableció que “la sociedad patrimonial
irradia sus efectos solamente en el plano económico y deriva, en primer
lugar, de la existencia de una unión marital de hecho y, en segundo término,
de que como consecuencia del trabajo, ayuda y socorro mutuos de los
compañeros permanentes, se haya consolidado un “patrimonio o capital”
común”.

Esta sentencia muestra que la Corte Constitucional ha aceptado que la Ley 54


de 1990 no estableció la igualdad entre los compañeros permanentes y los
cónyuges, sin embargo reconoció la existencia de la unión marital y de una
eventual sociedad patrimonial que podría derivarse de esta. De hecho, el nivel
más fuerte de protección entre la unión marital y la sociedad patrimonial,
derivado de la necesidad de salvaguardar a todo tipo de familia sin distinción
alguna, ha sido dado a la unión marital de hecho, no a la sociedad patrimonial,
pues esta figura es un resultado contingente y tiene efectos meramente
económicos. Por su parte, la unión marital genera efectos a todo nivel, entre
ellos sobre derechos fundamentales inalienables, como el estado civil de los
hijos o el derecho a la protección en salud del compañero o compañera
permanente. De este modo, “las presunciones legales sobre la existencia de
la unión marital de hecho, la configuración de la sociedad patrimonial entre
los miembros de la pareja, la libertad probatoria para acreditar la unión,
comportan mecanismos y vías diseñadas por el legislador con el objeto de
reconocer la legitimidad de este tipo de relaciones y buscar que en su interior
reine la equidad y la justicia”.

22. Las distinciones entre los mecanismos probatorios de la sociedad


conyugal y de la sociedad patrimonial han sido consideradas legítimas –
dentro de ciertos límites- desde el punto de vista constitucional, dadas las
diversas dinámicas y consecuencias que se generan a causa de las
características particulares de las figuras que les pueden dar origen: el
matrimonio y la unión marital. En efecto, la jurisprudencia ha reconocido
distinciones conceptuales: “El matrimonio no es pues la mera comunidad de
vida que surge del pacto conyugal; ésta es el desarrollo vital del matrimonio,
pero no es lo esencial en él. La esencia del matrimonio es la unión jurídica
producida por el consentimiento de los cónyuges”. De otro lado, la dinámica
del compromiso en la unión de hecho es distinta, la construcción de una vida
en común por parte de los compañeros resulta la fuente que justifica la
decisión de conformarla. El consentimiento no pretende avalar un vínculo
formal, sino constituir una comunidad de vida, por encima incluso del
reconocimiento legal. Si bien los cónyuges y los compañeros permanentes
buscan en esencia los mismos propósitos, no es menos cierto que cada pareja
lo busca por caminos distintos, ambos protegidos por la Constitución bajo la
idea de que uno de esos objetivos es comúnmente la conformación de una
familia. De hecho, la libre autodeterminación de los miembros de la pareja es
la que define si prefieren no celebrar el matrimonio y excluir de su relación
del régimen jurídico propio de ese contrato.

La jurisprudencia ha afirmado que “tanto las condiciones en que surgen las


dos sociedades como las pruebas por aportar acerca de su existencia son
diferentes y ello puede generar consecuencias distintas en este campo,
siempre y cuando, como se ha expresado reiteradamente por esta
Corporación, las diferencias sean razonables, es decir, se puedan sustentar
con una razón objetiva”. En efecto, la creación de la institución jurídica de la
unión marital de hecho, puede disponer efectos económicos o patrimoniales,
en relación con los miembros de la pareja. Pero ello no indica los mismos
derechos y obligaciones entre cónyuges y entre compañeros permanentes en
materia patrimonial, se trata de figuras diferentes con regímenes legales
disímiles.

La sentencia C-1035 de 2008 resaltó que, aunque es necesario proteger a


todos los tipos de familia sin importar su origen, el matrimonio y la unión
marital de hecho son diferentes porque el primero genera una relación jurídica
con derechos y deberes para las partes que se extingue por divorcio, nulidad o
fallecimiento, mientras que en el segundo, la relación nace del solo hecho de
la convivencia y las partes son libres de culminar su relación con la misma
informalidad con la que la iniciaron.

23. La legitimidad de las eventuales diferencias entre las situaciones que se


presentan en las uniones maritales y en los matrimonios también fue
reafirmada por la sentencia C-755 de 2008 que determinó que los
tratamientos diferenciales deben tener algún sentido, de lo contrario, se
transgrediría el mandato constitucional que proscribe la discriminación por
razones de origen familiar. De hecho, y como obiter dictum, se refirió al
surgimiento de la sociedad patrimonial, que requiere de dos años de existencia
de la unión marital para nacer a la luz del derecho, como un ejemplo de
diferencia legítima.

En efecto, el artículo 2º de la Ley 54 de 1990 contempló que:

“(…) se presume sociedad patrimonial entre compañeros permanentes


y hay lugar a declararla judicialmente en cualquiera de los siguientes
casos: a) Cuando exista unión marital de hecho durante un lapso no
inferior a dos años, entre un hombre y una mujer sin impedimento legal
para contraer matrimonio; b) Cuando exista unión marital de hecho
por un lapso no inferior a dos años e impedimento legal para contraer
matrimonio por parte de uno o de ambos compañeros permanentes,
siempre y cuando la sociedad o sociedades conyugales anteriores
hayan sido disueltas por lo menos un año antes de la fecha en que se
inició la unión marital de hecho (…)”.

Como se observa, se trata de la protección del patrimonio, pues a eso se


circunscribe la sociedad patrimonial, conformada –según el artículo 3º de la
aludida ley- por el “(…) capital producto del trabajo, ayuda y socorro mutuo
(…) [excluyendo] los bienes adquiridos en virtud de donación, herencia o
legado, [así como] los que hubieren adquirido antes de iniciar la unión
marital de hecho (…)”.

24. En cambio, la sociedad conyugal, conforme al artículo 1773 del Código


Civil, surge con la celebración de las nupcias –salvo acuerdo escrito-, ya que
tal disposición establece que “(…) a falta de pacto se entenderá, por el mero
hecho del matrimonio, contraída la sociedad conyugal (…)”, sin que medie
requisito temporal alguno, como sí sucede en la sociedad patrimonial.

En relación con lo anterior, esta Corporación indicó que:

“El matrimonio y la unión de hecho comparten la característica


esencial de ser instituciones creadoras de la institución familiar. Como
tales es claro que las dos figuras merecen una misma protección
constitucional. Sin embargo, ese idéntico trato no puede aplicarse
enteramente a los asuntos relacionados con los derechos patrimoniales
que se derivan de las sociedades conyugal y patrimonial. Tanto las
condiciones en que surgen las dos sociedades como las pruebas por
aportar acerca de su existencia son diferentes y ello puede generar
consecuencias distintas en este campo, siempre y cuando, como se ha
expresado reiteradamente por esta Corporación, las diferencias sean
razonables, es decir, se puedan sustentar con una razón objetiva”.

25. En efecto, la jurisprudencia se ha pronunciado en relación con la


razonabilidad de la diferencia entre las parejas que deciden contraer nupcias y
las que deciden libremente conformar una familia. Por ejemplo, la sentencia
C-840 de 2010, declaró la exequibilidad del establecimiento de un mínimo de
dos años de convivencia para que las parejas en unión material puedan
postularse para ser adoptantes. Al respecto, la sentencia dijo:

“Aunque pueden existir múltiples parámetros para medir el nivel de


estabilidad de un individuo o de una pareja que aspire a conformar
una familia por la vía de la adopción, el legislador optó por
considerar que en relación con los cónyuges la existencia de un
compromiso solemne materializado a través del vínculo matrimonial
podría ser expresión de una relación estable, y que a su vez la
comunidad de vida ininterrumpida entre compañeros permanentes,
que se prolongue por más de dos años, podría así mismo acreditar
una vocación de permanencia en la pareja que garantice la
estabilidad deseable para la entrega de un menor en situación de
adoptabilidad”.

En otra oportunidad, la Corte encontró razonable la diferencia legal que exige


dos años de convivencia para que los compañeros tengan derecho a la porción
conyugal, mientras que no se exige ese mismo tiempo para las personas que
deciden contraer matrimonio. En efecto, en sentencia C-283 de 2011, la
Corte concluyó:

“el análisis que le corresponde a esta Corporación cuando se


afirma el trato diverso entre los miembros de una y otra unión debe
tener en cuenta la finalidad y objeto de la norma o situación fáctica
sometida a consideración y constatar si con ella efectivamente
existe discriminación entre cónyuges y compañeros permanentes, sin
soslayar las diferencias entre el matrimonio y la unión marital de
hecho, pues mientras el matrimonio es un contrato solemne en los
términos de la legislación civil, la unión marital de hecho resulta de
un acuerdo de voluntades que no requiere de ninguna solemnidad y,
como tal, el legislador ha previsto unos tiempos y unas formas para
su efectivo reconocimiento.

En consecuencia, la equiparación de trato entre cónyuges y los


miembros de la unión marital no tiene como fundamento el que uno
y otro vínculo sean iguales, sino el hecho que, como sujetos que
han optado por una convivencia de ayuda, socorro y apoyo mutuos,
deben ser tratados de la misma forma. Razón que ha llevado a la
Corte a extender algunos de los derechos que surgen del
matrimonio a las uniones de hecho”

Por el contrario, un ejemplo de un límite irrazonable para declarar la sociedad


patrimonial fue abordado en la sentencia C-700 de 2013 que declaró
inconstitucional el requisito que exigía que para adelantar la declaración
judicial de una unión marital de hecho, se debían liquidar las sociedades
conyugales anteriores, siempre que al menos uno de quienes conforman dicha
unión estuviera incurso en una causal de impedimento para contraer
matrimonio. La Corte consideró que el requisito no era razonable ni
necesario, pues la sola disolución bastaba para evitar confusiones
patrimoniales, que es la finalidad de la norma.
26. Cabe anotar que el ordenamiento jurídico colombiano consagra
mecanismos de protección que emanan de manera inmediata para quienes
conformen una unión marital de hecho; figura que sólo exige a la pareja no
tener un vínculo solemne entre sí y hacer comunidad de vida permanente y
singular conforme quedó establecido en el artículo 1º de la Ley 54 de 1990.
Un ejemplo de lo dicho es la garantía de que nadie pueda ser molestado en su
familia, sino con las formalidades legales y por motivos previamente
definidos en la ley (art. 28 superior). En la Constitución no se establecieron
requisitos temporales para ello, lo que sin duda sería contrario a la obligación
de no discriminar por razones de origen familiar, dado que no tendría sentido
que ciertos grupos familiares sí fueran sometidos a un término de convivencia
para beneficiarse de esta garantía constitucional.

Otro caso es la afiliación al régimen de seguridad social en salud. En efecto,


la sentencia C-521 de 2007, al referirse a la constitucionalidad del artículo
163 de la Ley 100 de 1993, que regula lo concerniente a los beneficiarios del
Plan Obligatorio de Salud, indicó que, en ciertos casos, el criterio temporal
era discriminatorio:

“El marco jurídico diseñado por el constituyente permite al legislador


configurar el sistema de seguridad social en salud, dentro de los límites
propios del Estado Social de Derecho y de conformidad con los
principios, derechos y garantías establecidos en la Constitución
Política. Precisamente, el Estatuto Superior consagró una protección
igual para las uniones familiares constituidas por vínculos naturales y
jurídicos, como también para las conformadas por la decisión libre de
contraer matrimonio o la voluntad responsable de conformarla.”

27. Dado que con la celebración del vínculo formal del matrimonio surge de
manera inmediata, si se dan las condiciones legales, el derecho del cotizante a
tener a su esposo o esposa como beneficiario del Plan Obligatorio de Salud, es
claro que no existe ninguna justificación constitucional para que ese derecho
no emane de la conformación libre y voluntaria de la unión marital de hecho
de la misma manera.

Una cuestión distinta son los efectos patrimoniales en los dos casos. Si bien es
cierto que en el matrimonio estos efectos se dan de manera inmediata, no lo es
menos que puede haber manifestación en contrario por parte de la pareja, o
incluso pueden existir acuerdos específicos a través de las capitulaciones.
Esto ocurre porque, como lo anotó uno de los intervinientes, la sociedad de
bienes no es parte de la esencia del contrato matrimonial. En el caso de la
unión marital, la existencia de la sociedad patrimonial tampoco se presume ni
surge inmediatamente, se requieren varias circunstancias –el transcurso del
tiempo y el trabajo mancomunado y solidario en la construcción de una masa
de bienes- para que pueda iniciarse un proceso judicial o un trámite voluntario
para declarar su existencia, pues tampoco se considera que esta dimensión sea
un elemento esencial de la unión marital.

28. En este orden de ideas, es legítimo concluir que el surgimiento de la unión


marital de hecho no depende de un término concreto, sino de la voluntad para
conformarla, de la singularidad de la relación, y del acompañamiento
constante y permanente, que permita vislumbrar estabilidad y compromiso de
vida en pareja. No obstante, el surgimiento de la sociedad patrimonial que
regula las relaciones económicas de esta forma de familia, sí requiere un
tiempo mínimo de dos (2) años para que sea presumida por ministerio de la
ley o pueda ser declarada judicialmente o de manera voluntaria.

29. La Ley 54 de 1990, “Por la cual se definen las uniones maritales de


hecho y [el] régimen patrimonial entre compañeros permanentes” sólo tiene
dos artículos que se refieren a la unión marital de hecho. En efecto, el artículo
1º la define y el 4º establece criterios para declararla. En cambio, el resto de
las disposiciones regulan lo concerniente a la sociedad patrimonial. El artículo
2º trata sobre la presunción de la misma y cuándo habrá lugar a declararla
judicial o voluntariamente; el artículo 3º define qué bienes harán parte de tal
sociedad; el artículo 5º consagra las causales de disolución; el artículo 6º
contempla quiénes podrán pedir la declaración, disolución y liquidación de la
sociedad patrimonial y la adjudicación de los bienes; y los artículos 7º y 8º
comprenden normas procesales para liquidar la sociedad patrimonial. Como
se observa, en su mayoría, las disposiciones comprendidas en la Ley 54 de
1990 tienen por objeto la regulación de un aspecto económico de la unión
marital, lo cual sólo es una parte de esa institución.

Además, en repetidas ocasiones la Corte Constitucional se ha pronunciado


sobre la constitucionalidad de las normas comprendidas en la Ley 54 de 1990,
por medio de la cual se definió la unión marital de hecho, y se estableció el
régimen patrimonial entre compañeros permanentes. De las consideraciones
de las sentencias C-239 de 1994, C-098 de 1996, C-114 de 1996 y C-174
de 1996, se puede concluir que:

"Desde múltiples perspectivas el matrimonio se distingue de la unión


marital de hecho. La conformación del matrimonio exige una serie de
formalidades legales y da lugar, por mandato legal, a un catálogo de
derechos y obligaciones correlativos libremente aceptados por las
partes contrayentes. Por su parte, la unión marital de hecho se
configura por la unión de un hombre y una mujer que, sin formalidad
alguna, dan lugar a una comunidad de vida permanente y singular, sin
que sea su voluntad asumir los derechos y obligaciones que la ley
impone a los cónyuges.

Se trata de dos opciones vitales igualmente protegidas por la


constitución pero distinguibles en razón de su conformación y efectos
jurídicos. En estas condiciones, el trato diferenciado resulta no sólo
constitucional sino necesario, pues, una regulación idéntica,
equivaldría a desconocer las diferencias existentes entre las dos
instituciones e incluso podría implicar anular una de las dos opciones,
constitucionalmente protegidas, con que cuentan los ciudadanos para
conformar una familia.

Sin embargo, y pese a las diferencias anotadas, existe una equivalencia


sustancial entre el matrimonio y la unión marital de hecho: las dos
instituciones dan origen a una familia y, desde este punto de vista,
merecen igual protección constitucional.

El razonamiento anterior permite concluir que las normas que


establecen un trato diferenciado entre quienes ostentan la condición de
cónyuge y de compañero permanente, deben ser respetuosas de la
identidad sustancial existente entre las dos instituciones que dan origen
a cada una de dichas condiciones..."

30. En síntesis, la protección a la familia como institución básica de la


sociedad y la garantía de no discriminación, lejos de equiparar las distintas
formas de las que surgen las familias, lo que pretende es otorgar igualdad de
derechos a todos sus miembros a través de la imposición de límites de
razonabilidad en cualquier tratamiento diferenciado que se pretenda
establecer. Adicionalmente, pretende proteger la voluntad de quienes han
optado por diversas formas de hacer familia para que el Estado no pueda
imponer una forma única de darle origen y permita el pluralismo garantizado
por la Constitución. En efecto, los literales a) y b) del artículo 2º de la Ley 54
de 1990 no desamparan a la familia como institución básica de la sociedad ni
desatienden los criterios de protección establecidos por la Carta Política. Por
consiguiente, la Sala Plena concluye que no se vulneran los artículos 5 y 42
superiores.

El derecho a la igualdad en relación con la protección a la familia y sus


dimensiones patrimoniales

31. Aunque la jurisprudencia constitucional ha amparado el derecho a la


igualdad de las personas que han constituido una familia por cualquier vía,
también ha admitido diferencias en aspectos que no tocan con derechos
inalienables de los sujetos que las conforman, pues el estándar más importante
para el reconocimiento de iguales derechos es la protección de las personas
sin discriminación.

En efecto, como lo estableció la sentencia C-700 de 2013, la protección


igualitaria al matrimonio y a la unión marital de hecho, implica la prohibición
de discriminación normativa entre las dos instituciones. Aunque son figuras
distintas, se vulnera el derecho a la igualdad en aquellos eventos en los que
existe una diferencia de trato en la regulación que no tiene fundamento
constitucional, es decir, toda distinción debe obedecer a la realización de fines
constitucionales objetivos y razonables.

En ese sentido, existe una prohibición constitucional que pretende impedir


que se restrinja o excluya el ejercicio de los derechos y libertades de los
compañeros permanentes o de cualquier miembro de estas familias, que se les
niegue el acceso a un beneficio o se otorgue un privilegio únicamente a algún
tipo de familia, sin que exista alguna justificación constitucionalmente válida.

32. No obstante, esto no significa una equiparación generalizada entre el


matrimonio y la unión marital de hecho. Por tal razón, el análisis del trato
diferenciado “deberá tener en cuenta las particularidades de la norma o
situación fáctica sometida a consideración, a fin de constatar si existe
discriminación entre cónyuges y compañeros permanentes, pero sin soslayar
las diferencias existentes entre el matrimonio y la unión marital de hecho”.
Bajo estas circunstancias, es evidente que no todas las situaciones que se
presenten en el matrimonio y en la unión marital ameritan igualdad de trato.
Como lo determinó la sentencia C-238 de 2012, cuando se pretenda la
igualdad entre el tratamiento dispensado a los cónyuges y el que debería
conferírsele a los compañeros permanentes, es indispensable demostrar que
las situaciones son equiparables y que la diferencia es discriminatoria porque
el derecho, garantía u obligación que tienen los cónyuges excluye de manera
irrazonable a quienes conviven en unión de hecho.

33. En el caso de los fragmentos acusados, la Corte Constitucional encuentra


que la exigencia normativa demandada –el transcurso de dos años de
permanencia de la unión marital de hecho para que pueda presumirse o
declararse judicial o voluntariamente la sociedad patrimonial- no vulnera la
protección de la familia como núcleo básico de la sociedad (art. 5 de la Carta
Política), el principio de igualdad (art. 13 superior) ni la obligación
constitucional de protección igualitaria a las familias formadas por vínculo
matrimonial y a las formadas por una relación de hecho (art. 42
constitucional). En efecto, la diferencia establecida por la ley no es
discriminatoria porque no hay una exclusión irrazonable a quienes conviven
en unión de hecho ni una restricción o eliminación de derechos fundamentales
para estas parejas.

Las razones que sustentan esta conclusión son, al menos, dos. Por una parte,
el plazo de dos años de convivencia para que se presuma o se pueda declarar
judicial o voluntariamente la sociedad patrimonial entre compañeros
permanentes, busca evitar que uniones de poca duración temporal tengan
consecuencias económicas, en particular en la configuración de una
presunción –con las implicaciones legales y probatorias que ello implica- o de
un suposición de la intención inmediata de los miembros de la pareja de
generar un patrimonio conjunto. Tal situación sí se materializa, salvo acuerdo
en contrario, cuando las parejas firman un contrato matrimonial.

Por otra parte, no hay un trato discriminatorio a pesar de la diferencia, pues


existen argumentos constitucionales objetivos que justifican la regulación
según la cual no se presume ni puede declararse judicial o voluntariamente
una sociedad patrimonial entre compañeros permanentes antes de que
transcurran dos años. Tales razones se refieren a la necesidad de que haya
tiempo suficiente para construir un patrimonio común derivado del esfuerzo
mutuo de los compañeros y a que, en ausencia de un contrato -como el
matrimonial- sea el transcurso del tiempo el que permita constatar la vocación
de permanencia de la unión y los elementos aparejados a la misma: la
solidaridad y el trabajo mutuos para la generación y el mantenimiento de un
patrimonio conjunto.

34. Este razonamiento puede presentarse aún con más claridad por medio de
la aplicación de un juicio integrado de igualdad que compare la naturaleza del
contrato matrimonial con la de la unión marital de hecho, para establecer si el
requisito de dos años de convivencia para que ésta última de lugar a la
presunción o a la posibilidad de declaración judicial o voluntaria de la
sociedad patrimonial -no exigido en el matrimonio- constituye un trato
discriminatorio. En este caso, la intensidad del juicio es intermedia pues hay
un trato diferenciado que puede afectar el goce de derechos patrimoniales y
además, la jurisprudencia de la Corte ya ha dicho que entre el matrimonio y la
unión marital puede haber distinciones pero deben ser objetivas y razonables,
estándares de análisis en esta modalidad del juicio de igualdad. En efecto, este
nivel de escrutinio toma en cuenta la libertad de configuración del legislador,
el tipo de impacto de la medida bajo examen en derechos no fundamentales y
acude a los pasos de un test de racionalidad entendida como no arbitrariedad.
Después de fijar los extremos de comparación y la intensidad del juicio,
deben determinarse y analizarse los elementos del test de igualdad: la
finalidad perseguida con la medida, el medio utilizado para alcanzarla y la
relación de proporcionalidad entre el medio y el fin.

35. En este caso, la finalidad que persigue el plazo de dos años de convivencia
entre compañeros permanentes para que se pueda presumir o declarar judicial
o voluntariamente la existencia de la sociedad patrimonial, consagrado en los
literales a) y b) del artículo 2º de la Ley 54 de 1990, es legítima e importante.
En efecto, el establecimiento de este lapso pretende que, en ausencia de una
declaración formal de voluntad mediante un contrato –como ocurre en el caso
del matrimonio-, sea el tiempo el que permita deducir esa voluntad de
permanecer como pareja bajo la figura de la unión marital de hecho y, a la
vez, de lugar a que se presenten los demás elementos para que exista una
sociedad de bienes: el trabajo y la ayuda mutua.

De tal suerte, podría decirse que el requisito del tiempo es análogo a la


precisión formal que se da en el matrimonio. Este requerimiento se
corresponde con la naturaleza de la unión marital como una unión de hecho,
en la que la situación fáctica -en ausencia de una declaración expresa de
voluntad que no es de la esencia de la figura- es determinante para la
atribución de consecuencias jurídicas. Bajo estas circunstancias, el plazo de
dos años es decisivo para saber si aplican o no los efectos patrimoniales
derivados de una sociedad de bienes. De lo contrario, si no existiera el plazo,
cabría la posibilidad de que la propia voluntad de la pareja se viera limitada
por una imposición legal que formalizaría una situación sin que se presenten
los hechos –elementos que definen por naturaleza a la figura- y, de paso,
habría una asimilación entre el matrimonio y la unión marital, cuyas
diferencias ya han sido claramente explicadas previamente y son consideradas
legítimas en términos constitucionales.

36. La legitimidad e importancia de esta finalidad puede comenzar a


analizarse al verificar sus objetivos: (i) suplir un requisito formal con uno de
hecho, como es el transcurso del tiempo; (ii) proteger la voluntad de la pareja
que optó libremente por no tener una unión formal a través del mantenimiento
de la informalidad de la relación; y (iii) distinguir entre la institución del
contrato matrimonial y la figura de la unión marital. Tales propósitos son
legítimos desde el punto de vista constitucional, como fue visto en la
reconstrucción jurisprudencial previa, y se explica porque, en los dos
primeros casos, responde a la naturaleza y a los elementos esenciales de la
unión marital cuando da relevancia suficiente a un hecho: el transcurso del
tiempo. En el caso del tercer objetivo, la propia jurisprudencia de esta Corte
ya lo ha reconocido como legítimo.

De esta forma, el fragmento parcialmente acusado promueve varios intereses


constitucionales: la voluntad libre de las parejas que conforman una familia
mediante la unión marital -pues sólo atribuye consecuencias bajo ciertas
circunstancias fácticas-; no impone una sociedad de bienes a quienes
voluntariamente se han unido mediante un vínculo no formal que hace
razonable pensar que por eso mismo no esperan que esa sociedad surja
intempestivamente; y mantiene una distinción constitucionalmente permitida
entre dos instituciones que dan lugar al nacimiento de familias. Ante la duda
de si la regulación diversa deja desprotegidas a las familias, vale la pena
insistir en que los derechos inalienables de los hijos, hijas y miembros de la
pareja quedan intactos. Efectivamente, el mínimo temporal sólo se aplica a los
efectos patrimoniales de la unión marital, no implica que ésta se vea afectada
o condicionada en su existencia o en los efectos respecto de los hijos. Las
prerrogativas, ventajas, prestaciones y también las cargas y responsabilidades
que el ordenamiento jurídico establezca a favor de las personas vinculadas por
la unión marital de hecho, siempre serán exigibles cuando ella se ha
reconocido.

37. El medio usado por el Legislador para lograr el fin propuesto es legítimo y
adecuado. Efectivamente, el establecimiento del plazo de dos años de
permanencia en la unión marital para que pueda presumirse o declararse
judicial o voluntariamente la sociedad patrimonial es constitucional porque no
vulnera por sí mismo ningún derecho fundamental, se refiere únicamente a un
aspecto patrimonial de la unión marital, no deja desprotegidos a los miembros
de la pareja o la familia ni hace una distinción arbitraria. De hecho, el paso
anterior del juicio de igualdad mostró que la distinción hecha por la ley no es
caprichosa ni pretende privilegiar a un tipo de familia sobre otra. La
diferencia obedece a un objetivo legítimo que se limita únicamente a los
aspectos de la sociedad patrimonial, no a otras dimensiones de la familia que
surge en el seno de una unión marital de hecho.

Adicionalmente, es posible afirmar que el mecanismo escogido por el


Legislador es adecuado para lograr la finalidad perseguida, pues un dato
objetivo, como es el paso del tiempo, pretende mostrar la vocación de
permanencia de la unión y lograr la configuración de otros elementos
necesarios para considerar que hay un patrimonio común: el trabajo y la
contribución de los miembros de la pareja a la generación, mantenimiento y
aumento de bienes conjuntos. La determinación de un lapso de tiempo no es
intrusiva, ni violatoria de los derechos de las parejas que viven en unión
marital y no pretende someterlas al escrutinio de autoridades. El plazo sólo
aporta un dato cierto que, según el criterio del Legislador -que obra dentro del
amplio margen de configuración que tiene en materia de regulación
patrimonial de las distintas uniones-, puede llevar a suponer que han ocurrido
ciertos hechos en relación con el patrimonio de la pareja que convive en unión
marital, que son relevantes jurídicamente y merecen protección legal.
38. El análisis de la relación medio-fin (el medio es el lapso de dos años de
permanencia de la pareja en unión marital y el fin es que el tiempo, como
hecho objetivo, permita deducir la voluntad de permanecer como pareja bajo
la figura de la unión marital de hecho y a la vez dé lugar a que se presenten
los demás elementos para que exista una sociedad de bienes) muestra que el
medio es efectivo y conducente para alcanzar dicho fin, no anula ningún
derecho y, por lo tanto, es proporcional. Efectivamente, el establecimiento de
los dos años es efectivo y conducente, pues las reglas de la experiencia
pueden indicar que la permanencia tiene el potencial de llevar a la
construcción de una relación más sólida, que por haber perdurado en el
tiempo puede llevar a la generación de un patrimonio común. Este lapso no
interferiría con otros derechos fundamentales, pues sólo condiciona la
presunción o la declaración judicial o voluntaria de la existencia de la
sociedad patrimonial a la circunstancia de que no es requisito para nazca la
unión marital o para el ejercicio de los demás derechos que de ella se derivan.

39. Toda interpretación que condicione otros derechos al transcurso de ese


plazo sería ilegal e inconstitucional, pues el Legislador estableció claramente
que el plazo de dos años sólo aplica para efectos de presumir o declarar
judicial o voluntariamente la existencia de una sociedad patrimonial. Los
demás derechos patrimoniales sobre los que no hay norma específica (por
ejemplo la afectación de vivienda a patrimonio familiar inembargable, que
tiene norma expresa) no pueden interpretarse con base en este requisito,
menos aún podría ocurrir algo similar con derechos que van más allá de lo
patrimonial y que, aunque tengan contenidos económicos, constituyen
derechos inalienables cuya restricción implicaría un trato discriminatorio.

Conclusión

40. El transcurso de dos años de permanencia de la unión marital de hecho


para que pueda presumirse o declararse judicial o voluntariamente la sociedad
patrimonial, establecido en los literales a) y b) del artículo 2º de la Ley 54 de
1990, no vulnera la protección de la familia como núcleo básico de la
sociedad (art. 5 superior), el principio de igualdad (art. 13 constitucional) ni la
obligación constitucional de protección igualitaria a las familias formadas por
vínculo matrimonial y a las formadas por una relación de hecho (art. 42 de la
Carta). En efecto, la diferencia establecida por la ley no es discriminatoria
porque no hay una exclusión irrazonable a quienes conviven en unión de
hecho ni una restricción o eliminación de derechos fundamentales para estas
parejas dado el carácter estrictamente patrimonial de la regulación, que no
incide en los derechos de las parejas en unión marital.

VII. DECISIÓN

En mérito de lo expuesto, la Sala Plena de la Corte Constitucional de la


República de Colombia, administrando justicia en nombre del pueblo y por
mandato de la Constitución,
RESUELVE

Declarar EXEQUIBLES los literales a) y b) (parciales) del artículo 2º de la


Ley 54 de 1990 “Por la cual se definen las uniones maritales de hecho y
régimen patrimonial entre compañeros permanentes”, por los cargos
analizados en esta oportunidad.

Notifíquese, comuníquese, cúmplase, publíquese y archívese el expediente.

MARÍA VICTORIA CALLE CORREA


Presidente
Con aclaración de voto

MAURICIO GONZÁLEZ CUERVO LUIS GUILLERMO


GUERRERO PÉREZ
Magistrado Magistrado
Ausente con excusa

GABRIEL EDUARDO MENDOZA MARTELO GLORIA


STELLA ORTIZ DELGADO
Magistrado Magistrada

JORGE IVÁN PALACIO PALACIO JORGE IGNACIO PRETELT


CHALJUB
Magistrado Magistrado
Con aclaración de voto

MARTHA VICTORIA SÁCHICA MÉNDEZ LUIS ERNESTO


VARGAS SILVA
Magistrada Magistrado
Ausente con excusa

ANDRÉS MUTIS VANEGAS


Secretario General
ACLARACIÓN DE VOTO DE LOS MAGISTRADOS
MARÍA VICTORIA CALLE CORREA Y
JORGE IVÁN PALACIO PALACIO

S O C I E D A D PAT R I M O N I A L E N T R E C O M PA Ñ E R O S -
Argumentación de la decisión se fundamenta en que las parejas pueden
decidir entre dos vías y, la posibilidad de decidir entre una y otra, es la
que determina que la diferencia establecida por el legislador se considere
razonable y no se traduzca en un tratamiento discriminatorio (Aclaración
de voto)

Toda la argumentación de la sentencia se edifica sobre el presupuesto de que


las parejas pueden decidir entre: (i) formalizar su unión a través del
matrimonio (y en ese caso, determinar si aceptan como consecuencia
inmediata la formación de sociedad conyugal o si, para sustraerse a tal
efecto, realizan capitulaciones) o bien (ii) constituir unión marital de hecho,
caso en el cual con el transcurso del tiempo surgirá entre ellos una sociedad
patrimonial. La posibilidad de decidir entre una y otra vía es la que determina
que la diferencia establecida por el legislador se considere razonable, y no se
traduzca en un tratamiento discriminatorio respecto de quienes optan por
transitar el segundo camino.

PAREJAS DEL MISMO SEXO-Declaratoria de exequibilidad simple


implica admitir que cuentan con las mismas posibilidades que las parejas
heterosexuales para optar por la unión libre o, por el contrario, formalizar
su unión (Aclaración de voto)

PAREJAS DEL MISMO SEXO-Reitera aclaración de voto a la


sentencia C-577 de 2011 para suplir el déficit de protección legal
(Aclaración de voto)

Referencia: Sentencia C-257 de 2015


(Expediente D-10462)

Magistrada Ponente:
GLORIA STELLA ORTIZ DELGADO

Con el acostumbrado respeto, nos permitimos formular aclaración de voto a la


decisión adoptada por la Sala Plena.

Compartimos el sentido de la declaratoria de exequibilidad de la expresión


contenida en algunos apartes del artículo 2º de la Ley 54 de 1990, por entender
que la exigencia de los dos años para que se presuma y pueda declararse
judicialmente la existencia de la sociedad patrimonial entre compañeros
permanentes establecida en la norma demanda, resulta razonable y ajustada a
la Constitución. Sin embargo, aclaramos nuestro voto para formular las
siguientes precisiones en relación con los fundamentos de nuestra decisión:

1. Toda la argumentación de la sentencia se edifica sobre el presupuesto de


que las parejas pueden decidir entre: (i) formalizar su unión a través del
matrimonio (y en ese caso, determinar si aceptan como consecuencia
inmediata la formación de sociedad conyugal o si, para sustraerse a tal efecto,
realizan capitulaciones) o bien (ii) constituir unión marital de hecho, caso en el
cual con el transcurso del tiempo surgirá entre ellos una sociedad patrimonial.
La posibilidad de decidir entre una y otra vía es la que determina que la
diferencia establecida por el legislador se considere razonable, y no se
traduzca en un tratamiento discriminatorio respecto de quienes optan por
transitar el segundo camino.

2. Ahora bien, el anterior presupuesto no plantea problemas para el caso


de las parejas heterosexuales, quienes tienen allanadas ambas vías para
conformar familia. Sin embargo, para el caso de las parejas conformadas por
personas del mismo sexo, se debe precisar que la sentencia C-577 de 2011
exhortó al legislador para expedir las normas que le permitieran a estas
formalizar su unión a través del matrimonio o de otro mecanismo que ofrezca
iguales garantías y, vencido el término conferido al legislador, ordenó a los
jueces y notarios formalizar estas uniones dando aplicación a las herramientas
de interpretación e integración del Derecho previstas en el ordenamiento.

3. Entendemos que la declaratoria de exequibilidad simple efectuada en la


sentencia que motiva la presente aclaración de voto, implica admitir que en la
actualidad las parejas conformadas por personas del mismo sexo cuentan con
las mismas posibilidades que las parejas heterosexuales para optar por la
unión libre o, por el contrario, formalizar su unión.

4. Si bien a la fecha el legislador no ha atendido el exhorto efectuado en la


C-577 de 2011, la decisión que adopta la Corte en esta ocasión ratifica que en
la actualidad las parejas del mismo sexo, por vía de aplicación analógica del
orden legal y constitucional, pueden formalizar su unión a través de las
normas que regulan el contrato de matrimonio y, con ello, tener la posibilidad
de decidir si confieren a su unión efectos patrimoniales inmediatos o, incluso,
si prefieren sustraerse a dichos efectos a través de la celebración de
capitulaciones.

En otras palabras, según quedó expuesto en la aclaración de voto de la ya


referida sentencia C-577 de 2011, suscrita por los magistrados María Victoria
Calle Correa, Juan Carlos Henao Pérez, Jorge Iván Palacio Palacio y Luis
Ernesto Vargas Silva, para suplir el déficit de protección legal de las parejas
del mismo sexo en el régimen matrimonial y evitar su discriminación, “[…]
los jueces y los notarios deben celebrar un contrato aplicando análogamente
las reglas legales contempladas para el matrimonio de parejas de personas de
distinto sexo, si el Congreso de la República no corrige el déficit de
protección antes de la fecha fijada (junio de 2013)[…]”

Fecha ut supra,
MARÍA VICTORIA CALLE CORREA
Magistrada

JORGE IVÁN PALACIO PALACIO


Magistrado

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