Anticipación Lectora Don Quijote
Anticipación Lectora Don Quijote
Anticipación Lectora Don Quijote
1. TEXTO REGALO
I
Comencemos por el Quijote
(Fragmento)
¿Qué representa don Quijote? No debemos contemplarlo con esa mirada
apresurada que solo se detiene en los rasgos superficiales y menudos. No
debemos ver en don Quijote solamente al Caballero de la Triste Figura, un
personaje creado para poner en ridículo las viejas novelas de caballería. Es
bien sabido que la importancia del personaje crece bajo la mano de su
inmortal creador y que el don Quijote de la segunda parte, el amable
interlocutor de duques y duquesas, el sabio mentor de su
escudero-gobernador, no es el mismo que aparece en la primera parte de la
novela, especialmente en el comienzo, ni el extraño y ridículo loco que no
para de recibir golpes; por tanto, tratemos de penetrar en la esencia de la
obra. Repitámoslo de nuevo: ¿qué representa don Quijote? Ante todo, la fe.
La fe en algo eterno, inmutable. En una palabra: en la verdad que se
encuentra fuera del individuo, pero que es posible alcanzar; que exige un
servicio y sacrificios, pero a la que se accede gracias a la constancia en ese
servicio y a la fuerza de esos sacrificios. Don Quijote está insuflado
plenamente por la lealtad a un ideal por el cual está dispuesto a padecer
todas las privaciones, a sacrificar su vida; de hecho, solo valora su propia
vida en cuanto esta le permite encarnar ese ideal e instaurar la verdad y la
justicia en el mundo. Se nos dirá que su imaginación trastornada extrae ese
ideal del mundo fantástico de las novelas de caballería –y justo en ello radica
el aspecto cómico de don Quijote–, pero la pureza del ideal permanece
intacta. Don Quijote consideraría vergonzoso vivir para sí mismo,
preocuparse por sí mismo. Vive (si se puede expresar de esa forma) fuera de
sí mismo, para los otros, para sus hermanos, para extirpar el mal, para
enfrentarse a las fuerzas enemigas de la humanidad –a los magos y a los
gigantes, es decir, a los opresores–. En él no hay rastro alguno de egoísmo,
se sacrifica por entero –¡aprecien el valor de esa palabra!–, cree firmemente
y marcha sin volver la vista atrás. Por eso es intrépido, paciente y se
contenta con una comida frugal, con las ropas más pobres: no se preocupa
de esas cosas. Su corazón es humilde; su alma, grande y audaz. Su
conmovedora devoción no restringe su libertad. Ajeno a la soberbia, no
alberga dudas sobre sí, sobre su vocación, ni siquiera sobre sus fuerzas
físicas. Su voluntad es inquebrantable. Su constante aspiración a un mismo
ideal otorga a sus pensamientos cierta uniformidad, cierta exclusividad a su
espíritu. Sabe pocas cosas, pero no necesita saber mucho. Conoce su
misión, para qué está en el mundo, y ese es el conocimiento más importante.
Don Quijote puede aparecer como un verdadero loco, porque incluso la
realidad más evidente escapa a su mirada, se derrite como la cera bajo el
fuego de su emoción (confunde muñecos de madera con moros de carne y
hueso, rebaños de corderos con caballeros andantes); otras veces, por el
contrario, parece un hombre limitado, porque se muestra reacio a la
compasión y al placer; no obstante, al igual que un árbol añoso, ha echado
profundas raíces en el suelo y no está en condiciones de cambiar sus
convicciones ni de pasar de una tarea a otra; la fortaleza de su estructura
moral (fíjense en que este loco caballero andante es la criatura más
profundamente moral que existe en el mundo) dota de una grandeza, de una
fuerza especial, a todos sus juicios y palabras, a toda su figura, a pesar de
las situaciones cómicas y humillantes en las que constantemente se ve
involucrado... Don Quijote es un entusiasta, un servidor de una idea, que le
ilumina con su fulgor.
- “Cuando perdió la razón por completo, discurrió el mayor disparate que jamás
se le haya ocurrido a nadie: convertirse en un caballero andante e irse por todo
el mundo para hacer frente a los más difíciles peligros y así lograr fama eterna.”
- “(…) fue a ver a un labrador vecino suyo, hombre honrado, noble y de escasa
inteligencia, al que intentó convencer para que lo acompañara en sus
aventuras. Le dijo, entre otras cosas, que, en cuanto ganase una ínsula (isla),
lo nombraría a él gobernador y, ante semejante promesa, Sancho Panza, así
se llamaba el labrador, dejó a su mujer e hijos y se convirtió en escudero de su
vecino.”
MIGUEL DE
DON QUIJOTE SANCHO PANZA AVENTURAS CERVANTES
SAAVEDRA
¿Es una locura dejarse llevar por los sentimientos? Esto es lo que hizo
Don Quijote: guiado por el amor se puso el disfraz de salvador de los
débiles y, armado con sus ideales entró en batalla contra el mal. ¡Si esto
es estar loco, que se llene el mundo de Quijotes!