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BBV José Agustín Silva Michelena

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Biblioteca Biográ fica Venezolana

José Agustín Silva Michelena


José Agustín Silva Michelena
Heinz R. Sonntag
(1934-1986)

Dedico este libro a todas y todos mis colegas del Centro de Estudios del Desarrollo
(CENDES), a su personal administrativo y técnico, así como a sus estudiantes, hoy
profesionales, con los que he tenido la oportunidad de hacer vida comú n en esa insti-
tució n durante tantos añ os. Son y será n amigas y amigos, má s allá de eventuales dife-
rencias de opinió n que hayan podido existir en distintos momentos de nuestras vidas

Para asumir la escritura de la biografía de José Agustín Silva Miche- lena, me


movieron tres consideraciones:
1) Es motivo de mis preocupaciones académicas e intelectuales procu- rar que la
historia del quehacer científico no caiga en el olvido con la muerte de los que han
participado en su construcció n y su desarrollo a lo largo de sus vidas. Muchas veces se
ha señ alado que uno de los “defectos” de los venezolanos es su corta memoria
histó rica, lo cual se ha extendido también al campo de la actividad científica. La vida y
la obra de los que fueron maestros innovadores del saber, especialmente acerca del
desarrollo de la sociedad, no pueden caer en el olvido, puesto que forman parte
importante de la evolució n de la nuestra, tal y como ocurre en todas las sociedades,
sus instituciones y sus culturas.
2) La vida y la obra de José Agustín Silva Michelena estuvieron estrecha- mente
vinculadas a la labor de una de las má s importantes innovaciones institucionales de la
universidad venezolana, una vez reconstituida la autonomía universitaria después de
la “larga noche” de la dictadura del general Marcos Pérez Jiménez. La creació n del
Centro de Estudios del De- sarrollo (CENDES) en 1961, en una iniciativa compartida
entre el Estado a través de la Oficina Central de Coordinació n y Planificació n de la
Presi- dencia de la Repú blica (CORDIPLAN) y el Banco Obrero, y la Universidad
Central de Venezuela (UCV), encontró entre sus actores muy distinguidos
Presentació n
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universitarios como Francisco de Venanzi, Juliá n Ferris, Rafael Pizzani y otros, todos
ellos luchadores por la reconquista de la autonomía, ademá s de políticos-intelectuales
como Héctor Hurtado, Luis Lander y otros que reconocieron que el futuro desarrollo
de Venezuela en democracia nece- sitaba de un centro que combinara la investigació n
interdisciplinaria de los mú ltiples problemas econó micos, sociales, políticos y
culturales con la enseñ anza de los métodos y técnicas de planificació n como método
racional de intervenció n del Estado en la evolució n societal.
3) Mas hubo también un motivo personal. Tuve el privilegio y la suerte de la amistad
de José Agustín desde los tiempos en los cuales yo todavía estaba trabajando en la
academia alemana. De hecho, fue él quien me convenció de que viniera a Venezuela
cuando, después de los agitados y emocionantes tiempos del “Mayo Europeo” en 1967
y 1968, tomé la decisió n de continuar mi trabajo intelectual en el á mbito en el que los
cambios sociales ocurrieron con mayor intensidad que en los países donde había
nacido y estudiado. A punto de aceptar un cargo en una universidad del Caribe, José
Agustín me convenció de que viniera a una sociedad auténticamente latinoamericana.
É l hizo los arreglos para lo- grar que la UCV me ofreciera un contrato como profesor
de Sociología. Con la venia por tres añ os de la universidad alemana donde prestaba
mis servicios, vine a Venezuela en agosto de 1968, incluso con un muy rudimentario
conocimiento del españ ol. José Agustín continuó siendo mi amigo y se convirtió en
una suerte de padrino, sobre todo en los pri- meros tiempos de mi adaptació n a este
“nuevo mundo”. En adelante y hasta su muerte seguimos juntos en las tantas
aventuras intelectuales que implican la vida y la actividad académico-intelectual en un
país como el nuestro. Desde su fallecimiento el 8 de diciembre de 1986 me sentí a
menudo tentado a recuperar nuestra amistad personal y nuestra cercanía intelectual.
Este texto da cuenta de ese sentimiento.
Espero haber logrado en las pá ginas que siguen transmitir no só lo mi testimonio
acerca de los tres motivos señ alados, sino también ha- ber realizado una contribució n
a la historia de las Ciencias Sociales de este país. Ello porque siento que lo que dijo en
alguna oportunidad Fernando Henrique Cardoso sobre mí se ha hecho plena realidad
en toda mi vida y trayectoria: que había hecho uso de la mayor libertad que tiene el
ser humano: escoger su patria.

Familia, niñ ez y adolescencia


José Agustín Silva Michelena nació el 9 de junio de 1934 en Caracas en una familia de
clase media. Su padre era Héctor Silva Urbano y su madre Josefina Michelena Robles.
Era el cuarto de cinco hermanos: la mayor, de nombre Marieta, el segundo, Héctor, la
tercera, Irma y el má s pequeñ o, Luis (quien, a la postre, adoptó el nombre de
Ludovico, una suerte de alias dado por sus compañ eros de bachillerato). Su madre
había estudiado hasta sexto grado, se ocupaba del hogar y de la edu- cació n de sus
hijos y era una gran lectora. Su padre tampoco estudió mucho, pero era muy versado
en el manejo de nú meros. Era un hombre ordenado, buen deportista y conocido como
tal: practicó varios depor- tes, pero sobre todo el marató n. Políticamente conservador,
nunca fue militante de ningú n partido. Solía votar por Rafael Caldera.
La vida familiar fue bastante armoniosa. La relació n de sus padres parece no haber
sufrido los altibajos de muchos matrimonios. El vínculo de los cinco hermanos fue
bueno y lo sigue siendo hasta hoy entre los tres aú n vivos (Marieta, Irma y Héctor). Sin
embargo, los varones compartían má s intereses comunes que sus hermanas: la lectura
de biografías, de literatura y de las pá ginas culturales de los perió dicos, a partir del 3
de agosto de 1943 especialmente las de El Nacional, fundado en esa fecha, y el cine.
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La familia llevaba una vida econó micamente modesta, ayudada por la abuela paterna,
propietaria de una venta de dulces criollos y de bolsas para panaderías y abastos,
quien le mandaba a menudo comida a la fa- milia. Madre y padre se preocuparon de
que los hijos tuviesen la mejor educació n, pese a que las frecuentes mudanzas
implicaban algunas difi- cultades: cuando José Agustín nació , la familia vivía en
Caracas donde su padre trabajaba en un almacén de víveres; luego se mudaron a
Maiquetía porque el padre comenzó a laborar como agente aduanero del Puerto de La
Guaira, en la antigua casa de la Compañ ía Guipuzcoana; de allí lo trasladaron a la
Oficina de Bultos Postales en Cañ o Amarillo en Caracas, donde vivieron en San José y
La Pastora; luego aceptó un trabajo, también de agente aduanero, en el Puerto de
Guanta, en la Sinclair Oil Company en Puerto La Cruz; finalmente, después de su
jubilació n, la familia se mudó a Lechería.
Estando en Caracas, los varones estudian en el Colegio San Ignacio de Loyola (CSI),
donde la cuota mensual era de 20 bolívares por el primer alumno, 20 por el segundo y
10 por el tercero de una misma familia, en total para los tres varones 50 bolívares. Las
hembras estudiaron en los colegios San José de Tarbes y Santa Rosa de Lima, donde
lograron aprobar su bachillerato, sin que pudieran seguir a la universidad por el
conservadurismo de su padre. É ste les consiguió trabajo en la oficina de unos amigos.
José Agustín inicia su primaria en el CSI y la continú a durante el primer añ o en el Liceo
Cajigal de Barcelona, cuando la familia se muda a Puerto La Cruz, a pesar de que no le
guste a su padre por ser manejado por mili- tantes de Acció n Democrá tica (AD). Los
padres envían entonces a los tres hermanos al Colegio San José de Mérida, que era el
CSI local, manejado por los mismos jesuitas trasladados de Caracas a Mérida, puesto
que no le gusta al padre el ambiente del CSI caraqueñ o; está n allá internos. José
Agustín pasa todo el segundo añ o como interno, su hermano Héctor hace su cuarto
añ o interno en Mérida también. Son aficionados al estudio, sacan buenas notas, pasan
siempre sus materias, eximen todo, son estudiantes de 15 y 16 puntos de promedio.
Finalizado el internado de Mérida, Héctor termina el cuarto añ o, José Agustín el
segundo y Luis-Ludovico el sexto grado. Vuelven a Puerto La Cruz. De allí se marchan
a Caracas, donde viven

en una pensió n y regresan al CSI, en el que se gradú an los tres: Héctor en 1951, un
poco después José Agustín y luego Ludovico. Como hemos visto, los tres tuvieron al
principio problemas con los estudios, debido al hecho de moverse tanto de una ciudad
a otra y, por ende, de un colegio a otro. Se encontraban generalmente un añ o
atrasados, en los respectivos cole- gios. En todo caso, los dos hermanos fueron de gran
influencia para José Agustín. Los tres mantuvieron muy estrechas relaciones hasta su
muerte (y poco después la de Ludovico).
Cuando llegó la hora de ir a los estudios universitarios, su padre quiso que por lo
menos José Agustín y Héctor fueran médicos, pues la carrera siempre le fascinaba.
Efectivamente, Héctor estudió Medicina durante cuatro añ os, pero luego se dedicó a la
Economía. José Agustín también quería estudiar Medicina, amén de que la Sociología
se conocía poco en Venezuela, salvo en las postrimerías de la Independencia, cuando
conside- raciones sobre el “campo socioló gico” (G. Castro) fueron incorporá ndose, a lo
largo de casi 50 añ os, en los textos de filó sofos y pensadores políticos en la
elaboració n de lo que Luis Castro Leiva llamó “la elocuencia de la libertad”; esto es: los
intentos de elaborar un cuerpo filosó fico-político que pudiera servir de base
ideoló gica para el Estado-Nació n creado a partir de 1830. Pero no existía como campo
de docencia y aprendizaje universitarios, se sabía poco de sus contenidos específicos,
pese a que se había creado en 1877 un Instituto de Ciencias Sociales, no vinculado a la
Universidad de Caracas sino má s bien al auge del positivismo en el país. Por cumplir
ademá s los deseos de su padre, no pasaba por su mente estudiar otra carrera que
Medicina.
En el añ o 1951 se produce una huelga de estudiantes contra la dictadura militar de
Marcos Pérez Jiménez. El mandatario cierra la Universidad y la Seguridad Nacional
(SN), su policía política, invade y ocupa el recinto universitario. Destituye a las
autoridades y pone presa a mucha gente, universitaria y no. Es el apogeo de Pérez
Jiménez, el tiempo en el que asienta su sistema de dominació n y prepara las
fraudulentas elecciones de 1952. La represió n es bestial. Muchos tienen que exiliarse,
otros tantos son desterrados por los cuerpos de seguridad del Estado. Héctor sale
para Buenos Aires a fin de continuar allá sus estudios de Medicina, José Agustín se
queda en el país, prá cticamente sin hacer nada salvo leer, y Ludovico
Familia, niñ ez y adolescencia 15

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termina sus estudios en el CSI. José Agustín y Héctor mantienen una in- tensa
correspondencia, en la que el primero comenta reiteradamente su deseo de empezar
sus estudios de Medicina y se queja del continuo cierre de la Universidad: “Quiero
estudiar Medicina, pero no abren la Universi- dad. Sencillamente, lo que hago es
pasarme la vida horizontal, leyendo los perió dicos, leyendo todo, pero nada má s allá ”.
Cuando Héctor terminó el primer añ o de Medicina en Buenos Aires, se vino a
Venezuela de vacaciones. Se trajo una biografía de Charles Baude- laire que lo había
conmovido bastante. Se la regaló a su hermano, quien la leyó . Les dió a los tres
hermanos una “fiebre literaria”, porque aquel poeta les decía a unos jó venes religiosos
que venían del Colegio San Ignacio y cuya ideología era fundamentalmente
conservadora (aunque ya un poco má s abierta porque ellos eran estudiantes
universitarios): “Sangre de Satá n, sube al cielo y arró jala sobre la tierra”. Las
conversaciones entre los her- manos se referían mucho a lo que este poeta escribía,
discutían si su obra era o no blasfema. En breve, fue un gran descubrimiento para
ellos.

El difícil camino a la sociología
A fines de 1953, la dictadura abrió la Universidad completamente. Lo hizo antes
parcialmente con dos carreras: la de Estadística y Ciencias Actuariales y la de
Sociología y Antropología. Ambas fueron creadas en 1952 simultá neamente como
departamentos, con el apoyo de la Universidad de Wisconsin, y se constituyeron en
escuelas en 1956. La creació n de los dos departamentos ocurrió en el marco de un
programa del gobierno de Estados Unidos (EEUU) de fortalecimiento y moderni-
zació n de la academia latinoamericana, denunciado a menudo como instrumento de la
Guerra Fría y también como resultado de los aires de modernizació n desde el llamado
Nuevo Ideal Nacional de la dictadura. Enseñ aron e hicieron investigaciones profesores
norteamericanos en los departamentos, como George Washington Hill, quien había
sido consultor del gobierno presidido por Ró mulo Betancourt entre 1945 y 1946 y de
la dictadura desde finales del añ o 1950. Desde 1951 presentó a las autoridades
impuestas de la UCV la propuesta de formar especia- listas en Ciencias Sociales y, para
1952, se le asignó la creació n de los dos departamentos de los cuales fue el primer
director. Otros profesores estadounidenses fueron Norman Wellington Painter y
Thomas Norris, a la postre remplazado por James Silverberg. La planta docente
contaba ademá s con profesores venezolanos, entre soció logos, antropó logos,
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18 José Agustín Silva Michelena
historiadores y economistas, como Miguel Acosta Saignes, Adelaida de Díaz Ungría,
Gladys Trujillo de Moreno, Marco Aurelio Vila, José Luis Salcedo Bastardo, Ismael
Puerta Flores y José Ramó n Medina.
Héctor Silva Michelena cuenta: “É l me escribió a Buenos Aires y yo le dije: ‘Bueno,
métete ahí, cuando abran Medicina verá s qué pasa’”. José Agustín se inscribe, al igual
que 65 otros bachilleres, en el depar- tamento, en 1952, y empieza a recibir clases en
febrero de 1953.
Por primera vez se dieron clases en lo que hoy es la Ciudad Uni- versitaria,
inaugurá ndola. Lo que actualmente es el complejo de las instalaciones universitarias,
en aquella época no existía, sino que recibieron clases en un lugar que ellos llamaban
“El Trapiche”, una vieja construcció n de la época en que la Ciudad Universitaria era
una hacienda de cañ a de la familia Ibarra. Cerca del grupo de estudiantes de esa
primera promoció n comenzó a funcionar una escuela de Química que por alguna
razó n desconocida tenía un laboratorio que producía á cido sulfhídrico, el cual huele
de una forma insoportable. Por má s que todos trataban de soportar el olor o taparse la
nariz, era realmente incó modo escuchar clases en aquel lugar.
Interesante fue el privilegio que tuvieron los estudiantes de esa primera promoció n de
Sociología y Antropología. La intenció n de la dictadura de Marcos Pérez Jiménez era
reabrir la Universidad en sep- tiembre de 1953, pero a los que estudiaban Sociología y
Antropología se les permitió hacer el primer añ o escolar en dicha escuela desde
febrero a julio de ese añ o, por lo que todos pasaron al segundo añ o en septiembre. Una
vez que se abren las demá s carreras, la gran mayoría de los estudiantes se va y al final
só lo quedan 12 personas.
Hill, Painter y sobre todo Silverberg, entre otros profesores del de- partamento,
fueron quienes realmente marcaron una pauta en la vida de Silva Michelena. Los dos
primeros eran liberales, mientras que Silverberg era de la izquierda marxista.
A pesar de que le gustaba la carrera y de que estaba entusiasmado, seguía con la idea
de estudiar Medicina, pero el problema era que no se abría la carrera. En una de las
vacaciones que pasa Héctor en Venezuela, ayuda a José Agustín con un libro de
antropología social de la autoría de Ruth Benedict, una de las má s distinguidas
antropó logas de EEUU,

cuya lectura les fascina a ambos. Al final, Héctor le recomienda que se quede en esa
carrera, que es muy bonita e interesante, y así lo hizo, asumiendo de esta manera una
vocació n académica e intelectual que iba a darle el rumbo y el significado a toda su
vida. En el añ o 1956, la primera cohorte de egresados estaba conformada por 11
estudiantes: José Agustín, que se graduó summa cum laude, Jeannette Abouhamad,
Marco Tulio Bruni Celli, Evangelina García Prince, Norah Aoun Raidi, Renata Cohn
Gugenheim, Jaime Cornivelli Rueda, Mary Equerman Mi- zar, Víctor Ló pez Rojas, María
Luz Scholoeter Paredes y José Luis Vegas Delgado. Algunos de ellos ingresaron casi
inmediatamente al cuerpo de docentes de la Escuela de Sociología y Antropología
(ESA).
Durante los cuatros añ os de estudio, con un pensum de materias bastante
convencional y orientado bá sicamente por el estructural- funcionalismo de Talcott
Parsons, Robert K. Merton y otros, así como por los llamados “clá sicos”, se fue
evolucionando la posició n polí- tica tanto de Silva Michelena como de los otros
estudiantes. Bajo la influencia de los profesores norteamericanos liberales y
marxistas, así como de docentes venezolanos, abandonaron paulatinamente las
posiciones conservadoras que habían prevalecido en sus respectivas familias y se
acercaron a posiciones entre liberales y marxistas. De los profesores nacionales cabe
destacar en este contexto especialmente el profesor Josep María Cruxent, antropó logo,
fugitivo de la Guerra Civil Españ ola, fundador del Departamento de Antropología del
Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (IVIC) y cofundador de la ESA. Era
también pintor. Políticamente abierto, fue demó crata y opositor a la dictadura. Recibió
en 1987 el Premio Nacional de Ciencia y murió a los 94 añ os en Taratara, estado
Falcó n, donde había estado dedicado a la constitució n del museo Taima-Taima, que
recoge gran parte de sus hallazgos arqueoló gicos y antropoló gicos. José Agustín
mantuvo una especial relació n de larga duració n con él. Lo visitaba a menudo en su
pueblo y mantenía conversaciones muy personales con él.
Sin embargo, profesores y estudiantes opositores eran discretos políticamente por la
omnipresente amenaza que significaba la SN, la policía política de la dictadura, mas
también por temor de que pudiera haber algú n “traidor” entre los estudiantes, como
me señ aló Marco
El difícil camino a la sociología 19

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20  José Agustín Silva Michelena
Tulio Bruni Celli. En todo caso y en ese sentido, tanto el pensamiento político de
Héctor como el de José Agustín iba evolucionando. Héctor se inscribió en la
Federació n Universitaria de Buenos Aires, la FUBA, que era antiperonista y estaba
mayoritariamente conformada por comunistas. Se afilia al Partido Comunista (PC). Se
lo contó a José Agustín. É ste se alarmó , supongo que tanto por razones de la aversió n
del conservadurismo de su padre como por motivos estrictamente políticos. Sin
embargo, sus profesores, especialmente James Silverberg, le enseñ aban y le explica-
ban por qué el socialismo era importante. Este ú ltimo era cercano a Leo Huberman y
Paul Sweezy, académicos reconocidos en EEUU, quienes dirigían la revista Monthly
Review. Por curiosidad, vale acotar que en el nú mero uno de la revista, Albert Einstein
publicó un artículo que tituló “Why Socialism?”.
La influencia de Silverberg se interrumpe porque lo descubre la SN en la Universidad,
le allanan la casa, le quitan los libros y le dan 24 horas para irse del país. É l les entrega
unos textos a los hermanos Silva Michelena, quienes lo acompañ aron al aeropuerto,
pero de lejos, con prudencia y precaució n, para que no los descubrieran. Al final
queda- ron Hill y Painter, pero también quedó la semilla de Silverberg, a quien José
Agustín apreció mucho porque lo consideraba un gran maestro. En una cena que me
dio en mi visita a Cambridge en 1967, me lo presentó y yo mantuve contacto con él
durante muchos añ os.
También le gustaba la estadística, hasta tal punto que llegó a ser preparador de esta
materia y escribir el libro Apuntes de Estadística. En cuanto a la Sociología rural
presentó una ponencia en la Asamblea Anual de la Asociació n Venezolana para el
Avance de la Ciencia (Aso- vac), concretamente sobre los Yanomami y especialmente
su forma de gobierno: “Lo recuerdo muy bien, yo fui allá , pero acababa de morir mi
abuelo y él no pudo quedarse a responder las preguntas”, acota Héctor. Después de su
graduació n se acerca má s aú n a Hill y a la Sociología rural. Participa en los trabajos de
campo e investigaciones empíricas que Hill hizo con sus estudiantes, desde Curiepe
hasta el territorio de los Yanomami. Esta experiencia lo motiva a cursar una maestría
en Sociología Rural en la Universidad de Wisconsin, entre 1956 y 1957. A su regreso
se incorpora como docente en la ESA, intercalando su

labor allí durante el añ o 1959 con las tareas como secretario de la subcomisió n
social de la Comisió n de Reforma Agraria y entre 1960 y 1961 como coordinador del
sector social de CORDIPLAN. Su condició n de profesor la mantuvo hasta su muerte.
El difícil camino a la sociología 21

La creació n del CENDES


La no tan pacífica transició n de la dictadura del general Marcos Pérez Jiménez a la
democracia que se inicia el 23 de enero de 1958 con la fuga del mismo, implicó
cambios y transformaciones en todos los ó rdenes de la vida de nuestra sociedad.
Algunos de ellos tenían antecedentes en el trienio 1945-1948, aunque ese tiempo
había sido demasiado corto para que pudieran madurar y consolidarse. En cambio, lo
que empezó en 1958 fue una serie de pasos en lo econó mico, lo social, lo político, lo
cultural y lo institucional que tuvo profundas y, a la postre, duraderas manifestaciones
societales, al menos hasta 1999, añ o de inicio de la presidencia de Hugo Chá vez Frías.
Las universidades no constituyeron una excepció n, particularmente la Universidad
Central.
Después de su regreso de Wisconsin y su reincorporació n a la ESA, Silva Michelena se
involucra activamente en la creació n del Centro de Estudios del Desarrollo de la UCV
(CENDES).
Los inicios de la fundació n del CENDES fueron inspirados por la creació n del Instituto
de Planificació n Econó mica y Social (ILPES) de la Comisió n Econó mica de las Naciones
Unidas para America Latina y el Caribe (CEPAL) e impulsados principalmente por la
necesidad de establecer, como parte de la estrategia del desarrollismo “cepalino”, la
planificació n del desarrollo. Un grupo de profesores de la UCV y funcio-
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24  José Agustín Silva Michelena
narios del gobierno democrá tico recién instalado tomó la iniciativa de crear un
proyecto institucional asociado con dicho campo. Entre ellos destacan el rector de la
UCV, Francisco De Venanzi, el profesor Juliá n Ferris, decano de la Facultad de
Arquitectura, el doctor Héctor Hurtado, director de CORDIPLAN, el doctor Manuel
Pérez Guerrero, distinguido político y especialista en problemas del desarrollo, y el
doctor Luis Lander, director del Banco Obrero. Un papel importante desempeñ ó
ademá s el vicerrector Jesú s María Bianco. Ellos fueron asesorados por el doctor
chileno Jorge Ahumada, ex-funcionario del ILPES, y el arquitecto peruano Eduardo
Neira, contactados por Luis Lander en sus actividades de la Sociedad Interamericana
de Planificació n (SIAP).
En las conversaciones de Lander y Eduardo Neira, el proyecto del CENDES comenzó a
tomar forma. Lander, doctor en Ciencias Físicas y Matemá ticas (ingeniero civil) de la
UCV y egresado el añ o 1936, tuvo una trayectoria profesional y política muy amplia.
Dedicado a las la- bores proselitistas en el partido Acció n Democrá tica (AD), así como
a funciones pú blicas desde que fue concejal del Consejo Municipal de Caracas, su cargo
le permitió comprender al urbanismo como un campo profesional y lo inspiró a
promover en el país la planificació n.
Durante su exilio político de 1950 a 1958, Lander se formó en la Universidad de
Harvard, donde obtuvo un magíster en Planeamiento Regional y Urbano. Trabajó
como consultor en la Junta de Planificació n de Puerto Rico y como experto en misió n
de asistencia técnica de la Organizació n de Naciones Unidas (ONU) en Costa Rica. A su
retorno al país, se vinculó con la fundació n de la Sociedad Venezolana de Planificació n
(SVP) y fue su presidente. Estaba consciente de los obstá - culos que enfrentaba la
planificació n venezolana, ya que no existían profesionales capacitados en ese campo.
Estando al frente del Banco Obrero, contrató a Eduardo Neira como consultor en
planeamiento del banco. Del hecho de que en el banco no existían planificadores,
concluyeron que el problema abarcaba al Gobierno entero, incluyendo a CORDIPLAN.
Lander y Neira comenzaron a buscar instancias externas al banco que se interesaran
en la creació n de un programa de formació n de planifi- cadores. Establecieron
contacto con la UCV y conversaron con Juliá n

Ferris. De sus conversaciones surgieron posibilidades concretas para el proyecto


del CENDES, pues el decano convenció a las autoridades rectorales de apoyar la
creació n de un instituto interdisciplinario de planificació n. En sus palabras:
Se debía hacer un organismo de postgrado que no fuera asignado a ninguna Facultad,
sino que estuviera regido directamente por el rectorado, porque la idea era que se
convir- tiera en una especie de faro que iluminara a toda la Universidad y donde
podían entrar personas de cualquier profesió n a cursar los cursos de programació n y
planificació n que se hicieran en ese posible nuevo instituto.
El rector de la UCV apoyó la idea, al igual que Héctor Hurtado. El trabajo de la
gestació n del CENDES se concentró en el Decanato de la Facultad de Arquitectura, la
cual financió los gastos de dicho proyecto. Allí se elaboró , con la activa y entusiasta
participació n de José Agustín Silva Michelena, un informe preliminar para la creació n
de un Instituto de Planificació n Integral, en el que se insistió , como parte de su
contenido, en la “investi- gació n sistemá tica del concepto de desarrollo sobre
Venezuela, América Latina y su relació n con el mundo”, en conjunto con la enseñ anza
desti- nada a crear conocimientos sobre el desarrollo nacional, regional y local y a
establecer el equilibrio de las relaciones urbano-rurales.
Seis meses exigía el Consejo Universitario para evaluar la solicitud formal de creació n
de un instituto universitario, y especialmente si éste podría funcionar, segú n la Ley de
Universidades, como instituto interfacultades adscrito al Rectorado. Se consideró ,
ademá s, que debían autorizarse las gestiones necesarias para contratar a tres
profesores extranjeros con fondos aportados inicialmente por el Consejo de Desa-
rrollo Científico y Humanístico y que, para dar inicio a las actividades, debería
designá rsele como Centro de Estudios de la Planificació n.
El Consejo Universitario aprobó en principio los puntos anteriores y comenzó así el
camino hacia la institucionalizació n del CENDES. De este modo, el 16 de febrero de
1960, el decano Ferris anunció al Consejo Universitario la realizació n de un seminario
dirigido por la comisió n organizadora del Centro de Estudios de Planificació n del
Desarrollo donde se discutirían aspectos sobre su establecimiento, cambiá ndose su
nombre. La constitució n del centro fue discutida en las facultades de
La creació n del CENDES 25

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la UCV. Asimismo, Lander, quien debe ser considerado uno de los acto- res
fundadores, adelantó varias actividades que realizó en la Sociedad Venezolana de
Planificació n (SVP) y que contribuyó a que se vinculara a la Universidad con
acontecimientos de la planificació n permitiendo ademá s un ambiente favorable para
el CENDES.
Por ú ltimo, se nombró como director del centro a Jorge Ahumada. Aunque éste no
estaba seguro de poder aceptar el cargo por sus com- promisos como funcionario de la
CEPAL y como asesor de Eduardo Frei Montalva, candidato a la Presidencia de Chile
en ese añ o, se logró convencerlo. Ahumada era una persona seria, de gran calidad y
con excelentes relaciones en Latinoamérica e incluso en otros países para poder
asumir la direcció n del CENDES. Por cierto, tenía a Silva Miche- lena en alta estima y lo
propuso como director encargado durante sus ausencias. El CENDES era una
institució n universitaria matriz que incorporaba a la UCV en el campo de los estudios
del desarrollo y contaba con “un grupo patrocinador integrado por funcionarios del
Gobierno, profesores universitarios y asesores internacionales, intere- sados en
avanzar en la estrategia de consolidació n de la planificació n venezolana”.
El sá bado 18 de marzo de 1961 fue inaugurado el Centro de Estudios del Desarrollo de
la Universidad Central de Venezuela con un acto solemne efectuado en el recinto de la
Ciudad Universitaria, siendo reseñ ado dicho evento el 4 de abril de 1961 en el Boletín
Informativo de la UCV.
Transcurridos siete meses desde la inauguració n del CENDES hasta su creació n
jurídica registrada en los reglamentos de la UCV en octubre de 1961, se comienzan a
dar los pasos iniciales con el primer curso de postgrado y los cursos intensivos,
estableciéndose ademá s vínculos con centros de investigació n nacionales e
internacionales. El director Jorge Ahumada inició la tarea de seleccionar el cuerpo
inicial de profesores, entre ellos Eduardo Neira y Héctor Grupe, ingeniero civil de la
Univer- sidad de Buenos Aires, docente en programació n econó mica y asesor de la
CEPAL en ese campo. Los venezolanos eran principalmente Luis Lander y José Agustín
Silva Michelena, este ú ltimo sin abandonar su cargo docente en la Escuela de
Sociología y Antropología.
Las actividades iniciales del centro recayeron en Silva Michelena

y el administrador Tomá s Gonzá les Baute, iniciá ndose las activida- des docentes dos
días después de la inauguració n del CENDES con la apertura de los cursos intensivos,
uno de ellos orientado hacia la capacitació n en problemas del desarrollo econó mico y
otros sobre pro- gramació n, diseñ o de viviendas populares y preparació n de inversió n
industrial, ademá s de otro, bajo los auspicios de CORDIPLAN, que tuvo como objetivo
capacitar a funcionarios pú blicos en la elaboració n del presupuesto-programa.
Los estudiantes de los cursos intensivos provenían de diversas carreras: Arquitectura,
Ingeniería, Economía, Sociología, Estadística, Medicina y Psicología, constituyendo el
grupo docente profesores extranjeros y venezolanos de prestigio. El primer grupo de
docentes-investigadores, ademá s de estar integrado por Jorge Ahumada, Héctor Grupe
y Eduardo Neira, contaba también con Carlos Matus, Gonzalo Martner (ambos de
Chile), Á ngel Monty (Uruguay), José Olalquiaga (Chile) y Rodrigo Carazo Odio (Costa
Rica), todos allegados a la CEPAL, menos éste ultimo. De los venezolanos se
encontraban, aparte de los ya nombrados Luis Lander y Silva Michelena, el estadístico
Tulio Vá zquez, el demó grafo Roberto Á lamo, el economista Domingo Felipe Maza
Zavala y los arquitectos José Puig, Antonio Cruz Ferná ndez y Fruto Vivas.
El primer curso de postgrado a realizarse entre 1961 y 1962 tenía como propó sito
capacitar a los estudiantes en el aná lisis y solució n de los pro- blemas econó micos,
sociales y físicos del país en los á mbitos nacional, regional y local. Se estimó que
debían estudiarse las problemá ticas de Venezuela con visió n prospectiva, con el
objetivo de formar planificadores de alto nivel y utilizando como metodología docente
herramientas de la teoría y la prá ctica de la programació n, con la idea de solucionar
los pro- blemas del cambio social. Gracias a sus vínculos con el ILPES, Ahumada
comprendía perfectamente lo que debía ser un postgrado en cuanto a la formació n de
programadores, por la labor que había desempeñ ado al coordinar cursos en
Argentina, Brasil, Bolivia, Colombia, Cuba, México y Uruguay, ademá s de haber
participado en 15 cursos intensivos.
Los estudiantes del postgrado fueron seleccionados por una comisió n examinadora
que evaluó los resultados de las pruebas de selecció n: una prueba de inteligencia, una
de personalidad y una entrevista. Se
La creació n del CENDES 27

Biblioteca Biográ fica Venezolana


28  José Agustín Silva Michelena
inscribieron 86 profesionales y se seleccionaron 33, entre ellos Héctor Silva
Michelena. Las becas fueron otorgadas por CORDIPLAN (14), la Fun- dació n Creole
(3), y el Consejo de Desarrollo Científico y Humanístico de la UCV (2). Otras 6 becas
fueron financiadas por diversos organismos pú blicos. Durante el primer postgrado y
los que le siguieron, el CENDES continuó invitando a profesores de prestigio
internacional.
Como el CENDES debía ser má s que un centro de investigació n en el á mbito
psicoló gico, econó mico, socioló gico o político y vincularse aú n má s con el medio
universitario, se “supuso a la noció n de cambio social como el elemento conceptual
integrador”, definiendo en 1961 tres líneas de investigació n: “una relacionada con la
identificació n de los problemas y perspectivas del cambio social en Venezuela; otra
referida al problema de la vivienda; y la tercera vinculada al estudio de los métodos de
la programació n para explorar técnicas de intervenció n social”.
Definidas algunas hipó tesis, se buscaron las posibilidades de con- seguir
interlocutores académicos que ayudaran a definir las bases conceptuales y
metodoló gicas de la investigació n. Se establecieron relaciones en 1961 con el Center
for International Studies (CENIS) del Massachussetts Institute of Tecnology (MIT),
institució n que estuvo dispuesta a comenzar a trabajar, ese mismo añ o, con el CENDES
con la condició n de que se contratara personal capacitado. También se inició la
bú squeda de financiamiento fuera del país. La Fundació n Ford fue uno de los
organismos internacionales que brindó apoyo financiero. Por su parte, CORDIPLAN
financió el proyecto de investigació n que se inició en 1963 sobre conflictos sociales y
políticos. Dicha investigació n, con el título general “Cambio político en Venezuela”,
comprendía dos proyectos: uno sobre el “Estudio de los hombres de poder”
(VENELITE) que se conoció má s tarde como “Estudio de Liderazgo”, coordinado por el
soció logo puertorriqueñ o Frank Bonilla del MIT; y el otro sobre “El estudio de
Conflicto y Consenso (CONVEN)”, dirigido por José Agustín Silva Michelena, destinado
a explorar “caminos teó ricos y metodoló - gicos para interpretar la realidad
venezolana”, utilizando nociones de “heterogeneidad cultural y el disenso”. José
Agustín obtuvo con uno de los libros resultantes del mismo en 1968 el Ph.D. del MIT.
De estas investigaciones se publicaron tres libros: Exploració n en

aná lisis y en síntesis, cuyos editores fueron Frank Bonilla y José Agustín Silva
Michelena; El fracaso de las élites, del mismo Bonilla, y Crisis de la democracia, de
Silva Michelena. Aú n así, el desarrollo del CENDES en- contraba algunos obstá culos,
entre ellos inquietudes sobre la planilla de inscripció n de los postulantes –en ella se
les preguntaba si participa- ban en agrupaciones de cará cter político. A esta objeció n
respondió el director que conocer este dato era necesario, ya que los planificadores
tendrían que mostrar interés por los problemas de la comunidad y que mediante
preguntas directas no obtendrían respuestas claras, siendo má s fá cil saber si
participaban o no en actividades políticas sin motivo alguno, y negó que el Centro
fuese discriminatorio. También refleja el libro de actas del Consejo Universitario de
1961 que surgieron proble- mas con los sueldos de los profesores-investigadores, que
era 12.000 bolívares, cantidad elevada de la que la Universidad solo cancelaba la
mitad y CORDIPLAN el resto.
Asimismo surgieron sucesos interesantes, como cuando el decano la Facultad de
Economía, Atilio Romero, presentara ante el consejo de su Facultad el proyecto del
CENDES sobre desarrollo econó mico y sobre la inclusió n de algunas asignaturas que
se impartían en el mismo y que figuraban también en el pensum de la Escuela de
Economía. El consejo llevó a cabo fuertes discusiones sobre el curso intensivo, con-
siderá ndolo poco provechoso para los que ya conocían los conceptos de Economía y,
para quienes no los conocían, superficial. Sin embargo, después de muchas
observaciones sobre los cursos intensivos del CEN- DES, el director Ahumada
defendió las bases de los mismos en cuanto a la teoría y la metodología prá ctica, con
un gran peso académico para los docentes que los dictaban: eran autores en su
mayoría de los textos utilizados, ademá s inéditos, siendo un programa docente que
iniciaba un nuevo á mbito académico en la universidad venezolana y que poco tenía
que ver con la superficialidad que el consejo alegaba. Ahumada argumentó que
muchas materias impartidas en los cursos no se encontraban en el pensum de la
Facultad de Economía, ademá s defendió el proyecto de postgrado y aceptó las críticas
del consejo en cuanto a considerarlo un proyecto experimental.
También reflexionó que el CENDES, encaminado a establecer un pro-
La creació n del CENDES 29

Biblioteca Biográ fica Venezolana


30  José Agustín Silva Michelena
grama de investigació n basada en el cambio social, permitía enlazar las teorías
sociales con los problemas de la sociedad venezolana, dando constancia de ello José
Agustín, quien consideraba que la preocupació n del centro era la de integrar
conocimientos socioló gicos, antropoló gi- cos, culturales y psicoló gicos para
comprender el cambio social que no estaba limitado a lo econó mico. Aunado a esto,
surgieron las cartas de los estudiantes de economía de los cursos, quienes se sintieron
ofendi- dos por los comentarios surgidos contra el CENDES, y los profesores, ya que
como estudiantes sentían que se les consideraba incapaces de comprender las
materias y, por ende, aprobar satisfactoriamente los cursos. Elevaron sus quejas hasta
el director del CENDES para que to- mara medidas. É ste se solidarizó con ellos. El 12
de diciembre de 1961, el decano de la Facultad de Economía remitió al rector la
comunica- ció n enviada por el representante de los estudiantes de los cursos del
CENDES en la que declaró que el incidente estaba superado.
El 19 de diciembre de 1961, Jorge Ahumada fue ratificado como director y
permanecería en el cargo hasta el 6 de noviembre de 1965, fecha en la cual murió a los
48 añ os de edad, acontecimiento que rese- ñ aría ampliamente el diario El Nacional.
Las notas de prensa colocaron en primera plana las características de Ahumada como
hombre de gran importancia para el CENDES, así como su “protagonismo en el mundo
académico local y latinoamericano, su dedicació n al proyecto de construir en
Venezuela un hogar para los estudios de desarrollo y la planificació n y su entusiasmo
por formar programadores de alto nivel”, renunciando para ello a dos ministerios y la
presidencia del Banco Central de Chile. Gracias a la labor de Ahumada, las actividades
del CENDES fueron de una visió n integral académica y de una amplia proyecció n, para
lo cual se contaba ademá s con la participació n de investigadores como José Agustín
Silva Michelena y Luis Lander. Todos ellos convirtieron al Centro en el locus
institucional que, aun bajo ten- siones, logró abarcar un cambio en el á mbito
universitario que estaba organizado rigurosamente a través de las facultades.

Nuestros primeros encuentros


Mi primer contacto directo con el entonces llamado Tercer Mundo y especialmente
con América Latina se estableció por mi participació n en el “Mayo Europeo”,
coloquialmente reducido al “Mayo Francés” pese a que ocurrió también en Italia,
Alemania e Inglaterra, fuertemente interesado y comprometido con el Tercer Mundo,
y má s personal y particularmente a raíz de mi enamoramiento de Elena Hochman, una
soció loga venezolana que llegó a finales de 1963 a la Universidad de Mü nster para
cumplir sus estudios de maestría y doctorado con el profesor Helmut Schelsky, jefe de
la cá tedra de Sociología, mi maestro principal y director del Instituto de Investigació n
Social de esa Univer- sidad, ubicado en Dortmund, una de las ciudades emblemá ticas
de la regió n para aquel entonces má s industrializada de Alemania, esto es: en la
Repú blica Federal de Alemania (RFA), separada de la Repú blica Demo- crá tica
Alemana (RDA) por el muro en Berlín, de cará cter “socialista”, que cubría el territorio
que había sido ocupado al finalizar la Segunda Guerra Mundial por las tropas de la
Unió n Soviética, de acuerdo con los tratados y convenios entre los Aliados en las
Conferencias de Yalta y Potsdam en 1944 y 1945.
Poco después de su llegada, la conocí en las clases de Schelsky y muy pronto se
estableció una relació n muy cercana entre nosotros. Ella me
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Biblioteca Biográ fica Venezolana


32  José Agustín Silva Michelena
introdujo en un primer conocimiento de América Latina, especial- mente Venezuela,
en la mezcla de inglés y alemá n en aquel entonces típica de la relació n entre los
estudiantes graduados del exterior y los estudiantes alemanes. Me contaba de los
conflictos políticos de su patria, de la lucha armada ahí y en otros países de la regió n,
de la vida universitaria y los numerosos conflictos entre las universidades y el
Gobierno, de los compromisos políticos de los estudiantes y de la vida cotidiana. En
estas conversaciones apareció por primera vez el nombre de José Agustín Silva
Michelena, su profesor y amigo en la Escuela de Sociología y Antropología de la
Facultad de Ciencias Econó micas y Sociales (FACES) de la UCV, donde ella se había
formado y graduado. Desde las primeras descripciones que Elena me transmitió , me
pareció un intelectual sumamente interesante. En la correspondencia entre ella y José
Agustín, ella le contó de nuestra relació n, crecientemente amorosa, y él de su interés
en conocerme.
Nos conocimos en septiembre de 1966. Mi universidad me envió como miembro de la
delegació n de la RFA al Congreso de la Asociació n Internacional de Sociología (ISA en
sus siglas inglesas) que se realizaba en Evian, Francia. Elena había concertado por
carta una cita con José Agustín y el arreglo funcionó perfectamente. Nos encontramos
y re- conocimos en la oficina de inscripció n del Congreso prá cticamente el día de su
inicio. Su aspecto físico me impresionó : alto, carnoso sin ser gordo, con una barba y
pelo negros, con una movilidad sorprendente para una persona de sus dimensiones.
Me saludó con lo que iba a ser en el futuro también para mí una importante forma de
contactarse al encontrarse: con un abrazo. En inglés intercambiamos nuestras
primeras palabras, condició n que se iba a prolongar hasta mediados de 1969, después
de mi mudanza a Venezuela y mi aprendizaje de un españ ol para entonces todavía
bastante rudimentario, aunque acep- table y comprensible.
Pasamos los días del Congreso casi todo el tiempo juntos, en buena parte porque
nuestro comú n interés en la Sociología política y de con- flicto nos hizo atender las
mismas mesas y comisiones de trabajo. Me presentó a sus amigos latinoamericanos,
de modo que conocí a Orlando Fals Borda de Colombia, Aníbal Quijano del Perú ,
Rodolfo Stavenhagen

de México, Edelberto Torres Rivas de Centroamérica, Pablo Gonzá lez Casanova de
México y otros, todos ellos a la postre amigos, algunos hasta hoy día. Atendimos juntos
las fiestas formales e informales, mu- chas veces acompañ ados por una colega de la
delegació n soviética que asistió por primera vez a un Congreso de la ISA. En breve, las
jornadas nos acercaron intelectual y humanamente hasta una amistad, la cual
sellamos cuando lo acompañ é al aeropuerto de Ginebra el día de su regreso a Caracas.
La segunda vez nos encontramos en Venezuela, adonde habíamos viajado Elena,
nuestra hija Alexandra de dos añ os, y yo, después de haber obtenido en marzo de
1967 mi titulo de doctor en Ciencia Social y haber sido nombrado profesor asistente
de la Universidad de Bochum. Nuestra relació n inicial de Evian se restableció en forma
inmediata. Por primera vez, José Agustín me asomó la idea de trasladarme a América
Latina, especialmente a Venezuela. Durante mi viaje de vuel- ta a Alemania (Elena y
Alexandra se quedaron unas semanas má s en Caracas), lo visité en Cambridge, MA, en
cuyo MIT estaba terminando de escribir su tesis de Philosophae Doctor (Ph.D.) –y
donde vivían él, su esposa Celia Prades y sus hijos. Siendo siempre una persona
generosa en intentar lograr que sus amigos y colegas se conocieran, me presentó a un
grupo de profesores de ese instituto, entre ellos James Silverberg, su antiguo profesor
del inicio de sus estudios, con los que celebramos lo que, como aprendí má s tarde, se
llaman “bonches”, fiestas de intensas conversaciones e igual consumo etílico.
Después de mi regreso y mi participació n en el Mayo Europeo de 1968, con su infeliz
final para los alemanes ahí involucrados –la ruptura en julio de ese añ o entre lo que se
llamó “Fracció n del Ejercito Rojo” (con una estrategia de guerrilla urbana) y los que
nos incliná bamos hacia “la larga marcha a través de las instituciones”–, José Agustín
insistió por cartas y llamadas telefó nicas en que me fuera a Venezuela. En agosto
solicité un permiso de tres añ os a mi Universidad para trasla- darme a América Latina
con el fin de experimentar los procesos de cambio social en carne propia y no
aprendiéndolos en libros escritos por otros. Se me ofreció un cargo en la University of
the West Indies, campus Santa Mó nica en Trinidad. Allí intervino Elena, se comunicó
Nuestros primeros encuentros 33

Biblioteca Biográ fica Venezolana


34  José Agustín Silva Michelena
con José Agustín y lo convenció de llamarme para que nos fuéramos a Venezuela. Lo
hizo, siendo su argumento que si realmente querría venir a América Latina y vivirla,
no podía quedarme en una isla con una sociedad de tipo anglosajó n. En menos de una
semana, logró con- seguir un contrato para mí en la ESA de la UCV. El 28 de agosto del
68 volamos Elena, Alexandra y yo con Viasa desde Frankfurt a Caracas. Hasta mi
“enchufe” en la academia venezolana fue definitivamente un mérito de mi amigo.

Tiempos problemá ticos


para el CENDES
Entre 1968 y 1971-1973, el CENDES vivió un período de intensas turbu- lencias. La
primera se originó en el contexto de la Renovació n Universita- ria, un movimiento
inicialmente impulsado en 1967 por estudiantes de la Facultad de Ciencias, que se
extendió rá pidamente a otras facultades de la UCV, entre ellas la de Ciencias
Econó micas y Sociales. En ésta, la Escuela de Sociología y Antropología tuvo un papel
protagó nico con la participació n de estudiantes y profesores, entre ellos José Agustín
Silva Michelena. El objetivo central del movimiento era propiciar un cambio
renovador en los pensa de estudios, una transformació n de las relaciones entre
profesores y estudiantes en el proceso de enseñ anza- aprendizaje y una mayor
presencia y participació n de los estudiantes en la composició n y las decisiones de los
ó rganos directivos de las escuelas y facultades. Pese a la resistencia de algunos
partidos y grupos políticos, especialmente el Partido Comunista Venezolano (PCV),
que intentaron interpretar la Renovació n como una “suerte de lucha de clases” entre
estudiantes y profesores, nuestro verdadero objetivo fue dialogar con todos y buscar
su cooperació n. Se lograron progresos respecto de los objetivos en las numerosas
reuniones y discusiones. Para mencionar un ejemplo, el movimiento conquistó
presencia y participació n en los ó rganos directivos, hasta el punto de que los
estudiantes obtuvieron el
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Biblioteca Biográ fica Venezolana


36  José Agustín Silva Michelena
derecho a votar en las elecciones de los directores de las escuelas y del decano de su
Facultad.
Hay que destacar que las autoridades rectorales, lideradas por Jesú s María Bianco, así
como muchos otros miembros del Consejo Universita- rio, vieron el movimiento no
só lo con simpatía sino incluso lo apoyaron activamente. Los profesores-investigadores
del CENDES compartían esta actitud.
A mi llegada a Venezuela y mi incorporació n a la UCV, todavía imbuido de mi
experiencia en el Mayo Europeo de 1967-1968, mis colegas de la Facultad de Ciencias
Econó micas y Sociales (FACES), particularmente José Agustín y su hermano Héctor,
aceptaron rá pidamente que participara en la Renovació n Universitaria. Asistí a las
reuniones, expresé mis opiniones en las discusiones y hasta escribí con Héctor un
folleto titulado Proposició n para una revolució n universitaria. Hacia una nueva
Facultad de Ciencia Social, publicado en 1969 bajo el sello de “Ediciones Unidad
Rebelde”. En su concepció n y contenido colaboró José Agustín activamente.
Algunos analistas trataron de comparar y, con ello, desprestigiar, el movimiento con el
Mayo Europeo, alegando que no se trataba sino de una imitació n de este ú ltimo. Como
alguien que había militado en el mismo, aclaré en varias conversaciones y una que
otra conferencia las diferencias entre ambos eventos.
En 1969, un grupo de estudiantes tomó el Instituto de Investigaciones de FACES, cuyo
director, Rodolfo Quintero, era comunista y como tal un acérrimo enemigo del
movimiento. Al mismo tiempo era hostil al CEN- DES, cuya productividad y calidad en
las investigaciones eran mayores que las del referido instituto.
En 1969, Quintero escribió una larga carta en la que acusaba al CENDES de mantener
vínculos con la Central Intelligence Agency (CIA), a través de su colaboració n con el
CENIS del MIT, y de hacer estudios de “espio- naje socioló gico” de la sociedad
venezolana. Encontraba un antecedente en el proyecto Camelot. É ste había sido
ejecutado unos tres añ os antes en Chile, basado en un enfoque teó rico similar a las
investigaciones del CENDES y llevado a cabo con métodos igualmente comparables. El
soció logo noruego Johan Galtung, al comienzo colaborador del equipo de
investigació n, descubrió los lazos institucionales y financieros del

mismo con la CIA y los hizo pú blicos en perió dicos estadounidenses y europeos. Se
formó un escá ndalo en los círculos científico-sociales de América Latina y de EEUU.
Quintero sostuvo en su carta que CONVEN y VENELITE eran imitaciones de Camelot y
que el CENDES fungía como su ejecutor, llevado por el CENIS del MIT y financiado por
la CIA. Acusó directamente al entonces direc- tor, Luis Lander, y especialmente al
coordinador del proyecto “Cambio político en Venezuela”, José Agustín Silva
Michelena, de colaborar con el “imperialismo norteamericano” y de su má s famosa
institució n de espionaje. Incluso incitó a la toma del CENDES, hecho que no encontró
eco entre los profesores y estudiantes.
Gracias a su larga trayectoria en FACES, su membresía en el PCV, su cargo de director
del Instituto de Investigaciones y sus presiones sobre profesores, logró recolectar las
firmas de una cantidad de los mismos, incluso las de personas cercanas a José Agustín
Silva Michelena, como su hermano Héctor, el antropó logo Alfredo Chacó n y hasta la
mía.
Pese a la aparente gravedad de la acusació n, las autoridades rectorales y el Consejo
Universitario reaccionaron con gran equilibro. Lander y Silva Michelena redactaron y
difundieron una respuesta en la que aclararon no solamente las raíces nacionales del
CENDES y de sus proyectos de investigació n y docencia, sino también las formas de
financiamiento y los compromisos de colaboració n con el CENIS. El “gran escá ndalo”
que Quintero había pronosticado no ocurrió , la situació n se calmó con relativa
rapidez, entre otras razones porque nuestros colegas del CENDES siguieron
manteniendo sus relaciones académicas y de amistades perso- nales con los firmantes
de la carta acusatoria. Muchos de estos ú ltimos, entre ellos Héctor, Chacó n y yo,
retiramos nuestras firmas con una carta pú blica que reconocía la excelente labor del
CENDES, la integridad de sus profesores-investigadores y la idoneidad de Lander y
Silva Michelena como sus directivos y rechazaba la acusació n del “espionaje
socioló gico” y cualquier lazo con la CIA. Uno de los colegas que entrevisté para esta
biografía, Orlando Albornoz, calificó el episodio como “desagradable”, pero también, al
fin y al cabo, como “tormenta en un vaso de agua”.
La segunda turbulencia se desató cuando el presidente Rafael Caldera, del Partido
Socialcristiano COPEI, electo en 1968 para el período cons-
Tiempos problemá ticos para el CENDES 37

Biblioteca Biográ fica Venezolana


38  José Agustín Silva Michelena
titucional 1969-1974, impulsó un cambio de la Ley de Universidades. É ste implicaba
algunas restricciones a la autonomía de las universidades que se regían por ella: la
Central de Venezuela, la de los Andes, la del Zulia, la de Carabobo y la de Oriente. Por
ello, se encontró con la resistencia de estudiantes y profesores, especialmente de la
UCV. A pesar de una inci- piente oposició n de AD, el Congreso aprobó finalmente la
Ley, lo cual no amainó la resistencia universitaria contra la misma, razó n por la cual el
Gobierno, con la venia del Consejo Nacional de Universidades Provisorio (CNUP),
decidió en 1970 suspender las autoridades rectorales y los decanos electos, nombrar
interinos y cerrar la UCV, ocupació n militar del recinto incluida. El primer rector
interino fue Rafael Clemente Arrá iz, seguido a los pocos meses por Osvaldo de Sola. En
1972, el Gobierno decidió retornar a la “normalidad”. Se celebraron nuevas elecciones
de las autoridades y como rector ganó el profesor de Medicina Rafael José Neri.
Durante el cierre, el CENDES fue prá cticamente clausurado y la ma- yoría de los
contratos de los profesores-investigadores se cancelaron. Funcionó durante casi dos
añ os bajo la direcció n de Lorenzo Azpú rua, prá cticamente sin actividades docentes ni
de investigació n. José Agustín Silva Michelena, miembro ordinario del personal
docente, se dedicó otra vez a tiempo completo a sus tareas docentes en la ESA, sin
dejar de luchar por la reapertura del CENDES, que se hizo efectiva en 1972, por
decisió n del Consejo Universitario. Se reincorporó al personal contratado y se nombró
como director al urbanista Fernando Travieso, después de una discusió n entre los
miembros del personal docente acerca de quién tenía que ocupar ese cargo. Algunos
deseaban el retorno de Lander, otros se inclinaban por Silva Michelena, de modo que
Neri optó por Travieso: una solució n salomó nica. Lo hizo porque tanto Lander como
Silva Mi- chelena habían asumido posiciones importantes en la lucha contra la nueva
Ley y por el mantenimiento del CENDES, el primero; y en estas mismas luchas y la
Renovació n Universitaria, el segundo. De todas ma- neras, Silva Michelena fue
designado coordinador de investigaciones, el segundo cargo de mayor jerarquía, el
cual ocupó hasta 1979, cuando fue electo director del centro por la comunidad
docente.
El decano interino de FACES cortó en 1970 mi contrato con la UCV. Pasé nueve meses
en la Universidad de Chile en Santiago y Concepció n

y luego un añ o en la Universidad de Konstanz en Alemania, donde me tocó crear la


Cá tedra de Sociología e Historia de América Latina. José Agustín y yo mantuvimos el
contacto por cartas y llamadas telefó nicas. A mi regreso a Venezuela a comienzos de
1973, trabajé durante nueve meses en la Universidad del Zulia en Maracaibo para
ingresar, en octu- bre, como investigador contratado al CENDES, en buena medida
gracias a José Agustín.
Tiempos problemá ticos para el CENDES 39

Algunos resultados de
“Cambio político en Venezuela”
Para iniciar los primeros proyectos de investigació n del CENDES, en la ya mencionada
colaboració n con el CENIS del MIT, Jorge Ahuma- da presenta en 1962 un papel de
trabajo titulado “Hipó tesis para el Diagnó stico de Cambio Social”, ampliamente
discutido por todos los profesores-investigadores. Presenta un marco general tanto
teó rico como de método para emprender las investigaciones que, como ya mencioné,
se estaban planificando bajo el titulo general de “Cambio político en Venezuela”, que
incluía los proyectos “Conflicto y Consenso” (CONVEN) y “Las élites en Venezuela”
(VENELITE). Como coordinadores del estudio y por ende de las investigaciones fueron
escogidos Frank Bonilla por el CENIS y Silva Michelena por el CENDES.
El diagnó stico indica inicialmente que el hecho de depender en ex- clusiva del petró leo
obliga a considerar las diferencias socioculturales respecto de otros países y una
vigorosa expansió n urbana. El CENDES, que goza de reconocimiento internacional
equivalente a instituciones similares en otras partes del mundo, no es reconocido de
igual forma en Venezuela y lucha por ser tomado como fuente acreditada de juicios
objetivos y científicos sobre el estado de la sociedad venezolana, en formulaciones
deseables políticas, ó ptimas y viables. Sin embargo, no recibió el respaldo inmediato
de la sociedad, ya que en el añ o 1963 la
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Biblioteca Biográ fica Venezolana


42  José Agustín Silva Michelena
UCV fue etiquetada como conglomerado de guerrilleros y comunistas, sobre todo
porque muchos docentes y entrevistados por los medios de comunicació n eran
estudiantes o egresados, algunos de los cuales fueron hasta encarcelados por
considerarse que eran sospechosos alborotadores. Como efecto, el CENDES fue
estigmatizado, dado que formaba parte de la UCV. Sin embargo, sus miembros no
dejaron de activar la emergencia sobre la necesidad de las investigaciones que allí se
llevaban a cabo. Los resultados de las mismas fueron publicados en tres libros que
aparecieron, por distintas razones, varios añ os después de haberse concluido tales
investigaciones.
El primero fue Exploraciones en aná lisis y síntesis (noviembre de 1967), compilado
por los dos coordinadores, que incluye el texto de Jorge Ahumada de 1962 y es, segú n
el juicio de Max F. Millikan y Luis Lander, el nuevo director del CENDES después de la
muerte de Jorge Ahumada, un primer informe sobre la investigació n que habían
comenzado, cinco añ os atrá s, el CENDES y el CENIS del MIT. Luego le siguieron El
fracaso de las élites (1972), escrito por Frank Bonilla, y Crisis de la democracia, de la
autoría de José Agustín Silva Michelena (1971). Ninguno de estos libros resume por sí
solo todos los resultados de las investigaciones, síntesis que les incumbe a los lectores.
Los capítulos que componen el primer libro abordan generalmente la situació n
política, ideoló gica, social y cultural de la sociedad venezola- na, tomando en cuenta
algunas veces la comparació n con otros países latinoamericanos. El extenso trabajo
contó con la colaboració n de grupos de investigadores que participaron en los
procesos de selecció n de informantes, de construcció n de las muestras, de
transcripció n de entrevistas, del diseñ o de cuadros analíticos cualitativos y
cuantitativos que permitieran organizar y analizar los datos y la redacció n.
Se investigaron tres tó picos importantes: política econó mica, via- bilidad social y
política y urbanizació n, para tratar temas como la situació n del cambio social en
Venezuela, el nacionalismo y la buro- cracia, entre otros; todos coordinados por
Bonilla y Silva Michelena, con contribuciones de otros investigadores como “La
evaluació n de la élite sobre el desempeñ o de roles”, de Gabriela Simon de
Bronfenmajer, “La estructura interna de las élites”, de Allan Kessler, “Aná lisis del caso
de un revolucionario”, de Walter H. Slote, y “Conflicto y consenso en

Algunos resultados de “Cambio político en Venezuela” 43


Guayana”, de Daniel Lerner –asunto que también figuró en los aná lisis de Bonilla y
Silva Michelena, siendo el libro en conjunto muestra de una interesante colaboració n
académico-intelectual. Los resultados finales expuestos forman parte de la visió n de
ambos coordinadores.
Los problemas sociales derivados de las decisiones colectivas forma- ron parte de
muchas investigaciones no só lo en América Latina sino también en Estados Unidos.
Así, hay que comprender también que las relaciones sociales surgen en todos los
estratos, lo cual es parte fun- damental de la diná mica del cambio social pasado,
presente y futuro en términos apreciativos.
En el libro El fracaso de las élites, Bonilla hace un recorrido por el pasado histó rico de
Venezuela para comprender có mo las decisiones que en el presente son tomadas por
las consideradas “élites” sociales han estado influenciadas por acontecimientos como
las luchas entre caudillos y personalidades como lo fueron Miranda, Bolívar, Pá ez, los
hermanos Monagas, Guzmá n Blanco, Cipriano Castro y Juan Vicente Gó mez. Es ésta
una característica, al igual que la influencia que tuvo la Iglesia, que se repite en
muchos países de la regió n, resumida por investigadores contemporá neos como
Manuel García Pelayo, Graciela Soriano y Juan Carlos Rey bajo el concepto de
“personalismo”. Tal y como lo expresa Bonilla en uno de los capítulos de dicho libro, el
pa- sado sirve como modelo e impulso.
Dado que el tema es sobre las élites, Bonilla también cumple con su deber de
investigador y establece cuá les son los indicadores del elitismo o personalismo y por
qué debemos considerar a una clase como elitista a diferencia de otra. Contrariamente
a lo que se puede imaginar sobre la élite como proveniente de una clase alta, se
observa que el pasado histó rico produjo cambios en el pensamiento colectivo sobre
quiénes ocupan o pueden llegar a ocupar las clases elitescas, rompiéndose en muchos
casos con las ideas sobre quiénes ocuparían las esferas edu- cativa, política, cultural e
ideoló gica. Era principalmente el poder, quiénes lo alcanzaban y decidían qué hacer
con el mismo. É ste era un punto focal de suma importancia dentro del texto.
Se establecieron entonces cuá les eran los sentimientos privados hacia ciertas figuras
publicas, así como cuá l era la relació n entre diferentes grupos que pertenecían a las
élites, cuá les eran las actividades en

Biblioteca Biográ fica Venezolana


44 José Agustín Silva Michelena
los papeles de poder dentro de la estructura interna de las mismas y también cuá les
eran los puntos de vista de la élite acerca de la masa: ¿verdaderamente la masa era
culpable o víctima del presente? A su vez, la masa también tenía un punto de vista
respecto a la élite y sus decisiones en la vida social del país en general.
Cabe acotar que el libro de Bonilla contiene parte de los resultados de la segunda
investigació n de “Cambio Político en Venezuela”, sirviendo de base para el estudio de
los diferentes grupos que conforman las élites, su comportamiento y su inseparable
relació n con la masa. Sin embargo, es necesario destacar como punto aclaratorio e
importante que, al inicio del texto, José Agustín hace una breve intervenció n al final
del prefacio: El fracaso de las élites, que estaba listo para imprimir- se en los talleres
de la Imprenta Universitaria en octubre de 1970 y se retrasó hasta finales de dicho
mes, ya que la UCV fue allanada masiva y militarmente, como ya mencione.
Después de varios meses se autorizó que el libro se imprimiera en otros talleres de
imprenta. Asimismo, surgieron complicaciones adicio- nales con el personal del
CENDES, que en pú blica oposició n a la política universitaria de las autoridades
interinas impuestas por el Consejo Na- cional de Universidades Provisional (CNUP) y a
ciertas acusaciones por parte de funcionarios de CORDIPLAN de catalogar las
investigaciones del CENDES tendenciosas, llevaron al cierre del mismo. Este tipo de
situaciones son las que Silva Michelena recalcó como importantes y que Bonilla
expuso acertadamente al inicio del texto en forma limpia y acorde con la realidad que
se estaba experimentando.
Asimismo, los proyectos CONVEN, VENELITE y VENUTOPIA I (capítulo añ adido por
José Agustín al primer libro) y todo el cuerpo de investi- gadores que trabajó en los
mismos, ofrecieron valiosos instrumentos y resultados para el estudio de las muestras
con las que se trabaja en los textos. Cada uno de los mismos ofreció un modelo a
futuro para las metas a alcanzar entre los planificadores. VENUTOPIA I constituye un
modelo matemá tico del sistema político venezolano, mientras las demá s
contribuciones significan campos de corte cualitativo. En las muestras se consideró
una amplia gama de actores importantes para estudiar el cambio social: obreros
agrícolas, campesinos y obreros industriales, pasando por empleados comerciales,
empleados petroleros, maestros de

Algunos resultados de “Cambio político en Venezuela” 45
primaria, pá rrocos y líderes estudiantiles, organizados todos por grupos en sectores
funcionales econó micos, políticos y culturales y por estatus, segú n las diversas
variables que se consideraron en las investigaciones y que constituyen las
características de los grupos muestrales (edad, ingreso mensual, nivel educativo,
estatus socioeconó mico, etcétera).
De esta manera, Bonilla y Silva Michelena presentaron un texto don- de el principio y
el objetivo no eran los de contestar los problemas de cambio social, sino comprender
los términos por los cuales el mismo acontecía y se desarrollaba, siendo los grupos en
estudio partes para- digmá ticas de dicho cambio. Este trabajo fue de destacada
importancia para los planificadores, a fin de manejar los modelos y técnicas ex-
puestos por ambos coordinadores y demá s colaboradores para diseñ ar políticas
pú blicas eficientes, adecuadas a la realidad venezolana.
La publicació n inicial de los resultados en Exploraciones en aná lisis y síntesis y El
fracaso de las élites provocó que Bonilla y Silva Michelena co- menzaran a analizar
detenidamente el modo en que se conformaban los procesos que podrían dar un
cambio en profundidad al nuevo modelo de políticas sociales y econó micas y así poner
fin a los profundos fraca- sos que fueron décadas de tímidos ensayos anteriores. Para
conseguirlo, se alían en un esfuerzo con los profesores-investigadores del CENDES y
con el director y fundador Jorge Ahumada hasta su muerte. El caso de Venezuela
lidera el grupo que enfrenta este reto, después de haberse establecido seminarios
para aprobar dichos estudios con distintos profesionales nacionales y de otras partes
de América Latina.
En los momentos má s críticos, Bonilla y Silva Michelena obtuvieron apoyo de sus
amigos del CENDES así como de personas de la Oficina del Presidente y de
funcionarios locales. El CENIS del MIT, que brindó apoyo interinstitucional al CENDES,
fue de gran beneficio, ademá s de que por haber hecho contribuciones a las Ciencias
Sociales mitigó ten- siones que suelen surgir, aunque influyó considerablemente el
liderato de Ahumada y Millikan, ademá s de que existió iniciativa y definició n de
prioridades de la investigació n en el país a ser estudiado, suceso poco comú n entre
instituciones de EEUU y otras partes, lo cual creó en general armonía en el desarrollo
de los trabajos.
Como se puede apreciar, se hicieron aportes importantes con CON- VEN y VENELITE.
Metodoló gicamente en el primero, se plantearon

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46  José Agustín Silva Michelena
hipó tesis en el diagnó stico y la intenció n de hacer contribuciones para formular
políticas de desarrollo integral para idear estrategias que permitieran el estudio
masivo de los venezolanos. En el mismo participaron grupos de personas que
permitieron seleccionar, anali- zar y organizar los resultados obtenidos por
informantes clave para la investigació n.
Para CONVEN se realizaron aproximadamente 5.500 entrevistas de hora y media de
duració n cada una, siendo el tamañ o de la muestra de 200 casos y llevá ndose todo el
trabajo tres meses entre el 15 de julio y el 15 de octubre de 1963. Sin embargo, para
VENELITE, la selecció n de entrevistados fue mucho menos definida para el estudio
que las encuestas. El estímulo principal que motivó esa investigació n fue la no
aceptació n de la creencia en una clase o élite cual “clique pode- rosa, coherente y
fuertemente interconectada que dominaba la vida nacional”, ya que, al contrario,
hombres que recientemente habían llegado al poder o eran influyentes, aun con pocos
conocimientos sobre problemas de política nacional, podían desenvolverse durante
etapas críticas del desarrollo del país.
El equipo de VENELITE, encargado del proceso metodoló gico para dicho trabajo,
había adelantado la tarea de identificació n de las personas a entrevistar, cuando el
CENIS del MIT entró a participar. Mediante métodos bá sicos utilizados en estudios
sobre estructuras de poder nacional o en comunidades, incluyendo obviamente las
fallas que pudieron surgir, má s la revisió n de una amplia lista de personas influyentes
como ejecutivos de compañ ías de má s de un milló n de bo- lívares de capital,
compañ ías de seguro, bancos, cá maras de comercio, empresas extranjeras, ministros,
funcionarios, rectores de Universida- des, decanos de Facultades, maestros, líderes
estudiantiles, miembros del alto clero y demá s.
Aun así, de las esferas militares no se pudo obtener un organigrama completo. Al final
se recopilaron 1.088 nombres, lista que se evaluó y organizó en funció n del poder de
los individuos y su importancia a escala nacional. Las técnicas de investigació n
empírica que se presen- taron en los trabajos contribuyeron ampliamente para
comprender los sistemas políticos nacionales como unidades integrales. De allí, tanto
el Esquema Analítico Integrado presentado por Bonilla y Silva

Algunos resultados de “Cambio político en Venezuela” 47


Michelena, así como los estudios sobre nacionalismo, la burocracia y los grupos
rurales, muestran apoyo cuantitativo y cualitativo para la formulació n de políticas
pú blicas y, sobre todo, como base para los planificadores que les permitirá analizar los
sistemas sociales frente a sus cambios que abarcan, incluso, hasta las comprensiones
psicoló - gicas de los grupos.
VENUTOPIA y sus experimentaciones numéricas con un modelo político permitieron
alcanzar la ardua tarea de una síntesis a escala nacional para comprender todas las
“consecuencias ló gicas que pueden surgir al aceptar un conjunto dado de premisas
sobre el funcionamien- to del sistema político venezolano”, permitiendo escapar de las
rígidas encuestas y también examinar teorías de cambio y sus consecuencias. Esto sin
pretender que dicha obra se considere una herramienta de cambio absoluto para
comprender a la sociedad venezolana y mucho menos querer cambiarla. Al contrario,
son aportes prospectivos consi- derables sobre el comportamiento social, político,
econó mico y cultural del país que permitirá avanzar en la compresió n de las
transformacio- nes sociales, de la població n en general con sus características y sus
funciones, así como encontrar un mayor sentido a los estudios sobre planificació n y
formulació n de políticas pú blicas.
El tercer libro contentivo de resultados de las investigaciones reali- zadas es de la
autoría de Silva Michelena y fue publicado en 1971 bajo el titulo Crisis de la
democracia. Dicho trabajo fue planificado a partir de 1962 cuando Jorge Ahumada
comenzó a idear el programa de in- vestigaciones del CENDES. Asimismo, y
mencionado por José Agustín, el CENIS y otras dependencias del MIT facilitaron con su
ayuda para resolver parte de la presió n que para el autor significó la elaboració n del
libro. Al respecto José Agustín menciona especialmente a los profesores-
investigadores Stuart Macintosh y David Grieffel, quienes contribuyeron con el diseñ o
de las herramientas de aná lisis que se uti- lizaron. El estudio para el libro fue
financiado por la UCV, CORDIPLAN y la Fundació n Ford.
En este libro, Silva Michelena trata un tema de suma importancia nacional y también
polémico, que no só lo el mismo título lo dice sino por todo el complejo social que
involucra el tema. Un importante pun- to es la identidad que los grupos sociales
definen sobre un territorio

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48 José Agustín Silva Michelena
dado, incluyendo su autonomía política, integració n social, econó mica y cultural. El
autor advierte que dichas acciones no se realizan separadas sino simultá neamente.
Las identidades pasan períodos de crisis. Son pre- cisamente esas crisis las que
permiten entender los niveles de desarrollo de una sociedad. La integració n social es
fundamental para la identidad. Por lo tanto, dicha integració n debe resolverse, “es
decir, la eliminació n de barreras culturales, sociales y étnicas sobre cuya base se
segregan de la vida nacional grupos numéricamente importantes” que impiden el
desarrollo de la sociedad, atrasá ndola en comparació n con otras”.
Claro está que el factor histó rico particular es vital si se pretende comprender la
construcció n de la identidad, siendo un importante punto el sistema de autoridad. En
muchos casos de América Latina, después de la Independencia, cada país sufrió sus
respectivos cambios. La presencia de caudillos y dictadores hizo que se
experimentaran períodos de inestabilidad política, econó mica y social. Aunque en
ciertos países caudillos centralizaron el poder porque disponían de suficientes medios
para mantener ejércitos y porque existía cierta pros- peridad econó mica, la
concentració n del poder nacional no permitía impulsar, como bien lo menciona Silva
Michelena, el progreso de la racionalizació n de la autoridad.
Venezuela es un caso de notoria trayectoria ya que el pasado histó rico delata el
presente:
Muchos autores han mostrado que el establecimiento de normas especificas de fun-
cionamiento, orientaciones hacia el logro de objetivos nacionales explícitos, encuentra
serios obstá culos en las inclinaciones personalistas, caudillistas y nepó ticas heredadas
del pasado.
Asimismo, la notable falta de internalizació n de las identidades se ve en América
Latina cuando la participació n política se da en la leal- tad a partidos y líderes
políticos y no al propio sistema, cambiando dichas lealtades en la medida en que
cambia principalmente el am- biente socioeconó mico. También la influencia de países
como EEUU en Latinoamérica sobre la vida política y econó mica es un punto que
permite comprender có mo se han generado los cambios sociales en nuestros países.

Algunos resultados de “Cambio político en Venezuela” 49
Siempre que un país latinoamericano ha confrontado una situació n interna crítica, en
donde los intereses econó micos o políticos de los Estados Unidos pudieran ser o han
sido afectados, la política de los Estados Unidos ha sido la de intervenir directa o indi-
rectamente a favor de la fracció n má s conservadora.
Sin embargo, no es só lo la situació n política, econó mica o social, sino también la
cultural aquella que merece para José Agustín una vital comprensió n de có mo los
grupos sociales orientaban sus aspiraciones hacia la nació n. É ste es un tema que
persigue durante varios capítulos del libro, ya que del mismo se comprende la
internalizació n de valores nacionalistas o patrioteros en el país para aprehender así la
capacidad política de los venezolanos.
Para Crisis de la democracia se utilizó una metodología denominada “aná lisis de
cumos o racimos” para verificar la relació n entre las va- riables y así depurar la
informació n de los grupos muestrales para la investigació n.
Así, por ejemplo, saber que los cambios educacionales (tal como se expresan en el
nivel educacional de los individuos y sus padres y en la movilidad educacional) está n
rela- cionados con los cambios que experimentan en edad, prestigio, ingreso y su
movilidad ocupacional y residencial.
Sin embargo, la metodología serviría de muy poco si antes no se analizaban las
características histó ricas que marcan al país. Desde el sistema colonial hasta el
presente, se ha resaltado que aun bajo la des- organizació n administrativa y política
que imperaba en Venezuela, la riqueza siempre fue un factor resaltante. Claro está ,
como se mencionó , la dominació n del poder por grupos sociales sobresalientes, entre
ellos caudillos y dictadores, hizo que la imagen del poder político y socioeco- nó mico
presente se viera reflejada en el pasado histó rico y se crearan tensiones políticas y
una identidad cambiante respecto a los actores sociales dentro de las distintas esferas
de poder existentes, no só lo la econó mica, la política o la social sino también la
educacional.
Así, habiendo estudiado los tiempos desde José Antonio Pá ez, la concentració n
nacional del poder y el militarismo, se vio có mo el país no só lo experimentó varios
períodos de cambio en su sustentabilidad
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50  José Agustín Silva Michelena
econó mica –agraria y después petrolera– sino también en su percepció n sobre la
administració n y las relaciones extranjeras con las potencias. Fueron sucesos
histó ricos de alzamientos, protestas y llamados nacio- nalistas que definirían las
visiones futuristas de los grupos y del cambio social en Venezuela, incluyendo al
dictador Marcos Pérez Jiménez y sin dejar de mencionar al movimiento estudiantil de
1928, importante para el desarrollo político del país.
Hubo momentos de gran tensió n social y política, sobre todo tras el fervor comunista
y la consecuente persecució n y acusació n de posi- bles grupos simpatizantes de tales
tendencias ideoló gicas y políticas. También los conflictos con el clero fueron un
importante suceso de la vida política venezolana.
De modo que la transició n caudillista del país marcaría un estilo significativo de vida
tanto política como econó micamente. “Cerrado el canal econó mico, la ú nica vía de
ascenso social que quedaba abierta era la participació n de las montoneras o revueltas
políticas, ya que la edu- cació n continuaba siendo el privilegio de una élite muy
reducida.”
Los conflictos con países extranjeros como el bloqueo en 1902 de Venezuela por
barcos alemanes, ingleses e italianos fueron parte de un reclamo por el “pago de una
deuda que equivalía, aproximadamente, a dos tercios del ingreso de la hacienda
pú blica”. Esto ocurrió duran- te la dictadura de Cipriano Castro, quien, tras lanzar una
proclama ardiente, logró incitar el llamado nacionalismo criollo. La presió n de varios
países latinoamericanos llevó a que EEUU influyera en el con- flicto. “El fallo se dictó
en 1904 y fue favorable a las grandes potencias, sin que hubiera ninguna
manifestació n nacionalista por parte de los venezolanos”.
Todos los sucesos descritos, recordando los má s resaltantes, hicieron que el sistema
político cambiara constantemente por el lado de la expansió n, institucionalizació n y
administració n, con momentos de estabilidad e inestabilidad. El deseo de
participació n política nacional era un punto de suma importancia, sobre todo
recordando la institu- cionalizació n de la participació n popular en la política. Un punto
de quiebre en la secuencia de dictaduras y la designació n de los nuevos presidentes
por sus sucesores aconteció con la llamada Revolució n de Octubre de 1945. En la
Constitució n que los líderes de la misma, entre

Algunos resultados de “Cambio político en Venezuela” 51


militares y miembros de Acció n Democrá tica, especialmente Ró mulo Betancourt,
elaboraron, se estableció por primera vez un mecanismo democrá tico que incluía a las
mujeres y los analfabetos:
Al hacer el voto directo, universal y secreto, sin discriminaciones de ninguna clase, con
excepció n de la edad límite, que se bajó de 21 a los 18 añ os. Esta ú ltima medida es de
gran significació n para un país como Venezuela, que no solamente es joven él mismo,
sino que sus jó venes, al menos los que logran llegar al bachillerato, se politizan tanto.
El surgimiento de los partidos políticos como Acció n Democrá tica (AD) y el Comité de
Organizació n Política Electoral Independiente (COPEI) es una muestra má s del
cará cter sociopolítico que se estaba generando en el país, existiendo ademá s una
orientació n religiosa que aglutinó a una parte de la població n simpatizante hacia este
ú ltimo partido. La burguesía y el Gobierno comenzaron ideoló gicamente a tener roces,
principalmente con AD, al cual veían llevando al poder a gente de poca clase. “Acció n
Democrá tica estaba llevando a gente de la ‘chusma’ y a ‘negros’ a ocupar altos cargos
en el Gobierno y a inte- raccionar con las má s rancias familias caraqueñ as”. Las
medidas del Gobierno a favor de la educació n oficial y el control de la educació n
privada provocó protestas por parte de dirigentes de colegios cató licos y se comenzó a
dudar de si AD era o no un partido cató lico.
Asimismo, se experimentaron procesos de cambio en las clases so- ciales en América
Latina. La dependencia de un sistema capitalista de producció n y los cambios durante
la Segunda Revolució n Industrial, pasando Venezuela de ser un país agroexportador a
ser totalmente petrolero (caso aplicable a algunos otros países latinoamericanos)
produjo clases sociales vinculadas má s “por el grado de desarrollo de las fuerzas
productivas que por un cambio cualitativo en las relaciones de producció n”, todo
producto de un proceso histó rico de desarrollo de la dependencia econó mica,
expresada por la inserció n subordinada de la regió n en el sistema-mundo.
Por tal razó n, se consideraron para los grupos muestrales las rela- ciones entre el
estatus socio-econó mico, el estilo de vida y la esfera institucional para resaltar los
estratos má s importantes, para conside- rar la relació n del estilo de vida econó mica y
sociopolítica en el país,

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52 José Agustín Silva Michelena
dado el sistema de dependencia observado en la fuerte presencia de las compañ ías
extranjeras que no só lo influían en las imá genes, valores y posiciones sino también en
–como José Agustín identifica– la jerar- quía social. Cabe acotar que esto no es
exclusivo de nuestro país ya que muchos otros en América Latina, como lo resalta el
autor, también se han visto influenciados de la misma forma, unos má s que otros,
como es el caso extremo de Puerto Rico, todavía un estado asociado a EEUU sin
independencia como Estado-nació n.
Se consideraron grupos de todas las clases, desde pequeñ os comer- ciantes y
ejecutivos, incluyendo líderes estudiantiles y obreros, quienes Silva Michelena
consideraba que, por su relevancia histó rica e influen- cia política, habría que
prestarles una especial atenció n. Del mismo modo, se tomaron a los habitantes de
“ranchos”, donde, ademá s del alto índice de desempleo, se podía comprender a través
de ellos “cierto tipo de conflictos propios de una sociedad dependiente que se
urbaniza rá pidamente”. También se consideró el nivel de la capacidad de decisió n
junto al estatus socioeconó mico y la movilidad residencial.
La urbanizació n como proceso de cambio para Venezuela fue decisiva en la
estratificació n de las clases sociales y de los problemas que trajo consigo, ademá s la
dependencia social. Existen entonces tanto una movilidad horizontal de migració n, del
exterior y nacional, como una movilidad vertical, es decir, el cambio en la jerarquía
social existente, impulsado por factores econó micos o sociopolíticos. Se estudió la
rela- ció n entre los grupos muestrales de los padres e hijos para verificar el cambio
social existente en la movilidad de las clases tanto en el á mbito educacional como en el
socioeconó mico.
Así, tomando en cuenta la procedencia familiar en el estatus, en palabras del autor:
Nos parece má s plausible que los individuos que provienen de familias ubicadas en
una posició n social relativamente alta, pero no la má s alta, prefieren las carreras
culturales o políticas, tanto porque son culturalmente prescritas como porque
perciben que la élite econó mica es má s exclusiva.
El caso contrario se refiere a las personas pertenecientes a las clases sociales má s
bajas, quienes buscaban en el sistema econó mico posibi-

Algunos resultados de “Cambio político en Venezuela” 53
lidades de ascenso. Incluso, los cambios en la movilidad ocupacional también fueron
importantes para determinar la capacidad de cambiar el estatus social y, aú n má s
importante, en las esferas en que dichos sucesos ocurrían. “Los venezolanos
frecuentemente cambian de trabajo y, entre 1958 y 1963, cuando los entrevistamos, el
cambio de empleos debió ser particularmente intenso, especialmente en las esferas
polí- tica y cultural”.
Dichos cambios de estatus de clase influyeron en la psicología colec- tiva de los
venezolanos. La exposició n a los medios de comunicació n de masas es importante,
independientemente del estatus de clase, ya que la misma mantiene altos índices para
los venezolanos, aun consi- derando los porcentajes que Silva Michelena señ aló y
defendió :
El hecho de que solamente un 22 por ciento de los habitantes de ranchos, un 9 por
ciento de los obreros agrícolas, un 3 por ciento de los conuqueros y 1 por ciento de los
campesinos en asentamientos agrarios, hayan sido clasificados como de alta
exposició n a los medios de comunicació n de masas, porque, en este contexto, “alta”
significa una persona que lee el perió dico diariamente y revistas por lo menos varias
veces a la semana y/o escucha radio todos los días y, como mínimo, ve la televisió n
varias veces a la semana y va al cine una vez al mes o má s a menudo.
Esta cita sirve de reflexió n al lector para que se dé cuenta de que las cifras de
exposició n revelan cambios má s significativos en el fondo, aú n en circunstancias de
analfabetismo de grupos sociales como campesinos o conuqueros, quienes obtuvieron
informació n política mediante medios de comunicació n de masas –perió dicos, radio,
tele- visió n, revistas– y partidos políticos –perió dicos partidistas o mítines del
partido–, siendo relevante que los grupos sociales que nacen en el país tienden a
involucrarse má s con la informació n política que los venidos del exterior.
Dichas características psicoló gicas de la colectividad se muestran en la capacidad de
construcció n mental de un patriotismo o nacionalismo latente hacia el Estado,
definiciones muy distintas entre sí con respecto al modo de concebir la vida política de
un país. Como Silva Michelena menciona, a los grupos muestrales se les sometió a una
serie de pregun- tas de un cuestionario para determinar dichas inclinaciones. Los
puntos

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54  José Agustín Silva Michelena
má s resaltantes en el trabajo para establecer la psicología colectiva de los venezolanos
sobre la cual basar sus orientaciones normativas es el grado en que las personas
aceptan la extensió n del poder del Estado por encima de otras instituciones como la
familia, la profesió n u ocu- pació n y los partidos políticos, siendo los grupos políticos y
culturales los de mayor índice de nacionalismo, a diferencia de otros grupos que se
desenvuelven en la esfera econó mica.
Claro está , segú n esta investigació n, los grupos con estatus socioeco- nó mico alto
estarían má s orientados a influir en los grupos de clase social baja, como obreros o
campesinos, y ademá s tienden a estar má s relacionados a experiencias políticas en el
país. Sin embargo, también aquellos pertenecientes al estatus medio tienen gran
influencia política porque tienen una experiencia de cambio y una eficacia política.
Sobre esto, Silva Michelena menciona en el trabajo: “Quizá má s convincente es que la
eficacia política guarda también una relació n muy estrecha con otras orientaciones
normativas, como el nacionalismo y el estilo de evaluació n, tal como la evidencian sus
respectivos coeficientes de correlació n”.
Asimismo, cada grupo, como líderes estudiantiles, pá rrocos, maestros de escuela y
profesores universitarios, entre otros, utilizaría diversas herramientas como
manifestaciones pú blicas o protestas, y los medios de comunicació n de masas para
influir en el Gobierno, siendo unos ac- tos má s pacíficos con respecto a otros má s
insurgentes o provocadores, encontrá ndose por lo tanto una propensió n hacia la
violencia.
Las manifestaciones de violencia política que eran utilizadas por el proletariado han
dejado de ser sencillamente exclusivas de estos gru- pos, ya que, como lo menciona el
autor, la huelga general de enero de 1958 que ayudó a derrocar la dictadura de
Marcos Pérez Jiménez, “es un ejemplo de que movimientos rebeldes, policlasistas y no
específica- mente revolucionarios, pueden utilizar exitosamente ese instrumento”. A
dicho acontecimiento se sumaron grupos de estatus alto como ejecu- tivos petroleros,
banqueros y dueñ os de grandes industrias, entre otros, que brindaron apoyo y
participació n en el orden del nuevo gobierno. Cada grupo, entonces, manifestaría una
actitud hacia la violencia: unos má s inclinados a las protestas má s agresivas contra el
Gobierno, otros neutrales y otros de orden legalista.

Algunos resultados de “Cambio político en Venezuela” 55


Esto de por sí denota los denominados estados mentales de la socie- dad venezolana.
José Agustín recuerda entonces el documento inicial de 1961 de Jorge Ahumada
cuando expone: “No se necesita una inves- tigació n muy profunda para llegar a la
conclusió n de que algo anda mal en la sociedad venezolana. En todos los aspectos de
la sociedad, el observador queda inmediatamente impresionado por el tono pre-
dominante de violencia e inseguridad”.
Y es que a pesar de los distintos puntos de vista que los grupos pue- dan tener frente a
la violencia, como ya se mencionó , Venezuela tiene un pasado histó rico violento desde
la Colonia hasta los gobiernos má s reaccionarios o aquellos que no se consideraran en
su momento como democrá ticos por el pueblo. Asimismo, las aspiraciones y logros
dentro de los estados mentales del venezolano, segú n los estudios realizados a los
grupos muestrales, expuso claros resultados de los mismos a en- focarse má s en sus
logros que en sus posibles aspiraciones (recuérdese que estas ú ltimas está n basadas
en ideales o visiones a futuro).
La construcció n psicoló gica del país también viene dada por las evaluaciones que las
personas hagan de los sistemas políticos, ya que de los mismos se percibirá el apego o
no de la eficacia política o de su composició n caó tica. Silva Michelena resalta que la
estructura social es dependiente de las características de los grupos:
En cualquier grupo, mientras mayor sea el porcentaje de personas de elevado estatus
socioeconó mico, con una experiencia intensiva de cambio, que tengan un ethos
positivo y un estado mental autó nomo, mayor será la probabilidad de que
encontremos una gran proporció n de individuos que perciban la política nacional
como caó tica, pero que al mismo tiempo tiendan a oponerse a la intervenció n militar y
probablemente a considerar las res- ponsabilidades de un partido político como no
vinculadas a grupo alguno en particular.
Resalta asimismo que lo mencionado es una exposició n general, pues existen otros
grupos como los líderes estudiantiles, que no entraban en la misma categoría.
Expuestos los puntos principales, Silva Michelena trató de analizar la situació n de
construcció n política en Venezuela. Así, estudió la capaci- dad política de los grupos
considerando, no só lo el grado de influencia intergrupal, sino igualmente los
resultados que se obtenían de las decisio-

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56  José Agustín Silva Michelena
nes y negociaciones entre los mismos. También se observó la relevancia de có mo es
considerada una participació n política, segú n el cuestionario expuesto a los grupos,
donde incluso las reuniones sindicales o huelgas son consideradas formas de
participació n. Como también lo es la parti- cipació n en organizaciones voluntarias
que, aun no siendo consideradas políticas, ejercen una marcada influencia en la
participació n ciudadana de los individuos, lo cual aumenta su interés en la capacidad
política de los mismos. Incluso, mencionado por el autor, no má s de 11% de los gru-
pos muestrales encuestados respondieron a favor de alguna asociació n voluntaria
para resolver ciertos problemas presentados en el país.
Del mismo modo, las relaciones interpersonales de personas de dis- tintas esferas
institucionales hacen que la capacidad y la participació n políticas sean má s activas,
como aquellos entrevistados que menciona- ron ser participantes en alguna
organizació n cívica, siempre y cuando entre dichas relaciones exista cooperació n, sin
tintes de desconfianza o conflictos entre ellos.
Al igual que el trabajo mencionado de Bonilla, Silva Michelena contribu- yó con Crisis
de la democracia a evaluar la capacidad política de la sociedad –recuérdese que el
primer autor investigó en funció n de có mo se daban las relaciones de poder dentro de
las élites venezolanas, considerando la marcada influencia de los grupos para el país–
englobando adecuada- mente las relaciones econó micas y de urbanizació n
fundamentales para la investigació n y comprensió n del tema. Se obtuvieron
conclusiones muy prometedoras, como el optimismo de los grupos frente al futuro del
país, aun con las desigualdades econó micas y sociales existentes, orientaciones
compatibles con el desarrollo, el grado de heterogeneidad cultural entre los grupos, de
informació n y asimilació n política, y como punto resaltante, la diná mica frente a los
cambios en una política determinada. En líneas generales, junto con el aporte
investigativo de Bonilla, Silva Michelena logra dibujar el paisaje político venezolano
presente y pasado, conside- rando todas las aristas que el mismo tema traía consigo,
pero revelando el inmenso trabajo que significó no só lo el estudio de los grupos mues-
trales, sino los aportes cualitativos y cuantitativos que se obtuvieron para contrastar
las afirmaciones que se hicieron al respecto.
Crisis de la democracia, ademá s de ahondar en la actitud política del venezolano,
explica la problemá tica del tema central del libro. Si bien

Algunos resultados de “Cambio político en Venezuela” 57


el país histó ricamente parte de una línea de caudillos y dictaduras acompañ adas de la
siempre presente violencia política –aunque má s adelante se hayan comenzado a
instaurar bases democrá ticas má s liberales para elegir gobernantes, así como la total
libertad para que todos los ciudadanos, sin discriminaciones, puedan ejercer su dere-
cho al voto–, no existe una sociedad civil concreta como tampoco una comprensió n
política de la misma.
Las esferas política y cultural no só lo son inestables en términos la- borales, sino que
la participació n ciudadana también lo es. Entonces, aun reconociéndose actitudes
democrá ticas en el país, la consecuente violencia política, ya no por parte de
sindicatos sino por una diversidad de clases, desde las má s bajas hasta las medias,
como líderes estudian- tiles, pasando por las má s altas, terminan por denotar no só lo
la exis- tencia de la inestabilidad política, cultural y econó mica, sino que en igual
forma esto se ve reflejado en el todavía poco apego democrá tico de la confianza hacia
el sistema.
La vigencia de los planteamientos de Silva Michelena en este libro se muestra, una vez
má s, en la ruptura que se produce en la democracia a raíz de la elecció n del
comandante Hugo Chá vez Frías como presidente en las elecciones de 1998. Después
de una aparente estabilidad de la democracia y sus instituciones por 40 añ os (1959 a
1999), éste las desmonta en poco tiempo y desarrolla un proyecto de dominació n que,
a las alturas de 2009, carece de los basamentos republicanos y democrá ticos liberales
de la época anterior, por ejemplo mediante la sumisió n de todos los poderes al del
gobierno cuyo ú nico liderazgo ejerce el Presidente. En rigor, es esta la continuació n de
la crisis de la democracia analizada por Silva Michelena.
Valga añ adir que en este mismo período también se desarrolló en el CENDES un
estudio de experimentació n numérica sobre Estilos de desarrollo. Fue un grupo de
investigadores encabezado por Oscar Var- savsky y Carlos Domingo y compuesto por
otros colaboradores el que construyó varios estilos de desarrollo como modelos
matemá ticos, de modo que a través de la experimentació n numérica se pudiera eva-
luar la viabilidad de cada uno de ellos. Este proyecto tuvo repercusió n posterior en
otros países latinoamericanos, pero no logró continuidad en el CENDES. José Agustín
estaba inicialmente entusiasmado, pero comprendió su complejidad, y desistió de la
idea de continuarlo.

Un período de reconstrucció n


e intensa labor
Los primeros tiempos después de la reapertura del CENDES los dedicó el equipo
directivo llamado Comisió n Técnica (Travieso, Silva Michele- na y el coordinador de
Estudios Eduardo Valenzuela –después Marco Negró n–, má s un representante electo
de los profesores-investigadores y otro de los estudiantes) a restablecer las
condiciones para comenzar de nuevo la docencia, bá sicamente el Curso de Maestría en
Planificació n del Desarrollo, y a desarrollar unos proyectos de investigació n.
Con ello, se dio simultá neamente una reorganizació n interna del Instituto. La
organizació n existente se fundamentaba en el reglamento del CENDES del añ o 1961 y
determinaba la existencia de tres depar- tamentos: el econó mico, el social y el de
teoría de la planificació n. Por ello, se decidió que el CENDES se dedicara a una
investigació n que incluía a todos los departamentos. Se llamó “Prediagnó stico de la
situació n actual del país”, en sus aspectos econó micos, sociales y urbano-regionales.
Esto produjo algunos importantes resultados.
Sin embargo, algunos sentían que la forma como estaba organizado el CENDES
impedía mantener el espíritu inicial del instituto. Por ello, escribí el 7 de octubre de
1974 a Jose Agustín, quien estaba en Inglate- rra, resumiendo los deseos bá sicos de los
que está bamos a favor de la reorganizació n (ademá s de mí, principalmente el director
Fernando
59

Biblioteca Biográ fica Venezolana


60 José Agustín Silva Michelena
Travieso y los profesores Marco Negró n, Sonia Barrios y Lourdes Yero, entre otros):
En una reunió n se llegó a ciertos acuerdos bá sicos, sobre todo en lo referente a (1) la
reestructuració n del CENDES para borrar los vicios de la excesiva burocratizació n a la
cual hemos llegado en los ú ltimos tiempos, (2) el intento de establecer tentativamente
dos equipos independientes de Departamento alguno para ver si son posibles y
deseables futuros cambios en la estructura organizativa del Instituto y (3) la bú squeda
de meca- nismos de una mejor informació n dentro del mismo.
Esta reorganizació n no se dio sin conflictos. En la misma carta escribí:
Nada de ello se ha realizado. No sé decirte las razones; una muy fuerte es seguramente
una cierta inercia; otra puede ser que alguna gente no tiene ganas de enfrentarse a
otra. En breve, la proposició n de hacer independientes equipos se fue al suelo: el
equipo cultural fue integrado completamente en el Departamento Social, el equipo
político no se ha creado aú n (...) Por el momento parece ser que el equipo político se
va a crear bajo la direcció n y responsabilidad intelectuales mías, pero integrado al
Departamento Social.
Nuestro deseo de reorganizació n lo resumí en la carta un tanto apo- calípticamente:
“Lo que pasa es que me parece que estamos perdiendo mucho de la mística que
caracterizaba al Instituto, y eso es muy malo. Estamos convirtiéndonos cada día má s
en un instituto cualquiera, claro está que con la particularidad de que todos somos
amigos”.
José Agustín me contestó en una carta fechada el 18 del mismo mes. Expresó su
acuerdo general con nuestras inquietudes, pero introdujo un elemento que fue
decisivo en la solució n a la que finalmente llegamos:
A mi entender, lo que tenemos que atender prioritariamente es la creació n de oportu-
nidades (tiempo) para que cada quien pueda hacer su trabajo. Hay exceso de
reuniones, exceso de comisiones, exceso de docencia (para algunos), exceso de
consultas, en suma, exceso de cosas que quitan tiempo al trabajo de investigació n y,
por tanto, se magnifica la no productividad (...). El problema (...) se debe a que quizá s
la tarea que nos hemos fijado es demasiado compleja como para realizarla en tan poco
tiempo. A la gente le cuesta trabajo asimilar planteamientos que no son los
acostumbrados y, ademá s, inevi- tablemente se fijan sus propias prioridades. Esta es
una tendencia bastante acentuada en cualquier intelectual.

Un período de reconstrucció n e intensa labor 61
En otras palabras, pensá bamos, yo incluido a pesar de tener poco tiempo como
investigador-profesor, con cierta nostalgia en lo que había sido el CENDES en sus añ os
iniciales: una innovació n dentro de la estructura de la Universidad, tanto institucional
como académico- intelectual y que era necesario y posible recuperar ese espíritu.
Después de largas y a veces penosas discusiones y negociaciones entre la Comisió n
Técnica y la Sub-Comisió n de Investigaciones, compuesta por los Jefes
departamentales, se llegó finalmente a una solució n, con la intervenció n de Silva
Michelena desde lejos, de la que pensá bamos erra- dicar los vicios que habíamos
detectado, incluidos los que señ alaba José Agustín: la de crear varias á reas temá ticas
como unidades má s pequeñ as que los Departamentos, inicialmente el Á rea de
Desarrollo Econó mico, el Á rea de Desarrollo Sociopolítico, el Á rea de Desarrollo
Urbano-Regional, el Á rea de Desarrollo Cultural y Educativo, el Á rea de Desarrollo
Histó - rico, el Á rea de Teoría y Método de la Planificació n y, algunos añ os má s tarde, el
Á rea de Desarrollo Científico y Tecnoló gico.
Cada profesor-investigador pertenecía a alguna de las Á reas y tenía su campo de
trabajo específico, acorde con su formació n y escogencia, de comú n acuerdo con el Jefe
de Á rea. Los Jefes de las mismas conformaron la Sub-Comisió n de Investigaciones,
ó rgano asesor del Coordinador de Investigaciones y de la Comisió n Técnica. En cada
una de las Á reas se formularon uno o varios proyectos de investigació n cuyos
resultados fueron ampliamente difundidos en documentos mimeografiados que
llamá bamos Cuadernos del CENDES, ademá s de en revistas especializa- das nacionales
y latinoamericanas y en libros. Ademá s, existían las investigaciones inter-á reas.
Es menester recordar que esta reorganizació n no só lo administrativa sino también
académica coincidió con un importante cambio para- digmá tico en la Ciencia Social de
América Latina. En efecto, en 1969 apareció el libro Dependencia y Desarrollo en
América Latina de la autoría de Fernando Henrique Cardoso y Enzo Faletto. Este
ensayo tiene como uno de sus principales objetivos él de construir un aná lisis integral
con énfasis especial en el papel de los actores sociales. A modo de anécdo- ta cabe
anotar que la aparició n de este texto cambió la temá tica del Congreso de la Asociació n
Latinoamericana de Sociología (ALAS) de

Biblioteca Biográ fica Venezolana


62  José Agustín Silva Michelena
diciembre de 1969 en Ciudad de México. En adelante, el enfoque de la dependencia
(como lo llamaban Cardoso y Faletto) influyó de modo decisivo en el quehacer
científico-social de prá cticamente todos los centros e institutos, universitarios o no, en
la regió n. Incluso, se formó un intenso debate entre los que seguimos al enfoque de la
dependen- cia y los que proclamaron la “teoría de la dependencia”, una suerte de
teoría del imperialismo desde la periferia del sistema mundial, y cuyos portavoces
principales fueron Rui Mauro Marini, Theotonio Dos Santos, Vania Bambirra, André
Gunder Frank y, en cierta medida, Aníbal Quijano. La polémica se basaba en que los
primeros sostenían que, aú n en condiciones de la dependencia, un desarrollo
capitalista era posible, mientras que los segundos afirmaban que la dependencia y por
ende el subdesarrollo no eran posibles de superar sino a través de una “revolució n
socialista”. Esta diferencia implicaba también que los que seguíamos las tesis de
Cardoso y Faleto entendíamos que el en- foque permitía la incorporació n y el uso de
varias teorías socioló gicas e interpretaciones histó ricas (por ejemplo la weberiana,
parte de la estructural-funcionalista, el liberalismo clá sico y otras), mientras que los
teó ricos de la dependencia permitían solamente la teoría marxista- leninista como
base de su aproximació n. Esta polémica ocupaba a la comunidad científico-social
durante toda la década de los setenta en cuanta reunió n o congreso se realizaba.
En el CENDES predominaba el enfoque de la dependencia, lo cual se explica por la
diversidad de las disciplinas representadas por los profesores-investigadores y por el
cará cter interdisciplinario que Silva Michelena y la mayoría de los Jefes de Á rea
considerá bamos una “marca registrada” de nuestro instituto.
Entre los proyectos inter-á reas destacaba el de una visió n integral de la historia y la
situació n de América Latina y Venezuela. Fueron bá sicamente las á reas de desarrollo
sociopolítico y de historia las que estuvieron involucradas en este estudio. Los
respectivos jefes de á rea éramos José Agustín y posteriormente yo de la primera y el
historiador Germá n Carrera Damas de la segunda. En este contexto se elaboraron dos
series de publicaciones, una referida al sistema mundial y sus re- laciones internas y la
segunda centrada en el desarrollo histó rico de

Un período de reconstrucció n e intensa labor 63


Venezuela y América Latina. El Á rea Socio-Política, una vez concluida la investigació n
sobre el sistema mundial, diseñ o un nuevo proyecto llamado “Estructuras y procesos
del sistema político venezolano”. José Agustín y yo está bamos a la cabeza del mismo y
lo percibimos como una contribució n tanto al saber académico de lo que había pasado
y estaba pasando en la política venezolana como a la estrategia del Movimiento al
Socialismo (MAS) y demá s sectores de la izquierda no vinculada a AD, el PCV y URD.
Subrayó este aspecto en una carta de fecha 20 de junio de 1976 a nuestro colega
colombiano Orlando Fals Borda, reiterá ndole una invitació n anterior a sostener
discusiones sobre el proyecto en su pró xima visita a Caracas. Por cierto, este proyecto
recibió un sustancioso aporte financiero del Consejo Nacional de Investigaciones
Científicas y Tecnoló gicas (CONICIT), el cual nos permitió incorporar algunos jó -
venes investigadores como Thaís Maingon, Luis Gó mez Calcañ o, Edgar Ravelo y, con
dedicació n parcial, Miriam Kornblith, entre otros.
En la docencia, se continuaba la realizació n de los Cursos de Maes- tría en
Planificació n del Desarrollo, en marcha desde los inicios de la institució n. Durante la
década de los añ os 70, se diversificó la oferta de docencia, por ejemplo mediante el
establecimiento de especiali- dades de nuestro Curso base: Cursos de Maestría en
Desarrollo Eco- nó mico, ídem en Desarrollo Social, en Desarrollo Urbano-Regional y
en Desarrollo Científico-Tecnoló gico, los cuales estaban a cargo de las respectivas
Á reas, con el dictado de las materias generales a cargo de profesores-investigadores
de las disciplinas de las otras Á reas. Es importante destacar que los pensa y los
contenidos de los Cursos y materias estaban (y aun está n) sujetos a una revisió n
permanente que garantizara (y garantice) su actualidad.
Fue entre 1978 y 1979 que la Comisió n Técnica nos encargó a José Agustín y a mí la
elaboració n de un proyecto de doctorado en Ciencias Sociales, menció n ciencias del
desarrollo, el cual fue aprobado por el Consejo Universitario de la UCV el 23 de Julio
de 1980. Una de las innovaciones que introdujimos en el Programa de Doctorado fue
la posibilidad de obtener créditos a través de investigaciones tutoreadas por
profesores, adicionales a los que los estudiantes tenían que adquirir mediante la
asistencia a seminarios. En Septiembre de 1980 se abrió el

Biblioteca Biográ fica Venezolana


64  José Agustín Silva Michelena
primero de los Cursos, cambiando má s tarde el nombre en Doctorado en Estudios del
Desarrollo. En los añ os siguientes y hasta hoy día, 77 Doctores en Estudios del
Desarrollo han egresado de la Universidad Central de Venezuela. Valga la estadística:
este nú mero representa el 30 por ciento de los que se habían inscrito, un porcentaje
relativamente alto incluso a nivel internacional, pues la deserció n en estudios de
doctorado es normalmente mayor.
Los cambios paradigmá ticos y epistémicos mencionados antes hizo evidente que la
influencia del desarrollismo de la CEPAL en las ciencias sociales declinó
considerablemente, pese a que algunos de los que traba- jaban en esa Comisió n se
vincularon al enfoque de la dependencia (por ejemplo Julio Cotler, Celso Furtado,
Rolando Franco, Jorge Graciarena, Oswaldo Sunkel, Víctor E. Tokman y muchos otros).
En lo interno y en su relació n con la Universidad, el CENDES seguía funcionando en
base al reglamento que había aprobado el Consejo Universitario en el momento de su
creació n en 1961. Obviamente, los cambios que se habían introducido después de su
reapertura en 1973 poco cuadraban con ese documento fundador. En consecuencia, la
co- munidad de profesores-investigadores y la Comisió n Técnica discutieron sobre la
posibilidad de elaborar un nuevo reglamento. El momento para iniciar este trabajo
vino en 1976 cuando el profesor Miguel Layrisse fue electo Rector de la UCV. Poco
después de asumir su cargo hizo una visita al CENDES y tuvo una discusió n sobre ese
aspecto con prá cticamente la totalidad del personal docente. Como resultado fue
designada una comi- sió n para redactar el reglamento, compuesta por el Vice-Rector
Académi- co Ernesto Díaz Montes, el Consultor Jurídico de la Universidad Benito
Sansó , el Director del CENDES y yo en mi condició n de Representante de los
Profesores ante la Comisió n Técnica. Después de una labor de dos añ os presentamos
al Consejo Universitario, previa consulta con la comunidad, dicho reglamento que fue
aprobado en 1978 por el cuerpo y en 1979 por el Consejo Nacional de Universidades
(CNU). Uno de los aspectos má s resaltantes fue la adscripció n funcional del CENDES al
Vice-Rectorado Académico con mantenimiento de su independencia científica y otro la
elecció n del Director por la comunidad de profesores-investigadores. Como resultado
de la aplicació n de este segundo aspecto, se realizaron

Un período de reconstrucció n e intensa labor 65


las elecciones que ganó por amplio margen José Agustín, bá sicamente por su liderazgo
intelectual ganado en sus largos añ os de Coordinador de Investigaciones e impulsor
de cada vez nuevos proyectos. Después de un añ o, durante el cual Josefina Ríos de
Herná ndez fue la Coordinadora de Investigaciones, José Agustín me nombró para el
cargo.
Desde el inicio de su ejercicio de Director, José Agustín le planteó a la Comisió n
Técnica, compuesta por el, por mi como Coordinador de Investigaciones, la profesora
Marisela Padró n como Coordinadora de Estudios, los representantes de los profesores
Ocarina Castillo y Rafael de la Cruz y los representantes estudiantiles Jesú s Díaz
Requena y Juan Carlos Rodríguez, la idea de publicar una revista. Después de muchas
discusiones en este nivel y con las Subcomisiones de Investigaciones y de Estudios
tomamos por fin la decisió n de asumirla. Otras controver- sias menores se
desarrollaron alrededor del nombre que debía tener la nueva revista. Al final, se
impuso el criterio de que la íbamos a llamar como habíamos nombrado los trabajos
mimeografiados publicados anteriormente por el CENDES: Cuadernos del CENDES. Su
primer conse- jo editor estuvo compuesto por Silva Michelena, los profesores Sergio
Aranda, Ramó n Casanova, Yolanda Texera, Alberto Urdaneta, Lourdes Yero y por mí.
El primer nú mero salió en 1983 en cooperació n con la EDITORIAL ATENEO DE
CARACAS, con un aporte financiero significa- tivo del Consejo de Desarrollo Científico
y Humanístico de la UCV.
En la presentació n se lee:
La Revista CUADERNOS DEL CENDES es un esfuerzo de continuidad en el cambio. En
efecto, desde su Fundació n en 1961, los investigadores del CENDES han publicado sus
trabajos en la serie mimeografiada CUADERNOS DEL CENDES. Si bien estas
publicaciones han tenido difusió n en el país, poseen las limitaciones derivadas de su
reducido tiraje como por ejemplo, una escasa circulació n internacional. Con esta
Revista (...) se busca ampliar su á mbito de proyecció n, razó n por la cual se publicará
cuatrimestralmente y tendrá un tiraje inicial de tres mil ejemplares.
El final de la presentació n expresa una aspiració n:
El desencuentro entre la investigació n científica y la política es, en cierto modo, lo
“normal” en una sociedad dependiente. No somos tan ingenuos como para creer que
de

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66  José Agustín Silva Michelena
repente surgirá una nueva racionalidad que hará que el bloque en el poder cambie de
rumbo motu propio. Sin embargo, nos queda la esperanza que las fuerzas sociales que
aspiran a un cambio aprovechen los resultados de la investigaciones científicas, como
las que se presentan en este primer numero de la Revista CUADERNOS DEL CENDES,
para definir sobre bases mas só lidas sus proyectos nacionales.
Por cierto, que el primer numero tenía como titulo Elementos de la Crisis Econó mica
Mundial y de Venezuela.
Mientras tanto, se han publicado, para el tiempo de Mayo y Agosto del 2009, setenta y
un nú meros de la Revista, la cual esta acreditada en algunos de las má s importantes
bases de datos sobre ciencias sociales de la regió n. Obtuvo en 2004 el Premio Nacional
a la Mejor Revista Académica en Ciencias Sociales y Humanas. En 2009, se celebró con
un pequeñ o retraso el 25o. Aniversario de la Revista.

Los compromisos
y actividades internacionales
José Agustín Silva Michelena fue, sin lugar a dudas, uno de los científicos sociales
venezolanos de mayor reputació n e influencia en América Latina y otras regiones,
reconocido como tal por distinguidos colegas nacionales y de otros países, como
Orlando Albornoz, Armando Có rdoba, Héctor Malavé Mata, D.F. Maza Zavala y muchos
otros en el país y Fernando Henrique Cardoso (Brasil), Sergio Bagú , Jorge Graciarena y
algunos má s de Argentina, Julio Cotler, José Matos Mar y Aníbal Quijano (Perú ). Hasta
nuestros días nadie de nosotros ha tenido una posició n igualable, pese a que
miembros de nuestra generació n y de las posteriores a la nuestra han tenido y tienen
actividades latinoamericanas e internacionales. Sus libros, artículos y ensayos fueron
publicados y, en caso de ser editados en Venezuela, difundidos en todos los países de
América Latina, amén de que muchos de ellos fueron traducidos a otros idiomas,
especialmente al inglés, la lingua franca de la ciencia en nuestros tiempos. Asistió a
innu- merables eventos internacionales en la regió n, EE.UU., países europeos, Asia y
Á frica, entre ellos el Primer Encuentro Afro-Latinoamericano de Científicos Sociales
en 1972 en Dakar/Senegal, promovido por la Comisió n Econó mica de las Naciones
Unidas para Á frica y organizado por Samir Amin, en aquel entonces director del
Instituto de Desarrollo, la contraparte del ILPES ya mencionado de la CEPAL.
67

Biblioteca Biográ fica Venezolana


68 José Agustín Silva Michelena
De particular importancia fue su participació n en las instituciones regionales de las
ciencias sociales. Valga la pena mencionar algunas de ellas:
• Entre 1976 y 1979 es miembro del Consejo Superior de la Facultad Latinoamericana
de Ciencias Sociales (FLACSO), con sedes en varios países de la regió n.
• Entre 1976 y 1978 es vice-presidente de la Asociació n Latinoame- ricana de
Sociología (ALAS), la má s antigua organizació n de los soció - logos latinoamericanos,
fundada en 1950 por los que fueron nuestros “clá sicos” de la disciplina, entre ellos
Alfredo Poviñ a de Brasil y Rafael Caldera.
• Entre 1976 y 1979 es Miembro del Comité Directivo del Consejo Latinoamericano de
Ciencias Sociales (CLACSO), la agrupació n de los centros de investigació n social
universitarios y privados de casi todos los países.
• Desde 1975 hasta su muerte fue miembro de la Latin American Studies Asociation
(LASA).
Su importancia para la institucionalizació n de la sociología como disciplina y
profesió n en nuestro país debe mencionarse igualmente, tanto por su participació n en
la creació n del Colegio de Soció logos y Antropó logos como en la de la Sociedad
Venezolana de Sociología.
Aparte de actuar como conferencista y profesor invitado en universi- dades de EE.UU.,
Francia, Italia, Españ a y otros países, fue Investigador Asociado del MIT en Cambridge,
MA, entre 1965 y 1967 y, entre septiem- bre de 1974 y agosto de 1975, Research
Fellow del Institute of Develop- ment Studies (IDS) de la University of Sussex en
Brighton, Reino Unido, dirigido para aquel entonces por Dudley Seers. En el mismo
añ o 1974, fuimos invitados José Agustín y yo a ser miembros del Research Group on
the World-System (Grupo de Investigació n sobre el sistema-mundo), coordinado por
el soció logo norteamericano Immanuel Wallerstein. En 1978 fue designado Research
Fellow y coordinador del proyecto La paz y la transformació n del mundo de la
University of the United Nations cuya sede es en Tokio/Japó n, cargo que siguió
ocupando hasta su muerte.
Para todas estas actividades convocaba a colaborar colegas venezo- lanos, del CENDES
y otras instituciones y de los demá s países latinoa-

Los compromisos y actividades internacionales 69
mericanos, de modo que se convirtió en una de las personas claves en el proceso de
consolidació n de la comunidad científico-social latinoa- mericana y de la difusió n de
las ciencias sociales de nuestra regió n en el mundo entero y su reconocimiento como
creativas e innovadoras.
Adicionalmente, José Agustín se preocupó por la internacionalizació n o
“desprovincializació n” del quehacer científico-social en nuestro país. Bá sicamente por
su iniciativa, el CENDES invitó reconocidos colegas de otros países, a lo largo de su
permanencia como Coordinador de Investigaciones y luego de Director, para dar
seminarios y/o dictar conferencias en sus cursos de postgrado. Estuvieron con
nosotros so- ció logos como Fernando Henrique Cardoso y Helio Jaguaribe de Brasil,
Enzo Faletto de Chile y Jorge Graciarena de Argentina, economistas como Raú l
Prebisch, Celso Furtado de Brasil, Oswaldo Sunkel de Chile y Pedro Paz de Argentina y
otros. También tomó a menudo, solo o en colaboració n con otros colegas, entre ellos
yo, la iniciativa de organizar conferencias y seminarios internacionales sobre temas de
actualidad, a veces en cooperació n con la FLACSO y el CLACSO y con financiamiento de
fundaciones alemanas y de otros países, así como de organismos internacionales como
la UNESCO y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). A titulo
de anécdota, hay que acotar que nos encantó realizar estos eventos en la Colonia
Tovar, no só lo por la belleza del paisaje sino también porque era difícil para los
invitados regresar a Caracas para almuerzos y cenas u otras reuniones sociales y no
asistir por ello a todas las respectivas sesiones de trabajo.

Desde 1973 a 1986:


aportes varios de Silva Michelena y del CENDES
Como ya mencioné en un capitulo anterior, había, aparte de las investigaciones de las
distintas Á reas, estudios ínter-Á reas. Uno de ellos, también referido, fue el que
adelantaron las Á reas de Desarrollo Socio-histó rico y de Desarrollo Socio-político. La
primera se centró en la historia de América Latina y Venezuela. Germá n Carrera
Damas y sus colaboradores publicaron varios tomos de muy alta calidad que se di-
fundieron en toda la regió n. La segunda estaba destinada a comprender los
acontecimientos políticos, sociales y econó micos en América Latina, estudiando las
relaciones internacionales pasadas que influyeron en el orden mundial establecido en
tiempos actuales.
Aparte de varios artículos publicados nacional e internacionalmente por los
investigadores del Á rea, el libro má s destacado fue el de José Agustín bajo el titulo
Políticas y Bloques de Poder: Crisis del Sistema Mun- dial (1976). Su objetivo fue
discernir sobre las “futuras alternativas de desarrollo de América Latina, tomando en
consideració n el contexto político mundial” y desarrolló los conceptos de “gran
potencia” y “zo- nas de influencia”, así como también cuá les eran los objetivos de las
potencias hegemó nicas.
Al inicio de dicho texto, Silva Michelena extiende el aná lisis al desa- rrollo de los
factores condicionantes del nuevo orden mundial, pasando
71

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72  José Agustín Silva Michelena
por una retrospectiva histó rica a la Primera y sobre todo la Segunda Guerra Mundial
en el contexto de los sucesos que abrieron camino para la comprensió n del futuro
surgimiento de los EE.UU. como país imperialista hegemó nico del bloque capitalista,
así como de la Unió n Soviética (URSS) como líder del bloque socialista. En
consecuencia, el mundo se dividía en dos grandes bloques de poder antagó nicos que,
con zonas de influencia demarcadas por ellos, disputaban sus zonas periféricas para
así aumentar su poderío internacional y obtener la mayor ventaja posible frente al
bloque contrario.
Claro está , y el mismo autor lo indica, cada bloque actú a de forma distinta para poder
desplazar su influencia entre los países: el bloque capitalista se inclina hacia el poder
econó mico que representa y el bloque socialista hacia el poder político. Ambos
bloques con poderío ató mico significativo representarían importantes puntos para
que la conocida guerra fría se gestara bajo condicionantes que influirían en América
La- tina. Se trataron también no solamente los sucesos favorables a ambos bloques,
sino también otros aspectos como las crisis del bloque capitalis- ta, pero también las
crisis que manifestó el bloque socialista, resaltando la relació n de dichos conflictos en
los acontecimientos internacionales de todos los países bajo relevante influencia por
alguno de los dos.
Así, no só lo se expuso un mapa del entramando de países en las zonas de influencia de
los bloques de poder, sino también las razones por la cual esos países eran parte de
algunos de los dos bloques. Ade- má s, exploró cuá l era la importancia tanto para EEUU
y la URSS de aumentar dichas zonas de influencia por cuestiones estratégicas, tanto
geográ fica como militar, política y econó mica. Silva Michelena hace un complejo y
exhausto aná lisis que implica exponer los principales cambios mundiales desde su
inicio histó rico hasta el presente, con el nuevo orden mundial que el mismo trató de
explicar sin querer con esto definir con certeza absoluta los cambios a futuro, sino
bajo premisas perfectamente acopladas a toda la temá tica mundial que se había
experimentado y que ciertamente es bastante confiable de poder vislumbrar, tal como
el lo señ aliza al finalizar dicho texto.
El trabajo que Silva Michelena y Félix Soublette, hijo, junto a otros colaboradores
llevaron a cabo en la elaboració n del libro Nacionalizació n

Desde 1973 a 1986: aportes varios de Silva Michelena y del CENDES 73


Petrolera: Recursos Humanos, publicado en el añ o 1976, es un estudio como parte del
proyecto: Aspectos legales y administrativos de la reversió n petrolera de concesiones
y de la nacionalizació n de actividades petrolera, que fue aprobado por el CONICIT
para realizarse en el añ o 1972.
En el estudio que se realizó , se utilizaron entrevistas a profesionales que laboraban en
la industria petrolera y también a estudiantes en carreras técnicas o estudios
superiores relacionados a dicha industria, a fin de poder comprender la situació n que
Venezuela estaba experi- mentando respecto a la Ley que se procuraba aplicar para
nacionalizar el petró leo así como su vinculació n con el á rea de recursos humanos,
imprescindible para poder elaborar políticas eficientes que permitie- ran que los
objetivos nacionales se alcanzaran. Aú n deseando obtener informació n de todas las
etapas petroleras, só lo pudieron trabajar con aquellos individuos que se encontraban
en las á reas de exploració n, explotació n y refinació n. La cantidad de datos tampoco
fue muy ex- tensa, por lo que el estudio se consideró como una aproximació n a la
realidad venezolana, sin desprestigiar por esta razó n el valor de las interpretaciones y
de los resultados cualitativos y cuantitativos obte- nidos como base para la
orientació n de políticas pú blicas por parte del Estado en materia de recursos
humanos para una visionaria industria petrolera estatizada.
En todo el trabajo se trató dicho tema con mucha sensibilidad, dado lo delicado que
implica hacer afirmaciones sin estar respaldadas por pruebas de mayor envergadura.
El estudio se estructuró en fundamentos econó micos y socioló gicos que ampliaban el
panorama del tema a tratar, sin dejar de lado los aspectos culturales, políticos y
psicoló gicos presentes que constituían la estructura social del país. No só lo se trató el
tema petrolero de Ve- nezuela, ya que se hicieron conjeturas respecto a países de
América Latina y del Medio Oriente cuyas realidades después de la nacionaliza- ció n
petrolera por sus Estados eran ejemplos apropiados para el caso venezolano. Así, se
trató en un primer momento la vida histó rica y con ello, posteriormente, la oferta y la
demanda educativa y profesional, estableciéndose hipó tesis de los posibles cambios
experimentados que permitieran comprender el tema a tratar. El principio por el que
se

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74  José Agustín Silva Michelena
enfocó el estudio en el á rea de recursos humanos, en vez de la propia industria
petrolera y de su funció n como parte de la economía nacional, fue el interés de la
planificació n a futuro por parte del Estado y de los individuos que asumirían la
responsabilidad de ocupar los cargos de un país en vías de la estatizació n que tendría
que valerse de sus propias decisiones. Ello incluía competir y desarrollarse frente a las
exigencias del mercado internacional y nacional, cuyas leyes afectarían irreme-
diablemente el progreso o no de la sociedad venezolana.
Se construyó una base de datos e informació n técnico-metodoló gica de suficiente
validez para poder hacer estimaciones respecto a las proyeccio- nes de las demandas
y las ofertas tanto de los empleados de la industria petrolera como de los recursos
humanos en el nivel superior. Ademá s, trabajaron añ os específicos para las
estimaciones que van desde 1970 hasta 1980-83, realizando las proyecciones
necesarias. También fueron muy cui- dadosos al recabar y manipular los datos. Como
ejemplos, se encargaron de organizar y exponer en diversos cuadros la estructura
ocupacional de los sectores pú blicos y privados por especialidad profesional, nú mero
de títulos otorgados por las universidades venezolanas en las distintas espe-
cialidades de ingeniería y arquitectura, así como las especialidades de los recursos
humanos en la industria petrolera, por nombrar algunos cuadros y datos que
manejaron para la construcció n de todo el estudio.
Así, se evidenciaron problemas como la dependencia extranjera a nivel industrial, de
servicios mú ltiples y también profesional. La falta de orientació n vocacional para el
futuro egresado venezolano y la de planificació n por el Estado para incentivar la
demanda de carreras de nivel superior y técnicas que pudieran contribuir a manejar la
indus- tria petrolera nacional ponían en peligro la independencia del país de las
investigaciones y desarrollos forá neos que aú n predominaban. Se trataba de sacar la
mejor ventaja de la nacionalizació n. Las estima- ciones que se hacen hasta 1983
permitían ofrecer bases para la toma de decisiones sobre los requerimientos técnicos
y de nivel superior de los recursos humanos. Silva Michelena y Soublette manejaron
dos hi- pó tesis: primero, la permeabilidad del pasado histó rico y, segundo, la oferta
educativa a ser incentivada por el proceso de reversió n petrolera, así como una
política racional de administració n.

Desde 1973 a 1986: aportes varios de Silva Michelena y del CENDES 75


Finalmente, se expusieron sugerencias sobre los elementos para una política de
recursos humanos en la industria petrolera, que pudiera servir como base para que, si
bien no reflejaría de forma general la realidad del país en tan delicado tema, sí
prestara las herramientas extraídas y datos para el método, que se presentaron en el
estudio y que se materializaron en el.
De una parte del proyecto ínter-á reas ya discutido surgió un estudio del Á rea Socio-
política, titulado Estructuras y procesos del sistema político venezolano desde 1958
en adelante, financiado por el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y
Tecnoló gicas (CONICIT) y dirigido por José Agustín y por mí. Entre las publicaciones
resultantes destaca, ademá s de los artículos y ensayos escritos por alguno de nosotros
dos y juntos, ademá s por otros colaboradores del equipo, publicados en revistas
nacionales e internacionales, el libro El proceso electoral de 1978. Su perspectiva
histó rico-estructural (1979), compilado por nosotros como directores del proyecto.
El objetivo del libro es parte de la iniciativa y el interés por compren- der el sistema
sociopolítico venezolano y, a su vez, los importantes cam- bios ocurridos a raíz de su
evolució n desde 1959. El proceso electoral de 1978, “durante cuyo desenvolvimiento
(incluyendo la precampañ a) se inició y se realizó una parte del proyecto”, en palabras
de ambos directores.
Se establecieron objetivos bien específicos que incluían el estudio de diversas clases,
grupos y sectores sociales, el Estado, los mecanismos de legitimació n del poder y
todas las consecuencias derivadas de los mismos como los resultados de la
intervenció n econó mica del Estado, có mo se daban los procesos políticos y las
tendencias al cambio políti- co, así como la evaluació n de las alternativas políticas del
desarrollo venezolano en el futuro.
De los seis capítulos que conforman el libro, de investigadores y asis- tentes de
investigació n que trabajaron arduamente, los primeros dos fueron de exclusiva
autoría de nosotros. Nos enfocamos en el marco teó rico general de có mo debe ser
vista la contienda electoral, exploran- do, a su vez, los procesos de legitimació n en
países capitalistas centrales en comparació n con los capitalistas periféricos, para
profundizar así en
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76  José Agustín Silva Michelena
el caso venezolano, y también analizar “la posible contradicció n que parece existir
entre la transnacionalizació n del modelo de acumulació n y las formas democrá tico-
representativas del sistema político”.
Sin embargo, los demá s capítulos, La agregació n de interés: Los partidos políticos
(redactado por Edgar Ravelo); El Consejo Supremo Electoral (redac- tado por Martín
Szinetar); Desarrollo de la campañ a electoral (redactado por Helia I. del Rosario y
Thaís Maingó n), y Aná lisis del las elecciones: 1958- 1978 (redactado por Carlos
Aponte) fueron otros importantes aportes a la colaboració n profesional e intelectual
que se destacaron en las conclusiones finales del libro.
El primer capitulo Acerca de la legitimació n introduce los puntos fun- damentales
para comprender el comportamiento social no só lo en las estructuras econó micas y
socio-culturales que caracterizan el modo de producció n capitalista de muchas
sociedades. En el caso de los países periféricos, como Venezuela, la esfera política es
aú n má s importante, lo cual compete al tema de investigació n.
Hay un punto que se resalta durante todo el capitulo, significativo y fundamental:
sobre lo objetivo y subjetivo. Los factores que determi- nan la situació n del hombre (o
los hombres, recuérdese que estamos refiriéndonos también a la sociedad y a los que
la integran) son los hechos objetivos, mientras que su comportamiento engloba los
hechos subjetivos. Como parte de la legitimació n, se trata de alcanzar la inte- gració n
social como ideal para conseguir equilibrio en las relaciones sociales. Sin embargo,
dicha legitimació n no es siempre totalmente alcanzable. Cuando una sociedad, y má s
aú n, cuando sus miembros “participan activa y conscientemente en la realizació n de
todas sus practicas, ese estado es só lo idealmente alcanzable”.
Entonces, como mencionamos en este primer capitulo, la “construc- ció n de una
hegemonía pertenece a un tercer nivel con el proceso de legitimació n”. De las
relaciones entre clases, de la homogeneizació n de lo objetivo y subjetivo, se dan
ciertas características para la legitima- ció n. Pero la misma debe ser aclarada en
términos conceptuales, dado que legitimidad no es lo mismo que legalidad: “Se parte
del supuesto de que exista un Estado acabado de legitimidad, y se pasa por alto el
hecho de que la legitimació n es un proceso nunca acabado; por ejem-

Desde 1973 a 1986: aportes varios de Silva Michelena y del CENDES 77


plo, un gobierno es legitimo en la medida en que gobierna, es decir actú a, es decir
realiza practicas”.
Así, también se hallan otros prejuicios sobre la legitimació n como impuesta por vía de
la coacció n, la fuerza o violació n ideoló gica de las clases dominantes o dirigentes.
Frente a esto hay que resaltar un pun- to: los legitimadores son los hombres que
realizan las prá cticas tanto materiales como cultural-ideoló gicas, que, a su vez, “tienen
funciones legitimadoras respecto de la prá ctica política”. Entendimos por prá cti- cas
para una sociedad dividida por clases la mencionada participació n activa y consciente
de los hombres. En el primer nivel de los hechos, entonces, se encuentran las
prá cticas. El modo de producció n capitalis- ta mucho tiene que ver en las prá cticas
materiales, componentes de la legitimació n que le hacen parecer como natural y
objetiva, ocurriendo entonces una “autolegitimació n” de los individuos.
En el nivel de los hechos, como segunda premisa para comprender la legitimació n, hay
que saber que existen institucionalizaciones es- tructuradas de las practicas
correspondientes a los objetivos, mientras que las internalizaciones de expectativas y
motivaciones se dan hacia la practica de lo subjetivo, enfatizando ademá s que cada
legitimació n, sea esta econó mica o socio-cultural, está respaldada a su vez por deno-
minadas “estructuras” que son tangibles y portadoras de legitimidad (por ejemplo, el
Estado o una industria).
Para la legitimació n política, sobre la cual se enfoca el tema de in- vestigació n, son el
Estado y la Sociedad Civil los portadores de dicha legitimidad. Entonces, la
legitimació n y lo descrito anteriormente en los niveles de las prá cticas y los hechos
son aquellos que le otorgan el nivel a la formació n social, siendo ésta la tercera y
ú ltima categoría con las que se desarrolla el proceso de legitimació n. Lo que es
importante destacar es có mo el legado histó rico que es propio de la formació n social
“puede generar (o haber generado) elementos adicionales de le- gitimació n (...) Ello se
deduce de la especificidad de distintas practicas y de su combinació n y de los hechos
generados por ellas”.
Así mismo, los procesos de legitimació n en las formaciones sociales no tienen
necesariamente que actuar de igual forma. Aú n hasta en...

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78 José Agustín Silva Michelena
regímenes políticos iguales o similares muestran diferencias significativas entre sí;
tó mese los casos de Alemania Federal e Italia: dos democracias representativas de
forma parlamentaria, en los cuales los procesos de legitimació n, si bien guardan
semejanzas entre sí, ofrecen matices diferenciales; lo mismo vale para democracias
representativas de forma presidencial, como, por ejemplo, Estados Unidos y Francia.
Los procesos globales cambian constantemente y por eso los regíme- nes políticos lo
hacen de la misma forma. Entonces, la legitimidad es parte de la totalidad del proceso
electoral. Por ejemplo, la crisis antes de la Segunda Guerra Mundial impuso nuevas
formaciones sociales al proceso de legitimació n, igual que el proceso electoral
venezolano de 1978 y sobre el cual se basó la investigació n del libro. Elementos
econó micos, producto de la riqueza petrolera, así como elementos políticos y
elementos cultural-ideoló gicos influyeron para que la crisis no se terminara de gestar.
Como ya mencioné, en sociedades capitalistas centrales, la producció n y reproducció n
de capital de mercancías en el mercado, constituye las ba- ses de un proceso social
general. Sin embargo, en sociedades capitalistas periféricas con un mercado
estructuralmente distorsionado, el proceso legitimador es distinto. El mercado
internacional en el capitalismo céntrico garantiza que las prá cticas materiales sean
socializadas y que el modo de producció n capitalista permita construir las
formaciones sociales. Entonces, las prá cticas políticas y cultural-ideoló gicas pueden
operar en las prá cticas materiales. Sin embargo, en el capitalismo peri- férico “la
mediació n de la reproducció n socioeconó mica ha impedido la constitució n de
semejante mercado (...) De ahí que tales funciones tengan que trasladarse a otra
practica. Lo hacen a la practica política”. El Estado se impone sobre la Sociedad Civil y
la legitimació n no se centra en la prá ctica econó mica sino política y, por lo tanto, el
Estado define las prá cticas mencionadas, distorsioná ndolas también.
Para el proceso electoral de 1978, la participació n de los individuos de cualquier clase
y sector econó mico-social constituye la practica política concreta, “aunque só lo
coyunturalmente en el proceso de legitima- ció n” que permite que la misma se
establezca. Entonces, la campañ a, la propaganda, las mesas electorales, etc., como
hechos objetivos y “la aceptació n consciente o inconsciente de la ideología
democrá tica por

Desde 1973 a 1986: aportes varios de Silva Michelena y del CENDES 79
parte de los votantes” y del valor que el acto de votació n significa, se constituyen en
los hechos subjetivos. La unió n de lo objetivo y subjetivo concretaría la funció n
legitimadora del proceso electoral, para cuya crisis, basada en una posible abstenció n
de votantes, confirmaría fallas en algú n proceso.
Por lo tanto, la legitimació n no só lo viene dada por las prá cticas polí- ticas sino
también por prá cticas econó micas e ideoló gico-culturales, las cuales tienden a ser
manejadas por la política que pueden transformar las relaciones entre las clases
dominantes y los sectores dominados. La trascendencia histó rica venezolana sobre las
forma de legitimació n (la época caudillista y sus elementos en las campañ as
electorales de regionalizar propagandas y mensajes, por ejemplo) hasta nuestros días
es un legado importante entre los partidos y los votantes.
Dado que la hipó tesis central del libro es sobre el papel del proceso electoral en la
formació n social venezolana, particularmente en el sis- tema político, destacamos
como importante la comprensió n econó mica que mencionamos del Sistema de
Producció n Capitalista en los países subdesarrollados de América Latina,
enfocá ndonos en el caso venezolano, (capitalismo periférico) donde esbozamos la
interrogante de có mo
el modelo de acumulació n que se ha venido implantando en Venezuela determina una
apertura creciente de la brecha entre las capas sociales que se apropian del excedente,
que son numéricamente minoritarias, y la mayoría de la població n que participa
directa o marginalmente en la producció n de dicho excedente.
Se encuentra entonces un doble proceso vertido en la constitució n del proceso político
y, por otro lado, “la conformació n de un modelo de acu- mulació n, dentro del contexto
de una creciente inserció n de Venezuela dentro del sistema capitalista mundial”. El
país hasta 1958 mantuvo una trayectoria histó rica de desarrollo desde su capacidad
agroexportadora hasta su creciente inserció n en 1920 en el sistema capitalista
mundial con la exportació n de petró leo. Como ya se ha mencionado anteriormente, el
cambio del modelo de desarrollo significó toda una reestructuració n en la economía,
el mundo social y la política del país.
Se resalta en un pequeñ o y muy concreto esquema el proceso ve- nezolano desde
1920 a 1958. Junto con la explotació n petrolera que

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80 José Agustín Silva Michelena
significó el aumento de ingresos fiscales, el crecimiento econó mico peculiar trajo
consigo en nuestro particular capitalismo dependiente cambios sociales y políticos
substanciales. Volviéndose las ciudades má s atractivas como posibles oportunidades
de empleo, no solo comienza una migració n rural-urbana, sino que se gesta el
aumento de las aspira- ciones populares y, a su vez, surge el punto social y político con
nuevos grupos sociales y se da una diferenciació n social y disociació n del poder, como
parte del proceso de la marcada y violenta urbanizació n (sobre la que se destaca que
al país le tomó treinta y cinco añ os mientras que ese proceso tomó para Chile y
Argentina má s de setenta añ os).
Las inversiones que se dieron en el Centro propiciaron de una u otra forma el
incremento absoluto del ingreso en todos los sectores, por lo que, aú n existiendo
pequeñ os grupos de estudiantes que alzaban su voz denunciando injusticias sociales,
en general existía una evaluació n positiva de la sociedad.
Unida a la tradició n paternalista del Estado venezolano, condujo a que fueran mí-
nimas o inexistentes las demandas de mejoras y las presiones que se ejercían sobre el
Gobierno con el resultado consiguiente de que se facilitaran las acciones expoliadoras
de la burguesía y de sus aliados en el poder.
Por lo que de 1958 en adelante por la razó n mencionada, ocurrían retrasos en los
servicios (principalmente la educació n) y en ciencia y tecnología, hípervalorá ndose la
tecnología y productos extranjeros, dá ndose un proceso de alienació n cultural y
dependencia econó mica. A nivel político, Venezuela tuvo las condiciones favorables
para las políticas populistas. Surgirían en la vida posterior partidos como AD, COPEI y
URD, la relació n militar con el Gobierno, el impulso indus- trial, pero también la
creciente aprehensió n con el extranjero. La crisis econó mica de 1960-1962 hizo que
se pensaran en nuevas alternativas a largo plazo para aumentar el dinamismo
econó mico, lo que generó la substitució n de importaciones en forma no planificada. “A
ello se le añ adía el salto en las demandas populares, obviamente estimuladas por el
proceso democrá tico y, en particular, por los fenó menos que se hacían durante la
campañ a electoral”.

Desde 1973 a 1986: aportes varios de Silva Michelena y del CENDES 81
Cabe acotar que los mencionados puntos constituyeron el impulso para el surgimiento
de los crecientes movimientos nacionalistas que lu- charían por la liberació n nacional,
así como la consolidació n partidista de AD y COPEI como dirigentes de grupos sociales
leales a los mismos, como lo fue el caso del movimiento obrero, el cual fue sobre todo
po- lítico. La crisis capitalista generó entonces desequilibrios internos en varios países
de América Latina, incluyendo Venezuela, propiciando la aparició n de los
mencionados movimientos nacionalistas.
Surge un nuevo nacionalismo latinoamericano:
En el caso de Venezuela, se manifiesta a través de la política de apoyo a las exportacio-
nes de productos primarios de los países de América Central; en la política de refuerzo
del Pacto Andino; en el apoyo al á rea de libre comercio del caribe (CARICOM) y en la
promoció n del Sistema Econó mico Latinoamericano (SELA), al cual ya se han adherido
má s de veintitrés países de América Latina y el Caribe.
La bú squeda de unió n política y el rescate de valores igualmente políticos y culturales
latinoamericanos se enfatizan. El proceso de desa- rrollo presente era muy conflictivo,
pero Venezuela logra subsanar los conflictos gracias a los formidables recursos
financieros, apaciguando las diferencias entre el populismo democrá tico y la
transnacionaliza- ció n de la economía. Como bien se menciona, desde fines de 1973 el
país entró en un nuevo ciclo de crecimiento. El alza de precios petroleros constituyó
un cambio en los mencionados ingresos fiscales, el volumen en la demanda y las
importaciones. Para la presidencia de Carlos Andrés Pérez, que es el periodo
constitucional de dicha investigació n, es que se puede comprender entonces el
comportamiento electoral.
La estrategia de desarrollo reflejada en el V Plan de la Nació n du- rante la presidencia
de Pérez creó mayor estabilidad entre el Estado y la burguesía venezolana. De dicho
plan surgen varios puntos sobre los cuales nació : La estatizació n de la industria
petrolera, tratada en pá rrafos anteriores; el problema agropecuario; el problema de
los recursos humanos; la industrializació n; debilidad de la balanza de pagos y
alienació n cultural.
Las tensiones alrededor del modelo consumista pudieron deteriorar el sistema
político democrá tico venezolano, como ha ocurrido en

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82 José Agustín Silva Michelena
otros países de América Latina. En nuestro país no ha sucedido por la constitució n del
sistema político venezolano a partir de 1958. La mencionada fuerza entre AD, COPEI y
Unió n Republicana Democrá ti- ca (URD) como pacto social, donde ademá s
participaron la burguesía local y empresas extranjeras a través de FEDECAMARAS,
permitió la incorporació n de las Fuerzas Armadas y de los sindicatos. Esto confor- mó
“un bloque de poder que ejerce una fluida dominació n sobre el resto de la sociedad”.
No solo fungió como matriz para legitimar el sistema. La conocida Paz Laboral
encuentra un canal institucional de instrumentació n en la llamada Comisió n Tri-
partita en la cual, empresarios, gobierno y altos dirigentes sindicales elaboraban las
grandes líneas de consenso que permiten a los empresarios obtener grandes
má rgenes de ganancias, a los obreros un cierto nivel de reivindicaciones y al Gobierno
tener un cierto clima de convivencia.
Esa consolidació n del dominio del bloque en el poder sobre la socie- dad significó un
importante acontecimiento. La caída de Pérez Jiménez generó fuerzas reaccionarias,
que si bien las elecciones de 1958 no las doblegaron, al menos permitieron que las
mismas no avanzaran. Fue el triunfo electoral de AD. La insensibilidad política entre la
població n, sobre todo los sectores populares bajo una forma de vida autoritaria, hizo
que en 1968 cuando se presentó una alternativa perezjimenista: la Cruzada Cívica
Nacionalista (CCV) para el proceso electoral, se po- sicionara en el cuarto lugar entre
los votantes, no obteniendo ningú n curul ni en la Cá mara de Diputados ni en el
Senado, y finalmente se desintegrara hasta desaparecer.
Junto a este primer e importante proceso electoral surgió un segun- do momento con
la negació n de la alternativa revolucionaria. Aquí figuran partidos de izquierda como
el PCV, el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) y el MAS. Sin embargo, AD y
COPEI eran muy influyentes en la opinió n pú blica de sectores populares y controlaban
má s organizaciones obreras y sindicales. Por ú ltimo, el tercer momento del proceso
electoral venezolano fue la afirmació n de la democracia representativa o democracia
liberal. Aú n con la tendencia entre el 1958

Desde 1973 a 1986: aportes varios de Silva Michelena y del CENDES 83
y 1978 hacia AD y COPEI, existió proliferació n de pequeñ os partidos y, por lo tanto, de
electores. Se les dio importancia y representació n a las minorías.
En líneas generales, las campañ as, las promesas electorales y la consolidació n del
pacto social para generar nuevas vías de cohesió n hacen a la política venezolana
particular. Así, la polarizació n entre los partidos de izquierda y AD o COPEI se
entiende tanto por la fuerza que los ú ltimos dos partidos tenían sobre la població n, así
como las vías tal vez ú nicas de obtener una opció n “no tan mala”.
Como se recalca, “las elecciones actú an como substituto de los mecanismos
organizativos que normalmente deberían existir en la sociedad civil, lo que
obviamente potencia su papel legitimador de todo el sistema econó mico, político y
social”.
Este capitulo quedaría incompleto si se no mencionaran dos inves- tigaciones que
involucraron todas las Á reas del CENDES. Una fue el estudio de la Faja Petrolífera del
Orinoco, contratado en 1977 por MA- RAVEN, una filial de la empresa Petró leos de
Venezuela S.A. (PDVSA), creada con la estatizació n de la industria petrolera a
comienzos de 1976. Fue la primera vez que el CENDES en su historia fue contratado
directamente por el sector petrolero, tanto antes como después de la estatizació n. El
entonces presidente de MARAVEN, Alberto Quiró s Corradi, tuvo influencia decisiva en
que se cediera al CENDES dicho contrato. El objetivo del estudio era la posterior
elaboració n de un plan de desarrollo integral de esa á rea geográ fica y petrolera, para
evitar que se repitiera la segregació n de desarrollo del sector estrictamente petrolero
de él de las otras actividades econó micas que se desenvolvían en las respectivas
zonas. Silva Michelena fue el coordinador central del proyecto, mientras que los
distintos Jefes de Á reas tuvieron a su cargo la direcció n de las tareas de investigació n
y los resú menes correspon- dientes en sus respectivos campos de competencia. El
resultado del estudio fue enfá ticamente aceptado por MARAVEN y sirvió de ejemplo
para otros planes regionales y sectoriales de desarrollo de las demá s filiales de
PDVSA.
La otra investigació n le fue encargada al CENDES poco después de que el Presidente
Luis Herrera Campíns había ocupado el cargo en

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84  José Agustín Silva Michelena
febrero de 1979. Uno de sus ideas-proyectos fue la descentralizació n de la
administració n del Estado a través del traslado de la capital al interior del país,
preferiblemente en el á rea centro-sur-occidental del territorio. Una vez má s, los
profesores-investigadores de prá cticamente todas las Á reas, má s algunos
profesionales especialmente contratados, se involucraron en el estudio. El estudio
estuvo otra vez bajo la direcció n general de José Agustín, apoyado por un comité de
tres Jefes de Á rea. Las conclusiones a las que llegamos no coincidían con las
pretensiones del gobierno, por cuanto recomendamos la descentralizació n de las
funciones administrativas en capitales de los estados, mas no la mu- danza de la
capitalidad –como era el deseo de Herrera Campins– a la regió n alrededor de Caicara
del Orinoco. Recuerdo vivamente que, en la presentació n de los resultados de los
diferentes estudios (de 13 tomos) a finales de 1980 ante el gabinete ejecutivo, el
Presidente abandonó repentinamente la sesió n, lo cual explicó el ministro de
CORDIPLAN luego con su descontento y desacuerdo con nuestros resultados y re-
comendaciones. Una vez má s a titulo de anécdota, valga anotar que el Ministro de
CORDIPLAN del presidente Jaime Lusinchi, elegido en 1983 para el periodo 1984 a
1989, el doctor Luis Raú l Matos Azocar, me llamó en mi condició n de director del
CENDES para informarse donde estaban los resultados de la investigació n
mencionada, puesto que se habían descubierto las ó rdenes de pago al CENDES en la
auditoria co- rrespondiente pero no los documentos con los resultados. Le contesté
que los habíamos entregado en 13 tomos a CORDIPLAN. Me pidió que se lo
entregá ramos otra vez a su despacho porque no se encontraban en los archivos ni en
la biblioteca.
José Agustín, en su condició n de coordinador del proyecto La paz y la transformació n
del mundo, de la United Nations University, compiló dos libros sobre el mismo que
salieron publicados pó stumamente: Los factores de la paz (1987) y Latin America:
Peace, Democratization and Economic Crisis (1988). Igualmente coordinó un volumen
titulado Venezuela hacia el 2000. Desafíos y opciones (1987), resultado de un
seminario que había- mos realizado el CENDES con el PNUD a finales del añ o 1985. En
estas tres publicaciones, las ideas y los aná lisis de José Agustín impregnaron
fuertemente los contenidos de los trabajos reunidos en ellos.

José Agustín como ser humano


Todos los que tuvimos la suerte de haber estado relacionados con José Agustín, fuese
por razones familiares, de trabajo o de amistad, apreciamos altamente sus cualidades
personales, su calor humano, su inquebrantable honestidad y lealtad con sus amigos y
su creatividad innovadora como intelectual. En este sentido, las entrevistas formales,
y especialmente las informales, que he realizado con muchas personas, así como mis
propios recuerdos, constituyen la base de las afirmaciones que expongo a
continuació n.
Conviene empezar por sus relaciones familiares y de amistad. Como mencioné en el
primer capítulo, tuvo durante toda su vida una estrecha relació n con sus familiares,
tanto con Héctor y Ludovico como con Ma- rieta e Irma, sus hermanos. Mostró por
todos ellos un cariñ o especial y compartía sus preocupaciones por los eventos y
acontecimientos que afectaban sus vidas y las de sus familias.
José Agustín se casó dos veces, la primera con Celia Prades y la se- gunda con María
Antonia Becerra. Del primer matrimonio tuvo tres hijos: Tania, David y Claudia; del
segundo, José Ignacio (Nacho) y Ma- nuela. Como David me señ aló en nuestra
conversació n, José Agustín era un padre que siempre tenía tiempo y disposició n para
atender a sus hijos. Ademá s, se interesaba también por los hijos de sus amigos y
85

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86 José Agustín Silva Michelena
amigas. Los niñ os y las niñ as se encariñ aban fá cilmente con él, lo cual era obviamente
resultado de su personalidad atrayente y magná nima, también destacada por Teodoro
Petkoff en la entrevista que me conce- dió . Valga acotar como anécdota que el día del
primer cumpleañ os de mi hijo Daniel, su ahijado, en noviembre de 1985, vino
directamente del aeropuerto tras un largo viaje desde el Japó n a nuestra casa para
tomarlo en sus brazos, entregarle su regalo y celebrar con nosotros. Podría agregar
numerosas anécdotas má s que demuestran su gran cali- dad humana; por ejemplo, la
referida al robo de mi cartera en la Place de la Sorbonne. Perdí papeles personales,
dinero y tarjetas de crédito. Cuando llamé a José Agustín, desesperado, a su casa en
París (donde pasó un tiempo después de su salida de la direcció n del CENDES) para
contarle mi desgracia, me calmó , me ofreció un préstamo y nos invitó a mi esposa y a
mí a cenar con él y María Antonia.
En una carta del 24 de enero de 1984, estando José Agustín con su familia de añ o
sabá tico en la capital francesa, menciona una de las “peleas” que él, otros y yo
habíamos iniciado en la UCV. Resulta que, en la Escuela de Psicología de la Facultad de
Humanidades y Educació n se estaba discutiendo la creació n de un nuevo curso de
maestría en Psico- logía Diná mica. El nombre disgustó a un gran nú mero de
profesores de esa Escuela, fuertemente influenciados por, e inclinados hacia, el
conductismo. Propusieron nombrar el nuevo postgrado como “Opció n sin menció n”. A
nosotros aquello nos pareció un disparate en términos académicos. Después de
muchas discusiones se llegó a un acuerdo acerca de su título: Postgrado en Psicología
Clínica Diná mica.
Otro punto mencionado en la carta fue el trato algo desdeñ oso de sus colegas
franceses en París y la poca prioridad que las universidades francesas les daban a los
estudios sobre América Latina. Escribió :
La sensació n que yo tengo es que en el CENDES tratamos a los profesores invitados
como “reyes”, o mejor dicho, como debe ser. Me queda la duda si no debemos exigir el
mismo trato. (...) No me gustaría que otros colegas del CENDES recibieran el mismo
trato indiferente que yo he recibido aquí.
Lo entendió , a mi modo de ver, en sus justos términos, aunque en los mismos añ os
esta actitud cambió , no en ú ltimo lugar porque el

grupo de trabajo sobre el “Sistema-Mundo”, ya mencionado, encontró fuerte apoyo
por la ayuda de colegas franceses, especialmente al inicio de Fernand Braudel y luego
de Michel Wieviorka, pero también de Im- manuel Wallerstein en su condició n de
profesor visitante permanente, por su influencia en la Maison des Sciences de
L’Homme. Mi propia experiencia unos ocho añ os má s tarde en esta misma institució n
fue, por lo tanto, completamente distinta.
En cuanto a la actividad política de José Agustín, cabe destacar que tanto Héctor Silva
Michelena como Teodoro Petkoff no mencionaron una relació n directa de él con el
Partido Comunista de Venezuela (PCV), mientras que su esposa María Antonia
recuerda que llegó a ser militante justo cuando estaban en proceso la divisió n del PCV
y la creació n del Movimiento al Socialismo (MAS). Pertenecía a una célula donde
mantenía relació n con Fanny Chalbaud y Fernando Travieso, entre otros.
La divisió n se produjo en 1971. El libro de Petkoff, Checoslovaquia. El socialismo
como problema, apareció en 1969. Causó una dura y a veces amarga discusió n interna
en el PCV. Aunque José Agustín era un acti- vista del mismo, siempre mantuvo
conversaciones y las que tuvo con Teodoro eran muy importantes. En esta época, José
Agustín estaba má s que militando, trabajando a favor de la ruptura con el PCV y
estuvo de esta manera ligado al origen del MAS. É l y todos sus colegas se reunían para
la revista Cambio con Carmen Helena Pares. Todos eran del partido comunista,
incluyendo a Gastó n Carvallo. En las primeras elecciones en las que participó el MAS,
en 1973, participamos activamente en la campañ a electoral en calidad de asesores
para las encuestas electora- les. José Agustín fue electo diputado suplente del partido
entre 1973 y 1978 y, en este añ o, hasta 1983.
Ademá s de esta controvertida posició n de José Agustín en el PCV, él fue lo que en las
regiones anglosajonas se llama un importante public intellectual. Como tal,
participaba, mediante artículos para la prensa, entrevistas por radio y televisió n, en
las discusiones que concernían a los asuntos neurá lgicos de la sociedad venezolana y
especialmente de su sistema político. Muchas de sus opiniones e interpretaciones
pú blicas causaron polémicas, particularmente con los partidos AD y COPEI y
José Agustín como ser humano 87

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88  José Agustín Silva Michelena
sus gobiernos. También contribuyeron a que el CENDES ocupara un lugar significativo
entre las instituciones académicas.
María Antonia conoció a José Agustín en 1968 y se casaron en 1970. Se encontraron
en una fiesta donde se estaba celebrando el bautizo de la novela País Portá til de
Adriano Gonzá lez Leó n. Sin embargo, él nunca fue su docente en la Escuela de
Sociología. María Antonia estaba entre el primer y segundo añ o de la carrera cuando
lo conoció . É l estaba en proceso de divorcio de su primera esposa. Siendo él amigo de
las amigas de María Antonia, como Fanny y Tibisay, fue que ella lo conoció .
Uno de los primeros acercamientos ocurrió cuando José Agustín se convirtió en su
profesor particular de Estadística, luego de que las ami- gas de María Antonia lo
llamaron alegando que ella tenía problemas con esa materia. En realidad, no era má s
que una tá ctica para poder acercarse a él. “Imagínate, un profesor de esa categoría
dá ndome clases de Estadística (...). Eso era todo un montaje para pescarlo”. También
recuerda que sus amigas Luisa Camacho y Raiza Andrade esperaban en la salida del
CENDES a que José Agustín y sus colegas salieran para poder aparecer como “por
casualidad” y preguntarles hacia dó nde se dirigían. La respuesta era ir a tomar un
trago. Sus amigas exclamaban que también irían y se dirigían todos al bar. Su nombre:
Bar Creole, un establecimiento en Los Chaguaramos que solía ser una suerte de
refugio después del trabajo para muchos colegas del CENDES durante varios añ os.
Aunque José Agustín no quería una relació n tan seria, se estableció inmediatamente
un noviazgo fuerte y se casaron bajo el artículo 86, que en aquella época legalizaba el
concubinato. María Antonia vivía aú n con sus padres y, como ella misma narra, “mi
mamá y mi papá eran un par de seres muy formales y yo tenía 25 añ os... Bueno, 23
añ os cuando nos hicimos novios, y 25 cuando nos casamos”. Así que el día de la boda
re- cuerda que todos tosían cuando se mencionaba bajo qué circunstancias se
legalizaba la unió n: “Todo el mundo tosía cuando decían: ‘¡Se casa segú n el artículo 86
del concubinato!’, ¡para que no se oyera!”.
Después de casarse ambos se fueron de viaje. Pasaron tres meses en Stanford,
California, invitados por Frank Bonilla y un grupo de brasi- leñ os. En ese momento,
Bonilla ya era profesor en la Universidad de
Stanford. Se había ido del MIT y estuvo un tiempo en Brasil antes de ingresar en
dicha universidad.
José Agustín, que siempre estuvo muy ligado a sus amistades, tenía afició n por el tenis
y sus grandes amigos en ese deporte tenían un cam- peonato llamado billpoint que
duró muchos añ os: todos los sá bados, en casa de Helena, hermana de María Antonia, y
luego en casa de Luciano Reni. Sus amigos que no jugá bamos tenis nos
incorporá bamos al post- tenis, una suerte de bonche entre conversacional y etílico.
Aparte del deporte, también era amante de la cocina, pasió n que compartió con María
Antonia, incliná ndose él hacia la comida asiá tica y ella hacia la europea. Le encantaba
invitar a sus amigos y allegados a opulentas comidas los fines de semana. También
cocinaba en casa de sus amigos cuando éstos lo invitá bamos.
Su vida fue de muchos compromisos. Era una persona de grandes res- ponsabilidades,
tanto en lo académico, como en lo político y familiar, pero las mismas las cumplía con
el característico cariñ o y entrega que tenía hacia ellas. No es vano entonces mencionar
el inmenso amor que sintió por todos sus hijos. Confirmando lo que David me dijo:
“Tanto conmigo como con Nacho y su pequeñ a hija, José Agustín siempre sacaba
tiempo suficiente para poder compartir con todos nosotros”. “Cuando nace Nacho, él
tiene 42 o 43 añ os y era como un amor de abuelo. É l lo cuidaba como un abuelo que
cuidaba a un niñ o”, expresa María Antonia a su vez.
Fue tal la dedicació n hacia ellos que incluso en el día de su muerte estaba alistá ndose
para llevarlos al colegio, actividad que hacía reli- giosamente antes de dirigirse hacia
el CENDES. Al respecto, su viuda comenta otra anécdota divertida y conmovedora: “Yo
recuerdo que cuando está bamos en París le digo: ‘José Agustín, yo creo que estoy
embarazada’. É l me contesto: ‘¡No, no te lo acepto! Yo no sigo haciendo transportes
escolares. Tengo 20 añ os de mi vida haciendo eso. ¡No te lo acepto! No lo hago má s, la
verdad, yo no hago un transporte escolar má s”. Menciona entre risas María Antonia
aquella forma tan peculiar de José Agustín de bromear, porque él era un hombre que
adoraba a los niñ os y también era una persona dedicada a sus amigos. “Es in- só lito, la
manera de tratar tan especial a la gente. De él lo má s bello
José Agustín como ser humano 89

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90 José Agustín Silva Michelena
creo que es esto: era puro tronco y poca rama. Y era así. ¡Un sol!”, dice María Antonia.
Héctor describe la relació n de José Agustín como padre al igual que Ma- ría Antonia, la
cual era de extrema dedicació n aú n con sus problemas.
Creo que conozco la historia de los cinco, pero no la voy a contar. Hay traumatismos y
“tragos amargos” que uno discute cuando tiene un interlocutor vivo. Este no es el caso.
Pero también hay la fuerza y la sangre de aquellos que quedaron pequeñ os. Es una
manera de decir que te fuiste a vivir en una sociedad prematura.
Inclusive, Teodoro Petkoff destacó parte de esa faceta de la vida de José Agustín. Un
día, cuando iba sobre su Vespa, José Agustín y María Antonia lo pasaron con su
camioneta cuando su moto comenzó a fallar. El matrimonio Silva Michelena se percató
del incidente y se devolvieron para ayudarlo. Colocaron la moto en la parte trasera de
la camioneta y lo llevaron. Aunque Teodoro no se acuerda hacia dó nde se dirigía en
ese momento, frente a tal situació n só lo pudo reírse.
David Silva menciona:
Antes del divorcio hay un recuerdo muy fijo en mí que es viviendo en EE.UU. É l daba
clases en el MIT y los viernes nos íbamos a la zona deportiva de la universidad, él juga-
ba squash y yo me metía en la piscina. Cuando salíamos de ahí, nos cambiá bamos e
íbamos a comer pizza, y eso era todos los viernes. Ademá s, era pizza de champiñ ones,
lo recuerdo. Era fantá stico.
La relació n de David con su padre no fue só lo como hijo, puesto que logró conectarse
con él intelectualmente. La lectura del libro Crisis de la democracia hizo que volviera a
redescubrir a José Agustín. Sensibili- zado por la problemá tica social de las
conversaciones que siendo niñ o escuchaba de su padre y tíos, aun estudiando
computació n, se dedicó a la arquitectura, pues era una carrera que lo relacionaba
directamente con los problemas reales de la gente, los de la vivienda.
Como ya destaqué en varios capítulos, José Agustín estaba muy ligado al CENDES y a la
UCV. María Antonia destaca que él tenía má s aprehensió n hacia la ú ltima, ya que para
ella era un universitario e investigador per se. Recuerda con gran conmoció n la
presió n política

que tuvo José Agustín durante su postulació n para vicerrector acadé- mico en la
UCV, a lo que María Antonia le decía:
¡No te postules! Si no has ganado, ¿para qué vicerrector?, ¿có mo te vas a postular a
vicerrector? Obviamente no está n las condiciones dadas para que tú lo hagas, eres
demasiado importante como académico para que pierdas tu tiempo en eso, regresa en
otro momento.
Pero a José Agustín no le importó porque quería ganar un puesto de influencia en la
universidad. Sin embargo, en la elecció n perdió contra el hermano de Carlos Andrés
Pérez: el profesor Miguel Á ngel Pérez.
Desde que María Antonia tiene uso de memoria, recuerda que los ade- cos se “la
dedicaron a José Agustín varias veces”, así como también los copeyanos. Durante el
tiempo en que el CENDES permaneció cerrado, Enrique Pérez Olivares, el amigo de
infancia de su esposo, hizo con José Agustín un trabajo sobre educació n superior,
generando descontentos supremos en COPEI. Era el primer gobierno de Rafael
Caldera. Má s que una persecució n, recuerda que era un asedio. Por su cuenta, la
presió n política era tan marcada que siendo José Agustín un hombre al que postulaban
en repetidas ocasiones para cargos internacionales como en la UNESCO, fue vetado
por AD. Esto lo desfavoreció porque había que tener la aceptació n del nombramiento
por el Gobierno de su país.
Al no poder entrar, comienza su relació n con la Universidad de las Naciones Unidas,
ademá s de que José Agustín, como describí en el capítulo correspondiente, tenía una
proyecció n internacional muy grande y ademá s era muy poco provinciano. Para José
Agustín, el CENDES fue siempre su gran preocupació n, no só lo como institució n, sino
el trabajo y la gente. José Agustín tenía como prioridad el trabajo en equipo. De esta
manera, logró formar académica y científicamente a mucha gente.
Durante la época de las tomas en la UCV, José Agustín participó . É l era miembro del
Consejo Universitario como representante de los profesores, durante dos períodos,
cuatro añ os. En el transcurso de ese tiempo, los tomados no podían salir del Consejo
Universitario, así que se la pasaban comiendo sardinas y después protestando. José
Agustín siempre se destacó en la universidad y en muchas facultades.
José Agustín como ser humano 91

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92 José Agustín Silva Michelena
É l estuvo muy comprometido con la vida universitaria. Fue tal vez el má s consecuente
académico que he conocido en mi vida. En los conflic- tos, no raros en nuestro país (y
demá s países de América Latina), entre las universidades y los respectivos Gobiernos,
usó todos sus canales y medios de influencia para proteger a las primeras. Como
representante de los profesores al Consejo Universitario, pertenecía a una comisió n
ínter-dependencias para presentar un proyecto de una nueva Ley de Universidades, el
cual nunca fue discutido seriamente por el Consejo Nacional de Universidades (CNU),
ni mucho menos por el parlamento. Incluso después de su salida de la direcció n del
CENDES y su jubilació n en 1983 y hasta su muerte, hacía vida activa en la UCV.
Tuvo relació n con los militares ya que dictaba clases en el alto mando, viendo gran
potencial en muchos de ellos. Cuando el CENDES ejerció presió n para que aceptase ser
candidato a rector, incluyéndome den- tro del grupo que trataron de convencerlo,
María Antonia menciona que fue Teodoro Petkoff quien lo aconsejó a tomar las
decisiones que creyera má s convenientes en ese momento. Me comentó : “Teodoro es
realmente un hombre abierto, ¡la ú nica persona que me dijo!: ‘José Agustín, haz lo que
tú creas que es má s conveniente para ti. Si crees que tu cuestió n académica es má s
importante o que este no es el momento para ser rector, no lo hagas”.
Como bien lo menciona Teodoro, Venezuela necesitaba a alguien como José Agustín:
É l era un tipo serio en su trabajo, muy ambicioso, muy de palabra que escribiera y que
no estuviera respaldado por una montañ a de datos en su investigació n, él fue de lo
mejor, él es muy grande para la intelectualidad progresista, ¡para la intelectualidad en
general!, para los científicos sociales y para los científicos sociales intelectuales de
izquierda, un tipo muy equilibrado, muy relajado. Obviamente, para todo el mundo,
pero también para la izquierda que necesitaba mucho de esa sensatez, de ese
equilibrio.
Jose Agustín, en la larga entrevista que en vida ofreció a Gregorio A. Castro, expresó
que se sentía má s vinculado al marxismo latinoamerica- no que al europeo, ya que,
segú n su parecer, éste tenía má s que ofrecer y se enfocaba en un pensamiento má s
aunado a la problemá tica del desarrollo y de la dependencia (temas que cobran
importancia desde

el inicio de sus muchas investigaciones en el CENDES). Dicho con sus propias
palabras: “El pensamiento marxista latinoamericano digamos científico, me parece a
mí má s diná mico, tiene mucho má s que ofrecer que el europeo”. Ese marxismo sería
para él en el sentido de autores latinoamericanos como Cardoso, Aníbal Quijano,
Darcy Ribeiro e in- cluso su hermano Héctor Silva Michelena, parte de las
investigaciones de los procesos y conflictos latinoamericanos, con grandes aportes a
nuestras sociedades, con una diversidad cultural, econó mica, social e ideoló gica
distinta a las europeas.
Aun teniendo una actitud muy crítica y manteniendo contacto con compañ eros
(muchos de ellos alumnos suyos), que eran del PCV o estaban en la clandestinidad
durante la dictadura de Marcos Pérez Jiménez y también cuando Ró mulo Betancourt
llegó a la presidencia, José Agustín confesó mantener una posició n de no militancia en
el PCV, sino má s bien una de simpatía y de luchar por sus objetivos. No era militante
inscrito, ya que le molestaba, y afirmá ndolo por sus muchas conversaciones con su
hermano, Héctor, la prohibició n de la lectura de ciertos libros y de una orientació n
intelectual cerrada a su idea y sin caer en errores. Esto contradecía su espíritu de
investigador.
La experiencia de José Agustín con la guerrilla fue relevante para di- cho movimiento,
que se estaba dando en Venezuela. Muchos alumnos suyos, amigos a su vez como se
mencionó , se fueron a la guerrilla e inclusive trataron de convencerlo para que se
uniera a ellos. Sin embar- go, él, que ya había terminado de hacer una investigació n
sobre la vida rural en el país, tenía discusiones sobre el modo de pensar y actuar de
sus conocidos. Gregorio Castro menciona que en una las conversaciones que José
Agustín tuvo con Alfredo Maneiro, trató de persuadirlo de no ingresar en la guerrilla,
puesto que sus investigaciones en las zonas campesinas de Venezuela le indicaban que
no tendrían éxito a la hora de conseguir apoyo, aun cuando su compañ ero, versado en
la literatura marxista le daba bases para contradecirlo. Silva Michelena expresó :
Maneiro señ alaba que el campesino por su condició n de explotado, sí iba a unir a una
vanguardia capaz de mostrarle el camino de su liberació n y particularmente con un
arma en la mano, dada la tradició n venezolana de violencia, iba a cobrar conciencia y
José Agustín como ser humano 93

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94 José Agustín Silva Michelena
apoyar el movimiento revolucionario. Yo le decía “mira, los campesinos son adecos, no
circunstancialmente adecos, sino adecos de corazó n, son gente que durante el período
de Pérez Jiménez se mantuvieron adecos”.
Por lo tanto, apoyó en lo que podía logísticamente a sus compañ eros que habían
ingresado en las guerrillas, afirmando llegar a actuar en el PCV cuando él mismo era
clandestino.
Y cuando el grupo que trabajaba en Petare, fundamentalmente, Teodoro Petkoff,
Jacobo Borges etc., tenía que trabajar clandestinamente desde la direcció n del partido;
nosotros los que está bamos buscando, y por eso me interesó ese proyecto, era un
nuevo modo de relacionarse con la masa.
Teodoro Petkoff, quien fue amigo de José Agustín, aunque no se acuerda con exactitud
del momento cuando lo conoció , piensa que entre los añ os 1968 y 1969,
especialmente al final de este ú ltimo, debió hacerlo, porque antes de eso estaba preso,
en la montañ a o clandestino. Teodoro es uno de los que menciona no tener
conocimiento de José Agustín involucrado en el PCV, a diferencia de su hermano
Héctor, quien participaba en el debate interno del mismo. Exactamente fue en un acto
interno del partido de los comunistas de la UCV donde vio a José Agustín junto con su
hermano.
A diferencia de Orlando Albornoz, quien acreditaba que José Agus- tín en la Escuela de
Sociología era de ideologías derechistas, Teodoro afirma que cuando lo conoció era
totalmente de izquierda y ademá s una persona muy agradable.
Una vez, en un acto del MAS, yo lo definí como ese gigante bueno de los cuentos, de los
cuentos para niñ os, porque exactamente José Agustín era un gigante bueno; claro, no
era específicamente un gigante, creo que intelectualmente también, pero me refiero a
su físico: era alto, grandote, robusto, fornido, y era un pan de Dios.
Para él, José Agustín no era arrogante intelectualmente, era modesto y tranquilo, un
poeta.
Este acontecimiento surgió durante un acto electoral en Parque Central: “A mí me
tocaba hablar, entonces me referí a él: ‘¡Allá abajo, allá atrá s en el fondo de la sala, está
ese gigante bueno de los cuentos infantiles,

José Agustín Silva Michelena!’, y la gente se paró y aplaudió ”. De los trabajos que
leyó de él, Petkoff comentó que ademá s de ser muy serios y ambiciosos, estaban
escritos con el respaldo adecuado de datos.
Interesante de todo lo mencionado es el posible “nacimiento” político de José Agustín.
Ante la interrogante planteada a todos los entrevista- dos de obtener una respuesta al
activismo político del mismo, Sonia, esposa de Marco Tulio Bruni Celli, agrega a la
historia datos má s que interesantes. Efectivamente, cuando ella estudiaba en la
Escuela de Sociología, ese mismo añ o de la caída de la dictadura perezjimenista, 1958,
ella comienza la carrera y José Agustín es su profesor entre los añ os 1957-1958. José
Agustín tenía, segú n ella, una mente norteameri- cana, cerrada, que se extendió hasta
el segundo añ o de carrera siendo profesor. Durante ese tiempo comenzó una relació n
con quien sería su primera esposa, de la cual se tenía conocimiento que era del PCV:
“Quizá s él cambió con esa novia, porque él era totalmente una mente norteamericana.
Como el decano, profesor Hill”. Punto interesante que nos termina de corroborar que
efectivamente fue activo político, aunque en alguna etapa de su vida hubiese sido
totalmente neutral.
Académicamente, su relació n con sus compañ eros fue muy grata. Marco Tulio
perteneció a la primera promoció n del grupo de 11 que se graduaron junto con José
Agustín. Su esposa Sonia perteneció a la tercera promoció n de graduados de la misma
escuela.
De los profesores que les dieron clases a todos ellos durante la inau- guració n del
departamento de Sociología y Antropología, se destaca el profesor Miguel Acosta
Saignes, quien había hecho sus cursos en México y fue exiliado político en el añ o 1936.
Como contexto histó rico, en Estados Unidos se daba un nacimiento de la antropología
cultural con Margaret Mead y Linton Butter, acontecimiento interesante puesto que
por primera vez se veía desde un á ngulo científico la antropología, siendo también el
momento que en Venezuela la sociología dejaba de ser una interpretació n social de la
historia:
Hasta ese momento cualquier trabajo sobre sociología en Venezuela que pudo haberse
publicado o que se consideraban trabajos socioló gicos eran esencialmente
interpretaciones histó ricas de procesos sociales, como por ejemplo Vallenilla Lanz El
Viejo o Carlos Leó n, etc.
José Agustín como ser humano 95
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96 José Agustín Silva Michelena
Apenas se exigía un esbozo de la sociología en el campo jurídico con Rafael Caldera,
quien dictaba sociología jurídica en la Facultad de Derecho de la UCV, y así mismo, con
la inclusió n de la sociología como materia en el quinto añ o de bachillerato y letras.
Tal como las impresiones que se recogen a lo largo de todo el libro, no se pensaba que
la sociología como carrera de reciente creació n en el país llegara muy lejos. Se tenía
una concepció n de la sociología como una interpretació n de la historia política
venezolana y, cuando se comenzaron a impartir las primeras clases, materias como
estadística y antropología cultural influenciadas por la sociología norteamerica- na y
estructural-funcionalista, hicieron creer que aquella carrera era pasajera.
José Agustín no era precisamente orgulloso, con ningú n complejo de superioridad, y
se relacionaba muy bien con sus compañ eros.
En resumen, las cualidades y características de José Agustín se correspondían con sus
talentos y las condiciones de su producció n académico-intelectual.

El día de la muerte
A las 7:30 de la noche del domingo 7 de diciembre de 1986, hablé con José Agustín de
una reunió n que íbamos a realizar a las 7:30 de la mañ ana del día siguiente sobre
algunos aspectos del funcionamiento del CENDES y del proyecto con la Universidad de
Naciones Unidas. En ese momento, yo era el director del CENDES. Al llegar el día
siguiente a la oficina, un colega me informó que, al dejar a su hijo en el Colegio de la
Asociació n de Profesores de la Universidad Central de Venezuela (APUCV), había oído
el rumor de que José Agustín había sufrido un ataque.
Yo hice una observació n surrealista porque eso no podía ser dado que él tenía un
compromiso conmigo en la pró xima media hora, convenido por teléfono la noche
anterior. Al percatarme de lo inapropiado de mi respuesta, llamé a su casa, donde me
atendió la señ ora del servicio, quien me comunicó que él había fallecido. Por su estado
emocional no fue capaz de darme má s detalles y le transfirió la llamada a una de las
hermanas de la esposa de José Agustín, Elena Becerra de Díaz. Ella me informó que
José Agustín había preparado, como siempre, el desayuno de sus dos hijos menores y
se había retirado a ducharse, cuando los que estaban en la casa escucharon un ruido
como producido por la caída de una persona.
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98 José Agustín Silva Michelena
Elena también me dijo que fue a despertar a su hermana María An- tonia y que juntas
intentaron entrar al bañ o, que estaba cerrado con llave. Lo abrieron a la fuerza y
encontraron a José Agustín tirado en el piso del bañ o, sin signos vitales. María Antonia
sufrió un shock y pidió a su hermana llamar al médico, a sus hermanos y a otras
personas.
Fue a las 10:00 de la mañ ana cuando finalmente logré deshacerme de las turbulencias
en el CENDES causadas por la muerte de quien fue uno de los personajes má s
significativos de toda su historia, y pude trasladarme a la casa de José Agustín y
abrazar a María Antonia.
La primera persona del CENDES que estuvo inmediatamente en la casa del
matrimonio Silva Michelena fue Ocarina Castillo, quien era vecina de ellos y cuyo hijo
Rafael iba al colegio junto con Nacho. José Agustín era de buen comer y beber. María
Antonia recuerda las cinco hallacas que se comió su esposo justo un día antes de su
muerte. El repentino infortunio de aquella mañ ana fue un suceso que la esposa para
aquel entonces y hoy viuda todavía recuerda vivamente: “Fíjate que yo he preguntado
mucho y esa muerte de José Agustín era difícil de predecir. Es la que llaman ‘muerte
sú bita’. É l se había hecho exá - menes y no tenía nada”. Describe la muerte de José
Agustín como algo impresionante, como un “fallo eléctrico en el sistema”, una especie
de apagó n, diferente a un infarto, puesto que él no tenía ningú n gesto de dolor cuando
lo hallaron en el bañ o.
José Agustín era 11 añ os mayor que ella. Su muerte fue un duro golpe para su vida por
haber ocurrido de forma tan repentina, sobre todo dejando un legado de dos hijos
dentro de dicho matrimonio: Nacho y Manuela. Bastante joven, expresa María Antonia,
para lo mucho que hubiese podido hacer si aú n viviera: “En 52 añ os hizo tanto,
imagínate tú . ¡Qué tanto má s hubiese hecho!”.
La muerte de José Agustín Silva Michelena, como ser humano, como ami- go, padre y
esposo, no só lo llenó de gran conmoció n a quienes lo conocimos en vida, sino también
a la intelectualidad y a las numerosas instituciones que lo acogieron, desde la UCV, a la
cual siempre estuvo muy ligado, pero sobre todo al CENDES, tal vez éste una de sus
verdaderas casas.
Recuerda María Antonia que la ú ltima conversació n que ambos tuvie- ron fue sobre el
CENDES, precisamente, la noche antes de su muerte, y

la angustia de José Agustín por el mismo, por las dificultades internas –para ese
momento yo tenía algunos conflictos con Ramó n Casanova y otros colegas, amigos a
pesar de los conflictos–, cosa que no soporta- ba y llamaba “pleitos provinciales”. En
muchas ocasiones, estando de viaje José Agustín, tuvo que regresarse para apaciguar
los á nimos en el CENDES, y por la propia situació n en la UCV.
El entierro fue muy grande. Mucha gente se conmovió con su parti- da. No só lo en
Caracas se rindió un especial homenaje a su persona; también en otras partes como en
Maracaibo: “A mí me contaron cosas como que se levantaban, hacían un momento de
silencio en miles de lugares. Tú no sabes la cantidad de gente que me escribió ”, dice
María Antonia.
A mí me tocó encabezar el velorio y el entierro, junto con las auto- ridades rectorales
de la UCV. Fue uno de los días má s tristes y conmo- vedores de toda mi vida.
El día de la muerte 99

Nota del autor


José Agustín Silva Michelena, interesado en las situaciones políticas en América Latina,
no só lo investigaba para publicar en revistas y libros, sino también para participar en
debates, conferencias y demá s actividades pú blicas en las que durante prá cticamente
toda su vida profesional y personal se involucró .
En el Congreso sobre el Pensamiento Político Latinoamericano, con- vocado por el
Congreso de la Repú blica con motivo del Bicentenario del Natalicio del Libertador
Simó n Bolívar, realizado en Caracas desde el 26 de junio al 2 de julio de 1983, expuso
un tema no só lo interesante sino también polémico –incluso actualmente– sobre lo
que indica el texto publicado a continuació n.
La idea central de Silva Michelena no fue exponer una larga lista de hechos histó ricos,
lo que hubiese significado una muy extensa reme- moració n del pasado
latinoamericano y sus detalles, sino un aná lisis de períodos políticos de vital
importancia que marcarían pauta en la composició n global de las sociedades de
América Latina. Así, considera no só lo la influencia de las ideas democrá ticas de la
independencia norteamericana y de la Revolució n Francesa, sino también (reiterando
aspectos notables de sus investigaciones previas) la influencia de las
Addenda
101

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102  José Agustín Silva Michelena
élites latinoamericanas y su pensamiento en el proceso político de independencia.
Indaga acerca de cuá les eran las explicaciones de por qué se negaban las ideas que
inspiraban la acció n de los pueblos y sus dirigentes en la gesta independentista. Se
propone examinar el tema de la menciona- da dialéctica, expresada en las ciencias
sociales para el período má s reciente de la historia para ese momento, comenzando su
apreciació n con la discusió n del período después de la depresió n de los añ os 1930 y
de su impacto en el pensamiento político.
Asimismo, Silva Michelena dedica una serie de explicaciones al desa- rrollo político de
los distintos países latinoamericanos, considerando no só lo la inserció n econó mica de
los mismos en el mercado mundial, sino también la composició n de clases y sectores
sociales y el nivel de desarrollo econó mico y social. Como siempre, trata de diferenciar
la política en América Latina que, aun siendo influenciada por ideas provenientes de
países extranjeros, marca distintas formas de parti- cipació n y de consolidació n
política, como son los gobiernos de corte populista y también los fenó menos de
industrializació n y urbanizació n, así como la influencia del “bloque en el poder” (Nicos
Poulanzas) de cada país en el desarrollo de la vida política y la comprensió n de la
dialéctica entre dictadura y democracia en América Latina.
Por lo tanto, no deja de destacar a las figuras que eran, para decirlo de esta forma, los
“cabecillas” de los distintos grupos sociales como figuras carismá ticas. La crisis del
capitalismo, el agotamiento del mo- delo populista y los notables desequilibrios
econó micos son también parte de los puntos que destaca para el desarrollo del tema
durante dicho Congreso. Considera igualmente el enfoque de la dependencia existente
en América Latina durante el tiempo que siguió a la crisis y el período de
“estabilizació n” política de los distintos países, así como las coyunturas sobre la
transnacionalizació n y el surgimiento de nuevas dictaduras.
La sustitució n de importaciones, el papel de la burguesía local y del capital
monopolista extranjero fundamentaron los motivos y el desarrollo del tema en
cuestió n. Cabe destacar que lo expuesto por Silva Michelena no es un tema escogido al
azar, por la importancia
del mismo, puesto que ya se habían realizado varios trabajos anterio- res en
diferentes países de la regió n. Lo selecciona por la pasió n que sintió a lo largo de su
vida intelectual y política por encontrarle una explicació n al fenó meno sociopolítico
latinoamericano, tantas veces debatido durante sus investigaciones. Es un tema en el
cual estaba involucrado académica y políticamente. No se lo toma con ligereza sin
antes respaldarlo con teorías y prá cticas personales durante su vida académica y
sobre todo como investigador innato.
Silva Michelena dejó un importante legado y un significativo apor- te a las Ciencias
Sociales en América Latina y el resto del mundo, ya sea en dicho Congreso o en lo que
son sus demá s contribuciones a la intelectualidad política.
***
La dialéctica democracia-dictadura en el pensamiento político latinoamericano
Por J. A. Silva Michelena
Introducció n
Como es conocido, las ideas sobre la democracia provenientes de la independencia
norteamericana y de la Revolució n Francesa, influyeron notablemente en el
pensamiento de la élite latinoamericana que con- dujo el proceso de independencia.
Así, pues, desde su misma gestació n, las jó venes repú blicas latinoamericanas
estuvieron orientadas hacia la construcció n de sistemas políticos democrá ticos. Los
ideales de un estado democrá tico y de la soberanía popular fueron complementados
con los de la divisió n de poderes, elecció n de gobernantes mediante el sufragio y
representatividad de la població n en los distintos ó rganos de poder. La participació n
política y los ideales de justicia social se encuentran en el discurso político
latinoamericano desde la época de la independencia. No obstante, en la prá ctica
política de la mayoría de las naciones latinoamericanas, desde que éstas adquirieron
su independencia, han prevalecido gobiernos no democrá ticos, si bien
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104  José Agustín Silva Michelena
de muy variados estilos y contenidos de clase, en esencia han sido dictatoriales.
¿Qué explicaciones se han dado a este curioso fenó meno segú n el cual se niegan las
ideas que inspiran la acció n de los pueblos y sus dirigentes en la gesta
independentista?
Numerosas han sido las obras que se han escrito sobre este tema. Desde las famosas
leyendas dorada y negra, para interpretar el perío- do colonial, pasando por sus
expresiones liberales y conservadoras que predominaron durante el siglo XIX y buena
parte del XX, hasta las actuales corrientes neoconservadoras y progresistas este tema
ha constituido una preocupació n central en el pensamiento político latinoamericano.
En este breve trabajo no podemos entrar a examinar esta cuestió n en toda la amplitud
que sería necesaria. Ello involucraría un cuidadoso examen de la producció n
intelectualmente a lo largo de nuestra his- toria republicana, explotar sus parentescos
con lo producido en otros países de fuera de la regió n y confrontar las modalidades
que crista- lizaron en distintos períodos de nuestra historia. Como se ve, es una tarea
que sobrepasa el tiempo que tenemos disponible para elaborar esta ponencia. Por
tanto, nos limitaremos a examinar la cuestió n de la dialéctica democracia-dictadura en
el pensamiento político latinoame- ricano que se expresa en las Ciencias Sociales en el
período má s reciente de nuestra historia. En particular limitaremos nuestra
apreciació n al período que se inicia después de la depresió n de los añ os 1930.
La crisis de 1930 y su impacto sobre el pensamiento político
La crisis mundial de los añ os de 1930 tuvo efectos diferentes en los países
latinoamericanos, segú n la naturaleza y grado de su inserció n en la economía mundial,
la composició n de clases y sectores sociales, y su nivel de desarrollo econó mico y
social. No obstante esta diversidad de situaciones nacionales, hubo una cierta unidad
en las consecuencias políticas de la crisis. En efecto, el surgimiento y acceso al poder,
de movimientos populistas, si bien se produjo en momentos diferentes en cada país,
todos aparecieron en el período que va entre 1930 y 1960.
El populismo como fenó meno político se caracterizó por el predomi-

nio de una figura carismá tica, no necesariamente de corte dictatorial, pero sí de
corte bonapartista. Se trata de una política en la cual el Estado adquiere el cará cter de
amalgama de los intereses de los sectores de clase, con la posible excepció n de los
campesinos e indios, segú n el caso, pero con la clara preferencia por el sector
industrial. En conse- cuencia, industrializació n y populismo van de la mano y allí
donde no existía un sector industrial nacional el populismo se presentó má s
tardíamente y muy ligado a la inversió n extranjera, como son los casos de Perú ,
Colombia y Venezuela.
Hay multitud de trabajos publicados sobre el populismo. (Para una versió n resumida
de la historia política reciente de América Latina, véanse los dos volú menes
publicados por el Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM. Titulado América
Latina: Historia de Medio Siglo. México, Siglo XXI, 1977). La mayoría de ellos
coincidirían en destacar como rasgos generales del populismo los siguientes:
a) Una importante autonomía del Estado, unida a su intensa partici- pació n en la
actividad econó mica y en el espacio político e ideoló gico del conjunto de la sociedad.
b) Una alta subordinació n política e ideoló gica de los sectores popu- lares, los que
está n heteronomizados y con muy pocas posibilidades de expresió n política
autó noma.
c) Un “frente social” policlasista, de contenido nacional-burgués, hegemonizado por la
burguesía industrial y que incluye amplios sectores medios urbanos, la
tecnoburocracia estatal y ciertas capas de asalariados industriales (Geró nimo de
Sierra: “Consolidació n y Crisis del Capitalismo Democrá tico” en Uruguay. Ibidem, Vol.
7, p. 242).
d) Un dirigente político con fuertes tintes carismá ticos al frente del gobierno, ejercido
en nombre de los intereses del pueblo.
La política de los gobiernos populistas puso fuerte énfasis en la industrializació n, la
expansió n de los servicios y el mejoramiento de las condiciones de vida de las masas
populares urbanas; también dio prioridad a la creació n de la infraestructura necesaria
para el desarrollo industrial y facilitar la entrada de capital extranjero,
particularmente
Addenda 105
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106  José Agustín Silva Michelena
de origen norteamericano, cuya hegemonía se sintió fuertemente desde antes de la
Segunda Guerra Mundial.
El Estado, dada la composició n del bloque en el poder y el desarrollo incipiente o nulo
de la burguesía industrial, ha sido caracterizado como “Estado de compromiso”, o
“Estado de emergencia”; la mayoría de los autores coinciden en que no se puede
calificar como un Estado burgués propiamente tal.
Esta idea tiene excepcional importancia para comprender la dialéctica entre
democracia y dictadura en América Latina. A pesar de los diversos grados de
desarrollo de la burguesía industrial que presentaban para el período 1930-1960 los
diversos países latinoamericanos, en todos ellos se trataba de una burguesía débil,
comparativamente hablando con la que existía en Estados Unidos, Inglaterra o
Francia. Ya Max Weber, al analizar el proceso político de la Alemania de los añ os
previos a la Primera Guerra Mundial había advertido que el hecho de que en ese país
no hubiera una burguesía industrial consolidada, con suficiente poder para influir
deci- sivamente en la política estatal, era un factor que favorecía el desarrollo de
corrientes autoritarias.
Estas observaciones llevan a meditar sobre la posibilidad de que en países que tienen
un escaso desarrollo industrial, pueda efectivamente darse una coalició n de poder que
genere una democracia estable. A ello hay que añ adirle la reflexió n aportada por
científicos sociales asiá ticos y africanos, quienes han señ alado que una de las
condiciones para que pueda darse un régimen democrá tico estable es que los países
poseen colonias o, má s recientemente, modos de extraer excedentes del resto del
mundo que permitan financiar el costo de la democracia. Por esta vía se llega pues a
dudar de la permanencia y duració n de las experiencias democrá ticas en el
capitalismo periférico. Los casos de Venezuela y Colombia, desde fines de los añ os de
1950; el de Costa Rica y el de México, para quedarnos en continente latinoamericano,
parecen ser las excepciones que hacen man- tener aú n viva la esperanza de que no hay
una incompatibilidad intrínseca entre democracia y capitalismo periférico. Má s
adelante volveremos sobre este punto, al considerar la crisis actual del capitalismo.
A fines de los añ os de 1940, cuando la mayoría de las experiencias populistas, sobre
todo las del cono sur, estaban en pleno auge, la [Co-

misió n Econó mica para América Latina de la ONU] CEPAL formuló sus conocidas
proposiciones sobre el desarrollo de América Latina. El aná lisis estructural cepalino
constituyó una alternativa a las teo- rías vigentes. Al señ alar las relaciones desiguales
entre el centro y la periferia y en especial las diferencias en la velocidad y
modalidades de propagació n del progreso técnico en las actividades productivas, el
papel que ello jugaba en el retraso de las economías latinoameri- canas y en el
permanente deterioro de los términos del intercambio, contribuyó a darle una base
aparentemente só lida a la formulació n de nuevas políticas gubernamentales de corte
populista. El desarrollo hacia adentro, la justificació n de un Estado interventor, la
necesidad de integrar a los sectores populares en el proceso econó mico y político y el
papel crucial que debería jugar la “burguesía nacional”, elementos cruciales de la
proposició n de la CEPAL, coincidió con los proyectos populistas, principalmente los
del cono sur. En otros países de América Latina, de menor desarrollo relativo, aú n
prevalecían las dictaduras características del modelo primario-exportador y en otros
países como el caso de México se había logrado un sistema político sui generis.
Ya para mediados de la década de 1960 era claro el “agotamiento” del modelo
populista; los fuertes desequilibrios econó micos que ex- perimentaban las economías
en donde la política cepalina había sido supuestamente acogida, particularmente en
los casos de Argentina y Brasil, relevaban en la prá ctica las debilidades del modelo de
indus- trializació n por sustitució n de importaciones. A ello se unió el triunfo de la
Revolució n Cubana y los numerosos movimientos guerrilleros que buscaban imitarla
en diversos países del continente. Sú bitamente, el socialismo era posible en América
Latina y ello hacía olvidar el fra- caso de la efímera experiencia de la “Repú blica
Socialista” presidida por Marmaduque Grove en Chile (1932) y el posterior gobierno
del Frente Popular en 1938. Pero también redoblaron los esfuerzos de los Estados
Unidos por evitar otra Cuba. El desarrollismo, ligado a la Alianza para el Progreso,
proporcionaro un nuevo aliento ideoló gico a algunos gobiernos. No obstante, en el
curso de las décadas de 1960 y 1970, terminaron por imponerse regímenes
autoritarios en los países democrá ticos del cono sur.
Addenda 107

Biblioteca Biográ fica Venezolana


108 José Agustín Silva Michelena
Es en este período cuando emerge la teoría de la dependencia. Entre sus protagonistas
se encuentran pensadores latinoamericanos que ha- bían trabajado en la CEPAL. La
crítica demoledora del cepalismo y del desarrollismo, la reinterpretació n de la historia
de América Latina, en términos de la historia de la conformació n simultá nea del
desarrollo y del subdesarrollo, la incorporació n del aná lisis de la lucha de clases y la
previsió n de las tendencias autoritarias del Estado, proporcionaron una nueva visió n
de Latinoamérica y aun del mundo subdesarrollado. Este nuevo enfoque
interpretativo, rá pidamente dio al traste con las ideas sobre la modernizació n y el
desarrollo político que habían sido puestas en boga por la ciencia política
norteamericana. La teoría de la dependencia arremetió por igual contra la
interpretació n marxista ortodoxa del desarrollo de América Latina. Si bien el
marxismo nun- ca tuvo demasiada influencia en el pensamiento político de América
Latina, no hay duda de que los partidos comunistas, a partir de la revolució n soviética,
comenzaron a jugar un papel de creciente impor- tancia en ciertos países de América
Latina. Los nuevos movimientos revolucionarios encontraron en la literatura
dependentista un nuevo basamento ideoló gico que dio fuerza a sus luchas.
Pero el enfoque de la dependencia, como lo indica Lichtensztejn, en su ponencia a este
congreso, mostró una heterogeneidad de facetas y falta de operatividad:
No obstante, el paulatino fracaso de las ideologías y las estrategias desarrollistas y
estabilizadoras, conjugado con una alta inestabilidad de las condiciones políticas y
econó micas a nivel latinoamericano y mundial, tendieron a radicalizar las alternativas
de los modelos de desarrollo y de política econó mica. Fue en ese contexto que se
observa la gravitació n del enfoque de la dependencia, entre otros, en los procesos
alternativos como los llevado a cabo en Perú bajo Velazco Alvarado (1968-1975), en
Chile con Allende (1971-1973) y la experiencia del gobierno Campora Peró n en la
Argentina (1973-1974). El concepto del subdesarrollo dependiente fue manejado en
esos tres casos, aunque los proyectos de sociedad y las políticas aplicadas hayan sido
muy diferente (véase Samuel Lichtensztejn. “Pensamiento Econó mico
Latinoamericano y su incidencia sobre los proyectos políticos”. “Congreso sobre el
Pensamiento Político Lati- noamericano”. Caracas, 26 de junio al 2 de julio de 1983.
Mimeo p. 18).

Otros gobiernos de América Latina también recogieron, aunque en forma menos
sistemá tica, los argumentos bá sicos del enfoque de la dependencia. Así, por ejemplo,
en los planes de la nació n de Venezuela, a partir de 1969, se incorporan en los
diagnó sticos cada vez de forma má s evidente, aspectos puestos de relieve por la
literatura dependen- tista. Desafortunadamente no se llegaron a instrumentar las
medidas correlacionadas con esos diagnó sticos.
Como se verá a continuació n, el fracaso del neoconservatismo mo- netarista-
neoliberal y la profundizació n de la crisis econó mica, han dado nuevo vigor al
concepto de dependencia, quizá s porque dicho enfoque no ha permanecido fosilizado
sino que ha enriquecido y quizá s transformado por investigaciones recientes.
La Transnacionalizació n y el surgimiento de nuevas dictaduras
Entre los aportes má s importantes del pensamiento econó mico lati- noamericano se
encuentra el estudio de las características y efectos de las empresas transnacionales.
Sin pretender que exista una determi- nació n unívoca entre el proceso de
transnacionalizació n y la política, es necesario reconocer que hay una clara relació n
entre ambos. Es necesario insistir sobre este punto, no só lo por su importancia, sino
también porque se duda de que exista esa relació n. Como lo expresa Lechner en un
reciente trabajo:
El interrogante remite a la ambigü edad de la “modernizació n” capitalista en tanto ésta
involucra también el desarrollo de la democracia de masas. La “crisis” de la
democracia es hoy evidente. Ella no parecería consistir tanto en la “ingobernabilidad”
provocada por un exceso de participació n e ideologizació n (Huntington), ni en las
contradicciones econó micas del capitalismo como en la erosió n del sujeto (los sujetos)
de la voluntad política. Y la crisis del sujeto político se expresa en una profunda
perturbació n acerca de lo que es “la política” (véase “¿Qué significa hacer política?”, en
Norbert Lechner, editor, ¿Qué significa hacer política? Lima: Desco, 1982, pp. 18-19,
negritas nuestras).
Lo cierto es que en los países de mayor desarrollo relativo de América Latina, la
política desarrollista abrió las puertas a la transnacionaliza- ció n de sus economías.
Los efectos de la transnacionalizació n varían de
Addenda 109


Biblioteca Biográ fica Venezolana
110 José Agustín Silva Michelena
país en país, sin embargo, como se trata de una tendencia mundial, es posible
descubrir las características generales del proceso allí donde se manifiestan má s
nítidamente, es decir en los países donde se halla má s avanzado. Como se mencionó
anteriormente, en países como Argentina, Brasil, México, Chile y má s tardíamente en
Venezuela, a través de la forma de acumulació n neocolonial, se logró llegar al esta- dio
en el cual la demanda interna de bienes de consumo durables y no durables era
satisfecha en gran parte mediante la industria local. En algunos de estos países
también se ha logrado un desarrollo significa- tivo en ciertos sectores intermedios y
en algunos sectores productores de bienes de capital, pero en éstos el capital
extranjero ha jugado el papel principal. Sin embargo, hasta ahora no se ha
desarrollado y no hay señ ales de que ocurrirá así en el futuro, los sectores
productores de medios de producció n que requieren una tecnología má s avanzada. En
otras palabras, que comienza a perfilarse una nueva divisió n del trabajo en el campo
capitalista. Este esquema permite la continuació n de las relaciones de dependencia
puesto que la producció n y control de la tecnología necesaria para poner en marcha
todo el mecanismo industrial, seguirá permaneciendo en las manos de las
corporaciones transnacionales.
Como se señ aló anteriormente, en los países en los cuales el proceso de sustitució n de
importaciones se inició en los añ os de 1920, acele- rá ndose después por efecto de la
crisis de los añ os de 1930, la burgue- sía local jugó un papel de cierta importancia, aun
cuando el capital monopolista extranjero desempeñ ó el papel principal
estableciéndose así una estrecha relació n entre la burguesía local y la burguesía inter-
nacional. El Estado, poniendo en juego todos los recursos de política a su alcance,
contribuyó a reforzar esa relació n; sin embargo, el Estado mismo adquirió una mayor
autonomía relativa, es decir, una mayor capacidad para tomar decisiones de política
en nombre del “interés general de la nació n”. Como el proceso de sustitució n de
importaciones había creado las condiciones para el surgimiento de sectores medios
urbanos y proletarios, la mayor autonomía relativa del Estado permi- tió que las
políticas de los gobiernos se dirigieran, por primera vez, a satisfacer las necesidades
de esos sectores urbanos. De este modo, en

estos países emergieron partidos policlasistas, con proyectos definidos de reformas
social-demó cratas, con banderas antioligá rquicas e incluso antiimperialistas. En casos
importantes, líderes populistas con amplio respaldo de las masas urbanas, llegaron al
poder bien por la vía elec- toral, bien mediante golpes de Estado.
Sin embargo, en la medida en que el proceso de transnacionalizació n ha avanzado, las
burguesías locales han ido perdiendo cada vez má s el control de la economía local,
incluso en los sectores industriales tradicionales como tabaco y alimentos. Pero este
proceso de desnacio- nalizació n ha estado ocurriendo con la connivencia de los grupos
em- presariales locales má s poderosos, los cuales se integran cada vez má s a la
burguesía internacional, abandonando así el “proyecto nacional”.
Entre las consecuencias má s importantes de esta forma transnacio- nal de “desarrollo”
está n las siguientes: la tecnología utilizada, como está diseñ ada para resolver
problemas característicos de las economías avanzadas, es altamente ahorradora de
mano de obra y de materias primas del tipo que escasea en los países avanzados. Ese
hecho, al mismo tiempo que contribuye a agravar el problema de desempleo
estructural característico del subdesarrollo, crea también un mercado con un patró n
de consumo tan refinado que no corresponde con los niveles generales de desarrollo
existentes. Pero como ese patró n de consumo se satisface con la producció n de las
industrias má s diná mi- cas la cual está casi toda en manos de corporaciones
transnacionales obviamente, por una parte, se refuerza la posició n clave de dichas
empresas transnacionales en las economías locales y por la otra, se hace necesario
hacer crecer má s rá pidamente el ingreso de los grupos sociales má s privilegiados, que
son los que tienen mayor propensió n a consumir dichos productos.
De allí, pues, que los gobiernos se ven forzados a adoptar políticas concentradoras del
ingreso a fin de expandir el mercado interno, ya que las posibilidades de exportació n,
aunque en aumento, siguen siendo limitadas bien por falta de competitividad en
relació n a los mercados internacionales, bien por los acuerdos celebrados con las
matrices mediante los cuales se restringen las posibilidades de exportació n. Por estas
razones los mercados se mantienen relativamente restringidos a
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Biblioteca Biográ fica Venezolana


112 José Agustín Silva Michelena
pesar del aumento del consumo capitalístico, de modo que se produce un gran
desperdicio econó mico debido a la alta capacidad ociosa de las empresas, la cual
nunca puede llegar a utilizarse plenamente puesto que las empresas se ven obligadas
a invertir constantemente para, a través de la incesante incorporació n de
innovaciones tecnoló gicas generadas en el centro, poder mantener su capacidad
competitiva en un mercado en el cual los consumidores tienen un gusto que cambia al
mismo tiempo que cambian las modas en las economías capitalistas má s avanzadas.
En consecuencia, el precio de los artículos manufactu- rados tiende a ser má s elevado,
en comparació n con los precios inter- nacionales, lo que restringe aú n má s el mercado
doméstico, favorece una ulterior reconcentració n de los ingresos, estimula la inflació n
y deteriora la capacidad para exportar.
Pero conjuntamente con la informació n de estas capas sociales privilegiadas de
consumidores refinados, emergió también un sector proletariado con empleo
permanente en los centros diná micos de la economía y un sector urbano en acelerada
expansió n, dedicado a los servicios, a empleos transitorios, trabajos ambulantes o de
buhone- ros, que ha sido designado por algunos sectores con el controversial pero
ilustrativo término de “capas marginales”. La mezcla de estas crecientes masas
urbanas empobrecidas pero con altas aspiraciones de consumo, el aumento de la
participació n política activa fomentada por los partidos policlasistas en busca de una
clientela electoral y el estímulo de las aspiraciones ocasionado por las campañ as
políticas y por la alta exposició n a los medios de comunicació n social resulta ser un
tanto “peligrosa” para la seguridad de la clase dominante, la cual mira con enorme
sospecha la política democrá tica debido a las oportunidades que ofrece a los
trabajadores para que presionen por mayores salarios, disminuyendo así los
incentivos para que continú e el proceso de transnacionalizació n. En efecto, al menos
en los casos de Argentina y Brasil, ello se manifiesta en un creciente estancamiento de
la economía (versió n corregida del trabajo del autor titulado “La situa- ció n
geopolítica mundial y la viabilidad de la democracia en América Latina”. Crítica y
Utopía, N° 2, Verano s/f, pp. 59-64).

A lo dicho anteriormente habría que añ adir la tendencia constante a que se
incremente el déficit externo. Como lo señ ala Fajnzylber:
Esto plantea la necesidad de recurrir en proporció n creciente al endeudamiento
externo y a la inversió n directa del exterior, que en el corto plazo contribuye a
neutralizar el déficit, pero que, a menos que se canalice en una direcció n que altere
considerablemente la diná mica interna antes descrita, a largo plazo só lo logrará
postergar y amplificar la magnitud del problema (Fernando Fajnzylber. “Las empresas
Transnacionales y la Estrategia de Autoafirmació n Colectiva”, en Enrique Oteiza
(comp.) Autoafirma- ció n Colectiva: Una estrategia alternativa de desarrollo. México,
FCE, 1983, p. 114).
Una política de esta naturaleza, má s temprano que tarde se hace incompatible con un
régimen democrá tico. No só lo por el deterioro creciente del salario real de los
trabajadores sino también porque se hace cada vez má s cuesta arriba la expansió n en
los servicios pú blicos, a pesar de que la població n urbana continú a aumentando a tasa
má s acelerada que el crecimiento vegetativo debido al estímulo que signi- fica para la
migració n rural-urbana generada por el escaso desarrollo agrícola que es
consustancial con este modelo de crecimiento.
En estas condiciones es ló gico que aumenten los conflictos sociales y se vea
amenazada la estabilidad política del régimen democrá tico e incluso los sectores
dominantes lleguen a percibir el “peligro” de una revolució n socialista.
Como se demostró en los casos de Brasil, Argentina y Chile, la “salida” encontrada fue
el establecimiento de los regímenes autoritarios alta- mente represivos, que crearon
mejores condiciones para la profundi- zació n del proceso de transnacionalizació n.
Como se sabe, en esos tres países el resultado de dicha política, al mediano plazo, fue
un acentua- miento de los desequilibrios econó micos, particularmente la inflació n
galopante y el crecimiento desmesurado de la deuda externa.
México y Venezuela, donde también se acentuó la transnaciona- lizació n, se
encuentran hoy (1983) en la misma situació n de crisis econó mica aguda y con una
deuda externa que no pueden cancelar. La aplicació n de la receta monetarista del FMI
no haría má s que pro- fundizar las tensiones sociales. No obstante, en los sectores que
consti- tuyen el bloque en el poder en estos dos países se tiene conciencia de la
Addenda 113

Biblioteca Biográ fica Venezolana


114  José Agustín Silva Michelena
experiencia del cono sur, en el sentido de que un régimen autoritario de corte
neoconservador (monetarista-neoliberal) lejos de resolver el problema lo empeora.
Se impone así gradualmente la idea de buscar nuevas alternativas. Mirar hacia lo que
está ocurriendo en los Estados Unidos o Europa Oc- cidental ayuda poco, porque
existe la sensació n de que “la vida en los países capitalistas desarrollados plantea
problemas tales que ya no son absorbidos e integrados por los mecanismos de
reproducció n cultural” (Norbert Lechner, ¿Qué significa hacer política?, Op. Cit, p. 27).
Pareciera pues que “el desarrollo del orden capitalista (nacional e internacional)
chocaría hoy con las limitaciones del Estado de Bienestar y del sistema parlamentario
de los partidos” (Ibidem, p. 26).
Las experiencias de los gobiernos socialistas de Francia, Grecia y Españ a quizá s
constituyen un ensayo de respuesta a ese dilema.
En América Latina, la revolució n sandinista de Nicaragua y la lucha que se libra en El
Salvador, Honduras y Guatemala, es posible que lle- guen a constituirse en
experiencias alternativas, a pesar de la política de la administració n Reagan, en el
sentido de apoyar a la contrarrevo- lució n invocando para ello el pretexto del riesgo
que corre la seguridad de los Estados Unidos.
En el caso de Venezuela, probablemente debido a la circunstancia de que la crisis ha
golpeado má s duramente en 1983, un añ o electoral, hay creciente conciencia en las
distintas fuerzas sociales de que debe buscarse una alternativa propia, que preserve el
régimen democrá tico. La cuestió n es si es posible tomar las decisiones que ello
implica, en términos de cambio del modelo de crecimiento transnacional, hacia otro
que necesariamente tiene que afectar a los intereses forá neos y locales y, en
particular, a los sectores privilegiados, que usufructú an el estilo de vida consumista
asociado al modelo transnacional. De nuevo se plantea en el presente con todo
dramatismo e intensidad la dialéctica entre democracia y dictadura característica de
los países capitalistas periféricos.

De José Agustín Silva Michelena


• Las Ciencias Sociales en Venezuela. Río de Janeiro, 1959 (Centro Latinoamericano de
Investigaciones en Ciencias Sociales).
• “Hipó tesis sobre el Cambio Social en Venezuela”. En: Venezuela 1o. Edició n especial
del Boletín Bibliográ fico del Instituto de Investigaciones Econó micas de la FACES,
1963.
• Exploraciones en Aná lisis y Síntesis: Cambio Político en Venezuela, Editores Frank
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Lander, Jorge Ahumada, los editores, John R. Mathiason, Gabriela de Bronfenmajer,
Alan Kessler, Walter H. Slote y Daniel Lerner; Caracas – Cambridge, MA 1967 (CENDES
- UCV y Center for International Studies MIT), pp. 540 ss.
• Crisis de la Democracia. Caracas, 1970 (CENDES-UCV).
• Participació n de la Comunidad en la Educació n. Coordinador: José Agustín
Silva Michelena, con el equipo de educació n del CENDES. Caracas, 1972. En:
Cuadernos de la Sociedad Venezolana de Planificació n, nú meros 96-99, pp. 35-176.
• Política y Bloques de Poder: Crisis del Sistema Mundial, México, 1976 (Siglo XXI
Editores), 291 pp.
• Nacionalizació n Petrolera: Recursos Humanos, con Félix Soublette hijo; Caracas,
1976 (Ediciones de la Biblioteca de la UCV), 119 pp. (con apéndices no enumerados).
• El Contexto Socio-Político de la Investigació n Científica y Tecnoló gica. En: Economía
y Ciencias Sociales, Caracas, 1979. nú mero 31. Segunda É poca.
• El Proceso electoral de 1978: Su perspectiva histó rica estructural, con Heinz R.
Sonntag, Caracas, 1979 (Editorial Ateneo de Caracas).
• Política y Autonomía Universitaria. Caracas, 1980. En: Nuestra Universidad, nú mero
6.
• Una estrategia para el Desarrollo, con Heinz R. Sonntag. 1982. En: Revista METAS,
añ o 1, nú mero 12, pp. 15-23.
• Los Factores de la Paz, coordinador: José Agustín Silva Michelena, con
contribuciones de T. Dos Santos, S. Aranda, E. Mercado Jarrin, G. Chichilnisky, R. Falk,
A. Có rdova, A. Boron, M. Teubal, P. Nikken y A. Varas; Caracas-Tokio, 1987 (Editorial
Nueva Sociedad y Universidad de las Naciones Unidas), 224 pp.
Bibliografía 115

116 Bibliografía
• Venezuela hacia el 2000: Desafíos y Opiniones, coordinador: José Agustín Silva
Michelena, con contribuciones de H. Blumenthal, G. Bronfenmajer, L. Carnevali, R.
Casanova, R. de la Cruz, L. Gó mez Calcañ o, R. Hausmann, L Martínez, G. Martínez, A.
Quiró s Corradi, J.C. Rey, H. R. Sonntag, A. Urdaneta, H. Vessuri, L. Yá nez Betancourt;
Caracas, 1987 (Instituto Latinoamericano de Investigaciones Sociales-ILDIS, UNITAR y
Editorial Nueva Sociedad), 399 pp.
• Latin America: Peace, Democratization and Economic Crisis, editor: José Agustin
Silva Michelena, con contribuciones de Kinhide Mushakoji, Theotonio Dos Santos,
Pablo Gonzá lez Casanova, Augusto Varas, Heinz R. Sonntag, Edgardo Mercado Jarrin,
Aníbal Quijano, Armando Có rdova, Atilio Boron, Clovis Brigagao, Felipe McGregor,
Héctor Faú ndez-Lezama, Pedro Nikken; Tokio-Londres-New Jersey, 1988 (United
Nations University y Zed Books Ltd.), pp. 208.
Bibliografía utilizada
• Cardoso, Fernando Henrique y Enzo Faletto, Dependencia y desarrollo en América
Latina, México, 1969 (Siglo XXI Editores).
• Carrera Damas, Germá n, Temas de historia social y de las ideas, Caracas, 1969
(Ediciones de la Biblioteca UCV).
• Castro, Gregorio Antonio, Soció logos y sociología en Venezuela, Caracas, 1988
(UNESCO-TROPYKOS).
• Castro Leiva, Luis, De la patria boba a la teología bolivariana, Caracas, 1987 (Monte
Á vila Latinoamericana).
• Darwich Osorio, Gregorio, Pensamientos plurales. Orígenes de los estudios del
desarrollo en Venezuela, Caracas, 2005 (CENDES-UCV).
• Gutiérrez, Ana T., Programa de doctorado en estudios del desarrollo 1980- 2003,
Caracas, 2004 (CENDES-UCV).
• Marini, Ruy Mauro, Dialéctica de la Dependencia, México, 1973 (Serie Popular Era).
• Silva Michelena, Héctor y Heinz Rudolf Sonntag, Universidad, Dependencia y
Revolució n, México 1970 (Siglo XXI Editores).
• Sonntag, Heinz Rudolf, “Teoría y Praxis en la ciencia social latinoamericana”, en
Economía y Ciencias Sociales, enero-marzo, 1969, añ o XI, no. 1, pp. 64-75.
• Sonntag Heinz R., Duda/Certeza/Crisis. La evolució n de la Ciencias Sociales de
América Latina, Caracas, 1988 (UNESCO-Editorial Nueva Sociedad).

Agradecimientos
Una biografía es, en rigor, un libro originado y trabajado por muchas personas y
redactado finalmente por su autor. En este sentido, es no só lo una cortesía sino una
obligació n agradecer a todas y todos los que han tenido algú n tipo de colaboració n.
En primer lugar debo mencionar al doctor Simó n Alberto Consalvi, quien tuvo la
paciencia de responder a mis preguntas y leer algunos capítulos del libro.
Dos asistentes de investigació n colaboraron conmigo con una excepcional dedicació n
tanto en la revisió n de los numerosos libros y demá s materiales de José Agustín como
en la redacció n final. A Laura Soló rzano, estudiante del ú ltimo añ o de Filosofía en la
Universidad Cató lica Andrés Bello (UCAB), agradezco su valiosa ayuda durante los
primeros meses y a Uxia del Carmen Paredes Paz, soció loga recién egresada de la
Universidad Central de Venezuela (UCV), su excepcional dedicació n y sus aportes
durante los ú ltimos meses de la redacció n de este libro.
Entrevisté a numerosas personas para la elaboració n de esta biografía. Debo
mencionar, en primer lugar, a Héctor Silva Michelena, entrañ able amigo de hace
muchos añ os, que siempre estuvo pendiente del progreso de este trabajo y me facilitó
una gran cantidad de detalles sobre su hermano. Con gran cariñ o recuerdo para
siempre la larga entrevista que me regaló María Antonia Becerra, la viuda del
biografiado. David Silva Prades, hijo de José Agustín, fue también generoso en la
conversació n que, por espacio de unas cuantas horas, pudimos sostener. Igualmente
importante fue la colaboració n de Gregorio Castro, quien, aunque no entrevistado
personalmente, me prestó una larga conversació n publicada que habían entablado
José Agustín y él hacía muchos añ os. Orlando Albornoz, Marco Tulio Bruni Celli y
Teodoro Petkoff me concedieron sendas entrevistas de significativa importancia sobre
varios aspectos de la vida de José Agustín.
Especial menció n merecen también Elina Cá rdenas y Gabriela Elbitar, del Centro de
Documentació n del CENDES, quienes me ayudaron para la ubicació n de las obras de
José Agustín, especialmente aquellas no publicadas en sus libros.
A todas y todos los que nombré les expreso mis má s sinceros reconocimientos y mi
profunda gratitud, al igual que a mi esposa Marisol Sandoval, que aguantó y aguanta
mis neuras al estar involucrado en esfuerzos de esta naturaleza.
Bibliografía 117

Presentació n 11 Familia, niñ ez y adolescencia 13 El difícil camino a la sociología 17


La creació n del CENDES 23 Nuestros primeros encuentros 31 Tiempos problemá ticos
para el CENDES 35 Algunos resultados de “Cambio político en Venezuela” 41 Un
período de reconstrucció n e intensa labor 59 Los compromisos y actividades
internacionales 67
Desde 1973 a 1986: aportes varios
de Silva Michelena y del CENDES 71
José Agustín como ser humano 85
El día de la muerte 97
Addenda 101
Nota del autor 101 La dialéctica democracia-dictadura
en el pensamiento político latinoamericano,
por José Agustín Silva Michelena 103
Bibliografía 115
Índice de contenidos 119


Biblioteca Biográ fica Venezolana
Títulos publicados Primera etapa / 2005-2006
11. Joaquín Crespo / Ramó n J. Velá squez / Tomo I y Tomo II
12. José Gregorio Herná ndez / María Matilde Suá rez
13. Aquiles Nazoa / Ildemaro Torres
14. Raú l Leoni / Rafael Arrá iz Lucca
15. Isaías Medina Angarita / Antonio García Ponce
16. José Tomá s Boves / Edgardo Mondolfi Gudat
17. El Cardenal Quintero / Miguel Á ngel Burelli Rivas
18. Andrés Eloy Blanco / Alfonso Ramírez
19. Renny Ottolina / Carlos Alarico Gó mez
10. Juan Pablo Rojas Paú l / Edgar C. Otá lvora
11. Simó n Rodríguez / Rafael Ferná ndez Heres
12. Manuel Antonio Carreñ o / Mirla Alcibíades
13. Ró mulo Betancourt / María Teresa Romero
14. Esteban Gil Borges / Elsa Cardozo
15. Rafael de Nogales Méndez / Mirela Quero de Trinca
16. Juan Pablo Pérez Alfonzo / Eduardo Mayobre
17. Teresa Carreñ o / Violeta Rojo
18. Eleazar Ló pez Contreras / Clemy Machado de Acedo
19. Antonio José de Sucre / Alberto Silva Aristeguieta
20. Ramó n Ignacio Méndez / Manuel Donís Ríos
21. Leoncio Martínez / Juan Carlos Palenzuela
22. Ignacio Andrade / David Ruiz Chataing
23. Teresa de la Parra / María Fernanda Palacios
24. Cecilio Acosta / Rafael Cartay
25. Francisco de Miranda / Inés Quintero
Segunda etapa/ 2006-2007
26. José Tadeo Monagas / Carlos Alarico Gó mez
27. Arturo Uslar Pietri / Rafael Arrá iz Lucca
28. Daniel Florencio O’ Leary / Edgardo Mondolfi Gudat 29. Morella Muñ oz / Ildemaro
Torres
30. Cipriano Castro / Antonio García Ponce
31. Juan Vicente Gonzá lez / Lucía Raynero
32. Carmen Clemente Travieso / Omar Pérez
33. Carlos Delgado Chalbaud / Ocarina Castillo D’Imperio 34. César Zumeta / Luis
Ricardo Dá vila
35. Carlos Soublette / Magaly Burguera

36. Miguel Otero Silva / Argenis Martínez


37. Agustín Codazzi / Juan José Pérez Rancel
38. Pedro Manuel Arcaya / Pedro Manuel Arcaya Urrutia
39. Raimundo Andueza Palacio / Edgar C. Otá lvora
40. Andrés Bello / Pedro Cunill Grau
41. Ró mulo Gallegos / Simó n Alberto Consalvi
42. Eugenio Mendoza / Carlos Alarico Gó mez
43. José Gregorio Monagas / Agustín Moreno Molina
44. José Rafael Revenga / Carlos Herná ndez Delfino
45. Gustavo Machado / Manuel Felipe Sierra
46. Rafael Arias Blanco / Manuel Donís Ríos
47. José María Vargas / Carolina Guerrero
48. Mario Briceñ o-Iragorry / Laura Febres
49. José Antonio Ramos Sucre / Alba Rosa Herná ndez Bossio 50. Laureano Vallenilla
Lanz / Elsa Cardozo
Tercera etapa / 2007-2008
51. Francisco De Venanzi / Sonia Hecker
52. Antonio Leocadio Guzmá n / Rogelio Altez
53. Antonio Guzmá n Blanco / María Elena Gonzá lez Deluca 54. Isaac J. Pardo / María
Ramírez Ribes
55. Juliá n Castro / Tomá s Straka
56. Carlos Eduardo Frias / Edgardo Mondolfi Gudat
57. Arturo Michelena / Francisco Javier Duplá
58. Dió genes Escalante / Maye Primera Garcés
59. Juan Vicente Gó mez / Simó n Alberto Consalvi
60. Tulio Febres Cordero / Ricardo Gil Otaiza
61. Lucila Palacios / Carmen Mannarino
62. José Cortés de Madariaga / Antonio Sá nchez García
63. Rafael María Baralt / Lucía Raynero
64. Manuel R. Egañ a / Luis Xavier Grisanti
65. Antonio Lauro / Ivo Herná ndez
66. Juan Antonio Pérez Bonalde / Antonio Padró n Toro
67. Manuel Antonio Matos / Catalina Banko
68. Gumersindo Torres / Eduardo Mayobre
69. José Antonio Pá ez / Ramó n Hernandez
70. Feliciano Montenegro Coló n / Napoleó n Franceschi G. 71. Vicente Salias / Juan
Carlos Reyes
72. Ezequiel Zamora / Manuel Donís Ríos
73. Francisco Linares Alcá ntara / David Ruiz Chataing
74. Juan Liscano / Rafael Arrá iz Lucca
75. Martín Tovar y Tovar / Francisco Javier Duplá

Cuarta etapa / 2008-2009


76. Julio César Salas / Francisco Javier Pérez
77. Juan Germá n Roscio / Carlos Pernalete
78. Armando Zuloaga Blanco / Ignacia Fombona de Certad 79. Jó vito Villalba / Omar
Pérez
80. Miyó Vestrini / Mariela Díaz
81. Francisco Gonzá lez Guiná n / Luis Zuccato
82. Emilio Boggio / Beatriz Sogbe
83. Jesú s Muñ oz Tébar / José Alberto Olivar
84. Fermín Toro / Rafael Ferná ndez Heres
85. Antonio Arrá iz / Alexis Má rquez Rodríguez
86. Manuel Felipe de Tovar / Miguel Hurtado Leñ a
87. Wolfgang Larrazá bal / Omar Pérez
88. Mariano Picó n Salas / Gregory Zambrano
89. Victorino Má rquez Bustillos / Antonio García Ponce 90. Miguel Acosta Saignes /
Rafael Strauss K.
91. Juan Crisó stomo Falcó n / Tomá s Straka
92. Caracciolo Parra Pérez / Edmundo Gonzá lez Urrutia 93. Cristó bal Rojas /
Francisco Javier Duplá
94. Alberto Adriani / Luis Xavier Grisanti
95. Tulio Chiossone / Juvenal Salcedo Cá rdenas
96. Luisa “la Nena” Palacios / Diego Arroyo Gil
97. Juana Sujo / Miriam Dembo
98. Jeannette Abouhamad / Elsa Cardozo
99. José Rafael Pocaterra / Simó n Alberto Consalvi
100. Simó n Bolívar / Elías Pino Iturrieta
Quinta etapa / 2009-2010
101. Doris Wells / Ocarina Castillo D’Imperio 102. Edgar Sanabria / Adolfo Borges
103. José Gil Fortoul / Lucía Raynero
104. Rafael Vegas / Eduardo Casanova
105. Cecilia Pimentel / Aurora Pinto
106. Santiago Mariñ o / Manuel Donís Ríos
107. Romá n Cá rdenas / José Alberto Olivar
108. Carlos Raú l Villanueva / Juan José Pérez Rancel 109. Aldemaro Romero /
Federico Pacanins
110. José Antonio Mayobre / Eduardo Mayobre
111. Julio Calcañ o / Francisco Javier Pérez
112. Marcos Pérez Jiménez / Manuel Felipe Sierra 113. Carlos Brandt / Mirla
Alcibíades

114. Vicente Nebreda / Carlos Paolillo


115. Enrique Bernardo Nú ñ ez / Eloi Yagü e Jarque 116. Vicente Emilio Sojo / Yellice
Virgü ez Má rquez 117. Luis Razetti / Manuel Guevara Baro
118. Eustoquio Gó mez / Temístocles Salazar
119. Diego Carbonell / Claudio Bifano
120. Lya Imber de Coronil / Ana Teresa Torres
121. Manuel Palacio Fajardo / Elsa Cardozo
122. José Agustín Silva Michelena / Heinz R. Sonntag

Este volumen de la Biblioteca Biográ fica Venezolana se terminó de imprimir el mes de


julio de 2010, en los talleres de Editorial Arte, S.A., Caracas, Venezue- la. En su diseñ o
se utilizaron caracteres light, negra, cursiva y condensada de la familia tipográ fica
Swift y Frutiger, tamañ os 8.5, 10.5, 11 y 12 puntos.
En su impresió n se usó papel Ensocreamy 55 grs.

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