BBV José Agustín Silva Michelena
BBV José Agustín Silva Michelena
BBV José Agustín Silva Michelena

José Agustín Silva Michelena
Heinz R. Sonntag
(1934-1986)
Dedico este libro a todas y todos mis colegas del Centro de Estudios del Desarrollo
(CENDES), a su personal administrativo y técnico, así como a sus estudiantes, hoy
profesionales, con los que he tenido la oportunidad de hacer vida comú n en esa insti-
tució n durante tantos añ os. Son y será n amigas y amigos, má s allá de eventuales dife-
rencias de opinió n que hayan podido existir en distintos momentos de nuestras vidas
en una pensió n y regresan al CSI, en el que se gradú an los tres: Héctor en 1951, un
poco después José Agustín y luego Ludovico. Como hemos visto, los tres tuvieron al
principio problemas con los estudios, debido al hecho de moverse tanto de una ciudad
a otra y, por ende, de un colegio a otro. Se encontraban generalmente un añ o
atrasados, en los respectivos cole- gios. En todo caso, los dos hermanos fueron de gran
influencia para José Agustín. Los tres mantuvieron muy estrechas relaciones hasta su
muerte (y poco después la de Ludovico).
Cuando llegó la hora de ir a los estudios universitarios, su padre quiso que por lo
menos José Agustín y Héctor fueran médicos, pues la carrera siempre le fascinaba.
Efectivamente, Héctor estudió Medicina durante cuatro añ os, pero luego se dedicó a la
Economía. José Agustín también quería estudiar Medicina, amén de que la Sociología
se conocía poco en Venezuela, salvo en las postrimerías de la Independencia, cuando
conside- raciones sobre el “campo socioló gico” (G. Castro) fueron incorporá ndose, a lo
largo de casi 50 añ os, en los textos de filó sofos y pensadores políticos en la
elaboració n de lo que Luis Castro Leiva llamó “la elocuencia de la libertad”; esto es: los
intentos de elaborar un cuerpo filosó fico-político que pudiera servir de base
ideoló gica para el Estado-Nació n creado a partir de 1830. Pero no existía como campo
de docencia y aprendizaje universitarios, se sabía poco de sus contenidos específicos,
pese a que se había creado en 1877 un Instituto de Ciencias Sociales, no vinculado a la
Universidad de Caracas sino má s bien al auge del positivismo en el país. Por cumplir
ademá s los deseos de su padre, no pasaba por su mente estudiar otra carrera que
Medicina.
En el añ o 1951 se produce una huelga de estudiantes contra la dictadura militar de
Marcos Pérez Jiménez. El mandatario cierra la Universidad y la Seguridad Nacional
(SN), su policía política, invade y ocupa el recinto universitario. Destituye a las
autoridades y pone presa a mucha gente, universitaria y no. Es el apogeo de Pérez
Jiménez, el tiempo en el que asienta su sistema de dominació n y prepara las
fraudulentas elecciones de 1952. La represió n es bestial. Muchos tienen que exiliarse,
otros tantos son desterrados por los cuerpos de seguridad del Estado. Héctor sale
para Buenos Aires a fin de continuar allá sus estudios de Medicina, José Agustín se
queda en el país, prá cticamente sin hacer nada salvo leer, y Ludovico
Familia, niñ ez y adolescencia 15
labor allí durante el añ o 1959 con las tareas como secretario de la subcomisió n
social de la Comisió n de Reforma Agraria y entre 1960 y 1961 como coordinador del
sector social de CORDIPLAN. Su condició n de profesor la mantuvo hasta su muerte.
El difícil camino a la sociología 21
aná lisis y en síntesis, cuyos editores fueron Frank Bonilla y José Agustín Silva
Michelena; El fracaso de las élites, del mismo Bonilla, y Crisis de la democracia, de
Silva Michelena. Aú n así, el desarrollo del CENDES en- contraba algunos obstá culos,
entre ellos inquietudes sobre la planilla de inscripció n de los postulantes –en ella se
les preguntaba si participa- ban en agrupaciones de cará cter político. A esta objeció n
respondió el director que conocer este dato era necesario, ya que los planificadores
tendrían que mostrar interés por los problemas de la comunidad y que mediante
preguntas directas no obtendrían respuestas claras, siendo má s fá cil saber si
participaban o no en actividades políticas sin motivo alguno, y negó que el Centro
fuese discriminatorio. También refleja el libro de actas del Consejo Universitario de
1961 que surgieron proble- mas con los sueldos de los profesores-investigadores, que
era 12.000 bolívares, cantidad elevada de la que la Universidad solo cancelaba la
mitad y CORDIPLAN el resto.
Asimismo surgieron sucesos interesantes, como cuando el decano la Facultad de
Economía, Atilio Romero, presentara ante el consejo de su Facultad el proyecto del
CENDES sobre desarrollo econó mico y sobre la inclusió n de algunas asignaturas que
se impartían en el mismo y que figuraban también en el pensum de la Escuela de
Economía. El consejo llevó a cabo fuertes discusiones sobre el curso intensivo, con-
siderá ndolo poco provechoso para los que ya conocían los conceptos de Economía y,
para quienes no los conocían, superficial. Sin embargo, después de muchas
observaciones sobre los cursos intensivos del CEN- DES, el director Ahumada
defendió las bases de los mismos en cuanto a la teoría y la metodología prá ctica, con
un gran peso académico para los docentes que los dictaban: eran autores en su
mayoría de los textos utilizados, ademá s inéditos, siendo un programa docente que
iniciaba un nuevo á mbito académico en la universidad venezolana y que poco tenía
que ver con la superficialidad que el consejo alegaba. Ahumada argumentó que
muchas materias impartidas en los cursos no se encontraban en el pensum de la
Facultad de Economía, ademá s defendió el proyecto de postgrado y aceptó las críticas
del consejo en cuanto a considerarlo un proyecto experimental.
También reflexionó que el CENDES, encaminado a establecer un pro-
La creació n del CENDES 29
de México, Edelberto Torres Rivas de Centroamérica, Pablo Gonzá lez Casanova de
México y otros, todos ellos a la postre amigos, algunos hasta hoy día. Atendimos juntos
las fiestas formales e informales, mu- chas veces acompañ ados por una colega de la
delegació n soviética que asistió por primera vez a un Congreso de la ISA. En breve, las
jornadas nos acercaron intelectual y humanamente hasta una amistad, la cual
sellamos cuando lo acompañ é al aeropuerto de Ginebra el día de su regreso a Caracas.
La segunda vez nos encontramos en Venezuela, adonde habíamos viajado Elena,
nuestra hija Alexandra de dos añ os, y yo, después de haber obtenido en marzo de
1967 mi titulo de doctor en Ciencia Social y haber sido nombrado profesor asistente
de la Universidad de Bochum. Nuestra relació n inicial de Evian se restableció en forma
inmediata. Por primera vez, José Agustín me asomó la idea de trasladarme a América
Latina, especialmente a Venezuela. Durante mi viaje de vuel- ta a Alemania (Elena y
Alexandra se quedaron unas semanas má s en Caracas), lo visité en Cambridge, MA, en
cuyo MIT estaba terminando de escribir su tesis de Philosophae Doctor (Ph.D.) –y
donde vivían él, su esposa Celia Prades y sus hijos. Siendo siempre una persona
generosa en intentar lograr que sus amigos y colegas se conocieran, me presentó a un
grupo de profesores de ese instituto, entre ellos James Silverberg, su antiguo profesor
del inicio de sus estudios, con los que celebramos lo que, como aprendí má s tarde, se
llaman “bonches”, fiestas de intensas conversaciones e igual consumo etílico.
Después de mi regreso y mi participació n en el Mayo Europeo de 1968, con su infeliz
final para los alemanes ahí involucrados –la ruptura en julio de ese añ o entre lo que se
llamó “Fracció n del Ejercito Rojo” (con una estrategia de guerrilla urbana) y los que
nos incliná bamos hacia “la larga marcha a través de las instituciones”–, José Agustín
insistió por cartas y llamadas telefó nicas en que me fuera a Venezuela. En agosto
solicité un permiso de tres añ os a mi Universidad para trasla- darme a América Latina
con el fin de experimentar los procesos de cambio social en carne propia y no
aprendiéndolos en libros escritos por otros. Se me ofreció un cargo en la University of
the West Indies, campus Santa Mó nica en Trinidad. Allí intervino Elena, se comunicó
Nuestros primeros encuentros 33
mismo con la CIA y los hizo pú blicos en perió dicos estadounidenses y europeos. Se
formó un escá ndalo en los círculos científico-sociales de América Latina y de EEUU.
Quintero sostuvo en su carta que CONVEN y VENELITE eran imitaciones de Camelot y
que el CENDES fungía como su ejecutor, llevado por el CENIS del MIT y financiado por
la CIA. Acusó directamente al entonces direc- tor, Luis Lander, y especialmente al
coordinador del proyecto “Cambio político en Venezuela”, José Agustín Silva
Michelena, de colaborar con el “imperialismo norteamericano” y de su má s famosa
institució n de espionaje. Incluso incitó a la toma del CENDES, hecho que no encontró
eco entre los profesores y estudiantes.
Gracias a su larga trayectoria en FACES, su membresía en el PCV, su cargo de director
del Instituto de Investigaciones y sus presiones sobre profesores, logró recolectar las
firmas de una cantidad de los mismos, incluso las de personas cercanas a José Agustín
Silva Michelena, como su hermano Héctor, el antropó logo Alfredo Chacó n y hasta la
mía.
Pese a la aparente gravedad de la acusació n, las autoridades rectorales y el Consejo
Universitario reaccionaron con gran equilibro. Lander y Silva Michelena redactaron y
difundieron una respuesta en la que aclararon no solamente las raíces nacionales del
CENDES y de sus proyectos de investigació n y docencia, sino también las formas de
financiamiento y los compromisos de colaboració n con el CENIS. El “gran escá ndalo”
que Quintero había pronosticado no ocurrió , la situació n se calmó con relativa
rapidez, entre otras razones porque nuestros colegas del CENDES siguieron
manteniendo sus relaciones académicas y de amistades perso- nales con los firmantes
de la carta acusatoria. Muchos de estos ú ltimos, entre ellos Héctor, Chacó n y yo,
retiramos nuestras firmas con una carta pú blica que reconocía la excelente labor del
CENDES, la integridad de sus profesores-investigadores y la idoneidad de Lander y
Silva Michelena como sus directivos y rechazaba la acusació n del “espionaje
socioló gico” y cualquier lazo con la CIA. Uno de los colegas que entrevisté para esta
biografía, Orlando Albornoz, calificó el episodio como “desagradable”, pero también, al
fin y al cabo, como “tormenta en un vaso de agua”.
La segunda turbulencia se desató cuando el presidente Rafael Caldera, del Partido
Socialcristiano COPEI, electo en 1968 para el período cons-
Tiempos problemá ticos para el CENDES 37
Algunos resultados de
“Cambio político en Venezuela”
Para iniciar los primeros proyectos de investigació n del CENDES, en la ya mencionada
colaboració n con el CENIS del MIT, Jorge Ahuma- da presenta en 1962 un papel de
trabajo titulado “Hipó tesis para el Diagnó stico de Cambio Social”, ampliamente
discutido por todos los profesores-investigadores. Presenta un marco general tanto
teó rico como de método para emprender las investigaciones que, como ya mencioné,
se estaban planificando bajo el titulo general de “Cambio político en Venezuela”, que
incluía los proyectos “Conflicto y Consenso” (CONVEN) y “Las élites en Venezuela”
(VENELITE). Como coordinadores del estudio y por ende de las investigaciones fueron
escogidos Frank Bonilla por el CENIS y Silva Michelena por el CENDES.
El diagnó stico indica inicialmente que el hecho de depender en ex- clusiva del petró leo
obliga a considerar las diferencias socioculturales respecto de otros países y una
vigorosa expansió n urbana. El CENDES, que goza de reconocimiento internacional
equivalente a instituciones similares en otras partes del mundo, no es reconocido de
igual forma en Venezuela y lucha por ser tomado como fuente acreditada de juicios
objetivos y científicos sobre el estado de la sociedad venezolana, en formulaciones
deseables políticas, ó ptimas y viables. Sin embargo, no recibió el respaldo inmediato
de la sociedad, ya que en el añ o 1963 la
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misió n Econó mica para América Latina de la ONU] CEPAL formuló sus conocidas
proposiciones sobre el desarrollo de América Latina. El aná lisis estructural cepalino
constituyó una alternativa a las teo- rías vigentes. Al señ alar las relaciones desiguales
entre el centro y la periferia y en especial las diferencias en la velocidad y
modalidades de propagació n del progreso técnico en las actividades productivas, el
papel que ello jugaba en el retraso de las economías latinoameri- canas y en el
permanente deterioro de los términos del intercambio, contribuyó a darle una base
aparentemente só lida a la formulació n de nuevas políticas gubernamentales de corte
populista. El desarrollo hacia adentro, la justificació n de un Estado interventor, la
necesidad de integrar a los sectores populares en el proceso econó mico y político y el
papel crucial que debería jugar la “burguesía nacional”, elementos cruciales de la
proposició n de la CEPAL, coincidió con los proyectos populistas, principalmente los
del cono sur. En otros países de América Latina, de menor desarrollo relativo, aú n
prevalecían las dictaduras características del modelo primario-exportador y en otros
países como el caso de México se había logrado un sistema político sui generis.
Ya para mediados de la década de 1960 era claro el “agotamiento” del modelo
populista; los fuertes desequilibrios econó micos que ex- perimentaban las economías
en donde la política cepalina había sido supuestamente acogida, particularmente en
los casos de Argentina y Brasil, relevaban en la prá ctica las debilidades del modelo de
indus- trializació n por sustitució n de importaciones. A ello se unió el triunfo de la
Revolució n Cubana y los numerosos movimientos guerrilleros que buscaban imitarla
en diversos países del continente. Sú bitamente, el socialismo era posible en América
Latina y ello hacía olvidar el fra- caso de la efímera experiencia de la “Repú blica
Socialista” presidida por Marmaduque Grove en Chile (1932) y el posterior gobierno
del Frente Popular en 1938. Pero también redoblaron los esfuerzos de los Estados
Unidos por evitar otra Cuba. El desarrollismo, ligado a la Alianza para el Progreso,
proporcionaro un nuevo aliento ideoló gico a algunos gobiernos. No obstante, en el
curso de las décadas de 1960 y 1970, terminaron por imponerse regímenes
autoritarios en los países democrá ticos del cono sur.
Addenda 107
116 Bibliografía
• Venezuela hacia el 2000: Desafíos y Opiniones, coordinador: José Agustín Silva
Michelena, con contribuciones de H. Blumenthal, G. Bronfenmajer, L. Carnevali, R.
Casanova, R. de la Cruz, L. Gó mez Calcañ o, R. Hausmann, L Martínez, G. Martínez, A.
Quiró s Corradi, J.C. Rey, H. R. Sonntag, A. Urdaneta, H. Vessuri, L. Yá nez Betancourt;
Caracas, 1987 (Instituto Latinoamericano de Investigaciones Sociales-ILDIS, UNITAR y
Editorial Nueva Sociedad), 399 pp.
• Latin America: Peace, Democratization and Economic Crisis, editor: José Agustin
Silva Michelena, con contribuciones de Kinhide Mushakoji, Theotonio Dos Santos,
Pablo Gonzá lez Casanova, Augusto Varas, Heinz R. Sonntag, Edgardo Mercado Jarrin,
Aníbal Quijano, Armando Có rdova, Atilio Boron, Clovis Brigagao, Felipe McGregor,
Héctor Faú ndez-Lezama, Pedro Nikken; Tokio-Londres-New Jersey, 1988 (United
Nations University y Zed Books Ltd.), pp. 208.
Bibliografía utilizada
• Cardoso, Fernando Henrique y Enzo Faletto, Dependencia y desarrollo en América
Latina, México, 1969 (Siglo XXI Editores).
• Carrera Damas, Germá n, Temas de historia social y de las ideas, Caracas, 1969
(Ediciones de la Biblioteca UCV).
• Castro, Gregorio Antonio, Soció logos y sociología en Venezuela, Caracas, 1988
(UNESCO-TROPYKOS).
• Castro Leiva, Luis, De la patria boba a la teología bolivariana, Caracas, 1987 (Monte
Á vila Latinoamericana).
• Darwich Osorio, Gregorio, Pensamientos plurales. Orígenes de los estudios del
desarrollo en Venezuela, Caracas, 2005 (CENDES-UCV).
• Gutiérrez, Ana T., Programa de doctorado en estudios del desarrollo 1980- 2003,
Caracas, 2004 (CENDES-UCV).
• Marini, Ruy Mauro, Dialéctica de la Dependencia, México, 1973 (Serie Popular Era).
• Silva Michelena, Héctor y Heinz Rudolf Sonntag, Universidad, Dependencia y
Revolució n, México 1970 (Siglo XXI Editores).
• Sonntag, Heinz Rudolf, “Teoría y Praxis en la ciencia social latinoamericana”, en
Economía y Ciencias Sociales, enero-marzo, 1969, añ o XI, no. 1, pp. 64-75.
• Sonntag Heinz R., Duda/Certeza/Crisis. La evolució n de la Ciencias Sociales de
América Latina, Caracas, 1988 (UNESCO-Editorial Nueva Sociedad).
Agradecimientos
Una biografía es, en rigor, un libro originado y trabajado por muchas personas y
redactado finalmente por su autor. En este sentido, es no só lo una cortesía sino una
obligació n agradecer a todas y todos los que han tenido algú n tipo de colaboració n.
En primer lugar debo mencionar al doctor Simó n Alberto Consalvi, quien tuvo la
paciencia de responder a mis preguntas y leer algunos capítulos del libro.
Dos asistentes de investigació n colaboraron conmigo con una excepcional dedicació n
tanto en la revisió n de los numerosos libros y demá s materiales de José Agustín como
en la redacció n final. A Laura Soló rzano, estudiante del ú ltimo añ o de Filosofía en la
Universidad Cató lica Andrés Bello (UCAB), agradezco su valiosa ayuda durante los
primeros meses y a Uxia del Carmen Paredes Paz, soció loga recién egresada de la
Universidad Central de Venezuela (UCV), su excepcional dedicació n y sus aportes
durante los ú ltimos meses de la redacció n de este libro.
Entrevisté a numerosas personas para la elaboració n de esta biografía. Debo
mencionar, en primer lugar, a Héctor Silva Michelena, entrañ able amigo de hace
muchos añ os, que siempre estuvo pendiente del progreso de este trabajo y me facilitó
una gran cantidad de detalles sobre su hermano. Con gran cariñ o recuerdo para
siempre la larga entrevista que me regaló María Antonia Becerra, la viuda del
biografiado. David Silva Prades, hijo de José Agustín, fue también generoso en la
conversació n que, por espacio de unas cuantas horas, pudimos sostener. Igualmente
importante fue la colaboració n de Gregorio Castro, quien, aunque no entrevistado
personalmente, me prestó una larga conversació n publicada que habían entablado
José Agustín y él hacía muchos añ os. Orlando Albornoz, Marco Tulio Bruni Celli y
Teodoro Petkoff me concedieron sendas entrevistas de significativa importancia sobre
varios aspectos de la vida de José Agustín.
Especial menció n merecen también Elina Cá rdenas y Gabriela Elbitar, del Centro de
Documentació n del CENDES, quienes me ayudaron para la ubicació n de las obras de
José Agustín, especialmente aquellas no publicadas en sus libros.
A todas y todos los que nombré les expreso mis má s sinceros reconocimientos y mi
profunda gratitud, al igual que a mi esposa Marisol Sandoval, que aguantó y aguanta
mis neuras al estar involucrado en esfuerzos de esta naturaleza.
Bibliografía 117