Evangelismo Honesto
Evangelismo Honesto
Evangelismo Honesto
HONESTO
EL DIVINO CAMARERO................................................................................................................................... 21
DETECTANDO LOS ÍDOLOS.............................................................................................................................. 22
CATEGORÍA 1 .............................................................................................................................................. 25
CATEGORÍA 2 .............................................................................................................................................. 25
LA SOBERANÍA DE DIOS ................................................................................................................................. 25
LA GRACIA DE DIOS ...................................................................................................................................... 27
EL PODER DE DIOS ....................................................................................................................................... 28
LO QUE DEBEMOS RECORDAR ......................................................................................................................... 30
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SÉ TÚ MISMO .............................................................................................................................................. 42
PEDRO....................................................................................................................................................... 43
PABLO ....................................................................................................................................................... 43
EL EXCIEGO................................................................................................................................................. 44
LA SAMARITANA .......................................................................................................................................... 45
¿QUIÉN ERES TÚ? ........................................................................................................................................ 45
LUCHANDO JUNTOS...................................................................................................................................... 46
PREGUNTA AL SEÑOR.................................................................................................................................... 55
¡VE, PROCLAMA! ......................................................................................................................................... 56
¿DISPONIBLE? ............................................................................................................................................ 57
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INTRODUCCIÓN
Encuentro difícil el evangelismo. El error en cuanto a ser un evangelista es que la
gente suponga que se puede evangelizar sin esfuerzo; lo cierto es que yo no lo encuentro
fácil y nunca me lo ha parecido. Para mí, hablarle a la gente acerca de Jesús a menudo
ha sido angustioso. Pero ha sido alegre. Mi esperanza al escribir este libro es poder
ayudarte a experimentar algo del gozo celestial que se derrama al final de una de las
parábolas más famosas de Jesús, sobre el pastor que encuentra una oveja perdida:
En pocas pinceladas, Jesús nos muestra que se pierde algo de gran valor. Hay una
búsqueda total para encontrarlo. Luego, cuando se encuentra, hay una alegría
desenfrenada en todo el cielo. Y ese "algo encontrado" es gente. Dios es el gran
evangelista, el gran buscador y hallador de personas; y él ha llamado a sus seguidores a
la misma búsqueda y a la misma emoción.
He experimentado algo de ese gran gozo a lo largo de los años, al ver al Señor
buscando y encontrando a personas perdidas; e intentaré mantener y compartir con
vosotros ese gozo, mientras juntos analizamos con honestidad algunos de los aspectos
que resultan más agotadores en esta pérdida y en esta búsqueda.
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1 Las dos caras de la moneda
Venir a Cristo es un gozo indescriptible.
Cuando tenía dieciséis años, mi tío se cayó por un acantilado y se mató. Esa fue la
primera vez que vi llorar a mi padre. E igual que mi padre, tampoco tuve respuestas ante
su muerte. Entonces, el hecho de poder escuchar a un maestro diciendo que Jesucristo
había pasado por la muerte él mismo, y que él también podía ayudarme a mí, fue algo
que me dio mucho alivio y esperanza. De repente, pude pensar en mi propia muerte y
estar en paz. Y de repente, la vida también cobró mucho más sentido. Conocer el amor
de Jesús lo cambió todo para mí, porque su amor era muy diferente al del mundo que
me rodeaba. Fui a una escuela que, como era de esperar, nos inculcó el amor
condicionado:
- Te amaremos si demuestras tu valía ... si eres lo suficientemente bueno ... si
tienes éxito.
Nos inyectaron en el ADN la búsqueda de la aprobación de los demás. Y ese tipo de
éxito académico fue difícil para mí, un disléxico que no aprendió a leer hasta los nueve
años (aunque viendo el lado positivo, era muy bueno coloreando).
En este entorno que dice que no eres lo suficientemente bueno y, por lo tanto,
necesitas demostrar tu valía, ¿puedes imaginarte la alegría que sentí al descubrir que
ante Dios no tenía que demostrar mi valía; que había recibido la perfección de Cristo de
forma gratuita; que tenía vida por sus actos y no por los míos?
SOCIEDAD: “Demuestra tu valía”
DIOS: “No hace falta que me demuestras nada”
SOCIEDAD: “No eres lo suficientemente bueno”
DIOS: “Efectivamente, ya sé que no das la talla”
SOCIEDAD: “Tienes que tener éxito”
DIOS: “No te hace falta tener éxito, ya lo tengo Yo por ti”
Así que con este panorama, para mí, hablar a otras personas acerca de Jesús fue algo
natural. Sin embargo, muy rápidamente, comencé a cosechar las burlas de mis colegas.
A veces incluso más: era un odio real lo que percibía. Algunos de mis compañeros
llegaron a divertirse publicando un boletín falso de cuatro páginas dirigido a mí. He aquí
extractos breves de la primera edición:
- “Mi idea de cristianismo”, según Rico, “consiste en hacerme parecer un idiota
total [en realidad, utilizaban una palabra más fuerte] frente a un público
numeroso e inteligente”.
- Rico, descubrirás que el cristianismo es solo una fase por la que estás
atravesando, no dejes que otras personas se vean atrapadas en tu torbellino de
fantasía religiosa. ¿Alabado sea el Señor? ¿Aleluya? ¡Piérdete un poco…! [en
realidad, usaban una frase más fuerte].
Entraba al comedor con mariposas en el estómago, sabiendo que habían sacado otro
boletín poniéndome verde. Fue horrible. Recuerdo que un día me arrodillé junto a mi
cama y lloré. No podía creer que mi afán evangelístico hubiera terminado en aquello.
Había llegado a la fe en Jesús y había pensado: “Esto es maravilloso”. Pero al compartirlo
con otras personas, lo que encontré fue que me dijeron: "No, para nada, esto no es nada
maravilloso".
El novelista Graham Greene escribió una vez: "Siempre hay un momento en la
infancia en el que la puerta se abre y deja entrar el futuro". Para mí, aquello fue ese
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momento, y recuerdo haber pensado: “Esto es solo el comienzo. Aparentemente esto
es lo que significará ser cristiano para mí”.
Pero ¿cómo volver atrás? ¿cómo renunciar a mi salvación ahora que había probado
personalmente el inmenso gozo de conocer a Jesús?
La línea de dolor
¿Por qué hablo de las experiencias escolares de un adolescente de hace un par de
décadas? Porque creo que ser cristiano en Occidente en este momento, en nuestra
cultura, no se diferencia demasiado de lo que experimenté en ese entonces. Puede que
no haya persecución, pero estamos en una cultura de creciente hostilidad hacia el
cristianismo. No es solo apatía lo que enfrentamos, es antipatía. A muchas personas
realmente no les gusta el evangelio. A veces lo expresan con cortesía, a veces con
ninguna cortesía en absoluto; pero es evidente que a la mayoría no les gusta.
Esto realmente no debería sorprendernos. Piensa en lo incendiarias y escandalosas
que resultan hoy muchas de las ideas que proclamamos y creemos:
Así que, si vas a hablar sobre Jesús con la gente, vas a salir herido de alguna manera.
Vas a echar a perder algunas relaciones. Vas a provocar a la gente. No siempre, y
dependiendo de las circunstancias, los grupos de amistad, el lugar de trabajo, etc.,
nuestras experiencias variarán; pero enfrentaremos el rechazo el tiempo suficiente
como para pensárnoslo mejor antes de hablar de Cristo, porque no sé vosotros, pero a
mí, particularmente no me gusta que me hagan daño. Estamos programados para
asumir que si nos golpean, es porque hemos hecho algo mal. Entonces, si comparto con
alguien el mensaje del evangelio y me golpean (hablando metafóricamente), siento la
tentación de dejar de hacerlo o de cambiar el contenido de mi mensaje. Sé que si voy a
compartir el evangelio, tengo que estar dispuesto a cruzar una línea dolorosa; y prefiero
quedarme en este lado de la línea. Es más cómodo y es más llevadero... ¡Por supuesto
que sí! Creo que esa es la razón principal por la que no evangelizamos.
La mayoría de los cristianos, cuando llegan a la fe por primera vez, quieren compartir
su experiencia con los demás. ¡¿Por qué no hacerlo?! Es brillante: en Jesús tienes una
relación nueva y directa con el Dios viviente; tienes una respuesta a la muerte; tienes
una respuesta a tu pecado; tienes un fin y un propósito en tu vida. Pero tarde o
temprano, y en occidente sucede cada vez más temprano, alguien se burla de ti, te hiere
o no le agradas. Y como no eres estúpido, te das cuenta y tomas una determinación: no
quiero que me golpeen ni que me dañen, y si sigo así me van a seguir golpeando y
haciendo daño, así que mejor dejo de actuar así.
Ovejas de Jesús
Pero el mismo Jesús dijo que esto es normal. Cuando envió a sus discípulos solos por
primera vez para hablar a otros sobre él, es así como describió su misión: Os envío como
ovejas entre lobos. (Mateo 10.16)
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Eso es lo que Jesús dice que sucede cuando un cristiano abre la boca en el lugar de
trabajo o en la cafetería o en la mesa de la comida para hablar sobre quién es Jesús, por
qué vino y qué significado tiene. Somos ovejas entre lobos ... piensa en eso por un
momento. En las Biblias para niños no hay dibujitos que muestren esta imagen. No nos
gusta pensar ni hablar mucho sobre ello. Pero es la imagen que usa Jesús.
Ahora, ¿por qué es así? ¿Por qué hablarle a la gente sobre Cristo resulta tan duro?
Por cómo es nuestro mundo. Jesús lo describe vívidamente en esta parábola:
Jesús está dirigiendo sus palabras a los líderes religiosos de su época, pero la
humanidad hoy participa del mismo ADN que ellos. En otras palabras, la imagen del
viñedo es una imagen del mundo, y la gente de nuestro tiempo es como los
arrendatarios de la parábola ... y los arrendatarios quieren ser los propietarios. Jesús
dice que los seres humanos usan su libertad para negarle sus derechos al dueño de este
mundo. Somos inquilinos que queremos ser propietarios; por eso actuamos como si
fuéramos los dueños y odiamos al dueño real. Por tanto, los mensajeros enviados por el
propietario no son bienvenidos. Son golpeados, lastimados e incluso asesinados. Ovejas
entre lobos. Los mensajeros son enviados a unos inquilinos que quieren ser propietarios.
Eso es evangelismo. Eso es lo que descubrí aquella noche cuando me arrodillé junto a
mi cama; y si has estado tratando de compartir a Cristo con tus amigos y familiares, esto
es lo que también habrá descubierto. Y apuesto a que si has dejado de intentarlo es
porque has llegado a una de estas dos conclusiones:
• Crees que no es efectivo porque te han hecho daño
• Crees que no vale la pena porque te han hecho daño.
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Pero 1 Pedro no dice nada de eso en absoluto. De hecho, ese no es el tema de la
epístola. Cada capítulo de 1 Pedro trata sobre el sufrimiento que atravesaremos por el
hecho de ser cristianos. Es una carta escrita a las iglesias que "sufren dolor en todo tipo
de pruebas", porque tienen que soportar "la ignorancia de hombres insensatos", y
porque enfrentan una "prueba de fuego" día a día (1.6; 2.15; 4-12).
En el siguiente versículo, después de decir que debemos estar preparados para dar
una respuesta, menciona a personas que "se burlan de nuestra buena manera de vivir
en Cristo " (3.16). El versículo anterior habla de cómo estos cristianos “padecen por
causa de la justicia” (14). Y Pedro está hablando de que nosotros, los cristianos en
general debemos estar listos y dispuestos a hablar sobre la esperanza del evangelio
cuando la gente nos ataca por lo que creemos. Habla de estar dispuesto a cruzar la línea
de dolor y arriesgarse a salir lastimado por hablar. Está hablando de estar preparados
para responder a la gente cuando dicen: "Tu forma de vivir me ofende y tus creencias
me parecen ridículas" o: "No me gusta el cristianismo. ¿Por qué demonios crees estas
cosas? "
1 Pedro 3.15 habla de ser atacados y ser capaces de responder claramente, acerca de
Cristo, y hacerlo con respeto.
Te harán daño
Esta es la cuestión: Jesús dice que somos ovejas entre lobos. La Biblia nos dice que
debemos RESPONDER a los que nos atacan. Pero la mayoría de los libros que he leído
sobre evangelización no te dicen eso. Siempre existe la sugerencia de que si evangelizo
de cierta manera, o si aprendo a ser encantador, divertido o interesante al compartir el
evangelio, puedo evitar lo de ser golpeado o atacado. Quiero ser honesto: si compartes
el evangelio con los no cristianos, es más que posible que te enfrentes a una experiencia
dolorosa. Eso es lo que los libros no suelen decirte (quitando la Biblia). Y por eso, por no
tener clara esta verdad a priori, cada vez que compartimos el evangelio y cosechamos
algún ataque o alguna burla o amargura o rechazo, caemos en el desánimo y dejamos
de hacer lo que estamos haciendo, o cambiamos el sistema o el mensaje.
¡Y es que nadie nos advirtió jamás que así es como puede llegar a ser la
evangelización! De modo que la razón por la que escribí este libro, y la razón por la que
hablo de la hostilidad hacia el evangelio y del gozo del evangelio en este capítulo inicial,
es simplemente porque pretendo ser muy honesto. Si vives en occidente, vives en una
cultura que es cada vez más hostil hacia el cristianismo. Esa es la verdad. En el Reino
Unido, creo que hemos llegado prácticamente a un punto en el que mantener los valores
cristianos y decir la verdad cristiana es equivalente a ser odiado. En los EE. UU., parece
que van camino de lo mismo.
Y en otras partes del mundo, es mucho, mucho peor. El nivel de persecución que
sufrimos cuando hablamos de Cristo no es nada comparado con lo que nuestros
hermanos y hermanas de todo el mundo enfrentan simplemente por seguir a Cristo.
Hace un par de años visité el Instituto Bíblico de Delhi en India. Los estudiantes de esta
nueva universidad están siendo entrenados para llevar el mensaje de Cristo Jesús en
áreas donde la gente nunca lo ha escuchado antes. Estos hermanos guardan una bolsa,
preparada, junto a la puerta trasera. Y lo hacen por si la gente reacciona con intenciones
de matarlos, que puedan coger la bolsa precipitadamente y correr. Hablé no hace mucho
con un miembro del personal acerca de todo ello, y al mencionar la posibilidad del
sufrimiento, ella dijo: “Por supuesto que habrá sufrimiento. ¿Qué esperas?"
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Y el primer graduado del Instituto Bíblico de Delhi fue martirizado a las seis semanas
de salir de allí. Se graduó, subió a las aldeas, predicó acerca de Cristo y fue asesinado. Y
no fue algo sorpresivo o inesperado. Contaba con esa probabilidad y lo hizo de todos
modos.
Estas cosas ponen en una perspectiva correcta el dolor del rechazo o la burla que
cosechamos nosotros como resultado por hablar de Jesús en Occidente, ¿no es así?
Comparado con lo que enfrentan los cristianos en la mayor parte del mundo, alguien
que se ríe o se burla de mí, o que me da la espalda o ya no quiere una amistad conmigo,
es un simple pinchazo de dolor. Y en comparación con lo que los cristianos disfrutarán
en el mundo venidero, una eternidad perfecta con el Señor Jesús, los costos del
evangelismo son, como dijo el apóstol Pablo, "tribulaciones leves y momentáneas"
porque hay un "peso de gloria eterna que las supera con creces”(2 Corintios 4.17).
Esta es la realidad. Sin embargo no nos gusta y aunque yo diga que es un pinchazo,
da la sensación de ser muy doloroso y desagradable.
Si alguna vez has tratado de hablar de Jesús y te has sentido débil, asustado, con las
piernas hechas de gelatina y con un mensaje que se te pega en la boca y suena
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entrecortado cuando sale de tus labios, entonces no estás solo, en realidad estás muy
bien acompañado porque eso es exactamente lo que Pablo experimentó.
Hubiera sido lo más fácil del mundo para Pablo no cruzar la línea de dolor. No ponerse
de pie y hablar de Jesús. No correr el riesgo de ser rechazado y experimentar la burla.
Pero en lugar de eso:
- Me propuse no saber nada mientras estaba con vosotros, excepto Jesucristo y a
este crucificado. (v2)
Cruzó la línea de dolor. Habló de Jesús. Y ... comenzó una iglesia. Las personas a las
que Pablo está escribiendo son personas que demostraron estar hambrientas de su
mensaje, no hostiles hacia él. Pablo sabía que sus palabras eran insuficientes. Lo que
marcó la diferencia fue que sus palabras fueron acompañadas por "demostración del
poder del Espíritu" (v 4). El Espíritu había trabajado mientras hablaba. Pero Pablo sabía
que sus palabras también eran necesarias. Cuando “[proclamó] el testimonio de Dios”
(v1), fue cuando Dios obró a través de su Espíritu y la gente se convertía, incluso en
medio del abuso y rechazo hacia Pablo (Hechos 18.5-11).
Pablo era una oveja entre lobos; y de manera maravillosa y milagrosa, Dios lo usó
para convertir a algunos lobos en ovejas. Si Pablo hubiera decidido no cruzar la línea del
dolor, nunca habría visto ese hambre; nunca habría conocido el gozo de ver a las
personas convertirse en hermanos y hermanas en Cristo; y nunca podría haber escrito
varios años después a una iglesia joven en aquella ciudad.
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sembró la primera semilla en mi mente: ¿quién fue el que le dio a Rico
la fuerza para continuar por un camino tan difícil? (seguramente no
podría haberlo hecho por su cuenta). Esa fue la primera etapa de mi
propio viaje, que muchos años después me llevó a Jesús.
Cuando finalmente acepté a Jesús en mi vida, una de las primeras
cosas que sentí que tenía que hacer fue escribirle a Rico, a pesar de no
haber estado en contacto por más de 10 años, para hacerle saber cómo
su experiencia y su lucha en la escuela me habían ayudado en mi propio
camino.”
Cuando Richard me escribió esa carta, lloré. Durante el tiempo en la escuela, no tenía
idea de que Dios estaba obrando de esa manera en el corazón de Richard. ¡Él tampoco!
Pero historias como la suya me recuerdan que a pesar de toda la hostilidad que hay
hacia Cristo, también hay hambre por él en los corazones de aquellos con quienes
vivimos. Debemos ser honestos acerca de la hostilidad, o tendremos expectativas
equivocadas y abandonaremos el evangelismo. Pero también debemos estar
entusiasmados con el hambre, o no tendremos expectativas en absoluto y nunca
comenzaremos a evangelizar.
Hostilidad y hambre: eso es lo que encontrarás al hablar con otros sobre Jesús. Y, por
supuesto, en el momento en que abres la boca, no sabes con quién te vas a encontrar;
y no sabes lo que tus palabras pueden llegar a producir en las personas años después.
Tienes que arriesgarte a la hostilidad para descubrir el hambre.
Pero aún así, ¿por qué vale la pena arriesgar tus relaciones y tu reputación? ¿Por qué
pasar por todo ese “temor y temblor”, como lo hizo Pablo? ¿Por qué hablar de Jesús
cuando a menudo es tan difícil?
Esto es de lo que trata el próximo capítulo.
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2. ¿VALE LA PENA?
Cuando nos hablan de evangelización, a menudo puede parecer que es como cuando
te llama el dentista para decirte que es hora de una revisión. O inventamos excusas y lo
posponemos —yo una vez evité ir durante siete años— o apretamos los dientes,
seguimos adelante y terminamos de una vez, (que es lo que yo hago ahora).
Pero hay otra forma de pensar sobre la evangelización: Hablamos con la gente acerca
Jesús porque queremos, lo anhelamos y estamos emocionados, aunque sea difícil.
En la segunda mitad de este libro (del capítulo 5 en adelante), hablaremos del
evangelismo práctico: qué decir, cómo ser nosotros mismos, cómo ponernos en marcha.
Pero por supuesto, a menos que estemos seguros de que “queremos” hacerlo, ninguno
de esos capítulos importará mucho.
Así que, aquí hay tres verdades que me han ayudado a motivarme a lo largo de los
años en lo que respecta al evangelismo. Mi oración es que nuestros corazones sean
conmovidos por ellas, y que al ponerlas en la perspectiva correcta, nazca en nosotros un
gran deseo de testificar porque tengamos claro que siempre vale la pena; que “el
conocimiento de la verdad ... conduce a la piedad” (Tito 1.1).
1. La gloria de Jesús
2. La garantía de la nueva creación
3. La triste realidad de la muerte y el infierno
La gloria de Jesús
Gloria. Es una palabra que suena religiosa y no me disculpo por usarla. Cuando se
trata de Jesús, ninguna otra palabra servirá. La gloria de algo es su peso, su valor único.
Es lo que distingue algo de una manera inimitable. La gloria de una puesta de sol es su
color; la gloria del león es su fuerza; la gloria de un maestro artesano es su habilidad. Y
en Jesús vemos fluir la naturaleza y la presencia de Dios.
La gloria de Dios es casi demasiado para asimilarla. Cuando Pedro, Santiago y Juan la
vislumbraron mientras Jesús se transfiguraba en un blanco resplandeciente en la cima
de una montaña, Pedro empezó a decir tonterías; estaba tan `` asustado '' (Marcos 9.6).
Cuando Juan vio a Jesús resucitado en su gloria en Patmos, dice: “Caí como muerto a sus
pies” (Apocalipsis 1.17). Esa es la gloria de Dios, vista en Jesús; y Jesús mismo dijo que
se mostró con mayor claridad, no en la cima de la montaña o en la visión de Juan, sino
en la cruz (Juan 12.23-24).
¿Y cuál es nuestra respuesta a esta gloria? La mencionamos cada vez que oramos el
Padrenuestro: “Santificado sea tu nombre” (Lucas 11.2). ¿Se te ha ocurrido alguna vez
que esta es la motivación número uno para la evangelización en la Biblia? La oración
aquí trata sobre la preocupación por el honor del nombre del Señor Jesús. Estamos
pidiendo que el Señor sea tratado apropiadamente, que en su nombre, toda rodilla se
doble y toda lengua confiese que Él es el Señor. Así que Pablo describe su misión
evangelística, al comienzo de su carta a los Romanos, como un llamamiento a “todos los
gentiles a la obediencia a la fe por amor de su nombre” (Romanos 1.5). Los cristianos
normales de la iglesia primitiva "salieron" a evangelizar "por causa del Nombre" (3
Juan7). La meta es que Jesús sea tratado acorde a la gloria que merece y ostenta. Jesús
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mismo nos dice cómo debe ser tratado en el mundo que ha creado. Él es su creador y,
por lo tanto, tiene autoridad sobre él. Sus últimas palabras a los discípulos son: Toda
autoridad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id y haced discípulos a todas
las naciones. (Mateo 28.18-19) El teólogo y estadista Abraham Kuyper lo expresó así:
“No hay un centímetro cuadrado en todo el dominio de nuestra existencia humana sobre
el cual Cristo, que es Soberano sobre todos, no reclame: '¡Mío!'”. Aquí está nuestro
mandato para la evangelización mundial. No necesitamos permiso de nadie más. Los
cuatro "todos" son bastante abrumadores en su amplitud: Se me ha dado toda
autoridad en el cielo y en la tierra. Id, pues, y haced discípulos a todas las naciones ...
enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado. Y he aquí, estoy con vosotros
siempre (“always”, -all-ways- o “at all times”-en todo tiempo-). (18-20)
Pero la gloria de Jesús no está solo en su poder y autoridad, por incomparables que
sean. “Santificar su nombre” es ser abrumado por la dulzura y grandeza de su sacrificio.
Jesús "se acercó a ellos" en Mateo 28:18 después de haberse levantado de entre los
muertos, con las marcas de los clavos todavía frescas en su piel. ÉL se sienta en el trono
como el crucificado: como dice el Apocalipsis, como “un Cordero que parece inmolado”.
Y en este punto se vuelve muy, muy personal porque todo cristiano sabe que el Cordero
fue inmolado por nosotros, por cada uno de nosotros:
nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados.
¿Puedes ver lo que estaba haciendo por ti, Él, quien tiene toda la autoridad?
¿Puedes ver cómo te amaba?
Él estaba muriendo por ti.
Y la única respuesta posible por nuestra parte, ante quien tiene todo el poder y es
aplastado cruelmente en nuestro lugar, es hacernos eco del himno que cantamos cada
Navidad: ¡Venid y adoremos!
El dolor de la “No-adoración”
Así que debería entristecernos cuando Jesús no es adorado, cuando no es ensalzado,
cuando su gloria no es reconocida, cuando es ignorado, marginado y ridiculizado.
Debería entristecernos cuando eso sucede en nuestros corazones y en nuestras vidas; y
también cuando sucede en los corazones y en las vidas de quienes nos rodean.
En 2011, fui a la Catedral de San Pablo en Londres para el acto conmemorativo del
líder cristiano John Stott, con quien serví en Langham Place, de All Soul. El recuerdo más
sorprendente que conservo del servicio fue escuchar a su secretaria de cincuenta y cinco
años, Frances Whitehead, hablar de él. Ella dijo: "Cuanto más me acercaba a él, más
integridad veía". Y vi que aquella mujer estaba preocupada por que tuviéramos a John
Stott en la estima correcta, porque sabía que su carácter lo merecía. John Stott era un
gran hombre, pero era un mero hombre. ¿Cuánta más estima, gloria y adoración merece
el Dios-hombre, el que tiene toda la autoridad, que vino a ser asesinado en nuestro lugar
y por nuestra salvación? Cuanto más te acerques a Jesús, cuanto más leas de Él en la
Biblia y lo veas obrar en tu vida, más gloria verás y más anhelarás que lo traten como se
merece.
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Es ese anhelo lo que impulsó el evangelismo de Pablo en Atenas. Allí estaba, en la
ciudad conocida por su avanzada filosofía, democracia y capacidad intelectual ... pero
¿qué es lo que le llama la atención? ¿Qué postal de Atenas es la que nos manda? Lo que
él vio fue “que la ciudad estaba entregada a la idolatría” (Hechos 17.16), llena de ídolos.
Y se conmovió por lo que vio; estaba "muy angustiado" por aquella realidad. Estaba
conmovido; estaba enfadado por lo que vio, porque mientras se adoraba y alababa a
muchos dioses falsos, el Dios viviente, el Señor Jesús, no era puesto en su lugar. Eso es
lo que sentía por una ciudad que había desterrado de la escena al Dios verdadero, que
vivía como si Jesús no fuera el Señor. En su libro “Nuestro silencio culpable”, John Stott
cuenta la historia de Henry Martyn, un misionero del siglo XIX que murió joven, a los 31
años, después de haber abandonado una brillante carrera académica para llevar el
evangelio a la India y luego a Persia (hoy en día Irán):
La serenidad habitual de [Martyn] solo se alteraba cuando alguien
insultaba a su Señor. En una ocasión alguien le dijo [a Martyn] que “El
príncipe Abbas Mirza había matado a tantos cristianos, que Cristo,
desde el cuarto cielo, se aferró a la falda de Mahoma para suplicarle que
desistiera”. Fue una fantasía dramática. Aquí estaba Cristo arrodillado
ante Mahoma. ¿Cómo reaccionaría Martyn? [Martyn escribió] "Sentí
como si me acuchillaran el alma con esta blasfemia".
Al ver su desconcierto, su visitante le preguntó qué era lo que
consideraba tan ofensivo. Martyn respondió: "No podría soportar mi
existencia si Jesús fuera siempre así de deshonrado como tú le acabas de
deshonrar". Su visitante musulmán quedó asombrado y volvió a
preguntar por qué. “Si alguien te arranca los ojos”, respondió, “no se
podrás explicar bien por qué sientes dolor; simplemente lo sientes. Y
esto me hiere profundamente porque soy uno con Cristo”.
Pablo vio la gloria de Jesús, (al igual que Henry Martyn, y al igual que nosotros
deberíamos verla también); así que reaccionó a lo que vio en Atenas contándoles acerca
de Aquel que merecía su adoración:
entregada a la idolatría.
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17Así que discutía en la sinagoga con los judíos y piadosos, y en la plaza cada día con los
que concurrían.
18Y algunos filósofos de los epicúreos y de los estoicos disputaban con él; y unos decían:
¿Qué querrá decir este palabrero? Y otros: Parece que es predicador de nuevos dioses;
porque les predicaba el evangelio de Jesús, y de la resurrección.
Pablo no podía quedarse callado mientras Jesús no era ni conocido ni adorado. Estaba
conmovido por la adoración falsa que le rodeaba. Y eso le motivó a cruzar la línea de
dolor, a ser ridiculizado como un charlatán y decirle a la gente que hay un Dios que vino
a la tierra y murió y resucitó y está sentado en el trono del cielo; cruzó la línea para
declarar que Dios exige y merece el culto de cada ateniense, de cada ser humano, de
cada habitante del planeta, en su hogar, en su comunidad y en su país. Estas palabras
no serán populares en una cultura que exige tolerancia y relativismo hacia la verdad,
pero deberíamos orar por el mismo espíritu de indignación que vemos en Pablo en
Atenas y Henry Martyn en India. Esto debe ser personal. Esto debe ser emocional.
Cuando vemos el nombre de Jesús deshonrado, necesitamos orar contra la apatía.
Necesitamos orar por un corazón como el de Pablo, que se angustió mucho al ver la
impiedad de la ciudad de Atenas, y por eso se atrevió a hablar.
Una de las cosas por las que estoy agradecido de aquella época en la escuela fue el
dolor que sentí, como un bebé cristiano, cuando mis compañeros no solo me difamaron
a mí sino que se burlaron de Jesús. Treinta años después, me alegro de no haberlo
superado nunca. No debería. Por supuesto, seguimos amando a las personas y seguimos
perdonándolas incluso cuando nos rechazan y (lo que es peor) cuando rechazan a
nuestro Señor. Pero oremos para que el Señor nos mantenga alejados de la apatía
acerca de su nombre.
Santificado sea tu nombre. ¿Cómo? ¿Cómo santificamos su nombre? Mirando a
Jesús. Todos los días, pidiendo que su Espíritu conmueva nuestro corazón, para que al
leer nuestras Biblias no perdamos nada de su gloria. Y luego anhelaremos que otros vean
esa gloria también, por el bien de su nombre.
…(soy) el que vivo, y estuve muerto; mas he aquí que vivo por los siglos de los siglos,
amén. Y tengo las llaves de la muerte y del Hades.
Apocalipsis 1:18 (RVR60)
La resurrección nos prueba que hay una vida más allá de la muerte, y que Jesús está
a cargo de ella. La certeza de lo sucedido en el pasado nos da una esperanza futura.
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Significa que no importa cuán derrotado me sienta, todavía camino en victoria. Jesús
tiene amarrado el futuro.
Pero aquí están las preguntas importantes:
¿Estás seguro de la eternidad? Y, quizá lo más importante, ¿estás entusiasmado por
la eternidad? En tu mente, ¿es maravillosa la nueva creación? ¿Y por qué? Si no es así,
no nos entusiasmará contar a otras personas que también pueden disfrutar de ello para
siempre.
Y por eso necesitamos poner Apocalipsis 21 en el lugar correcto de nuestra
imaginación y nuestro pensamiento. Es una visión del futuro, el futuro de todos los
cristianos, dada al apóstol Juan. Solo lee esto lentamente y bébetelo:
y él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su
Dios.
4Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más
Habrá un cielo nuevo y una tierra nueva. El viejo mundo en el que vivimos será
eliminado. Habrá cumplido su propósito, pero sin embargo habrá alguna continuidad en
el nuevo mundo; la palabra para "nuevo", kainos, significa "renovado" en lugar de
"original". Aquí hay un sentido de recreación, o restauración. La vida eterna es una vida
física y sólida en un mundo perfecto.
Y una cosa que faltará en ese nuevo mundo será el "mar". Para los judíos, el mar
representaba el caos en la vida, la separación de los seres queridos y la posibilidad de
juicio (piensa en lo que sucedió en los días de Noé, cuando el mar cubría la tierra). Así
que eso es lo que significa "ya no hay mar": no más caos, no más preocupación, no más
llanto; no más enfermedades terminales, no más despedidas, no más muerte; no más
oleadas de maldad y conflicto, no más tiranía, no más genocidios. No más mar.
Dios mismo se encargará de ello. Él "enjugará toda lágrima de sus ojos" (v4). La
imagen aquí es el Señor Dios pasando sus manos por tu rostro y secándote las lágrimas
de las mejillas, como lo hace un padre cariñoso, y diciendo: “Nunca más. Se acabo. Ya
está.”
16
grandioso que será, y ciertamente tampoco tengo espacio aquí para hacerle justicia al
cuadro. Pero permíteme darte dos imágenes.
1. Primero, Juan usa la imagen del matrimonio, “una esposa hermosamente vestida
para su esposo” (v2), para describir la intimidad de la relación eterna de la iglesia
con Jesús. Dios está diciendo: toma los mejores momentos que hayas conocido
relacionalmente, ya sea que los hayas conocido durante años y años o simplemente
en algunos momentos fugaces. Aprovecha esos momentos que nunca quieres que
terminen, y comprende que eso es lo que sentirás al estar con mi Hijo Jesús, solo
que mejor y para siempre. La verdad es que aún no has conocido el 99,9% de las
bendiciones de la vida cristiana, porque están en el mundo venidero. Si no me crees,
¡hablemos de nuevo dentro de 10,000 años!
2. En segundo lugar, hay una seguridad completa. Versículo 12: “Tenía un muro grande
y alto con doce puertas; y en las puertas, doce ángeles, y nombres inscritos, que son
los de las doce tribus de los hijos de Israel”. Esto simboliza la seguridad del pueblo
de Dios. Esta es su casa, y nada malo puede dañar a sus habitantes, y nunca serán
echados. ¿Y qué es lo que hace que esta ciudad santa en esta tierra renovada sea
tan perfecta, pacífica, sin dolor, íntima y segura? “Después me mostró un río limpio
de agua de vida, resplandeciente como cristal, que salía del trono de Dios y del
Cordero.” (22.1)
En medio de esta ciudad hay un trono, y en el trono se sientan Dios el Padre y Dios el
Hijo. Dios es perfecto. Lo mejor de este lugar es Él. Pasarás una eternidad conociéndolo
más, apreciándolo más profundamente, disfrutándolo para siempre. No puedes
empezar a imaginar lo maravilloso que es esto. Y es tu futuro.
Y la verdad es que cualquiera puede venir a disfrutarlo contigo. En Apocalipsis 21.6,
Jesús dice: “Al que tuviere sed, yo le daré gratuitamente de la fuente del agua de la vida”.
Bueno, ¿quién no tiene sed de esta vida perfecta? Todos se esfuerzan por conseguirla.
El problema es que la mayoría de la gente busca esta "agua" en los lugares equivocados.
Pero el único que puede ofrecer esta agua verdaderamente es Jesús. Como le dijo a
aquella mujer que había arruinado su vida buscando en lugares equivocados:
mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo
le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna.
Juan 4:14 (RVR60)
Jesús vino a dar agua viva, sin costo alguno para quienes la acepten, pero a un costo
monumental para Él. Y en la nueva creación viviremos en la presencia de Jesús y
beberemos del agua de la vida para siempre. ¡Cualquiera puede!
Así que el evangelismo es como mostrarle a un amigo sediento la fuente. Tú y yo
hemos encontrado la fuente; muchos a nuestro alrededor no lo han hecho. Nuestro
mayor privilegio es decirles dónde se encuentra, hablándoles de Jesús.
Entonces, ¿Por qué testificar? Porque la nueva creación es maravillosa y el futuro es
seguro. Quizás deberíamos leer Apocalipsis 21 y 22 todos los días cuando nos
levantemos. Si estamos entusiasmados con el rumbo que tenemos, o más bien con el
destino hacia el que nos dirigimos, estaremos motivados para decirles a los demás que
ellos también pueden dirigirse hacia allí con nosotros.
17
La triste realidad de la muerte y el infierno
Una de las razones por las que la muerte de mi tío fue un shock tan terrible para mí
fue el hecho de que nadie me había hablado nunca de la muerte, ni en casa ni en la
escuela, durante los primeros dieciséis años de mi vida. Simplemente no se mencionó.
La muerte no es un tema común o popular en la cultura occidental. Preferimos
mentirnos a nosotros mismos, convencernos unos a otros de que la gente no muere:
"dejan un hueco" o "se van para arriba" o "pasan" o "se convierten en una estrella en el
cielo".
La Biblia, por el contrario, siempre dice la verdad; y cuando habla de nuestras vidas,
lo hace con un gran énfasis en su brevedad. Se nos describe como la niebla de la mañana,
paja que se lanza al aire, flores del campo que se desvanecen, solo un recuerdo de un
sueño cuando te despiertas y, quizás lo más devastador de todo, como un suspiro y se
acabó, nos vamos. No es de extrañar que el escritor del Salmo 90 le pida a Dios que “nos
enseñe a contar nuestros días para que traigamos al corazón sabiduría” (v12). Me
pregunto, sin embargo, si lo que tratamos de evitar mencionar es la muerte en sí, o lo
que viene después de ella. Porque tenemos razón en estar preocupados, ya que la Biblia
es clara en cuanto a que "está establecido para los hombres que mueran una sola vez y
después de esto, el juicio " (Hebreos 9.27), o sea, a enfrentar el castigo potencial del
infierno. En el siglo XXI, muchas personas descartan el infierno como un mito, o lo tratan
como una broma. Bromean diciendo que preferirían estar en el infierno que en el cielo,
porque todos sus amigos también estarán en el infierno y será mucho más divertido.
Pero Jesús no vio el infierno de esa manera. Una vez contó una historia desgarradora
sobre un hombre rico que murió:
Lázaro en su seno.
“…una gran sima está puesta entre nosotros y vosotros, de manera que los que
quisieren pasar de aquí a vosotros, no pueden, ni de allá pasar acá”. (v.26)
18
Finalmente, el infierno es merecido. ¿Por qué la gente se va al infierno? Porque
rechazan a Jesús. La esencia del pecado es no creer en él (Juan 16.9). Es reprimir la
verdad acerca de él (Romanos 1.18). Y Jesús tiene muy claro que lo que pasará cuando
se acabe el tiempo:
Debemos tener cuidado de no vivir como ateos funcionales. “En el fondo, sé que el
infierno es real y terrible. Y en la iglesia los domingos, canto sobre la realidad de que
Jesús es el único modo de evitarlo. Pero de lunes a viernes en la oficina, en casa con mis
parientes no cristianos, o cuando visito a amigos que rechazan a Jesús, vivo como si no
19
fuera cierto. Vivo como si no fueran a morir, como si el infierno no fuera hacia donde se
dirigen, por lo tanto, no digo nada”. Es un acto de amor advertir a un turista inglés que
está a punto de nadar con tiburones. Es un acto vergonzoso, egocéntrico y miserable no
advertirle, solo porque no quieres arruinarle el día o no te gusta que te llamen ridículo.
Y eso es todo; es cuestión de amor. Mi resolución a compartir el Evangelio con la
gente es una prueba de mi amor por ellos. Esto me quedó muy claro cuando jugaba al
rugby en la universidad. Le había dado a un chico del equipo de rugby una cinta (tengo
la edad suficiente para que fuera una cinta de cassette, no un podcast) de un sermón
que había predicado. Era de Juan 1.29: “He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado
del mundo”. Recuerdo que en el sermón, dije simple y llanamente que, o pagamos por
nuestro pecado en el infierno, o el Cordero paga por nosotros en la cruz.
Este amigo, llamado Ed, comentó mi sermón una noche a sus compañeros de casa,
que estaban en el mismo equipo de rugby que nosotros; y uno de ellos, Dave, se molestó
mucho. Dijo: "Si eso es lo que cree Rico, el hecho de que no me haya dicho nada de eso
en meses significa que no es realmente mi amigo". Entonces Ed me llamó y me dijo:
“Rico, necesitas hablar con Dave; está molesto porque no le has hablado hasta ahora
sobre lo que dices en ese sermón ".
Y Dave tenía razón. Si realmente le hubiera amado, le habría advertido sobre el
infierno, le habría mostrado la cruz y le habría invitado a confiar en Jesús y a pasar la
eternidad con él en la nueva creación. Aquella fue una llamada telefónica que me
cambió la vida. Me encontré orando para que no solo adquirir un nuevo sentido del
amor de Dios por mí, sino que fuera lleno también del mismo amor por los demás: que
los amara lo suficiente como para arriesgarme al rechazo por hablarles de Jesús y
advertirles acerca del infierno.
No te engañes. Todos necesitan a Jesús. Todos. Tenemos que seguir recordando que
somos como la hierba. Puede que ahora mismo estemos floreciendo, pero la muerte es
real. No siempre nos avisa de su cercanía y, sin Jesús, lo que hay más allá es terrible; y
todos necesitan saber de Él.
Por eso hablamos de Jesús, aunque sea difícil. Por eso siempre vale la pena. El infierno
es una realidad terrible que queremos evitar desesperadamente para todos. La nueva
creación es un lugar maravilloso que anhelamos que la gente disfrute. Y el Señor Jesús
merece gloria, y sobre todo queremos que le sea dada. Por eso evangelizamos. Eso es lo
que hace que estemos dispuestos, e incluso deseando, a correr el riesgo de cruzar la
línea del dolor.
A no ser que...
20
3. POR QUÉ (AÚN) NO EVANGELIZAREMOS
Todos tenemos momentos en la vida que desearíamos poder retroceder y hacer las
cosas de manera muy diferente. Para mí, lo que más lamento es lo que sucedió antes de
la muerte de mi abuela. O más bien, lo que no sucedió.
Mi abuela murió absolutamente convencida de que Dios la aceptaría porque era una
buena persona. Ella no tenía fe en Cristo. Mi hermano y yo éramos los únicos cristianos
de la familia en ese momento, y mi hermano rompió a llorar cuando leyó la Biblia en su
funeral. Yo era el único que sabía por qué. Ella había muerto sin Cristo.
Y esto es lo que lamento. La semana anterior a la muerte de mi abuela, no le hablé
de Jesús. La amaba, pero no le dije nada. Cuando murió mi otra abuela, tomé su mano
y oré con ella. Pero no hice lo mismo con esta abuela. Solo la dejé marchar.
¿Por qué no le hablé de Cristo? Me he dado cuenta de que tenía miedo de lo que ella
diría, y tenía miedo de lo que diría mi familia, porque sabía que ellos pensarían que era
inapropiado e inútil. Tenía miedo.
Amaba a mi abuela y ella me amaba a mí, pero la dura verdad es que yo me amaba a
mí mismo más que a ella. Quería que mi familia pensara bien de mí, y eso me importaba
más que lo que mi abuela pensara de Cristo, si Él era o no su Salvador. Por eso no le
hablé. Me amaba a mí mismo más de lo que la amaba a ella y más de lo que amaba a mi
Señor.
Y eso significa que tener el respeto de mi familia y evitar momentos difíciles en la vida
se habían convertido en ídolos para mí. Siempre hay algo en nuestro corazón que
convertimos en lo más importante de nuestra vida, ese ídolo ante el que sacrificamos
otras cosas, para tenerlo, o para conservarlo. Si ese algo no es Dios, entonces es un ídolo.
Los ídolos pueden ser originalmente incluso cosas buenas que Dios nos dio para
disfrutar; el problema surge cuando las elevamos al estado divino, cuando las amamos
más y pensamos que las necesitamos más que a Él. Y cuando llegó el momento, la dura
realidad era que quería que mi familia me respetara más de lo que quería darle gloria a
Jesús o ver a mi abuela salva. Era mi ídolo, algo bueno elevado a divino, y tenía tanto
miedo de perderlo que mantuve la boca cerrada.
El divino camarero
A menudo me he preguntado por qué los cristianos amables, compasivos y
comprometidos simplemente no evangelizan. Durante años, no pude entender por qué
tantos creyentes bien enseñados, y en muchos sentidos maduros, se mostraban
simplemente apáticos a la hora de compartir el Evangelio. Sabían que nos espera una
nueva creación; creían en la realidad del infierno; confesaron a Jesús como su Rey y
Salvador. Algunos de ellos incluso habían visto a personas llegar a la fe a través de su
testimonio en el pasado. Pero, en el mejor de los casos, se mostraban poco entusiastas
en cuanto a la evangelización.
El peligro de un libro sobre evangelismo (o sobre oración) es que las personas que
realmente están esforzándose por seguir a Cristo, que lo aman y están profundamente
agradecidas, simplemente se sienten superadas. Odiaría que ese fuera el caso aquí, pero
necesitamos prepararnos para algo de cardiología espiritual, para un diagnóstico de
nuestro corazón, de cómo está trabajando, para que podamos enfocarnos más
claramente en Cristo que, milagrosamente, es lo que más deseamos en el fondo.
21
Esta es la conclusión a la que llegué poco a poco en cuanto a estos cristianos
comprometidos que no evangelizan o que huyen de ello: en sus corazones estaban
sirviendo a alguna causa que sin ser mala, la habían convertido en su dios: su ídolo. Y
eso era lo que les impedía evangelizar.
La Biblia afirma con claridad que todos adoran algo. Y, naturalmente, somos las
personas que Pablo describe en Romanos 1.25, que hemos "dado culto a las cosas
creadas antes que al Creador". Todo aquello a lo que servimos dándole el lugar de Dios
es una cosa creada, un ídolo. Dinero, reputación, poder, carrera, familia, etc., son cosas
buenas que podemos convertir en "cosas divinas". Nuestros corazones son
secuestrados.
Cuando adoramos a un ídolo, convertimos a Dios en un divino “camarero”. Él está ahí
para entregarnos nuestro sueño. Nos ponemos en contacto con él un domingo; hacemos
nuestro pedido a través de la oración; podríamos hasta dar una propina decente a la
hora de la ofrenda. Pero en nuestra idea de cristianismo, Dios está esencialmente ahí
para darnos lo que sentimos que necesitamos: nuestro ídolo. Y nos ponemos furiosos
con Él si no cumple-entramos en crisis de fe.
Convertirnos en cristianos no nos cura automática o inmediatamente de esta
adoración a los ídolos. En el núcleo de todo pecado se esconde alguna idolatría del
corazón: amar y obedecer a algo o a alguien más que a nuestro Dios amoroso.
Personalmente me encuentro en una lucha constante por mantener al Señor Jesús
en el centro de mi corazón, por encontrar mi identidad, seguridad, propósito y
satisfacción en Él. Y a menos que lo consiga, no hablaré de Él a nadie. Después de todo,
hablamos de lo que amamos. Si alguna vez has tenido un amigo que acaba de
enamorarse o de estrenar pareja y le has escuchado hablar sobre su ser querido sin
parar durante horas (¡o si alguna vez te ha pasado a ti!), sabrás que esto es cierto. Así
que mientras Jesús no sea mi mayor amor, lo que haré será guardar silencio sobre Él
para servir a mi mayor amor, mi ídolo. Me callaré sobre Él porque tengo miedo de perder
a mi mayor amor, mi ídolo. Suprimir la verdad acerca de Cristo es el efecto de nuestra
adoración inicua de las cosas creadas y eso enoja a Dios. Pablo dice que
…la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los
hombres que detienen con injusticia la verdad;
Romanos 1:18 (RVR60)
22
1. ¿Con qué sueñas despierto? Tus ídolos son aquellas cosas que procuras adquirir
con más empeño, o aumentarlas, o conservarlas porque te importan más que todo lo
demás.
2. ¿Sobre qué tienes pesadillas? Nuestros ídolos son las cosas que más nos
importaría perder, aquello sin lo cuál no podemos imaginar nuestra vida, lo que nos
mantienen despiertos por la noche preocupándonos.
3. ¿Por qué oras? Si hay algo por lo que oramos para que se cumpla en nuestras vidas,
incluso más que por la voluntad de Dios para nosotros y para las vidas de nuestros seres
queridos, es probable que sea nuestro dios funcional. Si mi oración por mis hijos es que
sean felices, saludables, casados o exitosos, en lugar de que conozcan a Jesús y vivan
para él cueste lo que cueste, entonces estoy adorando ídolos.
4. ¿Qué necesitas en la vida que, si lo obtienes, significa que vivirás para Dios? Si
me encuentro pensando: Señor, yo te obedeceré y de seguiré a donde quieras, con tal
que me concedas [ ] (llena el espacio en blanco) o: Señor, me arriesgaré a
testificar de Jesús, si tú me das ... Entonces el final de esa frase es mi ídolo.
Si incluso teniéndolo muy claro en nuestras mentes, aún así seguimos sin dar
testimonio, el verdadero motivo está oculto en nuestros propios corazones. Y por eso
tratamos entonces de convencernos a nosotros mismos con argumentos espirituales, o
de cualquier otro tipo, para acallar nuestra conciencia. Somos capaces de hablar de la
iglesia, o del amor de Jesús, o de lo bueno que es orar, pero no daremos nunca el paso
necesario para ayudar a la gente a salvarse: no hablaremos de la muerte, del pecado, o
del infierno, o de la salvación.
Este es el capítulo más corto de este libro. Pero en muchos sentidos es el más
importante. He llegado a darme cuenta de que puedo tener todo el entendimiento que
necesito, puedo tener una excelente manera de explicar el evangelio, puedo hablar con
otros cristianos, puedo leer (o incluso escribir) libros sobre evangelismo ... pero a menos
que haya identificado los ídolos de mi corazón y esté resuelto a desarraigarlos, todavía
no cruzaré esa línea de dolor ni hablaré a la gente acerca de Jesús. Y tú tampoco. ¿Y cuál
es la clave para luchar contra nuestros ídolos?
¡El primer paso es detectarlos! Necesitamos el foco del Espíritu mientras clamamos:
Examíname, Dios, y conoce mi corazón ... mira si hay algún camino ofensivo en mí.
(Salmo 139.23) Durante años, pensé que la razón por la que no había hablado con mi
abuela era por falta de amor (lo era), pero no tenía idea de que el ídolo de la aprobación
familiar impulsaba esa falta de amor. Reconocer este ídolo por primera vez fue
aleccionador y vergonzoso; pero también significó que a partir de ahí podía avanzar.
Una vez que puedas identificar y ponerle nombre a tus ídolos, cuando comiences a
reconocer cómo se comportan, puedes confesarlos y pedir a otros que oren por ti para
ser libre. Y puedes comenzar conscientemente a buscar en Jesucristo todo lo que habías
estado buscando en ese ídolo. En realidad solo Él puede dártelo. Necesitamos
reemplazar a nuestros ídolos por el Dios real: Cristo. Necesitamos ponerle a Él en el lugar
donde teníamos a los ídolos.
23
está en Cristo; gracias porque en él tengo tu aprobación como mi Padre celestial. Así
que, por favor, ayúdame a no temer el rechazo de mi familia mientras trato de hablar
con mi abuela. Por favor, dame la bondad y la gentileza de Jesús y, al mismo tiempo,
dame la valentía de guiarla a una oración de arrepentimiento, una oración de encuentro
con el Señor Jesús, que es el Buen Pastor que da su vida por las ovejas.
Si queremos compartir a Cristo, ¡primero debemos amar a Cristo! Necesitamos
pedirle al Espíritu Santo que haga su obra en nuestros corazones con el evangelio, para
que amemos a Cristo cada vez más y él desplace a todos nuestros ídolos; y cuando
hablemos de lo que amamos, hablaremos de él.
24
4. ¿QUÉ DEBO RECORDAR?
Parte del trabajo de cualquier pastor es ayudar a las personas a proclamar a Cristo en
las circunstancias que Dios les ha puesto. Para hacer una gran generalización, los
cristianos con los que me encuentro tienden a caer en dos categorías. Y permíteme
agregar rápidamente que yo caigo en la categoría 2 con demasiada frecuencia, ¡y eso
que me pagan por evangelizar!
Categoría 1
En esta categoría está la persona que realmente se autodefine como un “embajador
de Cristo" (2 Corintios 5.20). Son personas que invierten energía y emoción para
desempeñar este papel. Oran, buscan y aprovechan oportunidades para testificar. Se
emocionan mucho con cosas como la Navidad, porque es un evento en boca de todos,
y los cultos de villancicos son la invitación más fácil del año. Sus amigos y compañeros
no solo saben que son cristianos, sino que todo lo que han oído de Cristo ha sido a través
de esta persona.
Categoría 2
Aquí está el cristiano que ha asistido a la iglesia durante muchos años. Es un amigo
amoroso, un buen cónyuge, o un buen padre. Lee su Biblia y ora. Conoce bien la
doctrina. Pero si profundizas un poco se hace evidente rápidamente que el testimonio
cristiano al inconverso es algo que no esté presente en su práctica de la fe cristiana. De
alguna manera, su visión espiritual ha perdido de vista el evangelismo. Testificar es un
extra opcional en la vida cristiana y ha optado por no participar. Es posible que tenga
compañeros de trabajo con los que ha estado durante años, que ni siquiera saben que
es cristiano, ni que asiste a la iglesia los domingos.
Sé lo que es ser una persona de categoría 2, porque muchas veces me he encontrado
ahí. Quizá tú también. Quizá sepa que deberías estar evangelizando. Leíste el capítulo
dos de este libro y pensaste: quiero ser testigo. Sin embargo, de alguna manera, siempre
te mantienes en el lado seguro de la línea de dolor.
En este capítulo, quiero articular tres verdades que según he visto varias veces, sin
capaces de mover a una persona (incluyéndome a mí) de la categoría 2 a la categoría 1.
Si recordamos estas verdades, seremos capaces de compartir nuestra fe.
Aquí están las tres verdades: la soberanía de Dios, la gracia de Dios y el poder de Dios.
La soberanía de Dios
Estos son algunos versículos que realmente transformaron mi evangelización.
Nos reuniremos con Pablo en Atenas. Habiendo comenzado a testificar del Cristo
resucitado en la plaza del mercado, le invitan al Areópago, a la asamblea de los
agitadores más influyentes en Atenas. Querían “saber qué es esta nueva enseñanza de
la que hablas” (Hechos 17.19).
Entonces Pablo entra y les dice la verdad acerca de Dios, acerca de Cristo, y acerca
de cómo un día juzgará a la humanidad, pero que hoy sus oyentes pueden arrepentirse
y ser salvos. Y aquí está escrito lo que dice sobre Dios y sobre las personas:
25
24El Dios que hizo el mundo y todas las cosas que en él hay, siendo Señor del cielo y de
la tierra, no habita en templos hechos por manos humanas,
25ni es honrado por manos de hombres, como si necesitase de algo; pues él es quien da
Es decir, que hay un Dios que hizo el mundo y todo lo que hay en él, incluidos mis
vecinos, mis parientes y mis compañeros de trabajo. Hizo todo y nos hizo a todos. Y Él
no necesita a nadie, pero todos le necesitan a Él; nos da a todos cada gramo de aire que
respiramos. Y no solo eso, sino que ha marcado exactamente cuánto tiempo vivirá cada
persona y ha decidido dónde vivirá.
Ahora, agárrate al asiento mientras pensamos en lo que esto significa. Tu vecino vive
al final de tu calle porque Dios lo puso allí. Tu compañero de trabajo se sienta en el
escritorio de al lado porque Dios lo sentó allí.
Una familia se mudó recientemente a nuestra calle de Londres, justo enfrente. Son
musulmanes. ¿Por qué se han mudado? Creen que es por trabajo y porque están cerca
de una mezquita. Pero no, de hecho, es porque Dios los ha puesto allí. ¿Por qué?
Echemos un vistazo al siguiente versículo:
26
La gracia de Dios
¿Quién eres tú?
Básicamente, tú y yo somos hijos adoptivos de Dios. Eso es lo que es un cristiano:
Dios.
17
Y si somos hijos, también somos herederos: herederos de Dios y coherederos con Cristo,
si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados.
27
La asombrosa realidad es esta: cuando el Dios Creador te mira, ve a su hijo. Ve a
alguien a quien ama, con quien está encantado, por quien hará cualquier cosa. Dios te
ha dado, y te está dando, y te dará, todo lo que es de su Hijo. Hoy, no hay nada que
puedas hacer, y nada que te pueda pasar, que te separe del amor de Dios o te impida
llegar a casa (v.38-39).
Y esto debe ser el punto central de cómo nos vemos a nosotros mismos. El poeta y
novelista del siglo XIX Víctor Hugo escribió: "La mayor felicidad de la vida es estar
convencido de ser amado". Pues bien, el cristiano puede estar completamente
convencido de que es maravillosamente amado por el más poderoso del universo.
Nuestro problema es que, a menudo, lo que sabemos en nuestra cabeza no llega a
nuestro corazón. El pastor de Nueva York, Tim Keller, cuenta cómo en el sótano de su
bloque de apartamentos solía haber una máquina de latas de refrescos. Metió una
moneda y seleccionó la bebida que quería, pero la lata se atascó y no salió, por lo que
tuvo que golpear y sacudir un poco la máquina, hasta que salió la lata.
Necesitamos lo mismo con la gracia de Dios. Necesitamos sacudir nuestro corazón
para que no lo entendamos simplemente, sino que también lo vivamos y lo respiremos
y lo disfrutemos.
Ahora, ¿cómo se transforma tu evangelismo por el hecho de aferrarnos a la gracia de
Dios? Significa que sabemos que, como dijo el evangelista australiano John Chapman:
“El hecho de que la gente me acepte o me rechace no me hace más o menos valioso”.
Cuando sabemos que somos hijos de Dios, no tememos el rechazo de los demás,
¡somos amados por nuestro Creador! No tememos sus burlas, ¡el Creador del cosmos
piensa bien de nosotros! No tememos que nos nieguen un favor o un ascenso o
cualquier otra cosa; nos dirigimos a la gloria en el cielo.
Un cristiano sabe que en Cristo tenemos todo lo que necesitamos y no podemos
perder nada de eso; y así, en lugar de ser movidos por la necesidad de la aprobación o
el amor de los demás, somos libres para amarlos al compartir el evangelio con ellos.
Necesitamos saber que la opinión de nuestra familia, amigos y compañeros de
trabajo no es lo que nos da valor. Necesitamos creer que somos hijos de Dios
profundamente amados.
El poder de Dios
El problema de hacer evangelismo es que simplemente no funciona. Nunca tienes
éxito, la gente no se vuelve cristiana. Y el otro problema es que corres el riesgo de meter
la pata. No eres lo suficientemente bueno en esto, no sabes responder a todas las
preguntas, o no lo expones de una manera lo suficientemente interesante, divertida o
llamativa (o lo que sea).
Si te sientes así, tienes razón. Tu evangelización nunca hará que alguien llegue a la fe
en Cristo. Y tu evangelización nunca será lo suficientemente buena para ganar a alguien.
Pero ahí está el quid de la cuestión: NO TIENE POR QUÉ SERLO.
Ese no es tu trabajo. Cuando se trata de testificar, la verdad más liberadora es darnos
cuenta de cuál es nuestro trabajo y cuál es el trabajo de Dios:
28
5Porque no nos predicamos a nosotros mismos, sino a Jesucristo como Señor, y a nosotros
como vuestros siervos por amor de Jesús.
6Porque Dios, que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que resplandeció
Sabemos que la mente de los incrédulos está cegada. Lo experimentamos todos los
días. ¿Por qué la gente no quiere saber acerca de Jesús? ¿Por qué no piensan en la
eternidad? ¿Por qué, cuando se les dice, no llegan a la fe? Porque “no pueden ver la luz
del evangelio”. ¡Están ciegos! Simplemente no pueden entenderlo. Y ni tú ni yo somos
cirujanos oculares espirituales. Nada de lo que tú y yo hagamos o digamos puede dar
una visión espiritual.
Entonces, ¿qué esperanza hay?
Dios, que dijo: “Que la luz brille de las tinieblas”, hizo brillar su luz en nuestros
corazones. (v 6)
Es Dios quien enciende las luces, dice Pablo. ¿Y cuándo dijo Dios por primera vez: Sea
la luz? Fue en la creación el mundo:
En 2 Corintios 4, Pablo dice que si eres cristiano, Dios usó ese mismo poder con el
que creó el mundo para darnos la vista: para darnos corazones que entiendan que al
conocer a Jesús, conocemos a Dios en toda su majestad, perfección y amor.
Eso es lo que sucedió cuando te hiciste cristiano. El poder del Espíritu de Dios creó en
ti un corazón nuevo para que pudieras ver quién es Jesús. Hizo falta el mismo poder que
creó las estrellas para hacer esto. Y ese poder lo tiene Dios. Solo Él puede hacerlo, ¡y ya
lo creo que puede!
Ahora, si Él puede hacerlo por ti, puede hacerlo por tu amigo, familiar o compañero
de trabajo. Piensa en quien quieras, incluso en quien te parezca que tiene menos
probabilidades de venir a Cristo con fe. Y luego piensa en el poder que creó la luz por
primera vez. ¿Crees que Dios no puede llevarles a la fe? ¿Crees que el Espíritu Santo no
puede obrar para regenerar sus corazones?
El poder del Espíritu Santo debería darnos la confianza para cruzar la oficina, la calle
o el salón y hablarle a alguien acerca de Jesús. Esa es la convicción de Pablo:
29
trabajo hacer que alguien responda. Es Dios quien abre los ojos ciegos. Comunicas el
mensaje y luego oras para que Él haga el milagro.
¡Esto es tan liberador…! ¿Qué es testificar con éxito? No es conseguir que alguien se
haga cristiano, es conseguir que alguien escuche acerca de Cristo. No eres tú quien gana
la discusión, quien tiene todas las respuestas o quien da un discurso elocuente, tú solo
eres quien predica a Cristo.
Pablo lo sabía. Conocía el poder del Espíritu Santo y conocía su propio papel. Mira
cómo relata Lucas, un miembro del equipo misionero de Pablo, la conversión de una
mujer:
Hechos de los Apóstoles 16:12–15 (La Palabra: El Mensaje de Dios para mí)
12y de allí nos dirigimos a Filipos, colonia romana, y ciudad de primer orden en el distrito
entendido que se reunían los judíos para orar. Allí tomamos asiento y entablamos
conversación con algunas mujeres que habían acudido.
14Una de ellas, llamada Lidia, procedía de Tiatira y se dedicaba al negocio de la púrpura;
era, además, una mujer que rendía culto al verdadero Dios. Mientras se hallaba
escuchando, el Señor tocó su corazón para que aceptara las explicaciones de Pablo.
15Se bautizó, pues, con toda su familia, y nos hizo esta invitación: — Si consideráis
¿Qué hizo Pablo? Le dio el mensaje a Lidia, una mujer no judía que buscaba vivir a la
manera de Dios. Habló de Cristo. El Señor abrió su corazón para responder. Pablo
predicó, y Dios abrió los ojos ciegos.
John Stott lo explica así en El mensaje de los Hechos:
30
nuestra propia casa? ¿Qué debemos recordar cuando miramos a alguien que sabemos
que no confía en Jesús?
1. Dios es soberano. Él me ha puesto aquí y los ha puesto a ellos también aquí para
que puedan escuchar el evangelio a través mío.
2. Dios es misericordioso. Me ama como ama a Jesús. Soy un hijo de Dios. La
reacción que tengan al evangelio no me hará más o menos valioso, ni mas o
menos aceptado o amado.
3. Dios es poderoso. Su Espíritu abrió mis ojos; su Espíritu puede abrir los ojos de
ellos. Mi trabajo es predicar a Cristo. El resto dependerá de Dios.
31
5. ¿QUÉ DIGO?
Recientemente, Barclays Bank produjo algunos anuncios para ayudar a los jóvenes a
aumentar sus posibilidades de conseguir un trabajo, en los que hablaban de ciertas
habilidades importantes en la vida. Los bancos no son muy populares en este momento,
pero Barclays lo hizo bien. Los anuncios destacaban la importancia de hacer contacto
visual, posicionarse correctamente, usar un lenguaje correcto, vestirse apropiadamente
y no decir “mmmm” antes de cada oración. Puedes ser el trabajador potencial más
brillante, esforzado y comprometido del mundo, pero si no tienes cierto tipo de
"habilidades para la vida", es probable que sigas siendo un simple “trabajador
potencial”, pero nunca uno real. Y la verdad es que cuando se trata de evangelismo, si
bien lo más importante es comprometerte a hacerlo, también debes aprender a hacerlo.
¿Cuáles son las habilidades que se requieren para la evangelización? Una de ellas, por
supuesto, es saber qué decir; y de eso trata principalmente este capítulo. Pero pasar
directamente a la cuestión de “qué decir” es saltarnos una etapa crucial, porque para
muchos, el problema no es que no quieran hacerlo o no sepan qué decir, sino que nunca
parecen encontrar la oportunidad de evangelizar. Si fuera por ellos, desde luego, nunca
habría una cosecha de almas.
Así que, antes de pasar a qué decir, la pregunta es: ¿cómo comenzar o cómo llegar a
una conversación acerca del evangelio?
32
práctica del cristianismo. Los hechos más que las palabras. Necesitamos que se nos vea
el evangelio si buscamos tener la oportunidad de compartirlo. Jesús nos dice:
Por eso quiero llevar a cabo actos de bondad por la gente de mi calle. Quiero atraerlos
hacia mí siendo compasivo con ellos y dándoles la oportunidad de que sean parte de lo
que yo hago, de modo que puedan ver el auténtico cristianismo en acción. Por ejemplo,
mi iglesia tiene una iniciativa para servir a las personas sin hogar, y podría pedirles a mis
amigos de nuestra calle que vengan y nos ayuden a servir a los que tienen tan poco. Me
encantaría que mis vecinos vieran lo que hacen los cristianos. Esto es lo que Pedro tenía
en mente cuando escribió:
La idea es que la gente acabe teniendo un conflicto interno con los cristianos que
conocen. Que suceda que, aunque por dentro busquen motivos para acusarlos de actuar
mal para poder seguir rechazando cómodamente el evangelio, en realidad no puedan,
porque al ver lo que hacen los cristianos se sientan atraídos hacia ellos, se sientan
desautorizados para criticarlos.
En realidad, solo si tú y yo somos este tipo de personas y hacemos este tipo de cosas,
podremos empezar a decir lo que queremos decirles. Nuestra conducta respaldará lo
que decimos. Y eso comienza de dos maneras: conversando sobre nuestra fe y haciendo
“preguntas de dolor”.
Vamos a explicar estos dos puntos:
Al decir conversar sobre nuestra fe, lo que quiero decir es que debemos hacer del
cristianismo una parte cotidiana y natural de nuestras conversaciones con la gente.
Conocer a Jesús es una parte integral e importante de tu vida, por lo que puede y debe
ser parte de conversación también; no siempre de manera formal, como si dijeras:
"ahora-estoy-compartiendo-el-evangelio-contigo", sino como esas conversaciones
livianas y normales sobre lo que hicimos el fin de semana, cómo lidiamos con un
problema en casa o en el trabajo, por qué estamos realmente ocupados en este
momento, etc. Al plantear un aspecto de tu fe en la conversación, incluso si esa
conversación luego pasa a otros temas, le has demostrado a la persona con la que estás
hablando que la fe cristiana es normal, y es relevante para la vida real, que es importante
para tu vida y que estás totalmente abierto a que te pregunten al respecto. ¿Por qué
tiene que ser tan fácil hablar de todo menos de Cristo? Así que trata de conversar sobre
tu fe de manera discreta, natural y coloquial.
En segundo lugar, sin embargo, he descubierto que también necesito plantear una
"pregunta de dolor" a las personas con las que quiero hablar acerca de Cristo. Se trata
de una pregunta que se basa en la relación que tengo con alguien y las circunstancias en
33
las que sé que se encuentra y los intereses que sé que tiene. Es una pregunta diseñada
para llevar una conversación a un área en la que podría empezar a hablar sobre el
Evangelio. Es una pregunta que conlleva un riesgo, porque podría generar hostilidad.
Por ejemplo, para mi amiga que es joven y sufre de dolor crónico de cuello, quiero
preguntarle amablemente: "¿Qué pasa si tu cuello nunca mejora?" Espero tener una
charla sobre la diferencia entre la felicidad humana, que depende de que todas nuestras
circunstancias sean "buenas", y la alegría cristiana, que es interna y llena de esperanza,
sean cuales sean nuestras circunstancias, porque se basa en conocer a Jesús y en que Él
está siempre con y por nosotros y que nos ha salvado.
O para mi vecino que ama la jardinería, quiero preguntarle qué cree que hay detrás
de la belleza del mundo natural.
Y para mi otro vecino que parece muy enojado con Dios, quiero reunir toda la valentía
posible y simplemente decir: “¿Por qué estás tan enfadado con Dios? ¿Qué te ha hecho
sentir así? " Estas son preguntas relacionadas con la línea del dolor: traspasan la línea
del dolor. Cuando haces una pregunta como esa, no sabes cómo responderá alguien,
pero te da la oportunidad de entablar una conversación realmente natural y útil, y de
que descubras el hambre en tu amigo, y si te encuentras con hostilidad, simplemente
puedes seguir siendo un amigo, y hacer un trabajo cristiano hacia él/ella y alrededor de
él/ella.
La hora de la verdad.
Aunque puedes (¡y deberías!) orar por ello, y aunque puedes (¡y deberías!) preguntar
cosas para que la conversación llegue a un punto de evangelismo, lo que no puedes es
saber hacia dónde irá la conversación, o qué pregunta será la que te abra la puerta y te
dé la oportunidad de compartir el evangelio. Puede ser por un desacuerdo, un ataque
contra tu fe, un punto de disconformidad entre la cultura actual y lo que tú proclamas…a
veces es un simple comentario tranquilo de algún tema inesperado. Puede ser una
pregunta sobre lo que piensas de la ciencia, del sexo, del futuro o de la muerte. Podría
ser algo relacionado con cómo reaccionas ante un problema o ante una decepción.
Podría ser porque te pregunten si estás cansado, o si no te molesta esto o aquello, o qué
es lo que te molesta…Pero cuando llega el momento, y te das cuenta de que se te acaba
de presentar una oportunidad de hablar sobre Jesucristo, probablemente te quedes en
blanco y te preguntes: ¿QUÉ DIGO?
A mí me pasa que me vienen las palabras como dos horas más tarde…y me doy cuenta
de que eso no sirve de mucho; necesito saber qué decir en el momento de la
conversación, no después. Y la clave está, por supuesto, en proclamar a Cristo (Porque
no nos predicamos a nosotros mismos, sino a Cristo Jesús como Señor; y a nosotros,
como siervos vuestros por causa de Jesús. 2 Corintios 4.5). Ese es mi trabajo y, a lo largo
de los años, he descubierto un esquema que me ayuda a hacer precisamente eso:
Proclamar a Jesús. El esquema consta de dos conjuntos de tres palabras...
Primero:
Identidad, Misión, Llamamiento
Es decir: ¿Qué necesito decir?: Identidad. Misión. Llamamiento. Ese es el evangelio.
• La identidad de Jesús: QUIÉN ES.
• La misión de Jesús: POR QUÉ VINO.
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• El llamamiento de Jesús: LO QUE QUIERE DE NOSOTROS.
35
IDENTIDAD (quién es Jesús)
Puede ser muy fácil ver a alguien sin ver quién es realmente.
Me invitaron a comer con un padre y un hijo en un club muy exclusivo de Londres,
que no es un lugar habitual para mí. Me encontré de pie en las escaleras de este
restaurante esperando a mis anfitriones. Frente a mí, también esperando, estaba un
hombre al que reconocí vagamente, pero no le presté mucha atención. Así que, hice lo
que hacemos los ingleses, saludarle con cierta vergüenza y esperar con torpeza durante
cinco minutos en total silencio. Entonces vino un hombre desde la esquina del
restaurante y dijo:
- “Ah, William, ahí estás. Estamos en el comedor de atrás ".
Me di cuenta de que era el príncipe William. Había estado con él durante cinco
minutos y hubiera sido la oportunidad de oro para hablar con él ... pero apenas me había
fijado en él. Había perdido la oportunidad de tener una conversación única en la vida.
Acababa de ver a un hombre joven y alto con el cabello rubio. Lo que no había visto era
que se trataba del futuro rey de mi país. La identidad importa. Y aunque no reconocer
la identidad del príncipe William simplemente significaba perderme una conversación
con él, cuando se trata de Jesús, es mucho más importante darse cuenta de quién es.
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La pregunta que no puedes esquivar
Entonces la primera pregunta es: ¿Quién es Jesús? ¿Cual es su identidad? Y los
Evangelios nos brindan muchas pruebas para ayudarnos con eso, porque muestran
cómo Jesús enseña con autoridad, sana con poder, calma tormentas con palabras y
afirma tener la autoridad de Dios mismo.
Todos tenemos que responder a esta pregunta. Ninguno de nosotros puede
esquivarla.
"¿Quién dices tú que soy yo?"
Pedro había visto la evidencia y se dio cuenta de que Jesús es el Mesías, el Cristo. Rey
de Dios. Dios mismo, caminando en el mundo que Él mismo creó; el Creador viviendo
como criatura.
Y luego, extrañamente, Jesús "les advirtió que no contaran a nadie acerca de él" (v.
30).
desechado por los ancianos, por los principales sacerdotes y por los escribas, y ser muerto,
y resucitar después de tres días.
Aquí Jesús explica su misión: tengo que ser rechazado; Tengo que morir; Tengo que
levantarme de nuevo, es absolutamente NECESARIO. ¿Por qué? ¿Por qué necesitamos
que venga, que muera y que resucite?
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Mientras Amis miraba hacia atrás en su propia vida, incluso para sus propios
estándares, había cosas que había hecho de las que estaba muy avergonzado.
Y cuando Jesús dice que debe morir, está diciendo que ha venido a cargar con nuestra
culpa y sus consecuencias; ha venido a traer perdón por nuestro pecado. Vino como el
Rey moribundo. Cuando fue ejecutado, oró: "Padre, perdónalos" (Lucas 23.34). Eso es
lo que estaba haciendo colgado de una cruz, en lugar de sentarse en su trono. Nos ama
tanto que vino a cargar con ese castigo; vino a morir en nuestro lugar; para pagar por lo
que hemos hecho. Al mirar la cruz, vemos que Dios nos rescata sacrificándose a sí
mismo. Vemos a Dios poniéndonos en relación correcta con él para que podamos, como
dice la Confesión de Westminster del siglo XVII: “disfrutarle para siempre”.
Y esto significa que podemos, o bien pagar las consecuencias de nuestra propia
maldad más allá de la muerte, o bien podemos dárselo todo a Jesús en su muerte en la
cruz.
“Ven y muere”
Es decir que seguir a Jesús significa un cambio. Bajo ningún concepto debemos restar
importancia a estas palabras, como para que suenen más seguras. Es un llamamiento
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profundamente radical para entregar nuestra vida a Jesús. Es un llamamiento para venir
y morir.
El explorador de principios del siglo XX, Ernest Shackleton, cuando buscaba personas
que le acompañaran en su exploración de la Antártida, supuestamente puso un anuncio
en un periódico. Decía simplemente:
“Se buscan hombres para un viaje peligroso. Salario bajo, frío glacial, largas horas de
completa oscuridad. Regreso dudoso. En caso de éxito, honor y reconocimiento”.
Hay algo de esto en el llamamiento de Jesús a cada uno de nosotros. Seguirle nos
costará mucho. Nos costará mucho en términos de comodidad, profesión, relaciones y
quizá incluso la vida misma.
“Ven y vive”
Sin embargo, hay una diferencia crucial entre el llamamiento de Shackleton y el de
Cristo. Y la diferencia está en el resultado final. Jesús murió para perdonar el pecado y
resucitó para asegurar nuestro futuro con él. Entregarle nuestras vidas no es ningún
gesto suicida. De hecho, sino todo lo contrario:
“El que quiera salvar su vida, la perderá, pero el que pierda la vida por mí y por el
Evangelio, la salvará”(v 35)
Si le das tu vida a Jesús, Él te dará la vida. Aquel que nos llama a darle todo es Aquel
que lo ha dado todo por nosotros y que nos lo dará todo. Como dijo el mismo Jesús:
“En verdad os digo ... no hay nadie que haya dejado su casa o hermanos o hermanas
o madre o padre o hijos o campos para mí y el evangelio que no vaya a recibir cien veces
más en esta era presente ... y en la era venidera vida eterna”. (10.29-30)
El llamamiento de Cristo a seguirle como nuestro Rey es un llamamiento para venir,
morir ... y vivir.
Cada aspecto del evangelio requiere que crucemos la línea del dolor:
- Jesús es el Cristo, el Rey, así que tú y yo no lo somos.
- Jesús es el Rey moribundo y resucitado; sin Él, pagaremos por nuestro pecado y
no tendremos esperanza más allá de la muerte.
- Jesús nos llama a seguirle y a negarnos a nosotros mismos; ya no estaremos a
cargo de nuestra propia vida.
¡Y es muy tentador obviar o dejarnos en el tintero alguna parte del mensaje, porque
es fuerte! Pero si voy a testificar honestamente, necesito cubrir las tres partes. En un
tribunal, un testigo debe decir la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad, y
Jesús nos dice que seamos sus testigos (Hechos 1.8). Mi meta debe ser comunicar el
mensaje a alguien, y hacerlo de tal forma que entienda lo que significa ser cristiano y
39
llegue a serlo; que se vuelva a Jesús como su Señor y confíe en Él como su Salvador. Esto,
por supuesto, puede requerir más de una conversación, pero ese debe ser mi objetivo.
Y esto me ayuda a saber en qué dirección quiero llevar una conversación. Si alguien
me pregunta acerca de la oración, no quiero hablar tanto sobre cuándo oro, o cómo me
siento al hacerlo, sino a Quién le estoy orando. —La identidad de Jesús—
Si alguien me pregunta cómo me convertí en cristiano, quiero usar esa misma
pregunta como un trampolín para hablar sobre cómo llegué a comprender —La misión
de Cristo—
Por cierto, pudiera ser que al leer este capítulo, te hayas dado cuenta de que ni
siquiera has venido realmente a Jesús ni te has arrepentido de verdad, que no has creído
de verdad, que no le sigues como a tu Rey ni confías en Él como tu Salvador… Bueno,
¿no sería hoy un gran día para escuchar su llamamiento a venir, morir y vivir? ¿Qué te
impide aceptarlo como tu Rey y pedirle que sea tu Salvador? El evangelismo no consiste
en decirlo todo o en decirlo con elocuencia. Consiste en dar el mensaje con la suficiente
claridad, ni más ni menos: Identidad. Misión. Llamamiento.
Si le has explicado estas cosas a alguien, por difícil que lo hayas encontrado y por
vacilante que te hayas sentido al hacerlo, ¡eso es el evangelio! Has predicado a Cristo
como Él te pide. El resto, como vimos en el capítulo anterior, depende de Dios.
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6. SEA USTED MISMO
A menudo me he preguntado por qué saqué un 5 pelado de promedio en la Escuela
Bíblica. Cuando me dieron la nota, fui a ver a mi tutor y le pregunté: "¿He estado cerca
del 6?" y me dijo: “No, más bien estabas cerca del 4”.
Así que a menudo me he preguntado por qué no me fue tan bien como a la mayoría
de los estudiantes. Y creo que, aparte del hecho de que estaba estudiando teología, y
para un disléxico, el alfabeto inglés es complicadillo, y ni te digo del griego, una de las
razones es que a menudo creía que había entendido un tema, cuando la realidad era
todo lo contrario. Una y otra vez, recibía un examen, veía la nota, lo revisaba y me daba
cuenta de que me había perdido por completo, lo había entendido al revés.
Y, lamentablemente, mi incapacidad para ver el punto principal es algo que siempre
he llevado encima. Durante dos años, trabajé para una iglesia como “evangelista” antes
de comprender realmente cuál era mi trabajo. Siempre pensé que trabajar como
evangelista significaba que mi trabajo era evangelizar. Suena obvio. Y luego, un día, mi
entendimiento de lo que debería hacer un evangelista fue torpedeado por un solo
versículo:
En este versículo, un evangelista es alguien que prepara al pueblo de Dios para las
obras de servicio, alguien que no solo habla con los inconversos sobre Jesús, sino que
también anima y prepara a otros cristianos para que hagan lo mismo. En otras palabras,
no es necesario ser un "evangelista" para hacer evangelismo. El trabajo de las personas
“contratadas” en una iglesia para evangelizar no es quitarles esa responsabilidad a otros
miembros de su iglesia, sino ayudarles a vivir esa responsabilidad como un privilegio
gozoso, aunque a veces costoso.
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el evangelio? Supongo que estás pensando en integridad, sinceridad, persistencia,
entusiasmo, valor, cuidado. Lo interesante de esa lista es que esas son cualidades
alcanzables para todos nosotros. Con la ayuda del Espíritu de Dios, puedes ser ese tipo
de persona, el tipo de persona que lleva a otros a la fe.
Creo que una de las razones por las que nos asusta la idea del evangelismo es porque
el diablo ha conseguido tomarle el pelo a la iglesia. Nos ha convencido de que es algo
que no es nuestro trabajo, o que a lo menor sí debería serlo pero no podemos hacerlo.
Nos susurra: Es que tú no eres un evangelista. No tienes seguridad en ti mismo, no eres
sociable, no tienes respuestas para ciertas preguntas. No te metas a evangelizar, ¡No
puedes evangelizar!
Así que, el quid de la cuestión en cuanto a cómo evangelizar es simplemente:
Sé tú mismo
Si vas a compartir el evangelio con la gente, tienes que ser tú mismo. A fin de cuentas,
Dios te ha creado sencillamente para que seas tú:
muy bien!
Dios sabe quién eres y sabía bien lo que estaba haciendo cuando te creó. Te dio tus
habilidades, tu temperamento, tu intelecto, tus miedos, tus gustos y disgustos
particulares. Todos somos diferentes y todos estamos programados para servir a Dios
de una manera única.
A veces, los libros de evangelización y la capacitación básicamente dicen: Imita a tal
o tal persona, tienes que ser más así… Y la gente se desanima porque no están hechos
de esa manera. Pero resulta que Dios podría haberte hecho un evangelista de alto perfil,
y sin embargo, eligió no hacerlo. Él eligió hacerte para ser tú mismo. Y (como vimos en
el último capítulo) te puso exactamente donde estás. Quizá Billy Graham no sería bueno
testificando a los demás en su oficina. Quizá la personalidad de Helen Roseveare la haría
menos eficaz que tú testificando a los padres de los amigos de tus hijos. Dios quiere
aprovechar tu manera de ser para alcanzar al desordenado mundo que te rodea y en el
que te ha posicionado. De hecho, por eso te ha puesto donde estás.
No puedo decirle con qué frecuencia veo los efectos liberadores de comprender esta
realidad: No tienes que ser alguien que no eres, solo tienes que ser la persona que Dios
hizo que fueras
Pero la otra cara de la moneda es que esta realidad ¡también nos deja sin excusas!
No tienes una “bula” divina que te exima de evangelizar, por el hecho de que Dios no te
hizo para ser un evangelista relevante. Así que, con esto en mente, echemos un vistazo
al Nuevo Testamento y veamos diferentes formas en que diversas personas trataron de
alcanzar a otros con el evangelio. (Este es un enfoque útil que aprendí de un libro titulado
El cristiano contagioso, de Bill Hybels y Mark Mittelberg).
Veamos a algunas de estas personas: No son mutuamente excluyentes (puede que
quepa más de una) , pero vale la pena preguntar: ¿Qué soy yo? ¿Cuál de estos roles es
el adecuado para mí cuando trato de alcanzar a otros?
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Pedro
Pedro era conflictivo. Quizá seas alguien para quien el enfoque confrontativo sea el
adecuado. El enfoque de Pedro fue: Preparados, listos, ¡YA!
Y entonces, en Pentecostés, cuando el Espíritu cae sobre los primeros cristianos, y los
demás se preguntan qué diablos está pasando, ¿Quién es el que se pone en pie? Pedro.
¿Y qué dice?
vosotros con las maravillas, prodigios y señales que Dios hizo entre vosotros por medio
de él, como vosotros mismos sabéis;
23a éste, entregado por el determinado consejo y anticipado conocimiento de Dios,
Pedro dispara a matar. Les dice en la cara: “Habéis asesinado a Cristo”. Pues ese es
el estilo de algunas personas. Se pondrán de pie y te lo dirán directamente. Pedro
ciertamente era así. Era un hombre que confrontaba a la gente de forma natural, y de
hecho, hay personas que nunca vendrán a Cristo a menos que alguien las haya confronte
de esta manera.
Ahora, cada rasgo de personalidad que tenemos puede usarse para un gran bien:
(para Dios) o por el contrario, en nuestra pecaminosidad, ese mismo rasgo puede
terminar siendo usado para el mal: para servirnos a nosotros mismos. Así que, si eres
una persona que confronta, un Pedro, permíteme animarte a usar ese don para el
evangelio, para entregarle el mensaje directo del evangelio.
Pero también, déjame animarte a orar para que Dios te dé sabiduría y sensibilidad a
la hora usar ese estilo. No asumas que eso es lo que todo el mundo necesita; no asumas
que esa es la única forma de evangelizar y así es como todos tus hermanos cristianos
deberían compartir el evangelio. Porque no es así.
Pero tú utilízalo, para la gloria de Dios, para compartir a su Hijo con la gente.
Pablo
Pablo sabía confrontar a la gente; pero su estilo general era un enfoque intelectual
bastante más meditado. ¿Recuerdas a Pablo en Atenas? Se le invita a dirigirse a la élite
allí y comienza diciendo:
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enfoque lógico y razonado. Si ese es el caso, puedo recomendarte que te familiarices
con ciertos argumentos apologéticos interesantes (es decir, respuestas basadas en la
Biblia a preguntas comunes sobre el cristianismo; …). Sácale provecho al tipo de persona
que eres, tal y como Dios te ha creado, para poder escuchar bien, pensar bien, y luego
razonar bien, mostrando a Cristo de una manera lógica y considerada.
El exciego
En tercer lugar, tal vez tu enfoque sea testimonial. Quizá seas entonces como el ex
ciego de Juan 9. El hombre es sanado por Jesús y los fariseos tratan de llevarle a un
debate sobre si Jesús es, o no es, un pecador. ¡Y se niega! Acepta que no lo sabe todo,
pero sí sabe lo que le ha pasado a él personalmente:
oírlo otra vez? ¿O es que queréis también vosotros haceros discípulos suyos?
Esa última pregunta cruza la línea de dolor, ¿no es así? Es recibido con insultos (v 28),
se le acusa de estar "impregnado de pecado al nacer" y se le echa de la sinagoga (v 34).
Mucha gente no responderá nunca a la confrontación o a la discusión, no conectan
con esa forma de abordar las cosas. Pero se sentirán impresionados por un auténtico
cambio manifiesto en la vida de alguien y porque alguien que presente un testimonio
creíble de ese cambio. Quizá sea esta tu zona.
Y si su testimonio no es tan drástico, si no tiene la fuerza de "Antes yo era ciego pero
ahora veo”, no te preocupes, tal vez lo que mejor conecte con la vida cotidiana de las
personas sea lo sencillo, lo más natural.
O sea que, si eres alguien que puede contar una historia, alguien que no tiene
problema en abrirse y contar de su propia vida, antecedentes y experiencia, ¿Estás
dispuesto a usar esta manera de ser para apuntar hacia Jesús? ¿Aceptarás
humildemente que no puedes responder a todas las preguntas que te hagan, pero sí
puedes hablar de lo que has vivido? (Por cierto, una gran respuesta para cualquier
pregunta durante una conversación sobre Jesús es: “No lo sé, pero lo voy a averiguar y
te diré lo que encuentre") ¿Tratarás de hablar con valentía sobre tu propia vida de tal
manera que estés dando a entender claramente quién es Cristo, por qué vino y qué
significa tenerle como Rey y Señor en la vida?
Entonces, la pregunta para ti es: ¿Puedes dar tu testimonio?
Aquí hay tres ganchos de los que puedes colgarte a la hora de dar tu testimonio:
1. ¿Cómo era yo antes?
2. ¿Qué hizo Cristo por mí?
3. ¿Cuál es la diferencia entre el antes y el después?
Y luego, al final, dirías: "¿Me estoy explicando? ¿Entiendes lo que digo acerca de quién
es Jesús y lo que ofrece?"
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Quizá creciste en un hogar cristiano y siempre has conocido a Jesús como tu Señor y
Salvador. Bueno, en ese caso estos serían tus tres ganchos:
1. ¿Por qué es importante mi fe y cómo afectan mi perspectiva de presente y
futuro?
2. ¿Cómo empezó para mí esta relación con Jesucristo?
3. ¿Qué significan hoy por hoy para mí la cruz y la resurrección?
Y luego de nuevo puedes preguntar: “¿Me estoy explicando? ¿Tiene sentido para ti lo
que digo acerca de quién es Jesús y lo que ofrece? "
Vale la pena escribir tu testimonio para asegurarte de que lo estás utilizando de la
mejor manera. Tienes que asegurarte de que, cuando alguien te pregunte sobre tu
historia, no te pongas a hablar como un loro solo de ti mismo, ni de tu iglesia, ni siquiera
de tu fe, sino asegúrate de estar hablando de Cristo. Si te van a rechazar, que sea porque
rechazan a Cristo, no porque te rechazan a ti.
La Samaritana
En Juan 4, Jesús se encuentra con una mujer junto a un pozo, en Samaria. Ha tenido
cinco maridos y ahora vive con un hombre con el que no está casada, por lo que ha
tenido mucho duelo y angustia, o las dos cosas.
Jesús le cuenta todo sobre ella; le revela quién es Él, y ella se transforma cuando le
conoce. ¿Y qué es lo que hace? La mujer regresa al pueblo y le dice a la gente:
Ven y mira. Y lo hacen: la gente vino en tromba para conocer personalmente a Jesús.
Quizá seas un gran anfitrión. A lo mejor eres hospitalario y amistoso y puedes hacer que
la gente se entusiasme por probar algo diferente: un pasatiempo o un viaje o lo que sea.
Perfecto. La pregunta es, una ves más: ¿Usarás ese don para invitar a la gente a venir y
ver a Jesús? Dirás: “Este es quien creo que Jesús es, y por eso vino y lo que significa, pero
mira, ven conmigo a este evento, este servicio, este curso, ven y compruébalo por ti
mismo ”?
¿Podrías pensar en eventos para organizar tú mismo, tal vez en tu propia casa, para
invitar a algunos no cristianos y algunos cristianos, con la invitación explícita a que la
gente venga y descubra más sobre Jesús? ¿Podrías simplemente invitar a la gente a
estudiar algo de la Biblia contigo, a descubrir a Jesús allí? (más sobre esto en el capítulo
siete)
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historias como el ex ciego? ¿O una persona invitadora y de influencia en otros como la
mujer del pozo?
Dios te ha programado para que les cuentes la historia a los demás de una manera
que te permita ser tú mismo. El evangelismo no es solo para los extrovertidos, ni es solo
para los cerebrales o para personas a tiempo completo. Es tu trabajo, y con la fuerza del
Señor puedes hacerlo. ¿Por qué no dejas este libro y le pides al Señor que te muestre
qué tipo de persona eres, y luego le pides que te muestre cómo podría usarte, como la
persona que eres, para extender el evangelio y hacer que llegue a otros?
Luchando juntos
Junto a este llamamiento a ser uno mismo debe ir, sin embargo, otra llamada: huir
del individualismo. Todos los cristianos fuimos creados de manera única y diferente,
pero también estamos hechos para trabajar juntos. Como cristiano individual, puedes
ser un pie, un dedo o un folículo, pero eres parte de un cuerpo, la Iglesia, y como parte
de ese cuerpo eres más tú mismo, y más útil, a medida que contribuyes a la edificación
y dependes del resto de tu Iglesia.
Una de las palabras más olvidadas y cruciales de la vida cristiana es “juntos”. Pablo
dice en Filipenses 1.27:
27Solamente procurad que vuestra conducta como ciudadanos sea digna del evangelio de
Cristo, de manera que sea que yo vaya a veros o que esté ausente, oiga acerca de
vosotros que estáis firmes en un mismo espíritu, combatiendo juntos y unánimes por la
fe del evangelio
Como parte del cuerpo de Cristo, compartes ambas cosas: su Espíritu y su evangelio,
así que mantente unido al resto. Y sin embargo, la pregunta que tan a menudo deja a
un joven cristiano entusiasta sin argumentos no es: "¿Amas a Cristo Jesús?" (fácil de
responder) o: "¿Te encanta contarle a la gente acerca de Cristo?" (fácil también), pero:
"¿Amas la iglesia de Cristo?"
Necesitamos nuestra Iglesia, y nuestra Iglesia nos necesita:
Luchamos juntos por la fe del evangelio, y parte de la forma en que luchamos juntos
por el evangelio es en el evangelismo. Debemos evangelizar juntos, como iglesia; y sin
embargo, muy a menudo se olvida lo indispensable de la iglesia local en el evangelismo.
John Stott articula brillantemente la centralidad de su papel en la evangelización en
“Nuestro silencio culpable”:
La invisibilidad de Dios es un gran problema. Ya lo era para el pueblo
de Dios en los días del Antiguo Testamento. Sus vecinos paganos se
burlaban de ellos, diciendo: "¿Dónde está ahora tu Dios?" Sus dioses
eran visibles y tangibles, pero el Dios de Israel no lo era. Hoy, en nuestra
cultura científica los jóvenes son enseñados a no creer en nada que no
esté abierto a la investigación empírica. Así que, ¿Cómo ha resuelto
Dios el problema de su propia invisibilidad? La primera respuesta es,
por supuesto, "en Cristo". Jesucristo es la imagen visible del Dios
invisible. Juan 1.18: "A Dios nadie lo vio jamás, pero Dios, el único Hijo,
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le ha dado a conocer". “Eso es maravilloso”, dice la gente, “pero fue
hace 2.000 años. ¿Es imposible que el Dios invisible se haga visible hoy?
" Ahí esta. Regresamos a 1Juan 4.12: "Nadie ha visto a Dios". Es
precisamente la misma declaración introductoria. Pero en lugar de
continuar con la referencia al Hijo de Dios, continúa: "si nos amamos,
Dios habita en nosotros". En otras palabras, el Dios invisible, que una
vez se hizo visible en Cristo, ahora se hace visible en los cristianos, si
nos amamos unos a otros. Es una afirmación impresionante. La iglesia
local no puede evangelizar, proclamando el evangelio del amor, si no
es ella misma una comunidad de amor.
Así que, no es solo el creyente cristiano individual quien debe dejar brillar su luz, un
estrecho haz de antorchas en la palabra.
Cada iglesia local debe ser un faro: un gran rayo de luz del evangelio que ilumina la
oscuridad circundante.
Si vamos a permanecer firmes en un Espíritu, esforzándonos juntos como un solo
cuerpo por la fe del evangelio, no debemos ver nuestra Iglesia Local solo como la sede
de nuestro campamento, desde la cual escuchamos el evangelio y partimos; y tampoco
es solamente nuestro hospital de campaña, donde volvemos para que nos curen. La
Iglesia Local es todo eso; ¡pero es mucho más! Es una comunidad amorosa de hermanos
y hermanas cristianos y, al serlo, da credibilidad al evangelio. De hecho, es el medio
previsto por Dios para su mensaje. En cierto sentido, el testimonio de Cristo solo es
efectivo si sucede corporativamente, juntos.
Así que sé tú mismo y siéntete libre de ser tú mismo. En el evangelismo, usa
deliberadamente el carácter y los dones que Dios te ha dado. Pero no te sientas obligado
a hacerlo todo solo. Usa tu carácter y tus dones como parte de la Iglesia en la que Dios
te ha colocado deliberadamente. Haz brillar una luz del evangelio en tu oficina y en tu
cafetería local; pero únete a los rayos de los demás mientras te encuentras a mitad de
semana de diferentes formas que incluyen testificar; y que tu contribución sea parte del
gran faro que debe ser tu Iglesia para la comunidad. Como dijo el mismo Jesús:
De esta manera todos sabrán que sois mis discípulos, si os amáis los unos a los otros.
(Juan 13.35)
47
7. COMENZANDO (O REINICIANDO)
El contenido del testimonio cristiano nunca cambia. Pero el contexto de nuestro
testimonio sí lo hace. Y nuestra cultura cambia con rapidez, especialmente en cuanto a
la visión que tiene del cristianismo. Eso significa que, a menudo, cuando por fin hemos
descubierto cómo testificar de forma efectiva, la sociedad avanza y tenemos que
cambiar de estrategia otra vez porque la antigua ya no nos sirve.
Así que, aquí hay un pequeño resumen muy básico de lo que ha sucedido
culturalmente en los últimos 70 años en el Reino Unido. Por lo general, en términos
culturales, el Reino Unido está una o dos décadas por detrás de Estados Unidos; pero en
términos espirituales, culturalmente, creo que Estados Unidos está, en la mayoría de las
áreas y en la mayoría de los sentidos, un par de décadas por detrás del Reino Unido. En
ese sentido, la experiencia de la iglesia al este del Atlántico tiene mucho que enseñar,
advertir y aconsejar a la iglesia en América del Norte. Pero cuando se trata de Gran
Bretaña, esto es lo que sucedió durante mi vida ...
1954:
-------------------------------------------------------------DIOS
Pecado
Cuando el evangelista estadounidense Billy Graham llegó al Reino Unido por primera
vez en 1954, llenó los estadios noche tras noche. Predicó la cruz y miles pusieron su fe
en Cristo. En aquel entonces, los fundamentos ya estaban puestos: mucha gente creía
en un Dios Creador y en la noción del pecado, y en la verdad de que Jesús es el Hijo de
Dios. Billy Graham lo juntó todo y explicó la cruz, y la gente se arrepintió y creyó. Y
durante mi etapa de universitario, en la década de 1980, muchos de los cristianos de mi
edad eran hijos de personas que habían venido a Cristo en las campañas de Billy Graham.
Pecado
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conseguir que la gente fuera a un culto o hiciera por escuchar a un evangelista visitante.
Había muchos obstáculos para que una persona normal llegara a la fe: objeciones al
cristianismo que debían ser tratadas y eliminadas antes de que el evangelio pudiera ser
escuchado. Y aunque esos obstáculos eran diversos, dependiendo de la persona y del
lugar, en Londres concretamente me encontré vez tras vez con los mismos tres:
(En ocasiones, y cada vez con más frecuencia, la gente añadía un cuarto obstáculo:
“el cristianismo es intolerante”). De modo que el desafío era eliminar esos obstáculos.
¿Cómo conseguirlo?
Se hacía necesario que la gente conociera a verdaderos cristianos, que pudieran ver
vidas cambiadas, y amor por los demás; que pudieran escuchar respuestas cristianas a
sus problemas intelectuales. Así que la forma más efectiva de llevar a alguien a Cristo
era el contacto personal en el trabajo o en cualquier otro entorno habitual. Cuando un
cristiano conseguía la confianza de alguien, le podía invitar a un culto y la persona iba,
dispuesta a escuchar y darle una oportunidad al evangelio. Era una manera de quitar los
obstáculos para que la gente pudiera acercarse.
---------------------------------------------------------------------DIOS
Raro Falso Irrelevante
Pecado
Tolerancia y Permisividad----------------------------------------------------------
Hoy, poco más de veinte años más tarde, la gente está en un camino totalmente
diferente. John Stott dijo, poco antes de morir, que nuestra cultura se define por la
tolerancia y la permisividad. Culturalmente, estamos tan lejos del cristianismo bíblico
que la gente no se opone a que la fe se haya conformado al mundo; simplemente pasan.
Jesús sencillamente no está en su lista; ni siquiera es una opción que considerar. La
gente casi nunca piensa por qué no está de acuerdo con tus creencias; o si alguna vez lo
hacen, lo meten en el saco de "Puede que esté bien para ti, pero no para mí". La cultura
lleva a la gente a no considerar el cristianismo incluso cuando les va mal en la vida, o se
muere un ser querido, o cuando las cosas no tienen sentido...
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Primero, testificar requiere tiempo y esfuerzo. Aquellos días en que podías testificar
directamente en una sola conversación ya no son habituales; sigue orando por ello, pero
no te desanimes si no sucede. Es muy raro que alguien conozca a un cristiano y, al mes
siguiente, asista a un culto y luego se inscriba en un curso de discipulado para
principiantes. Las investigaciones sugieren que cuando las personas ponen su fe en
Cristo, suele pasar un promedio de dos años desde el momento en que entraron en
contacto significativo con un cristiano que les testificó, y ese promedio va subiendo cada
vez más. Testificar es un compromiso a largo plazo, requiere invertir tiempo en una
relación, orar incansablemente y hablar el evangelio una y otra vez, con paciencia y
perseverancia. Es un viaje de conversaciones sobre el evangelio. Realmente requiere
esfuerzo.
Te puedo prometer que si pones en práctica lo tratado en este libro, no será fácil y
vas a sentir el golpe. No puedo prometerte que vayas a ver mucho fruto rápidamente.
Cuanto más lejos de Dios esténn las personas, mayor distancia tendrán que recorrer.
En segundo lugar, testificar requiere de tu inversión como persona. Es cada vez más
difícil llevar a la gente a escuchar a alguien que habla y habla; tienes que acercarles
personalmente y darles a conocer la Biblia. Las personas que nunca considerarían entrar
en una iglesia se sentirán mucho menos amenazadas al leer y hablar de la Biblia con un
amigo. Ese amigo eres tú, y no se van a acercar ellos. Es cosa tuya.
Creo que uno de los avances más emocionantes y necesarios en el evangelismo
durante la última década en el Reino Unido ha sido el mayor énfasis en la lectura
evangelística uno a uno de la Biblia, donde un cristiano simplemente se sienta con un
amigo no cristiano (o algunos con varios) y lee la Biblia con ellos.
No hay una fórmula mágica en el evangelismo; no hay nada que borre o nos evite la
línea de dolor, y solo Dios puede abrir los ojos ciegos. Sin embargo, el evangelismo uno
a uno está trayendo una cosecha interesante. Hemos visto esto en el enorme fruto que
ha surgido del uso entre los estudiantes de Uncover Luke (“Destapa a Lucas” -un estudio
bíblico-), parte del cual es un conjunto de seis sesiones de estudios evangelísticos
escritos por Becky Manley Pippert para que los cristianos los usen con grupos pequeños
y con no creyentes de manera individual. (El material de Becky ahora se ha vuelto a
publicar bajo el título “Descubriendo la vida de Jesús”).
¿Por qué es tan importante el evangelismo personal? Porque se centra en la realidad
de que evangelizar requiere tiempo y amistad. El gran beneficio es que nos permite
conocer a las personas y descubrir dónde se encuentran (tanto geográfica como
espiritualmente), en lugar de esperar a que lleguen hasta donde estamos nosotros. Leer
la Biblia juntos es un formato que les ayudará a comprender; pueden hacer preguntas,
aclarar cosas, etc. Es una excelente manera de hablar sobre el significado de tu propia
vida; y una excelente manera de mostrar lo que significa para ti. Requiere confianza. Tus
amigos no abrirán la Biblia conmigo, “Rico-el-pastor”, y ¿por qué deberían hacerlo? A
mí no me conocen, no confían en mí. Pero a ti te conocen, se abrirán contigo. Y es
flexible: puede suceder en cualquier momento o en cualquier lugar, y eso no intimida ni
es amenazante.
Por supuesto que, también para el cristiano, puede parecer un poco intimidante y
exigente. Ya no le estás diciendo: ven y escucha a un experto en mi iglesia, a ver si te
gusta. Estás diciendo: siéntate y charla conmigo sobre la Biblia. Y ya no estás
simplemente invitando a tus amigos a un culto de villancicos, una “charla-de-café-y-
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evangelismo” o cualquier otra cosa que tu iglesia esté organizando; eres tú. Necesitas
dedicar su tiempo y energía, además de correr el riesgo de hacerte vulnerable.
Pero recuerda, por eso Dios, en su soberanía, te ha puesto donde estás. Su gracia es
suficiente para ti; y su poder es suficiente para abrir los ojos de cualquiera. No todos
estamos llamados a ser maestros de la Biblia; pero todos podemos compartir la Biblia.
Y en la cultura en la que vivimos, tendremos que estar dispuestos y hacerlo.
Cómo hacerlo
¿Cómo saber qué hacer o qué decir? Bueno, utiliza los recursos (hay algunas
sugerencias en las últimas páginas). O toma un pasaje, haz algunas preguntas al respecto
que lo exploren un poco, plantéate cómo se lo explicarías a un amigo y luego, piensa
bien cómo o por qué eso que has leído te hace amar a Jesús. Piénsalo, y compartes la
explicación y y lo discutes con tu amigo.
Una forma de abordarlo es simplemente sentarse con alguien, proponer la sección
de la Biblia que vais a leer y sugerir que, una vez que ambos la hayáis leído, ambos podáis
compartir o dar respuesta a tres preguntas:
Y una vez leído el pasaje, puedes decir: ¿Hay algo que te haya llamado la atención, o
prefieres que te diga yo primero lo que me ha llamado la atención a mí? (¡Casi siempre
prefieren que empieces tú!) Y entonces les explicas, de manera muy simple y honesta lo
que te haya sorprendido. Luego te dice lo que le ha llamado la atención a él o a ella, y lo
compartís. Discute sobre sus preguntas y sus interpretaciones (que, por supuesto,
pueden ser diferentes a las tuyas). Es una excelente manera de hacer que leer la Biblia
sea una conversación, desentrañar los malentendidos de una manera sana, no
conflictiva y conversar sobre ellos, enseñándole a tu amigo o amiga cómo leer un pasaje
de la Biblia y permitir que le afecte.
Así que piensa en un amigo o familiar al que puedas acudir y decir: "¿Te gustaría leer
la Biblia conmigo?" O tal vez haya tres o cuatro que os podríais juntar. Piensa de
antemano a dónde podríais ir para pasar un rato juntos hojeando la Biblia con ellos, un
lugar cómodo y relajado, sin presiones. Yo, a menudo, llevo el pasaje en dos trozos de
papel; no voy con la Biblia si estamos en un lugar público por ejemplo, porque así le
puedo dar a mi amigo su trozo de papel para que lo lea y, una vez que hemos terminado,
se lo puede llevar.
Cómo empezar
A los predicadores les encanta usar palabras que comienzan con la misma letra para
sus títulos, así que te doy una especie de chuleta para que te animes a empezar: 4 cosas
que comienzan con "C":
1. Carácter.- El carácter es simplemente esto: ¿Eres un cristiano que se
arrepiente y cree? ¿Estás dispuesto a arrepentirte de esos ídolos que te tienen
convencido de que no te arriesgues a testificar? ¿Eres alguien que
constantemente te alejas del pecado y lo apartas de tu vida para regresar a
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Jesús como Señor? ¿Tienes una sensación real de que el evangelio es para ti
de una manera práctica, que la muerte y la resurrección de Jesús son
realmente la única respuesta que tienes ante la culpa y la muerte? He
descubierto que las personas que se toman en serio lo de erradicar la idolatría
de sus vidas y que están cada vez más enamoradas del Señor Jesús, también
son las personas más apasionadas por testificar a otros de Él.
2. Convicción.- ¿Estás convencido de la soberanía de Dios? ¿De su gracia? ¿ De
su poder? Como vimos en el capítulo cuatro, debes tener claras estas tres
cosas. Esa es la primera convicción: Dios me ha puesto aquí; Dios me ama en
Cristo; y mientras predico a Cristo, Dios abre los ojos a los ciegos. La segunda
es: este es mi trabajo. No es solo el deber del pastor; no es solo el deber de
los expertos. Puede que no sea un maestro de la Biblia, pero debo compartir
la Biblia. Debo ser yo mismo, pero debo ser un testigo.
3. Competencia.- La primera vez que leí la Biblia con alguien fue a la edad de
veinte años más o menos. Había un chico en mi equipo de rugby llamado
Andy, y se acercó a mí en el entrenamiento y me dijo: "El verano pasado mi
hermano se mató en un accidente agrícola ". Mi respuesta fue brillantísima.
Dije algo así como: "Guau". Entonces me dijo: "Pues mi hermano era
cristiano". Tratando de superar la brillantez de mi primera respuesta, le dije:
"Ah, ¿era cristiano?" Me dijo: "Sí, y no paro de darle vueltas e la cabeza …”. Y
entonces, antes de que darme cuenta de lo que estaba diciendo realmente,
le dije: "¿Quieres que leamos la Biblia juntos?" Y él dijo: "Sí". Así que llamé a
su puerta al día siguiente, él abrió y yo entré. Alguien me había dicho que
Isaías 53 era un buen pasaje. Así que abrí por Isaías 53 y escribí algunas
preguntas. Estaba tan nervioso que comencé a sudar como un loco. Andy dijo:
"¡Estás empapando la Biblia de sudor!" LE dije: “¡Estoy bien, estoy bien! Tengo
algunas preguntas que hacerte, Andy ". Leí Isaías 53 y luego le hice cuatro
preguntas. Era el típico jugador de rugby, y simplemente respondió: "Sí ... no
... no ... sí". Terminó en dos minutos. Oré y luego dije: "¿Quieres que nos
volvamos a ver la semana que viene?" Y Andy dijo: “Sí. ¿Pero vas a sudar tanto
la próxima vez?...Eso fue hace más de veinte años. Ahora me sale un poco
mejor y no sudo tanto. Y he aprendido que la práctica es fundamental, no te
hace perfecto, pero te hace mejor. ¡Así que practica! Si leíste el capítulo cinco
y piensas: No creo que me vaya a acordar de lo que tengo que decir sobre
Identidad, Misión y Llamado ... si leíste el capítulo anterior y pensaste:
Tampoco tengo claro qué tipo de persona soy. ... si lees este capítulo sobre
cómo abrir la Biblia uno a uno y piensas: No sabría por dónde empezar con
esto ... ¡practica! Si estas cosas son realmente excusas para no cruzar la línea
de dolor y no recibir golpes, entonces las seguirás haciendo. Si son solo
debilidades que provienen de la inexperiencia, entonces le pedirás a alguien
en la iglesia que lea la Biblia contigo para que puedas aprender a hacerlo. Le
pedirás a un amigo cristiano que te ayude a explicar tu fe con mayor claridad.
Escribirás tu testimonio y lo memorizarás. No es necesario que seas bueno
testificando; simplemente necesita ser fiel al hacerlo. Si te sientes
completamente inadecuado, ponte de rodillas para orar por ello, en lugar de
encogerte y quedarte quieto.
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4. Coraje.- No es fácil. Te arriesgas al rechazo y a la burla. Estás cruzando la línea
de dolor. Necesitas pedirle a Dios que te dé el valor para decir: "¿Te gustaría
echarle un vistazo a la Biblia conmigo?" Solo pregunta. Empieza. Únicamente
recuerda la maravilla del evangelio, la verdad del evangelio y el poder del
evangelio. "¿Te gustaría echarle un vistazo a la Biblia conmigo?" Habrá alguien
a quien podrías preguntar hoy.
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8. DOS COSAS QUE HACER
Cuando dejé la escuela, me puse a trabajar para Shrewsbury House, Liverpool, un
club juvenil en Everton. A mediados de la década de 1980, en Liverpool había mucho
malestar político y, a pesar de la alegría de estar rodeado del humor de Scouse, me
sorprendió la pobreza que vi. Recuerdo que me dijeron que a lo largo de los años, siete
madres jóvenes se habían suicidado saltando desde una torre alta que estaba justo en
frente de nuestro albergue.
Hubo dos cosas que me impresionaron: Por un lado, la gente que de verdad deseaba
producir cambios no tenían el poder para hacerlo, y por el otro, los que sí tenían el poder
mostraban muy poco o ningún interés en hacerlo. Ojalá hubiera habido alguien con las
dos cosas, el poder y la compasión suficiente como para preocuparse por lo que era
importante y provocar algún cambio.
Hay mucha gente que tiene la autoridad, pero les falta la compasión. Y hay muchos
con compasión, pero poco poder para efectuar cambios. Una de las cosas más
maravillosas de la Biblia es que, al leer sobre Jesús, nos encontramos con un hombre
que tenía más de las dos que nadie que haya vivido jamás, y que además nunca se vendió
ni se corrompió en ninguna de las dos áreas: un hombre con completa autoridad y con
una compasión abrumadora.
Por ejemplo, mira estos versículos. Son un resumen de todo el Evangelio de Mateo
del capítulo 5 al 9:
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la muerte. LE necesitaban. Juan Calvino, el gran reformador del siglo XVI, comentó estos
versículos de Mateo con las siguientes palabras:
“No me permitas nunca imaginar que tengo celo hasta que mi corazón
se desborde de amor por cada ser humano”.
Cuánto necesito orar por ese tipo de amor: ¡Una compasión como la de Cristo! Las
verdades bíblicas y el ánimo que nos infunde la Palabra de Dios nunca harán nada por
ninguno de nosotros, a menos que oremos y pidamos a Dios que comencemos a ver a
las personas como Jesús las veía: con compasión, porque están sin pastor, acosadas e
indefensas.
Pregunta al señor
Hacemos bien en orar. ¡Jesús nos dice que lo hagamos!
pocos.
38Rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe obreros a su mies."
Jesús vio a las personas de dos maneras: como ovejas sin pastor, y también como una
cosecha abundante, un campo de trigo agitado esperando ser cosechado. Hay miles de
personas que necesitan que se les informe sobre el Reino y se les señale al Pastor, y hay
muy pocos trabajadores. No hay suficientes obreros para la cosecha. Así que Jesús les
dice a sus amigos que oren, eso que a menudo parece tan pequeño e intrascendente, y
sin embargo es algo que cambia el mundo y transforma los destinos eternos. Como lo
expresa Simon Barrington-Ward, el ex obispo de Coventry, con esta frase memorable:
“La oración es esa actividad aparentemente inútil, sin la cual todas las
actividades son inútiles”.
Así que, hagas lo que hagas como resultado de esta lectura, al menos espero que
ores; Espero que se lo pidas a Dios. Ora a Dios y pídele que levante trabajadores para
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cada rincón del gran campo de cosecha. La compasión nos pondrá de rodillas, nos hará
pedirle a Dios que se asegure de que haya gente para trabajar en la cosecha. Hay una
gran urgencia, hay ovejas sin pastor, desprotegidas frente a la muerte. Tenemos que
orar, ¿Por qué no hacerlo ahora mismo? Hay una gran oportunidad, hay una cosecha
esperando ser traída, faltan los obreros, ¿Por qué no orar ahora mismo?
¡Ve, proclama!
Y espero que, habiendo orado, seamos obedientes. Espero que estemos dispuestos
de alguna manera a ser NOSOTROS la respuesta a nuestra propia oración. En el texto
original de la Biblia, no hay división de capítulos entre lo que dice Jesús…
Lo que Jesús dice es: “Mira a las personas como realmente son. Ama a la gente con
compasión. Ora para que haya obreros que les lleven el evangelio. Y entonces ve tú
mismo y hazlo”. Les dice a estos seguidores: “Salid y cambiad el mundo”. ¡Qué
responsabilidad!
Y al final del evangelio, Jesús nos llama a todos a que hagamos lo mismo:
Pero lo que les dice en Mateo 28 a sus seguidores es que…“vayan y hagan discípulos
a todas las naciones”…para el resto de la historia, por lo tanto: ¡tenemos un horizonte
mucho más amplio!
Así que el mandamiento para nosotros (Mateo 28) no es idéntico en detalle (al de
Mateo 10), pero es el mismo en esencia: primero, orar por obreros; y segundo, salir y
ser esos obreros. Debemos orar antes de ir; y luego debemos ir y proclamar. Ninguna de
las dos partes es un extra “opcional” para la vida cristiana.
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¿Dónde está tu campo de cosecha? Pues muy fácil: Es tu lugar de trabajo, es tu
familia, tu calle, tu club deportivo, tu grupo social. ¿Quién sabe cuánta cosecha habrá?
¿Quién sabe cuánta gente lleva años orando por las personas con las que te sentarás o
hablarás hoy? Este es el rincón del campo de la cosecha global donde Jesús te dice: Ve,
proclama el reino. Y a medida que avanzas, sé consciente del estímulo que hay aquí
Primero, hay un Señor de la cosecha, y ese no eres tú. Esto no depende de ti, es obra
del Señor y Él te invita a tener el privilegio de ser parte de ella.
Y segundo, Jesús nos dice que la cosecha es abundante. Por lo tanto, podemos
esperar hambre real en la rinconcito del campo de cosecha en el que nos han colocado,
incluso cuando no somos capaces de verlo de entrada.
¿Disponible?
Así que, la pregunta, para finalizar, es la siguiente: ¿Estás disponible para trabajar?
Este es el mejor trabajo que existe, porque es una labor que tiene un significado eterno.
En muchos sentidos, es el trabajo más duro que existe, porque a veces te encontrarás
con hostilidad, y siempre habrá una línea de dolor que tendrás que cruzar.
Y en todos los sentidos es el trabajo más emocionante que existe, porque cuando te
arriesgas a hablar del Rey del reino, del divino Pastor del rebaño, descubrirás el hambre
por el evangelio en lugares sorprendentes y emocionantes. La gran noticia es que
cualquier cristiano puede hacer este trabajo, porque Jesús puede trabajar a través de
cualquiera. A fin de cuentas, en Mateo 10 las doce personas enviadas incluían a Simón
Pedro, que sería un desertor impetuoso; Tomás, el escéptico; Mateo, el recaudador de
impuestos, que era un traidor para cualquier judío; Simón el Zelote, obsesionado con la
lucha armada por la libertad; y Judas Iscariote, que traicionaría a Cristo. ¡Menudo grupo!
¿Hay algo positivo que decir de ellos? Sí, una cosa: estaban disponibles. No fueron
infalibles ni geniales, pero estaban dispuestos a comenzar. No lo sabían todo, pero
sabían lo suficiente como para contarle a la gente acerca del Hombre que tiene una
autoridad total y una compasión abrumadora: el que es Gobernante y Salvador.
¿Estas disponible? Al soltar finalmente este libro, ¿Orarás y le pedirás al Señor que te
dé la voluntad, que te dé palabras, que te ayude a generar y encontrar oportunidades,
que te permita aprovechar esas oportunidades y luego te dé el poder para proclamar
que Jesucristo es el Señor?
Si eres como yo, el evangelismo nunca te parecerá fácil. Siempre le resultará difícil correr
el riesgo y superar la línea de dolor. Recordemos:
1. Habrá hambre y hostilidad.
2. Jesucristo es maravilloso; la nueva creación es maravillosa; la muerte y el
infierno son reales.
3. Dios es soberano; Él es bueno; y es poderoso.
Vamos a orar. Y luego vámonos. Ver a la gente venir a Cristo es la alegría más
indescriptible que existe. ¿Estas disponible?
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