Mejor Es Obedecer
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Mejor Es Obedecer
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La obediencia a Dios
Es la voluntad de someterse uno mismo a la voluntad de Dios y ponerla
en práctica. La Escritura enfatiza la necesidad de que las leyes de Dios
sean cumplidas, da ejemplos y razones, y describe las recompensas.
Por mandato de Dios, Noé construyó un arca a una distancia muy lejana
del mar (Gen 6.22). Por las palabras que Dios dijo a Abraham, a los 75
años, abandonó una vida de confort para ir en busca de la tierra
prometida, atendiendo al llamado de Dios (Gen 12.1-4). Por mandato de
Dios, iba a ofrecer a Isaac su hijo en sacrificio, cuando Dios probaba su
obediencia y lealtad (Gen 22.2-3) .
De tal manera que hay fortaleza para aquel que obedece la Palabra de
Dios.
Obediencia y amor
¿Cómo podemos demostrar que amamos a Dios? Nadie ha visto a Dios
(Jn 1.18). ¿Cómo podemos mostrar amor a alguien que ni siquiera
hemos visto, es este caso, tratándose de Dios? No podemos amar a Dios
de manera cómo aman los humanos, persona a persona. Pero él ha
dejado la forma para que seamos completos en amor: cumpliendo sus
mandamientos (Jn 14.15). Cumpliendo el mandamiento de Dios
estaremos demostrando que le amamos. Él dice que sus mandamientos
no son difíciles (1Jn 5.3)
Hay que amar la Palabra de Dios, conocerla, estudiarla y aplicarla a
nuestra vida (Sal 119.167). Esto también nos ayuda a reafirmar nuestra
fe. Quien obedece a la palabra de Dios, demuestra que el amor de Dios
se está perfeccionando en él y nos garantiza que somos siervos de
nuestro Señor Jesucristo (1 Jn 2.5)
Así, somos llamados a obedecer por amor, y a amar por obediencia (2Jn
1.6). Es la manera de que se perfeccione la manera de amar a Dios y
estar completos en su comunión de amor con nosotros.
Mejor es obedecer en amor, demostrando que podemos amar a Dios y
que nuestro amor no es incompleto cuando él nos ama y no podemos
demostrar que le amamos, sino que es un amor completo, porque
podemos amarle aún sin haberle visto.
Obediencia y fe
Hay dos maneras de interpretar la fe: Como el acto de creer y confiar, o
como el contenido de la doctrina que profesamos, en ambos casos,
estamos llamados a obedecer de dos maneras diferentes. Veamos:
No basta solo creer, los demonios también creen (Stg 2.19). La diferencia
está en la obediencia a la fe. Abraham fue justificado en sus obras
provenientes de su fe, cuando ofreció a su hijo Isaac en sacrificio por
mandato de Dios (Stg 2.21-23), porque las obras que realizas deben
mostrar tu fe. Si no podemos mostrar en nuestras obras la calidad de
nuestra fe, de nada nos vale la capacidad que tengamos para creer en el
conocimiento académico del cuerpo doctrinal de nuestro cristianismo.
Mejor es obedecer a la fe. Eso da testimonio de lo que somos en Cristo y
de nuestra comprensión de nuestra doctrina cristiana.
El primer ejemplo es el de Noé, que caminó con Dios (Gen 6.9). Noé fue
instado a construir un arca a unos 400 Kms. de la playa. Un arca grande,
donde tuviera espacio una pareja de animales de todas las especies
conocidas, su esposa, hijos y sus mujeres.
Pero sin considerar su contexto, creyó a las futuras bendiciones que Dios
le prometía por encima de sus riquezas, y salió de su tierra y sus
familiares para ir en busca de la tierra y las promesas de Dios (Gen 12.1-
4). Él confirmó su creencia a las promesas de Dios haciendo pacto con el
Creador a través de la circuncisión, y circuncidó a todos los suyos como
señal de obediencia a Dios (Gen 17.23).
El ejemplo de Jesucristo
Jesucristo es el modelo perfecto de obediencia. Por su obediencia
obtenemos los beneficios completos de la salvación. Su obediencia
completa y total tiene dos aspectos que son cruciales para nuestra
justificación delante de Dios: las vamos a llamar obediencia activa y
obediencia pasiva