ALTAR
ALTAR
ALTAR
misbeaj (j'BezÒmi , 4196), «altar». Este nombre tiene cognados en arameo, siríaco y arábigo. En
cada una de estas lenguas la raíz es mdbj. Misbeaj se encuentra unas 396 veces en el Antiguo
Testamento. El vocablo denota un lugar alto en el que se hacen sacrificios, como en Gen_8:20 (el
primer caso): «Y edificó Noé un altar a Yahveh, y tomó de todo animal limpio y de toda ave limpia,
y ofreció holocausto en el altar». Más adelante el término se referirá a una mesa sobre la que se
quema incienso: «Harás asimismo un altar para quemar el incienso; de madera de acacia lo harás»
(Exo_30:1). Desde la alborada de la historia humana se hicieron ofrendas sobre una mesa
levantada de piedra o montículo de tierra (Gen_4:3). Al principio, los altares de Israel debían
hacerse de tierra, o sea, de un material hecho directamente por la mano de Dios. Si los judíos
querían labrar piedras para construir altares en el desierto, tendrían forzosamente que usar
herramientas de guerra. (Es más, en Exo_20:25 el término que se usa para «herramienta» es
jereb, «espada».) En Sinaí, Dios ordenó que los israelitas tallasen altares de maderas y metales
finos. Esto era para enseñarles que el verdadero culto requiere lo mejor y que debía de estar
estrictamente de acuerdo con las ordenanzas divinas. Dios, y no los seres humanos, origina y
controla el culto. El altar que se encontraba delante del Lugar Santo (Exo_27:1-8) y el altar de
incienso dentro del mismo (Exo_30:1-10) tenían «cuernos». Estos cumplían funciones vitales en
algunas ofrendas (Lev_4:30; 16.18). Por ejemplo, el animal sacrificial se ataba a estos cuernos de
modo que se desangrara completamente (Psa_118:27). Mizbeaj se usa también en relación con
altares paganos: «Derribaréis sus altares, y quebraréis sus estatuas, y cortaréis sus imágenes de
Asera» (Exo_34:13). El nombre se deriva del verbo hebreo zabaj, el cual significa literalmente
«matar para comer» o «matar para sacrificar». Zabaj tiene cognados en ugarítico y arábigo (dbj),
acádico (zibu) y fenicio (zbj). Otro nombre veterotestamentario derivado de zabaj es zebaj (162
veces), que generalmente se refiere a un sacrificio que establece comunión entre Dios y los que
comen del sacrificio.
Diccionario certeza
ALTAR
I. EN EL ANTIGUO TESTAMENTO
En todos los casos (salvo cuatro) en que aparece la palabra “altar” en el AT, el término heb.
es , que significa “lugar de sacrificio” (de , ‘matar para el
sacrificio’), y en una de las excepciones (Esd. 7.17) se trata simplemente del término
análogo arm. . Si bien etimológicamente la voz indica matanza, su uso no
siempre era restringido, y se lo aplicaba también al altar en el que se quemaba el incienso
(Ex. 30.1). Para otros casos en que se usa la palabra “altar” en las vss. castellanas, véase g,
inf.
a. Los patriarcas
Los patriarcas erigían sus propios altares y ofrecían sus propios sacrificios sin contar con
sacerdotes. Noé edificó uno después del diluvio y ofreció holocaustos en él (Gn. 8.20).
Abraham edificó altares a Yahvéh en Siquem, entre Bet-el y Hai, en Hebrón, y en Moríah,
en donde ofreció un carnero en lugar de Isaac (Gn. 12.6–8; 13.18; 22.9). Isaac hizo lo
propio en Beerseba (Gn. 26.25), Jacob erigió altares en Siquem y Bet-el (Gn. 33.20; 35.1–
7), y Moisés edificó uno en Refidim después de la victoria de los israelitas sobre Amalec
(Ex. 17.15). Evidentemente los altares se erigían principalmente para conmemorar algún
acontecimiento en el cual el personaje principal había tenido alguna relación con Dios. No
tenemos información sobre su construcción, pero es razonable suponer que eran del mismo
tipo que los que posteriormente permitía la ley mosaica (véase d, inf.).
b. Altares palestinos anteriores a la ocupación israelita
En los primeros tiempos de la exploración de Palestina era habitual creer que muchas cosas
que actualmente se conocen como instalaciones domésticas, agrícolas o industriales eran
altares. Se han encontrado, sin embargo, verdaderos altares, que datan en diferentes
períodos. En Hai, Mme. J. Marquet-Krause descubrió un pequeño templo de la edad del
bronce temprana en el cual había un altar de piedras enlucidas, contra la pared, sobre el que
se habían hecho ofrendas de animales y alimentos. En la *Meguido de la edad del bronce
media (nivel XV) se encontraron dos templos que contenían altares rectangulares, uno de
adobes y el otro de piedras revocadas con cal. Templos de la edad de bronce tardía con
altares de un tipo similar se han hallado en Laquis, Bet-seán, y Hazor. En los niveles de este
período se descubrió en Hazor un gran bloque de piedra labrada, con dos recipientes huecos
en una cara, quizás para recibir la sangre de los animales sacrificados. En Meguido y
Nahariyeh se encontraron grandes plataformas hechas con piedras, que posiblemente se
utilizaron como lugares para realizar sacrificios, pero se trataba más bien de *“lugares
altos” que de altares.
En Meguido se descubrió una cantidad de altares de piedra caliza labrada, con cuatro
cuernos en los ángulos superiores, de alrededor de la época de la conquista. No obstante, y
a juzgar por su tamaño relativamente reducido (el más grande tenía unos 70 cm. de altura),
posiblemente eran altares de incienso. En lugares como Meguido, Betseán, y Laquis se
hallaron numerosos estrados de arcilla, en los niveles correspondientes a la edad de bronce
y a la del hierro, que pueden haberse utilizado para quemar incienso.
Los cananeos utilizaban altares en la tierra prometida, hecho que justifica las
cuidadosas reglamentaciones al respecto en la revelación del Sinaí. El que los altares no
estaban limitados a Palestina queda demostrado por los descubrimientos arqueológicos en
lugares como Eridu, Ur, Khafájah y Asur en Mesopotamia, y quizás el episodio en el que
Balaam erigió siete altares en Quiriat-huzot (Nm. 23), sobre los que ofreció becerros, pueda
entenderse a la luz de dichos hechos.
c. Los altares del tabernáculo
Dios reveló a Moisés en el Sinaí las especificaciones para dos altares que debían usarse en
el *tabernáculo: el altar del incienso y el del holocausto.
d. Altares construidos
En Ex. 20.24–26, Dios ordenó a Moisés que comunicara al pueblo que debía construir un
altar de tierra () o de piedras (no labradas)
() para ofrecer sus sacrificios. En ningún caso debía haber
gradas, para que no se descubriera la “desnudez” del que subía a sacrificar. La forma de
este pasaje, en el que Dios le dice a Moisés que transmita sus instrucciones al pueblo,
sugiere que, como en el caso de los Diez Mandamientos al comienzo del capítulo, fue
dirigido a cada israelita individualmente mas bien que a Moisés como su representante,
como es el caso en Ex. 27. Puede ser que sobre la base de esta disposición el laico estaba
facultado par hacerlo él mismo, y es quizás a la luz de esto que se deben considerar los
altares construidos por Josué en el mte. Ebal (Jos. 8.30–31); cf. Dt. 27.5), por Gedeón en
Ofra (Jue. 6.24–26), por David en la era de Arauna (2 S. 24.18–25) y por Elías en el mte.
Carmelo (1 R. 18), como así también los episodios descriptos en Jos. 22.10–34 y 1 S. 20.6,
29 (cf. (Ex. 24.4).
e. El templo de Salomón
Al construir su *templo Salomón, aunque sometido a la influencia de sus aliados fenicios,
procuró seguir la disposición básica del tabernáculo y su atrio. Aunque David ya había
erigido un altar para holocaustos (2 S. 24.25), probablemente Salomón construyó uno
nuevo, como lo indica 1 R. 8.22, 54, 64 y 9.25 (no mencionado en la descripción principal,
1 R. 6–7). Los descubrimientos arqueológicos en Arad ilustran perfectamente los altares de
este período (IA II), donde en el patio del templo había un altar de ladrillos y escombros
para holocaustos (cf. Ex. 20.25) que medía 5 codos de lado (2, 5 m), como el del
tabernáculo (Ex. 17.1; cf. 2 Cr. 6.13). Dos altares de incienso construidos de piedra, con su
parte superior cóncava, en forma de recipiente, se hallaron en un escalón que conducía al
“lugar santísimo”. Otros altares de incienso del período israelita se han descubierto en
Beerseba y otros lugares.
f. Altares falsos
Tanto en Israel como en Judá existieron altares ilícitos, como lo demuestra la condenación
de los profetas (Am. 3.14; Os. 8.11) y el relato de los pecados de Jeroboam en 1 R. 12.28–
33, como también los hallazgos arqueológicos.
g. La visión de Ezequiel
Durante el exilio Ezequiel tuvo una visión de la restauración de Israel y la reconstrucción
del templo (Ez. 40–44), y aunque no se menciona ningún altar de incienso, se describe
detalladamente el altar para holocaustos (43.13–17). Consistía en tres estrados que llegaban
a una altura de 11 codos sobre una base de 18 codos de lado. En su forma recordaba un
zigurat babilónico, impresión que acentúan los nombres de algunas de sus partes. La base,
(Ez. 43.14, la “base, sobre el suelo”, lit. “seno de la tierra”)
recuerda el ac. que tiene el mismo significado, y los términos
y , que se traducen como “altar” en vv. 15–16, pueden ser
formas hebraizadas del ac., uno de los nombres de la morada de los muertos,
que tenía el significado secundario de “montaña de los dioses”. Sería normal que tales
términos se hubieran tomado del vocabulario babilónico, independientemente de su
significado etimológico, después de un exilio de muchos años en Babilonia. Se subía al
altar por gradas, y en sus cuatro ángulos superiores tenía cuernos.
h. El segundo templo
Cuando se reconstruyó el templo, después del retorno, presumiblemente tuvo altares. Hay
referencias a ellos en Josefo (Contra Apionem 1.198) y en la Carta de Aristeas, pero en
relación con este período a ninguno de estos autores se lo puede seguir incondicionalmente.
En 169 a.C. Antíoco Epífanes se llevó el “altar de oro” (1 Mac. 1.21), y dos años después
coronó el altar de los holocaustos con la “abominación de la desolación” (1 Mac. 1.54),
probablemente una imagen de Zeus. Los macabeos construyeron un nuevo altar y
restauraron el de incienso (1 Mac. 4.44–49); ambos deben haber continuado en uso cuando
Herodes amplió el *templo a fines del ss. I. a.C. En la época de Herodes, el altar de
holocaustos era una pila de piedras sin labrar, a la que se llegaba por medio de una rampa.
II. En el Nuevo Testamento
En el NT se emplean dos palabras para altar, la más frecuente de las cuales es
, que a menudo se usa en LXX para . Este
término se emplea al hablar del altar en el que Abraham se preparó para sacrificar a Isaac
(Stg. 2.21), del altar de holocaustos en el templo (Mt. 5.23–24; 23.18–20, 35; Lc. 11.51; 1
Co. 9.13; 10.18; He. 7.13; Ap. 11.1), y del altar del incienso, no sólo en el templo terrenal
(Lc. 1.11) sino también en el celestial (Ap. 6.9; 8.5; 9.13; 14.18; 16.7; cf. tamb. Ro. 11.3;
He. 13.10). El otro término, , se usa una sola vez (Hch. 17.23). Se utilizó en la
LXX, tanto para como para (* LUGAR ALTO), y tenía, en
primer lugar, el significado de lugar elevado.
BIBLIOGRAFÍA. °R. de Vaux, Instituciones del Antiguo Testamento, 1985; M. Noth, El
mundo del Antiguo Testamento, 1976, pp. 186–192.
R. de Vaux, Ancient Israel, Its Life and Institutions, 1961, pp. 406–414, 546; B. F.
Westcort, The Espistle to the Hebrews, 1989, pp. 453ss; A. Edersheim, The Temple, Its
Ministry and Services as they were at the Time of Jesus Christ, 1874, pp. 32–33.1
1Douglas, J. D., Nuevo Diccionario Biblico Certeza, (Barcelona, Buenos Aires, La Paz,
Quito: Ediciones Certeza) 2000, c1982.