Marlene Wayar
Marlene Wayar
Marlene Wayar
misma. Eligió desde pequeña su ropa, su maquillaje, su nombre, su cuerpo, su lucha. Se eligió.
Su vida y su lucha, desde su Carta Natal.
- ¿Qué significa para vos ser militante por los derechos de tu comunidad?
-Para mí significa mucho, creo que es un equilibrio constante entre el poder sustentar mi amor
propio con el amor a mi comunidad, comprende la reparación luego de tanto odio sufrido y el
olvido desmedido. Significa luchar por la condición humana toda y dejar un contexto
transformado para que cada niña y niño nazca en una Argentina, una Latinoamérica y un mundo
mejor que este en el que nacimos nosotras, que resguarde su derecho a la dignidad que
pregonamos y que tan negada tenemos muchas personas por razones distintas, derecho al
desarrollo libre de todo nuestro potencial y a crecer en contextos amorosos.
SOBRE EL TEJE:
Nosotras proponemos Otra Comunicación, que maduró a partir de una comunidad que decidió
ponerse en acción ante el abuso de poder, el dolor de verse presa de un escandaloso sistema de
connivencia entre los sectores corporativos, y la concentración de riqueza, de poder, que era
arrojada en masa por debajo de las líneas de pobreza e indigencia sin pudor por estos sectores y
el horror y la impotencia de no tener voz -y si alzamos la voz, una respuesta violenta que además
nos criminalizaba-.
SOBRE EL LIBRO:
Éste no es un libro (si es que aún se escriben libros). Travesti. Una teoría lo suficientemente
buena es un teje. Es una teoría. Es el crack de la risa contagiada que resquebraja una idea passée
y te invade de una lucidez todavía inclasificable. Es años de lucha en las calles, en comisarías, en
rondas de mate, en baños, en viajes, en la Legislatura de Buenos Aires, detrás de escena y en el
escenario. Es una inteligencia colectiva articulada por una intelectual pública trava tejedora de
teoría. Es la puesta en marcha de todos los abrazos que fueron negados. Es todas las muertas de
Marlene Wayar que hablan todavía desde el pasado que no es menos real por ser inactual (para
usar la expresión de Bergson, aunque a él no se le invadían de muertos los libros). Es Nadia
Echazú, Lohana Berkins, Diana Sacayán e incontables muertas más. Es también las vivas de
Wayar: Susy Shock, Claudia Rodríguez, Claudia Acuña—algunos de los nombres de quienes
tejen con Marlene en las secciones que registran diálogos. Es el emergente de un movimiento
travesti diverso, unido pero rico en desacuerdos, que está cambiando las políticas públicas en
Argentina —y más allá— desde los años noventa. Es registro oral. Es conversaciones con
amigues que también tejen el hilo de una crítica que no olvida mientras imagina un futuro
completamente otro. Es una radical transformación del concepto de lo político.
La vida —otrora una categoría despreciada por los detractores posmo de un viejo vitalismo— es
hoy una última trinchera bajo ataque en el contexto neoliberal de negligencia y violencia de
Estado. Los cuerpos, arrasados por la amenaza del desempleo, por la criminalización de la
pobreza, por la fragmentación de un individualismo nacido de ese terror, en un sur sembrado de
gobiernos de derecha. La histórica negligencia y violencia de Estado contra las travestis que
arrinconó y arrincona en la precariedad a generaciones de travas. Esa herida política que no es
sólo institución sino también trauma y subjetivación hecha pedazos. Una vida que apenas
sobrevive. Para esa forma precaria de sujeción Marlene Wayar ofrece una teoría que es un abrazo
y risitas cómplices y un plan de acción. No un plan para sobrevivir sino un ambicioso proyecto
para reimaginar la vida comunitariamente.