Arroyo Tejada Esmeralda Proyecto Pgyf Entrega 1
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NOMBRE DE LA ASIGNATURA:
DESARROLLO
Semana [CITATION SEM92 \n \t \l 3082 ] nos comenta que. Esa misma noche,
en el retén de la Policía Servitá, eran indagados de cualidad aislada estos policías que
se encontraban externamente de su término de camarilla. De acuerdo con las
conjeturas del señor Brigadier General, Guillermo León Diettes Pérez, que para el
tiempo era el cabecilla de la Policía Metropolitana de Bogotá, se logró instituir un
vínculo entre la escuadra sospechosa con el caso de la víctima. Con el fin de proteger
la indemnidad física del perjudicado, el señor Brigadier General dispuso vigorizar los
servicios de convicción en el hospital e impartió órdenes para frenar cualquier
acortamiento hacia el damnificado.
Cuando el japonés recorría la vía 72 con trayecto 7ª fue abordado por los
asaltantes que pretendieron despojarlo de su coche. El habitante oriental opuso
tenacidad, lo cual originó que los delincuentes le propinaran cuatro impactos de plomo
en el vientre y en la extremidad derecha. Dócil a indefensión, los mismos asaltantes lo
trasladaron hacia el Camino Norte, lo abandonaron cerca de la vía 200 con corrida 7ª,
donde una escuadra de vigilancia de la Policía lo localizó y lo trasladó próximo a la
clínica Simón Bolívar. Luego fue trasladado a otro sanatorio, donde falleció la fecha 10
de febrero de 1992.
A las 10:00 p.m. uno de los porteros de las oficinas atendió el llamado de
Mokuda y después de un breve saludo el ejecutivo subió a su oficina. Cinco minutos
más tarde regresó a su vehículo y se dirigió hacia el norte de la ciudad. A esa misma
hora, una patrulla de Policía adscrita a la Estación Sexta, recorría la carrera séptima
hacia el norte. En su interior viajaban dos policías y un civil. A la altura de la calle 53,
el agente Luis Hernando Sánchez Alba, quien iba de conductor, estacionó la patrulla a
un lado de la vía y junto con su compañero montó un retén móvil para realizar un
operativo de requisas a los automovilistas que en ese momento circulaban por esa vía.
El civil que los acompañaba permanecía en el interior de la patrulla [ CITATION Inv19 \l
3082 ].
A las 10:20 p.m. los agentes todavía permanecían en el lugar y a pesar del
escaso tráfico que a esa hora circulaba por la carrera séptima, los uniformados
mantenían montado el retén móvil. Cinco minutos más tarde, Mokuda fue sorprendido
por el retén y ante las señales de pare que le hizo uno de los agentes, detuvo la
marcha de su vehículo. Lo que nunca imaginó el ejecutivo de la Mazda era que una
operación de rutina que a diario se realiza en una ciudad golpeada por la inseguridad,
terminaría en un episodio que 15 días después acabaría con su vida [ CITATION Inv19 \l
3082 ].
Si los hechos ocurrieron así, los investigadores no descartan que los agentes y el civil
tuvieran la misión de secuestrar al ejecutivo de la Mazda. Pero como el plan fracasó,
tuvieron que cambiar de estrategia y antes de ser descubiertos decidieron deshacerse
del herido.
Pero con lo que no contaron los agentes fue que en su regreso hacia la
Estación Sexta las cosas no salieron como lo habían pensado. A las 11:20 p.m., unos
minutos después de que los agentes habían abandonado a Mokuda en la calle 200
con carrera séptima, una patrulla de la Policía que cumplía un recorrido desde el
municipio de La Caro hasta Usaquén, encontró el cuerpo agonizante del ejecutivo. De
inmediato los policías lo subieron a la patrulla y se dirigieron al hospital Simón Bolívar,
que era el centro hospitalario más cercano al lugar donde se encontraban. Tanto en la
patrulla como en el pabellón de urgencias, Mokuda sólo pronunciaba una palabra:
"Mazda, Mazda", la única palabra que había aprendido desde que llegó a Colombia
hace dos años para ocupar uno de los principales cargos en esta empresa automotriz [
CITATION Red92 \l 3082 ].
Se adaptó con no poca facilidad en un país que le ofreció un modo de vida muy
diferente al suyo y que de paso le dio la oportunidad de cumplir un sueño: jugar golf
una vez por semana en un club de la ciudad. Un deporte que en su país sólo lo
pueden practicar los millonarios, pues su práctica diaria requiere siempre tener 1.500
dólares en el bolsillo. Cuando los médicos del Simón Bolívar lo atendieron,
encontraron en uno de los bolsillos del pantalón los documentos de identificación y de
inmediato se comunicaron con la embajada del Japón.
Con esta información, el agente decidió interceptar a sus colegas para indagar
el por qué se encontraban en una zona que no era de su jurisdicción. A las 12:05. a.m.
los agentes de la Estación 40 abordaron a los agentes Sánchez Alba y Ruiz Benavides
para que explicaran- cuál era la misión que supuestamente estaban cumpliendo. Sus
explicaciones sólo les sirvieron para llevarlos directamente a uno de los calabozos de
la Dijin. Lo único que atinaron a responder fue que se encontraban en una "diligencia
personal" y que por ese motivo habían abandonado su puesto de vigilancia. Mientras
los agentes trataban de tejer una coartada que los pusiera a salvo de este impasse, en
el hospital Simón Bolívar se llevaba a cabo una reunión extraordinaria de alto nivel
entre tres representantes dela embajada de Japón, 15 ejecutivos de la Mazda y el
director de la Policía Metropolitana, brigadier general Guillermo León Diettes, quien fue
sacado de su cama para que se pusiera al frente de un caso que había sido analizado
por sus subalternos y quienes llegaron a la conslusión de que se trataba de un asunto
muy delicado que requería la presencia de su máximo jefe.
Las órdenes del general se cumplieron al pie de la letra. Unas horas después
los resultados estaban sobre su escritorio. La prueba de guantelete que se le hizo al
agente Luis Hernando Sánchez Alba fue positiva y se comprobó que su arma de
dotación había sido disparada recientemente por las partículas de pólvora que se
encontraron en ella. El interrogatorio que rindieron los dos policías presentaba serias
contradicciones y ninguno de ellos pudo explicar por qué se encontrban la noche del
24 de enero en el norte de la ciudad. Sin embargo, no se podía inculpar en forma
directa a los dos agentes del intento de homicido de Mokuda, porque se necesitaban
pruebas más contundentes y que sólo se podían lograr si los médicos lograban extraer
una de las balas del cuerpo de Mokuda para realizar un análisis balístico que
permitiera certificar si esos proyectiles correspondían a los mismos que utilizan los
miembros de la Policía Nacional.
Mientras tanto, los agentes Luis Hernando Sánchez Alba y Jesús Oswaldo Ruíz
Benavides permanecían detenidos en las dependencias de la Dijin a la espera de que
un grupo de investigadores determinara si tenían vinculación con el atentado al
ejecutivo de la Mazda. Se hizo un detallado seguimiento de sus vidas, de los amigos
que frecuentaban y una investigación de supatrimonio. Esa investigación llevó a los
detectives a una pista determinante: los dos agentes tenían relación con dos personas
que eran requeridas por las autoridades por robo a mano armada y por un crimen que
se cometió por el hurto de un vehículo. A pesar de esas pruebas, todavía faltaba la
más importante: el análisis de balística que permitiera vincularlos directamente al caso
Mokuda.
La Cris asegura también que los grupos subversivos acuden a dos clases de
ataques contra los extranjeros: uno de tipo propagandístico, como el cometido contra
la embajada norteamericana en marzo de 1988 en respuesta a acciones de Estados
Unidos en Centroamérica. En esos casos las bajas son mínimas. El segundo tipo
intenta perjudicar las operaciones de un objetivo específico, como la carrobomba del 5
de febrero de 1988 contra la Occidental. Aquí las cifras de víctimas suelen ser
numerosas. Cosas como estas ocurren, sin embargo, hasta en las mejores familias.
Iwao Matsuda, presidente de la Universidad Chukyo de Nagoya, fue asesinado el
pasado miércoles en Boston, Estados Unidos, en el cuarto del Hotel Westin. Un
hombre enmascarado entró en su cuarto y le dio muerte. La reacción de la prensa
japonesa fue inmediata:."Para nosotros ya es claro hasta qué punto es peligroso viajar
a Estados Unidos. Los japoneses lo tomarán como un ejemplo más". El hecho se
produjo en un momento especialmente sensible en las relaciones entre los dos países,
poco después del viaje de Bush a Tokio.
CONCLUSIONES
La indagación comenzó, como precedentemente se dijo, con los interrogatorios
que se hicieron inicialmente a los ambos agentes en la subestructura del Canal Servitá
y prosiguió por fragmento del personal de la Sijín. Seguidamente, se realizaron
pruebas de balística a los ambos revólveres que los agentes portaban, se pudo instituir
que habían sido disparados últimamente y coincidieron con una bala hallada en el
organismo del perjudicado. Supremamente, se cotejaron las huellas dactilares de los
policías y se comprobó que correspondían a los asaltantes. Con soporte en los
interrogatorios y las pruebas técnicas, los agentes no pudieron contradecir su
colaboración en el asesinato y confesaron la asistencia de un individual, que asimismo
fue capturado por las autoridades. Este crimen generó una sucesión de consecuencias
negativas en las relaciones bilaterales colombojaponesas.