Toxicologia
Toxicologia
Toxicologia
Unidad I
INTRODUCCIÓN
La toxicología es el estudio de los venenos o, en una definición más precisa, la identificación y
cuantificación de los efectos adversos asociados a la exposición a agentes físicos, sustancias
químicas y otras situaciones. En ese sentido, la toxicología es tributaria, en materia de información,
diseños de la investigación y métodos, de la mayoría de las ciencias biológicas básicas y
disciplinas médicas, de la epidemiología y de determinadas esferas de la química y la física. La
toxicología abarca desde estudios de investigación básica sobre el mecanismo de acción de los
agentes tóxicos hasta la elaboración e interpretación de pruebas normalizadas para determinar las
propiedades tóxicas de los agentes.
Aporta una importante información tanto a la medicina como a la epidemiología de cara a
comprender la etiología de las enfermedades, así como sobre la plausibilidad de las asociaciones
que se observan entre éstas y las exposiciones, incluidas las exposiciones profesionales. Cabe
dividir la toxicología en disciplinas normalizadas, como la toxicología clínica, la forense, la de
investigación y la reguladora, la medio ambiente, la de medicamentos; otra clasificación hace
referencia a los sistemas o procesos orgánicos que se ven afectados, y tenemos entonces la
inmunotoxicología o la toxicología genética; puede presentarse también desde el punto de vista de
sus funciones, y entonces se habla de investigación, realización de ensayos y evaluación de los
riesgos.
La presentación completa de la toxicología no es una tarea fácil. El presente capítulo no contiene
un compendio de información sobre la toxicología o sobre los efectos adversos de determinados
agentes concretos. Esta última información es más fácil obtenerla en las bases de datos que se
están actualizando continuamente y a las que se hace referencia en la última sección de este
capítulo.
Tampoco se pretende situar la toxicología en el contexto de sus subdisciplinas específicas, como la
toxicología forense. Se ha pretendido más bien ofrecer una información que sea de interés para
todos los tipos de actividades toxicológicas y para la utilización de la toxicología en diversas
especialidades y esferas de la medicina. Los temas que se tratan en este capítulo se han enfocado
de una manera esencialmente práctica y con miras a integrarlos en los fines generales de la
Enciclopedia en su conjunto.
Al elegir los temas se ha procurado asimismo facilitar las referencias cruzadas dentro de la obra.
En la sociedad moderna, la toxicología es ya un elemento importante de la salud ambiental y de la
salud en el trabajo. Ello es así porque muchas organizaciones, tanto gubernamentales como no
gubernamentales, utilizan la información toxicológica para evaluar y regular los peligros presentes
tanto en el lugar de trabajo como en el medio ambiente general. La toxicología es un componente
crucial de las estrategias de prevención, pues proporciona información sobre peligros potenciales
en los casos en que no hay una exposición humana amplia.
Los métodos de la toxicología son asimismo muy utilizados por la industria en el desarrollo de
productos, pues permiten obtener una información valiosa para el diseño de determinadas
moléculas o formulaciones. El capítulo se inicia con cinco artículos sobre los principios generales
de la toxicología, principios que es importante tener en cuenta al abordar la mayoría de los temas
de esta disciplina. Los primeros principios generales se refieren a la comprensión de las relaciones
entre la exposición externa y la dosis interna. En la terminología moderna, con “exposición” se hace
referencia a las concentraciones o cantidad de una sustancia con que están en contacto los
individuos o las poblaciones –las cantidades presentes en un determinado volumen de aire o de
agua, o en una determinada masa de suelo. El término “dosis” se refiere a la concentración o
cantidad de una sustancia que hay en el interior de una persona u organismo expuesto. En el
ámbito de la salud laboral, las normas y directrices suelen expresarse en términos de exposición, o
de concentraciones límite permisibles en situaciones concretas, como por ejemplo en el aire del
lugar de trabajo. Esos límites de exposición se basan en hipótesis o informaciones sobre la relación
entre la exposición y la dosis; no obstante, es frecuente que no se pueda obtener información
sobre la dosis interna.
Objetivo.
Absorción:
La absorción es el paso de una sustancia del medio ambiente al organismo. Por lo general se
entiende no sólo como el hecho de atravesar la barrera tisular sino también como su llegada
ulterior a la circulación sanguínea. Absorción pulmonar. Los pulmones son la principal ruta de
depósito y absorción de pequeñas partículas suspendidas en el aire, gases, vapores y aerosoles.
En el caso de los gases y vapores muy hidrosolubles, una parte importante de la absorción se
produce en la nariz y el árbol respiratorio, pero en el caso de las sustancias menos solubles se
produce principalmente en los alveolos pulmonares. Los alveolos poseen una superficie enorme
(alrededor de 100 m2 en los humanos). Además, la barrera de difusión es sumamente pequeña,
sólo dos delgadas capas de células y una distancia de micras entre el aire alveolar y la circulación
sanguínea sistémica.
Ello hace que los pulmones sean un órgano muy eficiente para el intercambio no sólo de oxígeno y
dióxido de carbono, sino también de otros gases y vapores. En general, la difusión por la pared
alveolar es tan rápida que no limita la captación. La velocidad de absorción, sin embargo, depende
más del flujo (ventilación pulmonar, gasto cardíaco) y de la solubilidad (coeficiente de reparto
sangre/aire). Otro factor importante es la eliminación metabólica. La importancia relativa de estos
factores en la absorción pulmonar varía mucho según la sustancia de que se trate. La actividad
física tiene como consecuencia un aumento de la ventilación pulmonar y del gasto cardíaco, y un
descenso del riego sanguíneo en el hígado (y por ende de la velocidad de biotransformación).
En el caso de muchas sustancias inhaladas ello hace que aumente notablemente la absorción
pulmonar. Absorción percutánea. La piel es una barrera muy eficiente. Aparte de su función
termorreguladora, protege al organismo de los microorganismos, la radiación ultravioleta y otros
agentes nocivos, y también de la pérdida de agua excesiva. La distancia de difusión en la dermis
es del orden de décimas de milímetro. Además, la capa de queratina opone mucha resistencia a la
difusión de la mayoría de las sustancias. No obstante, en el caso de algunas sustancias suele
producirse una absorción dérmica significativa con resultado de toxicidad —sustancias liposolubles
muy tóxicas como por ejemplo los insecticidas organofosforados y los disolventes orgánicos.
Lo más frecuente es que esa absorción significativa se produzca como consecuencia de la
exposición a sustancias líquidas. La absorción percutánea de vapores puede ser importante en el
caso de los disolventes con presión de vapor muy baja y gran afinidad por el agua y la piel.
Absorción gastrointestinal. Se produce tras la ingestión accidental o deliberada de las sustancias. A
veces se tragan partículas de mayor tamaño originalmente inhaladas y depositadas en el tracto
respiratorio, de donde llegan a la faringe por transporte mucociliar.
Prácticamente todas las sustancias solubles se absorben de manera eficiente desde el tracto
grastrointestinal. El bajo pH del intestino puede facilitar por ejemplo la absorción de los metales.
Otras rutas. En los ensayos de toxicidad y otros experimentos pueden utilizarse, por razones de
comodidad, rutas de administración especiales que son muy poco frecuentes y por lo general no se
dan en la exposición profesional. Entre esas rutas figuran las inyecciones intravenosas (IV),
subcutáneas (sc), intraperitoneales (ip) e intramusculares (im). En general, las sustancias se
absorben más deprisa y de manera más completa por esas rutas, especialmente por la inyección
IV. Ello hace que se produzcan breves pero importantes picos de concentración que pueden
incrementar la toxicidad de una dosis.
Unidad II
Introducción
Anteriormente ya habíamos considerado el primer paso del proceso ADME que es la ABSORCION
donde decíamos lo siguiente “La absorción es el paso de una sustancia del medio ambiente al
organismo. Por lo general se entiende no sólo como el hecho de atravesar la barrera tisular sino
también como su llegada ulterior a la circulación sanguínea”etc.
Objetivo general: Conocer el papel del proceso ADME de los tóxicos y el proceso de
biotransformación.
Objetivo específico: Describir el proceso en la captación y disposición de los tóxicos.
DISTRIBUCIÓN
La distribución de una sustancia dentro del organismo es un proceso dinámico que depende de las
velocidades de absorción y eliminación, así como del flujo sanguíneo en los diferentes tejidos y de
las afinidades de éstos por la sustancia. Las moléculas hidrosolubles pequeñas no cargadas, los
cationes monovalentes y la mayoría de los aniones se difunden con facilidad y acaban por
conseguir una distribución relativamente uniforme por todo el cuerpo.
El volumen de distribución es la cantidad de una sustancia que hay en el cuerpo en un momento
determinado dividida por la concentración en la sangre, el plasma o el suero en ese momento. Este
valor no tiene nada que ver con el volumen físico, pues muchas sustancias no se distribuye de
manera uniforme por el organismo. Un volumen de distribución inferior a 1 l/kg de peso corporal
indica una distribución preferencial en la sangre (o en el suero o en el plasma), mientras que los
valores superiores a 1 indican una preferencia por los tejidos periféricos, como el tejido adiposo en
el caso de las sustancias liposolubles.
La acumulación es la retención de una sustancia en un tejido o en un órgano a unos niveles
superiores a los de su concentración en la sangre o el plasma. Puede tratarse también de una
acumulación gradual en el organismo a lo largo del tiempo. Muchos xenobióticos son muy
liposolubles y tienden a acumularse en el tejido adiposo, mientras que otros tienen una especial
afinidad por el hueso. En el hueso, por ejemplo, el calcio puede intercambiarse por cationes de
plomo, estroncio, bario y radio, mientras que los grupos hidroxilo pueden intercambiarse por flúor.
Barreras. Los vasos sanguíneos del cerebro, los testículos y la placenta tienen unas características
anatómicas especiales que inhiben el paso de las moléculas grandes, como las proteínas. Esas
características, que suelen denominarse barreras hematoencefálica, hematotesticular y
hematoplacentaria, pueden dar la falsa impresión de que impiden el paso de cualquier sustancia,
pero la realidad es que tienen poca o ninguna importancia en el caso de los xenobióticos capaces
de atravesar por difusión las membranas celulares.
Unión a la sangre. Las sustancias pueden unirse a los glóbulos rojos o a componentes del plasma,
o pueden estar también en forma libre en la sangre. El monóxido de carbono, el arsénico, el
mercurio orgánico y el cromo hexavalente tienen una gran afinidad por los glóbulos rojos, mientras
que el mercurio inorgánico y el cromo trivalente prefieren las proteínas plasmáticas.
Hay otras sustancias que también se unen a las proteínas del plasma. Sólo la fracción libre puede
llegar por filtración o difusión a los órganos de eliminación. Por consiguiente, la unión a la sangre
puede incrementar el tiempo de retención de una sustancia en el organismo y sin embargo reducir
su captación por los órganos diana.
METABOLISMO
La eliminación es la desaparición de una sustancia del cuerpo. Puede consistir en su excreción al
exterior del organismo o en su transformación en otras sustancias que no son captadas por un
determinado método de medición. La velocidad de desaparición puede expresarse mediante la
constante de eliminación, la vida media biológica o el aclaramiento. Curva de concentración-
tiempo. La curva de concentración en sangre (o plasma) en relación con el tiempo es una forma
cómoda de describir la captación de un xenobiótico por el organismo y su desaparición de él.
El área bajo la curva (ABC) es la integral de la concentración en la sangre (plasma) a lo largo del
tiempo. Cuando no hay saturación metabólica u otros procesos no lineales, la ABC es proporcional
a la cantidad de sustancia absorbida.
La vida media biológica (o vida media) es el tiempo que se necesita, a partir del momento en que
cesa la exposición, para reducir a la mitad la cantidad presente en el organismo. Como muchas
veces es difícil valorar la cantidad total de una sustancia, se emplean métodos de medición como
la concentración en sangre (plasma). El concepto de vida media debe utilizarse con prudencia, ya
que ésta puede modificarse, por ejemplo, con la dosis y la duración de la exposición. Además,
muchas sustancias poseen complejas curvas de declinación, con varias vidas medias. La
biodisponibilidad es la fracción de una dosis administrada que entra en la circulación sistémica.
Cuando no hay aclaramiento presistémico, o metabolismo de primer paso, la fracción es 1.
En la exposición oral, el aclaramiento presistémico puede deberse al metabolismo en el contenido
gastrointestinal, las paredes intestinales o el hígado. El metabolismo de primer paso reduce la
absorción sistémica de la sustancia y en cambio incrementa la absorción de sus metabolitos. Ello
puede hacer que se modifique el cuadro de toxicidad. El aclaramiento es el volumen de sangre
(plasma) por unidad de tiempo del que se ha eliminado por completo una sustancia.
Para distinguirlo del aclaramiento renal, se suele hablar por ejemplo de aclaramiento total,
metabólico o sanguíneo(plasmático).
El aclaramiento intrínseco es la capacidad que poseen las enzimas endógenas de transformar una
sustancia, y se expresa también en volumen por unidad de tiempo. Si el aclaramiento intrínseco de
un órgano es muy inferior al flujo sanguíneo, se dice que el metabolismo está limitado por la
capacidad. A la inversa, si el aclaramiento intrínseco es muy superior al flujo sanguíneo, se dice
que el metabolismo está limitado por el flujo.
EXCRECIÓN
La excreción es la salida del organismo de una sustancia y de sus productos de biotransformación.
Excreción en la orina y la bilis. El principal órgano excretor es el riñón. Algunas sustancias,
especialmente los ácidos de alto peso molecular, se excretan con la bilis. Una fracción de las
sustancias biliares excretadas puede reabsorberse en el intestino. Este proceso, denominado
circulación enterohepática, es habitual en las sustancias conjugadas tras la hidrólisis intestinal del
conjugado.
Otras rutas de excreción. Algunas sustancias, como los disolventes orgánicos y productos de
descomposición como la acetona, son lo suficientemente volátiles para que una fracción
considerable pueda excretarse en el aire espirado después de la inhalación. Pequeñas moléculas
hidrosolubles y también liposolubles se segregan fácilmente al feto a través de la placenta y a la
leche en los mamíferos. Para la madre, la lactancia puede ser una ruta excretora cuantitativamente
importante en el caso de sustancias liposolubles persistentes. Los hijos pueden estar expuestos
secundariamente a través de la madre durante el embarazo y durante la lactancia. Los compuestos
hidrosolubles pueden excretarse hasta cierto punto en el sudor y la saliva, pero estas rutas son en
general de escasa importancia. No obstante, como se produce y se traga un gran volumen de
saliva, la excreción por esta vía puede contribuir a la reabsorción del compuesto. Algunos metales
como el mercurio se excretan uniéndose de manera permanente a los grupos sulfhidrilo de la
queratina presente en el pelo.
BIOTRANSFORMACIÓN
La biotransformación es un proceso que lleva a una conversión metabólica de los compuestos
extraños (xenobióticos) presentes en el organismo. Suele denominarse también metabolismo de
xenobióticos. Por regla general, el metabolismo convierte los xenobióticos liposolubles en grandes
metabolitos hidrosolubles que pueden excretarse con facilidad.
La biotransformación se realiza principalmente en el hígado. Todos los xenobióticos captados en el
intestino son transportados al hígado por un único vaso sanguíneo (la vena porta). Cuando se
capta en pequeñas cantidades, una sustancia extraña puede metabolizarse completamente en el
hígado antes de llegar a la circulación general y a otros órganos (efecto de primer paso). Los
xenobióticos inhalados se distribuyen por la circulación general hasta llegar al hígado. En ese caso
sólo se metaboliza en el hígado una fracción de la dosis antes de llegar a otros órganos.
Las células hepáticas contienen diversas enzimas que oxidan los xenobióticos. Por lo general, esa
oxidación activa el compuesto —lo hace más reactivo que la molécula precursora. En la mayoría
de los casos, el metabolito oxidado vuelve a ser metabolizado por otras enzimas en una segunda
fase. Esas enzimas conjugan el metabolito con un sustrato endógeno, de manera que la molécula
se hace más grande y más polar, lo cual facilita la excreción.
También en otros órganos como el pulmón y el riñón hay enzimas que metabolizan los
xenobióticos. En esos órganos pueden desempeñar funciones específicas y cualitativamente
importantes en el metabolismo de determinados xenobióticos. A veces metabolitos formados en un
órgano se metabolizan aún más en otro. También pueden participar en la biotransformación las
bacterias intestinales.
Los metabolitos de xenobióticos pueden excretarse por los riñones o a través de la bilis. Pueden
exhalarse también a través de los pulmones, o unirse a moléculas endógenas del organismo. Entre
biotransformación y toxicidad hay una relación compleja. Puede entenderse la biotransformación
como un proceso necesario para la supervivencia. Protege al organismo de la toxicidad impidiendo
que se acumulen en él sustancias nocivas. Sin embargo, en ese proceso pueden formarse, como
productos intermedios, metabolitos reactivos que son potencialmente nocivos. Este fenómeno se
denomina activación metabólica.
De esta manera, la biotransformación puede también inducir toxicidad. Metabolitos intermedios
oxidados que no se conjugan pueden unirse a estructuras celulares y dañarlas. Cuando por
ejemplo un metabolito de xenobiótico se une al
ADN puede inducirse una mutación (véase “Toxicología genética”). Si el sistema de
biotransformación está sobrecargado, puede producirse una destrucción masiva de proteínas
esenciales o de membranas lipídicas. Y ello puede desembocar en muerte celular (véase “Lesión
celular y muerte celular”).
Metabolismo es una palabra que suele utilizarse indistintamente con biotransformación. Indica las
reacciones químicas de descomposición o síntesis que se producen en el cuerpo gracias a la
acción catalizadora de las enzimas. En el organismo se metabolizan los nutrientes procedentes de
los alimentos, los compuestos endógenos y los xenobióticos. Se habla de activación metabólica
cuando un compuesto menos reactivo se convierte en una molécula más reactiva. Este fenómeno
se da generalmente durante las reacciones de la Fase 1.
Se habla de desactivación metabólica cuando una molécula activa o tóxica se convierte en un
metabolito menos activo. Este fenómeno se da generalmente durante las reacciones de la Fase 2.
En algunos casos un metabolito desactivado puede reactivarse, por ejemplo mediante escisión
enzimática.
Las reacciones de la Fase 1 son el primer paso en el metabolismo de los xenobióticos. Suelen
consistir en la oxidación del compuesto. Por lo general, la oxidación hace que el compuesto sea
más hidrosoluble y facilita las reacciones ulteriores.
Las enzimas citocromo P450 son un grupo de enzimas que oxidan preferentemente los
xenobióticos en reacciones de la Fase 1. Estas enzimas están especializadas en hacer frente a
determinados grupos de xenobióticos que poseen determinadas características. También utilizan
como sustratos moléculas endógenas.
Las enzimas citocromo P450 son inducidas por los xenobióticos de una manera específica. La
obtención de datos sobre la inducción del citocromo P450 puede proporcionar información de la
naturaleza de exposiciones anteriores (véase “Determinantes genéticos de la respuesta tóxica”).
Por reacciones de la Fase 2 se entiende el segundo paso del metabolismo de los xenobióticos.
Suelen consistir en que el compuesto oxidado se conjuga con una molécula endógena, es decir, se
acopla a ella. Esta reacción incrementa aún más su hidrosolubilidad. Muchos metabolitos
conjugados se excretan activamente en el riñón. Las transferasas son un grupo de enzimas que
catalizan reacciones de la Fase 2. Conjugan los xenobióticos con compuestos endógenos como el
glutatión, aminoácidos, el ácido glucurónico o sulfatos. El glutatión es una molécula endógena, un
tripéptido, que se conjuga con xenobióticos en reacciones de la Fase 2. Está presente en todas las
células (y en altas concentraciones en las células hepáticas) y suele ofrecer protección contra
xenobióticos activados. Cuando el glutatión se agota pueden producirse reacciones tóxicas entre
metabolitos xenobióticos activados y proteínas, lípidos o ADN.
Se habla de inducción cuando enzimas que participan en la biotransformación intensifican su
actividad o aumentan en cantidad como respuesta a la exposición a xenobióticos. En algunos
casos, al término de unos pocos días la actividad enzimática puede haberse multiplicado varias
veces. La inducción suele estar equilibrada, de manera que las reacciones de la Fase 1 y de la
Fase 2 se incrementan simultáneamente. Ello puede llevar a una biotransformación más rápida y
puede explicar la tolerancia. A la inversa, una inducción desequilibrada puede aumentar la
toxicidad. Puede haber una inhibición de la biotransformación cuando dos xenobióticos son
metabolizados por la misma enzima. Los dos sustratos tienen que competir entre sí, y por lo
general uno de ellos es el elegido. En ese caso el segundo sustrato no se metaboliza, o sólo se
metaboliza lentamente. Como en el caso de la inducción, la inhibición puede incrementar o reducir
la toxicidad.
La activación del oxígeno es un fenómeno que pueden desencadenar los metabolitos de
determinados xenobióticos. Pueden autooxidarse bajo la producción de especies de oxígeno
activado. Esas especies derivadas del oxígeno, entre las que figuran el superóxido, el peróxido de
hidrógeno y el radical hidroxilo, pueden dañar el ADN y lípidos y proteínas de las células. La
activación del oxígeno interviene también en los procesos inflamatorios.
Se observa una variabilidad genética entre individuos en muchos genes que codifican enzimas de
la Fase 1 y la Fase 2. La variabilidad genética puede explicar por qué determinados individuos son
más susceptibles que otros a los efectos tóxicos de los xenobióticos.
Unidad III
INTRODUCCIÓN
El organismo humano es un complejo sistema biológico que está organizado en diversos niveles,
desde el molecular-celular hasta el de los tejidos y órganos. Es un sistema abierto, que intercambia
materia y energía con su medio ambiente a través de numerosas reacciones bioquímicas que
están en equilibrio dinámico. El medio ambiente puede estar contaminado por diversos tóxicos.
Cuando moléculas o iones tóxicos penetran en ese sistema férreamente coordinado desde el
medio en que un individuo trabaja o vive pueden verse perturbados, reversible o irreversiblemente,
los procesos bioquímicos normales de la célula, o incluso producirse lesiones y muerte de la célula
(véase “Lesión celular y muerte celular”).
El proceso de penetración de un tóxico desde el medio ambiente hasta los lugares en que va a
producir su efecto tóxico dentro del organismo puede dividirse en tres fases:
1. La fase de exposición, que comprende todos los procesos que se producen entre diversos
tóxicos y/o la influencia que tienen sobre ellos los factores ambientales (luz, temperatura,
humedad, etc.). Los tóxicos pueden sufrir transformaciones químicas, degradación, biodegradación
(por microorganismos)
y desintegración.
2. La fase toxicocinética, que comprende la absorción de los tóxicos en el organismo y todos los
procesos subsiguientes: transporte por los fluidos corporales, distribución y acumulación en tejidos
y órganos, biotransformación en metabolitos y eliminación del organismo (excreción) de los tóxicos
y/o metabolitos.
3. La fase toxicodinámica, que se refiere a la interacción de los tóxicos (moléculas, iones, coloides)
con lugares de acción específicos en las células o dentro de ellas —receptores—, con el resultado
último de un efecto tóxico.
En esta sección nos ocuparemos exclusivamente de los procesos toxicocinéticos que se producen
en el interior del organismo humano tras la exposición a tóxicos presentes en el medio ambiente.
Las moléculas o iones tóxicos presentes en el medio ambiente penetran en el organismo a través
de la piel y las mucosas o a través de las células epiteliales del tracto respiratorio y el tracto
gastrointestinal, según cuál sea el punto de entrada. Esto significa que las moléculas y los iones
tóxicos han de atravesar membranas celulares de esos sistemas biológicos, así como un complejo
sistema de membranas interiores de la célula.
Todos los procesos toxicocinéticos y toxicodinámicos se producen en el nivel molecular-celular.
Son muchos los factores que influyen en esos procesos, y que cabe dividir en dos grupos básicos:
• La constitución química y las propiedades fisicoquímicas de los tóxicos.
• La estructura de la célula, especialmente las propiedades y función de las membranas que
rodean la célula y sus orgánulos interiores.
Objetivo general: Conocer el proceso de penetración de un tóxico
Objetivos específicos: Entender las fases de exposición, toxocinética y toxodinámica.
Absorción de tóxicos
Las personas se hallan expuestas a numerosos tóxicos que están presentes en el medio ambiente
profesional o general, y que pueden penetrar en el organismo humano por tres vías de entrada
principales:
• A través del tracto respiratorio, por inhalación de aire contaminado.
• A través del tracto gastrointestinal, por ingestión de comida y bebida contaminadas.
• A través de la piel, por penetración dérmica, también llamada percutánea.
En el caso de la exposición en la industria, la principal vía de entrada de tóxicos es la inhalación,
seguida por la penetración percutánea. En la agricultura, los casos de exposición a plaguicidas por
absorción a través de la piel equivalen prácticamente a los casos en que se combinan la inhalación
y la penetración percutánea. En la población general, la exposición se produce sobre todo por
ingestión de comida y bebida contaminadas, seguida de la inhalación y, con menos frecuencia, de
la penetración percutánea.
Absorción por el tracto respiratorio
La absorción en los pulmones es la principal vía de entrada de numerosos tóxicos que están en
suspensión en el aire (gases, vapores, humos, nieblas, polvos, aerosoles, etc.). El tracto
respiratorio (TR) es un sistema ideal para el intercambio de gases, pues posee una membrana
cuya superficie es de 30 m2 (espiración) a 100 m2 (inspiración profunda), tras la cual hay una red
de unos 2.000 km de capilares.
Este sistema, que se ha ido desarrollando a lo largo de la evolución, está contenido en un espacio
relativamente pequeño (la cavidad torácica) y cuenta con la protección de las costillas.
Desde el punto de vista anatómico y fisiológico, el TR puede dividirse en tres compartimientos:
• La parte superior o compartimiento nasofaríngeo (NF), que se inicia en los orificios de la nariz y
se extiende hasta la faringe y la laringe; funciona como un sistema de acondicionamiento del aire.
• El árbol traqueobronquial (TB), integrado por numerosos tubos de diversos tamaños que llevan el
aire a los pulmones.
• El compartimiento pulmonar (P), que consta de millones de alveolos (sacos de aire) dispuestos en
formas arracimadas. El epitelio de la región nasofaríngea absorbe fácilmente los tóxicos hidrófilos.
Todo el epitelio de las regiones NF y TB está recubierto por una película de agua. Los tóxicos
lipófilos se absorben parcialmente en las regiones NF y TB, pero sobre todo en los alveolos
mediante su difusión por las membranas alveolocapilares. La velocidad de absorción depende de
la ventilación pulmonar, el gasto cardíaco (flujo sanguíneo por los pulmones), la solubilidad del
tóxico en la sangre y su velocidad de metabolización.
El intercambio de gases se realiza en los alveolos. La pared alveolar consta de un epitelio, un
armazón intersticial de membrana basal, tejido conectivo y el endotelio capilar. La difusión de los
tóxicos es muy rápida por estas capas, que tienen alrededor de 0,8 μm de grosor. En los alveolos,
el tóxico pasa de la fase área a la fase líquida (sangre). La velocidad de absorción (distribución
aire/sangre) de un tóxico depende de su concentración en el aire alveolar y del coeficiente de
partición de Nernst de la sangre (coeficiente de solubilidad).
En la sangre, el tóxico puede disolverse en la fase líquida por simples procesos físicos o puede
unirse a las células sanguíneas y/o los componentes del plasma en función de su afinidad química
o por adsorción. La sangre contiene un 75 % de agua, y por eso los gases y vapores hidrófilos son
muy solubles en el plasma (por ejemplo los alcoholes). Los tóxicos lipófilos (como el benceno)
suelen unirse a células o macromoléculas como la albúmina.
En el momento mismo en que se inicia la exposición pulmonar se producen dos procesos
contrarios: absorción y desorción. El equilibrio entre ambos depende de la concentración de tóxico
en el aire alveolar y en la sangre. Al comienzo de la exposición la concentración de tóxico en la
sangre es 0, y la retención en la sangre casi del 100 %. Al proseguir la exposición, se alcanza un
equilibrio entre absorción y desorción. Los tóxicos hidrófilos alcanzan rápidamente ese equilibrio, y
la velocidad de absorción depende más de la ventilación pulmonar que del flujo sanguíneo. Los
tóxicos lipófilos necesitan más tiempo para llegar al equilibrio, y por eso la velocidad de absorción
está determinada por el flujo de sangre no saturada.
El depósito de partículas y aerosoles en el TR depende de factores físicos y fisiológicos, así como
del tamaño de las partículas.
En resumen, cuanta más pequeña es la partícula tanto más dentro del TR llega en su penetración.
La retención baja y relativamente constante de partículas de polvo en el pulmón de personas muy
expuestas (como los mineros) sugiere la existencia de un sistema muy eficaz de eliminación de las
partículas. En la parte superior del TR (traqueobronquial), la eliminación corre a cargo de un manto
mucociliar.
En la parte pulmonar funcionan tres mecanismos distintos:
1). manto mucociliar,
2) fagocitosis y
3) penetración directa de las partículas a través de la pared alveolar.
Las primeras 17 de las 23 ramas del árbol traqueobronquial poseen células epiteliales ciliadas.
Merced a sus impulsos, esos cilios están moviendo constantemente un manto mucoso hacia la
boca. Las partículas depositadas en ese manto mucociliar se tragan en la boca (ingestión). La
superficie del epitelio alveolar también está recubierta de un manto mucoso, que se mueve hacia el
manto mucociliar. A ello hay que añadir que las células móviles especializadas —los fagocitos—
engloban partículas y microorganismos en los alveolos y migran en dos posibles direcciones:
• Hacia el manto mucociliar, que los transporta hasta la boca.
• Por los espacios intercelulares de la pared alveolar hasta llegar al sistema linfático del pulmón; las
partículas también pueden penetrar directamente por esta vía.
Se pueden ingerir tóxicos mediante deglución accidental, consumo de alimentos y bebidas
contaminadas o deglución de partículas procedentes del TR. Todo el canal digestivo, desde el
esófago hasta el ano, está construido básicamente de la misma manera: una capa mucosa
(epitelio) bajo la cual hay tejido conectivo y después una red de capilares y músculo liso. El epitelio
externo del estómago es muy rugoso para incrementar la superficie de absorción/secreción. El
intestino contiene gran cantidad de pequeños salientes (vellosidades), que absorben los materiales
por “bombeo”. La superficie activa de absorción en el intestino es de unos 100 m2.
En el tracto gastrointestinal (TGI) todos los procesos de absorción presentan gran actividad:
• transporte transcelular por difusión a través de la capa lipídica y/o los poros de las membranas
celulares, así como filtración por los poros
• Difusión paracelular a través de las zonas de contacto entre unas células y otras
• Difusión facilitada y transporte activo
• Endocitosis y mecanismo de bombeo de las vellosidades.
Algunos iones metálicos tóxicos utilizan sistemas de transporte especializados para elementos
esenciales: el talio, el cobalto y el manganeso utilizan el sistema del hierro, mientras que el plomo
parece que utiliza el sistema del calcio.
Son muchos los factores que influyen en la velocidad de absorción de tóxicos en las diversas
partes del TGI:
• Las propiedades fisicoquímicas de los tóxicos, especialmente el coeficiente de partición de Nernst
y la constante de disociación; en el caso de las partículas es importante su tamaño —a menor
tamaño, mayor solubilidad.
• La cantidad de alimentos presente en el TGI (efecto de dilución).
• El tiempo de permanencia en cada parte del TGI (desde unos minutos en la boca hasta una hora
en el estómago y muchas horas en el intestino).
• La superficie de absorción y la capacidad de absorción del epitelio.
• El pH local, que rige la absorción de tóxicos disociados; en el pH ácido del estómago se absorben
con más rapidez los compuestos ácidos no disociados.
• El peristaltismo (movimiento intestinal por acción de los músculos) y el flujo sanguíneo local.
• Las secreciones gástricas e intestinales, que transforman
los tóxicos en productos más o menos solubles; la bilis es un agente emulsionante que produce
complejos más solubles (hidrotropía).
• La exposición combinada a otros tóxicos, que puede producir efectos de sinergia o de
antagonismo en los procesos de absorción.
• La presencia de agentes complejantes/quelantes.
• La acción de la microflora del TGI (alrededor de 1,5 kg), unas 60 especies distintas de bacterias
que pueden biotransformar los tóxicos.
Es necesario mencionar también la circulación enterohepática. Los tóxicos y/o metabolitos polares
(glucurónidos y otros conjugados) se excretan con la bilis al duodeno. Allí las enzimas de la
microflora los hidrolizan, y los productos liberados pueden reabsorberse y llegar al hígado por la
vena porta. Este mecanismo es muy peligroso en el caso de las sustancias hepatotóxicas, pues
permite su acumulación temporal en el hígado.
En el caso de los tóxicos que se biotransforman en el hígado en metabolitos menos tóxicos o no
tóxicos, la ingestión puede ser una vía de entrada menos peligrosa. Tras ser absorbidas en el TGI,
las sustancias son transportadas por la vena porta hasta el hígado, donde pueden detoxificarse
parcialmente por biotransformación.
Unidad IV
Introducción
Transporte de los tóxicos por la sangre y la linfa
Tras ser absorbidos por alguna de esas vías de entrada, los tóxicos llegan a la sangre, la linfa u
otros fluidos corporales. La sangre es el principal vehículo de transporte de los tóxicos y sus
metabolitos.
La sangre es un órgano líquido en circulación que lleva a las células el oxígeno y l as sustancias
vitales que necesitan y extrae de ellas los productos de desecho del metabolismo. Contiene
asimismo componentes celulares, hormonas y otras moléculas que intervienen en muchas
funciones fisiológicas. Impulsada por
la actividad del corazón, la sangre corre por el interior de un sistema circulatorio de vasos que es
relativamente estanco y que está en condiciones de alta presión. Debido a la alta presión hay una
parte del líquido que se escapa del sistema por filtración. El sistema linfático realiza la labor de
drenaje gracias a su delicada malla de pequeños capilares linfáticos, de finas paredes, que se
ramifican por los tejidos y órganos blandos.
La sangre es una mezcla de una fase líquida (plasma, 55 %) ycélulas sólidas (45 %). El plasma
contiene proteínas (albúminas, globulinas, fribrinógeno), ácidos orgánicos (láctico, glutámico,
cítrico) y muchas otras sustancias (lípidos, lipoproteínas, glicoproteínas, enzimas, sales,
xenobióticos, etc.). Los componentes celulares de la sangre son los eritrocitos (Er), los leucocitos,
los reticulocitos, los monocitos y las plaquetas.
Los tóxicos se absorben en forma de moléculas y de iones. En el pH de la sangre, algunos tóxicos
forman partículas coloidales, que sería la tercera forma presente en el líquido. Las moléculas, los
iones y los coloides de tóxicos se pueden transportar por la sangre de diversas maneras:
• Uniéndose física o químicamente a los componentes de la sangre, sobre todo a los Er.
• Disolviéndose físicamente en el plasma en estado libre.
• Uniéndose a uno o varios tipos de proteínas plasmáticas, formando compuestos con los ácidos
orgánicos o enlazándose con otras fracciones del plasma.
En su mayoría, los tóxicos presentes en la sangre se encuentran unos en estado libre en el plasma
y otros unidos a los eritrocitos y componentes del plasma. La distribución depende de la afinidad de
las sustancias tóxicas por esos componentes. Todas las fracciones se encuentran en un equilibrio
dinámico.
Objetivo general: Conocer el proceso de penetración de un tóxico
Objetivos específicos: Entender las fases de exposición, toxocinética y toxodinámica.
Unidad V
Introducción
Biotransformación y eliminación de los tóxicos
Mientras están retenidos en las células de diversos tejidos y órganos, los tóxicos están expuestos
a enzimas que pueden biotransformarlos (metabolizarlos), produciendo metabolitos. Hay muchas
vías para la eliminación de los tóxicos y/o metabolitos: en el aire espirado por el pulmón, en la orina
a través del riñón, en la bilis a través del TGI, en el sudor a través de la piel, en la saliva a través de
la mucosa de la boca, en la leche a través de las glándulas mamarias, y en el pelo y las uñas a
través del crecimiento y recambio celulares normales.
La eliminación de un tóxico absorbido depende de la ruta de entrada. En el pulmón, el proceso de
absorción/desorción se inicia inmediatamente, y los tóxicos se eliminan parcialmente con el aire
espirado. La eliminación de tóxicos absorbidos por otras rutas es un proceso prolongado y se inicia
una vez que han sido transportados por la sangre, para acabar completándose después de su
distribución y biotransformación. Durante la absorción existe un equilibrio entre las concentraciones
de un tóxico en la sangre y en los tejidos y órganos. La excreción reduce su concentración en la
sangre y puede inducir su paso de los tejidos a la sangre.
En la velocidad de eliminación de los tóxicos y de sus metabolitos influyen numerosos factores:
• Las propiedades fisicoquímicas de los tóxicos, en especial el coeficiente de partición de Nernst
(P), la constante de disociación (pKa), la polaridad, la estructura molecular, la forma y el peso.
• El nivel de exposición y el tiempo de eliminación desde la exposición.
• La ruta de entrada.
• Los compartimentos corporales en los que se hayan distribuido, pues tienen distintas velocidades
de intercambio con la sangre y distintos grados de perfusión sanguínea
• La velocidad de la biotransformación de tóxicos lipófilos a metabolitos más hidrófilos
• El estado de salud general del organismo y, en especial, de los órganos excretores (pulmón,
riñón, TGI, piel, etc.)
• La presencia de otros tóxicos que pueden interferir en la eliminación
Cabe distinguir a este respecto dos grupos de compartimentos:
1) el sistema de intercambio rápido —en estos compartimentos, la concentración de tóxico en el
tejido es similar a la dela sangre;
2) el sistema de intercambio lento, donde la concentración del tóxico en el tejido es más alta que
en la sangre debido a los fenómenos de unión y acumulación —el tejido adiposo, el esqueleto y el
riñón pueden retener temporalmente algunas sustancias, como por ejemplo el arsénico y el zinc.
Un tóxico puede excretarse simultáneamente por dos o más vías excretoras, aunque lo normal es
que predomine una de ellas.
Los científicos están elaborando modelos matemáticos para describir la excreción de un tóxico
determinado. Esos modelos se basan en el movimiento de salida desde uno de los compartimentos
o de los dos (sistema de intercambio), en la biotransformación, etc.
Objetivo general: Conocer el proceso de penetración de un tóxico
Objetivos específicos: Entender las fases de exposición, toxocinética y toxodinámica.
Unidad VI
INTRODUCCIÓN
Valoración complexométrica (o Quelatometría) es una forma de análisis volumétrico basado en la
formación de compuestos poco disociados: 1 halogenuros de mercurio, cianuro de plata, fluoruro
de aluminio. Se suele utilizar la formación de un complejo coloreado para indicar el punto final de la
valoración. Las valoraciones complexométricas son particularmente útiles para la determinación de
una mezcla de diferentes iones metálicos en solución. Generalmente se utiliza un indicador capaz
de producir un cambio de color nítido para detectar el punto final de la valoración.
Las reacciones de complejación son muy importantes en diversas áreas científicas y en la vida
cotidiana y constituyen la base de las valoraciones complejométricas. El EDTA es el valorante más
empleado en este tipo de valoraciones, debido a que forma complejos muy estables con la mayoría
de los cationes y a la estequiometria de los quelatos formados. Además, el EDTA se emplea en la
elaboración de detergentes y aditivos alimentarios al inhibir la oxidación de alimentos catalizada
por metales. Otra aplicación interesante de este compuesto es su papel en la biorremediación de
suelos contaminados por metales pesados.
Muchos iones metálicos reaccionan con especies dadoras de pares de electrones formando
compuestos de coordinación o complejos. La especie dadora se conoce como ligando y ha de
disponer al menos de un par de electrones sin compartir para la formación del enlace. Los iones
metálicos son ácidos de Lewis, especies aceptoras de pares de electrones, y los ligandos son
bases de Lewis.
El agua, el amoniaco, el anión cianuro y los aniones haluro son ejemplos de ligandos que se
enlazan al ión metálico a través de un solo átomo, por lo que se denominan ligandos
monodentados. Los ligandos que se unen al metal a través de dos átomos se llaman ligandos
bidentados, como la glicina o la etilendiamina. La mayoría de los metales de transición se enlazan
a seis átomos del ligando, cuando un ligando se enlaza al ión metálico a través de seis átomos se
denomina ligando multidentado o ligando quelante. También se puede hablar de agentes quelantes
tridentados, tetradentados, pentadentados y hexadentados.
Se llama número de coordinación de un compuesto de coordinación al número de ligandos unidos
al ión central. Un mismo ión metálico puede presentar más de un número de coordinación,
dependiendo de la naturaleza del ligando. Por otro lado, los complejos pueden presentar carácter
catiónico, aniónico o neutro.
Se denomina valoración complexométrica o valoración de complejación a toda valoración basada
en una reacción de formación de un complejo. Los ligandos EDTA, DCTA, DTPA y EGTA forman
complejos fuertes de estequiometria 1:1 con todos los iones metálicos independientemente de la
carga del catión, excepto con los monovalentes como Li+, Na+ y K+ . Los agentes quelantes son
los valorantes empleados en valoraciones complexométricas ya que la reacción de complejación
ocurre en una única etapa y no de forma gradual, como con los ligandos monodentados.
Objetivo general:
Objetivo específico:
• Recopilar las teorías complexométricas en la cual están basadas los análisis en agua
• Recopilar información para análisis de agua.
• Describir métodos alternos analíticos de materias primas y productos farmacéuticos que
puedan ser valoradas por métodos complexometricos. utilizando indicadores.
• Recopilar las técnicas para la preparación y estandarización de las soluciones utilizadas en
las valoraciones.
EL EFECTO QUELATO
Se denomina efecto quelato a la capacidad de los ligandos multidentados para formar complejos
metálicos más estables que los que pueden formar con ligandos monodentados similares. Como
ejemplo podemos comparar la reacción de Cd(H2O)6 2+ con dos moléculas de etilendiamina o con
cuatro moléculas de metilamina. A pH 12 en presencia de etilendiamina 2 M y metilamina 4 M, el
cociente [Cd(etilendiamina)2
2+]/[Cd(metilamina)4 2+] es igual a 30. Este hecho puede explicarse en términos termodinámicos:
Los dos factores que tienden a producir una reacción química son la disminución de entalpía
(ΔH<0) y el aumento de entropía (ΔS>0). La variación de entalpía para las dos reacciones es muy
similar, sin embargo, en la reacción de formación del complejo con etilendiamina intervienen 3
moléculas y en la del complejo con metilamina 5 moléculas, apareciendo en ambos casos 5
moléculas como productos de la reacción. Por tanto, la variación de entropía indica que la
formación del complejo con etilendiamina está favorecida.
Los ácidos aminocarboxílicos NTA, EDTA, DCTA, DTPA y EGTA son agentes quelantes sintéticos.
Los átomos de nitrógeno y de oxígeno del grupo carboxilato son las posiciones a través de las que
pueden unirse a los iones metálicos, perdiendo sus protones cuando tiene lugar la unión.
EQUILIBRIOS DE FORMACIÓN DE COMPLEJOS
En las reacciones de formación de complejos un ión metálico M reacciona con un ligando L para
formar el complejo ML. En estas reacciones las constantes de equilibrio son de formación y no de
disociación como en los equilibrios ácido-base.
Cuando el complejo tiene un número de coordinación mayor o igual a 2 podemos hablar de
constantes de formación sucesivas (K). Los ligandos monodentados se agregan siempre en una
serie de etapas sucesivas. En el caso de los ligandos multidentados, el número de coordinación
puede satisfacerse con un solo ligando o con varios ligandos agregados.
Los equilibrios de formación de complejos también pueden escribirse como la suma de cada una
de las etapas individuales, en su caso tendrán constantes de formación globales (β). Salvo en para
la primera etapa que corresponde a β1=K1, las constantes de formación globales son productos de
las constantes de formación sucesivas de cada una de las etapas que dan lugar al producto.
Para cada forma en la que puede encontrarse el metal en presencia del ligando (M, ML, ML2…) se
puede determinar su valor de alfa, siendo «α» la fracción de la concentración total del metal que se
encuentra en cada forma particular. Así, αM es la fracción del metal total presente en equilibrio
como metal libre; αML es la fracción del metal total presente en el equilibrio como ML, y así
sucesivamente. La representación gráfica de los valores de α frente a logaritmo decimal negativo
de la concentración del ligando, p[L], se denomina diagrama de distribución.