James
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James Joyce
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James Joyce
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Información personal
Nombre de nacimiento James Augustine Aloysius Joyce
Nacimiento 2 de febrero de 1882
Dublín, Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda
Fallecimiento 13 de enero de 1941
(58 años)
Zúrich, Suiza
Causa de la muerte Peritonitis Ver y modificar los datos en Wikidata
Sepultura Cementerio de Fluntern Ver y modificar los datos en Wikidata
Nacionalidad irlandesa
Lengua materna Inglés Ver y modificar los datos en Wikidata
Religión Catolicismo Ver y modificar los datos en Wikidata
Características físicas
Altura 71 pulgadas (1,8 m) Ver y modificar los datos en Wikidata
Ojos Azul Ver y modificar los datos en Wikidata
Cabello Castaño Ver y modificar los datos en Wikidata
Familia
Padre John Stanislaus Joyce Ver y modificar los datos en Wikidata
Cónyuge Nora Barnacle (1931-1941) Ver y modificar los datos en Wikidata
Pareja Nora Barnacle (desde 1904) Ver y modificar los datos en Wikidata
Hijos Lucia Joyce Ver y modificar los datos en Wikidata
Educación
Educado en
Clongowes Wood College
Belvedere College
University College Dublin (1898-1902) Ver y modificar los datos en Wikidata
Información profesional
Ocupación novelista, poeta
Años activo desde 1904
Movimiento Modernismo anglosajón
Obras notables
Dublineses
Retrato del artista adolescente
Ulises
Finnegans Wake
Poemas manzanas
Exiliados
Stephen el héroe Ver y modificar los datos en Wikidata
Firma James Joyce signature.svg
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James Augustine Aloysius Joyce (Dublín, 2 de febrero de 1882-Zúrich, 13 de enero de
1941) fue un escritor irlandés, mundialmente reconocido como uno de los más
importantes e influyentes del siglo XX, aclamado por su obra maestra, Ulises
(1922), y por su controvertida novela posterior, Finnegans Wake (1939). Igualmente
ha sido muy valorada la serie de historias breves titulada Dublineses (1914), así
como su novela semiautobiográfica Retrato del artista adolescente (1916). Joyce es
representante destacado de la corriente literaria de vanguardia denominada
modernismo anglosajón, junto a autores como T. S. Eliot, Virginia Woolf, Ezra Pound
o Wallace Stevens.
Índice
1 Biografía
1.1 Dublín (1882–1904)
1.1.1 Primeros años
1.1.2 Educación
1.1.3 Stephen el héroe
1.2 Trieste y Zúrich (1904–1920)
1.2.1 Pola y Trieste
1.2.2 Zúrich
1.3 París y Zúrich (1920–1941)
1.3.1 París y el Ulises
1.3.2 La Obra en marcha
1.3.3 Última estancia en Zúrich
1.4 El catolicismo de Joyce
2 Obra
2.1 Dublineses
2.2 Retrato del artista adolescente
2.3 Ulises
2.4 Finnegans Wake
2.5 Poesía
2.6 Teatro
2.7 Ensayo
2.8 Correspondencia
3 Legado e influencia
3.1 En la literatura
3.2 En otros campos
3.3 Recuerdos de Joyce
4 Obras: cronología
4.1 Publicaciones póstumas
5 Adaptaciones cinematográficas
6 Véase también
7 Notas
8 Bibliografía
9 Enlaces externos
Biografía
Dublín (1882–1904)
Primeros años
En 1882, James Joyce nace en Brighton Square, en Rathgar, un barrio de clase media
de Dublín, en el seno de una familia católica; sus padres se llamaban John y May.
James fue el mayor de los diez hermanos supervivientes, seis mujeres y cuatro
varones. Uno de los hermanos fallecidos habría sido mayor que él, puesto que nació
y murió en 1881.8 La madre quedó encinta en total quince veces, las mismas que la
señora Dedalus, en Ulises.9
Joyce, como su padre, sostenía que su ascendencia familiar provenía del antiguo
clan irlandés de los Galway. Para la crítica Francesca Romana Paci, el escritor
rebelde e inconformista valoraba sin embargo «la respetabilidad basada en la
tradición de una antigua casa»; sentía «apego por una cierta forma de
aristocracia».10 Los Joyce presumían de ser descendientes del libertador irlandés
Daniel O'Connell.11
Entre febrero y marzo de 1889, el Libro de Castigos del colegio de Conglowes recoge
que el futuro escritor, contando siete años, recibió dos palmetazos por no llevar a
clase cierto libro, seis más por tener las botas sucias y cuatro por proferir
«palabras indecentes», algo a lo que Joyce fue siempre muy aficionado.18
En 1891, con nueve años, James escribe el poema titulado "Et tu, Healy", que trata
de la muerte del político irlandés Charles Stewart Parnell. El padre quedó tan
encantado que hizo imprimirlo, e incluso envió una copia a la Biblioteca
Vaticana.19 En noviembre de ese mismo año, John Joyce ve su nombre registrado en la
Stubbs Gazette, un boletín de impagos y quiebras, y es apartado de su trabajo.20
Dos años más tarde es despedido, coincidiendo con una severa reorganización de la
Oficina de Recaudación, que comprendía una importante reducción de personal. John
Joyce, con antecedentes por gestión poco cuidadosa,21 sufrió especialmente la
crisis, e incluso estuvo a punto de ser despedido sin una indemnización, algo que
consiguió evitar su esposa.22 Este fue el inicio de la crisis económica de la
familia, debida a la incapacidad del padre para gestionar sus finanzas, y también a
su alcoholismo.23 Esta tendencia, muy común en su familia, sería heredada por su
hijo mayor, bastante manirroto en general;24 solo en sus últimos años adquirió
James el hábito del ahorro, especialmente debido a la grave enfermedad mental que
aquejó a su hija Lucia, circunstancia que le acarreó grandes gastos.25 En una
ocasión, su hermano Stanislaus le reprochó: «Puede que haya personas que no estén
tan preocupadas por el dinero como tú». A lo que él replicó: «Oh, diantre, puede
que las haya, pero me gustaría que uno de esos individuos me enseñara el truco en
veinticinco lecciones».26
Educación
El futuro escritor se educó en el selecto Clongowes Wood College, un internado de
jesuitas, cerca de Sallins, en County Kildare. Según su primer biógrafo, Herbert S.
Gorman, al ingresar en este centro (1888), era «de constitución esbelta, muy
nervioso, sensible como una niña y tenía la bendición o la maldición (esto depende
del punto de vista) de un temperamento introspectivo».27 James, que «fue elegido
para el honor de servir como monaguillo en misa»,28 no tardó en distinguirse como
alumno muy aventajado, en todo menos en matemáticas.29 Destacaba incluso en materia
deportiva, según declararía su hermano Stanislaus,30 pero tuvo que abandonar la
institución cuatro años más tarde debido a los problemas financieros de su padre.
Se matriculó entonces en el colegio de la congregación de los Christian Brothers,
ubicada en North Richmond Street, Dublín. Más tarde, en 1893, se le ofreció una
plaza en el Belvedere College de la misma ciudad, regentado igualmente por
jesuitas. La oferta se hizo, al menos en parte, con la esperanza de que el
distinguido estudiante ingresara en la orden, sin embargo este rechazó el
catolicismo ya en edad temprana; según Ellmann, a los dieciséis años.31
También se sabe que tomaba parte activa en las actividades literarias y teatrales
de la universidad. En 1900, como colaborador de la revista The Fortnightly Review,
publica su primer ensayo, con el título de "New Drama", sobre la obra del noruego
Henrik Ibsen, uno de sus escritores predilectos.3738 El joven crítico recibió una
carta de agradecimiento de parte del propio Ibsen. En este periodo, escribió
algunos artículos más, además de dos obras teatrales, hoy perdidas. Muchas de las
amistades que hizo en la universidad aparecerían retratadas posteriormente en sus
obras. Según Harry Levin, el escritor «no olvidaba ni perdonaba nada. Cualquier
parecido con personas y situaciones reales, vivas o muertas, era cuidadosamente
cultivado».39
Stephen el héroe
Artículo principal: Stephen el héroe
En enero de 1904, trató de publicar una obra en la que había estado trabajando, A
Portrait of the Artist [Retrato del artista], una historia autobiográfica con
elementos ensayísticos centrada en cuestiones de estética. Este escrito, indigno de
su autor, en palabras de José María Valverde,51 fue rechazado por la revista de
librepensamiento Dana. Joyce entonces, con motivo de su vigésimo segundo
cumpleaños, decidió revisar el trabajo y convertirlo en una novela que titularía
Stephen Hero (Stephen el héroe). Esta obra, que alcanzaría las mil páginas de
borrador y recoge los primeros años y los de universidad de Stephen Dedalus, fue
escrita a la par que los relatos de Dublineses. El crítico W. Y. Tindall sostiene
que el lector de las felicidades narrativas presentes en los cuentos se sorprenderá
ante las ordinarieces de la novela, calificada por el propio Joyce de «rubbish»,
basura.52 Stephen Hero no se publicaría en vida del autor, pero fue el germen de
una obra mayor como es Retrato del artista adolescente, empezada en 1907.53
1904 fue el mismo año en que conoció a Nora Barnacle, una joven de Galway que
trabajaba como camarera de pisos en el hotel Finn's, de Dublín. Se dice que
tuvieron su primera cita el 16 de junio de 1904, y por tal motivo esta, según sus
biógrafos, fue la fecha elegida para ambientar su obra capital, Ulises.54
Desde octubre de 1904 hasta marzo de 1905, permaneció en Pula dando clases sobre
todo a oficiales de la armada austrohúngara estacionados en la base militar de
dicha ciudad. En marzo de 1905 se descubrió un complot de espionaje en la ciudad y
todos los extranjeros fueron expulsados. Con la ayuda de Artifoni, los Joyce
regresaron a Trieste y James empezó a enseñar inglés allí. Permanecería en la
ciudad durante la mayor parte de los diez años siguientes.2 El idioma que se
hablará en casa del escritor a partir de ese momento será el italiano. En esta
lengua reprendería años después a su díscolo hijo Giorgio y se comunicaría siempre
con su hija Lucia, mientras esta se hundía en una demencia progresiva.59
En ese mismo año, Nora dio a luz al primero de sus hijos, el citado Giorgio.60
James se puso entonces en contacto con su hermano, Stanislaus, tratando de atraerlo
a Trieste para que se reuniera con él como profesor en la escuela. Las razones que
adujo fueron reclamar su compañía y ofrecerle un futuro más prometedor que el que
Stanislaus disfrutaba en Dublín, como simple empleado; lo cierto era que James
necesitaba aumentar los ingresos en su familia con la contribución de su hermano.61
Las relaciones entre los hermanos fueron tirantes en el tiempo que vivieron juntos
en Trieste, principalmente debido a la frivolidad de James con el dinero y la
bebida.62
La vida rutinaria en Trieste frustraba la pasión viajera del escritor, quien
decidió trasladarse a Roma a finales de 1906. Marchó con la seguridad de contar con
un puesto administrativo en un banco de la ciudad. Sin embargo, sintió enseguida
gran aversión por esta y terminó regresando a Trieste, a principios de 1907. Su
hija Lucia nació en el verano de ese mismo año. También en 1907 apareció su primer
libro, el volumen de poemas de amor Música de cámara (Chamber Music) y se le
presentaron los primeros síntomas de iritis, una enfermedad de los ojos que con los
años le dejaría casi ciego.
Una vez superada esa preocupación, visitó a la familia de Nora, en Galway. Esta fue
su primera visita a la familia de su mujer y, para su alivio, la acogida que se le
dispensó fue muy satisfactoria. Incluso salió a pasear con Kathleen, la hermana de
Nora, que le dio «lecciones sobre el mar», según ella misma contaría.69 Estaba
preparándose para volver a Trieste cuando decidió llevar consigo a una de sus
hermanas, Eva, para que ayudase a Nora en las labores domésticas. Regresó a dicha
ciudad, pero solo por un mes. Volvió a Dublín representando a unos propietarios
para tratar de instalar en esta ciudad un cine, el "Volta". Su gestión fue exitosa,
aunque el escritor solo se involucró en ella durante unos meses; sus socios no
tardaron en vender el negocio, y Joyce finalmente no obtuvo beneficio alguno.70
Tampoco cuajó su intento de importar tweed irlandés a Italia; finalmente el
escritor volvió a Trieste, en enero de 1910, acompañado por otra de sus hermanas,
Eileen. Mientras que Eva enseguida sintió nostalgia de su ciudad natal, y
regresaría años más tarde, Eileen pasó el resto de su vida en el continente
europeo, donde se casaría con un cajero de banco checo.
1912 fue un año de penurias para los Joyce. Para ayudar a la economía doméstica, el
escritor pronunció varias conferencias a primeros de año en la Università Popolare
y siguió publicando artículos en los periódicos.71 En abril realizó unas pruebas
para convertirse en profesor en Italia, a sueldo del Estado. Obtuvo 421 puntos
sobre 450, resultando apto, pero la burocracia italiana finalmente lo impidió por
su condición de extranjero.
Zúrich
En 1915, H. G. Wells se declaró profundo admirador de la obra de Joyce, que leía a
partir de las entregas en The Egoist. Ese mismo año, Joyce y familia, ciudadanos
británicos, hubieron de dejar el Trieste austro-húngaro por la guerra. Stanislaus,
por su parte, fue encerrado en un campo de presos. Los Joyce se trasladaron a
Zúrich, Suiza, país neutral, donde el escritor vivió años de gran creatividad. En
esta época, su fama crecía día a día, pero sus ingresos seguían siendo exiguos;
sobrevivió a base de dar clases, además de con la ayuda de Pound, Yeats, Wells y
Harriet Shaw Weaver, editora de la revista The Egoist, quien se convirtió en su
agente y le aportó ingresos suficientes para ir tirando en los años siguientes.
Con todo, su fama se había agigantado hasta el punto de que llegó a recibir
donaciones regulares de dinero en metálico por parte de una admiradora anónima;
según Ellmann, «hasta que pudiera encontrar una situación estable». También en
1917, durante un viaje de salud a Locarno, se enamoró de una médica alemana de
veintiséis años, Gertrude Kaempffer, a la que hizo francas proposiciones sexuales
que ella, aunque lo admiraba intelectualmente, rechazó. En Ulises, llamó Gerty
(diminutivo de Gertrude) a la joven con la que Leopold Bloom se excita en el
episodio Nausicaa.
Stanislaus fue finalmente liberado del campo de presos en que había pasado toda la
guerra. Los Joyce regresaron a Trieste, y aquel se negó a compartir la vivienda con
ellos; además estaba molesto con su hermano por varias cosas, entre ellas porque
James no le había dedicado Dublineses según había prometido.
1921 fue un año de intenso trabajo para rematar Ulises. Durante el mismo, mantuvo
una estrecha relación con el escritor norteamericano Robert McAlmon, quien le
prestó dinero y le sirvió accidentalmente de mecanógrafo para el último capítulo de
Ulises: "Penélope". En ese año tuvo también mucho contacto con Valery Larbaud y con
Wyndham Lewis, y conoció a Ernest Hemingway, que llegó a París recomendado por
Sherwood Anderson.93
Joyce tuvo su único encuentro con Marcel Proust en mayo de 1922, ya publicado
Ulises. Al salir de una cena en París, a la que también estaban invitados Picasso y
Stravinsky, ambos escritores tomaron el mismo taxi de regreso, junto a otras
personas. Según el biógrafo de Proust, George D. Painter, se habló «de trufas y
duquesas», y Joyce, que iba algo bebido, se quejaba de su vista, mientras Proust lo
hacía del estómago. Alguien preguntó a Proust si conocía la obra de Joyce, y el
francés aseguró no conocerla, a lo que repuso Joyce que tampoco conocía la de
Proust. Joyce quiso fumar y abrió una ventanilla del taxi, que fue cerrada de
inmediato, en atención a la mala salud de Proust. El vehículo dejó a cada cual en
su casa, y eso fue todo. Joyce aludió a Proust y a su obra en Finnegans Wake.94
Según el biógrafo de Joyce, Richard Ellmann, el episodio sucedió más o menos de esa
forma; aclara que Joyce no recordaba del mismo más que las continuas negativas
(noes) de una y otra parte. Joyce, en un cuaderno de notas, escribiría sobre
Proust: «Proust, bodegón analítico. El lector termina la frase antes que él». El
gran escritor francés murió el 18 de noviembre de 1922, y Joyce acudió al
funeral.95
La Obra en marcha
En años posteriores, Joyce viajó con frecuencia a Suiza para operarse los ojos y
también para tratar a su hija Lucia, quien padecía una enfermedad mental, la
esquizofrenia, según aparece registrado en el testamento del escritor a efectos de
herencia. Lucia llegó a ser analizada en esa época por Carl Jung; este, después de
leer Ulises, pensó que el padre también sufría de esquizofrenia.98 Jung afirmó que
ambos, padre e hija, se deslizaban al fondo de un río, solo que él sabía bucear y
ella se hundía irremediablemente.99100 Umberto Eco matiza aquí: «Jung se daba
cuenta de que la esquizofrenia adquiría el valor de una referencia analógica y
había que considerarla como una especie de operación "cubista" en la que Joyce,
como todo el arte moderno, disolvía la imagen de la realidad en un cuadro
ilimitadamente complejo, cuyo tono lo daba la melancolía de la objetividad
abstracta. Pero en esta operación [...] el escritor no destruye la propia
personalidad, como hace el esquizofrénico: encuentra y funda la unidad de su
personalidad destruyendo otra cosa. Y esta otra cosa es la imagen clásica del
mundo».101
Samuel Beckett.
En París, a partir de 1926, Maria y Eugene Jolas ayudaron mucho a Joyce en sus
largos años de escritura de Finnegans Wake. De no haber sido por su apoyo
inquebrantable (junto con el constante soporte financiero proporcionado por Harriet
Shaw Weaver), es posible que el escritor no hubiese terminado o publicado su último
libro. En su ahora legendaria revista literaria transition, los Jolas publicaron
periódicamente varias secciones de la novela, bajo el título de Work in Progress
(Obra en marcha), expresión ideada por Ford Madox Ford.105
Una breve estancia en Inglaterra, en 1922, le había sugerido el tema de esta nueva
obra, que sería la última. El escritor tuvo muchos titubeos al principio de su
redacción. «Es como una montaña en la que estoy haciendo túneles en todas
direcciones, sin saber qué voy a encontrar», confesó a su amigo August Suter.106 En
aquellos años, Henri Michaux y otros artistas que lo conocieron, al comprobar la
obsesión del escritor con su nueva obra, que tenía que escribir casi a ciegas,
pensaron de él que era el hombre más fermé, más desconectado de la humanidad, que
habían conocido.107 Muchas de las primeras críticas recibidas en los primeros años
eran negativas, como esta de su hermano Stanislaus en una carta: «Si la literatura
va a evolucionar en el sentido que indican tus últimas obras, va a llegar a ser,
como intuyó Shakespeare hace muchos años, mucho ruido y pocas nueces». Y en otro
lugar: «Has hecho el día más largo de toda la literatura, y ahora vas a hacer la
noche más profunda».108 En esa época Joyce importunaba mucho a su padre a distancia
con preguntas sobre todo lo relacionado con cuestiones familiares y detalles de
Dublín; ante una pregunta especialmente quisquillosa de un enviado de su hijo,
exclamó: «Qué, ¿Jim ya se ha vuelto loco?»109
Las críticas hacia los avances de la nueva obra que aparecían en transition
arreciaron entre sus allegados, hasta el punto de que su mujer, Nora, le espetó un
día: «¿Por qué no escribes libros normales para que la gente corriente pueda
entenderlos?» Joyce, desairado, llegó a pensar en ofrecer la Obra en marcha al
escritor irlandés James Stephens para que la terminara, aunque luego se echó
atrás.110 La aparición, sin embargo, en 1929, de la laudatoria colección de ensayos
Our Exagmination Round His Factification for Incamination of Work in Progress, a
cargo de Beckett y otros escritores, supuso un gran espaldarazo.
También en 1929, conoció al tenor irlandés John Sullivan, cuya carrera apoyó
durante mucho tiempo. Al año siguiente encontró en el judío Paul Léon a un
excelente amigo y colaborador.111 En 1931, atendiendo a los ruegos de su hija y de
su padre, Joyce contrajo matrimonio con su compañera de siempre, Nora Barnacle;
llevaban conviviendo desde hacía casi tres décadas.
En ese tiempo, siguió con interés la difusión y traducción de sus obras a otros
idiomas, aunque impidió la adaptación cinematográfica de Ulises. W. B. Yeats le
ofreció un puesto en la recién creada Academia de Letras Irlandesas, que él rechazo
con cortesía: «[...] dado lo que mi propio caso fue, es y, probablemente, será
[...] veo claramente que no tengo derecho alguno a que mi nombre conste entre los
de sus miembros».114 Su vida social se redujo mucho en sus últimos años en París,
que dedicó intensamente a la terminación de su libro, aunque, por ejemplo, conoció
al arquitecto Le Corbusier, con el que congenió enseguida conversando meramente
«sobre pájaros».115
Joyce está enterrado en el cementerio Fluntern; desde su tumba se oyen los rugidos
de los leones del zoo de Zúrich. Aunque dos altos diplomáticos irlandeses se
encontraban en Suiza en ese momento, no asistieron a los funerales de Joyce; el
gobierno irlandés negó a Nora posteriormente la autorización para repatriar los
restos mortales del escritor. Nora le sobrevivió diez años. Se halla enterrada a su
lado, al igual que su hijo Giorgio, muerto en 1976. Su biógrafo Ellmann informa de
que, cuando los arreglos para el entierro de Joyce se estaban realizando, un
sacerdote católico trató de convencer a Nora de celebrar una misa funeral. Siempre
fiel al criterio de su esposo, ella respondió: «No podría hacerle a él tal
cosa».121 El tenor suizo Max Meili cantó "Addio terra, addio cielo", del Orfeo de
Monteverdi, en el servicio funerario.
El catolicismo de Joyce
Uno de los aspectos más estudiados en la vida y la obra de este autor es sin duda
la relación que mantuvo con la Iglesia católica. Existe un acuerdo casi unánime,
primero, sobre su temprano rechazo de la fe,122123124125126 y, segundo, sobre las
profundas influencias recibidas del catolicismo, siempre admitidas por él mismo,
como la de la filosofía de Tomás de Aquino.
Para el austríaco Hermann Broch «nos encontramos ante una forma atávica,
personalísima, ante un residuo de su formación católico-teológica, ante un teísmo
desdeificado, en el cual lo único moderno es precisamente esta desdeificación, en
tanto que el esquema conceptual y la técnica cognoscitiva evidencian raíces
medievales».128
Según el traductor de Ulises, José María Valverde, Joyce declaró siempre deber a
sus educadores jesuitas el entrenamiento en reunir un material, ordenarlo y
presentarlo. Apostilla Valverde: «No sería arbitrario decir que la obra joyceana es
la gran contribución —involuntaria, y aun como un tiro salido por la culata— de la
Compañía de Jesús a la literatura universal».129 A partir de la época de Ulises, el
escritor manifestará una postura fríamente neutral frente al hecho religioso, que
únicamente le interesaba a efectos lingüísticos. Distinguía, eso sí, el «absurdo
coherente» católico del «absurdo incoherente» protestante.130131132133
Algunos autores, L. A. G. Strong entre ellos, llegan más lejos en este sentido al
sostener que Joyce se reconcilió al final de su vida con la religión, y que tanto
Ulises como Finnegans Wake suponen en lo fundamental expresiones católicas.147 Y no
falta quien, como Kevin Sullivan, defiende que no necesitó reconciliarse ya que en
realidad nunca abandonó la fe.148
En A Bash in the Tunnel. James Joyce by the Irish [Una fiesta en el túnel. James
Joyce por los irlandeses] opinaron sobre el tema varios de sus compatriotas
escritores, como Flann O'Brien: «Creo que, a través de velos de lascivia y
blasfemia, Joyce emerge como un verdadero católico irlandés temeroso de Dios; se
rebeló, no tanto contra la propia Iglesia, sino contra sus casi cismáticas
excentricidades, su pretensión de que existe solo un Mandamiento, la vulgaridad de
sus edificios, la superficialidad y estupidez de muchos de sus ministros. Su
rebelión, noble en sí misma, lo condujo al exilio. [...] Pero su intención era
buena. Quieras que no, como la de todos. [...] Mediante carcajadas, mitiga el
sentido de condenación que ha recibido en herencia todo católico irlandés».149
En este mismo libro, Samuel Beckett, como su amigo Thomas MacGreevy,150 aprecia en
Finnegans toda una simbología del Purgatorio cristiano, directamente enraizada en
La divina comedia de Dante, pero con una particularidad: «El Purgatorio de Dante es
cónico y por lo tanto apunta a una culminación. El del señor Joyce es esférico y
excluye toda culminación. [...] Y nada más que esto, ni premio ni castigo,
simplemente una serie de estímulos al gatito para que se alcance la cola».151
Amigo íntimo de Joyce, su paisano Arthur Power recuerda cómo encolerizaba a «su
innata espiritualidad el provincianismo dogmático de la iglesia católica romana
irlandesa, lastrando su alma inquisitiva mediante lo que para él no eran sino
rituales absurdos, prohibiciones medievales y miedos a castigos inhumanos que
perdurarían por toda la eternidad».152
Vemos que Beckett y Power albergan serias dudas de que Joyce fuese un «verdadero
católico irlandés temeroso de Dios». Dicha afirmación, de otra parte, no parece
corroborada por una lectura atenta de la correspondencia y las obras principales
del irlandés, a menos que este por algún motivo se empeñase en ocultar o encriptar
celosamente en ellas fe y ortodoxia. Si no surge en las novelas la crítica expresa
y razonada del catolicismo, como en el Retrato, lo hace su esquema paródico, como
en tantas páginas de Ulises. En general, la actitud del autor frente al fenómeno
religioso, como se ha visto,153 será ya siempre fría y profesional, no
trasluciéndose, en las dos grandes novelas finales, otra cosa que resentimiento y
sarcasmo anticlericales154 y antirreligiosos, a menudo desembocando en la blasfemia
más descarnada.155156157
En esta línea, más escuetamente, la editora de varias de las obras joyceanas, Jeri
Johnson, comenta, aunque del semiautobiográfico protagonista del Retrato: «Sus
propias palabras lo traicionan. [...] Lejos de escapar de su nacionalidad, de su
lengua, de su religión, Stephen los llevará siempre consigo».159
Recuerda el editor irlandés de Dublineses, Terence Brown, que Joyce compartía con
sus colegas del Celtic Revival, en su mayoría agnósticos o protestantes, la
convicción de que los males de Irlanda partían principalmente del hecho de la
dominación del país por parte de los ingleses. Pero, Joyce en particular,
encontraba que el otro gran poder en su país, el de la Iglesia Católica, era aún
más pernicioso para sus compatriotas, ya que nadie discutía su autoridad.161
Refiere Brown una frase lapidaria de Joyce: «No entiendo qué sentido puede tener
atronar tanto contra la tiranía inglesa, cuando es la de Roma la que se ha adueñado
del palacio del alma».162
Harry Levin, por su parte, define a Joyce como «un irlandés parisino, un hereje
católico [...], excomulgado y expatriado, el hombre sin país y sin creencias».163 Y
el profesor español Fernando Galván, responsable de una edición crítica de
Dublineses, habla en la introducción a la misma del «agnosticismo confesado del
autor».164
De una forma u otra, en una carta a su futura esposa, Nora Barnacle, de agosto de
1904, Joyce no pudo ser más explícito:
Obra
A lo largo de su vida, entre 1907 y 1939, Joyce publicó una obra corta pero
intensa, debido a lo cual suele ser considerada libro a libro. Consta de una
colección de cuentos: Dublineses, dos libros de poesía: Música de cámara y Poemas
manzanas, una obra de teatro: Exiliados, y las tres novelas que lo hicieron
célebre: Retrato del artista adolescente, Ulises y Finnegans Wake. De este autor se
conservan además una novela inacabada: Stephen Hero, un conjunto de ensayos, en
prosa y en verso, algunos poemas sueltos y dos cuentos infantiles que dedicó a su
nieto, así como abundante correspondencia. Joyce recibió importantes influencias de
los siguientes autores: Homero, Dante Alighieri, Tomás de Aquino, William
Shakespeare, Edouard Dujardin, Henrik Ibsen, Giordano Bruno, Giambattista Vico y
John Henry Newman, entre otros.
Dublineses
Artículo principal: Dublineses
Dubliners, 1914
Joyce en 1915.
Dublineses es el único libro de cuentos de Joyce, empezado en 1904 en Dublín, y
terminado en Trieste en 1914. El libro comprendía en principio doce cuentos, a los
que más tarde se añadieron otros tres.170 Los cuentos, escritos en un estilo
fuertemente realista, tratan de reflejar el anquilosamiento y el inmovilismo a que
había llegado la sociedad de Dublín a principios del siglo XX. Son «historias de
parálisis»,171172173174 reflejos de la experiencia negativa recibida por el
escritor en su juventud de la ciudad que lo vio nacer, por lo que, como toda su
obra, exhiben un fuerte contenido autobiográfico.171 Algunos cuentos se refieren a
la infancia, y otros a la edad adulta, pero en todos ellos se aprecia el afán casi
obsesivo de su autor por ser fiel a la verdad que había visto y oído, verdad que él
jamás altera o deforma.175 Según su más importante biógrafo, Richard Ellmann, el
escritor «deseaba que sus contemporáneos, en particular los irlandeses, se echasen
un buen vistazo en su bruñido espejo —como él decía—, pero no para aniquilarlos.
Tenían que conocerse a sí mismos para ser más libres y estar más vivos».176177
Esta obsesión por ser fiel a los detalles más nimios será una de las causas que
dificultará la publicación de Dublineses. El manuscrito ya obraba en poder de un
editor a principios de 1906, sin embargo, como se ha visto, no fue publicado hasta
1914, aunque no sin el apoyo incondicional de amigos como Ezra Pound y W. B. Yeats.
Las objeciones que se hacían al escritor eran principalmente de índole moral y en
último término las llevaban a cabo los propios linotipistas, los cuales se negaban
a imprimir nada que pudiera comprometerlos. El crítico Fernando Galván, en este
sentido, recuerda que «aunque hoy nos parezca absurdo, las leyes de la época hacían
responsable al linotipista de todo lo que se imprimiera, por lo que estos operarios
ejercían de hecho una censura sobre expresiones y contenidos que estimaran
ofensivos y susceptibles, por consiguiente, de ser perseguidos por la justicia».178
Puente de James Joyce, en Dublín, ciudad que inspiró toda la narrativa del autor.
Los relatos contienen en diversos lugares lo que Joyce llamó "epifanías",
revelaciones o iluminaciones repentinas de verdades profundas que transforman
súbitamente el alma o la conciencia de los personajes. Estas epifanías, que
aparecen ya en obras anteriores como Stephen el héroe y Retrato del artista
adolescente, provienen del lenguaje religioso, donde aluden a la manifestación de
lo divino. Según Jeri Johnson, responsable de una edición inglesa del libro, se
trata de un «término hoy común en el lenguaje crítico, pero fue originalmente Joyce
quien lo tomó prestado [...] de la liturgia católica, aplicándolo a los fines del
arte».179
Para José María Valverde, hoy es difícil de imaginar que relatos tan transparentes
y austeros pudieran escandalizar a nadie; las críticas vendrían precisamente por la
pureza elemental del estilo, objetivo, directo e impersonal, «que da así una
energía sin límites a lo que fotografía».185 Añade Valverde: «Ningún pesado
novelista naturalista habría podido en un millar o dos de páginas darnos tan
nítidamente el Dublín de esa época, y el perenne drama minúsculo de las vidas
corrientes en incidentes aburridos, pero reveladores».186 Y en su Historia de la
literatura universal, De Riquer y el citado Valverde valoran en especial la «pureza
expresiva» de estos relatos, apuntando asimismo que las dificultades para su
publicación pudieron provenir incluso de un veto lanzado por la realeza británica,
debido a ciertas alusiones en el libro.187
Anthony Burgess observa en Dublineses el primer gran fruto del exilio joyceano.
«Hoy nos parece un purgante suave, pero porque se trata del primero de toda una
farmacopea catártica a la que hoy ya hemos desarrollado tolerancia. [...]
Dublineses era totalmente naturalista, y ningún tipo de verdad es inofensivo; como
dijo Eliot, la especie humana no puede soportar demasiada realidad».188
Entre los muchos comentarios sobre los contenidos intertextuales presentes en este
libro, se encuentra el siguiente del amigo de Joyce, Frank Budgen: «Stephen
[Dedalus] aparece por primera vez como personaje en el Retrato del artista
adolescente, pero no cabe duda de que es el narrador anónimo de los tres primeros
estudios de Dublineses».190
Siguiendo con su carácter realista, Harry Levin rastrea a lo largo del libro
influencias, entre otros, de Chéjov, Dickens y Sherwood Anderson,191 y Jeri Johnson
comenta ampliamente la del dramaturgo Henrik Ibsen;192 esta estudiosa subraya
asimismo la «madura inteligencia estética» del muchacho de veinticinco años capaz
de componer el prodigioso relato que cierra la colección, "Los muertos".193 Según
W. Y. Tindall, esta historia sugiere, a través del personaje de Gabriel Conroy, un
lúgubre retrato del Joyce que pudo haber sido, de haber continuado en Dublín,
casado con Nora (representada por Gretta), enseñando en la universidad y
escribiendo artículos para el Daily Express,194 mientras que para Burgess «"Los
muertos" es quizá el informe más personal en la larga crónica dublinesa que supuso
el trabajo de su vida».195 Este cuento es definido por la Enciclopedia Británica
como uno de los mejores que se han escrito.196
Para José María Valverde, con esta obra alcanza el irlandés su estatura total como
escritor,201 en tanto que, para Herbert Gorman, aquí Joyce llega a ser
definitivamente él mismo.202 El Retrato es la historia de un muchacho llamado
Stephen Dedalus, que representa el álter ego de Joyce, por lo que en ella aparecen
muchos episodios basados en la vida real del escritor. El apellido del personaje
hace clara referencia a Dédalo, el arquitecto y artesano de la mitología griega
constructor del famoso laberinto de Creta —donde estaba preso el Minotauro—;
"dédalo", en castellano, es también "laberinto".
El Retrato había conocido una versión anterior, datada en 1905, que no llegó a ver
la luz: Stephen el héroe. Según cuentan sus biógrafos, esta última novela fue
escrita en tiempos de profundo desaliento para Joyce, y su abandono pudo ser
producido por una pelea con su mujer, Nora, en Trieste, en el transcurso de la cual
Joyce arrojó el manuscrito al fuego de una estufa, aunque afortunadamente fue
rescatado por una hermana del escritor.203 La versión de Sylvia Beach, editora de
Ulises, es que Joyce arrojó el manuscrito al fuego después de que el editor que
hacía el número veinte de todos a los que lo había enviado se lo devolvió y que
Nora, a riesgo de quemarse las manos, lo sacó del fuego.200 En cualquier caso, el
manuscrito daría lugar, años después, al Retrato, cuya publicación fue posible por
el apoyo decisivo, como en el caso de Dublineses, de Ezra Pound.204
Harry Levin encuentra en esta obra la transcripción literal de los primeros veinte
años de la vida de Joyce, aunque, a diferencia de otras autobiografías, el énfasis
se pone en las aventuras emocionales e intelectuales de su protagonista. Por otra
parte, la novela trata de forma cáustica a todos los personajes menos a este. La
apocalíptica retahíla sobre el Infierno a cargo del jesuita, en el capítulo 3,
muestra claras resonancias de discursos pronunciados en Moby Dick y en Los hermanos
Karamazov.209
Para Tindall, en efecto, los personajes secundarios cruzan la acción apenas como
sombras, provocaciones o meros estímulos para ayudar a desarrollarse la visión del
protagonista, de manera que los detalles del entorno casi siempre sirven como
excusas para sus epifanías.210 El pecado que más atormenta a Stephen Dedalus es el
de la soberbia, el mayor de todos los pecados, de forma que, como artista en
ciernes, amante del brillo personal, acaba dejándose deslumbrar por Lucifer ("el
que trae la luz") y su non serviam.211
Retrato del artista adolescente tuvo gran repercusión literaria. Por ejemplo, los
novedosos recursos exhibidos en sus primeros capítulos inspiraron a William
Faulkner la técnica que utilizó en su admirable descripción de la mente del idiota
protagonista de El ruido y la furia.213
Cerró los ojos, adormilado. Le temblaban los párpados como si sintieran el gran
movimiento cíclico de la tierra y de sus satélites, como si sintieran la luz
extraña de un mundo nuevo. Su alma se iba hundiendo en aquel mundo desconocido,
fantástico, vago como las profundidades marinas, surcado por formas y seres de
niebla. ¿Era un mundo, una luz vaga o una flor? Brillo y temblor, temblor y flujo,
luz en aurora, flor que se abre, manaba continuamente de sí mismo en una sucesión
indefinida, hasta la plenitud neta del rojo, hasta el desvanecimiento de un rosa
pálido, hoja a hoja, y onda de luz a onda de luz, para inundar el cielo todo de sus
dulces tornasoles, a cada matiz más densos, a cada oleada más oscuros.215
Ulises
Artículo principal: Ulises (novela)
El escritor y traductor de la obra al español, José María Valverde, cuenta que, una
noche de junio de 1904, poco tiempo después de conocer a Nora, paseaba el joven
Joyce por la calle cuando se le ocurrió piropear a una muchacha con la que se
encontró, sin darse cuenta de que venía acompañada por un militar. Recibió un golpe
y se desplomó, siendo atendido por un judío de la ciudad, famoso por las
infidelidades de su mujer. Años después, siendo empleado bancario en Roma, pensó en
utilizar este episodio como cuento para Dublineses, pero fue en realidad el germen
de la novela.216
Según el profesor y crítico español Francisco García Tortosa, Ulises es una de las
novelas más influyentes, discutidas y renombradas del siglo XX; unos tienen
referencias de ella porque siempre ha estado rodeada de escándalo, otros por su
poderoso carácter vanguardista, por su creatividad verbal, la mayor después de
Shakespeare, por haber sido la descubridora de las interioridades del hombre
moderno. También ha recibido comentarios de muy distinto signo, por lo que la
crítica, casi cien años después de su publicación, sigue sin ponerse de acuerdo
sobre su significado.217
Primera edición de Ulysses.
José María Valverde hace referencia al enorme poderío verbal de Joyce y a la gran
dificultad de la lectura de Ulises. Su autor, gran poeta, disfrutaba de una
poderosa memoria verbal e incorporó a la obra innumerables asociaciones
lingüísticas, citas literarias, trozos de óperas, canciones, vocablos extranjeros,
chistes y juegos de palabras, términos teológicos y científicos...,218 a todo lo
cual hay que añadir que cada capítulo o fragmento de la novela está escrito en un
estilo distinto: monólogo interior, imitación de inglés arcaico, del lenguaje
periodístico, teatral, hasta del esquema de preguntas y respuestas del catecismo.
Para Nabokov, este constante desplazamiento del punto de vista aporta a la obra «un
conocimiento más variado, un vislumbre más fresco y vivo de este o aquel
aspecto».219
Mr Bloom entered and sat in the vacant place. He pulled the door to after him and
slammed it tight till it shut tight. He passed an arm through the armstrap and
looked seriously from the open carriage window at the lowered blinds of the avenue.
One dragged aside: an old woman peeping. Nose whiteflattened against the pane.
Thanking her stars she was passing over. Extraordinary the interest they take in a
corpse. Glad to see us go we give them such trouble coming. Job seems to suit them.
Huggermugger in corners. Slop about in slipper-slappers for fear he'd wake. Then
getting it ready. Laying it out. Molly and Mrs Fleming making the bed. Pull it more
to your side. Our winding-sheet. Never know who will touch you dead. Wash and
shampoo. I believe they clip the nails and the hair. Keep a bit in an envelope.
Grow all the same after. Unclean job.224
El señor Bloom entró y se sentó en el sitio vacío. Tiró de la portezuela tras de sí
y dando con ella un portazo la cerró bien apretada. Pasó un brazo por la correa de
apoyo y se puso a mirar con seriedad por la ventanilla abierta del coche hacia las
persianas bajadas de la avenida. Alguien se echó a un lado: una vieja atisbando.
Nariz blanca de aplastarse contra el cristal. Dando gracias a su destino porque la
habían pasado por alto. Extraordinario el interés que se toman por un cadáver.
Contentas de vernos marchar les damos tanta molestia llegando. La tarea parece
irles bien. Cuchicheos por los rincones. Chancletean por ahí en pantuflas de felpa
por miedo a que despierte. Luego dejándolo listo. Adecentándolo. Molly y la señora
Fleming haciendo la cama. Tire más de su lado. Nuestra mortaja. Nunca sabes quién
te va a tocar muerto. Lavado y champú. Creo que cortan las uñas y el pelo. Guardan
un poco en un sobre. De todas maneras crece después. Trabajo nada limpio. [Versión
Valverde.]225
Igualmente desde el punto de vista técnico, Stuart Gilbert, el primer gran
estudioso de Ulises, desvela el procedimiento más simple que utilizó Joyce en su
composición y que consiste en la presentación de fragmentos o motivos que van
repitiéndose a lo largo de todo el libro. Estos fragmentos, una vez asimilados por
el lector, sirviendo de engranajes, contribuyen a la comprensión cabal del
mismo.226
Uno de los capítulos más ricos estilísticamente de la obra ha sido muy estudiado:
«"Los bueyes del Sol", al igual que Ulises, es un campo de debate en el que las
lecturas poéticas, novelísticas y textuales entremezclan sus reclamos, dando
ambiciosas respuestas a preguntas sobre la unidad formal y temática. (Lo humano, la
lingüística y la vida estética aparecen subsumidos en una metáfora orgánica del
crecimiento y el parto)».227
Harry Levin, por su parte, destaca una cualidad narrativa especial, vinculada a la
técnica del "monólogo interior": «La mente de Bloom no es ni una tabula rasa ni una
ilustración fotográfica, sino una película cinematográfica que ha sido
ingeniosamente cortada y montada para enfatizar los primeros planos y los fundidos
de parpadeante emoción, ciertos ángulos de observación y flashbacks con
reminiscencias. En su intimidad y continuidad, Ulises tiene más en común con el
cine que con cualquier otra forma de ficción».228 Frecuentemente se han señalado
también las virtudes puramente musicales de muchos de sus pasajes, más en
particular el capítulo "Las Sirenas", el cual, para el crítico musical Alex Ross,
«es en sí mismo un remolino contrapuntístico de imágenes, un equivalente literario
del serialismo».229
Fachada original del n.º 7 de Eccles Street, casa de Leopold y Molly Bloom en
Ulises. Se conserva en el James Joyce Centre, Dublín.
Otros críticos consideran igualmente Ulises mera continuación del Retrato, dado que
ambas obras son fuertemente autobiográficas;252 el propio Joyce reconoció este
extremo en una carta.253 Así, el material principal del libro son su ciudad,
Dublín, y la propia vida del autor. Por otra parte, aunque no se trata de una
novela social, el Dublín de Joyce, debido a la maestría descriptiva del autor, es
comparable al Londres de Dickens o el París de Balzac.254 El propio Joyce dijo en
cierta ocasión que si esta ciudad quedara destruida, se podría reconstruir a partir
de su libro.255256 Aparecen retratadas con todo detalle las circunstancias
sociales, políticas, económicas y religiosas de la capital y de Irlanda,257 con
especial mención al movimiento autonomista liderado por Charles Stewart Parnell,
que el escritor recordaba de su niñez, aunque nunca se identificó con este
movimiento, refiriéndose a veces al mismo sarcásticamente.258
Para Anthony Burgess, "cómica" es la palabra clave que define la obra, aunque esta
comicidad la vincula más bien con los clásicos de la mock-epic (los antihéroes de
Cervantes, Fielding, Dickens, Rabelais...) antes que con sus contemporáneos (P. G.
Wodehouse, Richard Gordon). Los héroes de la gran épica bufa, por un giro irónico,
siempre son más admirables, por más humanos, que los semidioses clásicos a los que
parodian. Don Quijote y Leopold Bloom no sirven como ejemplos cósmicos, en la línea
de Odiseo o Eneas, pues se limitan a tratar de mejorar la sociedad por medio de su
conducta decente.259 La comicidad en Ulises se logra a través de una gran variedad
de recursos, desde lo más chabacano a lo más sutil, y muchas veces mediante la
utilización humorística del propio lenguaje. Burgess destaca asimismo el humanismo
de la obra («one of the most humane novels ever written»), que se manifiesta, v.
gr., en la práctica ausencia de actos de crueldad y violencia.260
La novela, que había ido saliendo por entregas periódicas, fue publicada en París,
en 1922, exactamente el día 2 de febrero, fecha del cuadragésimo cumpleaños de
Joyce. Su editora fue una osada librera estadounidense afincada en París, Sylvia
Beach. La publicación hubo de superar grandes dificultades, al haber recibido todo
tipo de acusaciones de inmoralidad por su «franqueza» (ya se ha visto lo sucedido
con Dublineses). Debido a estos problemas, el libro no salió a la luz en Inglaterra
hasta muchos años más tarde, en 1936.269270
La acogida que recibió Ulises desde el primer momento fue apoteósica,271 tanto por
parte de la crítica como de la mayoría de los grandes escritores. Entre sus muchos
entusiastas, además del ya mencionado Samuel Beckett, se cuentan: W. B. Yeats, Ezra
Pound, T. S. Eliot, Ernest Hemingway, Valery Larbaud, Arnold Bennett, William
Faulkner, o Francis Scott Fitzgerald, quien ofreció al irlandés saltar por una
ventana para probarle su veneración; Joyce le rogó que no lo hiciera.272
Finnegans Wake
Artículo principal: Finnegans Wake
Finnegans Wake es el último trabajo que publicó en vida este autor. Apareció en
1939, dos años antes de su muerte, en la editorial londinense Faber & Faber.
Durante todo su proceso de creación, que se extendió a lo largo de casi veinte
años, había sido conocido como Work in Progress (Obra en marcha).
En los primeros años, Joyce avanzó mucho en el libro, pero a partir de 1930 el
progreso fue más lento. Esto se debió a varios factores. Entre los más importantes,
están sin duda la enfermedad mental que aquejaba a su hija Lucia y sus propios
problemas de salud, especialmente con la vista. Joyce, sin embargo, recibió la
ayuda de asistentes como Samuel Beckett. Este, en 1928, inició una breve relación
sentimental con Lucia Joyce, pero le puso fin en 1930, para disgusto de los padres
de Lucia, que declararon desde entonces a Beckett persona non grata.273 Los dos
escritores, sin embargo, acabarían reconciliándose un año más tarde.
Las reacciones ante lo que se iba conociendo de Finnegans Wake eran de diversa
índole. Algunas de las personas que habían apoyado el proyecto al principio, como
Ezra Pound y el hermano del autor, Stanislaus Joyce, emitieron juicios
negativos.274 En contra de estos comentarios, varios de los seguidores del autor
(el ya mencionado Beckett, Thomas MacGreevy, Eugene Jolas, William Carlos Williams,
entre otros) publicaron en su defensa el libro de ensayos de título imposible (y en
parte sugerido por Joyce), Our Exagmination Round His Factification for
Incamination of Work in Progress (1929). La ayuda prestada a Joyce por sus
ayudantes consistió principalmente en el cotejo y la anotación de términos de
distintas lenguas en tarjetas que luego usaría Joyce, o escribir el texto al
dictado del autor, debido a sus problemas de vista.275276
El título alude a una popular balada callejera de mediados del siglo XIX, donde se
narra la muerte y resurrección paródica de Tim Finnegan, un irlandés aficionado a
la bebida.
La obra se abre con una frase que se completa en las páginas finales, describiendo
una estructura circular. La influencia en este sentido del italiano Giambattista
Vico, con su visión cíclica de la historia, y de Giordano Bruno, es muy notable. El
método del monólogo interior, las alusiones literarias y las asociaciones oníricas,
así como los juegos de palabras, fueron llevados al límite en Finnegans Wake. La
obra abandona toda convención de argumento, trama y diseño de los personajes, y
está escrita en un lenguaje oscuro e inextricable, basado sobre todo en complejos
juegos de palabras expuestos en distintos niveles significativos y tomados de
varias lenguas. Sin embargo, los lectores parecen ponerse de acuerdo acerca de los
personajes principales y del sentido general de la obra.
Well, you know or don't yo kennet or haven't I told you every telling has a taling
and that's the he and the she of it. Look, look, the dusk is growing! My branches
lofty are taking root. And my cold cher's gone ashley. Fieluhr? Filou! What age is
at? It saon is late. 'Tis endless now senne eye or erewone last saw Waterhouse's
clogh. They took it asunder, I hurd thum sigh. When will they reassemble it? O, my
back, my back, my bach! I'd want to go to Aches-les-Pains. Pingpong! There's the
Belle for Sexaloitez! And Concepta de Send-us-pray! Pang! Wring out the clothes!
Wring in the dew! Godavari, vert the showers! And grant thaya grace! Aman.278279
Bueno, sabes o no sapes o no tero he dicho que todo dicho tiene un fin falorio que
es el quid y el quae del asunto. Mira, mira, está cayendo la tarde! Mis ramas en lo
alto están echando raíces. Y mi siento frío comienza a favilar. Fieluhr! Filou! Qué
edad es? Pronto es tarde. Hase na eternidad desde que mi ojo nie nadie viera por
última vez el reclogh de Waterhouse. Lo desarbolaron, oí que lo mentaban. Cuándo lo
rearbolarán? Oh, mi espalda, mi espalda, vi balda! Me iría a Aches-les-Pains.
Pingpong! Ahí está la Belle para Sexaloitez! Y Concepta del Sandánosle-ora! Pang!
Escurre la ropa! Escurre en la escarcha! Deodolente, si a raso que no llueva! Y
venga a nosotros tu gracia! Amán.280
El crítico García Tortosa destaca la extremada dificultad de su lectura, lo que ha
motivado que hasta el presente no se cuente con una traducción completa en
castellano, ya que una que salió hace años fue pronto retirada del mercado a causa
de las críticas adversas recibidas.281 Valverde llega más lejos: «Finnegans Wake
es, seguramente, el libro de más difícil lectura que se haya escrito nunca».282283
Y para Umberto Eco «constituye el documento de inestabilidad formal y ambigüedad
semántica más aterrador del que jamás se haya tenido noticia».284
Jennifer Levine encuentra una disculpa verosímil a este hecho: «La indeterminación
de Finnegans Wake surge de las extrañas condiciones ontológicas que explora la
obra, en particular, el sueño y la muerte, condiciones que hacen cuestión
primordial la esencia del yo, la propia identidad».285
Len Platt asegura por su parte que la obra anuncia «una nueva revolución de la
palabra», pero en otro sentido que Ulises: «El Wake revela una técnica de
resonancias culturales poderosamente amplias que implica no exactamente un nuevo
lenguaje, sino una nueva clase de lenguaje a través del cual se intenta, no
estabilizar el mundo, sino más bien descomponerlo en una procelosa diversidad de
posibles o potenciales significados».286 Estos significados, sin embargo, no son
tan múltiples o heterogéneos, tal y como se ha sugerido a veces, ya que, por
ejemplo, no cabe en ningún caso la interpretación de que la novela trata de "una
gran ballena blanca".287
Jorge Luis Borges, en una reseña sobre el libro, escribió: «Finnegans Wake es una
concatenación de retruécanos cometidos en un inglés onírico y que es difícil no
calificar de frustrados e incompetentes. [...] Jules Laforgue y Lewis Carroll han
practicado con mejor fortuna ese juego».290 A Stanislaus Joyce, quien, tras
criticarlo, había acabado valorando Ulises, Finnegans le desagradó: le pareció que
la obra era atribuible principalmente al poder lamentable de la adulación sobre su
hermano en París, a partir del éxito de Ulises.291
Anthony Burgess es otro acerbo defensor de Finnegans Wake, novela, como toda obra
literaria, sujeta a crítica, aunque con una dificultad: «[...] podemos legislar
para la literatura de la vigilia, pero es imposible establecer reglas para libros
que tratan de sueños». Todo el empeño del escritor británico es «refutar a aquellos
críticos que, no sabiendo lo que se pretende con Finnegans Wake, la atacan sobre la
base de criterios pedestres, allí donde la obra parece más vulnerable». Dichos
críticos, no hacen, sin embargo, más que «denunciar a la noche porque no brilla el
sol, reprenden a lo eterno porque sus relojes no pueden medirlo, extraen sus reglas
graduadas y protestan porque no hay espacio que medir». Y recuerda finalmente que
«ninguna obra importante y difícil es permanentemente ininteligible, ya que son los
grandes escritores los que crean la sensibilidad y el lenguaje del futuro».298
Hace gran hincapié Burgess igualmente en los elementos cómicos de la novela, tan
divertida como Ulises, y recuerda las grandes risotadas que escuchaba continuamente
Nora Barnacle provenientes del work-in-progress-room (el cuarto donde su esforzado
marido, casi ciego, trabajaba en la novela).299
En 1930, el estudioso Stuart Gilbert relacionó las dos grandes novelas de Joyce
desde un punto de vista plástico: «Esa combinación de naturalismo, simbolismo y
precisión tectónica, que vemos, por ejemplo, en el arte de Seurat, encuentra su
literaria contrapartida en Ulises y especialmente en Finnegans Wake: en verdad, la
textura de esta última obra (así como el método de su composición) es totalmente
pointilliste».304
Según Richard Ellmann, este libro, como los demás del irlandés, se estudia en todo
el mundo y tiene la virtud de influir poderosamente incluso en autores que no lo
han leído.307
James Joyce es autor de dos únicos libros de poemas: Música de cámara (Chamber
music, 1907) y Poemas manzanas (Pomes penyeach, 1927), además de algunos poemas
sueltos. Ambos libros son considerados obras menores: la importancia de Joyce en el
contexto de la literatura del siglo XX hubiese sido mucho menor de haberse basado
solo en su obra lírica. Es sorprendente que un escritor tan original y avanzado en
prosa se redujera a componer versos de corte tradicional, «intrascendentes y
juguetones, cuando no repletos de sentimentalismo» en los que no se aprecia ni un
retazo de la genialidad que brilla en su narrativa.309 La rica tradición literaria
que empapa al autor, tan visible en su obra narrativa, no la utilizará nunca para
ensanchar el panorama de la poesía.310
Según cuenta su hermano Stanislaus, Joyce comenzó a escribir poesía en sus últimos
años de colegio. Estas composiciones primerizas le valieron las alabanzas de
Yeats.311 Chamber Music se gestó entre 1898 y 1904 y su publicación se logró a
través de la influencia de Yeats y con la ayuda de su hermano Stanislaus, Ezra
Pound y el poeta Arthur Symons.312 Su temática general es el amor juvenil, aunque
según cuenta su hermano Stanislaus en El guardián de mi hermano, James afirmó que
lo mismo que «poemas de amor» hubiesen podido llamarse «poemas de prostitutas».
«Jim carecía de pudor», añade Stanislaus.313 Música de cámara obtuvo recensiones
favorables. En una de ellas, Ezra Pound destacó la musicalidad de los versos y su
nítido entronque con la poesía tradicional. El libro es asimismo expresivo de la
"pureza lírica" que Joyce valoraba por encima de todo,314 opinión que suscribe
Burgess, quien añade que estos poemas suenan mejor recitados que simplemente
leídos; parecen haber sido concebidos para el canto.315 Según su traductor al
español, José María Martín Triana, Música de cámara es «un suave cuarteto de
cuerdas isabelino, con algunos lamentos de trompa inglesa».316 Joyce no se
enorgullecía demasiado de este libro, y hasta llegó a negar a Padraic Colum, en
1909, que fuese poeta, aunque no le gustaba que otros coincidiesen con él en
determinados juicios.317
Por su parte, Pomes Penyeach apareció en la misma editorial que alumbró el Ulises,
en 1927. Este libro pudo resultar la respuesta de Joyce a las agrias críticas que
estaban recibiendo los adelantos que iban publicando las revistas de su obra
última, Finnegans Wake.318 Poemas manzanas muestra una temática más amplia, desde
el desconsuelo por la enfermedad a la sátira, y hasta la frustración por las
dificultades con la publicación de sus libros en el autor. Se trata de poemas
melancólicos en los que se trasluce claramente el dolor del ya largo exilio.319
Samuel Beckett dio muestras en el verano de 1927 de su entusiasmo por esta
colección de poemas.320
Las influencias en la poesía de Joyce son la poesía isabelina inglesa del siglo
XVI, y autores como Shakespeare, Yeats, Verlaine, etc.321
Cuando Ezra Pound tuvo acceso a la obra, en 1915, afirmó que era «apasionante»
aunque «sin la intensidad del Retrato». Yeats, por su parte, la rechazó para su
representación en el Abbey Theatre de Dublín, alegando que estaba demasiado
«alejada del drama folklórico y actualmente no montamos bien ni el drama
folklórico».331 El escritor austríaco Stefan Zweig alabó la obra y, en carta a su
autor, expresó el deseo de conocerlo personalmente.332 Más tarde, se cree que Zweig
influyó para su representación en Múnich, en 1919, representación que resultó un
fiasco.
Junto con Música de cámara, Exiliados se ha evidenciado como la obra menos exitosa
de Joyce. El escritor Padraic Colum hace notar en una introducción a la obra: «La
crítica siempre ha insistido en que Exiliados carece del encanto del Retrato del
artista así como de la riqueza de Ulises. [...] Siempre se la ha descartado como un
drama ibseniano, obra de un joven admirador del gran dramaturgo escandinavo».333 De
Riquer y Valverde sostienen que Exiles es una «mediocre pieza sobre el problema de
la sinceridad y su definitiva imposibilidad, con la recaída necesariamente en el
aislamiento de los que por amor intentaron ser auténticos».334
RICHARD (Todavía mirándola y hablando como una persona ausente.) Herí mi alma por
ti. La herí con una duda profundísima que nunca podrá cicatrizar. Jamás podré
saber. ¡Nunca! No quiero saber ni creer nada, no me importa. No es en la oscuridad
de la fe como yo te quiero, sino en la viviente, incansable, hiriente duda. Para
retenerte no quise utilizar lazos, ni siquiera los del amor. Luchaba sólo para
quedar unido a ti en cuerpo y alma, en absoluta desnudez... Sin embargo, ahora me
siento fatigado. Me cansan mis heridas.335
Ensayo
Joyce escribió a lo largo de su vida ensayos, conferencias, críticas de libros,
notas, artículos periodísticos, cartas a directores de publicaciones y poemas
satíricos, si bien es esta su labor menos conocida. Ya en sus obras narrativas
pueden encontrarse multitud de comentarios sobre obras literarias y otros muchos
aspectos de la sociedad, la historia y el arte. El Retrato del artista adolescente,
en concreto, contiene todo un sistema estético, y en Ulises el autor dedica un
capítulo entero a la vida y obra de Shakespeare.336 En cualquier caso, «si Joyce
jamás se consideró crítico, fue por propia decisión, no por incapacidad».337 El
primer texto de Joyce recogido en la compilación Ensayos críticos data de sus
catorce años, y el último de sus cincuenta y cinco.
Tanto el continente adulador y servil como el talante altanero y orgulloso ocultan
un carácter indigno. La Fortuna, esa pompa destellante, cuyo brillante esplendor ha
atraído, y ha engañado por igual a los orgullosos y a los pobres, es tan veleidosa
como el viento. Sin embargo, siempre hay "algo" que nos revela el carácter de un
hombre. Es la mirada.338
A partir de 1899, encontró un filón en la literatura dramática, particularmente la
obra de Ibsen, y escribió su artículo "Drama y vida". Este quizá constituya la más
clara manifestación de un credo artístico efectuada por el autor. En dicho
artículo, Joyce insiste en la superioridad del drama contemporáneo sobre el
clásico. Según Mason y Ellmann, «la superioridad del drama contemporáneo se basa en
que se halla más cerca de las eternas leyes del comportamiento humano, leyes que no
varían en función del tiempo y el espacio, postulado éste que informa el Ulises y
Finnegans Wake».339
En 1900, publica el ensayo "Ibsen's New Drama", donde insiste en sus tesis
anteriores. En 1901, el panfleto "The Day of the Rabblement", y en 1902 el ensayo
"James Clarence Mangan". En el segundo, según Eco, «vibra el desdén hacia el
compromiso con la masa, una especie de ascética aspiración al retiro y al
aislamiento absoluto del artista». En el último trabajo, estudia la intensa
imaginería de ese poeta irlandés decimonónico aficionado al opio.340
Joyce utilizó a menudo las cartas como medio de propaganda de su obra, aunque
también las usó para otros fines, como la campaña que emprendió a favor del tenor
John Sullivan, o sus infortunados proyectos económicos: importar lana irlandesa a
Italia, montar un cine en Dublín, la compañía de actores en Zúrich.353
Psicológicamente, las cartas más importantes son las que dirigió a su mujer, Nora
Barnacle, a la que parece tratar de hacer, aparte de su amante, un aliado contra el
orden imperante.354 En una carta le dice que ve en ella «la belleza y el sino de la
raza de que soy hijo».355 En otra le pide: «Acógeme en el oscuro santuario de tu
matriz. ¡Protégeme, querida, del mal!»356 Como se ha visto, también es muy conocida
la vertiente escatológica y fetichista presente en estas cartas.357358
Si las cartas a Nora evidencian su posición sentimental, las dirigidas a su hermano
Stanislaus recogen la intelectual. En esta correspondencia Stanislaus aparece como
«un hombre sólido, servicial y discutidor, a quien su hermano provoca intentos de
emulación intelectual, así como envidia y cansancio».359 Termina Ellmann su prólogo
a la edición de las cartas: «La mezcla de cualidades como el orgullo y la
quejumbre, los destellos de sinceridad en medio de peroratas de reticencia sinuosa
o confesiones fuera de lugar, confieren a sus parcos autorretratos de estas cartas
un interés muy diferente del que encontramos en las adaptaciones matizadas de Henry
James o en la elocuencia sin restricciones de D. H. Lawrence».360
Tal vez me precipitara al pensar que pretendía usted poner en duda las palabras de
Lucia. Mi opinión vuelve a ser minoritaria y de nuevo soy el único en sustentarla,
pues al parecer, todos los demás creen que está loca. Se comporta como una boba con
frecuencia, pero su mente es tan clara y despiadada como un relámpago. Es un ser
fantástico que habla una curiosa lengua propia y abreviada. Yo la entiendo total o
casi totalmente. Antes de ir a Londres, me habló de usted y de lo que usted había
hecho por mí. Quería establecer por mediación suya un vínculo decisivo entre el ser
disoluto que escribe estas líneas y la honorable persona de usted.
Carta a Harriet S. Weaver, 1/5/1935361
Legado e influencia
Ya en 1929, Samuel Beckett supo describir muy bien la gran proeza técnica que
deslumbró en las dos grandes obras de su mentor: «Aquí, la forma es el contenido, y
el contenido es la forma. Puede usted quejarse de que este material no está escrito
en inglés. Pero es que no está escrito después de todo. No está escrito para ser
leído, o no solo para ser leído. Se ha creado para ser mirado y escuchado. Su
escritura no es acerca de algo, es algo en sí mismo. [...] Cuando el sentido es
dormir, las palabras se van a dormir (véase el final de "Anna Livia"). Cuando el
sentido es bailar, las palabras bailan. [...] El lenguaje está borracho. Las
palabras se tambalean, eufóricas. [...] Aunque de ningún modo fue él el primero en
reconocer la importancia de tratar a las palabras como algo más que meros símbolos
educados. Shakespeare usa gruesas, grasientas palabras para expresar corrupción.
[...] ninguna criatura, en el cielo o en la tierra, ha usado nunca el lenguaje de
la Obra en marcha».366
Para Edmund Wilson, «Joyce es el gran poeta de una nueva fase de la conciencia
humana. Como el mundo de Proust, de Whitehead o de Einstein, el de Joyce se halla
en perpetuo cambio mientras es percibido por diferentes observadores en diferentes
momentos. Es un organismo formado de "eventos". [...] Cada uno de ellos implica a
los otros, y además es único. [...] "eventos" que transcurren en la mente de los
personajes. Pero todo se reduce a simples "eventos" como los de la física moderna y
la filosofía, eventos integrando un continuum, pero que pueden considerarse como
infinitamente pequeños».367
Umberto Eco coincide en esta perspectiva "científica" sobre la obra del irlandés,
en la cual se verifica «la transposición, en la estructura del discurso, de
fenómenos descritos por las metodologías científicas contemporáneas; la obra se
convierte en una grandiosa metáfora epistemológica».368 En Finnegans, más aún que
en Ulises, «cada palabra se convierte en un acontecimiento espacio-temporal».369
Eco, asimismo, a lo largo de todo su ensayo Las poéticas de Joyce, describe
generosamente las relaciones de la obra de Joyce, no solo con todas las vanguardias
del siglo XX, ya sean literarias, pictóricas o musicales, sino también con la
estética medieval, muy presente en todos sus libros.
El crítico de Cambridge Christopher Butler sugiere que Joyce «persigue uno de los
objetivos centrales del modernismo temprano, que es atraer a un público dispuesto a
tratar de descifrar las relaciones entre el medio y el mensaje estilístico. Sus
obras, de Stephen Hero a Finnegans Wake, marcan en este sentido los pasos
esenciales en la evolución de la literatura de la época simbolista a la post-
moderna. [Joyce es] el más humorístico y generoso de todos los escritores del siglo
XX».373
El escritor español Enrique Vila Matas, siempre que se acercó a Finnegans Wake
temió ser presa de una conmoción, «además, con el temor a no estar a la altura de
la clase de lector que espera este libro: alguien en radical contacto con lo
incomprensible y, por tanto, con el arte verdadero, con esa "hora segunda
insondable sin estrellas" de los textos más próximos a nuestra gran verdad, a la
realidad brutal y muda, sin significado, de las cosas. [...] siempre que he
emprendido la lectura de este libro admirable, he acabado golpeado, tarde o
temprano, primero por una sensación de colapso que se mezclaba con el pasmo por tan
lúcido trabajo con el lenguaje, y luego por el colapso mismo, por ya ni hablar del
consiguiente rubor al sentirme un negado para descifrar con precisión la
espectacular exploración que hizo Joyce de los límites de la literatura».374
La obra de Joyce representa uno de los casos más evidentes del impacto que un autor
extranjero puede ejercer en la literatura en castellano.384 En España se observa
muy directamente en autores como Gonzalo Torrente Ballester,385 Juan Goytisolo,386
Luis Martín Santos,387 José María Guelbenzu,388 o Julián Ríos,389 así como en los
hispanoamericanos Jorge Luis Borges,390 Carlos Fuentes, José Lezama Lima, Alejo
Carpentier, Mario Vargas Llosa,391 Fernando del Paso392 y, muy notablemente, en su
traductor Guillermo Cabrera Infante,393 entre otros muchos.
Otros autores tributarios de Joyce: Umberto Eco, Raymond Queneau, Philip Roth,
Derek Walcott, Tom Stoppard, Anthony Burgess, Philip K. Dick.394
En años recientes, sin embargo, los teóricos de la literatura han tendido a valorar
por encima de todo la ambición y la fuerza innovadora del irlandés.
En otros campos
Su impronta es también evidente en campos alejados de la literatura. La frase
«Three Quarks for Muster Mark», de Finnegans Wake, es el origen del término físico
quark, nombre de una de las partículas elementales más importantes, propuesta por
el científico Murray Gell-Mann.402 El filósofo estadounidense Donald Davidson ha
escrito sobre Finnegans Wake comparándola con las obras de Lewis Carroll. El
psicoanalista Jacques Lacan utilizó los escritos de Joyce para explicar su concepto
de sinthome. Según Lacan, la escritura de Joyce supone el último asidero que lo
libró de la psicosis.403 El filósofo deconstructivista francés Jacques Derrida
tiene asimismo un trabajo sobre el uso del lenguaje en Ulises. Derrida afirma que
esta novela hay que oírla a la vez que leerla, a fin de comprenderla en
profundidad.404
La James Joyce Society fue fundada en febrero de 1947, en el centro cultural Gotham
Book Mart, de Manhattan. Su primer miembro fue T. S. Eliot. El biógrafo de Joyce,
John Slocum, fue el primer presidente de la sociedad, y Frances Steloff, fundadora
y propietaria del centro Gotham, fue su primer tesorero.
Fachada del "James Joyce Centre", en North Great Georges Street, Dublín.
No todo son facilidades, sin embargo, para los estudiosos de la obra y la biografía
de Joyce. Stephen Joyce, nieto y único beneficiario de la herencia, ha afirmado que
ha destruido parte de la correspondencia del escritor; amenazó asimismo con
demandas si se efectuaban determinadas lecturas públicas durante el Bloomsday,407 y
bloqueó adaptaciones de obras que consideró «inapropiadas».408 El 12 de junio de
2006, Carol Shloss, profesora de la Universidad de Stanford, demandó a su vez a la
testamentaría por negarle el permiso de colgar material sobre Joyce y su hija Lucia
en la página web de la profesora.409410
Syd Barrett, miembro y primer líder de la banda de rock Pink Floyd, versioneó el
poema "Golden Hair", de Joyce, en su primer disco en solitario, The Madcap
Laughs.411
Otros compositores de música clásica que se han inspirado en este autor: Samuel
Barber, Luigi Dallapiccola, Pierre Boulez, John Cage; del pop, rock y folk: The
Pogues, Kate Bush, Jefferson Airplane, Joan Báez, Van Morrison, así como los
músicos de jazz Louis Stewart, Susanne Abbuehl, André Hodeir, etc.415416417
En el campo del cómic, su vida ha sido narrada por Alfonso Zapico en Dublinés
(2011).418 Esta obra fue galardonada en 2012 con el Premio Nacional de Cómic
español.419
Recuerdos de Joyce
El libro The Joyce We Knew. Memoirs of Joyce424 [El Joyce que conocimos. Recuerdos
de Joyce] recoge distintos testimonios sobre el escritor por parte de antiguos
amigos y paisanos.
Uno de sus compañeros de universidad, el juez Eugene Sheehy, cuenta que, en 1928,
la casa parisina de Joyce se veía repleta de pinturas y recuerdos de Dublín;
incluso el dibujo de una alfombra representaba el curso del río Liffey.426
El escritor Padraic Colum subraya que ya en 1902, solo con veinte años, Joyce se
había convertido en toda una leyenda en su ciudad.427 Colum evoca la desarmante
«madurez» del joven Joyce y su forma cautivadora de recitar poesía (incluso en
noruego, idioma que aprendió por su devoción a Ibsen) que debía a sus conocimientos
de canto.428
En la biografía de su amigo Sean Lester, periodista y diplomático, se lee que
cuando lo conoció, en 1940, Joyce, pese a su inmensa fama, no había echado a perder
su carácter. Era una persona «natural y agradable»; por su aspecto y acento, no
podía ser menos dublinés que al dejar su país, treinta años antes.429
Para el editor de este libro, el crítico irlandés Ulick O'Connor, «Ya le gustase o
no, él fue parte de un renacimiento literario, el desenlace de uno de esos
arrebatados movimientos de la imaginación que surgieron en Florencia y culminaron
en el siglo XX, en la última isla de Europa».430
Su amigo Frank Budgen describió con detalle la impresión que le causó al conocerlo:
«Su saludo manifestaba la elaborada cortesía europea, pero su actitud parecía
distante; su apretón de manos fue frío. De cerca no parecía tan alto, a pesar de
que su estatura estaba por encima de la media. El engaño era debido a su complexión
delgada, a su chaqueta abotonada y los pantalones de corte estrecho. [...] La forma
de la cabeza era la del óvalo alargado de las cabezas de la raza normanda. [...]
Detrás de sus potentes anteojos sus ojos eran de un azul claro, intenso, pero
indeterminados en su forma y de expresión impostada. Me di cuenta más tarde de que
en un momento de recelo o aprensión adquirían un resplandor celeste. [...] La
frente alta se abultaba por debajo de la primera línea del cabello. Su mandíbula
era firme y cuadrada, sus labios, delgados y apretados, trazando una línea recta.
Algo en la cabeza de Joyce me sugería a un alquimista».431
El escritor argentino Jorge Luis Borges dedicó varios poemas al autor de Ulises.
Qué importa nuestra cobardía si hay en la tierra
un solo hombre valiente,
qué importa la tristeza si hubo en el tiempo
alguien que se dijo feliz,
qué importa mi perdida generación,
ese vago espejo,
si tus libros la justifican.
"Invocación a Joyce", en Elogio de la sombra (1969)435
Obras: cronología
Música de cámara (Chamber Music, 1907)
Dublineses (Dubliners, 1914)
Retrato del artista adolescente (Portrait of the Artist as a Young Man, 1916)
Exiliados (obra de teatro) (Exiles, 1918)
Ulises (Ulysses, 1922)
Poemas manzanas o Poemas a penique (Pomes Penyeach, 1927)
Collected Poems (1936, poesía)
Finnegans Wake (1939)
Publicaciones póstumas
Stephen Hero (Stephen el héroe, escrito en 1904–06, publicado en 1944)
Letters of James Joyce Vol. 1 (cartas, Ed. Stuart Gilbert, 1957)
The Critical Writings of James Joyce (escritos críticos, Eds. Ellsworth Mason y
Richard Ellman, 1959)
The Cat and the Devil (libro infantil, 1964)
Letters of James Joyce Vol. 2 (Ed. Richard Ellman, 1966)
Letters of James Joyce Vol. 3 (Ed. Richard Ellman, 1966)
Giacomo Joyce (poema escrito en 1907, publicado en 1968)
Selected Letters of James Joyce (Ed. Richard Ellman, 1975)
The Cats of Copenhagen (libro infantil, 2012)
Finn's Hotel (epicletos, 2013)436
Adaptaciones cinematográficas
Tanto la obra de Joyce como su propia vida, han sido objeto de diversas
adaptaciones para el cine después de su muerte.
Attridge, Derek, ed. (1990). The Cambridge Companion to James Joyce. Cambridge:
Cambridge University Press. ISBN 0-521-33014-9.
Budgen, Frank (1989). James Joyce and the Making of 'Ulysses'. Oxford: Oxford
University Press. ISBN 0-19-282657-3.
Burgess, Anthony (2000). Re Joyce. N. York, London: W. W. Norton & Co. ISBN 0-393-
00445-7.
Gorman, Herbert S. (1971). James Joyce. His First Forty Years. Folcroft Library
Editions. (Reprint of Geoffrey Bles, ed. London, 1926).
Joyce, James (2000). A Portrait of the Artist as a Young Man. Introducción y notas
de Jeri Johnson. Oxford: Oxford University Press. ISBN 0-19-283998-5.
— (2000). Dubliners. Introducción y notas de Jeri Johnson. Oxford: Oxford
University Press. ISBN 0-19-283999-3.
— (2000). Dubliners. Introducción y notas de Terence Brown. London: Penguin Books.
ISBN 978-0-14-118245-2.
— (2012). Finnegans Wake. Introducción y notas de Len Platt. London: Wordsworth
Editions. ISBN 978-1-84022-661-4.
— (1975). Selected Letters of James Joyce. Intr. Richard Ellmann. London: Faber and
Faber. ISBN 0-571-09306-X.
— (1979). Ulysses. Incluye el epílogo "Ulysses: A Short History", por Richard
Ellmann. Middlesex: Penguin Books. ISBN 0-14-003000-X.
Joyce, Stanislaus (1982). My Brother's Keeper. London: Faber and Faber. ISBN 0-571-
11803-8.
Kenner, Hugh (2007). Joyce's Voices. London: Dalkey Archive Press. ISBN 978-1-
57478-428-5.
Knowlson, James (1997). Damned to Fame. The Life of Samuel Beckett. London:
Bloomsbury. ISBN 0-7475-3169-2.
Levin, Harry (1971). James Joyce: A Critical Introduction. London: Faber and Faber.
ISBN 0-571-05502-8.
O'Connor, Ulick, ed. (2004). The Joyce We Knew. Memoirs of James Joyce. Dingle
(Kerry, Ireland): Brandon. ISBN 0-86322-324-9.
Ryan, John, ed. (1970). A Bash in the Tunnel. James Joyce by the Irish. Brighton:
Clifton Books. ISBN 0-901255-19-X.
Tindall, William York (1995). A Reader's Guide to James Joyce. New York: Syracuse
University Press. ISBN 0-8156-0320-7.
Enlaces externos
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Jorge Francisco Isidoro Luis Borges conocido como Jorge Luis Borges o simplemente
Borges fue un destacado escritor de cuentos, poemas y ensayos argentino,
extensamente considerado una figura clave tanto para la literatura en habla hispana
como para la literatura universal. También fue bibliotecario, profesor,
conferencista, crítico literario y traductor. Sus dos libros más conocidos,
Ficciones y El Aleph, publicados en los años cuarenta, son recopilaciones de
cuentos conectados por temas comunes, como los sueños, los laberintos, las
bibliotecas, los espejos, los autores ficticios y la mitología europea, con
argumentos que exploran ideas filosóficas relacionadas, por ejemplo, con la
memoria, la eternidad, la posmodernidad y la metaficción. Las obras de Borges han
contribuido ampliamente a la literatura filosófica, al género fantástico y al
posestructuralismo. Según marcan numerosos críticos, el comienzo del realismo
mágico en la literatura hispanoamericana del siglo XX se debe en gran parte a su
obra.