Location via proxy:   [ UP ]  
[Report a bug]   [Manage cookies]                

James

Descargar como txt, pdf o txt
Descargar como txt, pdf o txt
Está en la página 1de 56

Artículo destacado

James Joyce
Ir a la navegaciónIr a la búsqueda
James Joyce
Jamesjoyce tuohy-ohne.jpg
Información personal
Nombre de nacimiento James Augustine Aloysius Joyce
Nacimiento 2 de febrero de 1882
Dublín, Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda
Fallecimiento 13 de enero de 1941
(58 años)
Zúrich, Suiza
Causa de la muerte Peritonitis Ver y modificar los datos en Wikidata
Sepultura Cementerio de Fluntern Ver y modificar los datos en Wikidata
Nacionalidad irlandesa
Lengua materna Inglés Ver y modificar los datos en Wikidata
Religión Catolicismo Ver y modificar los datos en Wikidata
Características físicas
Altura 71 pulgadas (1,8 m) Ver y modificar los datos en Wikidata
Ojos Azul Ver y modificar los datos en Wikidata
Cabello Castaño Ver y modificar los datos en Wikidata
Familia
Padre John Stanislaus Joyce Ver y modificar los datos en Wikidata
Cónyuge Nora Barnacle (1931-1941) Ver y modificar los datos en Wikidata
Pareja Nora Barnacle (desde 1904) Ver y modificar los datos en Wikidata
Hijos Lucia Joyce Ver y modificar los datos en Wikidata
Educación
Educado en
Clongowes Wood College
Belvedere College
University College Dublin (1898-1902) Ver y modificar los datos en Wikidata
Información profesional
Ocupación novelista, poeta
Años activo desde 1904
Movimiento Modernismo anglosajón
Obras notables
Dublineses
Retrato del artista adolescente
Ulises
Finnegans Wake
Poemas manzanas
Exiliados
Stephen el héroe Ver y modificar los datos en Wikidata
Firma James Joyce signature.svg
[editar datos en Wikidata]
James Augustine Aloysius Joyce (Dublín, 2 de febrero de 1882-Zúrich, 13 de enero de
1941) fue un escritor irlandés, mundialmente reconocido como uno de los más
importantes e influyentes del siglo XX, aclamado por su obra maestra, Ulises
(1922), y por su controvertida novela posterior, Finnegans Wake (1939). Igualmente
ha sido muy valorada la serie de historias breves titulada Dublineses (1914), así
como su novela semiautobiográfica Retrato del artista adolescente (1916). Joyce es
representante destacado de la corriente literaria de vanguardia denominada
modernismo anglosajón, junto a autores como T. S. Eliot, Virginia Woolf, Ezra Pound
o Wallace Stevens.

Aunque pasó la mayor parte de su vida adulta fuera de Irlanda, el universo


literario de este autor se encuentra fuertemente enraizado en su nativa Dublín, la
ciudad que provee a sus obras de los escenarios, ambientes, personajes y demás
materia narrativa.1 Más en particular, su problemática relación primera con la
iglesia católica de Irlanda se refleja muy bien a través de los conflictos
interiores que atormentan a su álter ego en la ficción, representado por el
personaje de Stephen Dedalus. Así, Joyce es conocido por su atención minuciosa a un
escenario muy delimitado y por su prolongado y autoimpuesto exilio, pero también
por su enorme influencia en todo el mundo. Por ello, pese a su regionalismo,
paradójicamente llegó a ser uno de los escritores más cosmopolitas de su tiempo.2

La Encyclopædia Britannica destaca en el autor el sutil y veraz retrato de la


naturaleza humana que logra imprimir en sus obras, junto con la maestría en el uso
del lenguaje y el brillante desarrollo de nuevas formas literarias, motivo por el
cual su figura ejerció una influencia decisiva en toda la novelística del siglo XX.
Los personajes de Leopold Bloom y Molly Bloom, en particular, ostentan una riqueza
y calidez humanas incomparables.3

El editor de la antología The Cambridge Companion to James Joyce [Guía de Cambridge


para James Joyce] escribe en su introducción: «A Joyce lo leen muchas más personas
de las que son conscientes de ello. El impacto de la revolución literaria que
emprendió fue tal que pocos novelistas posteriores de importancia, en cualquiera de
las lenguas del mundo, han escapado a su influjo, incluso aunque tratasen de evitar
los paradigmas y procedimientos joyceanos. Topamos indirectamente con Joyce, por lo
tanto, en muchas de nuestras lecturas de ficción seria de la última mitad de siglo,
y lo mismo puede decirse de la ficción no tan seria».4

Anthony Burgess, al final de su largo ensayo Re Joyce (1965), reconoció:


Junto con Shakespeare, Milton, Pope y Hopkins, Joyce sigue siendo el modelo más
elevado en que ha de fijarse todo aquel que aspire a escribir con propiedad. [...]
Pero, una vez leído y absorbido un solo ápice de la esencia de este autor, ni la
literatura ni la vida vuelven a ser las mismas de nuevo.5
En un texto de 1939, Jorge Luis Borges afirmó sobre el autor:
Es indiscutible que Joyce es uno de los primeros escritores de nuestro tiempo.
Verbalmente, es quizá el primero. En el Ulises hay sentencias, hay párrafos, que no
son inferiores a los más ilustres de Shakespeare o de Sir Thomas Browne.6
T.S. Eliot, en su ensayo "Ulysses, Order and Myth" ["Ulises, orden y mito"] (1923),
declaró sobre esta misma obra:
Considero que este libro es la expresión más importante que ha encontrado nuestra
época; es un libro con el que todos estamos en deuda, y del que ninguno de nosotros
puede escapar.7

Índice
1 Biografía
1.1 Dublín (1882–1904)
1.1.1 Primeros años
1.1.2 Educación
1.1.3 Stephen el héroe
1.2 Trieste y Zúrich (1904–1920)
1.2.1 Pola y Trieste
1.2.2 Zúrich
1.3 París y Zúrich (1920–1941)
1.3.1 París y el Ulises
1.3.2 La Obra en marcha
1.3.3 Última estancia en Zúrich
1.4 El catolicismo de Joyce
2 Obra
2.1 Dublineses
2.2 Retrato del artista adolescente
2.3 Ulises
2.4 Finnegans Wake
2.5 Poesía
2.6 Teatro
2.7 Ensayo
2.8 Correspondencia
3 Legado e influencia
3.1 En la literatura
3.2 En otros campos
3.3 Recuerdos de Joyce
4 Obras: cronología
4.1 Publicaciones póstumas
5 Adaptaciones cinematográficas
6 Véase también
7 Notas
8 Bibliografía
9 Enlaces externos
Biografía
Dublín (1882–1904)
Primeros años
En 1882, James Joyce nace en Brighton Square, en Rathgar, un barrio de clase media
de Dublín, en el seno de una familia católica; sus padres se llamaban John y May.
James fue el mayor de los diez hermanos supervivientes, seis mujeres y cuatro
varones. Uno de los hermanos fallecidos habría sido mayor que él, puesto que nació
y murió en 1881.8 La madre quedó encinta en total quince veces, las mismas que la
señora Dedalus, en Ulises.9

La familia de su padre, originaria de Fermoy, fue concesionaria de una explotación


de sal y piedra caliza en Carrigeeny, cerca de Cork. Vendieron la explotación por
quinientas libras, en 1842, aunque siguieron manteniendo una empresa como
«fabricantes y vendedores de sal y caliza». Esta empresa quebró en 1852.

Joyce, como su padre, sostenía que su ascendencia familiar provenía del antiguo
clan irlandés de los Galway. Para la crítica Francesca Romana Paci, el escritor
rebelde e inconformista valoraba sin embargo «la respetabilidad basada en la
tradición de una antigua casa»; sentía «apego por una cierta forma de
aristocracia».10 Los Joyce presumían de ser descendientes del libertador irlandés
Daniel O'Connell.11

Tanto su padre como su abuelo contrajeron matrimonio con mujeres de familias


adineradas. En 1887 el padre de James, John Stanislaus Joyce, fue nombrado
recaudador de impuestos de varios distritos por la Oficina de Recaudación del
Ayuntamiento de Dublín. Esto permitió a la familia trasladarse a Bray, un pequeño
pueblo de cierta categoría residencial, a diecinueve kilómetros de Dublín. En Bray
vivían junto a una familia protestante, los Vance. Una hija de éstos, Eileen, fue
el primer amor de James.12 El escritor la evocó en el Retrato del artista
adolescente, citándola por su propio nombre. Este personaje resurgirá en varias
otras obras, incluso en Finnegans Wake.13

Joyce a los seis años (1888).


Un día en que estaba jugando con su hermano Stanislaus junto a un río, James fue
atacado por un perro,14 lo que le acarrearía una fobia de por vida hacia estos
animales; también le causaban pavor las tormentas, debido a su profunda fe
religiosa, que hacía que las considerase como un signo de la ira de Dios.15 Un
amigo le preguntó en cierta ocasión por qué estaba asustado, y James replicó: «A ti
no te criaron en la Irlanda católica».16 De estas pertinaces fobias quedaron
cumplidas muestras en obras como Retrato del artista adolescente, Ulises y
Finnegans Wake.17

Entre febrero y marzo de 1889, el Libro de Castigos del colegio de Conglowes recoge
que el futuro escritor, contando siete años, recibió dos palmetazos por no llevar a
clase cierto libro, seis más por tener las botas sucias y cuatro por proferir
«palabras indecentes», algo a lo que Joyce fue siempre muy aficionado.18

En 1891, con nueve años, James escribe el poema titulado "Et tu, Healy", que trata
de la muerte del político irlandés Charles Stewart Parnell. El padre quedó tan
encantado que hizo imprimirlo, e incluso envió una copia a la Biblioteca
Vaticana.19 En noviembre de ese mismo año, John Joyce ve su nombre registrado en la
Stubbs Gazette, un boletín de impagos y quiebras, y es apartado de su trabajo.20
Dos años más tarde es despedido, coincidiendo con una severa reorganización de la
Oficina de Recaudación, que comprendía una importante reducción de personal. John
Joyce, con antecedentes por gestión poco cuidadosa,21 sufrió especialmente la
crisis, e incluso estuvo a punto de ser despedido sin una indemnización, algo que
consiguió evitar su esposa.22 Este fue el inicio de la crisis económica de la
familia, debida a la incapacidad del padre para gestionar sus finanzas, y también a
su alcoholismo.23 Esta tendencia, muy común en su familia, sería heredada por su
hijo mayor, bastante manirroto en general;24 solo en sus últimos años adquirió
James el hábito del ahorro, especialmente debido a la grave enfermedad mental que
aquejó a su hija Lucia, circunstancia que le acarreó grandes gastos.25 En una
ocasión, su hermano Stanislaus le reprochó: «Puede que haya personas que no estén
tan preocupadas por el dinero como tú». A lo que él replicó: «Oh, diantre, puede
que las haya, pero me gustaría que uno de esos individuos me enseñara el truco en
veinticinco lecciones».26

Educación
El futuro escritor se educó en el selecto Clongowes Wood College, un internado de
jesuitas, cerca de Sallins, en County Kildare. Según su primer biógrafo, Herbert S.
Gorman, al ingresar en este centro (1888), era «de constitución esbelta, muy
nervioso, sensible como una niña y tenía la bendición o la maldición (esto depende
del punto de vista) de un temperamento introspectivo».27 James, que «fue elegido
para el honor de servir como monaguillo en misa»,28 no tardó en distinguirse como
alumno muy aventajado, en todo menos en matemáticas.29 Destacaba incluso en materia
deportiva, según declararía su hermano Stanislaus,30 pero tuvo que abandonar la
institución cuatro años más tarde debido a los problemas financieros de su padre.
Se matriculó entonces en el colegio de la congregación de los Christian Brothers,
ubicada en North Richmond Street, Dublín. Más tarde, en 1893, se le ofreció una
plaza en el Belvedere College de la misma ciudad, regentado igualmente por
jesuitas. La oferta se hizo, al menos en parte, con la esperanza de que el
distinguido estudiante ingresara en la orden, sin embargo este rechazó el
catolicismo ya en edad temprana; según Ellmann, a los dieciséis años.31

James siguió destacando en los estudios. Muy concienzudo en su preparación,


obligaba a su madre a tomarle diariamente la lección después de la comida.32 En
esta época, recibió distintos premios escolares. No sabiendo qué hacer con tanto
dinero (la dotación a veces alcanzaba las veinte libras de la época), lo destinaba
a la compra de regalos para sus hermanos; cosas prácticas, como zapatos y vestidos,
aunque también los invitaba al teatro, en las localidades más baratas.33

Sus lecturas en la época del Belvedere son abundantes y profundas, en inglés y


francés: Dickens, Walter Scott, Jonathan Swift, Laurence Sterne, Oliver Goldsmith;
también le impresionó vivamente el estilo del clérigo John Henry Newman. Entre los
poetas, leía con fruición a Byron, Rimbaud y Yeats. Y dedicó asimismo mucha
atención a George Meredith, William Blake y Thomas Hardy.3435

Antigua ubicación del University College Dublin.


En 1898, se matriculó en el recientemente inaugurado University College de Dublín
para estudiar lenguas: inglés, francés e italiano. Joyce era recordado por ser buen
estudiante, aunque de trato difícil. Seguía aplicándose con ahínco a la lectura.
Según uno de sus más importantes glosadores, Harry Levin, en general dedicaba sus
esfuerzos a los idiomas, la filosofía, la estética y la literatura contemporánea
europea.36 Algunos de sus biógrafos han destacado como su interés principal la
gramática comparada.

También se sabe que tomaba parte activa en las actividades literarias y teatrales
de la universidad. En 1900, como colaborador de la revista The Fortnightly Review,
publica su primer ensayo, con el título de "New Drama", sobre la obra del noruego
Henrik Ibsen, uno de sus escritores predilectos.3738 El joven crítico recibió una
carta de agradecimiento de parte del propio Ibsen. En este periodo, escribió
algunos artículos más, además de dos obras teatrales, hoy perdidas. Muchas de las
amistades que hizo en la universidad aparecerían retratadas posteriormente en sus
obras. Según Harry Levin, el escritor «no olvidaba ni perdonaba nada. Cualquier
parecido con personas y situaciones reales, vivas o muertas, era cuidadosamente
cultivado».39

Joyce fue miembro de la Literary and Historical Society, de Dublín. Presentó su


trabajo titulado "Drama and Life" a dicha sociedad en 1900. Con ocasión de la
lectura pública de este ensayo, se le exigió que suprimiera varios pasajes. Joyce
amenazó al presidente de la sociedad con no leerlo, y al final consiguió hacerlo
sin una sola omisión. Sus palabras fueron duramente criticadas por algunos
asistentes, y Joyce les replicó pacientemente durante más de cuarenta minutos, por
turno, sin consultar una nota, lo que consiguió suscitar grandes aplausos entre el
público.40 En esa época conoció a Lady Gregory, y en octubre de 1902, a W. B.
Yeats, encuentro que sería trascendental para Joyce. Este poeta le escribió una
carta en el mes de diciembre elogiando su poesía y aconsejándole que cambiase de
aires. Donde el joven escritor debía estar era en Oxford.41

En 1903, tras su graduación, se instaló en París con el propósito de estudiar


Medicina, pero la ruina de su familia (que se vio obligada a vender todos sus
enseres e instalarse en una pensión) le hizo desistir de sus propósitos y buscar
trabajo como periodista y profesor. Su situación financiera era tan precaria
entonces como la de su familia, hasta el punto de que pasó verdadera hambre, lo que
hacía llorar a su madre cada vez que llegaba carta de París.42 James regresó a
Dublín meses después para asistir a su madre, enferma terminal de cáncer.43La madre
de Joyce, May (Mary Jane),44 pasó sus últimas horas en coma, con toda la familia
arrodillada y sollozando a su alrededor. Al ver que ni Stanislaus ni James estaban
arrodillados, el abuelo materno los conminó a hacerlo, pero los dos rehusaron.45
Según José María Valverde, Joyce siempre se acusó de esta dureza final.464748 La
muerte de su madre lo sumió en un desasosiego que lo llevó a la búsqueda de
amistades por los bajos fondos dublineses; gustaba de vagabundear con una gorra de
yachtman y unos ajados zapatos de tenis.49 Fueron días difíciles en los que probó
algún oficio y trató de subsistir en parte gracias a los préstamos de los amigos, e
incluso cantando, puesto que era un consumado tenor, llegando a lograr un premio en
el festival irlandés de Feis Ceoil en 1904.50

Stephen el héroe
Artículo principal: Stephen el héroe
En enero de 1904, trató de publicar una obra en la que había estado trabajando, A
Portrait of the Artist [Retrato del artista], una historia autobiográfica con
elementos ensayísticos centrada en cuestiones de estética. Este escrito, indigno de
su autor, en palabras de José María Valverde,51 fue rechazado por la revista de
librepensamiento Dana. Joyce entonces, con motivo de su vigésimo segundo
cumpleaños, decidió revisar el trabajo y convertirlo en una novela que titularía
Stephen Hero (Stephen el héroe). Esta obra, que alcanzaría las mil páginas de
borrador y recoge los primeros años y los de universidad de Stephen Dedalus, fue
escrita a la par que los relatos de Dublineses. El crítico W. Y. Tindall sostiene
que el lector de las felicidades narrativas presentes en los cuentos se sorprenderá
ante las ordinarieces de la novela, calificada por el propio Joyce de «rubbish»,
basura.52 Stephen Hero no se publicaría en vida del autor, pero fue el germen de
una obra mayor como es Retrato del artista adolescente, empezada en 1907.53

1904 fue el mismo año en que conoció a Nora Barnacle, una joven de Galway que
trabajaba como camarera de pisos en el hotel Finn's, de Dublín. Se dice que
tuvieron su primera cita el 16 de junio de 1904, y por tal motivo esta, según sus
biógrafos, fue la fecha elegida para ambientar su obra capital, Ulises.54

Martello Tower, donde vivió Joyce con Gogarty.


Joyce permaneció en Dublín algún tiempo más, bebiendo en exceso. En el transcurso
de una de sus borracheras, debido a un malentendido, se metió en una pelea con un
hombre, en el parque St Stephen's Green; tras la pelea, James fue recogido y aseado
por un conocido de su padre, Alfred H. Hunter, que lo condujo a su casa para que le
curasen las heridas.55 En Dublín se rumoreaba que Hunter era judío y que su mujer
le era infiel. Esta persona pudo ser uno de los modelos utilizados por Joyce para
uno de los personajes centrales de su novelística, Leopold Bloom, el protagonista
de Ulises.56 Del mismo modo, se inspiró en el estudiante de medicina y escritor
Oliver St. John Gogarty para el personaje de Buck Mulligan en dicha obra.57

Tras permanecer durante seis días en la vivienda de estudiante de Gogarty, Martello


Tower (Torre Martello), tuvo que abandonarla en plena noche tras una escena con
Gogarty y otro compañero, en cuyo transcurso aquel disparó su pistola sobre unas
cacerolas que colgaban sobre la cama de James.58 Este caminó toda la noche de
vuelta a Dublín para poder descansar en su casa, y al día siguiente envió a un
amigo a la torre por sus pertenencias. Poco después partió con Nora hacia el
continente.

Trieste y Zúrich (1904–1920)


Pola y Trieste
Joyce y Nora iniciaron su autoimpuesto exilio desplazándose primero a Zúrich, donde
se suponía que le esperaba un puesto como profesor de inglés en la Berlitz Language
School, facilitado por un agente en Inglaterra. Resultó que el agente inglés había
sido estafado, pero el director de la escuela lo reexpidió a Trieste, ciudad que
fue parte del Imperio austrohúngaro hasta el 16 de julio de 1920, pasando a ser
italiana por el tratado de Saint Germain-en-Laye. Aunque tampoco allí había ningún
puesto libre para Joyce, con la ayuda de Almidano Artifoni, director de la escuela
Berlitz de Trieste, finalmente consiguió unas clases en Pula (Pola, en italiano),
ciudad entonces también austrohúngara, y hoy parte de Croacia.

Desde octubre de 1904 hasta marzo de 1905, permaneció en Pula dando clases sobre
todo a oficiales de la armada austrohúngara estacionados en la base militar de
dicha ciudad. En marzo de 1905 se descubrió un complot de espionaje en la ciudad y
todos los extranjeros fueron expulsados. Con la ayuda de Artifoni, los Joyce
regresaron a Trieste y James empezó a enseñar inglés allí. Permanecería en la
ciudad durante la mayor parte de los diez años siguientes.2 El idioma que se
hablará en casa del escritor a partir de ese momento será el italiano. En esta
lengua reprendería años después a su díscolo hijo Giorgio y se comunicaría siempre
con su hija Lucia, mientras esta se hundía en una demencia progresiva.59

En ese mismo año, Nora dio a luz al primero de sus hijos, el citado Giorgio.60
James se puso entonces en contacto con su hermano, Stanislaus, tratando de atraerlo
a Trieste para que se reuniera con él como profesor en la escuela. Las razones que
adujo fueron reclamar su compañía y ofrecerle un futuro más prometedor que el que
Stanislaus disfrutaba en Dublín, como simple empleado; lo cierto era que James
necesitaba aumentar los ingresos en su familia con la contribución de su hermano.61
Las relaciones entre los hermanos fueron tirantes en el tiempo que vivieron juntos
en Trieste, principalmente debido a la frivolidad de James con el dinero y la
bebida.62
La vida rutinaria en Trieste frustraba la pasión viajera del escritor, quien
decidió trasladarse a Roma a finales de 1906. Marchó con la seguridad de contar con
un puesto administrativo en un banco de la ciudad. Sin embargo, sintió enseguida
gran aversión por esta y terminó regresando a Trieste, a principios de 1907. Su
hija Lucia nació en el verano de ese mismo año. También en 1907 apareció su primer
libro, el volumen de poemas de amor Música de cámara (Chamber Music) y se le
presentaron los primeros síntomas de iritis, una enfermedad de los ojos que con los
años le dejaría casi ciego.

Continuó durante estos años escribiendo, principalmente relatos, e iniciándose en


la línea experimental que sería característica de su obra posterior. También
manifestó en esta época, por un lado, cierto rechazo por la búsqueda nacionalista
de los orígenes de la identidad irlandesa, y por otro, su voluntad de preservar y
fomentar la propia experiencia lingüística, que guiaría todo su trabajo literario:
esto le condujo a reivindicar su lengua materna, el inglés, en detrimento de una
lengua gaélica que estimaba readoptada y promovida artificialmente.63646566

Joyce regresó a Dublín en el verano de 1909, llevando con él a su hijo Giorgio. Su


propósito era visitar a su padre y publicar su libro de cuentos Dublineses. Sin
embargo, a primeros de agosto, sufrió uno de los mayores disgustos de su vida,
cuando a través de un complot organizado por sus amigos Saint-John Gogarty y
Vincent Cosgrave, le fue sugerido que su compañera, Nora, le había sido infiel en
el pasado. Incluso era posible que Giorgio no fuese hijo suyo.67 Solo los tenaces
desmentidos de otro amigo, John Francis Byrne, de su hermano Stanislaus, y las
cartas desesperadas de Nora lograron hacerle comprender que todo había sido un
infame montaje.68

Una vez superada esa preocupación, visitó a la familia de Nora, en Galway. Esta fue
su primera visita a la familia de su mujer y, para su alivio, la acogida que se le
dispensó fue muy satisfactoria. Incluso salió a pasear con Kathleen, la hermana de
Nora, que le dio «lecciones sobre el mar», según ella misma contaría.69 Estaba
preparándose para volver a Trieste cuando decidió llevar consigo a una de sus
hermanas, Eva, para que ayudase a Nora en las labores domésticas. Regresó a dicha
ciudad, pero solo por un mes. Volvió a Dublín representando a unos propietarios
para tratar de instalar en esta ciudad un cine, el "Volta". Su gestión fue exitosa,
aunque el escritor solo se involucró en ella durante unos meses; sus socios no
tardaron en vender el negocio, y Joyce finalmente no obtuvo beneficio alguno.70
Tampoco cuajó su intento de importar tweed irlandés a Italia; finalmente el
escritor volvió a Trieste, en enero de 1910, acompañado por otra de sus hermanas,
Eileen. Mientras que Eva enseguida sintió nostalgia de su ciudad natal, y
regresaría años más tarde, Eileen pasó el resto de su vida en el continente
europeo, donde se casaría con un cajero de banco checo.

1912 fue un año de penurias para los Joyce. Para ayudar a la economía doméstica, el
escritor pronunció varias conferencias a primeros de año en la Università Popolare
y siguió publicando artículos en los periódicos.71 En abril realizó unas pruebas
para convertirse en profesor en Italia, a sueldo del Estado. Obtuvo 421 puntos
sobre 450, resultando apto, pero la burocracia italiana finalmente lo impidió por
su condición de extranjero.

Volvió fugazmente a Dublín con toda su familia, en el verano de 1912. Prosiguió la


pugna sobre la publicación de Dublineses con el editor George Roberts. Mientras
estaba en Irlanda, su hermano Stanislaus, que seguía en Trieste, le informó de que
iban a desahuciarlos. Finalmente, Stanislaus buscó otro piso más pequeño, donde se
trasladaron todos; allí viviría James con su mujer e hijos todo el tiempo que
permaneció en Trieste. Las discusiones sobre Dublineses con su editor se centraban
principalmente en el relato "An Encounter" ("Un encuentro"), en el que la trama
insinúa que uno de los personajes es homosexual. Añadido a estos problemas, todo su
entorno dublinés le negó su apoyo, pues le acusaba, entre otras cosas, de
traicionar a su país a través de sus escritos.72 El libro finalmente no se publicó
(no lo haría hasta dos años más tarde) y aquel fue el último viaje de Joyce a
Dublín, pese a las muchas invitaciones por parte de su padre y de su viejo amigo,
el poeta William Butler Yeats. Ese fracaso fue motivo de que escribiera una
venenosa sátira contra Roberts: "Gas from a Burner" ("Gases de un quemador", vid.
fragmento en la sección Ensayo), en la que habla de un «escritor irlandés exiliado»
(«an Irish writer in foreign parts»).73

Italo Svevo, gran amigo de Joyce durante su estancia en Italia.


En esa época trató al escritor Ettore Schmitz (más tarde conocido como Italo Svevo,
de origen judío), quien fue alumno suyo de inglés y con el cual mantendría una
larga amistad.74 Entre 1911 y 1914 se enamoraría platónicamente de una de sus
alumnas, Amalia Popper, hija de un negociante judío llamado Leopoldo. Esta joven le
sugeriría multitud de escritos y poemas, a veces preñados de humor e ironía.

En 1913, el poeta Ezra Pound, al tanto de la precariedad de su economía, le escribe


por recomendación de Yeats para ofrecerle colaborar en publicaciones como The
Egoist y Poetry.

Al año siguiente, 1914, a punto de desatarse la Primera Guerra Mundial, consiguió


por fin que un editor londinense al que conocía de tiempo atrás, Grant Richards,
publicase Dublineses. La mayor parte de las críticas surgidas fueron buenas, aunque
censuraban algunos cuentos por cínicos o sin sentido. Se vendieron pocos
ejemplares, por lo que Joyce se quejó al editor, pero este le contestó que desde
que había empezado la guerra las ventas habían caído en picado.75 En ese tiempo, el
escritor siguió trabajando en el Retrato, terminó Exiliados y empezó Ulises, novela
que tenía en la cabeza ya desde 1907.

Zúrich
En 1915, H. G. Wells se declaró profundo admirador de la obra de Joyce, que leía a
partir de las entregas en The Egoist. Ese mismo año, Joyce y familia, ciudadanos
británicos, hubieron de dejar el Trieste austro-húngaro por la guerra. Stanislaus,
por su parte, fue encerrado en un campo de presos. Los Joyce se trasladaron a
Zúrich, Suiza, país neutral, donde el escritor vivió años de gran creatividad. En
esta época, su fama crecía día a día, pero sus ingresos seguían siendo exiguos;
sobrevivió a base de dar clases, además de con la ayuda de Pound, Yeats, Wells y
Harriet Shaw Weaver, editora de la revista The Egoist, quien se convirtió en su
agente y le aportó ingresos suficientes para ir tirando en los años siguientes.

En diciembre de 1916 se publicaron la primera edición norteamericana de Dublineses


y la primera mundial de Retrato del artista adolescente. Ambas se llevaron a cabo
por los esfuerzos del editor neoyorquino B. W. Huebsch, complaciendo en ello a
Joyce; este, en octubre, había sufrido una especie de colapso nervioso o depresión,
sin embargo había asegurado a Huebsch que 1916 era su año de la suerte.76 El
Retrato, basado en la inconclusa Stephen el héroe, es en parte un monólogo interior
de sentido profundamente irónico, en el que Joyce demuestra su maestría en el
retrato psicológico. La publicación en Estados Unidos le dio a conocer a un público
mucho más amplio. Al año siguiente, 1917, se le agudizaron al autor los problemas
en la vista que ya se le habían declarado en Trieste: padecía glaucoma y
sinequia.77 En interpretación de algún estudioso, estos problemas pudieron deberse
incluso a que, debido a ciertas evidencias, y atendiendo a sus propias palabras —«I
deserve all this on account of my many iniquities.» [«Todo esto me lo tengo bien
merecido por mis muchas iniquidades.»]—, el autor había contraído la sífilis en su
juventud.78

Con todo, su fama se había agigantado hasta el punto de que llegó a recibir
donaciones regulares de dinero en metálico por parte de una admiradora anónima;
según Ellmann, «hasta que pudiera encontrar una situación estable». También en
1917, durante un viaje de salud a Locarno, se enamoró de una médica alemana de
veintiséis años, Gertrude Kaempffer, a la que hizo francas proposiciones sexuales
que ella, aunque lo admiraba intelectualmente, rechazó. En Ulises, llamó Gerty
(diminutivo de Gertrude) a la joven con la que Leopold Bloom se excita en el
episodio Nausicaa.

De regreso en Zúrich, recibe la noticia de que un nuevo benefactor anónimo le


ingresará mensualmente la cantidad de mil francos. Esto permitió al escritor dejar
de dar algunas lecciones en su casa. Más tarde se enteró de que su última
benefactora era la esposa de un millonario.79 En 1918 se inició una época buena
para Joyce; fundó en Zúrich la compañía teatral "The English Players" con un actor
inglés llamado Claud Sykes; representaron preferentemente dramas irlandeses.80 Por
otra parte, menudearon las fiestas con sus amigos de Zúrich, August Suter y Frank
Budgen. Su mujer, Nora, sin embargo, se manifestaba indignada por el alcoholismo de
su marido y solía reprochárselo a aquellos, porque impedían al escritor centrarse
en su "libro" (el Ulises), de cuya naturaleza ella en el fondo no tenía ni idea.
Según Ellmann, «Joyce se sorprendía siempre al comprobar la indiferencia, e incluso
aversión, de Nora por sus libros».81 Joyce comentó una vez a Budgen:

En la gente que se me acerca, en la que me conoce y la que llega a tener amistad


conmigo, suelo tener un tipo u otro de influencia. En cambio, la personalidad de
Nora es tan especial que no logro que la mía pueda afectarla, está hecha
completamente a prueba de la mía.82
Los dos esposos en general se llevaban bien. Nora tendía a moderar las flaquezas de
su marido, y en la educación de Lucia y Giorgio, era más severa que él, pues
incluso les aplicaba el castigo físico. El escritor en cambio aseguraba que a los
niños «hay que educarlos con amor, no con castigos».

Joyce demostró en varias ocasiones su neutralidad en relación con la guerra, y


llegó a escribir un poema satírico ("Dooleysprudencia")83 contra las autoridades
consulares británicas en Suiza, con las que tuvo varios encontronazos.84

El drama Exiles se publicó en mayo de 1918, simultáneamente en Inglaterra y Estados


Unidos. En ese tiempo Ulises estaba siendo publicado por entregas en la revista
Little Review; el poeta T. S. Eliot, que las seguía puntualmente, escribió
admirado, en la revista Athenaeum (1919):
La ordinariez y el egoísmo quedan justificados al ser explotados hasta alcanzar
verdadera grandeza en la última obra de Mr. James Joyce.85
Virginia Woolf y su marido Leonard estimaban mucho lo que iba apareciendo, pese a
que su procacidad los escandalizaba.86 Katherine Mansfield, en casa de éstos,
después de ridiculizarlo, afirmó muy seria que algunas de sus escenas pertenecían a
la gran literatura.87 Por ese tiempo, Nora le dijo llorando a Frank Budgen: «Jim
quiere que vaya con otros hombres para poder escribir al respecto».88 El
matrimonio, sin embargo, debía bromear sobre el asunto, según se desprende de su
correspondencia,89 en algunos casos de muy subido tono sexual, y hasta
pornográfico. He aquí un pasaje ligero:
¡Me gustaría que me flagelaras, Nora, amor mío! Me encantaría haber hecho algo que
te desagradara, algo insignificante incluso, tal vez una de mis costumbres bastante
indecentes que te hacen reír: y después oír que me llamas a tu habitación y
encontrarte sentada en un sillón con tus gruesos muslos separados y la cara roja
como un tomate de ira y un bastón en la mano.
Carta, se cree, de 13/12/190990

Busto de Joyce en el parque de St. Stephen's Green, Dublín.


En 1918 Joyce se enamoró de una muchacha suiza que ya tenía un amante, y cuyo
nombre era Marthe Fleischmann; se escribieron con asiduidad, pero al parecer ella
solo le dejó acariciarla en una ocasión. Esta mujer también aparece reflejada en
varios personajes femeninos de Ulises. Al reprocharle un amigo estas infidelidades,
el escritor respondió: «Si me permitiera alguna limitación en este asunto, para mí
sería la muerte espiritual».91 Joyce no dejaba de excederse con el alcohol, pero
ahora lo hacía a escondidas de su mujer. Tuvo que dejar de beber absenta, que hacía
sus delicias, y le dio por el vino blanco que, en palabras suyas, para él era
"electricidad".92 Por esa época, tenía que replicar una y otra vez a los amigos que
iban leyendo Ulises capítulo a capítulo (amigos como Miss Weaver, Ezra Pound...),
por sus críticas a los cambios de estilo que iba introduciendo de uno a otro,
cambios que la posteridad ha declarado una de las virtudes más llamativas del
texto.

Stanislaus fue finalmente liberado del campo de presos en que había pasado toda la
guerra. Los Joyce regresaron a Trieste, y aquel se negó a compartir la vivienda con
ellos; además estaba molesto con su hermano por varias cosas, entre ellas porque
James no le había dedicado Dublineses según había prometido.

París y Zúrich (1920–1941)


París y el Ulises
A mediados de 1920, fue atraído a París por Ezra Pound, que lo tentó con la
posibilidad de que se tradujesen al francés el Retrato y Dublineses. Joyce iba para
una semana, pero al final se quedó veinte años.

1921 fue un año de intenso trabajo para rematar Ulises. Durante el mismo, mantuvo
una estrecha relación con el escritor norteamericano Robert McAlmon, quien le
prestó dinero y le sirvió accidentalmente de mecanógrafo para el último capítulo de
Ulises: "Penélope". En ese año tuvo también mucho contacto con Valery Larbaud y con
Wyndham Lewis, y conoció a Ernest Hemingway, que llegó a París recomendado por
Sherwood Anderson.93

Joyce tuvo su único encuentro con Marcel Proust en mayo de 1922, ya publicado
Ulises. Al salir de una cena en París, a la que también estaban invitados Picasso y
Stravinsky, ambos escritores tomaron el mismo taxi de regreso, junto a otras
personas. Según el biógrafo de Proust, George D. Painter, se habló «de trufas y
duquesas», y Joyce, que iba algo bebido, se quejaba de su vista, mientras Proust lo
hacía del estómago. Alguien preguntó a Proust si conocía la obra de Joyce, y el
francés aseguró no conocerla, a lo que repuso Joyce que tampoco conocía la de
Proust. Joyce quiso fumar y abrió una ventanilla del taxi, que fue cerrada de
inmediato, en atención a la mala salud de Proust. El vehículo dejó a cada cual en
su casa, y eso fue todo. Joyce aludió a Proust y a su obra en Finnegans Wake.94
Según el biógrafo de Joyce, Richard Ellmann, el episodio sucedió más o menos de esa
forma; aclara que Joyce no recordaba del mismo más que las continuas negativas
(noes) de una y otra parte. Joyce, en un cuaderno de notas, escribiría sobre
Proust: «Proust, bodegón analítico. El lector termina la frase antes que él». El
gran escritor francés murió el 18 de noviembre de 1922, y Joyce acudió al
funeral.95

La publicación de Ulises (Ulysses, en inglés), considerada su obra maestra,96


representó su consagración literaria definitiva. La obra fue publicada por la
estadounidense afincada en París Sylvia Beach, propietaria de la famosa librería
Shakespeare & Co. Se trata de una novela experimental, cada uno de cuyos episodios
o aventuras, en palabras del propio Joyce, pretendía no sólo condicionar, sino
también generar su propia técnica literaria.97 Junto al flujo de conciencia o
monólogo interior (técnica que había usado ya en su novela anterior) se encuentran
capítulos escritos al modo periodístico, teatral, de ensayo científico, etc.

Joyce en Zúrich, hacia 1918.


Ulises es una novela llena de simbología, en la que el autor experimenta además
continuamente con el lenguaje. Sus ataques a las instituciones, principalmente la
Iglesia católica y el Estado, son continuos, y muchos de sus pasajes fueron
juzgados intolerablemente obscenos por sus contemporáneos. Inversión irónica de la
Odisea de Homero, la novela explora con meticulosidad las veinticuatro horas del 16
de junio de 1904, en la vida de tres dublineses de la clase media baja: el judío
Leopold Bloom, que vaga por las calles de Dublín para evitar volver a casa, en la
que sabe que su mujer, Molly (segundo personaje), le está siendo infiel; y el joven
poeta, Stephen Dedalus, que presenta un perfil ya más maduro que el del
protagonista de su obra anterior, Retrato del artista adolescente. El Ulises es a
grandes rasgos un retrato psicológico de nuestro tiempo, y desde su publicación,
numerosos críticos han tratado de rastrear en él las conexiones con la literatura
inmediatamente anterior (Zola, Mallarmé), y con la clásica (Homero, Shakespeare),
en un intento de interpretar sus múltiples facetas.

La Obra en marcha
En años posteriores, Joyce viajó con frecuencia a Suiza para operarse los ojos y
también para tratar a su hija Lucia, quien padecía una enfermedad mental, la
esquizofrenia, según aparece registrado en el testamento del escritor a efectos de
herencia. Lucia llegó a ser analizada en esa época por Carl Jung; este, después de
leer Ulises, pensó que el padre también sufría de esquizofrenia.98 Jung afirmó que
ambos, padre e hija, se deslizaban al fondo de un río, solo que él sabía bucear y
ella se hundía irremediablemente.99100 Umberto Eco matiza aquí: «Jung se daba
cuenta de que la esquizofrenia adquiría el valor de una referencia analógica y
había que considerarla como una especie de operación "cubista" en la que Joyce,
como todo el arte moderno, disolvía la imagen de la realidad en un cuadro
ilimitadamente complejo, cuyo tono lo daba la melancolía de la objetividad
abstracta. Pero en esta operación [...] el escritor no destruye la propia
personalidad, como hace el esquizofrénico: encuentra y funda la unidad de su
personalidad destruyendo otra cosa. Y esta otra cosa es la imagen clásica del
mundo».101

Jung comentó en una oportunidad al padre los rasgos esquizofrénicos presentes en


una de las cartas de Lucia; Joyce se apresuró a rebatir una a una todas sus
afirmaciones, con argumentos que muy bien podrían haber sido sacados de Finnegans
Wake. En efecto, para el escritor, las contradicciones y distorsiones de Lucia no
eran más que reflejo del método que él mismo estaba empleando en su libro. Joyce
manifestó a menudo que Lucia había heredado su genialidad: sus males eran debidos a
su especial clarividencia.102

En cualquier caso, se desconocen los detalles particulares de la relación que


mantenía Joyce con su hija esquizofrénica. Stephen Joyce, heredero actual del
escritor, quemó los miles de cartas intercambiadas entre padre e hija, cartas que
habían sido recibidas por él en 1982, a la muerte de Lucia.103 Stephen Joyce afirmó
en una carta al editor del New York Times: «En cuanto a la destrucción de la
correspondencia, se trataba de cartas personales dirigidas por Lucia a su familia.
Fueron escritas muchos años después de morir Nonno y Nonna [es decir, Joyce y Nora
Barnacle] y no hacían referencia a ellos. También fueron destruidas algunas
tarjetas postales y un telegrama de Samuel Beckett dirigido a Lucia. Esto se hizo a
requerimiento por escrito del propio Beckett».104

Samuel Beckett.
En París, a partir de 1926, Maria y Eugene Jolas ayudaron mucho a Joyce en sus
largos años de escritura de Finnegans Wake. De no haber sido por su apoyo
inquebrantable (junto con el constante soporte financiero proporcionado por Harriet
Shaw Weaver), es posible que el escritor no hubiese terminado o publicado su último
libro. En su ahora legendaria revista literaria transition, los Jolas publicaron
periódicamente varias secciones de la novela, bajo el título de Work in Progress
(Obra en marcha), expresión ideada por Ford Madox Ford.105

Una breve estancia en Inglaterra, en 1922, le había sugerido el tema de esta nueva
obra, que sería la última. El escritor tuvo muchos titubeos al principio de su
redacción. «Es como una montaña en la que estoy haciendo túneles en todas
direcciones, sin saber qué voy a encontrar», confesó a su amigo August Suter.106 En
aquellos años, Henri Michaux y otros artistas que lo conocieron, al comprobar la
obsesión del escritor con su nueva obra, que tenía que escribir casi a ciegas,
pensaron de él que era el hombre más fermé, más desconectado de la humanidad, que
habían conocido.107 Muchas de las primeras críticas recibidas en los primeros años
eran negativas, como esta de su hermano Stanislaus en una carta: «Si la literatura
va a evolucionar en el sentido que indican tus últimas obras, va a llegar a ser,
como intuyó Shakespeare hace muchos años, mucho ruido y pocas nueces». Y en otro
lugar: «Has hecho el día más largo de toda la literatura, y ahora vas a hacer la
noche más profunda».108 En esa época Joyce importunaba mucho a su padre a distancia
con preguntas sobre todo lo relacionado con cuestiones familiares y detalles de
Dublín; ante una pregunta especialmente quisquillosa de un enviado de su hijo,
exclamó: «Qué, ¿Jim ya se ha vuelto loco?»109

Las críticas hacia los avances de la nueva obra que aparecían en transition
arreciaron entre sus allegados, hasta el punto de que su mujer, Nora, le espetó un
día: «¿Por qué no escribes libros normales para que la gente corriente pueda
entenderlos?» Joyce, desairado, llegó a pensar en ofrecer la Obra en marcha al
escritor irlandés James Stephens para que la terminara, aunque luego se echó
atrás.110 La aparición, sin embargo, en 1929, de la laudatoria colección de ensayos
Our Exagmination Round His Factification for Incamination of Work in Progress, a
cargo de Beckett y otros escritores, supuso un gran espaldarazo.

También en 1929, conoció al tenor irlandés John Sullivan, cuya carrera apoyó
durante mucho tiempo. Al año siguiente encontró en el judío Paul Léon a un
excelente amigo y colaborador.111 En 1931, atendiendo a los ruegos de su hija y de
su padre, Joyce contrajo matrimonio con su compañera de siempre, Nora Barnacle;
llevaban conviviendo desde hacía casi tres décadas.

La muerte de su padre en diciembre de ese mismo año lo sumió en un estado de


completo abatimiento, que el apoyo de su amigo Beckett le ayudó a sobrellevar.
Escribió a Harriet Shaw Weaver: «No ha sido su muerte lo que me ha aplastado, sino
la autoacusación», pues Joyce se culpaba de no haber vuelto nunca a su país a
visitar a su padre.112 El nacimiento de su nieto Stephen, en febrero de 1932, logró
reanimarlo un tanto, y le dedicó su poema "Ecce Puer", en el cual se lee: «¡Oh,
padre abandonado, /perdona a tu hijo!».113

En ese tiempo, siguió con interés la difusión y traducción de sus obras a otros
idiomas, aunque impidió la adaptación cinematográfica de Ulises. W. B. Yeats le
ofreció un puesto en la recién creada Academia de Letras Irlandesas, que él rechazo
con cortesía: «[...] dado lo que mi propio caso fue, es y, probablemente, será
[...] veo claramente que no tengo derecho alguno a que mi nombre conste entre los
de sus miembros».114 Su vida social se redujo mucho en sus últimos años en París,
que dedicó intensamente a la terminación de su libro, aunque, por ejemplo, conoció
al arquitecto Le Corbusier, con el que congenió enseguida conversando meramente
«sobre pájaros».115

Finnegans Wake no alcanzaría su forma definitiva hasta 1939, año de su publicación.


La obra no fue bien acogida por la crítica, aunque grandes estudiosos, de la talla
de Harold Bloom, posteriormente la han defendido a capa y espada. En esta novela,
la tradicional aspiración literaria al estilo propio es llevada al extremo y, con
ello, casi hasta el absurdo, pues, partiendo del vanguardismo característico de
Ulises, el lenguaje deriva experimentalmente, y sin ninguna restricción, desde el
inglés llano hacia un idioma apenas inteligible, muchas veces solo referente al
propio texto y autor. Para su composición, Joyce amalgamó elementos de hasta
sesenta lenguas diferentes, vocablos insólitos y formas sintácticas completamente
nuevas. Puede dar una idea de su dificultad el hecho de que, pese a su importancia,
aun hoy, la novela no se encuentra vertida en su totalidad al castellano.
Última estancia en Zúrich
La dureza de los comentarios sobre Finnegans Wake116117 y el comienzo de la Segunda
Guerra Mundial supusieron un mazazo para el escritor. Por otra parte, continuaban
los problemas con la salud mental de su hija Lucia, y aun de su nuera, Helen, que
ya había dado signos de desequilibrio y hubo igualmente de ser ingresada, todo lo
cual había reducido a los Joyce a un estado continuo de zozobra y angustia. En
París, Joyce no veía ya más que a Beckett. Finalmente, «Joyce estaba triste e
intratable; bebía demasiado y no hablaba con nadie, ni con Nora».118 Los Joyce
regresaron a Zúrich a finales de 1940, huyendo de la ocupación nazi de Francia.

Ante la guerra, el escritor demostró un desinterés, según Paci, «incomprensible»;


se preocupaba más de los libros que había dejado en París que del avance de la
ofensiva alemana. Si le hablaban de Hitler o Mussolini manifestaba una total
indiferencia; cuando le mencionaban la persecución de los judíos, comentaba que se
trataba de un prejuicio de muchos siglos y que a él personalmente aquellos le
agradaban.119

Tumba de James Joyce, en Zúrich.


El 11 de enero de 1941 se sometió a una operación de úlcera de duodeno perforada.
Si bien mejoró en los primeros momentos, al día siguiente recayó y, a pesar de
varias transfusiones, entró en coma. Se despertó a las dos de la madrugada del 13
de enero de 1941, y pidió a una enfermera que llamara a su esposa e hijo, antes de
perder la consciencia de nuevo. Murió quince minutos más tarde, antes de que
llegase su familia. En el informe de la autopsia figura como causa de la muerte la
peritonitis.120

Joyce está enterrado en el cementerio Fluntern; desde su tumba se oyen los rugidos
de los leones del zoo de Zúrich. Aunque dos altos diplomáticos irlandeses se
encontraban en Suiza en ese momento, no asistieron a los funerales de Joyce; el
gobierno irlandés negó a Nora posteriormente la autorización para repatriar los
restos mortales del escritor. Nora le sobrevivió diez años. Se halla enterrada a su
lado, al igual que su hijo Giorgio, muerto en 1976. Su biógrafo Ellmann informa de
que, cuando los arreglos para el entierro de Joyce se estaban realizando, un
sacerdote católico trató de convencer a Nora de celebrar una misa funeral. Siempre
fiel al criterio de su esposo, ella respondió: «No podría hacerle a él tal
cosa».121 El tenor suizo Max Meili cantó "Addio terra, addio cielo", del Orfeo de
Monteverdi, en el servicio funerario.

El catolicismo de Joyce
Uno de los aspectos más estudiados en la vida y la obra de este autor es sin duda
la relación que mantuvo con la Iglesia católica. Existe un acuerdo casi unánime,
primero, sobre su temprano rechazo de la fe,122123124125126 y, segundo, sobre las
profundas influencias recibidas del catolicismo, siempre admitidas por él mismo,
como la de la filosofía de Tomás de Aquino.

Vladimir Nabokov suscribe la afirmación de Harry Levin de que Joyce «perdió su


religión, pero conservó sus categorías», lo que el primero aplica también a Stephen
Dedalus: «En su época escolar estuvo sometido a la disciplina de una educación
jesuítica y ahora reacciona violentamente contra ella, aunque sigue poseyendo una
naturaleza esencialmente metafísica». De forma que, en este punto concreto, como la
mayoría de los biógrafos de Joyce, Nabokov viene a equiparar a creador con
personaje.127

Para el austríaco Hermann Broch «nos encontramos ante una forma atávica,
personalísima, ante un residuo de su formación católico-teológica, ante un teísmo
desdeificado, en el cual lo único moderno es precisamente esta desdeificación, en
tanto que el esquema conceptual y la técnica cognoscitiva evidencian raíces
medievales».128

Según el traductor de Ulises, José María Valverde, Joyce declaró siempre deber a
sus educadores jesuitas el entrenamiento en reunir un material, ordenarlo y
presentarlo. Apostilla Valverde: «No sería arbitrario decir que la obra joyceana es
la gran contribución —involuntaria, y aun como un tiro salido por la culata— de la
Compañía de Jesús a la literatura universal».129 A partir de la época de Ulises, el
escritor manifestará una postura fríamente neutral frente al hecho religioso, que
únicamente le interesaba a efectos lingüísticos. Distinguía, eso sí, el «absurdo
coherente» católico del «absurdo incoherente» protestante.130131132133

Pero se ha suscitado alguna duda y controversia al respecto. La biógrafa Francesca


Paci recoge diversos pasajes significativos, como este de Stephen Hero: «La lengua,
la nacionalidad y la religión son agentes de maldad, de esclavitud, de renuncia y
de frustración. Y la esclavitud desemboca en la parálisis».134 Menciona igualmente
la rebelión del escritor «contra la autoridad de la iglesia católica»,135 que lo
condujo a «su definitiva ruptura» con la misma.136 Dice en otro lugar: «Después del
abandono de la fe, Joyce comenzó a escribir».137 Pero termina con un equívoco:138
«Joyce repudió a la iglesia católica, pero no la fe, que conservó y volvió a otros
objetivos: la vida y el arte».139

Recogida en el Retrato del artista adolescente y también en Ulises, la conocida


máxima luciferina, Non serviam (no serviré, no he de servir, se entiende, a Dios140
), entendida tradicionalmente como clara manifestación del rechazo hacia la iglesia
católica por parte del personaje de Stephen Dedalus, álter ego de Joyce en dichas
obras, ha suscitado también alguna rebuscada interpretación,141 lo mismo que la
respuesta del escritor a la pregunta que se le formuló al final de su vida:
«¿Cuándo abandonó usted la Iglesia Católica?» Su contestación fue: «La que debe
decirlo es la Iglesia».142

El crítico Hugh Kenner (autor de Dublin's Joyce y Joyce's Voices) y el poeta T. S.


Eliot vieron entre líneas del trabajo de Joyce el «residuo de un auténtico
católico».143 Estos autores son contestados directamente por Harold Bloom en su
Canon: «Cristianizar a Joyce es un procedimiento crítico lamentable. Si existe un
Espíritu Santo en Ulises es Shakespeare».144 La opinión de Bloom se pone de
manifiesto con claridad en la siguiente comparación que establece con Samuel
Beckett: «Conviene siempre recordar que Beckett más que compartía la aversión de
Joyce por el cristianismo y por Irlanda. Los dos escogieron París y el ateísmo».145

Anthony Burgess, criado en una familia católica, aunque luego distanciado de la


iglesia, no ve esto tan claro: «Non serviam significa lo que significa [pero] el
rechazo de Joyce del catolicismo dista mucho de ser absoluto. [...] quizá rechazó
los sacramentos, el matrimonio y la eucaristía, pero las disciplinas y, de una
manera renegada y torturada, los fundamentos del catolicismo cristiano,
permanecieron en él durante toda su vida. [...] En Ulises se le ve obsesionado con
la mística identificación entre Padre e Hijo, y el único tema real de Finnegans es
el de la Resurrección. [...] La actitud de Joyce hacia el catolicismo es la de
amor-odio que caracteriza a la mayoría de los renegados. [...] quedaron jirones de
burdo catolicismo en él».146

Algunos autores, L. A. G. Strong entre ellos, llegan más lejos en este sentido al
sostener que Joyce se reconcilió al final de su vida con la religión, y que tanto
Ulises como Finnegans Wake suponen en lo fundamental expresiones católicas.147 Y no
falta quien, como Kevin Sullivan, defiende que no necesitó reconciliarse ya que en
realidad nunca abandonó la fe.148

En A Bash in the Tunnel. James Joyce by the Irish [Una fiesta en el túnel. James
Joyce por los irlandeses] opinaron sobre el tema varios de sus compatriotas
escritores, como Flann O'Brien: «Creo que, a través de velos de lascivia y
blasfemia, Joyce emerge como un verdadero católico irlandés temeroso de Dios; se
rebeló, no tanto contra la propia Iglesia, sino contra sus casi cismáticas
excentricidades, su pretensión de que existe solo un Mandamiento, la vulgaridad de
sus edificios, la superficialidad y estupidez de muchos de sus ministros. Su
rebelión, noble en sí misma, lo condujo al exilio. [...] Pero su intención era
buena. Quieras que no, como la de todos. [...] Mediante carcajadas, mitiga el
sentido de condenación que ha recibido en herencia todo católico irlandés».149

En este mismo libro, Samuel Beckett, como su amigo Thomas MacGreevy,150 aprecia en
Finnegans toda una simbología del Purgatorio cristiano, directamente enraizada en
La divina comedia de Dante, pero con una particularidad: «El Purgatorio de Dante es
cónico y por lo tanto apunta a una culminación. El del señor Joyce es esférico y
excluye toda culminación. [...] Y nada más que esto, ni premio ni castigo,
simplemente una serie de estímulos al gatito para que se alcance la cola».151

Amigo íntimo de Joyce, su paisano Arthur Power recuerda cómo encolerizaba a «su
innata espiritualidad el provincianismo dogmático de la iglesia católica romana
irlandesa, lastrando su alma inquisitiva mediante lo que para él no eran sino
rituales absurdos, prohibiciones medievales y miedos a castigos inhumanos que
perdurarían por toda la eternidad».152

Vemos que Beckett y Power albergan serias dudas de que Joyce fuese un «verdadero
católico irlandés temeroso de Dios». Dicha afirmación, de otra parte, no parece
corroborada por una lectura atenta de la correspondencia y las obras principales
del irlandés, a menos que este por algún motivo se empeñase en ocultar o encriptar
celosamente en ellas fe y ortodoxia. Si no surge en las novelas la crítica expresa
y razonada del catolicismo, como en el Retrato, lo hace su esquema paródico, como
en tantas páginas de Ulises. En general, la actitud del autor frente al fenómeno
religioso, como se ha visto,153 será ya siempre fría y profesional, no
trasluciéndose, en las dos grandes novelas finales, otra cosa que resentimiento y
sarcasmo anticlericales154 y antirreligiosos, a menudo desembocando en la blasfemia
más descarnada.155156157

Umberto Eco, en el capítulo "El catolicismo de Joyce" de su estudio Las poéticas de


Joyce, menciona la «misa negra» que se celebra en el episodio "Circe" de Ulises,
así como la blasfemia eucarística presente en "Nausicaa"; a Joyce, una vez
rechazada la disciplina, como a los episcopi vagantes medievales, «le queda el
sentido de la blasfemia celebrada según un ritual litúrgico. [...] abandonada la
fe, la obsesión religiosa no abandona a Joyce. Presencias de la pasada ortodoxia
emergen una y otra vez en toda su obra en forma de personalísima mitología y de
blasfemadores ensañamientos que, a su manera, revelan permanencias afectivas. [El
término "catolicismo" aplicado a Joyce] es válido para indicar la actitud de quien,
habiendo rechazado una sustancia dogmática y habiéndose desarraigado de una
experiencia moral determinada, conserva como hábito mental las formas exteriores de
un edificio racional y mantiene una disposición instintiva, no pocas veces
inconsciente, a la fascinación de las reglas, ritos, imágenes litúrgicas».158

En esta línea, más escuetamente, la editora de varias de las obras joyceanas, Jeri
Johnson, comenta, aunque del semiautobiográfico protagonista del Retrato: «Sus
propias palabras lo traicionan. [...] Lejos de escapar de su nacionalidad, de su
lengua, de su religión, Stephen los llevará siempre consigo».159

«Difícilmente puede dudarse —señala Herbert S. Gorman, su primer biógrafo— que la


obscenidad, la indecible vulgaridad, el deliberado alarde de inmundicia presente en
algunas partes de Ulises son resultado directo y espantado de la tremenda opresión
mental y moral sufrida en la iglesia».160

Recuerda el editor irlandés de Dublineses, Terence Brown, que Joyce compartía con
sus colegas del Celtic Revival, en su mayoría agnósticos o protestantes, la
convicción de que los males de Irlanda partían principalmente del hecho de la
dominación del país por parte de los ingleses. Pero, Joyce en particular,
encontraba que el otro gran poder en su país, el de la Iglesia Católica, era aún
más pernicioso para sus compatriotas, ya que nadie discutía su autoridad.161
Refiere Brown una frase lapidaria de Joyce: «No entiendo qué sentido puede tener
atronar tanto contra la tiranía inglesa, cuando es la de Roma la que se ha adueñado
del palacio del alma».162

Harry Levin, por su parte, define a Joyce como «un irlandés parisino, un hereje
católico [...], excomulgado y expatriado, el hombre sin país y sin creencias».163 Y
el profesor español Fernando Galván, responsable de una edición crítica de
Dublineses, habla en la introducción a la misma del «agnosticismo confesado del
autor».164

De una forma u otra, en una carta a su futura esposa, Nora Barnacle, de agosto de
1904, Joyce no pudo ser más explícito:

Mi entendimiento rechaza todo el orden social actual y el cristianismo: el hogar,


las virtudes reconocidas, las clases en la vida y las doctrinas religiosas. [...]
Hace seis años dejé la iglesia católica, con el odio más ferviente. Me resultaba
imposible permanecer en ella a causa de los impulsos de mi naturaleza. Hice la
guerra en secreto contra ella, cuando era estudiante, y me negué a aceptar las
posiciones que me ofrecía. Al hacerlo, me convertí en un mendigo pero conservé el
orgullo. Ahora le hago la guerra a las claras con lo que escribo, digo y hago.165
166
Y si se recurre al testimonio de los familiares del escritor: «La ruptura de mi
hermano con el catolicismo se debía a otros motivos. Para él era imperativo
salvaguardar su auténtica vida espiritual de la devastación de la existencia falsa
que se le había impuesto. Pensaba que los poetas, de acuerdo con sus dones y
personalidad, eran los verdaderos depositarios de la vida espiritual de su raza, y
los sacerdotes no eran más que usurpadores. Detestaba la falsedad y creía en la
libertad individual con una intensidad que no he conocido en ningún otro hombre»,
escribió su hermano Stanislaus en su libro de memorias My Brother's Keeper [El
guardián de mi hermano] (1957).167

Ya se ha visto, por último, la reacción de Nora Barnacle ante la sugerencia de


celebrar una misa funeral por su esposo: «No podría hacerle a él tal cosa».168169

Obra
A lo largo de su vida, entre 1907 y 1939, Joyce publicó una obra corta pero
intensa, debido a lo cual suele ser considerada libro a libro. Consta de una
colección de cuentos: Dublineses, dos libros de poesía: Música de cámara y Poemas
manzanas, una obra de teatro: Exiliados, y las tres novelas que lo hicieron
célebre: Retrato del artista adolescente, Ulises y Finnegans Wake. De este autor se
conservan además una novela inacabada: Stephen Hero, un conjunto de ensayos, en
prosa y en verso, algunos poemas sueltos y dos cuentos infantiles que dedicó a su
nieto, así como abundante correspondencia. Joyce recibió importantes influencias de
los siguientes autores: Homero, Dante Alighieri, Tomás de Aquino, William
Shakespeare, Edouard Dujardin, Henrik Ibsen, Giordano Bruno, Giambattista Vico y
John Henry Newman, entre otros.

Dublineses
Artículo principal: Dublineses

Dubliners, 1914

Joyce en 1915.
Dublineses es el único libro de cuentos de Joyce, empezado en 1904 en Dublín, y
terminado en Trieste en 1914. El libro comprendía en principio doce cuentos, a los
que más tarde se añadieron otros tres.170 Los cuentos, escritos en un estilo
fuertemente realista, tratan de reflejar el anquilosamiento y el inmovilismo a que
había llegado la sociedad de Dublín a principios del siglo XX. Son «historias de
parálisis»,171172173174 reflejos de la experiencia negativa recibida por el
escritor en su juventud de la ciudad que lo vio nacer, por lo que, como toda su
obra, exhiben un fuerte contenido autobiográfico.171 Algunos cuentos se refieren a
la infancia, y otros a la edad adulta, pero en todos ellos se aprecia el afán casi
obsesivo de su autor por ser fiel a la verdad que había visto y oído, verdad que él
jamás altera o deforma.175 Según su más importante biógrafo, Richard Ellmann, el
escritor «deseaba que sus contemporáneos, en particular los irlandeses, se echasen
un buen vistazo en su bruñido espejo —como él decía—, pero no para aniquilarlos.
Tenían que conocerse a sí mismos para ser más libres y estar más vivos».176177

Esta obsesión por ser fiel a los detalles más nimios será una de las causas que
dificultará la publicación de Dublineses. El manuscrito ya obraba en poder de un
editor a principios de 1906, sin embargo, como se ha visto, no fue publicado hasta
1914, aunque no sin el apoyo incondicional de amigos como Ezra Pound y W. B. Yeats.
Las objeciones que se hacían al escritor eran principalmente de índole moral y en
último término las llevaban a cabo los propios linotipistas, los cuales se negaban
a imprimir nada que pudiera comprometerlos. El crítico Fernando Galván, en este
sentido, recuerda que «aunque hoy nos parezca absurdo, las leyes de la época hacían
responsable al linotipista de todo lo que se imprimiera, por lo que estos operarios
ejercían de hecho una censura sobre expresiones y contenidos que estimaran
ofensivos y susceptibles, por consiguiente, de ser perseguidos por la justicia».178

Puente de James Joyce, en Dublín, ciudad que inspiró toda la narrativa del autor.
Los relatos contienen en diversos lugares lo que Joyce llamó "epifanías",
revelaciones o iluminaciones repentinas de verdades profundas que transforman
súbitamente el alma o la conciencia de los personajes. Estas epifanías, que
aparecen ya en obras anteriores como Stephen el héroe y Retrato del artista
adolescente, provienen del lenguaje religioso, donde aluden a la manifestación de
lo divino. Según Jeri Johnson, responsable de una edición inglesa del libro, se
trata de un «término hoy común en el lenguaje crítico, pero fue originalmente Joyce
quien lo tomó prestado [...] de la liturgia católica, aplicándolo a los fines del
arte».179

Al publicarse el libro, la recepción no fue entusiasta. Aunque algunos críticos lo


elogiaron, en general se censuró al autor el haber puesto tanto énfasis en aspectos
triviales y desagradables de la vida cotidiana. Se le comparó negativamente con el
también irlandés George Moore y se achacó a los relatos carecer de argumento y un
estilo plano y monótono.180 Ezra Pound, sin embargo, en la revista The Egoist,
comparaba el estilo de Joyce con el de la mejor prosa francesa, alabando, además,
su «condensación estilística».181
El niño gritó: ¡Ay, papá!, y dio vueltas a la mesa, corriendo y gimoteando. Pero el
hombre le cayó detrás y lo agarró por la ropa. El niño miró a todas partes
desesperado, pero, al ver que no había escape, cayó de rodillas.
—¡Vamos a ver si vas a dejar apagar la candela otra vez! —dijo el hombre,
golpeándolo salvajemente con el bastón—. ¡Vaya, coge, maldito!
El niño soltó un alarido de dolor al sajarle el palo un muslo. Juntó las manos en
el aire y su voz tembló de terror.
—¡Ay, papá! —gritaba—. ¡No me pegues, papaíto! Que voy a rezar un padrenuestro por
ti... Voy a rezar un avemaría por ti, papacito, si no me pegas... Voy a rezar un
padrenuestro.182
Dublineses no ha recibido mucha atención en español, pese a sus diversas
traducciones, la más conocida quizá, la de Guillermo Cabrera Infante. Ya bastante
tarde, Mario Vargas Llosa (1987) resaltó el naturalismo algo arcaico de la
colección, aunque para él no se trata en modo alguno de una obra menor. La obsesión
con la fidelidad, sigue el escritor peruano, es de filiación flaubertiana.183
Destaca como su gran mérito la «objetividad» del texto, pero alejada de Zola. Esta
objetividad era resultado, por un lado, del absoluto dominio de la técnica
narrativa por parte del autor y, por otro, de una finísima percepción estética que
lo alejaba de toda pulsión moralizante o sensiblera. De este modo, según Vargas
Llosa, Joyce lograba la proeza de dignificar estéticamente la mediocridad de la
clase media dublinesa.184

Para José María Valverde, hoy es difícil de imaginar que relatos tan transparentes
y austeros pudieran escandalizar a nadie; las críticas vendrían precisamente por la
pureza elemental del estilo, objetivo, directo e impersonal, «que da así una
energía sin límites a lo que fotografía».185 Añade Valverde: «Ningún pesado
novelista naturalista habría podido en un millar o dos de páginas darnos tan
nítidamente el Dublín de esa época, y el perenne drama minúsculo de las vidas
corrientes en incidentes aburridos, pero reveladores».186 Y en su Historia de la
literatura universal, De Riquer y el citado Valverde valoran en especial la «pureza
expresiva» de estos relatos, apuntando asimismo que las dificultades para su
publicación pudieron provenir incluso de un veto lanzado por la realeza británica,
debido a ciertas alusiones en el libro.187

Anthony Burgess observa en Dublineses el primer gran fruto del exilio joyceano.
«Hoy nos parece un purgante suave, pero porque se trata del primero de toda una
farmacopea catártica a la que hoy ya hemos desarrollado tolerancia. [...]
Dublineses era totalmente naturalista, y ningún tipo de verdad es inofensivo; como
dijo Eliot, la especie humana no puede soportar demasiada realidad».188

El crítico irlandés y editor de la obra, Terence Brown, estudia la sólida armazón


estructural de la misma, que se manifiesta en los frecuentes paralelismos y
equivalencias entre las historias, hasta el punto de que los títulos del primer y
último relatos ("Las hermanas" y "Los muertos") podrían perfectamente
intercambiarse, sin que eso afectase al sentido general de aquella. Mediante dichos
alardes técnicos, Joyce contribuyó a demostrar «la significación literaria del
relato breve como forma artística de notable economía y cargada de
implicaciones».189

Entre los muchos comentarios sobre los contenidos intertextuales presentes en este
libro, se encuentra el siguiente del amigo de Joyce, Frank Budgen: «Stephen
[Dedalus] aparece por primera vez como personaje en el Retrato del artista
adolescente, pero no cabe duda de que es el narrador anónimo de los tres primeros
estudios de Dublineses».190

Siguiendo con su carácter realista, Harry Levin rastrea a lo largo del libro
influencias, entre otros, de Chéjov, Dickens y Sherwood Anderson,191 y Jeri Johnson
comenta ampliamente la del dramaturgo Henrik Ibsen;192 esta estudiosa subraya
asimismo la «madura inteligencia estética» del muchacho de veinticinco años capaz
de componer el prodigioso relato que cierra la colección, "Los muertos".193 Según
W. Y. Tindall, esta historia sugiere, a través del personaje de Gabriel Conroy, un
lúgubre retrato del Joyce que pudo haber sido, de haber continuado en Dublín,
casado con Nora (representada por Gretta), enseñando en la universidad y
escribiendo artículos para el Daily Express,194 mientras que para Burgess «"Los
muertos" es quizá el informe más personal en la larga crónica dublinesa que supuso
el trabajo de su vida».195 Este cuento es definido por la Enciclopedia Británica
como uno de los mejores que se han escrito.196

Retrato del artista adolescente


Artículo principal: Retrato del artista adolescente

Portada de la revista The Egoist.


El Retrato es una novela semiautobiográfica,197198199 perteneciente al género de la
llamada Bildungsroman (novela de aprendizaje), que fue publicada inicialmente en
formato de serial por la revista The Egoist, entre 1914 y 1915, y como libro en el
año 1916, aunque fue empezada como tal en 1907.200

Para José María Valverde, con esta obra alcanza el irlandés su estatura total como
escritor,201 en tanto que, para Herbert Gorman, aquí Joyce llega a ser
definitivamente él mismo.202 El Retrato es la historia de un muchacho llamado
Stephen Dedalus, que representa el álter ego de Joyce, por lo que en ella aparecen
muchos episodios basados en la vida real del escritor. El apellido del personaje
hace clara referencia a Dédalo, el arquitecto y artesano de la mitología griega
constructor del famoso laberinto de Creta —donde estaba preso el Minotauro—;
"dédalo", en castellano, es también "laberinto".

El Retrato había conocido una versión anterior, datada en 1905, que no llegó a ver
la luz: Stephen el héroe. Según cuentan sus biógrafos, esta última novela fue
escrita en tiempos de profundo desaliento para Joyce, y su abandono pudo ser
producido por una pelea con su mujer, Nora, en Trieste, en el transcurso de la cual
Joyce arrojó el manuscrito al fuego de una estufa, aunque afortunadamente fue
rescatado por una hermana del escritor.203 La versión de Sylvia Beach, editora de
Ulises, es que Joyce arrojó el manuscrito al fuego después de que el editor que
hacía el número veinte de todos a los que lo había enviado se lo devolvió y que
Nora, a riesgo de quemarse las manos, lo sacó del fuego.200 En cualquier caso, el
manuscrito daría lugar, años después, al Retrato, cuya publicación fue posible por
el apoyo decisivo, como en el caso de Dublineses, de Ezra Pound.204

En términos generales, se reflejan en la novela las luchas de un joven sensible en


contra de las convenciones de la sociedad burguesa de su tiempo, en especial las
católicas e irlandesas. La obra está contada desde el punto de vista del propio
Stephen (nombre que pudiera ser alusión a San Esteban, primer mártir cristiano),
cuya subjetividad se va desarrollando a lo largo de cinco extensos episodios o
capítulos. En las primeras páginas, la narración se plasma en estilo indirecto
libre, similar al monólogo interior. A través de esta técnica, el personaje,
transmutado en narrador (o a la inversa), aparentemente expone sus pensamientos tal
cual le vienen, muchas veces al azar. En el Retrato, posteriormente se recurre a la
clásica tercera persona narrativa.

Muy característico del Retrato, y del hacer de Joyce, es la evolución estilística


que exhibe, progresión que el autor hace coincidir con las sucesivas etapas en la
vida del protagonista. Así, pasa de reflejar los balbuceos de un bebé, en las
primeras páginas, a los depurados períodos que cierran la novela, en los cuales se
explaya la peripecia interior de un universitario. Esta mezcla de estilos alcanzará
su máxima expresión en Ulises (1922), obra maestra del autor, en la cual repite
protagonismo Stephen Dedalus.

Uno de estos procedimientos se funda en un enfoque inédito de la memoria: «Parte de


la nueva complejidad surge del desarrollo por parte de Joyce de un estilo peculiar
que tiene por objeto la captura de la calidad cambiante de la memoria; parte de
ella proviene de una estructura narrativa que enfatiza la repetición en lugar del
desarrollo continuo, cronológico. En el Retrato vemos los bruscos virajes en la
vida de Stephen con mayor claridad y regularidad que en Stephen Hero».205

Obra repleta de símbolos para Anthony Burgess, el fundamental es el que recrea a


una criatura tratando de escapar de la esclavitud de los elementos más groseros, la
tierra y el agua, aprendiendo dolorosamente a volar.206 Además, la prosa y el
asunto tratado llegan a ser la misma e inseparable cosa, lo que constituyó la
primera gran ruptura narrativa en el siglo XX.207208

Harry Levin encuentra en esta obra la transcripción literal de los primeros veinte
años de la vida de Joyce, aunque, a diferencia de otras autobiografías, el énfasis
se pone en las aventuras emocionales e intelectuales de su protagonista. Por otra
parte, la novela trata de forma cáustica a todos los personajes menos a este. La
apocalíptica retahíla sobre el Infierno a cargo del jesuita, en el capítulo 3,
muestra claras resonancias de discursos pronunciados en Moby Dick y en Los hermanos
Karamazov.209

Para Tindall, en efecto, los personajes secundarios cruzan la acción apenas como
sombras, provocaciones o meros estímulos para ayudar a desarrollarse la visión del
protagonista, de manera que los detalles del entorno casi siempre sirven como
excusas para sus epifanías.210 El pecado que más atormenta a Stephen Dedalus es el
de la soberbia, el mayor de todos los pecados, de forma que, como artista en
ciernes, amante del brillo personal, acaba dejándose deslumbrar por Lucifer ("el
que trae la luz") y su non serviam.211

Jeri Johnson, editora de la novela en inglés, centra gran parte de su atención en


el protagonista de la misma y en su verdadero sentido autobiográfico: «Encontramos
en cada capítulo el mismo modelo de desarrollo de la acción. Cada uno se abre con
el personaje de Stephen en actitud humillada, y acaba con él en modo triunfante.
[...] Las cosas ocurren en esta novela de acuerdo con su significado para el
retrato de Stephen que Joyce quiere ejecutar, revelando uno u otro detalle del
personaje y de la cultura en que se desenvuelve. [...] Stephen se parece a su autor
tanto como se diferencia. [...] Joyce escribió una novela que Stephen nunca hubiese
podido escribir».212

Retrato del artista adolescente tuvo gran repercusión literaria. Por ejemplo, los
novedosos recursos exhibidos en sus primeros capítulos inspiraron a William
Faulkner la técnica que utilizó en su admirable descripción de la mente del idiota
protagonista de El ruido y la furia.213

El Retrato cuenta con una excelente traducción al castellano de 1926, a cargo de


Dámaso Alonso, quien firmó la misma 'Alfonso Donado'.214

Cerró los ojos, adormilado. Le temblaban los párpados como si sintieran el gran
movimiento cíclico de la tierra y de sus satélites, como si sintieran la luz
extraña de un mundo nuevo. Su alma se iba hundiendo en aquel mundo desconocido,
fantástico, vago como las profundidades marinas, surcado por formas y seres de
niebla. ¿Era un mundo, una luz vaga o una flor? Brillo y temblor, temblor y flujo,
luz en aurora, flor que se abre, manaba continuamente de sí mismo en una sucesión
indefinida, hasta la plenitud neta del rojo, hasta el desvanecimiento de un rosa
pálido, hoja a hoja, y onda de luz a onda de luz, para inundar el cielo todo de sus
dulces tornasoles, a cada matiz más densos, a cada oleada más oscuros.215
Ulises
Artículo principal: Ulises (novela)
El escritor y traductor de la obra al español, José María Valverde, cuenta que, una
noche de junio de 1904, poco tiempo después de conocer a Nora, paseaba el joven
Joyce por la calle cuando se le ocurrió piropear a una muchacha con la que se
encontró, sin darse cuenta de que venía acompañada por un militar. Recibió un golpe
y se desplomó, siendo atendido por un judío de la ciudad, famoso por las
infidelidades de su mujer. Años después, siendo empleado bancario en Roma, pensó en
utilizar este episodio como cuento para Dublineses, pero fue en realidad el germen
de la novela.216

Según el profesor y crítico español Francisco García Tortosa, Ulises es una de las
novelas más influyentes, discutidas y renombradas del siglo XX; unos tienen
referencias de ella porque siempre ha estado rodeada de escándalo, otros por su
poderoso carácter vanguardista, por su creatividad verbal, la mayor después de
Shakespeare, por haber sido la descubridora de las interioridades del hombre
moderno. También ha recibido comentarios de muy distinto signo, por lo que la
crítica, casi cien años después de su publicación, sigue sin ponerse de acuerdo
sobre su significado.217
Primera edición de Ulysses.
José María Valverde hace referencia al enorme poderío verbal de Joyce y a la gran
dificultad de la lectura de Ulises. Su autor, gran poeta, disfrutaba de una
poderosa memoria verbal e incorporó a la obra innumerables asociaciones
lingüísticas, citas literarias, trozos de óperas, canciones, vocablos extranjeros,
chistes y juegos de palabras, términos teológicos y científicos...,218 a todo lo
cual hay que añadir que cada capítulo o fragmento de la novela está escrito en un
estilo distinto: monólogo interior, imitación de inglés arcaico, del lenguaje
periodístico, teatral, hasta del esquema de preguntas y respuestas del catecismo.
Para Nabokov, este constante desplazamiento del punto de vista aporta a la obra «un
conocimiento más variado, un vislumbre más fresco y vivo de este o aquel
aspecto».219

El estudioso joyceano Harry Levin, en James Joyce: a Critical Introduction


[Introducción crítica a James Joyce], lleva a cabo un profundo análisis sobre esta
y otras obras del autor. Opina que la imitación de la vida a través del lenguaje
nunca se había desarrollado tan literalmente como en Ulises, hasta el punto de que
el vínculo de comunicación, la identificación con el libro, llegan a ser tan
estrechos que acaban generando en el lector cierta incomodidad.220 Umberto Eco
coincide en este extremo: el magistral manejo del monólogo interior tiene como
resultado que «los personajes del Ulysses nos parecen más vivos, más verdaderos,
más complejos y más caracterizados que los de cualquier buena novela tradicional en
la que un autor omnisciente se detenga a explicarnos y a motivarnos cada vicisitud
interior de su héroe».221

A este respecto, el crítico canadiense Hugh Kenner, en su estudio Joyce's Voices


[Las voces de Joyce], analiza con detenimiento las fórmulas narrativas del irlandés
(las "voces"), la más llamativa de las cuales, relacionada con la tan traída y
llevada "objetividad" del autor, se sintetiza en lo que Kenner denominó el
«Principio del tío Charles» («Uncle Charles Principle»), en referencia a un
personaje del Retrato. Versión joyceana del estilo indirecto libre, se trata, según
Kenner, de un recurso totalmente nuevo en la ficción, a través del cual la figura
del narrador «por lo común neutral en su vocabulario, se deja oscurecer por la
utilización de una serie de modismos que el personaje usaría si fuese él mismo
quien contase la historia. En las varias extensiones de este recurso tenemos
indicios de la multiplicidad de estilos que encontramos en Ulises».222 Por eso,
dice Kenner, Joyce parece hacer funcionar un narrador "objetivo" que no lo es en
realidad. Esto al escritor le crea un problema, por ejemplo, a la hora de separar
la voz monologal de Bloom de la suya propia como narrador, y hasta de sus juicios
personales.223

Mr Bloom entered and sat in the vacant place. He pulled the door to after him and
slammed it tight till it shut tight. He passed an arm through the armstrap and
looked seriously from the open carriage window at the lowered blinds of the avenue.
One dragged aside: an old woman peeping. Nose whiteflattened against the pane.
Thanking her stars she was passing over. Extraordinary the interest they take in a
corpse. Glad to see us go we give them such trouble coming. Job seems to suit them.
Huggermugger in corners. Slop about in slipper-slappers for fear he'd wake. Then
getting it ready. Laying it out. Molly and Mrs Fleming making the bed. Pull it more
to your side. Our winding-sheet. Never know who will touch you dead. Wash and
shampoo. I believe they clip the nails and the hair. Keep a bit in an envelope.
Grow all the same after. Unclean job.224
El señor Bloom entró y se sentó en el sitio vacío. Tiró de la portezuela tras de sí
y dando con ella un portazo la cerró bien apretada. Pasó un brazo por la correa de
apoyo y se puso a mirar con seriedad por la ventanilla abierta del coche hacia las
persianas bajadas de la avenida. Alguien se echó a un lado: una vieja atisbando.
Nariz blanca de aplastarse contra el cristal. Dando gracias a su destino porque la
habían pasado por alto. Extraordinario el interés que se toman por un cadáver.
Contentas de vernos marchar les damos tanta molestia llegando. La tarea parece
irles bien. Cuchicheos por los rincones. Chancletean por ahí en pantuflas de felpa
por miedo a que despierte. Luego dejándolo listo. Adecentándolo. Molly y la señora
Fleming haciendo la cama. Tire más de su lado. Nuestra mortaja. Nunca sabes quién
te va a tocar muerto. Lavado y champú. Creo que cortan las uñas y el pelo. Guardan
un poco en un sobre. De todas maneras crece después. Trabajo nada limpio. [Versión
Valverde.]225
Igualmente desde el punto de vista técnico, Stuart Gilbert, el primer gran
estudioso de Ulises, desvela el procedimiento más simple que utilizó Joyce en su
composición y que consiste en la presentación de fragmentos o motivos que van
repitiéndose a lo largo de todo el libro. Estos fragmentos, una vez asimilados por
el lector, sirviendo de engranajes, contribuyen a la comprensión cabal del
mismo.226

Uno de los capítulos más ricos estilísticamente de la obra ha sido muy estudiado:
«"Los bueyes del Sol", al igual que Ulises, es un campo de debate en el que las
lecturas poéticas, novelísticas y textuales entremezclan sus reclamos, dando
ambiciosas respuestas a preguntas sobre la unidad formal y temática. (Lo humano, la
lingüística y la vida estética aparecen subsumidos en una metáfora orgánica del
crecimiento y el parto)».227

Harry Levin, por su parte, destaca una cualidad narrativa especial, vinculada a la
técnica del "monólogo interior": «La mente de Bloom no es ni una tabula rasa ni una
ilustración fotográfica, sino una película cinematográfica que ha sido
ingeniosamente cortada y montada para enfatizar los primeros planos y los fundidos
de parpadeante emoción, ciertos ángulos de observación y flashbacks con
reminiscencias. En su intimidad y continuidad, Ulises tiene más en común con el
cine que con cualquier otra forma de ficción».228 Frecuentemente se han señalado
también las virtudes puramente musicales de muchos de sus pasajes, más en
particular el capítulo "Las Sirenas", el cual, para el crítico musical Alex Ross,
«es en sí mismo un remolino contrapuntístico de imágenes, un equivalente literario
del serialismo».229

Ulises es una novela gigantesca, de proporciones parecidas a las de las más


importantes del siglo XIX, como Crimen y castigo o Ana Karenina. No en vano, el
escritor Samuel Beckett, que más tarde se convertiría en asistente de Joyce, muy
apropiadamente la llamó «oeuvre héroïque» (obra heroica).230 Contiene alrededor de
267 000 palabras, y un vocabulario de más de 30 000. Las dos ediciones en
castellano manejadas constan de 900 páginas. Las ediciones en inglés oscilan entre
las 700 y 750. Todas ellas están divididas en 18 capítulos para facilitar la
lectura y comprensión de la obra, ya que el autor no estableció estas divisiones,
solo agrupó los episodios en tres partes o secuencias: 1.ª: 1-3. 2ª: 4-15 y 3ª: 16-
18.231 Los capítulos o episodios son: 1. Telémaco. 2. Néstor. 3. Proteo. 4.
Calipso. 5. Lotófagos. 6. Hades. 7. Eolo. 8. Los lestrigones. 9. Escila y Caribdis.
10. Las rocas errantes. 11. Las sirenas. 12. El cíclope. 13. Nausicaa. 14. Los
bueyes del sol. 15. Circe. 16. Eumeo. 17. Ítaca y 18. Penélope.232

Según Herbert Gorman, Ulises es la revelación de la vida entera en un solo día, y


el lector llega a conocer a su protagonista principal, Leopold Bloom, mejor que a
sí mismo.233

En el plano narrativo, la novela se centra en las trayectorias de sus tres


personajes principales (entre otros varios cientos) a lo largo de la ciudad de
Dublín: el judío cuarentón Leopold Bloom,234235236237 el joven universitario
Stephen Dedalus (álter ego de Joyce),238239240 con quien se abre la obra, y la
mujer del primero, Molly Bloom,241242 hija de irlandés y judeoespañola, con cuyo
largo y extraordinario monólogo interior se cierra.243
Harry Levin revela dos claves para la comprensión de Ulises: su simbolismo épico
basado en la Odisea, y su atmósfera naturalista, fiel reflejo de la ciudad de
Dublín.244 Así, la novela está basada metafóricamente en el esquema episódico que
sigue la Odisea de Homero. De hecho, Joyce recomendaba a sus amigos que releyeran
la epopeya griega antes de abordar Ulises.245 Levin afirma, sin embargo, que al
lector de Joyce que regresa a Homero en realidad le llaman más la atención las
divergencias que las analogías.246

Harold Bloom hace igualmente a la obra tributaria del Hamlet shakespeariano,


especialmente por lo que se refiere al personaje de Stephen Dedalus.247 De Riquer y
Valverde, por su parte, opinan que «Ulises es la más cruel broma que se ha gastado
al Romanticismo, el punto donde los ideales literarios del siglo XIX se horrorizan
al verse en tan radical espejo».248 Y aunque la obra esté plagada de indecencias,
«no es exacto decir que sea un libro inmoral: es igual que un análisis médico,
donde no se omite nada por repugnante que sea».249 Sobre este aspecto, en su ensayo
"Inside the Whale" ("Dentro de la ballena"), señaló George Orwell : «Lo
verdaderamente notable de Ulises [...] es lo corriente de su material. [...] Ahí
vemos todo un mundo de materia que uno creía incomunicable por naturaleza, y
alguien se las ha arreglado para comunicarla».250

Relaciona Harry Levin a su protagonista de raíz homérica con los peregrinos de


paródica heroicidad que arrancan de El Quijote de Cervantes. Afirma Levin además
que esta obra entronca directamente con las narraciones anteriores, ya que plasma
la introspección del Retrato contra el telón de fondo realista de Dublineses.251

Fachada original del n.º 7 de Eccles Street, casa de Leopold y Molly Bloom en
Ulises. Se conserva en el James Joyce Centre, Dublín.
Otros críticos consideran igualmente Ulises mera continuación del Retrato, dado que
ambas obras son fuertemente autobiográficas;252 el propio Joyce reconoció este
extremo en una carta.253 Así, el material principal del libro son su ciudad,
Dublín, y la propia vida del autor. Por otra parte, aunque no se trata de una
novela social, el Dublín de Joyce, debido a la maestría descriptiva del autor, es
comparable al Londres de Dickens o el París de Balzac.254 El propio Joyce dijo en
cierta ocasión que si esta ciudad quedara destruida, se podría reconstruir a partir
de su libro.255256 Aparecen retratadas con todo detalle las circunstancias
sociales, políticas, económicas y religiosas de la capital y de Irlanda,257 con
especial mención al movimiento autonomista liderado por Charles Stewart Parnell,
que el escritor recordaba de su niñez, aunque nunca se identificó con este
movimiento, refiriéndose a veces al mismo sarcásticamente.258

Para Anthony Burgess, "cómica" es la palabra clave que define la obra, aunque esta
comicidad la vincula más bien con los clásicos de la mock-epic (los antihéroes de
Cervantes, Fielding, Dickens, Rabelais...) antes que con sus contemporáneos (P. G.
Wodehouse, Richard Gordon). Los héroes de la gran épica bufa, por un giro irónico,
siempre son más admirables, por más humanos, que los semidioses clásicos a los que
parodian. Don Quijote y Leopold Bloom no sirven como ejemplos cósmicos, en la línea
de Odiseo o Eneas, pues se limitan a tratar de mejorar la sociedad por medio de su
conducta decente.259 La comicidad en Ulises se logra a través de una gran variedad
de recursos, desde lo más chabacano a lo más sutil, y muchas veces mediante la
utilización humorística del propio lenguaje. Burgess destaca asimismo el humanismo
de la obra («one of the most humane novels ever written»), que se manifiesta, v.
gr., en la práctica ausencia de actos de crueldad y violencia.260

W. Y. Tindall, en su A Reader's Guide to James Joyce [Guía para el lector de James


Joyce], hace referencia a este mismo aspecto: «Sin lugar a dudas, el tema de
Ulises, que implican la búsqueda y el carácter de sus personajes, es moral. Como la
Iglesia que él rechazó, Joyce condenaba la soberbia, el mayor de los pecados, y
recomendaba la caridad, la mayor de las virtudes. Como cualquier humanista, era
partidario del humanitarismo. [...] Habiendo mostrado los defectos del sentimiento
amoroso en el Retrato, "Los muertos" y Exiles, devuelve al amor el triunfo en
Ulises. [...] Es penoso que una obra que celebra a la humanidad y sus virtudes se
separe de los hombres debido a su dificultad».261 Para Eco, el mismo empeño ético
que preside Dublineses lo encontramos en el Ulises, y agrega que «bajo el cinismo
de Ulysses se esconde una gran piedad»,262 y Frank Budgen escribió: «Hay mucho en
el Ulises que puede calificarse de obsceno, en la acepción normal de la palabra,
pero muy poco de perverso».263

José María Valverde resume su impresión afirmando que el protagonista de la novela


no es Leopold Bloom, sino el propio lenguaje, y, al igual que Burgess, destaca que
Ulises es un monumento de humor, como el Quijote, es decir, que la obra impone un
distanciamiento, una toma de perspectiva más amplia, plena de ironía crítica y sin
moralejas ante el hombre en general. El impacto más hondo que produce su lectura
quizá sea «hacer que nos demos cuenta de que nuestra vida mental es, básicamente,
un fluir de palabras que a veces nos ruborizaría que quedara al descubierto».264
Para el también traductor de la obra, Francisco García Tortosa, la técnica
narrativa más notable que exhibe Ulises, el monólogo interior o flujo de
conciencia, que Joyce tomó, con variaciones, del novelista francés Edouard Dujardin
(de su obra Les Lauriers sont coupés), completa el círculo realista de la
novela;265 la actitud que debe adoptar el lector ante su lectura debe parecerse a
la que adopta ante la propia vida.266267 Y, según Hermann Broch, más sutilmente,
«El conglomerado estilístico de Joyce es, considerado desde un punto de vista
técnico, un procedimiento que somete sucesivamente el objeto tratado a la
iluminación de los diferentes estilos para arrancar de él la mayor cantidad posible
de realidad, de una realidad supranaturalista. Evidentemente no se trata de un
divertimento musical que somete un mismo tema a diferentes tratamientos
estilísticos, sino que aquí -y ahora es realmente cuando el concepto de estilo
cobra un significado auténtico y propio-, el objeto emana del estilo, la
esencialidad del objeto condiciona el estilo, creando, mediante este juego continuo
de efectos y contraefectos, una realidad, que es, en definitiva, la realidad del
mundo».268

La novela, que había ido saliendo por entregas periódicas, fue publicada en París,
en 1922, exactamente el día 2 de febrero, fecha del cuadragésimo cumpleaños de
Joyce. Su editora fue una osada librera estadounidense afincada en París, Sylvia
Beach. La publicación hubo de superar grandes dificultades, al haber recibido todo
tipo de acusaciones de inmoralidad por su «franqueza» (ya se ha visto lo sucedido
con Dublineses). Debido a estos problemas, el libro no salió a la luz en Inglaterra
hasta muchos años más tarde, en 1936.269270

La acogida que recibió Ulises desde el primer momento fue apoteósica,271 tanto por
parte de la crítica como de la mayoría de los grandes escritores. Entre sus muchos
entusiastas, además del ya mencionado Samuel Beckett, se cuentan: W. B. Yeats, Ezra
Pound, T. S. Eliot, Ernest Hemingway, Valery Larbaud, Arnold Bennett, William
Faulkner, o Francis Scott Fitzgerald, quien ofreció al irlandés saltar por una
ventana para probarle su veneración; Joyce le rogó que no lo hiciera.272

La influencia de esta y otras obras de Joyce en castellano ha sido igualmente


profunda (Cfr. «Legado e influencia»).

Finnegans Wake
Artículo principal: Finnegans Wake
Finnegans Wake es el último trabajo que publicó en vida este autor. Apareció en
1939, dos años antes de su muerte, en la editorial londinense Faber & Faber.
Durante todo su proceso de creación, que se extendió a lo largo de casi veinte
años, había sido conocido como Work in Progress (Obra en marcha).

En los primeros años, Joyce avanzó mucho en el libro, pero a partir de 1930 el
progreso fue más lento. Esto se debió a varios factores. Entre los más importantes,
están sin duda la enfermedad mental que aquejaba a su hija Lucia y sus propios
problemas de salud, especialmente con la vista. Joyce, sin embargo, recibió la
ayuda de asistentes como Samuel Beckett. Este, en 1928, inició una breve relación
sentimental con Lucia Joyce, pero le puso fin en 1930, para disgusto de los padres
de Lucia, que declararon desde entonces a Beckett persona non grata.273 Los dos
escritores, sin embargo, acabarían reconciliándose un año más tarde.

Las reacciones ante lo que se iba conociendo de Finnegans Wake eran de diversa
índole. Algunas de las personas que habían apoyado el proyecto al principio, como
Ezra Pound y el hermano del autor, Stanislaus Joyce, emitieron juicios
negativos.274 En contra de estos comentarios, varios de los seguidores del autor
(el ya mencionado Beckett, Thomas MacGreevy, Eugene Jolas, William Carlos Williams,
entre otros) publicaron en su defensa el libro de ensayos de título imposible (y en
parte sugerido por Joyce), Our Exagmination Round His Factification for
Incamination of Work in Progress (1929). La ayuda prestada a Joyce por sus
ayudantes consistió principalmente en el cotejo y la anotación de términos de
distintas lenguas en tarjetas que luego usaría Joyce, o escribir el texto al
dictado del autor, debido a sus problemas de vista.275276

El título alude a una popular balada callejera de mediados del siglo XIX, donde se
narra la muerte y resurrección paródica de Tim Finnegan, un irlandés aficionado a
la bebida.

Fuente de Dublín representando a Anna Livia Plurabelle, personaje de Finnegans


Wake.
A grandes rasgos, la acción transcurre en las afueras de Dublín, en la taberna de
Finnegans Wake, escenario de toda la obra. El tabernero es Porter, también conocido
como Humphrey Chimpden Earwicker, que está casado con Anna Livia Plurabelle. Tienen
tres hijos: dos varones, Shem y Shaun, y una chica, Isobel. Aparecen además algunos
sirvientes y clientes. El tabernero, y esta es la excusa argumental, tiene un
complejísimo y larguísimo sueño, sueño que se mezcla, según un esquema cíclico, con
el de su mujer y los demás personajes de la novela.277

La obra se abre con una frase que se completa en las páginas finales, describiendo
una estructura circular. La influencia en este sentido del italiano Giambattista
Vico, con su visión cíclica de la historia, y de Giordano Bruno, es muy notable. El
método del monólogo interior, las alusiones literarias y las asociaciones oníricas,
así como los juegos de palabras, fueron llevados al límite en Finnegans Wake. La
obra abandona toda convención de argumento, trama y diseño de los personajes, y
está escrita en un lenguaje oscuro e inextricable, basado sobre todo en complejos
juegos de palabras expuestos en distintos niveles significativos y tomados de
varias lenguas. Sin embargo, los lectores parecen ponerse de acuerdo acerca de los
personajes principales y del sentido general de la obra.

Well, you know or don't yo kennet or haven't I told you every telling has a taling
and that's the he and the she of it. Look, look, the dusk is growing! My branches
lofty are taking root. And my cold cher's gone ashley. Fieluhr? Filou! What age is
at? It saon is late. 'Tis endless now senne eye or erewone last saw Waterhouse's
clogh. They took it asunder, I hurd thum sigh. When will they reassemble it? O, my
back, my back, my bach! I'd want to go to Aches-les-Pains. Pingpong! There's the
Belle for Sexaloitez! And Concepta de Send-us-pray! Pang! Wring out the clothes!
Wring in the dew! Godavari, vert the showers! And grant thaya grace! Aman.278279
Bueno, sabes o no sapes o no tero he dicho que todo dicho tiene un fin falorio que
es el quid y el quae del asunto. Mira, mira, está cayendo la tarde! Mis ramas en lo
alto están echando raíces. Y mi siento frío comienza a favilar. Fieluhr! Filou! Qué
edad es? Pronto es tarde. Hase na eternidad desde que mi ojo nie nadie viera por
última vez el reclogh de Waterhouse. Lo desarbolaron, oí que lo mentaban. Cuándo lo
rearbolarán? Oh, mi espalda, mi espalda, vi balda! Me iría a Aches-les-Pains.
Pingpong! Ahí está la Belle para Sexaloitez! Y Concepta del Sandánosle-ora! Pang!
Escurre la ropa! Escurre en la escarcha! Deodolente, si a raso que no llueva! Y
venga a nosotros tu gracia! Amán.280
El crítico García Tortosa destaca la extremada dificultad de su lectura, lo que ha
motivado que hasta el presente no se cuente con una traducción completa en
castellano, ya que una que salió hace años fue pronto retirada del mercado a causa
de las críticas adversas recibidas.281 Valverde llega más lejos: «Finnegans Wake
es, seguramente, el libro de más difícil lectura que se haya escrito nunca».282283
Y para Umberto Eco «constituye el documento de inestabilidad formal y ambigüedad
semántica más aterrador del que jamás se haya tenido noticia».284

Jennifer Levine encuentra una disculpa verosímil a este hecho: «La indeterminación
de Finnegans Wake surge de las extrañas condiciones ontológicas que explora la
obra, en particular, el sueño y la muerte, condiciones que hacen cuestión
primordial la esencia del yo, la propia identidad».285

Len Platt asegura por su parte que la obra anuncia «una nueva revolución de la
palabra», pero en otro sentido que Ulises: «El Wake revela una técnica de
resonancias culturales poderosamente amplias que implica no exactamente un nuevo
lenguaje, sino una nueva clase de lenguaje a través del cual se intenta, no
estabilizar el mundo, sino más bien descomponerlo en una procelosa diversidad de
posibles o potenciales significados».286 Estos significados, sin embargo, no son
tan múltiples o heterogéneos, tal y como se ha sugerido a veces, ya que, por
ejemplo, no cabe en ningún caso la interpretación de que la novela trata de "una
gran ballena blanca".287

Harry Levin enumera solo algunos de los recursos estilísticos y gramaticales


utilizados: Fónicos: rima, aliteración, asonancia, onomatopeya; morfológicos:
derivación regresiva, infijos, etimologías, retruécano; alfabéticos: acróstico,
anagrama, palíndromo.288

En cierta ocasión se le preguntó a Joyce por qué estaba escribiendo el Finnegans


como lo estaba haciendo, y él, esbozando una sonrisa, replicó: «Para tener ocupados
a los críticos durante trescientos años».289 Esta dificultad de Finnegans, sin
embargo, motivó muy pronto las quejas de grandes escritores, entre ellos H. G.
Wells y Ernest Hemingway.

Jorge Luis Borges, en una reseña sobre el libro, escribió: «Finnegans Wake es una
concatenación de retruécanos cometidos en un inglés onírico y que es difícil no
calificar de frustrados e incompetentes. [...] Jules Laforgue y Lewis Carroll han
practicado con mejor fortuna ese juego».290 A Stanislaus Joyce, quien, tras
criticarlo, había acabado valorando Ulises, Finnegans le desagradó: le pareció que
la obra era atribuible principalmente al poder lamentable de la adulación sobre su
hermano en París, a partir del éxito de Ulises.291

Para Margot Norris, contrariamente, el libro presenta un sugestivo desafío: «Unos


lectores sentirán rechazo o humillación ante texto tan difícil; a otros los
estimulará su extrañeza y los retos que presenta. De cualquier modo, Finnegans Wake
medirá su capacidad para la aventura intelectual e imaginativa».292

W. Y. Tindall, a su vez, observa que «una obra en expansión, dotada de infinidad de


piezas, una obra que incluía a todos y a todo, demandaba un tratamiento más y más
elaborado y una gran variedad de recursos. Joyce no era más difícil de lo que tenía
que ser».293 Por otra parte, «cualquiera que haya sido capaz de leer Ulises
encontrará legible Finnegans, y cualquiera que haya disfrutado con la primera, se
partirá de risa con la segunda», si bien «uno pierde de vista el bosque entre tanto
árbol. [...] Avanzar de Ulises a Finnegans es como hacerlo de Cézanne a un pintor
abstracto moderno [...] o de Bach a Bartok».294
Harold Bloom recuerda, por su parte, que el pasaje más hermoso de Joyce es el
monólogo de la agonizante Anna Livia Plurabelle295 en Finnegans Wake, que juzga la
obra maestra del irlandés.296 De la misma opinión es Hermann Broch, para quien ese
capítulo es «de una belleza indescriptible».297

Anthony Burgess es otro acerbo defensor de Finnegans Wake, novela, como toda obra
literaria, sujeta a crítica, aunque con una dificultad: «[...] podemos legislar
para la literatura de la vigilia, pero es imposible establecer reglas para libros
que tratan de sueños». Todo el empeño del escritor británico es «refutar a aquellos
críticos que, no sabiendo lo que se pretende con Finnegans Wake, la atacan sobre la
base de criterios pedestres, allí donde la obra parece más vulnerable». Dichos
críticos, no hacen, sin embargo, más que «denunciar a la noche porque no brilla el
sol, reprenden a lo eterno porque sus relojes no pueden medirlo, extraen sus reglas
graduadas y protestan porque no hay espacio que medir». Y recuerda finalmente que
«ninguna obra importante y difícil es permanentemente ininteligible, ya que son los
grandes escritores los que crean la sensibilidad y el lenguaje del futuro».298

Hace gran hincapié Burgess igualmente en los elementos cómicos de la novela, tan
divertida como Ulises, y recuerda las grandes risotadas que escuchaba continuamente
Nora Barnacle provenientes del work-in-progress-room (el cuarto donde su esforzado
marido, casi ciego, trabajaba en la novela).299

García Tortosa apunta asimismo la «considerable carga de humor» presente en el


libro, como ocurre en Ulises, hasta el punto de que Finnegans puede consistir,
según este crítico, nada más que en «una monumental y complicada broma». Alude
también García Tortosa a los contenidos pornográficos y blasfemos que salpican
muchos pasajes, cosa que se advertiría enseguida «si se tradujesen al inglés
estándar, o a cualquier otra lengua normalizada». Frente a dichos contenidos,
«Ulises parecería un libro piadoso y ñoño».300 También se ha querido ver en esta
obra una cierta actitud paternalista por parte del autor hacia su país: la misma
que demuestra hacia sus hijos Earwicker,301 cuyo subconsciente representa la
historia de la conciencia de toda la raza humana302 y cuyos sueños están hechos de
palabras.303

En 1930, el estudioso Stuart Gilbert relacionó las dos grandes novelas de Joyce
desde un punto de vista plástico: «Esa combinación de naturalismo, simbolismo y
precisión tectónica, que vemos, por ejemplo, en el arte de Seurat, encuentra su
literaria contrapartida en Ulises y especialmente en Finnegans Wake: en verdad, la
textura de esta última obra (así como el método de su composición) es totalmente
pointilliste».304

Finnegans Wake, con todo, representa «el mayor esfuerzo en la historia de la


literatura universal por entender, pragmáticamente, la naturaleza de la lengua».305
También, como se aprecia en Ulises, es innegable su fuerte significado
autobiográfico; así, a semejanza del resto de la narrativa de Joyce, la acción de
esta obra transcurre enteramente en Dublín, pero con la particularidad de que en
Finnegans la ciudad aparece universalizada: «Encarna la historia de todas las
civilizaciones y de todas las ciudades desde la antigüedad hasta el presente».306

Según Richard Ellmann, este libro, como los demás del irlandés, se estudia en todo
el mundo y tiene la virtud de influir poderosamente incluso en autores que no lo
han leído.307

En 2010 se publicó una edición corregida y expurgada de la obra, a cargo de los


especialistas Danis Rose y John O'Hanlon, quienes, a lo largo de los últimos
treinta años, han trabajado sobre 20.000 páginas manuscritas, detectando unos 9000
errores. La nueva versión cuenta con 120 páginas menos que la original.308
Poesía
Artículos principales: Música de cámara y Poemas manzanas

James Joyce es autor de dos únicos libros de poemas: Música de cámara (Chamber
music, 1907) y Poemas manzanas (Pomes penyeach, 1927), además de algunos poemas
sueltos. Ambos libros son considerados obras menores: la importancia de Joyce en el
contexto de la literatura del siglo XX hubiese sido mucho menor de haberse basado
solo en su obra lírica. Es sorprendente que un escritor tan original y avanzado en
prosa se redujera a componer versos de corte tradicional, «intrascendentes y
juguetones, cuando no repletos de sentimentalismo» en los que no se aprecia ni un
retazo de la genialidad que brilla en su narrativa.309 La rica tradición literaria
que empapa al autor, tan visible en su obra narrativa, no la utilizará nunca para
ensanchar el panorama de la poesía.310

Según cuenta su hermano Stanislaus, Joyce comenzó a escribir poesía en sus últimos
años de colegio. Estas composiciones primerizas le valieron las alabanzas de
Yeats.311 Chamber Music se gestó entre 1898 y 1904 y su publicación se logró a
través de la influencia de Yeats y con la ayuda de su hermano Stanislaus, Ezra
Pound y el poeta Arthur Symons.312 Su temática general es el amor juvenil, aunque
según cuenta su hermano Stanislaus en El guardián de mi hermano, James afirmó que
lo mismo que «poemas de amor» hubiesen podido llamarse «poemas de prostitutas».
«Jim carecía de pudor», añade Stanislaus.313 Música de cámara obtuvo recensiones
favorables. En una de ellas, Ezra Pound destacó la musicalidad de los versos y su
nítido entronque con la poesía tradicional. El libro es asimismo expresivo de la
"pureza lírica" que Joyce valoraba por encima de todo,314 opinión que suscribe
Burgess, quien añade que estos poemas suenan mejor recitados que simplemente
leídos; parecen haber sido concebidos para el canto.315 Según su traductor al
español, José María Martín Triana, Música de cámara es «un suave cuarteto de
cuerdas isabelino, con algunos lamentos de trompa inglesa».316 Joyce no se
enorgullecía demasiado de este libro, y hasta llegó a negar a Padraic Colum, en
1909, que fuese poeta, aunque no le gustaba que otros coincidiesen con él en
determinados juicios.317

Por su parte, Pomes Penyeach apareció en la misma editorial que alumbró el Ulises,
en 1927. Este libro pudo resultar la respuesta de Joyce a las agrias críticas que
estaban recibiendo los adelantos que iban publicando las revistas de su obra
última, Finnegans Wake.318 Poemas manzanas muestra una temática más amplia, desde
el desconsuelo por la enfermedad a la sátira, y hasta la frustración por las
dificultades con la publicación de sus libros en el autor. Se trata de poemas
melancólicos en los que se trasluce claramente el dolor del ya largo exilio.319
Samuel Beckett dio muestras en el verano de 1927 de su entusiasmo por esta
colección de poemas.320

Las influencias en la poesía de Joyce son la poesía isabelina inglesa del siglo
XVI, y autores como Shakespeare, Yeats, Verlaine, etc.321

Según el traductor al español de su obra poética completa, José Antonio Álvarez


Amorós, el más importante logro poético de Joyce es de carácter formal: «La mayor
parte de los críticos que hemos citado a lo largo de este estudio declaran
explícitamente la importancia de la sensación musical que transmiten los
poemas».322 Así, son de destacar la regularidad del metro y la rima en los dos
libros; la musicalidad se logra a través de recursos fónicos como la aliteración,
la recurrencia sonora, las expresiones vocativas; procedimientos léxicos (uso de
campos léxicos relacionados con la música), etc.323

At that hour when all things have repose


O lonely watcher of the skies,
Do you hear the night wind and the sighs
Of harps playing unto Love to unclose
The pale gates of sunrise?324
A la hora en que todas las cosas reposan
oh, solitario vigilante del cielo,
¿oyes el viento nocturno y el suspiro
de las arpas que tocan el amor descorriendo
las pálidas cancelas del amanecer?
Poema III de Música de cámara325
Teatro
Artículo principal: Exiliados (obra de teatro)
Pese al gran interés que se le despertó al principio de su carrera por el teatro,
Joyce publicó únicamente un drama: Exiliados (Exiles, en inglés), empezado poco
después del estallido de la Primera Guerra Mundial, en 1914, y publicado en 1918.
Se trata de un estudio psicológico sobre un matrimonio de mediana edad. La obra
parece referirse a un cuento publicado anteriormente: "Los muertos" (en
Dublineses), pero igualmente apunta a Ulises, empezado más o menos en las mismas
fechas.

Henrik Ibsen, primera gran influencia sobre Joyce.


La crítica desarrollada por Joyce contra Irlanda se centraba principalmente en su
atraso cultural, por lo que el autor trataba de acercarse a las corrientes
renovadoras europeas que él cifraba en el dramaturgo noruego Henrik Ibsen, la
influencia más notable en Exiles.326

Al igual que en la mayor parte de su obra, en Exiliados destacan los contenidos


autobiográficos, referidos en este caso a los problemas conyugales, con celos
incluso de por medio, entre el escritor y su esposa, Nora. José María Valverde
define la obra en este sentido como «un opaco dramón neoibseniano ventilando
pleitos personales».327

Obra menos artística que biográfica, en opinión de Burgess, supone un autorretrato


de Joyce en 1912, que diríase basado en la obra menos exitosa de Ibsen: When We
Dead Awaken (Al despertar de nuestra muerte).328

Para W. Y. Tindall, Exiliados solo es sencillo en la superficie, puesto que se


trata de una de las obras más difíciles de Joyce. Pero si Stephen Hero es la más
pobre, Exiliados es la peor. De cualquier modo, el personaje de Richard se parecía
más a su autor que el de Stephen, especialmente en el plano sentimental.329 Joyce
trató de adaptar viejos temas y métodos a las nuevas formas dramáticas, pero en
este caso su exploración no tuvo éxito.330

Cuando Ezra Pound tuvo acceso a la obra, en 1915, afirmó que era «apasionante»
aunque «sin la intensidad del Retrato». Yeats, por su parte, la rechazó para su
representación en el Abbey Theatre de Dublín, alegando que estaba demasiado
«alejada del drama folklórico y actualmente no montamos bien ni el drama
folklórico».331 El escritor austríaco Stefan Zweig alabó la obra y, en carta a su
autor, expresó el deseo de conocerlo personalmente.332 Más tarde, se cree que Zweig
influyó para su representación en Múnich, en 1919, representación que resultó un
fiasco.

Junto con Música de cámara, Exiliados se ha evidenciado como la obra menos exitosa
de Joyce. El escritor Padraic Colum hace notar en una introducción a la obra: «La
crítica siempre ha insistido en que Exiliados carece del encanto del Retrato del
artista así como de la riqueza de Ulises. [...] Siempre se la ha descartado como un
drama ibseniano, obra de un joven admirador del gran dramaturgo escandinavo».333 De
Riquer y Valverde sostienen que Exiles es una «mediocre pieza sobre el problema de
la sinceridad y su definitiva imposibilidad, con la recaída necesariamente en el
aislamiento de los que por amor intentaron ser auténticos».334
RICHARD (Todavía mirándola y hablando como una persona ausente.) Herí mi alma por
ti. La herí con una duda profundísima que nunca podrá cicatrizar. Jamás podré
saber. ¡Nunca! No quiero saber ni creer nada, no me importa. No es en la oscuridad
de la fe como yo te quiero, sino en la viviente, incansable, hiriente duda. Para
retenerte no quise utilizar lazos, ni siquiera los del amor. Luchaba sólo para
quedar unido a ti en cuerpo y alma, en absoluta desnudez... Sin embargo, ahora me
siento fatigado. Me cansan mis heridas.335
Ensayo
Joyce escribió a lo largo de su vida ensayos, conferencias, críticas de libros,
notas, artículos periodísticos, cartas a directores de publicaciones y poemas
satíricos, si bien es esta su labor menos conocida. Ya en sus obras narrativas
pueden encontrarse multitud de comentarios sobre obras literarias y otros muchos
aspectos de la sociedad, la historia y el arte. El Retrato del artista adolescente,
en concreto, contiene todo un sistema estético, y en Ulises el autor dedica un
capítulo entero a la vida y obra de Shakespeare.336 En cualquier caso, «si Joyce
jamás se consideró crítico, fue por propia decisión, no por incapacidad».337 El
primer texto de Joyce recogido en la compilación Ensayos críticos data de sus
catorce años, y el último de sus cincuenta y cinco.
Tanto el continente adulador y servil como el talante altanero y orgulloso ocultan
un carácter indigno. La Fortuna, esa pompa destellante, cuyo brillante esplendor ha
atraído, y ha engañado por igual a los orgullosos y a los pobres, es tan veleidosa
como el viento. Sin embargo, siempre hay "algo" que nos revela el carácter de un
hombre. Es la mirada.338
A partir de 1899, encontró un filón en la literatura dramática, particularmente la
obra de Ibsen, y escribió su artículo "Drama y vida". Este quizá constituya la más
clara manifestación de un credo artístico efectuada por el autor. En dicho
artículo, Joyce insiste en la superioridad del drama contemporáneo sobre el
clásico. Según Mason y Ellmann, «la superioridad del drama contemporáneo se basa en
que se halla más cerca de las eternas leyes del comportamiento humano, leyes que no
varían en función del tiempo y el espacio, postulado éste que informa el Ulises y
Finnegans Wake».339

En 1900, publica el ensayo "Ibsen's New Drama", donde insiste en sus tesis
anteriores. En 1901, el panfleto "The Day of the Rabblement", y en 1902 el ensayo
"James Clarence Mangan". En el segundo, según Eco, «vibra el desdén hacia el
compromiso con la masa, una especie de ascética aspiración al retiro y al
aislamiento absoluto del artista». En el último trabajo, estudia la intensa
imaginería de ese poeta irlandés decimonónico aficionado al opio.340

En años posteriores, se manifiestan sus inquietudes sociales: avisa a sus


conciudadanos contra el provincianismo, el folklorismo y el chovinismo irlandés.
También propone una estética europea encaminada a superar los límites del arte
cristiano. La literatura es la gozosa afirmación del espíritu humano. Para ello el
escritor debe huir de la hipocresía y asumir su cuerpo y sus pasiones. De esta
época es importante el artículo en verso "El santo oficio". Una vez abandonada
Irlanda (1904), dictó una serie de conferencias sobre la misma en Trieste, en las
que describe la historia de su país como una constante sucesión de traiciones,
aunque también alaba su belleza natural y su valor ante la opresión inglesa.341 En
1912 publicó su famoso poema "Gases de un quemador", otra acerba crítica contra
Irlanda, con motivo del desprecio de un editor dublinés hacia su libro Dublineses.
A partir de ese momento, y pese a los ruegos de su amigo Ezra Pound, deja
prácticamente de escribir artículos. Sólo, durante la guerra, escribió otro poema
crítico de importancia: "Dooleysprudencia". Según Mason y Ellmann, compiladores de
la obra ensayística de Joyce, la crítica de escritores como Thomas Mann o Henry
James interesa por lo que dice de otros escritores; la de Joyce, por lo que dice de
él mismo, cuyos «textos críticos se comprenderán mejor si se los considera como
parte de esa dramatizada autobiografía que Joyce escribió a lo largo de su vida en
un ensamblaje perfecto».342
Burgess, sobre este aspecto, comenta que el Joyce poeta, dramaturgo y crítico de
mayor valía y originalidad se encuentra en sus dos grandes novelas. «Finnegans Wake
completa el trabajo empezado en A Portrait, el trabajo de demostrar que la
literatura no es solo un comentario sobre la vida sino parte integral de la misma.
El poeta mediocre, el dramaturgo impasible y el crítico ocasional adquieren su
grandeza en el contexto de la vida, que es el contexto de la novela».343

Pues estoy obligado para con Irlanda:


tengo su honor en mi mano,
esta hermosa tierra que siempre envió
a sus escritores y artistas al exilio
y con irlandés sentido del humor
traicionó a sus propios líderes, uno tras otro.344
"Gases de un quemador" (1912)
Correspondencia
Joyce escribió a lo largo de toda su vida una abundante correspondencia. Según el
recopilador de la misma y biógrafo de Joyce, Richard Ellmann, «la distancia con
respecto a los destinatarios le hacía sentirse cómodo y escribía cartas no
demasiado largas y sin divagaciones [...] el tono que predomina en ellas es
irónico, conciso, apretado».345 En cuanto a los temas, al principio representan
casi siempre la exposición detallada de sus penurias, de su debilidad física y de
su desaliento, aunque sus necesidades son insignificantes en relación a sus
méritos, de los cuales estaba bien seguro mucho antes de que sus publicaciones los
confirmaran.346 En sus cartas aparecen simultáneamente súplicas y reprimendas,
según se aprecia en las muchas que escribió a su hermano Stanislaus, a quien dice
en una ocasión: «No tardes tanto en hacer lo que te pido, pues estoy desperdiciando
mucha tinta».

Debido a su egotismo, no soportaba a quienes no homenajeaban su talento; de aquí


incurría con facilidad en el "dar de lado al mundo". Muchas veces surge en sus
cartas la amenaza de dejarlo todo, incluso a su familia, para perseguir sus
propósitos,347 aunque nunca lo cumplió. Sin embargo, también se observa en ellas
que era persona sociable, buen hijo, buen hermano, complaciente con su esposa, y
buen padre. Las cartas atestiguan también su ansia de "santidad profana", la
relación entre el arte y el yo espiritual; se reconoce la primacía del poeta sobre
el sacerdote mediante un sistema ético rival de la teología.348 Una vez llegó más
lejos, al afirmar: «No hay nada que pueda sustituir a la pasión individual como
fuerza motriz de todas las cosas, ni siquiera el arte o la filosofía».349
Frecuentemente se ha considerado al irlandés amoral, sin embargo él se consideraba
un moralista.350 En carta al editor Grant Richards en defensa de Dublineses, afirma
sobre esta obra: «Es un capítulo de la historia moral de mi país». En sus cartas de
juventud se aprecian también claramente sus ideas socialistas; aunque no mencionaba
a Marx, sí nombraba a Oscar Wilde.351 Al empezar la Primera Guerra Mundial, en
respuesta a una carta de un amigo italiano, dio muestras de su hondo pesimismo
político; monarquías y repúblicas le asqueaban, y dudaba de «il sole dell'avvenire»
(«el sol del porvenir», es decir, el socialismo).352 El escritor se declaró
asimismo durante un tiempo simpatizante del movimiento separatista irlandés Sinn
Féin.

Joyce utilizó a menudo las cartas como medio de propaganda de su obra, aunque
también las usó para otros fines, como la campaña que emprendió a favor del tenor
John Sullivan, o sus infortunados proyectos económicos: importar lana irlandesa a
Italia, montar un cine en Dublín, la compañía de actores en Zúrich.353
Psicológicamente, las cartas más importantes son las que dirigió a su mujer, Nora
Barnacle, a la que parece tratar de hacer, aparte de su amante, un aliado contra el
orden imperante.354 En una carta le dice que ve en ella «la belleza y el sino de la
raza de que soy hijo».355 En otra le pide: «Acógeme en el oscuro santuario de tu
matriz. ¡Protégeme, querida, del mal!»356 Como se ha visto, también es muy conocida
la vertiente escatológica y fetichista presente en estas cartas.357358
Si las cartas a Nora evidencian su posición sentimental, las dirigidas a su hermano
Stanislaus recogen la intelectual. En esta correspondencia Stanislaus aparece como
«un hombre sólido, servicial y discutidor, a quien su hermano provoca intentos de
emulación intelectual, así como envidia y cansancio».359 Termina Ellmann su prólogo
a la edición de las cartas: «La mezcla de cualidades como el orgullo y la
quejumbre, los destellos de sinceridad en medio de peroratas de reticencia sinuosa
o confesiones fuera de lugar, confieren a sus parcos autorretratos de estas cartas
un interés muy diferente del que encontramos en las adaptaciones matizadas de Henry
James o en la elocuencia sin restricciones de D. H. Lawrence».360

Tal vez me precipitara al pensar que pretendía usted poner en duda las palabras de
Lucia. Mi opinión vuelve a ser minoritaria y de nuevo soy el único en sustentarla,
pues al parecer, todos los demás creen que está loca. Se comporta como una boba con
frecuencia, pero su mente es tan clara y despiadada como un relámpago. Es un ser
fantástico que habla una curiosa lengua propia y abreviada. Yo la entiendo total o
casi totalmente. Antes de ir a Londres, me habló de usted y de lo que usted había
hecho por mí. Quería establecer por mediación suya un vínculo decisivo entre el ser
disoluto que escribe estas líneas y la honorable persona de usted.
Carta a Harriet S. Weaver, 1/5/1935361
Legado e influencia

Estatua de Joyce en North Earl Street, Dublín.


En la literatura
La crítica internacional coincide en valorar la figura de James Joyce como una de
las más importantes e influyentes en la cultura literaria del siglo XX, al lado de
las de Franz Kafka, Marcel Proust, Jorge Luis Borges o William Faulkner.

El crítico estadounidense Harold Bloom desarrolla un amplio y profundo análisis


comparativo de Joyce con Shakespeare, destacando el coraje del primero «al basar
Ulises simultáneamente en la Odisea y Hamlet», pues, como señala Ellmann, los dos
paradigmas de Ulises y el príncipe de Dinamarca prácticamente no tienen nada en
común. Según este crítico, Leopold Bloom es tanto Ulises como el fantasma del padre
de Hamlet, mientras que Stephen es Telémaco y el joven Hamlet, y Leopold Bloom y
Stephen juntos forman a Shakespeare y a Joyce.247 Bloom compara asimismo a Joyce
con Flaubert, y habla de la condición judía del protagonista de Ulises: «Joyce
admiraba a Flaubert, pero la conciencia de Poldy [Leopold Bloom] no se parece a la
de Emma Bovary. Es una psique curiosamente anciana para un hombre apenas de mediana
edad, y todos los demás personajes del libro parecen mucho más jóvenes que el señor
Bloom. Es de presumir que tiene que ver con el enigma de su judaísmo. [...] Dublín
lo considera incómodamente judío, aunque su aislamiento es autoimpuesto, [...] él
está perpetuamente dentro de sí mismo, algo sorprendente en un hombre tan
afable».362 Bloom defiende a ultranza Finnegans Wake, que compara a la obra maestra
de Proust: «Puesto que Finnegans Wake, más que Ulises, es el único rival auténtico
de En busca del tiempo perdido que ha producido nuestro siglo, también tiene su
lugar en este libro». Bloom sospecha, sin embargo, que tanto Finnegans como The
Faerie Queene, de Edmund Spenser, «serán leídas, durante los siglos venideros, por
solo un pequeño grupo de entusiastas especialistas».363

Herbert Gorman, en 1924, aparte de hacer hincapié en la «extrema sensibilidad de su


temperamento»,364 describió la mente de Joyce como totalmente alejada del
estatismo: «Es dinámica en sus concienzudas exploraciones, como la mente de la
Irlanda moderna, lo que se observa en ciertos atributos notables; esa apasionada,
mística, inquieta, intrépida mente que ha sobrellevado a duras penas dos cargas
monstruosas: la del Imperio Británico y la de la Iglesia Católica Romana».365

Ya en 1929, Samuel Beckett supo describir muy bien la gran proeza técnica que
deslumbró en las dos grandes obras de su mentor: «Aquí, la forma es el contenido, y
el contenido es la forma. Puede usted quejarse de que este material no está escrito
en inglés. Pero es que no está escrito después de todo. No está escrito para ser
leído, o no solo para ser leído. Se ha creado para ser mirado y escuchado. Su
escritura no es acerca de algo, es algo en sí mismo. [...] Cuando el sentido es
dormir, las palabras se van a dormir (véase el final de "Anna Livia"). Cuando el
sentido es bailar, las palabras bailan. [...] El lenguaje está borracho. Las
palabras se tambalean, eufóricas. [...] Aunque de ningún modo fue él el primero en
reconocer la importancia de tratar a las palabras como algo más que meros símbolos
educados. Shakespeare usa gruesas, grasientas palabras para expresar corrupción.
[...] ninguna criatura, en el cielo o en la tierra, ha usado nunca el lenguaje de
la Obra en marcha».366

Para Edmund Wilson, «Joyce es el gran poeta de una nueva fase de la conciencia
humana. Como el mundo de Proust, de Whitehead o de Einstein, el de Joyce se halla
en perpetuo cambio mientras es percibido por diferentes observadores en diferentes
momentos. Es un organismo formado de "eventos". [...] Cada uno de ellos implica a
los otros, y además es único. [...] "eventos" que transcurren en la mente de los
personajes. Pero todo se reduce a simples "eventos" como los de la física moderna y
la filosofía, eventos integrando un continuum, pero que pueden considerarse como
infinitamente pequeños».367

Umberto Eco coincide en esta perspectiva "científica" sobre la obra del irlandés,
en la cual se verifica «la transposición, en la estructura del discurso, de
fenómenos descritos por las metodologías científicas contemporáneas; la obra se
convierte en una grandiosa metáfora epistemológica».368 En Finnegans, más aún que
en Ulises, «cada palabra se convierte en un acontecimiento espacio-temporal».369
Eco, asimismo, a lo largo de todo su ensayo Las poéticas de Joyce, describe
generosamente las relaciones de la obra de Joyce, no solo con todas las vanguardias
del siglo XX, ya sean literarias, pictóricas o musicales, sino también con la
estética medieval, muy presente en todos sus libros.

Harry Levin compara igualmente a Joyce con otros artistas revolucionarios de su


época: «“Siendo usted capaz de pintar tan bellamente, ¿cómo es que se aplica a esas
excentricidades?”, preguntó alguien a Picasso, y éste contestó: “Esa precisamente
es la razón”. Joyce, a una pregunta similar de su amigo Frank Budgen, respondió que
habría sido sencillo producir un par de libros fáciles al año, pero que para él no
habría valido la pena. [...] La originalidad sólo se obtiene a cambio de una
voluntad implacable de romper con los clichés. El artista creativo, Joyce o
Picasso, Eliot o Stravinsky, debe ser fría y deliberadamente excepcional; no sólo
está obligado a superar a sus predecesores sino también a sí mismo».370

T. S. Eliot, rebatiendo la idea del crítico Richard Aldington de que el Ulises


suponía “una invitación al caos”, escribió: «Este método ha sido ya esbozado por el
señor Yeats. En lugar del método narrativo, podemos ahora usar el método mítico.
Es, creo firmemente, un paso adelante para transfigurar en arte el mundo moderno,
en aras del orden y la forma que el señor Aldington tanto anhela. Y sólo aquellos
que han desarrollado su propia disciplina en secreto y sin ayuda, en un mundo que
ofrece muy poco apoyo en este sentido, pueden ser de alguna utilidad en el impulso
de este avance».371

Stuart Gilbert refuta el "pesimismo" que se le ha atribuido al dublinés: «Las


páginas finales [de Ulises], un pasaje de viviente belleza lírica, [...] son al
mismo tiempo intensamente personales y simbólicas del amor divino de la Naturaleza
por sus hijos, un canto primaveral de la Tierra; es significativo para aquellos que
ven en la filosofía de Joyce nada más que un negro pesimismo, un evangelio de
negación, que Ulises termine con un himno triple de afirmación».372

El crítico de Cambridge Christopher Butler sugiere que Joyce «persigue uno de los
objetivos centrales del modernismo temprano, que es atraer a un público dispuesto a
tratar de descifrar las relaciones entre el medio y el mensaje estilístico. Sus
obras, de Stephen Hero a Finnegans Wake, marcan en este sentido los pasos
esenciales en la evolución de la literatura de la época simbolista a la post-
moderna. [Joyce es] el más humorístico y generoso de todos los escritores del siglo
XX».373

El escritor español Enrique Vila Matas, siempre que se acercó a Finnegans Wake
temió ser presa de una conmoción, «además, con el temor a no estar a la altura de
la clase de lector que espera este libro: alguien en radical contacto con lo
incomprensible y, por tanto, con el arte verdadero, con esa "hora segunda
insondable sin estrellas" de los textos más próximos a nuestra gran verdad, a la
realidad brutal y muda, sin significado, de las cosas. [...] siempre que he
emprendido la lectura de este libro admirable, he acabado golpeado, tarde o
temprano, primero por una sensación de colapso que se mezclaba con el pasmo por tan
lúcido trabajo con el lenguaje, y luego por el colapso mismo, por ya ni hablar del
consiguiente rubor al sentirme un negado para descifrar con precisión la
espectacular exploración que hizo Joyce de los límites de la literatura».374

El escritor y crítico español Eduardo Lago ve en Joyce a «quien habría de llevar a


la prosa en lengua inglesa al límite de sus posibilidades, sometiéndola a la mayor
renovación de toda su historia; el genio diabólico y burlón que, sorbiendo el
tuétano de las palabras, sabía cómo llegar al alma misma del idioma, para desde
allí, entre risas y veras, reventar códigos y normas, haciéndole cosquillas a la
sintaxis, tejiendo telarañas donde caían prisioneros los morfemas; el mágico
prodigioso del verbo que, destripando resortes y mecanismos, reagrupaba los
vocablos en insólitas combinaciones tras las que alumbraba la fuerza desnuda de la
poesía; quien, en fin, estaba destinado a cambiar, de una vez y para siempre, los
rumbos por donde habría de transitar en el futuro la novela».375

En la sección Ulises, ya se ha visto la fuerte resonancia que tuvo dicha novela


entre los más importantes escritores en lengua anglosajona de su época. La obra de
Joyce ha sido escrutada hasta la extenuación por todo tipo de estudiosos y críticos
que sitúan a este autor como influencia decisiva sobre otros autores, como Hugh
MacDiarmid,376 Samuel Beckett,377 Flann O'Brien,378 Máirtín Ó Cadhain,379 Salman
Rushdie,380 Robert Anton Wilson,381 Joseph Campbell,382 etc. Harry Levin señala
igualmente a John Dos Passos, Alfred Döblin, Jules Romains, Thomas Wolfe.383

La obra de Joyce representa uno de los casos más evidentes del impacto que un autor
extranjero puede ejercer en la literatura en castellano.384 En España se observa
muy directamente en autores como Gonzalo Torrente Ballester,385 Juan Goytisolo,386
Luis Martín Santos,387 José María Guelbenzu,388 o Julián Ríos,389 así como en los
hispanoamericanos Jorge Luis Borges,390 Carlos Fuentes, José Lezama Lima, Alejo
Carpentier, Mario Vargas Llosa,391 Fernando del Paso392 y, muy notablemente, en su
traductor Guillermo Cabrera Infante,393 entre otros muchos.

Otros autores tributarios de Joyce: Umberto Eco, Raymond Queneau, Philip Roth,
Derek Walcott, Tom Stoppard, Anthony Burgess, Philip K. Dick.394

Algunos intérpretes de su obra, en particular Vladimir Nabokov, muestran


sentimientos encontrados sobre la misma, ensalzando unos libros y condenando otros.
Para Nabokov, Ulises es «brillante»;395 mientras que Finnegans Wake es «horrible»
(vid. sus obras Opiniones contundentes, The Annotated Lolita o Pálido fuego396),
opinión que, como se ha visto, más o menos comparte Jorge Luis Borges.397 D. H.
Lawrence objetó contra el Ulises desde el punto de vista moral: la obra revelaba
una «deliberada, periodística mente sucia».398 Por su parte, el escritor español
Juan Benet criticó duramente esta misma novela. Entre otras cosas la tachó de
simple «cuadro de costumbres, hipertrofiado por la palabrería».399 En 1971, ante el
«océano joyceano» que invadía la cultura occidental, Benet se maliciaba que el
irlandés «algún día —probablemente no será de este siglo— empezará a ser
arrinconado, porque la gente se cansa de todo».400

El irlandés Patrick Kavanagh probablemente se excedió al juzgar a su ilustre


compatriota: «Lo que intento decir es que Joyce demuestra poca, o ninguna, de esa
etérea materia prima conocida como inspiración. Es un cínico muy inteligente que ha
dado con una fórmula. [...] Finnegans Wake representa el delirio de un hombre que
no tiene más que decir. Llegó a fundir hasta la matriz. [...] El Retrato del
artista es el testamento de Joyce. Leyendo algunos de los más atropellados pasajes
de Ulises, no puedo sino pensar que Joyce es un muchacho grosero que disfruta
rompiéndolo todo. Odio y orgullo».401

En años recientes, sin embargo, los teóricos de la literatura han tendido a valorar
por encima de todo la ambición y la fuerza innovadora del irlandés.

En otros campos
Su impronta es también evidente en campos alejados de la literatura. La frase
«Three Quarks for Muster Mark», de Finnegans Wake, es el origen del término físico
quark, nombre de una de las partículas elementales más importantes, propuesta por
el científico Murray Gell-Mann.402 El filósofo estadounidense Donald Davidson ha
escrito sobre Finnegans Wake comparándola con las obras de Lewis Carroll. El
psicoanalista Jacques Lacan utilizó los escritos de Joyce para explicar su concepto
de sinthome. Según Lacan, la escritura de Joyce supone el último asidero que lo
libró de la psicosis.403 El filósofo deconstructivista francés Jacques Derrida
tiene asimismo un trabajo sobre el uso del lenguaje en Ulises. Derrida afirma que
esta novela hay que oírla a la vez que leerla, a fin de comprenderla en
profundidad.404

Se conmemora anualmente a Joyce el día 16 de junio —día en que transcurre Ulises,


llamado Bloomsday—, en Dublín y cada vez en más lugares del mundo.

La James Joyce Society fue fundada en febrero de 1947, en el centro cultural Gotham
Book Mart, de Manhattan. Su primer miembro fue T. S. Eliot. El biógrafo de Joyce,
John Slocum, fue el primer presidente de la sociedad, y Frances Steloff, fundadora
y propietaria del centro Gotham, fue su primer tesorero.

En España, con el objeto de «impulsar la investigación en torno a la obra y figura


de James Joyce en España», se fundó en Sevilla, en 1990, la Asociación Española
"James Joyce", también conocida como "Iberjoyce", de la que es presidente vitalicio
el profesor Francisco García Tortosa. La asociación publica con periodicidad anual
la revista Papers on Joyce.405

Cada año se celebra en Dedham, Massachusetts, la «James Joyce Ramble», un paseo


pedestre en el que cada milla está dedicada a una obra de este autor.406 En su
transcurso, actores profesionales leen y dan vida a distintos pasajes literarios de
Joyce.

Gran parte del legado de Joyce se conserva en el "Harry Ransom Center", en la


Universidad de Texas, que alberga miles de manuscritos, correspondencia epistolar,
proyectos, pruebas, notas, fragmentos de novela, poemas, letras de canciones,
partituras musicales, limericks (poemillas humorísticos de cinco versos) y
traducciones de Joyce.

Fachada del "James Joyce Centre", en North Great Georges Street, Dublín.
No todo son facilidades, sin embargo, para los estudiosos de la obra y la biografía
de Joyce. Stephen Joyce, nieto y único beneficiario de la herencia, ha afirmado que
ha destruido parte de la correspondencia del escritor; amenazó asimismo con
demandas si se efectuaban determinadas lecturas públicas durante el Bloomsday,407 y
bloqueó adaptaciones de obras que consideró «inapropiadas».408 El 12 de junio de
2006, Carol Shloss, profesora de la Universidad de Stanford, demandó a su vez a la
testamentaría por negarle el permiso de colgar material sobre Joyce y su hija Lucia
en la página web de la profesora.409410

Syd Barrett, miembro y primer líder de la banda de rock Pink Floyd, versioneó el
poema "Golden Hair", de Joyce, en su primer disco en solitario, The Madcap
Laughs.411

El compositor vanguardista italiano Luciano Berio ha homenajeado a Joyce a través


de obras como Thema (Omaggio a Joyce), en el que una cantante recita el principio
del capítulo "Las Sirenas", de Ulises,412413 y Chamber music, sobre varios poemas
del libro homónimo del dublinés.414

Otros compositores de música clásica que se han inspirado en este autor: Samuel
Barber, Luigi Dallapiccola, Pierre Boulez, John Cage; del pop, rock y folk: The
Pogues, Kate Bush, Jefferson Airplane, Joan Báez, Van Morrison, así como los
músicos de jazz Louis Stewart, Susanne Abbuehl, André Hodeir, etc.415416417

En el campo del cómic, su vida ha sido narrada por Alfonso Zapico en Dublinés
(2011).418 Esta obra fue galardonada en 2012 con el Premio Nacional de Cómic
español.419

La biblioteca central del University College de Dublín lleva hoy el nombre de


Joyce.420 Dedicados a propagar su memoria, se fundaron asimismo en dicha ciudad el
"James Joyce Centre"421 y el "James Joyce Museum".422

De acuerdo con la legislación de la UE, los derechos de copyright sobre la obra de


Joyce expiran con fecha 31 de diciembre de 2011. Aunque se plantean dudas sobre
diversos documentos —por ejemplo, la muy nutrida correspondencia con su secretario,
Paul Léon—, se espera que a partir de 2012 se hagan públicos aspectos de su vida y
obra desconocidos hasta hoy, debido al férreo control ejercido por la
testamentaría, en manos de su sobrino Stephen Joyce. En cualquier caso, la edición
y representación de obras de este autor quedará automáticamente liberalizada en la
citada fecha.423

Recuerdos de Joyce
El libro The Joyce We Knew. Memoirs of Joyce424 [El Joyce que conocimos. Recuerdos
de Joyce] recoge distintos testimonios sobre el escritor por parte de antiguos
amigos y paisanos.

Uno de ellos, el escritor Arthur Power, lo describía de la siguiente forma: «Su


figura era agradable, ligera y graciosamente construida, con su cabeza
shakespeariana; llevaba gruesas gafas que agrandaban llamativamente uno de sus
ojos. Una minúscula perilla ceñía sus labios delgados, su boca de forma curiosa.
Las manos eran delicadas, de finos dedos. Todo en él proclamaba al poeta, todo
menos la boca. Su actitud era más convencionalmente atenta que amistosa, porque el
talante social de Joyce no era cómodo. Por lo común se rodeaba de una especie de
alambre de púas mental. Con todo, sus exquisitos modales hacían pensar en el Dublín
de la gran época».425

Uno de sus compañeros de universidad, el juez Eugene Sheehy, cuenta que, en 1928,
la casa parisina de Joyce se veía repleta de pinturas y recuerdos de Dublín;
incluso el dibujo de una alfombra representaba el curso del río Liffey.426

El escritor Padraic Colum subraya que ya en 1902, solo con veinte años, Joyce se
había convertido en toda una leyenda en su ciudad.427 Colum evoca la desarmante
«madurez» del joven Joyce y su forma cautivadora de recitar poesía (incluso en
noruego, idioma que aprendió por su devoción a Ibsen) que debía a sus conocimientos
de canto.428
En la biografía de su amigo Sean Lester, periodista y diplomático, se lee que
cuando lo conoció, en 1940, Joyce, pese a su inmensa fama, no había echado a perder
su carácter. Era una persona «natural y agradable»; por su aspecto y acento, no
podía ser menos dublinés que al dejar su país, treinta años antes.429

Para el editor de este libro, el crítico irlandés Ulick O'Connor, «Ya le gustase o
no, él fue parte de un renacimiento literario, el desenlace de uno de esos
arrebatados movimientos de la imaginación que surgieron en Florencia y culminaron
en el siglo XX, en la última isla de Europa».430

Su amigo Frank Budgen describió con detalle la impresión que le causó al conocerlo:
«Su saludo manifestaba la elaborada cortesía europea, pero su actitud parecía
distante; su apretón de manos fue frío. De cerca no parecía tan alto, a pesar de
que su estatura estaba por encima de la media. El engaño era debido a su complexión
delgada, a su chaqueta abotonada y los pantalones de corte estrecho. [...] La forma
de la cabeza era la del óvalo alargado de las cabezas de la raza normanda. [...]
Detrás de sus potentes anteojos sus ojos eran de un azul claro, intenso, pero
indeterminados en su forma y de expresión impostada. Me di cuenta más tarde de que
en un momento de recelo o aprensión adquirían un resplandor celeste. [...] La
frente alta se abultaba por debajo de la primera línea del cabello. Su mandíbula
era firme y cuadrada, sus labios, delgados y apretados, trazando una línea recta.
Algo en la cabeza de Joyce me sugería a un alquimista».431

Anthony Burgess, en su estudio Re Joyce (título muy joyceano: rejoice, en inglés,


significa regocijarse), evoca el motivo de aparecer el escritor con el nombre de
Stephen (Esteban, como el protomártir cristiano) en sus novelas: «Él también fue un
mártir, aunque de la literatura; un testigo de la luz, autocondenado al exilio, a
la pobreza, al sufrimiento, la humillación y (quizá lo peor de todo), ya en vida, a
la canonización elitista, que la doctrina de la Palabra propagó. [...] Con las
piedras que le arrojó la vida erigió un laberinto, de ahí que Stephen se apellidase
Dedalus. Dicho laberinto, sin embargo, no es la guarida de un monstruo, sino
refugio de la vida, en cuyas galerías se dejan oír cánticos y risas».432

En su libro My Brother's Keeper (El guardián de mi hermano, 1957), Stanislaus Joyce


manifestó sin reservas: «Considero poco menos que un milagro que hubiese alguien en
mi familia dedicado al cultivo de la poesía o preocupado por mantenerse en contacto
con las corrientes del pensamiento europeo, viviendo en una casa como la nuestra,
hundida en la miseria de una generación de borrachos. No sé qué fuego interior pudo
transfigurarlo».433434

El escritor argentino Jorge Luis Borges dedicó varios poemas al autor de Ulises.
Qué importa nuestra cobardía si hay en la tierra
un solo hombre valiente,
qué importa la tristeza si hubo en el tiempo
alguien que se dijo feliz,
qué importa mi perdida generación,
ese vago espejo,
si tus libros la justifican.
"Invocación a Joyce", en Elogio de la sombra (1969)435
Obras: cronología
Música de cámara (Chamber Music, 1907)
Dublineses (Dubliners, 1914)
Retrato del artista adolescente (Portrait of the Artist as a Young Man, 1916)
Exiliados (obra de teatro) (Exiles, 1918)
Ulises (Ulysses, 1922)
Poemas manzanas o Poemas a penique (Pomes Penyeach, 1927)
Collected Poems (1936, poesía)
Finnegans Wake (1939)
Publicaciones póstumas
Stephen Hero (Stephen el héroe, escrito en 1904–06, publicado en 1944)
Letters of James Joyce Vol. 1 (cartas, Ed. Stuart Gilbert, 1957)
The Critical Writings of James Joyce (escritos críticos, Eds. Ellsworth Mason y
Richard Ellman, 1959)
The Cat and the Devil (libro infantil, 1964)
Letters of James Joyce Vol. 2 (Ed. Richard Ellman, 1966)
Letters of James Joyce Vol. 3 (Ed. Richard Ellman, 1966)
Giacomo Joyce (poema escrito en 1907, publicado en 1968)
Selected Letters of James Joyce (Ed. Richard Ellman, 1975)
The Cats of Copenhagen (libro infantil, 2012)
Finn's Hotel (epicletos, 2013)436
Adaptaciones cinematográficas
Tanto la obra de Joyce como su propia vida, han sido objeto de diversas
adaptaciones para el cine después de su muerte.

Finnegans Wake (de Mary Ellen Bute, 1965)


Ulises (de Joseph Strick, 1967)
Retrato del artista adolescente (de Joseph Strick, 1977)
James Joyce's Women (de Michael Pearce, 1985)
The Dead (de John Huston, 1987)
Nora (de Pat Murphy, 2000)
Bloom (de Sean Walsh, 2003)
Véase también
Nora Barnacle
Stanislaus Joyce
Lucia Joyce
Leopold Bloom
Molly Bloom
Ulises (novela)
Modernismo anglosajón
(5418) Joyce
Notas
Un día aconsejó a su amigo Arthur Power, tras expresarle éste sus deseos de
escribir sátira a la francesa: «Usted es irlandés y debe por tanto escribir
siguiendo la tradición irlandesa. No va bien tomar un estilo prestado. Debe
escribir lo que está en su sangre y no lo que haya en su cerebro. [...] Yo mismo
escribo siempre sobre Dublín, porque si logro llegar al corazón de Dublín, puedo
llegar al corazón de todas las ciudades del mundo. En lo particular está contenido
lo universal». Ellmann, 561-2, citando a Power en From an Old Waterford House, pp.
65-6
McCourt, John (mayo de 2001). The Years of Bloom: James Joyce in Trieste, 1904–
1920. The Lilliput Press. ISBN 1-901866-71-8.
Traducción libre: «James Joyce's subtle yet frank portrayal of human nature,
coupled with his mastery of language and brilliant development of new literary
forms, made him one of the most commanding influences on novelists of the 20th
century. Ulysses has come to be accepted as a major masterpiece, two of its
characters, Leopold Bloom and his wife, Molly, being portrayed with a fullness and
warmth of humanity unsurpassed in fiction». Artículo en Britannica CD '97. Single-
user version. Sección "James Joyce-Assessment".
Traducción libre: «Far more people read Joyce than are aware of it. Such was the
impact of his literary revolution that few later novelists of importance in any of
the world’s languages have escaped its aftershock, even when they attempt to avoid
Joycean paradigms and procedures. We are indirectly reading Joyce, therefore, in
many of our engagements with the past half century’s serious fiction- and the same
is true of some not-so-serious fiction, too». Derek Attridge: "Reading Joyce", en
op. cit. p. 1
Trad. libre: «Joyce continues to set the highest standards of any author except
Shakespeare, Milton, Pope and Hopkins to those who aspire to writing well. [...]
But when we have read him and absorbed even an iota of his substance, neither
literature nor life can ever be quite the same again». Burgess, 272
Borges, tomo II, p. 924
Texto Universidad de Virginia Texto original: «I hold this book to be the most
important expression which the present age has found; it is a book to which we are
all indebted, and from which none of us can escape».
Los diez hermanos fueron: James Augustine (n. 2 de febrero de 1882), Margaret
Alice (18 de enero de 1884), John Stanislaus (17 de diciembre de 1884), Charles
Patrick (24 de julio de 1886), George Alfred (4 de julio de 1887), Eileen Isabel
(22 de enero de 1889), May Kathleen (18 de enero de 1890), Eva Mary (28 de octubre
de 1891), Florence Elisabeth (8 de noviembre de 1892) y Mabel Josephine (27 de
noviembre de 1893). Ellman, 37.
Paci, 17
Paci, Ibíd.
Trad. libre Levin, 22
Trad. libre Stanislaus Joyce, en My Brother's Keeper, 28 y ss.
Paci, 21
Stanislaus Joyce matiza que fue un perro «irlandés», en My Brother's Keeper, p. 28
Trad. libre Stanislaus Joyce, en My Brother's Keeper, p. 41
«You were not brought up in the Catholic Ireland». Trad. libre cita en Burgess, 33
Ellmann, 42-43. Ellmann recuerda que en el Retrato (cap. 5), Stephen Dedalus
afirma temer «a los perros, a los caballos, a las armas de fuego, al mar, a las
tormentas, las maquinarias, a los caminos en despoblado por la noche» (Retrato, p.
276); su miedo a los perros y las tormentas queda mostrado asimismo en Ulises, y su
miedo a las tormentas constituye (con la ayuda de Vico) uno de los temas mayores de
Finnegans Wake. Pese a sus precauciones contra estos animales, Joyce volvió a ser
mordido por un perro, esta vez en Scheveningen (Holanda), en el año 1927 (Ellmann,
43 y 659). En lo sucesivo, donde no se indique, la biografía sigue puntualmente la
de Ellmann.
Ellmann, en Cuatro dublineses, p. 120
El poema no sobrevivió, aunque existen muchas evidencias de su existencia, según
testimonian autores como Stanislaus Joyce, Ellmann, Gorman, etc. Trad. libre
Johnson en A Portrait..., p. ix
El dato se recoge en la Stubbs Gazette (que todavía existe y se publica), y se
cita también en el sitio dedicado a James Joyce y en la Biblioteca Irlandesa de la
princesa Gracia de Mónaco.
Stanislaus Joyce aclara que el trabajo de su padre era ligero y fácil, pero éste
pasaba el rato contando chistes y escapando cada dos por tres al bar de al lado a
beber. Trad. libre de A Bash in the Tunnel , p. 103 (se reproduce un capítulo
entero de My Brother's Keeper).
Trad. libre Stanislaus Joyce, en A Bash in the Tunnel, p. 108
Ellmann, 52.
Por ejemplo, siempre fue dado a dispendiar propinas exageradas. Cfr. Ellmann, 713
Paci, 18
Ellmann, en Cuatro dublineses, p. 122
Citado en Paci, 22
Trad. libre Stanislaus Joyce, en A Bash in the Tunnel, p. 102
Eran «su punto débil»: My Brother's Keeper, p. 88
Por ejemplo, era un nadador experto, según su amigo William G. Fallon: The Joyce
We Knew, p. 46. Además, en palabras de Stanislaus, no le gustaban el fútbol, la
lucha libre ni el rugby, pero sí el cricket, las carreras de vallas y era un gran
andarín capaz de recorrer cuarenta kilómetros en un solo día. Trad. libre A Bash in
the Tunnel, pp. 102-103
Amplias referencias en Ellmann, 65-86. Vid. "El catolicismo de Joyce" más
adelante.
Trad. libre Stanislaus Joyce, en A Bash in the Tunnel, p. 105 y 114
Trad. libre Stanislaus Joyce, en A Bash in the Tunnel, p. 115
Paci, 36 y ss.
Trad. libre Stanislaus Joyce, en A Bash in the Tunnel, p. 125
Trad. libre Levin, 26
Según Stanislaus Joyce, el conocimiento de Ibsen corrió parejo al abandono de su
hermano de la fe católica, su «conversion». Trad. libre My Brother's Keeper, p. 95-
98
En este artículo Joyce, con 18 años, declaraba carecer de modelos estéticos en
Irlanda, por lo que era necesario buscarlos en el extranjero. Trad. libre Johnson,
en A Portrait, p. x
Trad. libre: «He forgot nothing and forgave nothing. Any resemblance to actual
persons and situations, living or dead, was carefully cultivated». Levin, 25
Eugene Sheehy, en The Joyce We Knew, p. 24
My Brother's Keeper, p. 100
Ellmann, 142
Al principio se le diagnosticó cirrosis, pero más tarde, en abril de 1903, se
comprobó que esto era incorrecto: Ellmann, 150.
Muchos años más tarde, May Joyce sería descrita por uno de los amigos de su hijo
mayor como una dama delicada y gentil de semblante adusto, cuyo amor por la música
(solía acompañar al piano a James cuando éste entonaba sus canciones) denotaba un
temperamento sensible y artístico. Trad. libre The Joyce We Knew, p. 28
Ellmann, 157
Valverde, en Joyce, p. 18
En la famosa carta a Nora de 29/08/1904, recogida por Valverde, Joyce reconoce: «A
mi madre la mataron lentamente los malos tratos de mi padre, años de dificultades,
y la franqueza cínica de mi conducta. Cuando le miré a la cara, tendida en el ataúd
-una cara gris, consumida por el cáncer-, comprendí que miraba la cara de una
víctima y maldije al sistema que la había hecho ser víctima». Citado en intr.
Ulises, p. 19
Stanislaus Joyce señala que "Jim" siempre había tenido desacuerdos con su madre,
pero no había sido despreciativo con ella, como su marido (o el escritor Laurence
Sterne con su propia madre). Las desavenencias siempre habían sido por motivos
religiosos. Su madre empezó culpando a James por el repudio de Stanislaus de «la
confesión y comunión», aunque éste advierte que en realidad fue él mismo, y no
James, el primero en abstenerse de esos sacramentos: Trad. libre My Brother's
Keeper, pp. 53 y 118
Valverde, en Joyce, p. 22
History of the Feis Ceoil Association. Acceso 20/12/2007.
«Trabajillo de inmensa presunción.»: Valverde, en Joyce, p. 22
Trad. libre Tindall, 101
No faltaron autores que defendieran Stephen Hero con criterio, como el irlandés
Francis Harvey, quien afirmó que el lenguaje del Retrato había envejecido mucho
peor que el de la obra de que surgió: Trad. libre A Bash in the Tunnel, p. 203 y
ss.
Cfr. Ellmann, p. 179
Ellmann, 184.
Ellmann, 230.
Al verse descrito en la novela, Gogarty se puso hecho una furia. Joyce, por su
parte, al enterarse de que Gogarty trabajaba de cirujano en Dublín, exclamó: «Que
el Señor asista a todo aquel que ose ponerse en manos de semejante individuo».
Trad. libre Ulick O'Connor en A Bash in the Tunnel, p. 74-75
Ellmann, 175.
Valverde, en Ulises, p. 22
Giorgio Joyce (1905-1976), según recuerda Ellmann (p. 618), trabajó durante un
tiempo en un banco, pero pronto, siguiendo los consejos de sus amigos, se hizo
cantante lírico (bajo); frecuentemente se ha comentado su alcoholismo. Contrajo
matrimonio con Helen Fleischman, una estadounidense adinerada, diez años mayor que
él. Tras enfermar ella de esquizofrenia, acabaron divorciándose; tuvieron un hijo
al que llamaron Stephen, único nieto de James Joyce.
Stanislaus dejó a James administrar su paga «para simplificar cuestiones»:
Ellmann, p. 239 y ss.
Los peores conflictos llegarían en julio de 1910: Ellmann, 345.
Para Harry Levin, Irlanda era una realidad demasiado viva en Joyce para que la
contemplase solo bajo las brumas célticas. Trad. libre Levin, 21. De este modo, su
trabajo debe ser interpretado menos en el entorno del renacimiento irlandés que de
la decadencia europea. Ibíd., 23
Según Burgess, el nacionalismo es quizá el elemento menos importante de su
carácter. «Irishry [...] it is perhaps the least important element in his make-up.»
Su trabajo, además, no tiene raíces célticas, y, si Joyce es celebrado en las
tabernas, no lo es tanto por la Irlanda oficial: Trad. libre Burgess, 33
Stuart Gilbert cree por su parte que Ulises pertenece a la vanguardia de la
literatura inglesa, «estilísticamente tiene poco o nada en común con el movimiento
literario conscientemente irlandés». Gilbert, 115
Herbert Gorman es de otro parecer. Refiriéndose al Retrato y a Ulises: «Ambos
libros son trágicos en sus implicaciones; ambos están imbuidos de la intensa
soledad propia del imaginativo temperamento céltico». Trad. libre Gorman, 9
Galván, en Dublineses, p. 37
Ellmann, 309 y ss.
Ellmann, 318
«Stanislaus sospechaba, quizá sin equivocarse, que el descuido de su hermano por
la empresa la había condenado al fracaso.» Ellmann, 344.
Ellmann, 352-353
Ellmann, en especial, 363 y ss.
Ellmann, 371.
Según García Tortosa, este escritor fue la persona que más se acercó a la
descripción del personaje Leopold Bloom: como él, era judío, estaba casado con una
gentil y tenía una sola hija; llevaba bigote, su abuelo procedía de Hungría,
gustaba de los platos de casquería... Intr. Ulises, p. XXX
Ellmann, 392
Ellmann, 450
Ellmann, 457
Hector Tobar (3 de junio de 2014). «James Joyce likely had syphilis, new history
of "Ulysses" surmises». Los Angeles Times (en inglés). Consultado el 4 de junio de
2014.
Ellmann, 469
Escritos críticos, p. 334
Ellmann, 482
Citado en Ellmann, 482
Escritos críticos, p. 327
Ellmann, 469 y ss.
citado en Ellmann, 491
Esto, según Ellmann. Otras fuentes afirman que para Woolf Ulises era «difuso,
pretencioso, granítico y gratuitamente escandaloso». Cfr. Intr. Ulises, p. XXXIX.
Citado en Ellmann, 492
Ellmann, 493
Aunque al parecer Nora no le hizo caso en esto, encabezó una de sus cartas:
«Querido cornudo»: Ellmann, en Cuatro dublineses, p. 101
Cartas escogidas, I, p. 343
Ellmann, 501
Ellmann, 505.
Ellmann, 572-3
Painter, George D. (1972). Marcel Proust. Madrid: Ed. Alianza. Dep. Legal M.
26.828-1971, p. 528.
Ellmann, 566
Para De Riquer y Valverde, es la máxima obra narrativa del siglo XX, sin parangón
en la historia de la literatura más que con el Quijote: Hª literatura universal de
ed. R.B.A., p. 526
Carta a Carlo Linati recogida en el apéndice "Esquema de interpretación de
'Ulises", en Ulises, trad. Valverde, tomo II, p. 461
Shloss, Carol Loeb. Lucia Joyce: To Dance in the Wake. ISBN 0-374-19424-6, p. 278
Pepper, Tara: "Portrait of the Daughter: Two works seek to reclaim the legacy of
Lucia Joyce." Rev. Newsweek International, 08/03/2003.
Shloss, 297
Eco, 69-70
García Tortosa en Anna Livia Plurabelle, p. 27
Stanley, Alessandra. "Poet Told All; Therapist Provides the Record," The New York
Times, 15/07/1991. Acceso 09/07/2007.
Joyce, Stephen. «The Private Lives of Writers». The New York Times.
Ellmann, 626
Citado en Ellmann, 604
Ellmann, 639
Ellmann, 643-644
Ellmann, 644
Ellmann, 657 y ss.
Léon moriría en 1942 a manos de los nazis, debido a su condición de judío.
Ellmann, 822
Joyce escribió en esa carta: «Mi padre tenía un cariño extraordinario por mí. Era
el hombre más necio que he conocido y sin embargo era también cruelmente astuto.
Pensó en mí y habló de mí hasta su último aliento. A mí siempre me gustó mucho -no
en vano yo soy también un pecador-, tanto que hasta sus faltas me gustaban. Cientos
de páginas y montones de personajes de mis libros vienen de él. Su seco (o más bien
húmedo) ingenio y la expresión de su cara podían hacerme retorcer de risa... De él
me quedan sus retratos, un abrigo viejo, una buena voz de tenor, y una disposición
extravagantemente licenciosa (y de la que, de todos modos, procede la mayor parte
del talento que pueda yo tener) [...]». Ellmann, 717-718
«O Father forsaken, / Forgive your son!» Trad. libre Knowlson, 157-8
Ellmann, 738
Ellmann, 782
Francesca Paci habla más bien de vaguedad en las primeras críticas: «No se
atrevían a decir que se trataba de una obra desprovista de valor, pero evitaban
pronunciarse. Algunos insinuaban diplomáticamente que quizás el valor intrínseco
del libro sería más claro y más significativo en el futuro, pero ninguno emitía un
juicio decididamente positivo». Paci, 315
En los primeros años, los intentos de la crítica para analizar esta obra
resultaron tan exitosos «como los del ciego de Esopo para describir un elefante».
Trad. libre Levin, 110
Paci, 315-317
Paci, 317-318
Ellmann, 831
Ellmann, 832
Ellmann, 65-86.
Carta de Joyce a Nora, de 29/08/1904, en Cartas escogidas, tomo I, pp. 85-86. Vid.
el texto de esta carta más adelante.
«Jim had ceased to believe in Catholicism for many years.» («Jim no creía en el
catolicismo desde hacía muchos años.»): Trad. libre de Stanislaus Joyce, en su
Dublin Diary (entrada de agosto de 1904), citado por William G. Fallon en The Joyce
We Knew, p. 49
«Beckett compartía la aversión de Joyce por el cristianismo en Irlanda. Los dos
escogieron París y el ateísmo.»: Bloom, 509
«...and was much affected by her death in 1903, though he refused to follow the
Roman Catholic faith that was very important to her. » («... y le afectó mucho su
muerte en 1903, si bien había rechazado la fe católica que tan importante era para
ella.»): Trad. libre de una inscripción biográfica referida a Joyce y a su madre,
en el "James Joyce Centre", 35 North Great Georges Street, Dublín 1, Irlanda.
Consultado in situ, el 15/03/2011.
Nabokov, 419-420
Broch, 246-7
Valverde, en Ulises, p. 16
Valverde, en Joyce, p. 25
Padraic Colum, en The Joyce We Knew, p. 65
«El interés que mi hermano conservó en la filosofía de la iglesia católica
provenía del hecho de considerar que dicha filosofía lograba transmitir de manera
más coherente una tendencia a la estabilidad en lo intelectual y lo material.»
Trad. libre My brother's Keeper, p. 120
Estas palabras son puestas en boca de Stephen en el Retrato: «—Pero —dijo Cranly—,
¿no irás a hacerte protestante? —Te he dicho que he perdido la fe —contestó Stephen
—. Pero no que haya perdido el respeto a mí mismo. ¿Qué clase de liberación sería
esa de abandonar un absurdo que es lógico y coherente para abrazar otro ilógico e
incoherente?». Op. cit. p. 277
Paci, 42
Ibíd.
Paci, 55
Ibíd., 38
Equívoco probablemente inspirado en esta frase de Ellmann: «Retendría la fe, pero
sus objetivos serían diferentes». Ellmann, 84
Paci, 55
La frase completa de Stephen en el Retrato es como sigue: «No serviré por más
tiempo a aquello en lo que no creo, llámese mi hogar, mi patria o mi religión. Y
trataré de expresarme de algún modo en vida y arte, tan libremente como me sea
posible, tan plenamente como me sea posible, usando para mi defensa las solas armas
que me permito usar: silencio, destierro y astucia». Op. cit., p. 280
Eamonn Hughs en el libro editado por Robert Welch Irish writers and religion
Rowman & Littlefield, 1992, pp.116-137
Neil R. Davison en James Joyce, Ulysses, and the Construction of Jewish Identity:
Culture, Biography, and 'the Jew' in Modernist Europe Cambridge University Press,
1998, p. 78
Jeffrey Segall en Joyce in America: cultural politics and the trials of Ulysses
University of California Press, 1993, p. 142
Bloom, 427
Se ofrece una traducción alternativa, ya que la de Anagrama contiene una errata.
Original: «It is always worth remembering that Beckett more than shared Joyce's
distaste for Christianity and for Ireland. Both men chose unbelief and Paris».
Bloom, Harold. The Western Canon, Papermac. New York, 1995. ISBN 0-333-63952-9, p.
500.
Trad. libre: «'Non serviam' meant what it said. [...] And yet Joyce's rejection of
Catholicism was far from absolute. [...] He might refuse to take the sacraments,
matrimony along with Eucharist, but the disciplines and, in a tortured renegade
form, the very fundammentals of Catholic Christianity, stayed with him all his
life. [...] In Ulysses he is obsessed with the mystical identity of Father and Son;
in Finnegans Wake his only real theme is that of the Resurrection. [...] Joyce's
attitude to Catholicism is the familiar love-hate one of most renegades. [...]
there are shreds of peasant Catholicism left in him». Burgess, 31-33
Jeffrey Segall en Joyce in America: cultural politics and the trials of Ulysses
University of California Press 1993, p. 140
Jeffrey Segall en Joyce in America: cultural politics and the trials of Ulysses
University of California Press 1993, p. 160
Trad. libre: «It seems to me that Joyce emerges, through curtains of salacity and
blasphemy, as a truly fear-shaken Irish Catholic, rebelling not so much against the
Church but against its near-schim Irish eccentricities, its pretence that there is
only one Commandment, tue vulgarity of its edifices, the shallowness and stupidity
of many of its ministers. His revolt, noble in itself, carried him away. [...] But
I think he meant well. We all do, anyway. [...] With laughs he palliates the sense
of doom that is the heritage of the Irish Catholic». O'Brien, en A Bash in the
Tunnel, pp. 19-20
«El aspecto purgatorial del Work in Progress se observa particularmente, sin duda,
en el lenguaje de transacción purgatorial en que está escrito.» Trad. libre
MacGreevy, en A Bash in the Tunnel, pp. 214 y ss.
Trad. libre: «Dante's is conical and consequently implies culmination. Mr Joyce's
is spherical and excludes culmination. [...] And no more than this; neither prize
nor penalty; simply a series of stimulants to enable the kitten to catch its tail».
Beckett, en A Bash in the Tunnel, p. 34
Trad. libre: «For the dogmatic provincialism of the Irish Roman Catholic Church
enraged his own innate spirituality, and weighed down his searching soul with, to
his mind, its absurd rituals, medieval restrictions, and fears of inhuman
punishments which are to last forever». Power en A Bash in the Tunnel, p. 181
Valverde, en Joyce, p. 25 y en la intr. de Ulises
Terence Brown, por ejemplo, describe "A mayor gracia de Dios" y "Las hermanas"
como las dos piezas más notoriamente anticlericales de Dublineses. Trad. libre
Brown, op. cit., p. xxx
García Tortosa, en Anna Livia Plurabelle, p. 23
Para Harry Levin, la parodia de misa con que arranca Ulises constituye una
blasfemia, «estridentemente repetida» cuando Stephen hace su entrada en el burdel,
en "Circe". Trad. libre Levin, 88
W. Y. Tindall apunta que este mismo episodio se planteó como una «black mass», una
misa negra. Trad. libre Tindall, 79
Eco, 15-17
Trad. libre: «His own words betray him. [...] Far from scaping nationality,
language, religion, Stephen will carry them everywhere with him». Johnson en A
Portrait..., p. xxxv
Trad. libre: «We can hardly doubt that the obscenity, the unspeakable vulgarity,
the deliberately flaunted filth of portions of Ulysses are the direct result of a
startled recoil from the terrific mental and moral oppression of the church».
Gorman, 127
Trad. libre Brown en Dubliners, p. xxix
Trad. libre: «I do not see what good it does to fulminate against the English
tiranny while the Roman tiranny ocuppies the palace of the soul». Citado por Brown,
en op. cit., p. xxx
Trad. libre: «[...] a Parisian Irishman, and a heretical Catholic [...],
expatriate and excommunicate, the man without a country and without a belief».
Levin, 178
Op. cit., p. 58
Carta de Joyce a Nora, de 29/08/1904, en Cartas escogidas, tomo I, pp. 85-86
«My mind rejects the whole present social order and Christianity -home, the
recognised virtues, classes of life, and religious doctrines. […] Six years ago I
left the Catholic church, hating it most fervently. I found it impossible for me to
remain in it on account of the impulses of my nature. I made secret war upon it
when I was a student and declined to accept the positions it offered me. By doing
this I made myself a beggar but I retained my pride. Now I make open war upon it by
what I write and say and do.»: Selected Letters of James Joyce, pp. 25-26
Trad. libre: «My brother’s breakaway from Catholicism was due to other motives. He
felt it was imperative that he should save his real spiritual life from being
overlaid and crushed by a false one that he had outgrown. He believed that poets in
the measure of their gifts and personality were the repositories of the genuine
spiritual life of their race and the priests were usurpers. He detested falsity and
believed in individual freedom more thoroughly than any man I have ever known».
Stanislaus Joyce, en My Brother's Keeper, p. 120
Citado en Ellmann, 832
Arthur Power dedica varias páginas, en su aportación a A Bash in the Tunnel, a
ilustrar la conmovedora lealtad de Nora hacia su esposo. En cierta ocasión en que
coincidió con ella, ya viuda, en París, viéndola sola y enferma, le preguntó por
qué no regresaba a su país, Irlanda. «¿Cómo? —gritó ella, histérica—. ¡Allí
quemaron los libros de mi marido!» Para Power, Nora Barnacle, al contrario de lo
que muchos supusieron, fue una persona avisada y perspicaz, firme en sus juicios, y
dotada de un gran encanto irlandés, con unos ojos misteriosamente seductores. Trad.
libre Power en op. cit., pp. 185 y ss.
Galván, en Dublineses, p. 21
Galván, 30
Johnson, en Dubliners, p. xi
Burgess, 38
Trad. libre Brown, en Dubliners, p. xxxi y ss.
Johnson, en Dubliners, p. viii
Ellmann, en Cuatro dublineses, p. 130
Según W. Y. Tindall, en Dublineses, la ciudad representa el corazón de la
parálisis, y todos sus habitantes, sus víctimas; pero el propósito de la obra, de
índole moral, no es la parálisis en sí misma, sino su revelación a aquellas. Trad.
libre Tindall, 4
Galván, 31
Trad. libre Johnson en la introducción de Dubliners, p. xxvii
Galván, 39
Galván, 41-42
Relato "Duplicados", en Dublineses, versión de G. Cabrera Infante, p. 84
Stuart Gilbert recuerda en este punto que Flaubert era uno de los tres o cuatro
autores que Joyce aseguraba haber leído entero, y que Dublineses, aun recordando
mucho a Chéjov y Maupassant, tiene más que ver con Flaubert. Gilbert, 114
Citado por Galván, 45
Valverde, en Joyce, p. 35
Ibíd.
op. cit., ed. Planeta, tomo IX, p. 269
Trad. libre Burgess, 36-37
Trad. libre Brown, en op. cit., pp. xxxviii y xxxix
Trad. libre: «Stephen first appears as a named person in A Portrait of the Artist
as a Young Man but there is no doubt that he is the unnamed narrator of the first
three studies in Dubliners». Budgen, 58
Trad. libre Levin, 40
Johnson, en Dubliners, p. vii
Ibíd., p. xxxix
Trad. libre Tindall, 6-7
Trad. libre Burgess, 43
Britannica.com: James Joyce/Assessment Textualmente, «one of the world’s great
short stories».
Para Stanislaus Joyce, en contra de la opinión general, esta obra no era
autobiográfica, sino una «creación artística». Trad. libre S. Joyce en My Brother's
Keeper, p. 39
Tindall, como Levin y la mayoría de los críticos, afirma que Joyce tomó todos los
materiales de su experiencia personal, aunque siendo de natural «divertido y
chispeante, hizo a su protagonista muy solemne»; por este y por otros motivos la
obra no puede ser considerada estrictamente una autobiografía. Trad. libre Tindall,
53
Jeri Johnson recuerda que el propio Joyce participó a su hermano Stanislaus su
intención de escribir una novela «almost autobiographical» (casi autobiográfica).
Añade Johnson que más claramente autobiográfica es Stephen Hero. Trad. libre
Johnson, en A Portrait..., xii-xiii
Galván, en Dublineses, p. 36
Valverde, en Joyce, p. 44
Trad. libre Gorman, 65
Galván, en Dublineses, p. 35
Galván, en Dublineses, p. 38
Trad. libre: «Part of the new complexity arises from Joyce's developing a
differential style for capturing the shifting quality of memory; part of it arises
from a narrative structure that emphasizes repetition rather than continuous,
chronological development. In A Portrait we see the swerving in Stephen's life more
clearly and more regularly than in Stephen Hero»: John Paul Riquelme: "Stephen Hero
and A Portrait of the Artist as a Young Man", en The Cambridge Companion..., p. 116
Trad. libre: «A Portrait... has many symbols, but the fundamental one is of a
creature trying to escape from the bondage of the grosser elements, earth and
water, and learning painfully how to fly». Burgess, 50
Ibíd.
Herbert Gorman opina que esta obra supone «nada menos que la introducción de un
nuevo sistema, un nuevo modus operandi, para desvelar la vida». Trad. libre Gorman,
65
Trad. libre Levin, 50-59
Trad. libre Tindall, 63
Trad. libre Tindall, 69-78
Trad. libre: «[...] but unlike Stephen he emerged the other side and wrote a novel
Stephen could never have written». Johnson, en A Portrait..., pp. xv-xix
Ellmann, en Cuatro dublineses, p. 119
Galván, en Dublineses, p. 44-45
Retrato, versión de Dámaso Alonso, p. 193-194
Valverde, en Ulises, p. 21
García Tortosa, en Ulises, p. IX-XI
Valverde, en Ulises, p. 9
Nabokov, 423-424
Trad. libre: «The act of communication, the bond of sympathy which identifies the
reader with the book, comes almost too close for comfort». Levin, 81
Eco, 86
Trad. libre: «This is apparently something new in fiction, the normally neutral
narrative vocabulary pervaded by a little cloud of idioms which a character might
use if he were managing the narrative. In Joyce's various extensions of this device
we have one clue to the manifold styles of Ulysses». Kenner, 17. Es decir, que el
personaje (o su punto de vista) usurpa subrepticiamente en ciertos lugares la
función del narrador, o bien que el narrador, para contar, utiliza giros que solo
usaría el personaje. Joyce escribe en el Retrato que el «tío Charles acudía
(repaired, término más bien vulgar o arcaico en inglés) a su retrete», cuando, en
las mismas circunstancias, un narrador clásico habría recurrido a un término más
culto, como «se dirigía a», sesgo que confundió a Wyndham Lewis (pretexto de
Kenner) y que se perdió en la traducción de Damaso Alonso, quien dio «se encaminaba
a» por repaired (p. 66, op. cit.).
Trad. libre Kenner, 16-32
Ulysses, p. 88-89
Ulises, versión de Valverde, tomo I, p. 183
Gilbert, 53-57
Trad. libre: «"Oxen of the Sun", like Ulysses, is a contested terrain on which
poetic, novelistic, and textual readings stake their claims. It offers ambitius
answers to questions of formal and thematic unity. (Human, linguistic, and
aesthetic life are all subsumed under an organic metaphor of growth and birth.)»
Jennifer Levine: "Ulysses", en The Cambridge Companion..., pp. 157-58
Trad. libre Levin, 82
Ross, Alex: El ruido eterno. Escuchar al siglo XX a través de su música. Barcelona
- Seix Barral, 2009. ISBN 978-84-322-0913-0, p. 564
Konstantinovic, Radomir: Beckett, mi amigo. Ed. Littera - Barcelona, 2001. ISBN
84-95845-01-6, p. 105
Valverde, en Ulises, p. 10
García Tortosa, en el índice de Ulises, p. 910
Trad. libre: «[...] the revelation of all life in a single day. [...] We know this
man better than we know ourselves». Gorman, 116-118
Personaje elaborado según el modelo del Judío Errante; Bloom es en exceso
"fisiológico" para Nabokov: p. 421.
Para Frank Budgen, amigo inglés de Joyce, éste describió a su personaje en todos
sus perfiles, pero además pretendía que fuera «un hombre pleno, un hombre bueno».
Trad. libre: «I see him from all sides, and therefore he's all-round in the sense
of your sculptor's figure. But he is a complete man, as well-a good man. At any
rate, that is what I intend that he shall be». Budgen, 17-18
Para Stanislaus Joyce, Bloom tiene mucho de John Joyce. Por ejemplo, como su
padre, Bloom era corredor de anuncios para un periódico; John Joyce trabajaba para
el Freeman's Journal. My Brother's Keeper, p. 80
Levin afirma que Bloom es un exiliado en Dublín, lo mismo que Stephen es un
dublinés en el exilio. Trad. libre Op. cit., p. 79
«Un tipo amargado y suspicaz al que el lector no acaba de visualizar claramente,
proyección mental del autor, más que un ser cálido y nuevo creado por la
imaginación del artista. [...] En el caso de Stephen, lo artístico es casi
demasiado bueno para ser cierto». Nabokov, 420
Burgess descree de la calificación de "soberbio" para este personaje. «El
simbolismo subyacente al naturalismo no sirve a la glorificación de Stephen, sino
del arte. [...] En caso contrario, Stephen sería mero objeto decorativo
pretencioso. [...] Su egoísmo no figura autoengrandecimiento: como un sacerdote de
la Iglesia, representa al dios [el arte] del que él es mero agente». Trad. libre
Burgess, 69
«Stephen es el Hamlet del siglo XX», señaló Gorman, prefigurando a Harold Bloom:
Trad. libre Gorman, 119
Levin se refiere a la «placidez animal» de este personaje y a su actitud maternal
hacia su marido, hacia Stephen y hacia todos los hombres; la actitud de una mujer
que ha perdido a su único hijo varón. Trad. libre Levin, 110
Según Gorman, este personaje es el único en todo el libro que logra sus objetivos
y sale triunfante, «los otros son intelectos derrotados», en referencia a Leopold y
Stephen. Trad. libre Gorman, 208-209
Nabokov, 420
Citado en Poesía completa, p. 10. Para Levin, por otra parte, Joyce redescubre el
antiguo mito de Odiseo como arquetipo para el hombre moderno: Trad. libre Levin, 67
Valverde, en Ulises, p. 11
Trad. libre Levin, 70
Bloom, 425
De Riquer y Valverde en ed. R.B.A., p. 528
Ibíd.
Citado por Valverde en la intr. a Ulises, p. 43
Trad. libre: «Thus Ulysses puts the introspective Portrait of the Artist against
the exterior background of Dubliners». Añade Levin que eso revela un esfuerzo
desesperado por reintegrar al artista a su ciudad nativa: «It might be described as
a desperate effort to reintroduce the artist to his native city». Y sobre Cervantes
(y Dickens): «Most of the paladins of realistic fiction, ever since Cervantes made
in the literary expression of middle-class culture, have been mock-heroes. Don
Quixote's tilts with windmills may, in some Pickwickian sense, have been battles
with giants; in the same sense, the trade-route of an Irish canvasser may be the
pilgrimage of a contemporary Ulysses». Levin, 66-67
Cfr. García Tortosa, en intr. Ulises, p. XXIII
«En Roma, cuando tenía lista la mitad de A Portrait, me di cuenta de que la
continuación de aquello debía ser la Odisea, y empecé a escribir Ulises.» Ellmann,
462
Valverde, en Ulises, p. 13
Ellmann, en Cuatro dublineses, p. 99
Johnson, en Dubliners, p. xviii
Nabokov hace notar que la obra está construida con los datos facilitados por la
memoria de un exiliado, pero también con la ayuda de una simple guía de Dublín:
Thom's Dublin Directory, y del periódico Evening Telegraph del jueves, 16 de junio
de 1904: Nabokov, 417
Valverde, en Ulises, 14-15
Trad. libre Burgess, 23-24
Trad. libre Burgess, 179-180
Trad. libre Tindall, 125-126
Eco, 70
Trad. libre: «There is much in Ulysses that, in the normal acceptation of the
word, is obscene, but very little that is perverse». Budgen, 70
Valverde, en Ulises, p. 45-46
García Tortosa, en Ulises, p. LXVII
Ibíd., p. LXXI-LXXII
Joyce desde el principio reconoció haberse inspirado en el monólogo interior de
Dujardin: «And although the device is largely associated with Joyce's Ulysses he
never claimed any originality in the use of it. [...] "I took it from Dujardin"».
(«Aunque este recurso ha estado siempre asociado al Ulises de Joyce, él nunca
reclamó ser original al usarlo: "Lo tomé de Dujardin"».) Budgen, 94
Broch, 241
Valverde, en Ulises, p. 35
Sobre las dificultades para su publicación apareció en 2014 el libro de Kevin
Birmingham: The Most Dangerous Book: The Battle for James Joyce's "Ulysses":
Taylor, D. J. (4 de julio de 2014). «The Most Dangerous Book: The Battle for James
Joyce's Ulysses – review». The Guardian (en inglés). Consultado el 5 de julio de
2014.
Según De Riquer y Valverde provocó un auténtico «seísmo» en la literatura de
lengua inglesa. Ed. R.B.A., p. 526
Trad. libre Ellmann, en "Ulysses: A Short Story", dentro de Ulysses, pp. 714-715
Trad. libre Knowlson, 103-105
Ellmann, 577-585, 603.
Gluck, Barbara Reich. Beckett and Joyce: Friendship and Fiction. Bucknell
University Press, 1979. ISBN 0-8387-2060-9, p. 27.
Trad. libre Knowlson, 99
García Tortosa, en Anna Livia Plurabelle, pp. 50 y ss.
Finnegans Wake, p. 213
Lectura de Joyce de este mismo pasaje, en 1929: YouTube - Acceso 25/05/2012
Anna Livia Plurabelle, versión de García Tortosa, Navarrete y Tejedor, p. 173
Hemeroteca diario El Mundo. Acceso 20/10/2008
Valverde, en Joyce, 113
Según De Riquer y Valverde, «Lo que en Ulysses flotaba como citas en otros
idiomas, apenas mezcladas ocasionalmente con el inglés, ahora se deshace en una
suerte de papilla de base inglesa». Ed. R.B.A., p. 529-530
Eco, 118
Trad. libre Levine: "Ulysses", en The Cambridge Companion..., p. 162
Trad. libre: «The Wake announces a new 'revolution of the word' –a powerfully
resonant cultural practice involving not exactly a new language, but a new kind of
language, one that works not to stabilize the world, but, rather, to unfix it in a
wild diversity of possible or potential significance». Intr. Finnegans Wake, p. VII
Ibíd.
Trad. libre Levin, 157
Ellmann, en Cuatro dublineses, p. 98
Borges, tomo II, p. 924
Según Ellmann, en la intr. a My Brother's Keeper, p. 23
Trad. libre Margot Norris: "Finnegans Wake", en The Cambridge Companion..., p. 182
Trad. libre Tindall, p. 2 Preface
id., Tindall, 237-239
Bloom, 436
Bloom, 432
Broch, 249
Trad. libre «The trouble is that, though we may legislate for the literature of
waking life, it is impossible to lay down rules for books of dreams. [...] to
confute Joyce's critics, meaning those who, failing totally to appreciate what
Finnegans Wake is trying to do, attack it where, by ordinary literary standars, it
seems most vulnerable. [...] They denounce night because the sun is not shining;
they upbraid the eternal because their watches cannot time it; they produce their
foot-rules and protest that there is no space to measure. [...] No important and
difficult work of art is permanently unintelligible, since great writers create
both the sensibility of the future and the language of the future». Burgess, 264-
265
Trad. libre: «It is always funny where it is not touching and inspiring, and it
provocative of loud laughter, just as is Ulysses (Nora Joyce heard that laughter
constantly coming out of her near-blind hard-working husband's work-in-progress-
room)». Burgess, 188
García Tortosa, en intr. Anna Livia Plurabelle, p. 23
Trad. libre Levin, 137
Ibíd., p. 143
Ibíd., p. 148
Gilbert, 118
García Tortosa, en Anna Livia Plurabelle, p. 9-10
Ibíd., p. 12
Ellmann, en Cuatro dublineses, p. 98
Diario El País, Acceso 30/03/2010
Álvarez Amorós, en intr. Poesía completa, p. 54
Ibíd., p. 55
Ibíd., p. 18
Martín Triana, en intr. Música de cámara, p. 9
Ibíd., p. 10
Álvarez Amorós, op. cit., p. 41
Trad. libre Burgess, 70-71
Martín Triana, op. cit., p. 15
Ellmann, en Cuatro dublineses, p. 116
Álvarez Amorós, op. cit., p. 23
Ibíd., p. 9
Trad. libre Knowlson, 98
Álvarez Amorós, op. cit., p. 43-45
Ibíd., p. 50
Ibíd., pp. 51-52
Música de cámara, p. 22
Música de cámara, p. 23
Álvarez Amorós, en Poesía completa, p. 17
Valverde, en Ulises, p. 25
Trad. libre Burgess, 75-77
Trad. libre Tindall, 104-105
Trad. libre Tindall, 122
Ellmann, 444-445
Ellmann, 493
Joyce, James. Exiles. Introducción de Padraic Colum. Ed. Panther Books, 1979. ISBN
0-586-04806-5, p. 7-8
En ed. R.B.A., p. 526
Exiliados, p. 165-166
Mason y Ellmann en Escritos críticos, p. 7
Ibíd., p. 8
Escritos críticos, p. 16. Primer ensayo de Joyce, escrito a los catorce años.
Ibíd., p. 9
Eco, 30-31
Mason y Ellmann, pp. 9-10
Ibíd., p. 12
Trad. libre: «Finnegans Wake completes the work begun in a A Portrait -the work of
demonstrating that literature is not just a commentary on life but an integral part
of it. The poor poet, the indifferent dramatist and the casual critic take on
greatness in the context of life, wich is the context of the novel». Burgess, 80
Escritos críticos, p. 317
Ellmann, en intr. a Cartas escogidas, p. 13
Ibíd.
Ibíd.
Ibíd., p. 18
Carta a Stanislaus de 07/02/1905: citado por Ellmann, en Cuatro dublineses, p. 107
«Soy uno de los escritores de la presente generación que tal vez estén creando por
fin una conciencia en el alma de esta raza desdichada.»: citado en Ellmann, en
Cuatro dublineses, p. 115
Ellmann, en intr. Cartas escogidas, p. 21
Valverde, en Joyce, p. 26-27
Ellmann, en intr. a Cartas escogidas, p. 30
Ibíd., p. 32
Ibíd., p. 34
Ibíd., p. 35
Ibíd., p. 37
Cartas sucias a Nora (en inglés) Archivado el 7 de febrero de 2012 en la Wayback
Machine..
Ellmann, intr. a Cartas escogidas, p. 41
Ibíd., p. 43
Cartas escogidas, II, p. 255
Bloom, 429-430
Bloom, 432
Trad. libre Gorman, 9
Trad. libre: «The mind of Joyce is far from static; it is dynamic in its intensive
explorations. It is like the mind of modern Ireland in certain perceptible
attributes, that passionate, mystical, inquiring, fearless mind wich has with
difficulty partially ridden itself of two monstrous burdens —the British Empire and
the Roman Catholic Church». Gorman, 11
Trad. libre Beckett en A Bash in the Tunnel, pp. 28-32; se reproduce el capítulo
correspondiente a Beckett en Our Exagmination Round His Factification for
Incamination of Work in Progress.
Trad. libre cita de Wilson en Eco, 107
Eco, 146
Eco, 149
Trad. libre Levin, 172
Trad. libre texto "Ulysses, Order and Myth", Universidad de Virginia - Acceso
12/12/2011
Gilbert, 415
Trad. libre: «[…] he follows one of the central aims of early modernism, which was
to attract an audience which was willing to attempt to decode the relationships
between stylistic medium and message. His works, from Stephen Hero to Finnegans
Wake, mark in this respect the essential steps in the evolution of literature from
the Symbolist epoch to the post-modern. […] the most humorous and charitable of all
twentieth-century writers». Christopher Butler: "Joyce the modernist", en The
Cambridge Companion..., p. 279
Artículo "El último Joyce" en El País, recogido en enriquevilamatas.com - Acceso
30/11/2012
Artículo "El íncubo de lo imposible" en enriquevilamatas.com - Acceso 30/11/2012
GRIN Publishing: Hugh MacDiarmid and his influence on modern Scottish poetry -
language and national identity - Examination Thesis
Friedman, Melvin J. A review Archivado el 27 de septiembre de 2006 en la Wayback
Machine. of Barbara Reich Gluck's Beckett and Joyce: friendship and fiction,
Bucknell University Press (June 1979), ISBN 0-8387-2060-9. Acceso 03/12/2006.
por ejemplo, Hopper, Keith: Flann O'Brien: A Portrait of the Artist as a Young
Post-Modernist, Cork University Press (May 1995). ISBN 1-85918-042-6: «La figura de
Joyce asoma en el horizonte de toda la obra de O'Brien…».
"RTÉ commemorates Ó Cadhain centenary" RTÉ 25/09/2006 - Acceso 16/08/2012 «Ó
Cadhain is often described as the "James Joyce of the Irish language".»
Entrevista de Salman Rushdie, por Margot Dijkgraaf para el periódico holandés NRC
Handelsblad, traducida por K. Gwan Go. Acceso 03/12/2006.
Transcripción de una entrevista del 23/04/1988 por Robert Anton Wilson Archivado
el 31 de marzo de 2006 en la Wayback Machine. por David A. Banton, emitido en la
cadena HFJC, 89.7 FM, Los Altos Hills, California. Acceso 03/12/2006.
"About Joseph Campbell" Archivado el 5 de diciembre de 2006 en la Wayback
Machine., Joseph Campbell Foundation. Acceso 03/12/2006.
Trad. libre Levin, 181
García Tortosa, en intr. Ulises, p. CLXXXI.
Diario El País. Acceso 04/11/2008.
Ibíd.
García Tortosa, en intr. Ulises, p. CLXXXI.
Web Cátedra "Miguel Delibes". Acceso 04/11/2008
Centro Virtual Cervantes. Acceso 04/11/2008.
Williamson, Edwin. Borges: A Life, Viking Adult (5 August, 2004). ISBN 0-670-
88579-7, p. 123, 124, 179, 218.
Universidad Nal. San Marcos - Perú. Acceso 04/11/2008.
Cfr. Robin W. Fiddian: "James Joyce y Fernando del Paso", Ínsula, 455 (octubre de
1984). ISSN 0020-4536, p. 10
Centro Virtual Cervantes. Acceso 04/11/2008.
«Página que aporta referencias textuales. Acceso 04/11/2008». Archivado desde el
original el 15 de noviembre de 2008. Consultado el 4 de noviembre de 2008.
«Cuando quiero disfrutar con un libro, releo En busca del tiempo perdido, de
Proust, o Ulises, de Joyce» (Nabokov, carta a Elena Sikorski, 03/08/1950, en
Nabokov's Butterflies: Unpublished and Uncollected Writings. Boston: Beacon, 2000,
464–465.
Nabokov, V. Pale fire: New York: Random House, 1962, p. 76.
Borges, tomo II, p. 924.
Trad. libre cita en Tindall, 126
Citado por García Tortosa, en intr. Ulises, p. XLVI.
En el prólogo a El "Ulises" de James Joyce, p. 1
Trad. libre: «What I am trying to say is that Joyce has little, or none, of that
ethereal commodity known as inspiration. He is the very clever cynical man who has
found a formula. [...] Finnegans Wake is the delirium of a man with no more to say.
He has melted down even the matrix. [...] the Portrait of the Artist is Joyce's
testament. [...] And yet, as I read through some of the more violent parts of
Ulysses, I feel that Joyce is an unmannerly child enjoying destruction. Hate and
pride». Kavanagh en A Bash in the Tunnel, pp. 50-51
"quark" American Heritage Dictionary of the English Language, 4ª Edición, 2000.
Evans, Dylan, An Introductory Dictionary of Lacanian Psychoanalysis, Routledge,
1996, p. 189
Ulysse gramophone. Acceso 18/05/2011.
«Copia archivada». Papers on Joyce (Asociación Española "James Joyce"). 2013. ISSN
1135-0504. Archivado desde el original el 2 de octubre de 2013. Consultado el 30 de
septiembre de 2013.
James Joyce Ramble. Acceso 28/11/2006.
Max, D. J., "The Injustice Collector: Is James Joyce’s Grandson Suppressing
Scholarship?," The New Yorker, 19/06/2006. Acceso 09/07/2007.
Cavanaugh, Tim, "Ulysses Unbound: Why does a book so bad it "defecates on your
bed" still have so many admirers?" Archivado el 3 de septiembre de 2009 en la
Wayback Machine.. Reason, julio de 2004.
Schloss. Stanford Law School, The Center for Internet and Society. Acceso
28/11/2006.
Associated Press. Profesora demanda a la testamentaría de James Joyce: Carol
Schloss pide acceso a material registrado en su página web. MSNBC. 12/06/2006.
Acceso 28/11/2006.
«Syd Barrett: “The Madcap Laughs” (1970). Palos de ciego a la genialidad».
Consultado el 29 de abril de 2019.
Ross, Alex: El ruido eterno. Escuchar al siglo XX a través de su música. Barcelona
- Seix Barral, 2009. ISBN 978-84-322-0913-0, p. 564
Vídeo de la obra en YouTube - Acceso 20/03/2012
themodernword.com Archivado el 27 de marzo de 2012 en la Wayback Machine. Acceso
20/04/2012.
themodernword.com Archivado el 20 de marzo de 2012 en la Wayback Machine. Acceso
20/04/2012.
James Joyce Vertonungen Acceso 20/04/2012.
cluas.com Acceso 20/04/2012.
Pons, Álvaro (25/03/2011). "Zapico, autor revelación del cómic, publica
'Dublinés'", "El País".
Noticia en El País, 22/10/2012 - Acceso 22/10/2012
«University College Dublin Library - Acceso 22/10/2012». Archivado desde el
original el 5 de octubre de 2012. Consultado el 22 de octubre de 2012.
The James Joyce Centre Archivado el 24 de abril de 2014 en la Wayback Machine.
Acceso 20/04/2012.
DublinTourist.com Archivado el 5 de septiembre de 2011 en la Wayback Machine.
Acceso 20/04/2012.
"Joyce Enters The Public Domain" Archivado el 4 de marzo de 2012 en la Wayback
Machine. Periódico Irish Times de 16/06/2011 - Acceso 20/12/2011.
O'Connor, Ulick, ed.: The Joyce We Knew. Memoirs of James Joyce. Ed. Brandon.
Dingle (Kerry, Ireland), 2004. ISBN 0-86322-324-9
Traducción libre The Joyce We Knew, p. 88-89
Trad. libre Sheehy en The Joyce We Knew, p. 37
The Joyce We Knew, p. 59
Trad. libre Colum en The Joyce We Knew, p. 62
Trad. libre Lester en The Joyce We Knew, p. 115
Trad. libre O'Connor en The Joyce We Knew, p. 18
Trad. libre Budgen, 11-12
Trad. libre: «He too was a martyr, though to literature; a witness for the light,
self-condemned to exile, poverty, suffering, vilification and (perhaps worst of
all) coterie canonisation in life, that the doctrine of the Word might be spread.
[...] Out of the stones that life threw at him he made a labyrinth, so that Stephen
earned the surname Dedalus. The labyrinth is no home for a monster, however; it is
a house of life, its corridors ringing with song and laughter». Burgess, 17-18
Traducción libre: «It seems to me little short of a miracle that anyone should
have striven to cultivate poetry or cared to get in touch with the current of
European thought while living in a household such as ours, typical as it was of the
squalor of a drunken generation. Some inner purpose transfigured him». S. Joyce en
My Brother's Keeper, p. 98
My Brother's Keeper, p. 84, en Google Books. Acceso 18/05/2011.
Borges, tomo II, p. 1005
The Guardian (14 de junio de 2013). «James Joyce's 'last undiscovered' collection
to be published» (en inglés). Consultado el 6 de julio de 2013.
Bibliografía
Bloom, Harold (2005). El canon occidental. Barcelona: Anagrama. ISBN 84-339-6684-7.
Borges, Jorge Luis (2005). Obras completas. Barcelona: R.B.A. ISBN 84-473-4505-X
(O.C.).
Broch, Hermann (1974). Poesía e investigación. Barcelona: Barral. ISBN 84-211-0314-
8.
Eco, Umberto (2011). Las poéticas de Joyce. Barcelona: DeBolsillo. ISBN 978-84-
9989-253-5.
Ellmann, Richard (2010). Cuatro dublineses. Wilde, Yeats, Joyce y Beckett.
Barcelona: Tusquets. ISBN 978-84-8383-249-3.
— (1991). James Joyce. Biografía. Traducción de Enrique Castro y Beatriz Ramos de
la edición de 1982 de Oxford University Press. Barcelona: Anagrama. ISBN 84-339-
0766-2.
Gilbert, Stuart (1971). El Ulises de James Joyce. Prólogo de Juan Benet. Trad. Juan
de la Escalera. Bilbao: Siglo XXI. Dep. legal: BI-2032-1971.
Joyce, James (1992). Anna Livia Plurabelle (Finnegans Wake, I-viii). Ed. bilingüe.
Introducción de Francisco García Tortosa, traducción de Francisco García Tortosa,
Ricardo Navarrete Franco y José María Tejedor Cabrera. Primera edición. Madrid:
Cátedra. ISBN 84-376-1139-3.
— (1982). Cartas escogidas - I. Edición e introducción de Richard Ellmann,
traducción de Carlos Manzano. Barcelona: Lumen. ISBN 84-264-1143-6.
— (1982). Cartas escogidas - II. Edición e introducción de Richard Ellmann,
traducción de Carlos Manzano. Barcelona: Lumen. ISBN 84-264-1144-4.
— (1998). Dublineses. Traducción de Eduardo Chamorro, introducción de Fernando
Galván. Madrid: Cátedra. ISBN 84-376-1178-4.
— (1972). Dublineses. Traducción de Guillermo Cabrera Infante. Madrid: Salvat-
Alianza. Dep. legal: NA. 1640-1972.
— (1975). Escritos críticos. Introducción y selección de Ellsworth Mason y Richard
Ellmann, traducción de Andrés Bosch. Madrid: Alianza. ISBN 84-02-07665-3.
— (1981). Exiliados. Traducción de Javier Fernández de Castro. Barcelona: Editorial
Bruguera. ISBN 84-02-07665-3.
— (1972). Música de cámara. Ed. bilingüe. Traducción, prólogo y notas de José María
Martín Triana. Madrid: Visor libros. ISBN 84-7053-055-0.
— (2007). Poesía completa. Ed. bilingüe. Incluye Chamber Music (treinta y seis
poemas), Pomes Penyeach (trece poemas) y Other Poems (The Holy Office, Gas from a
Burner y Ecce Puer). Traducción, estudio preliminar y notas de José Antonio Álvarez
Amorós. Madrid: Visor libros. ISBN 978-84-7522-718-4.
— (1978). Retrato del artista adolescente. Traducción de Dámaso Alonso. Madrid:
Alianza. ISBN 84-206-1698-2.
— (1976). Ulises - I. Premio Nacional de Traducción de 1978, introducción y
traducción a cargo de José María Valverde. Colección: Narrativa. Segunda edición.
Barcelona: Lumen. ISBN 84-264-1996-8.
— (1976). Ulises - II. Premio Nacional de Traducción de 1978, traducción a cargo de
José María Valverde. Colección: Narrativa. Segunda edición. Barcelona: Lumen. ISBN
84-264-1112-6.
— (2007). Ulises. Introducción de Francisco García Tortosa, traducción de Francisco
García Tortosa y Mª Luisa Venegas Lagüéns. Sexta edición. Madrid: Cátedra. ISBN
978-84-376-1725-1.
— (2009). Ulises. Traducción de José Salas Subirat. Primera edición. Barcelona:
Brontes. ISBN 978-84-96975-27-9.
Nabokov, Vladimir (2009). Curso de literatura europea. Ediciones B. Colección:
Clásicos. Primera edición. Barcelona. ISBN 978-84-9872-288-8.
Paci, Francesca Romana (1987). James Joyce. Vida y obra. Madrid: Península. ISBN
84-297-2637-3.
Riquer, Martín de & Valverde, José María (1994). Historia de la literatura
universal - (tomo IX). Barcelona: Planeta. ISBN 84-320-2679-4.
— (2005). Historia de la literatura universal (abreviada, tomo II). Barcelona:
R.B.A. ISBN 978-84-473-6078-9.
Valverde, José María (1982). Joyce. Barcelona: Barcanova. ISBN 84-7533-008-8.
En inglés

Attridge, Derek, ed. (1990). The Cambridge Companion to James Joyce. Cambridge:
Cambridge University Press. ISBN 0-521-33014-9.
Budgen, Frank (1989). James Joyce and the Making of 'Ulysses'. Oxford: Oxford
University Press. ISBN 0-19-282657-3.
Burgess, Anthony (2000). Re Joyce. N. York, London: W. W. Norton & Co. ISBN 0-393-
00445-7.
Gorman, Herbert S. (1971). James Joyce. His First Forty Years. Folcroft Library
Editions. (Reprint of Geoffrey Bles, ed. London, 1926).
Joyce, James (2000). A Portrait of the Artist as a Young Man. Introducción y notas
de Jeri Johnson. Oxford: Oxford University Press. ISBN 0-19-283998-5.
— (2000). Dubliners. Introducción y notas de Jeri Johnson. Oxford: Oxford
University Press. ISBN 0-19-283999-3.
— (2000). Dubliners. Introducción y notas de Terence Brown. London: Penguin Books.
ISBN 978-0-14-118245-2.
— (2012). Finnegans Wake. Introducción y notas de Len Platt. London: Wordsworth
Editions. ISBN 978-1-84022-661-4.
— (1975). Selected Letters of James Joyce. Intr. Richard Ellmann. London: Faber and
Faber. ISBN 0-571-09306-X.
— (1979). Ulysses. Incluye el epílogo "Ulysses: A Short History", por Richard
Ellmann. Middlesex: Penguin Books. ISBN 0-14-003000-X.
Joyce, Stanislaus (1982). My Brother's Keeper. London: Faber and Faber. ISBN 0-571-
11803-8.
Kenner, Hugh (2007). Joyce's Voices. London: Dalkey Archive Press. ISBN 978-1-
57478-428-5.
Knowlson, James (1997). Damned to Fame. The Life of Samuel Beckett. London:
Bloomsbury. ISBN 0-7475-3169-2.
Levin, Harry (1971). James Joyce: A Critical Introduction. London: Faber and Faber.
ISBN 0-571-05502-8.
O'Connor, Ulick, ed. (2004). The Joyce We Knew. Memoirs of James Joyce. Dingle
(Kerry, Ireland): Brandon. ISBN 0-86322-324-9.
Ryan, John, ed. (1970). A Bash in the Tunnel. James Joyce by the Irish. Brighton:
Clifton Books. ISBN 0-901255-19-X.
Tindall, William York (1995). A Reader's Guide to James Joyce. New York: Syracuse
University Press. ISBN 0-8156-0320-7.
Enlaces externos
Wikimedia Commons alberga una galería multimedia sobre James Joyce.
Wikisource en inglés contiene obras originales de James Joyce.
Wikiquote alberga frases célebres de James Joyce.
Wikiquote en inglés alberga frases célebres de y sobre James Joyce.
En español

Página de la Asociación Española "James Joyce"


Dublineses. Reseña Crítica
Anna Livia Plurabelle en Google books
Introducción al Ulises en vídeo
Web de Liceus sobre James Joyce
Selección de artículos sobre Joyce en el diario El País
La edición crítica en español de Ulises, por el miembro de la Academia Argentina de
Letras Rolando Costa Picazo
En inglés

James Joyce from Dublin to Ithaca Exhibition de la Cornell University


Creative Quotations from James Joyce
James Joyce Centre (Dublin)
The Brazen Head
The influence of James Joyce on Popular Music de music webzine CLUAS.com
The James Joyce Scholars' Collection de University of Wisconsin Digital Collections
Center.
Finnegans Wake Extensible Elucidation Treasury (FWEET)
A recording of James Joyce reading from Finnegans Wake de Ubunet
Control de autoridades
Proyectos WikimediaWd Datos: Q6882Commonscat Multimedia: James JoyceWikiquote Citas
célebres: James Joyce
IdentificadoresWorldCatVIAF: 44300643ISNI: 0000 0001 2130 2495BNA: 000035890BNE:
XX901696BNF: 11909158m (data)BNC: 000038358CANTIC: a10107502GND: 118558501LCCN:
n79056824NDL: 00444960NKC: jn19990004096NLA: 35255340CiNii: DA00636796NARA:
10574736SNAC: w69d7mg4SUDOC: 026942232ULAN: 500255877BIBSYS: 90051148UB:
a1243627ICCU: IT\ICCU\CFIV\006780Open Library: OL31827ADiccionarios y
enciclopediasHDS: 043889Britannica: urlRepositorios digitalesBVMC: 394Dialnet:
4998Proyecto Gutenberg: 1039
Esta obra contiene una traducción parcial derivada de «James Joyce» de la Wikipedia
en inglés, publicada por sus editores bajo la Licencia de documentación libre de
GNU y la Licencia Creative Commons Atribución-CompartirIgual 3.0 Unported.
Categorías: HombresNacidos en 1882Fallecidos en 1941Dramaturgos de Irlanda del
siglo XXPoetas de Irlanda del siglo XXNovelistas de Irlanda del siglo XXCuentistas
de IrlandaEscritores de Irlanda del siglo XXEscritores en inglésAgnósticos de
IrlandaPersonas de DublínLiteratura de vanguardiaPoesía modernaEscritores modernos
de ficción relacionada con la mitología griegaJames JoyceEnsayistas de Irlanda
Menú de navegación
No has accedido
Discusión
Contribuciones
Crear una cuenta
Acceder
ArtículoDiscusión
LeerEditarVer historialBuscar
Buscar en Wikipedia
Portada
Portal de la comunidad
Actualidad
Cambios recientes
Páginas nuevas
Página aleatoria
Ayuda
Donaciones
Notificar un error
Herramientas
Lo que enlaza aquí
Cambios en enlazadas
Subir archivo
Páginas especiales
Enlace permanente
Información de la página
Citar esta página
Elemento de Wikidata
Imprimir/exportar
Crear un libro
Descargar como PDF
Versión para imprimir
En otros proyectos
Wikimedia Commons
Wikiquote

En otros idiomas
‫العربية‬
English
Suomi
‫עברית‬
Latviešu
Română
Русский
‫اردو‬
中文
135 más
Editar enlaces
Esta página se editó por última vez el 29 abr 2021 a las 08:58.
El texto está disponible bajo la Licencia Creative Commons Atribución Compartir
Igual 3.0; pueden aplicarse cláusulas adicionales. Al usar este sitio, usted acepta
nuestros términos de uso y nuestra política de privacidad.
Wikipedia® es una marca registrada de la Fundación Wikimedia, Inc., una
organización sin ánimo de lucro.
Política de privacidadAcerca de WikipediaLimitación de responsabilidadVersión para
móvilesDesarrolladoresEstadísticasDeclaración de cookiesWikimedia FoundationPowered
by MediaWiki

Jorge Francisco Isidoro Luis Borges conocido como Jorge Luis Borges o simplemente
Borges fue un destacado escritor de cuentos, poemas y ensayos argentino,
extensamente considerado una figura clave tanto para la literatura en habla hispana
como para la literatura universal. También fue bibliotecario, profesor,
conferencista, crítico literario y traductor. Sus dos libros más conocidos,
Ficciones y El Aleph, publicados en los años cuarenta, son recopilaciones de
cuentos conectados por temas comunes, como los sueños, los laberintos, las
bibliotecas, los espejos, los autores ficticios y la mitología europea, con
argumentos que exploran ideas filosóficas relacionadas, por ejemplo, con la
memoria, la eternidad, la posmodernidad y la metaficción. Las obras de Borges han
contribuido ampliamente a la literatura filosófica, al género fantástico y al
posestructuralismo. Según marcan numerosos críticos, el comienzo del realismo
mágico en la literatura hispanoamericana del siglo XX se debe en gran parte a su
obra.

También podría gustarte