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Libro Eucaristia - Indd - Shekyna Adonay

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1

2
Introducción!
Amar es la base de absolutamente todo,
sólo aquel que en verdad ama es capaz
de romper no sólo con sus propias
limitantes y cadenas... también logrará
romper la de otros y otras.

Mas sin embargo la máxima forma


de ver y descubrir el amor no tiene
comparación en el mundo entero
cuando se medita, contempla, observa
y vive en verdad el Sacrificio Perpetuo,
es decir la Eucaristía!

Sea Dios glorificado a través del


bendito Sacrificio de la Eucaristía,

3
dónde Cristo se hace por nosotros y
para nosotros!

Bendito sea Jesucristo, verdadero Dios,


verdadero Hombre, verdadera comida
y bebida, bendito sea su Sacrificio
que se levanta desde las manos del
sacerdote ante el trono del Altísimo en
busca de bondad y misericordia para
la humanidad entera!

Tú eres del amor y para el amor, siendo


así, estás más que llamado a vivir
intensamente el mayor acto de amor...
Jesús Eucaristía! Vívelo hermano,
vívelo hermana, no dejes a un lado la
mayor oportunidad que todos los seres
humanos tenemos de ser llenos por
el Amor mismo, es necesario volver a
casa! Y esa casa tiene nombre propio,
Jesús de Nazareth, y lo más bello de
esto es que, lo encuentras en todas las
Iglesias del mundo donde un sacerdote
esté celebrando el Sacrificio Perpetuo.

4
Si aún por cualquier razón personal
no has vivido la intensa experiencia de
llevar en tu corazón a Jesús Eucaristía,
te invito de todo corazón a que lo hagas,
cómo?, no debes cumplir más que un
solo requisito... ¡¡querer hacerlo!! Él
está dispuesto siempre para todo
aquel que en verdad desea y anhela
ser lleno por su amor. En este mundo
tan materialista y mezquino existen
islas que bien podemos llamar oasis
del amor donde la principal y máxima
fuente de fuerza se llama el amor de
Jesús en medio de los hermanos. Sólo
a través del amor de Jesús en nuestros
corazones podremos cambiar no sólo el
mundo sino nuestras propias vidas tan
agobiadas y laceradas por años y más
años de soledad, desiertos, engaños,
traiciones y desaciertos, Jesús, sí,
Jesús tiene tantísimo amor en su pecho
por ti y por mí que no ve más que a
su pequeño buscando abrigo, y es en

5
base a su amor que Jesús restaura
nuestro corazón de cualquier herida!
Su fórmula?, la más sencilla y a la vez
la más compleja... ¡¡¡el amor!!

Busca a Jesús en la Eucaristía, no


te hagas más preguntas de las que
no puedes responder, sólo búscale
por amor, no busques entenderle ó
explicaciones al por qué de muchas
cosas, búscale a Él por amor, búscale
desde la esencia sabia del amor, todo
aquel que en verdad en la vida ha
logrado alcanzar la auténtica felicidad
lo ha hecho sólo y tan sólo a través de
Jesús de Nazareth. ¿Piénsalo?, y busca
tú mismo la respuesta... en Él!

Autor.

6
Presentación
Estimadísimos hermanos, a través de
estas letras quiero presentar una vez
más ante nuestra razón y ante nuestro
corazón la necesidad imperiosa,
prioritaria y urgente de tomar con
prontitud para nuestras vidas el
Banquete Eucarístico.

Nuestros hogares, nuestras familias,


nuestra sociedad local, nuestra
sociedad mundial se desborona cada
día con mayor rapidez y a su vez,
encendiendo todas las alarmas de
decadencia, de fraude, de horror y de
miseria.

7
Cuántos males acechan hoy por hoy
nuestro mundo, son innumerables;
cuántos males dañan la integridad de
nuestras casas, de nuestras familias,
de nuestros hogares, de igual forma
son incontables, y cuántas soluciones
hemos buscado?, podríamos decir
y hasta llegar a afirmar que en la
misma cantidad que los males se han
presentado, hemos buscado soluciones,
pero la solución la hemos buscado
donde no se halla, hemos querido
encontrar respuesta a tantos males,
a tantos daños donde no se encuentra
respuesta, donde no se encuentra
medicina.

Es por tal razón que nos urge a todos,


volver en forma expedita, pronta y
ligera a reunirnos con Jesús en la
Eucaristía, a tomarlo como verdadera
fuente de paz, de bien, como verdadera

8
y auténtica medicina para tantos
males, para tantas dificultades que hoy
por hoy están destruyendo lentamente
nuestro mundo y nuestra sociedad.
Debemos con urgencia cambiar nuestra
actitud frente al Banquete Eucarístico,
debemos cambiar nuestra actitud frente
a la Santa Misa, debemos dejar de
asistir a la Santa Misa por obligación,
por una costumbre dominical y en
otros costumbre diaria.

Es necesario que nuestra asistencia


a la Eucaristía, nuestra asistencia
al Banquete Santo, donde Jesús se
da, donde Jesús se brinda como el
alimento y la bebida, sea para nosotros
motivo de alegría, motivo de plenitud;
es necesario tomar a Jesús Eucaristía
con verdadera sinceridad y honestidad
de nuestra parte.

9
Es en la Eucaristía, mis apreciados
hermanos, mis apreciadas hermanas,
donde encontraremos el regazo de paz
y bien, donde encontraremos esa luz
que nos guiará.

Bien decía Teresa de Ávila, que si la


Eucaristía desapareciera, el mundo
se hundiría en el abismo del infierno,
ya que es la Eucaristía el soporte
poderosísimo que sostiene al mundo.
Todos los días sin falta, la Eucaristía
se celebra en todos los lugares de
la tierra, todos los días sin falta, el
ministro levanta en sus manos el pan
y el vino, para que éste a su vez se
convierta en Cuerpo y Sangre del Señor,
y este misterio tan grande, tan grande
es, que la mente humana no alcanza
a entenderlo; es el que ha permitido
que aún estemos caminando por este
valle; no en las condiciones que el

10
Señor mismo quisiera que hiciéramos,
Dios no ha querido, no quiere y no
querrá jamás, que caminemos como lo
hacemos hoy en día, en medio de tanta
violencia, en medio de tanta guerra,
en medio de tanto ultraje, en medio
de tantas teorías que lo único que han
hecho es confundir más al hombre y
llevarlo a un retroceso en medio de
tanta actualidad científica, en medio
de tanto progreso, en medio de tanto
desarrollo empresarial e industrial.

Tanto así como el hombre ha


desarrollado ciencias nuevas, tanto así
como el hombre ha desarrollado teorías
nuevas, tanto así como el hombre
ha desarrollado nuevas empresas,
nuevas industrias, así mismo también
el hombre se ha desfigurado, se ha
menospreciado entre sí. Nos hemos
olvidado de Jesús, nos hemos apartado

11
del centro real de nuestra vida, nos
hemos alejado y apartado de Quien
tiene la medicina, la solución, el
remedio; nos hemos alejado de Quien
puede darnos el descanso después del
trabajo, el alivio a nuestras fatigas,
el consuelo a nuestras inquietudes;
nos hemos alejado de Aquel que es la
paz y el bien, de Aquel que es el amor
mismo, de Aquel que no ha dejado de
entregarse, de Aquel que no ha dejado
de darse, de brindarse, de Aquel que
no ha dejado de mostrarnos su amor
a diario a través del Banquete de la
Santa Eucaristía.

Mis hermanos, mis hermanas, sea este


pues, un granito más de arena, sea
este libro un hilo más para ayudar a
tejer nuestra vida en torno a Jesús. Es
necesario que volvamos nuestros ojos
al más amante de los amantes, al más

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hermoso de los hermosos, al más bello
de los bellos, al más hombre de los
hombres, al más santo de los santos,
al más divino de los divinos, al más
Rey de los reyes, al más Señor de los
señores, al más grande, al más eterno,
a Jesús; es necesario que volvamos a
Él.

Y dónde encontrar a Jesús de tal


forma tan espléndida, tan viva y tan
real que no sea en la Eucaristía? Una
Eucaristía con verdadera devoción
celebrada en vida, vale más que mil
celebradas después de muerto; una
Eucaristía a la cual tú y yo asistamos
con verdadera devoción, vale más que
todos los actos de piedad y devoción
que podamos llegar a realizar.

Es la Eucaristía el misterio más


grande y poderoso que Dios ha dado

13
a los hombres; tiene tantos misterios
la Eucaritía, como tantísimas gotas
de agua tiene el océano. Por qué
despreciar tanta riqueza que se nos da
y se nos brinda de forma gratuita?, por
qué buscar tesoros en medio de tantos
peligros, cuando tenemos el tesoro más
grande de todos al alcance de nuestras
manos?, por qué desperdiciar nuestras
vidas y por qué ahogar nuestras almas
en medio de las teorías nuevas que
han salido, de las teorías nuevas que
se suscitan a diario, cuando tenemos
la teoría que es la verdad más grande
llamada Jesús?, por qué hacer todo
lo contrario a lo que Dios desea que
hagamos?

Es el momento tal vez, mis hermanos de


recapacitar. Por qué dejar que nuestros
hogares se sigan destruyendo, por qué
dejar que nuestras familias se sigan

14
muriendo, se sigan ahogando, por qué
permitir que nuestros hijos crezcan sin
el verdadero conocimiento del amor,
sin el verdadero conocimiento del
Dador santo; es allí precisamente en
el Misterio Sagrado, en el Sacrificio
Perpetuo, en la Santa Misa, donde
debemos todos reunirnos en alabanza,
en adoración al Señor, para ser allí
mismo confirmados en su amor,
confirmados en su bondad y en su
gracia.

Sea esta la oportunidad de mi parte,


para invitarles a todos ustedes a
buscar sinceramente y con prontitud a
Jesús en la Eucaristía. Cada vez que
tengas la oportunidad de entrar a ser
partícipe de la Eucaristía en un templo,
no lo desaproveches, no sabes cuánto
bien le haces a tu alma, y cuánto bien
tendrás en la vida eterna a través de

15
una Eucaristía celebrada con devoción
y con verdadera entrega.

Sea esta la oportunidad de mi parte,


para pedirte encarecidamente que no
desperdicies más tu vida, buscando
una verdad que no vas a hallar en
lugar distinto al del altar santo.

Sea esta pues la oportunidad de mi


parte, para rogarte encarecidamente
que no te alimentes de la basura que
el mismo mundo te está brindando,
aliméntate de lo sagrado, aliméntate
de lo verdadero, de lo auténtico,
aliméntate pues de Jesús a través de
la Santa Eucaristía.

Sea así todo esto para la gloria y la


honra de nuestro buen Dios.

Autor

16
Enamorado de Jesús Eucaristía
POR SAN AMBROSIO

“Llegad a Él y saciaos porque es divino


Pan; llegad y bebed, pues es Fuente; llegad
a Él para ilustraros, pues es Luz; llegad y
libraros, porque en donde está el Espíritu
del Señor, está la libertad; llegad y quedad
absueltos, pues es perdón de los pecados.”

“Jesucristo es mi comida, Jesucristo es mi


bebida; la Carne de un Dios es mi comida,
la Sangre de un Dios es mi bebida. En otro
tiempo bajó del cielo el pan que llamó el
profeta pan de ángeles, mas aquel no era
el verdadero pan, sólo era sombra del que
había de venir; el Pan eterno me tenía

17
reservado este verdadero Pan que viene del
cielo, y este es el Pan de vida. Aquel que
come la vida no podrá morir, porque cómo
había de morir el que tiene por alimento la
misma vida?”

“Si el Pan de la Eucaristía es el pan


cotidiano, por qué lo recibís una vez al año
solamente?, recibidle todos los días para
conseguir todos los días el fruto; vivid de
modo que merezcáis comulgar todos los
días. A la verdad, el que no es digno de
recibirle todos los días, tampoco merece
recibirle una vez al año. El que se siente
herido busca el remedio para sanar; todos
estamos heridos pues hemos pecado, ahora
bien este venerable y celestial sacramento
es el remedio de todas nuestras heridas.”

“Antes de consagrar no es más que

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pan, pero pronunciadas las palabras de
Jesucristo, es el Cuerpo de Jesucristo; oíd
lo que Él mismo dice, “tomadle y comedle
todos, porque este es mi Cuerpo”. Antes de
las palabras de Cristo, sólo hay en el cáliz,
vino y agua mezclados, pero después de lo
que han obrado las palabras de Cristo, se
convierte en su Sangre, la cual redimió su
pueblo.”

“Con carne y con maná que nos figuran el


precioso pueblo de Jesucristo, se alimentó
el pueblo de Israel; Jesucristo es para
nosotros verdadera comida y verdadero
maná, no ya en figura, sino en verdad.
Por su verdadera humanidad es realmente
Carne y un Pan que vive por su divinidad,
de suerte que cuando comemos del Cuerpo
de Jesucristo, participamos de su divinidad
y de su humanidad.”

19
“Acercaos al alimento del Cuerpo del Señor,
a aquella bebida que de tal suerte embriaga
a los fieles, que los llena de contento con
la remisión de sus culpas, y los libra de
los cuidados del mundo, del miedo de la
muerte y de las inquietudes de esta vida;
esta santa embriaguez no hace titubear al
cuerpo, antes bien, le confirma; no turba el
espíritu, sino que le consagra y santifica.”

“Bebe ante todo el Antiguo Testamento,


para que puedas beber también el Nuevo
Testamento, sin el primero no podrás beber
el segundo, bebe el primero para apagar tu
sed, y el segundo para saciarla.”

20
Del Cuerpo del Señor
POR SAN FRANCISCO DE ASÍS

Dice el Señor Jesús a sus discípulos, “Yo


soy el camino, la verdad y la vida. Nadie
va al Padre sino por Mí. Si me conocierais
a Mí, ciertamente conoceríais también a
mi Padre, y desde ahora lo conoceréis y lo
habéis visto".

Le dice Felipe, “Señor, muéstranos al Padre


y nos basta”. Le dice Jesús, “tanto tiempo
hace que estoy con vosotros y no me habéis
conocido? Felipe, el que me ve a Mí, ve
también a mi Padre”

21
El Padre habita en una luz inaccesible y
Dios es Espíritu y a Dios nadie lo ha visto
jamás, por eso no puede ser visto sino en
el Espíritu, porque el Espíritu es el que
vivifica, la carne no aprovecha para nada;
pero ni el Hijo, en lo que es igual al Padre,
es visto por nadie de otra manera que el
Padre, de otra manera que el Espíritu Santo,
de donde todos los que vieron al Señor
Jesús según la humanidad y no vieron ni
creyeron según el Espíritu y la divinidad
que Él era el verdadero Hijo de Dios, se
condenaron. Así también ahora, todos los
que ven el Sacramento que se consagra
por las palabras del Señor sobre el altar
por manos del sacerdote en forma de pan
y vino, y no ven ni creen según el Espíritu
y la divinidad, que sea verdaderamente el
Santísimo Cuerpo y Sangre de nuestro Señor
Jesucristo, se condenan, como lo atestigua

22
el mismo Altísimo que dice, “esto es mi
Cuerpo y mi Sangre del Nuevo Testamento
que será derramada por muchos”, y dice,
“y quien come mi Carne y bebe mi Sangre
tiene vida eterna”.

De dónde el Espíritu del Señor que habita


en sus fieles es el que recibe el Santísimo
Cuerpo y Sangre del Señor, todos los otros
que no participan del mismo Espíritu y
se atreven a recibirlo, comen y beben su
condenación. De dónde hijos de los hombres,
hasta cuándo seréis de pesado corazón?,
por qué no reconocéis la verdad y creéis
en el Hijo de Dios?, ved que diariamente
se humilla como cuando desde el trono real
vino al útero de la Virgen, diariamente viene
a nosotros Él mismo, apareciendo humilde,
diariamente desciende del seno del Padre
sobre el altar en las manos del sacerdote,

23
y como se mostró a los santos apóstoles
en Carne verdadera, así también ahora se
nos muestra a nosotros en el Pan sagrado, y
como ellos, con la mirada de su Carne, sólo
veían la Carne de Él, pero contemplándolo
con ojos espirituales, creían que Él era
Dios.

Así también nosotros, viendo el Pan y el


Vino con los ojos corporales, veamos y
creamos firmemente que es su santísimo
Cuerpo y Sangre, vivo y verdadero, y de este
modo siempre está el Señor con sus fieles,
como Él mismo dice, “ved que Yo estoy con
vosotros hasta la consumación del siglo”.

24
25
Milagro Perpetuo
Mi Cuerpo es comida,
verdadera,
mi Sangre bebida en verdad,
mi Cuerpo y Sangre os doy.

Quien come de mi Carne,


quien bebe de mi Sangre,
ese tendrá vida eterna,
vida eterna.

Promesa tuya Amado,


promesa tuya,
oh, bendito Mesías,
oh bendito Jeshua.

26
Comer tu Carne es en mí,
deleite y manjar
beber de tu Sangre, oh mi Rey,
no tiene otro igual.

Todo se haya expuesto


en la mesa del altar,
es tu Cuerpo, Pan a la vez,
Señor Jesús, es tu Sangre, Vino.

Especies sagradas expuestas,


sacrificio perfecto,
sacrificio de amor y bien.

Te das a mí, te das a mí,


me invitas a cenar,
Tú mismo te ofreces al Padre eterno,
en holocausto eterno.

27
Te ofreces, Tú al Padre,
como sacrificio,
perpetuo sacrificio de amor,
de reparación también.

Deseo yo comer de Ti,


deseo beber de Ti,
es mi obligación, es mi obligación,
venir, saciarme en Ti.

Bendito seas Tú Jesús,


bendito seas Tú,
mi Jesús Eucaristía,
bendito seas Tú.

Milagro de amor,
milagro de bondad,
es el Pan, el Vino puesto en el altar,
transformándose en Ti.

28
Transformación hecha por el amor,
no quieres que me aparte yo de Ti,
no quiero apartarme de Ti.

Bendito seas Tú Jesús


en la mesa del altar,
bendito, bendito seas Tú, Señor,
bendito seas Tú mi Señor.

Cada vez que como de tu Pan


Señor Jesús,
yo siento un nuevo palpitar,
cada vez que tu Sangre en mí se halla,
siento yo como corre dentro de mí
la fuerza de tu amor.

Dichoso el hombre que presuroso a Ti va,


con conciencia irreprochable ante Ti,
comulga frente al altar.

29
Dichoso aquel, dichoso aquel
que te recibe,
es un dulce bien al alma,
es un bien en verdad.

Bendito seas Tú, mi bien,


bendito Tú,
que misterio tan grandioso está en Ti,
que misterio tan grande.

No cabe en la razón,
tan sólo en la fe,
no cabe en el entendimiento, no, no, no,
tan sólo en el corazón.

Bendito aquel que no llega


a curiosear,
con tu santo Cuerpo y tu santa Sangre,
dichoso sea en verdad.

30
Dichoso aun sea más,
quien te reciba,
dispuesto a cambiar su vida,
por medio de tu amor.

Eucaristía, Eucaristía,
milagro del amor,
soberano milagro de amor,
soberano milagro.

Santos y santas postrados ya están


delante de la Comunión,
gracia que tenemos hoy en verdad
los hombres, mi buen Señor,
pues los ángeles
no pueden comulgar,
mas nosotros claro que sí,
podemos recibirte a Ti.

31
Que gracia tan bella, que gracia tan bella,
recibirte en Comunión Sacramental,
me muero!; qué gracia.

32
Sacrificio... Amor
Oh, preciosa Carne
divina y bendita Sangre
cuándo voy a valorarte?
cuándo voy a exaltarte?

No te entiendo a Ti, no me entiendo a mí


Tú me amas, yo te olvido,
te dejo siempre, sólo allí
me acompañas cada instante
queriendo ser en mí a cada momento

33
A veces tan injusto, distraído, indiferente
no comprendo,
tanta frialdad de mí para Ti…
siendo Tú el fuego que desea quemar mi pecho

Cuanto más entregas, y yo ahí


viviendo, viviendo por vivir
mientras Tú deseando
el vivir yo por Ti!
revísteme de Ti…
en el sacrificio en el altar ofrecido

Grande el sacrificio, la entrega, el amor


mis labios expresan por doquier
también lo fueron la angustia y el dolor
qué digo?, acaso ya no los son?
lava mi mancha
perdona mi culpa por favor

34
Está sucediendo,
sucederá mañana?, así será
el sacrificio perpetuo
no lo detengas jamás!

Revives tu martirio! Tú mirar


en las manos del sacerdote…
en hostia y copa
así concibes el verbo amar…

Derramas en mí tu Sangre
de tu costado Agua brota
tu ardiente manera de amarme
hermosa forma de salvarme

35
36
En el capítulo 6 del Evangelio de San Juan,
en el versículo 48 en adelante, Jesús dice,
“Yo soy el Pan de vida, vuestros padres
comieron el maná en el desierto y murieron,
este es el Pan que baja del cielo, para que
el que lo coma no muera, Yo soy el Pan vivo
bajado del cielo, si alguno come de este
Pan, vivirá para siempre, y el Pan que Yo le
daré es mi Carne, vida del mundo”

Y sigue diciendo el Maestro, “porque mi


Carne es verdadera comida y mi Sangre
verdadera bebida, el que come mi Carne, y
bebe mi Sangre, está en Mí, y Yo en Él, así
como me envió mi Padre, vivo, y vivo Yo por
mi Padre, así también el que me come vivirá
por Mí; este es el Pan bajado del cielo”

37
Es importante reflexionar acerca de la
beatífica necesidad que tenemos los que
decimos llamarnos cristianos de comer el
Pan Eucarístico, de saciarnos de la verdadera
comida, esa comida que alimenta el alma,
esa comida que alimenta el espíritu, esa
comida que alimenta nuestro cuerpo en
todas y cada una de las vivencias. Jesús se
nos da, se nos brinda y se nos ofrece como
verdadera comida en la Comunión.

Creer que en la Hostia, Jesús está vivo, es


ya un don de Dios, es ya una gracia de Dios.
Así mismo acercarnos a la Comunión con
la mayor limpieza del corazón, y la mayor
pureza del alma, es una gracia dada también
por Dios, una gracia por la cual tenemos
que luchar, una gracia por la cual debemos
hacer frente a las diversas vicisitudes que
en la vida a diario se presentan, teniendo

38
conciencia clara de que en la Comunión
recibimos las altísimas gracias y las altísimas
bendiciones por parte del gran Dios.

Al recibir a Cristo Eucaristía, al recibir a Jesús


en la comunión, nos ligamos íntimamente
con Él, y al ligarnos íntimamente con Él,
lo hacemos con el Padre Eterno. Jesús no
habla a medias, ni se da a medias, Jesús
habla abiertamente y se da totalmente.

Muchas cosas se levantan en nuestro andar


como obstáculos y como barreras, como
grandes montañas para impedir nuestro
camino y nuestro paso hacia Jesús Eucaristía,
pero ahí, precisamente ahí es donde se
prueba la valentía y la fidelidad y la lealtad
de quienes aman a Cristo Eucaristía. Decir
que se ama a Jesús, sin recibir su Cuerpo,
sin recibir su santa y sagrada Comunión, es

39
caminar a medias; decir que se ama a Jesús,
pero hacer a un lado la Comunión, hacer a un
lado la cena, partir el Pan y comer su Carne,
resulta incoherente, puesto que el Maestro
en la última cena, después de partir el Pan,
de repartirlo a sus discípulos, dice, “hagan
esto en memoria mía”; les está mandando
a seguir haciendo la hermosa fracción del
pan, donde Él se hace visible, donde Él se
hace vivo.

Todos nosotros tenemos necesidad de


recibirle para alimentarnos interiormente,
de la misma manera y de la misma forma
como hay necesidad de alimentar el cuerpo
carnal, como hay necesidad de darle a
nuestro cuerpo las diferentes fuentes
alimenticias, así mismo el alma, el corazón
y el espíritu, necesitan las fuentes salvíficas
de la Comunión.

40
La Comunión… desde las primeras épocas,
desde la comunidad primaria cristiana, -
allá, esa comunidad primitiva - realizaban
la fracción del Pan y lo hacían con amor, en
completa unidad y Comunión con el Mesías.
Se tenía la importancia a lo que se estaba
realizando, se le daba un verdadero margen
de importancia y solemnidad a la fracción
del Pan; lamentablemente nosotros hemos
descuidado severamente este acto de amor.
Cuando vamos a la Eucaristía lo hacemos
por ir, lo hacemos por costumbre, lo
hacemos por una falsa obligación, pero no
estamos acatando el llamado a la Comunión
por amor, teniendo conciencia del inmenso
y santo bien que a mi alma le hace y le
proporciona el recibir a Cristo Eucaristía.

Es que si tú y yo tuviéramos clara conciencia


del bien que a nuestra vida y a nuestra alma

41
le hace recibir a Jesús Eucaristía, no habría
nada más grande en nuestra vida, ni nada
más importante en nuestro hacer que recibir
a Jesús Eucaristía.

Encontrarnos con Jesús en la Eucaristía,


es encontrarnos con el benefactor diario
de nuestras vidas, encontrarnos con Jesús
Eucaristía es dejarnos abrazar en un
encuentro íntimo de amigos con el más
grande de los amigos. Encontrarnos con
Jesús Eucaristía es sencillamente un gesto
de agradecimiento por nuestra parte hacia
el Rey, hacia el amantísimo Jesús que no
hace cosa distinta que ofrecerse a sí mismo
ante el Padre Eterno, en beneficio de nuestra
salvación, en beneficio de nuestra salud y
remedio; no hace cosa distinta Jesús que
darse a Sí mismo en su Carne y en su Sangre
como ofrenda perpetua y permanente ante su

42
Padre Dios por todos y cada uno de nosotros
que nos acercamos a la Comunión.

Pero muchas cosas pasan en el momento


de la comunión… hablemos en primera
instancia de lo que nosotros hacemos en la
Comunión. Muchas veces nos acercamos sin
creer fielmente, sin un fiel convencimiento
de que en esa Hostia, y en esa copa con
Vino, se halla realmente Jesús Eucarístico;
en otras muchas ocasiones nuestra mente
divaga más que de costumbre, es el simple
hecho de llegar a la Eucaristía y todo tipo
de pensamientos nos arrasan, todo tipo
de pensamientos nos ahogan, y pasa la
Eucaristía, pasamos a comulgar, sin el
más mínimo detenimiento en lo grande
del misterio; en otras muchas ocasiones
vivimos pendientes de todos y cada uno de
los presentes, de quién entró y quién salió,

43
quién está sentado delante de mí, y quién
está sentado atrás de mí, quién se hace a
mi izquierda o quién se hace a mi derecha,
si el padre habla bonito o no tan bonito, si
el padre es joven o el padre ya es anciano.
Muchas veces vamos a criticar lo que ha
de ser el más grande de los encuentros en
la semana, que es con Jesús Eucaristía; se
convierte en la más grande feria, porque
se presta el ambiente en el templo – por
nuestra parte, obviamente - para todo tipo
de comentarios, todo tipo de charlas, todo
tipo de murmuraciones y demás. Si el padre
es joven, no me gusta porque es joven; si
el padre es anciano, no me gusta porque
ya es anciano, siempre hay un pretexto; si
el padre habla con rudeza en sus palabras,
entonces el padre es muy anticuado, habla
muy duro, es muy regañón; si el padre habla
con mucha ternura y con mucha dulzura, el

44
padre no sabe ni donde está ubicado, ni
parado.

Hay muchas cosas, muchas cosas que nos


disipan, nos hacen vagar.

Llega el momento supremo de la


Consagración y parecemos momias egipcias
con miles de años de entierro, no se nos
dobla la rodilla, ni siquiera se nos inclina
la cabeza, ni siquiera se nos cierran los
párpados, olvidándonos indudablemente
que Quien está en frente es el Rey de
reyes, es el Señor de señores, es el Maestro,
que no hace cosa diferente a llamarnos
e invitarnos; Él anhela ese momento, Él
anhela ese momento en que yo me acerque
a la Eucaristía, Él anhela el momento en
que yo me acerque a la Comunión, en que
yo me acerque a Él, y Él desea que yo abra

45
mi corazón, y muchas veces mi corazón
sigue cerrado, muchas veces mi corazón aun
delante de Él, sigue con trancas por delante
y con trancas por detrás y con cualquier
cantidad de candados y aldabas que no se
pueden abrir. Lo curioso es que mi corazón
con una facilidad increíble se abre para
los termómetros humanos, para todo lo
que tenga que ver con mundo, para todo
lo que tenga que ver con lo falso, con lo
efímero, con lo farsante, mi corazón se abre
muy rápido, pero para Él, para el Mesías,
para el buen Jesús que es auténtico, que
es verdadero, que es real, mi corazón no se
abre, me cuesta trabajo abrir mi corazón.

La fiesta que se da en torno al altar en la


Eucaristía no tiene precedente alguno, es
la belleza misma del amor ofreciéndose al
amor mismo, es el Hijo, segunda persona

46
de la Trinidad en la efusión del Espíritu,
haciéndose para la Primera y Santa Persona
cual es el Padre Eterno.

Los santos y los ángeles alaban el nombre


de Jesús, “santo, santo, santo es”, la fiesta
es gigante, todo se hace para la gloria
del Cristo y del Padre y del Espíritu, pero
tratando siempre en bien del hombre, y
nosotros desperdiciamos este milagro que
todos los días se hace. Todos los días, en
todos los lugares de la Tierra el milagro más
grande, el milagro llamado Eucaristía se hace
visible, se hace presente, se hace real, en las
manos de ese a quien nosotros en muchas
ocasiones hemos tachado, hemos criticado,
nos hemos mofado y hemos sentenciado, el
sacerdote; de ese hombre que ha salido de
entre nosotros mismos, pero con una misión
extremadamente especial, extremadamente

47
altísima, consagrar el pan y consagrar el
vino para transformarse en Carne y Sangre
del Maestro.

Todos los días este milagro se hace visible, y


lo más curioso de todo es que nosotros nos
la pasamos pidiéndole a Dios milagros, nos
la pasamos pidiéndole a Dios milagros para
una cosa, milagros para otra cosa, milagros
por allí, milagros por allá, y no nos estamos
dando cuenta que el milagro más grande se
está haciendo visible, real y posible muy
cerca de nosotros.

Los que tenemos la inmensa fortuna


y gracia de vivir en pueblos católicos,
tenemos iglesias en cada esquina y en
cada barrio, tenemos la oportunidad de ir
y contemplar con nuestros ojos elevarse la
hostia y elevarse la copa con vino y ver que

48
esa hostia ya es Carne y que ese vino ya es
Sangre y poder traer a nosotros en nuestra
vida ese Cuerpo divino, santo y sacro de
Jesús.

Necesario, muy necesario es que nosotros


aprendamos de alguna manera a darle a
Jesús Eucaristía la importancia que en
nuestras vidas requiere, porque vamos a
misa en ocasiones particulares, por ejemplo,
para un bautizo, nos toca ir a misa, hay que
acercarnos al sacramento, para la primera
comunión de algún familiar, de algún hijo,
hay que ir a la misa, al matrimonio, bien
sea el propio o de algún familiar, o de algún
cercano, toca ir a misa, o al entierro de
alguien, eso sí, a esa misa que es celebrada
para nosotros no faltaremos, la de nuestro
propio entierro; pero que exista ese interés
amoroso, no interés ficticio, ni financiero,

49
ni médico, sino amoroso de acercanos a
Jesús Eucaristía, de alabarle y bendecirle,
de sentarnos con Él, en el ratito de la santa
Eucaristía cada Domingo, y los que tienen
la fortuna de hacerlo todos los días mucho
mejor, de sentarse ahí, con Él, un ratito,
contemplándolo, alabándolo, bendiciéndole,
diciéndole “gracias Señor, una vez más el
milagro se hace posible, una vez más el
milagro se hace Pan y Vino, una vez más
el milagro se levanta en las manos de tu
ministro, gracias Señor, porque una vez más
por tu gracia me tienes aquí presente”.

Es necesario amar a Jesús Eucaristía,


enamorarnos de Jesús Eucaristía, así como
nos enamoramos del que pasa por la esquina,
de la que pasa por el otro lado, así como
nos enamoramos de los bienes materiales
y de los bienes intelectuales, así como nos

50
enamoramos de los viajes, del conocimiento,
de la belleza física material, así como
nos enamoramos de tantas cosas que a la
larga morirán y dejarán de ser, deberíamos
enamorarnos de lo que permanece y lo que
permanecerá para siempre, Jesús Eucaristía;
porque es que Jesús siempre será Rey, Jesús
siempre estará en nuestras vidas.

Tú y yo nacemos y los años pasan rapidito,


a los setenta, ochenta, no sé cuántos años;
dice Moisés, “setenta los más fuertes”, pero
Jesús siempre será el mismo, Jesús siempre
será un eterno presente en Dios Padre y en
Dios Espíritu. Dios no dejará de ser Dios,
pero Dios abajó su Majestad a nosotros para
hacernos partícipes, y nosotros estamos
desperdiciando este Pan vivo bajado del
cielo.

51
Démonos un chance, así como cuando tú
y yo tenemos tantos deseos de ir a X o Y
restaurante de comernos ese plato especial
que tanto nos gusta y como que añoramos
el momento de entrar a ese restaurante y
miramos hasta con más gusto que nunca
al mesero, “tráeme el plato que tanto me
gusta”, así mismo nosotros deberíamos
desear, anhelar la Eucaristía, así mismo
nosotros deberíamos desear ardientemente
en nuestro corazón el momento en que
Jesús Eucarístico, en que la Comunión, en
que la Sagrada Hostia entra en mí.

Ese encuentro semanal con el Amado,


ese encuentro que no puede faltar, ese
encuentro que no puede dejarse a un lado,
ese encuentro que no puede hacerse para
otro momento, ese encuentro que es vida,
ese encuentro que nos da fuerzas, ese
encuentro que nos aviva, ese encuentro
que nos fortalece, ese encuentro que

52
nos condensa en la divinidad siendo tan
humanos como lo somos. Jesús Eucaristía
nos espera cada semana en el día santo,
y hay quienes pueden hacerlo a diario,
y bendito sea el Señor por estas almas
eucarísticas, por estas almas que no sienten
otro deleite mayor que no sea estar frente a
Jesús Eucaristía, bendito sea el nombre de
Dios por todas estas almas eucarísticas –
más adelante iremos hablando de nuestros
hermanos los santos eucarísticos, aquellos
santos que su vida enteran la entregaron
tan sólo para Jesús Eucaristía - .

Hoy en todo este hablar quiero llamarte la


atención, quiero llamar tu atención, quiero
pedirte que por un momento mires tu vida,
y mires hacia Jesús Eucaristía y pienses por
qué no darle a mi vida un mejor estado?,
por qué no darle a mi vida un mayor
bienestar en Cristo Eucaristía?, por qué
no darle a mi vida eso que tal vez me está

53
haciendo falta y que yo inconcientemente o
concientemente estoy buscando conseguir
a través de otras cosas y de otras fuentes.
Tengo a Jesús Eucaristía, pues voy a buscar
a Jesús Eucaristía, me voy a dar en Jesús
Eucaristía.

Si tú supieras que a la vuelta de tu casa


existe un hombre todopoderoso que es
capaz de concederte todo, de sanar todos
tus males, de abrirte las puertas necesarias
y suficientes para tu bienestar y el de los
tuyos, no correrías a buscarlo?, no correrías
tú a sentarte a la puerta de la casa de este
hombre a esperar?... te tengo a ese Hombre;
yo sé que tú y yo tenemos, hemos tenido y no
dejaremos de tener vicisitudes, problemitas,
una que otra enredadera que se nos cruza
en el camino y nos quiere hacer caer, te
tengo al Hombre que tiene poder suficiente
para librarte de todos tus males, de todas
tus enfermedades y dolencias, de todas esas

54
grandes columnas que se hacen de ladrillo
y de concreto para impedirte el paso; se
llama Jesús y lo encuentras a la vuelta de
tu casa, en tu Iglesia, en el Sagrario, en
la Santa Comunión, ese Hombre es el que
te va a ayudar. ¡Te tengo al Hombre!, se
llama Jesús, y lo vives en el Eucaristía, se
llama Jesús, tiene apellido algo así como
Nazareth, y lo encuentras todos los días
en la Santa Eucaristía, y Él está ahí para
bendecirte, para sanarte y para liberarte, y
por encima de esto para darte su amor, para
hacerte íntimo e íntima con Él, y en esa
intimidad con Él, tú alcances una verdadera
alegría y una verdadera felicidad; tenlo
presente, ese Hombre que te puede ayudar
se llama Jesús y lo consigues en la dirección
de tu parroquia o en la de cualquier Iglesia,
ahí lo encuentras, esa es la dirección, ahí lo
vas a encontrar, y Él ahí te va a esperar.

55
Simplemente Trigo
Simplemente eso, simplemente trigo
puesto por tus manos en aquel pastizal
segado por el hombre, quien trabaja sin parar
sin imaginar siquiera qué será de cada espigo
algunos de ellos se pierden en el camino
otros con fortuna llegan a ser pan, pan del fino
sin dejar de ser eso, simplemente trigo

Simplemente eso, simplemente trigo


en forma diferente llegas al altar
ni aquel hombre en el pastizal

56
ni tú, bienaventurado espigo
alcanzaron en modo alguno a soñar
que serás del cielo manjar
y de mi pecho gran abrigo

Simplemente eso, simplemente trigo


te haces pequeño, cual chiquillo
ingenuo, sencillo, escondido
y apareces generoso, florido
sobre la copa, sobre el vino,
haciéndote Divino,
hermosamente eso, hermosamente Trigo

Hermosamente eso, hermosamente Trigo


benditas las manos que te bendicen
manos que invitan a participar del convite

57
al hacerte Vida, al hacerte Camino
inmortalizado fuiste para mí y mis hermanos
aquella noche de jueves, en esas santas manos
transformando por completo
todos los destinos

58
Manjar
Tú, Señor, manjar,
deleite de amor,
ni los reyes pueden tomar
tanta majestad.

Sólo Tú, Señor,


digno en adoración,
que te entregas en el pan,
para todos.

Tú te das como comida,


te das por siempre,

59
tú te das como bebida,
te das por siempre.

Oh manjar tan hermoso,


tan bueno,
aquí yo presento ante Ti
mi ofrenda y amor.

Te presento mi vida,
es tuya Señor,
transfórmame en la comunión,
transfórmame en el altar.
transfórmame pleno a Ti,
pleno para Ti.

Los antiguos en el desierto,


maná comieron,
hoy como tu Carne Señor,
nada igual.

60
Sólo Tú alimentas
en verdad mi ser,
Tú eres mi mejor
aliciente y fuerza
para continuar.

Yo comparto
mi alegría,
y mi pena también,
contigo Eucaristía.

Aquí estoy Señor,


aquí estoy Señor,
aquí estoy Señor.

61
Qué es la Eucaristía?
La Eucaristía es el milagro más grande de
todos los milagros que se puedan ejercer,
realizar, o ejecutar sobre la faz de la Tierra y
sobre el Universo mismo, es el comunicado
directo del amor del Padre, a través del Hijo,
en la efusión del mismo Espíritu a todos los
hombres de todas las razas y de todas las
naciones.

La Eucaristía es el más grande, el más sublime


de todos los momentos de oración. San
Alfonso María Ligorio, en algún momento
expresa, “más vale una Eucaristía en vida
bien dedicada al Señor que mil Eucaristías
después de muerto”.

62
Nosotros por aquello de la carne, por
aquello de los sentidos nos dejamos muy
fácilmente arrastrar maravillados bajo la
acción milagrosa de muchos eventos, es
decir, nos gusta ser sensacionalistas, una
sanación, una curación, una liberación y
cualquier tipo de milagro que se presenta
en nuestra vida, o en la vida de nuestros
conocidos o cercanos, o milagros de los
cuales tenemos algún conocimiento, no
dejan de sorprendernos.

Pero, para que estos milagros se den, debe


haber un milagro primero, debe haber un
milagro mayor, debe haber un milagro que
se roba todas las primicias, y ese es la
Eucaristía.

Con mucho entusiasmo veo como la gente


corre presurosa a comprar la novena a

63
diferente santo o santa, a colocarle su velita
en la procura de un milagro especial, de
un milagro particular, pero talvez nosotros
no hemos recapacitado, ni hemos caído en
cuenta que para que este santo o esta santa
a la cual nosotros presurosos corremos a
hacer una novena determinada, y a colocar
una velita determinada, no hubiese sido
tan bendecido con prodigios en sus manos,
y si no hubiese amado, y si no se hubiese
enamorado, y si no hubiese vivido el milagro
más grande de todos, LA EUCARISTÍA.

Si tú miras a los hombres del Antiguo


Testamento, tú encontrarás hombres de
prodigio, hombres de palabra, hombres
de valentía, de fortaleza, hombres que
sencillamente lo dejaban todo por amor al
gran Señor Dios de Israel; sin embargo, si tú
miras la historia después de Jesús a través

64
de la Iglesia en los santos, te vas a dar
cuenta que los santos de nuestra Iglesia,
sobrepasan cualquier límite en prodigios y
milagros, y los hay de todo tipo, de todo
sabor, de todo grosor, de todo esplendor.

Hay santos que hacen milagros fuera de


cualquier contexto de la razón, hay santos
que desconciertan la intelectualidad del
hombre, hay santos que realizan prodigios,
aun en contravía de un contexto racional o
lógico.

Recuerdo algún pasaje de la vida de San


Vicente Ferrer, cuando Vicente Ferrer estaba
en una predicación, y estaba hablando sobre
la urgencia de la conversión, con el templo
lleno, y de pronto Vicente se acuerda que
hay un desfile fúnebre rumbo al cementerio,
y ordena a dos de sus más cercanos

65
colaboradores que corran y alcancen el
desfile fúnebre y ordenen traer el féretro,
y así sucede; todos estaban atónitos de lo
que estaban viendo, en mitad del sermón,
entrando un difunto que ya iba a su última
morada. Y Vicente no se conforma con traer
el muerto, - que hasta ahí era inexplicable
para qué traía el muerto, ya causaba gran
asombro, ya había escandalizado a más de
uno, ya había causaba escozor en más de
otro, y cuando ordenó abrir el féretro si
que causó más escozor, si que causó más
tribulación – y ordena al difunto que vuelva
a la vida, y el difunto se levanta, y Vicente
le dice, “yo en el nombre de Jesucristo te
ordeno que digas como es el sitio en que
tú estabas”, y el difunto comienza a hablar
y a decir lo terrible que era estar en las
profundidades de las llamas del purgatorio,

66
- y eso que estaba en el purgatorio – qué
terrible el fuego del purgatorio!, que era
terrible. Decía el difunto, “ochenta o
noventa años de sufrimiento en esta tierra,
no se comparan con un segundo en el
purgatorio”. Y tenemos todo para evitarlo.

Cómo hubiese Vicente Ferrer hecho esto,


si no hubiese sido porque tiene una
potestad encima que le está dando esa
fuerza?; y entonces voy a regresarme a las
Escrituras, donde Jesús de Nazareth dice a
sus discípulos y por ellos a todos los que
seguimos al Maestro de corazón, “y ustedes
harán cosas más grandes de las que Yo he
hecho”; y eso lo hemos visto a través de
toda la iglesia, de los santos de nuestra
iglesia, San Francisco de Asís, San Gregorio,
San Ignacio de Antioquía, San Ignacio de
Loyola, son santos que sencillamente se

67
enamoraron y vivieron fielmente al Sacrificio
perpetuo, es decir la Eucaristía.

En la Eucaristía está la base de toda bondad


y de toda gracia, en la Eucaristía se halla
toda la generosidad habida y por haber por
parte de la Trinidad santa; Papá Dios se
hace presente en el altar, para recibir de su
propio Hijo, nuestro Señor Jesucristo, una
ofrenda a favor de la humanidad, y esto se
hace en la efusión del Santo Espíritu de
Dios.

Bien, tú y yo muchas veces nos encontramos


saturados por el mundo, saturados por afanes,
saturados con nostalgias, saturados con
angustias, saturados con preocupaciones, la
enfermedad, la deuda, la necesidad; lo que
no entiendo es por qué si tú y yo estamos
tan saturados de tantas cosas, no vamos a

68
la fuente que nos sacia?, por qué no vamos
a esa fuente que nos va a hidratar, a esa
fuente que nos va a devolver las fuerzas?,
si tú y yo tenemos sed, pues los más lógico
es que nos dirijamos a donde hay agua para
tomar agua y a través del agua saciar la
sed, entonces nos acordamos por esto que
estoy diciendo, nos acordamos del pasaje
bíblico de Jesús y la samaritana en el poso
de Jacob. La samaritana está sacando
agua del poso, Jesús viene a pedirle agua,
- esta mujer tiene una contienda con Jesús
interna, porque ella es samaritana y Jesús
es judío, y judíos y samaritanos no se llevan
bien - “Tú pidiéndome agua a mí”, Jesús le
dice, “si supieras quien te la está pidiendo;
Yo tengo agua que sacia tu sed”, dice Jesús,
“tengo una fuente que no se acabará jamás,
de la cual tú beberás y jamás volverás a
tener sed”, y esta mujer dice, “dame de esa

69
agua a beber”; esa es la fuente santa de la
Eucaristía.

Cuando tú te enamoras de Cristo Eucaristía,


no vuelves a tener sed, y a eso es a lo que
yo me refiero cuando te digo que si tú y yo
tenemos tantas cosas, y si tú y yo estamos
tan cansados de andar, y si tú y yo estamos
tan saturados con tantas cosas, por qué
no vamos a la fuente que nos sacia?, y esa
fuente que nos sacia, esa fuente inagotable
se llama Jesús Eucaristía.

A través de Jesús Eucaristía, tú y yo mi


querido hermano encontraremos siempre
esa fuente que nos va a saciar; yo no sé
qué tan amigo o qué tan amiga seas tú
de la Eucaristía, y sin importarme mucho
tu cercanía o no con la Eucaristía, lo que
sí te voy a decir es importante, ve a una

70
Eucaristía donde por una vez en tu vida
sólo pienses en que Jesús te sacie, ve a
esa Eucaristía sin pensar en las miles de
preocupaciones que tenías al llegar a la
Iglesia, solamente suéltate en Jesús y
permite que Jesús te alimente, y permite
que Jesús te sacie, y permite que Jesús te
fortalezca y te revitalice; si tú sales sin
paz, si tú sales sin un corazón tranquilo
y sereno, podrás insultarme cuantas veces
quieras, pero no existe hombre en la tierra
que haya asistido a la fuente que sacia
que es la Eucaristía, de corazón, con un
corazón pleno en la Eucaristía, dispuesto
a consumarse en la Eucaristía y que salga
igual, no existe ese ser humano; todo aquel
que ha decidido recibir a Cristo Eucaristía
de verdad se ha transformado, porque Jesús
entrará y cenará, porque Jesús entrará
dispuesto a quedarse, porque Jesús entrará

71
dispuesto a transformar lo viejo en nuevo,
Jesús entrará dispuesto a llenar las vasijas
de barro vacías con vino nuevo, Jesús no
tendrá inconveniente, no tendrá excusa y no
tendrá retraso en saciarnos y en llenarnos,
pero es necesario poner un poquitito de
nuestra parte y por lo menos ser aplicados
en la Eucaristía; el problema tuyo y mío
cuando estamos en la Eucaristía es nuestra
constante distracción, nuestra constante
monotonía, monotonía de la cual culpamos
a otros y no a nosotros mismos, obviamente
que sí.

Jesús no es simplemente un pedazo de


hostia, Jesús es Carne, Carne que se nos
da como alimento, Jesús es Carne sagrada,
es Alimento bendito, es Comida que baja
del cielo para alimentar nuestro Espíritu.
Es increíble como nosotros estamos

72
desperdiciando, es increíble como nosotros
estamos botando las bendiciones por parte
de Dios; no hay milagro que tú no pudieses
alcanzar si tú te enamoraras de la Eucaristía,
porque es que a través de la Eucaristía se
han conseguido todo tipo de milagros, es
ahí en la Eucaristía donde otros muchos
hombres tan normales, tan comunes como
tú y yo se han transformado y se han hecho
santos.

San Juan de Dios, siendo un muchacho


normal, un hombre normal, entró un día a
misa, quien estaba predicando era Juan de
Ávila, después conocido como San Juan de
Ávila, y esa predicación, y esa intimidad con
Cristo ahí mismo, permite la transformación
de Juan de Dios y va y lo deja todo por
seguir a Cristo, y deja de ser Juan de Dios
para ser San Juan de Dios.

73
Santo Domingo Savio, murió a los catorce
años, pero desde los dos añitos Domingo iba
con su padre a misa todos los días; desde
los dos añitos hasta los catorce añitos que
él fallece, no deja un solo día Domingo
Savio de ir a la santa Eucaristía y de recibir
a Jesús Sacramentado.

Teresa de Ávila, en algún momento comenta


y dice, “es que satanás es una cucaracha
al lado nuestro, cuando nosotros estamos
en plena comunión con Cristo y hemos de
hallarnos en su gracia salvífica”, eso es en
contacto con la Comunión, en contacto
con la Eucaristía, y decía Teresa, “no puede
satanás tocarnos un solo pelo, porque el
hecho de que estamos en contacto con
Jesús Eucaristía, él no puede tocarnos”, o
sea, tú y yo tenemos muchas herramientas
para cambiar nuestra vida.

74
Yo me sorprendo, yo no dejo de sorprenderme
hoy en día de ver como la gente prefiere vivir
desesperada, prefiere vivir llena de ira, de
intolerancia, de incomprensión, insultando
arriba, insultando abajo, maldiciendo a
la izquierda, maldiciendo a la derecha,
buscando como loquitos un salvador en
medio de los hombres, alguien que les de
una fórmula mágica para salir de deudas,
para salir de sus enfermedades, de sus
dolencias, de sus tantas preocupaciones; lo
tenemos en cada esquina, ese Hombre, ese
médico, ese financiero, ese gran Libertador,
ese sanador de enfermedades, está a nuestro
lado, está en la esquina, lo tenemos en
los sagrarios de nuestras parroquias, y se
llama Jesús, es Eucarístico, y todos los días
celebran misa en las parroquias; y entramos
en desespero, y entonces vamos donde el
brujo, donde la bruja y que nos lean las
cartas, que nos lean el tabaco y que nos
lean el chicote, hacemos de todo y damos

75
fortunas enteras porque alguien cambie
nuestra enfermedad por salud, alguien
cambie nuestro tormento en gozo, y ese se
llama Jesús y no lo buscamos.

Créanme, yo me sorprendo de cómo cada


vez estamos más loquitos todos, teniendo
a Jesús. Los medios de comunicación nos
bombardean todo el tiempo, que hay que
ser felices, que hay que hay que conseguir
la felicidad, y entonces hay que ponerle
una vela al gallo porque estamos en el
año del gallo, en fin, un poco de cosas, y
entonces hay que voltear a San Antonio
para que consigas un marido bueno, una
mujer buena; oye, qué es eso?, eso no es
verdad, eso no es verdad! La verdad se llama
Cristo, la verdad se llama Jesús, y ese Jesús
está esperando por ti y está esperando por
mí para reformarnos, para transformarnos,
para equilibrarnos, para darnos alegría y
gozo, para darnos felicidad, para darnos

76
un verdadero sentir en nuestro vivir. Jesús
no está perdiendo el tiempo, nosotros sí,
buscando cosas que no son ciertas, estamos
buscando en medio de grandes focos de
neón, estamos buscando en medio de las
piedras, para ver donde encontramos la
pista para el milagro.

La pista se llama Jesús, la llave se llama


Jesús, el tesoro se llama Jesús, y créeme que
cuando tú te encuentras con Jesús, cuando
tú te enamoras de Jesús, no hay nada, no
hay nadie que pueda hacerte cambiar ese
amor por Él.

Ve buscando a Jesús, ve transformando poco


a poco tu vida, ve acercándote poco a poco
a Jesús, qué haces esperando migajas?,
cuando tú puedes ser amigo, íntimo amigo
del dueño de la vida, del dueño del tiempo,
de quien domina la muerte, de quien es
la resurrección; qué haces tú esperando

77
migajas?, cuando tú puedes ser amigo del
más grande de los milagros, cuando tú
puedes ser amigo del más sonoro de los
milagros, Jesús, y ese Jesús está dispuesto
a enseñarte lo que tú no conoces, está
dispuesto a enseñarte lo que tú no sabes, a
darte a conocer lo que para ti es desconocido
todavía hoy en día.

Para empezar el amor; tú y yo creemos


amar, tú y yo creemos que amamos, porque
nos dejamos confundir por emociones
momentáneas, porque nos dejamos
confundir por sentimentalismos, porque
nos dejamos confundir por deseos carnales,
porque nos dejamos confundir por caprichos
de momento, efímeros y fugaces; Jesús nos
enseña a amar, Jesús nos enseña a amar de
verdad, de corazón, Jesús nos enseña a ser
auténticos en el amor, pero es imposible que
tú y yo aprendamos a amar, si no buscamos
la fuente de Jesús Eucaristía, es imposible

78
que tú aprendas a amar como Jesús quiere
que tú ames, siendo Él el amor, cuando tú
y yo queremos consultar metafísicos, nueva
era, cuando tú y yo queremos consultar
cartas, cuando tú y yo queremos consultar
el tarot, el horóscopo, cuando tú y yo
queremos consultar hechiceros o adivinos,
eso va a ser imposible así.

Un hechicero, un adivino, te va a decir lo


que tú quieras oír; Dios a través de Cristo,
seguramente te va a decir al principio cosas
que tú no quieres oír, pero que Él sabe que
son para tu bien. Para empezar te va a decir
como suele siempre hacer, “conviértete”

Entonces, no nos quedemos en las migajas,


vamos a la fuente, vamos a la verdadera
fuente que es Jesús Eucaristía, y la próxima
vez que vayas a la Eucaristía, piensa
que eso para ti tan insignificante, o tan
pasado de moda, o tan sinsentido, sí tiene

79
sentido y es más actual que la moda, Jesús
Eucaristía siempre será vigente y siempre
será necesario en la vida del hombre.

Busca la fuente, busquemos la fuente, vamos


a la fuente y dejémonos encontrar con esa
agua que no se agota, con esa agua que
realmente sacia mi sed, vamos a probar ese
Alimento bajado del cielo, vamos a probar
esa Carne bendita hecha Hostia, vamos
a probar de corazón lo que es un amigo
verdadero, lo que es un amor verdadero,
lo que es un encontrarnos realmente con
alguien que sabe lo que es amar, alguien
que sabe realmente qué es el amor, porque
Él es el amor, Él es Jesús.

Así que vamos pues y busquemos la fuente


que es la Eucaristía.

80
81
Cordero
Alma adorada
Espíritu Santo
Espíritu de llanto
Alma acongojada

Pecado marchitando
cuanto dolor te he causado
a Ti, bendito, a ti amado

Carne desgarrada
Hostia salvadora
Hostia consagrada
Carne redentora

82
Sangre que brotaba
Vino elevado
Vino consagrado
tu Sangre has entregado

Cruz por Ti abrazada


signo de maldición
signo que Tú engendrabas
Cruz…, ahora mi salvación

Brazos extendidos
Pecho abierto está
Pecho de amor encendido
Brazos que dan paz

Vida consumada
Cordero, inmolado estás!
Cordero, en el altar
Vida, ahora Tú me das!

83
Ofrenda
Bendita sea la hora, mi Amado,
en que vengo a Ti,
y postrado a tus pies,
como un adorador,
presento mi ofrenda, que es vida,
mi vida ante Vos.

Bendito, alabado seas


Jesús Sacramentado,
bendito, alabado seas
Jesús Sacramentado.

Bendita sea la hora, mi Amado,


en que vengo a Ti,
postrado en tierra, presento

84
mi ofrenda a Ti,
no tengo más nada mi Amado
que lo que ves en mí,
es todo cuanto poseo mi Amado,
mas tuyo todo es.

Postrado a tus plantas, Jesús,


Jesús Eucaristía,
yo vengo a rendirme por entero,
rendirme ante Ti,
sabiendo que Tú eres la fuente,
la fuente del vivir,
la fuente eterna de gracia,
de gracia y salvación,
sabiendo que Tú eres la fuente
de todo bienestar,
yo vengo a suplicarte
permitas a mí,
sumergir mis débiles carnes en tus aguas,
sumergirme en Ti.

85
Yo vengo a tus plantas, mi Amado,
yo vengo ante Ti,
yo vengo a tus plantas, mi Amado,
yo vengo ante Ti,
bendito, alabado, adorado,
sea mi Jesús,
bendito, alabado, adorado,
Jesús Sacramentado,
bendito por siempre seas,
Jesús hostia,
bendito Tú seas mi Rey,
bendito,
adorado seas por siempre,
Hostia, vida y verdad,
bendito es tu nombre, Mi Amado,
bendito tu Cuerpo,
bendita tu Carne, mi Amado,
verdadero alimento,
bendita tu Sangre, mi Amado,
verdadera bebida,

86
bendito aquel que en tu nombre
ofrece tu pan,
bendito aquel que en tu nombre,
ofrenda se hace para Ti.

Bendito, alabado, adorado,


sea Jesús Sacramentado,
bendito, alabado, adorado,
sea Jesús Sacramentado.

No existe un sol más claro ni fuerte,


que tu custodia,
no existe un arma más fuerte
contra el enemigo,
que estar siempre en comunión contigo,
mi amado Jesucristo,
no existe medicina más fuerte,
que tu Hostia santa,
no existe un cielo más grande
que el recibirte en gracia.

87
Bendito, alabado, adorado,
sea Jesús Sacramentado,
Bendito, alabado, adorado,
sea Jesús Sacramentado.

Gloria a Ti Padre Eterno,


por Cristo, tu Hijo,
bendito Tú seas mi Amado,
mi amado Jesucristo,
por hacerte presente en cada Eucaristía,
por estar presente en cada Sagrario,
bendito Tú seas mi Amado,
fuente de gracia
bendito Tú seas mi Amado,
fuente que sacia,
bendito tu nombre, bendito,
bendito,
bendito tu nombre, bendito,
bendito.

88
Hostia sagrada y pura,
recibidme,
Hostia sagrada y pura,
sanadme,
Hostia sagrada y pura,
libérame,
Hostia sagrada y pura,
líbrame,
Hostia sagrada y pura,
confíame tu amor,
Hostia sagrada y pura,
anúnciame buena nueva,
Hostia sagrada,
bendíceme,
bendíceme, bendíceme,
bendecidme,
Hostia sagrada y pura,
gloria a Ti,
gloria a Ti, gloria,
gloria a Ti,
Hostia sagrada y pura.

89
Yo canto a Ti mi Amado,
una y otra vez,
una y otra vez,
canto para Ti,
derramo mis lágrimas frente
a tu custodia,
lavando mi pecado, Señor,
con tu gracia pura,
me entrego entero a Ti,
a tu servicio,
como adorador perpetuo,
de tu santa Comunión,
alabado seas mi Cristo
Eucarístico.

Bendito, alabado, adorado,


sea Jesús Sacramentado,
Bendito, alabado, adorado,
sea Jesús Sacramentado.

90
Purificación por medio de Cristo
En la carta a los Hebreos, en el capítulo
9 en el versículo 11, dice Pablo, “pero
Cristo, constituido pontífice de los bienes
futuros y penetrando en un tabernáculo
mejor y más perfecto, no hecho por manos
de hombres, esto es, no de esta creación,
ni por la sangre de los machos cabríos, ni
de los becerros, sino por su propia sangre,
entró una vez para siempre en el santuario,
realizada la redención eterna. Porque si
la sangre de los machos cabríos, y de los
toros y la aspersión de la ceniza de la vaca
santifica a los inmundos y les da la limpieza
de la carne, cuánto más la Sangre de Cristo,
que por el Espíritu eterno, a sí mismo se

91
ofreció inmaculado a Dios, limpiará nuestra
conciencia de las obras muertas, para dar
culto al Dios vivo; por esto, es el mediador
de la nueva alianza, a fin de que por su
muerte, para redención de las transgresiones
cometidas bajo la primera alianza, reciban
los que han sido llamados las promesas de
la herencia eterna.”

San Pablo nos dice, muy puntualmente que


a través del ofrecimiento de la Sangre de
Cristo recibimos esa purificación verdadera,
esa purificación santificante; es a través
del sacrificio perpetuo de la Eucaristía,
donde nosotros sin lugar a duda y sin
temor a equivocación alguna, encontramos
verdadera Comida, verdadera Bebida, y
verdadera mediación entre Dios y los
hombres.

92
Cristo se ofrece a través del Espíritu, al
Padre Dios; de hecho San Pablo en la
misma carta a los Hebreos dice que “Cristo
comparece ahora en la presencia de Dios
a favor nuestro”. “Cristo comparece ahora
en la presencia de Dios a favor nuestro”,
que hermoso, saber que Jesús de Nazareth
es nuestro Salvador y nuestro abogado
defensor, es quien se presenta ante el Padre
rogando y suplicando por nosotros, y ese
sacrificio se ofrece diariamente, todos días,
sin falta. Tú y yo podemos contemplar
como el Cuerpo y la Sangre de Cristo, se
presentan en las especies ante el Padre Dios
y Él acepta la ofrenda, de su propio Hijo, el
cual está orando por nosotros, el cual está
intercediendo por nosotros.

Por eso hemos de hablar que la Eucaristía es


medicina para nuestra alma, reparación para
nuestro cuerpo, hemos de hablar acerca de

93
la Eucaristía como el más grande de todos
los grupos de oración. La Eucaristía reúne el
misterio sagrado, por lo tanto la Eucaristía
es el más grande de todos los grupos de
oración, de todos los grupos de renovación,
de todos los grupos de personas que se
quieran reunir para alabar a Dios, para
bendecir a Dios, para glorificar a Dios y para
pedir a Dios tanto gracias como perdón, es
la Eucaristía.

En la Eucaristía estamos en presencia viva


de Jesucristo, en la Eucaristía estamos en
presencia viva del Salvador, en la Eucaristía
estamos en presencia viva de nuestro
Hermano mayor que intercede por nosotros
ante nuestro Papá Dios.

Papá Dios, atento, escucha y recibe la


ofrenda presentada por su Hijo unigénito
Jesús, cual es Él mismo, el manjar más

94
grande del cielo. Y el más grande del cielo,
se presenta ante el dueño del cielo pidiendo
misericordia, pidiendo clemencia por la
creación, por la raza humana.

La Eucaristía hemos de decir no es simplemente


un ritual, el cual lamentablemente nosotros
a través de los años hemos desconocido.
Lo hemos desconocido por ignorancia, por
nuestra falta de interés, porque nuestro
alejamiento ha sido total de la Iglesia y por
hecho de la Eucaristía, porque sencillamente
empezamos a crecer dentro de un hogar
“católico”, pero no existió esa formación
donde se nos enseñara a amar vivamente
al Dios vivo, donde se nos enseñara a amar
celosamente al Dios libertador, al Dios que
se presenta en las especies del pan y del
vino para nuestra salud y remedio. Son
varios los factores, otros factores pueden
ser mi apego desordenado al mundo,

95
mi apego desordenado a la carne, mi
apego desordenado al dinero, mi apego
desordenado a otras tantas cosas que de
una u otra manera pueden influir o pueden
estar tomando el norte de mi camino.

Entonces Jesús en la Eucaristía se nos


presenta y es ahí donde nosotros tenemos
que encontrarnos. Hay mucha gente que
desea, que anhela entrar a un grupo de
oración, que desea, que anhela participar en
un grupo de oración, y no estamos cayendo
en cuenta, ni estamos comprendiendo
que el más grande grupo de oración es la
Eucaristía, es ahí en la Eucaristía donde yo
puedo presentar mi oración de una manera
filial, íntima, de una manera en la cual tendré
yo fiel convencimiento de que mi oración
se quedó en el altar, de que mi oración no
se quedó por ahí, se quedó en el altar, se
quedó en el tabernáculo santo, y entonces

96
comenzamos lastimosamente a dar vueltas,
- perdóname la expresión – como gallinitas
culecas, a ver donde nos podemos poner,
donde nos podemos colocar y empezamos
a dar vueltitas a la izquierda, vueltitas a la
derecha, vueltitas hacia delante, vueltitas
hacia atrás, buscando un grupo de oración
que me llene, un grupo de oración que
pueda satisfacer todas mis necesidades,
un grupo de oración donde encuentre
un verdadero alimento para mi alma, y
ese verdadero grupo de oración que va a
satisfacer mis necesidades, que va a ser un
verdadero alimento para mi alma se llama
Eucaristía, porque es que tú no solamente
vas a ser partícipe de la ofrenda del Pan y
del Vino al Padre Eterno, no solamente vas
a presentar tus oraciones, no solamente vas
a presentar tu vida, tu petición de perdón,
tu petición de gracia, sino que así mismo

97
en el momento hermosísimo y sublime de la
comunión puedes pasar a recibir tu Hostia
santa, a recibir ese fragmento de Cuerpo
Sagrado de Cristo que entrará en ti, momento
sublime, maravilloso, majestuoso donde lo
divino se acerca a lo humano y lo humano
se acerca a lo divino; es maravilloso, y es
triste pensar que nosotros por años hemos
desperdiciado este gran tesoro, por años
hemos desperdiciado este caminar de la
manos de Jesús.

Quienes no puedan sacramentalmente


recibir a Jesús Eucaristía por pecados
mortales, pueden postrarse en el momento
de la comunión y pedirle al Señor que venga
espiritualmente, que venga espiritualmente
para que penetre los aposentos del
corazón, para que penetre los aposentos
del alma y del cuerpo, y Jesús venga y se
haga vida en nosotros; lo ideal es recibirlo

98
sacramentalmente, por eso si la cuña es
válida ahora trata de enmendar tu vida, trata
de reparar tu vida, si tú estás viviendo en
pecado mortal, si tú estás siendo flagelado
por un pecado mortal enmienda tu vida
y encomiéndala al Señor, póstrate a los
pies del Señor y reestablece con el Señor
un verdadero vínculo de amor, fidelidad y
lealtad.

La Eucaristía es el momento propicio


para reconciliarnos con el Señor para
encontrarnos con Él en estrecho y fundido
abrazo, donde vuelvo y te repito lo divino
se hace cercano a lo humano y lo humano
se hace cercano a lo divino.

La Eucaristía es ese fundamento de vida, ese


fundamento vigente, con normas vigentes de
libertad, porque las normas que dicta Dios
no son, ni serán jamás de esclavitud, las

99
normas que Dios nos trasmite, las normas
que Dios nos determina son de libertad, de
gozo y felicidad; recuerda que la voluntad de
Dios es buena, agradable y perfecta, por lo
tanto participar del banquete Eucarístico es
participar de esa voluntad altísima de Dios
Padre que es buena, agradable y perfecta,
teniendo en cuenta que Dios Padre en su
voluntad eterna, en su voluntad infinita,
en su voluntad generosa, determinó el
sacrificio de su propio Hijo, aceptado
voluntariamente por Cristo y avalado en las
fuerzas del Espíritu para la redención del
hombre.

Voluntariamente el Maestro, voluntariamente


Él se hace para nosotros Comida y Bebida,
voluntariamente, nadie lo obligó, Jesús
mismo lo dice en la Escritura, “nadie
me quita la vida, Yo la doy por voluntad
propia”; es importante tener esto claro,

100
Él era movido, y es movido y será movido
por la fuerza del amor, por la fuerza de
ese amor que de su corazón se desborda
por todo hombre, por toda mujer, por todo
anciano y por todo niño nacido y no nacido,
Él sólo quiere el bien y el beneficio de todos
y cada uno de nosotros, y en ese querer
el bien de nosotros nos invita a cenar con
Él, nos invita a la Eucaristía, nos invita a
acercarnos a Él y solamente a Él.

Que tú y yo tengamos todos los días la


necesidad de Él, tengamos necesidad de
Jesús, de Jesús!, que al único que adoremos
sea a Él, si se vale la cuña otra vez aquí,
dejemos de adorar a los que no tenemos que
adorar, a falsos dioses, tú sabrás cuales son
tus dioses falsos, tú sabrás cuales son esos
puntos donde tú elevas idolatrías falsas,
al único que tú y yo debemos adorar se
llama Jesús Cristo, se llama Dios, el Único

101
a quien tú y yo debemos alabar, bendecir y
adorar es a nuestro amado Jesús, y Él viene
y se hace para nosotros más cercano, por
lo tanto, reúnete en oración con tu amado
Jesús a través de la Eucaristía, y después de
un compartir de oración comparte su Carne
y comparte su Sangre, comparte la cena que
Él te ofrece, Él como un buen anfitrión te
ofrece comida y bebida, tú como un buen
invitado acepta la cena y come a gusto
hasta saciarte.

Antiguamente se tenían que ofrecer machos


cabríos, se ofrecían toros, cenizas de vacas…
muchas cosas habían dentro de los rituales
antiguos para buscar perfectamente una
santificación, para buscar una cercanía con
el Señor, obviamente todos estos rituales
se fueron distorsionando, no por Dios, sino
por el hombre; entonces Dios se hace a Sí
mismo en Cristo oblación perfecta.

102
Jesús se hace la oblación perfecta, ya no hay
necesidad de matar machos cabríos, ni de
echarnos ceniza de vaca, ni hay necesidad
de matar un toro grande para purificarnos de
nuestros delitos, no!, ya no hay necesidad de
eso, ahora hay que ir al sacrificio perfecto,
a la oblación santa y santificante que es
Jesús Eucaristía, y es ahí donde debemos
encontrarnos tú y yo a diario, es nuestra
necesidad, esa debe ser nuestra necesidad,
esa debe ser nuestra primicia, esa debe ser
nuestra prioridad. Nuestra prioridad cuál
debe ser?, transformar nuestra vida; si tú
quieres transformar tu corazón, no puedes
hacerlo a través de terapias, donde por un
rato estás ahí diciendo, “si es que yo soy
esto, soy aquello y soy lo otro”, no, tienes
que ir a la fuente que te sana, a la fuente que
te regenera, a la fuente que te hace nuevo,
que te hace libre, y esa fuente es Cristo, y
esa fuente la hallas en la Eucaristía.

103
Entonces, el más grande de todos los grupos
de oración todos los días es abierto, en
diferentes horarios (sería bueno que miraras
tú la agenda, sería bueno que tú miraras el
librito de horarios del más grande de todos
los grupos de oración que es la Eucaristía)

La oración nos lleva a encontrarnos con


Jesús, la oración debe ser algo que debe ir
aquí, encarnado en nuestro corazón siempre.
La oración, al amar la oración, al amarla voy
transformándome, voy transformándome y
voy equilibrando mi vida en Cristo, no a
mi capricho, en Cristo, eso hay que tenerlo
también claro, en Cristo.

El máximo grupo, la Eucaristía; en la


oración yo encuentro equilibrio, sosiego y
puedo saciarme, en Cristo, por Cristo y para
Cristo.

104
Por qué nosotros no oramos?, por qué no
vamos a la Eucaristía?, porque no hemos
encontrado el gusto, porque tal vez nadie
nos ha dicho que esa es la fuente verdadera y
que eso es un tesoro, y que ahí encontramos
la solución, no solamente a todos nuestros
problemas, sino la solución a aquello del
descanso eterno.

Para terminar este diálogo, yo quiero


hablarte de lo que algunos santos han
dicho acerca de la oración, santos todos de
un amor infinito, de un amor perpetuo por
la Eucaristía, santos que su vida entregaron
por amor a Cristo, santos que entregaron
su vida por amor a la Iglesia, santos que
entregaron su vida por amor al prójimo,
a sus hermanos; pero siempre de camino
en la oración, siempre de camino en la
Eucaristía, siempre de la mano de Jesús,

105
Jesús era su única fuente, Jesús era su
única primicia, y ellos anhelaban todos los
días, desde el amanecer hasta el anochecer
siempre encontrarse con Jesucristo; si tú
me lo permites te daré algunos ejemplos de
lo que dicen los santos.

San Juan Crisóstomo decía, “a la oración


deberíamos considerarla como el colmo y
término de todos nuestros bienes, ella es la
que produce en nosotros una vida santa, el
no amar la oración y la Eucaristía es locura,
y el que vive sin oración y sin Eucaristía ya
está muerto y corrompido; no hay señal más
clara para conocer la virtud de un hombre
que ver el aprecio que este hace en la oración
y en la Eucaristía, es una verdad de todos
manifiesta que sin la oración y sin el amor a
la Eucaristía no se puede vivir virtuosamente,
ella es la única arma que nos defiende por
completo. La oración es la cabeza de todos

106
los bienes y el fundamento y raíz de una vida
provechosa, la oración fortalece nuestra vida
y sin ella nada habría en nosotros de bueno
y saludable; la oración es para el hombre lo
que el agua es para las plantas, o más bien,
lo que el agua es para los peces; aunque
seas perro, si eres asiduo en la oración,
serías preferido al hijo descuidado, no digas
“Dios es mi enemigo y no me escuchará”,
porque si eres asiduo en la oración, pronto,
muy pronto Él te dará respuesta, si no por
ser tu amigo, al menos por ser pertinaz; no
digas, “mucho he pecado y no puedo rogar
a Quien tengo irritado,” porque no mira
Dios la dignidad o el merecimiento, sino
la intención, porque cuando no le pedimos
es cuando se aíra, y cuando no le rogamos
es cuando se aparta de nosotros. Si a un
hombre le pides continuamente se te tendrá
por pesado y molesto, pero no es así Dios,

107
el cual se molesta precisamente cuando
no le pides, y si perseveras pidiendo, aun
cuando inmediatamente no recibas, recibirás
infaliblemente, pues si encuentras la puerta
cerrada, Él justamente quiere obligarte a
que llames, y si no te escucha enseguida
es para que sigas pidiendo, sigue pues
pidiendo e infaliblemente recibirás; acepta
en tu corazón la necesidad de la oración y la
necesidad urgentísima de compartir la cena
Eucarística”.

San Ilario decía, “habiendo puesto Cristo


nuestro Señor leyes difíciles de cumplir, luego
dio este consejo, “pedid y recibiréis”, para
indicarnos la manera de poderlas cumplir.
La consecución de todas las gracias divinas,
depende únicamente de la oración”.

San José de Calasanz, “sin oración y sin


Eucaristía no se puede perseverar en el

108
servicio de Dios, la oración y la Eucaristía es
a manera de un canal por el que nos vienen
todas las gracias. La oración acompañada
en la Eucaristía son tan necesarias para el
hombre interior, como el alimento lo es para
el hombre exterior”.

San Pedro de Alcántara, “sin la gracia de


la Eucaristía, sin la gracia de la oración es
imposible mortificar la carne, y aun mucho
más mortificar el espíritu”.

San Francisco de Sales decía, “no hay


cosa que purifique más el entendimiento
de ignorancias y las voluntad de afectos
depravados que la oración”.

San Juan Berchmans, “toda apostasía en la


religión tiene su origen en la falta de oración,
si hago bien mi oración, perseveraré en mi
vocación”.

109
San Leonardo de Porto Mauricio, “tomad
pues y conservad este importante consejo,
tened por perdido aquel día en que no hacéis
oración”.

San Felipe Neri, “la oración mental y el


pecado no pueden estar juntos, un hombre
sin oración y sin Eucaristía es un animal sin
razón”.

San Antonio María Claret, “la oración así


como la Eucaristía son el más rico y más
necesario de todos los dones de Dios”.

San Efrén, “no hay en la vida del hombre


tesoro comparable a la oración, no hay
tesoro comparable para el hombre que la
Eucaristía”.

San Nilo, “no dará Dios la perseverancia


sino al que se la pida con perseverancia en
la oración”.

110
San Agustín, “si quieres vivir cristianamente
con facilidad has mucha oración y lo
conseguirás”.

Santa Teresa de Jesús, “como se haga la


oración que es lo más importante, no dejará
de hacerse todo lo demás”. Referente a
esto que ha dicho Teresa de Jesús, quiero
hacer un paréntesis mis queridos hermanos,
cuántas veces tú y yo dejamos de orar y
dejamos de asistir a la Eucaristía que porque
estamos ocupados; y Teresa aquí lo está
diciendo, y yo no creo que tú y yo seamos
más ocupados que esta mujer que fundó
tantas cosas. “Como se haga la oración que
es lo más importante, no dejará de hacerse
todo lo demás”, primero la oración, primero
Dios y Él nos dará el tiempo para realizar
todo lo demás.

111
“La oración es el camino real para el cielo y
camino seguro; no me parece, es otra cosa
perder el camino, sino dejar la oración”.

“Nadie puede hacerse a sí mismo mayor


daño que dejar de tener oración y dejar de
asistir a la Eucaristía. Las almas sin oración
son como un cuerpo tullido, que aunque
tiene pies y manos no se puede menear;
el que persevera en la oración y asista a
la Eucaristía con amor, por más pecados y
tentaciones y caídas que ponga el demonio,
tengo por cierto que las sacará el demonio a
punto de luz”.

Santa Teresita del Niño Jesús, “la oración


y el sacrificio son mis armas invencibles,
constituyen todas mis fuerzas, y sé por
experiencia que conmueven los corazones
mucho más que las palabras”.

112
Algunos pensamientos de hombres y mujeres
que ya tienen la gloria de Dios alcanzada,
que ya han constituido su paso por este
valle para gloria del Señor y el Señor los ha
premiado como espera premiarte a ti, como
espera premiarme a mí; y para que esto
se vaya haciendo de una manera mucho
más, - como decía San Agustín – mucho
más fácil, amemos la oración, amemos la
Eucaristía. Por qué introduzco el término
oración tanto en este momento?, porque
la Eucaristía es el mayor grupo de oración,
porque la Eucaristía es el mayor encuentro
de oración, porque la Eucaristía es el mayor
encuentro de fe, es el mayor encuentro de
amor, es el mayor encuentro de intimidad
con el Amado; yo no puedo despegar la
Eucaristía de la oración, y la oración del
feliz término de la Eucaristía.

113
114
Partir con las manos el pan
Partir con las manos el pan
lo hacemos todos los días
es algo celestial
es verdadera comida
comida que Tú nos das

Partir con las manos el pan


un signo que antecede al compartir
igual, un acto vital
después se sigue el servir
es parte de aquello llamado amistad

Partir con las manos el Pan


el Pan de Vida
no ha de ser igual
es al sacerdote a quien inspiras
ya no paro de mirar

115
Partir con las manos el Pan
oh, escena bendita
misericordia infinita
señal de fraternidad
de tu insondable caridad

Partir con las manos el Pan


ya me hallo entristecido
al herir con el pecado tu faz
flagelado tu Cuerpo, está abatido!
grande es nuestra maldad

Partir con las manos el Pan


son sentimientos encontrados
es revivir tanta crueldad
es lavar nuestros pecados
es una oda a la verdad

Partir con las manos el Pan


sólo verlo desgarra el alma

116
los ojos ya, se cierran a llorar
no sé qué sentir, no sé qué pensar
será tristeza, será felicidad

Partir con las manos el Pan


“Este es el Cordero de Dios”
te elevas!, a dónde vas?
“que quita el pecado del mundo”
quédate en la copa, quédate en el altar
“no soy digno de que entres en mi casa…”
te necesito, sin Ti nada vale ya!
“una palabra tuya bastará…”
lo sé, sólo Tú me puedes sanar.

Partir con las manos el Pan


oh, santas y venerables manos
te haces uno con tu ministro en el altar
es tu manera de decir “te amo”
y si es tu voluntad, te lo ruego…
toma Tú también mis manos.

117
Misterio... Salvación
Escúchenme todos sí, escúchenme
hombres de toda nación,
existe un soberano, un Rey,
poderoso en todo su ser,
pero que está dispuesto en amor,
dispuesto en bondad
para entregarse a todos nosotros
en el altar.

Su nombre es Jesús Cristo


y Él viene en el altar,
a ser nuestra comida,
a ser nuestro beber
Él es nuestro amado Mesías
entregado por amor,

118
Él da su vida entera, la da
la da sin restricción,
en un pedazo de hostia,
Él nos da a comer de Él,
su Carne dada a todos nosotros,
por nuestro divino bien,
en una copa vino con agua
se transforma por Él,
en su preciosa Sangre que lava
nuestra mancha y maldad.

Escúchenme hermanos, escúchenme,


yo quiero contar
las gracias y los bienes que de Él
se desprenden en el altar,
Él lo da todo, todo lo da,
desde el altar,
confunde al sabio,
y al intelectual,
Él no quiere que se le razone o cuestione,

119
Él quiere darnos su amor,
Él quiere colmarnos a todos
con su bondad,
Él quiere colmarnos, colmarnos
con su divinidad.

Escúchenme hermanos, escúchenme,


yo quiero contar,
como Él sanó mi vida de la muerte
por siempre me libró,
yo acepté compartir la mesa
que Él me brindó en amor,
yo era como un mendigo en la vida
yo mendigaba amor,
yo mendigaba sueños y anhelos
y Él me llamó
a que comiera de su Carne y bebiera
de su Sangre,
Él me hizo suyo, suyo y ahora lo cuento a ti,
Él te quiere también hacer tan sólo para Él,

120
comparte su Pan y su Sangre, comparte,
come de su Carne y bebe de su Sangre,
déjate sanar por Cristo,
déjate sanar,
déjate liberar por Cristo,
déjate liberar,
misterio inmenso, misterio
el de la Eucaristía,
Él todo lo puede, Él todo lo hace verdad,
tan sólo suéltate en Él, déjate amar,
no seas tú necio, mi hermano
como lo fui yo,
mira que en Él todo es vida,
en Él todo es amor,
deliciosa es su Carne exquisita,
su bebida,
déjate llenar por Él,
por el Nazareno

121
Lo que afirman ellos “Los Santos”
Santa Ángela de Foligno, “si tan sólo
pausáramos por un momento para
considerar con atención lo que ocurre en este
Sacramento, estoy segura, que pensar en el
amor de Cristo por nosotros transformaría la
frialdad de nuestros corazones en un fuego
de amor y gratitud”.

San Agustín, “Cristo se sostuvo a Sí mismo


en sus manos, cuando dio su Cuerpo a sus
discípulos diciendo, “Esto es mi Cuerpo”;
nadie participa de esta Carne sin antes
adorarla. Reconoce en este Pan lo que colgó
en la cruz, y en este cáliz lo que fluyó de su
costado; todo lo que en muchas y variadas
maneras anunciado antemano en los

122
sacrificios del antiguo testamento, pertenece
a este singular sacrificio que se revela en el
nuevo testamento”.

San Efrén, “oh, Señor, no podemos ir a la


piscina de Siloé a la que enviaste al ciego,
pero tenemos el cáliz de tu preciosa Sangre,
llena de vida y luz; cuánto más puros somos
más recibimos”.

San Francisco de Sales, “cuando la abeja ha


recogido el rocío del cielo y el néctar de las
flores más dulce de la tierra, se apresura a
su colmena. De la misma forma el sacerdote
habiendo del altar al Hijo de Dios que es
como el rocío del cielo, y verdadero hijo de
María, flor de nuestra humanidad, te lo da
como manjar delicioso”.

San Juan Bosco, “el objetivo principal es


promover veneración al Santísimo Sacramento
y devoción a María Auxilio de los cristianos”.

123
San Juan Eudes, “para ofrecer bien una
Eucaristía se necesitarán tres eternidades,
una para prepararla, otra para celebrarla y
una tercera para dar gracias.”

San Alfonso María de Ligorio, “tened por


cierto el tiempo que empleéis con devoción,
delante de este divinísimo sacramento, será
el tiempo que más bien os reportará en esta
vida y más os consolará en vuestra muerte
y la eternidad, y sabed que acaso ganaréis
más en un cuarto de hora de adoración en
la presencia de Jesús sacramentado que en
todos los demás ejercicios espirituales del
día”.

San Cirilo de Jerusalén, “así como dos


pedazos de cera derretidos juntos no hacen
más que uno, de igual modo el que comulga
de tal suerte está unido con Cristo, que él
vive en Cristo y Cristo vive en él”.

124
San Ignacio de Loyola, “preparando el altar y
después de revestirme y durante la Eucaristía,
movimientos internos muy intensos y muchas
e internas lágrimas y llanto con frecuente
pérdida del habla y también al final de la
Eucaristía y por largos periodos durante la
misma en la preparación y después la clara
visión de nuestra señora muy propicia ante
el Padre, hasta tal grado que las oraciones
al Padre y al Hijo y en la consagración no
podía sino sentir y verla como si fuera parte
o la puerta para toda la gracia que sentía
en mi corazón. En la consagración de la
Eucaristía, ella me enseñó que su carne
estaba en la de su Hijo, con tanta luz que
no puedo escribir sobre ello. No tuve duda
de la primera oblación ya hecha”.

San Juan María Vianney, Santo cura de


Ars, “si conociéramos el valor de la Santa

125
Eucaristía, nos moriríamos de alegría; si
supiéramos el valor del santo Sacrificio de la
Eucaristía, que esfuerzo tan grande haríamos
por asistir a ella. Que feliz es ese ángel de
la guarda que acompaña el alma cuando va
a la Eucaristía. La Misa es la devoción de
los santos”.

San Anselmo, “una sola Misa ofrecida y oída


en vida con devoción por el bien propio,
puede valer más que mil Misas celebradas con
la misma intención después de la muerte”.

Santo Tomás de Aquino, “la celebración de


la santa Eucaristía, tiene tanto valor como
la muerte de Jesús en la cruz”.

San Francisco de Asís, “el hombre debería


temblar, el mundo debería vibrar, el cielo

126
entero debería conmoverse profundamente
cuando el Hijo de Dios aparece sobre el altar
en las manos del sacerdote”.

Santa Teresa de Jesús, “sin la santa


Eucaristía qué sería de nosotros?, todos aquí
abajo pereceríamos, ya que únicamente eso
puede detener el brazo de Dios, sin ella,
ciertamente que la Iglesia no duraría y el
mundo estaría perdido sin remedio”.

Santo padre Pío de Pieltrecina, “sería más


fácil que el mundo sobreviviera sin el sol que
sin la santa Eucaristía. La Misa es infinita
como Jesús; pregúntenle a un ángel lo que es
la Eucaristía, y él les contestará, “en verdad
yo entiendo lo que es y por qué se ofrece,
mas sin embargo no puedo entender cuánto
valor tiene”. Un ángel, mil ángeles, todo el
cielo, saben esto y piensan así”.

127
San Lorenzo Justino, “nunca lengua
humana puede enumerar los favores que
se correlacionan al sacrificio de la Misa, el
pecador se reconcilia con Dios, el hombre
justo se hace aun más recto, los pecados
son borrados, los vicios eliminados, la virtud
y el mérito crecen y las estratagemas del
demonio son frustradas”.

San Leonardo de Porto Mauricio, “oh gente


engañada, qué están haciendo?, por qué
no se apresuran a las Iglesias a oír tantas
Misas como puedan?, por qué no imitan a
los ángeles, quienes cuando se celebra una
Misa bajan en escuadrones desde el paraíso
y se estacionan alrededor de nuestros altares
en adoración para interceder por nosotros.
Yo creo que si no existiera la Eucaristía, el
mundo ya se hubiera hundido en el abismo,
por el peso de su iniquidad; la Misa es el

128
soporte poderoso que le sostiene. Una Misa
antes de la muerte, puede ser mucho más
provechosa que muchas después de ella”.

San Felipe Neri, “con oraciones pedimos gracias


a Dios, en la santa Misa comprometemos a
Dios a que nos las conceda”.

San Pedro Julián Eymard, “sepan, oh


cristianos, que la Misa es el acto de religión
más sagrado, no pueden hacer otra cosa para
glorificar más a Dios, ni para mayor provecho
de su alma que asistir a Misa devotamente y
tan a menudo como sea posible”.

San Bernardo, “uno obtiene más mérito


asistiendo a la santa Misa con devoción,
que repartiendo todo lo suyo a los
pobres y viajando por todo el mundo en
peregrinación”.

129
San Francisco Javier Bianchi, “cuando
oigan que yo no puedo ya celebrar la Misa,
cuéntenme como muerto.”

San Buenaventura, “la santa Misa es una


obra de Dios en la que presenta a nuestra
vista todo el amor que nos tiene, en cierto
modo es la síntesis, la suma de todos los
beneficios con que nos ha favorecido. Hay
en la santa Misa tantos misterios como gotas
de agua en el mar, como átomos de polvo
en el aire y como ángeles en el cielo; no sé
si jamás ha salido de la mano del Altísimo
misterio más profundo.”

San Gregorio Magno, “el Sacrificio del


altar será a nuestro favor verdaderamente
aceptable como nuestro sacrifico a Dios
cuando nos presentemos como víctimas.”

130
San Andrés Avellino, “no podemos separar la
sagrada Eucaristía de la pasión de Jesús”.

Cuando santa Margarita María Alacoque


asistía a la santa Misa, al voltear hacia el
altar, nunca dejaba de mirar al crucifijo y las
velas encendidas, por qué?, lo hacía para
imprimir en su mente y en su corazón dos
cosas, el crucifijo le recordaba lo que Jesús
había hecho por ella, las velas encendidas
le recordaban lo que ella debía hacer por
Jesús, es decir sacrificarse, consumirse por
Él y por las almas.

131
Saciarme en Ti, saciarme de Ti
Quiero comer de tu Cuerpo, Señor,
quiero yo beber de tu Sangre, mi Señor,
quiero tomarte en mi vida, Señor,
quiero hacerte parte de mí.

Tú me invitas a cenar,
en la mesa que se fracciona el Pan,
Tú me invitas, me invitas Señor,
a que coma tu Carne,
Tú me invitas, me invitas
a que beba tu Sangre.

Yo no puedo apartarme de Ti,


yo no puedo apartarme de Ti,
no, yo no puedo rechazar

132
tu invitación tan grande,
yo no puedo, Señor, no, no,
rechazarte a Ti, Señor.

Aquí estoy, aquí estoy,


vengo arrepentido por tanto pecar,
quiero entero entregarme a Ti,
y recibirte en el cuerpo.

Quiero tener en mis labios,


el sabor esmero de tu Carne siempre buena,
y llegar siempre a amar,
tu Santa Eucaristía.

Quiero amar la Eucaristía


como solamente Tú la puedes dar a amar,
dame siempre tu gracia Señor,
dame siempre tu gracia, oh Dios,
dame siempre la gracia Señor,
de recibirte en Comunión.

133
No permitas que me aparte yo
de tus Santa y Sagrada Comunión,
es la fuente de vida,
es la fuente de paz y bien
es la fuente de paz y bien,
es la fuente de vida.

Tú prometiste vida eterna


a quien te reciba en la Comunión Sagrada,
yo deseo recibirte,
yo deseo tenerte en mí.

Al Tú entrar en mi pecho manchado,


Tú lo limpiarás y lo harás para Ti,
y me colmarás con tu amor,
y me colmarás con tu bien,
y me colmarás con tu amor,
y me colmarás con tu bien.

134
Sólo lo digo, sólo digo,
aquí me tienes y aquí estaré,
aleluya por siempre a Ti,
aleluya por siempre a Ti.

135
Contemplarte
El mirarte y contemplarte, oh Cristo,
en la Hostia es motivo
de alegría y de gozo en mi alma,
de alegría y gozo en mi vivir.

Contemplarte en la Hostia, oh Cristo,


no tiene alegría igual,
es saber que Tú estás presente,
en la Hostia o fracción del Pan.

Al mirarte en la Hostia santa,


puedo yo acceder a Ti,
y traerte a mi cuerpo entero,
para que me des tu libertad.

136
Al mirarte en la hostia santa,
al mirarte en la hostia a Ti,
tengo claro en mi pecho ardiente,
que solamente Tú deseas en mí,
que me una contigo siempre,
que tú y yo uno solo seamos.

Contemplarte por siempre Cristo,


en la Hostia santa siempre sí,
es un gozo una alegría siempre, siempre,
un gozo contemplarte allí.

Al mirarte en la hostia, oh Cristo,


tengo todo yo rendido ante Ti.

Te miro en la Hostia, oh Cristo,


y mi corazón se desgrana en Ti,
al mirarte en la Hostia, al mirarte allí,
es saber que mi vida puede cambiar para
Ti, Señor.

137
Mirarte en la Hostia, oh Cristo,
es mucho más que un gozo,
es saber que Tú eres mi eterno
Salvador y Redentor,
esa misma Hostia que yo observo,
es la Hostia que mis padres
pudieron observar y comer,
es la Hostia que los santos
pudieron adorar, contemplar.

Ahora yo te observo, oh Cristo,


en la Hostia yo te observo,
puedo adorarte a Ti, Señor,
puedo adorarte mi Jesús,
puedo contemplarte mi Amado,
puedo contemplarte mi Jesús,
puedo adorarte mi Hermano,
mi Amigo fiel.

138
Al mirarte en la Hostia, oh Cristo,
todo cambia, todo cambia en mí,
se detiene por un momento el tiempo,
sólo somos Tú y yo, Señor,
sólo somos Tú y yo,
al mirarte, Oh Cristo.

Al mirarte en la hostia, oh Cristo,


todo cambia, todo cambiará,
eres Tú, mi Señor pleno,
en un pedazo de pan,
eres Tú, mi Señor pleno,
en la Hostia, Comunión.

Te alabo mi Señor,
te alabo oh Cristo,
te alabo Jesucristo, Rey,
Jesucristo, Sacerdote,
te alabo Jesucristo, Hostia,
te alabo y te alabaré.

139
No tiene ningún valor,
contemplarte a Ti mi gran Señor,
es estar contigo siempre,
en íntima comunión,
bendito seas Tú,
bendito seas Tú, Señor.

Al mirarte en la Eucaristía,
puedo renovar mi pacto,
al mirarte en la Eucaristía,
puedo ser lavado con tu amor,
al mirarte en la Eucaristía,
puedo ser nuevo,
al mirarte en la Eucaristía,
puedo ser libre, Señor!

140
141
Exhortación Eucarística
POR SAN BUENAVENTURA

La misericordia divina ha multiplicado en


todo tiempo y momento sus exquisitos
cuidados sobre las numerosas miserias del
hombre; de esta consideración debe brotar
de nuestros corazones un ininterrumpido
asimiento de gracias por la libertad de Dios
en curar y prevenir tanta deficiencia de
nuestra naturaleza caída, con tantos y tales
dones que de sus manos nos han venido y
nos vienen continuamente.

Seis grandes defectos aquejaban a la


naturaleza humana que fueron subsanados
adecuadamente por otros tantos beneficios

142
divinos; estaba el hombre despojado de
todo don sobrenatural y Dios le enriqueció
con su propia inhabitación; estaba
hambriento, y se le dio Él mismo como
alimento restaurador; se hallaba rodeado
de inmensas tinieblas y se le comunicó Él
mismo como luz en su propio corazón; yacía
en sombras de muerte por el juicio divino
que sobre él pesaba y se ofreció Dios mismo
como víctima para su reconciliación; estaba
vencido con espantosa impotencia para
todo lo sobrenatural y se le dio Él mismo
como principio de operación en orden a la
vida eterna; obstinado y cautivo su corazón
con vínculos férreos, fue Él Quien se ofreció
para relajar estas ataduras.

Estas seis profundas dolencias de la


naturaleza humana, y las seis misericordias
divinas que son su remedio se encuentran

143
anunciadas en la Sagrada Escritura por otras
tantas figuras de la Eucaristía; estas son la
grosura, el pan, la miel, el cordero pascual,
el tesoro celestial y el maná.

Las propiedades de estos elementos que


figuran los efectos de la Eucaristía en el
alma, son la grosura liquidada al fuego, se
difunde y empapa los cuerpos que toca, así
la Eucaristía entra en los senos del alma y
la hincha con sus celestiales dones. El pan
alimenta y restaura las fuerzas; del mismo
modo la Eucaristía calma el hambre espiritual
del hombre. La miel, según antiguo se
pensaba es medicina para los ojos; de igual
manera la Eucaristía es luz que disipa las
tinieblas que nos rodean. El cordero pascual
era víctima que debía ser inmolada; como él
la Eucaristía es sacrificio de reconciliación
del hombre con Dios. El tesoro enriquece

144
al que nada posee, de modo semejante la
Eucaristía llena de bienes al alma despojada
de todo don celestial. El maná se derretía
bajo la influencia del calor solar; en modo
parecido se ablanda la dureza férrea y
obstinada de los corazones al contacto con
el calor divino de la Eucaristía.

La primera figura de la Eucaristía es La


Grosura, Génesis capítulo 49, Versículo
20; en sus propiedades naturales podemos
vislumbrar los efectos de la Eucaristía
en el alma. La grosura es condimento
en los alimentos que los hace gustoso
para quien los come, así la Eucaristía es
sabroso manjar que deleita grandemente
al alma que devotamente le recibe. La
grosura suaviza y dilata la piel que unge;
la Eucaristía dilata igualmente al alma, que
saliendo de sí misma la proyecta con amor

145
sobrenatural al prójimo y a todo lo que ha
sido creado. La grosura derramada sobre el
fuego excita las llamas elevándolo a lo alto;
La Eucaristía es sacrificio de oblación que
conserva y fomenta la piedad y devoción,
recibida dignamente en el alma la arrebata
y eleva a Dios.

La segunda figura que se representa la


Eucaristía es El Pan; el mismo Cristo dijo de
Sí, “Yo soy el Pan vivo que ha descendido del
cielo, el Pan que Yo daré es mi propia Carne
para la vida del mundo”; Juan 6 versículo
51 y 52. En el Antiguo Testamento se halla
igualmente figurada la Eucaristía en el pan
que dio el ángel al profeta Elías. Efectos pues
propios de este sacramento son robustecer
el alma para la obra dificultosa y continuada
de la propia santificación durante todo el
tiempo de su destierro, capacitar y elevar

146
el alma a las alturas de la contemplación,
con la comunicación de las luces divinas
en el entendimiento y ardorosos afectos del
amor en el corazón, disponerla para recibir
la comunicación de los arcanos, de los
divinos secretos. Eleva el alma a las alturas
divinas que por misterioso modo contempla
las bellezas y esplendores infinitos de las
divinas perfecciones que se le descubren,
la estimulan; con bríos renovados a
desprenderse de todo lo creado y tender
con vivos anhelos a la bienaventuranza que
columbra.

La tercera figura de la Eucaristía es La


Miel, de la cual se habla en la Escritura,
“come la miel hijo mío, porque es buena,
y el panal es dulcísimo para tu garganta”,
Proverbios 23,13. La miel es deleitosa
para el que gusta y según el decir de los

147
médicos es medicina para la vista; he aquí
los dos grandes efectos de la Eucaristía,
deleite y suavidad sabrosa que deleita
nuestros afectos y claridad celestial que
envuelve nuestro entendimiento en fulgores
divinos. La solícita abeja que elaboró la
miel sabrosísima de la Eucaristía fue la
bienaventurada Virgen María.

La cuarta figura de la Eucaristía es El Cordero


Pascual, del cual se habla en el libro del
Éxodo en su capítulo 12, versículo 35. De
las disposiciones requeridas para comer el
cordero pascual, se deducen las que deben
acompañar al alma que se alimenta de ese
sagrado manjar; pero conviene declarar como
debe aparejarse el alma antes de llegarse al
sacramento, el atavío que la debe adornar
al momento de la recepción del mismo, y la
copia de frutos que redunda en ella después

148
de la comunión. En el primer lugar, antes
de allegarse el sacerdote al sacrificio del
altar debe estar poseído de un sentimiento
de universalidad, por cuanto que no obra
entonces como persona privada, sino en
nombre de la Iglesia universal; por lo tanto
en nombre de todos los vivientes debe
ofrecer el sacrifico por los que expían en el
purgatorio, en nombre de los que viven y
murieron en el Señor, lo ofrece para gloria
y alabanza de los santos ángeles y de los
bienaventurados del cielo y en nombre
de toda la universalidad de los justos, lo
ofrece en honor de la Santísima Trinidad,
debe hacerse apto e idóneo para recibir
tan alto sacramento, lo que conseguirá
si antes da entrada a Dios en su corazón,
al cual viene por la parte racional como
luz y claridad, por la parte afectiva como
dulzura y bondad y por la irascible como

149
vigor y fuerza con que vence los obstáculos
que le impiden unirse con Él. Además de
esto, debe el alma procurar la caridad,
en cuyos ardorosos afectos ha de andar
envuelta como encendida túnica de amor,
para tratar dignamente este sacramento.
Finalmente debe acompañarle la integridad
y pureza de la fe, que debe traspasar las
fronteras de la razón; según esto ha de
creer que está allí el verdadero Cuerpo de
Cristo nacido de la Santísima Virgen, en
virtud y por obra de la transubstanciación;
la presencia del alma de Cristo se explica
allí por la natural concomitancia con su
Cuerpo, juntamente con esto está también
la divinidad inseparable de la humanidad
en fuerza de la unión hipostática, ambas
naturalezas, divina y humana residen en el
sacramento con los profundos misterios que
las acompañan.

150
En segundo lugar en el momento de la
recepción del sacramento debe presentarse
el hombre ataviado con estas santas
disposiciones:

1. Pureza angelical con la expresión y pleno


dominio de todo movimiento levantisco
de las pasiones.

2. Esta pureza debe extenderse a todos


los afectos del alma, que debe estar
limpio de todo lo que sabe a terreno y a
caduco.

3. Ha de acompañar al alma el recuerdo


vivo de la pasión de Cristo, ya que ese
sacramento es memorial de ella.

4. Debe aspirar con sus deseos a la plenitud


de la felicidad eterna, cuyos primeros
sabores y vislumbres se le comunican en
este sacramento.

151
Finalmente y en tercer lugar, se manifiestan
los frutos o inefables beneficios que vienen
al alma después de recibir la Eucaristía, que
son los que a continuación se indican: con
la Comunión, Cristo da entrada en nuestra
alma a sus secretos y misteriosos consuelos,
estableciendo en ella su mansión, la
cual debemos preparar con el humilde
conocimiento de nosotros mismos, con
dulces transportes de amor, con el sosiego
y la paz exenta de toda turbación y con
la contemplación de las cosas celestiales.
Disminuye la inclinación al mal, que si
bien no se extingue absolutamente, la
tiene reprimida; da finalmente al alma la
seguridad de la bienaventuranza eterna.

La quinta figura es El Tesoro Celestial, que


se promete, el Espíritu Santo. En Isaías
dice, “te daré tesoros ocultos de riquezas

152
escondidas, Yo soy el Señor”, Isaías 45,
versículo 3. Y en verdad en Cristo se hallan
los tesoros de todo cuanto es o existe,
porque todas las cosas son de Él; y todas
son para Él y todas existen en Él, esto lo
dice San Pablo en su carta los Romanos,
capítulo 11, versículo 36. En Él están los
tesoros de toda la sabiduría, porque no sólo
conoce todas las cosas como conocimiento
perfectísimo y cabal, sino porque Él es el
principio o la luz por la que conoce todo
entendimiento creado cuanto es; Él es el
depositario de todas las gracias, según
todas sus clases y géneros, en Él se cifran
los tesoros de toda la gloria, porque todo
cuanto hace bienaventurados a los ángeles
y a los hombres, de Él procede.

La sexta figura que representa la Eucaristía


es El Maná, del cual se habla en el Éxodo,

153
capítulo 16. El Cuerpo de Cristo en el
sacramento es manjar nobilísimo por su
origen, suavísimo por su sabor, dignísimo
por su contenido y maravillosísimo por su
eficacia. Es nobilísimo este manjar por
su origen, y en verdad fue conocido por
la Santísima Trinidad en el seno virginal
de María con el fuego del Espíritu Santo,
y por obra de la misma beatísima Trinidad
fue hecho este mismísimo Cuerpo del pan
material en virtud de la transubstanciación;
es también nobilísimo porque seres
nobilísimos como son los ángeles lo comen
sin el salvado de las especies sacramentales,
en cuanto es Verbo increado, el mismo que
come con nosotros oculto bajo la corteza de
los velos eucarísticos, en cuanto es Verbo
encarnado.

154
Es de sabor suavísimo que satisface
cumplidamente los deseos todos de las
milicias angélicas en el cielo y estimula
nuestros anhelos al logro del premio eterno
en la plenitud de estas suavidades divinas.

Encierra un contenido divinísimo, porque


en este sacramento reside toda la Santísima
Trinidad por presencia y asistencia, pero
sin circunscribirla. Allí está el Hijo por la
encarnación, y el Padre y el Espíritu Santo
por la comunicación invisible de una misma
sustancia.

Posee una eficacia maravillosísima por


su celestial y misteriosa operación en las
almas. Cristo viene a las almas en este
sacramento con la plenitud de sus dones,
de suyos poderosos para toda obra de
santificación; sin embargo, esta acción

155
divina está condicionada al aparejo y atavío
de una voluntad buena, santidad de vida y
virtudes adquiridas que deben acompañar
al alma al acercarse a recibir el Cuerpo de
Jesucristo en la Eucaristía.

En las almas medianas, en las grandes y en


las pequeñas miremos pues. En las almas de
los grandes santos son altas y maravillosas
las operaciones que la Eucaristía obra en
ellas; en las almas medianas obra con acción
mitigada; en los pequeños en la virtud,
con operación muy, muy limitada y en los
malos con operación dañina. Siendo una y
poderosísima la gracia de la Eucaristía para
obrar cumplidamente las divinas maravillas
en las almas, sin embargo cada cual participa
de ellas según la capacidad receptiva con
que se llega al sacramento.

156
Los que anhelan participar de estas
operaciones misteriosas de la Eucaristía
en la medida colmada que Jesús desea,
deben concertar su vida con arreglo a estas
disposiciones:

Primera, deben despojarse de todo hábito


vicioso que les incapacitaría para recibir las
dulzuras divinas.

Segunda, juntamente con esto deben


producir frutos dignos de penitencia.
Tercera, deben igualmente desprenderse
de todo lo terreno, riquezas, placeres,
honores.

Cuarta, a imitación de Cristo deben


abrazarse a su Cruz con voluntad libre,
serena y alegre; de tal modo que la amargura
de los sufrimientos que tanto aterra a

157
los mundanos, la trueque en suavidad y
dulzura por la eficacia divina que en ellos
se descubre.

Así pues, mis queridos hermanos, el Divino


Sacramento del Altar es el alimento que
todos nosotros requerimos en continuo
diario para alcanzar el continuo beneficio
del Señor de los cielos, y en este continuo
beneficio alcanzar la eterna felicidad,
empezando ahora desde aquí en la tierra,
gozando de este Manjar divino, para que en
la eternidad gocemos del Verbo siempre en
presencia nosotros de Él, así sea.

158
Al Santísimo Sacramento
POR GERARDO DIEGO

Entre tantas dudosas certidumbres,


que me mienten, alagan los sentidos,
Tú, callado y sin nubes, tan desnudo,
tan trasparente de ternura y trigo,
qué me quieres decir,
labios sellados desde tu oculto y
cándido presidio?
Qué me destellas, ay,
qué me insinúas, qué me quieres, amor,
secreto mío?
porque las ondas que abres y propagas
desde la fresca fuente de tu círculo,
me alcanzan y me anegan, me coronan,
me ciñen de suavísimos anillos,

159
mas ya sé lo que quieres, lo que buscas,
si la esperanza es prenda de prodigios,
si el sol de caridad arde sin tregua.

Lo que pides es fe, los ojos niños,


quererte, sí, y creerte.
Tú me esperas?, me quieres tú?,
de veras que yo existo?,
Tú me crees Señor?,
yo creo y quiero creer en Ti,
quererte a Ti y contigo.

Sí, mi divino prisionero errante,


mi voluntario capitán cautivo,
mi disfrazado amante de imposibles,
mi cifra donde anida el infinito.

Sí, Tú eres Tú, te creo y te conozco,


y te aprendí y te sé, paz del espíritu,
prosternares, humillarse, eso fue todo,

160
de poner, aplicar cetros, designios,
por Ti hasta la indigencia, hasta el despojo,
quedarse en puros huesos desvalidos,
la reina inteligencia hágase esclava,
sea la voluntad sierva de siglos
y queden ahí devueltos, desmontados,
en su estuche, de raso los sentidos.

Veo y no veo,
palpo y nada palpo,
escucho sordo
y flor de ausencia aspiro,
no hay más que una verdad,
Tú, Rey de reyes,
Tú, Sacramento,
Corpus Cristi, Cristo.

Ya me tienes vaciado,
vacante de fruto y flor,
desposeído de todo,

161
todo para ti, Señor,
no soy más que tu proyecto,
tu disponibilidad,
lléname de amor y cielo,
rebósame de piedad,
he enmudecido mi música,
en silencio de tapiz,
me negué hasta el claro sueño,
hasta la misma raíz,
ven ruiseñor, ven a habitarme,
hazme cuna de Belén,
ven a cantar en mi jaula,
abierta, infinita,
ven.

Rosas en el ocaso de la víspera,


las nubes hoy se han despertado blancas,
es ya la aurora bajo palio de oro,
la gloria teologal de la mañana,
deslumbradora nieve en las cortinas,
y en medio el pecho azul de cielo abierto,

162
para dar paso a un sol que se le salta,
el sol, el sol del Corpus,
cómo vibran sus rayos de oro y miel,
cómo remansan, recogiéndose al centro,
al hogar íntimo, donde un cordero
suto y son recama.

Pero, qué traslación,


qué meteoro es este que me busca,
que me abraza,
viene por mí, cae hacia mí derecho,
y en lugar de crecer, cuánto más baja,
más se aprieta de amor, más se reduce,
se achica, se cercena, se acompasa,
hasta inscribirse humilde en la estatura,
del mísero dintel de mi cabaña

Oh, Sol que el cielo entero no te ciñe,


y en sus collados últimos derramas,
la unidad de tu ser con brío y luces
que no saben de eclipses ni distancia,

163
yo no soy digno, no, de contemplarte,
de encerrarte en mi pecho,
torpe casa de la abominación,
lonja del crimen,
a penas hay barrida y alfombrada,
mas ya el milagro se consuma,
y tomo, comulgo el Pan de la divina gracia.

No soy digno, no era digno,


pero ahora un templo soy,
ilumínanse mis bóvedas
y todo temblando estoy,

Esto que vuela en mi bosque


es un pájaro de luz,
es una flecha con alas
desclavada de una cruz,
y se ahínca en mi madera
y me embriaga de olor
ya aunque se disuelva en brisa,
me quedará el resplandor.

164
Quédate fuego conmigo,
espera un instante así,
transparentemente mis huesos
no te separes de mí,

Dentro de mí te guardo, Oh certidumbre,


como el mosto en agrás guarda el racimo,
te siento navegando por mis venas,
como la madre mar a sus navíos
dentro de mí, fuera de mí,
impregnándome como a la abeja
mieles y zumbidos,
como la luz al fuego,
o como el suave color al reflejo del vidrio.

Te oigo cantar orillas de mi lengua,


florecer en silencio de martirios,
dulce y concreto estás en mí encerrado,
lo que ignoran los hombres,
pajarillos lo saben bien,
lo rizan, lo gorjean,

165
flores lo aroman por los huertos tibios
estrellas lo constelan, lo tachonan,
telegrafían desterrando viso,
ángeles del amor lo vuelan fulgidos
lo velan rumorosos y purísimos.

Tierno y preciso estás,


manso y sin prisa
dulce y concreto estás, secreto mío,
qué valen todas mis verdades turbias,
ante esa sola,
oh, Sacramento nítido,

En Ti y por Ti yo espero,
y creo y llamo,
en Ti y por Ti mi Pan, misterio mío.

166
Mi hermano que Dios te bendiga, que
Dios te guarde, espero que en estas
páginas hayas encontrado alguna,
por pequeña que sea, respuesta a tus
dudas, o hayas encontrado una llama
por pequeña que sea para que pueda
encender en tu corazón la necesidad
de la Eucaristía, la necesidad de
la oración; espero que en estas
páginas por la gracia de Dios hayas
encontrado un empuje a encontrarte
con Jesucristo, a buscarlo ciegamente
y a hacerlo realmente el Rey de tu vida,
a hacerlo realmente la primicia de tu
vida y la prioridad de tu vida; espero
por la gracia Dios, Dios permita que
en estas páginas tú encuentres en

167
algún momento eso que tanto estabas
buscando y que lo vas a encontrar en
la Eucaristía.

Dios los bendiga por siempre, Dios


los haga santos para su propia gloria,
Dios permita que todos y cada uno
de ustedes, y sus hijos, sus hijas, los
hijos de sus hijos, y los hijos de los
hijos de sus hijos, alcancen santidad
y la gloria de Dios.

En la Eucaristía te espera,
allí te espera para llenarte.

168
Agradecimientos!
A mi Amo y Señor, Quien condujo
mi mano y corazón para escribir
cada línea de este libro que no es mío
más sí es de Él y para Él.

Y a todos los que de una u otra


manera forman parte de esta obra
guiada y sellada por el grande y
santo Jeshua.

Autor.

169

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