Resumen Estados de Animo
Resumen Estados de Animo
Resumen Estados de Animo
Escuela
Internacional
de Coaching
Profesional
¿Es igual la experiencia del Amor que siente una pareja al que siente otra?
¿Es igual la experiencia de culpa que siente una persona a la que puede sentir otra?
Desde esta perspectiva, en la medida en que aceptamos que
no observamos en otros sus sentimientos, y que no podemos
comunicar plenamente los nuestros, al hablar de emociones y
de estados de ánimo estamos introduciendo un lenguaje para
hablar de la acción y, muy particularmente, el espacio de
posibilidades especificado por las acciones que observamos.
La rabia, el amor, la culpa, más que referirse a lo que
sentimos, aluden a espacios de posibilidades en el que nos
encontramos en nuestro desenvolvimiento en la vida.
El día jueves no tiene una emocionalidad distinta a la del día
viernes. Es siempre el observador quien establece una distinción entre jueves y viernes,
y quien asocia a tal distinción un espacio de posibilidades diferentes.
Si alguien se queja por el estado de ánimo que traemos al trabajo, podemos decir, “Y
bien, así es como soy y no puedo hacer nada al respecto”.
Mucha gente se hace responsable de sus estados de ánimo y a menudo se da cuenta de
que existen algunas acciones que puede llevar a cabo para cambiarlos. Sin embargo lo
que no logran ver es que pueden intervenir en la modificación del estado de ánimo del
entorno social en que viven, y cuando ese estado de ánimo se hace insostenible, se van,
se retiran de ese entorno social. Empiezan todo el proceso de nuevo hasta que
alcanzan otro punto de saturación. Nos movemos de un lugar a otro, de una relación a
otra, de un trabajo a otro, etc. Nuestra vida nunca se estabiliza realmente.
No queremos decir que no nos deberíamos mover de un entorno social a otro, tampoco
queremos decir que los estados de ánimo que prevalecen en esos lugares sean de
nuestra total responsabilidad, todos estos dominios son compartidos con los otros.
Decimos que al no asumir la cuota de responsabilidad que nos corresponde, no vemos
que podemos realizar acciones para cambiar esos estados de ánimos.
Sostenemos que podemos adoptar una postura activa en nuestros estados de ánimo y
en los de nuestro entorno. En vez de ser arrastrados por ellos, podemos participar en
moldear esos estados de ánimo. Para ello habrá que revisar las interpretaciones que
hacemos ya que ellas posibilitaran acciones distintas a las que estamos teniendo,
siendo las conversaciones poderosas herramientas en este diseño.
Ahora, ¿Cuáles son las conversaciones que tienen el poder de producir cambios en los
estados de ánimo? Todas. Conversar es estar en un proceso de transformación, es
coordinar acciones, es encontrar la posibilidad de nuevas conversaciones. Alguna vez
nos ha pasado de sentir que solamente con el hecho de estar conversando con alguien
nuestro estado de ánimo cambia o que cambia el estado de ánimo de la otra persona.
Sin embargo muchas veces nos cuesta darnos cuenta de ésto ya que pensamos que lo
posible sólo guarda relación con el mundo y no con nosotros. A menudo nos hemos
resignado a nuestros estados de ánimo y a los de los demás, sin ver posibilidades de
modificarlos.
Cuidarse de las historias que hemos fabricado entorno a nuestros estados de ánimo.
Tendemos a encontrarlos correctos y a dar infinitas razones para permanecer en ellos.
Una vez que se identifica el estado de ánimo, deberíamos buscar los juicios que
corresponden a él. Nos podríamos preguntar:
¿Cómo estoy juzgando?
¿Cómo estoy juzgando a la gente que me rodea?
¿Qué juicios tengo acerca de mí mismo?
¿Qué juicios tengo acerca del futuro?
La facticidad ontológica
Al observar la facticidad de la vida podemos identificar al menos dos dominios que no
pueden ser cambiados, son lo que llamamos “facticidades ontológicas”. Por
ontológicas nos referimos a que ellas son constitutivas de la forma de ser de los seres
humanos y no pueden ser cambiadas.
El primer dominio es el de la finitud de nuestro cuerpo. Nuestras acciones tendrán la
limitación biológica de nuestro propio cuerpo. Ciertas acciones que teníamos como
disponibles a una determinada edad veremos que con el transcurso de los años
dejamos de tenerlas.
El segundo dominio de facticidad ontológico apunta a que no nos es posible cambiar la
ocurrencia de los hechos del pasado. Ello, sin embargo no significa que no podamos
cambiar la interpretación del pasado.
Decimos que la facticidad histórica, a diferencia de la facticidad ontológica, se
caracteriza por cuanto puede disolverse como facticidad con el cambio de las
condiciones históricas.
Un ejemplo, la Iglesia Católica no permite que los sacerdotes se casen. Se necesitaría
que el Vaticano cambiara sus reglas sobre el sacerdocio, en relación a la cuestión del
matrimonio de los sacerdotes para que esta realidad fáctica se transforme en una
situación de posibilidad.
JUICIOS DE
FACTICIDAD POSIBILIDAD
(Lo que no podemos cambiar) (Lo que podemos
cambiar)
Nos
Oponemos: RESENTIMIENTO RESIGNACIÓN
La aceptación tampoco desconoce los errores de los demás, lo que la aceptación acepta
es el hecho de que no podemos cambiar lo ya ocurrido y, en cuanto tal, lo declara
“cerrado”.
Es importante revisar de qué manera nos podemos desplazar desde el resentimiento a
la aceptación. Una manera sería el analizar los juicios que aparecen en la
reconstrucción lingüística del resentimiento y en el examen de sus fundamentos. Por
ejemplo, podríamos examinar los fundamentos que encontramos para emitir los
juicios que nos conducen a efectuar la acusación que está involucrada en el
resentimiento.
Cuando examinados los juicios que nos involucran en un estado de resentimiento y
nos damos cuenta que son fundados, podemos hacer una declaración que dé por
“cerrado el pasado” y de esta manera transitar hacia el estado de aceptación. Debemos
examinar si podemos terminar con esas conversaciones privadas que nos persiguen
durante tanto tiempo.
Una alternativa es examinar si nuestra decisión de no hablar y mantener nuestra
acusación en silencio está fundada. Si nos decidimos por hablar, una forma frecuente
de hacerlo es la recriminación o la queja. Al recriminar algo a alguien, lo que
obtenemos como respuesta de parte del otro es, a menudo, el rechazo de nuestra
interpretación de los hechos y una avalancha de juicios personales. Durante todo este
proceso la relación entre las personas se deteriora aún más.
Existe otra forma de hacernos cargo de nuestro resentimiento al hablar, generar
conversaciones tendientes a coordinar acciones con los otros. Nos estamos refiriendo
al reclamo. El reclamo es como un juego del lenguaje, conformado por varios actos
lingüísticos, combinándose declaraciones, afirmaciones y peticiones.
VEAMOS UN EJEMPLO:
En todos estos casos descubriremos que hubo un mal entendido y nos daremos cuenta
que tenemos que mejorar nuestra manera de pactar promesas con esta persona.
Luego con la tercera afirmación, nuestro oyente puede argumentar que el “Si cumplió
su promesa”, entregando afirmaciones en forma de demostración. Podemos darnos
cuenta entonces que nuestra presunción de que la promesa no fue cumplida puede ser
falsa y que el oyente puede demostrarnos que cumplió. De hecho muchas veces nos
resentimos porque hacemos presunciones que posteriormente resultan no ser
verdaderas. Hablando de aquello que nos resiente abrimos la posibilidad de constatar
si nuestras presunciones eran verdaderas o falsas.
Si nuestro oyente está de acuerdo con lo que nosotros decimos, entramos en el terreno
de los reclamos. Podemos, por lo tanto, declarar la responsabilidad de quién no
cumplió y proceder a pedir alguna reparación por lo sucedido.
Si lo que pedimos es aceptado por el oyente, el motivo del reclamo se disuelve y con él
se disolverá también nuestro resentimiento.
Si nuestro oyente no acepta lo que le pedimos, podemos entrar en una negociación
sobre los términos de la reparación en donde el oyente puede hacer contraofertas.
Puede suceder que aceptemos el punto de vista de nuestro oyente y dar por cerrado el
asunto o bien replantearnos el continuar juntos con esa persona luego de sentir
afectada nuestra confianza.
Muchas personas no saben cómo llevar adelante el reclamo de modo efectivo. Algunos
creen que con recriminar al otro, hacen todo lo que deben realizar. Y pasan de una
recriminación a otra.
Muchas veces el daño se nos presenta como irreparable o que no logra compensar la
pérdida sufrida. En esos casos tenemos la alternativa del perdón para terminar con el
sufrimiento.
Los seres humanos cometemos errores todo el tiempo y no medimos todas las
consecuencias de nuestros actos.
De la resignación a la ambición:
Cuando detectamos dominios en donde puede haber focos de resignación podemos
efectuar algunas acciones.
Primero debemos examinar los juicios que aparecen en la reconstrucción lingüística
de la resignación.
Podríamos ver, cuando los examinamos, que los obstáculos que suponíamos que nos
impedían actuar efectivamente, no existen, o bien podrían ser superados.
Sin embargo, no es extraño descubrir que nuestro supuesto inicial era infundado.
Cuando admitimos que teóricamente las cosas podrían cambiar, pero no sabemos qué
hacer al respecto, podemos siempre recurrir a las acciones “reflexivas”. Si no sabemos
qué hacer a continuación, todavía podríamos ejecutar las acciones que nos
conducirían a las acciones que deberíamos realizar para llegar adonde queremos ir.
¿Qué acciones podemos emprender cuando no sabemos qué acciones realizar?
Podemos aprender. Podemos ejecutar la acción de ampliar nuestra capacidad de
acción. El aprendizaje es una de las más importantes formas de alejar a las personas de
la resignación. El aprendizaje hace que parezca alcanzable lo que pudo parecer
imposible. A través del aprendizaje transformamos nuestros juicios de facticidad en
juicios de posibilidad.