Ganglios Basales
Ganglios Basales
Ganglios Basales
Los ganglios basales son grandes estructuras neuronales (agrupaciones de neuronas) ubicada en
las profundidades del encéfalo.
Están formados por el Núcleo Caudado, el Putamen, el Globo Pálido, el Núcleo Subtalámico y la
Sustancia Negra
¿Cuál es su función?
Cumplen una función fundamental en el control motor, emocional y cognitivo, es decir Los
ganglios basales ayudan a iniciar y suavizar los movimientos musculares voluntarios, suprimir los
movimientos involuntarios y coordinar los cambios de postura, por eso es habitual que las
personas que padecen enfermedades que lesionan los ganglios basales presentan alteraciones en
alguna de estas tres áreas.
La sustancia blanca es aquella parte del sistema nervioso configurada principalmente por axones
de neuronas, es decir, la parte de las neuronas encargada de transmitir la información procesada
por el soma por el resto del sistema. Si bien la sustancia gris (también llamada materia gris) es
especialmente visible en la corteza cerebral y en el interior de la médula espinal.
La coloración blanquecina de esta sustancia se debe a la presencia de mielina, una sustancia que
recubre los axones de gran parte de las neuronas. Esta mielina tiene como principal función
acelerar la transmisión de la información. Dicha aceleración se debe a que, gracias a la mielina, la
información no tiene que pasar de una forma recta y continua a través del axón, sino que se
realiza a través de pequeños saltos entre las vainas de mielina (denominándose transmisión
saltatoria a este tipo de comunicación).
¿Dónde se encuentran ubicadas?
la sustancia blanca se puede encontrar con más facilidad en las estructuras internas del cerebro y
en la parte más externa de la médula.
Es por eso que allí donde hay sustancia blanca predominan especialmente los axones de las
neuronas, lo cual significa que estas zonas del encéfalo que son de color blanco son, en esencia,
autopistas neuronales, zonas de comunicación entre partes del cerebro.
Algunos de los trastornos que afectan o se ven afectados por la sustancia blanca son la esclerosis
múltiple (en la que se produce una inflamación de la sustancia blanca que va produciendo una
desmielinización de las neuronas), el alzheimer y otras demencias, el TDAH (en sujetos con este
trastorno se ha observado una menor cantidad de sustancia blanca) o la dislexia (siendo
vinculables las dificultades con la velocidad de procesamiento).
DIENCEFALO
¿Qué es el diencéfalo?
El diencéfalo es una parte del cerebro que se sitúa en su región medial. Este nombre hace
referencia a la parte del tubo neural que da lugar a diversas estructuras cerebrales a medida que
progresa el desarrollo embrionario.
En concreto, una vez diferenciadas, las partes principales del diencéfalo son el tálamo, el
hipotálamo, el epitálamo, el subtálamo y la retina. Asimismo la glándula pituitaria o hipófisis está
unida al hipotálamo, y el nervio óptico también conecta con el diencéfalo.
La cavidad formada por estas estructuras es el tercer ventrículo, que amortigua los efectos de los
traumatismos que podrían dañarlas. La arteria cerebral posterior y el polígono de Willis permiten
la irrigación sanguínea del diencéfalo.
El diencéfalo se desarrolla a partir del prosencéfalo o cerebro anterior, una de las tres partes del
encéfalo al inicio del desarrollo embrionario del sistema nervioso. Las otras dos secciones iniciales
son el mesencéfalo, que unirá las distintas partes del cerebro, y el rombencéfalo, que dará lugar al
cerebelo, al bulbo raquídeo y a la protuberancia.
Tálamo
El tálamo funciona como una especie de núcleo de relevo para las conexiones entre la corteza
cerebral y las estructuras subcorticales. Es fundamental para la recepción de aferencias sensoriales
(a excepción de las olfativas, que van directamente a la corteza) y su transmisión a los lóbulos
cerebrales.
Esta estructura también tiene un papel en la regulación de la consciencia y del ciclo de sueño-
vigilia, e influye en la motricidad a través de las referencias que se proyectan desde el tálamo a los
ganglios basales y al cerebelo.
Hipotálamo
El hipotálamo se sitúa debajo del tálamo. Las funciones principales de esta estructura incluyen
conectar los sistemas nervioso y endocrino y controlar la secreción de hormonas por parte de la
hipófisis y otras glándulas.
El hipotálamo produce directamente vasopresina y oxitocina, pero también estimula las glándulas
endocrinas para que secreten otras hormonas. Además es clave para la regulación de la
homeostasis del organismo ya que interviene en la sed, el hambre, la temperatura, los ritmos
circadianos, el estrés y otros procesos corporales.
Epitálamo
Esta estructura cerebral está compuesta principalmente por la glándula pineal, fundamental en los
ciclos circadianos y estacionales, y la habénula, implicada en la función de los neurotransmisores
dopamina, noradrenalina y serotonina. El epitálamo conecta el sistema límbico con otras regiones
del cerebro.
Subtálamo
El subtálamo se encuentra unido al globo pálido, uno de los núcleos principales de los ganglios
basales. Debido a esto cumple un rol regulatorio en los movimientos extrapiramidales e
involuntarios.
La retina se desarrolla a partir del diencéfalo, por lo que se la considera una parte del sistema
nervioso central. El nervio óptico permite la transmisión de información del ojo al cerebro
mediante su unión con el diencéfalo.
Tercer ventrículo
Los ventrículos cerebrales permiten la circulación del líquido cefalorraquídeo, que cumple
funciones similares a las de la sangre en el encéfalo y la médula espinal, además de proteger el
tejido neural de golpes y lesiones. El tercer ventrículo se encuentra en la parte intermedia del
sistema ventricular, debajo del epitálamo.
Sistema Ventricular
El sistema ventricular se desarrolla paralelamente al resto del sistema nervioso central, facilitando
durante el proceso la circulación del LCR. Hacia el día 26 del desarrollo embrionario comienza la
diferenciación del ventrículo óptico; posteriormente, se empieza a dar una evaginación en la línea
media del mesencéfalo, que más adelante formará el acueducto cerebral.
Estructura
El sistema ventricular está compuesto por cuatro ventrículos interconectados entre sí a través de
canales y aperturas. Veamos cada una de sus partes:
Tercer ventrículo. Consiste en una cavidad aplanada y delgada que se sitúa entre los tálamos y que
está atravesada por la comisura intertalámica. Su conexión con el resto del sistema es a través del
acueducto cerebral de Silvio. Cuenta con dos protuberancias: el receso supraóptico, situado sobre
el quiasma óptico, y el receso infundibular, que se localiza por encima del tallo óptico.
Cuarto ventrículo. Se extiende desde el acueducto mesencefálico hasta el canal central de la parte
superior de la médula espinal. Su piso lo forma la fosa romboidal y se comunica con el canal
central a través de los agujeros de Luschka y Magendie, de los cuales sale el LCR hacia el espacio
subaracnoideo. Además, se conecta con cisternas subaracnoideas que permiten que el LCR llegue
al espacio subaracnoideo.
Al llegar a la médula espinal, los ventrículos continúan a través del canal ependimario, una cavidad
que nace al final del cuarto ventrículo y que recorre la médula a nivel interno hasta terminar en la
primera vértebra de la zona lumbar.
Producción de LCR. Esta es su principal función, aunque la comparte con otras estructuras, como
por ejemplo el espacio subaracnoideo.
Preservación del cerebro. El LCR ayuda a mantener la homeostasis interna cerebral, sosteniendo
una presión intracraneal adecuada. Además, este líquido ayuda a eliminar residuos, lo que le
permite al cerebro mantener un ambiente adecuado para su funcionamiento.
Defensa. El LCR nos permite defendernos ante agentes externos que podrían ser peligrosos para
nuestro cerebro. Aumenta además el grado de protección de nuestro cerebro ante los traumas.
Meningitis. Consiste en la inflamación de las meninges por causa infecciosa y suele originarse por
virus, hongos o bacterias. Esta inflamación produce un aumento de presión intracraneal
dificultando la circulación del LCR y da lugar a síntomas como dolores de cabeza, náuseas,
sensibilidad a la luz, fiebre, y deterioro cognitivo, entre otros.
Esquizofrenia. Algunos estudios sugieren que las personas que padecen esquizofrenia presentan
mayor dimensión en los ventrículos cerebrales. De hecho, Jordi E. Obiols y Marta Carulla, de la
Universidad Autónoma de Barcelona, publicaron un artículo en la revista Psicología Conductual en
el que sugieren que los pacientes esquizofrénicos muestran dilatación ventricular y disminución
cortical, lo que podría ser evidencia de que esta enfermedad comienza desde el neurodesarrollo.
Meninges
Lo primero que salta a la vista al ver las meninges sin instrumentos de medición especiales es que
constituyen algo así como una membrana que envuelve el encéfalo, actuando como una especie
de capa externa que queda justo debajo de los huesos del cráneo. Debido a esto, lo habitual es
pensar que son, sobre todo, un elemento protector, que aportigua golpes y reduce las
probabilidades de que los elementos introducidos en el cráneo (rompiendo el hueso) produzcan
daños en el cerebro.
La existencia de las meninges supone una gran ventaja para el ser humano a la hora de mantener
el funcionamiento del sistema nervioso. Esto se debe a que estas membranas realizan una serie de
funciones que permiten la adaptación, las cuales se pueden resumir en las siguientes.
El sistema meníngeo en su conjunto supone una barrera y elemento amortiguador que impide o
dificulta que golpes, traumatismos o lesiones causen daños graves o irreparables al sistema
nervioso central, estemos hablando del cráneo o la médula espinal. Debemos tener en mente que
estas estructuras son imprescindibles para nuestra supervivencia y a la vez son relativamente
delicadas, por lo que necesitan disponer de varias capas de protección que las separen del medio
exterior.
También actúan a modo de filtro que evita que agentes químicos nocivos puedan entrar en el
sistema nervioso. Es decir, que las meninges ofrecen una protección que consiste en una barrera
física y a la vez química. Sin embargo, esta barrera puede ser atravesada por ciertas sustancias, así
que siguen existiendo vulnerabilidades a tener en cuenta.
Otros líquidos, como el intersticial, también circulan por este sistema, permitiendo que el medio
acuoso en el que se encuentra el sistema nervioso esté estable. Además, los vasos sanguíneos que
irrigan el cerebro pasan a través de las meninges, siento también protegidos por éstas. En
conclusión, las meninges actúan facilitando la supervivencia y nutrición del sistema nervioso.
La presencia de las meninges impide que el sistema nervioso no se mueva demasiado, fijando las
estructuras que forman parte de él a una situación más o menos estable y haciendo que se
mantenga una estructura interna fija, como ocurre en la cavidad intracraneana y su división en
celdas. Esto es importante, porque la consistencia de la mayoría de partes del sistema nervioso es
casi gelatinosa y por consiguiente no tiene por qué mantenerse en su sitio. Para ello, necesita de
un recubrimiento que esté en contacto con todos sus rincones, y que no deje que "baile" dentro
de nuestro cuerpo.
En definitiva, las meninges actúan a modo de faja y dan forma y unidad al conjunto de esta parte
del sistema nervioso, lo cual permite su funcionamiento normal.
Por eso, aunque el cerebro no tenga receptores de dolor o de cualquier otra sensación relacionada
con los estímulos físicos aplicados sobre él, afortunadamente este no es el caso de las meninges,
las cuales sí poseen receptores de tensión, expansión, presión y dolor y por consiguiente informan
sobre lo que ocurre en esa parte del medio interno.
Así, es gracias a ellas por lo que es posible captar la existencia de problemas neurológicos (al
margen de que dichos problemas causen otros problemas perceptivos o conductuales), siendo las
cefaleas producto de alteraciones en estas membranas
1. Duramadre
Además de ser la meninge más externa, la duramadre es la más dura y condensada de las tres de
las que disponemos, y es también la que está más cerca del exterior. Pegada en parte al cráneo,
esta membrana protege al cerebro y ejerce de soporte estructural al conjunto del sistema
nervioso al dividir la cavidad craneana en diferentes celdas.
En la duramadre están la mayor parte de grandes vasos sanguíneos del cerebro, dado que además
de protegerlos, permite que tengan un espacio a través del cual distribuirse y pasar de una
localización a la siguiente. Posteriormente, esos vasos sanguíneos se irán diversificando en
diferentes subdivisiones según profundizan en el encéfalo.
2. Aracnoides
Situada en una zona intermedia entre duramadre y piamadre, la aracnoides es una meninge que
recibe su nombre debido a su semejanza morfológica con la tela de una araña, es decir, su
configuración de rejilla. Se trata de la más delicada de las tres meninges, una capa transparente y
no vascularizada pegada a la duramadre.
Es fundamentalmente por esta meninge y el espacio entre aracnoides y piamadre por donde
circula el líquido cefalorraquídeo. Además, es en la aracnoides donde se produce el final del ciclo
de vida del líquido cefalorraquídeo, el cual es devuelto al flujo sanguíneo a través de las
vellosidades o estructuras conocidas como granulaciones aracnoideas en contacto con las grandes
venas que recorren la duramadre.
3. Piamadre
La meninge más interna, flexible y en mayor contacto con las estructuras propias del sistema
nervioso es la piamadre. En esta capa se pueden encontrar numerosos vasos sanguíneos que
irrigan las estructuras del sistema nervioso.
Se trata de una membrana fina que permanece enganchada y se infiltra por las cisuras y
circunvoluciones cerebrales. En la parte de la piamadre en contacto con los ventrículos cerebrales
podemos encontrar los plexos coroideos, estructuras en las que se sintetiza y libera el líquido
cefalorraquídeo que riega el sistema nervioso.