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Resumen-Las Diferencias Funcionales Entre La Responsabilidad Civil Contractual y Extracontractual

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Nombre: Geraldine Lisbeth Ruiz Nuñez

LAS DIFERENCIAS FUNCIONALES ENTRE LA RESPONSABILIDAD CIVIL


CONTRACTUAL Y EXTRACONTRACTUAL

La gran división del derecho de las obligaciones tiene su punto de origen en el


Derecho Romano clásico, la cual fue realizada por el jurista Gayo. De acuerdo con
esta clasificación interna, las obligaciones pueden nacer de dos fuentes: a. El contrato
y b. El delito. La diferenciación entre los términos ya mencionados, obedecen a
distintas razones las cuales serán desarrolladas más adelante; no obstante, cabe
mencionar que la principal distinción se basa en el motivo que justifica el surgimiento
del vínculo obligatorio. Así, el contrato es entendido como un “intercambio voluntario
de bienes y servicios” (en caso de incumplimiento da lugar a la responsabilidad
contractual); en tanto, la responsabilidad extracontractual (se deriva del delito) se
comprende como aquella que se genera por las situaciones en las cuales las personas
se encuentran expuestas a ser afectadas por otras en determinados intereses debido
a encuentros espontáneos, lo cual les causará un daño. La codificación civil chilena,
por su parte, ha denotado que el ámbito de las obligaciones se ha desarrollado
primordialmente en torno al concepto de contratos; por lo que se ha incorporado reglas
referentes a sus efectos, los cuales no solo engloban la acción de exigibilidad de su
cumplimiento, sino que también prevé su posible incumplimiento para lo cual ha
regulado una acción indemnizatoria para los perjuicios que ello pueda conllevar. El
cual se expresa de forma literal en el art. 1556 del cuerpo legal indicado. Es importante
destacar que incluso en su normatividad resaltan ciertas particularidades que develan
su tratamiento independiente; partiendo de la tradición jurídica romana se afirma que
la acción indemnizatoria (responsabilidad contractual) tiene su razón de ser en el
mismo contrato, por lo que se le regula como parte integrante del derecho de las
obligaciones. En cambio, la responsabilidad extracontractual se ha configurado como
una sección autónoma respecto de la codificación civil, por lo cual se encuentra
normada por una clausula genérica de responsabilidad, ya sea por dolo o culpa.
Siendo esta el art. 2314, del Título XXXV, del Código Civil Chileno.
Las clases de responsabilidad antes mencionadas conforman pues, desde hace
aproximadamente dos milenios, a la responsabilidad civil según la línea marcada por
la tradición jurídica romana. Sin embargo, se han planteado ciertas cuestiones
referidas a la justificación de cada una de estas, por lo que en su momento se propuso
la disolución de tal tipología establecida y que se establezca un régimen unificado de
responsabilidad civil. Tal intento de integración y unión de la responsabilidad
contractual y extracontractual tuvo cierta acogida en el Derecho Civil Chileno por
influencia del Derecho Francés, en lo que concierne al ámbito académico y doctrinal.
Empero, bajo un análisis funcional y de los distintos intereses que se cautelan pues
conlleva a rechazar aquella postura unificadora; sin perjuicio de indicar que si bien no
existe un tratamiento igualitario para ambas clases de responsabilidad ello no quiere
decir que no existan puntos de encuentro o compatibilidad entre las mismas, e incluso
aristas de superposición, las cuales serán tratadas más adelante. Que al parecer han
sido las causas de tratar de configurar como un sistema indisoluble a la
responsabilidad civil, cuando en realidad tanto la responsabilidad contractual como
extracontractual tienen diferencias elementales que las distinguen como estatutos
distintos dentro de la codificación civil chilena. De tal manera, pese a que ya se
expresó que existe una real y eficaz diferencia entre responsabilidad contractual y
extracontractual; una parte de la doctrina continúa postulando la negación y rechazo a
esta. Entre dichos autores se destaca John Austin quién fue un gran teórico del
derecho. Él realiza su examinación desde la perspectiva estructural por lo que postula
que en realidad no existe tal distinción entre ambas hipótesis de responsabilidad civil,
puesto que ambas contenían los mismos elementos, siendo estos: a. Derecho primario
preexistente del demandante, b. Existencia de un acaecimiento injusto por una
infracción, y c. Surgimiento de un derecho secundario y un deber; todos estas
premisas daban lugar a un resultado y una consecuencia, que desde el punto de vista
de Austin, eran los mismos para las dos clases de responsabilidad, los cuales son: la
configuración de la responsabilidad civil y, la indemnización por daños y perjuicios
respectivamente. Otro autor, Jean Grandmoulin, compartía el mismo argumento de
Austin; el cual sostenía que la responsabilidad contractual era un empleo singular al
derecho de contratos de la responsabilidad extracontractual, la cual constituía el único
orden de atribución de responsabilidad civil, el que efectivamente se caracterizaba por
presentar regularmente como antecedente la comisión de un hecho que no está
permitido por la ley. En esta misma hilera, ya a fines del siglo XX, el Derecho
anglosajón determinó que, sobre la base de la teoría clásica del contrato y la
verificación de la considerable intervención del derecho en la regulación y
conceptualización del contenido sustancial de la relación contractual, tanto en la
responsabilidad extracontractual como en los contratos, lo siguiente: De forma
heterónoma es el derecho el que impone un deber de comportamiento cuyo
incumplimiento da lugar a la responsabilidad del infractor, ya sea que se trate de un
deber de tutela extracontractual o una obligación contractual. Así pues, se solicitará la
formulación de una doctrina unificadora de la responsabilidad civil por daños, en la que
claramente, el contrato y sus efectos quedan incluidos dentro de una noción más
global de responsabilidad civil.
En suma, se puede precisar que desde un elevado nivel de abstracción se puede
hallar con mucha certeza una sólida semejanza o correspondencia entre la estructura
formal de responsabilidad contractual y extracontractual; no obstante, cuando se
realiza dicha operación abstraccionista y se enfoca en cuestiones puramente formales,
se van dejando de lado marcadas diferencias y particularidades que las convierten en
conceptos separadamente identificados uno de otro con el fin de obtener la unidad
conceptual. Lo cual es manifiestamente inaceptable, debido a que como se mencionó
anteriormente, tanto la responsabilidad contractual como extracontractual atienden al
cumplimiento de funciones diferentes y la cautela de intereses diversos plasmados en
la ordenación de las relaciones jurídicas de derecho privado.
La responsabilidad extracontractual tiene como función esencial la protección de
bienes fundamentalísimos, siendo estos: a. La vida, b. La integridad física y psíquica, y
c. La propiedad. Por otra parte, su origen parte de que en la realidad fáctica las
personas se encuentran expuestas a una interacción social constante la cual puede
acarrear determinadas afectaciones o lesiones de algunos intereses o ciertos bienes
de otros sujetos como de uno mismo, ocasionando consecuentemente un daño. Ahora
es propicio plantear una interrogante entorno a la función de esta clase de
responsabilidad, la cual es ¿Por qué se tiene que tutelar estos bienes jurídicos?.
Siendo la respuesta la siguiente: Por qué son bienes jurídicos esenciales que permiten
el desenvolvimiento de la persona en los diversos ámbitos de la sociedad y aquella
pueda alcanzar su propio bienestar general. No obstante, para ello es que el Estado a
través de la ley impone determinadas limitaciones razonables a la libertad de conducta
de otros sujetos, que bien podrían resultar civilmente responsables de alguna acción
que cometan, ya sea con dolo (delito) o culpa (cuasidelito) y repercuta dañosamente
en otro individuo. Por lo que es pertinente reiterar que el interés protegido en este caso
es el interés en la integridad de los bienes ya especificados. Es decir que, la
responsabilidad extracontractual restringe la libertad de comportamiento imponiendo
deberes negativos de conducta direccionados a la tutela de los bienes ajenos de otras
personas, y así no se empeore su estado patrimonial o condición actual. Si ello
sucediere pues el sujeto infractor quedaría obligado a cumplir con la indemnización o
reparación correspondiente, con la cual se busca restablecer la situación anterior a la
provocación del daño; constatándose el cumplimiento de la función protectora de la
responsabilidad extracontractual.
Por otro lado, la responsabilidad contractual tiene como función esencial tutelar el
cumplimiento del contrato contraído entre las partes obligadas, por lo que en caso de
incumplimiento del mismo surgen el derecho a la indemnización por la parte afectada
de la no realización del mismo, siendo el interés protegido aquel que se funda en el
intercambio. Ello debido a que, el origen de dicha clase de responsabilidad parte del
hecho de que los sujetos puedan cooperar privadamente entre sí, de manera que
adquieran un beneficio o ventaja recíproca derivada de dicho intercambio, así como
del emprendimiento conjunto y la partición del trabajo. En este caso, el contrato que
por voluntad propia y decisión han llevado a cabo las partes conformantes del mismo
se convierte en ley entre ellos, por lo que impone deberes, pero ya no negativos sino
positivos; con el afán de que la parte pasiva realice acciones a favor de la parte activa
del acuerdo, mejorando su situación patrimonial o condición de forma general, y
aquella asimismo reciba algo a cambio por su actuación favorable, que por lo regular
vendría a ser un importe económico. Empero en caso de tomar una posición negativa
respecto al cumplimiento de su parte del convenio y producto de ello se produce un
daño puramente patrimonial, pues es su obligación indemnizar al afectado. Es
relevante señalar que entre el derecho de las obligaciones (contratos) y el comercio se
evidencia una estrecha conexión, ya que el primero es el que da la forma a las
relaciones de intercambio que configuran al segundo. Por lo tanto, es válido afirmar
que el contrato no es más que aquel instrumento dinámico de la economía que el
derecho privado coloca al alcance de los particulares para así conseguir sus fines
individuales en concordancia con sus propios intereses, brindando forma y respaldo
jurídico a sus relaciones recíprocas voluntarias de intercambio y colaboración bajo el
régimen de una economía de mercado, sentada sobre las bases de la libre
competencia y la adopción voluntaria de decisiones económicas importantes.
Por último, se debe hacer referencia a los puntos de encuentro y superposición en los
cuales existen ciertas similitudes que los pueden asemejar entre sí, se trata de dos
supuestos. El primero, que es aquel en el que la responsabilidad extracontractual es la
que resulta absorbida por el derecho de contratos, y esta absorción se produce
cuando deberes de cuidado extracontractuales que se tienen respecto de bienes como
la propiedad o la seguridad personal, se concentran en obligaciones contractuales, de
tal modo que pasan a formar parte de la relación obligatoria surgida del contrato. En tal
supuesto existe un clásico concurso de responsabilidades, en vista de que son los
mismos hechos los que serán materia de análisis para aplicar las normas que regulan
la responsabilidad extracontractual como la contractual, a cada caso en concreto. Por
ejemplo: Camilo es hijo de Marcela, una anciana que vive sola en su casa y padece de
múltiples enfermedades, el trabajo de supervisor de obras de Camilo impide que este
pueda cuidar a su madre a tiempo completo por lo que decide contratar a una
enfermera para que ella cuide de su madre en su totalidad, la cual asume tal
responsabilidad con absoluta voluntad al aceptar los términos y condiciones.
Consiguientemente, el segundo punto de superposición indica que otro momento en el
que existe acercamiento entre estas dos instituciones es cuando de forma
extraordinaria los intereses y daños netamente patrimoniales producidos por
determinadas acciones ingresa en el margen de tutela de la responsabilidad
extracontractual, lo que ocurre en aquellas hipótesis de controversias de terceros que
se encuentran vinculados a ciertas relaciones contractuales. Así pues, se puede
concluir que si bien existen excepcionalísimas situaciones en las que estas
instituciones se asemejan, su diferenciación es esencial.

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