Historia para Qué
Historia para Qué
Historia para Qué
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(,/e,, I e J Cuando se interI"oga por la finalidad de la in
v�stigación histórica quedan planteadas cues
tiünes cuya conexión íntima no autoriza a
confundirlas. La pregunta ¿historia para qué?
pone a debate de manera explícita el proble
ma de la función o utilidad del saber histórico.
Sin embargo, como lo vio acertadamente
Marc Bloch, con tal pregunta también se abre
el asunto de la legitimidad de ese saber. Se
recordará el comienzo de la Apologie pour
l'histoire: " 'Papá, explícarne para qué_ sirve
la .. historia', pedía hace algunos años a su
padre, que era historiador, un muchachito
allegado mío. . . algunos pensarán, sin duda,
que es una fórmula ingenua; a mí, por el con
trario, me parece del todo pertinente. El pro
blema que plantea. . . es nada menos que el
de la legitimidad de la historia.",. Se trata
de cuestiones vinculadas pero discernibles:
unos son los criterios conforme a los cuales
el saber histórico prueba su legitimidad teó
rica y otros, de naturaleza diferente, son los
rasgos en cuya virtud este saber desempeña
cierta función y resulta útil más allá del plano
cognoscitivo. Por ello aclara Bloch párrafos
adelante que "el problema de la utilidad de
la historia, en sentido estricto, en el sentido
'pragmático' de la palabra útil, no se confun-
1 Marc Bloch, Introduéción a la historia, México,
dos del siglo pasado contra la tradicional n1ina, a fin de cuentas, por asurnir de m.anen1
historia moralista y pedagógica, apostando a vergonzante las formas ideológicas más cha
favor de un programa ceñido a contar lo que tas y reblandecidas. Lucien Febvre se burla
realrnente aconteció. Es claro, sin embargo, con razón de esta actitud: "den1asiados his
que no hay descripción (ni siquiera observas toriadores, bien formados y conscientes (eso
ción) posible fuera de un campo problemá es lo peor) . . . hacen historia de la rnisrna
tico y de· un aparato teórico, los cuales se manera que tapizaban sus abuelas. Al punti
estructuran en un espacio en cuya delimita llo. Son aplicados. Pero si se les pregunta el
ción intervienen también las perspectivas porqué de todo ese trabajo, lo n1ejor que
ideológicas. La confianza ingenua en la lec saben responder, con una sonrisa infantil,
tura pura de los documentos y en el ordena es la cándida frase del viejo Ranke: para
miento aséptico de los datos fue tan sólo un saber exactan1ente cómo pasó'. Con todo de
estadio pasajero en la formación de la ciencia talle naturalmente."" El rechazo de la his
histórica. Se vuelve cada vez más insosteni tori� como n1ero afán de curiosidades no
ble la pretensión de desvincular la historia autoriza, sin embargo, a diluir su función
en la que se participa y se toma posición · cognoscitiva en la vorágine de las luchas so
de la historia que se investiga y se escribe. ciales.
En definitiva, "la función del historiador no Ya se sabe dónde suele desembocar la re
es ni amar el pasado ni emanciparse de él, flexión presidida por la idea -según la
sino dominarlo y comprenderlo, como clave fórn1ula empleada por Chesneaux- de que
para la comprensión del presente"! "el estudio delpasado no es indispensable
Ahora bien, el énfasis requerido para sa sino al servicio del presente". Cuando se di
lirle al paso a las actitudes 'farisaicas in suelve por con1pleto la lógica propia del
clinadas a elaborar un discurso histórico pre discurso histórico en los zigzagueos de la
tendidamente aislado de la vida social en opción política inmediata, entonces no pue
curso, no tiene por qué conducir al esquema den extrañar ocultan1ientos, silencios y defor
reduccionista según el cual · todo el sentido n1aciones: ele;nentos triviales de inforn1aci(m
del conocimiento histórico está supeditado a se vuelven tabú (el papel de Trotski en la
las urgencias ideológico-políticas más inme Revolución rusa, por ejemplo), ár·eas enteras
diatas. El academicismo cree encontrar en del proceso social se convierten en zonas pro
la doctrina de la neutralidad ideológica un hibidas a la investigación, falsedades burdas
refugio para preservar el saber contra los pasan por verdades evidentes de suyo, etc. El
conflictos y vicisitudes del momento y, en hecho de que el saber histórico está siernpre
rigor, sólo consigue mutilar la reflexión y en todo caso conforrnado tan1bién por L,
arrancándole sus vasos comunicantes con la lucha de clases, ya que "la ciencia se hace er:
principal fuente de estímulo intelectual: ter- la vida misn1a y por gentes que trabajan
., E. H. Carr, ¿Qué es la historia?, Barcelona, Seix ;> L. Febvre, Combates por la historia, Barcelona,
Barral, 1969. Ariel, 1970.
CARLOS PEREYRA J-ÍISTOR!A, ¿PARA out? 19
en ese 1nomento. . . está ligada a través de prácticas para guiarse en la vida (historia
mil sutilezas y con1plicados lazos a todas las magistra vitae), lecciones de inrnediato pro
actividades divergentes de los hombres" vecho para· individuos y sociedade_s. Las
(Febvre), no basta para simplificar las cosas condiciones en que se - producen los actos
y abogar por una historia convertida en apo humanos son raras veces suficientemente se
logética de una plataforma ideológica circuns mejantes de_ uri modo a otro para que las
tancial como ocurre sin remedio allí donde la 'lecciones de Ja historia' puedan ser aplicadas
función cognoscitiva de la práctica teórica es directamente." 0
anulada en aras de su función social en una Si bien, para indicar algunos nombres, Po
coyuntura dada. libio y Plutárco escribieron a fin de enseñar,
con el ánimo de ofrecer soluciones a las
necesidades prácticas de las generaciones pos
teriores, esa idea pedagógica de la historia dio
paso a otra concepción centrada en el supues-
Durante largo tiempo la historia fue conce . to básico de que la historia posibilita la
bida como si su tarea consistiera apenas en comprensión del presente "en tanto -como
n1antener vivo el recuerdo de acontecimientos lo formulan Langlois y Seignobos- explica
mernorables según criterios que variaron en los orígenes del actual estado de cosas". En
las distintas formaciones culturales. La fun efecto, puesto que toda situación social es re
ción de esta disciplina se limitó primerarnente sultado de un proceso, ningún conocimiento
a conservar en la memoria social un conoci de tal situación puede producirse al margen
miento perdurable de sucesos decisivos para del estudio de sus fases de formación: el
Ia cohesión de la sociedad, la legitin1ación de conocimiento de las circunstancias a partir
sus gobernantes, el funcionamiento de las ins de las cuales se gestá una coyuntura histórica
tituciones políticas y eclesi.ástícas así como es indispensable para captar las peculiarida
de los valores y símbolos populares: el saber des de ésta. Las entidades y fenómenos que
hi.stórico giraba alrededor de ciertas imáge se pueden discernir en el movimiento de la
nes con capacidad de garantizar una (in) sociedad constituyen una realidad caracteri
forrn.ación compartida. Casi desde el princi zable en términos de proceso y sistema. En
pio la historia fue vista también como una tal sentido parece incuestionable una respues
colección de hechos ejemplares y de situacio ta que se incline a favor de la primera opción
nes p.2.radign1áticas · cuya comprensión pre en la alternativa presentada por Bloch: "¿ha
pél.r-a a los individuos para la vida colectiva. brá que· considerar el conocimiento del perío
De ahí Ia antigua tendencia, ya n1encionada, a do más antiguo como necesario o superfluo
solicitar de la historia que guíe nuestra ac para el conocimiento del más reciente?"
ción. A finales del siglo pasado, sin embargo, 6 C. V. Langlois y C. Seignobos, Introducción a
ya aparee.fa como "ilusión pasada. de moda los estudios históricos, Buenos Aires, La Plévade
-· '
creer que la historia proporciona enseñanzas 1972
HISTORIA, ¿PARA QUÉ?
Se estaría tentado a creer que superflua
es la pregunta mis1na por cuanto es impen tórico. Mientras más confusa y caótica apa
s':'b Je la inteligibilidad de un momento his rece una coyuntura dada, como es el caso
_
tonco fuera de los iazos que lo vinculan con de ésta que se vive a comienzos de los años
los momentos precedentes. Sin embargo, los ochenta, n1ás contundente es el peso de la in
excesos del evolucionismo obligan a matizar vestigación histórica en el esfuerzo por des
_
la cuestión. Por ello afirma Marx que la es pejar tales caos y confusión. Guardar distan
tructura anatón1ica del hombre es la clave cia conveniente para no extraviarse en la
!ª
de disposición orgánica del mono y no al obsesión de los orígenes, no impide adnütir
reves co'.110 sería más fácil suponer. Dos que sólo es posible orientarse en las cornpli
pla:nea _n:uentos aparecen implicados en esta caciones del período conten1poráneo a partir
1nd1c ac1 .on: uno refiere al hecho de que en del más amplio conocimiento del proceso que
_
un nivel de complejidad no se encuentran los condujo al n1undo tal y co1no hoy es. Quienes
<".l ernentos suficientes para explicar un plano participan en la historia que hoy se hace están
d� rn-:tyor complejidad y otro subraya que la colocados en mejor perspectiva para interve
genes1s de �na re'.11idad no basta para expli nir en su época cuanto mayor es la com
car su �_ unc1onam1ento. Se entiende, en con prensión de su origen. Planteada así la fun
secuencia, por qué formula Bloch ese inte ción central de la historia, resulta claro que
rrogante así como su reacción contra el mito el estudio de los últirnos cien años tiene n,ás
de l<;>s orígenes. "La explicación de lo más repercusiones que el de los siglos y rni!enios .
,
prox1mo por lo más lejano l_la dorpinado a anteriores. Sin embargo, con rnás frecuencia
men\1do nuestros estudios. . . este ídolo de de lo que pudiera creerse en prilnera instan
. la tnbu ·de los historiadores tiene un nombre· cia, aspectos fundan1entales de la forma actual
la obsesió n de los orígenes. . . en el vocabu� de la sociedad se entienden con base en fac
_ _
lano cor nente los orígenes son un comienzo tores de un pasado más .o menos lejano, Tal
_
que exp}1ca. �eor aún: que basta para. expli vez por ello no tiene ningún empacho Febvre
car. Ah1 radica la ambigüedad ahí está el en escribir: "yo defino gustosamente la histo
peligro," S� bien para todo fenómeno social ria como una necesidad de la humanidad -la
.
el conoc1m1ento de sus orígenes es un mo necesidad que experimenta cada grupo hurna
_
mento unprescindible del análisis v un com no en cada momento de su evolución, de bus
ponente irrenunciable de la explic;ción, ésta ca; y dar valor en el pasado a los hechos, los
no se agota aquí: saber cómo algo llegó a ser acontecimientos, las tendencias que prep,,ran
lo que es no supone todavía reunir los elen1en el tiempo presente, que penniten corn.pren
tos suficientes para explicar su organización derlo y que ayudan a vivirlo".
actual. El impacto de la historia no se localiza so
Ninguna respuesta a las preguntas que hoy lamente, por supuesto, en el plano discursivo
pueden formularse respecto a la situación de la comprensión del proceso social en curso.
presente es posible en ausencia del saber his- Antes que nada impregna la práctica n1isma
de los agentes, quienes actúan en uno u
22 CARLOS PEREYRA HJSTORIA, ¿PARA QUÉ' 23
otro sentido según el esquema que la his riadores una sensibilidad perceptiva de las
ioria les ha conformado del movin1iento de implicaciones que tiene su actividad profe
la sociedad. La actuación de esos agentes está sional en la vida social y política. Todo ocurre
decidida, entre otras cosas, por su visión del como si la evidencia empírica respecto a la
pasado de la comunidad a la que pertenecen omnipresencia del saber histórico en la vida
y de la humanidad en su conjunto. Los grupos cotidiana representara para la mayoría de
sociales procuran las soluciones que su idea los historiadores un motivo adicional que em
de la historia les sugiere para las. dificultades puja a buscar el deslinde entre las preocupa
y conflictos que enfrentan en cada caso. Por ciones académicas v las vicisitudes del con
ello el saber histórico nó ocupa en la vida texto social. Sin embargo, tanto las clases
social un espacio determinado sólo por consi dominantes en las diversas sociedades como
deraciones culturales abstractas sino también los grupos políticos responsables del poder
por el juego concreto de enfrentamientos y estatal, suelen invocar el pasado como fuente
antagonismos entre clases y naciones. Pocas de sus privilegios. De ahí que, como sucede
modalidades del saber desempeñan un papel con muy pocas modalidades del discurso teó
tan definitivo en la reproducción o transfor rico, la historia es sometida a una intensa
niación del sistema establecido de relaciones explotación ideológica. Si entre las cuestiones
sociales. Las formas que adopta la enseñanza básicas a plantear, Pierre Vilar incluye "1?
de la historia en los niveles de escolaridad ¿ cuál fue, cuál es el papel histórico de b
básica y media, la difusión de cierto saber historia como ideología ? 2? ¿ cuál es ya, cuál
histórico a través de los medios de comunica podría ser el papel de la historia como cien
ción masiva, la inculcación exaltada de unas cia?" ,7 ello se debe a que. en efecto, la historia
cuantas recetas generales, el aprovechamien se emplea de manera sistemática con10 uno
to mediante actos conmemorativos oficiales de los instrumentos de n1avor eficacia para
de los pasados triunfos y conquistas popula crear las condiciones ideológico-culturaies que
res. etc., son pruebas de la utilización ideo facilitan el 1nantenimiento de las relaciones
lógico-política de la historia. "Nuestro cono de dominación.
cimiento del pasado es un factor activo del El papel de la historia como ideología se
movilniento de la sociedad, es lo que se ven eleva con10 obstáculo forn1idable para la
tila en las luchas políticas e ideológicas, una realización del papel de la historia como cien
zona violentamente disputada. El pasado, el cia. Aunque todas las formas del saber se
conocimiento histórico pueden funcionar al desarrollan ligadas a resortes ideológicos que
servicio del conservatismo sodal o al servicio intervienen con vigor en la ,elección de te
de las luchas populares. La historia penetra mas y enfoques como en la utilización pos
en la lucha de clases; jamás es neutral, jamás terior de los conocimientos, en el caso de la
pennanecc al margen de la contienda" (Ches historia la intervención de esos resortes ha
neaux). -;- Pierre Vilar, Historia 7:?larxista, historia en co11s
No es frecuente encontrar entre los histo- trucció11, Barcelona, Anagrama, 1974.
CARLOS PEREYRA HISTORIA, ¿PARA QUÉ?
, na ci on al es ? f: ªr t: danos . C1e_r:
terios n1orales f _
nt ac ió n po sit iv ist a ms1st10 t�nto en L, ¡-
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ªim pa rc ia 1·¿ d prC::?. ia s d�
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neutralidad _ ,
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IV
. n� �· a q1 �,
1'" co rn o re ac
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da con_ f i·ecuenci� _ l�1;
esa actitud pueril, se
1
La función teórica de la historia (explicar el
;:
cuestio.1
movimiento anterior de la sociedad) y su respues t a p lenam . ente afirmativa a la
no sólo las _pretensio-
función socia! (organizar el pasado en función anterior. Sin embargo,
n un obstáculo f:� ra el
de los requerimientos del presente) son com nes de neutralidad so
históric�- Tan1b1_en � n
plementarias: el saber intelectual recibe sus desarrollo de ]a ciencia
la rnania de_ enJu,1,?� ar
estín:mlos más profundos de la matriz social torpece este desarrollo
falta es exp licar . ro�
en pern1anente ebullición y, a la vez, los co allí donde lo que hace �?
juzgar, se acaba ª
nocimientos producidos en la investigación deso-racia a fuerza de
hasta el g usto de. expli-
histórica están en la base de Ias soluciones fau<lmente por perder
pasado, rnezd ar: dº/.�-�
que se procuran en cada coyuntura. Esta com car. Las pasiones de) ,
plementariedad, sin embargo, no elimina las f-1 e¡. os a las b~ ª nd en as del presente, con,Jt,
re yos
ana en un cua d�o cu ;,
tensiones y desajustes entre ambas funcio ten la realidad hun1 bl an co y d n, . ,
. ,;
te el
nes. Así, por ejemplo, la prolongada discusión ·colores son única1nen
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rÍC e d 1nu.,
tradición según 1a cual junto con su tarea 1 a P r� gu nt a ·por qué?, a otro dond
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'- en es e l cu'1pa. ~ b l.e. - ? o, en
informativo-analítica, la historia está obliga rrogante clave es ¿qui
da a juzgar los acontecin1ientos y sus prota-
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