BIOENERGÉTICA
BIOENERGÉTICA
BIOENERGÉTICA
La bioenergética utiliza una serie de técnicas para diagnosticar, movilizar la energía y vencer los
bloqueos y las tensiones acumuladas. Veamos las más importantes.
1. RESPIRACIÓN
La respiración es la clave de la energía, por lo que el primer paso para la ayuda terapéutica es
aumentar la capacidad respiratoria. La mayoría de las personas tiene patrones respiratorios
perturbados por las tensiones musculares crónicas causadas por los conflictos emocionales, de ahí la
importancia de observarlos como parte del diagnóstico para localizar los bloqueos.
2. EJERCICIOS BIOENERGÉTICOS
Están diseñados para observar primero y posteriormente eliminar las tensiones del cuerpo,
desbloquear emociones, aumentar la energía y fomentar un buen funcionamiento global. No son
ejercicios gimnásticos ni de fortalecimiento físico, sino que sirven al diagnóstico y se emplean
durante las sesiones de tratamiento para resolver los problemas que produjeron las tensiones.
3. MASAJE
Las sesiones terapéuticas en bioenergética pueden complementarse con masajes para suavizar
tensiones en determinadas zonas del cuerpo que no se movilizan al respirar o realizar los ejercicios
bioenergéticos.
Básicamente se emplean dos tipos de masajes: el masaje suave de relajación para dar calor y
suavizar la rigidez, y el masaje fuerte más profundo para quitar o reducir tensiones.
4. MEDITACIÓN
Otro complemento eficaz son las técnicas de meditación que aportan silencio exterior e interior y
modulan la actividad cerebral, ayudando a conectar los hemisferios e integrar el consciente y el
inconsciente. Así se impulsa a la persona a reconectar con las emociones, sentimientos y deseos que
un día reprimió y se fomenta la capacidad de disfrute vital.
Te proponemos tres sesiones de ejercicios muy básicos para liberar tensiones y aliviar el estrés. Los
puedes practicar diariamente en tu casa, mejor por la mañana, y a partir de estos, puedas ir
añadiendo otros en función del tiempo y la energía que quieras dedicar y de las tensiones
particulares que cada cual acumula.
Comienza con dos sesiones para tomar el pulso a nuestro patrón respiratorio y detectar tensiones e
inhibiciones que acumulamos sin ser conscientes.
Hay que tener presente que la respiración va muy unida a la voz, a la expresión oral.
Si sentimos mucha tensión al hacer los ejercicios que siguen, gemir, quejarnos o suspirar puede
reducir la tensión o el dolor.
Procura no contener el aliento ni, llegado el momento, el sollozo. Para finalizar, te sugerimos unos
ejercicios relacionados con la expresión y la sexualidad.
Colócate de pie y separa las piernas unos 25 centímetros con los dedos ligeramente vueltos hacia
dentro. Inclínate luego hacia delante hasta tocar el suelo con los dedos de las dos manos sin apoyar
tu peso en ellas y con las rodillas ligeramente flexionadas. Deja que tu cabeza cuelgue libremente y
respira por la boca con profundidad.
Desplaza el peso de tu cuerpo a la parte delantera de los pies elevando ligeramente los talones.
Endereza las rodillas lentamente hasta estirar los tendones de la corva en la parte trasera de las
piernas. Mantén esta posición un minuto.
Pregúntate: ¿Respiras con facilidad o contienes el aliento? ¿Sientes vibrar tus piernas? Si no es así,
dobla la rodilla un poco y vuelve a estirarla unas cuantas veces: ¿cómo son las vibraciones?
Nuevamente de pie, separa las piernas un poco más, unos 45 centímetros, con los dedos en la
misma posición que en el ejercicio anterior. Coloca tus muñecas con los nudillos apuntando hacia
arriba en la zona lumbar.
Dobla las dos rodillas al máximo sin levantar los talones del suelo. Mantén tu peso sobre los dedos
de los pies y arquéate hacia atrás como doblándote por las muñecas. Respira profundamente
bajando el aire hasta el vientre.
Parte de la posición descrita en el ejercicio anterior: de pie, con los dedos ligeramente vueltos hacia
dentro, pero ahora con los pies algo más juntos, manteniéndolos a unos 20 centímetros. Permanece
con el cuerpo recto y relajado, con la pelvis hacia atrás y el vientre salido.
Dobla la rodilla izquierda y deja caer todo el peso del cuerpo sobre el pie izquierdo. Respira con
profundidad y mantén la posición hasta sentirte incómodo. Luego haz lo mismo con la otra pierna.
Repite un par de veces.
Pregúntate: ¿Puedes dejarte caer sobre los pies o sientes algún tipo de rigidez en las rodillas que lo
dificulta? ¿Contienes el aliento? ¿Vibran tus piernas con fuerza? La vibración libera tensión y dolor.
¿Sientes miedo a caer?
2. EJERCICIOS RESPIRATORIOS
RESPIRACIÓN VENTRAL
Túmbate sobre una colchoneta y dobla las rodillas dejando los pies apoyados en el suelo a unos 45
centímetros uno del otro y con las puntas ligeramente hacia fuera. Extiende después tu garganta
llevando la cabeza hacia atrás, pero sin forzar la posición.
Coloca luego las manos sobre el vientre para sentir los movimientos abdominales.
Pregúntate: ¿Se eleva tu vientre al inhalar y desciende al exhalar? ¿Se mueve tu pecho en armonía
con el abdomen o permanece rígido? ¿Has sentido tensión en la garganta?
Túmbate en el suelo y levanta las piernas flexionando levemente las rodillas. Dobla los tobillos
levantando los talones.
Tus piernas comenzarán a vibrar y tu respiración se irá haciendo cada vez más profunda.
Pregúntate: ¿Sientes tensión en el vientre? ¿Sientes cómo las vibraciones impulsan la respiración?
Después de un minuto realizando este ejercicio, vuelve a colocar los pies en el suelo: ¿cómo cambia
ahora tu respiración?
3. EXPRESIÓN Y SENSUALIDAD
PATALEO
Túmbate en la cama o en un colchón grueso si así lo prefieres, extiende las piernas y patalea sin
encoger las rodillas. Procura hacerlo rítmicamente, con los tobillos sueltos y de modo que el golpe se
produzca con el talón y la pantorrilla.
Suelta después la cabeza para que tus movimientos sean coordinados y no mecánicos. Puedes
comenzar con suavidad e ir aumentando la fuerza y la velocidad, agarrándote al colchón al final si es
preciso.
Puedes intensificarlo gritando “¡No!” al mismo tiempo que pataleas sin parar.
Pregúntate: ¿Te paraste bruscamente o lo hiciste poco a poco? Lo primero indica temor a permitir
que los movimientos lleguen a su final natural. ¿Doblas las rodillas y golpeas solo con el talón?
¿Sentiste pánico al final al quedar sin aliento? ¿Te has sentido mareado?
ROTACIÓN DE CADERAS
Separa los pies unos 30 centímetros el uno del otro y colócalos rectos y paralelos dejando caer todo
el peso del cuerpo sobre la parte delantera de los pies. Deja caer luego los hombros, suelta el vientre
y coloca tus manos en las caderas.
Pregúntate: ¿Contienes el aliento? Procura no hacerlo cuando repitas el ejercicio. ¿Se tensa tu
vientre? Es un intento de cortar el paso de la energía: procura dejar tu vientre blando. ¿Sientes
tensión en el culo o en el fondo de la pelvis? ¿Las rodillas dobladas? ¿Dolor o tensión en los muslos?
Todo ello es indicativo de rigidez y bloqueo. Finalmente, ¿puedes mantener el peso en los pies o
tiendes a saltar?
MECER LA PELVIS
Túmbate en el suelo, dobla luego las rodillas y apoya bien los pies en el suelo. Respira lentamente de
modo que al inhalar la pelvis se balancee hacia atrás y al exhalar lo haga hacia delante.
Pregúntate: ¿Se tensa tu vientre cuando la pelvis se balancea hacia delante? Eso indicaría que
elevabas la pelvis con los músculos abdominales y no con los pies. ¿Contraes los glúteos cuando la
pelvis va hacia delante? Es un intento de contener el paso de la energía. Procura por tanto relajar las
nalgas. ¿Sientes los movimientos respiratorios en la pelvis?