Sostener Los Paradigmas Desprendiéndose Del Lastre
Sostener Los Paradigmas Desprendiéndose Del Lastre
Sostener Los Paradigmas Desprendiéndose Del Lastre
Una
propuesta respecto al futuro del psicoanálisis
El debate acerca del futuro del psicoanálisis no puede reducirse a la
exploración de las condiciones de su ejercicio en el siglo que comienza. Porque
lo que está en juego no es sólo la supervivencia de un modo de práctica -
llamada clínica - con la cual se intentó paliar una parte del sufrimiento
ocasionado por los acontecimientos que se fueron produciendo a lo largo del
siglo pasado, sino la racionalidad de los enunciados mismos que la sostienen; y
el riesgo de que caiga, como una ideología más, junto a la chatarra que se
barre periódicamente en la historia del conocimiento.
Y ello no sólo por el avance de la llamada globalización que bajo la égida del
capitalismo neoliberal produce hoy un estallido de la subjetividad, ni por los
descubrimientos de otros campos científicos y no tan científicos que intentan
relevar los paradigmas del psicoanálisis con otros modos de concebir el
funcionamiento psíquico. El psicoanálisis corre el riesgo de sucumbir - al igual
que ocurrió con el socialismo real - no en razón de la fuerza de sus oponentes,
ni de la racionalidad de los argumentos con los cuales intentan su
relevamiento, sino implosionado por sus propias contradicciones internas, ante
la imposibilidad de abandonar los elementos obsoletos y realizar un ejercicio de
recomposición de la dosis de verdad interna que posee.
Es por ello que deviene tarea urgente separar, por un lado, y como venimos
proponiendo desde hace ya tiempo, aquellos enunciados de permanencia,
que trascienden las mutaciones en la subjetividad que las modificaciones
históricas y políticas ponen en marcha, de los elementos permanentes del
funcionamiento psíquico que no sólo se sostienen sino que cobran mayor
vigencia en razón de que devienen el único horizonte explicativo posible para
estos nuevos modos de emergencia de la subjetividad. Para ello es necesario
tomar los paradigmas de base del psicoanálisis y, en muchos casos, darlos
vuelta, "ponerlos sobre sus pies", sacudirlos en todas direcciones para que
puedan quedar en condiciones de ser reposicionados en el campo general de
los conocimientos del futuro.
Respecto a los ejes sobre los cuales orientaré los párrafos que siguen,
al intentar un cercamiento de los problemas que considero
imprescindible revisar, señalemos en primer lugar que la obra freudiana
constituye el punto de partida, con todo el peso que esta afirmación
tiene: de ella no sólo es necesario diferenciar los descubrimientos de
carácter universal de la impregnación histórica en la cual
inevitablemente se ven inmersos, sino también trabajar sobre sus
contradicciones, aporías y acumulación de hipótesis adventicias.
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Estableciendo niveles de cientificidad posible, y separando
metodológicamente las teorías - en el sentido estricto de la palabra - de
los elementos novelados, mitificados, con los cuales se ha enraizado el
corpus a partir de que el objeto sobre el cual se realiza la operación
aplicada mayor, es decir la clínica, es también su fuente principal de
descubrimiento. Sólo como ejemplo citemos las teorías sexuales
infantiles, de las cuales la castración ocupa un lugar mayor, ya que
sabemos hasta qué punto han devenido también "teorías" de los
psicoanalistas, sin que se haya diferenciado estrictamente el estatuto
que corresponde a cada una de estas formas de teorizar: la del sujeto
psíquico que elabora sus posiciones libidinales y el modo con el cual la
teoría propiamente dicha debe recogerla.
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comprendidas como intentos de ofrecer nuevas respuestas a cuestiones
no resueltas en el tronco matriz de la obra. En razón de ello, más que
enfrentarlas entre sí, o subordinarlas las unas a las otras, o aún
contraponerlas a Freud para mostrar de modo invalidante sus “desvíos”,
es necesario realizar en su interior mismo un trabajo de depuración de
paradigmas, y encontrar, en el interior de la obra matriz, qué cuestiones
no resueltas vienen a responder sin haber realizado, en muchos casos,
una reformulación de la pregunta originaria.
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relación entre coito y engendramiento. Pero el ingreso del estadismo con
el cual desde cierto endogenismo - que tuvo sus puntos culminantes en
la obra de Abraham pero al cual Freud da también un lugar particular en
sus Tres Ensayos - hacen su ingreso las fases libidinales establece la
base de un borramiento respecto a la función de la sexualidad del adulto
como motor de implantación mismo de la sexualidad infantil, y genera ya
las condiciones para un Edipo que surge de modo unilateral del niño, y
que cobra dominancia en psicoanálisis más allá de una u otra mención a
la función de la sexualidad del adulto como motor mismo de esa
sexualidad en la cría (cuyo efecto de desconocimiento aún hoy
arrastramos, al dejarse de lado la impronta que la sexualidad adulta
imprime en la cría humana, en razón de la disparidad de saber y de
poder con la cual se establece la parasitación simbólica y sexual que
sobre ella ejerce, y cuyo retorno del lado del lacanismo no ha pasado de
ser "deseo narcisista", subsumiendo esta cuestión central en cierto
espiritualismo deseante del lado del discurso y anulando el carácter
profundamente "carnal" de las relaciones entre el niño y quienes lo
tienen a su cargo.
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humanos.
¿Qué lugar pueden ocupar, por otra parte, los estudios de género que
implican hoy un indudable avance al propiciar un desasimiento de los
enunciados que hacen a los modos de representación, tanto femeninos
como masculinos, de una presunta dependencia de la biología, como un
correlato directo de la anatomía constituida en tanto sustrato de toda
producción ideativo-ideológica, y generando nuevas posibilidades de
abordaje de la cuestión? Es necesario recuperar sus aportes, definiendo
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al mismo tiempo sus alcances en el marco de nuestro campo de
abordaje.
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perversos los modos de producción mutua de placer bajo formas no
tradicionales, a través de la recurrencia a un erotismo que posibilite el
encuentro rehusado por la anatomía en aquellos casos en los cuales
está obstaculizado el pleno acceso genital? En el segundo porque
reduce todo reconocimiento de la alteridad a la diferencia anatómica de
los sexos, planteando como modelo del amor de objeto la relación
heterosexual, estando atravesadas tanto la elección homosexual como
la heterosexual por los modos más diversos de anulación o
reconocimiento de la diferencia con el otro.
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obsoleto, es insostenible la conservación del Edipo entendido como una
novela familiar, vale decir como un argumento que se repite, de modo
más o menos idéntico, atravesado por contenidos representacionales
hacia "el papá y "la mamá", a lo largo de la historia y para siempre. Se
diluye en esta mitologización vulgarizada que hoy suena pueril el gran
aporte del psicoanálisis: el descubrimiento del acceso del sujeto a la
cultura a partir de la prohibición del goce sexual intergeneracional. El
Edipo debe ser concebido entonces como la prohibición con la cual
cada cultura pauta y restringe, a partir de la preeminencia de la
sexualidad del adulto sobre el niño, la apropiación gozosa del
cuerpo del niño por parte del adulto. Lo cual resitúa el origen del
deseo infantil en su carácter prematurado en razón de la
dependencia del niño respecto del adulto sexuado, y el modo
metabólico e invertido con el cual se manifiesta y toma carácter
fundacional respecto al psiquismo.
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El estatuto epistemológico del inconsciente reclama que el mismo sea
diferenciado de las nociones previas que aparecen en la literatura
anterior y posterior a Freud - así como de su extensión a otros campos
de conocimiento-. El átomo de Demócrito no es el átomo de la física
actual; el inconsciente freudiano no es el inconsciente de la narrativa del
siglo XIX, ni tampoco es el inconsciente cognitivo de Piaget ni el
inconsciente en la cultura del estructuralismo, o de la “obra de arte”. Es
necesario rediscutir - dentro del psicoanálisis - cuál sería el
estatuto epistemológico de conceptos como “inconsciente de un
texto”, o incluso “inconsciente grupal” o “inconsciente familiar”
-extensiones más metafóricas y alusivas que conceptuales, cuya
operatividad en ciertos casos es interesante y en otros
directamente generadoras de confusión.
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por decir así, "un pensamiento sin sujeto".
Pero aún queda por definir un aspecto nuclear para nuestra práctica: y
ella remite a la no homogeneidad representacional, a la diversidad
simbólica del psiquismo. Por una parte la que ya conocemos bajo la
forma canónica de representación cosa - representación palabra. Pero
por otra, en el interior mismo del inconsciente, hecho de que coexistan
en su interior representaciones secundariamente reprimidas con
elementos que nunca tuvieron el estatuto de representación palabra - lo
originariamente reprimido -, así como signos de percepción que no
logran articularse, sea por su origen arcaico e intrascriptible, sea por
haber irrumpido en procesos traumáticos no metabolizables. Estos
elementos pueden hacerse manifiestos sin por ello ser conscientes,
pueden activarse a partir del movimiento mismo del dispositivo analítico
o de vicisitudes de la vida, y dejar al sujeto librado a la repetición
compulsiva, a la captura indiciaria, sin que la asociación sea posible ni el
develamiento del sentido inconsciente viable, en razón de que su
estatuto no es el de la fijación a un sistema psíquico, sino su
deambulación por el aparato con pasajes a la motricidad sin que ello
implique captura de la conciencia.
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confrontados al sostenimiento de ciertas premisas del modo del
psicoanálisis de concebir la práctica, sin que ello implique, sin embargo,
aplicación del método en todos los términos que ello impone: instalación
de la situación analítica clásica, abordaje por medio de la libre
asociación. La pregunta que cabe es qué se conserva, sin embargo, que
permita la instalación o la reinstalación futura del método; digámoslo de
modo breve: el reconocimiento central de la noción de la transferencia -
que reitera la asimetría originaria y obliga a una mesura que no debe ser
confundida con abstinencia de compromiso - y el valor de la palabra en
su función simbolizante, para dar cuenta del desvelamiento de los
orígenes libidinales del sufrimiento presente.
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llamado "intervenciones analíticas". Se trata de modos de operar que
conservan algunos aspectos centrales de la situación analítica:
reconocimiento del campo fundacional de la transferencia, abstinencia
de intervención valorativa, diferenciación - para el caso del análisis de
niños - de pautaciones de cultura respecto a intromisiones educativas 4 ,
pero que reconocen la imposibilidad, en ciertos momentos, del
develamiento del inconsciente a partir de la recuperación de
representaciones reprimidas plausibles de retornar en lenguaje del lado
del sujeto.
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en un proceso de revisión del modo mismo con el cual quedamos
adheridos no sólo a las viejas respuestas, sino a las antiguas preguntas
que hoy devienen un lastre que paraliza nuestra marcha. Y en esa
lentificación, sí, por supuesto, la tortuga puede ganar la carrera.
Notas de la autora
1. No puedo terminar este apartado sin dejar de señalar que reconozco la irritación que
puede producir en algunos la inclusión del Edipo como sub-apartado de la sexualidad
infantil. No hago con ello sino seguir a Freud mismo, cuando planteó entre los shibolets
del psicoanálisis, junto al inconsciente, la defensa y la transferencia, a esta sexualidad
infantil, considerándola entonces como uno de los conceptos centrales que toma el
carácter de rango ordenador.
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2. O.C., Vol. XV, p 36. Lo cual no quiere decir que en las mismas páginas Freud no
afirme lo contrario, al referirse también al acto fallido: "exteriorización de contenido y de
significado"... (p. 31)- que deja lugar a la significación inconsciente de signo opuesto a
aquella buscada por la conciencia.
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5. Ver: Silvia Bleichmar, Clínica psicoanalítica y neogénesis, Amorrortu Ed., Bs. As.,
2000.
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