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Categorias Gramaticales

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CATEGORIA GRAMATICALES INVARIABLES

Las palabras que utilizamos para expresarnos oralmente y por escrito tienen
características distintas. Saber distinguir las clases de palabras (categorías
gramaticales) es muy importante para comprender el funcionamiento del lenguaje, y
también para usarlo correctamente. Por ejemplo, si queremos describir cómo es
nuestro barrio o nuestro pueblo, tendremos que usar muchos adjetivos o sustantivos,
pero para hablar de lo que hacemos normalmente un día cualquiera, los verbos
cobrarán mayor importancia. Por otra parte, conocer las distintas categorías
gramaticales nos ayuda a expresarnos con mayor corrección y a evitar errores.

• Invariables
• Adverbio. Palabras invariables que complementan o modifican el significado del
verbo, del adjetivo o de otro adverbio. Por ejemplo: bien, ahora, allí, muy.
• Preposición. Son preposiciones en castellano de, en, a, para, por, etc.
• Conjunción. Palabras invariables que sirven para unir palabras o grupos de
palabras que tienen la misma función gramatical. Son conjunciones pero, y,
aunque, porque, puesto que…
• Clases de palabras o categorías gramaticales en lengua gallega
• Las palabras del gallego también se clasifican en variables e invariables, y también
distinguimos las mismas categorías gramaticales:
• Nombres (nomes). Por ejemplo: neno, nena, nenos, nenas; muller, mulleres; camión,
camións.
• Adjetivos (adxectivos). Por ejemplo: branco, branca, brancos, brancas; azul, azuis;
catalán, catalá, cataláns, catalás.
• Determinantes. Por ejemplo: un, unha, uns, unhas; meu, miña, meus, miñas; o, a, os,
as.
• Pronombres (pronomes). Por ejemplo: el, ela, eles, elas; nos; vós; eu; ti.
• Verbos. Por ejemplo: ler, vir, cumprir, gañar, escoltar.
• Adverbios. Por ejemplo: onde, cando, alí, acolá,
• Conjunciones (conxuncións). Por ejemplo: e, se, aínda que, mais, porque.
• Preposiciones (preposicións). Por ejemplo: a, en, agás, ata, baixo.
Adverbio
Un adverbio es una parte de la oración que complementa a un verbo, un adjetivo, otros
adverbios e incluso oraciones. Los adverbios expresan circunstancias, como pueden ser modo,
lugar, tiempo, cantidad, afirmación, duda, etc., respondiendo a preguntas
como ¿cuándo?, ¿dónde?, ¿cómo?, ¿de qué manera?, entre otras. Esta función es llamada
función adverbial, y puede ser llevada a cabo por palabras aisladas (adverbios) o por grupos de
dos o más palabras (locuciones adverbiales).
Algunas de las palabras consideradas por la gramática tradicional precientífica como adverbios
pueden considerarse en categorías independientes. Por ejemplo, los adverbios de ubicación,
modo y cantidad parecen formar una clase natural, pero otros adverbios
(«epistémicos», «adverbios de negación») parecen formar desde el punto de vista sintáctico
una clase aparte.

Determinantes
Los Determinantes son palabras que acompañan al sustantivo para concretarlo, determinarlo
y aportar información sobre el mismo, (género, número, situación en el espacio o posesión), es
decir, son actualizadores del sustantivo.
Cuando decimos "Ese balón es mío", las palabras ese y mío son determinantes que actualizan
y concretan al sustantivo "balón", al especificar que no se trata de un balón cualquiera sino de
"ese" en concreto y que además me pertenece.
En los determinantes se incluyen los Artículos y los que la gramática tradicional
llamaba Adjetivos Determinativos.

Clases de Determinantes
Clase Definición

Son palabras que acompañan a los sustantivos que son conocidos


por el que habla y el que escucha.
El, la, lo, los, las.
Artículos
Cuando al artículo el le preceden las preposiciones a o de, éstas se
unen con el artículo, dando lugar a los artículos contractos al (a el)
y del (de el).

Indican la proximidad o lejanía del sustantivo.


Cercanía: este, esta, estos, estas.
Demostrativos
Distancia media: ese, esa, esos, esas.
Lejanía: aquel, aquella, aquellos, aquellas.

Indican a quien pertenece lo designado por el sustantivo. Se refieren


a:
Un poseedor: mi, mis, mío, mía, míos, mías; tu, tus, tuyo, tuya,
Posesivos
tuyos, tuyas; su, sus, suyo, suya, suyos, suyas.
Varios poseedores: nuestro, nuestra, nuestros, nuestras; vuestro,
vuestra, vuestros, vuestras; su, sus, suyo, suya, suyos, suyas.

Señalan una cantidad imprecisa de lo nombrado.


Indefinidos Un, uno, una, alguno, cualquiera, ninguno, pocos, muchos,
escasos, demasiados, bastantes, otros, tantos, todos, varios...

Señalan orden o una cantidad precisa. Pueden ser:


Cardinales: uno, dos, tres, cuatro...
Numerales Ordinales: primero, segundo, tercero, cuarto...
Fraccionarios: mitad, tercio, cuarto...
Multiplicativos: doble, triple, cuádruple...

Acompañan a los sustantivos para hacer preguntas sobre cantidad o


Interrogativos naturaleza.
¿Cuántos libros tienes?, ¿Qué fruta prefieres?

Acompañan a los sustantivos y expresan sorpresa o emoción.


Exclamativos
¡Qué libros tan bonitos!, ¡Cuánta fruta comes!

Determinantes Interrogativos y Exclamativos:


qué, cuánto, cuánta, cuántos, cuántas, cuándo, cuál, cuáles, dónde.
Los Determinantes Demostrativos, Posesivos, Indefinidos, Numerales y los Exclamativos e
Interrogativos pueden funcionar también como
Pronombres, por lo que hay que tener mucho cuidado para NO CONFUNDIRSE.
Son Determinantes cuando acompañan al nombre.
Las formas átonas (sin acento) de los Posesivos mi, tu, su, siempre funcionan como
determinantes.
Son Pronombres cuando sustituyen al nombre, es decir, se ponen en su lugar.
Las formas masculinas y femeninas, se escriben con acento si hay riesgo de confusión

Preposición
La preposición es un tipo de adposición que se caracteriza por anteceder a su complemento.
Introduce el llamado sintagma preposicional. Las preposiciones generalmente tienen la
función de introducir adjuntos, y en ocasiones también complementos obligatorios ligando
el nombre o sintagma nominal al que preceden inmediatamente con un verbo u otro nombre
que las antecede. En algunas lenguas las preposiciones pueden no encabezar un sintagma
preposicional. Es el caso de las lenguas germánicas, como el inglés y el alemán, donde incluso
pueden aparecer al final de la frase.
Considerando las distintas lenguas del mundo, la preposición es un tipo de adposición que se
caracteriza por aparecer típicamente al principio del constituyente sintáctico al que afecta; así
por ejemplo, la palabra equivalente que aparece detrás y no delante se llama posposición.
Tradicionalmente, la gramática del español la ha definido como la parte invariable de la
oración que une palabras denotando la relación que tienen entre sí.

Las conjunciones se dividen en dos grupos: las coordinantes y las subordinantes.


Las conjunciones son generalmente átonas (sin acento) e invariables, esto es, son piezas fijas
de lenguaje, que rara vez cambian o se adaptan al contexto. Suelen permitir la unión de dos
unidades sintácticas en una mayor, como pueden ser dos oraciones o dos elementos dentro de
una oración. Por eso, su significado es sólo gramatical, válido únicamente en la lengua y en su
contexto determinado.
Por ejemplo, si empleamos la conjunción “y”, la más común de todas, en la oración “compré
sólo papas y calabazas”, el sentido del verbo “comprar” se extiende a los dos elementos
citados (las papas y las calabazas) por igual.
En cambio, cuando usamos “y” en la oración “compré sólo papas y no estaban muy buenas”, la
conjunción permite sumar a la queja inicial (que hubiera sólo papas), una secundaria (el hecho
separado de que no estuvieran muy buenas).
1. Coordinantes: Son aquellas conjunciones que unen palabras, frases u oraciones, que
tienen el mismo nivel jerárquico, o sea, que realizan la misma función o pertenecen a
la misma categoría gramatical.
2. Subordinantes: Son aquellas conjunciones que unen elementos lingüísticos, que
están sujetos o dependen de otro, pero de distinta jerarquía o categoría gramatical.
Las interjecciones se consideran signos pregramaticales, capaces de cumplir funciones
representativas, conativas o expresivas. Se trata de una forma sintética del lenguaje que sirve,
entre otras cosas, para apelar a un interlocutor o para comunicar un sentimiento.
Una interjección propia es aquella que dispone de un cuerpo fonético simple y no cumple
ningún otro rol gramatical. Por ejemplo: “¡Bah!” (“No tengo ganas de ir a la fiesta. ¡Bah! En
realidad no quiero cruzarme con mi ex”), “¡Eh!” (“¡Eh! ¿Cómo vas a tratar así a un
niño?”), “¡Zas!” (“Venía caminando distraído y ¡zas!, me tropecé con una piedra y caí al
suelo”).
CONCORDANCIA
Se llama concordancia a la anuencia, el consentimiento o la correspondencia que
existe entre dos elementos. El término, que procede del latín concordantia, puede
utilizarse en diversos contextos.
Se llama concordancia a la anuencia, el consentimiento o la correspondencia que existe
entre dos elementos. El término, que procede del latín concordantia, puede utilizarse en
diversos contextos.
En el ámbito de la gramática, la concordancia es la congruencia de tipo formal que debe
registrarse entre las informaciones flexivas de aquellos vocablos que están vinculados a nivel
sintáctico.
Lo que hace la concordancia gramatical es establecer la relación gramatical entre los
distintos constituyentes. Para esto apela a referencias cruzadas que llevan a cada palabra a
adoptar una cierta forma de acuerdo a los rasgos que determina otra palabra: ambas, por
estos rasgos, concuerdan.

La concordancia es la conformidad de accidentes gramaticales, la lógica entre los distintos


elementos que debe regir para que un texto pueda interpretarse adecuadamente.
El sujeto y el predicado deben concordar en número y persona.
Como recordarás el número es el accidente gramatical que clasifica a los seres de acuerdo a la
cantidad (uno o varios), y que se llama singular si se trata de un solo ser y plural si se trata de
dos o más.
La persona es el pronombre que se puede asignar a cada verbo conjugado.
En términos generales cualquier oración puede servir como ejemplo para estudiar esto:
Ármand es un vampiro.
Vemos que hay un sujeto: Ármand, un nombre propio singular y del que se habla, es una
tercera persona.
Así mismo hay un verbo: " ser " conjugado en el singular de la tercera persona (él es).
Finalmente tenemos aquí un predicado nominal, un vampiro, que corresponde también al
singular de la tercera persona.
Verás que es evidente que si alteramos esta construcción el sentido no será claro y la calidad
de nuestra redacción bajará, por ejemplo si decimos:
Ármand son un vampiro
Nos damos cuenta de inmediato que hay una falta de concordancia de número entre el sujeto
y el predicado que son singulares, y el verbo que está conjugado en plural. Lo mismo ocurriría
si dijéramos:
Ármand es unos vampiros
Sólo que en esta ocasión la falta de concordancia no está en el verbo sino en el complemento
nominal.
Peor aún es cuando cometemos una falta de concordancia de persona en la conjugación del
verbo, mira qué pasaría si dijéramos:
Ármand soy un vampiro.
Resultaría que podríamos suponer o que yo soy Ármand, o igual de malo, que falta una coma
para convertir a Ármand en vocativo (ver uso de la coma) y que le estoy hablando a él para
decirle que soy un vampiro. La verdad es que no lo soy, al menos hasta donde yo entiendo, es
Ármand el vampiro, no yo, pero un descuido puede tener consecuencias tan graves como ésta
y, te lo aseguro, debes tener cuidado con este particular a menos que quieras am

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