Heroes de La Resistencia Wayuu
Heroes de La Resistencia Wayuu
Heroes de La Resistencia Wayuu
JOSE DOLORES: Rico indio muy temido, de la casta ARPUSHANA con frecuencia en guerra con
los IPUANAS, los JUSAYU y con LOS COCINAS, tiene dos tenientes muy bravos y también
temidos Joaquín Y Briaku.
Casado con una lindísima mestiza, hija de una india y un español de Riohacha, posee grandes
rebaños y especialmente una raza de caballos MUY RENOMBRADA.
Desde mucho tiempo atrás, José Dolores y sus ayudantes tenían un viejo rencor, una antigua
querella que querían dirimir con una tribu de los IPUANAS. Las posibilidades eran casi iguales y
la victoria sería del más hábil, el más fino.
Los primeros imaginaron primero para desembarazarse de los segundos: era la guerra a
muerte, una de las dos tribus debía perecer.
Conociendo la inclinación de todos los indios sin excepción por el ron, pues ellos son
esencialmente borrachines, mandaron a la ranchería enemiga un espía cargado con varios
barriles de ese líquido, con la misión de emborrachar a todos sus habitantes, y coger como
prenda sus fusiles.
Al principio los indios pagaron al contado, por medio de pequeños intercambios, todo el ron
que tomaron; después habiendo agotados todos sus recursos quisieron seguir bebiendo a
crédito y satisfacer su pasión favorita. Fue el momento que esperaba el espía, aceptó en dar
más ron, pero con la condición de entregar todas sus armas como garantía.
En su furor de venganza y su sed de sangre, cogían a los niños por los pies y los descuartizaban
en dos, o detalle más horrible aún, les rompían la cabeza contra los árboles.
HENRY CANDELIER
José Dolores Apshana junto con otros caciques le dio total respaldo al General Justo Durán y
este con gran regocijo les comunicó inmediatamente a los Generales Gabriel Vargas Santos y
Foción Soto.
Esta cooperación de los Wayuu para los liberales era más de interés económico que partidista
y fue aprovechado por los Wayuu más por las rivalidades entre castas o clanes.
A finales de 1900 José Dolores cuando tuvo las armas y abandonado por el General Durán José
Dolores se fue del lado del gobierno.
Algunos Guajiros alegaban que todo sucedió con la llegada del General Clodomiro Castillo que
al desconocer la idiosincrasia del pueblo Wayuu llegó del Cauca y Tomó por la fuerza algunos
animales del cacique José Dolores Apshana y la influencia del General Juanito Iguaran quien
estaba al mando de tropas conservadoras puso en juego su parentesco con algunos caciques
importantes de la región que eran José Dolores y Kaichompa quienes ingresaron al lado del
ejercito de ataque, con los cuales lograron vencer a las tropas venezolanas que habían llegado
para respaldar a los liberales, estas tropas estaban al mando del General Rufo Nieves y 200
hombres más un refuerzo posterior1.200 hombres al mando del General Antonio Dávila, este
combate se llamó combate de Carazúa el día 13 de septiembre de 1901.
José Dolores y Kaichompa se apoderaron de las bestias, fusiles, pertrechos de toda índole.
Por esta hazaña el presidente Marroquín le permitió la suma de 100.000 de premio a José
Dolores.
Una vez estando en las filas del partido conservador, se puede c decir que muchos caciques
tomaron las armas, por ejemplo: José Dolores de la casta Apshana, Rauta Ragauta o José María
Flores cuñado de José Dolores y pariente del General Juanito Iguaran, José María Flores era
cacique de la casta Pushaina, tenía a su mando más de 800 Guajiros.
Kaichompa o Juan Bautista Rosado también pariente del General Juanito Iguaran y de la casta
Epieyuu, quien se había casado con una prima hermana de este, fue recibida como herencia
después de la muerte de su hermano mayor. También lucharon otros caciques como Kolionshi
y Rafael Tóquira.
Del lado de los liberales también lucharon otros indígenas como Joaquín Rivera Apshana de la
región del pájaro, con el mismo prestigio del cacique Pasuat del clan Ipuana y la guerrilla del
legendario Belisario Martínez en la población de Machobayo.
Bogotá 1996
José Dolores en el año de 1860, cuando se resolvió ir a tomar posesión de aquella tierra, limpió
primero la broza para después sembrar. Tuvo que armar tres escuadrones: Uno de
VENEZOLANOS MERCENARIOS, OTRO DE COLOMBIANOS DE LA PROVINCIA DE Padilla y otro de
Wayuu y con las tres fuerzas combinadas invadió una noche las rancherías de sus
malquerientes; arrasó con hombres, mujeres y niños: los muertos se los comieron los
gallinazos porque no quedó quien los enterrara y así se hizo respetar de los quedaron vivos.
Las rancherías de Olhonokiwou, del cacique Epinayu Wimana fueron los primeros que
asaltaron que desapareció con toda su familia; luego invadieron las rancherías de Yamain,
Waralhain, Atruicaen y Jepéin, arreando después de consumado los asaltos, los numerosos
rebaños de ganado de toda especie, para repartirlos como justa recompensa a los asaltantes
mercenarios.
Las razones que tubo José Dolores para actuar de esa manera se debió que cuando se
estableció allá con sus rebaños y familiares, amanecieron una mañana tumbados en tierra
todos los caballos corredores de su atajo, clavados con flechas envenenadas; otro día
aparecieron muertas unas vacas paridas y algunos novillos, envenenados también con la
flecha; más tarde se encontró en el monte, comidos de gallinazos a uno de sus vaqueros,
muerto a palos según el reconocimiento que se hizo; después hallaron a otro con una docena
de puñaladas en todo el cuerpo, igualmente mutilado por las aves de rapiñas. Investigado
escrupulosamente el caso se descubrió que Wimana y su familia eran los autores de los
crímenes repetidos-porque subterfugiaban, según las declaraciones, que los rebaños de José
Dolores acababan con los pastos de sus sabanas.
El cacique José Dolores en la guerra de los mil días derrotó al General venezolano Dávila con
un ejército de quinientos Wayuu en una emboscada terminando con ellos, salvándose
únicamente el General por haber arrojado a su voracidad codiciosa doscientas MORROCOTAS,
que llevaba en el vientre de su cinturón de cuero.
Garrapatamana, ranchería, punto de encuentro de caminos que van hacia la antigua provincia
de Padilla, a Sinamaica y Maracaibo, fue asentamiento de José Dolores y su señora Cristina
González, José Dolores de la casta Apshana, la menos propicia por su timidez y reducido
equipo de unidades de combate, para brindarle su vasto campo de acción militar a su fogoso
corcel de guerra, se impuso sin que nadie lograra explicárselo, como jefe supremo de varios
clanes, y lo habría sido de toda la Guajira, cuando los demás clanes, a excepción de los
Epinayus que jamás transigieron con él, y fueron sus temibles adversarios, siempre, se hicieron
sus aliados por el respeto a su poderío y por la necesidad de su fuerza defensiva.
Tenía un completo dominio del idioma español, más nunca se le oyó hablar otra lengua que no
fuera aquella melodía pampera que es verbo de su raza y su linaje, no porque fuese un
enamorado d3e su lengua raizal ni por desafecto a la civilización, a la que rendía homenaje de
usarlo su franela y su sombrero, sino porque su mente se mantuvo siempre agitada con los
planes de la guerra. Era un soldado por temperamento y, por eso mismo, mantenía a su
servicio un intérprete para entenderse con los españoles.
Otras razas, sin ese recurso, hacen una apelación constante a la carnicería; en la Guajira, el
aparto la salva de una mayor prodigalidad de sangría humana. José Dolores, no obstante, tuvo
la habilidad de hacer del aparto una poderosa ama de guerra incruenta, con la que arruinó a
sus enemigos y atesoró una fortuna inmensa. En José Dolores se confundía el aparto y el botín
de guerra, pero el botín ni el aparto en él transponían la línea ética de separación que hay
entre el decálogo y el uso indebido de los bienes ajenos.
JOSE DOLORES APSHANA: El último cacique de la independencia, vivió cerca del misterioso y
legendario cerro de ITOJOLO, en la alta Guajira oriental wimpumuin, era un hombre rico y tuvo
mucha influencia sobre los diferentes clanes de la Guajira.
En 1860, tomó posesión de una tierras en wopumuin , de la baja Guajira cerca de Maicao y se
estableció allí. Cuando la guerra de los mil días en Colombia, de 1901 a 1903, armó tres
escuadrones: uno de venezolanos, otro de colombianos y uno de wayuu y arrasó con las
rancherías de sus enemigos de Yamaain, Jeepein, Aturuitchein.
Olokowokiwou del líder Enrique Wiman Epieyu. Cuando la batalla de Carazúa, donde Cipriano
Castro, presidente de Venezuela entonces, envió tres mil venezolanos para pelear junto con
los liberales colombianos y cuando ya el General José Antonio Dávila, venía derrotado desde
las márgenes del rio Ranchería cerca del rio del hacha, José Dolores Wosorompa, le salió al
paso y peleo con 500 indígenas wayuu que traía y completó así la derrota de Dávila, porque
según decía José Dolores Wosorompa, los revolucionarios liberales le habían comido mucho
ganado de su propiedad y por esa razón se vengó de ese robo que le hacían, atacando a Dávila.
PRIODICO WAYUUNAIKI
MARACAIBO-VENEZUELA
José Dolores, este cacique resumió en sus luchas gran parte de lo anotado por nosotros para
este periodo: a fines del siglo XIX emigró con su gente desde la región de Cojoro hacia la media
Guajira, donde, reagrupando algunos familiares de su clan que ya habitaban allí, arma una
verdadera hueste y recoge hatos de ganado en la región de Carraipía, donde afinca su fortuna
y grupo familiar. Temido guerrero y controvertido personaje, aun recordado
contradictoriamente, tuvo múltiples relaciones con los mismos Wayuu, con comerciantes,
políticos, colonos, la iglesia y hasta los presidentes Marroquín y Reyes, según lo que ya hemos
citado varias veces.
Aún se alargan las conversaciones cuando se le menciona, y se han hecho casi leyenda muchas
de sus andanzas y relaciones: hemos recogido aspectos de ellas en nuestra entrevistas, algunas
tan sugestivas como sus costumbres guerreras (siempre iba disfrazado de esclavo de su
hueste), su legendario matrimonio con Cristina González Ipuana, o sus permanentes
4escapadas “de incognito” hacia la región de Fonseca a oír vallenato,” su música predilecta”.
Una valentía y sagacidad excepcionales, juntamente con los títulos de familia, hicieron de José
Dolores el caudillo más renombrado, a la par que más temido en la Guajira.
Guarero, una de las residencias más antiguas de esta misión, nos acercó al hermoso y fértil
paraje de Carraipía, vivienda del extinto Jefe, y junto a ella levantamos una esbelta capilla, casa
y escuela, sirviéndonos de las valiosas maderas de aquellos lugares.
En gran manera nos apoyó José Dolores: los alimentos que allí necesitábamos, él nos lo
proporcionaba; si alguna excursión hacíamos, de su propiedad eran las bestias necesarias; en
ocasiones tenía especial confianza con nosotros; y en las conferencias, que los comisionados
del gobierno de Colombia tuvieron con este caudillo, las más de las veces los padres
Capuchinos sirvieron de intermediadores.
Nuestra escuela, frecuentada por cuatro hijos suyos y varios Guajiros más; nos permitía
depositar, lenta pero sólidamente en ellos, las semillas de la verdaderas cilivilizacion. Múltiples
experiencias agrícolas, llevadas a cabo con gran éxito en nuestra roza de Carraipía, fomentaron
el cultivo del coco, plátano, maíz y yuca, todo caminaba bajo consoladores auspicios;
disponíamos de esa ya de esa palanca indispensable a toda obra, como la nuestra, de una
gramática y catecismo hispano-guajiro formada y editados, en 1895, por un padre de la misión;
muchos indios fueron regenerados por las aguas bautismales.
Pocas horas después de la muerte de José Dolores, ya había corrido por toda la Guajira , con la
celeridad del rayo, tan infausta nueva, y por todos los caminos se veían indios dirigirse a
Garrapatamana , lugar en el cual quedó depositado su cadáver. Este lloro, por el número de
indios que a él acudieron y por los cuantiosos gastos habidos, ha sido un acontecimiento que
formará época en esta región. Sus sobrinos Florencia, Rosa María, Úrsula, José María Flórez,
Kaichompa (sol pequeño), Cayohi, Cashiray, como a un verdadero deudo.
Muy pronto alrededor del féretro vieronse los Apshsna, Rivera, Quinse y Velaya con más de
cincuenta indios; los Epieyu, Kaichompa, Pechi, Corrioso, Canaaparay, Maantoño, Mochoquii,
Aitamajure, Gabrielito, Cuigua, todos ellos caciques, acompañados por más de doscientos
indios, Los Ipuana, Juan Flórez y Cuadrado; los Jayariyu, Luis y José Fernández, con muchos
indios de su familia. No tememos afirmar que durante el lloro de José Dolores, desde el 17 de
Abril hasta el 14 del actual, fecha en que se le hizo el verdadero entierro, de todas las partes
de la Guajira han asistido más de mil indios.
A pesar de haber procurado imponernos el número de animales distribuidos entre los indios
invitados al lloro, nos es muy difícil precisarlo. Lo que sí sabemos es que durante los tres
meses de llanto se sacrificaban de quince a veinte grandes reses cada día, para comer los
indios allí reunidos; y que tres manadas de ovejas y cabras pertenecientes a la indígena Cristina
y a los hijos del difunto, compuesta cada una de ellas de una mil cabezas, se acabaron; esto sin
contar el gran número de ganado mayor que se distribuyó vivo entre los jefes Guajiros que
fueron al duelo, el cual no bajó de mil reses. Para que hablar del ron, cerveza y brandy que se
gastó, decir que han consumido más de cien cargas de ron, más de veinte cajas de brndy y
unas ochentas de cerveza, es decir poco. Los indios apenas notaban que vivían las dos
primeras horas de la mañana; después el estado de embriaguez no les dejaban darse cuenta
de sí mismos.
Como principales aliados del difunto José Dolores merecen citarse los coroneles Kaichompa
(Juan Bautista Rosado) y Ragauta (José María Flórez).
Los intentos de sujeción de la población indígena desplegadas por las Autoridades hispanas
durante el siglo XVIII en la Guajira incluyeron la vía de ganar influencia sobre los líderes
internos así como también promover liderazgos que abrazaran la causa hispana. Con tal fin
crearon el cargo de cacique mayor de la nación Guajira, que generalmente recaía sobre un
mestizo respetado, rico e influyente en toda la comunidad aborigen. Tal cargo en principio no
guardó relación alguna con las formas políticas de las comunidades Guajira, pues los indios
estaban diseminados por toda la península constituyendo pequeños grupos (parcialidades-
apushis) vinculados por relaciones de parentesco. Cada parcialidad como veíamos ocupaba un
determinado territorio y tenía su líder independiente y autónomo, por lo que no se puede
pensar en la existencia de una jerarquía central que agrupara políticamente a todos los
apushis, si bien entre ellos había alguna asimetría económica que podía traducirse en una
mayor capacidad de respuesta frente a las políticas hispanas.
El papel del cacique general era de servir de puente entre los indios y las autoridades hispanas,
velar por el buen desempeño de los pueblos y sitios nativos e impedir cualquier tipo de
desorden en el seno de la comunidad. A la creación de esta figura política le hemos hecho un
seguimiento documental que permite describir su embrionaria trayectoria desde 1696, cuando
Juan de Amuscoteguí y Luisa de Velasco fueron bautizados en Riohacha por el Obispo de Santa
Marta, Antonio Monroy y Meneses. Estos indios eran considerados “como los principales y
cabezas de todo los demás indios de esta jurisdicción, los cuales vinieron con once hijos y
sobrinos suyos”. De su desempeño como “cacique” no hemos encontrado evidencia
documental en el Archivo General de la Nación (Bogotá), sin embargo, la sucesión entre éstos
y Cecilio López Sierra, cacique mayor de la nación Guajira hacia 1720 está comprobada.
Francisco Pichón plantea que durante la administración del Virrey José Solís (1716-1762) surgió
el cacique Cecilio López Sierra, mestizo, hijo de una india noble. En efecto, Cecilio López nació
en 1698 y su madre fue una nativa nombrada Magdalena Martínez Galluzo, del sitio de San
Nicolás de los Menores e hija de Luisa de Amuscóteguí Victores de Velasco y de Juan de
Amuscóteguí, primeros caciques reconocidos por las autoridades hispanas en 1698, año en
que fueron bautizados, y del regidor de Riohacha Jacinto Sierra, español y que fue vecino
reconocido de esa ciudad. De esta manera, Cecilio López era nieto por vía materna de la
primera cacica. En un oficio enviado por él al Rey en 1765 hace una relación de los servicios
que había prestado a la Corona, en cuya introducción dice que “por reales cédulas de 10 de
agosto del año de 1720, de conferirme la gracia de Capitán de infantería de los indios Guajiros
y de Sargento mayor de la misma nación y por el excelentísimo señor Don Joseph Solís la
merced de Maestre de Campo”. Pero también sabemos que desempeñó el cargo de juez de
comisos, cargo que le fue encomendado por el Teniente Pedro Joseph Mozo de la Torre.
Cecilio López estuvo casado dos veces por las leyes de la iglesia; el primer matrimonio lo hizo
con María Candelaria Vetancur, con quien procreó tres hijos: Juana de Sierra, Joseph Francisco
Sierra y Pascuala Sierra. El segundo matrimonio lo realizó con Elena GIL UNA VEZ FALLECIDA
SU PRIMERA ESPOSA, CON QUIEN TUVO UN HIJO, Cecilio José SIERRA. Entre los hermanos del
cacique figuraba un clérigo rural, el padre Joseph López de Sierra, hermano por parte de
madre del mencionado Cecilio y del cual se decía que había influido con un Prefecto de la
misión Cachina, Fray Silvestre de la Vata, para que a Cecilio le fuera conferido el titulo de
cacique. Igualmente era hermano de dos líderes poderosos e influyentes de la Alta Guajira,
Antonio Paredes y Pablo Majusares, quienes controlaban la Serranía de la Macuira y la sierra
de Chimare respectivamente. Por los alrededores de Bahía Honda mantenía vínculos
parentales con Bernardino Moscote, líder Nativo que controlaba el puerto del mismo nombre,
el cual era sobrino suyo.
No se ha podido trazar con exactitud la trayectoria de los bienes del cacique Cecilio, pero en su
testamento declaró que al casarse con su primera esposa “tenía la dicha mi mujer caudal; yo
cosa alguna”, y más adelante señalaba que cuando llegó el segundo matrimonio “me hallaba
con gran caudal y la dicha mi mujer tenía diez caballos, dos mulas, dos atajos, uno manso y uno
cerrero, diez yeguas, treinta reses vacunas, un negra nombrada Luisa”.
Cecilio López Sierra logró aprovechar tanto los vínculos parentales que mantuvo con las
poderosas parcialidades de la Alta Guajira, así como los bienes adquiridos durante su segundo
matrimonio y las funciones que como cacique le fueron asignadas, para sacar provecho
personal de ello. De esta manera logró acrecentar no solamente su caudal sino también su
grado d influencia, rango, honor y por tanto poder en la comunidad nativa a la que perteneció
su madre.
Las acciones del cacique tendieron a velar principalmente por el buen desempeño de las
faenas económicas, las cuales iban desde el celo para evitar el trato ilícito hasta obligar a los
indios al buceo de las perlas. Desde este punto de vista la presencia del cacique se volvió
importante, al punto de que el comandante de Riohacha informó al Virrey sobre la necesidad
de entenderse con él para facilitar la pacificación y reducción de los indios:
“ Hasta la presente no he conseguido la venida a mi presencia del cacique de los guajiros, Don
Cecilio, por motivo de hallarse enfermo, pero ya mejorado espero la ejecute, pues tengo
concebido que este sujeto ha de ser medio para que se facilite la reducción de esta nación a
población- admitiendo en cada una de ellas religioso misionero- por el dominio y séquito que
tiene de ella; con cuya diligencia se logrará extinguir el continuo trato que ejercen los
extranjeros en la costa, sacando la abundancia de palo de Brasil y perlería que uno y otros
tienen en sus tierras. Y teniendo como tengo noticias seguras de la docilidad e inteligencia del
insinuado cacique, no desconfío poder granjearlo a mis disposiciones”.
Prueba de ello es que en la reducción y fundación de pueblos de indios y sitios impulsados por
las misiones Capuchinas los religiosos se valieron del acompañamiento del cacique y de su
conocimiento de los terrenos y gentes de la península. En 1762 acompañó a Fray ANTONIO de
Alcoy, prefecto de las misiones capuchinas de Santa Marta y Riohacha, en un viaje de
reconocimiento con dirección sur norte, desde Boronata hasta Bahía H onda, recorrido que
abarcó lugares como Carrizal y Manaure, donde habitaban los indios perleros; así mismo Ipapá
y Bahía Hondita. Igualmente el cacique estuvo colaborando alrededor de dos años con
Bernardo Ruíz de Noriega, asentista de negocios y víveres que contrató con la Corona del
control del trato ilícito, la pacificación de la población nativa y el poblamiento de la península
de la Guajira.
La pesca de perlas fue una de las actividades que recibiría la atención del cacique toda vez que
los llamados indios perleros, ubicados en el punto de la costa occidental llamado Carrizal,
actuaban con total autonomía de las autoridades hispanas- criollas y contrabandeaban
libremente las perlas con tratantes ingleses, holandeses y algunos vecinos riohacheros que
llegaban hasta allí a comprarles las perlas a los nativos. El papel del cacique en este caso
consistió en tratar directamente con el líder nativo que dirigía esa parcialidad para tratar de
convencerlo en sujetarse y a que pagara del quinto real por concepto de transacción en la
venta de3 las perlas. Tanto era que el teniente de gobernador Joseph Pestaña reconocía que
era “acertado que vuestra excelencia (el Virrey) se dignase escribir a don Cecilio López Sierra,
cacique de los indios guajiros, para que antes que se emprenda el buceo de perlas, amanece a
los indios magnates”.
Impedir que los magnates nativos de la Alta Guajira hicieran el trato ilícito con extranjeros fue
otra tarea que se encomendó al cacique Cecilio. Desde este punto de vista su vigilancia con su
pequeña escolta fue una constante en el desempeño de sus funciones. La idea era que el
cacique cortara el suministro de armas de fuego que los traficantes ingleses y holandeses
provenientes de Curazao y Jamaica daban a cambio a estos líderes nativos. Manuel Martínez
de Escobar, juez de de comisos en 1754, sostenía que “con cuya diligencia –la del cacique- se
logrará extinguir l continuo trato que ejercen los extranjeros en la costa, y periferia que uno y
otro tienen en sus tierras”.
Pero entre la normatividad y la práctica del papel que debía cumplir el cacique Cecilio no
necesariamente había una correspondencia. En efecto, Cecilio López supo aprovechar su
cargo, su parentesco nativo y grado de influencia en beneficios de su propios negocios y
actividades, uno de ellos el contrabando de negros esclavos y de hoja de coca, llamado hayo.
Reiteradamente se encuentran quejas en los documentos coloniales de las autoridades
hispanas porque el cacique poseía un “alto” número de piezas de esclavos negros que no
legalizaba, más aún, utilizaba su investidura para ocultar tal hecho. Así, por ejemplo, en 1753
las autoridades de Riohacha emitieron un decreto “a que se debe atender tuvo a bien el que se
le entreguen los tres esclavos-al cacique- y la negra, haciendo comparezca el fiadora otorgar la
escritura correspondiente a dicho cacique”. El testamento del cacique deja entrever que
negociaba y contrabandeaba con hayo, cuando existían plantaciones de hoja de coca en la
serranía de la Macuira. En diferentes ocasiones los intereses económicos del cacique chocaban
de manera frontal con lo” estipulado” por las autoridades hispanas, lo que ocasionaba una
especie de competencia jurisdiccional entre Cecilio López y los militares encargados del
“orden” en la provincia de Riohacha. En una ocasión la fricción se dio entre el cacique y el
comandante de la provincia, Antonio Lazcano y Naizca, cuando el primero se quejó ante el
Virrey de la siguiente manera:
Cecilio López, hábilmente había aprovechado el suceso con Pestaña para desplazarse a
España y proponerle personalmente a la corte del Rey, en asocio con un comerciante andaluz,
Don Bernardo Ruiz de Noriega, un proyecto para someter a los indios guajiros. En esa
oportunidad la Corte envió al cacique y su proyecto para el visto bueno del Virrey Solís, y que
él tomara la decisión final .Efectivamente Cecilio López se desplazó a Santa fe para proponerle
el proyecto a Solís, a quien había ignorado como conducto regular y máxima autoridad en el
virreinato. El mencionado proyecto consistía en que Cecilio López y su socio pacificarían la
península de la Guajira y ayudarían a extinguir el trato ilícito a cambio de que la Corona les
concediera un permiso para colocar un asiento de negros en Riohacha y traer de las colonias
vecinas de las Antillas harina para el consumo de toda la PROVINCIA. Finalmente el Virrey Solís
negó la aprobación del proyecto probablemente porque el cacique Cecilio no tenía ya un buen
ambiente en Santa Fe y porque no confiaban en su sinceridad. Sin embargo algunos años
después, en 1760, la Corona capitulaba con Bernardo Ruiz de Noriega las clausulas
mencionadas. Su aliado sería Cecilio López SIERRA, quien posteriormente se convirtió en su
compadre.
Pero el cacique Cecilio también actuó en defensa de la cultura nativa a costa de problemas
con las autoridades militares y religiosas, estas últimas en cabeza de los misioneros
CAPUCHINOS. En cierta ocasión, de las varias que tuvieron lugar entre el cacique y dichas
autoridades se encuentra una que sucedió en Bahía Honda, en la que su sobrino el indio
Bernardino Moscote, líder de ese territorio y que tenía dominio sobre el puerto, se negó a
pagar el quinto real por concepto de extracción de perlas a una tropa oficial encargarla de
cobrarlo; Moscote argumentaba que no pagaba el mencionado quinto porque la tropa
mantenía prisionero a un zambo de nombre Vicente González, protegido del cacique y que
residía también en el pueblo de Boronata; en esa oportunidad Cecilio intervino y salió en
defensa de su sobrino y del zambo, haciendo que éstos dos firmaran un recibo por 300 pesos
a cambio de la libertad de González, recibo que nunca tuvo efecto.
Este incidente calentó los ánimos de las autoridades reales y de las tropas hispano- criollas,
quienes plantearon que el cacique no cumplía sus funciones y entorpecía la labor de
pacificación. Cecilio López fue acusado en reiteradas ocasiones de haber influido
negativamente en la expedición militar que debió comandar el Coronel Joseph Benito Encio
con el objeto de castigar y someter a los nativos responsables del movimiento armado Wayuu
de 1769, en la que participaron también muchos parientes suyos. No menos conflictiva resultó
la relación del cacique con los padres capuchinos. En un informe solicitado por Juan Martínez
de Escobar, comandante de la provincia DE Riohacha sobre la situación en que se encontraban
las misiones, régimen y conducta de los indios que Vivian en ella, así como también si era o no
necesaria la presencia del cacique, los misioneros opinaron lo siguiente:
“En el pueblo de Boronata en donde tiene su residencia dicho cacique, es pública voz y fama,
que algunas veces les hacia concurrir- a los indios- a la doctrina, pero en los demás pueblos
apenas ha aparecido por ellos. A los quinto, sí ha consentido dicho cacique vivan, como lo
están en su ley y superstición comprando las mujeres por vacas y otros efectos, decimos que
así lo ha consentido,; a lo sexto y último, si reconocen por grave inconveniente el que dicho
cacique vuelva a estas cercanías en el entretanto que no se tenga la reducción de dichos
indios, respondemos: que si esta reducción no se empieza cuanto antes, de forma fuese voz de
destierro de esta provincia u otro castigo, de dicho cacique, antes de que se empiece dicha
reducción , peligran las vidas de muchos españoles que solitarios andan entre los indios; para
la de los mismos misioneros con pérdidas de bienes temporales por robos de dichos indios;
pero que si la reducción no se empieza antes, en ese caso, ni encontramos por inconveniente
que un hombre solo, que vive bien informado de las cosas y fuerza de nuestra católica
Monarquía, sirve de inconveniente; o lo contrario y menos si hubiese de quedar cacique
después de dicha reducción”.
Es claro que el cacique sabía que no podía entrar en contradicciones abiertas con sus parientes
y congéres nativos porque eso le hubiese significado un socavamiento desde las mismas bases
de su poder político que había logrado acumular por años, representado en redes que se
extendían incluso incluso hasta el Oriente de la península incluyendo a Maracaibo. Esto
también le permitió actuar como garante de lo étnico en las relaciones entre las tradiciones
wayuu y alijunas, un puente que garantizaba en últimas que el sustrato étnico no pereciera por
contacto cultural permanente. Él fue una de las claves de ese contacto y por tanto del proceso
de reconstitución étnica wayuu, que salió fortalecido.
El caso del cacique Cecilio López sirve además para mostrar entonces cómo un sujeto mestizo
con predominio étnico de la segunda mitad del siglo XVIII EN UNA ZONA DE FRONTERA COMO
LA Guajira, aprovecha la coyuntura política y económica del CARIBE PARA INTENTAR
SACENDER EN UNA SOCIEDAD JERARQUIZADA SOCIALMENTE COMO LA COLONIAL. El cargo de
Cacique Mayor le dio la posibilidad a Cecilio López Sierra de poseer un capital simbólico que le
permitía tener y defender un sentido del honor, una diferencia social por su cargo que tenía
en nombre del Rey y que obligaba a otros miembros de la sociedad a prestarle obediencia. L a
queja elevada por Cecilio al Virrey sobre el vilipendio y ajeo de que estaba siendo objeto por
parte del comandante Antonio Lazcano y Naizca muestra también el conflicto alrededor del
honor y el reconocimiento que el cacique vio afectados.
TORIBIO KAPAURINCHE
Para el año 1739, a poco más de doscientos años de la llegada de los primeros europeos a la
península de la Guajira, la situación sociopolítica de los Wayuu se mantenía igual. Sobre los
acontecimientos de aquella a época existe una reseña escrita, por el Capitán José Nicolás de la
Rosa, autor del libro “”Floresta de la Santa iglesia Catedral de Santa Marta”… los indios de la
nación Goajira, no hay entre ellos cacique ni señor por vínculo ni elección, y sólo lo es el que
posee mayor caudal, como el que hoy tiene el llamado Caporinche o Toribio que es la
interpretación de Capauriche. El líder Wayuu Toribio Capauriche, era y vivió en la provincia de
Ipapa, entre Bahía Honda y Chichivacoa, Toribio fue el líder Wayuu que le dio continuidad a las
luchas de” Arijira” o “Coquivacoa”.
Según Gustavo Hernández, historiador e investigador sobre la Guajira:”La guerra entre los
Wayuu y los españoles estalló en 1740 y al frente de los wayuu estaba el gran líder wayuu
Toribio el Capaurinche, la guerra culminó en un tratado de paz en 1760, la Corona española
pretendió designar al líder como General, éste no aceptó, pues el plan de los españoles era
llevar al cacique para Europa, pues habían advertido en el Wayuu un gran genio militar.
Capaurinche no la aceptó “soy el jefe de la Guajira” asintió.
Cuentan que un General llegó a la Guajira para enfrentar al gran líder Capaurinche, el español
venía de ganar muchas batallas con su ejército, un sargento le advierte al General
diciéndole:”¿Usted viene a enfrentar al gran CAUPORINCHE CON ESOS SOLDADOS?- El General
le replicó diciéndole: ¿Cómo?, Si yo soy un General que vengo de enfrentar a los Incas!- El
sargento una vez más le dice:”No, usted se va a enfrentar es al gran Cauporinche, que es el
mismo diablo”.
El General hizo caso omiso al sargento, y se enfrentó al líder Wayuu, quien en solo dos horas y
media, acabó con el ejército español, Capaurinche, hábil y astuto, preparaba el terreno para la
guerra, los españoles se vieron obligados a firmar la capitulación ante la derrota y la fortaleza
de los invencibles guerreros wayuu. Fue en ese momento que los españoles reconocieron el
liderazgo y el gobierno de la Guajira.
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Maracaibo, Venezuela
El líder Guajiro, Juan Jacinto Paredes, viajó a Curazao y fue recibido con honores de jefe de
Estado, fue allí a solicitar alianza y apoyo militar contra los españoles a favor de su pueblo
Wayuu.
“Para el año 1788, los españoles fortalecieron el pueblo de Bahía Honda con equipos de
defensa y ataque. Así mismo, Sinamaica recibe dotación en hombres y armas para repeler el
avance de los guajiros. Los misioneros expresaban que era: “La nación más perspicaz y viva que
nada se le ignora”.
En Cuba, existe una región en el Oriente de ese país, que se llama Guajira de Guantánamo, eso
se debe a que ahí fueron llevados y alojados los Wayuu rebeldes que fueron capturados por los
españoles, por orden del Virrey de Santa Fe de Bogotá.
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MARACAIBO-VENEZUELA.
YAUREPARA-YOULAPALA:
EL CACIQUE DE LA PAZ
El líder Yaurepara era nativo de un poblado cercano a Uribia, vivía en una ranchería que
inclusive la llamaron “Venezuela”, a él le tocó pelear y defender la zona de la Guajira que hoy
le corresponde a Venezuela, desde Cojoro hasta las serranías de Guana.
“El caudillo Guajiro Yaurepara, solicitó en el mes de julio de 1789, a las autoridades de
Sinamaica un pacto de paz y de no agresión, actuaron como mediadores el Virrey de Santa fe
de Bogotá y el Gobernador de Riohacha. Cuando se retiraron las tropas de Sinamaica,
Yaurepara las atacó sorpresivamente llevándose todo el ganado de los españoles.
Las sublevaciones de los Wayuu o Guajiros fueron numerosas y continuas en 1769, estalló de
nuevo la guerra, hubo 69 batallas incesantes, 60poblados Wayuu desaparecieron, hasta 1796,
cuando se firmó la capitulación de España, según el documento registrado en el Archivo
General Histórico de la Nación, que lleva por nombre”tratado de paz entre los indios Guajiros y
la Provincia de Venezuela”. “El acta de la Guajira” es un documento que está registrado en Rio
de Hacha, también en Santa fe de Bogotá allí se registró con la firma entre el Virrey y los
indios Guajiros, se llamó tratado de Paz, porque como tal fue una capitulación española,
cuando se tomó la ciudad de Rio de Hacha, por los indios Guajiros bajo el mando de los lideres:
el cacique Yaurepara, Juan Jacinto Paredes Epieyu, nativo de Chimare, el Gobernadorcito y el
capitancillo, estos cuatro líderes se unieron para esa batalla, con el apoyo de los soldados de
Aruba, Curazao y Bonaire.
Antonio Arévalo, dice en unos documentos que la Guajira jamás ha sido colonizada por España,
lo admiten ellos y lo Admitió la Corona española en varios documentos. El General Antonio
Arévalo, fue el último líder de la capitulación con el que pelearon las parcialidades Guajiras.
Para el año 1799, la nación Wayuu permanecía independiente.
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ACTA DE LA GUAJIRA (1796)
1-Que serían obligados al pago de las muertes hechas a los vecinos de Sinamaica durante la
guerra. En otra acta están los pagos de los 60 pueblos que arrasaron, que los mismos se
aceptarían la de su nación por los muertos en dicha villa por los españoles.
2-que no podían entrar los españoles en las denominadas villas con armas de ninguna clase, al
contrario, debían manifestar entrando sin ella en paz.
EL GUERRERO DE WALE`RÜ
Meregildo se destacó por defender la zona de la montaña, Guarero hasta las sabanas de
Jumapü, CON MÁS de 500 hombres armados con fusiles y flechas, durante la época del
ejército de independencia y en los tiempos de la federación, él conformó un ejército de
indígenas wayuu siendo muy joven. “Según las informaciones de viajeros del siglo XVIII y de
algunos Guajiros, varios linajes, eran catalogados como cosinas (kusina). Es el caso de los
sapuanas de Guarero…”, es decir en 1700,y “para la época de 1870, en adelante, Meregildo
Sapuana que siempre atacaba a las guardias y estaba establecido en Guarero (Walerü)”.
No hay datos que señalen la fecha de su muerte, probablemente haya muerto en el ataque
sorpresivo que se dio en Shurüliwou, sector de Guarero contra los Sapuanas a finales de 1800,
actualmente sus restos reposan aún en su cementerio antiguo llamado Wa´amoü, a unos
cuatrocientos metros del Liceo Francisco Babbini de Guarero y a escasos 100 metros del
Wapule de Juamana.
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COQUIVACOA
El navegante español Alonso de OJEDA Fue el primer Celta que pisó las costas de la Guajira a
fines del siglo XV, acompañado por Américo Vespucio y Juan de la Cosa, llegaron a tierra de
Guajiros, en su primer viaje y fueron saludados por el cacique de los indígenas Wayuu, Arijira,
de la tribu de los Ipuana…” (Tomado de la obra: La Guajira y su importancia, Autor: Dr. Manuel
Matos Romero).
Coquivacoa, fue el primer indígena que recibió a Alonso de Ojeda, en su primer viaje de
llegada, el 9 de agosto de 1499, en la península de la Guajira, cuando este venía recorriendo
las costas de Venezuela antes de entrar al lago de Maracaibo. Es posible que Coquivacoa.
Alonso de Ojeda, tuvo que llegar a las costas de la Guajira al quedar admirado por las
majestuosas montañas de la Macuira, allí le salió al paso el líder Wayuu Coquivacoa, originario
de ese lugar, SEGÚN LOS DOCUMENTOS HISTÓRICOS, ENTABLARON UN DIALOGO luego
recorrieron el bosque nublado de la serranía, Ojeda, prosiguió su expedición hacia el sur y
navegó hasta encontrarse con el lago de Maracaibo.
Alonso de OJEDA MANIFIESTA HABER HABLADO CON Coquivacoa, quien le indicó que él Arijira
o Coquivacoa, tenía bajo su gobierno y dominio todos los pueblos indígenas desde arriba de la
sierra nevada (Santa Marta), hasta la orilla del mar de las Antillas y por el otro extremo del rio
Magdalena, incluyendo los Macondos, estaban bajo el dominio del pueblo Wayuu (tomado de
la bitácora del barco de Juan de la Cosa que se llama Santa María)
Según Alonso de Ojeda y Américo Vespucio, Coquivacoa era un hombre alto y de anchas
espaldas, para el momento del encuentro lucía brazalete de oro, un collar del mismo material
en su pecho y un Wayuco de cuero, en sus piernas usaba hicos.
En el segundo viaje, Alonso de Ojeda entró en conflicto con el líder Wayuu, Ojeda quiso
ocupar el poblado indígena, pues había quedado prendado de la mujer de Arijira o Coquivacoa,
a quien secuestró y obligó a pagar un rescate cuantioso de collares de Tumas. Eso motivó la
guerra entre españoles y Guajiros.
Santa Cruz, fue atacada por Arijira o Coquivacoa con un gran número de Wayuu en 1545, el
alzamiento del pueblo Guajiro, hizo desaparecer la ciudad: caballos, vacas, burros, carneros,
cabras cochinos, que era parte de las tenencias de los españoles pasaron a manos de los
Wayuu.
Durante el ataque DE LOS guajiros, murió Juan de la Cosa, Alonso de Ojeda fue herido
mortalmente y se salvó milagrosamente al esconderse en un manglar, fue encontrado por un
sargento del ejército español. A partir de ese momento, Coquivacoa no dejó que los
españoles, por los menos durante los últimos25 ó 30 años, pudieran construir ningún tipo de
poblado sobre el territorio que él gobernó. Coquivacoa libró 4 guerras con los españoles
incluyendo el ataque contra la ciudad de Santa Cruz. La vida de Arijira, está ampliamente
descrita en un juicio que se celebró en Santo Domingo, contra Alonso de Ojeada, por Rodrigo
de Bastidas.
Desde 1499, existe una vieja disputa por los territorios conquistados entre Alonso de Ojeda
Fundador de Venezuela) y Rodrigo de Bastidas (Fundador en Colombia) en los territorios de
Coquivacoa, es decir la zona de la Guajira. Alonso de Ojeda, acusaba a Rodrigo de Bastidas de
haber construido la ciudad de Santa Marta en territorio conquistado por él (Venezolana), en el
juicio Alonso de Ojeda dice: “ que su región es toda aquella que controla el gran cacique
Coquivacoa desde el rio grande de Magdalena, hasta parte de Coro, y desde el mar, hasta la
sierra nevada de Mérida, o sea todo lo que controlaba y gobernaba el gran Coquivacoa.
El territorio que controlaba el gran Coquivacoa, abarcaba Maracaibo, porque en ella había un
cacique que se llamaba ”Maarakaaiya”, que gobernaba dentro de Maracaibo, siguiendo
instrucciones del cacique Arijira o Coquivacoa.
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AKUORO, MANAURRE
Fue un aguerrido Cacique llamado Manaure, no el de Maracaibo, Akuoro murió a fines del año
1646, prisionero en una mazmorra del castillo SAN JORGE de RIOHACHA, Donde fue recluido
por orden del gobernador colonial de la provincia, Vicente de los Reyes Villalobos.
2004