Lectura Complementaria 4
Lectura Complementaria 4
Lectura Complementaria 4
Sánchez y Nicolás Liendo; autores Sergio Ángel … [et al.] – Bogotá: Universidad
Sergio Arboleda, 2020.
305 p.
ISBN: 978-958-5511-97-2 (.pdf )
1. CIENCIAS POLÍTICAS - MANUALES 2. RELACIONES INTERNACIONALES
– MANUALES I. Ángel, Sergio II. Sánchez, Fabio, comp. III. Liendo,
Nicolás, comp. IV. Título
320 ed. 22
LA REPRESENTACIÓN
POLÍTICA
Rodrigo Losada*
José Rivas**
Introducción
Desde el nacimiento del gobierno representativo en los
siglos XVII y XVIII, la representación política ha estado
estrechamente ligada a la democracia. El Parlamento in-
glés creado en el siglo XIII fue el primer órgano represen-
tativo, aunque no democrático, de la historia (Maddicott,
2010). Sin embargo, se podría decir que ya a finales del
siglo XVI comenzaron a celebrarse en Inglaterra las pri-
meras elecciones libres tras un acuerdo entre el Parlamen-
to y los aspirantes a la Corona; en este momento surgen los
primeros equipos de campaña o comités electorales que
son el germen de los partidos políticos y nace la represen-
tación política.
Todas las democracias modernas son, en la prácti-
ca, democracias representativas, es decir, cuentan con
instituciones, como el parlamento, el sistema electoral
*
Investigador Emérito. Grupo de Análisis Político (GAP), Escuela
de Política y Relaciones Internacionales, Universidad Sergio
Arboleda. Correo electrónico: rodrigo.losada@usa.edu.co
**
Profesor Asociado. Grupo de Análisis Político (GAP), Escuela
de Política y Relaciones Internacionales, Universidad Sergio
Arboleda. Correo electrónico: jose.rivas@usa.edu.co orcid.
org/0000-0002-5115-8022
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o los partidos políticos, ausentes en las democracias antiguas, sin las cuá-
les la Ciencia Política contemporánea no las llamaría democracias. Pero,
¿qué es la representación política? ¿Hay distintas concepciones de la
representación? ¿Cuáles son los principales enfoques teóricos en el estudio de
la representación? ¿Cómo es la relación entre democracia y representación?
¿A qué nos referimos cuándo hablamos de crisis de representación?
El objetivo de este capítulo es proporcionar al lector unos lineamientos
generales sobre la representación política a través de los cuáles sea capaz de
responder a todas estas cuestiones. Para ello, primero se realiza una revisión
de la literatura sobre este concepto, poniendo énfasis en su origen histórico y
en los distintos enfoques teóricos en el estudio de la representación; a continua-
ción, se profundiza en la compleja relación entre representación y democracia;
más adelante, a través del estudio de los casos de Chile y España, se aborda
la crisis de representación que experimentan las democracias actuales y que
está vinculada, en buena medida, con la crisis de los partidos políticos; por
último, siguiendo las opiniones mayoritarias de la disciplina, se plantean unas
reflexiones finales en las que se aboga por el fortalecimiento de los partidos con
el argumento de que estos llevan a cabo dos funciones esenciales para el buen
funcionamiento de la democracia representativa: de articulación de intereses
y demandas sociales, ya que ejercen de intermediarios entre la ciudadanía y
las instituciones políticas; y de salvaguardia del régimen democrático, porque
generalmente actúan como un filtro que complica la llegada de candidaturas
antidemocráticas a la competencia electoral. Cabe advertir no obstante que
en los últimos treinta años algunos autores (Cohen y Sabel, 1997; Wolff, 1998;
Elster, 2001; MacPherson, 2003) han cuestionado este punto de vista
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La representación política
1
Se excluían a mujeres, extranjeros y esclavos (Manin, 2017).
2
Algunas pocas magistraturas también eran seleccionadas por elección.
3
Conviene señalar que gracias a la invención de la imprenta en el siglo XV se facilitó la
difusión de los libros, y que a partir del siglo siguiente la gente más ilustrada comenzó
a tener acceso a esos escritos.
4
La Reforma protestante en el siglo XVI y la conformación de la Iglesias nacionales en
el marco de los Estado absolutos un siglo después ya había mermado parcialmente el
importante papel que el Papado había tenido durante la Edad Media (Weber, 1998).
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Tabla 1
Formas de gobierno, criterios de selección y ejercicio del poder a lo largo de la historia
Ejercicio del Rey (monarquía), nobles Rey, señores feudales Rey, representantes
poder (aristocracia) o pueblo y Papa del pueblo
(democracia-república)
población de los Estados liberales y se fue extendiendo gradualmente desde finales del
siglo XIX.
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Tabla 2
Dimensiones de la representación
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Tanto Burke como más adelante John Stuart Mill (2007) consideraron que, si bien el
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Esta idea de representación había sido formulada por John Adams en 1776: “La
principal dificultad estriba en la asamblea representativa, por lo que hay que poner
el máximo cuidado en su constitución. Deber ser un cuadro en miniatura exacto del
pueblo en su totalidad. Debe pensar, sentir, razonar y actual como él” (Adams, 1850,
p. 195).
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Su principal defensor fue Carl Schmitt (2011), que definió la democracia como la
identidad entre gobernantes y gobernados.
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Tabla 3
Enfoques teóricos en el estudio de la representación
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Representación y democracia
A grandes rasgos se pueden identificar tres diferencias entre la democra-
cia clásica y el gobierno representativo (Tabla 4). La primera y más evidente
es la relativa al principio de representación: en Atenas el pueblo, reunido
en asamblea, participaba directamente en la toma de decisiones políticas10,
mientras que en el modelo propuesto por el liberalismo, como apunta Madi-
son (2010), el pueblo está totalmente excluido “de cualquier participación en
el gobierno” (p. 270) y son sus representantes los encargados de administrar-
lo. En otras palabras, en el gobierno representativo los representantes tienen
un mandato libre de los representados por lo que deben tomar las decisiones
Aunque, como advierte Manin (2017), “en la democracia ateniense (…) el pueblo no
10
ejercía todos los poderes; ciertos poderes importantes e incluso parte de los poderes
decisivos, pertenecían a instituciones que eran de hecho, y así eran percibidas, como
no identificables al pueblo” (p. 39). A diferencia de lo que ocurría en la asamblea,
en el consejo de magistrados (Boulé) y los tribunales los ciudadanos no participaban
directamente sino que sus miembros eran reclutados por sorteo.
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Tabla 4
Diferencias entre democracia clásica y gobierno representativo
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El artículo 7 de la referida Constitución dispone: “Los representantes designados en
los departamentos no serán representantes de un determinado departamento, sino del
conjunto de la nación, no se les puede imponer mandato alguno”.
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Como recuerda el propio Manin, esto ya lo habían advertido antes pensadores como
Aristóteles, Montesquieu y Rousseau, pero ninguno de ellos explicó por qué.
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de distinción. Para defender esta idea recurre a dos argumentos, uno filo-
sófico y otro de naturaleza histórica. Con relación al primero, este autor
sostiene que “hay ciertos elementos intrínsecos al método electivo que tie-
nen consecuencias no igualitarias y llevan a que los elegidos sean de algún
modo superiores a los electores” (Manin, 2017, p. 167). Los electores tienden
a elegir candidaturas que poseen características poco comunes y valoradas
positivamente por la comunidad; estas cualidades no son objetivas sino que
dependen de la percepción de los votantes y varían en función del contexto
espacial y temporal. Sin embargo, hay una característica que da ventaja a
unas candidaturas sobre otras: la riqueza. El proceso electoral favorece a los
sectores más pudientes económicamente bien porque la riqueza permite un
mayor desembolso en la campaña, o bien porque las candidaturas “están
más inclinadas a pedir a los ricos que a los pobres con el fin de financiar sus
gastos electorales”13 (Manin, 2017, p. 179).
En cuanto al argumento de tipo histórico, Manin señala que, en su ori-
gen, el gobierno representativo reconoció el sufragio a un porcentaje redu-
cido de la población. En el parlamentarismo liberal de los siglos XVII y
XVIII en Inglaterra, y en menor medida en Estados Unidos y Francia, los
artífices de las instituciones representativas establecieron el sufragio censi-
tario, condicionando el voto a atributos como la riqueza, la educación o la
propiedad de la tierra. La elección se utilizó como un mecanismo para selec-
cionar a un gobierno de notables (Thaa, 2016; Carballo, 2018). Es necesario
aclarar que en esa época los gobiernos prestaban escasos servicios públicos y
se ocupaban sobre todo de garantizar el orden interno, defender las fronteras
del país y apoyar con infraestructuras a los comerciantes (Anderson, 2013).
Con la extensión del sufragio universal y la aparición de los partidos de
masas a finales del siglo XIX nació la democracia de partidos que, si bien
no acabó con la naturaleza aristocrática de la elección, trasladó el foco de
atención de las candidaturas a los partidos y permitió el acceso a la política
de “facciones de clase tradicionalmente excluidas” (Carballo, 2018, p. 161).
Sin embargo, a partir de la década de 1960 se estableció el modelo de demo-
cracia de audiencia, que se consolidó a finales del siglo pasado, y en el que los
Manin (2017) sugiere que esta consecuencia oligárquica de la elección podría eludirse
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Reflexiones finales
La representación política, entendida como la elección de representan-
tes por la ciudadanía a cambio de que estos rindan cuentas ante ella, pero
también como identidad (ideológica y sociodemográfica) entre gobernantes
y gobernados, es el pilar de la democracia moderna. Durante mucho tiem-
po, sobre todo Occidente, la representación se sostuvo gracias a la relación
de confianza que hubo entre la ciudadanía y los partidos políticos. Estos
últimos jugaban un papel fundamental en el gobierno representativo ya
que, en palabras de David Easton (1979), ejercían como verdaderos canales
de transmisión entre la sociedad y el Estado. Sin embargo, actualmente
los partidos están experimentando una crisis de confianza a nivel global
debido al alejamiento recíproco entre estas organizaciones y la ciudada-
nía. Esto ha provocado cambios profundos en las democracias contempo-
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Palabras clave
Crisis de representación, democracia, partidos políticos, clivajes sociales,
sistema electoral
20
Véase Cohen y Sabel (1997), Wolff (1998), Elster (2001) y MacPherson (2003).
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Preguntas
1. ¿Qué es la crisis de representación?
2. ¿Cómo afecta la crisis de representación al desempeño de los sistemas
democráticos?
3. ¿Qué es la desafección política?
4. ¿Cuáles son las consecuencias de la crisis de representación?
Estudio de caso
La crisis de la representación que experimentan las democracias con-
temporáneas se relaciona las concepciones liberal y sustantiva de la repre-
sentación política. Si bien es cierto que el procedimiento electoral como
mecanismo de selección de cargos políticos tiene hoy mucha aceptación so-
cial, tanto así que la elección es la fuente de legitimidad de la mayor parte
de los gobiernos contemporáneos (incluso de las dictaduras), la concepción
liberal de la representación, fundamentada en el mecanismo de la elección
no es suficiente para garantizar que la ciudadanía se sienta representada
ya que, como ya se dijo, el contexto de hoy es totalmente distinto al que
había en los siglo XVII y XVIII en Europa cuando nació el gobierno re-
presentativo.
Actualmente, los electores no se conforman con autorizar a través del
voto y esperar que sus representantes rindan cuentas ante ellos, sino que
exigen al régimen democrático resultados que se correspondan con sus
expectativas, y sienten que es más probable que esto ocurra cuando sus
representantes se parecen social o ideológicamente a ellos. No se trata de
un capricho, sino de una exigencia válida. A la hora de depositar el voto,
el ciudadano identifica al representante de su preferencia porque percibe
en él una serie de valores, principios, creencias y, en ocasiones, rasgos so-
ciodemográficos, y espera que estos se reflejen en su posterior conducta en
el seno de las instituciones. El incumplimiento de sus expectativas puede
provocar en ellos desafección política, falta de apoyo al régimen demo-
crático, insatisfacción con la democracia, descontento político, pérdida de
confianza en las instituciones (especialmente en los partidos políticos), o
percepción de no ser correctamente representado, todos ellos fenómenos
asociados a la crisis de representación (Montero, Günther y Linz, 2007;
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