Dogmática Jurídica Penal
Dogmática Jurídica Penal
Dogmática Jurídica Penal
CAPÍTULO SEGUNDO
I.PLANTEAMIENTO
[69]
a) Influencia alemana
Dentro del pensamiento clásico alemán, Johann Paul Anselm Ritter von Feu-
erbach (1775-1883), constituye uno de los principales impulsores de las ideas
liberales en el Derecho penal. Planteaba que cualquiera que sea la posición
externa en que un ser humano se encuentre, sigue siendo libre, porque el
hombre aun y cuando tenga calidad de esclavo no por eso pierde su condi-
ción de ser humano. Estableció las condiciones bajo las cuales el Estado
puede intervenir en la esfera del ser humano y una limitación importante
que precisó, fue separar al Derecho penal de todo contenido moral.
1 Así, ZAFFARONI, Eugenio Raúl; ALAGIA, Alejandro; SLOKAR, Alejandro: Derecho penal,
parte general, Porrúa, México, 2001, pp. 256 y ss.
2 Vid. BERDUGO GÓMEZ DE LA TORRE, Ignacio; ARROYO ZAPATERO, Luis; GARCÍA RI-
VAS, Nicolás; FERRÉ OLIVÉ, Juan Carlos; y SERRANO PIEDECASAS, José Ramón: Lec-
ciones de Derecho penal, parte general, Praxis, Barcelona, 1996, p. 65.
b) Influencia italiana
4 BECCARIA (Cesar Bonesano): Tratado de los delitos y de las penas, sexta edición facsi-
milar, (Imprenta de Albán: Madrid, 1822), Porrúa, México, 1995, pp. 5 y 45.
fico, puso de relieve las limitaciones del iusnaturalismo. Así, planteó que el
derecho a punir es legítimo en la sociedad porque la ley natural atribuyó
derechos al hombre y quiso que se les respeten, y ello no podría conseguir-
se de otra manera que armando a la sociedad de la fuerza de la coacción y
de la sanción que le faltan a la ley moral.5 No obstante, también trató de li-
mitar la rigidez del positivismo jurídico imperante en su tiempo. En este
sentido, estableció que la ley positiva de un Estado no está en la corteza de
las palabras con las cuales fue expresada, sino en el concepto y el espíritu
que les dio vida.6 Bajo esa línea de pensamiento se concretó a realizar es-
tudios de carácter técnico-jurídico.
cit., p. 65.
8 CARRARA, Franccesco: Derecho penal, op. cit., p. 29.
c) Influencia española
9 Vid. LARDIZÁBAL Y URIBE, Manuel: Discurso sobre las penas, primera edición facsimilar
(primera edición: Madrid, 1782), prólogo de Javier Piña y Palacios, Porrúa, México, 1982,
p. 21.
10 Vid. Ibid., p. 60.
cit., p. 69.
La materia, objeto y sustancia del Derecho penal es el delito. Las leyes pe-
nales giran en torno a él. Aunque el Derecho penal se pueda singularizar
por la peculiaridad de sus consecuencias jurídicas (penas y medidas de se-
guridad), éstas son aplicables a un suceso concreto: el delito, por lo que su
análisis amerita especial atención. En este apartado nos enfocaremos en
su estudio desde una perspectiva jurídico-penal; es decir, nos referiremos
al estudio dogmático del delito. En el estudio jurídico del delito se dio una
evolución: de la formulación de conceptos unitarios a estratificados:
14 Vid. ZAFFARONI, Eugenio Raúl: Manual de Derecho penal, parte general, Cárdenas edi-
tor, México, 1994, p. 336.
15 Cfr. Ibid., pp. 36 y 37. Pone un ejemplo para clarificar este concepto: cuando referimos
que la cebra es un caballo con rayas, se está dando un concepto estratificado. Pero lo
estratificado es el concepto de cebra, más no la cebra misma. Es decir, que la cebra no
se compone de un animal, un caballo y unas franjas; esos no son elementos de la cebra,
sino de su concepto elaborado analíticamente. La cebra es toda una unidad. Los planos
no se encuentran en la cebra, sino en su análisis del cual obtenemos su concepto. Así,
aclara que lo mismo pasa con el delito, bajo un concepto analítico se van anunciando sus
De esta forma, la teoría del delito reúne en un sistema los elementos que a
partir del Derecho positivo son aplicables a todos o a ciertos grupos de de-
litos. Tiene un objetivo teórico: la búsqueda de los principios fundamenta-
les del Derecho penal positivo y su articulación o congruencia con un siste-
ma. Pero ello no implica que la doctrina esté imposibilitada para elaborar
una teoría del delito con cierto margen de libertad. Por el contrario, preci-
samente a través de la dogmática jurídica se facilita el análisis crítico y la
evolución teórica.
Es tarea de la teoría general del delito, ordenar los conceptos legales y abs-
tractos, para ponerlos en conexión. No debe limitarse a exponer sus prin-
cipios uno junto el otro, sino integrar un conjunto de conocimientos en un
todo ordenado, con una conexión interna y en concordancia con un siste-
ma.17 Ahora, podríamos preguntarnos, ¿por qué la teoría del delito debe
tener una congruencia con un sistema? Esto es importante precisar porque
le dará sustento a la finalidad del presente capítulo: Cuando se elabora un
análisis dogmático, se hace atendiendo a un orden jurídico global, porque
las normas penales no se encuentran aisladas de un contexto jurídico ge-
neral, sino en completa armonía. Se tiene como primer sustento, un orden
constitucional bajo el cual la teoría del delito debe construirse a través de
ciertos criterios y bases a seguir. A la forma de integrar esos criterios o ba-
ses se le identifica como sistemática. De esta manera, podríamos definir a
la teoría del delito como la construcción dogmática elaborada de manera
caracteres, formando planos diversos, niveles o estratos conceptuales, pero el delito si-
gue siendo una unidad y no una suma de sus componentes.
16 Vid. ROXIN, Claus: Política criminal y estructura del delito, (elementos del delito en base
en la política criminal), trad.: Juan Bustos Ramírez y Hernán Hormozábal Malarée, PPU,
Barcelona, 1992. Por ello, aclara que la dogmática penal tiene injerencia en un ámbito
fundamental: la teoría del hecho punible (teoría del delito).
17 Vid. Ibid., p. 36.
18 Vid. SAINZ CANTERO, José A.: Lecciones de derecho penal, parte general, segunda
edición, Bosch, Barcelona, 1989, p. 65. Establece que la separación palpable entre el
dogmático y el práctico, es reprochable a ambos. Al científico, por haber olvidado que
hay una práctica; que debe haber un contacto directo con la realidad. Y el práctico, por-
que ha adoptado una postura de desprecio o indiferencia por los estudios dogmáticos.
Pero que también le es achacable responsabilidad al legislador, cuando elabora la ley sin
realismo y utilidad. NOVOA MONREAL, Eduardo: La evolución del Derecho penal en el
presente siglo, Editorial Jurídica Venezolana, Caracas, 1977, p. 45. En relación con los
dogmáticos que se abstraen de la realidad, afirma: “son verdaderos gimnastas intelec-
tuales que ejercen en el vacío, los cuales se caracterizan por sumergirse en una progre-
sista complicación de sus elaboraciones abstractas, en la agudización de discusiones tan
inútiles como extravagantes y en una ciega y gradual desconexión con la realidad, con
deplorables consecuencias por los que se refiere a alcanzar el verdadero y único fin del
derecho penal”.
Vid. BALDÓ LAVILLA, Francisco: “Observaciones metodológicas sobre la construcción de
la teoría del delito”, en: Política criminal y nuevo Derecho penal (libro Homenaje a Claus
Roxin), Bosch, Barcelona, 1997, p. 358. Al abordar el tema del sentido práctico de la teo-
ría del delito, se basa en Larenz, al definir que el derecho es desarrollado por el legisla-
dor, por los tribunales y por la ciencia del derecho.
19 Vid. ARROYO ZAPATERO, Luis: “Fundamentos y función del sistema penal: el programa
1987, p. 1. Plantea que “no hay nada tan político como el Derecho, aunque nace con la
vana pretensión de despolitizar la materia que toca”.
22 Vid. GONZÁLEZ DE LA VEGA, René: Política criminológica mexicana, op. cit., p. 75.
23 Plantea Duverger [referido por CRUZ REVUELTAS, Juan Cristóbal: Qué es la política (an-
tología de los mejores textos modernos), Cruz O, México, 1994, p. 10], apoyándose en
Duguit, que en la base del fenómeno del poder, se encuentran por un lado los que dan
órdenes, los que mandan, los que dirigen; y por el otro, los que obedecen, los que si-
guen, los que sufren.
24 Ibid., p. 19.
25 Vid. HELLER, Herman: El sentido de la política y otros ensayos, Pre-Textos, Valencia, 1996,
Para poder alcanzar sus propósitos, la política criminal debe asumir crite-
rios o principios dentro de determinados límites y permanecer acorde con
el contexto de la política general estatal. Toda Constitución consagra un
modelo de Estado y lleva intrínseca una ideología determinada. Dentro de
esa ideología se construyen las bases para la orientación política general y
consecuentemente, para el establecimiento del rumbo político criminal.26
tarea propia del derecho sería desplazar la violencia sustituyéndola por el reinado de la
equidad y de la Ley. Y en caso de no poderse excluir la violencia, el derecho tendría por
misión dulcificar y humanizar su ejercicio (...) Esta visión del derecho es completamente
ideológica (...) lejos de constituir una alternativa diferente al poder, el derecho se define
esencialmente como un modo de codificación del poder y, por tanto, como uno de los
dispositivos o instrumentos (...) por lo que toca a la violencia, el derecho, lejos de excluir-
la, la presupone por lo menos como última ratio.”
26 Vid. SAINZ CANTERO, José A.: Lecciones de derecho penal, op. cit., pp. 91 y 92.
27 Vid. Ibid., p. 91. Precisa que después de Feuerbach, la expresaron en el siglo XIX, Henke,
No existe una política única. Cada Estado la diseña en los diversos temas:
en materia social, de salud, educación, economía, etc. También lo hace por
lo que respecta a la criminalidad, en el campo legislativo, ejecutivo y judi-
cial. Además, se manifiesta en las instancias concretas de actuación de los
operadores sociales, como los órganos policiales, el sistema penitenciario,
etcétera. 33
édito entregado por el autor a propósito de los VI Cursos de Postgrado en derecho, po-
lítica y criminología, de la Universidad de Salamanca, trad.: Marisela Pérez Lugo y Patricia
Chiantera, enero de 1999, p. 1. Establece que la política criminal es un concepto com-
plejo. Que la univocidad de su finalidad merece aclarar lo que hasta hace poco tiempo
venía siendo entendida como aquella que sirve para controlar la criminalidad, es decir,
reducir el número de infracciones a la ley penal. Pero que el avance de la investigación
en el terreno de la victimología ha ampliado el campo de acción por lo que respecta a la
prevención de la delincuencia. También hay que añadir al menos potencialmente, el ob-
jetivo de controlar sus consecuencias. Que la complejidad del concepto política criminal
se traduce en un concepto problemático; es una totalidad más vasta y compleja de la
especie política penal.
Bajo este esquema, es importante hacer énfasis en la distinción existente entre dos
aspectos: la seguridad y la política social. Hay una yuxtaposición a partir de un carácter
ideológico. En el contexto de la política criminal, el sustantivo seguridad lo encontramos
frecuentemente acompañado de un adjetivo: seguridad nacional, pública o urbana; ésta
se traduce en un discurso encaminado no precisamente a la seguridad de los derechos
de las personas, independientemente del grupo social al que pertenezcan, sino de la
seguridad de la nación, de la comunidad estatal o de la ciudad. De esta manera, la doc-
trina de la seguridad nacional, cobra importancia en América Latina en los años setenta
y ochenta, a partir del uso del narcotráfico, de los análisis de Carl Schmidt sobre la lucha
existencial entre amigos y enemigos degenerándose en sistemas pensados fuera de la
legalidad constitucional, creándose un verdadero terrorismo de Estado. La seguridad
estatal, se representa en el continuo compromiso entre la tradición liberal y la tradición
autoritaria; entre un Estado de Derecho y un Estado policía o de la prevención; entre po-
lítica del Derecho penal y política de orden público. En cuanto a la seguridad urbana, es
el reflejo de dimensión local de la política criminal, favoreciéndose la sinergia de disci-
plinas y organizaciones distintas, destinadas a propiciar el disfrute y protección de dere-
chos, con respecto a cualquier agresión o incumplimiento por parte de otras personas
físicas que ejercen poderes de hecho o de Derecho en un espacio territorial. (Vid. idem.
pp. 2 y 3).
35 Vid. SANDOVAL HUERTAS, Eduardo: Sistema penal y ciminología crítica, Temis, Bogotá,
1985, p. 1.
36 Vid. GARCÍA-PABLOS DE MOLINA, Antonio: Criminología, op. cit., p. 20.
37 Vid. Ibid., p. 80.
38 Vid. BARATTA, Alessandro: “La política criminal…”, op. cit., p.5. Aclara que, en los pri-
meros decenios del siglo XX, la criminología positivista se afirmó como una teoría etio-
lógica y como teoría tecnológica de la política criminal. Ha contribuido –junto con la doc-
trina penal– a la constitución de un primer modelo integrado de la ciencia penal.
tivo del sistema penal.39 Fue así, como surgió la criminología crítica. Asume
como punto de partida la reacción social, y a partir de ahí al delito y al de-
lincuente. Se involucra en el ámbito legislativo, judicial y ejecutivo. Más aún,
Pretende llegar a la comprensión de la sociedad y de sus métodos.40 En
otras palabras: la criminología crítica no sólo describe, también cuestiona.41
39 Vid. Idem. También: LARRAURI PIJOAN, Elena: La herencia de la criminología crítica, Si-
glo XXI editores, Madrid, 1991, pp. 25 y 55.
40 Vid. GARCÍA RAMÍREZ, Sergio: “Panorama de la justicia penal”, en: La ciencia del dere-
cho durante el siglo XX, UNAM, México, 1998, pp. 715 y 716.
41 Vid. Idem. También vid. BARATTA, Alessandro: Criminología crítica y crítica del Derecho
penal, Siglo XXI editores, México-España-Argentina-Colombia, 1986, p. 169. Critica al
Derecho penal en el sentido de que no defiende a todos y sólo los bienes esenciales en
los cuales están interesados por igual todos los ciudadanos. Y que cuando castiga las
ofensas o los bienes esenciales, lo hace con intensidad desigual y de modo parcial.
42 Vid. BERGALLI, Roberto: Crítica a la criminología, Temis, Bogotá, 1982, p. 11.
43 Vid. GARCÍA PABLOS-DE MOLINA, Antonio: Criminología, op. cit., p. 34.
44 Vid. PINATEL, Jean: La sociedad criminógena, Colección Aurióan Aguilar, trad.: Luis Ro-
dríguez Ramos, Madrid, 1979, (edición original: Calmann-Lévy), 1971, Paris. p. 7.
45 Vid. GARCÍA-PABLOS DE MOLINA, Antonio: Criminología, op. cit., pp. 20-23.
46 Vid. BUSTOS RAMÍREZ, Juan; BERGALLI, Roberto; y MIRALLES, Teresa: El pensamiento
Por otra parte, tanto la criminología como la política criminal, estudian la le-
gislación desde una perspectiva política atendiendo a los fines del Estado.
Además, hacen la crítica para proporcionar la reforma del Derecho penal en
general. Así, la política criminal aborda las estrategias a adoptar dentro del
Estado, respecto de la criminalidad y el control. Por su parte, la criminología
aporta material a la política criminal, para configurar sus estrategias.50
48 Vid. MUÑOZ CONDE, Francisco: Introducción al Derecho penal, Bosch, Barcelona, 1975,
p. 103. Ejemplifica al respecto, en el sentido de que por muy lejos que lleguen los cono-
cimientos criminológicos, nunca se podrá determinar con base en ellos, dónde comien-
za la tentativa y termina la preparación del delito; cuándo es punible la comisión impru-
dente de un delito y cuándo no; cuándo existe concurso de leyes y cuándo concurso de
delitos, etc.
49 Vid. Idem.
50 Vid. Ibid., p. 25.
51 En el mismo sentido, vid. VIDAURRI ARÉCHIGA, Manuel: “Criminología, política criminal