07 - El Renacimiento en España
07 - El Renacimiento en España
07 - El Renacimiento en España
En los inicios del siglo VIII (701) los árabes invaden la península ibérica mientras los
españoles se retiraban al norte del país. Los grandes Señores luego de perder sus
propiedades también perdieron su poderío político, mientras los campesinos se vieron
con ciertos derechos cívicos y organizaron los destacamentos guerrilleros para la
defensa del país a lo largo de ocho siglos de guerra libertadora que tuvieron que
enfrentar para la reconquista de su suelo y su identidad cultural.
Era entonces el verso viril y apasionado una de las armas que encendían el
sentimiento patriótico de los españoles.
Todo este período heroico español culminó con la expulsión de los árabes en 1492,
pero en la medida en que el invasor iba siendo expulsado, la Nobleza dejó de
prescindir de la ayuda de los campesinos con el objetivo de ponerlos nuevamente bajo
su dominio privándolos así de las conquistas que habían obtenido.
Estas razones condujeron a motines rurales y levantamientos urbanos que iban contra
los Señores, oportunidad que aprovecharon los Reyes poniéndose a favor de las
masas democráticas para maniatar y restar poder a los Nobles y Señores Feudales.
Pero esta alianza entre el Poder Real y el pueblo fue solo transitoria pues una vez que
los Señores rebeldes y poderosos depusieron las armas, la alianza cesó, ya que los
Reyes españoles solo pensaban en los intereses de la Corona, la Iglesia y la Nobleza,
por lo que el proceso español puso frenos al desarrollo de la naciente burguesía, la
que se vio imposibilitada de desarrollarse
económicamente pues coincidentemente con la expulsión de los árabes se produce el
descubrimiento del Nuevo Mundo (1492) y el oro extraído de sus territorios frenó el
comercio y el desarrollo industrial español.
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Mientras los Reyes Católicos realizaban esta política, en los demás países aledaños
se desarrollaban y transformaban las ciencias; progresaban las matemáticas, daban
un gran paso las humanidades, la geografía, la astronomía; se realizaban grandes
descubrimientos. La introducción de la Imprenta en varias regiones de España en
1470 posibilitó la publicación de libros que se traducían del latín y del italiano, del
árabe y del griego. Se fundaban universidades y se llamaban a eruditos y pedagogos
extranjeros para recibir de ellos sus conocimientos.
La reina Isabel mucho tuvo que ver con el desarrollo de la literatura española dado
por su gusto por la cultura; protegía a los hombres de letras al mismo tiempo que
cerraba el acceso del pueblo a la cultura.
El hecho literario más notable del siglo XV y que le imprime un carácter a toda esta
época, es el predominio de la influencia de la cultura italiana, por tres escritores,
fundamentalmente, Dante, Petrarca y Boccacio.
En España el HUMANISMO es más tardío que en el resto de Europa, por ser este
un movimiento de la joven burguesía europea, principalmente la italiana, y en España
la burguesía no alcanzó ese auge ni en el siglo XV ni en el XVI.
La corriente humanista fue apareciendo a lo largo del siglo XV y en su último tercio fue
que llegó a alcanzar algún desarrollo gracias a la protección de la corte y a la
comunicación con los humanistas llegados a la península ibérica desde Italia. Otro
hecho significativo en este período renacentista es que los letrados y cultos, escritores
y poetas (los clérigos de los siglos XII y XIII), ahora ya no serán estos eclesiásticos
sino hombres laicos, nobles y burgueses.
Habrá en el teatro español una fuerza inexorable como el Hado antiguo que todo lo
somete y al que se le inmola todo: será el Honor.
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No obstante, el arte que preside el siglo XVII español reflejará una profunda crisis
espiritual dada por la decadencia económica de esta nación que había llegado a ser la
primera del mundo tras las conquistas de los territorios americanos. El golpe propinado
por los ingleses a la Armada Invencible resultó ser el más espectacular y demoledor
de aquella prosperidad.
Cervantes observaba con aguda mirada que el aferrado espíritu feudal que se vivía
frenaba el desarrollo del país; mientras que Quevedo se desgarraba al ver las ruinas
en que se convertía la nación.
Fue Lope de Vega el creador de un nuevo teatro en dicho “Siglo de Oro” al asimilar los
aportes de las figuras que le antecedieron.
La tónica del teatro del “Siglo de Oro” es esencialmente barroca, matizada por la
mencionada crisis espiritual que se vivía.
Para el artista Barroco el universo es una realidad infinita. Lo subjetivo, para estos
artistas, será siempre lo primario.
Aquél hombre del siglo XVII se debate entre el pesimismo y la inseguridad a partir de
los nuevos planteamientos de Nicolás Copérnico, al saberse que la tierra ya no es el
centro del Universo, sino una parte ínfima de él. El hombre comienza a saberse
empequeñecido y quiso entonces dominar ese Universo y tuvo necesidad de crecer
en orgullo y ganar confianza sobre sí mismo.
- Gusta de la libertad.
- Desobedece las reglas y las medidas exactas, rechaza lo sobrio, lo
tradicionalmente considerado racional.
- Se manifiesta de forma irracional, de ahí que el Barroco pueda ser naturalista y
antinaturalista; clasicista y anticlasicista (respeto a las leyes aristotélicas o no,
uso del verso o la prosa).
- El Barroco se manifiesta en todos los géneros literarios (la dramaturgia, la
poesía, la narrativa), en la arquitectura, la pintura, la escultura y la música, por
lo que es uno de los estilos artísticos más ricos y complejos.
El teatro de la época de oro en España se puede estudiar a partir de las figuras del
gran Lope de Vega y de Calderón de la Barca.
Los autores de la Escuela de Lope de Vega (sus seguidores más inmediatos): Tirso
de Molina, Vélez de Guevara, Juan Pérez de Montalbán, Guillén de Castro, Mira de
Amescua y Ruiz de Alarcón.
Posteriormente tendremos la figura del gran Pedro Calderón de la Barca, que tendrá
como seguidores de su estilo a: Rojas Zorrilla, Agustín de Moreto, Cubillo de Aragón y
Bances Candamo.
Pertenecen a Juan del Encina, padre del Teatro Español, dos buenos ejemplos que
ilustran esta aseveración; su Auto del Repelón (de carácter religioso) y su Égloga de
Fileno y Cardonio (de un carácter popular). Al observar esta gran diferencia no
podemos olvidar un elemento esencial en la Literatura del siglo XV, y es que se fijará
para siempre el carácter popular de la literatura española. ¡Gran siglo el XV,
preludio renacentista de la edad de oro (siglo XVII), última voz de la Edad Media!
El teatro español anterior al siglo XV, si se juzga por lo que de él se conserva, no tuvo
la importancia que alcanzó en las otras literaturas europeas, salvo sus temas Sacros y
Litúrgicos.
El teatro Laico juntó elementos de una viva sátira popular proveniente del teatro
cómico latino.
los aportes italianos al teatro renacentista, y es quien define la Comedia como: “un
artificio ingenioso de notables y finalmente alegres acontecimientos por personas
disputados”. A su vez, divide la Comedia en dos géneros: Comedia a Noticia la que
define como “de cosa acontecida y vista en realidad de verdad” y Comedia a Fantasía
“basada en cosa fantástica que tenga color de verdad aunque no lo sea”. Acepta la
división propuesta por Horacio de cinco Actos a los que llamará Jornadas, y según él
los personajes no deben ser menos de seis ni más de doce, debiendo tener la
Comedia una introducción y un argumento; el primero, sin relación con la pieza
principal, que resulte una súplica de atención al auditorio; el segundo (el argumento)
que resulte una breve reseña del asunto que ha de tratar la comedia.
Como es lógico, no faltaron los que impugnaron su obra entre sus contemporáneos,
pero al final se impuso y consiguió quienes lo secundaran.
Por otra parte tenemos a Gil Vicente quien se destaca por un teatro más popular, de
Farsas llenas de frescura e inspiración. Su teatro está colmado de gracia lírica que se
observa en su obra Triunfos del invierno y del verano, y aunque abordó en sus
inicios un teatro religioso bajo la influencia de Juan del Encina, sus Comedias
pertenecientes a una segunda etapa de creación demuestran la personalidad de este
autor dueño ya de sus medios expresivos gracias a su talento y la plena observación
de las costumbres populares.
A finales del siglo XV la poesía dramática española se enriquece con la más grande
obra que ha producido hasta ese momento la literatura española, La Celestina, cuyo
verdadero título es Tragicomedia de Calixto y Melibea.
Es algo difícil precisar la ubicación de esta obra en un género; está dividida en Actos y
escrita en forma dialogada, así se clasificaría como una Obra Teatral; pero su gran
extensión, unido a la riqueza de sus episodios y el costumbrismo realista en algunos
de sus cuadros la hace una Novela. Constaba en un inicio con dieciséis actos a los
que en 1502 se le añadieron otros cinco. El autor de esta joya literaria no se conoce
con exactitud y se le atribuye a Fernando de Rojas.
La llamada Poesía Dramática tuvo también su momento de plenitud durante los siglos
XVI y XVII.
Gracias a él hoy conocemos los ocho tipos de agrupaciones teatrales que existían en
aquél entonces:
Los Corrales carecían de techos y estaban localizados en los patios de algunas Casas
de vecindad, desde cuyas ventanas de los dormitorios presenciaban el espectáculo,
como se hace hoy día desde los palcos, las Damas de Alcurnia y algún Varón de
mucho rango. Bajo los aposentos se colocaban sillas y bancos, en gradas. El patio no
tenía asientos.
Las funciones solían comenzar en las primeras horas de la tarde. Se iniciaba por una
loa, con la que se elogiaba al público presente y se describía el argumento de la
Comedia a representar, lo que venía a ser un prólogo. Se dice que con Calderón la
loa adquirió un carácter religioso.
No solo en las jácaras, bailes y entremeses se utilizó la música. Ya desde las obras
de Lope de Vega era habitual introducir pasajes y cuadros líricos, con músicos, en las
Comedias. También Cervantes lo había hecho; y más tarde, Calderón de la Barca
populariza la Zarzuela, comedia en parte cantada y en parte hablada, y luego se
conoce la Ópera, todo diálogo cantado.
Sófocles y tradujo a Eurípides y Plauto para llevarlos al gusto del público español y, en
general, a todo el teatro clásico.
Pero fue Cristóbal de Virués (1550-1609) quien llevó el teatro español al formato de
tres Actos, como se puede comprobar en El arte nuevo de hacer comedias, de Lope
de Vega, cuando dice:
El Capitán Virués, insigne ingenio
puso en tres actos la comedia, que
antes andaba en cuatro, como pies de
niño que eran entonces niñas las
comedias.
Entre las obras de Virués se destacan La cruel Casandra y La gran Semíramis que
sirvió esta última para que Calderón de la Barca escribiera La hija del aire.
De ellos Lope de Rueda se inmortalizó al ser el creador de unas obritas breves pero
humorísticas, escritas en prosa, a las que llamó Pasos (Farsas). De ellas son muy
conocidas La tierra de Jauja, Las aceitunas, Cornudo y contento y El rufián
cobarde. Las obras de Lope de Rueda se comparaban con los libretos de la
Commedia dell’Arte, los cuales solo indicaban el desarrollo general de la acción,
dejando por cuenta de los actores la encarnación de los
personajes. Y tan solo de esbozar los personajes de sus piezas resultaba
extremadamente exigente en cuanto a la construcción del argumento, arte aprendido
de los italianos bajo cuya influencia escribió sus mejores comedias de amplio
desarrollo, como Los engañados, basada en Los mellizos, de Plauto. De las que se
pueden llamar obras del ciclo latino-italiano pueden citarse también Medora,
Eufemia y Armelina, bajo la influencia de Bibbiena, y Boccacio.
Entre los tipos populares creados por este autor (Lope de Rueda) sobresale el Bobo,
un antecedente del Gracioso que luego estará presente en un buen número de obras
del teatro español y favorito del público. Pero a Lope de Rueda le cabe la honra de
haber sido el creador de otros personajes como la Negra, el Rufián, el Bufón y el
Vizcaíno, y con los mismos enriqueció el habla popular y creó imágenes
sicológicamente vivas, llevando el arte escénico al pueblo.
La experiencia de Lope de Rueda como actor le valió para su éxito como dramaturgo
al poder liberarse de las influencias neoclásicas y desarrollar un diálogo popular en
sus Comedias.
En cuanto a Juan de la Cueva (1543-1610), este fue autor de catorce obras, entre
tragedias y comedias inspiradas muchas de ellas en el teatro clásico grecolatino y otra
parte de su producción dramática tomó de los acontecimientos de la historia española,
observándose en él el primer paso hacia un verdadero teatro nacional español.
De las Tragedias de este autor varias están escritas bajo la influencia del teatro clásico
greco-latino como Ayax Talamón, El cerco de Roma, Mucio Scévola y La muerte
de Virginia. Obras cargadas de gran emoción y llenas de pasajes líricos de gran
belleza.
Pero si algo sobresale en su teatro es su apego a los temas patrióticos que encontraba
justamente en los Romanceros y en las Crónicas históricas. De aquí sale el primer
gran paso para la escritura de un teatro nacional, escrito con toda conciencia del
mismo, siempre imitando a los antiguos dramaturgos de la antigüedad, ejemplo de ello
son las obras: La muerte del Rey Don Sancho, Los siete infantes de Lara, La
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libertad de España por Bernardo del Carpio, entre otras, destacando en ellas la
lucha de los españoles contra los invasores árabes.
Tras su cautiverio en Argel, en 1587, se dedicó, entre otras cosas, al teatro, por lo que
entre 1584 y 1587 escribió entre veinte y treinta piezas, sobresaliendo Los tratos de
Argel, La Numancia, La gran Turquesa, La batalla naval, La Jerusalén, La
Amaranta o La del mayo y El bosque amoroso, entre otras. De estas obras citadas
solo dos de ellas se conservan; Los tratos de Argel y La Numancia. La primera de
ellas concebida e iniciada durante su cautiverio en esa ciudad, pues son evidentes los
rasgos autobiográficos que en ella pueden observarse.
No obstante sus méritos la obra no alcanzó gran éxito y Cervantes culpaba a los
actores del fracaso.
Destácanse en su producción dramática los Entremeses que nos dejó, que son obras
no muy extensas de corte humorístico en los que apreciamos escenas llenas de gracia
popular y cuadros de costumbres, entre los que sobresalen El viejo celoso, El juez
de los divorcios , El retablo de las maravilla , La elección de los Alcaldes y La
guarda cuidadosa. En ellos hay gracia popular, cuadros de costumbres, tejidos en
torno a una anécdota sencilla y muy humanos. Toma de la vida misma las escenas
realistas y las lleva al teatro conservando su colorido y ambiente local. Representando
en el tablado personajes jactanciosos y arruinados, monjes descarriados, pícaros,
viejos celosos, mujeres de la calle, maridos engañados y otros tipos de personajes
populares.
Eran para España años difíciles pues había perdido su gran poderío militar al ser
derrotada su Armada Invencible por la armada inglesa en el Canal de la Mancha, el
país pasó de ser un grandioso Imperio a una nación arruinada.
En el teatro comenzaba a reflejarse tal decadencia pero solo un milagro podía sacar al
mismo de tal estancamiento; y ese milagro se llamó Lope de Vega, el gran genio del
teatro español, del que Cervantes diría:
Lope de Vega sentó las bases del arte escénico en España. Su obra dramática en
general es designada como COMEDIA ESPAÑOLA, donde el término COMEDIA
denota simplemente OBRA TEATRAL, sin determinar su género. Tanto Lope como los
autores que le continuaron establecieron la división de las obras en tres partes o
JORNADAS.
Por lo general estos autores comenzaban las obras con un golpe al espectador que lo
sumerge desde la primera jornada en lo que va a ocurrir, para de esta forma, captar el
interés del público e ir aumentando el conflicto de forma progresiva desechando todo
lo que pueda frenar la progresión de la obra para de esta forma hacerla más dinámica.
Este valor lírico alcanzado hace afirmar a algunos críticos que las obras teatrales del
Siglo de Oro son verdaderos Poemas Dramáticos, es decir, piezas que combinan la
imagen poética con la imagen histórica.
Es evidente que el colegio atiborraba al joven genio quien tan pronto como puede se
alista en el ejército español para partir a combatir contra los portugueses en la isla
Terceira, y a su regreso a España estudia en la Universidad de Alcalá. Luego se
enamoraría de la hija del director de un teatro y se bate con un noble que lo ofende
pues su enamorada le resulta infiel, costándole ello prisión y luego expulsión de
Madrid, instalándose en Valencia, ciudad en la que en 1584 lleva a escena sus
primeras comedias. Pero su inquieta vida lo lleva a enrolarse en las naves de la
Armada Invencible en su enfrentamiento contra la flota inglesa, logrando regresar a la
patria en una de las pocas que salieron ilesas de tal enfrentamiento.
Se sabe que Lope escribía por dinero y su principio era que, siendo el comediógrafo
pagado por el público, debía escribir para el público. Y, en El arte nuevo de hacer
comedias (1609) advertía que: “Las reglas son una cosa excelente, pero cuando
escribo las encierro en el cajón con tres vueltas de llave”. Es esta la razón que lleva a
Cervantes a catalogarlo como un “bárbaro”, por la no observación de las reglas y
Lope respondía: “¡El bárbaro soy yo; me llaman ignorante Italia y Francia!”, justo las
dos naciones que más velaron porque se cumplieran las llamadas reglas aristotélicas;
pero su interés primero era satisfacer a su público.
Entre tan alta producción dramática encontramos obras que abarcan temas de la
historia española, otras las compuso inspirándose en los cuentos de Boccacio, en
temas bíblicos, en leyendas populares y sacó también asuntos de los libretos de la
Commedia dell’Arte. Era un autor influenciado por el Renacimiento italiano y Ariosto,
Petrarca, Tasso y Sannazzaro le resultaban también familiares. Todo lo que tenía
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interés dramático él lo sabía aprovechar y llevar a escena. Fue él quien diera el paso
decisivo para la creación de una dramaturgia netamente nacional, a la altura de la
verdadera poesía.
Las de costumbre reflejan la época así como las diferentes clases sociales y lugares.
Las de capa y espada son a la vez de enredo e intriga; giran por lo general en torno a
una o varias aventuras amorosas entre personajes de la nobleza, notables caballeros
e ilustres damas a los que se contraponen los notorios criados; teniendo las mismas
soluciones insospechadas. En estas comedias de capa y espada y enredo no
intervienen monarcas ni grandes nobles ni villanos.
En muchas de sus comedias estuvo presente el sentimiento del honor así como las
luchas del pueblo español por su independencia y su libertad durante la invasión de
los árabes y que muchas veces tuvieron en su teatro una expresión trágica (Ej. La
estrella de Sevilla, Fuenteovejuna, El alcalde de Zalamea). Y en Lope adquieren un
mayor relieve aquellas del tema del honor. El Honor, como concepto, es un elemento
capital del Teatro del Siglo de Oro. El Honor es un valor absoluto, por lo que el
individuo debe conservar su honor si es que aspira a un reconocimiento social y a su
tranquilidad de conciencia. De ahí que una ofensa al honor tendrá que ser reparada
inmediatamente; de forma privada o pública, pero reparada al fin; de forma tal que el
honor no sea mancillado; y esa ofensa solo se borra con sangre. Para él el honor no
es una cualidad personal, nacida en quien lo posee, sino que brota de la fama o
reputación que la persona tiene entre quienes la rodean por boca de uno de sus
personajes. Lope lo dice claramente: Honra es aquella que reside en otro. Por eso hay
que cuidar de la opinión ajena no tanto con nuestras obras sino con nuestra conducta
ante quienes pueden infamarnos o publicar nuestros hechos deshonrosos, personales
o familiares. El deshonor puede ser detenido con el silencio o lavado con la muerte; la
mala acción no conocida, no deshonra; la infamia, desaparece con la muerte del
infamador.
a veces la mancha del honor ofendido la lava todo un pueblo, colectivamente, como lo
apreciamos en Fuenteovejuna.
Los sucesos de esta obra están basados en hechos históricos llegados a través de
viejas crónicas que narran la rebelión de los campesinos de la aldea de Fuenteovejuna
(1476), que se amotinaron contra su Señor y lo mataron. Con esta obra Lope muestra
que no es el poderoso Comendador sino el pueblo trabajador quien posee el honor
verdadero. Razón por la que pone en boca de un aldeano:
Lope no afirma con esta obra el derecho del pueblo a defender su honor con las
armas, no obstante mantener su fidelidad a su Rey, por lo que no deja de expresar:
Tuvo la virtud Lope de resaltar el amor no solo durante el noviazgo, sino después del
matrimonio. Esto lo podemos observar en la obra Peribañez y el Comendador de
Ocaña la que se mantiene en una línea similar a Fuenteovejuna.
Al ver que sus galanterías son inútiles, decide liberarse de Peribañez enviándolo a la
cabeza de una milicia campesina a combatir a los moros. Lope nos ofrece una
muestra de lo indigno que resulta el comportamiento del Comendador que está muy
lejos de ser ese orgullo de España, que reniega de su deber de caballero por
satisfacer bajos instintos, mientras que el villano (Peribañez) se convierte en el
verdadero caballero y digno ciudadano al marchar a combatir a los enemigos de la
patria. Peribañez mostrará un sincero orgullo ante su nueva responsabilidad,
mostrando su hidalguía como símbolo de nobleza y virtud.
Es interesante observar en estas dos obras de Lope cómo en las dos se defiende el
honor, pero en la primera de ellas es el honor colectivo el que está en juego, mientras
en la segunda Peribañez… lo que se defiende es el honor individual.
Pero como sabemos, el Rey no actúa en nombre de una justicia abstracta sino
buscando también fines personales tal como se aprecia también en la obra El mejor
Alcalde, el Rey, en la que el Monarca obliga al Caballero Don Tello a desposar a la
campesina Elvira tras haberla deshonrado y luego ordena al Verdugo que lo decapite;
de esta forma ya Elvira podrá casarse felizmente con su prometido, el villano Sancho.
Pero tampoco Lope podía dejar de tomar en cuenta en sus obras la moral cristiana, de
ahí que veamos que las relaciones amorosas culminarán siempre con legales nupcias
por la vía católica.
En las obras de honor el papel protagónico correspondía con mayor frecuencia a los
hombres mientras que en las obras de temas amorosos dicho papel correspondía a las
mujeres.
Ya del ambiente propio español Lope copia las serenatas, los duelos, los raptos, los
casamientos secretos, hechos estos que se aprecian hasta en su propia biografía;
lances de amor llenos de bríos juveniles propios de una época en que se vivía con la
esperanza de la victoria de la noble naturaleza humana sobre las condiciones
opresoras de la existencia real, proclamando el amor como la manifestación verdadera
de la humana naturaleza. Lope se manifestaba como un gran humanista que sabía
conservar un corazón ardiente bajo la sotana, pues en plena actividad literaria, en
1614, fue nombrado Sacerdote; y en 1628 se le designó Capellán Principal de la Santa
Congregación. Pero su carrera eclesiástica no influiría en su creación como poeta.
También la figura del donaire resalta en la obra de Lope. Es el personaje que hace
reír en los Pasos de Rueda pero que Lope lo transformará en el Criado o el Escudero,
contrafigura del héroe de la comedia y que hace reír o conmueve por su ingeniosidad,
por su gracia para la burla, en fin, por su donaire.
Guillén de Castro escribió, además, El Conde Alarcos y una segunda parte de Las
mocedades, titulada Las hazañas del Cid, entre otras muchas comedias.
Fue conocido principalmente como autor de populares Comedias, sobre todo de temas
heroicos del pasado histórico de su pueblo. Entre las crónicas históricas de Guevara
se destaca el drama Don Alonso Pérez de Guzmán, en el que el famoso jefe militar
inmola la vida de su hijo en resguardo de la patria. Compuso también comedias
pueblerinas como La luna en la sierra, La serrana de la Vera en las que predominan
las tendencias democráticas a la hora de enfrentar señores y villanos; y resalta las
buenas relaciones entre pobladores pudientes y pobres. Fue autor también de El
diablo cojuelo.
De nacionalidad mexicana fue, de muy joven a residir a España, donde desarrolló toda
su gran carrera dramática, quedando influenciado grandemente por la formidable
escuela del Siglo de Oro, aunque con sus comedias El tejedor de Segovia y La
verdad sospechosa bastarían para ganar celebridad.
Su verdadero nombre fue Gabriel Téllez pero resultó mejor conocido por el seudónimo
de Tirso de Molina, resultando el más fiel discípulo de Lope de Vega.
Las comedias de este monje provocaron escándalos entre sus superiores, lo que le
valió el exilio a un monasterio provincial, en Trujillo, entre 1626 y 1629. Se consideraba
que con sus comedias profanas provocaba la tentación y el mal ejemplo entre la gente,
ello le costó también la prohibición de escribir más comedias en lo adelante o cualquier
otros versos libertinos. Pero tan rígidas restricciones no consiguieron su fin y su
carrera eclesiástica progresaba vertiginosamente hasta obtener el título como Maestro
en Teología y realizar varios viajes a América como Misionero. Su desempeño
religioso no le impidió continuar sus vínculos con el teatro hasta los últimos días de su
vida.
Junto a sus comedias profanas ocupaban también un importante lugar sus comedias
divinas escritas sobre motivos bíblicos y evangélicos o dedicados a los milagros
ocurridos en la fé católica; observándose tras los personajes sacros ciertos rasgos
realistas y sensuales.
Otra forma de su pensamiento filosófico que nos expone Tirso es que el criminal más
terrible puede llegar a ser perdonado si se arrepiente con sinceridad de sus culpas;
pero pobre de aquel que hasta el último momento de su vida continúa cargando con
sus vicios y pecados, pues morirá recordando con terror a Dios en su instante final.
Don Juan realiza cada una de sus aventuras sin temor alguno, no teme al cielo, ni por
su vida ni a los poderes terrenales.
Pero el castigo tiene que llegar, y en su contra se levantan finalmente todos los
perjudicados incluyendo su propio padre. Su osadía es mucha, a tal punto que es
capaz de invitar a la estatua del Comendador, a quien había dado muerte, a cenar a
su casa, para luego devolverle la visita. Pero su vida disipada encontrará su fin
cuando la estatua del Comendador cobra vida y lo encierra en un fuerte abrazo,
arrastrándolo consigo al mismo infierno.
Tirso condena en su héroe no el entregarse a los placeres de la vida , sino que para
Don Juan solo existiera el deseo carnal, que a él proporcionaba placer únicamente y a
los demás hacía desgraciados. Así se expone el moralismo de Tirso.
Pero Tirso de Molina ha pasado también a la historia del teatro con otro título que se
encuentra, por lo general, en el repertorio d las más importantes agrupaciones del
mundo, Don Gil de las calzas verdes, una de las mejores comedias escritas en
lengua hispana también. En ella vemos a Doña Juana (Don Gil) que despechada por
haber sido abandonada por su galán, Don Martín, parte tras él hacia Madrid con
vestimentas masculinas color verde, a donde este ha llegado, haciéndose llamar
también Don Gil, con la pretensión de casarse con Doña Inés, la que también ha
conocido a Don Gil de las Calzas Verdes-Doña Juana y ha quedado prendada de
este(a) y le dice a su padre que solo con este se casaría, desdeñando a su viejo
pretendiente Don Juan como al nuevo galán conquistador Don Martín. A los dos Don
Gil ya conocidos se agregarán otros varios embusteros vestidos con calzas verdes.
Fue Tirso quien introdujo en el teatro el tema del travestismo por primera vez.
Fue el gran trágico del teatro del Siglo de Oro español y su obra es la culminación de
este teatro. Fue también un niño precoz pues se cree que a los trece años ya había
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Fue el autor de este período que más influencia recibió de la ideología cristiana, de ahí
la penetración que observamos en sus obras de las concepciones espiritualistas que le
permite manejar con gran efecto la mezcla de situaciones reales con otras misteriosas,
que confunden la razón del hombre, presintiendo la intervención del cielo en la vida
diaria.
Su concepción era que el hombre en la tierra debía prepararse para la vida celestial,
por lo que para ello debía hacer buenas obras por la búsqueda de una felicidad futura,
pues bajo esta concepción la vida terrenal no tiene finalidad alguna.
Esta filosofía mística está ligada a un hondo pesimismo. Su ideología feudalista está
consciente de su inevitable pérdida (presiente el fin del feudalismo).
Escribió más de 500 obras para el teatro, de las que hoy se conservan 120 comedias,
80 Autos Sacramentales y una veintena de entremeses y loas.
El tema del honor cobra en su dramaturgia un carácter trágico mucho mayor y solo
con la muerte se remedia la ofensa, por eso decimos que el mundo de Calderón es el
reino del Honor. Y en cuanto a la mujer la ve como símbolo de la castidad y la
fidelidad; y el carácter fundamental del amor masculino se muestra en los celos
inexorables, que no sólo no permiten perdonar la culpa, sino ni siquiera la sospecha.
Hay quienes han estudiado el mundo del honor en Calderón y lo expresan así:
1) Por ninguna razón un hombre puede permitir que lo encuentren en casa de una
mujer; si esto ocurriera, ambos son culpables, y el padre, el hermano o el
marido de la mujer tienen, no el derecho, sino el deber de matarlo.
2) Por ninguna razón puede descubrirse el incógnito de una dama velada; si un
hombre la molesta, tiene el derecho de pedir auxilio al primero que pasa, y este
tiene el deber de defenderla con las armas, arriesgando su vida.
3) El enamorado que desde la calle habla a su amada asomada al balcón, tiene el
derecho de matar a quien se atreva a pasar por aquella calle. Ejemplos: El
médico de su honra, El Alcalde de Zalamea, Los cabellos de Absalón, Las
armas de la hermosura, etc.
En sus dramas de galantería, pasión y honor nos refleja abiertamente el alma del
pueblo español, pero no es en ellos donde se revela lo más profundo del
sentimiento español, ese sentimiento más profundo del pueblo español quedará
más fuertemente reflejado en sus dramas de argumento heroico o religioso.
Ejemplos: El príncipe constante, La devoción de la cruz, El mágico
prodigioso, etc. O en aquellos que tratan verdaderos problemas teológicos-
religiosos; como: La cena del Rey Baltasar, La devoción de la misa, Lo que va
del hombre a Dios o La vida es sueño.
Si la vida no es más que una sombra, una apariencia, ¿para qué gozar, para qué
engañarse entonces y por alegrías falsas privarse de las verdaderas que nos
esperan en la vida del más allá? Por eso el hombre, viviendo su vida terrena, debe
prepararse para la vida celestial; lo cual solo admite un camino, las buenas obras.
El bien es la única categoría absoluta que une la existencia transitoria del hombre
con la verdadera vida. Y deben realizarse buenas obras por la felicidad futura, por
la vida futura y verdadera, pues la terrestre por sí misma no tiene finalidad alguna:
…. pues estamos
En un mundo tan singular,
Que el vivir sólo es soñar,
Y la experiencia me enseña
Que el hombre que vive, sueña
Lo que es hasta despertar
……………………………….
Esta filosofía mística está compenetrada del más hondo pesimismo. La ideología
feudalista, consciente de su inevitable pérdida, se esforzaba por representar toda
la existencia humana como algo sin sentido y pasajera. Para Calderón los destinos
humanos están prefigurados desde el cielo.
La culpa trágica es siempre culpa del hombre libre, precisamente por ser libre (si
estuviera más ligado al designio de Dios, no tuviera culpa trágica alguna).
Segismundo niega las dichas terrenales, pues éstas son pasajeras. Por tanto la
vida no es más que una “ficción”, “una sombra”, “una ilusión”, por lo que el paso
del hombre por la vida terrenal es efímero y sirve para que nos preparemos para
la vida celestial, de ahí la necesidad de hacer el bien (buenas acciones) lo que
hace Segismundo al producir el viraje de la acción, logrando que la obra tenga un
final feliz que la aleja de la tragedia.
Calderón fue el gran trágico del teatro español. Junto a Racine fueron los puntos
más altos de la tragedia religiosa (cristiana).
Con la muerte de Calderón culmina la época áurea del Teatro del Siglo de Oro
español y el teatro pasó al olvido. Los nuevos escritores copiaron del modelo del
teatro clásico francés y se perdió el vínculo teatro-pueblo.
Y las de Temas de Capa y Espada; con títulos como No hay burlas con el amor,
Casa de dos puertas mala es de guardar y La dama duende.
FIN.