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Freud II - Síntoma y Trauma, Trayectoria Típica Neurosis Obsesiva

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TERCER CONJUNTO TEMÁTICO

Teórico 2: “Freud II: Síntoma y trauma, trayectoria típica neurosis obsesiva”


(57:11)

Docente: Leonardo Leibson

Bibliografía: “Nuevas puntualizaciones sobre las neuropsicosis de defensa”. Caps. 1 y 2.

Desgrabado por: Camila R

Corregido por: Candela Villavicencio

Hola ¿Qué tal? buenos días, buenas tardes, buenas noches. Mi nombre es Leonardo
Leibson, soy profesor adjunto de la cátedra y estoy a cargo de este teórico acerca de
trauma-síntoma, donde veremos también la trayectoria típica de la neurosis obsesiva según
como lo describe Freud, en un texto, en un momento de la elaboración freudiana de las
neurosis. El texto es “Nuevas puntualizaciones sobre las neuropsicosis de defensa”, es un
texto de 1896 y es correspondiente a este primer tiempo de la elaboración freudiana de
las neurosis. Decía que podemos ubicar entre los primeros escritos de Freud, los estudios
sobre la histeria o el texto acerca de las diferencias entre las parálisis motrices, orgánicas e
histéricas, o sea textos más o menos alrededor de 1893/1894 hasta 1899 o 1900 que es el
momento en que se publica la Interpretación de los sueños. Por supuesto es una división
arbitraria, pero tiene que ver con que la interpretación de los sueños es un momento de
viraje en la elaboración freudiana, tanto de las neurosis como de toda la teoría
psicoanalítica.

En esta primera época, como seguramente algo ya se habrá visto la semana anterior, la
idea de Freud es que los síntomas de las neuropsicosis de defensa incluyen a la
histeria, a la neurosis obsesiva y también, en estos textos, algunas formas de las
psicosis, en el texto de Nuevas puntualizaciones, un caso de paranoia crónica, el de la
señora P que ya hemos trabajado en el segundo conjunto temático.

En este momento, la idea de Freud es que los síntomas de las neuropsicosis de


defensa implican un mecanismo psíquico, mecanismo que tiene que ver justamente con
esta noción de defensa. De una defensa inconsciente, dice entre paréntesis, es decir, dice
Freud, el intento de reprimir una representación inconciliable que habría entrado en
penosa oposición con el yo del enfermo. Acá entonces Freud piensa el síntoma, es
interesante esto y muy importante, el síntoma no como, como ya hemos remarcado en otra
ocasión, no como un desvío de la normalidad puro y simple, tampoco como algo que
funciona mal. Sino como el efecto de un proceso que supone, por empezar, un
conflicto.

Un conflicto que se genera en un momento dado por la irrupción en el yo, donde aquel
yo todavía es una noción bastante imprecisa, pero podríamos asimilar el yo a la conciencia,
podríamos asimilar el yo de alguna manera a los intentos de voluntad de la persona, pero
bueno, el yo como lo psíquico más accesible. Entra al yo y algo que irrumpe se impone
como proviniendo de otro lado, esto que se impone Freud lo llama representación
inconciliable o intolerable, que genera un conflicto, inconciliable o intolerable para el yo,
porque entra en oposición con el yo. Porque supone algún tipo de anhelo, de deseo, de
impulso, de intención, al cual el yo no quiere prestarse, entregarse y eso genera un conflicto
dado que esto que irrumpe, y esto es algo que Freud va a destacar, tiene una característica
imperativa, o sea es algo que no puede desoírse, es algo que no puede dejarse de lado,
que no puede darse por no arribado, que es lo primero - dice Freud - que el yo intenta
hacer: dar por no arribada esa representación. Pero esto es imposible, una vez que esto
aparece algún tratamiento hay que darle, algo hay que hacer con esto. Y lo que el yo
hace, según Freud en este momento, es poner en marcha el mecanismo de la defensa,
para defenderse justamente de esto que aparece ahí como insoportable, intolerable,
inconciliable.

¿En qué consiste la defensa? La defensa consiste básicamente en que esa


representación, porque eso que se impone es una representación dotada de un monto de
afecto, desunir, desprender a la representación de ese monto de afecto, que es el
monto de afecto o es la carga energética de lo que sería responsable de que esa
representación tome ese valor penoso, desagradable, insoportable para el yo y en ese
caso entonces, esa representación inconciliable, la representación como tal, puede ser
reprimida, esto es, olvidada o apartada de la conciencia, lo que no quiere decir que sea
destruida, más bien todo lo contrario. Va a quedar resguardada en ese grupo psíquico
segundo, como dice Freud al principio, o en lo que luego derivara en la noción de
inconsciente como tal, y el afecto, ese monto de afecto debe ser desplazado.

Si este monto de afecto es desplazado a alguna parte del cuerpo, a alguna


representación del cuerpo, el efecto es un síntoma conversivo, o sea un síntoma
histérico, un síntoma por conversión.

En cambio, si el afecto es desplazado a otra representación el efecto será la producción


de la sintomatología obsesiva típica que es la idea obsesiva o la representación
obsesiva. En tanto que, en el caso de la psicosis, lo que Freud plantea en esta época es la
proyección de eso insoportable hacia algo o alguien del exterior desde donde retorna.

¿Por qué esa representación es inconciliable o insoportable? Esta es una pregunta que
Freud de alguna manera se hace y va a seguir haciéndose, o sea ¿Por qué algo se vuelve
conflictivo para el yo? En este primer momento, en esta primera etapa de la elaboración del
síntoma neuropsicótico, lo que Freud plantea es que hay algo que tiene que ver que es que,
esa representación es inconciliable porque tiene origen en un hecho traumático, en
una vivencia traumática. Donde lo traumático es planteado por Freud como un exceso
de excitación, ya sea una excitación displacentera o una excitación placentera. Ya sea
una excitación que es vivida pasivamente, este es el caso de la histeria que tiene que ver
con algo del orden de la seducción de lo que hoy por ahí llamaríamos abuso sexual o de ser
tomado el niño como un objeto sexual. Lo que llama entonces Freud un trauma pasivo.

O puede tomar la forma de un trauma que Freud llama activo, en donde algo del sujeto se
encuentra o va a la búsqueda de una satisfacción que le resulta también desmedida,
excesiva, que Freud va a decir más adelante, que un trauma es eso que rompe la barrera
de la protección antiestímulo. O sea que es un estímulo que supera las posibilidades
de ser procesado, tramitado por el aparato psíquico y que genera una suerte de
discontinuidad, de ruptura, de exceso o de déficit y que por lo tanto no llega a tener
inscripción. O sea, lo traumático como tal no tiene inscripción, por eso Freud va a decir
que no son las vivencias mismas la que poseen efecto traumático, sino solo su reanimación
como recuerdo después que el individuo ha ingresado en la madurez sexual.

Detalle fundamental, porque acá Freud varía la concepción Charcotiana del trauma. Charcot
también hablaba de un origen traumático especialmente para la histeria, pero el trauma para
Charcot era una vivencia efectivamente acontecida que tenía inmediatamente algún efecto
sobre el equilibrio psíquico del individuo. Freud en cambio, va a pensar esto con otra
lógica, con otra sutileza, dado que no siempre hay una relación directa entre una
vivencia y un síntoma, pero sí Freud podía encontrar que en todo síntoma había, en algún
momento de su análisis, se encontraba con algún tipo de situación que resultaba
traumática para ese sujeto. O sea que una situación traumática no necesariamente es
algo que estandarizadamente se denomina traumático. Algo que toma carácter
traumático, significación traumática para ese sujeto determinado en cierto momento de
su historia y que no es trauma en tanto ese primer impacto que no deja marca, sino en
una suerte de segunda vuelta, de retorno a través de un recuerdo que siempre será
parcial, siempre será desplazado. O sea que el trauma como tal no es algo pasible de
ser recordado, sino sus efectos, sino sus resonancias que el trauma deja en el sujeto.

Entonces releo la cita de Freud, dice: “No son las vivencias mismas las que poseen efecto
traumático, sino sólo su reanimación como recuerdo, después de que el individuo ha
ingresado en la madurez sexual”. (p.165). La aclaración cronológica es fundamental, porque
para Freud esos traumas tienen dos características para que sean realmente
patógenos, o sea para que realmente generen o estén en la génesis de los síntomas. Por
un lado, el trauma tiene que ser sexual, o sea tiene que afectar a algo que tenga que ver
con la sexualidad del sujeto, que ya en este primer momento aun todavía quizás muy en
borrador pero Freud ya está pensando en una noción de sexualidad que no se
corresponde con la noción que la biología o la ciencia en general tomaba como la
sexualidad en términos de la sexualidad animal, o sea donde la sexualidad animal es
pensada con fines puramente reproductivos por lo tanto reducida o circunscripta al
encuentro de la genitalidad y por supuesto de carácter heterosexual.

Para Freud esto, ya de entrada, desde sus primeros manuscritos se puede ver en el
Manuscrito g, se puede ver en cómo piensa la génesis de las neurosis de angustia, se
puede ver en su texto sobre la etiología sexual de las neurosis, o sea ya en esta época
Freud está pensando una sexualidad humana que difiere de la sexualidad animal, dado
que no está ligada exclusivamente a la reproducción, por lo tanto tampoco está restringida a
lo genital a lo que anatómicamente son los genitales, sino que puede abarcar muchas otras
partes del cuerpo, muchas otras zonas del cuerpo, o puede desplazarse, investir distintas
partes del cuerpo. Pero también es una sexualidad que, por lo tanto, no necesariamente
tiene que ser hombre-mujer o macho-hembra, sino que la posición sexuada o las
características de cómo cada sujeto asume su posición de ser sexuado varían y están
determinadas por múltiples influencias que no dependen exclusivamente de cuestiones
anatómicas.

Esto ya está presente de alguna manera, que va a ser desarrollado después, en Freud.
Pero lo que es fundamental es entender que el trauma tiene que ver con esa excitación
sexual, y esto es algo que Freud infiere a partir de los y las pacientes que va atendiendo y
con quienes va trabajando en esos primeros años y ya ahí, él se da cuenta de que esto que
dice Charcot: al final siempre se trata de la cosa genital, siempre. Y Freud dice: bueno, si lo
piensan y lo saben ¿Por qué no lo dicen, por qué no lo publican? Y Freud se ocupa de eso,
de ver que hay ahí, en esa cosa que justamente ya no es solo genital, pero si algo que tiene
que ver con la sexualidad.

Y lo encuentra, con regularidad asombrosa, en los relatos y en los análisis que, a partir de lo
que sus pacientes le van contando, por medio del método incipiente de la asociación libre
o a través de los sueños, síntomas y los recuerdos. Los pacientes van encontrándose con
estas cuestiones, estas situaciones o estos eventos o, propiamente hablando, traumas que
implican algo de la sexualidad. O sea que no es cualquier trauma, no es cualquier golpe.
Porque trauma está relacionado al golpe, al impacto, no es cualquier impacto. No da lo
mismo un accidente de tren que un intento de seducción. Freud incluso va a decir que, si
el trauma aparece como algo ajeno a la sexualidad, de alguna manera tiene que estar
ligado inconscientemente a un evento sexual. Pero además, no solo el trauma es
sexual, sino que además para Freud, y esto también lo plantea desde muy de sus inicios,
tiene que haber ocurrido en la niñez, incluso en la niñez temprana. Con lo cual supone
Freud dos cosas: primero que los niños no son ajenos a la sexualidad, o sea que hay una
sexualidad infantil y que también hay una sexualidad en la infancia. O sea que ya los
niños pequeñitos, desde muy pequeños, desde que nacen, están tomados en esta
dimensión de lo sexual que, por supuesto ahí claramente lo sexual no tiene que ver con la
genitalidad ni con los fines reproductivos, ni con la heterosexualidad obligada, de ninguna
manera. Tiene que ver con lo que hoy podríamos llamar “lo erótico” en un sentido amplio,
lo erótico, lo erógeno, lo sensual, y que se da especialmente, fundamentalmente en los
primeros vínculos del niño, los vínculos con sus progenitores. Y la gente que lo rodea
por supuesto.

Y Freud supone que en esos primeros tiempos del sujeto pueden darse estos hechos
traumáticos, estas situaciones donde algo excede la posibilidad del infantil sujeto, del
pequeño niño, de procesar, de elaborar, de ligar, ese monto de excitación al que es
sometido o por el que es tomado.

En este momento Freud piensa la relación del trauma al síntoma prácticamente como
no mediada, o como directa. Si bien ya plantea esto de que hay una segunda vuelta, de
que hay un recuerdo. Pero luego, y vale la pena aclararlo porque esto aparece en los
desarrollos posteriores, hay una nota al pie en la página 169 del tomo 3 de Amorrortu, que
es agregada en 1924 donde Freud dice: “Esta sección está bajo el imperio de un error que
después he admitido y rectificado repetidas veces. Por aquel tiempo yo aún no sabía
distinguir entre las fantasías de los analizados acerca de su infancia y unos recuerdos
reales. A consecuencia de ello, atribuí al factor etiológico de la seducción una sustantividad
y una validez universal que no posee. Superado este error, se abrió el panorama de las
exteriorizaciones espontáneas de la sexualidad infantil, que describí en Tres ensayos de
teoría sexual”. O sea lo que Freud hace es interponer, pero esto lo va a hacer poco
después de este texto, la noción de fantasía entre el trauma y el síntoma. O sea que hay
una suerte de secuencia donde la fantasía se ubica, se supone a lo traumático, porque en
rigor Freud nunca abandona la teoría traumática, nunca abandona la idea de que en el
origen hay algo del orden de lo traumático, Freud sigue sosteniendo esto hasta sus últimos
textos, por ejemplo, Moisés y la religión monoteísta, un texto de los últimos de Freud y gira
fuertemente alrededor de la noción de trauma y de repetición.

En este momento entre el trauma y el síntoma hay una vuelta también, algo del orden de
la repetición que supone un recuerdo, pero también Freud va a decir algo del orden de la
fantasía. Donde la fantasía no está enteramente desligada al trauma, sino también en algún
sentido la fantasía – como lo vamos a ver más adelante en el texto “las fantasías histéricas
y su relación con la bisexualidad”- la fantasía ocupa un lugar de nudo, digamos, entre el
trauma, el deseo, el síntoma. Pero a esta altura, parecería que del trauma o de la
elaboración del trauma se pasa al síntoma. No de manera directa, ni de manera
inmediata, especialmente en lo que Freud llama en el apartado segundo de este texto
“Naturaleza y mecanismo de la neurosis obsesiva”. Porque empieza diciendo en este
apartado: “En la etiología de la neurosis obsesiva, unas vivencias sexuales de la primera
infancia poseen la misma significatividad que en la histeria; empero, ya no se trata aquí de
una pasividad sexual, sino de unas agresiones ejecutadas con placer y de una
participación, que se sintió placentera, en actos sexuales; vale decir, se trata de una
actividad sexual.”. (21:24).

Lo cual no le impide a Freud señalar acá algo que va a volver a decir en repetidas
oportunidades, y es que en toda neurosis obsesiva hay un trasfondo de síntomas
histéricos. Y en ese trasfondo de síntomas histéricos, por eso Freud supone que la
neurosis obsesiva en definitiva no es más que un dialecto de la histeria, o sea una
versión dialectal de la histeria, en ese trasfondo de síntomas histéricos Freud supone
entonces que también tiene que haber habido antes de esas situaciones traumáticas
activa, agresiva, placentera de la neurosis obsesiva, tiene que haber habido algún orden de
vivencia de seducción, o sea alguna vivencia pasiva, y Freud dice que de eso depende
además que exista la represión.

(22:20) Para ubicar la articulación entre el trauma y el síntoma, es muy interesante leer lo
que acá Freud llama la trayectoria típica de una neurosis obsesiva. Y que parte de esta
fórmula, dice Freud, las representaciones obsesivas son siempre reproches mudados
que retornan de la represión y están referidos siempre a una acción de la infancia,
una acción sexual realizada con placer. Si bien Freud va a revisar después, como dice acá
en una nota al pie, esta definición no la va a descartar totalmente pero la va a revisar, sobre
todo después del análisis en el historial del hombre de las ratas, que tiene que ver la
revisión fundamentalmente con ubicar ahí la dimensión de la fantasía, pero ya hay acá
planteado una secuencia que es genética pero también en algún sentido es estructural,
donde Freud ubica distinto periodos o momentos que hacen a la evolución del niño,
digamos a la evolución tanto del yo como de su organización libidinal, que terminan
desembocando en la posibilidad de que se produzcan síntomas obsesivos. Digo la
posibilidad, porque para Freud la neurosis no es imprescindible que se desencadene, o sea
no hay manera de saber si se va a desencadenar una neurosis o no. Vamos a ver que para
que se desencadene una neurosis, además de todas estas determinaciones infantiles
tiene que haber también algún acontecimiento, algún suceso de la vida adulta que
ponga en marcha toda la maquinaria de la neurosis.

¿En qué consiste esta trayectoria típica de la neurosis obsesiva? Freud va a ubicar
aquí cuatro periodos.
-El primer periodo que él llama de “la inmoralidad infantil”, o sea un niño, un infans que
todavía no tiene palabra como dice la palabra “infans” sin palabra, o que apenas empieza a
disponer de la palabra. Pero lo que seguro no tiene es todavía ese registro de la moralidad.
O sea, de que hay cosas que están bien y cosas que están mal, para decirlo de una manera
muy sencilla. Lo cual se acompaña con la falta de diques en los niños, o sea, claramente
los niños hasta cierta edad no tienen, o sea recién a partir de cierta edad los niños tienen
pudor, tienen vergüenza, no quieren que los vean desnudos, quieren ir al baño y cierran la
puerta y hasta ese momento, el primer tiempo, eso no los afecta en el sentido de que no
hay ahí una restricción, o lo que Freud llamó un dique pulsional.

En este primer periodo, dice Freud, ocurren los sucesos que contienen el germen de la
neurosis posterior. Especialmente dice:” en la más temprana infancia, primero las vivencias
de seducción sexual”, o sea, ahí es donde Freud insiste, hay un trasfondo de síntomas
histéricos lo cual supone que hay vivencias de seducción sexual, y agrega “que luego
posibilitan la represión”. O sea, ahí hay una cuestión de estructura, las vivencias pasivas
o vivencias de seducción sexual, esto de ser tomado como un objeto erótico. Lo cual, si lo
pensamos a la luz de los desarrollos posteriores de Freud en rigor, es estructural, en tanto
hay algo de la sexualidad que implica que el niño es tomado por un objeto de amor, por un
objeto erótico o sea donde el amor encubre de alguna manera el erotismo, por las figuras
parentales, por los padres, que el niño esta tomado en un circuito deseante de relación a
estos padres, un circuito que implica toda la dimensión de los ideales y del narcisismo
por supuesto, pero que también implica una cuestión pulsional.

Podemos ubicar en ese sentido las vivencias de seducción sexual condicionantes de la


posibilidad de la represión, en relación a esa suerte de trauma fundante de la
estructura, que nunca hay que confundir de ninguna manera con la situaciones de
abuso sexual de los niños o de pedofilia, o sea son dos niveles totalmente distintos en
cuanto a los hechos y en cuanto a las consecuencias de esos hechos, me parece
importante hacer esta aclaración.

Entonces Freud ubica en ese periodo de inmoralidad infantil, primero las vivencias de
seducción sexual que posibilitan la represión, y después las acciones de agresión
sexual contra el otro sexo que más tarde aparecerán bajo la forma de acciones
reproche. Entonces Freud ubica ahí acciones de agresión sexual contra el otro sexo, contra
el otro sexo podríamos ponerlo ahí un poco quizás entre comillas porque no
necesariamente es que si es un varón atacara a una mujer, por supuesto que eso puede
verse, Freud dice que esto implica que la neurosis obsesiva tenga cierta predilección
con el sexo masculino pero sabemos que eso es relativo, de hecho la mayoría de
ejemplos de neurosis obsesiva que Freud nos da son pacientes mujeres, la enorme
mayoría, y Freud mismo va a ir modelando y matizando estas cuestiones. Pero sí que hay
agresión sexual hacia un otro. Y que luego, más tarde o sea no de entrada, aparecerán
bajo la forma de acciones reproche, o sea acciones ligadas a un reproche.

-Pasamos entonces al segundo periodo y se pone término a este primer periodo, el


ingreso, a veces anticipado, a la maduración sexual. Se entiende que acá Freud está
hablando de la metamorfosis de la pubertad. Dice que ahí, al recuerdo de aquellas
acciones placenteras que retornan, o sea que han quedado inscriptas de alguna
manera como recuerdos, se anuda ya un reproche. Y el nexo con la vivencia inicial de
pasividad posibilita reprimir este reproche y sustituirlo por un síntoma defensivo
primario. Entonces tenemos que algo retorna del recuerdo de esa vivencia sexual infantil
traumática, o sea que el recuerdo no es pleno, no es absoluto, siempre todo recuerdo para
Freud es un recuerdo encubridor, es un recuerdo construido con fragmentos del vivenciar
real pero también con algo del orden de la intencionalidad que muestra y oculta a la vez
algo de lo que allí ocurrió, pero que el trauma como tal no puede ser recordado en sentido
propio.

Pero que eso retorna, lo que veíamos antes, no es el hecho en sí lo que es traumático
sino los efectos del retorno de algo de esa vivencia (30:42). Porque en este momento se
liga a un reproche, porque ahora ya no hay inmoralidad sino que ahora ese sujeto, ese
sujeto en germen, ha entrado a la cultura, para decirlo en términos freudianos, ha estado
enmarcado por lo que luego Freud conceptualizará en términos de complejo de
castración, y aparece algo en el orden de la prohibición, aparece algo en relación que
después deriva en esto de lo correcto, lo incorrecto, lo que está bien, lo que está mal, y
bueno lo que también Freud también desarrollará en términos de Superyó como esa
instancia que critica, que reprocha, que censura lo que se hizo, pero sobre todo lo que se ha
hecho o lo que se ha querido hacer. No olvidemos que para Freud en ese sentido es
equivalente algo que se ha hecho, algo que se hizo o algo que se quisiera hacer.

En el hombre de las ratas lo que Freud interpreta es algo en relación a un deseo de


muerte del padre y eso no tiene nada que ver con que el hombre de las ratas haya
agredido a su padre, ni lo haya atacado, ni siquiera que haya pensado del todo
conscientemente, aunque después resulta que sí lo hizo, pero inclusive que, aunque eso
hubiera sido una intención, para Freud eso ya tiene característica de un deseo que
puede ser reprochado por esta instancia de la moral del sujeto.

Lo que aparece ahí entonces es ya una formación de compromiso. Porque ese reproche
se reprime y es sustituido por lo que Freud llama acá “síntomas de defensa primaria”.
Síntomas de la defensa primaria o síntomas primarios de la defensa que Freud ubica como
los escrúpulos de la conciencia moral, o sea no solo la conciencia moral sino los
escrúpulos, o sea la anticipación, el temor, la culpa, la vergüenza y la desconfianza de
sí mismo. Esto es muy interesante porque ya entonces ahí el sujeto queda marcado por
una escisión, el sujeto ya desconfía, no tanto de lo que está fuera, de lo que es ajeno, de lo
que es externo, sino que el sujeto empieza a desconfiar de sí, quiere decir que hay algo en
el sujeto mismo que lo toma como algo ajeno, desconfía de sí mismo. Eso marca la escisión
del aparato psíquico, la división subjetiva que vamos a seguir después en relación a la
elaboración de la neurosis.

Entonces, escrúpulos de la conciencia moral, vergüenza, desconfianza de sí mismo,


dice Freud, son estos síntomas de la defensa primaria con los cuales empieza el tercer
periodo. El primer periodo de inmoralidad infantil, el segundo periodo el ingreso en la
maduración sexual, el recuerdo de las acciones placenteras que aparecen ligadas al
reproche, represión, constitución de los síntomas primarios de la defensa y, a partir de ahí
un tercer periodo que Freud, de manera muy interesante llama “periodo de salud
aparente”. Porque estos síntomas de la defensa primaria son eficaces, mantienen a
raya el reproche, lo reprimen, permiten que el sujeto no esté tomado, no esté invadido por
eso que retorna como reproche, como algo que se puede volver insoportable y a su vez,
eso tiene un costo para el sujeto, por eso dice “salud aparente” porque no es que queda
igual que antes, sino que el sujeto ya queda marcado por estos síntomas primarios de la
defensa: los escrúpulos, la vergüenza, la desconfianza de sí mismo.

Tercer periodo de la salud aparente, pero, dice Freud en verdad de la defensa lograda.
O sea, es una defensa que ha logrado su objetivo, la salud aparente tiene que ver con una
defensa que logra su objetivo al costo que ya mencionamos. De paso, es interesante
porque estos síntomas primarios de la defensa, que anudan o reanudan algo que se
desencadena cuando el niño entra en el periodo de la maduración sexual, pueden de
alguna manera pensarse en la línea de lo que, muchos años después, Lacan va a llamar
el sinthome. O sea esa suplencia de un desanudamiento, algo que aparece ahí como
estabilizando, como reanudando la estructura, como permitiendo que se mantenga esas
consistencias unidas y que parezca que todo está bien, por eso subrayo esto de salud
aparente y defensa lograda. Está todo bien, como solemos decirlo, bueno el todo bien no
se sostiene solo, el todo bien tiene su costo y tiene también su punto débil, digamos así.
Porque es recién ahí donde Freud dice, bueno recién acá podemos hablar del cuarto
periodo, cuarto y último periodo, que es lo que Freud llama “el periodo de la neurosis
propiamente dicha”. Recién acá será, si se produce, la neurosis propiamente dicha y que
tiene que ver con el retorno de los recuerdos reprimidos.

Freud, como ya hemos visto en Schreber, piensa la represión en tres tiempos: la


represión primordial con un punto de fijación como dice en Schreber, la represión
propiamente dicha que sería la que acá aparece como la represión de los recuerdos y el
retorno de lo reprimido, o sea el fracaso de la represión y el retorno de lo reprimido. Y es
recién ahí, en el retorno de eso reprimido que algo del síntoma como tal se va a
establecer.

Pero ya acá, en esta época ya lo dice así: “el retorno de los recuerdos reprimidos, vale
decir, el fracaso de la defensa”. O sea, que la defensa puede actuar o puede fracasar. Y
agrega: “acerca de esto, es incierto si el despertar de esos recuerdos sobreviene más a
menudo de manera casual y espontánea, o a consecuencia de unas perturbaciones
sexuales actuales, por así decir como efecto colateral de estas últimas.”. En “fantasías
histéricas y su relación con la bisexualidad” Freud va a hablar justamente de esas
perturbaciones sexuales actuales, donde actuales tiene doble connotación. Por un
lado, actuales del momento actual, pero actuales en el sentido de las neurosis
actuales, o sea de algún modo de acumulación, de excitación o de mala tramitación de la
excitación sexual ya obviamente en el adulto.

Entonces, esto se produce de alguna manera contingentemente. No es que porque hay


una neurosis infantil va a haber necesariamente neurosis del adulto, se requiere algo más.
Esto es algo que Freud va a después a conceptualizar cuando plantee las famosas series
complementarias, pero quiere decir que se requiere algo que no es solo histórico y
predeterminado, sino también ciertas, para usar la expresión de Lacan, coyunturas
dramáticas que también aparecen en la neurosis.

(39:32) Ahora bien, ¿qué pasa cuando hay retorno de lo reprimido? Lo que pasa es que
retornan los recuerdos reanimados, y los reproches formados desde ellos. Tanto los
recuerdos como los reproches cuando retornan, no retornan inalterados, sino
justamente desfigurados. Y esta es la otra cuestión fundamental, el retorno de lo
reprimido no es idéntico a aquello que fue reprimido, cuando algo retorna ya ha sufrido
o es mediante el proceso de una desfiguración, de un deslizamiento, de una
condensación, donde se ponen en juego los mecanismos que Freud va a poder investigar
y precisar cuándo se ponga a estudiar los sueños, porque en definitiva Freud va a suponer
que el mecanismo de formación de síntomas y el trabajo formador del sueño tienen
muchos puntos en común que es justamente las características del sistema
inconsciente y de lo que ocurre en este retorno de lo reprimido.

Entonces dice, no vuelven tal cual, “lo que deviene consciente como representación y afecto
obsesivo, sustituyendo al recuerdo patógeno en el vivir consciente, son unas formaciones
de compromiso entre las representaciones reprimidas y las represoras”. Entonces lo que
retorna no retorna igual porque ya como es de alguna manera producto de estas
tensiones conflictivas, lo que aparece es algo que es formación de compromiso, o sea
una formación que toma elementos tanto de lo que ha sido reprimido como de aquello
que quiere reprimirlo, que es lo represor.

Entonces, es ahí donde nos encontramos con el síntoma, y ahí también donde Freud va
a hablar de que esto que retorna de lo reprimido tiene esas dos partes, y que esas dos
partes pueden retornar no necesariamente en la misma proporción. Que esas dos partes
que son, por un lado, el recuerdo como tal y por otro lado el reproche, puede retornar
solo el recuerdo, puede retornar solo el reproche, pueden retornar ambos. Y además,
retornar de distintas maneras. Lo que es fundamental es que lo que retorna es un
sustituto, hay un efecto de sustitución, hay un efecto -dirá lacan más adelante-
metafórico, o sea algo, un significante sustituye a otro significante y dice de ese
significante, pero de otra manera. Entonces, el efecto de sustitución que Freud, plantea
en “inhibición, síntoma y angustia”, es lo que define cabalmente a un síntoma, o sea un
síntoma no es la angustia, no es la inhibición, no es el temor, no es el sufrimiento
solamente, sino el síntoma supone esta sustitución, este desplazamiento y esta
condensación. Y entonces esto da lugar, a lo que Freud también llama acá, la variabilidad
clínica de la neurosis obsesiva. O sea que la neurosis obsesiva puede presentarse de
distintas maneras, dos o tres, en rigor, formas de la neurosis obsesiva.

La primera, cuando llega a la consciencia el contenido mnémico, el contenido la de la


memoria, de acción: reproche. Y que ahí da lugar a representaciones obsesivas típicas
que son ideas obsesivas. El paso que Freud da es tomar algo que ya la psiquiatría describía
que eran las ideas obsesivas o ideas fijas que son estas ideas cuya característica
fundamental es que se imponen a la conciencia, conmueven afectivamente, afectan al
sujeto pero son ideas en las que el sujeto por más que le resulten espantosas, horribles, no
cree, sabe que eso no es así, por eso se distinguen claramente de las ideas delirantes
aunque se le parecen a veces, pero se distinguen sobre todo porque el sujeto reacciona
contra eso, y dice “no quiero pensar en esto”. Las ideas obsesivas a veces tienen un
carácter muy penoso. Por ejemplo, que alguien puede sentir o pensar que puede tener el
impulso de dañar a un ser querido o de matar a alguien, o puede tener el impulso de agarrar
un cuchillo y hacer algo inadecuado. Bueno, muchas veces aparecen con un contenido
extremadamente penoso, pueden aparecer bajo la forma de que algo malo va a pasar,
pero el sujeto quiere justamente deshacerse de esas ideas, desprenderse de esas
ideas. Pero ¿Qué pasa? Que no puede hacerlo mediante el razonamiento consciente.
(45:09) Esta es la definición que, en rigor, está al final de este apartado y donde Freud
define la compulsión o lo obsesivo, el término alemán es zwanghaft, que se puede
traducir como obsesivo o como compulsivo y dice que: “Su carácter esencial es, antes
bien, que no puede ser resuelta (este tipo de representación) por la actividad psíquica
susceptible de conciencia;”. O sea que esa idea, esa representación obsesiva, eso que se
impone compulsivamente al pensar, por más que se lo rechace, que se lo razone, que se lo
piense, eso no permite que la idea se aleje, a lo sumo a veces puede calmar un rato pero
algo sigue ahí. Freud justamente se pregunta porque sigue ahí, porque a pesar de que el
sujeto no quiere creer en eso, no cree en eso, tiene cantidad de argumentos en contra de
esa idea, sin embargo, eso sigue ahí. Lo que Freud sostiene, y es una intuición realmente
genial de Freud, es que eso se sostiene ahí porque eso viene de otro lado, porque eso
tiene una energía que lo alimenta desde otro lugar. ¿Y cuál es ese otro lugar?

Justamente, lo inconsciente, que implica lo traumático, sexual, infantil, que eso no


acepta, no entiende razones, podríamos decir, por lo menos no entiende las razones
habituales, las razones de la conciencia. Por eso Freud propone para la neurosis obsesiva
el método analítico, que lo que apunta es a encontrar justamente no lo que esa idea dice,
sino que es lo que está alimentando a esa idea, que es lo que está generando y
sosteniendo esa idea obsesiva. Porque el contenido de la representación obsesiva, en
rigor, es un contenido desplazado, doblemente desfigurado y desplazado dice Freud, dado
que lo actual reemplaza lo pasado y lo no sexual reemplaza lo sexual. Entonces por
ejemplo algo que puede ser un impulso erótico agresivo, vivido como agresivo, puede
aparecer como una cuestión, pero que tenía un carácter sexual claramente, puede aparecer
como querer matar a un ser querido actual. O la idea de que se querría matar a un ser
querido actual, idea que por supuesto espanta al sujeto, retrocede horrorizado frente a eso
pero que no puede evitar pensarlo. Y Freud dice, ahí hay un doble desplazamiento; algo
actual por ejemplo la persona sobre la cual se vuelca esa acción, algo actual reemplaza a
algo pasado, lo originario, y algo no sexual, por ejemplo la idea de matar o de dañar,
reemplaza a lo sexual que es también lo original.

Esa entonces sería la primera forma dice, de la neurosis obsesiva donde lo que predomina
son los síntomas de las representaciones obsesivas típicas que pueden acompañarse, por
supuesto, de un afecto, pero que ese afecto en general, Freud dice, que es un displacer
impreciso o inespecífico. Por supuesto que estas ideas como decíamos generan horror.

La segunda forma tiene que ver con que puede retornar especialmente, no tanto la idea
o el recuerdo, mejor dicho, sino el reproche como tal. Y el reproche implica algo del
orden del afecto, o sea que puede mudarse ese reproche en un afecto displacentero,
también de cualquier otra índole. Fíjense acá también aparece el desplazamiento y la
sustitución, no es el reproche original que ha sido reprimido sino algo del orden del afecto
y Freud habla ahí de afectos sustituyentes o afectos obsesivos, ¿Que son cuáles?
Bueno volvemos a encontrar la vergüenza, que ya no es solo la vergüenza infantil sino una
vergüenza que adquiere un carácter sintomático, un carácter desproporcionado. La
angustia hipocondríaca, saquemos tal vez lo de angustia, la hipocondría o sea la
sensación de que se está enfermo,

Esta es una hipocondría neurótica, no confundamos esto con lo que Freud llama
hipocondría en los pasos de la psicosis en la introducción al narcisismo, pero un temor a
estar enfermo, una sensación de que algo está mal en el cuerpo, de que hay una
enfermedad, etc. La angustia social que implica la incomodidad, el malestar, el no sentirse
a gusto en grupo o en una actividad social, los distintos tipos de vínculos. La angustia
religiosa, en la neurosis obsesiva Freud va a ir desarrollando esto fuertemente y ligado a
las cuestiones de la religiosidad, de hecho, Freud va a decir en “actos obsesivos y prácticas
religiosas” un texto de 1908, va a decir que la neurosis obsesiva es una religión
individual, es una religión privada, funciona del mismo modo que la religión, pero de
manera individual, de manera privada, incluso va a decir que las religiones son una suerte
de neurosis obsesiva universal.

Entonces puede aparecer más por esta vertiente religiosa, pero también habla del delirio
de ser notado, fíjense que usa la palabra delirio y no está pensando en una cuestión
psicótica, sino en un modo de pensamiento que se parece enormemente a veces al modo
paranoico de pensar, porque el delirio de ser notado por supuesto tiene un tinte persecutorio
pero nuevamente, una diferencia esencial es que en la neurosis obsesiva el sujeto
puede registrar que no está pensando en eso, que realmente no cree en eso, pero que
no puede evitar pensarlo. Y también pone Freud ahí, lo que él llama la angustia de
tentación, el temor a ser tentado, a caer en la tentación de algo prohibido, generalmente de
algo transgresor. Estas serían las dos formas básicas, que tienen que ver con el retorno de
la representación o el retorno del reproche.

Pero hay una tercera forma que Freud acá ubica de una manera que luego va a revisar en
el historial del hombre de las ratas, y que tiene que ver con las defensas ya no primarias,
sino secundarias. Antes habló de síntomas primarios de la defensa o síntomas de la
defensa primaria, y acá habla de la defensa secundaria. Y la ubica como defensas del yo
contra los retoños del recuerdo reprimido y que incluyen toda la serie de cosas, que en
realidad son las más populares y a veces las más visibles de las neurosis obsesivas, que
tiene que ver con las medidas protectoras, con los ceremoniales, con los rituales, con
lo que se llaman las acciones obsesivas. Y lo que acá Freud dice es que nunca son
primarias, siempre son defensivas. Esto es lo que Freud de alguna manera va a revisar,
porque lo que Freud va a ir planteando en realidad es que algo de eso compulsivo que
aparece ya en el retorno del recuerdo, se va a trasladar a estos síntomas de la
defensa secundaria.

Entonces lo compulsivo ya no es el recuerdo o el reproche, lo compulsivo es el ritual


o el ceremonial obsesivo o el acto, acciones obsesivas que pueden ser desde acciones
triviales como, no sé, para poder dormirse tener los zapatos ubicados en determinado lugar
o en determinada posición, hasta bueno, actos o acciones obsesivas muy tortuosas, muy
penosas como alguien que no puede terminar de salir de su casa porque tiene que revisar
infinidad de veces si la luz está apagada o prendida, si la llave de gas está apagada o
prendida, si la ventana está cerrada o abierta, aun sabiendo que ya la cerro, aun sabiendo
que apago y a veces sale a la calle y tiene que volver a entrar a su casa y varias veces,
bueno, puede llegar a tener esto un tinte muy penoso, muy sufriente y además muy
incapacitante. La neurosis obsesiva puede ser una situación muy compleja clínicamente.
Entonces, estas acciones obsesivas dice Freud pueden ser contra las
representaciones, contra los afectos, contra ambos y bueno incluyen todas estas
acciones que describíamos antes.
Por eso Freud, para concluir, habla de la variabilidad y de las variedades clínicas de la
neurosis obsesiva. Ya sea que aparezca algo más para el lado de la representación,
algo más por el lado del afecto, algo que oscila entre el síntoma de retorno y el síntoma
de defensa secundaria, algo que está prácticamente ubicado exclusivamente o que lo
único que queda a la vista son estos síntomas de defensa secundaria. E incluso lo que
Freud llama, los casos graves, que es lo que les mencionaba antes, donde hay una
fijación de acciones, ceremoniales o una manía de duda universal, eso también a
veces se ve, la cuestión de la duda, o una existencia estrafalaria condicionada por
temores, por fobias dice acá Freud, pero en realidad tiene que ver con temores.

Bien vemos entonces como Freud en esta trayectoria típica de neurosis obsesiva
muestra el camino, digamos, que él piensa del trauma al síntoma y como es en el
síntoma que algo del trauma se plasma, que algo del trauma retorna. No el trauma como
tal, insisto en eso, sino lo que queda como resto de ese trauma en esa segunda
vuelta, en ese segundo tiempo donde el trauma se vuelve efectivamente patógeno. Esto
va a ser retomado por Freud, por ejemplo, en fantasías histéricas y su relación con la
bisexualidad, en el historial del hombre de las ratas, en inhibición, síntoma y angustia, y en
muchos otros textos, en acciones obsesivas y prácticas religiosas, bueno, etc. En muchos
textos donde Freud va a seguir con la elaboración de las neurosis y en particular de las
neurosis obsesivas que es un capítulo importante dentro de ellos.

Bueno con esto cerramos este teórico y les agradezco mucho por su atención, que estén
bien, hasta luego.

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