Freud II - Síntoma y Trauma, Trayectoria Típica Neurosis Obsesiva
Freud II - Síntoma y Trauma, Trayectoria Típica Neurosis Obsesiva
Freud II - Síntoma y Trauma, Trayectoria Típica Neurosis Obsesiva
Hola ¿Qué tal? buenos días, buenas tardes, buenas noches. Mi nombre es Leonardo
Leibson, soy profesor adjunto de la cátedra y estoy a cargo de este teórico acerca de
trauma-síntoma, donde veremos también la trayectoria típica de la neurosis obsesiva según
como lo describe Freud, en un texto, en un momento de la elaboración freudiana de las
neurosis. El texto es “Nuevas puntualizaciones sobre las neuropsicosis de defensa”, es un
texto de 1896 y es correspondiente a este primer tiempo de la elaboración freudiana de
las neurosis. Decía que podemos ubicar entre los primeros escritos de Freud, los estudios
sobre la histeria o el texto acerca de las diferencias entre las parálisis motrices, orgánicas e
histéricas, o sea textos más o menos alrededor de 1893/1894 hasta 1899 o 1900 que es el
momento en que se publica la Interpretación de los sueños. Por supuesto es una división
arbitraria, pero tiene que ver con que la interpretación de los sueños es un momento de
viraje en la elaboración freudiana, tanto de las neurosis como de toda la teoría
psicoanalítica.
En esta primera época, como seguramente algo ya se habrá visto la semana anterior, la
idea de Freud es que los síntomas de las neuropsicosis de defensa incluyen a la
histeria, a la neurosis obsesiva y también, en estos textos, algunas formas de las
psicosis, en el texto de Nuevas puntualizaciones, un caso de paranoia crónica, el de la
señora P que ya hemos trabajado en el segundo conjunto temático.
Un conflicto que se genera en un momento dado por la irrupción en el yo, donde aquel
yo todavía es una noción bastante imprecisa, pero podríamos asimilar el yo a la conciencia,
podríamos asimilar el yo de alguna manera a los intentos de voluntad de la persona, pero
bueno, el yo como lo psíquico más accesible. Entra al yo y algo que irrumpe se impone
como proviniendo de otro lado, esto que se impone Freud lo llama representación
inconciliable o intolerable, que genera un conflicto, inconciliable o intolerable para el yo,
porque entra en oposición con el yo. Porque supone algún tipo de anhelo, de deseo, de
impulso, de intención, al cual el yo no quiere prestarse, entregarse y eso genera un conflicto
dado que esto que irrumpe, y esto es algo que Freud va a destacar, tiene una característica
imperativa, o sea es algo que no puede desoírse, es algo que no puede dejarse de lado,
que no puede darse por no arribado, que es lo primero - dice Freud - que el yo intenta
hacer: dar por no arribada esa representación. Pero esto es imposible, una vez que esto
aparece algún tratamiento hay que darle, algo hay que hacer con esto. Y lo que el yo
hace, según Freud en este momento, es poner en marcha el mecanismo de la defensa,
para defenderse justamente de esto que aparece ahí como insoportable, intolerable,
inconciliable.
¿Por qué esa representación es inconciliable o insoportable? Esta es una pregunta que
Freud de alguna manera se hace y va a seguir haciéndose, o sea ¿Por qué algo se vuelve
conflictivo para el yo? En este primer momento, en esta primera etapa de la elaboración del
síntoma neuropsicótico, lo que Freud plantea es que hay algo que tiene que ver que es que,
esa representación es inconciliable porque tiene origen en un hecho traumático, en
una vivencia traumática. Donde lo traumático es planteado por Freud como un exceso
de excitación, ya sea una excitación displacentera o una excitación placentera. Ya sea
una excitación que es vivida pasivamente, este es el caso de la histeria que tiene que ver
con algo del orden de la seducción de lo que hoy por ahí llamaríamos abuso sexual o de ser
tomado el niño como un objeto sexual. Lo que llama entonces Freud un trauma pasivo.
O puede tomar la forma de un trauma que Freud llama activo, en donde algo del sujeto se
encuentra o va a la búsqueda de una satisfacción que le resulta también desmedida,
excesiva, que Freud va a decir más adelante, que un trauma es eso que rompe la barrera
de la protección antiestímulo. O sea que es un estímulo que supera las posibilidades
de ser procesado, tramitado por el aparato psíquico y que genera una suerte de
discontinuidad, de ruptura, de exceso o de déficit y que por lo tanto no llega a tener
inscripción. O sea, lo traumático como tal no tiene inscripción, por eso Freud va a decir
que no son las vivencias mismas la que poseen efecto traumático, sino solo su reanimación
como recuerdo después que el individuo ha ingresado en la madurez sexual.
Detalle fundamental, porque acá Freud varía la concepción Charcotiana del trauma. Charcot
también hablaba de un origen traumático especialmente para la histeria, pero el trauma para
Charcot era una vivencia efectivamente acontecida que tenía inmediatamente algún efecto
sobre el equilibrio psíquico del individuo. Freud en cambio, va a pensar esto con otra
lógica, con otra sutileza, dado que no siempre hay una relación directa entre una
vivencia y un síntoma, pero sí Freud podía encontrar que en todo síntoma había, en algún
momento de su análisis, se encontraba con algún tipo de situación que resultaba
traumática para ese sujeto. O sea que una situación traumática no necesariamente es
algo que estandarizadamente se denomina traumático. Algo que toma carácter
traumático, significación traumática para ese sujeto determinado en cierto momento de
su historia y que no es trauma en tanto ese primer impacto que no deja marca, sino en
una suerte de segunda vuelta, de retorno a través de un recuerdo que siempre será
parcial, siempre será desplazado. O sea que el trauma como tal no es algo pasible de
ser recordado, sino sus efectos, sino sus resonancias que el trauma deja en el sujeto.
Entonces releo la cita de Freud, dice: “No son las vivencias mismas las que poseen efecto
traumático, sino sólo su reanimación como recuerdo, después de que el individuo ha
ingresado en la madurez sexual”. (p.165). La aclaración cronológica es fundamental, porque
para Freud esos traumas tienen dos características para que sean realmente
patógenos, o sea para que realmente generen o estén en la génesis de los síntomas. Por
un lado, el trauma tiene que ser sexual, o sea tiene que afectar a algo que tenga que ver
con la sexualidad del sujeto, que ya en este primer momento aun todavía quizás muy en
borrador pero Freud ya está pensando en una noción de sexualidad que no se
corresponde con la noción que la biología o la ciencia en general tomaba como la
sexualidad en términos de la sexualidad animal, o sea donde la sexualidad animal es
pensada con fines puramente reproductivos por lo tanto reducida o circunscripta al
encuentro de la genitalidad y por supuesto de carácter heterosexual.
Para Freud esto, ya de entrada, desde sus primeros manuscritos se puede ver en el
Manuscrito g, se puede ver en cómo piensa la génesis de las neurosis de angustia, se
puede ver en su texto sobre la etiología sexual de las neurosis, o sea ya en esta época
Freud está pensando una sexualidad humana que difiere de la sexualidad animal, dado
que no está ligada exclusivamente a la reproducción, por lo tanto tampoco está restringida a
lo genital a lo que anatómicamente son los genitales, sino que puede abarcar muchas otras
partes del cuerpo, muchas otras zonas del cuerpo, o puede desplazarse, investir distintas
partes del cuerpo. Pero también es una sexualidad que, por lo tanto, no necesariamente
tiene que ser hombre-mujer o macho-hembra, sino que la posición sexuada o las
características de cómo cada sujeto asume su posición de ser sexuado varían y están
determinadas por múltiples influencias que no dependen exclusivamente de cuestiones
anatómicas.
Esto ya está presente de alguna manera, que va a ser desarrollado después, en Freud.
Pero lo que es fundamental es entender que el trauma tiene que ver con esa excitación
sexual, y esto es algo que Freud infiere a partir de los y las pacientes que va atendiendo y
con quienes va trabajando en esos primeros años y ya ahí, él se da cuenta de que esto que
dice Charcot: al final siempre se trata de la cosa genital, siempre. Y Freud dice: bueno, si lo
piensan y lo saben ¿Por qué no lo dicen, por qué no lo publican? Y Freud se ocupa de eso,
de ver que hay ahí, en esa cosa que justamente ya no es solo genital, pero si algo que tiene
que ver con la sexualidad.
Y lo encuentra, con regularidad asombrosa, en los relatos y en los análisis que, a partir de lo
que sus pacientes le van contando, por medio del método incipiente de la asociación libre
o a través de los sueños, síntomas y los recuerdos. Los pacientes van encontrándose con
estas cuestiones, estas situaciones o estos eventos o, propiamente hablando, traumas que
implican algo de la sexualidad. O sea que no es cualquier trauma, no es cualquier golpe.
Porque trauma está relacionado al golpe, al impacto, no es cualquier impacto. No da lo
mismo un accidente de tren que un intento de seducción. Freud incluso va a decir que, si
el trauma aparece como algo ajeno a la sexualidad, de alguna manera tiene que estar
ligado inconscientemente a un evento sexual. Pero además, no solo el trauma es
sexual, sino que además para Freud, y esto también lo plantea desde muy de sus inicios,
tiene que haber ocurrido en la niñez, incluso en la niñez temprana. Con lo cual supone
Freud dos cosas: primero que los niños no son ajenos a la sexualidad, o sea que hay una
sexualidad infantil y que también hay una sexualidad en la infancia. O sea que ya los
niños pequeñitos, desde muy pequeños, desde que nacen, están tomados en esta
dimensión de lo sexual que, por supuesto ahí claramente lo sexual no tiene que ver con la
genitalidad ni con los fines reproductivos, ni con la heterosexualidad obligada, de ninguna
manera. Tiene que ver con lo que hoy podríamos llamar “lo erótico” en un sentido amplio,
lo erótico, lo erógeno, lo sensual, y que se da especialmente, fundamentalmente en los
primeros vínculos del niño, los vínculos con sus progenitores. Y la gente que lo rodea
por supuesto.
Y Freud supone que en esos primeros tiempos del sujeto pueden darse estos hechos
traumáticos, estas situaciones donde algo excede la posibilidad del infantil sujeto, del
pequeño niño, de procesar, de elaborar, de ligar, ese monto de excitación al que es
sometido o por el que es tomado.
En este momento Freud piensa la relación del trauma al síntoma prácticamente como
no mediada, o como directa. Si bien ya plantea esto de que hay una segunda vuelta, de
que hay un recuerdo. Pero luego, y vale la pena aclararlo porque esto aparece en los
desarrollos posteriores, hay una nota al pie en la página 169 del tomo 3 de Amorrortu, que
es agregada en 1924 donde Freud dice: “Esta sección está bajo el imperio de un error que
después he admitido y rectificado repetidas veces. Por aquel tiempo yo aún no sabía
distinguir entre las fantasías de los analizados acerca de su infancia y unos recuerdos
reales. A consecuencia de ello, atribuí al factor etiológico de la seducción una sustantividad
y una validez universal que no posee. Superado este error, se abrió el panorama de las
exteriorizaciones espontáneas de la sexualidad infantil, que describí en Tres ensayos de
teoría sexual”. O sea lo que Freud hace es interponer, pero esto lo va a hacer poco
después de este texto, la noción de fantasía entre el trauma y el síntoma. O sea que hay
una suerte de secuencia donde la fantasía se ubica, se supone a lo traumático, porque en
rigor Freud nunca abandona la teoría traumática, nunca abandona la idea de que en el
origen hay algo del orden de lo traumático, Freud sigue sosteniendo esto hasta sus últimos
textos, por ejemplo, Moisés y la religión monoteísta, un texto de los últimos de Freud y gira
fuertemente alrededor de la noción de trauma y de repetición.
En este momento entre el trauma y el síntoma hay una vuelta también, algo del orden de
la repetición que supone un recuerdo, pero también Freud va a decir algo del orden de la
fantasía. Donde la fantasía no está enteramente desligada al trauma, sino también en algún
sentido la fantasía – como lo vamos a ver más adelante en el texto “las fantasías histéricas
y su relación con la bisexualidad”- la fantasía ocupa un lugar de nudo, digamos, entre el
trauma, el deseo, el síntoma. Pero a esta altura, parecería que del trauma o de la
elaboración del trauma se pasa al síntoma. No de manera directa, ni de manera
inmediata, especialmente en lo que Freud llama en el apartado segundo de este texto
“Naturaleza y mecanismo de la neurosis obsesiva”. Porque empieza diciendo en este
apartado: “En la etiología de la neurosis obsesiva, unas vivencias sexuales de la primera
infancia poseen la misma significatividad que en la histeria; empero, ya no se trata aquí de
una pasividad sexual, sino de unas agresiones ejecutadas con placer y de una
participación, que se sintió placentera, en actos sexuales; vale decir, se trata de una
actividad sexual.”. (21:24).
Lo cual no le impide a Freud señalar acá algo que va a volver a decir en repetidas
oportunidades, y es que en toda neurosis obsesiva hay un trasfondo de síntomas
histéricos. Y en ese trasfondo de síntomas histéricos, por eso Freud supone que la
neurosis obsesiva en definitiva no es más que un dialecto de la histeria, o sea una
versión dialectal de la histeria, en ese trasfondo de síntomas histéricos Freud supone
entonces que también tiene que haber habido antes de esas situaciones traumáticas
activa, agresiva, placentera de la neurosis obsesiva, tiene que haber habido algún orden de
vivencia de seducción, o sea alguna vivencia pasiva, y Freud dice que de eso depende
además que exista la represión.
(22:20) Para ubicar la articulación entre el trauma y el síntoma, es muy interesante leer lo
que acá Freud llama la trayectoria típica de una neurosis obsesiva. Y que parte de esta
fórmula, dice Freud, las representaciones obsesivas son siempre reproches mudados
que retornan de la represión y están referidos siempre a una acción de la infancia,
una acción sexual realizada con placer. Si bien Freud va a revisar después, como dice acá
en una nota al pie, esta definición no la va a descartar totalmente pero la va a revisar, sobre
todo después del análisis en el historial del hombre de las ratas, que tiene que ver la
revisión fundamentalmente con ubicar ahí la dimensión de la fantasía, pero ya hay acá
planteado una secuencia que es genética pero también en algún sentido es estructural,
donde Freud ubica distinto periodos o momentos que hacen a la evolución del niño,
digamos a la evolución tanto del yo como de su organización libidinal, que terminan
desembocando en la posibilidad de que se produzcan síntomas obsesivos. Digo la
posibilidad, porque para Freud la neurosis no es imprescindible que se desencadene, o sea
no hay manera de saber si se va a desencadenar una neurosis o no. Vamos a ver que para
que se desencadene una neurosis, además de todas estas determinaciones infantiles
tiene que haber también algún acontecimiento, algún suceso de la vida adulta que
ponga en marcha toda la maquinaria de la neurosis.
¿En qué consiste esta trayectoria típica de la neurosis obsesiva? Freud va a ubicar
aquí cuatro periodos.
-El primer periodo que él llama de “la inmoralidad infantil”, o sea un niño, un infans que
todavía no tiene palabra como dice la palabra “infans” sin palabra, o que apenas empieza a
disponer de la palabra. Pero lo que seguro no tiene es todavía ese registro de la moralidad.
O sea, de que hay cosas que están bien y cosas que están mal, para decirlo de una manera
muy sencilla. Lo cual se acompaña con la falta de diques en los niños, o sea, claramente
los niños hasta cierta edad no tienen, o sea recién a partir de cierta edad los niños tienen
pudor, tienen vergüenza, no quieren que los vean desnudos, quieren ir al baño y cierran la
puerta y hasta ese momento, el primer tiempo, eso no los afecta en el sentido de que no
hay ahí una restricción, o lo que Freud llamó un dique pulsional.
En este primer periodo, dice Freud, ocurren los sucesos que contienen el germen de la
neurosis posterior. Especialmente dice:” en la más temprana infancia, primero las vivencias
de seducción sexual”, o sea, ahí es donde Freud insiste, hay un trasfondo de síntomas
histéricos lo cual supone que hay vivencias de seducción sexual, y agrega “que luego
posibilitan la represión”. O sea, ahí hay una cuestión de estructura, las vivencias pasivas
o vivencias de seducción sexual, esto de ser tomado como un objeto erótico. Lo cual, si lo
pensamos a la luz de los desarrollos posteriores de Freud en rigor, es estructural, en tanto
hay algo de la sexualidad que implica que el niño es tomado por un objeto de amor, por un
objeto erótico o sea donde el amor encubre de alguna manera el erotismo, por las figuras
parentales, por los padres, que el niño esta tomado en un circuito deseante de relación a
estos padres, un circuito que implica toda la dimensión de los ideales y del narcisismo
por supuesto, pero que también implica una cuestión pulsional.
Entonces Freud ubica en ese periodo de inmoralidad infantil, primero las vivencias de
seducción sexual que posibilitan la represión, y después las acciones de agresión
sexual contra el otro sexo que más tarde aparecerán bajo la forma de acciones
reproche. Entonces Freud ubica ahí acciones de agresión sexual contra el otro sexo, contra
el otro sexo podríamos ponerlo ahí un poco quizás entre comillas porque no
necesariamente es que si es un varón atacara a una mujer, por supuesto que eso puede
verse, Freud dice que esto implica que la neurosis obsesiva tenga cierta predilección
con el sexo masculino pero sabemos que eso es relativo, de hecho la mayoría de
ejemplos de neurosis obsesiva que Freud nos da son pacientes mujeres, la enorme
mayoría, y Freud mismo va a ir modelando y matizando estas cuestiones. Pero sí que hay
agresión sexual hacia un otro. Y que luego, más tarde o sea no de entrada, aparecerán
bajo la forma de acciones reproche, o sea acciones ligadas a un reproche.
Pero que eso retorna, lo que veíamos antes, no es el hecho en sí lo que es traumático
sino los efectos del retorno de algo de esa vivencia (30:42). Porque en este momento se
liga a un reproche, porque ahora ya no hay inmoralidad sino que ahora ese sujeto, ese
sujeto en germen, ha entrado a la cultura, para decirlo en términos freudianos, ha estado
enmarcado por lo que luego Freud conceptualizará en términos de complejo de
castración, y aparece algo en el orden de la prohibición, aparece algo en relación que
después deriva en esto de lo correcto, lo incorrecto, lo que está bien, lo que está mal, y
bueno lo que también Freud también desarrollará en términos de Superyó como esa
instancia que critica, que reprocha, que censura lo que se hizo, pero sobre todo lo que se ha
hecho o lo que se ha querido hacer. No olvidemos que para Freud en ese sentido es
equivalente algo que se ha hecho, algo que se hizo o algo que se quisiera hacer.
Lo que aparece ahí entonces es ya una formación de compromiso. Porque ese reproche
se reprime y es sustituido por lo que Freud llama acá “síntomas de defensa primaria”.
Síntomas de la defensa primaria o síntomas primarios de la defensa que Freud ubica como
los escrúpulos de la conciencia moral, o sea no solo la conciencia moral sino los
escrúpulos, o sea la anticipación, el temor, la culpa, la vergüenza y la desconfianza de
sí mismo. Esto es muy interesante porque ya entonces ahí el sujeto queda marcado por
una escisión, el sujeto ya desconfía, no tanto de lo que está fuera, de lo que es ajeno, de lo
que es externo, sino que el sujeto empieza a desconfiar de sí, quiere decir que hay algo en
el sujeto mismo que lo toma como algo ajeno, desconfía de sí mismo. Eso marca la escisión
del aparato psíquico, la división subjetiva que vamos a seguir después en relación a la
elaboración de la neurosis.
Tercer periodo de la salud aparente, pero, dice Freud en verdad de la defensa lograda.
O sea, es una defensa que ha logrado su objetivo, la salud aparente tiene que ver con una
defensa que logra su objetivo al costo que ya mencionamos. De paso, es interesante
porque estos síntomas primarios de la defensa, que anudan o reanudan algo que se
desencadena cuando el niño entra en el periodo de la maduración sexual, pueden de
alguna manera pensarse en la línea de lo que, muchos años después, Lacan va a llamar
el sinthome. O sea esa suplencia de un desanudamiento, algo que aparece ahí como
estabilizando, como reanudando la estructura, como permitiendo que se mantenga esas
consistencias unidas y que parezca que todo está bien, por eso subrayo esto de salud
aparente y defensa lograda. Está todo bien, como solemos decirlo, bueno el todo bien no
se sostiene solo, el todo bien tiene su costo y tiene también su punto débil, digamos así.
Porque es recién ahí donde Freud dice, bueno recién acá podemos hablar del cuarto
periodo, cuarto y último periodo, que es lo que Freud llama “el periodo de la neurosis
propiamente dicha”. Recién acá será, si se produce, la neurosis propiamente dicha y que
tiene que ver con el retorno de los recuerdos reprimidos.
Pero ya acá, en esta época ya lo dice así: “el retorno de los recuerdos reprimidos, vale
decir, el fracaso de la defensa”. O sea, que la defensa puede actuar o puede fracasar. Y
agrega: “acerca de esto, es incierto si el despertar de esos recuerdos sobreviene más a
menudo de manera casual y espontánea, o a consecuencia de unas perturbaciones
sexuales actuales, por así decir como efecto colateral de estas últimas.”. En “fantasías
histéricas y su relación con la bisexualidad” Freud va a hablar justamente de esas
perturbaciones sexuales actuales, donde actuales tiene doble connotación. Por un
lado, actuales del momento actual, pero actuales en el sentido de las neurosis
actuales, o sea de algún modo de acumulación, de excitación o de mala tramitación de la
excitación sexual ya obviamente en el adulto.
(39:32) Ahora bien, ¿qué pasa cuando hay retorno de lo reprimido? Lo que pasa es que
retornan los recuerdos reanimados, y los reproches formados desde ellos. Tanto los
recuerdos como los reproches cuando retornan, no retornan inalterados, sino
justamente desfigurados. Y esta es la otra cuestión fundamental, el retorno de lo
reprimido no es idéntico a aquello que fue reprimido, cuando algo retorna ya ha sufrido
o es mediante el proceso de una desfiguración, de un deslizamiento, de una
condensación, donde se ponen en juego los mecanismos que Freud va a poder investigar
y precisar cuándo se ponga a estudiar los sueños, porque en definitiva Freud va a suponer
que el mecanismo de formación de síntomas y el trabajo formador del sueño tienen
muchos puntos en común que es justamente las características del sistema
inconsciente y de lo que ocurre en este retorno de lo reprimido.
Entonces dice, no vuelven tal cual, “lo que deviene consciente como representación y afecto
obsesivo, sustituyendo al recuerdo patógeno en el vivir consciente, son unas formaciones
de compromiso entre las representaciones reprimidas y las represoras”. Entonces lo que
retorna no retorna igual porque ya como es de alguna manera producto de estas
tensiones conflictivas, lo que aparece es algo que es formación de compromiso, o sea
una formación que toma elementos tanto de lo que ha sido reprimido como de aquello
que quiere reprimirlo, que es lo represor.
Entonces, es ahí donde nos encontramos con el síntoma, y ahí también donde Freud va
a hablar de que esto que retorna de lo reprimido tiene esas dos partes, y que esas dos
partes pueden retornar no necesariamente en la misma proporción. Que esas dos partes
que son, por un lado, el recuerdo como tal y por otro lado el reproche, puede retornar
solo el recuerdo, puede retornar solo el reproche, pueden retornar ambos. Y además,
retornar de distintas maneras. Lo que es fundamental es que lo que retorna es un
sustituto, hay un efecto de sustitución, hay un efecto -dirá lacan más adelante-
metafórico, o sea algo, un significante sustituye a otro significante y dice de ese
significante, pero de otra manera. Entonces, el efecto de sustitución que Freud, plantea
en “inhibición, síntoma y angustia”, es lo que define cabalmente a un síntoma, o sea un
síntoma no es la angustia, no es la inhibición, no es el temor, no es el sufrimiento
solamente, sino el síntoma supone esta sustitución, este desplazamiento y esta
condensación. Y entonces esto da lugar, a lo que Freud también llama acá, la variabilidad
clínica de la neurosis obsesiva. O sea que la neurosis obsesiva puede presentarse de
distintas maneras, dos o tres, en rigor, formas de la neurosis obsesiva.
Esa entonces sería la primera forma dice, de la neurosis obsesiva donde lo que predomina
son los síntomas de las representaciones obsesivas típicas que pueden acompañarse, por
supuesto, de un afecto, pero que ese afecto en general, Freud dice, que es un displacer
impreciso o inespecífico. Por supuesto que estas ideas como decíamos generan horror.
La segunda forma tiene que ver con que puede retornar especialmente, no tanto la idea
o el recuerdo, mejor dicho, sino el reproche como tal. Y el reproche implica algo del
orden del afecto, o sea que puede mudarse ese reproche en un afecto displacentero,
también de cualquier otra índole. Fíjense acá también aparece el desplazamiento y la
sustitución, no es el reproche original que ha sido reprimido sino algo del orden del afecto
y Freud habla ahí de afectos sustituyentes o afectos obsesivos, ¿Que son cuáles?
Bueno volvemos a encontrar la vergüenza, que ya no es solo la vergüenza infantil sino una
vergüenza que adquiere un carácter sintomático, un carácter desproporcionado. La
angustia hipocondríaca, saquemos tal vez lo de angustia, la hipocondría o sea la
sensación de que se está enfermo,
Esta es una hipocondría neurótica, no confundamos esto con lo que Freud llama
hipocondría en los pasos de la psicosis en la introducción al narcisismo, pero un temor a
estar enfermo, una sensación de que algo está mal en el cuerpo, de que hay una
enfermedad, etc. La angustia social que implica la incomodidad, el malestar, el no sentirse
a gusto en grupo o en una actividad social, los distintos tipos de vínculos. La angustia
religiosa, en la neurosis obsesiva Freud va a ir desarrollando esto fuertemente y ligado a
las cuestiones de la religiosidad, de hecho, Freud va a decir en “actos obsesivos y prácticas
religiosas” un texto de 1908, va a decir que la neurosis obsesiva es una religión
individual, es una religión privada, funciona del mismo modo que la religión, pero de
manera individual, de manera privada, incluso va a decir que las religiones son una suerte
de neurosis obsesiva universal.
Entonces puede aparecer más por esta vertiente religiosa, pero también habla del delirio
de ser notado, fíjense que usa la palabra delirio y no está pensando en una cuestión
psicótica, sino en un modo de pensamiento que se parece enormemente a veces al modo
paranoico de pensar, porque el delirio de ser notado por supuesto tiene un tinte persecutorio
pero nuevamente, una diferencia esencial es que en la neurosis obsesiva el sujeto
puede registrar que no está pensando en eso, que realmente no cree en eso, pero que
no puede evitar pensarlo. Y también pone Freud ahí, lo que él llama la angustia de
tentación, el temor a ser tentado, a caer en la tentación de algo prohibido, generalmente de
algo transgresor. Estas serían las dos formas básicas, que tienen que ver con el retorno de
la representación o el retorno del reproche.
Pero hay una tercera forma que Freud acá ubica de una manera que luego va a revisar en
el historial del hombre de las ratas, y que tiene que ver con las defensas ya no primarias,
sino secundarias. Antes habló de síntomas primarios de la defensa o síntomas de la
defensa primaria, y acá habla de la defensa secundaria. Y la ubica como defensas del yo
contra los retoños del recuerdo reprimido y que incluyen toda la serie de cosas, que en
realidad son las más populares y a veces las más visibles de las neurosis obsesivas, que
tiene que ver con las medidas protectoras, con los ceremoniales, con los rituales, con
lo que se llaman las acciones obsesivas. Y lo que acá Freud dice es que nunca son
primarias, siempre son defensivas. Esto es lo que Freud de alguna manera va a revisar,
porque lo que Freud va a ir planteando en realidad es que algo de eso compulsivo que
aparece ya en el retorno del recuerdo, se va a trasladar a estos síntomas de la
defensa secundaria.
Bien vemos entonces como Freud en esta trayectoria típica de neurosis obsesiva
muestra el camino, digamos, que él piensa del trauma al síntoma y como es en el
síntoma que algo del trauma se plasma, que algo del trauma retorna. No el trauma como
tal, insisto en eso, sino lo que queda como resto de ese trauma en esa segunda
vuelta, en ese segundo tiempo donde el trauma se vuelve efectivamente patógeno. Esto
va a ser retomado por Freud, por ejemplo, en fantasías histéricas y su relación con la
bisexualidad, en el historial del hombre de las ratas, en inhibición, síntoma y angustia, y en
muchos otros textos, en acciones obsesivas y prácticas religiosas, bueno, etc. En muchos
textos donde Freud va a seguir con la elaboración de las neurosis y en particular de las
neurosis obsesivas que es un capítulo importante dentro de ellos.
Bueno con esto cerramos este teórico y les agradezco mucho por su atención, que estén
bien, hasta luego.