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2 Entendiendo La Lujuria

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2 Entendiendo La Lujuria

En otro tiempo también nosotros éramos necios y


desobedientes. Estábamos descarriados y éramos esclavos
de todo género de pasiones y placeres
Tito 3:3

Pablo escribiéndole a Tito pudo fácilmente haberme descrito a mi


por la mayor parte de mi vida. Yo era necio, desobediente, enga-
ñado, sirviendo a varias pasiones y placeres. Yo había sido criado
en un hogar Cristiano y me convertí en Cristiano a una edad joven.
Aun así como tantos hombres jóvenes experimenté una lucha
constante con la lujuria sexual. Yo era un esclavo, sirviendo sus
demandas. Mirando atrás, también me di cuenta que estaba enga-
ñado carecía de entendimiento y por esta razón, no avanzaba.
Mis ideas inadecuadas de lo que necesitaba hacer para complacer a
Dios con respecto a mi comportamiento sexual limitaron mi desar-
rollo Cristiano.
Yo siempre comprendí que no debía involucrarme con el sexo
antes del matrimonio o cruzar la línea del pecado sexual. Sin embargo,
nunca estuvo claro en mi mente donde se trazaba la línea. Aunque yo
asumía que había ido muy lejos si me llevaba a la masturbación, en
varias ocasiones había escuchado hasta de Cristianos que la
masturbación no era tan seria y yo tendía a adoptar este punto de vista
también.
Marsha y yo nos hicimos novios en la secundaria y nos casamos
antes de mi último año de universidad. Ya que ambos éramos virgen,
yo asumí que mis problemas con la lujuria serían cosa del pasado.
Esto resultó no ser el caso. No fue hasta que yo tenía alrededor de 55
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años que Þnalmente comprendí mi pecado y como eliminar su control


en mi vida. Estoy compartiendo todo esto con el deseo de que ayude
a otros a alcanzar una victoria similar espero que mucho antes en
sus vidas que en mi caso.
Los fracasos pasados en la lucha contra la lujuria trajeron dolor y
decepción a mi vida y a las vidas de aquellos a mi alrededor. También
resultó en una carencia de fruto en mi caminar Cristiano. Gracias a
Dios, por Su gracia, mi historia no tomó un camino más sórdido. Yo
nunca me hundí en el fango de la pornografía pesada, prostitución y
adulterio. Esquivando tales escollos es un alivio, pero en realidad es
un mínimo logro vacío.

Enseñanza Bíblica Sobre La Lujuria


La Biblia nos enseña claramente y en muchos lugares a eliminar la
lujuria de nuestras vidas. Aquí hay solo algunos ejemplos:

Más bien, revístanse ustedes del Señor Jesucristo, y no


se preocupen por satisfacer los deseos de la naturaleza
pecaminosa. (Romanos 13:14)
Por tanto, hagan morir todo lo que es propio de la natura-
leza terrenal: inmoralidad sexual, impureza, bajas pasiones,
malos deseos y avaricia, la cual es idolatría. (Colosenses
3:5)
Todo lo contrario, cada uno es tentado cuando sus propios
malos deseos lo arrastran y seducen. Luego, cuando el
deseo ha concebido, engendra el pecado; y el pecado, una
vez que ha sido consumado, da a luz la muerte. (Santiago
1:14-15)
Queridos hermanos, les ruego como a extranjeros y peregri-
nos en este mundo, que se aparten de los deseos pecamino-
sos que combaten contra la vida. (1 Pedro 2:11)
Pero las preocupaciones de esta vida, el engaño de
las riquezas y muchos otros malos deseos entran hasta
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ahogar la palabra, de modo que ésta no llega a dar fruto.


(Marcos 4:19)
Los que son de Cristo Jesús han cruciÞcado la naturaleza
pecaminosa, con sus pasiones y deseos. (Gálatas 5:24)
No fue ésta la enseñanza que ustedes recibieron acerca de
Cristo, si de veras se les habló y enseñó de Jesús según
la verdad que está en él. Con respecto a la vida que antes
llevaban, se les enseñó que debían quitarse el ropaje de la
vieja naturaleza, la cual está corrompida por los deseos
engañosos; ser renovados en la actitud de su mente; (Efe-
sios 4:20-23)
Huyan de la inmoralidad sexual. (1 Corintios 6:18)

El factor común entre estos versículos y otros como ellos es la


suposición de que la lujuria es algo sobre lo cual nosotros tenemos
control como seguidores de Cristo. Esta no fue mi experiencia; yo
sentía que la lujuria tenía control sobre mí.

La Necesidad de Entender la Lujuria Claramente


Antes de yo poder obtener la victoria sobre la lujuria, debía com-
prenderla mejor y en particular, como funciona. Esto era nuevo para
mí. Explicaciones útiles y orientación clara acerca de como escapar
de las garras de la lujuria, simplemente no fueron parte de mi entre-
namiento. Como resultado, mantuve una comprensión contradicto-
ria y confusa acerca de cómo tratar con los deseos y pensamientos
sexuales.
Tal forma confusa de pensar fue una parte necesaria de mi vida ya
que en todo aspecto mis pensamientos internos estaban llenos de
lo que se puede describir como lujuria. Esto comenzó cuando yo era
joven. Posibles recursos de satisfacción sexual estaban por todas par-
tes. Me topaba con ellos o los buscaba de forma regular, disfrutando
de esa emoción única que estaba allí para tomar. Parecía inofensiva
e inevitable.
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Un Concepto Erróneo Desde la Juventud


Yo ahora conozco que la actividad en la cual me involucré era lujuria
sexual pecaminosa del mismo tipo que la Biblia nos enseña a evitar,
pero yo no lo veía de esa forma, incluso cuando la culpabilidad entró en
mí. Por el camino desarrollé un modo de pensar que proveía un camino
conveniente para que la lujuria se hiciera permanente en mi vida.
El periódico local donde vivíamos en Canadá publicaba una
columna semanal escrita por Billy Graham dónde él respondía a las
preguntas enviadas por los lectores. La forma en que yo interpreté
una de estas columnas causó un gran impacto en mí como un joven
adolescente. Un lector publicó una pregunta directa y retadora para
Billy. El citó a Jesús en Mateo 5 Pero yo les digo que cualquiera
que mira a una mujer y la codicia ya ha cometido adulterio con ella
en el corazón. (Mateo 5:28) y quería saber cómo aplicar esta difícil
enseñanza. Este versículo me inquietó a mí también, entonces quedé
ansioso por leer la respuesta.
Mi recolección de cómo Billy Graham respondió a esta pregunta
no está completa y aún espero que yo haya profundamente malenten-
dido su respuesta. Sin embargo, retuve lo siguiente si, dada la opor-
tunidad, uno tendría sexo con la persona a quien uno está observando,
sería entonces lujuria pecaminosa. Esta explicación funcionó para mí.
Admito, no hizo mucho sentido, ni tuvo alguna aplicación práctica
para mí, pero me ofreció una cubierta. Yo me propuse que nunca haría
realmente todas esas cosas malvadas en las que yo pensaba. Aún dada
la oportunidad, yo resistiría fuertemente y por ende al aplicar esta
extraña creencia no estaría realmente cometiendo adulterio en mi
corazón tampoco. Por inferencia, yo concluí que ni siquiera estaba
pecando.

Una DeÞnición Bíblica de La Lujuria


El Diccionario Bíblico Easton (1897) deÞne a la lujuria como anhelo
pecaminoso; el pecado interno que guía hacia una separación de Dios.
Esta antigua deÞnición, si la hubiese buscado, me hubiera dirigido en
la dirección correcta. Es este anhelo pecaminoso que es pecado. Aún,
por más buena que esta deÞnición sea, todavía carece de la precisión
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y claridad que necesitamos. ¿Cuándo exactamente nuestro anhelo se


convierte en pecado? Porque estamos tan propensos a mentirnos a
nosotros mismos con respecto a la lujuria, debemos aprender como
reconocerla al instante.
Como expliqué anteriormente, el momento crucial para mi vino
después de haber leído La Batalla de Cada Hombre (Every Man s Bat-
tle). Este libro originalmente había sido un obsequio de Marsha quién,
para ese tiempo, estaba decepcionada y frustrada. El libro deÞnía la
pureza sexual de una forma que profundamente desmentía las ideas
porosas acerca de la lujuria que me había mantenido en ataduras por
años. Aquí está lo que Stoeker escribió:

Tú eres sexualmente puro cuando ninguna gratiÞcación sexual


proviene de nadie o nada más, solo de tu esposa 1

La Emoción Sexual
GratiÞcación Sexual viene cuando experimentamos una emoción
sexual, y puede suceder halla o no contacto físico o emocional. Esta
experiencia es instantáneamente reconocible y permanece en el centro
del tema de la lujuria.
Sin embargo, por más familiar que la emoción sexual pueda ser,
sigue siendo un misterio siendo ni exclusivamente emocional o
exclusivamente física. Algunos investigadores dicen que proviene
de un factor psicológico-biológico o psico-biológico que incluye
nuestros cuerpos, nuestras emociones y procesos cognitivos. Esto
desafía completamente nuestro entendimiento.
Mi confusión resultó por no pensar acerca del mecanismo que
ocurría en los momentos que experimentaba una emoción sexual.
Yo como muchos otros hombres asumí que la emoción sexual era
automática. Confrontado con un estímulo sexualmente cargado, mi
cuerpo y mi cerebro tomaban el control y ¡Presto! Tenía una emoción
placentera. Yo no lo consideraba una acción voluntaria. Actualmente,
esta es la manera en la cual la mayoría de los hombres describirían
la forma en que el deseo sexual opera en sus vidas. Ellos Þrmemente
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creen que la emoción sexual no está bajo su control y existe muy poco
que ellos puedan hacer al respecto. Sin embargo, esta no es realmente
la forma en que trabaja.
Asumir esa posición requiere que nosotros convenientemente
ignoremos el paso extra que es requerido para producir la emoción
sexual que hace de la lujuria algo tan placentero. Este paso ocurre
cuando nosotros manipulamos un estímulo sexual y lo usamos para
obtener gratiÞcación sexual. Una prueba simple de que necesitamos
tomar este paso es nuestra habilidad para rutinariamente pararnos a
nosotros mismos de generar una emoción lujuriosa cuando involucra
interacciones a las cuales nos rehusamos a sexualizar, como es el caso
con nuestras hijas o hermanas.

La Emoción Sexual Ilícita


Dios es quien diseñó la emoción sexual para bien. Sólo se convierte
en un problema cuando la manejamos inapropiadamente. La emoción
sexual ocupa un papel esencial como una etapa temprana de la intimi-
dad dentro de la unión sexual del matrimonio. Sin ella, no nos exci-
taríamos y el sexo no sucedería lo suÞciente como para mantener la
reproducción continua o la unión matrimonial sólida. Sin embargo,
esta emoción es solamente apropiada dentro de la relación matrimo-
nial. Cuando usamos incorrectamente la emoción sexual, es lujuria
pecaminosa. Considere la siguiente deÞnición como una forma de
comprender esto:

Lujuria sexual la emoción sexual ilícita es una gratiÞcación


placentera voluntariamente permitida de deseo sexual incorrecta-
mente dirigido que ocurre en lo profundo de nuestro ser.

Analicemos esto:
1. Voluntariamente permitido es algo que decidimos hacer. No
es forzado sobre nosotros. Ceder ante esto puede ser causado
por hábito y llevado a cabo sin deliberación, pero aún así es una
decisión nuestra.
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2. Placentera la disfrutamos. La emoción sexual ilícita es intensa-


mente disfrutable de una forma que no podemos completamente
comprender. Dios nos diseñó para que aún cuando meramente
estamos buscando disfrutar el placer sexual legítimo, contemp-
lando la lujuria o la actividad sexual, tenemos la capacidad de
obtener una placentera emoción sexual.
3. GratiÞcación reconocemos cuando sucede; algo encaja en
su lugar. Podemos decir que nada malo estamos haciendo y
podemos engañar a otros, pero no deberíamos intentar engañar-
nos a nosotros mismos. Dios, ciertamente, no puede ser burlado.
4. Deseo sexual incorrectamente dirigido estamos enfocando
nuestra atención de una forma que no está correcta. La emo-
ción sexual solamente es apropiada cuando está basada en una
relación matrimonial. Esto es difícil de aceptar cuando estamos
atados a la lujuria. Buscamos una forma de justiÞcar nuestra
caprichosa gratiÞcación de deseos sexuales para convencer-
nos de que está bien.
5. Ocurre en lo profundo de nuestro ser no podemos compren-
der plenamente como sucede la emoción sexual. Nuestra respu-
esta psico-biológica es muy profunda e intensamente personal.
Sucede rápidamente y sin equivocación, mucho antes (y muchas
veces con ninguna) evidencia externa visible.

Esto es, admisiblemente, una situación un tanto compleja. Jesús el


Maestro ArtíÞce de La Palabra destiló todos estos elementos en una
frase que inmediatamente suena correcta. El llamó a lo que ocurre
cuando pecamos de esta forma adulterio en el corazón (Mateo 5:28).
Al hacer esto, El incluyó todos los elementos previamente menciona-
dos con una elegante y penetrante simpleza que un Cristiano no puede
eliminar de su consciencia.

Lujuria Sexual la emoción ilícita sexual es adulterio en el


corazón.
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La Respuesta Correcta
Al encontrar una forma de aplicar todo esto, una práctica deÞnición
del pecado de la lujuria brota naturalmente. Aquí está lo que Þnal-
mente acepté como realidad:

Lujuria sexual es permitir una emoción sexual de cualquiera o


cualquier cosa aparte de tu esposa.

Jesús trazó la línea claramente. El dio expresión explicita a la ley que


Él había previamente escrito en nuestros corazones. Como Sus hijos,
no debemos unirnos al mundo cuando responde con incredulidad y
falta de fe. En cambio, debemos ponernos de acuerdo con Jesús y
seguir Sus enseñanzas. Yo no había hecho esto antes y esto explicaba
mi confusión interna. Finalmente reconociendo lo que Jesús quiso
decir por adulterio en el corazón y creyendo que era algo que podía ser
negado se convirtió en un factor de cambio para mí mientras luchaba
para vencer la lujuria.
Habiendo obtenido y aceptado una comprensión clara de la lujuria
como Jesús la explica, yo podía inmediatamente identiÞcar cuando me
involucraba en adulterio en mi corazón. Excepto por mi esposa, cual-
quiera y cualquier cosa que pudiera iniciar una emoción sexual estaba
fuera de los límites para mí. Yo reconocí que todos mis abusos pasados
de la emoción sexual pudieron haber sido evitados y claramente era
pecado. Yo fui forzado a confrontar el hecho de que estaba cruzando
la línea e imprudentemente acomodando al pecado de una forma con-
tinua. Ya no podía culpar a las tentaciones a que me exponía, lo que
otros hicieran, lo que otros dijeran o incluso mis propios conceptos
erróneos del pasado. Mis propias decisiones equivocadas fueron causa
de confusión y tropiezos en mi caminar cristiano. Estar claro en esto
se convirtió en la herramienta esencial que yo necesitaba para comen-
zar el proceso de eliminar el pecado que no tenía lugar en mi vida.

Reto: Si tú deseas vencer el pecado de la lujuria, mi espe-


ranza es que tú aceptes y Þrmemente actúes con base a las
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deÞniciones de pureza sexual y lujuria mostradas previa-


mente. Obtener tal claridad puede perturbarte como lo hizo
conmigo, pero espero que te motive a realizar cambios en tu
vida si estás fallando en esta área.

Distinguiendo Entre Deseo Sexual y Lujuria


Hay algunas objeciones que surgen inmediatamente en algunos que
escuchan esta enseñanza por primera vez y es mejor introducirlas
desde el inicio.
La primera objeción es la aÞrmación de que la emoción sexual que
los hombres desarrollamos de una forma mayormente indiscriminada,
es nada más que deseo sexual natural. De hecho, la mayoría de deÞni-
ciones de la lujuria la describen como un deseo normal que se ha des-
carriado, sin explicar claramente cuando ocurre esto. Por ejemplo, el
pastor John Piper deÞne la lujuria de la siguiente forma La lujuria
es un deseo sexual menos el honor y la santidad. 2
Desafortunadamente, hay un problema fundamental al usar el tér-
mino deseo o deseo sexual como el punto de partida al desarrollar
una deÞnición apropiada y práctica para la lujuria. La palabra deseo
reßeja la idea de esperanza o anhelo de satisfacción futura. En con-
traste, aquellos que codician sexualmente no solo están sedientos
están bebiendo de la copa también.
Como hombres, estamos constantemente expuestos a estimulacio-
nes sexuales, primeramente visuales. Este es el mundo en que vivimos.
Es natural tener una reacción sexual a tal estimulación. Esto es por el
deseo sexual parte de quién somos. Sin embargo, no se nos permite
tomar el próximo paso cuando esta atracción sexual está mal dirigida.
Enfocar nuestra atención para obtener una emoción sexual ilícita es un
acto voluntario y pecaminoso. Ese trago rápido de dulce agua robada
(Proverbios 9:17) es cuando hemos cruzado la línea hacia la lujuria
pecaminosa. Quizás querremos minimizar el adulterio que estamos per-
mitiendo en nuestros corazones, pero Dios no lo ve así.
Sin embargo, no hay nada malo con el deseo sexual siempre y
cuando no sea seguido de lujuria. Es una poderosa capacidad otorgada
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por Dios, altamente sintonizada y no debemos pretender que desapa-


recerá o querer encontrar alguna falta en ella. Como el Tío Escrutopo,
el tutor demoníaco le escribió a su pupilo, Ajenjo, en Cartas del diablo
a su sobrino ( C.S Lewis):

Él [Dios] hizo los placeres: todas nuestras investigaciones


hasta el momento no nos han permitido producir uno. Todo
lo que podemos hacer es motivar a los humanos a que tomen
los placeres que nuestro enemigo ha producido, en momen-
tos, o en formas o niveles, que Él ha prohibido.3

El asunto es si nosotros usaremos nuestros deseos para pecar. Deseos


sexuales elevados solo son permitidos mientras los compartimos y los
disfrutamos dentro de los parámetros de una relación matrimonial. El
pecado de la lujuria anhelo pecaminoso como le llamó Easton
ocurre cuando nos permitimos a nosotros mismos placer sexual ilícito
al usar incorrectamente el deseo sexual.

Pensamientos Sexuales
Otra objeción para describir la lujuria como una emoción sexual ilícita
está basada en la aÞrmación de que no podemos eliminar pensamien-
tos sexuales. Sin embargo, esta no es la meta que deseamos alcanzar.
Mientras seguimos adelante, examinaremos cómo debemos tomar
control de nuestra vida de pensamientos. Este es el frente crítico en
la batalla contra la lujuria para el Cristiano El reino de Dios está
entre ustedes (Lucas 17: 21).
Mientras continuamos negando la lujuria, debemos reconocer y
ser motivados por el conocimiento de que tener pensamientos sexu-
ales inapropiados no es lo mismo que cometer lujuria. Es solo cuando
nosotros inapropiadamente permanecemos en tales pensamientos para
desarrollar la experiencia reconocible de una emoción sexual ilícita
que hemos pecado. De esta forma, el pecado de la lujuria es compara-
ble con otros pecados a los cuales somos susceptibles. A veces, todos
enfrentamos situaciones que nos provocan enojo, pero si inapropia-
damente permanecemos en ese enojo, nos deslizamos hacia pecados
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tales como la ira, amargura y falta de perdón. Todos enfrentamos diÞ-


cultades o problemas a veces, pero si inapropiadamente permanec-
emos en esas diÞcultades y problemas, nos deslizamos hacia el pecado
de la preocupación. A veces, parece que a los demás les va mejor que
a nosotros, pero si inapropiadamente permanecemos en esos pensa-
mientos, nos deslizamos hacia el pecado de la envidia o egoísmo.
Podemos citar muchos otros ejemplos como estos. Mientras ganamos
la victoria sobre la lujuria, nuestros deseos y pensamientos ya no nos
dirigen hacia el pecado.

Enfocándonos en el Problema Real


Haber comprendido que los deseos sexuales y pensamientos por sí
solos no estaban necesariamente ligados a la lujuria fue un descu-
brimiento crucial para mí. Mientras estaba profundamente pertur-
bado por la lujuria, tales deseos y pensamientos frecuentemente
resultaban en una emoción sexual ilícita. Inicialmente, asumí que
necesitaba deshacerme de tales deseos sexuales esporádicos y malos
pensamientos.
Este enfoque se llama supresión de pensamientos . La supresión
de pensamientos ha sido estudiada extensamente y es mejor ilustrada
por el experimento de intentar auto-detenerse de pensar en un elefante
rosado. Desafortunadamente, esta estrategia nunca ha mostrado su
efectividad. En vez de tales intentos, debemos aceptar que en algunos
momentos tendremos pensamientos malos y continuaremos sintiendo
deseo sexual en formas que no elegimos. En vez de suprimir nuestros
pensamientos y deseos rebeldes, debemos llevarlos cautivos (2
Corintios 10:5) negándoles acceso a nuestros corazones. La tentación
de darle riendas sueltas a esos pensamientos y deseos debe ser
resistida.
En efecto, no importa qué forma de tentación o debilidad enfr-
entemos, debemos actuar con el conocimiento y la conÞanza de que
Dios es Þel para proveer la salida (I Corintios 10:13). Entrar por
ese camino necesariamente signiÞca que nos rehusamos a com-
eter adulterio en nuestros corazones. Ni siquiera debemos angustiar-
nos por tales deseos y pensamientos que cruzan nuestras mentes. No
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es pecado. Nuestro enfoque debe estar en negarle acceso al pecado,


creciendo en madurez como creyentes y aprendiendo a complacer a
Dios.
Estemos claros acerca de esto. No podemos apagar nuestros
deseos y pensamientos, ni deberíamos procurar hacerlo. Ellos no son
el problema real. Sin embargo, también debemos reconocer cuando
hacemos mal uso de nuestros deseos o pensamientos para acomodar
al pecado y desarrollar estrategias prácticas para obtener la victo-
ria si nos encontramos siendo dominados por este pecado. Muchos
incorrectamente creen como lo hice yo alguna vez que los deseos
sexuales y pensamientos sexuales son partes de nosotros que tienen
poderes especiales. Ellos sienten que no tienen opción al ser someti-
dos a tentación aparte de permitir estos deseos y pensamientos para
generar una emoción sexual ilícita. Se ha convertido en una respuesta
automática porque han cruzado la línea de forma regular.
Desafortunadamente, nuestros deseos y pensamientos sexu-
ales están envenenados y hechos desagradables por el pecado, así
como todo lo que el pecado toca. Para algunos, se convierten en un
asqueroso y pervertido pozo séptico. Sin embargo, es aquí que el agua
viva de nuestro Salvador se hace poderosamente evidente. Mientras le
obedecemos a Él y caminamos en Su Espíritu, hasta nuestros pensam-
ientos y deseos sexuales son lavados, transformados y hechos nuevos.
Eventualmente, la urgencia de usar deseos y pensamientos impuros
mal dirigidos para poder pecar pierde su poder.
La capacidad de comprender esta distinción y cómo expresarla
se desarrolló en mí con el pasar del tiempo. Carl Westerlund, un vet-
erano Pastor Asociado en Calvary Chapel Costa Mesa, revisó una ver-
sión previa de este trabajo. Como parte de su respuesta, él incluyó
el siguiente comentario No podemos eliminar los pensamientos y
deseos sexuales. Su forma de expresarse con respecto a este tema
admitiendo que hasta él continuaba experimentando esto causó que
yo re-escribiera partes de lo que ya había escrito y que incluyera esta
sección. Quizás él sintió que mis pensamientos y ciertamente mis
escritos hasta ese punto no estaban claros con respecto a este asunto
crítico.
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Reto: Si encuentras que la forma en que estás utilizando tus


deseos y pensamientos sexuales es descontrolada e inapro-
piada, entonces la forma en que te estás comportando en tu
corazón te está perjudicando y obstaculizando tu relación
con Dios. Aunque los deseos y pensamientos sexuales son
una parte integral de la experiencia humana, no son peca-
dos. Sin embargo, cuando permaneces en y manipulas los
deseos y pensamientos sexuales para llegar a cometer adul-
terio en tu corazón permitiéndote a ti mismo una emoción
sexual ilícita has cruzado la línea y desobedeciste a Dios.

Aunque no eliminaremos los pensamientos y deseos sexuales mal-


dirigidos, esto no nos da un pase gratis hacia la lujuria.

Manejo del Pecado


En su perspicaz libro de 1997, La Conspiración Divina, Dallas Wil-
lard presenta una clara descripción de cómo la mayoría de Cristianos
modernos tratan con el pecado, resignándose a su poder sin enfocarse
en vivir en santidad. Al hacer esto, el introdujo la frase, los evan-
gelios del manejo del pecado dónde la transformación de la vida
y el carácter no es parte del mensaje redentor. 4 El observa que los
Cristianos que se enfocan en sus vidas Cristianas de esta forma tratan
con cualquier pecado que se levanta procurando manejarlo y sus con-
secuencias, en vez de vencerlos. En otra parte, Willard ha descrito
esto como Cristiandad del miserable pecador una creencia que no
espera que los Cristianos vivan en santidad. 5

Aquellos que son abrumados por el pecado de la lujuria fácilmente


se deslizan hacia este modo de pensar. Ellos no saben cómo obtener la
victoria sobre este tenaz pecado o no consideran la victoria sobre este
pecado como una meta realística. Como resultado, aunque son Cris-
tianos, aún viven bajo el poder y convicción del pecado y sufriendo
debido al daño constante que el pecado inßige.
Así fue como yo pasé la mayor parte de mi vida. Nunca imaginé
que la lujuria pudiera ser algo que podía ser cruciÞcado en la forma
que la Biblia describe. Como resultado, experimenté disonancia
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cognitiva (una brecha racionalizada entre nuestras acciones y nuestras


creencias) cuando tenía que ver con el estudio de lo que la Biblia
enseña con respecto a este tema. Teniendo oídos para oír, no escuch-
aba. Mi caminar Cristiano estaba completamente en desacuerdo con
lo que yo estaba leyendo. Ignorar las palabras de Jesús en Mateo 5
requirió gimnasia mental que era totalmente ridícula pero no necesaria
para excusar mi comportamiento interno.

Temas a Discutir:
1. Considera la deÞnición, Tu eres sexualmente puro cuando nin-
guna gratiÞcación sexual proviene de nadie más que tu esposa.
¿Hay una mejor manera de describir la pureza sexual? ¿Por qué
se requiere de una deÞnición?
2. ¿Describirías las deÞniciones de la lujuria provistas en este
capítulo como realísticas? ¿Exactas? ¿Útiles? ¿Qué fue nuevo
para tí en esto?
3. ¿Considerarías la lujuria como automática o como algo que te
permites experimentar? Describe por qué.
4. Considera la forma en que emoción sexual ilícita es descrita
en este capítulo. ¿Tienes alguna otra manera para describirla?
5. ¿Cuáles son algunas formas de experimentar deseo sexual sin
pecar?
6. ¿Cómo podemos tener pensamientos sexuales sin pecar?
Ofrece ejemplos.
7. Viendo hacia atrás en tu vida, ¿Dirías que creías que lo mejor
que podías desear era poder manejar la lujuria y la tentación
sexual o creías que podías vencerla? ¿Cómo ha cambiado este
capítulo tu vieja manera de pensar?

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