Eric Wolf Europa y La Gente Cap Ii
Eric Wolf Europa y La Gente Cap Ii
Eric Wolf Europa y La Gente Cap Ii
La historia del Viejo Mundo podría escribirse no sólo en términos de regiones agrícolas y estratégicas, sino
también de los vínculos entre ellas. (pág 47)
Una de las grandes ventajas de la península europea de Eurasia era su proximidad a las rutas marítimas que la
rodeaban, desde de Golfo de Finlandia y el Mar Báltico al Mediterráneo oriental.
Desde la parte más septentrional de esta red marítima la gente podía viajar por el Volga, y, a semejanza de los
vikingos, llegar por barco hasta el Caspio. Sin embargo, esta ruta fue interrumpida por nómadas de las estepas
y no se abrió nuevamente sino hasta mediados del siglo XVI. Desde los puertos del Mediterráneo oriental, el
Camino de la Seda llevaba a Kashgar y de ahí al interior de China.
Una segunda ruta que partía del Mediterráneo llevaba de Alepo hasta el Golfo Pérsico, y de ahí por barco a la
India y al Asia sudoriental. Una tercera ruta significaba cruzar el Istmo de Sucz luego usar transporte marítimo
para cruzar el Mar Rojo y cl Golfo de Adén, para llegar al oriente de África, a la India y más allá. Del litoral
meridional del Mediterráneo, caravanas de camellos (los "barcos del desierto") cruzaban el Sahara para
convergir en las ciudades de Gao y Tombuctú, sobre la comba del río Níger. De ahí, el transporte fluvial y
caravanas de burros llevaban las mercancías hasta lo más profundo del África occidental. Por su parte, el
sudeste de Asia era cruzado por innumerables rutas de incursiones y de comercio, desde Malaya hasta las
Filipinas y Japón. La existencia de estas rutas nos hace recordar que los intercambios y trueques de larga
distancia tienen raigambres antiguas.
Desde hace mucho los mercaderes han transportado mercancías de regiones con excedente de producción a
otras deficitarias, y obtenido así una utilidad por sus servicios. Puesto que los elementos de transporte eran
limitados, ya que las cargas debían ser transportadas por tierra por porteadores humanos y por animales, y por
mar en bodegas de barcos de muy poco tonelaje, este comercio tendía a centrarse forzosamente en
mercancías de lujo, es decir, en mercancías que daban una gran utilidad por unidad vendida. En la medida en
que el comercio de mercancías de lujo predominó, las operaciones comerciales tendieron a moverse en dos
esferas diferentes. Una fue la del comercio y del intercambio local en que las mercancías de uso diario se
movían entre aldeas y poblaciones situadas en regiones restringidas; la otra fue la del comercio de larga
distancia en mercancías caras producidas para consumo de élites, que servían para resaltar sus posiciones de
dominio político y económico. (pág, 48-49)
Nómadas pastores
Al cruzar la faja seca del Viejo Mundo que va de África hasta los más remotos confines de Asia, los
comerciantes y otros viajeros entraban en el hábitat de poblaciones especializadas en su uso: los nómadas
pastores, que no nada más eran pastores sino que habitaban a ambos lados de las rutas que conectaban oasis
con oasis, regiones centrales con regiones centrales y territorios con territorios. Como contaban con caballería,
podían impedir el movimiento entre puntos estratégicos y lanzar ataques en masa contra centros de comercio
en oasis y poblaciones (pág 49)
Pero en 1400 el comercio de las caravanas estaba todavía en su apogeo, como también lo estaban los
nómadas pastores que lo patrullaban. Su especialidad era la cría de ganado, que los obligaba a moverse con
sus rebaños en busca de pastos y agua, lo común era que dependieran de los cultivadores para hacerse de
grano y de productos artesanales. De este modo fue como pastores y cultivadores se vincularon mediante
trueques necesarios para ambos.
Los términos de estos trueques dependían de la distribución del poder entre las poblaciones respectivas.
Cuando los nómadas pastores contaban con caballos, solían tener a su favor las ventajas que dan la sorpresa,
la movilidad y el impacto superior con respecto a la población sedentaria. Como los pastores estaban
organizados en cuadros segmentados y lineales, eso les daba una ventaja estratégica adicional.
Había muchos factores que afectaban los grados de intercambio entre productos pastorales y agrícolas; ciertos
cambios obligaban a los pastores a abandonar la ganadería en favor del cultivo, en tanto que otros orillaban a
los cultivadores a abandonar sus campos y a entregarse plenamente a la ganadería. (pág.50)
Para consolidar sus ganancias los conquistadores pastores solían adoptar los modelos administrativos de los
pueblos que habían vencido. En la práctica esto significó que los nómadas de la estepa occidental siguieran
prototipos islámicos, en tanto que los de la estepa oriental y del desierto se apegaran a modelos han chinos.
(pág 51)
EL NUEVO MUNDO
América del Sur
El Estado tomaba a su cargo la colonización de nuevas tierras agrícolas, especialmente en lugares situados al
pie de las cordilleras, que eran apropiados para el cultivo del maíz. El Estado mantenía también obras de riego
y carreteras y un extraordinario sistema postal, que por medio de corredores enviaba velozmente mensajes de
un extremo a otro del reino. A todo aquel que se sometía pacíficamente a las demandas incas se le daba un
lugar dentro de esta distribución de cosas, jerárquica y bien organizada; pero el negarse a este sometimiento
llevaba a la guerra; a los grupos rebeldes se les reubicaba lejos de sus lugares de origen. (Pág. 85)
Mesoamérica
La tecnología agrícola que era su fundamento incluía con toda probabilidad riego por canales y avenamiento
intensivo de las cercanas riberas lacustres aluviales. La ciudad controlaba grandes canteras de obsidiana y
tenía innumerables talleres que producían utensilios de este material. (Pág 89)
América del Norte
Dependían mucho del cultivo del maíz, de la calabaza y del frijol. Sobre esta base de subsistencia se edificó
una pauta de establecimiento que se centró en grandes poblados, con templos elevados y plazas, que estaban
rodeados por poblados menores con montículos, rodeados a su vez por aldeas sin montículos.(pág 93)