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Doctrinas - La Deidad

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Creencias de los Adventistas del Séptimo Día

Capítulo 2: La Trinidad

Introducción:

La Deidad es un tema que muchos cristianos en el mundo lo aceptan reconociendo como


Dios al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Pero, también hay quienes niegan la divinidad
de los que componen a la Trinidad, veamos esto:

"Hablemos primero de las opiniones puramente especulativas como la creencia en la


Trinidad, el Purgatorio, la Transustanción, los antípodas, el reino personal de Cristo
en la Tierra, etc. Que en estas cosas cada hombre posee una libertad ilimitada resulta
evidente porque mis meras especulaciones no implican una predisposición por mi parte
en lo que se refiere a mi trato con los hombres... "1
(John Locke, “Ensayo Sobre la Tolerancia”, Ed. Alianza Editorial, 1999, p. 26).

La “teología” trinitaria que se originó en el gnosticismo, continuó con la negación de que


el Dios único fue manifestado en carne, enseñando que aquel que se manifestó, no fue
el Padre, sino una “persona divina y distinta” al Padre. Con la suplantación del Hijo de Dios,
por “Dios Hijo” o el “Hijo eterno” ha caído en la negación del Padre y del Hijo.2
(El Dogma de la Trinidad Niega al Padre y al Hijo, Julio César Clavijo Sierra)

Los Testigos de Jehová rechazan la Trinidad, creyendo que Jesús fue un ser creado,
y que el Espíritu Santo es esencialmente el poder de Dios. Los Testigos de Jehová
también mantienen una errada teoría sobre la expiación, en la cual la muerte de Jesús
pagó únicamente por lo que la raza humana perdió cuando Adán pecó, llamándolo, el
derecho a la vida perfecta en la tierra.3

Sustentos para la argumentación de los Testigos de Jehová4:


“Jehová nuestro Dios es un solo Jehová.” (Deuteronomio 6:4.)
“Tú, cuyo nombre es Jehová, tú solo eres el Altísimo sobre toda la tierra.” (Salmo 83:18.)
“Esto significa vida eterna, el que estén adquiriendo conocimiento de ti, el único Dios
verdadero, y de aquel a quien tú enviaste, Jesucristo.” (Juan 17:3.)
“Dios es uno solo.” (Gálatas 3:20.)

“Ni la palabra Trinidad ni la doctrina explícita aparecen en el Nuevo Testamento [...].


Esta doctrina se fue desarrollando a lo largo de varios siglos y causó numerosas
polémicas.” (The Encyclopædia Britannica)

Elena de White nunca usó el término "Trinidad", aunque ella refirió que hay tres personas
vivientes en el trio celestial. (El evangelismo, p. 446).

1
http://www.miguelservet.org/trinidad.htm
2
El Dogma de la Trinidad Niega al Padre y al Hijo, Julio César Clavijo Sierra
3
https://www.gotquestions.org/Espanol/testigos-de-Jehova.html
4
https://www.jw.org/es/enseñanzas-bíblicas

Este material ha elaborado teniendo como principal fuente CREENCIAS DE LOS ADVENTISTAS DEL SÉPTIMO
DÍA y el Espíritu de profecía. Además de fuentes externas historicistas.
Ella creyó en la plenitud de la deidad de Cristo, declarando que Cristo era Dios
esencialmente y en el sentido más elevado Era con Dios desde toda la eternidad, Dios
sobre todo, bendito para siempre. (Review and Herald, Abril 5, 1906; ver Exaltad a Jesús,
p. 10; Mensajes Selectos, tomo 1, p. 290).

Ella también se refirió al Espíritu Santo como la Tercera persona de la Divinidad. (El
Deseado de todas las gentes, p. 625).

La Divinidad se conmovió de piedad por la humanidad, y el Padre, el Hijo y el


Espíritu Santo se dieron a sí mismos a la obra de formar un plan de redención. Con el fin
de llevar a cabo plenamente ese plan, se decidió que Cristo, el Hijo unigénito de Dios, se
entregara a sí mismo como ofrenda por el pecado. ¿Con qué se podría medir la
profundidad de este amor? Dios quería hacer que resultara imposible para el hombre
decir que hubiera podido hacer más. (Consejos sobre la salud, p. 219).

Desarrollo:

Hay un solo Dios: Padre, Hijo y Espíritu Santo, una unidad de tres personas coeternas.
Dios es inmortal, todopoderoso, omnisapiente, superior a todos y omnipresente. Es infinito
y escapa a la comprensión humana, aunque se lo puede conocer por medio de su
autorrevelación. Es digno para siempre de reverencia, adoración y servicio por parte de
toda la creación (Deut. 6:4; Mat. 28:19; 2 Cor. 13:14; Efe. 4:4-6; 1 Ped. 1:2; 1 Tim. 1:17;
Apoc. 14:7).

EL CONOCIMIENTO DE DIOS

Las muchas teorías que procuran explicar a Dios, y los numerosos argumentos en pro y
en contra de su existencia, muestran que la sabiduría humana no puede penetrar lo divino.
Depender exclusivamente de la sabiduría humana con el fin de aprender acerca de Dios,
equivale a usar una lupa en el estudio de las constelaciones. Por esto, para muchos, la
sabiduría de Dios es una “sabiduría oculta” (1 Cor. 2:7).

Uno de los mandamientos más básicos de la Escritura es: “Amarás al Señor tu Dios con
todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente” (Mat. 22:37)
No podemos descubrir las cosas profundas de Dios buscándolas por cuenta propia (Job
11:7).

Se puede conocer a Dios: Dios conoce el dilema que enfrentamos los seres humanos; por
eso en su amor y compasión, ha llegado hasta nosotros por medio de la Biblia.

La mayor manifestación del amor de Dios llegó hasta nosotros por medio de su suprema
revelación, es decir, de Jesucristo, su Hijo. Por medio de Jesús podemos conocer al
padre. Como declara Juan: “Sabemos que el Hijo de Dios ha venido, y nos ha dado
entendimiento para conocer al que es verdadero” (1 Juan 5:20).

Como conocer a Dios: A diferencia de otros procesos de investigación, el conocimiento


de Dios tiene tanto que ver con el corazón como con el cerebro.

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DÍA y el Espíritu de profecía. Además de fuentes externas historicistas.
Debemos abrirnos a la influencia del Espíritu Santo, y estar dispuestos a cumplir la
voluntad de Dios (Juan 7:17; ver Mat. 11:27). Jesús dijo: “Bienaventurados los de limpio
corazón, porque ellos verán a Dios” (Mat. 5:8).

La manera en que aprendemos a conocer a Dios por medio de la Biblia, difiere de todos
los otros métodos de adquirir conocimiento. No podemos colocarnos por encima de Dios
y tratarlo como un objeto que debe ser analizado y cuantificado.

LA EXISTNCIA DE DIOS

Hay dos grandes fuentes de evidencias relativas a la existencia de Dios: el libro de la


naturaleza y la Sagrada Escritura.

Evidencias de la creación: Todos pueden aprender de Dios a través de la naturaleza y de


la experiencia humana. David escribió: “Los cielos cuentan la gloria de Dios, y el
firmamento anuncia la obra de sus manos” (Sal. 19:1). Juan afirma que la revelación de
Dios, incluyendo en ella a la naturaleza, alumbra a todos (Juan 1:9). Y Pablo declara: “Las
cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la
creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas” (Rom. 1:20).
La conducta humana también provee evidencias de la existencia de Dios. En el culto
ateniense al “dios no conocido”, Pablo vio evidencias de una creencia en Dios.
Dijo el apóstol: “Al que vosotros adoráis, pues, sin conocerle, es a quien yo os anuncio”
(Hech. 17:23).

Evidencias de las Escrituras: La Biblia describe a Dios como el Creador, Sustentador


y Legislador de toda la creación. La revelación de Dios por medio de la creación es tan
poderosa que no hay excusa para el ateísmo, el cual surge cuando se suprime la verdad
divina o cuando una mente rehúsa reconocer la evidencia de que Dios existe (Sal. 14:1;
Rom. 1:18-22, 28).

La fe en Dios, sin embargo, no es ciega. Está basada en una amplia gama de evidencias
que se encuentran tanto en las revelaciones de Dios a través de las Escrituras, como
en el mundo de la naturaleza.

EL DIOS DE LAS ESCRITURAS

La Biblia revela las cualidades esenciales de Dios a través de sus nombres, actividades y
atributos.

Los nombres de Dios: En los tiempos bíblicos, se considera que un nombre revela el
carácter del que lo lleva, su verdadera naturaleza e identidad. La importancia de los
nombres de Dios, que revelan su naturaleza, carácter y cualidades, se revela en el
siguiente mandamiento: “No tomarás el nombre de Jehová tu Dios en vano” (Éxo. 20:7).
David decía: “Cantaré al nombre de Jehová el Altísimo” (Sal. 7:17). “Santo y temible es su
nombre” (Sal. 111:9). “Alaben el nombre de Jehová, porque solo su nombre es enaltecido”
(Sal. 148:13).

Elyón (“Altísimo”) y Él Elyón (“Dios Altísimo”) enfocan su posición exaltada (Gén. 14:18-
20, Isa. 14:14). Adonái (“Señor”) presenta a Dios como el Gobernante Todopoderoso (Isa.
6:1; Sal. 35:23). Shaddai (“Todopoderoso”) y El Shaddai (“Dios Todopoderoso”) describen
a Dios como la Fuente de bendición y bienestar (Éxo. 6:3; Sal. 91:1). El nombre Yahweh,

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traducido por Jehová o SEÑOR, hace énfasis en la fidelidad y la gracia de Dios relativas al
pacto (Éxo. 15:2, 3; Ose. 12:5,6).

Las actividades de Dios: Lo presentan como creador (Gén. 1:1; Sal. 24:1, 2),
sustentador del mundo (Heb. 1:3), y redentor y salvador (Deut. 5:6; 2 Cor. 5:19), que
lleva sobre sí la responsabilidad del destino final de la humanidad. Hace planes (Isa.
46:11), predicciones (Isa. 46:10) y promesas (Deut. 15:6; 2 Pedro 3:9). Perdona
pecados (Éxo. 34:7), y en consecuencia merece nuestra adoración (Apoc. 14:6, 7). Por
encima de todo las Escrituras revelan a Dios como Gobernante, “Rey de los siglos, inmortal,
invisible... único y sabio Dios” (1 Tim. 1:17). Sus acciones confirman que es un Dios
personal.

Los atributos de Dios:

Los atributos incomunicables de Dios: comprenden aspectos de su naturaleza divina


que no se han revelado a los seres creados. Dios tiene existencia propia: “El Padre
tiene vida en sí mismo” (Juan 5:26). Es independiente, tanto en su voluntad (Efe. 1:5)
como en su poder (Sal. 115:3). Es omnisciente, conociendo todas las cosas (Job
37:16; Sal. 139:1-18; 147:5; 1 Juan 3:20), por cuanto, en su calidad de Alfa y Omega
(Apoc. 1:8), conoce el fin desde el principio (Isa. 46:9-11). Dios es omnipresente (Sal.
139:7-12; Heb. 4:13), por lo cual trasciende toda limitación de espacio. No obstante, se
halla enteramente presente en cada parte del espacio. Es eterno (Sal. 90:2; Apoc. 1:8);
excede los límites del tiempo, y sin embargo se halla plenamente presente en cada
momento del tiempo.
Dios es todopoderoso, omnipotente. El hecho de que para él nada es imposible, nos
asegura de que puede cumplir cualquier cosa que se proponga (Dan. 4:17, 25, 35; Mat.
19:26; Apoc. 19:6). Es inmutable, o incambiable, porque es perfecto. Dice: “Yo Jehová
no cambio” (Mal. 3:6; ver Sal. 33:11; Sant. 1:17). Por cuanto en cierto sentido estos
atributos definen a Dios, son incomunicables.

Los atributos comunicables de Dios: fluyen de su amorosa preocupación por la


humanidad. Incluyen el amor (Rom. 5:8), la gracia (Rom. 3:24), la misericordia (Sal.
145:9), la paciencia (2 Pedro 3:15), la santidad (Sal. 99:9), la justicia (Esdras 9:15; Juan
17:25; Apoc. 22:12) y la verdad (1 Juan 5:20). Estos dones son inseparables del Dador.

LA SOBERANÍA DE DIOS

Las Escrituras establecen claramente la soberanía de Dios: “Él hace según su voluntad... y
no hay quien detenga su mano” (Dan. 4:35). “Tú creaste todas las cosas, y por tu voluntad
existen y fueron creadas” (Apoc. 4:11). “Todo lo que Jehová quiere, lo hace en los cielos y
en la tierra” (Sal. 135:6). Por su parte, Santiago amonesta diciendo: "deberíais decir: si el
Señor quiere viviremos y haremos esto o aquello” (Sant. 4:15).

La predestinación y la libertad humana: La Biblia revela que Dios ejerce pleno control
sobre el mundo. El Creador "predestinó” a los seres humanos “para que fuesen hechos
conforme a la imagen de su Hijo” (Rom. 8:29,30), con el fin de adoptarlos como sus
hijos, y permitirles obtener una herencia (Efe. 1:4,5,11,12).

Este material ha elaborado teniendo como principal fuente CREENCIAS DE LOS ADVENTISTAS DEL SÉPTIMO
DÍA y el Espíritu de profecía. Además de fuentes externas historicistas.
El verbo predestinar significa “determinar de antemano”. Algunos suponen que estos
pasajes enseñan que Dios elige arbitrariamente a unos para la salvación y a otros para que
sean condenados, sin tomar en cuenta sus propias elecciones.

La Biblia afirma claramente que Dios “quiere que todos los hombres sean salvos y
vengan al conocimiento de la verdad” (1 Tim. 2:4). Además, “es paciente para con
nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al
arrepentimiento” (2 Ped. 3:9). “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a
su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, más tenga vida eterna”
(Juan 3:16).

“El hecho de que la voluntad libre del hombre es el factor determinante en su destino
personal, se hace evidente a partir del hecho de que Dios continuamente presenta los
resultados de la obediencia y la desobediencia, e insta al pecador a que escoja la
obediencia y la vida” (Deut. 30:19; Jos. 24:15; Isa. 1:16, 20; Apoc. 22:17); y del hecho
de que es posible que el creyente, aunque haya sido una vez recipiente de la gracia, caiga
y se pierda (1 Cor. 9:27; Gál. 5:4; Heb. 6:4-6; 10:29)...

Entonces, ¿qué significa la Escritura cuando dice que Dios amó a Jacob y aborreció a
Esaú (Rom. 9:13), y que endureció el corazón de Faraón (Rom. 9:17, 18; compárese
con vers. 15, 16; Éxo. 9:16; 4:21)?

La presencia divina y la libertad humana: El hecho de que Dios sepa lo que los
individuos harán, no estorba su elección más de lo que el conocimiento que un
historiador tiene de lo que la gente hizo en el pasado estorba sus acciones. Tal como una
cámara registra una escena sin cambiarla, la presciencia divina contempla el futuro sin
alterarlo. El conocimiento anticipado de que disfruta la Deidad nunca viola la libertad del
hombre.

LA DINÁMICA DE LA DEIDAD

¿Existe sólo un Dios? ¿Qué sucede con Cristo y con el Espíritu Santo?

La Unidad de Dios: En contraste con los paganos de las naciones circundantes, Israel
creía en la existencia de un solo Dios (Deut. 4:35; 6:4; Isa. 45:5; Zac. 14:9). El Nuevo
Testamento coloca el mismo énfasis en la unidad de Dios (Mar. 12:29-32; Juan 17:3; 1
Cor. 8:4-6; Efe. 4:4-6; 1 Tim. 2:5). Este énfasis monoteísta no contra dice el concepto
cristiano del Dios triuno o Trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo.

La Pluralidad dentro de la Deidad: En ciertas ocasiones Dios emplea plurales, tales como:
“Hagamos al hombre a nuestra imagen” (Gén. 1:26); “He aquí el hombre es como uno de
nosotros” (Gén. 3:22); “Ahora, pues, descendamos” (Gén. 11:7). A veces, la expresión
“Ángel del Señor” está identificada con Dios. Cuando se le apareció a Moisés, el Ángel del
Señor dijo: “Yo soy el Dios de tu padre, Dios de Abraham, Dios de Isaac, y Dios de Jacob”
(Éxo. 3:6).
En diversas referencias se hace una distinción entre Dios y su Espíritu. En el relato de
la creación, “el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas” (Gén. 1:2).

“Ahora me envió [habla el Hijo] Jehová el Señor [el Padre], y su Espíritu [el Espíritu
Santo]” (Isa. 48:16); “He aquí mi siervo [habla el Padre]... he puesto sobre él [el Hijo] mi
Espíritu; el traerá justicia a las naciones” (Isa. 42:1).

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La relación que existe entre las personas de la Deidad: La primera venida de Cristo
provee para nosotros una visión mucho más clara del Dios triuno. El Evangelio de Juan
revela que la Deidad consiste en Dios el Padre (cap. 3), Dios el Hijo (cap. 4) y Dios el
Espíritu Santo (cap. 5), una unidad de tres Personas coeternas, vinculadas por una
relación misteriosa y especialísima.

Una relación de amor: Cuando Cristo exclamo: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has
desamparado?” (Mar. 15:34). El pecado quebrantó la relación original de la humanidad
con Dios (Gén. 3:6-10; Isa. 59:2). Los pecadores nunca comprenderemos lo que significó
para la Deidad la muerte de Jesús.
“Dios es amor” (1 Juan 4:8). En 1 Corintios 13 se define el amor. Alguno podría
preguntarse cómo se aplicarían dentro de la Deidad las cualidades de longanimidad o
paciencia, en vista de que entre sus miembros siempre existió una perfecta relación de
amor.
Si bien es cierto que la Deidad no es una en personas, Dios es uno en propósito,
mente y carácter. Esta unidad no destruye las distintas personalidades del Padre, el Hijo
y el Espíritu Santo. Además, el hecho de que en la Deidad haya personalidades
separadas, no destruye la enseñanza monoteísta de la Escritura, según la cual el
Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son un único Dios.

Una relación práctica: Dentro de la Deidad, existe la economía funcional. Dios no


duplica innecesariamente su obra. El orden es la primera ley del cielo, y se
manifiesta en formas ordenadas de actuar. Este orden surge de la unión que existe entre
los componentes de la Deidad, y sirve para preservar dicha unión. El Padre parece
actuar como fuente, el Hijo como mediador, y el Espíritu como actualizador o
aplicador.
La encarnación provee una hermosa demostración de la relación que existe en la obra
de las tres personas de la Deidad. El Padre dio a su Hijo, Cristo se entregó a sí
mismo, y el Espíritu produjo la concepción de Jesús (Juan 3:16; Mat. 1:18, 20)
Cuando Jesús colgaba de la cruz, Jesús clamó a su Padre: “Dios mío, Dios mío, ¿por
qué me has abandonado?” (Mat. 27:46). En esos momentos supremos de la historia de la
salvación, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo estuvieron presentes en la escena.
En la economía de funciones, los diferentes miembros de la Deidad cumplen distintas
tareas en la salvación del hombre.

EL ENFOQUE DE LA SALVACIÓN
Cristo es la esperanza a la que apuntaban los sacrificios y festivales del antiguo
testamente. Él es quien ocupa el lugar central de los evangelios. Él es las buenas
nuevas, la bendita Esperanza que proclamaron los discípulos en sus sermones y sus
escritos. El antiguo testamento apunta hacia su venida futura. El nuevo testamento
testifica de su primer advenimiento hacia su venida futura, mira con esperanza hacia su
retorno. Cristo, el mediador entre Dios y nosotros, nos une de este modo a la Deidad.
Jesús es “el camino, la verdad y la vida” (Juan 14:6). Al mirar a la cruz contemplamos el
corazón de Dios. Ahí Cristo se convirtió en nuestra sabiduría, justificación, santificación y
redención (1Cor.1:30). Cristo revelo ante el universo el infinito amor y el poder
salvador de la Deidad. Reveló un Dios que estuvo dispuesto a sufrir la agonía de la
separación, debido a su amor incondicional por este planeta rebelde.
Reconciliaos, “y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros
corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús” (Fil. 4:7)

Este material ha elaborado teniendo como principal fuente CREENCIAS DE LOS ADVENTISTAS DEL SÉPTIMO
DÍA y el Espíritu de profecía. Además de fuentes externas historicistas.

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