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Colonia Dora

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Miguel Ángel Pajón

Historia de la ciudad de Colonia Dora.


Origen y trayectoria de una colonia agrícola en Santiago
del Estero.
A los cientos de dorenses que descansan en esta bendita tierra
santiagueña, luego de haber dejado sus vidas en el trabajo y el aporte
cultural, a los que enfrentaron los terribles calores y los duros fríos
para construir esta colonia que hoy muestra los frutos que florecen en
el legado de sus hijos, nietos o bisnietos que siguen día a día, entre-
gando su vida a este pedazo de suelo que tanto amamos.
A mi nieto Miguelito.
ÍNDICE
Prólogo
Agradecimientos
Introducción
CAPÍTULO I
DESDE LOS ORÍGENES HASTA MEDIADOS DEL SIGLO XIX.

1.1. ORÍGENES DE TODA UNA REGIÓN.


1.2. EL BRACHO, CENTRO POBLACIONAL DE LA ÉPOCA.
1.3. EL PRESIDIO DE LIBARONA Y EL SUFRIMIENTO DE AGUSTINA.
1.4. NUEVOS REORDENAMIENTOS TERRITORIALES DE LA ZONA.
1.5. NUEVOS REPARTOS DE TIERRAS Y NUEVA ORGANIZACIÓN.

CAPÍTULO II
EL SURGIMIENTO DE UNA NUEVA COLONIA.

2.1. LA ESTACIÓN FERROVIARIA: SÍMBOLO DE PROGRESO.


2.2. UN PORTUGUÉS INTERESADO EN LAS TIERRAS DE LA ZONA.
2.3. DORA, LA PRIMERA COLONIA AGRÍCOLA SANTIAGUEÑA.
2.4. UN PUEBLO QUE CRECE RÁPIDAMENTE.
2.5. LAS FAMILIAS FUNDANTES.
2.6. PRIMEROS ÓRGANOS DE GOBIERNO.
2.7. NACE LA OFICINA DE REGISTRO CIVIL.
2.8. NUEVOS SERVICIOS E INSTITUCIONES.
2.9. “EL CHALET” COMO CENTRO DEL PODER.
2.10. LA VIDA SOCIAL EN LA COLONIA.
2.11. LAS COLORIDAS FIESTAS PATRIAS.
2.12. DECADENCIA DE LA SOCIEDAD LOPEZ AGRELLO.

CAPÍTULO III
LA PRESENCIA JUDÍA Y SU INFLUJO.

3.1. PROYECTO Y LLEGADA DE LA JEWISH.


3.2. LA VIDA DE LOS JUDIOS EN LA COLONIA: EDUCACIÓN Y COO-
PERATIVISMO.
3.3. LA DURA VIDA DEL TRABAJO EN LOS CAMPOS.
3.4. LA DUREZA DEL CLIMA Y LA MIGRACIÓN DE COLONOS.
3.5. EL CEMENTERIO JUDÍO: TESTIMONIO DE UNA ÉPOCA.
3.6. EDIFICIO ADMINISTRATIVO DE LA JEWISH COLONIZATION AS-
SOCIATON.
3.7. LA COOPERATVA COLONOS UNIDOS COMO EXPRESIÓN DE
UNIÓN.
3.8. LOS JUDÍOS Y SU LA RELIGIÓN.

CAPÍTULO IV
EDIFICIOS E INSTITUCIONES QUE MARCARON RUMBOS.

4.1. ATELIER DEL GENIAL CARLOS SÁNCHEZ GRAMAJO.


4.2. EL ANTIGUO MERCADO MUNICIPA.L
4.3. LA EDUCACIÓN PÚBLICA EN LA COLONIA.
4.4. ESCUELA Nº 84 BARTOLOMÉ MITRE, LA PRIMERA.
4.5. ESCUELA 731 COMBATE DE SAN LORENZO, EX NACIONAL Nº
9.
4.6. COLEGIO SECUNDARIO JOSÉ DE SAN MARTÍN.
4.7. INSTITUTO DE FORMACIÓN DOCENTE.
4.8. BIBLIOTECA BARTOLOMÉ MITRE.
4.9. LA ATENCIÓN DE LA SALUD EN LA COLONIA.
4.10. CLUBES DEPORTIVOS.
4.11. CLUB ATLÉTICO BARTOLOMÉ MITRE.
4.12. CLUB JUVENTUD UNIDA.
4.13. CLUB DOMINGO FAUSTINO SARMIENTO.
4.14. CLUB SPORTIVO DORA.
4.15. CLUB 9 DE JULIO.
4.16. LOS DESEOS DE MANTENERSE COMUNICADOS.
4.17. LA RELIGION CATÓLICA Y LAS EVANGÉLICAS.
4.18. EL CRÓNICO PROBLEMA DEL AGUA POTABLE.
4.19. EL AVANCE DE LA ENERGÍA ELÉCTRICA.
PRÓLOGO

En este espacio geográfico del territorio argentino nació y


se desarrolló con su propia dinámica “La Colonia Dora” y a pe-
sar de que ha transcurrido más de un siglo desde los duros co-
mienzos, con avances y retrocesos, el pueblo no dejó jamás de
respetar su integración cultural, educacional y económica, para
sostener desde sus inicios la convivencia armónica, promovien-
do valores desde su protagonismo comunicacional.
Este territorio de 48.000 hectáreas ha sido el hogar en el que
criollos y extranjeros encontraron una forma de encauzar sus
vidas, dejando atrás todas las peripecias que debieron sortear
para forjar con su trabajo el sustento familiar.
El punto de partida del autor, a quien agradezco me honre
con la posibilidad de dedicar unas palabras a mi pueblo, dota a
la ciudad de un material que no había sido nunca documentado
y sin dudas es una radiografía testimonial de más de un siglo de
vida, con descripciones precisas, seguras y veraces. Escrita con
un lenguaje sencillo que transmite emociones y hasta algo de
sentir folclórico, como somos los shalacos.
Puedo dar fe del trabajo realizado durante 20 años por el
autor, para llegar a conclusiones basadas en datos y material
preciso, prolijamente recogido y volcado en estas páginas que
tienen gran valor e interés comunitario y que puede ser sin
duda, una herramienta para docentes, alumnos y estudiosos
que pretenden conocer más las raíces de su pueblo, que son sus
propias raíces.
La puesta a consideración del lector de este libro, marca sin
duda un importante mojón, tal vez el primero, y me siento par-
te de él, porque pertenezco a este pueblo y porque conozco y se
me hace fácil reconstruir la vida del “Negrito Shalaco” como le

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Miguel Ángel Pajón - Historia de la ciudad de Colonia Dora

digo yo al autor, que hoy al recorrer las páginas de este libro me


invita a la nostalgia; aquella misma nostalgia que me hace verlo
en las mañanas frías o calurosas esperándome en el reparto del
diario para sumergirse en las páginas del periódico, preguntan-
do si salió alguna noticia de su pueblo. Ya estaba ahí el interés
por nuestra historia y fui testigo de ese inicio de indagación que
hoy nos lega este material que tiende a trascender, en la historia
de nuestro pueblo.

Benjamín Farías

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AGRADECIMIENTOS

A mi esposa Paola e hijos Paula y Miguel, familia, amigos


y conocidos que siempre me alentaron a plasmar en papel el
amor por las raíces de mi pueblo.
Un recuerdo imborrable de las largas charlas con “Chola”
Sánchez de Oliva, iniciadora de las investigaciones sobre nues-
tro pasado como pueblo organizado
A la Sra. Elba Moreno de Azar, siempre dispuesta a homena-
jear a quienes forjaron nuestra historia como pueblo y siempre
abierta a escuchar otras opiniones.
Al encargado del registro civil Carlos Miguel Depaoli, que
con su infinita paciencia me dio la posibilidad de recabar irrem-
plazables datos de su oficina.
A Sergio Goldfeld, de la colectividad judía, que siempre se
mostró receptivo a mis preguntas y dispuesto a brindarme su
ayuda y amistad.
Al Dr. Guillermo Blugerman, que aportó de manera total-
mente desinteresada valiosa documentación que fue funda-
mental para llegar a algunas conclusiones.
A Orlando Escalada y familia por el aporte de viejas fotogra-
fías.
A Mario Israilev, entrañable amigo y Dorense de alma, que
desde sus recuerdos e impecable memoria me llevó de viaje a
épocas no vividas por mí.
Al Prof. Luis Eduardo Herrera por su permanente apoyo y
aporte.
A la comisión municipal de Icaño.
A la intendencia de Colonia Dora.

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INTRODUCCIÓN

Desde niño cada uno de nosotros se siente maravillado por


cosas muy diferentes. En mi caso, desde que tengo recuerdos,
me maravillaron las antiguas cosas que hay en mi pueblo, pen-
sando cómo habrán sido cuando recién fueron construidas?
¿Quién habrá tenido la idea de hacerlas? ¿Para qué las habrán
hecho? ¿Quiénes vivieron en tal o cual lugar? ¿Cómo habrá sido
la vida en ese momento?... Y tantos otros interrogantes que con
el paso de los años no dejaron de estar presentes en mi interés.
Al contrario, fueron cada vez marcando más esos interrogantes
de la niñez, motivándome a la indagación y el buceo en esas
cosas de nuestro pasado.
Saber que vivimos en un lugar que guarda un pasado tan fe-
cundo, con el aporte de sudor y cultura de tantas colectividades,
de gente que dejó su vida, sus sacrificios, para que hoy podamos
ser la ciudad que somos, me llena de orgullo pertenecer a ella.
Y Y en ese orgullo también siento el deber de poder reflejar,
en la medida de mis posibilidades, esas cosas, esos recuerdos,
esos homenajes a quienes tal vez nunca lo recibieron y lo tienen
merecido.
Esta humilde entrega es hoy más que nada un agradecimiento
hacia aquellos viejos colonos que a principios de 1900 se
instalaron en la zona, que trabajaron, que lucharon, que tuvieron
sus hijos y que dejaron sus vidas. También es un agradecimiento
a aquellos profesionales que llegaron al pueblo desde otros
lugares, muchas veces muy distantes, se instalaron y sirvieron
en las distintas ramas, curando, dando apoyo espiritual, que
inscribieron a nuestros hijos, que crearon cooperativas y que
integraron o condujeron las diferentes organizaciones sociales
y culturales.

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Miguel Ángel Pajón - Historia de la ciudad de Colonia Dora

Un párrafo aparte merece el reconocimiento a los nume-


rosos docentes que llegaron desde lugares distantes, desde las
primeras épocas de la colonia y que fueron los encargados de
poner luz a tanta oscuridad. Ellos a pesar de los magros suel-
dos de siempre, fueron capaces de construir a base de sonrisas,
retos y correcciones, una sociedad basada en el respeto y en la
tolerancia. No fue fácil conciliar pensamientos, culturas y has-
ta religiones tan distintas, como las que forjaron esta colonia,
pero tuvo en las aulas un lugar de encuentro y en sus maestras
o maestros, al guía que necesitaban.
Duele ver cómo, muchas veces viviendo en un lugar que nos
dio todo, desconocemos y no valoramos en su justa medida
nuestro pasado. No podemos, no debemos los Dorenses de este
Siglo XXI desconocer nuestra historia. Los niños y jóvenes que
hoy se forman en las distintas instituciones educativas de nues-
tra ciudad tienen el deber de conocer su pasado, porque están
en él las bases y los cimientos sobre los cuales construiremos
nuestro futuro como comunidad. Si no recordamos el trabajo
dejado en la tierra, el esfuerzo puesto en cada una de nuestras
instituciones, seguramente se nos hará difícil construir un pa-
sado con sólidas raíces.
Colonia Dora vive y en esa vivencia está también lo que ya no
está pero que perdura en su interior como la savia que alimen-
ta un árbol que algún día, ojalá, sea tan grande y con hijos tan
fructíferos como lo desearon aquellos primeros colonos que se
instalaron en esta: su Colonia Dora, nuestra Colonia Dora.

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CAPÍTULO I

DESDE LOS ORÍGENES HASTA MEDIADOS


DEL SIGLO XIX

1.1. Orígenes de toda una región

La zona que actualmente es ocupada por la ciudad de Colo-


nia Dora, en la provincia de Santiago del Estero, en la Repúbli-
ca Argentina, se encuentra en plena Mesopotamia santiagueña,
compuesta por los ríos Dulce y Salado, los más importantes y
caudalosos de la provincia. Esto claramente indica que estamos
en una zona de antigua población, tanto permanente como mi-
grante, que se estableció a las márgenes de ambos ríos desde
épocas remotas.
El actual asentamiento de la ciudad se encuentra a menos
distancia geográfica del Río Salado que del Río Dulce, mante-
niendo aún conexión cultural y de dependencia de este cauce.
De él extrae, mediante diversos canales, el agua que luego utili-
za para su consumo, como también es fruto de una nutrida ac-
tividad de pesca para consumo y comercialización en pueblos
y ciudades vecinas.
Hacia el lado del oeste, en dirección al Río Dulce, los nume-
rosos vestigios arqueológicos localizados en la zona de Sunchi-
tuyoj, permiten inferir que hubo población en esta zona desde
hace aproximadamente 1.500 años, tal vez procedente del des-
prendimiento de algunas de las etnias que habitaban el noroes-
te argentino, desde hace aproximadamente 3.000 años antes
de Cristo.
En la zona comprendida entre el actual asentamiento de la
ciudad y el actual cauce del Río Salado, durante el período de
la llamada conquista española, esta zona estaba ampliamente
poblada, fundamentalmente por integrantes de la etnia Tono-
cotés, aunque también existían numerosos asentamientos de la
etnia Lules, muchos de los cuáles se dedicaban a la agricultura,
aprovechando la fertilidad que obtenía la tierra de los constan-
tes bañados que producía el Río Salado.

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Miguel Ángel Pajón - Historia de la ciudad de Colonia Dora

El historiador Diego Abad de Santillán, según datos obtenidos


de material óseo fruto de exhumaciones de entierros aislados
y de una fosa común, sostiene que los habitantes primigenios
de esta zona “ habrían sido de estatura mediana, de cabeza bra-
quioide, de cara ancha y nariz mediana”, a lo que agrega que
“esos rasgos permiten atribuirles un origen racial brasílico.”

1.1.a. Mapa que indica la posición geográfica de Colonia Dora dentro de la


provincia de Santiago del Estero.

El territorio que comprende hoy la provincia de Santiago del


Estero pertenece a la Región Fito geográfica del Gran Chaco
Sudamericano. Esta región comprende el segundo corazón de
diversidad biótica en envergadura territorial que posee el con-
tinente, luego de la Amazonía. Ubicada al centro sur del con-

18
Capítulo I

tinente, comprende la llanura de Bolivia, la casi totalidad del


Paraguay y todo el centro-norte de Argentina. Sus rasgos comu-
nes son su relieve poco pronunciado, temperaturas tropicales,
y regímenes de lluvia estival. Santiago del Estero comprende la
ecorregión del Chaco Seco, dentro del Gran Chaco.
Existen dos tramos del Río Salado donde las condiciones de
pendiente no son suficientemente pronunciadas, para configu-
rar un cauce definido y único, por lo cual se habla de una región
superficial de dominio territorial del río. A estas zonas las lla-
mamos “de Bañados” o “humedales”, y reconocemos en él dos
bien definidas, a lo largo de su curso en la provincia.
1º - Bañados de Figueroa, que comprende una fracción del
Dpto. Alberdi y la totalidad del Dpto. Figueroa.
2º - Bañados de Añatuya, que comprende fracciones de los
Dptos. Sarmiento, J. F. Ibarra, Avellaneda, Gral. Taboada, Bel-
grano y Aguirre.
Los Bañados de Añatuya configuran, junto a los Bañados del
Utis del río Dulce en los Dptos. de Atamisqui y Salavina, el eco-
sistema de mayor superficie regional de humedales en Santiago
del Estero. Estos humedales perviven gracias a la existencia de
los principales cursos que lo alimentan, el Dulce y el Salado. Sin
estos flujos permanentes, con sus desbordes estacionales, la su-
perficie de estos ecosistemas de desbordes tendería localmente
a convertirse en salinas incipientes.

1.2. El bracho, centro poblacional de la época

El lugar más conocido en la zona, como referencia histórica,


e íntimamente ligado a la posterior configuración de Colonia
Dora como centro de importancia, es sin lugar a dudas “El Bra-
cho”, que era uno de los numerosos fortines, o presidios, que
guarnecían la frontera del Salado. Este tomó notoriedad du-
rante el gobierno de Juan Felipe Ibarra, quien lo consideraba
un sitio estratégico.
El historiador Andrés Atilio Roverano, en una obra en la que
expone la importancia del Río Salado, escrita a mediados del
siglo veinte, destaca que “el Río Salado presenta una similitud
entre su trazado geográfico y su incidencia en la historia”
marcando de esta manera la injerencia e importancia de este

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Miguel Ángel Pajón - Historia de la ciudad de Colonia Dora

cauce en el devenir de los hechos, considerados de importancia


histórica y que también tienen fundamental importancia en el
posterior surgimiento de nuevas poblaciones.
En cuanto a su cambiante cauce, hace una descripción del
comportamiento del río al sur de lo que actualmente es el de-
partamento Figueroa, citando que “aguas abajo y al oeste, se en-
cuentran los vestigios de un lecho muerto que, al haberse unido
al actual río Mailín, sirvió, hace muchísimos años, para ligar el
Salado con el Río Dulce, conjunción que se produjo en el lugar
llamado Reducción de Abipones...”
El Río Salado, en líneas generales, atraviesa de noroeste a
sureste la provincia de Santiago del Estero, y en más de una
oportunidad pierde su cauce y no tiene márgenes de orilla de-
finidos; este rasgo es la razón principal de la conformación de
bañados estacionales. Esto obedece a dos aspectos específicos:
la baja pendiente general del territorio que recorre y la fuerza
del caudal con que lo hace, que dependiendo de las condiciones
climática río arriba, suelen ser, en algunos casos, muy severo.
La importancia del río y la desviación de su cauce no solo
tuvo desde las primeras épocas repercusiones en la geografía
y necesidades del lugar, sino que también repercutieron en
otras poblaciones previamente constituidas, tal cual lo prueba
el hecho del que se hace eco Roverano al mencionar que “estas
desviaciones de curso se produjeron en varias oportunidades,
durante la época colonial, debiendo el Cabildo de Santa Fe, en
el año 1655, reclamar ayuda a Santiago del Estero para que se
realizaran los trabajos necesarios a fin de que el río retomara su
antiguo y natural cauce…”
En esta zona señalada por Roverano es precisamente, entre
las numerosas lagunas que forma el Salado en sus desbordes,
que se encuentra la más extensa de ellas: la de El Bracho, men-
cionadas muchas veces con el nombre genérico de “Bañados de
Añatuya”.
Esta laguna, la de El Bracho, que garantizaba la provisión de
agua en tiempo de sequía, y cierta distancia del cauce del río en
épocas de crecidas, fue tal vez la que dio origen a un pequeño
asentamiento en épocas remotas, ya que El Bracho, se erigió,
en un lugar donde ya existía un viejo poblado llamado Lasco
o Lascomba. Dicho poblado ya era conocido desde la época de
la conquista y existe documentación que lo nombra en el año
1570, considerándolo un reducto indígena o una encomienda a

20
Capítulo I

descendientes de fundadores o conquistadores.


Ya en 1704 Lasco es nombrado en las crónicas de Don Alfon-
so de Alfaro, teniente gobernador de Santiago, desde 1713 hasta
1715.
Según recientes estudios que lleva a cabo la arqueóloga
Constanza Taboada, sostiene que “Sequía Vieja…tuvo ocupación
entre 1.200 d. de C y fines del siglo XVII por lo menos…fue el
lugar de asiento del pueblo de indios colonial de Lasco.
“Las zonas de bañados parecen haber sido muy tentadoras
para las sociedades indígenas porque eran seguras y abundan-
tes en recursos. En cambio, para los españoles no resultaban
nada cómodas. Sus caballos y sus armas no funcionaban bien
en esos ambientes y los nativos lo aprovecharon. Así, poco antes
y poco después de fundada la ciudad de Santiago del Estero,
dos rebeliones tuvieron lugar en los Bañados de Añatuya –que
los españoles llamaban ciénagas- y pusieron en jaque la con-
quista. Al parecer, en una de estas rebeliones participaron gru-
pos chaqueños, de tierra adentro y también otros pueblos que
no se incluían en los bañados como Meaja. Podemos imaginar
que estas alianzas políticas se hacían en lo profundo del mon-
te, en eventos que los españoles demonizaron como “juntas y
borracheras”, en las que se bebían grandes cantidades de aloja”.
Las arqueólogas, también sostienen datos a los que hay que
prestar suma importancia, cuando infieren que: “La región del
Salado tuvo una importancia enorme durante la colonia tem-
prana. A principios del siglo XVII, el gobernador del Tucumán
Alonso de Ribera decía que la mayor parte de los indios santia-
gueños se concentraban allí. En las encomiendas del Salado se
tejía y se hilaba, se criaba ganado europeo en cantidad (y los in-
dígenas lo adoptaron también) y se aprovechaban los productos
de recolección, tanto para la auto subsistencia (algarroba) como
para la venta (miel, cera, grana). Tenemos buenas razones para
suponer que recién hacia fines del siglo XVII los grupos del otro
lado del Salado se convirtieron en una amenaza para los “indios
cristianos” del oeste del río, vale decir, que antes no existía allí
una frontera bélica. En realidad, las primeras menciones a ata-
ques indígenas –primero de mocovíes y luego de abipones- son
de fines del siglo XVII y parecen particularmente destructivas
en las zonas de bañados, Lasco entre ellas. Para contrarrestar los
ataques, los españoles implementaron políticas ofensivas –las
entradas- y defensivas –la edificación de fortines o la exigencia

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Miguel Ángel Pajón - Historia de la ciudad de Colonia Dora

de colaboración militar a los indios reducidos en pueblos-.

1.2.a. Mapa del año 1857 que documenta el paso de Manuel Taboada por
El Bracho.

En cuanto a una relación directa de estos pueblos, con el


imperio incaico, son abordados por estudios, como los del Dr.
Carlos Angiorama, quién afirma que “existen varios indicadores
para sostener que se dio una interacción entre las poblaciones
prehispánicas de la llanura santiagueña…y los incas, pero esta

22
Capítulo I

relación no puede simplificarse con la afirmación de que San-


tiago formaba parte de su Imperio o de que los incas se estable-
cieron en la región”.
Estudios de la Dra. Amalia Gramajo, permiten inferir que va-
rios recipientes cerámicos muestran formas o rasgos incaicos,
al igual que algunos motivos presentes en lo textil.
La Dra. Ana María Lorandi fue la primera en plantear que
la presencia de diversos materiales con posible origen inca en
la zona se debía “muy posiblemente al traslado, a los valles del
NOA, de habitantes de la llanura santiagueña como mitimaes
al servicio de los incas, posiblemente con funciones guerreras
y artesanales. Y, de hecho, en los sitios incaicos del NOA se han
hallado puntas de proyectil de hueso, torteros y cerámica como
la de Santiago”.
En el libro “La frontera del Chaco en la Gobernación del Tu-
cumán, 1750-1810”, el escritor Alberto José Gullón Abao, sostie-
ne que los guaycurúes atacaron el poblado de Lasco en el año
1715.

1.3. El presidio de libarona y el sufrimiento de agustina

El surgimiento de El Bracho como presidio y lugar de cas-


tigo, surge durante la gobernación de Juan Felipe Ibarra, po-
siblemente alrededor de 1830. Inicialmente era este un lugar
de almacenamiento de armas y provisiones y destino de pre-
sos políticos, habiendo alcanzado este último hecho el cono-
cimiento público a través de distintas obras, entre las que se
destaca “La heroína del Bracho” que tiene como protagonista a
Agustina Palacio de Libarona. Esta estaba casada con el español,
José María Libarona, que según algunos historiadores había
viajado a Santiago en septiembre de 1840 portando mensajes
para los santiagueños antirrosistas, aunque Agustina sostuvo
siempre que él había viajado solo a visitar a su familia.
En ese momento, Tucumán estaba en plena formación de
la Liga del Norte, que se oponía tenazmente a Juan Manuel de
Rosas.
Fue en esas circunstancias, que el 24 de septiembre, tropas al
mando de Santiago Herrera se sublevan en contra del gobier-
no de Ibarra, matando a su hermano, el comandante Francisco

23
Miguel Ángel Pajón - Historia de la ciudad de Colonia Dora

Ibarra, tratando de capturar al gobernador, quien finalmente


logra huir.
Los victoriosos sublevados, a través del juez Pedro Únzaga,
convocan a los vecinos para llevar adelante las medidas forma-
les del derrocamiento de Ibarra y en esas circunstancias nom-
brar un sucesor, con lo que toman provisoriamente el gobierno
y es precisamente Libarona quien se encarga de redactar el acta
en donde, además, se proclamaron partidarios de la Liga del
Norte, a la que el gobernador santiagueño se había opuesto de
manera rotunda.

1.3.a. Agustina Palacios de Libarona, ejemplificada como “Heroína” que


resalta su grandeza moral y ejemplo de amor conyugal.

Solo cuatro días después, Ibarra se rearma y toma nueva-


mente el poder, regresando a sus funciones, enfurecido por la
muerte de su hermano, por quien mantenía un afecto especial
y al que habían matado a lanzazos estando solo ante varios ene-
migos. Esto desató su ira, ordenando como primera medida el

24
Capítulo I

arresto de Pedro Únzaga, del comandante Santiago Herrera y


del autor del acta, José María Libarona.
Libarona, al ser buscado por los soldados Ibarristas en la casa
de los Palacio, fuga e intenta refugiarse en su finca en la pro-
vincia de Tucumán, pero termina siendo capturado y llevado
al campamento de Ibarra. Allí, entre otras cosas, presencia la
muerte del cabecilla Santiago Herrera, quien es sometido a la
tortura denominada “retobo”, término derivado del verbo “re-
tobar” que en nuestra América Latina significa forrar o cubrir
con cuero, especialmente las boleadoras y el cabo del reben-
que y que consistía en poner al prisionero en medio de un cue-
ro vacuno fresco, el que luego era cosido y dejado al sol y que
al secarse terminaba contrayéndose y destrozando los huesos
de quien estaba adentro. Esta era una práctica muy común en
la época y excelentemente descripta en el trabajo “Enchaleca-
miento: un método de suplicio y ajusticiamiento de la época
colonial”, escrito por el medico uruguayo Dr. Domingo Mede-
ros, quien sostiene que “a fines del siglo XVIII en el territorio
occidental del Paraná y en la Banda Oriental surgió la práctica
del enchalecamiento o retobo. Este método autóctono de tor-
tura y ejecución de interés histórico, constituye una muerte por
asfixia mecánica secundaria a compresión tóraco– abdominal”.
Refiriéndose al hecho puntual de Santiago Herrera, el viajero
y escritor francés Benjamin Poucel, se refiere a esta tortura con
una sustancial diferencia al describir que – a Herrera- “Le apli-
caron el suplicio del retobado con refinamiento de una inaudita
crueldad. Pusieron el cuero en redondel, obligaron a Herrera a
sentarse en medio y después de haberle metido la cabeza entre
las piernas cosieron en rededor el cuero apretando su cuerpo,
para lo cual sentaron encima algunos hombres.
Cuando la bola de cuero que contenía a Herrera quedó redu-
cida al menor volumen posible, la ataron a un caballo por me-
dio de una cuerda y la llevaron saltando por las calles. ¿Quién
sabe en qué momento exhaló Herrera el último suspiro?”
Este tipo de tortura, del que no hay referencias en otros lu-
gares del mundo, hace suponer que es originario de nuestro te-
rritorio argentino, surgido durante la época de las montoneras,
donde había gran disponibilidad de ganado vacuno. Estos al ser
faenados en cantidad, dejaban también una gran cantidad de
cueros frescos que posibilitó su desarrollo y práctica.

25
Miguel Ángel Pajón - Historia de la ciudad de Colonia Dora

Luego de la muerte de Herrera, Libarona y Únzaga fueron con-


finados al fortín de El Bracho, distante más de 150 kilómetros,
al que fueron llevados caminando. Libarona murió el 11 de fe-
brero de 1841y Únzaga fue muerto a lanzazos en 1844.
Todo lo que ocurrió a partir de ese momento, es lo que se
relata en forma de novela histórica, en la conocida obra llamada
“la heroína del Bracho”.
Una vez terminado el gobierno de Ibarra, el aspecto militar
de este lugar fue decayendo, convirtiéndose lentamente su fiso-
nomía y función.

1.3.b. Entierro de Libarona - Del libro “La vuelta al mundo” página 416.

A partir de la cuarta década del siglo XIX, El Bracho surge


como una colonia de tipo rural junto a otras similares como
Matará y Guaype, los que paulatinamente son abandonados,
quedando allí hacienda y propiedades. Al cesar el trabajo en los
campos y perderse las haciendas, El Bracho volvió a ser fortín,
presidio y asiento militar utilizado por Ibarra hasta alrededor
de 1850, comenzando luego un lento despoblamiento, quedan-
do los pocos habitantes expuestos a los constantes desbordes
del rio salado que inundaban la zona.

26
Capítulo I

El Bracho, según referencias de la época, estaba rodeado por


una empalizada y fosa ancha y profunda, de una cuadra de lado.
Por encima de la empalizada, se destacaba el mirador del vigía y
presentaba en su interior aspecto de una aldea populosa.

1.4. Nuevos reordenamientos territoriales de la zona

1.4.a Mapa de 1888 en donde Figuera “Bracho” pero


no figura aún Colonia Dora.

Alrededor del año 1900, se produce una gran inundación


en la zona –las que hasta la actualidad siguen produciéndose
de manera periódica-, haciendo que numerosas familias de la
zona de El Bracho deban abandonar esas tierras, dirigiéndose
muchas de ellas a los centros poblados más cercanos, nutrién-
dose de esta manera de habitantes la actual ciudad de Añatuya
y las poblaciones de Herrera y fundamentalmente, la ciudad de
Colonia Dora. Esta última por ese entonces era solo un villerío
de pocas casas, pero que había comenzado a experimentar un
notorio cambio en sus actividades, ya que el ferrocarril, símbo-

27
Miguel Ángel Pajón - Historia de la ciudad de Colonia Dora

lo de progreso para la época, hacía apenas un par de años había


llegado a la zona, y haciendo que toda la vida girara alrededor
de la hasta entonces improvisada estación ferroviaria.
Las costumbres, comidas y sobre todo la lengua quichua que
de manera generalizada se hablaba en El Bracho, fueron lleva-
das por sus pobladores a su nuevo asentamiento.
Una pregunta, que a mi entender aún no ha tenido respuesta,
es la relacionada al nombre de este lugar, a su origen, encon-
trándose muy pocos estudios sobre este particular.
El doctor Orestes Di Lullo, indiscutido y respetado historia-
dor, sostiene, más a modo de suposición que de certeza, que el
término “Bracho” podría ser aféresis de “quebracho”, especie
vegetal abundante en la zona.
En latín ‘brachium’ es brazo, del cual proviene el término
italiano “braccio”, cuya pronunciación es “bracho”, que tal vez
haya sido utilizada para designar un lugar que era surcado por
algún brazo del cambiante cauce del Río Salado, ya que precisa-
mente por esa zona, cruzaba un viejo cauce, ahora ya seco, que
podría brindar sustento a esta apreciación.
También se puede suponer que haya sido el lugar bautizado
así en honor a alguien que portara ese apellido, dado que es
muy común que muchas personas de origen español tengan ese
apellido y en este sentido, se puede decir que fueron portado-
res de ese apellidos personas ligadas al cabildo de Santa Fe, que
desarrollaron algunas tareas en Santiago del estero, como por
ejemplo Simón de Tagle Bracho. Este en 1713 estuvo en Santia-
go, otorgando una escritura de comercio y que aparentemente
se dedicaba al comercio de la miel, un producto obtenido en
grandes cantidades en esta zona del Río Salado.
Finalmente, por disposición del gobernador Silva, el 18 de
agosto de 1885 se expropian 474 hectáreas, en el departamento
28 de marzo, para conformar el distrito El Bracho, para fundar
una villa con el nombre “28 de marzo”, fecha que recuerda la
caída de los Taboada en el año 1875.
Lo cierto es que El Bracho está presente en numerosas obras
como lugar de presidio y destierro, lo que se evidencia en el
imaginario popular cuando se refiere a este lugar y hasta en al-
gunas coplas que desnudan el temor a ser enviado a este lugar
al que es asociado el destierro y los padecimientos, como por
ejemplo esta versión en quichua, lengua madre de esta zona y
aún muy utilizada:

28
Capítulo I

Ckarai puca comisario


hualitu presochipanqui
chinitas molestan nipas
Brachoman cachachipanqui.

El comisario Iguana
a la tortuguita me la ha apresado,
diciendo que molesta a las chinitas
para el Bracho me la ha hecho mandar.

1.5. Nuevos repartos de tierras y nueva organización

Luego de la muerte de Ibarra, la mirada que comenzaba


a imperar en esa época entre los grupos sociales dominantes
respecto a la posesión de tierras, estaba cambiando, tal cual lo
mencionan en un artículo Guillermo Banzato y María Cecilia
Rossi, cuando hacen mención a que “Bajo el taboadismo hubo
importantes procesos de enajenación de tierras sobre el Salado:
161.250 hectáreas trasferidas en 1856 en Matará, entre cuyos ad-
quirentes estaban el gobernador Manuel Taboada, su hermano
Antonino ( jefe de la frontera) y un hijo de este; Absalón Ibarra,
primo de los Taboada y hermano de crianza; también participó
Amadeo Jaques, el primer agrimensor de la provincia de ori-
gen francés, incluyendo a nueve miembros de su familia. En
1857, también sobre las márgenes del Salado, se transfirieron
41260 hectáreas, y nuevamente se destaca la familia gobernan-
te, pues en esta oportunidad vuelven a comprar Absalón Ibarra
y Antonino Taboada, se agrega Gaspar Taboada, otro herma-
no del gobernador… En 1858 se enajenaron 118125 hectáreas,
la mayoría con frente al Río Salado. Los adquirentes fueron
quince personas, algunos nombres de la familia gobernante y
otros posiblemente actuaron como testaferros, pues siete de
ellos transfirieron inmediatamente sus hectáreas al entonces
gobernador Juan Francisco Borges. En 1859 se vendieron
266250 hectáreas más en Matará, Salavina y Copo, en un co-
rrimiento que muestra una costa del Salado que ya pasó a ma-
nos privadas en su mayor parte y una expansión del mercado
de tierras hacia históricos territorios poblados con mercedes y

29
Miguel Ángel Pajón - Historia de la ciudad de Colonia Dora

pueblos de indios. Una vez más, la venta se efectuó a personas


allegadas al poder provincial y miembros de la familia Taboada,
y también en esta ocasión tres de ellos transfirieron sus hectá-
reas al entonces gobernador Borges.
Entre 1865 y 1870 Antonino Taboada adquirió 61875 ha de
tierras del estado; durante estos años comenzó a operar en te-
rritorio santiagueño la compra de grandes latifundios por parte
de inversores particulares y/o grupos foráneos, como ocurría
en la pampa húmeda…”.

1.5.a. Venta de tierras en la frontera del Salado en la segunda mitad del


siglo XIX, elaborado por Banzato y Rossi.

Según se puede constar en el Archivo General de la Provincia


de Santiago del Estero, el 10 de diciembre de 1889 se dictó la ley
provincial– en consonancia con la primera ley de colonización
nacional (la N° 871), que se había dictado durante la presidencia

30
Capítulo I

de Nicolás Avellaneda en 1876 - por la que se eximía de impues-


tos por diez años, a las colonias que tuviesen más de 10 kiló-
metros cuadrados de superficie o de menos de 200 hectáreas
en la zona de riego, con una población de 100 y 50 habitantes
respectivamente.
Con la sanción de esta ley, algunas personas y empresas co-
mienzan a adquirir tierras, las que serían destinadas al asenta-
miento de colonias agrícolas.
Uno de esos adquirentes es Antonio Lopes Agrello, miembro
de la sociedad Lopes Agrello Ltda., que remata en 1891 al Banco
Brasileño de Tarapacá, el latifundio denominado “El Bracho”,
de 37.973 hectáreas, en aquel entonces perteneciente al depar-
tamento 28 de Marzo, que fuera creado por ley el 25 de Agosto
de 1887, en la que constaba en su Art.1º.- (inciso 13 – Art.101 de la
Constitución) que el territorio de la Provincia quedaba dividido
en Departamentos, figuran entre otros: Departamento Matará.
Sección 28 de Marzo. Distritos: 28 de Marzo – Cejas – San José
– Mailín – Gramilla – Árbol Grande – Banda – Mancapa – Ica-
ño – Puyana – Libertad – Doña Lorenza y Viuda., el que tres
años después, el 29 de Enero de 1890, dispone que con el fin
de contener a los indios del Chaco, se dividen la guarnición del
Dpto. 28 de Marzo del Distrito Bracho, en dos grupos.
1º Grupo: 10 soldados que permanecerán en el Bracho a car-
go del Don Mauro Contreras y el 2º Grupo: 10 soldados, pres-
tando servicio en Libertad bajo las órdenes de Tristán Funes.
Posteriormente, nuevas distribuciones darán forma al de-
partamento Avellaneda, el que finalmente, a través de la ley
provincial N° 353, sancionada el 11 de noviembre de 1911, esta-
blece los límites del actual Departamento Avellaneda, que por
ese entonces constaba de tierras en estado practicante vírgenes.
Pronto modificarían su aspecto, gracias a la cercanía del Río
Salado, que permitió, mediante la traza de numerosos canales,
convertir la zona en terrenos sumamente fértiles, asentados en
un lugar conocido como “La Manga” y que fueron adquiridos
precisamente con la idea de que la posesión de las tierras era la
base de su capital social, con el que acentuaban su pertenencia
a una elite terrateniente que se convertiría en el sector capaz de
controlar la producción y comercialización de bienes en los que
basaron su expansión económica.
Es lógico de suponer que la adquisición de estas tierras por
Lopes Agrello no fue un hecho casual, ya que su pertenencia a

31
los más altos círculos del poder formal y económico, le permi-
tían tener acceso a información de primera mano, por la cual
sabía de los proyectos de extensión del sistema ferroviario, el
que se proyectaba pasaría por esta zona. Esto valorizaría dichas
tierras, que fueron finalmente adquiridas a bajo costo por ser
improductivas, con lo cual es también lógico suponer que lo
de Lopes Agrello fue solo una inversión con fines de ganancias
posteriores.
CAPÍTULO II

EL SURGIMIENTO DE UNA
NUEVA COLONIA

2.1. La estación ferroviaria: símbolo de progreso

El Ferrocarril Buenos Aires a Rosario (FCBAR), fue una


compañía de capitales británicos que construyó y operó una
red de ferrocarriles de trocha ancha (1,676 mts.) en Argentina,
cuyo nombre en inglés era Buenos Aires and Rosario Railway
(BA&R).
Como primera etapa construyó el tramo comprendido entre
Buenos Aires y Rosario.
La empresa tenía la concesión para realizar el tendido de
los primeros 250 km. y la concesión para continuar levantando
terraplenes y colocando rieles hasta Tucumán, tarea en la que
trabajaron más de 3.000 hombres, en su mayoría inmigrantes
ocupados en desmontar, levantar terraplenes y colocar rieles en
una extenuante tarea realizada con herramientas precarias.
El 08 de Noviembre de 1889 se concedió a la Empresa de Fe-
rrocarriles Buenos Aires - Rosario y Tucumán “El permiso que
solicita para extraer de los terrenos fiscales, a lo largo de la vía,
y en una zona que no exceda de tres (3) metros de ancho, a cada
lado, la tierra que necesite para la construcción de terraplenes”,
haciendo constar en su Art. 2° que “los fosos que se abriesen
para utilizar la tierra en las construcciones indicadas, deberán
ser rellenadas por la misma Empresa con la tierra de los lomos
inmediatos de la vía”.
Luego de la primera etapa, la compañía siguió expandién-
dose más allá de Rosario, extendiéndose hasta Gálvez, donde
llega en octubre de 1886, Rafaela en marzo de 1887, Sunchales
en junio de 1887, La Banda en septiembre de 1890 y San Miguel
de Tucumán en febrero de 1891.
Estas fechas, hacen suponer, teniendo en cuenta la velocidad
de desmonte y construcción, que las vías férreas llegaron a lo
que hoy es Colonia Dora -teniendo en cuenta siempre la velo-
cidad de avance de obras - entre septiembre y octubre de 1888.

33
Miguel Ángel Pajón - Historia de la ciudad de Colonia Dora

La empresa Ferrocarril Buenos Aires a Rosario (FCBAR),


posteriormente pasa a denominarse Ferrocarril Central Ar-
gentino (FCCA), nombre que conserva hasta el momento de la
compra y nacionalización de los ferrocarriles ingleses, durante
el gobierno de Juan Domingo Perón en 1948. A partir de ese
momento, la ya empresa estatal impone a este ramal el nom-
bre de General Mitre, el que conserva hasta la década de 1990,
cuando bajo la presidencia de Carlos Menem vuelve a privatizar
los ramales ferroviarios, otorgándole a la empresa Nuevo Cen-
tral Argentino (NCA) la concesión del servicio de cargas, mien-
tras que el servicio de pasajeros fue suspendido.
Por esa época las empresas Tucumán Ferrocarriles (TUFESA)
y NOA Ferrocarriles prestaron el servicio interurbano durante
un corto período de tiempo. Desde el 5 de diciembre del 2005
la empresa Ferrocentral S.A operó trenes entre Retiro y San Mi-
guel de Tucumán, hasta el 19 de setiembre de 2013 cuando la
estatal Trenes Argentinos, que está compuesto por tres Socieda-
des del Estado que atienden distintas modalidades del servicio,
se hace cargo de los servicios.
Trenes Argentinos Operaciones (SOFSE) se encarga del ser-
vicio de transportes de pasajeros, Trenes Argentinos Cargas
(BCYL) se ocupa del servicio de transporte de cargas y Tre-
nes Argentinos Infraestructura (ADIFSE) es responsable de las
obras ferroviarias.
El mítico Estrella del Norte o el tren mixto, son los trans-
portes de pasajeros que perduran en la memoria colectiva de
los habitantes de este pueblo que creció a la vera de esas vías
y cuyas esperanzas muchas veces, se fueron o llegaron en esos
mismos vagones.

34
Capítulo II

2.1.a. Vista posterior de la vieja estación ferroviaria de Colonia Dora.

El primer tren llegó a la localidad de Colonia Dora a finales


de 1889 y comienzos de 1890, convirtiéndose desde entonces
la estación del ferrocarril en un punto neurálgico, no solo de la
localidad, sino también de la zona, ya que la confluencias des-
de distintos poblados cercanos se daba allí, convirtiendo a esta
entonces estación improvisada en un punto de referencia. Con
la posterior construcción de las rutas 34 y 92 esta centralidad
se potenció, logrando que la comunicación con los pueblos del
este y el oeste se hiciera mayor y el trasporte de pasajeros tomó
proporciones importantes, convirtiéndose en la estación con
mayor cantidad de boletos vendidos durante décadas.

35
Miguel Ángel Pajón - Historia de la ciudad de Colonia Dora

2.1.b. Vista frontal de la estación de ferrocarril Colonia Dora.

El transporte de la importante producción agrícola de la zona


también hizo que el movimiento diario de la estación fuera el
centro de reunión de los numerosos colonos que acercaban allí
su producción, convirtiendo a la estación no solo en un lugar
relacionado al transporte, sino que fue el centro de reuniones.
En ellas se analizaban los más diversos temas relacionados a la
vida diaria y se comentaban las noticias que a través del tren lle-
gaban desde las grande ciudades argentinas y desde la Europa
que habían dejado muchos de ellos, manteniendo la preocupa-
ción de sus circunstancias, ya que allí habían quedado muchos
de sus familiares directos, la mayoría de los cuales nunca vol-
vieron a ver.
El viejo edificio de la estación, luego de la década de 1990,
con el retiro de las formaciones de pasajeros, fue prácticamente
abandonado, sufriendo años de saqueo y ataques, que lo deja-
ron en un estado prácticamente ruinoso durante muchos años.
Desde agosto del año 2011, se comenzaron los trabajos de re-
modelación, los que en prácticamente un mes le cambiaron su
fisonomía, dotándolo de un nuevo techo que respeta sus tejas

36
Capítulo II

originales, iluminación de última generación, cielorrasos nue-


vos y refacción y pinturas de paredes, que sumado al paseo que
se construyó en su parte anterior, le dan un imponente aspecto
que hace resurgir glorias pasadas.
Aún se conservan muchas de las pertenencias originales de
la vieja estación, como por ejemplo el piso del andén y las vie-
jas barreras y postes de comunicación, destacándose a solo cin-
cuenta metros de la estación, el tanque en donde se alimenta-
ban con agua a las primeras locomotoras a vapor.

2.1.c. Antiguo tanque de agua que proveía a las primeras máquinas a vapor,
emplazado cerca del paso a nivel norte.

El tanque de agua se proveía a través de una bomba, que se


encontraba en una casilla de madera y chapa ubicada en la parte
oeste de las vías, casi sobre ellas, desde un estanque de 80 mts.
por 60 mts. con 3 mts. de profundidad que la empresa ferro-
viaria había hecho construir en 1901 y que estimaba represar
aproximadamente 14.400 metros cúbicos de agua. Dicho estan-
que estaba alimentado por uno de los canales de la colonia que
aún se conservan, lo que fue logrado en octubre de ese mismo
año, aunque el agua no duraba mucho tiempo, debido a que la
excavación era nueva y tenía gran poder de absorción.
La tierra extraída en la excavación fue depositada a menos
de 50 metros del lugar, formando verdaderas montañas de
tierra a la que acudían a jugar numeroso niños, bautizando el

37
Miguel Ángel Pajón - Historia de la ciudad de Colonia Dora

lugar como “las lomas”. Varias décadas después, esa misma tie-
rra fue utilizada para el levantamiento del terreno en el que se
construiría la ruta nacional Nº 34, y se construyera en el lugar
de “Las Lomas” un mercado municipal.

2.1.d. Foto satelital actual de la represa de agua construida en 1901, la que


proveía al tanque que cargaba a las máquinas a vapor.

2.2. Un portugués interesado en las tierras de la zona

Ante todo debo hacer una aclaración, ya que se podrá en-


contrar escrito de diferentes formas el nombre de quien fuera
el propietario de las tierras sobre las que se erigiera Colonia
Dora. Por un lado la respetable historiadora santiagueña; María
Mercedes Tenti lo nombra como Antonio López Agrelo (Lopez
con Z y Agrelo con una sola L), mientras que la Sra. Lía Sánchez
de Oliva escribe su nombre de la siguiente manera: Antonio
Lopes Agrello (Lopes con S y Agrello con LL) siendo esta última
forma más aceptada, si nos basamos en la firma del fundador
de la colonia, donde se puede ver al final de Lopes una S, más
que una Z y en su apellido se puede distinguir dos L antes del
cierre de la firma.
También pude determinar que existe una estación ferrovia-
ria llamada “Agrelo” (con una sola L), ubicada en el departamen-
to de Lujan, en la provincia de Mendoza. Es un área vitivinícola,
especializada en la producción de uvas finas, con preponderan-

38
Capítulo II

cia de grandes productores y que antiguamente formaba parte


del levantado ramal Mendoza - Eugenio Bustos del ex ferroca-
rril San Martin. Según el historiador Enrique Udaondo, la ci-
tada estación lleva el nombre en homenaje al Doctor Antonio
López Agrelo, fundador de la colonia, que según versiones de
familiares actualmente vivos del dueño de las tierras dorenses,
se trataría de la misma persona, encontrando otra acepción a la
escritura del apellido.

2.2.a Firma de Antonio Lopes Agrello, dueño de las tierras donde se erigiera
la colonia.

Otras posibilidad, y que es a la que adhiero, es que el ape-


llido era Lopes Agrellos (con S final), ya que en el poblado de
nacimiento de quien luego fuera dueño de las tierras en las que
se asienta Colonia Dora, São Mamede de Ribatua, en Portu-
gal, se encuentra la Iglesia Parroquial, en cuya fachada princi-
pal, aparece una lápida en la esquina derecha con la siguiente
inscripción: “1737-1902 / ESTA EGREJA RESTAURADA / POR
INICIATIVA / POR / ANTÓNIO LOPES AGRELLOS / E / JOSÉ
JOAQUIM TEIXEIRA LOPES”.
Estos datos de que el apellido familiar es Agrellos, fue con-
firmada por los descendientes de esta misma familia, que en la
actualidad residen en Portugal y que llevan ese apellido.
Antonio Lopes Agrellos había nacido en Portugal, en el po-
blado São Mamede de Ribatua y según “La Argentina Indus-
trial”, revista de principios de siglo XX, “inició su carrera in-
dustrial en 1.877 constituyendo la fábrica de bolsas que llevó su
nombre en un principio y que luego se convirtió en la Sociedad
Anónima La Primitiva. Con Juan Bernardo Iturraspe y otros se
dedicó a la colonización de tierras en Santa Fe, dejando luego

39
Miguel Ángel Pajón - Historia de la ciudad de Colonia Dora

activas colonias prósperas y florecientes. Se desempeñó como


presidente de la Sociedad Puerto de San Nicolás, también ejer-
ció la presidencia de la Sociedad de Minas Matto Grosso y fue
fundador de la compañía de seguros La República. Fue pro-
motor y sostenedor de la Sociedad de socorros mutuos portu-
gueses y en recompensa de estos y otros servicios prestados a
su patria, el gobierno de Portugal le otorgó títulos de nobleza y
misivas honoríficas y lo nombró encargado de negocios de Por-
tugal ante los gobiernos de la República Oriental del Uruguay y
de la Argentina”.
Según los relatos familiares de los Agrellos, habría sido tam-
bién Antonio Lopes quien introdujo alguna variedad de uva a la
zona de Cuyo, más precisamente en la provincia de Mendoza,
donde fue propietario de viñedos.
Un dato que considero relevante, al que he podido acceder a
través de las genealogías de diferentes familias, Antonio López
Agrellos habría nacido en 1851, como ya dijimos en Portugal
y se casó con Doña María Cristina Lastra Dantas, nacida el 25
enero de 1857 en Buenos Aires, en el seno de una acaudalada
familia porteña.
Lo llamativo es que los hijos de este matrimonio serian:

1. Sara López Agrelo Lastra, nacida el 29 de diciembre de


1880 y bautizada el 13 de marzo de 1881, en la Iglesia Nuestra
Señora de Balvanera en Buenos Aires.
2. Antonio López Agrelo Lastra, nacido el 16 de agosto de
1882 y bautizado el 28 de octubre de 1882, en la Parroquia In-
maculada Concepción de Buenos Aires.
3. María Celia Eulogia López Agrelo Lastra, nacida el 13 de
septiembre de 1883, bautizada el 29 de noviembre de 1883 en la
Parroquia Inmaculada Concepción de Buenos Aires.
4. Teodora Alcira López Agrelo Lastra, nacida el 22 de abril
de 1885 y bautizada el 30 de marzo de 1887 en la Parroquia In-
maculada Concepción, Buenos Aires.
5. Rafael López Agrelo Lastra del que tampoco tengo da-
tos.

Planteo lo atractivo de esta situación, porque de estos da-


tos surge que ninguna de las hijas del matrimonio llevaba el
nombre de Dora o Dora Lisa, que supuestamente dio origen al

40
Capítulo II

nombre de la colonia, según la tradición oral, que luego fuera


plasmada como cierta en varias justificaciones del nombre de la
colonia, dejándonos entonces el interrogante sobre esta situa-
ción, haciendo notar que en los datos genealógicos el apellido
está escrito López (con Z) y Agrelo (con una sola L).

2.2.a.1. Acta de bautismo de Teodora Alcira López Agrelo, una de las hijas
del dueño de las tierras donde se erigiera Colonia Dora.

De aquí en más, cada vez que se haga referencia al nombre de


quien fuera el propietario de las tierras en donde se encuentra
emplazado Colonia Dora, nos referiremos a él como Agrello,
ya que la mayoría de los documentos de la época así lo llaman,
dejando previamente asentado que esta grafía no se correspon-

41
Miguel Ángel Pajón - Historia de la ciudad de Colonia Dora

de con la escritura real del apellido, situación muy frecuente en


esa época, sobre todo con los extranjeros.
Dentro de los terrenos comprados por Agrello, se encontra-
ba el lugar conocido como “La Manga” que ya contaba con ha-
bitantes desde hacía por lo menos un siglo, lo que puede ser
testimoniado por numerosas familias cuyos abuelos nacieron,
vivieron y murieron en esta zona mucho antes de 1900, for-
mándose lentamente un caserío que era reconocido como tal.
Esto puede ser demostrado con la promulgación de una ley del
03 de Marzo de 1884, donde se autoriza al poder ejecutivo a
establecer un Correo a caballo semanal que partiendo de la ca-
pital pase por Villa Jiménez, Río Hondo, Vinará, Charco, Retiro,
Campo Grande, Boquerón, Manga (hoy Colonia Dora), Cruz
Grande, Porongas, Cuartas y San Isidro.
Este poblado originario evolucionaría posteriormente y re-
cibiría el nombre de Colonia Dora, nombre que su fundador
le diera en honor a su hija Dora Lisa Lópes Lastra, la que apa-
rentemente y según testimonios orales de viejos pobladores ya
desparecidos, jamás habría conocido el lugar que lleva su nom-
bre. Aunque esto se refuta por el testimonio asentado en el libro
histórico de la escuela Bartolomé Mitre Nº 84, que lamentable-
mente despareció de esa institución. Este hacía referencia a que
el día 02 de Diciembre del año 1915, “Se realiza en la Escuela
Superior Bartolomé Mitre N° 84, el Homenaje a Doña Cristina
Lastra de Lópes Agrello y a su señorita hija Dora Lisa”, lo que
hace suponer que ambas estuvieron presentes en el homenaje
que se menciona.
Fue en este lugar lejano y abandonado por las grandes urbes,
que Lopes Agrello instala un sistema casi feudal en cuanto al
uso de las tierra, hasta que posteriormente cambia su fisonomía
al comenzar la venta de terrenos, convirtiéndose de pleno en
una “Colonia”, con campesinos que trabajaban para su propio
beneficio, o en el caso de muchas familias integrantes de la co-
lectividad judía, arrendando terrenos a la Jewish Colonization
Association ( JCA), como veremos más adelante.
Las tierras que adquiría Lopes Agrello no fueron elegidas
al azar, sino que – como ya dijimos- estaba al tanto del traza-
do del ferrocarril, el que suponía, con razón, que expandiría la
actividad forestal y agrícola y revalorizaría sobremanera estas
tierras entonces baratas. Hizo así un negocio que se convertiría
en próspero al revalorizarse rápidamente, como suponía, esas

42
Capítulo II

tierras, que, como citan varios autores que investigaran la pro-


ducción de esa época, había una disociación entre el valor de
la tierra y la renta que se podía obtener de las explotación de
las mismas. Cito, por ejemplo, a Raúl Dargoltz quien sostiene
que “entre los años 1898 y 1903 se remataron en la provincia
cerca de cuatro millones de hectáreas fiscales al precio irrisorio
de 0,23 centavos la hectárea de los mejores quebrachales del
mundo”, a lo que hay que acotar, a modo de referencia, que el
durmiente de quebracho que pagaba el ferrocarril inglés osci-
laba en 1,50 pesos cada uno en ese mismo momento, con lo que
se podía comprar por cada durmiente vendido 6,6 hectáreas de
tierra, lo que a las claras muestra un sideral negocio.
Si bien es cierto el origen primero de un negocio estuvo
siempre latente, a pesar de las duras condiciones de trabajo im-
puestas y la difícil supervivencia, la nueva colonia, casi como
una situación impensada y no programada, fue dando origen
a instituciones, establecimientos y oficinas de control. Esto
permitió una rápida expansión, no solo del casco urbano, sino
también y de manera preponderante, de la zona rural circun-
dante al pueblo que comenzaba rápidamente a crecer, gracias
a la llegada de numerosos inmigrantes de prácticamente toda
Europa, que generalmente se nucleaban como vecinos según
su procedencia. A esto hay que agregar luego, el importante
asentamiento de la comunidad judía, en su mayoría llegados
del este de Europa y de Rusia, que recibieron genéricamente
el nombre de “rusos”, quienes llegaron en 1910, totalizando 18
colectividades, lo que le dio a la naciente colonia características
propias y muy diferentes a los pueblos vecinos, muchas de las
cuales aún se conservan.
En este momento de la historia de la provincia, Colonia
Dora muestra un rumbo diferente al de muchos lugares, ya que
mientras los datos que se desprenden del Censo Nacional de
Población de 1914, el 17.4% de la población santiagueña migraba
hacia otras provincias, en Colonia Dora comenzaban a instalar-
se cada vez más personas provenientes de distintos lugares.

2.3. Dora, la primera colonia agrícola santiagueña

De esta manera, Colonia Dora, según acertadas consideracio-


nes de la profesora María Tenti, es la “primera colonia agrícola

43
Miguel Ángel Pajón - Historia de la ciudad de Colonia Dora

santiagueña”, que se convirtió pronto en un importante centro


de actividad agropecuaria que creció a la vera de las vías del
entonces ferrocarril Central Argentino, posteriormente línea
Mitre. Este tuvo vital importancia en su desarrollo, al permitir
la llegada rápida de insumos y la posibilidad de trasporte para
la producción local y que fue el lugar elegido por su propietario
para instalar el centro de todas sus actividades comerciales y
que bautizara con el nombre de su propia hija: Dora Lisa.

2.3.a. Antonio Lopes Agrellos. Tal el nombre correcto de quien fuera el due-
ño del lugar de asentamiento de Colonia Dora.

A pesar de que siempre se consideró a Antonio López Agre-


llo como único artífice en el surgimiento de esta población, es
necesario reconocer que fue él el inversionista, el responsable
de la compra de los terrenos y quien tal vez diseñara alguna

44
Capítulo II

estrategia comercial para mejorar su inversión, pero que difí-


cilmente haya estado en el pueblo más de dos o tres veces en su
vida. Solo era considerado este lugar, una inversión netamente
económica y que en algunas ocasiones pudiera servir de lugar
de descanso y tranquilidad, alejado de las grandes ciudades en
la que habitualmente desarrollaban sus actividades, lo que era
muy acostumbrado para las familias adineradas de la época.
Quien llegó a estas tierras y vivió de manera permanente des-
de sus comienzos en la reciente colonia formada y que se con-
virtió en el motor que movilizó la organización y crecimiento
del poblado fue sin dudas don José María Lastra, cuñado de
Lopes Agrello, de quien no se ha conservado, o al menos yo no
he tenido acceso, fotografía alguna. Fue reconocido y respetado
por los habitantes de la época y aún por los viejos pobladores
que recibieron el relato de sus padres, como el gran estratega
de la ciudad, a quien también se le endilga una manera dura de
tratar la economía en defensa de la prosperidad del lugar y una
férrea inflexibilidad a la hora de proteger los bienes de Lopes
Agrello.
Fue gracias precisamente a la gestión y tesón puesto por
Lastra que se diseñaron y se trazaron prácticamente todas las
obras necesarias, entre las que se destacan los primeros canales,
muchos de los cuales se conservan en funcionamiento más de
100 años después. De estos nacieron acequias, que cambiaron la
fisonomía del lugar, al permitir la siembra en cantidades signi-
ficativas de frutas como sandía y melón, junto a los sembradíos
de alfalfa, maíz y trigo y en donde también se dieron plantacio-
nes poco conocidas para la región, como por ejemplo poroto y
maní.
En el trazado del poblado también estuvo su visión de fu-
turo, lo que quedó demostrado en la plantación de numerosas
especies frutales y exóticas en la parte norte del pueblo, la línea
de eucaliptos, el trazado de canales de riego y numerosas obras,
muchas de las cuales hicieron posible mejorar la calidad de vida
de los primeros dorenses.
Muchos de los datos que se puede conocer de esta prime-
ra etapa de la colonia, a falta de bibliografía y documentación,
pueden ser extraídos de las páginas del único diario de circu-
lación masiva de esa época “El liberal”, propiedad en esa épo-
ca del activista político cordobés Juan Figueroa, que lo fundara
unos años antes: el 03 de noviembre de 1898.

45
Miguel Ángel Pajón - Historia de la ciudad de Colonia Dora

De algunas de esas informaciones se puede conocer que en


1904 la propiedad tenía 670 arrendatarios que pagaban $6 al
año por derecho de residencia, más $0,50 por cada vacuno que
poseían y $0,15 por cada cabeza de especies menores. A los cam-
pesinos que querían sembrar en la zona de la colonia les costa-
ba $6 el arriendo de cada hectárea regada por cosecha, lo que
habla de una perfecta organización y de valores previamente
establecidos y perfectamente administrados por Lastra. Este, al
advertir que en la zona prosperaban los grandes sembrados de
maíz, buscó una solución al problema del monocultivo a través
del impulso de la siembra de alfalfa y algodón. Para la alfalfa,
el terreno y clima de Santiago eran propicios. La ubicación de
Dora, mucho más cercana del Litoral que los grandes alfalfares
de La Banda constituía una ventaja, permitiendo la competen-
cia en los mercados santafesinos con los similares cordobeses.
Otra de las características era que de los 9 o 10 cortes que
se daban al año y la excelente calidad del producto, invitaban
a enfardar y presentarse en los centros consumidores vecinos.
Por estos motivos ya se habían empezado a cultivar alrededor
de 100 hectáreas de alfalfa.
Respecto del algodón, la semejanza del clima de esta zona
con el del Chaco y Paraguay, la bondad del terreno y las facili-
dades para la colocación, así como el buen precio, hacían conce-
bir halagadoras esperanzas en este cultivo. Se habían sembrado
25 hectáreas como ensayo, siendo notable el desarrollo de las
plantas, según consigna el periódico antes mencionado, quién
en este sentido señala, sin dejar dudas de quién era el artífice de
las estrategias de progreso en la colonia, que “Decidido a cam-
biar la orientación de los sembrados en la colonia, el adminis-
trador encaró con empeño la siembra del algodón en medio de
expectativas y esperanzas de los pobladores del departamento,
ya que el comercio se encontraba paralizado. Dora era el único
lugar de la provincia donde se habían hecho ensayos de im-
portancia en este cultivo. En este sentido José María Lastra, era
un verdadero pionero que insistía y perseveraba. Todos tenían
fe en que triunfaría en toda la línea y que la provincia le reco-
nocería el título de haber sido el primero en abordar el cultivo
de una ‘industria’ llamada a jugar un rol importante en la vida
económica de Santiago”. Fue este mismo cultivo el que durante
décadas le diera a la colonia su aspecto de productora de esta
fibra, la que era enviada en los vagones del ferrocarril hacia los
centros de acopio, al igual que los demás productos de la zona.

46
Capítulo II

2.3.b. Colonos dorenses descargando algodón en 1925, imagen extraída de


una filmación de la época realizada por la JCA.

También se debe a Lastra la plantación de una línea de eu-


caliptus en 1904, al costado del préstamo ferroviario en la parte
norte y en el predio posterior de la vivienda del fundador que le
da hasta la actualidad, una fisonomía distinta a los demás pue-
blos de la región, para quien pasa viajando en tren. Otra obra
suya es la perforación de pozos de los que se extraía agua de
buena calidad, aunque en poca cantidad a profundidades que
superaban los 10 metros, con lo cual se intentaba paliar la difícil
situación en épocas en que el Río Salado bajaba su caudal y por
ende los canales que transportaban el agua hacia el poblado.
A principios de 1905 y como resultado de la labor desple-
gada, Dora tenía alambradas 1600 hectáreas de terreno y des-
montadas alrededor de 3.000. Sobre esa extensión se realizó el
trazado de calles que se cortaban perpendicularmente de este
a oeste y de norte a sur. Dos acequias principales formaban la
base del sistema de irrigación ideado por Lastra y habían me-
recido la aprobación del presidente del departamento topo-
gráfico, Francisco David. Dichas acequias eran amplias lo que
permitía llevar un buen caudal de agua. Servían de surtidoras y
desagotadoras y tenían un juego de hijuelas.
La actividad principal, como era lógico, estaba abocada a la
construcción de compuertas, canales y acequias que al exten-
derse el terreno sembrado se hacían insuficientes, al tiempo
de hacerse necesaria la traza de nuevos y mejores caminos y
puentes. Todas estas tareas fueron supervisadas por José María

47
Miguel Ángel Pajón - Historia de la ciudad de Colonia Dora

Lastra, quien habitaba en una propiedad que se encontraba a


300 metros al norte de la estación, con frente a la vía férrea, a
metros del paso a nivel norte, la que estaba precedida de una
ancha avenida, que daba continuidad a la ruta proveniente de
Buenos Aires. Pasaba frente a la casa de Agrello y en frente cir-
culaba una acequia, que actualmente se conserva y que Lastra
había utilizado para dotar al poblado de la primera línea de eu-
caliptos plantados. Hoy son inmensos árboles, que cumplieron
acabadamente su función de abrigo, que aunque no proyectan
una densa sombra desde arriba por su copa poco espesa, sí pro-
porcionan una buena sombra lateral que se extiende durante
todo el año.
Antiguos pobladores relataron que la vivienda del adminis-
trador también estaba dotada de un par de calabozos, por lo
que se puede inferir que el administrador también tenía poder
de policía en el caso de tener que resolver conflictos entre los
habitantes. Se merece un párrafo aparte la situación de excesivo
control al que estaban sometidos los colonos que arrendaban
tierras a Lopes Agrello, quienes carecían prácticamente de todo
derecho.
Podemos inferir que la mayoría de estos colonos habían lle-
gado desde Europa, huyendo de las hambrunas y pestes, bus-
cando un lugar donde progresar y con la visión de que cual-
quier situación siempre sería mejor y en algunos casos la única.
Debieron soportar explotaciones y abusos, ya que ante malas
cosechas los pagos debían efectuarse igual y nadie les garan-
tizaba la aplicación de los acuerdos, a lo que poco podían de-
cir o reclamar, ya que se encontraban en una tierra en la que
no hablaban la lengua, en muchos casos y desconocían adonde
acudir por sus reclamos. Aunque esto tampoco garantizaba que
serían escuchados si lograban exponerlos ante las autoridades
constituidas, ya que estas mantenían fuertes lazos con los pro-
pietarios de la tierra.

48
Capítulo II

2.3.c. Línea de eucaliptus en la parte norte de la ciudad que fueran planta-


dos en el año 1904 por instrucciones de José María Lastra

Apenas comenzado el siglo XX, a fines de 1901, la Colonia


Dora poseía a la vera de las vías férreas, una casilla de madera
a modo de estación, único lugar en donde se podía enviar tele-
gramas y que con la llegada de cada tren se iba convirtiendo en
el centro de encuentro social de toda una comunidad. Los po-
bladores veían a este lugar como el símbolo del progreso y acu-
dían a él en búsqueda de información que esos mismos trenes y
sus viajeros traían de los grande centros urbanos como Buenos
Aires o Rosario, algunos de los cuales llegaban considerando la
posibilidad de obtener tierras a bajo precio que les permitie-
ra un rápido crecimiento económico, decidiendo su traslado a
esta zona prácticamente virgen.
La vida social de la comunidad toda comenzaba a girar en
torno a esa casilla de madera, y comenzaban a construirse las
primeras viviendas en cercanía de la misma, respetando el te-
rreno destinado al ferrocarril. Este estaba delimitado por un
alambrado, construido con varillas metálicas y cinco hilos de
alambre, encontrándose en la parte este de ese alambrado, una
vereda que por el material utilizado para su construcción tenía
una coloración negruzca, que fue rápidamente bautizada como
“la veredita negra”. Se transformó en lugar de paseo de las jóve-
nes, que acompañadas de sus madres, la recorrían al atardecer,
a la espera del tren que llegaría y concentraría toda la atención,
convirtiendo esa llegada en el lugar de encuentro de los pobla-

49
Miguel Ángel Pajón - Historia de la ciudad de Colonia Dora

dores durante décadas, en el transcurso de las cuales muchos


matrimonios y romances comenzaron a gestarse en esas sali-
das. Allí las nuevas relaciones surgían, perdurando muchas de
ellas y siendo estos relatos transmitidos de manera oral entre
muchos dorenses que aún recuerdan que sus padres o abuelos
se conocieron de esa manera y en ese lugar.

2.4. Un pueblo que crece rápidamente

Desde esos comienzos, con la primera casilla de madera, el


crecimiento fue rápido y queda evidenciado en el hecho que
solo un año después, en 1902, ya existía una población de 500
habitantes, haciéndose necesario la realización de un censo es-
colar, el cual una vez realizado mostraba que había un poco más
de 70 niños que aún no tenían edificio escolar. Según consta
en los documentos oficiales, sería construido 3 años después
de manera definitiva. Aunque en 1904 ya funcionaba la escue-
la primaria en terrenos propiedad de un comerciante libanés
de apellido Jalil, que fue visitada por el inspector de escuelas
Federico Lannes, quien en vista de las pocas comodidades que
ofrecía el local escolar, convocó a los vecinos a contribuir pe-
cuniariamente para la construcción de un nuevo edificio en el
que funcionaría posteriormente, la escuela Nº 84 “Bartolomé
Mitre”.

50
Capítulo II

2.4.a. Edificio en el que funcionara la escuela Nº 84 “Bartolomé Mitre”, el


cual aún se conserva como símbolo de educación en la ciudad.

En cuanto al rápido crecimiento poblacional, también hay


que tener en cuenta que el mismo se daba de la mano de la
llegada de inmigrantes que produjeron una sociedad en la que
se mezclaban lenguas, religiones y culturas diferentes. Estos
aprendieron a convivir de manera pacífica y lentamente fue-
ron dándole al poblado características únicas, pero generando
en alguna de esas colectividades, como por ejemplo la judía, la
necesidad de que sus hijos se educaran en un ambiente acorde
a sus creencias y costumbres, sin dejar de insertarse en el nue-
vo lugar en el que habitaban. Se debe a su visión formadora el
hecho de que Colonia Dora fuera el primer lugar en contar, en
el año 1912, con una escuela trilingüe, reconocida por el sistema
educativo de la provincia, donde se enseñaba en quichua, idish
y español, mostrando ya la importante integración de lenguas y
culturas diferentes que persistieron por décadas y de las cuales
aún quedan algunos vestigios interesantes.
El constante crecimiento de la población, generaba nuevas
formas de vida y nuevas necesidades, entre ellas las de aprovi-
sionamiento de mercaderías, que habían comenzado a llegar
con mayor fluidez, gracias al transporte de cargas del ferroca-
rril.
La profesora María Mercedes Tenti menciona, en relación al

51
Miguel Ángel Pajón - Historia de la ciudad de Colonia Dora

surgimiento de comercios, que para poder satisfacer la crecien-


te demanda de la población, comenzaban a instalarse diferen-
tes tipos de comercios, entre los que se puede mencionar en los
primeros años del siglo XX cuatro casas de negocio: de Carlos
Vidal, Esteban Venetto, Carlos Roquette y L. Contreras y Cía. La
primera, regenteada por Enrique Vidal, giraba bastante capital,
instalación comercial que tendría una expansión mayor en los
siguientes años con la llegada de los miembros de la colecti-
vidad judía, muchos de los cuales se dedicarían al comercio,
al igual que los sirios y libaneses que llegaron en importante
cantidad.
Se habían instalado también en el pueblo ya, un aserradero
perteneciente a la familia Tiscornia y una instalación donde se
fabricaban ladrillos que pertenecía a la familia Lastra, un cam-
pamento de elaboración de carbón y leña de Antenor Acosta y
una casa de comercio perteneciente a la familia Neme, la cual
aún se encontraba funcionando 70 años después.

2.4.b. Último comercio de un miembro de la colectividad judía que funcio-


nara hasta el año 2015, perteneciente a la familia Firman.

El diario “El Liberal” del 25 de enero de 1905 refleja el im-


pacto que generaba en toda la provincia el rápido crecimiento
de esta colonia que había surgido hacia solo unos años antes,
rezando que “Ante los evidentes progresos alcanzados por la
colonia, el propio gobernador de la provincia -el doctor José D.

52
Capítulo II

Santillán, acompañado de su comitiva, visitó el lejano paraje.


Fue recibido por el administrador que le informó en detalle lo
más sobresaliente de la misma”.
La visita del gobernador no era casual, ya que la colonia flo-
recía en todos los aspectos y se convertía en una rara expresión
donde se conjugaban las diversidades. A los progresos agrícolas
y comerciales había que sumar los primeros intentos de ma-
nufacturas que no era posible encontrar en otros lugares de la
provincia, como por ejemplo el funcionamiento de una fábrica
de licores de la familia Schwards, cuya especialidad la consti-
tuían los refrescos y aperitivos realizando ellos la elaboración y
embotellamiento.
Si bien es cierto que había una gran población de inmigran-
tes, la mano de obra principal era proporcionada por la gran
población de obreros criollos, lo se ponía en evidencia en los
dichos de José María Lastra, quien sostenía, según afirma el
diario antes citado “Es bueno, fuerte, sano y honrado; hay que
saber tratarlo con las consideraciones debidas, no abusar de su
rango y cumplir fielmente las obligaciones con él contraídas.
Yo estoy rodeado de puro elemento criollo y me siento de ello
altamente satisfecho”, aunque de dichos de viejos habitantes de
la colonia, que repetían lo escuchado a sus padres y abuelos, la
explotación por pocas monedas o el pago en mercaderías era
una constante que se mantuvo por décadas, manteniendo en
la pobreza al trabajador criollo, que solo ganaba para comer y
sobrevivir a pesar del duro trabajo realizado.

2.5. Las familias fundantes

Una laboriosa publicación, realizada con máquina de escribir


por don José Armindo Artín, de origen Armenio, quien fuera
encargado del registro civil de Colonia Dora por 50 años, la mi-
tad del tiempo que tenía la colonia al momento de su muerte,
fue distribuida por él mismo entre algunos vecinos, de las cua-
les tengo el gusto de conservar un ejemplar regalado a mi pa-
dre, hijo de un antiguo poblador. Esto me ha permitido rescatar
los nombres de los primeros colonos criollos de la “Sociedad
Colonizadora Agrelo Limitada”, como escribe don Artín, notán-
dose que Agrelo está con una sola L, y que sostiene que fue-
ron quienes poblaron esta colonia en la que nacieron sus hijos,

53
Miguel Ángel Pajón - Historia de la ciudad de Colonia Dora

nombrando a : Manuel Gonzalez, Ayres Lopez, Exequiel Bravo,


Conrado Pagalday, Juan Antonio Maldonado, Emilio Gorosito,
Benigno Ruiz, Crisóstomo Castaño, Basilio Castellanos, Benicio
Silva, Octavio Benavídez, Pacífico Villavicencio, José Estanislao
Díaz, Eulogio Pagalday, Pastor Ybalo, Absalón Aymeric, Luis
Deger, Antonino Torrez, José T. Oliveras, Gerónimo Islas, Lau-
rencio Aragón, Antonio García, Sebastián Alejandre, Hovegildo
Castillo, José Abdón Coria, Ysaac Cuevas, Guillermo Chávez,
Máximo Farías, Celedonio Gómez, Juan Isidro Gómez, Eliseo
Herrera, Santiago Leguizamón, Marcelino Lencina, Estanislao
Luna, Victoriano Mansilla, Justo Pastor Miranda, Solano Ore-
llana,Teófilo Serrano, Evaristo Soplán, Cándido Sosa, Dionisio
Suares, Marcos Jeréz, Acasio Laserna, Antonio Brazda, Julio
Reichert, Juán Munz, Isidoro Lovaiza, Antonio Maguna, Salo-
món Azar, Miguel Pajon, Sixto Mansilla, Mateo Gustín, Felipe
Migueles, Celso Montenegro, Juan Ortíz, Eliseo Ybarra, Felix
Ybala,Tomás Popritkin,Tomás Jaimes, Teođoro Baglay, José Ar-
tín, Teodoro Suceñiuk, José Lino Laffón, Jorge Deck, Antonio
Kvapil, Jorge Rudik, Belizario Aragón, Justo Cansinos, Valentín
Córdoba, Reynerio Díaz, Francisco Gigena, Agapito Giménez,
Patricio Giménez, Nicasio Giménez, Esteban Melín, Manuel
Moutiño, Saúl Lopez, José Benito Olivera, Alejandro Villalba,
Roque Córdoba, Gerónimo Galván, Eugenio Aragón, Constan-
tino Monserrat, Manuel Pereyra, Ricardo Pérez, Eulogio Qui-
ñonez, Pánfilo Ruiz, Jorge Lami , Domingo Rodriguez, Pacífico
Villarreal, Abdón Encalada, Emilio Díaz, Urbano Pacheco, Pe-
dro Villarreal y otros...
Nombra a muchos inmigrantes españoles, alemanes, pola-
cos, Checoeslovacos y de otras nacionalidades en esta lista.

54
Capítulo II

2.5.a. Vista tomada desde el norte de Colonia Dora en 1912, donde se puede
apreciar esa parte este de la localidad.

El impecable trabajo de Artín, que conocía a prácticamente


todos los pobladores de la colonia, también hace alusión a los
colonos judíos que llegaron de la mano de la Jewish, citándolos
solo por su apellido, pero reconociendo que algunos escaparon
a su memoria ya desgastada por los años:

Kohanoff, Patolsky, Sulkis, Slavskes, Boyanovsky, Arcusin,


Zusman, Groisman, Sepliarsky, Guebel, Scherman, Silverstein,
Silberman, Glíkman, Saslaver, Golfeld, Sujovolsky, Finkelstein,
Efron, Esterkin, Rosemberg, Popritkin, Schaffer, Alperín, Kuze-
vitsky, Bergoboy, Kirsenberg, Leventer, Estaricoff, Bendersky,
Alterman, Rosenhurt, Ducovsky, Faiman, Yurcovich, Rubins-
tein, Kristal, Alberstein, Slávin, Gruñin, Puks, Aranobick, Tei-
telbaum, Jaroschevsky.

A estos puedo también agregar los apellidos de las siguientes


familias, obtenidas de antiguos registros:
Andraschnik, Altschuler, Apter, Aranovich, Aronsohn, Bere-
govoy, Berenstein, Besem, Bloj, Bruch, Brum, Cherm, Cherman,
Chernicoff, Chervin, Dubkovsky, Edelstein, Efrom, Feldman,

55
Miguel Ángel Pajón - Historia de la ciudad de Colonia Dora

Fischbein, Fuksman, Goldfeld, Goldman, Grosman, Grossman,


Gruning, Guellman, Guestrin, Israilev, Halperin, Homitz, Ji-
vensky, Jasid, Kaiser, Kanefsky, Kleinerman, Kleinman, Klotz,
Kremenetzky, Kuperstein, Khoen, Levin Lifschitz, Lipnik, Mi-
lstein, Mirkin, Mogolevsky, Papritkin Perchevsky, Pupkin, Rud,
Saineter, Sang, Schafir, Slavkin, Smidberg, Steinberg, Sudvarg,
Sujovolsky, Sussman, Tapalar y Varin
En alguno de los casos, se trata de las mismas familias nom-
bradas por Don Artín, solo que estaban escritas como los crio-
llos pronunciaban los nombres españolizados de los habitantes
extranjeros.

2.5.b. Una de las primeras familias judías instaladas en el casco urbano,


dedicadas al comercio durante todo el siglo XX – Familia Firman.

2.6. Primeros órganos de gobierno

El año 1907 es un año de inflexión para la floreciente colo-


nia, que había despertado el interés de toda una provincia, ya
que comenzaba a ser tenida en cuenta por las autoridades de
gobierno provincial, a la hora de incluirla en la organización
administrativa provincial. Por eso el 06 de Febrero de 1907 se

56
Capítulo II

crea el Juzgado de Paz y Oficina de Registro Civil en Colonia


Dora “con la asignación que determina el presupuesto vigente”
y ese mismo año, el 26 de Febrero, se nombra como Juez de
Paz Titular y Juez de Paz Suplente, a los señores Anacleto Oliva
y José M. Corvalán.
También en ese año, 1907, en el mes de marzo, se nombra
como recaudador de impuestos de Estación Colonia Dora al se-
ñor Jacobo Schwards, siendo reemplazado el 17 de Julio por el
señor Jacobo H. Kraijembrick.
Con recaudador de impuestos y encargado del registro civil
y juez de paz, estaban dadas las condiciones para la creación
de una administración central, independiente de la adminis-
tración privada Lopes Agrello, por lo que con fecha 04 de No-
viembre de 1907 se crea una Comisión Municipal, ya que su po-
blación no alcanzaba a tres mil habitantes, según lo establecía el
Art.33 de la Ley de Organización de Municipios. Fue nombrado
como Presidente de la Comisión al señor Domingo Rodríguez,
Vocal Secretario a Daniel Flores Navarro y Vocal Tesorero el se-
ñor Antonio Lopes Agrello (aunque es posible que haya sido
Antonio Lopes Agrello Lastra, ya que muchos de los dorenses
confundían al dueño de las tierras, con su hijo).
El reconocimiento que en esa época se le diera al impulso
organizador y estratega de José María Lastra, queda evidencia-
do en el hecho de que el 31 de Diciembre de 1907, es nombrado
como “Jefe Político del Departamento 28 de Marzo”.

57
Miguel Ángel Pajón - Historia de la ciudad de Colonia Dora

2.6.a. Domingo Rodríguez, de origen español, primer comisionado munici-


pal, junto a su familia.

2.7. Nace la oficina de registro civil

El creciente poblado y los constantes nacimientos y defun-


ciones hacían necesaria la organización en todos los sentidos,
sobre todo los referentes a los movimientos poblacionales, por
lo que el 06 de Febrero de 1907 fue creada la Oficina de Regis-
tro Civil en Colonia Dora, aun perteneciente al departamento
28 de Marzo. El primer encargado, designado el 26 de Febrero
de ese mismo año, fue el Sr. Anacleto Oliva y siendo el primer
nacimiento inscripto el de Esperanza Coria , nacida el 02 de
Marzo de 1907. Fue inscripta 10 días después, siendo la primera
acta firmada por el flamante encargado del registro civil, notán-
dose también, en actas posteriores, que se inscribía a niños que
ya tenían dos o tres años y que estaban hasta ese momento sin
ningún tipo de documentación que avalara su nacimiento. Por
ese motivo los primeros cinco libros fueron confeccionados en
muy poco tiempo, poniendo al día a una gran cantidad de ha-
bitantes.
Desde ese entonces, el registro civil mantiene un ordenado
archivo de nacimientos, defunciones y casamientos, cuyos li-

58
Capítulo II

bros se conservan en perfectas condiciones y son una fuente


invaluable de información histórica de la ciudad, aunque me-
recerían una mejora en la calidad de los estantes que son desti-
nados para su conservación.
La nómina de encargados del registro civil es la siguiente,
desde el primero hasta la actualidad:

-Anacleto Oliva.
-José Neirot.
-Andrés Herrera.
-Pablo Montenegro.
-Daniel Flores Navarro.
-Cipriano Isauro Sánchez.
-Rogelio Sánchez Aguirre.
-David Suasnabar.
-Pedro Argañaraz.
-Manuel Encalada.
-Antonio Echegaray.
-Evaristo Cisneros.
-Ángel Paciente Bravo.
-Juan Quatrini.
-Ángel Caram.
-Rogelio Neme.
-José Armindo Artín.
-Ana María Klein.
-Bernabé Manuel Pérez.
-Carlos Miguel Depaoli.

Especial referencia se puede hacer de don José Armindo


Artín, ya nombrado en este libro, un reconocido vecino que
durante 50 años, desde 1944, fue el encargado de esta oficina,
inscribiendo a la mayoría de los dorenses que viven en la actua-
lidad en la ciudad y permaneciendo en el recuerdo de toda una
ciudad hasta el presente.

59
Miguel Ángel Pajón - Historia de la ciudad de Colonia Dora

2.7.a. Firma del primer encargado de registro civil: Anacleto Oliva, extraída
de las actas del registro civil

2.7.b. Primer acta de nacimiento de Colonia Dora, perteneciente a Esperanza


Coria.

60
Capítulo II

2.8. Nuevos servicios e instituciones

La floreciente colonia comenzaba a ser centro de interés para


otros puntos, haciéndose necesaria una mayor comunicación
con los pueblos y ciudades del sur de la provincia. Atento a ello,
el 15 de Febrero de 1908 se llama a licitación “por el término de
20 días para el establecimiento del Servicio de Mensajería-co-
rreo entre la Villa Salavina y Colonia Dora”. Luego de la oferta
correspondiente, es aceptado el 20 de Mayo de 1908 el ofreci-
miento realizado por el señor Benjamín Díaz, para realizar este
servicio.
Un dato, que a mi entender es supremo, es el que emana del
Expediente N° 8 letra “A” que fuera iniciado por Don Antonio
Lopes Agrello quien solicita “exoneración de impuestos” a su
propiedad “Colonia Dora” de acuerdo con la Ley de diciembre
14 de 1.889, la que es concedida aprobándose el plano presenta-
do y declarándosela fundada a dicha Colonia Dora de acuerdo
al Art. N° 2 de la mencionada ley y que lleva como fecha el 20 de
Enero de 1909. Por ello debería considerarse esta como la fecha
que administrativamente marca la fundación de este poblado
de larga existencia y que para esa época ya estaba organizado
de manera íntegra.
Una vez creada la comisión municipal, se nombra el 10 de
Enero de 1909 como Jueces de Paz de la provincia, en Colonia
Dora como Titular: Dolores Neirot y suplente: Antenor Acosta.
La policía estaba a cargo del comisario Dionisio Soria, quien
renuncia el 22 de Octubre de 1909 y es designado en su lugar el
señor Vicente Madero, quién será reemplazado el 30 de Junio
de 1910 por el señor Absalón Suasnabar. Este es reemplazado el
03 de diciembre por el señor Carmen Ortiz Arenas, que cum-
plirá funciones hasta el 03 de Marzo de 1911, momento en que
es reemplazado por el señor Juan Dorgambide y que a su vez
será relevado el 31 de Enero de 1912 por el Comisario Samuel
Galarza.
También en 1910 hay incorporaciones y varios cambios en
los representantes del poder público, ya que el 18 de Enero de
1910 se nombra como vocal de la Comisión Municipal de Co-
lonia Dora al señor Ezequiel Bravo en reemplazo de Santiago
San Clemente.
En cuanto a quien estaba encargado de recaudar impues-
tos, Jacobo Krajembrick, es reemplazado por el señor Antenor

61
Miguel Ángel Pajón - Historia de la ciudad de Colonia Dora

Acosta (quien será reemplazado el 25 de Septiembre de 1911 por


el señor Ezequiel Bravo) que también es designado de manera
suplente como juez de paz, cuya titularidad recae el 15 de Oc-
tubre de 1910, por el término de dos años, en el señor Andrés
Herrera.
El 05 de Abril de 1911 hay cambios en el manejo político y
administrativo en la Comisión Municipal de Colonia Dora, ya
que se nombra Presidente al Dr. Antonio Lopes Agrello, reca-
yendo el cargo de secretario tesorero en el señor Vicente Made-
ro y nómbrase como vocal a Luis Bauman. Esta comisión será
reorganizada el 11 de Enero de 1916 quedando constituida de
la siguiente manera: Presidente: Sr. Antonio Lopes Agrello (h)
(entiéndase Lopes Lastra); Secretario: Juan B. Galván; Tesorero:
Juan Dorgambide.
Estos datos, muestran la forma rápida en que la florecien-
te colonia buscaba organizarse de la mejor manera y sin dejar
de notarse la influencia política de quiénes eran los protectores
de los intereses de la Sociedad Lopes Agrello, que en definiti-
va lograron imponer sus hombres al frente de las instituciones
del estado provincial con representación en el poblado. Este se
hacía cada vez más codiciado, ya que no detenía su impulso y
a medida que crecía su importancia como referente zonal, se
habilitan oficinas que habrían de cubrir las necesidades de todo
un departamento, como por ejemplo la medida administrativa
del 04 de Enero de 1912 que “crea una Oficina Receptora del
Dpto. Avellaneda, con asiento en Colonia Dora, nombrándose
Receptor y Recaudador al señor Benigno Bustos Villarino”.
El 23 de Octubre de 1913, Antonio L. Agrello (h) – sería en
realidad Antonio Lopes Lastra- en su carácter de Presidente de
la Sociedad Anónima Industrial y Comercial “Antonio Lopes
Agrello Ltda., “Ofrece donar la red de canales que consta de 70
km. que riegan los terrenos de la Colonia Dora y Estación Icaño
en una superficie de 10 a 12.000 has. Para lo que acompaña pla-
nos ilustrativos” según consta en el expediente N° 19 Letra “A”,
lo que posteriormente es aceptado por la provincia como “do-
nación gratuita agradeciendo tan importante y valioso aporte
al Estado”.

62
Capítulo II

2.8.a. Obra de arte para riego instalada sobre el Río Salado, que regulaba el
agua que llegaba a la colonia.

El Gobierno de la Provincia de Santiago del Estero acepta


la donación de la firma Antonio Lopes Agrello del “Sistema de
Riego Colonia Dora” el 15 de Diciembre de 1913, redactándose
los “Decretos de traslado de dominio, dando privilegio de con-
cesión de riego a la Sociedad donante”, que era lo que en reali-
dad buscaba la sociedad, ya que la provincia se haría cargo del
mantenimiento del sistema y ellos conservarían la prioridad de
riego.
El sistema de canales que dona la sociedad administradora
de la colonia, en realidad estaba en mal estado y necesitaba ur-
gente reparación y mantenimiento, por cuanto el 21 de Enero
de 1914, luego de realizar una inspección, la Dirección de Obras
Públicas y Riego del gobierno de la provincia, solicita autori-
zación para gastar $3.635,50 “para la reparación de la red de
canales donados por la firma Antonio Lopes Agrello”, lo que es
aceptado y autorizado para su ejecución.

63
Miguel Ángel Pajón - Historia de la ciudad de Colonia Dora

2.9. “El chalet” como centro del poder

Cuando el 14 de Diciembre de 1888, el Senado y la Cámara de


Diputados de la Provincia de Santiago del Estero ordenan con
fuerza de Ley: ceder gratuitamente a las Empresas Construc-
toras de Ferrocarriles, que crucen el territorio de la Provincia,
una extensión que no exceda de treinta metros de ancho por
el largo correspondiente para la vía; y de quinientos metros de
largo por ciento cincuenta de ancho para las estaciones en los
terrenos de propiedades públicas que aquellos atraviesen, a fa-
vor de la Empresa Constructora del Ferrocarril Sunchales – Tu-
cumán, era ya un hecho que las vías llegarían a Colonia Dora,
por lo que el propietario de estas tierras, decide erigir junto a
las vías una lujosa propiedad.

2.9.a. Chalet que construyera Lopes Agrello en la naciente


colonia con materiales, en su mayoría, traídos de Europa.

Esta majestuosa construcción, que data de los últimos años


del siglo XIX, aún se conserva en el extremo sur de la ciudad, a
escasos 50 metros de las vías del ferrocarril y sobre el antiguo
camino de tierra que unía esta zona con Buenos Aires, como
un mudo y solemne testigo que daba la bienvenida a quienes
llegaban de aquellas lejanas y grandes ciudades ubicadas al sur
de la colonia.

64
Capítulo II

2.9.b. Antiguo camino de tierra que comunicaba la naciente colonia con


destinos como Rosario o Buenos Aires, en su paso frente al chalet de Lopes
Agrello.

Este edificio conocido por todos los Dorenses como “El Cha-
let”, y que lentamente se ha convertido en todo un símbolo re-
presentativo de la ciudad, es una construcción al estilo de la
campiña inglesa, erigida poco antes de 1900 por López Agrello,
como casa de descanso y que serviría como centro de lujosas
reuniones sociales, durante sus cortas visitas.
Es una construcción sólida, que consta de dos pisos y un áti-
co, con techos de tejas a dos aguas, simétrico, compuesto por
dos alas –una norte y otra sur - y un frente que está dirigido
hacia las vías del ferrocarril y al antiguo camino de tierra, al que
está unido por dos portones de grandes dimensiones, de una
sola hoja cada uno, construidos con madera.
Muchos de los materiales de gran calidad con el que fue cons-
truido fueron traídos de Europa, como por ejemplo el mármol
con el que estaban construidas las escalinatas de acceso.
Está íntegramente levantado en ladrillos fabricados espe-
cialmente para su construcción en un predio en la parte pos-
terior del edificio, con escaleras de mármol y pisos de baldosas
con dibujos geométricos.
El frente presenta en su piso superior un gran ventanal cen-
tral y dos ventanas de dimensiones menores del lado sur y tres
del lado norte, todas con acceso a un balcón que recorre todo

65
Miguel Ángel Pajón - Historia de la ciudad de Colonia Dora

el frente de la construcción y que permite una vista general del


pueblo desde esa posición.
El lateral sur presenta a su vez tres ventanas en el piso supe-
rior y dos ventanas en el piso inferior, aunque tal vez hayan sido
también tres en la parte inferior y posteriormente cerradas, ya
que al parecer sufrió diversas modificaciones a lo largo de las
primeras décadas.
En la parte posterior, que ostenta un suntuoso balcón de
grandes dimensiones con barrotes de hierro forjados, permitía
observar la parte oeste de la colonia y contaba hacia ese sector
con un amplio jardín con plantas frutales y especies exóticas,
haciéndose notoria la gran fuente que poseía en el centro, en la
que había incluso cisnes que habían traído desde Europa. Des-
de allí se podía observar las plantaciones de árboles frutales y
cítricos que rodeaban el terreno posterior, en donde también
crecían los eucaliptos que se habían plantado en 1904, en forma
de rectángulo, para proteger a la casona de los vientos.
Las plantas superior e inferior son prácticamente gemelas en
su distribución, presentando tres habitaciones y un comedor en
cada planta, como así también un baño en cada planta, al igual
que una cocina totalmente funcional en cada uno de los pisos.
En el piso inferior, existe también una sala de recepción, la
que es dominada por un amplio hogar a leña.
La provisión de agua se realizaba a través de uno de los cana-
les que había hecho construir José María Lastra y que tomaba
agua desde un canal principal Nº 2, el que a la vez se nutría de
aguas del Río Salado, y que llegaba hasta la parte posterior del
chalet por el denominado canal Nº 5.
También la construcción cuenta con un sistema de canale-
tas que aprovechaba el agua de lluvia, colectada de los grandes
techos a dos aguas, la cual se almacenaba en un gran aljibe que
se encuentra en el lado sur de la vivienda y que elevaba el agua
hasta el tanque superiores, a través de una bomba con motor a
explosión.
La hipótesis de las pocas veces que estuvo Lopes Agrello en
la casona, fue confirmada por testimonios como los de don
Fermín Escalada, vecino de esta localidad, hijo de ferroviarios
que habían llegado desde Añatuya e instalado en Colonia Dora,
quien se convirtió en chofer de los Agrello y que fue proacti-
vamente el hombre de mayor confianza de la familia y el en-
cargado de trasladarlos permanentemente desde Buenos Aires

66
Capítulo II

hacia la colonia y viceversa, utilizando los difíciles caminos de


esa época.
Don Fermín Escalada relataba que los Agrello tenían para su
transporte familiar un automóvil Chrysler Imperial, que era un
automóvil de lujo que competía en ese entonces con automó-
viles de renombre como los Cadillac, Lincoln o Duesenberg y a
los que pocas familias adineradas tenían acceso. A pesar de las
suposiciones, teniendo en cuenta la época, el Chrysler Impe-
rial era un automóvil veloz, que había establecido un récord de
velocidad transcontinental en el año 1926, recorriendo 10.460
kilómetros en una semana y que fuera elegido para compe-
tir en las famosos competencias de Indianápolis 500, ya que
podía viajar a una velocidad crucero de 80 millas por hora, lo
que equivale a 129 kilómetros por hora, lo que era confirmado
por Don Fermín Escalada, que afirmaba que el automóvil no
solo contaba con los mayores adelantos de su época, sino que
también estaba montado con los mejores materiales de cons-
trucción, destacando que el tapizado del vehículo estaba hecho
integrante de cuero de búfalo.
Fue precisamente don Fermín Escalada quien confirmó que
quién en realidad vivió muchas temporadas en Colonia Dora y
viajaba permanentemente hacia los casinos e hipódromos de
Buenos Aires fue Antonio López Agrello Lastra, hijo de Antonio
López Agrello.

67
Miguel Ángel Pajón - Historia de la ciudad de Colonia Dora

2.9.c. Don Fermín Escalada, Chofer de la familia, junto al auto de Lopes


Agrello, frente al Chalet en Colonia Dora.

La señora Lía Amelia Sánchez, en su “Historia de los tres


Antonio Lopes Agrello” lo describe al hijo de fundador con el
mote de “un caballero en el monte”, de quien dice: …Antonio
Lopes Agrello (hijo), quien en realidad debió ser Antonio Lopes
Lastra, por ser hijo de Don Antonio y de Doña María Cristina
Lastra-dama porteña-. A él es a quien la mayor parte de la po-
blación conoció, porque vivió en la colonia en su chalet estilo
nórdico, aún existente, y que compartió los años florecientes,
como también los azarosos de Colonia Dora.
Culto, educadísimo, de vastos conocimientos, estudiante de
ingeniería en Inglaterra. Soltero, buen mozo, elegante y des-
cendiente de una familia de abolengo, brillaba en la colonia con
su propio fulgor en la opacidad del monte.
Su cultura le impedía hacer distingos sociales, y su posi-
ción le otorgaba sensatez. Fue en cierto modo el organizador
del pueblo y el conductor de la sociedad Antonio Lopes Agre-
llo Ltda., hasta aproximadamente el año 1945, época en que el
Banco Hipotecario Nacional se hace cargo de sus propiedades.
No existe referencia de los supuestos estudios de Ingeniería,
o al menos yo no los he podido corroborar, como tampoco son
coincidentes los supuestos buenos tratos con todos los habitan-
tes, sin distingos. Pero los dichos de la Sra. Sánchez también
coinciden en que quien estuvo de manera más o menos per-

68
Capítulo II

manente en la colonia fue el hijo del dueño de las tierras, quien


viajaba permanentemente y que no solo tenía como destino ha-
bitual su casa de Buenos Aires, sino que también fue conduci-
do por don Fermín Escalada al volante, muchas veces en largos
viajes, al Hipódromo Nacional de Maroñas. Este era el principal
hipódromo de Uruguay, ubicado en la ciudad de Montevideo y
que había sido inaugurado oficialmente el 3 de febrero de 1889
por el Jockey Club de Montevideo que mantenía vínculos con
el Jockey Club porteño del cual Lopes Agrello era uno de sus
socios.
Antonio Lopes Agrello Lastra era un joven adinerado, afecto
a la realización de grandes fiestas, de las cuales se han tejido in-
numerables relatos, los que generalmente han sido mantenidos
por décadas en el terreno de los “relatos prohibidos”.

2.9.d. Antonio López Agrello Lastra (hijo de Antonio López Agrello) quien
fuera el que viviera más tiempo en la Colonia.

69
Miguel Ángel Pajón - Historia de la ciudad de Colonia Dora

Una de las historias más conocidas por los antiguos habitan-


tes de la colonia y de la que aún pueden dar testimonio de ha-
berlas escuchado de sus padres o abuelos los actuales habitantes
del pueblo, aunque siempre fueron comentadas en un ámbito
familiar, tal vez por el miedo al poder que detentaba Lopes Las-
tra, es la relacionada a la promiscuidad sexual de quien fuera el
hijo de Lopes Agrello, cuya predilección por las muchachas ex-
tremadamente jóvenes, casi niñas, lo pone al menos en la mira
de cualquier cuestionamiento social, que por supuesto nadie
estaba dispuesto a hacerle en su época.
En Colonia Dora aún existe una calle llamada “Las Vírgenes”,
que es en realidad un amplio camino vecinal que conecta a las
antiguas colonia de inmigrantes situadas al oeste del chalet y
que desemboca en el portón principal de la casa de los Agrello.
El origen del nombre de esta calle fue motivo de numerosas
discusiones entre las personas que bucearon en la historia de la
ciudad, sosteniendo algunas de ellas, tal vez con la intención de
no “manchar” el nombre de quien fuera uno de los fundadores
de la colonia que diera origen a la actual ciudad, que precisa-
mente en ese lugar, frente al chalet, existía antiguamente una
gruta con la imagen de una virgen y que fue ese el motivo por
el cual la calle lleva ese nombre.
En primer lugar, en una comunidad tan aferrada a la fe cató-
lica desde sus comienzos, es difícil que de haber existido dicha
gruta, la misma haya sido destruida o removida. En segundo
lugar, el nombre de la calle es “Las Vírgenes”, en plural, por lo
que no puede hacer referencia a “una” imagen.
Según el relato de muchos de los viejos pobladores, ese ca-
mino era el que recorrían muchas de las muchachas que eran
“seleccionadas” por Lopes Lastra, que prefería jóvenes vírge-
nes, para que fueran llevadas ante su presencia, recorriendo ese
camino hasta desembocar en el chalet en el cual él las iniciaba
sexualmente.
Existen otros numerosos relatos de fiestas realizadas en el
chalet en la que los excesos de todo tipo eran moneda frecuente
y a la que asistían numerosas personalidades de la elite porteña,
las que llegaban a completar incluso coches del ferrocarril y que
descendían en la estación local y se dirigían hasta el chalet. En
él se realizaban festejos con los lujos más extravagantes, donde
por ejemplo se comenta que la vajilla íntegramente había sido
traída desde Europa, y presentaba detalles en oro.

70
Capítulo II

2.10. La vida social en la colonia

La vida social de la colonia, quedó reflejado en numerosos


artículos que la prensa provincial publicara, como el caso de la
publicación del diario El liberal, fechada el 21 de setiembre de
1903, coincidente con el comienzo de la primavera. Esta hace
referencia a los festejos que anualmente realizaba la colectivi-
dad italiana, que festejaba cada 20 de septiembre la entrada de
las tropas italianas a Roma, como una forma de preservar sus
tradiciones y mantener sus lazos de pertenencia a un mismo
país.
Según cita El Liberal, “El amanecer del XX de 1.903, fue sa-
ludado con bombas, ante la algarabía del pueblo que se sentía
así integrado, quizás, al resto del mundo. El tren de las 6 trajo
la orquesta contratada para los festejos y al vecindario de He-
rrera y Lugones que se sumaba a la celebración. A las 9 arribó
el convoy de zorras y carros conduciendo a la gente de Icaño
que fue saludada con vivas y aplausos. El acto se inauguró en
una carpa instalada en el campo por la comisión, con ayuda del
inspector del ferrocarril Mr. Hemes. Antonio Giura, secretario
del grupo organizador de los festejos, abrió la lista de oradores.
Luego habló el joven Carlos Lastra, hijo del administrador y
estudiante de derecho, con sentidas frases de confraternidad
ítalo-argentina”.
Cuando el corresponsal del diario cita al administrador, se
refiere a José María Lastra, que además de ser el organizador de
todos los festejos, era claramente la cabeza visible de la socie-
dad Lopes Agrello, el organizador de la colonia en todo sentido
y una de las personas más respetadas en toda la población, cuyo
hijo fue designado en más de una oportunidad para dirigirse a
los presentes en diversas concentraciones de vecinos.
Los festejos y conmemoraciones consistían en una recorrida
por las calles circundantes a la estación del ferrocarril, a modo
de procesión y terminaban generalmente en el edificio de la es-
tación ferroviaria, en donde se realizaban los discursos y luego
se celebraba en carpas que se instalaban en el predio adyacente
a la estación, adonde también asistían autoridades del ferroca-
rril que llegaban desde distintos lugares.
La comunidad Italia fue numerosa en la localidad desde sus
comienzos y el colorido de sus festejos y sus costumbres no pa-
saron desapercibidos, ya que sus conmoraciones eran seguidas

71
Miguel Ángel Pajón - Historia de la ciudad de Colonia Dora

por todo un pueblo que para estas ocasiones embanderaba las


casas, tanto con la Bandera Argentina, como con la italiana.
A mediados de 1945, por iniciativa de algunos miembros de
la colectividad judía, se funda el Salón y Biblioteca “Barón Hir-
sch”, que pretendía ser un reducto cultural en el que se desa-
rrollarían diversas actividades ligadas a la lectura, el teatro y a
toda actividad cultural de los habitantes del poblado. A pesar
de ser iniciativa de una de las colectividades, el pueblo ya se
encontraba en un período en el que sus habitantes compartían
una identidad común como pueblo, a pesar de sus más diversos
orígenes. Esto se manifiesta en el discurso inaugural, pronun-
ciado por Manuel Zusman, quien sostuvo que “Este será el ho-
gar colectivo de todos los colonos y habitantes del pueblo para
organizar actos culturales, conferencias, bailes, celebrar fiestas
patrióticas, reuniones de carácter gremial, tratar los problemas
económicos, analizar y cambiar ideas... y celebrar casamientos,
que son momentos de expansión cultural y de fiestas culturales
colectivas” Deja, así un claro mensaje de unidad que habría de
marcar la idiosincrasia del pueblo, que en muchos aspectos aún
se mantiene a pesar de los años trascurridos.

2.11. Las coloridas fiestas patrias

Las celebraciones patrias, en los primeros años de la colonia,


fueron un sello distintivo del poblado, que a pesar de albergar
en sus entrañas a personas provenientes de distintos rumbos
del mundo, sentían gratitud y pertenencia al suelo argentino.
Por eso las celebraciones como el 25 de mayo y el 9 de julio, no
pasaron jamás desapercibidas. Participaban todos de lo que era
una cita obligada, cuyo centro estaba ocupado por los docentes
, que luego, con la conformación definitiva de las dos escuelas
primarias de la localidad, fueron los encargados de marcar el
rumbo en este sentido, trabajando día a día en las aulas con la
inculcación del sentimiento nacional. Sentimiento que luego se
vería reflejado en los actos y del cual los niños se convertían en
multiplicadores en sus casas, en donde la mayoría de ellos no
tenían padres argentinos.
El pueblo era embanderado en su totalidad y hasta las vi-
viendas más humildes ostentaban en su frente una bandera ar-
gentina y en ese marco se realizaban las celebraciones. Estas

72
Capítulo II

fueron tan numerosas y de tanta participación popular, que el


diario El Liberal, en una edición de julio de 1907, hace referen-
cia al acto por el día de la independencia realizado en Colonia
Dora el 9 de julio, citando que participaron “5.000 personas
las que se reunieron entonces, manteniendo un constante ir y
venir a pie y a caballo desde las primeras horas de la mañana
hasta la noche”, lo que da una magnitud de estas celebraciones.
Las celebraciones consistían en un día de festejos, que se
iniciaba a las 06:00 de la mañana con la tradicional salva de
bombas, para concentrarse luego, alrededor de las 09:00 de la
mañana, frente a la estación ferroviaria, para desarrollar el acto
al que podríamos llamar protocolar, que generalmente era ce-
rrado con palabras de Don José María Lastra. Los habitantes
participaban de carreras de caballos, juegos de sortija, encuen-
tros de fútbol y otras actividades destinadas a divertir a los pre-
sentes, que culminaban sus festejos en un baile que se realizaba
en el predio de la escuela.
La costumbre de celebrar los actos patrios, fueron una cons-
tante en el poblado hasta la actualidad, ya que la semilla de uni-
dad y pertenencia a un mismo suelo que germinaron aquellos
hombres y mujeres que llegaron desde otros lugares del mun-
do, aunque jamás olvidaron sus raíces, sembraron en sus hijos
el amor por el suelo santiagueños y argentino, dotando de tem-
ple propio a todos los dorenses.

2.12. Decadencia de la sociedad lopes agrello

A poco más de una década de haber comenzado una excep-


cional expansión, en todo sentido, la sociedad que adquiriera
los terrenos y que en cierta forma diera origen al surgimiento
de esta colonia, comienza un período de decadencia que se ex-
tendería por, al menos las próximas dos décadas siguientes.
La fecha que puede tomarse como inicio de esta decadencia,
es el 17 de Febrero de 1922, cuando la Sociedad Antonio Lopes
Agrello grava sus propiedades por la suma de $676,50 a favor
del Banco Hipotecario Nacional, siendo un indicador de los
problemas económicos que comenzaban a avizorarse para esta
otrora poderosa sociedad. Esto aparejaba a su vez un fortaleci-
miento de las instituciones civiles, que se alejaban cada vez mas

73
Miguel Ángel Pajón - Historia de la ciudad de Colonia Dora

de aquellos comienzos muy parecidos al viejo sistema feudal,


para comenzar a transitar los caminos de una nueva organiza-
ción, aunque se mantuvieran los fuertes lazos con la sociedad
fundante.

2.12.a. Empleados varones de la firma Lopes Agrello, sentados en las esca-


leras de acceso a la casona ubicada en la parte sur del pueblo.

El fortalecimiento de muchos inmigrantes, que ya se ha-


bían acoplado a las costumbres locales, pero que conocían más
de sus derechos, forjaron una nueva forma de concebir cómo
se debía organizar un pueblo, lo que hizo que este puñado de
pobladores no detuvieran su crecimiento que le permitiría ir
adquiriendo cada vez más la fisonomía que lo caracterizaría
ante los demás poblados del sur de la provincia de Santiago del
Estero. Era, prácticamente el lugar de cobijo para numerosas
familias de inmigrantes que habían llegado desde los más dis-
tantes pueblos del mundo, tras la esperanza de conseguir traba-
jo, paz y bienestar, ya que venían de vivir situaciones de guerras
y persecuciones, a una Argentina que a fines del siglo XIX era
aún un extenso territorio con una escasa densidad demográfica.
Este gran proceso inmigratorio que ya había traído desde
1830 a millones de europeos a América, comienza también a
sentirse en nuestro país, cuando el 8 de septiembre de 1856, los
primeros inmigrantes provenientes de Suiza se establecen en

74
Capítulo II

Esperanza, provincia de Santa Fe, fecha que recordamos hoy


como el “Día del Agricultor”.
Esa ola inmigratoria continuó de tal manera, que a principios
del siglo XX tres de cada diez habitantes de la Argentina eran
extranjeros, siendo Colonia Dora un perfecto reflejo de esa rea-
lidad que vivía el país en ese momento, ya que en la floreciente
colonia la mayoría de la población era de origen extranjero.
Según explicación de Sergio Bagú y Haydée G. de Torres,
“Desde 1880 hasta 1930 se registraron las migraciones masivas
internacionales más grandes de la historia. El origen principal
de la emigración fue Europa. Este continente se encontraba en
pleno proceso de reorganización económica. El número de mi-
grantes por motivos políticos, ideológicos, religiosos o raciales
fue muy escaso [...].
El gran crecimiento industrial había producido cambios en
muchas regiones del continente europeo. Al mismo tiempo,
debido al crecimiento vegetativo había tenido lugar un consi-
derable aumento en la población [...]. Las zonas agrícolas que
usaban nueva tecnología despedían trabajadores y las zonas de
agricultura que utilizaban técnicas antiguas decayeron en im-
portancia. Entonces, muchos de sus pobladores partieron hacia
las grandes ciudades industriales y a los puertos. [...] La inmi-
gración hacia América fue la consecuencia de todo ello”.
Los inmigrantes que se instalaron en Colonia Dora, prove-
nientes de esa Europa ya desarrollada, comenzaron a preten-
der dotar al nuevo poblado de los avances de los que habían
sido testigos en la vieja Europa, la que sabían íntimamente que
habían abandonado para siempre y anhelaban un lugar mejor
para las futuras generaciones, por lo que permanentemente
buscaron el progreso y la tecnificación de la colonia.
El 26 de Abril de 1926, es elevado al Ministerio de Gobier-
no de la provincia para su homologación, el contrato firmado
entre la Comuna de Colonia Dora y Don Carlos Muriel para la
provisión de “luz eléctrica”, el cual es aprobado y se comienza
de inmediato con el tendido de la red que habría de proveer
de este importante servicio al creciente pueblo, comenzando
las obras el día 31 de Octubre de 1926, con importantes obras
hacia el sector oeste del pueblo. Para ello se colocaron tuberías
subterráneas por las cuales pasarían los cables en los pasos fe-
rroviarios a nivel, con la correspondiente autorización de las
autoridades ferroviarias, ya que el 30 de Abril de 1926 el mu-

75
Miguel Ángel Pajón - Historia de la ciudad de Colonia Dora

nicipio había solicitado dicho permiso al Ferrocarril Central


Argentino, para el tendido de la línea de luz hacia el Oeste del
pueblo, el cual había tenido respuesta favorable.
Hasta ese momento, el pueblo era iluminado con 20 lámpa-
ras de alcohol carburado, que se habían adquirido en 1906 y la
que estaban colocadas en postes con faroles, que aparte de em-
bellecer al pueblo durante las noches y brindar un útil servicio,
era tenido como uno de los mayores símbolos de progreso al
que había accedido la próspera colonia.

2.12.b. Parte posterior del Chalet de Lopes Agrello, donde se observa un


balcón desde donde se podía observar una fuente y aves exóticas.

Ese mismo mes, más precisamente el 28 de Abril de 1926, los


habitantes del pueblo son testigos de la instalación del Primer
Surtidor de Nafta, el cual funcionaba a bomba manual. Este ha-
bía sido legalmente autorizado según Expediente 65 Letra “L”
del Año 1925 y muestra la necesidad de los pobladores de contar
con el suministro de este combustible, ya que habían comenza-
do a circular por las calles del pueblo los primeros automóviles.

76
Capítulo II

El problema del agua seguía siendo el talón de Aquiles de


la colonia, la que, según declara la provincia a través de un de-
creto del año 1927, “…la Sociedad Antonio Lopes Agrello tiene
concesión para regar 10.000 has. derivado de los canales 1, 2, 3
y 4 quedando a cargo de la misma la construcción de puentes
y obras de artes, aunque por ese momento la cantidad de hec-
táreas sembradas superaba esa cantidad y el agua no alcanzaba
En 1928, ya bajo la administración de Don Leandro López y
en un período de franca decadencia, la sociedad Agrello trata
de revalorizar algunos de sus campos cercanos a la localidad de
Icaño, por lo que solicita al gobierno de la provincia el día 20
de Septiembre de 1928 la creación de una escuela en terrenos
de Don Jerónimo Islas, en medio de una colonia poblada de ex-
tranjeros, pedido que es resuelto favorablemente, instalándose
allí una escuela –que aún perdura- y designando como primera
directora a la señorita Alcira Armoha de López.
Otro de los problemas que debían enfrentar los residentes
en la joven colonia, era el referente a la poca atención sanitaria,
recurriendo muchas veces a la medicina tradicional, ante la im-
posibilidad de acceder a servicios médicos.
Una sorprendente referencia del 04 de Agosto de 1932, en el
diario “El Liberal”, deja constancia de que “Son cuatro los ca-
sos de lepra en Colonia Dora” según nota elevada por el Centro
Socialista a la Comisión Municipal donde solicita la imperiosa
necesidad del envío de Inspectores del Consejo de Higiene. Los
atacados viven en un paraje donde la población es densa y sin
observar el aislamiento necesario”.
La decadencia de la sociedad administradora continúa y el
05 de Septiembre de 1952, según consta en el comunicado Nº
077 del Banco Hipotecario Nacional, “se resuelve sacar en re-
mate las fincas originarias de la Sociedad Antonio Lopes Agrello
integrantes del inmueble la Colonia Dora”. Se realiza el remate
los días 05 y 06 de Diciembre de ese año, rematándose como
“inmueble Colonia Dora – Sección Quintas D.E. de la Sociedad
Antonio Lópes Agrello Ltda.”, acción que es llevada a cabo por
el Martillero Lucas Zaccardi, en representación del Banco Hi-
potecario Nacional, destacando que son “tierras aptas para la
agricultura, con concesión de riego”.
Una vez finalizado el remate de tierras, se siguen los pasos
administrativos, hasta que el 01 de Agosto de 1954, el Banco Hi-
potecario Nacional firma las escrituras ante el Escribano Juan

77
Miguel Ángel Pajón - Historia de la ciudad de Colonia Dora

Carlos Lugones, en Colonia Dora, acto que se realiza en el do-


micilio de Federico Nellem, un reconocido vecino de Colonia
Dora, cerrando de esta manera una etapa – la que podríamos
llamar fundacional – de la Colonia Dora primigenia. La pobla-
ción por ese entonces ya había olvidado sus raíces casi feudales
y se encaminaba a una etapa de florecimiento económico, de
mano de la agricultura que se veía nuevamente beneficiada por
un clima que acompañaba los emprendimientos de quienes se
dedicaban a la misma. Por ese entonces los agricultores eran en
su mayoría descendientes de los primeros inmigrantes alema-
nes e italianos que en gran número habían llegado a la colonia
y cuyos hijos y nietos heredaron su amor por el trabajo ligado la
agricultura, siendo en la actualidad esos mismos descendientes
quienes desarrollan de manera sumamente acotada esta activi-
dad.

78
CAPÍTULO III

LA PRESENCIA JUDÍA Y SU INFLUJO

3.1. Proyecto y llegada de la jewish

La instalación, permanencia, interacción y legado de los in-


migrantes judíos en Colonia Dora, merece realmente un capí-
tulo aparte, ya que son la colectividad que a pesar de no ser la
más numerosa, es la que más impacto dejara en todo el pueblo.
Esto fue, tal vez por su acción cultural y la ejercitación perma-
nente de su religión, apegándose a ella sin dejar de amoldarse
a la cultura local, muestra que queda patentizada en el apren-
dizaje del quichua de una manera excepcional, lo que permitía
una mayor fluidez social y comercial con los habitantes locales.
Los judíos rusos que llegaron a esta zona, durante muchas
décadas habían sido prohibidos de poseer tierras de cultivo y
hasta les estaba vedada la posibilidad de trabajar, por lo que
muchos de ellos recurrieron a la realización de artesanías o al
comercio en pequeña escala para poder sobrevivir. Esto dejó en
ellos una impronta de comerciantes natos, aunque sin olvidar
el amor por la tierra, cosa que redescubrieron al llegar a esta
Argentina que se les presentaba como la tierra prometida de
sus creencias, con inmensas extensiones de campo virgen, tal el
caso de Colonia Dora.
La propiedad de Lopes Agrello ya había comenzado a frac-
cionar sus tierras en pequeños lotes. Estos fueron vendidos o
arrendados a criollos e inmigrantes portugueses, italianos,
árabes, polacos, españoles, alemanes, checos, ucranianos, y de
otras nacionalidades con la intención de que se establecieran en
la colonia, atrayendo así a numerosos pequeños productores,
muchos de los cuales vivían en condiciones realmente deplo-
rables, aunque con ansias de progresar en una tierra en la que
estaba todo por hacer y no siempre disponían de los medios
para hacerlo.
La cercanía con Río Salado permitió la traza de numerosos
canales que se ramificaban surcando todas las tierras, a través
de acequias e hijuelas que proveían el agua necesaria para

79
Miguel Ángel Pajón - Historia de la ciudad de Colonia Dora

cualquier tipo de cultivo


El centro agrícola, a fines de la primera década de 1900, había
incorporado grandes extensiones de tierras para el desarrollo
agrícola y promovido la plantación de cultivos alternativos al
maíz, la alfalfa y el algodón. Esto fue decidido para poder com-
petir en los mercados compradores y sobrellevar los períodos
negativos del agro, debido a las etapas de sequía que se dieron
en esa época y otros padecimientos propios de los agricultores,
como por ejemplo la presencia de gigantescas mangas de lan-
gosta que diezmaron cultivos enteros en una sola jornada.

3.1.a. Moritz von Hirsch auf Gereuth, castellanizado como Mauricio Hirsch,
propulsor de la instalación de las colonias judías en América.

La gran inmigración ruso-judía producida en la Argentina


tuvo su origen en la obra del Barón Mauricio de Hirsch, nacido
en Alemania en 1831. Preocupado por la suerte de sus connacio-
nales, los judíos de la Europa del este (especialmente de Rusia),
que eran sometidos a vejámenes de toda índole, decidió la crea-
ción de numerosas instituciones en varios países y creó final-
mente la Jewish Colonization Association ( JCA) el 24 de agosto
de 1891, con el fin de facilitar la emigración de judíos hacia otras

80
Capítulo III

regiones del mundo donde no padecieran las permanentes per-


secuciones de las que eran objeto en los estados europeos.
Hay que tener en cuenta que este grupo humano había su-
frido duras persecuciones, sobre todo en la década de 1880, so-
ñando siempre con la posibilidad de volver a vivir en libertad,
se les presenta la posibilidad en la conjunción que brinda una
Argentina dispuesta a recibirlos y la acción del Barón de Hirsch
dispuesto a concretar esos sueños.
La Jewish Colonization Association obtuvo la personería ju-
rídica en el año 1892 y fue reconocida como Asociación Civil
sin fines de lucro, por decreto presidencial del Gral. Julio A.
Roca del 13 de abril de 1900.
Colonia Dora fue uno de los lugares elegido por la JCA para
adquirir diferentes parcelas para la instalación de inmigrantes
judíos. Estos comenzaron a llegar alrededor del año 1911, al am-
paro de leyes provinciales que en concordancia con la Ley de
Inmigración y Colonización aprobada por el gobierno nacional
en 1876, eximía de impuestos a las colonias agrícolas fundadas
en zonas de riego, con una extensión no menor a 200 hectáreas
y una población mínima de 50 habitantes.
En 1910, la Jewish Colonization Association adquirió 2980
hectáreas, divididas en 6 fracciones, siendo la sexta la que po-
seía los mejores suelos, por lo que sus integrantes prosperaron
más rápidamente que el resto. Tenían la intención de fundar
una colonia al estilo de las colonias que ya tenía la colectividad
en Santa Fe, por lo que fue enviado como organizador Eli Cris-
pin, uno de los egresados de Mikvé Israel, que fuera fundada en
Abril de 1870 por Charles Netter, un emisario de la organiza-
ción francesa Alianza Israelita Universal, y que tenía como obje-
tivo formar a jóvenes judíos en el manejo de la agricultura, para
que luego pudieran salir y establecer aldeas y asentamientos.
Crispin había llegado a la Argentina en 1896 para colonizarse
y fue nombrado administrador/director en la floreciente colo-
nia Mauricio.
En la nueva Colonia Dora, fue el encargado de la construc-
ción de los primeros depósitos destinados a almacenar alfalfa y
que sirvió como vivienda a los colonos recién llegados, desple-
gando una incansable labor hasta 1912, cuando por razones de
salud regresó a Moisesville.
En definitiva, se establecieron alrededor de 65 familias ju-
días provenientes de Rusia, de Polonia y, en menor medida, de

81
Miguel Ángel Pajón - Historia de la ciudad de Colonia Dora

Alemania, entre las que también había un rabino, un maestro


de idish, un herrero, un carpintero, un panadero, un sastre, y
varios artesanos. A esto había que sumar otras 20 familias judías
que no habían sido traídas por la Jewish y que le habían com-
prado 1380 hectáreas a la sociedad Lopes Agrello.
Según Yehuda Julio Levin en su trabajo “Las primeras pobla-
ciones agrícolas judías en la argentina 1896-1914, señala que ha-
cia 1910 el concejo de la Jewish Colonization Association “notó
la necesidad de encontrar tierras que pudieran ser usadas de
inmediato y permitieran la colonización en 1911”.
Fue en ese momento cuando la sociedad Agrello ofreció
40.000 hectáreas a $ 83 la hectárea, que de haberse comprado,
sería Colonia Dora un gran asentamiento Judío, pero tras nu-
merosas negociaciones e informes mediante, decidieron com-
prar solo 2980 hectáreas y utilizarlas como una prueba, con op-
ción de comprar el resto después.

3.1.b. Plano de 1914 donde se observan las tierras compradas por la Jewish,
para la instalación de sus colonos.

De las casi 3000 hectáreas, 800 estaban dispuestas en cinco


campos pequeños, en cercanías de las vías del ferrocarril y las

82
Capítulo III

otras 22000 se encontraban cerca del Río Salado, hacia el este,


que si bien eran fértiles aún no habían terminado de construir
el terraplén que las protegería de las crecidas.
En febrero de 1912 la JCA debía cerrar o no la compra del res-
to de las 40000 hectáreas, ya que hasta ese momento solo había
establecido a 65 familias, siendo David Cazès y Louis Oungre
los encargados de negociar con Agrello.
Finalmente, el consejo de la JCA decidió no comprar el resto
de los campos y fueron en definitiva 83 familias las que se esta-
blecieron, en esta colonia que comenzaba su vida.

3.2. La vida de los judíos en la colonia: educación y


cooperativismo

Según anotaciones de Don Manuel Alperin, hijo de uno de


los primeros judíos que llegaron a la colonia, en su diario per-
sonal, registra que “también los primeros judíos abrieron dos
almacenes (que vendían productos tales como arenque, pesca-
do ahumado, aceitunas, salame kasher) y dos verdulerías cuyos
dueños eran colonos judíos”.
Desde su llegada, a pesar de la dura vida que llevaban, los
colonos judíos no descuidaron la educación de sus hijos y su
práctica religiosa en ningún momento. Esto se evidencia en el
año 1912, constituyendo un verdadero hito cultural, cuando se
crea en Colonia Dora la Escuela trilingüe N° 225 -particular con
Supervisión del Gobierno de la Provincia-, que estaba instalada
en la parte norte de la colonia, donde se imparte clase en espa-
ñol, idish y quichua. Esta escuela posteriormente pasó a manos
de la Nación y el establecimiento de enseñanza hebrea se tras-
ladó a la casa de la familia Munz.

83
Miguel Ángel Pajón - Historia de la ciudad de Colonia Dora

3.2.a. Libro con el Himno nacional en Español e Idish, que conjuga el inten-
to de inculcar el sentimiento patrio a los recién llegados.

El 10 de Noviembre de 1912, según consta en el expediente


Nº 66, el señor Honorio Yolde, que se ocupaba de los asuntos
legales, en representación de la Jewish Colonization Association
pide “exoneración de impuestos para la colonia de sus repre-
sentados compuesta por 2980 hectáreas, 41 áreas, 18 ca”, el que
finalmente es acordado por el término de 10 años, compren-
diendo el período que abarca desde 1912 hasta 1922.
Otro de los legados que dejaron los judíos en la colonia, es la
preocupación y trabajo por crear organizaciones de tipo coope-
rativo que les permitiría una mejor colocación de los productos
obtenidos con tanto sacrificio.
Según Levin, En mayo de 1912 se resolvió crear en Dora la
asociación “El Progreso Agrícola” en una asamblea general rea-
lizada el 17 de junio, donde se eligió a la comisión directiva inte-
grada por Samuel Levin (presidente), Isaac Patolsky (secretario)
y Amram Elmaleh, agente de la JCA, en el lugar de tesorero.
Esta asociación se basaba en acciones y cada socio se com-
prometía a comprar cinco acciones de $10 cada una, aunque la
compra de pocas acciones por parte de los socios, hizo que esta

84
Capítulo III

cooperativa no prosperara y dejara de operar en mayo de 1914


por falta de recursos financieros.
Los intentos cooperativistas no cesaron y el 13 de mayo de
1914, Honorio Yolde en representación de la Sociedad Coopera-
tiva Agrícola Ltda. Colonia Dora, por Expediente N° 17 Letra “S”,
solicita se apruebe los estatutos y se le otorgue Personería Jurí-
dica, siendo esto finalmente aprobado, debiéndose considerar
a la mencionada cooperativa, como la que a partir de entonces
nucleara no solo a colona judíos, sino a todos los productores
rurales y que tuviera una vida – con largas pausas– de casi 100
años, aun cuando los miembros de la colectividad fundante ya
no residían en el poblado.

3.3. La dura vida del trabajo en los campos

La vida en la colonia no era fácil; la Jewish Colonization As-


sociation les había abierto las puertas a una nueva vida a la que
llegaban esperanzados, pero también hay que reconocer que
vivieron numerosas penurias, propias de la ambientación a la
que estaban sometidos y que no era fácil. Todo esto sumado a
las frustraciones personales que seguramente tuvieron que en-
frentar al no poder lograr objetivos planteados y a las angustias
familiares propias de quienes habían dejado familia y amigos a
los que sabían que jamás volverían a ver, aunque soñaran con
ello.

85
Miguel Ángel Pajón - Historia de la ciudad de Colonia Dora

3.3.a. Colono judío mostrando a un funcionario de la Jewish un cultivo de


algodón en 1925, extraído de una filmación de la época.

Los primeros colonos judíos debieron aprender a conjugar


de manera difícil la ilusión que habían sentido al llegar a estos
desolados lugares, con la dura realidad que tenían frente a ellos
cada día, al tratar de trabajar en estas tierras que en la mayoría
de los casos eran gigantes montes de difícil acceso que debían
derribar para poder despejar terreno en el cual sembrar.
En un primer momento vivieron en galpones, hasta que es-
tuvieron las casas que la Jewish había empezado a construir,
aunque muchos de ellos vivían en pequeños ranchos que ha-
bían construido con sus propias e inexpertas manos y los únicos
vecinos que tenían eran unos pocos criollos que en la mayoría
de los casos estaban tan desvalidos como ellos.
La Jewish Colonization Association era una asociación filan-
trópica, pero “nada era gratis”, como me dijo una descendiente
de aquellos primeros judíos. Debían pagar anualmente el valor
del arrendamiento de las tierras y porcentaje de las cosechas y
surge aquí la figura del “recaudador” o el “administrador”, figu-
ras que se funden y hasta llegan a ser confusas. Estos recorrían
las prósperas colonias que la Jewish había fundado en Santa Fe
y Entre Ríos, pero sin hacer diferencia con los locales que no

86
Capítulo III

disponían ni de tierras tan productivas, ni de un régimen de


lluvias como el de las otras colonias, llegando a sufrir verda-
deras injusticias de parte de los encargados de administrar la
Colonia.

Algunos colonos fueron llevados hasta los lugares que se les ha-
bía asignado y prácticamente no volvieron en mucho tiempo a
tener contacto con el poblado, debiendo cubrir sus urgencias
como pudieran.

3.3.b. Primeras familias judías que llegaron a Colonia Dora y que se instala-
ron en la zona rural.

87
Miguel Ángel Pajón - Historia de la ciudad de Colonia Dora

Algunos investigadores sostienen que “este aislamiento era


intencionalmente buscado por la administración para evitar
roces o choques con los pobladores del lugar. Esto produjo un
efecto contrario, ya que se sintieron discriminados, y algunos
lo tomaron como soberbia, pero pronto eso fue dejado de lado
al ver que estos colonos solo venían a lo mismo que ellos, con
otros credos y otros orígenes y con la diferencia de que ya ve-
nían organizados y protegidos con la posibilidad de tener sus
tierras, a cambio de duro trabajo”.
Esta integración entre criollos y judíos se refleja en la carta
que un ya anciano hijo de judíos, don José Alperin enviara al
diario El Liberal el 11 de Abril de 1991, donde expresaba que
“Los judíos aprendieron de los nativos a trenzar el lazo, cons-
truir catres y enseres domésticos con maderas de la región”.
Sin embargo, y a pesar del empeño y tesón puesto por los
colonos, no solo judíos, las dificultades surgían a diario, a causa
de los problemas para lograr una buena irrigación de los cam-
pos, que muchas veces sufrían los desbordes del Río Salado y
otras la falta de agua por la escasez de ese líquido en los canales,
producto del aumento notorio en el número de regantes. Dicha
escasez se debía a que primero el agua era aprovechada por la
administración Agrello, lo que provocaba la disminución en la
provisión de agua para cada colono, ya que había comenzado a
extenderse la zona de sembradíos no solo en la Colonia Dora,
sino también en los pueblos vecinos como Icaño, hacia donde
también fueron a radicarse unas pocas familias judías.

88
Capítulo III

3.3.c. Niños judíos en Colonia Dora. Se adaptaron rápidamente a las cos-


tumbres y usos del lugar.

Esta disminución en la cantidad de agua para riego producía


la perdida frecuente de los sembrados de alfalfa, generando in-
certidumbre y desaliento al no poder afrontar los compromisos
adquiridos.
Esta situación, que comenzó a agudizarse a partir de 1916,

89
Miguel Ángel Pajón - Historia de la ciudad de Colonia Dora

produjo el éxodo de las primeras familias judías hacia Roque


Sáenz Peña, Moisés Ville y algunos a Tucumán.
Pero así como muchos comenzaron a irse, muchas otras fa-
milias permanecieron en el lugar, soportando las pérdidas eco-
nómicas, pero disfrutando del poder vivir sin persecuciones,
donde sus hijos crecían sin discriminación y aspirando para
ellos una vida de tranquilidad como la que ellos mismos no
habían tenido. En esta tierra podían transitar libremente por
la colonia, tener amistades, relacionarse con las otras colecti-
vidades sin ningún problema y sobre todo profesar libremente
su religión sin ocultarse de nadie, gozando siempre de la com-
prensión de las otras colectividades que también comenzaron
a instalarse en la zona y que lejos de generar discordias, se inte-
graron y armonizaron sus vidas.
Pero al goce de la libertad y a la voluntad puesta en el trabajo,
pudieron más las largas y profundas sequías y las cada vez más
destructivas mangas de langostas que producía la pérdida de
los cultivos, generando falta de alimento para el ganado, que
comenzaba a morir. Esto los acercaba cada vez más al temor
de no poder gestar un futuro para sus hijos. Temores e insegu-
ridades que terminaron ganando la batalla y decidiendo a las
familias que aún quedaban a emigrar en busca de mejoras a
otras colonias judías con la que tenían contacto. Así se derrum-
bó en pocos años un sueño tan grande y a la vez tan difícil, por
lo que para 1925 solo quedaban 23 familias judías en la Colonia
Dora, las que habrían de permanecer a pesar de todo durante
muchos años más. Se hace notar en un documento de la época
que el principal cultivo era la siembra de alfalfa, cuya produc-
ción había dejado en ese año un beneficio de $ 56000 para los
colonos, que a pesar de esos ingresos, seguirían mutando sus
actividades, dedicándose la mayoría de ellos posteriormente al
comercio.

3.4. La dureza del clima y la migración de colonos

Los judíos llegaron a constituir una de las colectividades con


mayor cantidad de habitantes que se instalarían en Colonia
Dora, junto a los Italiano, Españoles, Sirio-libaneses y Alema-
nes, pero como dijimos, luego de varios años de cosechas fra-
casadas, decidieron buscar nuevos rumbos en colonias como

90
Capítulo III

Roque Sáez Peña o Moisés Ville. Prácticamente el 80 % de las


familias judías abandonan Colonia Dora poco después de 1920,
pero dejando profundas huellas de sus costumbres y tradicio-
nes, muchas de las cuales aún perviven.
Durante el período posterior a 1930, la colonia vive un tiem-
po de grandes fluctuaciones en la producción, diversificando
los cultivos, pero manteniendo como principal fuente de pro-
ducción el algodón y el alfalfa, productos comercializados a tra-
vés del ferrocarril.
En 1939, Jewish Colonization Association realiza un informe
en el que sostiene que “Hasta tanto no se realicen los trabajos
proyectados hace tiempo, tendientes a retener un gran volu-
men de agua, que en la actualidad se pierde durante las crecidas
del río, solo una parte de los terrenos puede ser irrigada de un
modo más o menos regular”, con lo que explicaban la razón por
lo que en menos de 30 años solo quedaba el 25 % de las iniciales
80 familias instaladas.

3.4.a Compuerta niveladora sobre el Río Salado en 1925, que fuera construi-
da para el manejo del agua destinado a los canales.

En su libro “Papeles y papelitos”, Golde Kuperstein, una mu-


jer nacida en Colonia Dora, describe una interesante situación

91
Miguel Ángel Pajón - Historia de la ciudad de Colonia Dora

que explica crudamente dos aspectos del alejamiento de los co-


lonos judíos de Colonia Dora, al sostener que “Las frecuentes
sequías, eventuales inundaciones y las demoledoras invasiones
de langostas, una plaga destructiva que asolaba periódicamen-
te destruyendo todo a su paso, desanimaron al más valiente
y esperanzado colono. Si a estos fenómenos de la naturaleza
le sumamos la visita anual de un Administrador de la Jewish
( JCA), ya la situación se tornaba insostenible. No todos los ad-
ministradores comprendían las dificultades de los esforzados
colonos cuando no lograban reunir la suma estipulada, para el
pago del arrendamiento de sus tierras. En esas circunstancias,
el más recio se quebraba. La impotencia frente a los fenómenos
naturales era una cosa, pero otra era la impotencia frente a la
autoridad impuesta por otro ser humano. ¿Cómo se lucha con-
tra la incomprensión?
Estos hechos sumados a las carencias y limitaciones que pre-
ocupaban a las familias, como encauzar la educación y la vida
de sus hijos frente a un futuro incierto, la falta de asistencia mé-
dica y sin expectativas de progresar, hizo que muchos colonos
vendieran sus escasas pertenencias y abandonaran sus chacras.
Ciudades como Tucumán, Córdoba o Buenos Aires fueron los
nuevos horizontes para estas atribuladas familias”.
En esta cita, se puede inferir el pesado costo del arrenda-
miento y las dificultades económicas que generaba la baja de
producción y las pérdidas por razones climáticas o de las lan-
gostas, que no era comprendida por quienes estaban a cargo del
cobro a los colonos, sumiéndolos en una situación desesperante
y que los alejaba cada vez más del ansiado progreso que los ha-
bía traído a estas tierras.
Hay otras descripciones de esos administradores, a los que
retratan en muchos casos como insensibles, citando incluso
que llegaban de manera prepotente, transitando en los autos
por sobre los sembrados y generaban temor entre los colonos
y sus familias.
Algunos colonos no pudieron resistir a esta situación y emi-
graron en búsqueda de mejores tierras, vendiendo sus perte-
nencias y quedando algunos de ellos por sentir un compromi-
so, como también cita Kuperstein al asegurar que sus padres
se quedaron porque “sostenía que le debía su vida y su libertad
al Barón Hirsch... No podía fallarle…”por la libertad, así como
por la honra, se puede y debe aventurar la vida”. Esto afirmaban

92
Capítulo III

quiénes quedaron hasta su vejez en Colonia Dora hasta ser lle-


vados también a Moisés Ville, lugar que muchos colonos doren-
ses eligieron para continuar sus vidas.
Finalmente fueron pocas las familia de origen judío que que-
daron en la colonia, la que luego de sortear diferentes períodos
de sequía, logró un nuevo florecimiento en la década de 1960,
cuando la alta producción de alfalfa hace posible el cargamen-
to promedio de 30 vagones diarios con destino a Buenos Aires
y Rosario, llegándose al récord de 60 vagones cargados en un
solo día, según registros del ferrocarril.
El crecimiento económico de la colonia, hace que el co-
mercio florezca en la localidad, pudiéndose encontrar prácti-
camente todos los rubros comerciales que hacían que la colo-
nia se manejara de manera independiente, produciendo todo
lo que necesitaban sus habitantes y logrando un importante
avance con la creación de la cooperativa “Colonos Unidos”, que
comenzó a ser el nexo negociante entre los productores y los
compradores. Evitaban así los costosos intermediarios y se con-
virtieron en un lugar de provisión de mercaderías e insumos
para la actividad agropecuaria, para sus socios.
Luego de la década de 1970, a causa del mal manejo del siste-
ma hídrico, que había sido la base fundamental de la expansión
de la superficie sembrada, la producción comienza a disminuir
notablemente, reduciéndose de manera sistemática el área cul-
tivada, aparejando una fuerte migración de la mano de obra,
que buscando lograr el sustento económico para sus familias,
se emplea en otras provincias, en los cultivos de maíz y papa
fundamentalmente. Se emplean también en otras produccio-
nes rurales, generado una amplia actividad golondrina que fue
creciendo cada vez más, hasta lograr generar nuevos hábitos de
vida y la inclusión de nuevas costumbres, traídas de las zonas
a donde fueron a trabajar y muchas de las cuales fueron poste-
riormente copiadas por sus familiares..
En la actualidad, de las más de 23.000 hectáreas que se culti-
vaban, solo están en producción alrededor de 8.000 hectáreas,
con fuertes problemas en la provisión de agua para el riego
de los campos, con un sistema totalmente abandonado y con
grandes parcelas de campos que se encuentran en un avanzado
estado de salinización. Esto hace que decaiga notablemente la
producción y repercuta directamente en la economía de toda la
comunidad, la que a pesar de todo, sigue girando en torno a la

93
Miguel Ángel Pajón - Historia de la ciudad de Colonia Dora

decaída producción agrícola, como aferrándose a un pasado al


que se resiste dejar a atrás, con la esperanza de ver resurgir las
buenas épocas.

3.5. El cementerio judío: testimonio de una época

El testimonio más importante de la colonización judía de la


zona es el Cementerio Israelita, el primero de la provincia, que
recibió el primer enterramiento a fines de 1910 o principios de
1911 y cuya extensión de cien metros cuadrados, está ubicado al
oeste del casco urbano.
Si bien no existe certeza sobre cuál fue el primer entierro
en este sitio, una de las tumbas de mayor significación corres-
ponde a Samuel Berco, posiblemente el único rabino que haya
residido en la Colonia Dora de manera permanente, fallecido
a los 70 años el 2 de mayo de 1933. Desde su llegada en 1910
hasta su muerte, el rabino Berco fue el encargado de los oficios
religiosos, los casamientos, las circuncisiones e incluso de las
inscripciones en Idish que aún pueden leerse en algunas lápi-
das de mármol, según lo relatado por los descendientes de los
primeros habitantes de la colonia.
Cabe destacar que, durante varias décadas, el de Colonia
Dora fue el único cementerio judío existente en la provincia de
Santiago del Estero, obligando a la colectividad asentada en la
capital santiagueña y en otras zonas del territorio provincial, a
trasladar hasta allí los restos de sus seres queridos.
En el presente, se ha logrado realizarle algunas mejoras a la
deteriorada estructura de su tapia perimetral y de la única cons-
trucción interior, donde aún se conservan algunos elementos
litúrgicos. Es un reclamo permanente de los sectores ligado a la
cultura su refacción y recuperación, ya que esta histórica necró-
polis es reflejo y testimonio de una de las corrientes inmigrato-
rias más importantes en nuestra ciudad, por lo que además de
ser un lugar sagrado y de recogimiento espiritual para quienes
tienen allí enterrados a sus antepasados, es también un lugar
que debería considerarse como patrimonio histórico para to-
dos los dorenses.

94
Capítulo III

3.5.a Portón principal de ingreso al cementerio judío de Colonia Dora, junto


al recinto utilizado previo al enterramiento.

Personas enterradas en el cementerio judío de colonia


dora

Personalmente pude relevar 137 nombres de personas ente-


rradas en el cementerio judío de Colonia Dora, aunque además
hay, aproximadamente 10 (diez) tumbas de niños sin inscrip-
ciones y algunas de ellas con inscripciones en Idish, por lo que
no puedo saber a quienes pertenecen.
También hay varias tumbas de adultos sin inscripciones y
otras con inscripciones totalmente en Idish. A continuación el
listado relevado:
Jaime Ángel Kaufman.
Mauricio Werenitzky.
Faibel Dris.
Abraham Katz.
Salomón Silberman.
Isaac Silverman.
Bernardo Umansky.

95
Miguel Ángel Pajón - Historia de la ciudad de Colonia Dora

Isaas Jhudo Patolsky.


Isaac Bercoff.
Iehuda Kusevitzky.
Isaac Efron.
Ester Kusevitzky de Efron.
Clara Efron de Teitelbaum.
Manuel Teitelbaum.
Carper Teitelbaum.
Isaac Levinson.
Elisa Schafer.
Adela de Berco.
Ana Rosa M. de Silberman.
Lidia de Boyanovsky.
Rosa M. de Boyanovsky.
Maria W. de Silberman.
Catalina de Silverman.
Matilde L. de Bercoff.
Adela de Rubinchtein.
Rebeca Umansky.
Jane de Zusman.
Sara Scheindlin.
Nelida Tarlo de Perelmuter.
Frida Sepliarsky.
Berta Guebel.
Rebeca Efron.
Beneza Bilkowsztein.
N.N. Umansky (bebé).
León Serfaty.
Donna Arecasis de Serfaty.
Salvador Serfaty.
Dr. Bernardo Yelin.
José Serfaty.
Abraham Sarosnik.
Manuel Sepliarsky.

96
Capítulo III

Mariano Sujovolsky.
Salomon Bernardo Silberman.
Adolfo Slavkis.
Marcos Faiman.
María Saslaver de Faiman.
Clara Bensabath de Abitbol.
Sara S. de Slavkes.
Luisa de Levinson.
Jacobo Levinson.
Elías Glikman.
León Glikman.
Manuel Glikman.
Ramón Glikman.
Aaron Sisack.
Ysak Dargoltz.
Miguel Scheindlin.
Samuel Berco (rabino).
Benjamín Esterkin.
Malka S. de Perelmuter.
Luisa Kristal de Scheinkep.
María G. de Effron.
Marcos Effron.
Berta Bruk.
Sofia W. de Alperin.
Salomon Rosengurt (apellido borroso).
Clara L. de Levinson.
Ramón Levinson.
Moises Saslaver.
Fermina Saslaver de Firman.
Isaac Salslaver.
Sara B. de Saslaver.
Fany Boyanovsky.
Isidoro Saslaver.
Abraham Himelfarb.

97
Miguel Ángel Pajón - Historia de la ciudad de Colonia Dora

Rosa Boyanovsky.
Catalina S. de Arcusin.
Jaime Arcusin.
Julio Arcusin.
Pascual Scherman.
Benjamín Sturym.
José Kohen.
Simón Golfeld.
Jacobo Fieldman.
Simón Silverman.
Manuel Sujovolsky.
Moises Kohansky.
Simón Driz.
Nauman Guber.
Salomón Orba (¿¿¿Rabino???)
Jacobo Akselrad.
Moises Silberstein.
José Sturym.
Simón Ludeinstein.
Sise Sepliarsky.
Manuelito Sepliarsky.
Leon Schwarzstein.
Moisés Garber.
Abraham Jacobo Sepliarky.
Efroim Schafer.
José Alperin.
Aron Boyanovsky.
León Boyanovsky.
Benjamín Boyanovsky.
Clara B. de Boyanovsky.
Rebeca S. de Boyanovsky.
Elvio Boyanovsky.
Manuel Kuzevitzky.
Gregorio Boyanovsky.

98
Capítulo III

Sara C. de Boyanovsky.
María K. de Bergoff.
Jana Golfeld.
Regina Ruyasky de Werenitzky.
Sara K. de Kuzevitzky.
Sofía B. de Smaler.
Ana Berco.
Elena S. de Suris.
Cecilia Schaffer.
Inés Z. de Sturym.
Berta Schaffer de Driz.
Paulina Zelisky de Saslaver.
Lidia de Scherman.
Luisa Driz.
Anita Lashak.
Elina Ganón.
Simon David.
Fany Silberstein.
Luis Laufer.
Abraham Horovitz.
Abraham Shafer.
Benjamín Boyanovsky.
Sara Feldman.
N.N.Predmesnick (recién nacido)
Israel Fucksman.
Lev Pechevsky.
Isaac Firman.
María Levinson de Firman.

-Natalio Horovitz (separada del resto por suicidio).


-Miguel Moisés Akselrad (separada del resto por suicidio).

99
Miguel Ángel Pajón - Historia de la ciudad de Colonia Dora

3.5.b. Aspecto actual del cementerio judío de Colonia Dora, donde muchas
de las tumbas se encuentran en ruinas.

3.6. Edificio administrativo de la jewish colonization


associaton

Muchos de los edificios construidos por la Jewish Coloni-


zation Association con fines administrativos en Colonia Dora,
durante años, sufrieron el abandono que los convirtió en cons-
trucciones peligrosas para los vecinos del lugar por el alto ries-
go de derrumbe.
Uno de los edificios más emblemáticos de la de la Jewish, fue
el que se encontraba al oeste de la Cooperativa Colona Unidos,
el que luego de muchos años sin tener utilidad alguna y siendo
ocupado de manera sistemática por algunas familias, fue dona-
do a la cooperativa, institución que finalmente lo derrumbó por
constituir un peligro para los transeúntes.
Las paredes gruesas, de casi un metro, las hendijas de venti-
lación y otros detalles que pueden observarse entre los escom-
bros, hacen suponer que fue un imponente edificio, lo que con-
firma los dichos de viejos pobladores que lo recuerdan como un
centro de reunión de la colectividad judía y un edificio austero,

100
Capítulo III

pero de grandes proporciones.

3.6.a Edificio de administración de la Jewish Colonization Association (Ima-


gen extraída de una filmación de Max Glucksman de 1925). Actualmente no
existe.

3.7. La cooperatva colonos unidos como expresión de


unión

Como ya dijimos, luego de la experiencia cooperativa de


1912, el 13 de Mayo de 1.914, Honorio A. Yolde en representa-
ción de la “Sociedad Cooperativa Agrícola Ltda. Colonia Dora”,
por Expediente N° 17 Letra “S”, solicita se aprueben los estatutos
y se le otorgue Personería Jurídica, los que posteriormente son
aprobados.
Luego, el 25 de Octubre de 1.944, nace la “Cooperativa de
Colonos Unidos”. Esta obtuvo su personería Jurídica tramitada
por Expediente Letra “P” 627 del año 1945. Fue inscripta bajo
el N° 1.190 en la División de Cooperativas de la Secretaria de
Comercio e Industria de la Nación. Estuvo adherida a la Frater-
nidad Agraria.
La primera comisión directiva de la “Cooperativa de Colo-
nos Unidos” fue la siguiente:

101
Miguel Ángel Pajón - Historia de la ciudad de Colonia Dora

Presidente: Simón Silverman.


Vicepresidente: Ayres López.
Secretario: Manuel Zuzman.
Prosecretario: Isaac Sepliarsky.
Tesorero: Francisco Kvapil.
Protesorero: Samuel Slavskes.
Síndico Titular: Ing. Agrón. Aspac Derik y Antonio Casanova.
Comisión de Inspección: José Patolsky, Ludovico Vañeck y
León Silverstein.

3.7.a. Reunión de vecinos con intenciones de constituir cooperativas, entre


los que hay gran cantidad de judíos.
(Nótese al fondo los muebles de la Biblioteca Bartolomé Mitre, aún existen-
tes)

3.8. Los judíos y su religión

La Jewish Colonization Associaton, consciente de que los judíos


instalados en la nueva colonia no solo buscaban progreso mate-
rial, sino que también estaban ansiosos de tranquilidad espiri-

102
tual, adquirió un terreno de 1500 metros cuadrados en donde,
en el año 1911 abrió la primera sinagoga de la nueva colonia.
Esta sinagoga, centro de la comunidad, estaba en la parte sur de
la colonia, en donde en la actualidad se encuentra el campo de
deportes del Club Sportivo Dora, que también tenía anexa la
escuela hebrea y la casa del maestro.
La segunda sinagoga estuvo sobre la actual calle Varsovia,
doscientos metros al norte de la primera y de la cual solo se
conservan restos de su pared frontal, aunque incompleta, ya
que la sinagoga original constaba de dos plantas, levantada en
ladrillo y barro, con galerías en el primer piso, que ocupaban las
mujeres. Sus techos eran de tablas de maderas sobre las que se
habían colocado chapas aceradas.
En el patio lateral había un aljibe de regulares proporciones,
el cual aún se conserva.

3.8.a. Primera Sinagoga en la colonia, que estaba ubicada en lo que actual-


mente es el predio del Club Sportivo Dora. (Imagen reconstruida a partir de
una filmación de 1925.)

103
Miguel Ángel Pajón - Historia de la ciudad de Colonia Dora

Samuel Berco, fue el único rabino que tuvo Colonia Dora,


según lo consignan los documento judíos, aunque también hay
descendientes de esa comunidad que sostienen que Salomón
Orba, enterrado en el cementerio local, fue rabino, pero no en-
contré documentación que acredite dicha información.
Samuel Berco falleció el 2 de mayo de 1933 y tenía en ese en-
tonces 70 años, habiendo llegado con los primeros judíos cuan-
do contaba con 47 años.
Hasta su muerte fue quien realizó los oficios religiosos, los
rezos sabáticos, los casamientos y las ceremonias fúnebres.
También el rabino Berco tenía conocimientos de cirugía y
era el encargado de circuncidar a los varones recién nacidos y
era el que faenaba personalmente y vigilaba las vísceras de los
animales que comía la comunidad judía de la Colonia.

3.8.b. Restos de lo que fuera la última sinagoga en Colonia Dora, sobre la


actual calle Varsovia.

104
CAPÍTULO IV

EDIFICIOS E INSTITUCIONES QUE MARCA-


RON RUMBOS

4.1. Atelier del genial carlos sánchez gramajo

Carlos Gilberto Sánchez Gramajo fue un dibujante, pintor,


escultor, y arquitecto nacido el 11 de marzo de 1919 en Colonia
Dora. Hijo de una tradicional familia afincada en esta ciudad,
donde dejó grabados numerosos recuerdos entre sus contem-
poráneos, quienes recordaban sus comienzos en la talla de ár-
boles secos y de pinturas de rostros realizadas de sus mismos
amigos y compañeros, a los que dejó de ver al abandonar la ciu-
dad para realizar sus estudios, de los cuales egresó como Maes-
tro Mayor de Obras en la Escuela Industrial de la Nación.
Desde su infancia lo acompañaron las imágenes de su tierra
natal, sus paisajes, su gente y sus costumbres, y es así como su
formación artística comienza con la orientación de su madre,
continúa con la enseñanza del arquitecto Aníbal Oberlander y
el seguimiento de los maestros Victorica, Policastro, Berni, Sol-
di.
Entre los numerosos reconocimientos que obtuvo a lo largo
de su dilatada trayectoria, se cuenta el haber sido distinguido
por la Municipalidad de Santiago del Estero como Ciudadano
Ilustre.
En la localidad se encuentran importantes obras suyas, como
por ejemplo la que entregaran sus familiares al celebrar un ani-
versario la Escuela N° 84 Bartolomé Mitre, a la que su familia
estuvo siempre íntimamente ligada, consistente en un cuadro
pintado al pastel titulado “La Lectura”.
El 25 de Agosto de 1985, la Capilla San Antonio de Padua,
única iglesia católica de la localidad, recibió la donación de seis
cuadros de Sánchez Gramajo con motivos bíblicos, los que en-
galanan a este lugar de religiosidad:
El Sacrificio de Isaac,
El Paso del Mar Rojo,

105
Miguel Ángel Pajón - Historia de la ciudad de Colonia Dora

El Nacimiento de Jesús,
El Bautismo en el Jordán,
La Última Cena,
La Ascensión del Señor.

En esa misma época, construye un atelier sobre avenida


Crespín, en terrenos que pertenecen a su familia, donde pasa
gran parte del tiempo trabajando en distintas obras y en el que
puede ser observado durante horas, trabajando fundamental-
mente en tallas sobre madera.
La edificación, que ya no se encuentra en pie, tenía forma
de iglú, siendo la única en la ciudad de este tipo, lo que la dis-
tinguía y constituyó un importante lugar para la cultura. Dicha
edificación, lamentablemente permaneció durante décadas en
un total estado de abandono, hasta que finalmente fue derri-
bada sin que ninguna institución ligada a la cultura haya hecho
absolutamente nada para impedir semejante pérdida.
Sánchez Gramajo murió el 02 de Septiembre de 1991 en la
Ciudad de Santiago del Estero, dejando un importante legado
para la cultura universal y constituye un honor para la ciudad
en la que nació y que le debe un merecido reconocimiento.

4.1.a. Taller de Carlos Sánchez Gramajo, ya en su etapa de abandono.


(Actualmente no existe)

106
Capítulo IV

4.2. El antiguo mercado municipal

El 27 de Julio de 1912, las páginas del diario El Liberal anun-


cian que “El Mercado Municipal no cuenta con edificio propio
– por lo que se espera que los señores Diputados de la sexta
sección electa presenten a la Cámara un proyecto, pidiendo se
vote una partida destinada a sufragar los gastos que demanden
su construcción”.
Efectivamente, el mercado municipal fue construido en esa
época y se erigió un edificio rudimentario, en la intersección
de las actuales calles San Martín y Tucumán, el cual en su inte-
rior constaba con división de puestos en los que funcionaban
fundamentalmente carnicerías y verdulerías, aunque también
había puestos destinados a otros productos.
Durante varias décadas funcionó en ese lugar, construido
con techo de chapas y levantado en ladrillo y barro, sin que
haya sido jamás revocado en su exterior y conservando las úni-
cas dos puertas y una ventana que tuviera desde su construc-
ción. El mismo estaba rodeado de una vereda construida por
sobre el nivel de la calles de tierra que lo circundaban y que fue
levantada para la construcción del pavimento en el año 1962.
En ese mismo edificio también funcionó durante varios años
la sede comunal del pueblo, la que tenía sus oficinas en la parte
lateral con salida a la calle Tucumán, oficinas a las que se acce-
día por una puerta no muy ancha, pero de una altura superior
a todas las demás.
Este edifico, que ya no está en pie y cuyo terreno pertenece
a un particular, fue también la sede con la que contó durante
varias décadas la oficina de recaudación municipal.

107
Miguel Ángel Pajón - Historia de la ciudad de Colonia Dora

4.2.a. Antiguo mercado municipal, ya en sus épocas de abandono.


Fue el centro comercial de la colonia. (Actualmente no existe)

4.3. La educación pública en la colonia

Según se desprende de un censo realizado en el año 1902,


el asentamiento poblacional constaba entonces de aproxima-
damente 500 habitantes, con numerosas necesidades, siendo
una de las más destacadas por los vecinos la instalación de una
escuela para los numerosos niños que vivían en la colonia. Se-
gún se desprende de un censo posterior, realizado con el fin
de conocer fehacientemente cuántos pequeños en edad escolar
había, muestra la cifra de poco más de 70 niños.
Al no haber edificio escolar, las autoridades de la colonia rea-
lizan las gestiones necesarias para la construcción de un edificio
destinado exclusivamente al funcionamiento de una escuela.
Según consta en los documentos oficiales, sería construido tres
años después, de manera definitiva, aunque en 1904 ya funcio-
naba la escuela primaria, la que lo hacía de manera rudimen-
taria en un edificio ubicado al norte de la actual Avenida San
Martín y que fuera visitado por el inspector de escuelas Fede-
rico Lannes, quien constató y elevó un informe sobre las pocas

108
Capítulo IV

comodidades que ofrecía el local en donde los niños se educa-


ban. Este convocó a los vecinos a contribuir pecuniariamente
para la construcción de un nuevo Edificio en el que funcionara
la escuela Nº 84, “Bartolomé Mitre”.

4.4. Escuela nº 84 bartolomé mitre, la primera

En el año 1906 el crecimiento en cuanto a las edificaciones


nuevas era ferviente. Se mostraba un cuadro de plena prospe-
ridad en todo el casco urbano, pero contrastando con la obra
del edificio escolar que había sido comenzado, pero que estaba
paralizada y la enseñanza se seguía impartiendo en condiciones
no adecuadas.

4.4.a Docentes de la escuela Bartolomé Mitre en la puerta principal del edifi-


cio ubicado sobre la calle a la que diera nombre: Mitre.

El 06 de Febrero de 1907, ante la paralización de las obras del


edificio escolar y el peligro de que no se continuara con su cons-
trucción, los vecinos comisionan a José María Lastra, Antonio
Lopes Agrello Lastra, Antenor Acosta, David Perazzo y Anacleto

109
Miguel Ángel Pajón - Historia de la ciudad de Colonia Dora

Oliva para que realicen el planteamiento de la situación a las


autoridades provinciales y observen los trabajos restantes nece-
sarios para la terminación, solicitando asimismo presupuestos
para que fueran presentados ante las autoridades de gobierno.
Gracias al tesón puesto por la comisión recientemente for-
mada, los trabajos se reanudaron a mediados de 1907 y final-
mente el 22 de Agosto de 1908, el presidente del Consejo Ge-
neral de Educación recibe el edificio escolar de la Escuela Nº
84, que ya había sido terminado, quien a su vez comisiona al
presidente del departamento topográfico de la provincia señor
Francisco David. Este será el encargado de aprobar la obra y
recibir formalmente la misma para su funcionamiento. Al com-
probar la calidad y funcionalidad de la construcción, aprueba la
misma y solo un mes después, el 18 de Septiembre de 1908, se
abren las puertas del flamante edificio Escolar de Colonia Dora.
Se cumple de esta forma uno de los mayores anhelos de la co-
munidad y siendo un importante avance para todo un poblado
que al tener un lugar en el que sus hijos se eduquen, sentía con
mayores posibilidades la vida en la naciente colonia.
Desde sus comienzos, la escuela fue el centro desde el cual
se desarrollaron las mayores acciones sociales, y también las de
asistencia, teniendo en cuenta la necesidad de los numerosos
niños que concurrían a la misma y que no contaban sus padres
con las posibilidades económicas necesarias para suministrar-
les lo necesarios para una vida digna. Sus docentes, compro-
metidos con esta realidad, el 05 de Julio de 1916 crean la “So-
ciedad Pro-Niños Pobres”, la que posteriormente se constituiría
como la Sociedad Cooperadora Escuela Bartolomé Mitre N° 84,
lo que consta en el libro de oro de la escuela en el acta N° 1 del
año 1916.

110
Capítulo IV

4.4.a.1. Señora Lía Sánchez de Oliva, atendiendo niños del jardín de infantes
de la escuela Bartolomé Mitre Nº 84.

La preocupación e iniciativa de estas mismas docentes, so-


bre todo por quienes ya no estaban en edad escolar, pero que
tenían ansias de aprender a leer y escribir, las lleva a crear el 15
de Abril de 1920 la Escuela Nocturna para Adultos, que brindara
un servicio de importancia para los numeroso analfabetos que
vivían en la colonia y cuyas primeras docentes fueran las seño-
ritas Adela Suasnabar y Javiera Pereyra.
Un hecho que no deja de llamar la atención y que muestra
hasta qué punto llegaba el compromiso de la sociedad coope-
radora, es el que se puede constatar el 15 de Agosto de 1932,
cuando la asociación ya llevaba 16 años de labor. Realiza una
asamblea en la que informa que “con motivo del 122 aniversa-
rio patrio, la Sociedad distribuyó ropa y calzado, beneficiando

111
Miguel Ángel Pajón - Historia de la ciudad de Colonia Dora

a 125 niños pobres (consistente en 303 metros de género y 32


pares de calzado) invirtiendo la suma de $213,40”.
Cinco años después, la tarea de la cooperadora – que conta-
ba con 36 socios activos y 26 contribuyentes -lejos de decaer,
se acrecienta en actos que llevan bienestar y trata de mejorar
la calidad de vida de los numerosos alumnos. Esto puede verse
con claridad en la circular del Consejo General de Educación,
del 16 de Agosto de 1937, donde aprueba que “Su acción será
más amplia y profunda en bien del alumnado, y no solamente
dará ropa, sino también alimentación”.
El 14 de Enero de 1944, la Escuela N° 84 Bartolomé Mitre,
recibe la donación de una campana de bronce de manos del
señor Jorge Israilev, que fuera el primer habilitado de farmacia
en la colonia, la que hace entrega en nombre de su señora espo-
sa Doña María Emilia Cárdenas de Israilev, quien fuera presi-
dente de la Comisión Cooperadora. Dicha campana fue la que
durante décadas, hasta su traslado otro edificio escolar, llamara
a los alumnos cada día al ingreso y que marcara los recreos. En
ella, que con el paso de los años sufriera una profunda grieta,
se podía leer en relieve “por y para los niños”, mostrando clara-
mente el espíritu que alentó a los primeros educadores de esta
institución que diera tantos frutos a su pueblo.
También por iniciativa de la docente de la escuela Bartolo-
mé Mitre, Selva Dolores Vila- que fue su directora-, nace el 15
de Abril de 1947 la “Universidad Popular”, creada con el fin de
darle respuesta a los numerosos jóvenes que una vez termina-
dos sus estudios primarios debieron volver fundamentalmente
a trabajar en las actividades rurales, sin posibilidad de proseguir
estudios de especialización. Estos a partir de ese momento con-
taban con el ofrecimiento de numerosos cursos que les permi-
tirían una mayor formación y diversificación laboral.
Entre las ofertas de la Universidad Popular se encontraban:
-Corte y Confección
-Bordado a máquina
-Tejidos
-Telegrafía
-Taquigrafía
-Dactilografía
-Inglés

112
Capítulo IV

-Redacción y Ortografía
-Tejido a Crochet.

Durante el año 1970, el edificio presentaba numerosas falen-


cias producto de su deterioro, por lo que es comenzada una
amplia refacción, que cambia algunas de sus estructuras ori-
ginales y que finaliza el 25 de Mayo de 1971, fecha en el que es
entregado a las autoridades escolares.
Entre las modificaciones que se introducen en el edificio,
se puede observar la división de las antiguas y amplias depen-
dencias que se encontraban en la parte frontal del ala derecha,
las que son acondicionadas para el funcionamiento del jardín
de infantes, anexo a la escuela, el que recibe la imposición del
nombre “Dora Lisa” en honor a una supuesta hija de Lopes
Agrello, descendiente de la que no existe constancia.
El día 26 de Junio de 1971, en el transcurso de un solemne
acto, en reconocimiento a la labor desplegada por esta institu-
ción, el Consejo General de Educación hace custodia a la Es-
cuela Bartolomé Mitre N° 84 de una Lanza Histórica, recuer-
do del Regimiento 18 de Infantería, la que es custodiada por la
institución y mostrada con el orgullo del reconocimiento que
representa.

4.4.b. Niños jugando en el patio de la escuela Bartolomé Mitre en 1925,


donde se destaca la asistencia de niños hijos de inmigrantes.

113
Miguel Ángel Pajón - Historia de la ciudad de Colonia Dora

4.5. Escuela 731 combate de san lorenzo, ex nacional


nº 9

El 09 de Julio de 1906, se inaugura en lo que fuera el for-


tín de El Bracho, en el entonces departamento 28 de Marzo,
la Escuela Nacional N° 9, la que inicia sus actividades con una
inscripción de 76 alumnos.
La escuela funciona durante tres años en el histórico paraje,
el que lentamente había comenzado a despoblarse ya desde las
grandes inundaciones de 1900 y quienes habían vuelto a sus
residencias anteriores, nuevamente veían cada año amenazadas
sus pertenencias y viviendas por el avance del Río Salado. Este
cada tanto abandonaba su cauce y producía incertidumbre, ha-
ciendo que muchas familias lentamente comiencen a mudarse
de manera definitiva a la cada vez más a tractiva Colonia Dora,
distante 8 kilómetros, algunos a la localidad de Herrera y otros,
cruzando el Río Salado, a la ferroviaria ciudad de Añatuya.
El despoblamiento produjo una notable baja en la matrícula ,
al punto de dejar a la escuela prácticamente sin alumnos, por lo
que el año lectivo de 1909, por disposición del Consejo General
de Educación, la escuela es trasladada hacia el pueblo de Colo-
nia Dora, siendo su primer director en el nuevo asentamiento,
Don Juan Peralta.
Al festejarse el centenario de la independencia argentina, el
09 de Julio de 1916, la escuela Nacional N° 9, recibe por su accio-
nar educativo una Bandera Argentina, obsequiada por la Escue-
la Bartolomé Mitre y otra bandera donada por la Colectividad
Israelita.
Lentamente la más nueva de las escuelas, fue convirtiéndo-
se en la institución elegida por las familias más adineradas del
pueblo, tal vez por el solo hecho de ser nacional, lo que en el
imaginario colectivo marcaba cierta diferencia, lo que habría
de mantenerse en el pensamiento de la comunidad por muchos
años.
El 17 de Abril de 1932, los padres y docentes de la escuela Na-
cional Nº 9 forman la “Sociedad Amigos de la Educación”, que
funcionara como una cooperadora escolar.

114
Capítulo IV

4.5.a. Docentes y alumnos en frente de la Escuela Nacional Nº 9 en el año


1962. Posteriormente escuela Combate de San Lorenzo.

La creciente matrícula que se dio a partir de la década de


1960, la escuela, cuya última edificación databa de la década de
1940, comienza a tener problemas de espacio, por lo que solici-
ta la refacción y ampliación, solicitud que es aprobada, comen-
zando las obras poco después de 1966. Es inaugurada la refac-
ción total y la ampliación consistente en nuevas aulas, recién el
07 de Diciembre de 1973
El 07 de Julio de 1978, en pleno proceso militar, por cambios
en la política educativa, se firma el convenio de transferencia de
escuelas nacionales a las provincias, entre las que se encuentra
inserta la escuela Nº 9 de Colonia Dora. El acto de traspaso se
realiza en Buenos Aires en cuyo transcurso el Ministro del In-
terior, Albano Eduardo Harguindegy y el ministro de Cultura y
Educación Juan José Catalán hacen el traspaso a los gobernado-
res de las provincias.
Entre las disposiciones, se encuentra la que indica que cada
establecimiento educativo pasado a las provincias, se le debe
sumar al número que tiene, el N° 722, por cuanto el nuevo nú-
mero de la escuela surge de sumar 9 + 722 = 731, a la que pos-
teriormente se le impone el nombre de “Combate de San Lo-
renzo”.
El 09 de Junio de 1987, se inauguran nuevos edificios que se
encontraban abarcados por el Plan E.M.E.R. (Expansión y Me-

115
Miguel Ángel Pajón - Historia de la ciudad de Colonia Dora

joramiento de la Educación Rural), que disponía nuevas orga-


nizaciones, designando a la Escuela N° 731 Combate de San Lo-
renzo como escuela núcleo, y el resto serían designadas como
escuelas satélites, entre las que se encuentra la Escuela N° 84
Bartolomé Mitre. Este acto es realizado durante el gobierno
provincial a cargo del Dr. Carlos Arturo Juárez y el Consejo de
Educación a cargo de la profesora Nilda Riachi.

4.6. Colegio secundario josé de san martín

El 10 de Julio de 1968, el entonces sacerdote de la localidad,


Manuel Quintás, se reunió con autoridades escolares, deporti-
vas y Pueblo en general motivado por la necesidad de encarar
acciones conjuntas para lograr el funcionamiento en el pueblo
de una institución de enseñanza secundaria. Esto era reclama-
do por toda una comunidad ansiosa de posibilidades de que sus
hijos que terminaban la escuela primaria siguieran estudiando
en el pueblo.
El padre Quintás, un sacerdote que dejara su impronta en
el pueblo, designa presidente honorario de dicha iniciativa al
señor Obispo, Monseñor Manuel Tato.
El 10 de Agosto de 1968 autoridades departamentales, mu-
nicipales, personal directivo y docentes de las escuelas locales,
forman una comisión denominada “Pro-Creación de un Insti-
tuto Secundario en Colonia Dora”, según consta en el acta Nº 10.
Se designó a trece miembros para que realizaran las gestiones
necesarias, siempre con asesoramiento del Sacerdote, al que se
puede considerar como el iniciador de este pedido. La petición
habría de permanecer en el olvido por 13 años. Finalmente, ante
la insistencia de numerosos vecinos que viajaban permanente-
mente hacia la ciudad capital en busca de la concreción de esta
iniciativa, ya que muchos jóvenes dorenses debían viajar largas
distancias para poder continuar sus estudios secundarios, el 17
de Diciembre de 1981, mediante el Decreto Serie E. N° 8284, se
crea con carácter experimental, un Colegio Secundario, bajo la
dependencia del Consejo General de Educación Superior Me-
dia y Técnica, autorizándose el funcionamiento de 1º y 2º año
del Ciclo Básico Común.

116
Capítulo IV

La noticia es recibida con alborozo en el pueblo, realizándose


el acto de inauguración del colegio secundario, en el edificio de
la Escuela N° 84 Bartolomé Mitre, donde funcionará el nuevo
establecimiento educativo.
Al comenzar el ciclo lectivo del año 1982, el día 22 de mar-
zo, se inaugura el “Colegio Secundario Colonia Dora” con la
presencia del Secretario de Estado, de Educación y Cultura,
Arquitecto Néstor Cáceres, autoridades educacionales de nivel
provincial, banderas de ceremonias y autoridades de colegios
secundarios de las ciudades de Añatuya, Herrera, Pinto, Ceres,
colegios primarios del Departamento Avellaneda y autoridades
políticas y de seguridad, dando comienzo sus actividades con
aproximadamente 50 alumnos.
La bendición de esta nueva institución educativa, estuvo a
cargo del cura que había reemplazado al Padre Quintás, Benia-
mino Ricciardi, haciendo uso de la palabra en la oportunidad la
Rectora Normalizadora Prof. Carmen Sosa.
El comenzar el año 1983, se dispone la continuidad del cole-
gio, con la creación del 3º año, que sucesivamente daría lugar a
los nuevos y faltantes 4º y 5º año, a medida de que los alumnos
iban avanzando en sus estudios. El 16 de Agosto de 1985, cuando
ya estaba completa la planta funcional de los cinco años, pronto
a tener sus primeros egresados, se impone el nombre de “José
de San Martín”, al Colegio Secundario de Colonia Dora.
Entre los primeros profesores que guiaron a los jóvenes en
sus aprendizajes, se pueden nombrar a María Esther Rome-
ro, “Negro” Medina, Orlando Fernández, Nancy Cheín, Alicia
Lami, Alicia Strañak, Rodolfo Insaurralde, Lía Sánchez, María
Nazar, Miguel Pérez, Beniamino Ricciardi, Juan Emilio Llad-
hon, Carmen Mansilla, siendo su primer ordenanza el señor
“Nongo” Leguizamón.

A finales del año 1985 se produce el primer egreso de alum-


nos del colegio, normalizando desde ese momento las activida-
des como un colegio con todos los años constituidos y pasando
a ser centro de los colegios de la zona sur de la provincia, reci-
biendo alumnos de Icaño y Real Sayana, localidades que aún no
contaban con colegios de estas características.

117
Miguel Ángel Pajón - Historia de la ciudad de Colonia Dora

4.6.a. Primera promoción de egresados del colegio secundario, en el año


1985.

El lugar inicial de funcionamiento fue junto a la escuela Nº


84, en el viejo edificio de la calle Mitre, donde funcionaban en
el año 1982, en el ala sur, las dos aulas y la rectoría.
Posteriormente, al crear más años y aumentar su población
estudiantil, se extendió hacia la zona centro del edificio, llegan-
do a tener una importante cantidad de alumnos que obligó a
ocupar prácticamente todo el colegio en horario de la siesta, ya
que por la mañana funcionaba la escuela primaria.
Al pasar la escuela Nº 84 a su nuevo edificio, el colegio secun-
dario también pasó a funcionar en la nueva edificación por un
período muy breve, para posteriormente trasladarse al edificio
de la escuela Combate de San Lorenzo Nº 731, hasta que final-
mente fue inaugurado su edificio propio en el año 2013.

4.7. Instituto de formación docente

Apenas egresada la primera promoción del colegio secunda-

118
Capítulo IV

rio, surge la necesidad de una casa de nivel terciario, por lo que


el 15 de Abril de 1986 se crea el Instituto de Formación Docente
N° 15, a través de un convenio firmado el 14 de abril de 1986 en-
tre la “Asociación Mutual Colonia Dora” y la Secretaría de Edu-
cación y Cultura, por Resolución Serie “E” N° 180/86. Inicia sus
actividades académicas el 24 de abril de 1986 ofreciendo el tí-
tulo de Profesor para la Enseñanza Primaria, según Resolución
1498, siendo incorporado al sistema educativo oficial mediante
Resolución N° 830, Serie “G” N° 3281/88 dos años después.
Funciona, en un primer momento, en el viejo edificio de la
escuela Nº 84, que viera nacer a prácticamente todas las institu-
ciones educativas del pueblo, para luego pasar a funcionar en la
escuela Nº 84, en su nuevo edificio, y posteriormente en las ins-
talaciones de la escuela Nº 731, a la espera de su edificio propio
que sigue siendo un anhelo largamente esperado.

4.8. Biblioteca bartolomé mitre

El 12 de Octubre de 1913, por iniciativa de las Docentes de


la escuela Bartolomé Mitre N° 84, Adela Suasnábar, Ascención
Encalada, Modesta Rojas, María Bravo, Betsabé Oliva, Javiera
Pereyra, María Eva Rodríguez, Isabel Ortiz, Rosa Acosta y Enri-
queta Clemente, nace la “Mesa de Lectura”, que con el tiempo
daría origen a la Biblioteca Popular Bartolomé Mitre.
El 14 de Agosto de 1932, el diario “El Liberal”, bajo el título
“La Biblioteca de Dora tiene 5.000 libros”, comenta que “gestio-
na ante la Nación un subsidio para construir su local. Solicitan
una partida de $20.000 para la construcción del edificio, pero
en honor a la verdad, dichos legisladores no han contestado la
petición formulada”.
A pesar de su larga y fructífera trayectoria desde sus comien-
zos, recién el 12 de Octubre de 1951 se coloca la Piedra Funda-
mental en el solar destinado al edificio propio.
Esta institución desarrolló por más de un siglo una desta-
cada e importante tarea, no solo educativa y cultural, sino que
también se convirtió en un sostén social de numerosos alum-
nos de los parajes cercanos que concurren al colegio secundario
local y que encuentran en su predio un lugar donde estudiar y
compartir nuevas experiencias con sus pares. A la vez brinda

119
Miguel Ángel Pajón - Historia de la ciudad de Colonia Dora

desinteresadamente su espacio, para la enseñanza de distintas


academias que dictan allí su clases, como también distintos cur-
sos de perfeccionamiento para docentes.

4.8.a. Viejos mobiliario de la Biblioteca Popular Bartolomé Mitre que se


conservan desde su creación.

Los avatares políticos del país tampoco fueron ajenos a la


biblioteca, la que sufrió despojos y atentados, como por ejem-
plo el hecho registrado el 29 de Diciembre de 1955, cuando el
Comisario Departamental Asdruval Valentini y el Oficial Ayu-
dante Emilio Landriel, retiran de la Biblioteca Popular Bartolo-
mé Mitre libros y folletos cuyo contenido tenga relación con el
gobierno peronista depuesto, en un claro atentado a la cultura.
El 09 de Octubre de 1966, según el acta Nº 381 de la biblio-
teca, “La Comisión Directiva de la Biblioteca Popular Bartolo-
mé Mitre resuelve adquirir un local para el funcionamiento de
la entidad, el cual pertenece al señor Luis Gelid, valuado en $
600.000 y ubicado en calle Buenos Aires s/n, entre San Martín
y Bartolomé Mitre, mientras ejerce la presidencia de la institu-
ción el Sr. Alfredo Lladhón.
Posteriormente, durante el autodenominado “proceso de re-

120
Capítulo IV

organización nacional”, el edificio de la biblioteca fue utilizado


para el funcionamiento de un banco, siendo los libros de la bi-
blioteca ubicados en la sede del municipio local, donde nume-
rosos ejemplares considerados “comunistas” fueron rociados
con combustible y quemados públicamente.

4.8.b. Imagen de 1944. Nótese en el fondo los muebles de la biblioteca que


era centro de reunión de diversas instituciones.

4.9. La atención de la salud en la colonia

Desde sus comienzos, la salud fue un problema para una co-


munidad tan alejada de los grandes centros urbanos, recurrien-
do los inmigrantes en la mayoría de los casos a las conocidas
“curanderas” , que ponían en práctica la medicina tradicional,
basada en el aprovechamiento de las hierbas medicinales.
Documentos de 1925 dan cuenta de la instalación de dos mé-
dicos y un dentista en la comunidad.
Uno de los médicos más recordados en la comunidad es el
doctor Buricson, quien durante muchos años prestara servicios
a los vecinos dorenses y que tenía su consultorio en su vivienda
en la intersección de las actuales calles Mitre y Salta.

121
Miguel Ángel Pajón - Historia de la ciudad de Colonia Dora

En 1932 fueron registrados en la colonia cuatro casos de le-


pra. Esto motivó la solicitud de inspectores del entonces conse-
jo de higiene, quienes luego de evaluar el riesgo sanitario, ha-
bilitan en el local de la Escuela Nacional N° 9, el 18 de Octubre
de 1933, un servicio para atender cualquier situación sanitaria
(entre ella la lepra) y sobre todo para dejar inaugurado un dis-
pensario antitracomatoso. Dicha decisión fue tomada debido
a la comprobación de numerosos casos de esta enfermedad,
causada por una bacteria que se aloja en los ojos, haciendo que
muchos de estos casos en la colonia hayan terminado con la
ceguera de quienes la padecían.
La necesidad de contar con una equipada sala de primeros
auxilios fue desde los comienzos un reclamo de los poblado-
res, que recién se vio cristalizada el 15 de Julio de 1948, cuando
el presidente del Consejo de Higiene de la Provincia autoriza
el funcionamiento de la Sala de Primeros Auxilios, la que aún
faltaba organizar y buscar un lugar para su funcionamiento.
El 04 de Septiembre de 1950, la reciente creada “Sociedad
Damas de Beneficencia”, hace realidad la creación de la Sala de
Primeros Auxilios, la que queda inaugurada y funcionaba en ca-
sillas de madera instaladas en la parte norte de la ciudad, a la
vera de uno de los pozos que proveía de agua a la comunidad.
Atiende a las numerosas personas que llegan por auxilio sa-
nitario el Dr. Francisco Allalla, el que cuenta con la invalora-
ble asistencia de la enfermera Luisa Beck y la colaboración de
una conocida mujer que durante muchas décadas fuera la en-
cargada de atender los partos en la colonia, llamada Dominga
Barrera, quien viviera gran parte de su vida en la parte sur de
la cancha de futbol del club Sportivo Dora. Posteriormente, ya
muy anciana, fue recluida en un hogar para personas ciegas en
la capital santiagueña, en donde murió recordando a su ciu-
dad, entre cuyos habitantes siempre acudía a su memoria la del
Dr. Francisco Allalla. Este siempre reconoció la gigantesca tarea
desarrollada por doña “Dominguita”, como afectuosamente la
llamaban en Colonia Dora.

122
Capítulo IV

4.9.a. Dr. Francisco Allalla, quien durante décadas fuera el único médico del
pueblo. Fue intendente y dirigente de instituciones deportivas.

Al poco tiempo de comenzar a funcionar, la Dirección Gene-


ral de Salud de la Provincia, reconoce como institución oficial a
la sala de primeros auxilios.
Durante la década de 1970 la sala de primeros auxilios se
traslada a su nuevo edificio ubicado sobre la calle Mitre, donde
funciona con una mayor planta funcional y donde presta un
servicio a la comunidad con limitaciones propias de un edificio
que no contaba con sala de internación y solo personal médico
y de enfermería, en horarios muy limitados y atendiendo solo
casos de urgencia.
En el año 2007, el 16 de noviembre, fue inaugurado un nue-
vo edificio, con todas las comodidades y mayor cantidad de

123
Miguel Ángel Pajón - Historia de la ciudad de Colonia Dora

personal sanitario, subiendo de la categoría de sala de primeros


auxilios a hospital de tránsito.
Participaron de la inauguración el gobernador de la provin-
cia Dr. Gerardo Zamora y el ministro de Salud Dr. Franklin Mo-
yano, en un acto en donde se le impuso al hospital el nombre
de Dr. Miguel Ángel Sneidenit, en homenaje a quien fuera su
director médico en el momento de iniciarse las obras y que fa-
lleció antes de la inauguración.

4.9.b. Edificio donde funcionara el Hospital de Colonia Dora, hasta el año


2007.

4.10. Clubes deportivos

Desde sus comienzos como pueblo organizado, numerosos


vecinos adeptos a distintos deportes, fundamentalmente al fút-
bol, traído fundamentalmente a la zona por los trabajadores
que instalaban las vías del ferrocarril, sintieron la necesidad de
nuclearse. Debido a ello, poco a poco fueron surgiendo las or-
ganizaciones deportivas que luego, con el correr de los años, se
transformarían en clubes.

124
Capítulo IV

4.11. Club atlético bartolomé mitre

Aunque festeja su aniversario cada 9 de julio, el Club Atlé-


tico Bartolomé Mitre, en realidad nació un 15 de Noviembre
de 1915, por iniciativa de los docentes de la Escuela Bartolomé
Mitre Nº 84. Estos reclutaron a sus jugadores entre los alum-
nos de los grados superiores, comenzando a formarse equipos
que competirían entre sí como una forma de confraternizar y
realzar la importancia de la actividad física, surgiendo de esta
forma el “Club de Fútbol Infantil”, que con el transcurrir de los
años se convertiría en el Club Atlético Bartolomé Mitre.
El 09 de Enero de 1973, la necesidad de contar con una sede
social, hace que, tras una propuesta del club, la Comisión Mu-
nicipal a cargo del Dr. Francisco Allalla, venda un tinglado que
se encuentra sobre la calle San Martín al Club Atlético Barto-
lomé Mitre por la suma de $517,00. Firmaron el acuerdo el co-
misionado municipal y el Sr. Luis Chávez, presidente del club,
y desde entonces es la sede social sobre Av. San Martín la que
aglutinará a los socios en la más diversas actividades. Luego
construyeron en su parte posterior una cancha destinada a la
práctica de básquetbol y otra cancha destinada al deporte de las
bochas.
También cuenta con una cancha de fútbol y un ovalo des-
tinado a competencias de motociclismo en la parte este de la
ciudad, predio en el cual el 26 de Octubre de 1996, esta institu-
ción inaugura la iluminación de la Cancha de fútbol. Se le im-
pone en ese acto el nombre de “Dr. Francisco Allalla” al sector
netamente destinado a los encuentros de futbol y designa con
el nombre de “Juan Humberto Cheín” al velódromo. Este tuvo
desde sus comienzos un notorio prestigio entre los aficionados
a los deportes de Karting y sobre todo al motociclismo, deporte
de cual se realizaron y se realizan periódicamente competen-
cias con la asistencia de numerosos pilotos de toda la provincia
y de provincias vecinas, en distintas categorías.
Desde sus comienzos, fue el clásico rival del Club Sportivo
Dora, siendo memorables los encuentros de fútbol de los que
participaran ambos equipos, con el aliento de toda una comu-
nidad que también estaba dividida en sus preferencias por uno
u otro club.
Los colores de la camiseta que utilizara el club desde sus co-
mienzos, es de color verde, con una franja amarilla que cruza

125
Miguel Ángel Pajón - Historia de la ciudad de Colonia Dora

de izquierda a derecha y que habría sido copiada de los colores


de las batas de los caballos de carrera que tenía López Agrello
Lastra, colores que el club conserva hasta la fecha.

4.11.a. Formación deportiva del Club Mitre junto a seguidores, luego de un


partido de fútbol.

4.12. Club juventud unida

El 21 de Septiembre de 1928, nace el “Club Juventud Unida”,


que nucleara a los habitantes del denominado Barrio Juventud,
ubicado en la parte noroeste de la localidad, con pobladores de-
dicados fundamentalmente a la siembra de pequeñas parcelas
y cría de animales, de entre cuyos vecinos formaron un equipo
de fútbol. Llegaron incluso a tener sus propias instalaciones de-
portivas, las cuales se convirtieron en el centro de la vida social
de ese barrio.

4.13. Club domingo faustino sarmiento

El 11 de Septiembre de 1937, concordante con la fecha del día


del maestro, en la parte norte del poblado, a la vera del antiguo
“terraplén” que posteriormente sería la ruta nacional 34, nace

126
Capítulo IV

el “Club de Fútbol Sarmiento”. Este equipo llegó a interactuar


de manera preponderante con los clubes Mitre y Sportivo en
encuentros locales de futbol, dando posteriormente el predio
destinado a su campo de juego a la construcción de complejos
barriales que sepultaron sus instalaciones.

4.13.a. Antigua fotografía del equipo de futbol del Club Sarmiento, que
tuviera pocos años de vida.

4.14. Club sportivo dora

Este club nació el 25 de mayo de 1908, por iniciativa de los


obreros ferroviarios de origen inglés, (de ahí su denominación
de Sportivo), quienes participaban en la celebración de las fies-
tas patrias como el resto de los habitantes.
Uno de sus primeros organizadores fue un holandés: Don
Jacobo H. Kraijembrick, quien fuera también recaudador de
impuestos y su vivienda se encontraba en la parte norte de la
ciudad, a escasos metros del canal 2 y frente a las vías del ferro-
carril.
Kraijembrick, afecto al fútbol, se habría convirtiendo tam-
bién en el primer entrenador de este club, que a partir de ese
momento se transformó en el favorito de las clases menos pu-
dientes, característica que claramente se consolidó con el paso
de los años, siendo sinónimo de popularidad.

127
Miguel Ángel Pajón - Historia de la ciudad de Colonia Dora

Quiénes simpatizaban y en cierta forma dirigían el club


Sportivo, no solo se dedicaban a las actividades deportivas, sino
que entre sus integrantes existían personas afectas a la actividad
actoral, por lo que el 09 de Julio de 1915, luego de los festejos
patrios, queda organizado el “Centro Filodramático Dorense”.
Este era un grupo de entusiastas afectos a la cultura, pero que
dependían de la reciente constituida comisión directiva del
Club Sportivo Dora, aunque con características distintas, sien-
do este grupo dirigidos por el entonces jefe de estación, Don
Guillermo Yusue, de origen italiano y Don Luis Mantegasa, del
mismo origen y que se dedicaba al comercio de alfalfa.
Entre los actores se encontraba el Sr. Soto Carabajal, quien
recordara en una charla mantenida con la señora Lía Sánchez,
que “La primera obra que representamos fue “Amores y Amo-
ríos”, obra de Álvarez Quinteros”.
Este club, tanto su campo de deportes como su sede social,
en la actualidad se encuentra ubicado en el predio que ocupara
la primera sinagoga de la ciudad, inaugurada hacia el año 1911,
en un solar de 1500 metros cuadrados, en la parte sur del po-
blado.

4.14.a. Formación del club Sportivo Dora, utilizando una camiseta poco
conocida, diferente a la tradicional.

128
Capítulo IV

4.15. Club 9 de julio

El 09 de Julio de 1962, nació un club que llevaba el nombre


de su fecha de creación y estaba integrado por un grupo de jó-
venes dorenses que se habían unido con la intención de realizar
prácticas deportivas.
Este club tuvo una breve vida, sin demasiada trascendencia
en cuanto a logros deportivos, pero merece ser recordado como
un símbolo de las numerosas iniciativas sociales y culturales de
esa época.
Su campo de deportes estaba en lo que actualmente es la
intersección de las calles Suipacha y Buenos Aires, donde ac-
tualmente se erige el colegio secundario.

4.15.a Jugadores del Club 9 de Julio, donde se puede observar la intensa


vegetación alrededor de su campo de deportes

4.16. Los deseos de mantenerse comunicados

La conciencia sobre la importancia de mantenerse comuni-


cados, estuvieron siempre en el hombre dorense, por lo que los

129
Miguel Ángel Pajón - Historia de la ciudad de Colonia Dora

esfuerzos en este sentido fueron numerosos y de frutos profun-


dos que permitieron el avance y crecimiento de la población,
que de esta manera podía estar en contacto con otras partes de
la Argentina y del mundo.

4.16.a. Tapa de la edición Nº 30 del periódico local Puntos de Vista, corres-


pondiente a septiembre de 2005.

El 03 de Marzo de 1884 se dicta una ley que autoriza al poder


ejecutivo provincial a establecer un Correo a caballo, semanal,
que partía desde la capital provincial y recorría un amplio kilo-

130
Capítulo IV

metraje, pasando por la estación denominada “La Manga” que


no es otra cosa que el primitivo asentamiento de lo que después
sería Colonia Dora.
El recorrido de este correo sería, desde Santiago capital, pa-
sando por Villa Jiménez, Río Hondo, Vinará, Charco, Retiro,
Campo Grande, Boquerón, Manga, Cruz Grande, Porongas,
Cuartas y San Isidro.
En cuanto a los esfuerzos por llevar la noticia escrita, tiene su
primer antecedente el 09 de Julio de 1916, en concordancia con
el centenario de la Independencia Argentina, cuando Don An-
gelino Burgos Santillán funda el periódico quincenal “La Idea” ,
que aunque duró poco tiempo, fue el precursor en este sentido.
Muchos años después de aquel esfuerzo inicial de don Ange-
lino Burgos Santillán, verá la luz el periódico quincenal “Pun-
tos de Vista”, fundado por Nicolás Skiba, Fabián Farías y Miguel
Pajón en Febrero del año 2005 y que tuvo una duración de un
par de años, siendo estos los dos únicos periódicos impresos en
la localidad.
Un verdadero precursor en cuanto a las comunicaciones, fue
el señor Eduardo Spath, radioaficionado que vivía sobre la calle
San Martín, que instala una antena y el 18 de Febrero de 1966
inicia su actividad de profundo carácter solidaria bajo el código
L.U.6 N.O. en un momento en el que este tipo de comunicacio-
nes eran un verdadero adelanto tecnológico.
En cuanto a las comunicaciones telefónicas, que marcaban
el avance de una nueva era, llegan a Colonia Dora el 18 de Sep-
tiembre de 1941, cuando se abre una cabina telefónica, la cual
era atendida por Don Pascual Simonetta.
Durante muchos años funcionó una cabina telefónica ma-
nual sobre la calle Crespín, siendo el único lugar de servicio
telefónico público, hasta que recién el 18 de Junio de 1988 se
habilita el Servicio Telefónico Automático, a nivel Nacional e
Internacional.
El servicio de fax público, recién llegaría a Colonia Dora el
12 de Enero del año 2000, cuando se inaugura sobre calle Co-
rrientes la empresa “Comunicarse SRL”, que contaba con tres
cabinas telefónicas y un fax de uso público.
Si de medios orales hablamos, el primer antecedente lo fija
el 03 de Agosto de 1976 la señora Lucía Artín de Carrizo, quien
inicia las transmisiones de publicidad callejera, con bocinas

131
Miguel Ángel Pajón - Historia de la ciudad de Colonia Dora

propaladoras, instaladas en distintos lugares de la ciudad y a la


que le impone el nombre de “Pregón Santiagueño”. Entre pu-
blicidad de las casas comerciales del pueblo, los vecinos podían
escuchar música que era emitida desde viejos discos y que pres-
tó a la comunidad un importante servicio público.
El avance de la tecnología permitió la instalación de nuevas
formas de comunicación, comenzando a ser la radio con carac-
terísticas locales una pretensión de muchos dorenses que hasta
el momento solo podían escuchar radios de amplitud modula-
da, hasta que el 13 de Enero de 1992, en un local contiguo a la
Iglesia San Antonio de Padua, inicia sus transmisiones la radio
de frecuencia modulada “F.M. 2.000”, que transmitía con hora-
rio reducido en la frecuencia de 102 MHz.
El 14 de Noviembre de 1995, una nueva frecuencia radial sa-
ludaba a los dorenses, ya que comenzaba a emitir su programa-
ción la “F.M. Colonia Dora”, propiedad del señor Mario Hum-
berto Vázquez, que transmitía en el 100.3 del dial, cambiando
posteriormente su lugar de trasmisión y su frecuencia a 93.5
MHz, transmitiendo hasta la actualidad.
Un año después, el día 16 de Diciembre de 1996, el señor Jor-
ge Miguel Chein (h) instala y pone al aire “F.M. Esperanza”, cuya
frecuencia estaba en el 102.1MHz.
El 22 de Diciembre de 1999, realiza sus primeras transmisio-
nes de prueba la emisora “Cadena 2.000”, propiedad del señor
Fabián Farías, que desde el 94.3 del dial se convierte en una
nueva oferta de medios de comunicación para la ciudad, que
cambió posteriormente de nombre y sintonía, trasmitiendo en
la actualidad en el 94.9 del dial y denominándose “Tu Elección”.
La televisión había llegado a través de una repetidora de Ca-
nal 7 de Santiago del Estero que estaba instalada en la ciudad
de Añatuya, pero la señal era de muy baja calidad, por lo que el
reclamo de una nueva forma de ver televisión se imponía en-
tre los vecinos. Esto permitió que el 11 de Septiembre de 1994,
una empresa llamada “King Satelital Cable Color” comenzara
a emitir sus primeras pruebas de imagen de televisión por ca-
ble, hasta comenzar definitivamente con sus trasmisiones el 01
de Octubre de 1994, siendo propiedad del señor Leslie Ramón
Vercelli.
Posteriormente, el 01 de Abril del año 2000, inicia sus tras-
misiones la empresa “San Gabriel Vídeo Cable Color”, que per-
manece hasta la actualidad.

132
Capítulo IV

4.17. La religión católica y las evangélicas

A pesar de haber llegado de tan diversos confines, con creen-


cias muchas veces tan diferentes, la mayoría de los recién lle-
gados, rápidamente comenzaron a profesar la religión católica,
aunque con diversas variantes, siendo la colectividad italiana la
más fervorosa en este sentido y con una gran adhesión de la co-
lectividad alemana, muchos de los cuales eran cristianos, pero
no católicos, sino protestantes.
La colectividad judía mantuvo sus creencias y religión, las
que fueron asimilando componentes locales, pero erigieron
dos sinagogas a lo largo de su estadía en Colonia Dora y un ce-
menterio en el cual enterraron sus muertos, separado del ce-
menterio en el que el resto de la población depositaba a sus
familiares fallecidos.
El 13 de Mayo de 1945 es el día en el cual se coloca la piedra
fundamental de lo que luego sería la única iglesia católica de la
localidad, denominada San Antonio de Padua, siendo el 13 de
Junio de cada año la festividad del patrono del pueblo, realizán-
dose diversas actividades festivas en su honor.
A pesar de la religiosidad a la que podríamos llamar “formal”,
siempre se mantuvo en el sentimiento del santiagueño nativo,
una mezcla de creencias entre el cristianismo que era impuesto
en muchos casos desde la infancia en la escuela, pero sin poder
borrar las creencias y costumbres tradicionales heredadas de los
aborígenes de esta parte de la provincia. En esa unión es donde
interactúan muchas de las llamadas supersticiones y una pro-
funda interacción del ser humano con el medio ambiente y sus
componentes naturales. Se crea así una especie de cristianismo
impregnado de componentes locales, los cuales aún perduran y
que fueron los que permitieron que a partir de la segunda mi-
tad del siglo XX, muchas agrupaciones de origen cristiano no
católicos, hicieran pie en la localidad y construyeran numeroso
templos en los cuales realizan sus encuentros religiosos.
El 27 de Enero de 1957, es la fecha en la que se realiza el pri-
mero de los bautismos de una de estos nuevos templos, el cual
se realiza en la sede de la iglesia “Asamblea de Dios”, que desde
hacía un tiempo había comenzado a funcionar en el pueblo con
el nombre de “La fe apostólica”.

133
Miguel Ángel Pajón - Historia de la ciudad de Colonia Dora

4.17.a. Iglesia católica San Antonio de Padua, centro de la vida religiosa


católica.

El 13 de Abril de 1977, abre sus puertas uno de los templos de


mayor afluencia de personas, situado en la zona norte del pue-
blo, dirigido por el pastor Jorge Díaz y su esposa Josefa Tapia,
hasta que el 03 de Marzo de 1980, comienzan a realizar sus reu-
niones religiosas bajo el nombre de “Peña de Horeb”, inscriptos
en el registro de cultos bajo el N° 239.

134
Capítulo IV

4.17.b. Jorge Díaz y su esposa Josefa Tapia dirigen el primer templo con
afluencia masiva fuera del culto católico

En cuanto a la iglesia católica, que tiene su asentamiento en


la esquina de las calles Corrientes y Mitre, la misma mantiene
su estructura original y desarrolla, a la par de su actividad ne-
tamente religiosa, una actividad social a través de la asociación
pro-culto, la que naciera en la década 1960. Tuvo, durante el
año 1968 numerosas reuniones de las cuales surgieron diver-
sas iniciativas entre ellas la solicitud de un colegio secundario,
cuando presidía esas reuniones, como Asesor de la Comisión,
el recordado Cura Párroco Manuel Quintás, quién dejó su im-
pronta en toda la comunidad.
Al lado derecho de la iglesia católica, para solucionar el gra-
ve problema de provisión de agua, fue construido un aljibe, el
cual fue bendecido luego de la misa dominical, del 14 de Junio
de 1970.
El 13 de Junio del año 1981, asume como cura párroco de la
Iglesia San Antonio de Padua, un sacerdote italiano de nombre

135
Miguel Ángel Pajón - Historia de la ciudad de Colonia Dora

Beniamino Ricciardi, que habrá de tener una importante in-


serción en la comunidad, sobre todo en el ámbito educativo,
siendo el impulsor y quien concretara la creación de la Escuela
de la Familia Agrícola del departamento Avellaneda.

4.18. El crónico problema del agua potable

4.18.a Aljibe construido junto a la estación ferroviaria, el cual se llenaba


con agua traída en vagones cisterna.
La problemática de la provisión de agua, estuvo instalada
desde el asentamiento mismo de la colonia, ya que las prolon-
gadas sequías de la zona hacían muy difícil el embalsamien-
to de agua para poder cubrir las necesidades de la población
en este sentido. Fue, en los primeros años y hasta bien entrada
la década de 1970, el ferrocarril con sus famosos y recordados
“trenes aguateros” el que proveyó a una comunidad que espe-
raba las formaciones del ferrocarril, que tenía entre sus vagones

136
de carga, tanques cisternas que repartían agua a los pobladores
y que también dejaban agua en el aljibe del ferrocarril, que du-
rante décadas fue el lugar al que muchos vecinos recurrían para
poder obtener agua, en condiciones de ser bebida.
La falta de agua, obligó a los habitantes de la pujante colo-
nia de principios de siglo XX a construir grandes aljibes en sus
casas, muchos de los cuales aún se conservan. Algunos tienen
la fecha de su construcción grabados, como por ejemplo el que
se encuentra en pleno funcionamiento en una vivienda de la
calle San Martín, cuya fecha de 1916, indica que fue construi-
do cuando el pueblo aún estaba comenzando a tomar forma,
siendo esta una constante en todas las casas de esa época y las
posteriores.

4.18.b. Aljibe en una vivienda particular, construido en 1916, se encuentra


en uso. Ubicado sobre avenida San Martín.

137
Miguel Ángel Pajón - Historia de la ciudad de Colonia Dora

El 08 de Febrero de 1976, durante la gestión comunal de Jor-


ge Chein, se propicia una reunión de vecinos, de la cual surge la
iniciativa de formar una Cooperativa de Agua Potable, para lo
cual se realizan gestiones que concluirán con la visita de repre-
sentantes técnicos de la repartición de Recursos Hídricos de la
provincia, quienes llevaron la iniciativa y los informes técnicos
al entonces gobernador de la provincia Dr. Carlos Arturo Juárez.
Más de un año después, el 03 de Noviembre de 1977, se realiza
una reunión en las instalaciones del Club Bartolomé Mitre con
el propósito de dejar constituida una agrupación que continúe
con los pedidos y trabajos tendientes a dotar a la comunidad
de agua apta para el consumo. Quedó en esta fecha constituida
la “Cooperativa de provisión de Agua Potable de Colonia Dora
Ltda.”, que se proponía crear una planta que pudiera proveer de
agua para uso particular y público, siendo inscripta esta flaman-
te cooperativa el día 11 de Octubre de 1978, en Personas Jurídi-
cas bajo el N° 8881. Prestó funciones esa pequeña planta de agua
a través de filtrado, por casi cuatro décadas, con las deficiencias
lógicas de una pequeña planta pensada para dotar de agua a un
pueblo pequeño y que jamás fue ampliada en su producción
desde el momento de su construcción, aun cuando la ciudad
creció hasta cuadruplicar su población en ese mismo período.
Finalmente, la planta de 1978 fue reemplazada con la instala-
ción de una moderna planta de ósmosis inversa, recién en el año
2016. Estaba ubicada en un predio lindero a la primera planta
de agua de la ciudad, la que había sido emplazada sobre una
represa que se encontraba en ese lugar y que probablemente
haya sido generada al realizar las excavaciones para sacar tierra
destinada a la construcción de la ruta nacional 34. Los vecinos la
conocían como “La represa de Timo”, por vivir en ese lugar una
persona de nombre Timoteo, y que fue durante años el lugar
elegido por los vecinos de todo el pueblo de Colonia Dora, para
mitigar el calor en los duros veranos, convirtiendo el lugar en el
sitio de encuentro, folclore y juegos de todos los dorenses.

138
Miramientos finales

4.18.c. Primera planta potabilizadora de agua de Colonia Dora, construida a


la vera de una antigua represa de agua..

4.19. El avance de la energía eléctrica

Desde el lejano 26 de Abril de 1926, cuando se firmara el


contrato entre la Comuna de Colonia Dora y Don Carlos Muriel
para la provisión de “luz eléctrica”, que diera origen al tendido
de la red de cables, pasando incluso por debajo de las vías para
comunicar los dos sectores del pueblo, tratando de dejar atrás
las 20 lámparas de alcohol carburado, que desde 1906 ilumina-
ban las noches dorenses desde algunos postes, este servicio fue
considerado fundamental por los pobladores, aunque brindaba
un servicio precario.
Un día sábado 13 de Agosto de 1960, la recientemente forma-
da Comisión Provisoria de la Cooperativa de Luz, celebra una
reunión en la que dispone que se elija una Mesa Directiva, tras
lo cual se procede a la elección de los miembros de lo que sería
el primer Consejo Administrativo. Son 136 socios y 129 usuarios
los que dan ese puntapié inicial de organización, la cual conta-
ría luego con su correspondiente personería jurídica, inscripta

139
Miguel Ángel Pajón - Historia de la ciudad de Colonia Dora

bajo la Matrícula 4706, Serie A 1882, la cual fue obtenida el 17 de


Noviembre de ese mismo año de 1960.
A mediados de Febrero de 1962, muta su estructura y co-
mienza su tarea la “Cooperativa de Producción y Consumo
Eléctrico Colonia Dora”, que construye su edificio propio en
calle Buenos Aires, entre la Ruta 34 y la actual calle Suipacha,
en un lote ubicado en la manzana Nº 87.
Finalmente, tras la privatización de la mayoría de las empre-
sas en la década de 1990, una empresa privada se hace cargo del
servicio hasta la actualidad.

140
MIRAMIENTOS FINALES SOBRE
LA FECHA DE CUMPLEAÑOS DEL PUEBLO

En total fueron 18 las colectividades instaladas en Colonia


Dora, que le dieron forma a través de sus aportes, experiencias
y culturas, formando una verdadera mixtura de lenguas, sabo-
res, indumentaria y religión.
Llegaron a estas tierras desde Italia, Austria, Suiza, Portugal,
Líbano, Inglaterra, Siria, España, Francia, Holanda, Alemania,
Checoeslovaquia, Ucrania, Polonia, Arabia Saudita, Yugoslavia,
Armenia y Rusia, que sumados a los criollos locales son la si-
miente de esta ciudad. Ciudad que orgullosa se muestra como
sitio de tolerancia y convivencia, ya que a poco de llegar, tal vez
al sentirse en paz o tal vez sintiendo la íntima necesidad de ser
aceptados, las costumbres y lenguas se fundieron rápidamente
y dieron origen a lo que hoy somos los habitantes de la ciudad
de Colonia Dora.
El paso de los años y la poca tarea desplegada desde los orga-
nismos públicos de la ciudad en busca de conocer y documen-
tar nuestro propio pasado, dieron origen a numeroso intentos
individuales y aislados por reconstruir nuestros días pasados,
generando sin dudas, entendibles confusiones, las cuales se ven
claramente reflejadas a la hora de celebrar nuestra fecha de na-
cimiento como pueblo. Lo que se torna a todas luces difícil.
Como ya hemos visto, la compra de los lotes que posterior-
mente darían origen a la flamante colonia fue en el año 1900,
tal como lo atestiguan los documentos existentes y lo reafirma
Amalio Olmos Castro, por lo que esa fecha fue tomada muchas
veces como año de nacimiento de Colonia Dora. Aunque es-
tán también los que creen que habría que tener en cuenta un
lugar con mucha más antigüedad, como lo es el paraje o lugar
denominado “La Manga”, en el cual se formó con anterioridad

141
Miguel Ángel Pajón - Historia de la ciudad de Colonia Dora

el pequeño poblado que recibió posteriormente el nombre de


“Colonia Dora”, cuando ya las tierras pertenecían a Don Anto-
nio Lopes Agrello.
Pero si entendemos como pueblo no solo a un grupo de per-
sonas viviendo en un mismo lugar, sino que consideramos al
mismo como una entidad reconocida y con una organización
social, tendremos que tener en cuenta la fecha del 04 de no-
viembre de 1907, cuando la documentación indica que se crea
“…una comisión municipal en Colonia Dora”, por cuanto su po-
blación no alcanzaba en ese momento a los 3.000 habitantes, tal
como lo establecía el artículo 33 de la Ley de organización de
municipios. Se nombra entonces como presidente de la comi-
sión al Sr. Domingo Rodríguez, vocal secretario: Daniel Flores
Navarro y vocal tesorero al Sr. Antonio López Agrello (h), - que
en realidad debería decir Antonio López Agrello Lastra- siendo
entonces reconocido como pueblo, con autoridades designa-
das.
Otra fecha que puede despertar interés, es la del 20 de ene-
ro de 1909, que realmente podría considerarse fecha de “fun-
dación”, si a la documentación existente nos ajustamos, ya que
en esa fecha y en respuesta al expediente Nº 8, letra “A”, que
fuera iniciado por Don Antonio López Agrello, quien solicita-
ba la “exoneración de impuestos a su propiedad Colonia Dora”
amparándose en lo sostenido por una ley de diciembre de 1889,
es en esa fecha finalmente concedida la petición, aprobándose
el plano presentado y declarándose “Fundada a dicha Colonia
Dora”.

La primera persona dedicada a la recopilación de la historia


dorense que aventura una fecha que a su entender debería ser
la de los festejos del pueblo, es la Sra. Lía Sánchez de Oliva,
para quien no había dudas de que la verdadera fecha de festejos
debería ser la de la “fundación”, o sea el 20 de enero de 1909,
considerando que “no es lo mismo comprar, crear y fundar”,
abriendo así una discusión que continúa hasta la fecha.
A pesar de todos los datos aquí brindados, muchos de los
cuales fueron recopilados de quienes me precedieron en este
sentido, la ciudad tuvo su primer acto de homenaje el 13 de No-
viembre de 1987, surgido de la loable iniciativa de la docente de
la escuela Nº 731, Sra. Elba Moreno de Azar y el equipo docente,
quien toma como fecha de aniversario de la localidad el 28 de

142
octubre de 1900. Lo hacen en referencia a antiguos comenta-
rios y viejas referencias, pero sin ningún sustento que pruebe
la existencia de algún acontecimiento en esa fecha que pudiera
ser tomado como inicio del poblado, pero que posteriormente
fuera tomado como fecha de cumpleaños de la antigua Colonia
Dora de Lopes Agrello y es la fecha en la que cada año se toma
como cumpleaños de la ciudad.

143
CONSIDERACIONES FINALES

Seguramente muchos dorenses encontrarán en las páginas


de este libro sus apellidos reflejados en el accionar de sus an-
tepasados, muchas de cuyas acciones desconocían y que deben
servir como punto de partida para la valoración de nuestra cul-
tura local, de revalorización de nuestro pasado, de aprendizaje
de nuestros errores y de cimentación de nuestras fortalezas.
Muchos de los descendientes de aquellos primeros dorenses
hoy viven en los más recónditos puntos del país y del mundo.
Pero algunos de ellos recuerdan las añoranzas de sus mayores
al referirse siempre a este pedazo de tierra santiagueña que le
diera origen a sus familias. Y en el caso de los que llegaron de
otros rumbos, lo sintieron como el lugar que les brindaba la paz
necesaria para esas almas que vieron los horrores de las guerras
y las hambrunas y que pudieron desarrollar sus vidas y las de
sus hijos en perfecta armonía, en este pueblo que nacía a la vera
de las vías del ferrocarril.
No pretendo con estas páginas sentar verdades, sino sim-
plemente compartir notas y documentos recopilados durante
casi 20 años y abrir la discusión sobre nuestro pasado como co-
munidad organizada, donde podremos encontrar seguramente
muchas diferencias fruto de las mezquindades propias de los
seres humanos, pero donde también encontraremos actos de
profunda grandeza y amor por este terruño. Es por eso que es-
pero se abran discusiones que den lugar el surgimiento de nue-
vos interrogantes sobre Colonia Dora, que es en definitiva abrir
nuevos interrogantes sobre nosotros mismos, nuestros padres,
abuelos, nuestros hijos y nietos.
Se podrán ver en estas líneas también trasfondos políticos,
sociales y culturales y está bien que así sea, ya que nada que-
da exento de participación en la construcción colectiva de un

145
Miguel Ángel Pajón - Historia de la ciudad de Colonia Dora

pueblo, que tuvo que pasar por innumerables horas de zozo-


bra y hasta de sufrimiento, pero que le servirán como espinas
que incitan a sobreponerse al dolor y afrontar cualquier desafío
posterior.
Hoy, que han pasado tantos años, muchos podemos caer en
la tentación de romantizar nuestro pasado como pueblo, por-
que los seres humanos somos tendientes a olvidar los malos
momentos y recordar solo las horas vividas con alegría. Pero
nunca debemos olvidar que hasta el nacimiento de un hijo, que
constituye lo más preciado del ser humano, no es posible si an-
tes no hay sangre, sudor y sufrimiento y así hemos nacido como
pueblo.
Podemos hacer numerosas especulaciones a la hora de juz-
gar la intencionalidad de cualquiera de nuestros actos como
seres humano, pero puedo confesar con serenidad que no me
mueve otro interés que el conocimiento de nosotros mismos,
como pueblo organizado y el amor por este terruño en el que
seguramente reposarán mis huesos algún día.

146
FUENTES CONSULTADAS

ABAD DE SANTILLÁN, Diego, 1965, Enciclopedia de Histo-


ria argentina.
ACHÁVAL, Néstor, 1993, Historia de Santiago del Estero.
ALEN LASCANO, Luis, 1996, Historia de Santiago del Este-
ro.
ARCHIVO GENERAL DE LA NACIÓN: Inmigrantes a fines
del Siglo XIX y principios del Siglo XX.
ARCHIVO HISTÓRICO DE SANTIAGO DEL ESTERO. Pla-
nos y Mapas.
ARTIN, José Armindo, Santiago del Estero visto con ojos
santiagueños.
BAGÚ, Sergio Y G. DE TORRES, Haydée , El orden interna-
cional 1880-1914.
BANZATO, Guillermo; ROSSI María Cecilia - El mercado
de tierras en las fronteras interiores argentinas: La expansión
territorial de Buenos Aires y Santiago del Estero en la segunda
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147
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148
ANEXO

ESTROFAS PARA MI PUEBLO


Autor: Lía Sanchez de Oliva

Colonia Dora es la esencia del árbol que ayer plantaron


Con sabias manos que el tiempo de a poco nos fue mostran-
do.

El pueblo unido en un canto juntó crisoles de razas


Que luego sembraron sueños y nació un trigal de esperanzas.

Con ese puñado de gringos que amamantara esta tierra


Lucharon junto a los criollos, hecho una sola bandera.

Bandera que levantaron con sacrificio y grandeza


Insignia que nuestro pueblo debe llevar con firmeza.

No hagas que en ella muera la existencia verdadera


Que nos une como hermanos en un acto de grandeza.

Y guarda en tu corazón todas esas cosas bellas


Y hacé que tus hijos vuelvan de nuevo pa´ la querencia.

No olvides que de la ausencia siempre florece el olvido


Un pueblo que pierde esencia es un pueblo sin destino.

149
Miguel Ángel Pajón - Historia de la ciudad de Colonia Dora

Por eso es que el Dora mío retoña en mi remembranza


Como un niño que sonríe símbolo de una esperanza.

Colonia Dora es la esencia del árbol que ayer plantaron


Con sabias manos, que el tiempo, de a poco nos fue mos-
trando

HOMENAJE A “COLONIA DORA”


Autor: Héctor Rodolfo Sneidenit

100 años de Historia atesora mi pueblo,


Y un canto del cielo parece llegar,
Son voces que surgen de seres lejanos,
Que fueron un día puebleros de acá.

En ellos mi mente se posa pidiendo,


Narrar paso a paso el tiempo que fue,
El día primero de aquel nacimiento,
De un pueblo cristiano cargado de fe.

Fue aquel legendario portugués que llegara,


Feliz a estas tierras con una misión,
Fundar la colonia, abrir tantos surcos,
Del suelo bendito que allí despertó.

Y fueron los criollos junto con los gringos,


Aquellos primeros pujantes de ayer,
Que hicieron la Historia que hoy se recuerda,
Con tanta nostalgia, y con gozo también.

Levanto mi copa por tantos amigos,


Presentes y ausentes, en mí siempre están,

150
Anexo

Y soy optimista porque hoy, en mi pueblo,


La joven semilla por él luchará.

Hagamos un voto de fe y compromiso,


De amor solidario buscando la paz,
Que el alma y el cuerpo estén en equilibrio,
Uniéndonos todos, en sincera hermandad.

Termino estos versos con buenos augurios,


Seguros mirando el buen porvenir,
¡QUE DIOS LOS BENDIGA! hermanos queridos,
brindando a mi tierra, “ME SIENTO FELIZ”.

A ESA LEJANA INFANCIA


Autor: Carlos Alberto Cejas

Yo soy de aquellos tiempos


cuando en mi pueblo vivía
allá en Colonia Dora
y me tuve que ir un día.

Pero mi infancia quedó


en ese lugar querido
amigos que aún los recuerdo
¿quién sabe? ¿a dónde se han ido?.

Mi niñez siempre fue así


como todo chico de barrio
jamás le hice cara fea
si me hablaban de mandados.

Así me iba al mercado


y era un gusto escucharlo

151
Miguel Ángel Pajón - Historia de la ciudad de Colonia Dora

a Miguel Pajón en su puesto


era un Gardel para el tango.

“La mina de oro” le decíamos


ahí, se compraba de todo
hasta el querosén para el mechero
son nostalgias: que hoy las añoro.

A la escuela nacional Nº 9
le agradezco que me formó
mis alpargatas bien gastadas
mirando a la distancia: ese mismo soy yo.

Salían a vender el agua


en sus carritos aguateros
junto al canal había un pozo
los Ibalos y también el Fiero.

El lustra bota Andrés se iba al centro


para ganarse unos pesos
y en radio de algún vecino
se escuchaba a Los Simón o D´arienzo.

Me quedaré con esa imagen


ya tan lejana y hace tiempo
y no quiero vivir añorando
sé que un día vendrá, vendrá el ocaso
Dios dirá de mí; cómo y cuándo!
y no estaré hablando de tí, ni recordando.

Solo les diré: “achalay Colonia Dora”


como decía siempre mi viejo
quiero que ustedes sientan lo mismo
cómo quise a mi pueblo y lo sigo queriendo.

152
Anexo

COLONIA DORA DE MI INFANCIA

Autor: Carlos Alberto Cejas

Cuando a la distancia divisé mi pueblo,


los añosos eucaliptos parecían invitar
y yo que ahora vengo a tu encuentro
Dora de mi infancia para recordar.

Disputas reñidas, pelota de trapo,


bolitas de mármol, otras de cristal
y a mi barrilete como en otros tiempos
le falta distancia para remontar.

La represa del ferro, poblada de changos


cita obligada para ir a hondear,
bolitas de barro llenando los bolsillos,
alpargatas gastadas hasta la mitad.

Carros aguateros, allá en los pozos


bien amarraditos en el brocal,
represa rodeadas de flores silvestres,
juegan los changuitos dentro del canal.

¿Qué habrá sido del cieguito Rebo?


Guitarra en mano lo veía pasar
cruzando las vías casi de memoria
buscando un boliche para guitarrear.

El carro panadero se fue con el tiempo,


Andrés lustra botas no va a la estación.
Trincheras a la siesta en “La Enramada”
y la voz de Agapito, también se calló.

153
Miguel Ángel Pajón - Historia de la ciudad de Colonia Dora

Perdón yo les pido... si en algo molesto,


o si demasiado levanto mi voz
cosas de la vida me llevaron lejos,
pero mi niñez, aquí se quedó.

Yo sólo quería recordar mi infancia


que siempre ha estado en mi corazón,
tal vez de mí ya nadie se acuerde
pero a tí olvidarte.. Eso sí que no.

A COLONIA DORA
Autor: Augusto Leguizamón (Nongo)

Viento que vienes volando


traes aromas de poleo,
también perfumes de azahares
y cuentas cosas de mi pueblo.

Cuando vino Antonio Agrelo,


este lugar tanto amó,
como a la dulce Dorita
al pueblo lo bautizó.

Vestidos de rojo y negro


y verde con amarillo,
para la alegría de todos
están mitre y sportivo.

Don Fernando Sneidenit


ha vivido de tal suerte,
que junto al doctor Allalla
están vivos en la muerte.

154
Anexo

Si voy a Colonia Dora,


cuando sus calles yo piso,
me parezco al manso chango
cuando llega al paraíso.

PAISAJE DE LA MEMORIA
Autor: Mario Israilev

Si vas andando por tu vida y encuentras un pueblito humilde


perdido en el tiempo, con calles polvorientas – postal de antaño
guardada en el alma- de casitas sencillas y hasta muy pobres. Si
ves una profusión de ranchitos bordeando el paisaje; si elevas la
mirada al cielo azul prusiano puro, despojado de nubes, que en
las noches alumbra la luna rodeada de un cortejo de millones
de estrellas y sientes el aire tibio y reseco llenar tus pulmones,
y de día ¿sabes? el sol te calcina mientras te acompaña, parate
un ratito, caminante ¡llegaste a mi pueblo natal: Colonia Dora!
Que recibe su nombre de una niña que se murió, loca por amor.
Está cerquita de la nada y de todo. Luchando, esperando, que la
lluvia lo bendiga y traiga el tan ansiado y prometido progreso.
Ciento veinte años esperando. Oraciones en español, gallego,
hebreo, italiano, árabe, quechua, sirio, libanés, polaco y algún
otro idioma que en este momento no recuerdo, se elevan al
Dios Bueno pidiendo por la lluvia que traiga el progreso. Y la
lluvia sin llegar.
Niños de todos los colores naciendo a toda hora, corretean
por las calles de tierra arenosa, esperando a la lluvia hasta enve-
jecer. Y la lluvia sin llegar.
Más allá, canchones cargados con durmientes de quebracho
colorado, carbón, torres de fardos de alfalfa, sandías, melones,
ancos, zapallos, calabazas, y, con su característico aroma de re-
cién segada, la verde alfalfa, embalsamando el aire y pintarra-
jeando el paisaje, esperando al tren que los llevará a sus destinos
finales. Y la lluvia sin llegar.
El patriotismo se desborda de los infantiles pechos, en los
juveniles sueños y en los no vencidos, pero casi silenciosos pa-
sos, de los que siguen esperando a la lluvia. Cada 25 de Mayo

155
Miguel Ángel Pajón - Historia de la ciudad de Colonia Dora

y cada 9 de Julio, en la Plazoleta de la Estación Ferroviaria, los


guardapolvos blancos invaden los espacios, con la emoción en-
sanchando los pechos, inundados de argentinidad. Con la espe-
ranza brillando en los discursos de promesas no cumplidas. Y
la lluvia sin llegar.
Producciones humildes, que fueron desapareciendo por el
abandono, las falsas promesas y la inercia despiadada, que fla-
gelaron a mi tan amada Colonia Dora, que continúa esperando
por la lluvia que le traiga progreso, esperanza y futuro, esperan-
do, siempre esperando con sus días iguales, tal como si fuera
una gema perdida u olvidada en el extenso territorio del paisaje
agreste de mi Santiago del Estero. Y la lluvia sin llegar.
¡ACHALAY, MI COLONIA DORA!

156
Impresos 100 ejemplares en noviembre de 2020

Avda. Belgrano (S) 1807 - CP 4200


Santiago del Estero, Argentina
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