Equilibrio Resistenciay Estabilidad
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Equilibrio, Resistencia y Estabilidad
ÍNDICE
Preámbulo
1. Fuerza y equilibrio.
1.1. Fuerza. El concepto de equilibrio.
3. Tensión y deformación.
3.1. El concepto de equilibrio elástico.
3.2. Tensión y deformación.
3.2.1. Tensión.
3.2.2. Deformación.
3.2.3. Diagrama tensión-deformación.
3.3. Comportamiento elástico y comportamiento plástico
3.3.1. Materiales y diagrama tensión-deformación. Concepto de dúctil, frágil y plástico.
3.3.2. Particularidades del binomio tensión-deformación en algunos materiales empleados en
estructuras.
3.3.2.1. El hormigón.
3.3.2.2. La madera.
3.3.2.3. La fábrica.
Pág. i
Equilibrio, Resistencia y Estabilidad
4. Resistencia de materiales.
4.1. Principios fundamentales de análisis.
4.2. Principio de rigidez relativa.
4.3. Fuerzas internas. Principio de Saint Venant.
4.4. Fuerzas externas. Principio de superposición.
4.5. Hipótesis de Navier-Bernouilli.
4.6. Secciones simplificadas en el campo de la resistencia.
4.7. Características geométricas de las secciones planas.
4.7.1. Centroide. Analogía con el centro de gravedad.
4.7.2. Primer momento del área. Momento estático.
4.7.3. Segundo momento del área. Momento de inercia.
4.7.4. Momento polar de inercia.
4.7.5. Radio de giro de un área.
4.7.6. Teorema de los ejes paralelos o teorema de Steiner.
4.7.7. Ejes principales de inercia.
4.8. Resistencia y rigidez.
4.9. Tensión, esfuerzo y deformación.
5. Tracción y Compresión.
5.1. Esfuerzo axil y deformación.
5.2. Rigidez frente a esfuerzo axil.
5.3. Compresión uniforme. Módulo de compresibilidad.
5.4. Núcleo central de una sección.
5.4.1. Núcleo central de una sección rectangular.
5.4.2. Núcleo central de una sección circular.
5.4.3. Núcleo central de una sección doble T.
5.5. Materiales carentes de resistencia a tracción.
5.6. Esfuerzos normales derivados del peso propio.
5.7. Esfuerzos sobre cuerpos de sección variable.
5.7.1. Concentración de tensiones.
5.8. Esfuerzos normales en secciones de varios materiales.
5.9. Esfuerzos sobre secciones inclinadas.
5.10. Esfuerzos sobre elementos estáticamente indeterminados.
5.11. Energía de deformación. Desplazamientos. Carga axial.
5.12. Esfuerzos sobre estructuras de barras articuladas.
5.12.1. Caso de estructuras articuladas isostáticas.
5.12.2. Caso de estructuras articuladas estáticamente indeterminadas.
5.12.3. Desplazamiento en sistemas de barras articuladas.
Pág. ii
Equilibrio, Resistencia y Estabilidad
Pág. iii
Equilibrio, Resistencia y Estabilidad
9. Torsión.
9.1. Condiciones elementales. Supuestos Básicos.
9.1.1. Torsión uniforme.
9.1.2. Torsión no uniforme.
9.2. Sección circular. Teoría de Coulomb.
9.2.1. Análisis tensional.
9.2.2. Análisis de deformaciones.
9.2.3. Torsión de secciones circulares huecas.
9.2.4. Torsión de secciones circulares de varios materiales.
9.3. Sección maciza cualquiera. Teoría de Saint- Venant.
9.3.1. Torsión en secciones rectangulares genéricas.
9.3.2. Torsión en secciones rectangulares esbeltas.
9.3.3. Torsión en secciones macizas de diversa geometría.
9.4. Secciones o perfiles laminados.
9.4.1. Método de analogía de membrana.
9.4.2. Perfiles laminados abiertos.
9.4.3. Perfiles laminados cerrados. Secciones de pequeño espesor.
9.5. Torsión no uniforme.
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Equilibrio, Resistencia y Estabilidad
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Equilibrio, Resistencia y Estabilidad
4
RESISTENCIA DE MATERIALES
“El estudio de la resistencia de materiales tiene por objeto averiguar la magnitud e importancia de
las deformaciones que han de sufrir los cuerpos sólidos cuando se distribuyen por su interior las
fuerzas que actúan en sus caras o en su interior, deduciendo de este conocimiento las fuerzas
necesarias para que estas deformaciones no pasen de ciertos límites. Para hacer este estudio es
menester examinar la acción mutua y sucesiva de las moléculas de que se compone el cuerpo”.
En esta disciplina se establecerá la relación entre las fuerzas solicitantes o aplicadas y los
esfuerzos y desplazamientos que se derivan de su aplicación. Asumiremos, por tanto, que la
presencia de acciones exteriores a un elemento provocarán en él solicitaciones internas y
deformaciones, que serán función de un buen número de propiedades fundamentales de
dichos elementos y de sus materiales constituyentes.
Para el desarrollo de estas metodologías resulta habitual subdividir las estructuras complejas
en unidades menores (por ejemplo vigas, pilares,...), de tal manera que resulte posible
realizar una idealización del modelo a través del análisis de sus partes fundamentales. El
estudio de estas partes menores será abordado mediante la aplicación de formulaciones y
postulados ya conocidos. Para cada elemento de análisis resultará adecuado determinar el
tipo de solicitación que le requiere y que resulta pésimo de acuerdo a sus capacidades y
exigencias. De una forma esquemática podemos dividir las fases de trabajo que un estudio
de resistencia de materiales requiere en:
• Fuerzas internas.
- Las fuerzas internas, previas a la acción de las cargas son nulas.
Consideraremos como fuerzas internas aquellas que actúan entre las
partículas constituyentes de un material y que se oponen al cambio de forma
y dimensiones (deformación) del cuerpo solicitado.
• Fuerzas externas.
- Es válido el Principio de Superposición de Efectos, por el que se establece que
el efecto de un sistema de fuerzas que actúan sobre un cuerpo será igual a la
suma de los efectos que produjesen esas fuerzas actuando por separado, de
forma individual. Si analizásemos un sólido “deformable” podríamos aplicar
este Principio asumiendo que el valor de los desplazamientos que
experimenta los puntos de aplicación de las fuerzas son pequeños, si los
comparamos con las dimensiones del sólido. De esta manera, determinando
que las deformaciones son pequeñas, podremos plantear las ecuaciones de
equilibrio de un cuerpo solicitado a partir de su configuración inicial, es decir,
sin deformar.
- Las cargas aplicadas son estáticas o cuasi-estáticas, definiéndose como
carga estática aquella cuya aplicación en el tiempo puede considerarse
como infinito y, cuasi-estáticas cuando el tiempo de aplicación de la cargas
resulta suficientemente prolongado para poder evaluar su efecto
(denominaremos como dinámicas aquellas cuyo tiempo de aplicación es
muy reducido o instantáneo).
Con estas premisas, cuando hablemos de elasticidad asumiremos que la diferencia entre las
coordenadas originales de P, previo a la aplicación del sistema de fuerzas (x0, y0, z0), y las
Claude-Louis Navier (1785 - 1836). Ingeniero y físico quién se especializó en estudios sobre Mecánica. Formuló la
(2)
teoría general de la elasticidad en una forma práctica de acuerdo a formulaciones matemáticas, con precisión
razonable para su uso seguro. Se le considera a menudo como el fundador de moderno análisis estructural.
Daniel Bernouilli (1700 - 1782). Matemático y físico holandés-suizo. Destacó en el campo de las matemáticas
(3)
finales, después de la aplicación del sistema, (xF, yF, zF), resulta tan pequeña con respecto a
las dimensiones del sólido que resulta despreciable. Por tanto, podremos expresar el vector
desplazamiento ( δ P ) en función de unas coordenadas absolutas del punto P (x, y, z),
evitando así la diferencia entre estado previo o posterior al de aplicación del sistema de
fuerzas.
Esta simplificación se conoce como la Hipótesis de los Pequeños Desplazamientos o de la
Rigidez Relativa y resultará de cómoda aplicación en la mayor parte de los casos más
habituales, ya que según ésta, resulta posible plantear las ecuaciones de equilibrio sobre la
estructura sin deformar, sin tener en cuenta los movimientos provocados por la acción de las
fuerzas o cargas exteriores. Como consecuencia de la aplicación del sistema exterior de
fuerzas la forma del sólido elástico no varía de manera significativa. De esta manera resulta
posible determinar las condiciones de equilibrio en estado de sólido deformado admitiendo
que mantiene la misma forma y dimensiones que mostraba en estado previo a la
deformación.
Veamos un ejemplo con este habitual esquema conformado por dos barras de diferente
longitud (AO y BO), de las que se suspende un determinado peso (F) en el punto de unión,
que se supone articulado (ver condiciones de vínculo en Apartado 2.2.1.).
Realmente las barras se deformarían de acuerdo a los gráficos dispuestos, de tal manera
que las condiciones de equilibrio del nudo O se podrían determinar de acuerdo a la
composición gráfica y a la razón trigonométrica que resulta:
NB· sen (β - ∆β) = NA· sen (α - ∆α)
NA· cos (α - ∆α) + NB· cos (β - ∆β) = F
Si aplicamos el Principio de Rigidez Relativa y admitimos que la forma del sistema no varía de
manera significativa (es decir el sistema como indeformable), las ecuaciones serán
resolubles de manera inmediata, ya que en este supuesto:
NB· sen β = NA· sen α
NA· cos α + NB· cos β = F
Ya hemos dicho que este Principio supone admitir que las condiciones de equilibrio en
estado previo y posterior al de aplicación del sistema de cargas son similares (o casi
similares). Pero esto no siempre será así, ya que nos encontraremos con buen número de
casos en los que no resulta posible obviar la nueva geometría que resulta de la aplicación
del sistema de fuerzas.
Por ejemplo, en la figura de la izquierda resulta imposible asumir este Principio de Rigidez
Relativa, ya que su aplicación traería como consecuencia la obtención de un valor de
momento nulo en la dirección de la carga, lo cual no es cierto en la realidad, ya que este
valor dependerá del desplazamiento experimentado.
Adhemar Jean Claude Barré Saint-Venant (1797-1886). Ingeniero francés que contribuyó con sus trabajos al
(4)
"A cierta distancia de la sección donde actúa un sistema de fuerzas, la distribución de tensiones
es prácticamente independiente de la distribución del sistema de fuerzas, siempre que su
resultante y momento resultante sean iguales".
La figura de la izquierda (Fig. 4.05. a) refleja la deformación real e inmediata que cabe
esperar como consecuencia de la acción de la carga indicada sobre un cuerpo elástico.
Las zonas inmediatas al punto de aplicación de las cargas se deforman de manera muy
superior a como lo hacen las zonas más alejadas. De esta condición resulta posible asumir
que se ha de producir en estas zonas una importante concentración de tensiones.
La figura central (Fig. 4.05.b) representa la situación en la que la acción de las cargas se
produce con la interposición en los extremos de la pieza de unas secciones o “placas”,
indeformables bajo la acción de la carga, y que interaccionan con la superficie del sólido
elástico permitiendo una libertad de movimiento del mismo (no se encuentran unidas
rígidamente al cuerpo). En este supuesto la aplicación de las cargas F y F´ provocará un
acortamiento del cuerpo que se verá acompañado de un cierto engrosamiento, como ya
concluimos cuando abordamos el concepto del Coeficiente de Poisson en el Capítulo 3. El
cuerpo permanecerá “recto”, todas las secciones planas lo seguirán siendo y todas las
partículas que conforman la pieza se deformarán de manera similar. Esto es lo que
representa la Fig. 4.05. c), en la que se refleja cómo todas estas partículas del cuerpo se
deforman de una manera idéntica. En este caso la distribución de deformaciones a través
del cuerpo resulta uniforme, y por tanto, como vimos en el Apartado 3.4.3, es posible
establecer la relación entre deformación axial (εL) y transversal (εT) a través del Coeficiente
de Poisson, de manera que:
εT= - υ · εL
Si además asumimos que estamos en el rango de proporcionalidad entre esfuerzo-
deformación podremos aplicar la Ley de Hooke, considerando que la tensión media
resultante (σy) se podrá expresar como vimos en el Apartado 3.2 y siguientes:
F
σy =
A
en donde F representa el valor de la fuerza y A el área de la sección transversal del sólido.
De esta figura se puede deducir como a medida que nos alejamos del punto de aplicación
de la carga la distribución de tensiones en la sección de referencia se homogeneíza. Si
comparamos las tensiones que se producirían en estos tres escalones de distancia, función
del espesor “e” de la pieza podemos obtener una idea clara de esta concentración de
tensión que caracteriza la proximidad al punto de aplicación.
Este tipo de análisis carecería de la necesaria operatividad para buena parte de los casos
objeto de estudio en el campo de trabajo más habitual. Así que resultará adecuado
adoptar el criterio expuesto de que la distribución de esfuerzos resulta independiente del
modo real de aplicación de las cargas (excepción hecha de la extrema proximidad al
punto de aplicación de la carga). Este criterio resulta adecuado no sólo para el caso de
cargas “puntuales”, sino también para la práctica totalidad de los tipos posibles de carga.
Resulta posible aplicar este Principio a todos aquellos sistemas en los que se mantiene la
linealidad entre acción de las fuerzas exteriores y desplazamientos, de tal manera que para
cualquier punto de un sólido elástico sometido a un conjunto de fuerzas, el resultado de
tensiones y deformaciones será el mismo que el resultado de la suma de tensiones y
deformaciones provocadas por cada fuerza del conjunto actuando de manera aislada. Por
tanto estaremos frente a cuerpos y solicitaciones para los que se verifica la Ley de Hooke.
Para poder establecer su aplicación será necesario además de que exista esta relación
lineal entre tensión y deformación, asegurar que resulta posible aplicar el que hemos
denominado como Principio de la Rigidez Relativa, en tanto que el efecto del sistema de
acciones no hará variar sensiblemente la geometría original.
Una conclusión inmediata que se puede obtener en los sistemas para los que resulta
aplicable este Principio es que el estado final del sólido elástico no depende del orden en
que se aplican las acciones exteriores.
De una forma resumida, podrá ser aplicado este Principio:
- El sólido elástico es continuo y permanece continuo bajo las acciones exteriores.
- Existe una relación lineal entre tensiones y deformaciones.
- Resulta aplicable el Principio de Rigidez Relativa, es decir, los desplazamientos,
deformaciones y giros son tan pequeños que resultan despreciables (ver Apartado
4.2).
- Actuamos en el rango de proporcionalidad en el que se asume que la deformación
del sólido es recuperable, es decir, que una vez que cesa la acción, el sólido es
capaz de retornar a su estado original.
(5)Leonhard Paul Euler (1707 - 1783). Físico y matemático suizo considerado el principal matemático del siglo XVIII y
como uno de los más grandes de todos los tiempos. En el campo de la mecánica del sólido rígido definió los
llamados «tres ángulos de Euler para describir la posición» y publicó el teorema principal del movimiento. En el
campo de la estructuras es también conocido por la ley que lleva su nombre sobre el pandeo de soportes
verticales y determinación de la carga crítica de las columnas.
Figura 4.07. Sistema en el que no se verifican las condiciones precisas del Principio de Superposición.
NA = NB = N Æ F = 2 N sen α
L L Lα 2
∆L = ( −L = (1 − cos α ) ≈
cos α cos α 2
F
δ=L· 3
A⋅E
Resulta posible determinar esta hipótesis a través de la imagen del sólido elástico que
habíamos contemplado en el análisis del Principio de Saint-Venant. Volvamos a ella y
supongamos que en esta ocasión las fuerzas que se originan en los extremos del prisma son
de tracción, tratando de alargar la sección en la dirección del eje “y”, que resulta ser la
directriz principal de la pieza. Si observamos las figuras representadas (Fig. 4.08) y
determinamos lo que le sucede a una partícula (ABCD) como consecuencia de la
deformación producto del efecto de la fuerza F, estableceremos la geometría de la
partícula deformada como A´B´C´D´. Todo el conjunto de puntos situados en la dirección de
la dimensión principal se deforman (alargan) por igual. Si comparamos el sector AC y BD con
los vectores A´C´ y B´D´ respectivamente estableceremos la igualdad en el incremento de
longitud, de tal manera, que podremos establecer que la deformación longitudinal unitaria
(εy) es constante, es decir:
εy = cte.
Es decir, que la tensión que se produce en la dirección del esfuerzo se mantiene constante.
Esta condición permite asumir que el sólido es elástico en el sentido longitudinal y rígido en el
sentido transversal. Por tanto la aplicación de esta Hipótesis de Navier-Bernoulli nos permitirá
obtener los desplazamientos de cualquier punto de la sección transversal a partir de
únicamente seis grados de libertad (consideración de un plano rígido), que normalmente se
corresponderán a las tres componentes del desplazamiento y a las tres componentes del
giro de la sección transversal desde el centro de gravedad, simplificando de esta manera el
tratamiento matemático del problema.
Resulta habitual agrupar los cuerpos en cuatro formas fundamentales, que son:
• La barra (viga), entendida como cuerpo prismático que posee una dimensión
(longitud) mucho mayor que las otras dos dimensiones, que se identifican como
transversales.
Representa la “forma” más habitual tanto por condiciones de optimización de las
propiedades del material como por condiciones de trabajabilidad del mismo. Si
pensamos en elementos tales como pilares o vigas entenderemos lo habitual de
recurrir a secciones cuadradas, circulares o rectangulares para este tipo de
elementos caracterizados por su componente lineal.
Se emplearán tanto secciones macizas, como secciones que podríamos llamar
complejas, de paredes delgas por ejemplo, como pueden ser las secciones tubulares
habituales en los sistemas de acero.
Pueden presentar una directriz recta o curva indistintamente.
• Por último estará el bloque o macizo, que identifica a aquellos cuerpos en que sus
tres dimensiones mantienen dimensiones similares.
No resulta un tipo formal muy habitual y podría englobar elementos estructurales
tales como zapatas de cimentación, muros de gravedad,…
Si consideramos ahora una fracción minúscula de esta sección y por tanto le asignamos un
área dA, situando esta fracción en unas coordenadas XA e YA, podemos determinar que la
fuerza (FdA) que solicita esta fracción resultará:
F
σ= ÆF = σ · A Æ FdA = σ · dA
A
de tal manera que los momentos resultantes en cada dirección se podrán expresar como:
MxdA = σ · dA · YA MydA = - σ · dA · XA
Mx = ∫ σ ⋅ dA ⋅ y My = - ∫ σ ⋅ dA ⋅ x
F · YP = ∫ σ ⋅ dA ⋅ y F · XP = ∫ σ ⋅ dA ⋅ x
Por definición los esfuerzos (σ) resultan uniformemente distribuidos, es decir, su valor resultará
constante sobre el área de la sección transversal (A) y ya determinamos que su valor resulta
F
de la expresión σ = , por lo que las formulaciones anteriores se podrían expresar:
A
YP· A = ∫ dA ⋅ y XP· A = ∫ dA ⋅ x
en donde las coordenadas XP e YP se definen como las coordenadas del centroide del área
transversal.
Pongamos este concepto en relación con nuestro más habitual “centro de gravedad”,
identificado como el punto de paso de la resultante equivalente de todas las fuerzas de
“atracción” que solicitan un cuerpo.
Imaginemos la figura anterior, de tal manera que la sección plana representada tenga un
peso W, que resultará de la suma del peso unitario de cada partícula que lo constituye. Es
decir, si dividimos la sección en “n” partes de peso ∆W1, ∆W2, …, ∆Wn, correspondientes a
coordenadas de posición (X1,Y1), (X2,Y2),… (Xn,Yn), podemos determinar que:
∑Fv Æ W = ∆W1 + ∆W2 + …+ ∆Wn
Los momentos correspondientes a los ejes X e Y se podrán expresar como la suma de los
momentos correspondientes a cada fracción o partícula, de tal manera que las
coordenadas X e Y del punto G, por donde debería pasar la fuerza resultante W,
responderían a:
∑My Æ X · W = X1· ∆W1 + X2 · ∆W2 + …+ Xn · ∆Wn
∑Mx Æ Y · W = Y1· ∆W1 + Y2 · ∆W2 + …+ Yn · ∆Wn
W= ∫ dW X · W = ∫ dW ⋅ x Y·W= ∫ dW ⋅ y
Una aplicación inmediata que podemos obtener de este análisis es que siempre resultará
posible encontrar un sistema equivalente de cargas para el caso de un estado de carga
poligonal, sin más que adoptar el correspondiente a la resultante de cargas del área
Y
correspondiente, aplicado sobre el punto de coordenadas XP e YP o bien e
correspondiente.
h b ⋅h
Área triangular
3 2
4⋅r π ⋅r2
Área semicircular 0
3 ⋅π 2
3⋅a 3 ⋅h a⋅h
Área parabólica
4 10 3
2 ⋅ r ⋅ senα
Sector circular 0 α ⋅r2
3 ⋅α
Ya hemos determinado el sistema que nos permite establecer las coordenadas del centroide
de una sección cualquiera, mediante la aplicación de las expresiones:
Y·A= ∫ dA ⋅ y X · A = ∫ dA ⋅ x
Al segundo término de estas expresiones se le conoce como Primer Momento del Área A (S)
de una sección, de tal manera que podemos definir el:
Primer Momento del Área A, respecto del eje Y Sy = ∫ dA ⋅ x = X · A
Primer Momento del Área A, respecto del eje X Sx = ∫ dA ⋅ y = Y · A
Es decir, podemos identificar los Primeros Momentos del Área A, como resultado del
Y
producto del área (A) de la sección por las coordenadas de su centroide ( e ).
Y
Por tanto, si la placa es homogénea el centro de gravedad G ( e ) coincidirá con el
centroide C (XP e YP) de su área transversal.
Dada la sección transversal que ya estamos utilizando, para una fracción de la misma, de
área dA, podemos expresar el producto del área por la distancia YA al eje X como:
dSx = YA · dA
y de forma análoga con respecto al eje Y resultará:
dSy = XA · dA
Si estos valores representan el Momento Estático del Área (dA) con respecto a los ejes X e Y,
para obtener el Momento Estático del Área A no tendremos más que integrar los factores
para contemplar así todas las fracciones en que hemos subdividido el área A. De esta
manera:
Sx = ∫ A
y ⋅ dA Sy = ∫ x ⋅ dA
A
Si adoptamos este criterio de subdividir un determinado área (A) en formas menores de las
cuales conozcamos su área (A1, A2,…, An), y posición de centroide correspondiente ( x 1, x 2,
..., x n), podremos determinar las coordenadas del centroide del área total. Recordando la
definición de Primer Momento de Área A (S), como producto del área total por las
coordenadas del centroide:
Sx = Y · F Sy = X · F
O bien:
Sx Sy
Y= X=
F F
Un ejemplo práctico puede resultar el siguiente, en el que subdividiremos la figura original de
área A, en tres partes de los que conocemos áreas (A1, A2 y A3) y posición de sus centros de
gravedad relativos (x1-y1, x2-y2, x3-y3).
A = A1 + A2 + A3
n
Sx = A1 · y1 + A2 · y2 + A3 · y3 Æ Sx = ∑ A i ⋅ y i
i =1
n
Sy = A1 · x1 + A2 · x2 + A3 · x3 Æ Sy = ∑ A i ⋅ x i
i =1
X
Y
Pudiendo determinar la posición del centro de gravedad ( e ) del conjunto sin más que:
n n
∑ Ai· x i ∑ Ai· y i
X
Sy i =1 Sx i =1
= = n
= = n
F F
∑ Ai ∑ Ai
i =1 i =1
Para poder definir con rigor y precisión el concepto de Segundo Momento del Área o
Momento de Inercia resulta preciso acudir a ciertos conceptos que se desarrollan en base a
la Teoría de Flexión que veremos en el Capítulo siguiente. No obstante y dado que parece
sensato agrupar la definición y tratamiento de aquellos parámetros que dependen de la
forma y área de las secciones, abordaremos de forma sencilla el concepto que representa
este valor de Momento de Inercia (I). Para ello utilizaremos la sección representada en la
Fig. 4.12, que responde a un área total A y que habíamos contemplado como divisible en
“n” fracciones de área dA.
Podemos definir como Segundo Momento o Momento de Inercia de una sección (A) con
respecto al eje X (Ix) al valor que resulta del producto de cada fracción de área dA en que
podemos subdividir el área en estudio, por el cuadrado de la distancia YA al eje X, de tal
manera que si contemplamos el conjunto de “n” fracciones:
dIx = y² · dA Æ Ix = ∫ A
y 2 ⋅ dA
Para poder evaluar los valores de Momentos de Inercia de secciones de área A resulta
sumamente práctico subdividir la sección en fracciones menores (dA), de tal manera que
éstas permitan entender la sección total como suma de “tiras” muy delgadas y, en todos los
casos, paralelas a los ejes de coordenadas.
dA = (Xa – x) · dy dA = y · dx dA = dx . dy
Para poder determinar el Momento de Inercia según el eje X, es decir Ix, seleccionaremos un
tira paralela al eje X, de grosor dy, de tal manera que todos sus puntos tengan una misma
coordenada y. El momento de inercia dIx se obtendrá, como ya se ha dicho, como el
producto del área de la fracción (dA) por la coordenada y, al cuadrado (y²).
Yb
dIx = y²· dA Æ Ix = ∫ y =0
y ² ⋅ dA
dA = b · dy Æ dIx = y² · b · dy
h h 1
Ix = ∫ 0
y ² ⋅ dA = ∫ o
y ² ⋅ b ⋅ dy =
3
b· h³
dA = b · dy Æ dIx = y² · b · dy
h2 h2 1
Ix = ∫ −h 2
y ² ⋅ dA = ∫ −h 2
y ² ⋅ b ⋅ dy =
12
b· h³
1
I x' = ⋅ b ⋅ h3
36 b ⋅h
Triángulo
1 2
Ix = ⋅ b ⋅ h3
12
1
Círculo Ix = Iy = ⋅π ⋅r4 π ⋅r2
4
1
Ix = Iy = ⋅π ⋅r4
8 π ⋅r2
Semicírculo
1 2
JO = ⋅π ⋅r4
4
1
Ix = Iy = ⋅π ⋅r4
Un cuarto de 16 π ⋅r2
círculo 1 4
JO = ⋅π ⋅r4
8
1
Ix = ⋅ π ⋅ a ⋅ b3
4
1
Elipse Iy = ⋅ π ⋅ a3 ⋅ b π ⋅a⋅b
4
JO
1
(
= ⋅ π ⋅ a ⋅ b ⋅ a2 + b 2
4
)
Otra razón que puede ser de utilidad es la que determina el llamado Momento Polar de
Inercia, que se establece respecto de un “polo”. Si observamos la figura adjunta
determinaremos que el Momento Polar de Inercia (JO) del área A, puede definirse a partir del
producto de la fracción de área (dA) multiplicada por el cuadrado de la distancia (r) que
separa el centro de esta fracción del polo o punto de referencia O. Por tanto:
dJO = r²· dA Æ JO = ∫ r ² ⋅ dA
Resulta posible establecer una relación entre los Momentos de Inercia anteriormente
determinados para las direcciones X e Y, y el Momento Polar de Inercia, de tal manera que si
expresamos el valor de la distancia r en función de las coordenadas de XA e YA podremos
determinar que:
Podemos definir el Radio de Giro de un área, respecto de un eje que pasa por su centro de
gravedad, como la distancia (i) desde el eje en la que se podría disponer el área
concentrada, de tal manera que resulte el mismo Momento de Inercial del Área total.
Es un indicador de la disposición del área de una figura con respecto a su eje y resulta
posible establecer una cierta analogía de cálculo con las expresiones que habíamos
empleado en la determinación de los Momentos de Inercia de un Área en el Apartado 4.7.3,
en donde habíamos determinado que para el caso de una fracción dA el momento
respecto al eje X se podía expresar como:
dIx = y²· dA Æ Ix = ∫ A
y ² ⋅ dA
de tal manera que llamando ix al Radio de Giro respecto a dicho eje X resultará de la
condición:
Ix
Ix = ix2 · A Æ ix =
A
Análogamente resultará el Radio de Giro respecto al eje Y, que se puede expresar como:
Iy
Iy = iy2 · A Æ iy =
A
También podemos determinar el Radio de Giro respecto a un polo O, de la misma manera
que habíamos establecido en el caso de la determinación del Momento de Inercia:
dJO = r²· dA Æ JO = ∫ r ²· dA
Jo
iO =
A
Pudiendo establecer de nuevo la relación entre valores correspondiente a Radio de Giro
Polar y Radio de Giro respecto a los ejes X e Y, conocidas las coordenadas del punto O:
JO = Ix + Iy = ix2 · A + iy2 · A
JO = iO2 · A
iO² = ix² + iy²
R R 1
J0 = ∫ r ² ⋅ dA = ∫ r ² ⋅ 2 ⋅ π ⋅ r ⋅ dR = π ⋅ 4
r =0 r =0 2
r
J0 1 4
IX = Iy = = π⋅
2 4
Los Radios de Giro respecto a los ejes X e Y resultarán:
r r
1
r
r
²
Ix π⋅ 4
4 r²
ix = iy = = = = Æ ix² + iy² =
A π⋅ 2 4 2 2
r r
1
r
r
²
Jo π⋅ 4
2 r²
Fig. 4.18. Radio de Giro Polar. iO = = = = Æ iO² =
A π⋅ 2 2 2 2
∫ A
y 20 ⋅ dA + 2 ⋅ dy ⋅ ∫ A ∫
y 0 ⋅ dA + dy ² ⋅ dA
A
Esta razón se conoce como el Teorema de Steiner(6), que establece que el momento de
inercia de una sección respecto de un eje (Ix) cualquiera será igual a la suma del momento
de inercia respecto de un eje paralelo al anterior que pase por su baricentro (Ix0) más el
área de la sección (A), multiplicada por el cuadrado de la distancia (dy) entre ambos ejes.
Si recordamos la definición de Radio de Giro (i) del Apartado anterior podemos relacionar
también los radios de giro correspondiente a los ejes X y X0, de tal manera que dividiendo la
ecuación anterior por el área de la sección (A):
Ix I dy 2· A
= x0 + Æ i 2x = i 2x 0 + dy 2
A A A
Por tanto resulta posible determinar el Radio de Giro de una sección respecto de un eje
cualquiera (ix) sin más que conocer el Radio de Giro respecto de un eje paralelo a ésta que
pase por el baricentro de la sección (ix0) y la distancia que separa ambos ejes (dy).
(6)Jakob
Steiner (1796 - 1863). Matemático suizo que centró sus trabajos en la geometría, que desarrolló en
el campo sintético. Estableció las bases de la geometría pura moderna, presentando las formas
geométricas y la correlación entre ellas. Analiza por primera vez el Principio de Dualidad, como
consecuencia de las propiedades fundamentales del plano, la línea y el punto.
Se determina como Producto de Inercia (Ix0y0) de una sección cualquiera (A) respecto de
dos ejes cualquiera (Xo e Y0) a partir de la expresión:
Ix0y0 = ∫ A
x 0 ⋅ y 0 ⋅ dA
Definido este valor, resulta posible establecer que para cualquier sección se pueden
determinar dos ejes (X e Y), situados en el baricentro o centroide (C), de tal manera que el
Producto de Inercia (Ixy) de dicha sección respecto a ellos resulta nulo.
A estos ejes (X e Y) se les conoce como Ejes Principales de Inercia y resulta posible
establecer su relación con cualquier otro sistema de ejes (X0 e Y0) que pasen por su
baricentro y que formen con el anterior un ángulo α, de tal manera que:
2 · I x 0y0
tan 2α = −
I y0 − I x 0
De esta expresión podemos deducir que para el caso de secciones simétricas, las más
habituales en nuestro campo, el sistema de coordenadas conformado por el eje de simetría
de la sección y otro perpendicular a éste que pase por el baricentro, conforman los Ejes
Principales de Inercia, resultando que el producto de inercia es nulo.
Bien podríamos decir que una buena parte de nuestro trabajo, enfocado desde el punto de
vista de la Resistencia de Materiales, se fundamenta en ser capaces de determinar las
dimensiones más adecuadas que precisa una sección transversal para ser capaz de
soportar de manera segura, los esfuerzos a que se verá sometida. Por ello establecimos la
necesidad de grafiar el resultado del análisis de estos esfuerzos (Leyes de Esfuerzos), con el
fin de determinar el valor máximo de éstos y su punto de aplicación en el desarrollo de la
pieza.
De esta manera, evaluadas las tensiones pésimas y expresadas a través de los esfuerzos de
la sección, basta conocer la tensión que resulta admisible para poder dimensionar la
sección. Resultará tan sencillo como adoptar unas dimensiones para las cuales no sea
sobrepasado el valor de tensión admisible (normal, tangencial o equivalente).
Pero para que la sección resulte válida también es preciso que cumpla su misión en
condiciones de servicio válidas. Es decir, que como consecuencia del trabajo que desarrolla
no se produzcan deformaciones (o desplazamiento) que impidan el correcto “uso” de la
pieza. Abandonamos el campo de la Resistencia y entramos en el campo de la Rigidez.
En general, la deformabilidad o rigidez de las piezas para las que de forma habitual
limitemos las condiciones de servicio (elementos lineales de directriz horizontal-vigas) vendrá
caracterizada por el valor de la flecha (δ) y por el ángulo de giro resultante (θ) y a ello
destinaremos preferentemente el Capítulo 6.
(7) Esfuerzo (De esforzar. Proviene de la raíz latina “fortis", precedida del prefijo "ex" expresa la idea de movimiento hacia fuera).
1. m. Empleo enérgico de la fuerza física contra algún impulso o resistencia.
2. m. Empleo enérgico del vigor o actividad del ánimo para conseguir algo venciendo dificultades.
• Esfuerzo axil, identificado como aquel que actuando provoca en la pieza una
modificación de su forma en la directriz de la pieza, tratando (básicamente) de
alargarlo o de acortarlo según el sentido de la fuerza. Diremos que serán esfuerzos de
compresión cuando el esfuerzo provocado se oriente hacia el centro de la pieza,
tratando de acortarla. Serán de tracción cuando el sentido de las fuerzas trate de
estirar o de alargar la pieza.
• Esfuerzo cortante, que bien podemos determinar como aquel cuya acción provoca
en la pieza un efecto de desgarro o cizalladura.
• Esfuerzo torsor, fácilmente identificable como aquel que concurrente en una pieza
trata de “retorcela” o torsionarla.
• Momento, aquel cuya existencia trata de provocar el “giro” de la pieza y que según
su posición con respecto al plano que contiene al eje longitudinal o directriz de la
pieza se pueden subdividir en:
• Se producen en el plano que contiene al eje longitudinal.
• Flexión (flector), en el que la deformación que experimenta la pieza se
traduce en un giro contenido en el plano del eje longitudinal, de tal
manera que parte de las fibras de la sección se alargarán (tracción) y
parte de las fibras se acortarán (compresión).
• Se producen en un plano normal al eje longitudinal.
• Torsor, identificable porque genera que la sección trate de “retorcerse”.
• Variables, en tanto que durante su existencia pueden variar de valor y/o signo,
asociándose frecuentemente a estados o procesos de fatiga, debidos a cargas
cíclicas.