Evaluacion Davini
Evaluacion Davini
Evaluacion Davini
CAPITULO 11 6
EVALUACIÓ N
Como síntesis de la enseñanza, la evaluación recapituladora apunta a valorar los logros de los alumnos,
una vez terminada una secuencia de enseñanza completa. Integra la valoración de productos y procesos:
• Interpretando los logros en relación con el punto de partida y del proceso seguido.
• Realizando un balance equilibrado entre la homogeneidad de los resultados buscados y las diferencias
de cada grupo o individuo.
• Estableciendo un nivel de rendimiento alcanzado.
• Reconociendo el esfuerzo.
• Identificando las ayudas apropiadas que el alumno necesita.
• Sirviendo de base para la reorientación de las propuestas de enseñanza futuras.
En todos los casos, en todos los momentos y según sus características, la evaluación permite formular el
juicio sobre el mérito de las actividades programadas, a fin de fundamentar sistemáticamente la toma de
decisiones de los profesores en cada contexto.
Con relación a los profesores y la enseñanza, la evaluación provee efectos positivos para:
• Facilitar el diagnóstico de los estudiantes.
• Guiar las decisiones en la programación y en el desarrollo de la enseñanza.
• Controlar la marcha del aprendizaje y sus resultados.
• Detectar dificultades y recuperar positivamente los errores de los alumnos.
• Modificar la marcha de las actividades programadas, sin esperar que se completen o sea tarde.
• Mejorar las actividades de enseñanza y los programas.
• Mejorar la enseñanza y la evaluación, aprendiendo de la experiencia.
• Fortalecer la visión de "los buenos alumnos" como aquellos que alcanzan altos puntajes (éxitos) en
pruebas cognitivas, en detrimento de que sean mejores estudiantes (más reflexivos y con más iniciativa y
creatividad) y mejores personas. Finalmente, es necesario destacar que gran parte de la va liosa gama de
aprendizajes que se espera impulsar a través de la enseñanza no son posibles de evaluar por pruebas
escritas, exámenes o cuestionarios académicos. Estas informaciones se recogen y registran a través de
distintas estrategias e instrumentos y a lo largo de la enseñanza.
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LA EVALUACIÓN AUTÉNTICA Y NUEVAS ESTRATEGIAS DE EVALUACIÓN
La evaluación implica una valoración integral e integrada de la variedad y la riqueza de aprendizajes
propuestos por la enseñanza. Reducirla a pruebas de conocimientos acaba desvalorizando o simplemente
eliminando aquellos propósitos. Aun desde lo cognitivo, estas formas clásicas de evaluación muchas
veces sólo provocan la recordación de datos o las res-puestas esperadas por el profesor. En este sentido,
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es importante remarcar que, utilizadas en forma regular y constante, los alumnos acaban aprendiendo
según la forma en que, luego, suelen ser evaluados, alimentando las rutinas o la búsqueda de "sacar
ventaja" de lo ya conocido y esperado. Ello deforma el valor que la evaluación podría tener para la
mejora de la educación y la formación de los estudiantes.
Mirando más allá de las escuelas, en el cambiante y complejo mundo contemporáneo (y también en el
mundo del trabajo) se tiende hoy a valorar otros atributos, como la capacidad para resolver problemas y
formular un plan de acciones, la responsabilidad, la autoestima, la honestidad, la iniciativa y la
capacidad para enfrentar los cambios, el respeto a la diversidad, y la capacidad para trabajar con otros,
entre otras disposiciones relevantes.
Muchas veces estas disposiciones grupales y personales son formuladas como intenciones eduíjativas en
las escuelas y universidades. Pero, luego, no son efectivamente consideradas al evaluar.
Partiendo de estos problemas, se ha originado un movimiento dirigido a reformular la evaluación
educativa, conocido como la evaluación auténtica, a través de dos grandes estrategias:
• Utilizar otras herramientas e instrumentos de evaluación que, en general, o no son usados o son
relegados a un segundo plano.
• Acercar la evaluación al proceso de enseñanza y no sólo a un momento de cierre final.
Este movimiento sostiene la necesidad de la evaluación auténtica, definida como las formas de trabajo
que reflejen las situaciones de la vida real, desafiando a los estudiantes a poner a prueba aquello que han
aprendido (Archibald y Newman, 1988; Sheppard, 1989; Wiggins, 1989).
Hargreaves, Earl y Ryan (2000, pág. 208 y ss.) sintetizan los rasgos centrales de las propuestas del
movimiento para la evaluación auténtica. Entre ellos, destacamos:
• La evaluación a través de producciones o demostraciones reales de aquello que deseamos que los
alumnos sepan y puedan
hacer bien. Por ejemplo, leer e interpretar lo que leen, escribir manifestando sus ideas y utilizando bien
el lenguaje, expresarse oralmente y sostener un discurso claro y organizado, dar a conocer su
creatividad, mostrar su capacidad de investigación, resolver problemas, etcétera.
• Proponer en estas evaluaciones procesos mentales más complejos y estimulantes, que la simple
respuesta a cuestionarios.
• Incorporar la evaluación de una amplia gama de aprendizajes y desarrollo de capacidades
(expresivos, creativos, prácticos, sociales) y no sólo de la esfera del conocimiento.
• Reconocer y facilitar la existencia de más de un enfoque o res-puesta en la producción de los alumnos,
evitando la solución de lo homogéneo y estandarizado.
• Prestar especial importancia a las expresiones personales no pautadas y a los productos reales que
desarrollen.
• Utilizar criterios y estándares de evaluación claros, transparentes y apropiados para esas
producciones o demostraciones.
Con estos principios, la evaluación auténtica se basa en cuatro principales estrategias de evaluación: la
evaluación de rendimiento, los portafolios, los registros personales y los registros de logro.
a) La evaluación de rendimiento supone evaluar a los estudiantes en el proceso mismo del aprendizaje y
en el contexto mismo de las tareas, sea al poner por escrito sus ideas, conocimientos y apreciaciones, sea
en forma práctica, sea en la interacción y el trabajo junto con otros estudiantes. Estas producciones
permiten evaluar, además de los aprendizajes cognitivos, el pensamiento autónomo, la solución de
problemas, las habilidades, el trabajo en equipo, la elaboración de planes de trabajo, la interpretación, la
capacidad comunicativa, entre otros aprendizajes relevantes, durante el desarrollo de las actividades. De
esta forma, la evaluación no es un momento distinto de las tareas mismas que tienen que realizar a lo
largo de la enseñanza y forma parte del proceso de aprendizaje. En otros términos, existe una estrecha
relación entre las tareas y la evaluación misma e innumerables oportunidades de evaluar el rendimiento
personal y grupal en su puesta en práctica.
b) Los portafolios implican la recopilación y el archivo (en una carpeta desplegable, con divisorios de
clasificación interna) de los trabajos, experiencias y producciones significativos, como muestras
documentadas de logros personales. Cada alumno arma su portafolio, pero lo comparte con el profesor y
dialogan sobre sus trabajos. El alumno puede seleccionar materiales que, tal vez, no serían incluidos por
el profesor, pero ello también facilita evaluar la6 percepción misma que el alumno tiene de sus
producciones. Cada divisorio reúne materiales clasificados en distintos logros: informes de
conocimiento, trabajo colaborativo en equipo, elaboración de planes de trabajo, solución de problemas,
expresión y creatividad, etc., ejemplificando una gama de experiencias y aprendizajes.
c) Los registros personales constituyen un libro de anotaciones del alumno, con énfasis en relatos
significativos y experiencias por él valoradas en el aprendizaje y el desarrollo personal. Estos registros
aluden a experiencias realizadas tanto dentro del tiempo escolar como fuera de él, vinculadas con la
enseñanza. El libro de anotaciones expresa una memoria personal con vivencias, valores, desafíos,
dificultades y logros. Los registros son desarrollados por los alumnos, pero los comparten con los
profesores y se los llevan al terminar el curso o al irse de la escuela. Los registros personales son
valiosos para apoyar el auto-conocimiento de los estudiantes.
d)Los registros de logro son elaborados por los profesores sobre las capacidades, las habilidades y los
resultados logrados por el estudiante. Incluye no sólo los logros académicos, también aquellas
cualidades personales desarrolladas en la enseñanza. Constituye una compilación sucinta de logros de
los alumnos en distintas esferas, se registran en forma progresiva y no sólo al final de una secuencia de
enseñanza. Materialmente, puede organizarse en un cuaderno de anotaciones o en un fichero. Las
anotaciones del profesor se comparten con los alumnos y éstos se los llevan al irse de la escuela. Los
registros de logro contribuyen a afianzar la auto-valoración de los alumnos.
Estas distintas herramientas colaboran con la evaluación integral, dado que registran una amplia gama
de aprendizajes y logros de los estudiantes, y no sólo los académicos o cognitivos. Asimismo, integran
la evaluación al proceso mismo de enseñanza, favoreciendo el diálogo entre los estudiantes y los
profesores, y la comunicación de criterios claros y transparentes de valoración de los aprendizajes. Con
ello, la evaluación auténtica ayuda a los estudiantes a ser más conscientes y apoya la motivación por su
participación en la identificación y el registro de sus experiencias, producciones y logros.
EVALUACIÓN Y CALIFICACIONES
Las evaluaciones se completan cuando se comparten y comunican, y cuando se traducen en
calificaciones. Las calificaciones académicas representan una escala convencional de valoración y
medida, de uso extendido en las escuelas, en las universidades y, en general, en el sistema escolar. Como
todo sistema formal de valoración y medida (métrico, de peso, de monedas, etc.) representa una
convención arbitraria y se traduce en escalas. Sin embargo, nada más difícil de medir que el
comportamiento humano y, en particular, el aprendizaje.
Entre las escalas de uso, pueden distinguirse:
• Las escalas cualitativas, que valoran el nivel de logro en un proceso, generalmente en cuatro o cinco
niveles, por ejemplo: "Muy bueno. Bueno, Regular, Insatisfactorio o Incompleto"; "A, B, C y D", siendo
A el nivel más alto y D el nivel de rendimiento que requiere de apoyos para el aprendizaje.
• Las escalas cuantitativas, que intentan medir el rendimiento en escalas numéricas de base 5 (1-5), de
base 10 (1-10), o de base 100 (1-100).
Cualquiera sea el tipo de escalas de calificaciones que se utilicen en ámbitos escolares y académicos, su
uso extendido busca dar unidad y coherencia a las informaciones resultantes de la evaluación realizada
por distintos profesores, facilitar la comunicación ampliada, por el consenso tácito sobre la calificación,
y agrupar a los estudiantes en niveles de rendimiento.
Sin embargo, estos propósitos son en gran medida ficciones, porque:
• Es sumamente difícil que los profesores tengan criterios unívocos para juzgar un rendimiento. Lo que
para algunos profesores representa una calificación de 10 (diez) puntos, para otro no llegaría a un 7
(siete) (existen márgenes de variación aún mayores).
• El consenso tácito se sostiene por el uso y la ambigüedad. En otros términos, no se sabe si pensamos
en lo mismo cuando definimos rendimiento "Regular" o "Bueno", y cuáles son sus límites o fronteras.
• Los rendimientos en niveles equivalentes de los alumnos ocultan las diferencias. Cada rendimiento es
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el resultado de procesos diversos, supone esfuerzos distintos y variados niveles de compromiso,
potencialidades y méritos. Abandonar las escalas de calificación resulta una empresa
vana e improductiva. En cambio, sí conviene alertar sobre los riesgos y definir criterios para su mejora.
Entre ellos:
• Evitar la tentación del uso de las calificaciones como recurso de poder de los profesores.
• Acordar en conjunto (profesores y alumnos) criterios transparentes de valoración de los logros y
esfuerzos.
• Informar y explicar acerca del porqué de los resultados, favoreciendo la comprensión real.
• Evitar el uso de las calificaciones más bajas como reprobaciones y facilitar, en cambio, que ellas
impliquen la identificación diagnóstica de apoyos adicionales o esfuerzos particulares.
EVALUACIÓN Y AUTO-EVALUACIÓN
En términos generales, los profesores evalúan el proceso y los resultados de aprendizaje, en sus distintas
esferas de intenciones educativas, y los estudiantes se auto-evalúan en su comprensión, habilidad,
esfuerzo y compromiso, así como en sus dificultades y posibilidades.
En los debates educativos, ambos procesos se han planteado, a menudo, como antinomias y aun se ha
relegado el
papel y la responsabilidad de los profesores (y los adultos) para asumir las decisiones de la evaluación y
guiar a quienes aprenden. En estos casos, parecería proponerse que los profesores suspendan o eludan la
evaluación y que los alumnos se evalúen por sí mismos.
En realidad, esta oposición es arbitraria y fruto de una abstracción. Una buena evaluación, realizada por
el profesor, debe colaborar para el desarrollo progresivo y sistemático de la auto-evaluación de los
alumnos.
La auto-evaluación es un elemento fundamental del proceso educativo dado que involucra el
compromiso del alumno con su proceso de aprendizaje y con sus logros. De esta forma, la auto-
evaluación de los alumnos:
• Es esencial para fortalecer, revisar o reorientar sus metas y necesidades.
• Desarrolla habilidades meta-cognitivas, los alumnos com-prenden el proceso seguido y los efectos de
sus decisiones, lo que habilita para aprender a aprender en otras situaciones.
• Contribuye al desarrollo del auto-conocimiento y auto-con-fianza, necesarios para aprender.