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Examen de Conciencia

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Preparación para la confesión

Preparación remota: Nos educamos en la fe por el estudio de


la Palabra, el Catecismo, lectura de los santos, participación en
enseñanzas... La práctica seria de lo que aprendemos. El
examen diario de conciencia
Preparación inmediata: El examen de conciencia antes de
confesar. Vamos a un lugar tranquilo, preferiblemente ante el
sagrario, para orar. Solo Dios puede iluminar sobre nuestra
realidad y darnos los medios para responder a la gracia.

Contemplamos la vida de Jesús y su amor manifiesto en Su


Cruz. "Contemplen al que traspasaron" Jn 19:37. ¿Como he
respondido a tanto amor, a tantas gracias?. Examinamos
nuestra vida ante la ley de Dios. Por eso ayuda tener un
examen escrito que nos recuerde lo que hemos olvidado.
Recordamos que no se trata de sugerencias, Dios nos dio
MANDAMIENTOS. Romperlos es romper nuestra alianza con Dios
y caer en pecado

No se trata tan solo de enumerar pecados sino de descubrir la


actitud torcida del corazón y con DOLOR POR NUESTROS
PECADOS, HACER EL FIRME PROPÓSITO DE NO VOLVER A
COMETERLOS. Siempre hay áreas en las que somos más débiles
y requieren atención especial pero si comprendemos que Cristo
-no la cultura- es la medida, veremos que en todo tenemos
mucho que crecer.
La confesión solo puede hacerse ante un sacerdote

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Pasos y condiciones para una buena Confesión
I. Examen de conciencia: Recordar todos los pecados que
hemos cometido desde la última confesión.
Se trata de examinar nuestra conciencia en oración ante
Dios, a la luz de las enseñanzas de la Iglesia, a partir de
nuestra última confesión. Es paso necesario antes de
hacer una buena confesión. Además es aconsejable hacer
un examen del día antes de dormir.
El fin del examen no es angustiarse con las culpas sino
reconocerlas con seriedad y confianza en Dios para
confesarlas sabiendo que seremos perdonados. Todo el
proceso se mueve en la misericordia infinita de Dios
manifestada en Jesucristo.
Naturalmente, el examen se hace antes de la confesión
para decir después al confesor todos los pecados que se
han recordado; y cuántas veces cada uno, si se trata de
pecados graves.
El examen debe hacerse con diligencia, seriedad y
sinceridad; pero sin angustiarse. La confesión no es un
suplicio ni una tortura, sino un acto de confianza y amor a
Dios. No se trata de atormentar el alma, sino de dar a
Dios cuenta filial.
El examen de conciencia se hace procurando recordar los
pecados cometidos de pensamiento, palabra y obra, o por
omisión, contra los mandamientos de la ley de Dios, de la
Iglesia o contra las obligaciones particulares. Todo desde
la última confesión bien hecha.

II. Arrepentimiento:
Sentir sincero dolor de haber ofendido a Dios
Debemos estar verdaderamente arrepentidos de los
pecados.
Hay 2 tipos de arrepentimiento, uno mejor que el otro:

2
Arrepentimiento imperfecto o atrición: estamos
arrepentidos por temor a las consecuencias del pecado (el
castigo del infierno o la purificación del purgatorio).
Arrepentimiento perfecto o contrición: estamos
arrepentidos porque hemos ofendido a Dios con nuestros
pecados.
La ventaja del arrepentimiento perfecto es que perdona los
pecados veniales, pero también perdona los mortales, si hay la
firme resolución de confesarse en cuanto sea posible.
Para recibir el Sacramento de la Penitencia sólo hace falta
el arrepentimiento imperfecto.
Sin embargo, es claro que a Dios le complace mucho más
el arrepentimiento perfecto. Y las gracias recibidas son
muchas más con este tipo de arrepentimiento.

III. Propósito de la enmienda:


Ocasiones de pecado son personas, actividades, sitios o
cosas que sabemos nos llevan a pecar. Por eso debemos
evitar ponernos en situación de ser tentados, si sabemos
que en esa situación hemos pecado con anterioridad o si
sospechamos que podemos pecar
Es la voluntad resuelta de no pecar más y de evitar las
ocasiones (de pecar). Es una consecuencia del dolor;
pues es imposible concebir un verdadero dolor de los
pecados sin que al mismo tiempo se tenga la resolución
de no cometerlos más

IV. Confesión:
Que consiste en decirle al Sacerdote todos los pecados que
hemos descubierto en el examen de conciencia.
Esta confesión de pecados debe ser:
Sincera: Es decir, sin querer engañar al Sacerdote, pues a Dios
es imposible engañarlo.
Completa: Sin callarse ningún pecado
Humilde: Sin altanería ni arrogancia.
Prudente: Debemos usar palabras adecuadas y correctas, y sin
nombrar personas ni descubrir pecados ajenos.

3
Breve: Es decir, sin explicaciones innecesarias y sin mezclarle
otros asuntos.

V. Satisfacción:
Que consiste en cumplir la penitencia que nos impone el
sacerdote, con la intención de reparar los pecados cometidos. Es
obligatorio cumplir la penitencia, porque es parte del mismo
sacramento
La satisfacción es la penitencia impuesta por el confesor
al penitente para desagraviar, reparar y satisfacer por la
culpa contraída al ofender a Dios. Debe haber voluntad de
aceptar y cumplir la penitencia implicada en la confesión
(pero si no se puede realizar por olvido inculpable, etc, el
sacramento no deja de ser válido).

La restitución. En algunos pecados obliga la restitución.


Así, por ejemplo, debemos restituir el dinero robado. O si
hemos calumniado, debemos aclarar que no era verdad lo
que divulgamos para restituir la fama del prójimo en un
asunto grave. La restitución obliga en la medida de lo
realmente posible, así que si alguien robó y no tiene los
recursos para devolver lo robado, esta obligación queda
en suspenso hasta que los tenga, pues nadie está
obligado a lo imposible. Si para restituir lo podemos
hacer, de algún modo, sin delatarnos de ladrones o de
calumniadores, esto es lícito siempre que sea sin mentir
ni permitir que otra persona -alguien inocente- pueda ser
acusada de nuestro pecado. Muchas veces es sólo asunto
de emplear el criterio y la inteligencia. Para quien no
tenga la verdadera intención de restituir lo robado -en
cuanto esté en posibilidades de hacerlo- la confesión
resulta inútil, pues es requisito para que sea válida.
Esa pequeña oración o recomendación que nos haga el
Sacerdote sirve para remediar parcialmente el castigo
que bien merecen nuestros pecados.
Además de cumplir la penitencia, debemos
acostumbrarnos a dar gracias a Dios por perdonar
4
nuestros pecados y por habernos dejado esa ayuda que
es el Sacramento de la Confesión. Es preferible hacer
este acto de agradecimiento primero y luego cumplir la
penitencia.

Guía para el examen de conciencia


Faltas en relación con:
A.- Los Diez Mandamientos.
B.- Los Siete Pecados Capitales.
C.- Los defectos de carácter.
D.- Las virtudes, actitudes y responsabilidades.
E.- Los dones que Dios nos ha dado para servirle
F.- Las responsabilidades de nuestra vocación

1.- Consideración honrada y cabal de los seis puntos arriba


mencionados, relacionándolos a nuestro pasado y a nuestro
presente.
2.- No omitir nada por el hecho de que nos cause vergüenza o
miedo. La manera más fácil de empezar es preguntándonos:
¿Qué es lo más grave que he hecho?
3.- Determinar en particular las actitudes, los deseos y los
móviles que nos causan malestar.
4.- El inventario ha de hacerse por escrito. Queremos
enfrentarnos a él. Puede ser destruido después si nos parece.
5.- Hacer una relación de lo que corresponde al Debe, así como
al Haber. Reedificaremos basándonos en nuestro Haber.

Por ejemplo:
a) Saber distinguir entre el bien y el mal.
b) Tener buen corazón y amar a nuestro prójimo.
c) Tener deseos de obrar bien.
d) Ver con claridad nuestros deseos y nuestros fracasos.

5
El examen de conciencia
Examen de conciencia consiste en recordar los pecados
cometidos desde la última confesión bien hecha.

A.- Los Diez Mandamientos.

Examina tu conciencia.
Se recuerdan los pecados preguntándose sin prisa lo que se ha
hecho en contra de los mandamientos de la Ley de Dios y de la
Iglesia, con plena advertencia y pleno consentimiento.

Primer Mandamiento
• ¿He admitido en serio alguna duda contra las verdades de la
fe? ¿He llegado a negar la fe o algunas de sus verdades, en mi
pensamiento o delante de los demás?
• ¿He desesperado de mi salvación o he abusado de la confianza
en Dios, presumiendo que no me abandonaría, para pecar con
mayor tranquilidad?
• ¿He murmurado interna o externamente contra el Señor
cuando me ha acaecido alguna desgracia?
• ¿He abandonado los medios que son por sí mismos
absolutamente necesarios para la salvación? ¿He procurado
alcanzar la debida formación religiosa?
• ¿He hablado sin reverencia de las cosas santas, de los
sacramentos, de la Iglesia, de sus ministros?
• ¿He abandonado el trato con Dios en la oración o en los
sacramentos?
• ¿He practicado la superstición o el espiritismo? ¿Pertenezco a
alguna sociedad o movimiento ideológico contrario a la religión?
• ¿Me he acercado indignamente a recibir algún sacramento?
• ¿He leído o retenido libros, revistas o periódicos que van
contra la fe o la moral? ¿Los di a leer a otros?
• ¿Trato de aumentar mi fe y amor a Dios?

6
• ¿Pongo los medios para adquirir una cultura religiosa que me
capacite para ser testimonio de Cristo con el ejemplo y la
palabra?
• ¿He hecho con desgana las cosas que se refieren a Dios?

Segundo Mandamiento
• ¿He blasfemado? ¿Lo he hecho delante de otros?
• ¿He hecho algún voto, juramento o promesa y he dejado de
cumplirlo por mi culpa?
• ¿He honrado el santo nombre de Dios? ¿He pronunciado el
nombre de Dios sin respeto, con enojo, burla o de alguna
manera poco reverente?
• ¿He hecho un acto de desagravio, al menos interno, al oír
alguna blasfemia o al ver que se ofende a Dios?
• ¿He jurado sin verdad? ¿Lo he hecho sin necesidad, sin
prudencia o por cosa de poca importancia?
• ¿He jurado hacer algún mal? ¿He reparado el daño que haya
podido seguirse de mi acción?

Tercer Mandamiento
(1º al 4º Mandamientos de la Iglesia)
• ¿Creo todo lo que enseña la Iglesia Católica? ¿Discuto sus
mandatos olvidando que son mandatos de Cristo?
• ¿He faltado a Misa los domingos o fiestas de guardar? ¿Ha sido
culpa mía? ¿Me he distraído voluntariamente o he llegado tan
tarde que no he cumplido con el precepto?
• ¿He impedido que oigan la Santa Misa los que dependen de
mí?
• ¿He guardado el ayuno una hora antes del momento de
comulgar?
• ¿He trabajado corporalmente o he hecho trabajar sin
necesidad urgente un día de precepto, por un tiempo
considerable, por ejemplo, más de dos horas?

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• ¿He observado la abstinencia durante los viernes de
Cuaresma?
• ¿He rezado alguna oración o realizado algún acto de
penitencia los demás viernes del año en los que no he guardado
la abstinencia? ¿He ayunado y guardado abstinencia el Miércoles
de Ceniza y el Viernes Santo?
• ¿Cumplí la penitencia que me impuso el sacerdote en la última
confesión? ¿He hecho penitencia por mis pecados? ¿Me he
confesado al menos una vez al año?
• ¿Me he acercado a recibir la Comunión en el tiempo
establecido para cumplir con el precepto pascual? ¿Me he
confesado para hacerlo en estado de gracia?
• ¿Excuso o justifico mis pecados?
• ¿He callado en la confesión, por vergüenza, algún pecado
grave? ¿He comulgado después alguna vez?

Cuarto Mandamiento
(Hijos)
• ¿He desobedecido a mis padres o superiores en cosas
importantes?
• ¿Tengo un desordenado afán de independencia que me lleva a
recibir mal las indicaciones de mis padres simplemente porque
me lo mandan? ¿Me doy cuenta de que esta reacción está
ocasionada por la soberbia?
• ¿Les he entristecido con mi conducta?
• ¿Les he amenazado o maltratado de palabra o de obra, o les
he deseado algún mal grave o leve?
• ¿Me he sentido responsable ante mis padres por el esfuerzo
que hacen para que yo me forme, estudiando con intensidad?
• ¿He dejado de ayudarles en sus necesidades espirituales o
materiales?
• ¿Me dejo llevar del mal genio y me enfado con frecuencia y sin
motivo justificado?

8
• ¿Soy egoísta con las cosas que tengo, y me duele dejarlas a
los demás hermanos?
• ¿He reñido con mis hermanos?
• ¿He dejado de hablarme con ellos y no he puesto los medios
necesarios para la reconciliación?
• ¿Soy envidioso y me duele que otros destaquen más que yo
en algún aspecto?
• ¿He dado mal ejemplo a mis hermanos?

(Padres)
• ¿Desobedezco a mis superiores en cosas importantes?
• ¿Permanezco indiferente ante las necesidades, problemas y
sufrimientos de la gente que me rodea, singularmente de los
que están cerca de mí por razones de convivencia o trabajo?
• ¿Soy causa de tristeza para mis compañeros de trabajo por
negligencia, descortesía o mal carácter?
• ¿He dado mal ejemplo a mis hijos no cumpliendo con mis
deberes religiosos, familiares o profesionales? ¿Les he
entristecido con mi conducta?
• ¿Les he corregido con firmeza en sus defectos o se los he
dejado pasar por comodidad? ¿Corrijo siempre a mis hijos con
justicia y por amor a ellos, o me dejo llevar por motivos
egoístas o de vanidad personal, porque me molestan, porque
me dejan mal ante los demás o porque me interrumpen?
• ¿Les he amenazado o maltratado de palabra o de obra, o les
he deseado algún mal grave o leve?
• ¿He descuidado mi obligación de ayudarles a cumplir sus
deberes religiosos y de evitar las malas compañías?
• ¿He abusado de mi autoridad y ascendiente forzándoles a
recibir los sacramentos, sin pensar que por vergüenza o excusa
humana, podrían hacerlo sin las debidas disposiciones?

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• ¿He impedido que mis hijos sigan la vocación con que Dios les
llama a su servicio? ¿Les he puesto obstáculos o les he
aconsejado mal?
• Al orientarles en su formación profesional, ¿me he guiado por
razones objetivas de capacidad y medios, o he seguido más bien
los dictados de mi vanidad o egoísmo?
• ¿Me preocupo de modo constante por su formación en el
aspecto religioso?
• ¿Me he preocupado también de la formación religiosa y moral
de las otras personas que viven en mi casa o que dependen de
mí?
• ¿Me he opuesto a su matrimonio sin causa razonable?
• ¿Permito que trabajen o estudien en lugares donde corre
peligro su alma o su cuerpo? ¿He descuidado la natural
vigilancia en las reuniones de chicos y chicas que se tengan en
casa evitando dejarles solos? ¿Soy prudente a la hora de
orientar sus diversiones?
• ¿He tolerado escándalos o peligros morales o físicos entre las
personas que viven en mi casa?
• ¿Sacrifico mis gustos, caprichos y diversiones para cumplir con
mi deber de dedicación a la familia?
• ¿Procuro hacerme amigo de mis hijos? ¿He sabido crear un
clima de familiaridad evitando la desconfianza y los modos que
impiden la legítima libertad de los hijos?
• ¿Doy a conocer a mis hijos el origen de la vida, de un modo
gradual, acomodándome a su mentalidad y capacidad de
comprender, anticipándome ligeramente a su natural
curiosidad?
• ¿Evito los conflictos con los hijos quitando importancia a
pequeñeces que se superan con un poco de perspectiva y
sentido del humor?
• ¿Hago lo posible por vencer la rutina en el cariño a mi
esposo(a)?

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• ¿Soy amable con los extraños y me falta esa amabilidad en la
vida familiar?
• ¿He reñido con mi consorte? ¿Ha habido malos tratos de
palabra o de obra? ¿He fortalecido la autoridad de mi cónyuge,
evitando reprenderle, contradecirle o discutirle delante de los
hijos?
• ¿Le he desobedecido o injuriado? ¿He dado con ello mal
ejemplo?
• ¿Me quejo delante de la familia de la carga que suponen las
obligaciones domésticas?
• ¿He dejado demasiado tiempo solo a mi consorte?
• ¿He procurado avivar la fe en la Providencia y ganar lo
suficiente para poder tener o educar a más hijos?
• ¿Pudiendo hacerlo he dejado de ayudar a mis parientes en sus
necesidades espirituales o materiales?

Quinto Mandamiento
• ¿Tengo enemistad, odio o rencor hacia alguien?
• ¿He dejado de hablarme con alguien y me niego a la
reconciliación o no hago lo posible por conseguirla?
• ¿Evito que las diferencias políticas o profesionales degeneren
en indisposición, malquerencia u odio hacia las personas?
• ¿He deseado un mal grave al prójimo? ¿Me he alegrado de los
males que le han ocurrido?
• ¿Me he dejado dominar por la envidia?
• ¿Me he dejado llevar por la ira? ¿He causado con ello disgusto
a otras personas?
• ¿He despreciado a mi prójimo? ¿Me he burlado de otros o les
he criticado, molestado o ridiculizado?
• ¿He maltratado de palabra o de obra a los demás? ¿Pido las
cosas con malos modales, faltando a la caridad?
• ¿He llegado a herir o quitar la vida al prójimo? ¿He sido
imprudente en la conducción de vehículos?

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• ¿He practicado o colaborado en la realización de algún aborto?
¿He abortado o inducido a alguien a abortar, sabiendo que
constituye un pecado gravísimo que lleva consigo la
excomunión?
• ¿He contribuido a adelantar la muerte a algún enfermo con
pretextos de evitar sufrimientos o sacrificios, sabiendo que la
eutanasia es un homicidio?
• Con mi conversación, mi modo de vestir, mi invitación a
presenciar algún espectáculo o con el préstamo de algún libro o
revista, ¿he sido la causa de que otros pecasen? ¿He tratado de
reparar el escándalo?
• ¿He descuidado mi salud? ¿He atentado contra mi vida?
• ¿Me he embriagado, bebido con exceso o tomado drogas?
• ¿Me he dejado dominar por la gula, es decir, por el placer de
comer y beber más allá de lo razonable?
• ¿Me he deseado la muerte sin someterme a la Providencia de
Dios?
• ¿Me he preocupado del bien del prójimo, avisándole del peligro
material o espiritual en que se encuentra o corrigiéndole como
pide la caridad cristiana?
• ¿He descuidado mi trabajo, faltando a la justicia en cosas
importantes? ¿Estoy dispuesto a reparar el daño que se haya
seguido de mi negligencia?
• ¿Procuro acabar bien el trabajo pensando que a Dios no se le
deben ofrecer cosas mal hechas? ¿Realizo el trabajo con la
debida pericia y preparación?
• ¿He abusado de la confianza de mis superiores? ¿He
perjudicado a mis superiores o subordinados o a otras personas
haciéndoles un daño grave?
• ¿Facilito el trabajo o estudio de los demás, o lo entorpezco de
algún modo, por ejemplo, con rencillas, derrotismos e
interrupciones?
• ¿He sido perezoso en el cumplimiento de mis deberes?

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• ¿Retraso con frecuencia el momento de ponerme a trabajar o
estudiar?
• ¿Tolero abusos o injusticias que tengo obligación de impedir?
• ¿He dejado, por pereza, que se produzcan graves daños en mi
trabajo? ¿He descuidado mi rendimiento en cosas importantes
con perjuicio de aquellos para quienes trabajo? materiales?

Sexto y Noveno Mandamientos


• ¿Me he entretenido con pensamientos o recuerdos
deshonestos?
• ¿He traído a mi memoria recuerdos o pensamientos impuros?
• ¿Me he dejado llevar de malos deseos contra la virtud de la
pureza, aunque no los haya puesto por obra? ¿Había alguna
circunstancia que los agravase: parentesco, matrimonio o
consagración a Dios en las personas a quienes se dirigían?
• ¿He tenido conversaciones impuras? ¿Las he comenzado yo?
• ¿He asistido a diversiones que me ponían en ocasión próxima
de pecar? (ciertos bailes, cines o espectáculos inmorales, malas
lecturas o compañías). ¿Me doy cuenta de que ponerme en esas
ocasiones es ya un pecado?
• ¿Guardo los detalles de modestia que son la salvaguardia de la
pureza? ¿Considero esos detalles ñoñería?
• Antes de asistir a un espectáculo, o leer un libro, ¿me entero
de su calificación moral para no ponerme en ocasión próxima de
pecado evitando así las deformaciones de conciencia que pueda
producirme?
• ¿Me he entretenido con miradas impuras?
• ¿He rechazado las sensaciones impuras?
• ¿He hecho acciones impuras? ¿Solo o con otras personas?
¿Cuántas veces? ¿Del mismo o distinto sexo? ¿Había alguna
circunstancia de parentesco o afinidad que le diera especial
gravedad? ¿Tuvieron consecuencias esas relaciones? ¿Hice algo
para impedirlas? ¿Después de haberse formado la nueva vida?

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¿He cometido algún otro pecado contra la pureza?
• ¿Tengo amistades que son ocasión habitual de pecado? ¿Estoy
dispuesto a dejarlas?
• En el noviazgo, ¿es el amor verdadero la razón fundamental
de esas relaciones? ¿Vivo el constante y alegre sacrificio de no
convertir el cariño en ocasión de pecado? ¿Degrado el amor
humano confundiéndolo con el egoísmo y con el placer?
• El noviazgo debe ser una ocasión de ahondar en el afecto y en
el conocimiento mutuo; ¿mis relaciones están inspiradas no por
afán de posesión, sino por el espíritu de entrega, de
comprensión, de respeto, de delicadeza?
• ¿Me acerco con más frecuencia al sacramento de la Penitencia
durante el noviazgo para tener más gracia de Dios? ¿Me han
alejado de Dios esas relaciones?

(Esposos)
• ¿He usado indebidamente el matrimonio? ¿He negado su
derecho al otro cónyuge? ¿He faltado a la fidelidad conyugal con
deseos o de obra?
• ¿Hago uso del matrimonio solamente en aquellos días en que
no puede haber descendencia? ¿Sigo este modo de control de la
natalidad sin razones graves?
• ¿He usado preservativos o tomado fármacos para evitar los
hijos? ¿He inducido a otras personas a que los tomen? ¿He
influido de alguna manera —consejos, bromas o actitudes— en
crear un ambiente antinatalista?

Séptimo y Décimo Mandamientos


• ¿He robado algún objeto o alguna cantidad de dinero? ¿He
reparado o restituido pudiendo hacerlo? ¿Estoy dispuesto a
realizarlo? ¿He cooperado con otros en algún robo o hurto?
¿Había alguna circunstancia que lo agravase, por ejemplo, que

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se tratase de un objeto sagrado? ¿La cantidad o el valor de los
apropiado era de importancia?
• ¿Retengo lo ajeno contra la voluntad de su dueño?
• ¿He perjudicado a los demás con engaños, trampas o
coacciones en los contratos o relaciones comerciales?
• ¿He hecho daño de otro modo a sus bienes? ¿He engañado
cobrando más de lo debido? ¿He reparado el daño causado o
tengo la intención de hacerlo?
• ¿He gastado más de lo que me permite mi posición?
• ¿He cumplido debidamente con mi trabajo, ganándome el
sueldo que me corresponde?
• ¿He dejado de dar lo conveniente para ayudar a la Iglesia?
• ¿Hago limosna según mi posición económica?
• ¿He llevado con sentido cristiano la carencia de cosas
superfluas, o incluso necesarias?
• ¿He defraudado a mi consorte en los bienes?
• ¿Retengo o retraso indebidamente el pago de jornales o
sueldos?
• ¿Retribuyo con justicia el trabajo de los demás?
• En el desempeño de cargos o funciones públicas, ¿me he
dejado llevar del favoritismo, acepción de personas, faltando a
la justicia?
• ¿Cumplo con exactitud los deberes sociales, v. gr., pago de
seguros sociales, con mis empleados? ¿He abusado de la ley,
con perjuicio de tercero, para evitar el pago de los seguros
sociales?
• ¿He pagado los impuestos que son de justicia?
• ¿He evitado o procurado evitar, pudiendo hacerlo desde el
cargo que ocupo, las injusticias, los escándalos, hurtos,
venganzas, fraudes y demás abusos que dañan la convivencia
social?
• ¿He prestado mi apoyo a programas inmorales y anticristianos
de acción social y política?

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Octavo Mandamiento
• ¿He dicho mentiras? ¿He reparado el daño que haya podido
seguirse? ¿Miento habitualmente porque es en cosas de poca
importancia?
• ¿He descubierto, sin justa causa, defectos graves de otra
persona, aunque sean ciertos, pero no conocidos? ¿He reparado
de alguna manera, v. gr., hablando de modo positivo de esa
persona?
• ¿He calumniado atribuyendo a los demás lo que no era
verdadero? ¿He reparado el daño o estoy dispuesto a hacerlo?
• ¿He dejado de defender al prójimo difamado o calumniado?
• ¿He hecho juicios temerarios contra el prójimo? ¿Los he
comunicado a otras personas? ¿He rectificado ese juicio
inexacto?
• ¿He revelado secretos importantes de otros, descubriéndolos
sin justa causa? ¿He reparado el daño seguido?
• ¿He hablado mal de otros por frivolidad, envidia, o por
dejarme llevar del mal genio?
• ¿He hablado mal de los demás —personas o instituciones—
con el único fundamento de que "me contaron" o de que "se
dice por ahí"? Es decir, ¿he cooperado de esta manera a la
calumnia y a la murmuración?
• ¿Tengo en cuenta que las discrepancias políticas, profesionales
o ideológicas no deben ofuscarme hasta el extremo de juzgar o
hablar mal del prójimo, y que esas diferencias no me autorizan
a descubrir sus defectos morales a menos que lo exija el bien
común?
• ¿He revelado secretos sin justa causa? ¿He hecho uso en
provecho personal de lo que sabía por silencio de oficio? ¿He
reparado el daño que causé con mi actuación?

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• ¿He abierto o leído correspondencia u otros escritos que por su
modo de estar conservados, se desprende que sus dueños no
quieren darlos a conocer?
• ¿He escuchado conversaciones contra la voluntad de los que
las mantenían?

B.- Los siete Pecados Capitales.


1.- La Soberbia:
Opinión demasiado buena que tiene uno de sí mismo.
Admiración excesiva del propio yo. El orgullo hace que uno sea
su propia ley, su propio juez en cuestiones de moral y su propio
Dios. El orgullo engendra la censura, la maledicencia, las frases
hirientes y la difamación de la personalidad de otros, que infla
más nuestro "EGO". El orgullo hace que califique uno de
imbéciles a quienes no están de acuerdo con uno.
Preguntémonos:
¿Asumo actitudes de jactancia o vanagloria?
¿Me produce engreimiento que se hable de mi?
¿Soy acaso hipócrita?
¿Pretendo ser lo que no soy?
¿Soy terco?
¿Rehúso renunciar a mi voluntad o capricho?
¿Nunca doy mi brazo a torcer?
¿Soy voluntarioso/a? ¿Me causa resentimiento todo lo que
contraría mi voluntad?
¿Me peleo cada vez que mis deseos son amenazados?
¿Soy desobediente? ¿Soy renuente a someterme a las
decisiones de quienes legítimamente son mis superiores?
¿Rehusó someterme a la Voluntad de Dios?

2.- La avaricia:
Apego desordenado a las riquezas. Perversión del derecho que
Dios nos ha concedido de poseer cosas.
17
¿Quiero tener dinero como una finalidad en sí?
¿Deseo tenerlo como un medio para lograr una finalidad, como
satisfacer necesidades de mi espíritu y de mi organismo?
¿Carezco de honradez? ¿Hasta qué grado y en qué forma?
¿Correspondo con toda honradez, con mi trabajo al pago que
por desempeñarlo se me da?
¿Cómo empleo el dinero que gano?
¿Soy tacaño (a) con mi familia?
¿Siento apego al dinero en sí?
¿Hasta qué grado llega mi amor al lujo?
¿En qué forma ahorro dinero?
¿Me valgo de trampas o no me detiene el hecho de que un
negocio no sea limpio con tal de hacer y ganar dinero?
¿Trato de engañarme a mí mismo (a) y cierro los ojos en casos
como estos?
¿Le llamo ahorro a lo que sé que es tacañería?
Cuando se trata de negocios que pueden dejarme utilidades
considerables, pero que obviamente son de mala fe, ¿trato de
justificarme diciendo que "son negocios de gran envergadura"?
¿Confundo lo que es un atesoramiento irrazonable, con lo que
es asegurar el porvenir propio y de mi familia?
Si en la actualidad no tengo dinero, ni ningún bien económico,
¿qué me propongo hacer para llegar a tenerlo?
¿Me valdría de medios poco limpios para lograrlo?

3.- La lujuria:
Afición desordenada a los placeres de la carne. Deseo excesivo
de los placeres de la carne.
¿Soy culpable de Lujuria en cualquiera de sus formas?
¿Trato de justificarme cuando doy rienda suelta a mi apetito
sexual, diciéndome que mis desmanes son "necesarios para la
salud" o la expresión de mi individualidad?
¿Tengo relaciones sexuales extra-maritales?

18
Si soy casado, ¿me conduzco como un hombre o como una
bestia? ¿Realmente creo que la lujuria es amor?
¿Sé en el fondo de mí mismo que la lujuria no es amor y que el
amor no se reduce al sexo?
¿Creo que la cuestión sexual no es mas que una parte del amor,
una de las formas en que se manifiesta y que moralmente se
limita al matrimonio?
¿He cometido excesos de lujuria que hayan afectado a mi razón
en alguna de las siguientes formas:
a.- Pervirtiendo mi modo de ver y de entender, hasta hacer que
no pueda discernir la verdad?
b.- Menguando mi prudencia y por consiguiente dañando mi
sentido de los valores, con el resultado de cometer desatinos?
c.- Amando mi egoísmo y como consecuencia, falta de
consideración de mi parte?
d.- Debilitando mi voluntad hasta llegar a perder la facultad
para tomar una decisión y convertirme en un ser voluble?
¿Es posible que Dios, tal como lo concibo, le conceda lo que le
pida a una persona relajada en sus costumbres sexuales, dentro
o fuera del matrimonio?
¿Aprobaría Dios mis hábitos sexuales?

4.- La envidia:
Disgusto o pesar del bien ajeno.
¿Me molesta que otros sean felices o tengan éxitos tal cómo si
esa felicidad o ese éxito, fuese algo que me lo hubiesen quitado
a mí?
¿Me causan resentimiento aquellos que son más inteligentes que
yo, porque envidio que lo sean?
¿Censuro lo que hacen otros porque para mis adentros, quisiera
haberlo hecho yo, por el honor o el prestigio que eso trae?
¿Soy envidioso al grado de tratar de menguar la personalidad de
alguien intrigando insidiosamente contra él?

19
¿Propago chismes?
¿Creo que son envidiosos aquellos que llaman hipócritas a
quienes aunque sujetos a error como todo ser humano, tratan
de cumplir con los preceptos de su religión? ¿ Soy culpable en
ese sentido?
¿Califico de presumidos a quienes son bien educados o
instruidos, porque les envidio esas ventajas?
¿Es real el aprecio que manifiesto por otros?
¿Envidio a alguien por alguno de los motivos mencionados o por
cualquier otro?

5.-La ira:
Cólera, enojo, apetito de venganza. Irritación, movimiento
desordenado del alma ofendida. Molestia.
¿Me dejo llevar por la ira?
¿Tengo arranques de cólera?
¿Siento deseos de venganza?
¿Juro que: "esto me lo pagarán"?
¿Recurro a la violencia?
¿Soy susceptible, sensitivo o impaciente con exceso?
¿Me molesto por cualquier cosa?
¿Murmuro o refunfuño?
¿Ignoro que la ira es un obstáculo para el equilibrio de la
personalidad y para el desarrollo espiritual?
¿Me doy cuenta de que la ira rompe el equilibrio mental y por
consiguiente, impide juzgar acertadamente?
¿Dejo que me maneje la ira, cuando sé que me ciega a los
derechos de los demás?
¿Cómo puedo justificarme ni el más insignificante berrinche,
cuando sé que la ira rompe la concentración que necesito para
poder cumplir con la voluntad de Dios?
¿Me contagia la ira de otros que por su debilidad se molestan
conmigo?

20
¿Puedo esperar que la Serenidad de Dios llegue a mi alma,
mientras ésta está sujeta a mis accesos de ira, motivados a
veces por insignificancias?

6.- La gula:
Falta de moderación con la comida o en la bebida. Abuso del
placer que Dios ha conferido de comer y beber lo que
necesitamos para nuestra subsistencia.
¿Me debilito moral o intelectualmente debido a mis excesos con
la comida o con la bebida?
¿Acostumbro a comer con exceso, esclavizándome así a los
placeres de la mesa?
¿Creo que el hecho de comer o beber con exceso no afecta a la
moral en mi vida?
¿He bebido o comido con tal exceso que haya vomitado, para
luego seguir bebiendo o comiendo?
Bebo con tal exceso que esto llega a afectarme en alguna de las
siguientes formas:
a) Deteriorando mi mente y mi personalidad?
b) Afectando directamente mi capacidad para concentrarme, mi
memoria y mi manera de juzgar las cosas?
c) Perdiendo mi dignidad y mi responsabilidad social?
d) Llegando a ser un estado crónico en mi vida la
desesperación?
e) Debilitando considerablemente mi voluntad?
f) Llegando a predominar en mí un concepto materialista de la
vida?

7.- La pereza:
Vicio que nos aleja del trabajo, del esfuerzo. Enfermedad de la
voluntad que nos hace descuidar nuestro deber.
¿Soy perezoso (a)?

21
¿Soy dado a la holganza o indiferente cuando se trata de cosas
de orden material?
¿Soy tibio o descuidado en mis oraciones?
¿Desprecio la disciplina?
¿Prefiero leer una novela que algo que requiera un esfuerzo
mental?
¿Soy pusilánime para llevar a cabo lo que moral o
espiritualmente es difícil?
¿Soy descuidado (a)?
¿Siento aversión por lo que signifique esfuerzo?
¿Me distraen fácilmente las cosas de orden temporal de las que
son espirituales?
¿Llega mi indolencia al grado de desempeñar descuidadamente
mi trabajo?

C.- Los defectos de carácter


1.- Egoísmo:
Inmoderado amor de uno mismo que le hace pensar únicamente
en su interés personal. Egocentrismo.
Tendencia a considerarse el centro del Universo. (Aquí se hace
lo que yo diga y punto.) Al egocéntrico le parece que el mundo
gira a su alrededor. Le gustaría bailar pero no se atreve a
hacerlo, porque siente temor a parecer torpe. Al acometer
cualquier empresa, siente pánico de dar una impresión
desventajosa de sí mismo, porque podría perjudicar la fachada
postiza que le presenta a la gente.
¿Estoy siempre únicamente pensando en mi interés personal?
¿Me creo el centro del Universo?
¿Atiendo primero mis necesidades que las de mi familia?
¿En las reuniones me siento la persona más importante?
¿Siento excesivo temor cuando me dispongo a bailar?

22
¿Pretendo aparecer ante los demás como una persona
importante?
¿Presento ante otros una "fachada" postiza?

2.- La auto justificación:


Tendencia a justificarse a sí mismo, a probarse a uno mismo
que tiene la razón. Alto grado del arte de justificar la manera de
beber, de comer y la conducta de uno, haciendo malabarismos
mentales. Pretextos que llamamos razones.
¿Me estoy justificando constantemente a mi mismo por errores,
aduciendo algunas de estas razones o pretextos?
a) A partir de mañana, vida nueva...
b) Si no fuera por mi mujer ( esposo) y mis hijos...
c) Si no fuera por mi suegra...
d) Si pudiera empezar de nuevo...
e) Una copa me ayudará a pensar sobre este asunto..
f) Es que hay gente que me ataca los nervios, no las
soporto...
g) Si en un principio hubiera hecho las cosas de otra
manera...

3.- Falta de honradez en la manera de pensar:


Carencia de probidad, de integridad en las reflexiones que uno
hace. Es otra forma de mentir, hasta es posible que usemos
como base una hipótesis de hechos y verdades, pero a través de
una serie de malabarismos mentales, llegamos precisamente a
la conclusión que nos habíamos propuesto llegar.
l. ¿Uso algunos de estos malabarismos o racionalizaciones?
a) Si rompo con esa querida que tengo, me va a hacer un
escándalo y mi mujer que nada sabía, se va a enterar del
enredo en que estaba yo metido.
b) No es justo que mi mujer tenga un disgusto, así es que
mejor deje que las cosas sigan igual.

23
c) La "otra" no tiene ninguna culpa...
d) Si le digo a mi esposa cuánto fue lo que realmente me
dieron de gratificación, todo el dinero se va a ir en pagar
cuentas atrasadas, así que mejor no se lo digo y que viva en
paz.
e) Mi esposa viste bien; en la casa no falta nada, mis hijos
van a un buen colegio; qué más quieren?

4.- Engreimiento
Envanecimiento, orgullo (1 de los 7 pecados capitales)
Cuando cometo una falta y me lo señalan, ¿cuál es mi reacción?
¿Me molesto?
¿Siento lastimado mi amor propio cuando admito mi impotencia
ante algo?
¿Hace el orgullo que yo sea mi propia ley, mi propio juez en
cuestiones de moral, mi propio Dios?
¿Es para mí el orgullo una fuente de censura, de murmuración
mal intencionada, de difamación y de destrucción de carácter?
¿El orgullo hace que yo trate de justificar mis faltas, porque
estoy renuente a admitir que estoy equivocado?

5. – Resentimiento
Disgusto que se experimenta por algo. Es el desagrado
emanado de un daño, real o imaginario, que va acompañado de
exacerbación, de odio. Es uno de los defectos que más nos
perjudica.
¿He sentido odio contra el patrón cuando me han despedido del
trabajo?
¿Me he encolerizado contra aquellas personas que me advertían
que estaba obrando mal en algo?
¿He odiado a alguien a quien se le reconozca el cabal
desempeño de sus obligaciones?
¿Tengo resentimiento contra alguna persona?

24
¿Tengo resentimiento contra a1gún grupo de personas?
¿Contra instituciones?
¿Contra religiones?
¿Contra ideas?
El resentimiento saca a relucir lo peor de nuestra inmadurez
emocional y causa aflicciones tanto a uno mismo como a otros.

6.- Intolerancia
Falta de indulgencia hacia lo que no se puede impedir. Renuncia
a transigir con creencias (religiosas o políticas), ideas,
costumbres, etc., que difieren de las de uno.
Odio a otros por el hecho de ser:
a) ¿Judíos? ¿Negros? ¿Indios?
b) ¿Por pertenecer a otra religión que no es la mía?
c) ¿O porque son ciudadanos de determinado país?
d) ¿Ha escogido alguien el color de la piel con que ha nacido?

7.- Impaciencia
Carencia de la cualidad de saber esperar con tranquilidad las
cosas que tardan.
¿Cuando alguien me hace esperar, recuerdo mis
impuntualidades?
¿Soy paciente en 1as reuniones, en el cine, en la Iglesia, en el
mercado, en el tráfico, etc. ?

8.- Envidia
a) Mi vecino cambia de auto cada año porque le está yendo bien en
los negocios, pero yo siento que me está haciendo quedar mal a
mí; para tratar de salvar las apariencias, ¿hago lo posible por
ridiculizarlo?

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b) Mi cuñado es un hombre dedicado a su familia, trabajador y
decente. ¿Digo yo de él que es un tipo infuloso porque quisiera
ser como él?
c) ¿No me he dicho alguna vez: "Si yo hubiese tenido las
oportunidades que fulano de tal ha tenido, estaría tan bien o
mejor que el"?

9.- Hipocresía
Vicio que consiste en la afectación de una virtud o cualidad que
uno no tiene.
a) ¿Hago obsequios valiosos para calmar la tormenta que desato
con mis malas acciones?
b) Me compro cosas diciéndome que las necesito, pero a mis hijos,
esposo o alguna persona cercana, ¿no les habría podido resolver
una real necesidad?
c) ¿Soy de los que deja pasmada a la gente con sus profundos
conocimientos, pero no tiene un minuto de su tiempo para
dedicarlo a la familia?
d) ¿Hasta qué grado es real lo que pretendo ser ante los demás?

10.-Morosidad
Lentitud, tardanza en hacer una cosa. Posponer las cosas que
uno sabe que tiene que hacer. Dejar las cosas para mañana.
a) ¿Ha habido cosas sin importancia, pero que tenía que hacer,
las cuales dejé para después, hasta llegar el momento en que
me fue imposible hacerlas?
b) ¿Me mimo haciendo las cosas "a mi modo" o trato que haya
orden y disciplina en el desempeño de mis obligaciones
cotidianas?
c) ¿Desempeño a gusto los encargos que se me hacen?
d) ¿Creo que me están cargando la mano o es que soy
demasiado f1ojo y orgulloso?

26
1) ¿Creo que las cosas triviales se vuelven importantes, cuando
se hacen por amor a Dios?

11.- Auto – conmiseración


Compasión, sensibilidad excesiva por el mal que padece uno
mismo. Defecto insidioso de la personalidad y señal de peligro,
al que se debe estar muy alerta.
a) ¿He dicho "Si yo tuviera dinero no tendría que preocuparme"?
b) ¿Me estoy lamentando constantemente de mi situación
económica?
c) ¿Me conmisero demasiado en mis asuntos emotivos?
d) ¿Tengo la idea de que a mí nadie me quiere?
Cuando alguien siente auto-conmiseración, conviene visitar la
sala de cancerosos de un hospital, para poder tener en cuenta
las bendiciones y beneficios que uno ha recibido.

12.- Susceptibilidad excesiva


Exceso de delicadeza, de genio. Nimiedad de carácter.
a) Saludo a un conocido, pero este no me contesta. ¿Me siento
entonces desairado y molesto sin pensar que tal vez no me haya
visto o reconocido?
b) Si no me invitan a una reunión o si no se me invita a hablar en
una sesión, entonces ¿entra en juego mi imaginación y llego a la
conclusión, de que es por que les soy antipático?

13.- Miedo
Sentimiento de inquietud por un peligro real o imaginario. Si
aceptamos ponernos en las manos de Dios y encaramos con
honradez lo que realmente somos, entonces el fantasma del
miedo desaparece.
a) ¿Siento temor en determinados días, sin que haya motivo
justificado?

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b) ¿Siento miedo de quedarme sin trabajo, de quedarme solo, sin
razón para ello?
c) ¿Me invade la inquietud por peligros irreales?
d) ¿He puesto mi vida y mi voluntad al cuidado de Dios?
e) ¿Qué hago cuando me invade el temor, el miedo, la inquietud?

D.- Las virtudes, actitudes y responsabilidades


(corrigiéndonos)
Cuando estamos mal espiritualmente, emocionalmente, existe
un vacío en nuestras vidas, ese vacío para ser llenado requiere
que nos volvamos hacia adentro de nosotros mismos, nos
analicemos, reflexionemos y entremos en contacto con Dios, sea
cual sea la forma en que concibamos a Dios. Él nos irá llenando
y nos indicara l0 que debemos hacer. Y para entrar en contacto
con Dios debemos "limpiarnos" lo más posible, nosotros
mismos, eliminar esos defectos de carácter y reemplazarlos con
elementos más apropiados para llevar una vida más
satisfactoria. No luchemos contra nuestros defectos,
reemplacémoslos.
Lo que sigue a continuación, que no solo sirva para proseguir en
el análisis de la personalidad, sino como guía para la formación
de una nueva personalidad. No se trata de adquirir perfección ni
ningún estado ideal, sino sencillamente de poder llevar una vida
que de por resultado: respeto por sí mismo, afecto y respeto de
los demás para con uno y seguridad en que Dios dirige nuestra
vida.

1.- Las virtudes teologales: Fe, esperanza y


caridad.
A. Virtud de la fe
Creencia, confianza, el acto de dejar al cuidado de Dios o de un
Poder Superior, si se prefiere, aquella parte de nuestro destino
que no podemos regir, teniendo la seguridad de que todo
28
resultará en bien de nosotros mismos. Débil al principio, llega a
convertirse después en una profunda convicción.

1) La fe es un don, pero un don que se adquiere dedicándose a


adquirirlo a través de la aceptación, la meditación y la oración
diaria (orar es hablar con Dios) y del esfuerzo que pone uno de
su parte.

2) De hecho, dependemos de la fe: tenemos confianza en que


tendremos comida al llegar a casa, que al accionar el botón de
la luz, ésta se prende, en que cada persona desempeñe el
trabajo que le corresponde; de otra manera reventaríamos.

3) El grado de confianza que es la fe espiritual, significa la


aceptación de nuestros dones, limitaciones, problemas y de las
pruebas a que estarnos sometidos con igual gratitud, sabiendo
que Dios tiene sus designios para con nosotros.
Teniendo como norma diaria "Hágase tu voluntad", perderemos
el miedo y encontrándonos a nosotros mismos, encontraremos
nuestro destino.

B) Virtud de la esperanza
La fe implica confianza; la esperanza supone fe, pero también
tiende hacia objetivos determinados. Esperanza en el amor, el
progreso, el respeto de sí mismo y de sus allegados. La
esperanza se traduce en la fuerza motriz que hace que nuestra
vida tenga y adquiera propósito.
1) La esperanza es la fuerza que nos conduce en la dirección
que nos indica la fe.
2) La esperanza refleja nuestra actitud. Cuando no tenemos
esperanza nuestra actitud es opaca.

29
C) Virtud de la caridad
"Ahora permanecen estas cosas: la fe, la esperanza y la
caridad; pero la más excelente de ellas, es la caridad" - ( 1
Corintios-13).
1) "La caridad es paciente, es benigna; no es envidiosa, no es
jactanciosa, no se hincha, no es descortés, no es interesada, no
se irrita, no piensa mal: no se alegra de la injusticia, se
complace en la verdad: todo lo excusa, todo lo cree, todo lo
espera, todo lo tolera (1- Corintios-13).
2) En su sentido más profundo, la caridad es el arte de vivir de
una manera realista y plena, guiados por la conciencia espiritual
de nuestras responsabilidades y de nuestra deuda de gratitud a
Dios y a nuestros semejantes.
Análisis: ¿He hecho uso de la fe, la esperanza y la caridad en mi
vida hasta el presente?
¿Cómo puedo aplicarlas en mi nuevo vivir?

2.- Las pequeñas virtudes


a) Cortesía: ¿En realidad tengo miedo de ser gentil, atento?
¿Prefiero actuar con frialdad, con rudeza?
b) Jovialidad: ¿Creo que no son las circunstancias, sino yo
mismo lo que determina mi estado de ánimo?
¿Puedo sentirme alegre si me fijo en lo bello que hay en mi
vida, en la vida?
c) Orden: ¿Vivo el día de hoy y organizo el día de hoy?
¿Creo que el orden es una Ley Suprema en los cielos?
d) Lealtad: ¿Creo que la lealtad es la prueba del sentido de
obligación que tiene el hombre?
e) Empleo adecuado del tiempo: ¿Hago que el tiempo sea
productivo para mí? ¿Abuso del tiempo de que dispongo? ¿En
qué forma? ¿Violo el tiempo de que dispongo? ¿En qué forma?

30
f) Puntualidad: ¿Tengo autodisciplina? ¿Tengo orden? ¿Tengo
consideración para los demás? ¿Soy puntual en mis reuniones,
en mi trabajo, en mis clases? ¿Soy puntual en mis oraciones?

g) Sinceridad: ¿Tengo respeto de mí mismo? ¿De los demás?


¿Soy íntegro conmigo mismo? ¿Con los demás? ¿Es mi
sinceridad convincente? ¿Genera entusiasmo? ¿Es contagiosa a
otros?

h) Comedimiento al hablar: ¿Soy hiriente al hablar? ¿Soy


irreflexivo al hablar? ¿Se han derivado consecuencias
irreparables de mi hablar?

i) Bondad: ¿Creo que la bondad es una de las mayores


satisfacciones que pueden tenerse en la vida? ¿Creo que para
saber realmente qué significa la bondad, debo practicarla?

j) Paciencia: ¿Creo que la paciencia es el antídoto para los


resentimientos? ¿Para la auto-conmiseración? ¿Para la
impulsividad?

k) Tolerancia: ¿Creo que es esta una cualidad que implica


cortesía? ¿Valor? ¿Vivir y dejar vivir?

l) Integridad: ¿Soy honrado conmigo mismo? ¿Con los demás?


¿Soy leal conmigo mismo? ¿Con los demás? ¿Soy sincero
conmigo mismo? ¿Con los demás?

m) Equilibrio: ¿Me tomo a mí mismo muy en serio?


¿Creo que cuando uno aprende a reírse de si mismo, está en
mejores condiciones para ver las cosas, de acuerdo a su
verdadero tamaño?

31
n) Gratitud: La falta de gratitud en una persona es seña1 de
estupidez o de arrogancia o de ambas. La gratitud es
sencillamente el honrado reconocimiento de la ayuda que uno
ha recibido. ¿Soy agradecido con mi familia? ¿Con mis
compañeros, amigos? ¿Con la gente que me tendió la mano?
¿Soy agradecido en mis oraciones?

Análisis:
Considerando las "pequeñas virtudes" ¿en cuales fallé y cómo
contribuyeron mis fallas a mi problema acumulativo? ¿A cuáles
de estas "pequeñas virtudes" necesito prestar particular
atención para formar mi nueva personalidad? ¿Las he aplicado
con mis allegados? El mejor día para empezar a aplicarlas es
hoy. La mejor manera de empezar, es practicar tres o cuatro
hoy mismo. Es preferible empezar con unas cuantas, porque si
tratamos de hacerlo con todas, puede dar por resultado que el
día siguiente estemos tan agobiados, que decidamos descansar.

3.- Actitudes

A) Actitudes hacia Dios:


1) ¿He basado mi aceptación o rechazo de Dios o de un Poder
Superior, en lo que se me inculcó de niño? ¿En lo que he oído
decir? ¿En lectura superficial? ¿En acercamientos emocionales
de mi parte? ¿Podría prepararme para una carrera universitaria
o siquiera para una simple afición o hobbies basándome en lo
mismo? ¿Realmente he hecho algo para buscar a Dios?
2) ¿Aprecio la magnitud de lo espiritual en su aplicación a:
a) ¿Mi vida diaria?
b) ¿Mis problemas?

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c) ¿Mis frustraciones?
d) ¿Mis angustias?
e) ¿Mis amarguras?
f) ¿Mis ocupaciones?

Teniendo en cuenta la necesidad que tengo de cambiar, ¿puedo


aceptar el juicio de Dios, por estimarlo que es mejor que el mío?

3) ¿Si soy de los que manifiestan pertenecer a una religión?,


¿quién ha estado en primer lugar en mi vida, Dios? ¿O yo?

4) Concediendo la posible importancia del desarrollo espiritual,


¿he dedicado tiempo y he estudiado por buscarlo? ¿Me he
despabilado? ¿O estoy dejándome llevar por la corriente y sigo
posponiendo lo que tengo que hacer?

5) ¿Realmente estoy dispuesto a poner mi vida y mi voluntad, al


cuidado de Dios?

B) Actitudes hacia mí mismo:


1) ¿Me he enfrentado a mí mismo honradamente?
¿Lo he evadido soñando despierto, racionalizando mis deseos,
llenándome de resentimientos, conmiserándome? ¿Bebiendo?
2) ¿Estoy satisfecho de mí mismo?
Creo que son satisfactorios: ¿Mi sentido de responsabilidad? ¿Mi
sentido de la moral? ¿El ejemplo que doy?
¿Estoy satisfecho de mis relaciones familiares? ¿No me he
engañado a mí mismo por falta de honradez?

3) ¿He intentado cambiar mi actitud de "ya no puedo con esto"


por la de "solo por hoy" puedo con esto y con mucho más?

33
C) Actitudes hacia la familia:
1) ¿Me acuerdo de los votos que hice cuando me casé?
¿He cumplido con ellos? (Hay que tener mucho cuidado aquí de
no empezar a hacer el inventario de la esposa(o) de uno.
2) ¿Me he granjeado y he conservado el cariño de mis hijos?
¿Quiero que sean honorables, bien adaptados a la vida y felices?
¿Han contribuido a que cuajen esas cualidades, mi ejemplo y lo
que les he inculcado? ¿Cómo ha afectado a mis hijos mi manera
de vivir?
¿Me he hecho merecedor de la confianza y del cariño de mis
allegados, por mi desprendimiento, por mi dedicación a ellos y
por mi ejemplo?
¿Soy un dictador en el seno de mi familia?
¿Me gustaría que mis hijos llegaran a ser como soy yo?

3) Actitudes hacia mi trabajo:


1) ¿Soy de los que llevan a cabo concienzudamente cualquier
cosa que tengan que hacer, por trivial que sea?
2) ¿Estoy cumpliendo con mi trabajo de acuerdo con mi
capacidad? ¿O solo a la mitad de mi capacidad? ¿Estoy
produciendo o simplemente vegeto?
3) ¿He puesto sinceramente algo de mi parte para que sean
satisfactorias mis relaciones con mi patrón (o con mis
empleados)? ¿Con mis compañeros de trabajo? ¿Con las
personas con quien tengo negocios? ¿Han entorpecido esas
relaciones mi resentimiento, mi aspereza, mis engaños y mi
auto-conmiseración?
4) ¿He cumplido mis compromisos con mis clientes, socios, u
otras personas con quienes tengo negocios?

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5) ¿Hay aspectos de mi trabajo que están en desacuerdo con mi
sentido de la moral, pero que los paso por alto diciéndome que
"los negocios son negocios"?

E) Actitudes hacia mis amigos, vecinos y mi comunidad:


1) ¿Cultivo amistades por lo que puedan producirme?
¿Le pongo una etiqueta con su precio a la amistad?
2) ¿Siento verdadero interés por el bienestar de mis vecinos?
¿Por el de la escuela de mi comunidad?
¿Por el de la Iglesia de mi comunidad?
¿O me tienen todas esas cosas sin cuidado?
3) ¿Considero que soy un ciudadano digno?
¿Soy respetado en mi comunidad?
4) ¿Se norman en principios de moral mis relaciones
interpersonales? ¿O es su norma mi "Yo"?

4.- Responsabilidad:
A) Responsabilidad con Dios
1) ¿Busco diariamente una fe más profunda?
¿Practico la que ya tengo a través de la oración, la meditación y
mi actitud?
2) Diariamente ¿aplico poner mi voluntad y mi vida al cuidado
de Dios?
3) ¿Practico los principios espirituales como son: la veneración,
el amor al prójimo, el sentido de la obligación de cumplir con la
moral?
4) ¿He aprendido a sentir gratitud, gracia suprema y clave de la
felicidad?
5) ¿Me levanto a mí mismo el ánimo cuando lo tengo decaído?
6) ¿Me intereso por el bienestar de otros?
7) ¿Venero a Dios en la Iglesia del culto a que pertenezco?

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B) Responsabilidades conmigo mismo:
1) ¿He determinado lo que quiero en la vida?
¿He buscado la ayuda necesaria para lograrlo?
¿Para lograr lo anterior he puesto a funcionar mi entendimiento,
mi honradez, mi esfuerzo y mi tiempo?
2) ¿Cumplo con mis obligaciones diarias, reconociendo que ello
es esencial para mi tranquilidad?
3) ¿Cumplo con el axioma: "Lo primero es lo primero"?
¿Acepto lo que se tiene que aceptar?
¿Me hago trampas engañándome a mi mismo?
4) ¿Trato de ver lo bello que hay en la vida?
¿Me obstino en ver únicamente el aspecto negativo de la vida?

C) Responsabilidad con mi familia:


1) Cuidarla: Se trata de los míos y son parte mía.
¿Realmente quiero yo a mi familia? ¿Los guío? ¿Les doy buen
ejemplo?
¿Los reprendo sin dureza? ¿Tengo yo la iniciativa en mi casa?
¿Los encauzo espiritualmente? ¿Satisfago todas sus necesidades
materiales?
¿Dios ha puesto en mis manos parte del destino de ellos?
2) Quererla: ¿Quiero a mi familia, no con la clase de cariño que
entraña una excesiva complacencia de sí mismo, sino con el
cariño que me impulse a hacer por su porvenir, luchando y
sacrificándome por su bien?
3) Sostenerla: Los míos siempre antes que yo.
¿Antepongo sus necesidades, preocupaciones e intereses a los
que yo tengo?
4) Disfrutarla: ¿Comparto con mi fami1ia sus diversiones y
paseos? ¿Rezo y voy a la Iglesia con ellos?

36
D) Responsabilidades con mi trabajo:
1) Necesito ante todo, equilibrio. ¿Soy flojo en el trabajo? ¿O
soy ordenado y me esfuerzo en él? ¿Trabajo demasiado? ¿Soy
talentoso, hago buen uso de ese don?
¿Tengo siempre en cuenta mis obligaciones espirituales y de mi
familia y las que tengo conmigo mismo?
2) ¿Estoy convencido de que el dinero, como un fin en sí mismo
y como un medio para adquirir autoridad o renombre, tiene
resultados espirituales fatales?
3) ¿Actúo en mi trabajo con la misma ética de mi actuación en
las demás fases de mi vida, si es que quiero estar en paz
conmigo mismo?
4) ¿Soy menos exigente y más productivo en mi trabajo?
¿Creo que siempre hay oportunidades de mejorar
económicamente para quien se supera?
¿Creo que las recompensas dependen de uno?
5) ¿Estoy desempeñando mi trabajo como esperaría que lo
desempeñara alguien que trabaja para mí?

EL DOBLE ELEMENTO DE TODO PECADO


Al hablar del pecado, todos los autores están de acuerdo en
señalar que son dos los elementos que entran en su constitutivo
interno: el alejamiento de Dios y la conversión a las criaturas.
Veremos cada uno por separado.

A. El alejamiento de Dios
Es su elemento formal y, propiamente hablando, no se da sino
en el pecado mortal, que es el único en el que se realiza en toda
su integridad la noción de pecado.

37
Al transgredir el precepto divino, el pecador percibe que se
separa de Dios y, sin embargo, realiza la acción pecaminosa. No
importa que no tenga la intención directa de ofender a Dios,
pues basta que el pecador se dé cuenta de que su acción es
incompatible con la amistad divina y, a pesar de ello, la realice
voluntariamente, incluso con pena y disgusto de ofender a Dios.
En todo pecado mortal hay una verdadera ofensa a Dios, por
múltiples razones:

1) porque es el supremo legislador, que tiene derecho a


imponernos el recto orden de la razón mediante su ley divina,
que el pecador quebranta advertida y voluntariamente;

2) porque es el último fin del hombre y éste, al pecar, se


adhiere a una criatura en la que de algún modo pone su fin;

3) porque es el bien sumo e infinito, que se ve rechazado por


un bien creado y perecedero elegido por el pecador;

4) porque es gobernador, de cuyo supremo dominio se intenta


sustraer el hombre, bienhechor que ve despreciados sus dones
divinos, y juez al que el hombre no teme a pesar de saber que
no puede escapar de Él.’

B. La conversión a las criaturas


Como se deduce de lo ya dicho, en todo pecado hay también el
goce ilícito de un ser creado, contra la ley o mandato de Dios.
Casi siempre es esto precisamente lo que busca el hombre al
pecar, más que pretender directamente ofender a Dios:
deslumbrado por la momentánea felicidad que le ofrece el
pecado, lo toma como un verdadero bien, como algo que le
conviene, sin admitir que se trata sólo de un bien aparente que,

38
apenas gustado, dejará en su alma la amargura del
remordimiento y de la decepción.’

Como ya habíamos dicho, en la inmensa mayoría de los casos el


pecado resulta originado por este segundo elemento. Los
pecados motivados directamente por el primer elemento -el odio
o aversión a Dios- se denominan pecados satánicos.
Además del desorden que implican estos dos constitutivos
internos -rechazo de Dios, mal uso de un ser creado-, hay que
decir también que el pecado conlleva otros desórdenes:

1) Una lesión a la razón natural: todo pecado es una verdadera


estupidez cometido contra la recta razón, pues por el gozo de
un bien finito se incurre en la pérdida de un bien infinito.

2) Una lesión al orden social: la inclinación al mal, que


permanece después del pecado original y se agrava con los
pecados actuales, ejerce su influjo en las mismas estructuras
sociales, que en cierto modo están marcadas por el pecado del
hombre. Los pecados de los hombres son causa de situaciones
objetivamente injustas, de carácter social, político, económico,
cultural, etc. En este sentido puede hablarse con razón de
pecado social, que algunos llaman estructural: todo pecado
tiene siempre una dimensión social, pues la libertad de todo ser
humano posee por sí misma una orientación social (cfr. Exh ap.
post-sinodal Reconciliación y Penitencia de Juan Pablo II, n. 16).

3) Una lesión al cuerpo Místico de Cristo: asimismo, todo


pecado repercute en la Iglesia, pues se desarrolla en el misterio
de la comunión de los santos:’
Se puede hablar de una "comunión del pecado", por el que un
alma que se abaja, abaja consigo a la Iglesia y, en cierto modo,
al mundo entero. En otras palabras, no existe pecado alguno,

39
aún el más estrictamente individual, que afecte exclusivamente
al que lo comete.

DISTINCIÓN DE LOS PECADOS


Nos interesa conocer en los pecados tres distinciones
fundamentales: la teológica, la específica y la numérica.

A. Distinción teológica: es la que existe entre el pecado mortal y


el venial. De esta distinción se hablará con detenimiento más
adelante.
B. Distinción específica: es la que existe entre pecados de
diversa especie o naturaleza. Es una distinción necesaria por el
precepto divino de confesar los pecados graves en su especie
ínfima (ver 5.1.3). Son específicamente distintos:

1) los pecados que se oponen a diversas virtudes: por ejemplo,


la gula, que se opone a la templanza, y el robo, que se opone a
la justicia;
2) los pecados que se oponen a la misma virtud por exceso o
por defecto: por ejemplo, la presunción (exceso desordenado de
la esperanza) y la desesperación (falta de esperanza); o la
soberbia (falta de humildad) y la pusilanimidad (falsa
humildad);
3) los pecados que se oponen a diversos objetos de una misma
virtud: la justicia, por ejemplo, comprende cuatro bienes
diferentes -la vida, la fama, el honor y la propiedad- que
originan cuatro pecados diversos: el homicidio, la murmuración,
la injuria y el robo;’
4) los pecados que quebrantan leyes o preceptos dados por
motivos diversos: por ejemplo, quien omite la asistencia a una
Misa que debe oír por ser domingo y por cumplir una penitencia.

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C. Distinción numérica: es la que existe entre los diversos actos
pecaminosos cometidos.

LA ESPECIE MORAL ÍNFIMA


Interesa tratar este inciso ya que para la confesión sacramental
es preciso declarar los pecados según su especie moral ínfima
(cfr. CIC, c. 988); es decir, que el pecado ha de ser expresado
de forma tal que no admita inferiores subdivisiones en especies
distintas.
Así, no se puede decir tan sólo: me acuso de un pecado contra
la caridad, o de un pecado de lujuria; hay que especificar si fue
de pensamiento, deseo, palabra, de tal obra, etc., añadiendo las
circunstancias que puedan modificar su especie.
En el caso de los pecados mortales, ha de decirse siempre,
además, el número de veces que se cometió.
Si esto resulta muy difícil porque no es fácil recordar, porque
hace muchos años de la última confesión, etc., ha de decirse un
número aproximado (alrededor de 2 veces al mes durante tres
años, por ejemplo).

CLASIFICACIÓN DEL PECADO


El pecado puede clasificarse según el siguiente esquema:
a)
- Original (el pecado de Adán y Eva, que se trasmite a todos los
hombres por generación).
- Personal (el pecado que comete el propio individuo).

b)
- Habitual (es la mancha que deja en el alma el pecado actual.
Se llama también “estado de pecado”).
- Actual (cada transgresión de la ley divina).

c)

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- Interno (si se realiza sólo en la mente o en el corazón, por
ejemplo, odiar).
- Externo (si se realiza exteriormente, con palabras o hechos).
d)
- Formal (cuando se comete a sabiendas de que se quebranta la
ley o, en otras palabras, si se actúa en contra de la conciencia).
- Material (cuando se quebranta la ley involuntariamente, es
decir, la conciencia es recta pero errónea. Es el caso de actuar
por ignorancia invencible).

e)
- De comisión (acción positiva contra un precepto: por ejemplo,
el homicidio).
- De omisión (ausencia de un acto positivamente imperado: por
ejemplo, no oír Misa en día festivo).
f)
Mortal y Venial
Esta última clasificación es la que más nos interesa porque en
un caso, el del pecado mortal, al destruirse la gracia hay un
alejamiento total de Dios que de no rectificarse, supone el
perderlo eternamente. Por lo tanto, está en juego la consecución
o la pérdida del fin último para el que hemos sido creados.

Pecado mortal:
Es una ofensa grave a la Ley de Dios, como por ejemplo, el
asesinato, el aborto, relaciones sexuales fuera o antes del
Matrimonio Eclesiástico, la masturbación, etc.
Un solo pecado mortal mata la Vida de Dios en el alma y es
causa de castigo eterno, a menos que la persona se arrepienta y
se confiese.
Para cometer pecado mortal deben haber 3 condiciones:
Materia grave
La materia grave es precisada por los Diez mandamientos según
la respuesta de Jesús al joven rico: “No mates, no cometas
adulterio, no robes, no levantes testimonio falso, no seas
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injusto, honra a tu padre y a tu madre” (Mc 10, 19). La
gravedad de los pecados es mayor o menor: un asesinato es
más grave que un robo. La cualidad de las personas lesionadas
cuenta también: la violencia ejercida contra los padres es más
grave que la ejercida contra un extraño.
Esta bastante claro. Dice que la gravedad de la materia del
pecado esta precisada en los diez mandamientos, en no cumplir
con las obras de misericordia, en los pecados capitales, los
defectos de caracter; pero se pueden incumplir de forma grave
o leve. La tradición católica se dice que en materia de
sexualidad no hay "parvedad de materia": es decir, que si
alguien comete adulterio, no hay adulterio grave y adulterio
leve, todos son graves. Pero, por ejemplo: una falta de respeto
a los padres, puede ser "de materia grave", y por tanto pecado
mortal, o puede ser materia leve, porque ha sido leve esa falta
de respeto. Lo mismo podríamos decir con las mentiras: no es lo
mismo una "mentira de vanidad", que una calumnia. De
cualquier forma no suele ser de "buen espíritu" que nos
acerquemos preguntando eso de "¿esto es grave o esto es
leve…?"; porque al fondo parece que se quiera justificar lo
"leve" ("si es "leve": barra libre). Eso no está animado por un
buen espíritu. Tal vez lo correcto sería hacer otra pregunta:
"¿esto le agrada al Señor, el Señor quiere esto de mí?; ahí hay
otro espíritu. Claro está, que se pueden hacer preguntas
"objetivas" sobre la gravedad del pecado; pero que no nos
mueva el "espíritu de la casuística", detrás está la tentación de
seguir el espíritu de este mundo, queriendo estar a "dos
juegos": evitando el pecado mortal, pero sin combatir los
veniales: eso no le agrada al Señor. Dice que la gravedad de los
pecados depende también de " La cualidad de las personas
lesionadas"; A parte del ejemplo que pone aquí también se
puede decir: Es más grave un aborto, que un asesinato: ¡así de
claro!: en el aborto estas matando a tu propio hijo. Es necesario
abrir los ojos ante esto, algunos pecados graves, esta sociedad
los ha trivializado, pero la gravedad se mantiene.
Pleno conocimiento de que es grave
Pleno consentimiento para hacer lo que la persona sabe bien
que es grave.
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Criterios para detectar un pecado mortal
La Iglesia nos enseña que hay tres aspectos que uno debe
cuestionarse para determinar si algo es o no un pecado mortal:

1. ¿Es materia grave?


En otras palabras, ¿es una ofensa seria y directa contra los
Mandamientos de Dios? Una guía práctica para responder esta
pregunta la encontramos en los Diez Mandamientos[2]. Se debe
considerar el pecado en sí mismo, pero también el daño que ha
causado (un pecado contra nuestros padres puede ser mucho
más grave que si lo hubiésemos cometido a un extraño), y así
como también el daño causado por el mismo (por ejemplo,
robar $20000 a tu jefe, es mucho más grave que robarte un
lápiz del trabajo).
Básicamente, para que un pecado sea considerado como “de
materia grave”, debe ser una gran ofensa a las Leyes de Dios –
y por tanto a Dios –, y que puede además causar mucho daño.

2. ¿Tengo plena consciencia del acto pecaminoso?


Plena consciencia implica saber con certeza que lo que se
hace es pecado. Por ejemplo, si alguien jamás estuvo
consciente de que la contracepción (control artificial de la
natalidad) era un pecado y contrario al plan de Dios con
respecto al sexo, esa persona no podría considerarse
plenamente culpable (es decir, merecer una culpa) por dicho
pecado. Así es señores, el conocimiento es un poder que implica
una gran responsabilidad, algo que san Pedro conocía muy bien
y nos lo transmitió mucho antes que el tío de Spiderman[3].

3. ¿El pecado se llevó acabo con pleno


consentimiento?
Quiere decir que el acto se realizó libremente luego de una
decisión consciente. Las acciones que son realizadas bajo
amenaza o algún tipo de fuerza (como que nos apunten con un
arma en la cabeza, o algo así de dramático), o acciones que son
efectuadas en un momento en que la consciencia no es plena y
hay falta de lucidez (por ejemplo, bajo la influencia de drogas,
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alcohol o una situación psicológica particular) pueden limitar el
grado de culpa de la persona. Pero OJO, esto en ningún
momento quiere decir que la acción en sí misma no es un
pecado; sino que la persona puede no ser culpable del todo.
Y así, para que un pecado sea considerado pecado mortal,
deben estar presentes LAS TRES condiciones. En resumen: un
pecado es mortal cuando hay materia grave, y hay pleno
conocimiento de su pecaminosidad, y se ha elegido libremente
cometerlo. Si alguna de estas condiciones no se cumple, el
pecado no sería mortal sino venial.

Pecado venial:
Es una ofensa menos grave a Dios, que no mata la Vida de Dios
en el alma, pero sí la debilita y predispone a la persona a
cometer pecados más graves. Por eso es conveniente
confesarse aunque haya sólo pecados veniales.
Los pecados veniales no son causa de castigo eterno, pero sí
impiden que vayamos al Cielo y requieren la purificación del
Purgatorio.

CONDICIONES PARA QUE HAYA PECADO VENIAL


Un pecado puede ser venial por dos razones:
1) Porque la materia es leve (por ejemplo, una mentira jocosa,
falta de aprovechamiento del tiempo en los estudios -que no
tienen consecuencias graves en los exámenes-, una pequeña
desobediencia a los padres, etc.).
2) Porque siendo la materia grave, la advertencia o el
consentimiento no han sido perfectos (por ejemplo, los
pensamientos impuros semi-consentidos, una ofensa en un
partido de fútbol por apasionamiento, etc.)
Conviene tener en cuenta también que el pecado venial
objetivamente considerado puede hacerse subjetivamente
mortal por las siguientes causas:

1) Por conciencia errónea (por ejemplo, si se cree que una


mentira leve es pecado grave, y se dice, se peca gravemente).
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2) Por un fin gravemente malo (por ejemplo, si se dice una
pequeña mentira deseando cometer, gracias a ella, un hurto
grave).

3) Por acumulación de materia (por ejemplo, cuando se roba 10


más 10 más 10...).

4) Por el grave detrimento que se siga del pecado venial:

a) de daños materiales (por ejemplo, el médico que por un


descuido leve ocasiona la muerte del paciente);
b) de peligro de pecado mortal (por ejemplo, el que por
curiosidad acude a un espectáculo sospechando que es para él
ocasión de pecado);
c) por peligro de escándalo (por ejemplo, el que inventa
aventuras que llevan a otros a cometer pecados).

EFECTOS DEL PECADO VENIAL


“El pecado venial

- debilita la caridad,
- entraña un afecto desordenado a bienes creados,
- impide el progreso del alma en el ejercicio de las virtudes y la
práctica del bien moral,
- merece penas temporales,
- el pecado venial deliberado y que permanece sin
arrepentimiento, nos dispone poco a poco a cometer el pecado
mortal.

No obstante, el pecado venial no nos hace contrarios a la


voluntad y la amistad divinas; no rompe la Alianza con Dios. Es
humanamente reparable con la gracia de Dios. No priva de la

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gracia santificante, de la amistad de Dios, de la caridad, ni, por
tanto, de la bienaventuranza eterna”

PECADOS ESPECIALES
Algunos pecados especiales se agrupan bajo los siguientes
nombres:

A. Pecados contra el Espíritu Santo


“El que blasfeme contra el Espíritu Santo no tendrá perdón
nunca, antes bien será reo de pecado eterno” (Mc. 3, 29; cfr.
Mt. 12, 32; Lc. 12, 10). No hay límites a la misericordia de Dios,
pero quien se niega deliberadamente a acoger la misericordia de
Dios mediante el arrepentimiento rechaza el perdón de sus
pecados y la salvación ofrecida por el Espíritu Santo. Semejante
endurecimiento puede conducir a la condenación final y a la
perdición eterna (Catecismo, n. 1864).

PECADOS CONTRA ELESPIRITU SANTO


Los pecados contra el Espíritu Santo son seis y se llaman
estos pecados particularmente pecados contra el Espíritu
Santo, porque se cometen por pura malicia, lo que es
contrario a la bondad que se atribuye al Espíritu Santo
(Tercer Catecismo de la Doctrina Cristiana de San Pío X )

1° Desesperanza de la salvación:
Ocurre cuando la persona ha pecado tanto que entra en
desesperación encontrando que no hay más salvación
para ella. Queda convencida de que no hay solución y que
su destino es el infierno. NOTESE QUE EN ESTE CASO LA
PERSONA NO SE CONFIESA PORQUE CREE QUE NO VALE
LA PENA Y QUE ESTA DEFINITIVAMENTE CONDENADA.

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2° Presunción de la salvación sin merecimiento:
Ocurre cuando la persona se haya tan virtuosa que piensa
que ya está en el Cielo y por eso por más que haya hecho
algún pecado, Dios la perdonará. Implica un sentimiento
de orgullo hallando que esta salvada por lo que ya hizo en
la vida. NOTESE QUE EN ESTE CASO LA PERSONA NO SE
CONFIESA PORQUE LO HAYA INECESARIO; CREE QUE YA
ESTA SALVADA.

3° Negar la verdad conocida como tal:


Ocurre cuando la persona se juzga “dueña de la verdad” y
por eso no cree las verdades de fe por puro orgullo.
NOTESE QUE EN ESTE CASO LA PERSONA NO SE
CONFIESA PORQUE HAYA QUE ESTA CORRECTA Y QUE NO
HAY NADA QUE CONFESAR. NI CONSIDERA EL PECADO DE
DUDA DE LAS VERDADES DE AL FE O ASÍ MISMO NEGAR
LAS VERDADES DE LA FE. LA PERSONA ENCUENTRA QUE
ESTA CORRECTA Y QUE ESA CERTEZA ES
ABSOLUTA. CONSIDREA QUE SABE MAS QUE LA MISMA
IGLESIA Y CON ESO NIEGA QUE EL ESPIRITU SANTO
AUXILIA AL SAGRADO MAGISTERIO DE LA IGLESIA.

4° La envidia de la gracia fraterna:


Ocurre cuando las personas tienen envidia de la gracia
que Dios da a otro. E envidioso se enoja porque su
prójimo alcanzó algo bueno y por eso se rebela contra
Dios. Es el caso de Caín y Abel. Caín mató a Abel por
envidia. NOTESE QUE EN ESTE CASO LA PERSONA NO SE
CONFIESA PORQUE SE REVELA CONTRA DIOS Y NO TIENE
ARREPENTIMIENTO EN SU CORAZON.

5° La obstinación en el pecado:

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Es quien peca no por debilidad, sino por malicia. Peca no
simplemente porque tuvo una tentación, sino porque AMA
pecar. AHORA, SI AMA PECAR, NO SE CONFIESA, PORQUE
QUIERE CONTUNUAR EN EL PECADO.

6° La impenitencia final:
No es difícil de entender este pecado, pues una persona
que viene pecando al vida entera, al final de su existencia
continúa siendo impenitente y no arrepintiéndose de todo
lo que hizo de malo. Es el supremo y final rechazo a Dios.
Aunque estando al final de la vida y sabiendo que va a
morir, la persona no quiere cambiar de vida. ESTA NO SE
CONFIESA PORQUE RECHAZA A DIOS HASTA EN ESTA
HORA EXTREMA.

CONSIDERACIONES FINALES: Como se puede ver, lo


pecados contra el Espíritu Santo son pecados de pura
maldad, no de debilidad, o sea, la voluntad de la persona
está endurecida de tal forma que ella JAMAS SE
CONFESARA porque NO SE QUIERE CONFESAR. Dios da a
todos la oportunidad de salvarse y de ir al Cielo, pero
quien peca contra el Espíritu Santo, no quiere salir de la
situación en que se encuentra, entonces Dios no puede
salvar a quien no se quiere salvar y por eso mismo no
tiene perdón.

LO QUE DIFERENCIA LOS PECADOS CONTRA EL ESPIRITU


SANTO DE OTROS PECADOS ES LA VOLUNTAD DE LA
PESONA, NO EL ACTO EN SI…O SEA, ES LA VOLUNTAD LA
QUE HACE QUE LA PERSONA NO QUIERA CAMBIAR DE
VIDA. Por eso se peca contra el Espíritu Santo por un acto
de pura malicia, no por mera debilidad.

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B. Pecados que claman al cielo, porque su influencia nefanda en
el orden social pide venganza de lo alto.
Suelen recibir esta denominación el homicidio, la
homosexualidad, la opresión de los débiles, la retención de
salario a los obreros.
C. Pecados capitales, llamados así porque los demás suelen
proceder de ellos como de su cabeza u origen.
Clásicamente se citan la soberbia o vanagloria, la envidia, la
avaricia, la ira, la lujuria, la gula y la pereza.

CAUSAS DEL PECADO


En realidad siempre la causa universal de todo pecado es el
egoísmo o amor desordenado de sí mismo (cfr. S. Th., I-II, q.
84, a. 2).

Amar a alguien es desearle algún bien, pero por el pecado desea


el hombre para sí mismo, desordenadamente, un bien sensible
incompatible con el bien racional. Que el amor desordenado a sí
mismo y a las cosas materiales es la raíz de todo pecado queda
frecuentemente de manifiesto en la Sagrada Escritura (cfr. Prov.
1, 19; Eclo. 10, 9; Jue. 5, 10; 10, 4; I Sam. 25, 20; II Sam. 17,
23; I Re. 2, 40; Mt. 10, 25; etc.).

Junto a la causa universal de todo pecado, podemos distinguir


otras, tanto internas como externas:

Las causas internas son las heridas que el pecado original dejó
en la naturaleza humana:
1) la herida en el entendimiento: la ignorancia que nos hace
desconocer la ley moral y su importancia;
2) la herida en el apetito concupiscible: la concupiscencia o
rebelión de nuestra parte más baja, la carne, contra el espíritu;

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3) la herida en el apetito irascible: la debilidad o dificultad en
alcanzar el bien arduo, que sucumbe ante la fuerza de la
tentación y es aumentada por los malos hábitos;
4) la herida en la voluntad: la malicia que busca
intencionadamente el pecado, o se deja llevar por él sin oponer
resistencia.

Las causas externas son:


1) el demonio, cuyo oficio propio es tentar o atraer a los
hombres al mal induciéndolos a pecar. “Sed sobrios y estad en
vela, porque vuestro enemigo el diablo anda girando como león
rugiente alrededor de vosotros en busca de presa que devorar”
(I Pe. 5, 8; cfr. también Sant. 4, 7);

2) las criaturas que, por el desorden que dejó en el alma el


pecado original, en vez de conducirnos a Dios en ocasiones nos
alejan de Él. Pueden ser causa del pecado ya sea como ocasión
de escándalo (ver 7.3.3.d), bien cooperando al mal del prójimo
(ver 7.3.3.e).

LA OCASIÓN DE PECADO
Por ocasión de pecado se entiende toda aquella situación en la
que el hombre se encuentra en peligro de caer en pecado.

Se distingue de la tentación al ser una realidad externa que se


presenta como motivo de pecado. La tentación, en cambio, es
sólo una sugestión interior.’

La ocasión de pecado puede ser:


a) próxima: si el peligro de pecar es muy grande y la
comisión del pecado casi segura;
b) remota: si el peligro de pecar no es grande;
c) voluntaria: si el hombre la busca libremente;
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d) necesaria: cuando es física o moralmente inevitable.

Los principios morales en relación a la ocasión de pecado son:


1.- La ocasión próxima voluntaria de pecar gravemente, es
gravemente pecaminosa.
Existe, por tanto, el deber absoluto de evitar ese tipo de
ocasiones, al grado de exigirse como condición previa
indispensable para recibir la absolución sacramental, pues no
manifestaría sincero arrepentimiento el que no se aparte de la
ocasión próxima voluntaria; por ejemplo, no podría impartirse la
absolución al que no quisiera deshacerse de las revistas
obscenas que le suponen ocasión de pecar (cfr. Mt. 5, 29 ss.;
18, 8; Dz. 1211-1213).
2. En la ocasión próxima necesaria, el hombre debe emplear
todos los medios a su alcance para alejar en lo posible la
ocasión de pecar y restarle influencia. En otras palabras, debe
convertir la ocasión próxima en remota.
3. Es imposible al hombre evitar todas las ocasiones remotas de
pecar, especialmente en relación al pecado venial, tanto por la
fragilidad de su naturaleza como por los peligros externos.
Debe, sin embargo, aumentar por ello su confianza en Dios y
acudir con más frecuencia a los medios sobrenaturales, evitando
igualmente la excesiva inquietud.

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