Tema 5-Acto Administrativo
Tema 5-Acto Administrativo
Tema 5-Acto Administrativo
EL ACTO ADMINISTRATIVO
1. INTRODUCCION
Estos eran los que se llamaban "actos de autoridad", emanados del poder ejecutivo en
ejercicio de sus prerrogativas y no controla-bles, y frente a ellos estaban "los actos de
gestión", provinen-tes de la Administración con carácter patrimonial y jurídico pri-vado
y susceptibles de control jurisdiccional.
2. CONCEPTO
Así como el poder legislativo promulga leyes y el poder judicial dicta sentencias, el
poder ejecutivo realiza actos administrati-vos.
- concepto estricto: Sin embargo, a efectos prácticos, dado que el acto administrativo
adquiere importancia en cuanto afecta a los ciudadanos, positiva o negativamente, lo
interesante es el control de los mismos, para garantia de los interesados. Conse-
cuentemente, el concepto estricto del acto administrativo estará ligado a su posible
fiscalización, y se referirá solo a aquellos actos jurídicos, que cumpliendo los requisitos
del anterior, pue-den ser objeto de recurso administrativo o contencioso-adminis-
trativo.
3. REQUISITOS O NOTAS :
3.1. El acto es una declaración de voluntad que puede ser expre-sa, tácita o presunta
según su modo de manifestarse.
También, como dice Zanobini, puede ser una declaración de juicio, deseo o
conocimiento.
Las Administraciones Públicas actúan en virtud de una norma que habilita el ejercicio
de la potestad y que por tanto la configura y la limita.
Por ello no son actos administrativos ni los reglamentos ni los actos políticos o de
gobierno.
Y también se excluyen, como se ha dicho antes, todos aquellos ac-tos producto del
ejercicio de potestades no sujetas al Derecho Administrativo sino al Derecho Privado.
Hay muchísimas clasificaciones, según los autores. Nos han pare-cido las más
interesantes, por sus consecuencias, las siguientes clases:
La importancia de la distinción reside en que sólo los definiti-vos son objeto de control
y posible revisión (artículo 37.1 de la Ley Jurisdiccional y 107.1 de la LRJ PAC).
Excepcionalmente como indica el art. 107 de la LRJPAC, también lo son los actos de
trámite que determinen la imposibilidad de continuar un pro-cedimiento o produzcan
indefensión: Ejemplo: lista de aprobados de un ejercicio de una oposición.
Como norma general, agotan la vía los actos que emanan de órganos superiores:
Consejo de Ministros y Comisiones Delegadas.
- Ministros.
- Subsecretarios y Directores Generales en materia de personal.
(Disposición Adicional 9 ? y artículo 109 de la LRJ PAC).
Aunque no se mencione a los Secretarios de Estado, dado que éstos tienen rango de
Subsecretarios, también se entienden comprendidos en la Disposición Adicional 9 ? .
Son los que responden a las potestades del mismo nombre. Cuando una
Administración tiene una potestad discrecional quiere decir que dispone de un margen
de elección, que le permite hacer o no hacer o elegir entre varias alternativas.
Sin embargo la discrecionalidad no puede referirse a todo el ac-to, sino sólo a alguno
de sus elementos. Ejemplo típico es la discrecionalidad técnica de los Tribunales de
los procedimientos selectivos o de concurrencia.
Los primeros son aquellos actos que por el transcurso de los pla-zos establecidos ya
no son susceptibles de impugnación, aunque lo pudieron ser en su momento.
Actos favorables son los que amplian la esfera jurídica de los ciudadanos y los de
gravamen los que la restringen.
Los actos de gravamen son los que restringen la libertad o dere-chos de los individuos
o les imponen sanciones.
Según que los interesados sean uno, dos o muchos. También se de-nominan actos
singulares o generales. A ellos se refiere el ar-tículo 33, 34 y 59.5 de la LRJPAC.
Ejemplo típico de los últimos son un concurso u oposición.
Bilateral: una expropiación forzosa.
Unilateral: el reconocimiento de un trienio.
El primero es siempre una Administración Pública que actua a tra-vés de sus órganos,
que tienen como titulares a personas físicas (funcionarios o personal al servicios de las
Administraciones).
Aquella potestad imputada a una Administración se distribuye en-tre los órganos que
la integran, atribuyendo a cada uno de ellos un trocito de ella, una determinada esfera
de actuación, un marco de competencia.
Luego para que un órgano sea competente han de concurrir todos los requisitos
citados: previa potestad, materia, territorio, je-rarquía y tiempo
Un motivo que no suele implicar la invalidez del acto pero que es muy interesante
conocer porque es la única causa de suspensión de la tramitación del procedimiento
(artículo 77), es el deber de abstención que se corresponde con la obligación de
imparcia-lidad de los órganos administrativos. Si concurre alguna de las causas del
artículo 28 de la LRJ PAC, el titular del órgano no podrá resolver. Si lo hiciere podrá
ser objeto de recusación por los interesados (artículo 29). Es causa muy frecuente en
procesos selectivos y de concurrencia.
5.1.2. En cuanto a los sujetos pasivos son los interesados, regulados en los
artículos 31 y siguientes de la Ley, y que son aquellos que reciben los efectos,
favorables o perjudiciales, del acto administrativo.
5.2. OBJETO:
Los distintos aspectos que se pueden considerar sobre el objeto son: el supuesto o
presupuesto de hecho, el contenido y el fin del acto; asimismo, hay que tener en cuenta
según algunos auto-res: la causa y los motivos.
a) El supuesto de hecho es la descripción de las circunstan-cias fácticas, a las
que al aplicarles una norma producen una o varias consecuencias jurídicas.
La LRJPAC se refiere a ellos en el art. 80.1. "los hechos rele-vantes para la decisión
de un procedimiento podrán acreditarse por cualquier medio de prueba admisible en
Derecho".
Si falta alguno de estos requisitos el acto puede ser nulo de pleno derecho o anulable.
Cuando una autoridad o funcionario pretende conseguir un fin pri-vado estamos ante la
desviación de poder que dará lugar siempre a la anulabilidad del acto administrativo.
(artículo 63.1).
El Consejo de Estado Francés considera como tales, por ejemplo, los que comportan
un fraude de ley, los que se adoptan con fines electorales, los inspirados por la pasión
política, cuando se utilizan poderes sancionadores para fines fiscales (multas de tráfico
o la grua) o los que se apartan del procedimiento legal-mente establecido para
conseguir una economía de tiempo o de di-nero en favor de la Administración.
5.3. FORMA:
Y ello es así porque los actos administrativos, van dirigidos a los ciudadanos, que
deben ser conscientes de su existencia, por eso deben notificarse o publicarse,
porque crean derechos o de-beres para los particulares, con fuerza ejecutoria. Por ello
la forma escrita es una garantía.
Ello permite excluir una buena parte de los actos verbales, sin-gularmente en las
relaciones orgánicas o funcionales de jerarquía donde son ordinariamente admitidos y
permitida su acreditación por cualquier medio y en los informes que no sean
preceptivos, y de los miméticos, en el campo del orden público o de regulación de la
circulación viaria.
Así mismo permite excluir los actos presuntos (regulados estos últimos en los arts. 43 y
44 de la Ley 30/1992, sin perjuicio de su constancia mediante el certificado al que el
último artículo se refiere) cuya producción impide aquella forma general.
Pero aun en los casos en que de ordinario se admite otra forma de producción la
forma escrita será inexcusable cuando una dis-posición expresa así lo establezca.
6.1. El artículo 57.1 de la LRJ PAC dice que "los actos se pre-sumirán válidos y
producirán efectos desde la fecha en que se dicten". De la lectura de este artículo
parece que coinciden am-bos momentos en el tiempo, cuando generalmente ocurre lo
contra-rio.
Por lo tanto un acto podrá ser válido pero ineficaz y eficaz pero inválido.
6.2.3. Ejecutividad
7.1. MOTIVACION
La LRJPAC ha ampliado los supuestos en que deben motivarse los actos y aunque
parece que sólo se motivan los casos enumerados en el artículo 54, con estos
apartados se engloban el 98% de los actos administrativos.
Estos son:
Estos últimos precisan de una motivación cuyo fundamento reside en el sentido mismo
de la actividad administrativa que debe res-peto a la autonomía individual.
Por tanto cualquier rechazo a una solicitud de los particulares debe ser motivada, con
tal de que aquélla aparezca, siquiera for-malmente, amparada en una norma jurídica.
Dicho apartado no excluye de motivación los acuerdos adoptados por los Tribunales
calificadores en procedimientos de selección o de concurrencia competitiva, pues son
sin duda limitativos de derecho o al menos de intereses legítimos respecto a los no se-
leccionados, pero sí atiende a las peculiaridades de estos proce-dimientos
recogiendo el criterio reiterado de la jurisprudencia que remite la regulación formal de
aquéllos a las respectivas convocatorias. Debe tenerse además en cuenta que tanto el
Tribu-nal Constitucional en su sentencia 39/83, de 16 de mayo, como el Tribunal
Supremo, entre las más recientes las sentencias de 24 de septiembre de 1980, 7 de
abril de 1986, 17 de diciembre de 1986, recogen la exclusión de control jurisdiccional
de la deci-sión adoptada por el Tribunal calificador en la evaluación de la capacidad
técnica del opositor o concursante ("discrecionalidad técnica").
Examinándoles con detalle vemos que hay poquísimas ocasiones en que la actividad
administrativa no deba de ser fundamentada. So-lamente con los apartados a) "actos
que limiten derechos subje-tivos o intereses legítimos" y f) "los que se dicten en
ejercicio de potestades discreccionales" se abarca el 90% de los actos que conviene
a los ciudadanos que sean motivados.
Así lo expresa el artículo 57.2: "la eficacia quedará demorada cuando ... esté
supeditada a su notificación o publicación".
Pero en contra de la anterior opinión, afirma Boquera Oliver que la notificación es sólo
un trámite de ejecución del acto, y que no afecta a su validez ni a su eficacia. Podría
calificarse con el término que utiliza el TS para referirse a ciertos actos de
comunicación, en STS de 6 de noviembre de 1959, como una "opera-ción
administrativa".
Por el hecho de que el acto no haya sido notificado por el órgano competente, no
pierde eficacia, y en todo caso estaríamos ante un supuesto de irregularidad formal,
carente de trascendencia co-mo para provocar la anulabilidad.
La notificación a los sujetos pasivos presenta una serie de as-pectos, que se hace
necesario matizar.
El artículo 58 ahora no deja lugar a dudas sobre la exigencia de que se notifiquen a los
interesados las resoluciones y actos ad-ministrativos que se dicten y que puedan
afectarles. El artículo 31 de la LRJPAC contiene un concepto amplio de interesado,
que es plenamente aplicable en el ámbito de las notificaciones, má-xime si lo que se
pretende es garantizar el derecho de todos los afectados a la tutela y defensa de sus
intereses y derechos.
Los requisitos objetivos del contenido de toda notificación son los siguientes:
Con ello se excluye cualquier posibilidad de una notificación parcial, que normalmente
consistiría en la simple notificación del fallo o parte dispositiva del acuerdo. Esta
exigencia ad-quiere especial relevancia en el caso de las publicaciones.
1) No expresión de recursos.
2) Expresión de recursos improcedentes.
3) Empleo de fórmulas ambiguas o que conducen a error.
4) Notificación de recursos ante órganos jurisdiccionales e invasión de sus
competencias jurisdiccionales.
Mientras que los dos primeros son supuestos claros de nulidad, los dos últimos son
más dudosos, pero en todo caso serían su-puestos de notificación defectuosa.
El camino hasta la actual y definitiva redacción del artículo 58.3 LPA no ha sido
sencillo. Pocos preceptos en la actual ley de procedimiento han sido tan debatidos
como el de referencia.
En las demás circunstancias habrá que volver a practicar la no-tificación hasta que nos
conste fehacientemente que el interesado la ha recibido.
En cuanto a la práctica de la notificación los medios para rea-lizarla son todos los
posibles siempre que consigan su objetivo, "cualquier medio".
"1. Las notificaciones se practicarán por cualquier medio que permita tener constancia
de la recepción por el itneresado o su representante, así como de la fecha, la identidad
y el contenido del acto notificado. La acreditación de la notificación efectuada se
incorpora al expediente.".
Este es otro aspecto igualmente sensible al paso del tiempo, te-niendo en cuenta que
los medios técnicos evolucionan, y que in-cluso mecanismos que aun se aceptan con
reticencias o abierta-mente se rechazan en la actualidad, a raíz de esa evolución, es
más que probable que en un futuro próximo hayan alcanzado tal grado de
perfeccionamiento que sean subsumibles dentro de este abanico de posibilidades
(Correo electrónico y demás medios ad-mitidos en el art. 45).
Desde un punto de vista práctico, dos son los procedimientos ha-bituales para la
práctica de las notificaciones, por correo cer-tificado con acuse de recibo o en mano,
mediante agente notifi-cador.
El lugar habitual para practicar las notificaciones, cuando no se hubiera señalado otro,
será el domicilio del interesado; al margen del domicilio, las notificaciones se podrán
hacer en cual-quier lugar, siempre y cuando se garantice fehacientemente la re-
cepción por el destinatario del acto notificado, de lo cual habrá de guardarse
constancia en el expediente.
Para que pueda hablarse en verdad de que una notificación ha sido rehusada es
absolutamente necesario que quien la rehúsa tenga co-nocimiento y conciencia de su
actuación. Que sepa los verdaderos efectos de la recepción y el rechazo de la
comunicación adminis-trativa. Si no existe una verdadera identificación de lo que se
pretende notificar, y el interesado se negara a recibirlo, en tanto no se le indique,
parece que difícilmente podrá hablarse de que la notificación esta rehusada. Se trata,
en definitiva, de postular la exigencia de un conocimiento real y efectivo de la identidad
de lo que se pretende notificar.
Quizá habría que añadir el concepto de inexistencia. Como señalan García de Enterría
y T.R. Fernández "el acto inexistente no es que sea inválido, sino que carece de los
requisitos necesarios para ser considerado como un acto propiamente dicho. Le falta,
incluso, la propia apariencia de acto". Se trata, por lo demás, de un supuesto no
previsto expresamente en la LPA ni en la LRJPAC, salvo el caso del artículo 62.f.
Los actos nulos de pleno derecho son los que enumera el artículo 62 de la LRJPAC.
Como puede apreciarse de la lectura del citado artículo 62, la nulidad de pleno
derecho es la regla general de relación con los reglamentos ilegales, pero no es así en
el caso de los actos ad-ministrativos, pues éstos sólo serán nulos en los supuestos
tasa-dos que recoge el citado artículo 62, precepto que, continúa siendo incompleto
(no hace referencia, por ejemplo, a los vicios que afecten a la causa de los actos).
Finalmente recoge una disposición de cierre al disponer que son nulos de pleno
derecho "cualesquiera otros que se establezca ex-presamente en una disposición de
rango legal".
Los actos nulos no pueden convalidarse (argumento: art. 67.1 LRJPAC, "a sensu
contrario"). Tampoco el consentimiento del afec-tado puede sanar el acto; la falta de
impugnación en plazo del acto nulo no hace a éste inatacable. Según el artículo 102 de
la Ley "Las administraciones Públicas podrán, en cualquier momento, por iniciativa
propia o a solicitud del interesado, y previo dic-tamen favorable del Consejo de Estado
u órgano consultivo de la Comunidad Autónoma, si lo hubiere, declarar de oficio la
nulidad de los actos enumerados en el artículo 62.1 que hayan puesto fin a la vía
administrativa o contra los que no se haya interpuesto recurso administrativo en plazo".
En este precepto se establece una auténtica acción de nulidad ejercitable sin
limitación de plazo por el interesado y cuyo ejercicio, como el de toda acción, supone
para la Administración la obligación de dictar una reso-lución expresa cuyo sentido
concreto, en este caso, viene deter-minado por el dictamen del Consejo de Estado.
8.2. Anulabilidad
La anulabilidad debe considerarse una técnica configurada en be-neficio del
administrado, al que se reconoce la posibilidad de reaccionar contra los actos
viciados, solicitando se declare su invalidez.
Los remedios con que cuentan los particulares para conseguir la revisión de un acto
anulable son el recurso ordinario y la revi-sión de oficio. En el primer caso los plazos
para recurrir son breves (un mes en el recurso ordinario y dos meses si se inter-pone
recurso contencioso-administrativo) y, una vez transcurri-dos, el acto deviene firme por
consentido y por tanto inataca-ble. Por contra, en la anulabilidad existe un plazo de 4
años (artículo 103).
Se trata de vicios menos importantes que ni siquiera hacen al ac-to anulable. Tal es el
caso de ciertos vicios de forma sin trans-cendencia anulatoria (art. 63.2 de la
LRJPAC) o los supuestos en los que la Administración dicta el acto fuera del plazo
legal-mente establecido para ello (art. 63.3). Asimismo, encontramos ejemplos de
tales irregularidades en los arts. 56 y 57 de la Ley de Expropiación Forzosa o en el
artículo 47 de la Ley de Contra-tos del Estado.
8.4. Revocación
A diferencia de los casos anteriores, aquí el acto se revisa y se deja sin efectos por
motivos de oportunidad y no por motivos de legalidad. Por ello sólo se pueden revocar
los actos no de-clarativos de derechos y los de gravamen, es decir, los que en
principio producen efectos desfavorables para los interesados.
Además se exige que esa revocación sea conveniente para los fines de interés
público.