Hamlet
Hamlet
Hamlet
HAMLET
www.infotematica.com.ar
Texto de dominio público.
2
Hamlet www.infotematica.com.ar
Prólogo
La presente Tragedia es una de las mejores de Guillermo
Shakespeare, y la que con más frecuencia y aplauso público se
representa en los teatros de Inglaterra. Las bellezas admirables que en
ella se advierten y los defectos que manchan y obscurecen sus
perfecciones, forman un todo extraordinario y monstruoso: compuesto
de partes tan diferentes entre sí, por su calidad y su mérito, que
difícilmente se hallarán reunidas en otra composición dramática de
aquel autor ni de aquel teatro; y por consecuencia, ninguna otra hubiera
sido más a propósito para dar entre nosotros una idea del mérito poético
de Shakespeare, y del gusto que reina todavía en los espectáculos de
aquella nación.
En esta obra se verá una acción grande, interesante, trágica; que
Si non errasset, fecerat
ille minus.
Martialis epigrammat, lib.
I.
desde las primeras escenas se anuncia y prepara por medios
maravillosos, capaces de acalorar la fantasía y llenar el ánimo de
conmoción y de terror. Unas veces procede la fábula con paso animado
y rápido, y otras se debilita por medio de accidentes inoportunos y
episodios mal preparados e inútiles, indignos de mezclarse entre los
grandes intereses y afectos que en ella se presentan. Vuelve tal vez a
levantarse, y adquiere toda la agitación y movimiento trágico que la
convienen, para caer después y mudar repentinamente de carácter;
haciendo que aquellas pasiones terribles, dignas del coturno de
Sófocles, cesen y den lugar a los diálogos más groseros, capaces sólo de
excitar la risa de un populacho vinoso y soez. Llega el desenlace donde
se complican sin necesidad los nudos, y el autor los rompe de una vez,
no los desata; amontonando circunstancias inverosímiles que destruyen
toda ilusión, y ya desnudo el puñal de Melpómene, le baña en sangre
inocente y culpada; divide el interés y hace dudosa la existencia de una
providencia justa, al ver sacrificados a sus venganzas en horrenda
catástrofe, el amor incestuoso y el puro y filial, la amistad fiel, la
3
Hamlet www.infotematica.com.ar
4
Hamlet www.infotematica.com.ar
5
Hamlet www.infotematica.com.ar
6
Hamlet www.infotematica.com.ar
del teatro.
Vida de Guillermo Shakespeare
Guillermo Shakespeare nació en Stratford, pueblo de Inglaterra, en
el Condado de Warwick, año de 1564, de familia distinguida y pobre.
Era su padre comerciante de lanas; y deseando que Guillermo, el mayor
de diez hijos que tenía, llevase adelante el mismo tráfico, le dio una
educación proporcionada a este fin, con exclusión absoluta de
cualesquiera otros conocimientos, que pudieran haberle hecho mirar con
disgusto la carrera a que le destinó. Así fue, que apenas había adquirido
algunos principios de Latinidad en la escuela pública de Stratford,
cuando aún no cumplidos los diecisiete años, le casó con la hija de un
rico labrador y comenzó a ocuparle en el gobierno de la casa, y en las
operaciones de su comercio. Obligado de la necesidad venció Guillermo
la repugnancia que tenía a tal profesión; y hubiera continuado en ella si
un accidente imprevisto no le hubiese hecho salir de la obscuridad en
que estaba, abriéndole el camino a la fortuna y a la gloria.
Acompañado Shakespeare con otros jóvenes mal educados e
inquietos, dio en molestar a un caballero del país llamado Tomás Lucy,
entrando en sus bosques y robándole algunos venados. Esta ofensa irritó
en extremo el ánimo de aquel caballero, y por más que el joven
Guillermo procuró templarle, arrepentido sinceramente de su exceso y
ofreciéndole cuantas satisfacciones pidiese, todo fue en vano; el Señor
Tomás Lucy era uno de aquellos hombres duros que no conocen el
placer de perdonar. Sentido Shakespeare de tal obstinación, quiso
vengarse en el modo que podía, escribiendo contra él alguno versos
satíricos, los primeros que en su vida compuso; poniendo en ridículo a
un hombre iracundo y poderoso, que a este nuevo agravio redobló sus
esfuerzos, imploró todo el rigor de las leyes y le persiguió con tal
empeño que al fin hubo de ceder como más débil, y no hallando
seguridad sino en la fuga, abandonó su patria, y su familia, y se fue a
Londres, solo, sin dinero, ni recomendaciones en aquella ciudad, ni
arrimo alguno.
En aquel tiempo no iban los caballeros encerrados en los coches
entre cristales y cortinas como hoy sucede; iban a caballo, y a la entrada
de los teatros, de las iglesias, de los tribunales, y en otros parajes
públicos, había muchos mozos que se encargaban de guardar las
7
Hamlet www.infotematica.com.ar
8
Hamlet www.infotematica.com.ar
9
Hamlet www.infotematica.com.ar
10
Hamlet www.infotematica.com.ar
11
Hamlet www.infotematica.com.ar
enseñanza. Las figuras del teatro no han de bajar del cielo, ni han de
sacarse del abismo, ni han inventarse a placer por una fantasía
destemplada y ardiente. Toda ficción dramática inverosímil es absurda
lo que no es creíble, ni conmueve ni admira. Si es el teatro la escuela de
las costumbres, si en él han de imitarse los vicios y virtudes para
enseñanza nuestra, ¿a qué fin llenarle de espectros y fantasmas y entes
quiméricos que nadie ha visto, ni puede concebir? Píntese al hombre en
todos los estados y situaciones de la vida, háganse patentes los ocultos
movimientos de su corazón, el origen y el progreso de sus errores y sus
vicios, el término a que le conducen los extravíos de su razón o el
desenfreno de sus pasiones; y entonces la fábula, siendo verosímil, será
maravillosa, instructiva y bella. Pero Shakespeare, a quien con
demasiada ligereza suelen dar algunos el título de Maestro, estaba muy
lejos de conocer estas delicadezas del arte, y repitió en sus
composiciones el triste ejemplo, de que la más fecunda imaginación es
incapaz por sí sola de producir una obra perfecta; si los preceptos que
dictaron la observación y el buen gusto, no la moderan y la conducen.
Si el teatro inglés se halla tan atrasado todavía, a pesar de los buenos
ingenios que han cultivado la Poesía escénica en aquella nación,
atribúyase al magisterio concedido a Shakespeare y a la supersticiosa
ceguedad con que se venera cuanto salió de su pluma. Si en España no
hubiese combatido la crítica moderna el ponderado mérito de muchos
autores líricos y dramáticos, célebres corruptores del buen gusto en uno
y otro género, todavía se ocuparían nuestros Poetas en ajustar acrósticos
y enredar laberintos; todavía se llamaría sublimidad y agudeza la
obscuridad, la hinchazón, los equívocos, las paranomasias y
retruécanos; y todavía saldrían a hacer papel en nuestros teatros la
Iglesia Católica, el Rey David, las tres Potencias del alma, la
Primavera, el Diablo y el Cordero Pascual.
Pero dirán, si tales son los dramas de Shakespeare, ¿cómo es que
toda una nación, no menos respetable por su cultura, que por su
opulencia y su poder, no sólo le admira y le considera superior a
cuantos Poetas han enriquecido su teatro; sino que ufana de poseerle, tal
vez imagina imposible que nadie le obscurezca ni le compita? No es
difícil hallar la solución de este problema si se advierte que en las obras
de ingenio, el ingenio es lo más, y que en las dramáticas no hay defecto
12
Hamlet www.infotematica.com.ar
13
Hamlet www.infotematica.com.ar
14
Hamlet www.infotematica.com.ar
15
Hamlet www.infotematica.com.ar
16
Hamlet www.infotematica.com.ar
Dinamarca.
HAMLET, Príncipe de
Dinamarca.
FORTIMBRÁS, Príncipe de
Noruega.
LA SOMBRA DEL REY
La escena se representa en el Palacio y Ciudad de Elsingor, en sus
cercanías y en las fronteras de Dinamarca.
HAMLET (1)
HAMLET.
POLONIO, Sumiller de Corps.
OFELIA, hija de Polonio.
LAERTES, hijo.
HORACIO, amigo de Hamlet.
VOLTIMAN, cortesano.
CORNELIO, cortesano.
RICARDO, cortesano.
GUILLERMO, cortesano.
ENRIQUE, cortesano.
MARCELO, soldado.
BERNARDO, soldado.
FRANCISCO, soldado.
REYNALDO, criado de Polonio.
DOS EMBAJADORES de
Inglaterra.
UN CURA.
UN CABALLERO.
UN CAPITÁN.
UN GUARDIA.
UN CRIADO.
DOS MARINEROS.
DOS SEPULTUREROS.
CUATRO CÓMICOS.
Acompañamiento de Grandes, Caballeros, Damas, Soldados,
Curas, Cómicos, Criados, etc.
Acto I
17
Hamlet www.infotematica.com.ar
Escena I
Explanada delante del Palacio Real de Elsingor. Noche obscura.
FRANCISCO, BERNARDO (2)
BERNARDO.- ¿Quién está ahí?
FRANCISCO.- No, respóndame él a mí. Deténgase y diga quién es.
BERNARDO.- Viva el Rey.
FRANCISCO.- ¿Es Bernardo?
BERNARDO.- El mismo.
FRANCISCO.- Tú eres el más puntual en venir a la hora.
BERNARDO.- Las doce han dado ya; bien puedes ir a recogerte
FRANCISCO.- Te doy mil gracias por la mudanza. Hace un frío que
penetra y yo estoy delicado del pecho.
BERNARDO.- ¿Has hecho tu guardia tranquilamente?
FRANCISCO.- Ni un ratón se ha movido (3).
BERNARDO.- Muy bien. Buenas noches. Si encuentras a Horacio y
Marcelo, mis compañeros de guardia, diles que vengan presto.
FRANCISCO.- Me parece que los oigo. Alto ahí. ¡Eh! ¿Quién va?
Escena II
HORACIO, MARCELO y dichos.
HORACIO.- Amigos de este país.
MARCELO.- Y fieles vasallos del Rey de Dinamarca.
FRANCISCO.- Buenas noches.
MARCELO.- ¡Oh! ¡Honrado soldado! Pásalo bien. ¿Quién te relevó
de la centinela?
FRANCISCO.- Bernardo, que queda en mi lugar. Buenas noches (4).
MARCELO.- ¡Hola! ¡Bernardo!
BERNARDO.- ¿Quién está ahí? ¿Es Horacio?
HORACIO.- Un pedazo de él.
BERNARDO.- Bienvenido, Horacio; Marcelo, bienvenido.
MARCELO.- ¿Y qué? ¿Se ha vuelto a aparecer aquella cosa esta
noche?
BERNARDO.- Yo nada he visto
MARCELO.- Horacio dice que es aprehensión nuestra, y nada
quiere creer de cuanto le he dicho acerca de ese espantoso fantasma que
hemos visto ya en dos ocasiones. Por eso le he rogado que se venga a la
guardia con nosotros, para que si esta noche vuelve el aparecido, pueda
18
Hamlet www.infotematica.com.ar
19
Hamlet www.infotematica.com.ar
20
Hamlet www.infotematica.com.ar
nuestro puesto, con la figura misma del Rey, que fue y es todavía el
autor de estas guerras.
HORACIO.- Es por cierto una mota que turba los ojos del
entendimiento. En la época (13) más gloriosa y feliz de Roma, poco
antes que el poderoso César cayese quedaron vacíos los sepulcros y los
amortajados cadáveres vagaron por las calles de la ciudad, gimiendo en
voz confusa; las estrellas resplandecieron con encendidas colas, cayó
lluvia de sangre, se ocultó el sol entre celajes funestos y el húmedo
planeta, cuya influencia gobierna el imperio de Neptuno, padeció
eclipse como si el fin del mundo hubiese llegado. Hemos visto ya
iguales anuncios de sucesos terribles, precursores que avisan los futuros
destinos, el cielo y la tierra juntos los han manifestado a nuestro país y a
nuestra gente... Pero. Silencio... ¿Veis?..., allí... Otra vez vuelve (14)...
Aunque el terror me hiela, yo le quiero salir al encuentro. Detente,
fantasma. Si puedes articular sonidos, si tienes voz háblame. Si allá
donde estás puedes recibir algún beneficio para tu descanso y mi
perdón, háblame. Si sabes los hados que amenazan a tu país, los cuales
felizmente previstos puedan evitarse, ¡ay!, habla... O si acaso, durante
tu vida, acumulaste en las entrañas de la tierra mal habidos tesoros, por
lo que se dice que vosotros, infelices espíritus, después de la muerte
vagáis inquietos; decláralo (15)... Detente y habla... Marcelo, detenle.
MARCELO.- ¿Le daré con mi lanza?
HORACIO.- Sí, hiérele, si no quiere detenerse.
BERNARDO.- Aquí está.
HORACIO.- Aquí.
MARCELO.- Se ha ido. Nosotros le ofendemos, siendo él un
Soberano, en hacer demostraciones de violencia. Bien que, según
parece, es invulnerable como el aire, y nuestros esfuerzos vanos y cosa
de burla.
BERNARDO.- Él iba ya a hablar cuando el gallo cantó (16).
HORACIO.- Es verdad, y al punto se estremeció como el
delincuente apremiado con terrible precepto. Yo he oído decir que el
gallo, trompeta de la mañana, hace despertar al Dios del día con la alta
y aguda voz de su garganta sonora, y que a este anuncio, todo extraño
espíritu errante por la tierra o el mar, el fuego o el aire, huye a su
centro; y la fantasma que hemos visto acaba de confirmar la certeza de
21
Hamlet www.infotematica.com.ar
22
Hamlet www.infotematica.com.ar
23
Hamlet www.infotematica.com.ar
24
Hamlet www.infotematica.com.ar
25
Hamlet www.infotematica.com.ar
26
Hamlet www.infotematica.com.ar
27
Hamlet www.infotematica.com.ar
28
Hamlet www.infotematica.com.ar
29
Hamlet www.infotematica.com.ar
30
Hamlet www.infotematica.com.ar
31
Hamlet www.infotematica.com.ar
32
Hamlet www.infotematica.com.ar
(41)?
HAMLET.- Esta noche se huelga (42) el Rey, pasándola desvelado
en un banquete, con gran vocería y traspieses de embriaguez y a cada
copa del Rhin que bebe, los timbales y trompetas anuncian con estrépito
sus victoriosos brindis.
HORACIO.- ¿Se acostumbra eso aquí?
HAMLET.- Sí, se acostumbra; pero aunque he nacido en este país y
estoy hecho a sus estilos, me parece que sería más decoroso quebrantar
esta costumbre que seguirla. Un exceso tal que embrutece el
entendimiento nos infama a los ojos de las otras naciones, desde oriente
a occidente. Nos llaman ebrios; manchan nuestro nombre con este
dictado afrentoso y en verdad que él solo, por más que poseamos en alto
grado otras buenas cualidades, basta a empañar el lustre de nuestra
reputación. Así acontece frecuentemente a los hombres. Cualquier
defecto natural en ellos, sea el de su nacimiento, del cual no son
culpables (puesto que nadie puede escoger su origen), sea cualquier
desorden ocurrido en su temperamento, que muchas veces rompe los
límites y reparos de la razón, o sea cualquier hábito que se aparte
demasiado de las costumbres recibidas llevando estos hombres consigo
el signo de un solo defecto que imprimió en ellos la naturaleza o el
acaso, aunque sus virtudes fuesen tantas cuantas es concedido a un
mortal, y tan puras como la bondad celeste; serán no obstante
amancilladas en el concepto público, por aquel único vicio que las
acompaña. Un solo adarme de mezcla quita el valor al más precioso
metal y le envilece.
HORACIO.- ¿Veis? Señor, ya viene (43).
HAMLET.- ¡Ángeles (44) y ministros de piedad, defendednos! Ya
seas alma dichosa o condenada visión, traigas contigo aura celestial o
ardores del infierno, sea malvada o benéfica intención la tuya en tal
forma te me presentas, que es necesario que yo te hable. Sí, te he de
hablar... Hamlet, mi Rey, mi Padre, Soberano de Dinamarca... ¡Oh,
respóndeme, no me atormentes con la duda! Dime, ¿por qué tus
venerables huesos, ya sepultados, han roto su vestidura fúnebre? ¿Por
qué el sepulcro donde te dimos urna pacífica te ha echado de sí,
abriendo sus senos que cerraban pesados mármoles? ¿Cuál puede ser la
causa de que tu difunto cuerpo, del todo armado, vuelva otra vez a ver
33
Hamlet www.infotematica.com.ar
34
Hamlet www.infotematica.com.ar
35
Hamlet www.infotematica.com.ar
insensible fueras como las malezas que se pudren incultas en las orillas
del Letheo, no dejaría de conmoverte lo que voy a decir. Escúchame
ahora, Hamlet. Esparciose la voz de que estando en mi jardín dormido
me mordió una serpiente. Todos los oídos de Dinamarca fueron
groseramente engañados con esta fabulosa invención; pero tú debes
saber, mancebo generoso, que la serpiente que mordió a tu padre, hoy
ciñe su corona.
HAMLET.- ¡Oh! Presago me lo decía el corazón, ¿mi tío?
LA SOMBRA.- Sí, aquel incestuoso, aquel monstruo adúltero,
valiéndose de su talento diabólico, valiéndose de traidoras dádivas...
¡Oh! ¡Talento y dádivas malditas que tal poder tenéis para seducir!...
Supo inclinar a su deshonesto apetito la voluntad de la Reina mi esposa,
que yo creía tan llena de virtud. ¡Oh! ¡Hamlet! ¡Cuán grande fue su
caída! Yo, cuyo amor para con ella fue tan puro... Yo, siempre tan fiel a
los solemnes juramentos que en nuestro desposorio la hice, yo fui
aborrecido y se rindió a aquel miserable, cuyas prendas eran en verdad
harto inferiores a las mías. Pero, así como la virtud será incorruptible
aunque la disolución procure excitarla bajo divina forma, así la
incontinencia aunque viviese unida a un Ángel radiante, profanará con
oprobio su tálamo celeste... Pero ya me parece que percibo el ambiente
de la mañana. Debo ser breve. Dormía yo una tarde en mi jardín según
lo acostumbraba siempre. Tu tío me sorprende en aquella hora de
quietud, y trayendo consigo una ampolla de licor venenoso, derrama en
mi oído su ponzoñosa destilación, la cual, de tal manera es contraria a la
sangre del hombre, que semejante en la sutileza al mercurio, se dilata
por todas las entradas y conductos del cuerpo, y con súbita fuerza le
ocupa, cuajando la más pura y robusta sangre, como la leche con las
gotas ácidas. Este efecto produjo inmediatamente en mí, y el cutis
hinchado comenzó a despegarse a trechos con una especie de lepra en
áspera y asquerosas costras. Así fue que estando durmiendo, perdí a
manos de mi hermano mismo, mi corona, mi esposa y mi vida a un
tiempo. Perdí la vida, cuando mi pecado estaba en todo su vigor, sin
hallarme dispuesto para aquel trance, sin haber recibido el pan
eucarístico, sin haber sonado el clamor de agonía, sin lugar al
reconocimiento de tanta culpa: presentado al tribunal eterno con todas
mis imperfecciones sobre mi cabeza. ¡Oh! ¡Maldad horrible, horrible!...
36
Hamlet www.infotematica.com.ar
37
Hamlet www.infotematica.com.ar
38
Hamlet www.infotematica.com.ar
39
Hamlet www.infotematica.com.ar
Escena I (59)
POLONIO, REYNALDO
Sala en casa de Polonio.
POLONIO.- Reynaldo, entrégale este dinero y estas cartas (60).
REYNALDO.- Así lo haré, señor.
POLONIO.- Será un admirable golpe (61) de prudencia, que antes de
verle te informaras de su conducta.
REYNALDO.- En eso mismo estaba yo.
POLONIO.- Sí, es muy buena idea, muy buena. Mira, lo primero has
de averiguar qué dinamarqueses hay en París, y cómo, en qué términos,
con quién, y en dónde están, a quién tratan, qué gastos tienen; y
sabiendo por estos rodeos y preguntas indirectas, que conocen a mi hijo,
entonces ve en derechura a tu objeto, encaminando a él en particular tus
indagaciones. Haz como si le conocieras de lejos, diciendo: sí, conozco
a su padre, y a algunos amigos suyos, y aun a él un poco... ¿Lo has
entendido?
REYNALDO.- Sí, señor, muy bien.
POLONIO.- Sí, le conozco un poco; pero... (has de añadir entonces)
pero no le he tratado. Si es el que yo creo a fe que es bien calavera;
inclinado a tal o tal vicio... y luego dirás de él cuanto quieras fingir;
digo, pero que no sean cosas tan fuertes que puedan deshonrarle.
Cuidado con eso. Habla sólo de aquellas travesuras, aquellas locuras y
extravíos comunes a todos, que ya se reconocen por compañeros
inseparables de la juventud y la libertad.
REYNALDO.- Como el jugar, ¿eh?
POLONIO.- Sí, el jugar, beber, esgrimir, jurar, disputar, putear...
Hasta esto bien puedes alargarte.
REYNALDO.- Y aun con eso hay harto para quitarle el honor.
POLONIO.- No por cierto, además que todo depende del modo con
que le acuses. No debes achacarle delitos escandalosos, ni pintarle
como un joven abandonado enteramente a la disolución; no, no es esa
mi idea. Has de insinuar sus defectos con tal arte que parezcan
nulidades producidas de falta de sujeción y no otra cosa: extravíos de
una imaginación ardiente, ímpetus nacidos de la efervescencia general
de la sangre.
REYNALDO.- Pero, señor...
40
Hamlet www.infotematica.com.ar
POLONIO.- ¡Ah! Tú querrás saber con qué fin debes hacer esto,
¿eh?
REYNALDO.- Gustaría de saberlo.
POLONIO.- Pues, señor, mi fin es éste; y creo que es proceder con
mucha cordura. Cargando esas pequeñas faltas sobre mi hijo (como
ligeras manchas de una obra preciosa) ganarás por medio de la
conversación la confianza de aquel a quien pretendas examinar. Si él
está persuadido de que el muchacho tiene los mencionados vicios que tú
le imputas, no dudes que él convenga con tu opinión, diciendo: señor
mío, o amigo, o caballero... En fin, según el título o dictado de la
persona o del país.
REYNALDO.- Sí, ya estoy.
POLONIO.- Pues entonces él dice (62)... Dice... ¿Qué iba yo a decir
ahora?... Algo iba yo a decir. ¿En qué estábamos?
REYNALDO.- En que él concluirá diciendo al amigo o al caballero.
POLONIO.- Sí, concluirá diciendo. Es verdad... (así te dirá
precisamente) algo iba yo a decir. Es verdad, yo conozco a ese mozo;
ayer le vi o cualquier otro día, o en tal y tal ocasión, con este o con
aquel sujeto, y allí como habéis dicho, le vi que jugaba, allá le encontré
en una comilona, acullá en una quimera sobre el juego de pelota y...,
(puede ser que añada) le he visto entrar en una casa pública, videlicet en
un burdel, o cosa tal. ¿Lo entiendes ahora? Con el anzuelo de la mentira
pescarás la verdad; que así es como nosotros los que tenemos talento y
prudencia, solemos conseguir por indirectas el fin directo, usando de
artificios y disimulación. Así lo harás con mi hijo, según la instrucción
y advertencia que acabo de darte. ¿Me has entendido?
REYNALDO.- Sí, señor, quedo enterado.
POLONIO.- Pues, adiós; buen viaje.
REYNALDO.- Señor...
POLONIO.- Examina por ti mismo sus inclinaciones.
REYNALDO.- Así lo haré.
POLONIO.- Dejándole que obre libremente.
REYNALDO.- Está bien, señor.
POLONIO.- Adiós.
Escena II
POLONIO OFELIA
41
Hamlet www.infotematica.com.ar
42
Hamlet www.infotematica.com.ar
43
Hamlet www.infotematica.com.ar
44
Hamlet www.infotematica.com.ar
45
Hamlet www.infotematica.com.ar
46
Hamlet www.infotematica.com.ar
47
Hamlet www.infotematica.com.ar
48
Hamlet www.infotematica.com.ar
49
Hamlet www.infotematica.com.ar
50
Hamlet www.infotematica.com.ar
51
Hamlet www.infotematica.com.ar
52
Hamlet www.infotematica.com.ar
53
Hamlet www.infotematica.com.ar
54
Hamlet www.infotematica.com.ar
Prosigue tú.
POLONIO.- ¡Muy bien declamado, a fe mía! Con buen acento y
bella expresión.
CÓMICO 1.º.- Al momento
Pirro (89) feroz como la Hyrcana
tigre (90)...
No es éste, pero empieza con Pirro... ¡ah!...
Pirro feroz, con pavonadas armas,
negras como su intento, reclinado
dentro en los senos del caballo
enorme,
a la lóbrega noche parecía.
Ya su terrible, ennegrecido aspecto
mayor espanto da. Todo le tiñe
de la cabeza al pie caliente sangre
de ancianos y matronas, de robustos
mancebos y de vírgenes, que abrasa
el fuego de los inflamados edificios
en confuso montón; a cuya horrenda
luz que despiden, el caudillo insano
muerte y estrago esparce. Ardiendo
en ira,
cubierto de cuajada sangre, vuelve
los ojos, al carbunclo semejantes,
y busca, instado de infernal
venganza,
al viejo abuelo Príamo...
le ve lidiando, ¡resistencia breve!
contra los Griegos; su temida espada
rebelde al brazo ya, le pesa inútil.
Pirro, de furias lleno, le provoca
a liza desigual: herirle intenta,
y el aire solo del funesto acero
POLONIO.- Es demasiado largo.
HAMLET.- Lo mismo dirá de tus barbas el barbero. Prosigue. Éste
sólo gusta de ver hablar o de oír cuentos de alcahuetas, o sino se
55
Hamlet www.infotematica.com.ar
56
Hamlet www.infotematica.com.ar
57
Hamlet www.infotematica.com.ar
58
Hamlet www.infotematica.com.ar
sido heridos en el alma con tal violencia por la ilusión del teatro, que a
vista de todos han publicado sus delitos, que la culpa aunque sin lengua
siempre se manifestará por medios maravillosos. Yo haré que estos
actores representen delante de mi tío algún pasaje que tenga semejanza
con la muerte de mi padre. Yo le heriré en lo más vivo del corazón;
observaré sus miradas; si muda (93) de color, si se estremece, ya sé lo
que me toca hacer. La aparición que vi pudiera ser un espíritu del
infierno. Al demonio no le es difícil presentarse bajo la más agradable
forma; sí, y acaso como él es tan poderoso sobre una imaginación
perturbada, valiéndose de mi propia debilidad y melancolía, me engaña
para perderme. Yo voy a adquirir pruebas más sólidas, y esta
representación ha de ser el lazo en que se enrede la conciencia del Rey.
Acto III
Escena I
CLAUDIO, GERTRUDIS, POLONIO, OFELIA, RICARDO,
GUILLERMO
Galería de Palacio.
CLAUDIO.- ¿Y no os fue posible indagar en la conversación que
con él tuvisteis, de qué nace aquel desorden de espíritu que tan
cruelmente altera su quietud, con turbulenta y peligrosa demencia?
RICARDO.- Él mismo reconoce los extravíos de su razón; pero no
ha querido manifestarnos el origen de ellos.
GUILLERMO.- Ni le hallamos en disposición de ser examinado,
porque siempre huye de la cuestión, con un rasgo de locura; cuando ve
que le conducimos al punto de descubrir la verdad.
GERTRUDIS.- ¿Fuisteis bien recibidos de él?
RICARDO.- Con mucha cortesía.
GUILLERMO.- Pero se le conocía una cierta sujeción.
RICARDO.- Preguntó poco; pero respondía a todo con prontitud.
GERTRUDIS.- ¿Le habéis convidado para alguna diversión?
RICARDO.- Sí señora, porque casualmente habíamos encontrado
una compañía de Cómicos en el camino; se lo dijimos, y mostró
complacencia al oírlo. Están ya en la corte, y creo que tienen orden de
representarle esta noche una pieza.
POLONIO.- Así es la verdad, y me ha encargado de suplicar a
Vuestras Majestades que asistan a verla y oírla.
59
Hamlet www.infotematica.com.ar
60
Hamlet www.infotematica.com.ar
61
Hamlet www.infotematica.com.ar
OFELIA.- Señor...
HAMLET.- ¿Eres hermosa?
OFELIA.- ¿Qué pretendéis decir con eso?
HAMLET.- Que si eres honesta y hermosa, no debes consentir que
tu honestidad trate con tu belleza.
OFELIA.- ¿Puede, acaso, tener la hermosura mejor compañera que
la honestidad?
HAMLET.- Sin duda ninguna. El poder de la hermosura convertirá a
la honestidad en una alcahueta, antes que la honestidad logre dar a la
hermosura su semejanza. En otro tiempo se tenía esto por una paradoja;
pero en la edad presente es cosa probada... Yo te quería antes, Ofelia.
OFELIA.- Así me lo dabais a entender.
HAMLET.- Y tú no debieras haberme creído, porque nunca puede la
virtud ingerirse tan perfectamente en nuestro endurecido tronco, que
nos quite aquel resquemo original... Yo no te he querido nunca.
OFELIA.- Muy engañada estuve.
HAMLET.- Mira, vete a un convento, ¿para qué te has de exponer a
ser madre de hijos pecadores? Yo soy medianamente bueno; pero al
considerar algunas cosas de que puedo acusarme, sería mejor que mi
madre no me hubiese parido. Yo soy muy soberbio, vengativo,
ambicioso; con más pecados sobre mi cabeza que pensamientos para
explicarlos, fantasía para darles forma, ni tiempo para llevarlos a
ejecución. ¿A qué fin los miserables como yo han de existir arrastrados
entre el cielo y la tierra? Todos somos insignes malvados: no creas a
ninguno de nosotros, vete, vete a un convento... ¿En donde está tu
padre?
OFELIA.- En casa está, señor.
HAMLET.- Sí, pues que cierren bien todas las puertas, para que si
quiere hacer locuras, las haga dentro de su casa. Adiós (101).
OFELIA.- ¡Oh! ¡Mi buen Dios! Favorecedle.
HAMLET.- Si te casas quiero darte esta maldición en dote. Aunque
seas un hielo en la castidad, aunque seas tan pura como la nieve; no
podrás librarte de la calumnia. Vete a un convento. Adiós. Pero...
escucha: si tienes necesidad de casarte, cásate con un tonto, porque los
hombres avisados saben muy bien que vosotras los convertís en fieras...
Al convento y pronto. Adiós (102).
62
Hamlet www.infotematica.com.ar
63
Hamlet www.infotematica.com.ar
Escena VII
CLAUDIO, POLONIO
POLONIO.- Haced lo que os parezca, señor; pero si lo juzgáis a
propósito, sería bien que la Reina retirada a solas con él, luego que se
acabe el espectáculo, le inste a que la manifieste sus penas, hablándole
con entera libertad. Yo, si lo permitís, me pondré en paraje de donde
pueda oír toda la conversación. Si no logra su madre descubrir este
arcano, enviadle a Inglaterra, o desterradle a donde vuestra prudencia os
dicte.
CLAUDIO.- Así se hará. La locura de los poderosos debe ser
examinada con escrupulosa atención.
Escena VIII
HAMLET Y DOS CÓMICOS
Salón del Palacio. (103)
HAMLET.- Dirás este (104) pasaje en la forma que te le he
declamado yo: con soltura de lengua, no con voz desentonada, como lo
hacen muchos de nuestros Cómicos; más valdría entonces dar mis
versos al Pregonero para que los dijese. Ni manotees así, acuchillando
el aire: moderación en todo; puesto que aun en el torrente, la tempestad,
y por mejor decir, el huracán de las pasiones, se debe conservar aquella
templanza que hace suave y elegante la expresión. A mí me desazona en
extremo ver a un hombre, muy cubierta la cabeza con su cabellera, que
a fuerza de gritos estropea los afectos que quiere exprimir, y rompe y
desgarra los oídos del vulgo rudo; que sólo gusta de gesticulaciones
insignificantes y de estrépito. Yo mandaría azotar a un energúmeno de
tal especie: Herodes de farsa, más furioso que el mismo Herodes. Evita,
evita este vicio.
CÓMICO 1.º.- Así os lo prometo.
HAMLET.- Ni seas tampoco demasiado frío; tu misma prudencia
debe guiarte. La acción debe corresponder a la palabra, y ésta a la
acción, cuidando siempre de no atropellar la simplicidad de la
naturaleza. No hay defecto que más se oponga al fin de la
representación que desde el principio hasta ahora, ha sido y es: ofrecer a
la naturaleza un espejo en que vea la virtud su propia forma, el vicio su
propia imagen, cada nación y cada siglo sus principales caracteres. Si
esta pintura se exagera o se debilita, excitará la risa de los ignorantes;
64
Hamlet www.infotematica.com.ar
65
Hamlet www.infotematica.com.ar
66
Hamlet www.infotematica.com.ar
Capitolio.
HAMLET.- Muy bruto (106) fue el que cometió en el Capitolio tan
capital delito. ¿Están ya prevenidos los Cómicos?
RICARDO.- Sí, señor, y esperan solo vuestras órdenes.
GERTRUDIS.- Ven aquí, mi querido Hamlet, ponte a mi lado (107).
HAMLET.- No, señora, aquí hay un imán de más atracción para mí.
POLONIO.- ¡Ah! ¡Ah! ¿Habéis notado eso?
HAMLET.- ¿Permitiréis que me ponga sobre vuestra rodilla?
OFELIA.- No señor.
HAMLET.- Quiero decir, apoyar mi cabeza en vuestra rodilla.
OFELIA.- Sí señor.
HAMLET.- ¿Pensáis que yo quisiera cometer alguna indecencia?
OFELIA.- No, no pienso nada de eso.
HAMLET.- Qué dulce cosa es... (108)
OFELIA.- ¿Qué decís, señor?
HAMLET.- Nada.
OFELIA.- Se conoce que estáis de fiesta.
HAMLET.- ¿Quién yo?
OFELIA.- Sí señor.
HAMLET.- Lo hago sólo por divertiros. Y, bien mirado, ¿qué debe
hacer un hombre sino vivir alegre? Ved mi madre que contenta está y
mi padre murió ayer.
OFELIA.- ¡Eh! No señor, que ya hace dos meses.
HAMLET.- ¿Tanto ha? ¡Oh! Pues quiero vestirme todo de armiños y
llévese el diablo el luto. ¡Dios mío! Dos meses ha que murió y ¿todavía
se acuerdan de él? De esa manera ya puede esperarse que la memoria de
un grande hombre le sobreviva, quizás, medio año; bien que es
menester que haya sido fundador de iglesias, que si no, por la Virgen
santa, no habrá nadie que de él se acuerde: como del caballo de palo, de
quien dice aquel epitafio.
OFELIA.- ¿Qué significa esto, señor?
HAMLET.- Eso es un asesinato oculto, y anuncia grandes maldades.
OFELIA.- Según parece, la escena muda contiene el argumento del
drama.
Escena XII
CÓMICO 4º y dichos.
67
Hamlet www.infotematica.com.ar
HAMLET.- Ahora lo sabremos por lo que nos diga ese actor; los
Cómicos no pueden callar un secreto, todo lo cuentan.
OFELIA.- ¿Nos dirá éste lo que significa la escena que hemos visto?
HAMLET.- Sí, por cierto, y cualquiera otra escena que le hagáis ver.
Como no os avergoncéis de representársela, él no se avergonzará de
Ya murió el caballito de palo
y ya le olvidaron así que murió
(109).
deciros lo que significa.
OFELIA.- ¡Qué malo! ¡Qué malo sois! Pero, dejadme atender a la
pieza.
HAMLET.- ¿Es esto prólogo, o mote de sortija?
OFELIA.- ¡Qué corto ha sido!
HAMLET.- Como cariño de mujer.
Escena XIII
CÓMICO 1.º, CÓMICO 2.º, y dichos.
CÓMICO 4.º.- Humildemente os pedimos
que escuchéis esta Tragedia,
disimulando las faltas
que haya en nosotros y en ella.
CÓMICO 1º.-
Ya treinta (110) vueltas dio de Febo
el carro
a las ondas saladas de Nereo,
y al globo de la tierra, y treinta
veces
con luz prestada han alumbrado el
suelo
doce lunas, en giros repetidos,
después que el Dios de amor y el
Himeneo
nos enlazaron, para dicha nuestra,
en nudo santo el corazón y el cuello.
CÓMICO
2.º.-
Y, ¡oh! Quiera el Cielo que otros
68
Hamlet www.infotematica.com.ar
tantos giros
a la luna y al sol, señor, contemos
antes que el fuego de este amor se
apague.
Pero es mi pena inconsolable al
veros
doliente, triste, y tan diverso ahora
de aquel que fuisteis... Tímida
recelo...
Mas toda mi aflicción nada os
conturbe:
que en pecho femenil llega al exceso
el temor y el amor. Allí residen
en igual proporción ambos afectos,
o no existe ninguno, o se combinan
este y aquel con el mayor extremo.
Cuan grande es el amor que a vos
me inclina,
las pruebas lo dirán que dadas
tengo;
pues tal es mi temor. Si un fino
amante,
sin motivo tal vez, vive temiendo;
la que al veros así toda es temores,
muy puro amor abrigará en el
pecho.
CÓMICO l.º.-
Si, yo debo dejarte, amada mía,
inevitable es ya: cederán presto
a la muerte mis fuerzas fatigadas;
tú vivirás, gozando del obsequio
y el amor de la tierra. Acaso
entonces
un digno esposo...
CÓMICO No, dad al silencio
HAMLET.- Esto es zumo de ajenjos.
69
Hamlet www.infotematica.com.ar
70
Hamlet www.infotematica.com.ar
71
Hamlet www.infotematica.com.ar
tierra,
HAMLET.- Si ella no cumpliese lo que promete...
HAMLET.- Y bien, señora, ¿qué tal os va pareciendo la pieza?
GERTRUDIS.- Me parece que esa mujer promete demasiado.
HAMLET.- Sí, pero lo cumplirá.
CLAUDIO.- ¿Te has (114) enterado bien del asunto? ¿Tiene algo que
sea de mal ejemplo?
sin descanso y placer viva
muriendo,
desesperada y en prisión obscura
su mesa envidie al eremita austero;
cuantas penas el ánimo
entristecen,
todas turben al fin de mis deseos
y los destruyan, ni quietud
encuentre
en parte alguna con afán eterno;
si ya difunto mi primer esposo,
segundas bodas pérfida celebro.
CÓMICO 1.º.-
Mucho juraste. Aquí gozar quisiera
solitaria quietud, rendido siento
al cansancio mi espíritu. Permite
que alguna parte le conceda al
sueño
de las molestas horas (112).
CÓMICO
2.º.-
Él te halague
con tranquilo descanso y nunca el
Cielo
en unión tan feliz pesares mezcle
(113).
HAMLET.- No, señor, no. Si todo ello es mera ficción, un veneno...,
fingido; pero mal ejemplo, ¡qué! No señor.
CLAUDIO.- ¿Cómo se intitula este Drama?
72
Hamlet www.infotematica.com.ar
73
Hamlet www.infotematica.com.ar
74
Hamlet www.infotematica.com.ar
75
Hamlet www.infotematica.com.ar
de sorpresa y admiración.
HAMLET.- ¡Oh! ¡Maravilloso hijo! Que así ha podido aturdir a su
madre. Pero, dime, ¿esa admiración no ha traído otra consecuencia?
¿No hay algo más?
RICARDO.- Sólo que desea hablaros en su gabinete, antes que os
vais a recoger.
HAMLET.- La obedeceré, si diez veces (121) fuera mi madre.
¿Tienes algún otro negocio que tratar conmigo?
RICARDO.- Señor, yo me acuerdo de que en otro tiempo me
estimabais mucho.
HAMLET.- Y ahora también. Te lo juro, por estas manos rateras.
RICARDO.- Pero, ¿cuál puede ser el motivo de vuestra
indisposición? Eso, por cierto, es cerrar vos mismo las puertas a vuestra
libertad, no queriendo comunicar con vuestros amigos los pesares que
sentís.
HAMLET.- Estoy muy atrasado.
RICARDO.- ¿Cómo es posible? ¿Cuándo tenéis el voto del Rey
mismo para sucederte en el trono de Dinamarca?
HAMLET.- Sí, pero mientras nace la yerba... Ya es un poco antiguo
el tal refrán. ¡Ah! Ya están aquí las flautas.
Escena XVII
CÓMICO 3.º y dichos.
HAMLET.- Dejadme ver una... ¿A qué tengo de ir ahí? (122) Parece
que me quieres hacer caer en alguna trampa, según me cercas por todos
lados.
GUILLERMO.- Ya veo, señor, que si el deseo de cumplir con mi
obligación me da osadía; acaso el amor que os tengo me hace grosero
también e importuno.
HAMLET.- No entiendo bien eso. ¿Quieres tocar esta flauta?
GUILLERMO.- Yo no puedo, señor.
HAMLET.- Vamos.
GUILLERMO.- De veras que no puedo.
HAMLET.- Yo te lo suplico
GUILLERMO.- Pero, si no sé palabra de eso.
HAMLET.- Más fácil es que tenderse a la larga. Mira, pon el pulgar
y los demás dedos según convenga sobre estos agujeros, sopla con la
76
Hamlet www.infotematica.com.ar
boca y verás que lindo sonido resulta. ¿Ves? Estos son los toques.
GUILLERMO.- Bien, pero si no sé hacer uso de ellos para que
produzcan armonía. Como ignoro el arte...
HAMLET.- Pues, mira tú, en que opinión tan baja me tienes. Tú me
quieres tocar, presumes conocer mis registros, pretendes extraer lo más
íntimo de mis secretos, quieres hacer que suene desde el más grave al
más agudo de mis tonos y ve aquí este pequeño órgano, capaz de
excelentes voces y de armonía, que tú no puedes hacer sonar. ¿Y juzgas
que se me tañe a mí con más facilidad que a una flauta? No; dame el
nombre del instrumento que quieras: por más que le manejes y te
fatigues, jamás conseguirás hacerle producir el menor sonido.
Escena XVIII
POLONIO y dichos.
HAMLET.- ¡Oh! Dios te bendiga.
POLONIO.- Señor, la Reina quisiera hablaros al instante.
HAMLET.- ¿No ves allí aquella nube que parece un camello?
POLONIO.- Cierto, así en el tamaño parece un camello.
HAMLET.- Pues ahora me parece una comadreja.
POLONIO.- No hay duda, tiene figura de comadreja.
HAMLET.- O como una ballena.
POLONIO.- Es verdad, sí, como una ballena.
HAMLET.- Pues al instante iré a ver a mi madre. Tanto harán estos
que me volverán loco de veras. Iré, iré al instante.
POLONIO.- Así se lo diré.
HAMLET.- Fácilmente se dice, al instante viene. Dejadme solo,
amigos.
Escena XIX
HAMLET solo
HAMLET.- Este es el espacio (123) de la noche, apto a los
maleficios. Esta es la hora en que los cementerios se abren y el infierno
respira contagios al mundo. Ahora podría yo beber caliente sangre,
ahora podría ejecutar tales acciones, que el día se estremeciese al verla.
Pero, vamos a ver a mi madre... ¡Oh! ¡Corazón! No desconozcas la
naturaleza, ni permitas que en este firme pecho se albergue la fiereza de
Nerón. Déjame (124) ser cruel, pero no parricida. El puñal que ha de
herirla está en mis palabras, no en mi mano; disimulen el corazón y la
77
Hamlet www.infotematica.com.ar
lengua, sean las que fueren las execraciones que contra ella pronuncie,
nunca, nunca mi alma solicitará que se cumplan.
Escena XX
CLAUDIO, RICARDO, GUILLERMO
Gabinete.
CLAUDIO.- No, no le quiero aquí; ni conviene a nuestra seguridad
dejar libre el campo a su locura. Preveníos, pues, y haré que
inmediatamente se os despache para que él os acompañe a Inglaterra. El
interés de mi corona no permite ya exponerme a un riesgo tan
inmediato, que crece por instantes en los accesos de su demencia.
GUILLERMO.- Al momento dispondremos nuestra marcha. El más
santo y religioso temor es aquel que procura la existencia de tantos
individuos, cuya vida pende de vuestra Majestad.
RICARDO.- Si es obligación en un particular defender su vida de
toda ofensa, por medio de la fuerza y el arte, ¿cuánto más lo será
conservar aquella en quien estriba la felicidad pública? Cuando llega a
faltar el Monarca, no muere él solo, sino que, a manera de un torrente
precipitado, arrebata consigo cuanto le rodea. Como una gran rueda
colocada en la cima del más alto monte, a cuyos enormes rayos están
asidas innumerables piezas menores; que si llega a caer, no hay ninguna
de ellas, por más pequeña que sea, que no padezca igualmente en el
total destrozo. Nunca el Soberano exhala un suspiro sin excitar en su
nación general lamento.
CLAUDIO.- Yo os ruego que os prevengáis sin dilación para el
viaje. Quiero encadenar este temor, que ahora camina demasiado libre.
LOS DOS.- Vamos a obedeceros con la mayor prontitud.
Escena XXI
CLAUDIO, POLONIO
POLONIO.- Señor, ya se ha encaminado al cuarto de su madre, voy
a ocultarme detrás de los tapices para ver el suceso. Es seguro que ella
le reprenderá fuertemente, y como vos mismo habéis observado muy
bien, conviene que asista a oír la conversación alguien más que su
madre, que naturalmente le ha de ser parcial, como a todas sucede.
Quedaos a Dios, yo volveré a veros antes que os recojáis para deciros lo
que haya pasado.
CLAUDIO.- Gracias, querido Polonio.
78
Hamlet www.infotematica.com.ar
Escena XXII
CLAUDIO solo
CLAUDIO.- ¡Oh! ¡Mi (125) culpa es atroz! Su hedor sube al cielo,
llevando consigo la maldición más terrible, la muerte de un hermano.
No puedo recogerme a orar, por más que eficazmente lo procuro, que es
más fuerte que mi voluntad el delito que la destruye. Como el hombre a
quien dos obligaciones llaman, me detengo a considerar por cual
empezaré primero, y no cumpla ninguna... Pero, si este brazo execrable
estuviese aún más teñido en la sangre fraterna, ¿faltará en los Cielos
piadosos suficiente lluvia para volverle cándido como la nieve misma?
¿De qué sirve la misericordia, si se niega a ver el rostro del pecado?
¿Qué hay en la oración sino aquella duplicada fuerza, capaz de
sostenernos al ir a caer, o de adquirirnos el perdón habiendo caído? Sí,
alzaré mis ojos al cielo, y quedará borrada mi culpa. Pero, ¿qué género
de oración habré de usar? Olvida, señor, olvida el horrible homicidio
que cometí... ¡Ah! Que será imposible, mientras vivo poseyendo los
objetos que me determinaron a la maldad: mi ambición, mi corona, mi
esposa... ¿Podrá merecerse el perdón cuando la ofensa existe? En este
mundo estragado sucede con frecuencia que la mano delincuente,
derramando el oro, aleja la justicia, y corrompe con dádivas la
integridad de las leyes; no así en el cielo, que allí no hay engaños, allí
comparecen las acciones humanas como ellas son, y nos vemos
compelidos a manifestar nuestras faltas todas, sin excusa, sin rebozo
alguno... En fin, en fin, ¿qué debo hacer?... Probemos lo que puede el
arrepentimiento... y ¿qué no podrá? Pero, ¿qué ha de poder con quien
no puede arrepentirse? ¡Oh! ¡Situación infeliz! ¡Oh! ¡Conciencia
ennegrecida con sombras de muerte! ¡Oh! ¡Alma mía aprisionada! Que
cuanto más te esfuerzas para ser libre, más quedas oprimida, ¡Ángeles,
asistidme! Probad en mí vuestro poder. Dóblense mis rodillas tenaces, y
tu corazón mío de aceradas fibras, hazte blando como los nervios del
niño que acaba de nacer. Todo, todo puede enmendarse (126).
Escena XXIII
CLAUDIO, HAMLET
HAMLET.- Esta es la ocasión propicia. Ahora está rezando, ahora le
mato... (127) Y así se irá al cielo... ¿y es esta mi venganza? No,
reflexionemos. Un malvado asesina a mi padre, y yo, su hijo único,
79
Hamlet www.infotematica.com.ar
80
Hamlet www.infotematica.com.ar
81
Hamlet www.infotematica.com.ar
82
Hamlet www.infotematica.com.ar
83
Hamlet www.infotematica.com.ar
84
Hamlet www.infotematica.com.ar
85
Hamlet www.infotematica.com.ar
86
Hamlet www.infotematica.com.ar
87
Hamlet www.infotematica.com.ar
88
Hamlet www.infotematica.com.ar
89
Hamlet www.infotematica.com.ar
90
Hamlet www.infotematica.com.ar
91
Hamlet www.infotematica.com.ar
92
Hamlet www.infotematica.com.ar
93
Hamlet www.infotematica.com.ar
94
Hamlet www.infotematica.com.ar
le dice indignada.
Antes que en tus
brazos
me mirase incauta,
de hacerme tu esposa
me diste palabra.
Y él responde entonces:
Por el sol te juro
que no lo olvidara,
si tú no te hubieras
venido a mi cama.
(167) noches, señoras, buenas noches. Amiguitas, buenas noches,
buenas noches.
CLAUDIO.- Acompañala a su cuarto, y haz que la asista suficiente
guardia (168). Yo te lo ruego.
Escena XIV
CLAUDIO, GERTRUDIS
CLAUDIO.- ¡Oh! Todo es efecto de un profundo dolor, todo nace de
la muerte de su padre, y ahora observo, Gertrudis, que cuando los males
vienen, no vienen esparcidos como espías; sino reunidos en
escuadrones. Su padre muerto, tu hijo ausente (habiendo dado él mismo,
justo motivo a su destierro) el pueblo alterado en tumulto con dañadas
ideas y murmuraciones, sobre la muerte del buen Polonio; cuyo entierro
oculto ha sido no leve imprudencia de nuestra parte. La desdichada
Ofelia fuera de sí, turbada su razón, sin la cual somos vanos simulacros
o comparables sólo a los brutos; y por último (y esto no es menos
esencial que todo lo restante) su hermano, que ha venido secretamente
de Francia, y en medio de tan extraños casos, se oculta entre sombras
misteriosas, sin que falten lenguas maldicientes que envenenen sus
oídos, hablándole de la muerte de su padre. Ni en tales discursos, a falta
de noticias seguras, dejaremos de ser citados continuamente de boca en
boca. Todos estos afanes juntos, mi querida Gertrudis, como una
máquina destructora que se dispara, me dan muchas muertes a un
tiempo.
GERTRUDIS.- ¡Ay! ¡Dios! (169) ¿Qué estruendo es éste?
Escena XV
95
Hamlet www.infotematica.com.ar
96
Hamlet www.infotematica.com.ar
97
Hamlet www.infotematica.com.ar
¡Oh! ¡Rosa de Mayo! ¡Amable niña! ¡Mi querida Ofelia! ¡Mi dulce
hermana!... ¡Oh! ¡Cielos! Y ¿es posible que el entendimiento de una
tierna joven sea tan frágil como la vida del hombre decrépito?... Pero la
naturaleza (175) es muy fina en amor, y cuando éste llega al exceso, el
alma se desprende tal vez de alguna preciosa parte de sí misma, para
ofrecérsela en don al objeto amado.
Adiós, querido mío. Adiós.
LAERTES.- Si gozando de tu razón me incitaras a la venganza, no
pudieras conmoverme tanto.
OFELIA.- Debéis cantar aquello de:
¡Ay! Que a propósito viene el estribillo... El pícaro del Mayordomo fue
el que robó a la señorita.
LAERTES.- Esas palabras vanas producen mayor efecto en mí que
el más concertado discurso.
OFELIA.- Aquí traigo romero, que es bueno para la memoria.
Tornad, amigo (177), para que os acordéis... Y aquí hay trinitarias, que
son para los pensamientos.
LAERTES.- Aun en medio de su delirio quiere aludir a los
pensamientos que la agitan, y a sus memorias tristes.
OFELIA.- Aquí hay hinojo para vos (178), y palomillas y ruda (179)...
OFELIA.-
Lleváronle en su ataúd
con el rostro
descubierto
Ay no ni, ay ay ay no ni.
Y sobre su sepultura
muchas lágrimas
llovieron.
Ay no ni, ay ay ay no ni.
Abajito está (176)
llámele, señor, que abajito
está.
para vos también, y esto poquito es para mí. Nosotros podemos llamarla
yerba santa del Domingo,... vos la usaréis con la distinción que os
parezca... Esta es una margarita (180). Bien os quisiera dar algunas
violetas; pero todas se marchitaron cuando murió mi padre. Dicen que
98
Hamlet www.infotematica.com.ar
99
Hamlet www.infotematica.com.ar
HORACIO, UN CRIADO
Sala en casa de HORACIO.
HORACIO.- ¿Quiénes son los que me quieren hablar?
CRIADO.- Unos marineros, que según dicen os traen cartas.
HORACIO.- Hazlos entrar (182). Yo no sé de que parte del mundo
pueda nadie escribirme, si ya no es Hamlet mi señor.
Escena XX
HORACIO, DOS MARINEROS
MARINERO 1.º.- Dios os guarde.
HORACIO.- Y a vosotros también.
MARINERO 1.º.- Así lo hará si es su voluntad. Estas cartas del
Embajador que se embarcó para Inglaterra vienen dirigidas a vos, si os
llamáis Horacio, como nos han dicho.
HORACIO.- Horacio (183): luego que hayas leído ésta, dirigirás esos
hombres al Rey para el cual les he dado una carta. Apenas llevábamos
dos días de navegación, cuando empezó a darnos caza un pirata muy
bien armado. Viendo que nuestro navío era poco velero, nos vimos
precisados a apelar al valor. Llegamos al abordaje: yo salté el primero
en la embarcación enemiga, que al mismo tiempo logró desaferrarse de
la nuestra, y por consiguiente me hallé solo y prisionero. Ellos se han
portado conmigo como ladrones compasivos; pero ya sabían lo que se
hacían, y se lo he pagado muy bien. Haz que el Rey reciba las cartas
que le envío, y tú ven a verme con tanta diligencia, como si huyeras de
la muerte. Tengo unas cuantas palabras que decirte al oído que te
dejarán atónito; bien que todas ellas no serán suficientes a expresar la
importancia del caso. Esos buenos hombres te conducirán hasta aquí.
Guillermo y Ricardo siguieron su camino a Inglaterra. Mucho tengo
que decirte de ellos. Adiós. Tuyo siempre, Hamlet. Vamos. Yo os
introduciré para que presentéis esas cartas. Conviene hacerlo pronto, a
fin de que me llevéis después a donde queda el que os las entregó.
Escena XXI
CLAUDIO, LAERTES
Gabinete del Rey.
CLAUDIO.- Sin duda tu rectitud aprobará ya mi descargo, y me
darás lugar en el corazón como a tu amigo; después que has oído, con
pruebas evidentes, que el matador de tu noble padre, conspiraba contra
100
Hamlet www.infotematica.com.ar
mi vida.
LAERTES.- Claramente se manifiesta... Pero, decidme ¿por qué no
procedéis contra excesos tan graves y culpables? Cuando vuestra
prudencia, vuestra grandeza, vuestra propia seguridad, todas las
consideraciones juntas, deberían excitaros tan particularmente a
reprimirlos.
CLAUDIO.- Por dos razones, que aunque tal vez las juzgarás
débiles; para mí han sido muy poderosas. Una es (184), que la Reina su
madre vive pendiente casi de sus miradas, y al mismo tiempo (sea
desgracia o felicidad mía) tan estrechamente unió el amor mi vida y mi
alma a la de mi esposa, que así como los astros no se mueven sino
dentro de su propia esfera, así en mí no hay movimiento alguno que no
dependa de su voluntad. La otra razón por que no puedo proceder contra
el agresor públicamente es el grande cariño que le tiene el pueblo, el
cual, como la fuente cuyas aguas mudan los troncos en piedras, bañando
en su afecto las faltas del Príncipe, convierte en gracias todos sus
yerros. Mis flechas no pueden con tal violencia dispararse, que resistan
a huracán tan fuerte; y sin tocar el punto a que las dirija, se volverán
otra vez al arco (185).
LAERTES.- Seguiré en todo vuestras ideas, y mucho más si
disponéis que yo sea el instrumento que las ejecute.
CLAUDIO.- Todo sucede bien... Desde que te fuiste se ha hablado
mucho de ti delante de Hamlet, por una habilidad en que dicen que
sobresales. Las demás que tienes no movieron tanto su envidia como
ésta sola: que en mi opinión ocupa el último lugar.
LAERTES.- ¿Y qué habilidad es, señor?
CLAUDIO.- No es más que un lazo en el sombrero de la juventud;
pero que la es muy necesario, puesto que así son propios de la juventud
los adornos ligeros y alegres, como de la edad madura las ropas y pieles
que se viste, por abrigo y decencia... Dos meses ha que estuvo aquí un
caballero de Normandía... Yo conozco a los franceses muy bien, he
militado contra ellos, y son por cierto buenos jinetes; pero el galán de
quien hablo era un prodigio en esto. Parecía haber nacido sobre la silla,
y hacía ejecutar al caballo tan admirables movimientos, como si él y su
valiente bruto animaran un cuerpo sólo, y tanto excedió a mis ideas, que
todas las formas y actitudes que yo pude imaginar, no negaron a lo que
101
Hamlet www.infotematica.com.ar
él hizo.
LAERTES.- ¿Decís que era normando?
CLAUDIO.- Sí, normando.
LAERTES.- Ese es Lamond, sin duda.
CLAUDIO.- Él mismo.
LAERTES.- Le conozco bien y es la joya más precisa de su nación.
CLAUDIO.- Pues éste hablando de ti públicamente, te llenaba de
elogios por tu inteligencia y ejercicio en la esgrima, y la bondad de tu
espada en la defensa y el ataque; tanto que dijo alguna vez, que sería un
espectáculo admirable el verte lidiar con otro de igual mérito; si pudiera
hallarse, puesto que según aseguraba él mismo, los más diestros de su
nación carecían de agilidad para las estocadas y los quites cuando tu
esgrimías con ellos. Este informe irritó la envidia de Hamlet, y en nada
pensó desde entonces sino en solicitar con instancia tu pronto regreso,
para batallar contigo. Fuera de esto...
LAERTES.- ¿Y qué hay además de eso, señor?
CLAUDIO.- Laertes, ¿amaste a tu padre? O eres como las figuras de
un lienzo, que tal vez aparentan tristeza en el semblante, cuando las
falta un corazón.
LAERTES.- ¿Por qué lo preguntáis?
CLAUDIO.- No porque piense que no amabas a tu padre; sino
porque sé que el amor (186) está sujeto al tiempo, y que el tiempo
extingue su ardor y sus centellas; según me lo hace ver la experiencia de
los sucesos. Existe en medio de la llama de amor una mecha o pábilo
que la destruye al fin, nada permanece en un mismo grado de bondad
constantemente, pues la salud misma degenerando en plétora perece por
su propio exceso. Cuanto nos proponemos hacer debería ejecutarse en el
instante mismo en que lo deseamos, porque la voluntad se altera
fácilmente, se debilita y se entorpece, según las lenguas, las manos y los
accidentes que se atraviesan; y entonces, aquel estéril deseo es
semejante a un suspiro, que exhalando pródigo el aliento causa daño, en
vez de dar alivio... Pero, toquemos en lo vivo de la herida. Hamlet
vuelve. ¿Qué acción emprenderías tú para manifestar, más con las obras
que con las palabras, que eres digno hijo de tu padre?
LAERTES.- ¿Qué haré? Le cortaré la cabeza en el templo mismo.
CLAUDIO.- Cierto que no debería un homicida hallar asilo en parte
102
Hamlet www.infotematica.com.ar
alguna, ni reconocer límites una justa venganza; pero, buen Laertes, haz
lo que te diré. Permanece oculto en tu cuarto; cuando llegue Hamlet
sabrá que tú has venido; yo le haré acompañar por algunos que
alabando tu destreza den un nuevo lustre a los elogios que hizo de ti el
francés. Por último (187), llegaréis a veros; se harán apuestas en favor de
uno y otro... Él, que es descuidado, generoso, incapaz de toda malicia,
no reconocerá los floretes; de suerte que te será muy fácil, con poca
sutileza que uses, elegir una espada sin botón, y en cualquiera de las
jugadas tomar satisfacción de la muerte de tu padre.
LAERTES.- Así lo haré, y a ese fin quiero envenenar la espada con
cierto ungüento que compré de un charlatán, de cualidad tan mortífera,
que mojando un cuchillo en él, adonde quiera que haga sangre introduce
la muerte; sin que haya emplasto eficaz que pueda evitarla, por más que
se componga de cuantos simples medicinales crecen debajo de la luna.
Yo bañaré la punta de mi espada en este veneno, para que apenas le
toque, muera.
CLAUDIO.- Reflexionemos más sobre esto... Examinemos, qué
ocasión, qué medios serán más oportunos a nuestro engaño; porque, si
tal vez se malogra, y equivocada la ejecución se descubren los fines,
valiera más no haberlo emprendido. Conviene, pues, que este proyecto
vaya sostenido con otro segundo, capaz de asegurar el golpe, cuando
por el primero no se consiga. Espera... Déjame ver si... Haremos una
apuesta solemne sobre vuestra habilidad y... Sí, ya hallé el medio.
Cuando con la agitación os sintáis acalorados y sedientos (puesto que al
fin deberá ser mayor la violencia del combate) él pedirá de beber, y yo
le tendré prevenida expresamente una copa, que al gustarla sólo; aunque
haya podido librarse de tu espada ungida, veremos cumplido nuestro
deseo. Pero... Calla. ¿Qué ruido se escucha? (188)
Escena XXIV
GERTRUDIS, CLAUDIO, LAERTES
CLAUDIO.- ¿Qué ocurre de nuevo, amada Reina?
GERTRUDIS.- Una desgracia va siempre pisando las ropas de otra;
tan inmediatas caminan. Laertes tu hermana acaba de ahogarse.
LAERTES.- ¡Ahogada! ¿En dónde? ¡Cielos!
GERTRUDIS.- Donde (189) hallaréis un sauce que crece a las orillas
de ese arroyo, repitiendo en las ondas cristalinas la imagen de sus hojas
103
Hamlet www.infotematica.com.ar
104
Hamlet www.infotematica.com.ar
105
Hamlet www.infotematica.com.ar
106
Hamlet www.infotematica.com.ar
107
Hamlet www.infotematica.com.ar
quedará más!
HORACIO.- Verdad es, señor.
HAMLET.- ¿No se hace el pergamino de piel de carnero?
HORACIO.- Sí señor, y de piel de ternera también.
HAMLET.- Pues, dígote, que son más irracionales que las terneras y
carneros, los que fundan su felicidad en la posesión de tales
pergaminos. Voy a tramar conversación con este hombre. ¿De quién es
esa sepultura, buena pieza? (200)
SEPULTURERO 1.º.- Mía, señor (201).
un lienzo donde
revuelto vaya,
y un hoyo en
tierra
que le preparan:
para tal huésped
eso le basta.
y un hoyo en tierra (202)
que le preparan:
para tal huésped
HAMLET.- Sí, yo creo que es tuya porque estás ahora dentro de
ella... Pero la sepultura es para los muertos, no para los vivos: con que
has mentido.
SEPULTURERO 1.º.- Ve ahí un mentís demasiado vivo; pero yo os
le volveré.
HAMLET.- ¿Para qué muerto cavas esa sepultura?
SEPULTURERO 1.º.- No es hombre, señor.
HAMLET.- Pues bien, ¿para qué mujer?
SEPULTURERO 1.º.- Tampoco es eso.
HAMLET.- Pues ¿qué es lo que ha de enterrarse ahí?
SEPULTURERO 1.º.- Un cadáver que fue mujer; pero ya murió...
Dios la perdone.
HAMLET.- ¡Qué taimado es! Hablémosle clara y sencillamente,
porque si no, es capaz de confundirnos a equívocos. De tres años a esta
parte he observado cuanto se va sutilizando la edad en que vivimos...
Por vida mía, Horacio, que ya el villano sigue tan de cerca al caballero,
que muy pronto le desollará el talón. ¿Cuánto tiempo ha que eres
108
Hamlet www.infotematica.com.ar
sepulturero?
SEPULTURERO 1.º.- Toda mi vida, se puede decir. Yo comencé el
oficio, el día que nuestro último Rey Hamlet venció a Fortimbrás.
HAMLET.- ¿Y cuánto tiempo habrá?
SEPULTURERO 1.º.- ¡Toma! ¿No lo sabéis? Pues hasta los
chiquillos os lo dirán. Eso sucedió el mismo día en que nació el joven
Hamlet, el que está loco, y se ha ido a Inglaterra.
HAMLET.- ¡Oiga! ¿Y por qué se ha ido a Inglaterra?
SEPULTURERO 1.º.- Porque..., porque está loco, y allí cobrará su
juicio; y si no le cobra a bien que poco importa.
HAMLET.- ¿Por qué?
eso le basta.
SEPULTURERO 1.º.- Porque allí todos son tan locos como él, y no
será reparado.
HAMLET.- ¿Y cómo ha sido volverse loco?
SEPULTURERO 1.º.- De un modo muy extraño, según dicen.
HAMLET.- ¿De qué modo?
SEPULTURERO 1.º.- Habiendo perdido el entendimiento.
HAMLET.- Pero, ¿qué motivo dio lugar a eso? (203)
SEPULTURERO 1.º.- ¿Qué lugar? Aquí en Dinamarca, donde soy
enterrador, y lo he sido de chico y de grande, por espacio de treinta
años.
HAMLET.- ¿Cuánto tiempo podrá estar enterrado un hombre sin
corromperse?
SEPULTURERO 1.º.- De suerte que si él no corrompía ya en vida
(como nos sucede todos los días con muchos cuerpos galicados, que no
hay por donde asirlos) podrá durar cosa de ocho o nueve años. Un
curtidor durará nueve años, seguramente.
HAMLET.- ¿Pues qué tiene él más que otro cualquiera?
SEPULTURERO 1.º.- Lo que tiene es un pellejo tan curtido ya, por
mor de su ejercicio, que puede resistir mucho tiempo al agua; y el agua,
señor mío, es la cosa que más pronto destruye a cualquier hideputa de
muerto. Ve aquí una calavera que ha estado debajo de tierra veintitrés
años.
HAMLET.- ¿De quién es?
SEPULTURERO 1.º.- Mayor hideputa, ¡loco! ¿De quién os parece
109
Hamlet www.infotematica.com.ar
que será?
HAMLET.- ¿Yo cómo he de saberlo?
SEPULTURERO 1.º.- ¡Mala peste en él y en sus travesuras!... Una
vez me echó un frasco de vino del Rhin por los cabezones... Pues,
señor, esta calavera es la calavera de Yorick, el bufón del Rey (204).
HAMLET.- ¿Ésta?
SEPULTURERO 1.º.- La misma.
HAMLET.- ¡Ay! ¡Pobre Yorick! Yo le conocí, Horacio..., era un
hombre sumamente gracioso de la más fecunda imaginación. Me
acuerdo que siendo yo niño me llevó mil veces sobre sus hombros... y
ahora su vista me llena de horror; y oprimido el pecho palpita... Aquí
estuvieron aquellos labios donde yo di besos sin número. ¿Qué se
hicieron tus burlas, tus brincos, tus cantares y aquellos chistes
repentinos que de ordinario animaban la mesa con alegre estrépito?
Ahora, falto ya enteramente de músculos, ni aún puedes reírte de tu
propia deformidad... Ve al tocador de alguna de nuestras damas y dila,
para excitar su risa, que porque se ponga una pulgada de afeite en el
rostro; al fin habrá de experimentar esta misma transformación... (205)
Dime una cosa, Horacio.
HORACIO.- ¿Cuál es, señor?
HAMLET.- ¿Crees tú que Alejandro, metido debajo de tierra, tendría
esa forma horrible?
HORACIO.- Cierto que sí.
HAMLET.- Y exhalaría ese mismo hedor... ¡Uh!
HORACIO.- Sin diferencia alguna (206).
HAMLET.- En qué abatimiento hemos de parar, ¡Horacio! Y ¿por
qué no podría la imaginación seguir las ilustres cenizas de Alejandro,
hasta encontrarla tapando la boca de algún barril?
HORACIO.- A fe que sería excesiva curiosidad ir a examinarlo.
HAMLET.- No, no por cierto. No hay sino irle siguiendo hasta
conducirle allí, con probabilidad y sin violencia alguna. Como si
dijéramos: Alejandro murió, Alejandro fue sepultado, Alejandro se
redujo a polvo, el polvo es tierra, de la tierra hacemos barro... ¿y por
qué con este barro en que él está ya convertido, no habrán podido tapar
un barril de cerveza? El emperador César, muerto y hecho tierra, puede
tapar un agujero para estorbar que pase el aire... ¡Oh!... Y aquella tierra,
110
Hamlet www.infotematica.com.ar
que tuvo atemorizado el orbe, servirá tal vez de reparar las hendiduras
de un tabique, contra las intemperies del invierno... Pero, callemos...
hagámonos a un lado, que... sí... Aquí viene el Rey, la Reina, los
Grandes... ¿A quién acompañan? ¡Qué ceremonial tan incompleto es
éste! Todo ello me anuncia que el difunto que conducen, dio fin a su
vida con desesperada mano... Sin duda era persona de calidad...
Ocultémonos un poco, y observa.
Escena III
CLAUDIO, GERTRUDIS, HAMLET, LAERTES, HORACIO, UN
CURA, DOS SEPULTUREROS. Acompañamiento de Damas,
Caballeros y Criados. (207)
LAERTES.- ¿Qué otra ceremonia falta? (208)
HAMLET.- Mira, aquel es Laertes, joven muy ilustre.
LAERTES.- ¿Qué ceremonia falta?
EL CURA.- Ya se han celebrado sus exequias con toda la decencia
posible. Su muerte da lugar a muchas dudas, y a no haberse interpuesto
la suprema autoridad que modifica las leyes, hubiera sido colocada en
lugar profano, allí estuviera hasta que sonase la trompeta final, y en vez
de oraciones piadosas, hubieran caído sobre su cadáver guijarros,
piedras y cascote. No obstante esto, se la han concedido las vestiduras y
adornos virginales, el clamor de las campanas y la sepultura.
LAERTES.- ¿Con qué no se debe hacer más?
EL CURA.- No más. Profanaríamos los honores sagrados de los
difuntos, cantando un réquiem para implorar el descanso de su alma,
como se hace por aquellos que parten de esta vida con más cristiana
disposición.
LAERTES.- Dadla tierra, pues (209). Sus hermosos e intactos
miembros acaso producirán violetas suaves. Y a ti, clérigo zafio, te
anuncio que mi hermana será un ángel del Señor, mientras tú estarás
bramando en los abismos.
HAMLET.- ¡Qué! ¡La hermosa Ofelia!
GERTRUDIS.- Dulces dones a mi dulce amiga (210). A Dios... Yo
deseaba que hubieras sido esposa de mi Hamlet, graciosa doncella, y
esperé cubrir de flores tu lecho nupcial... pero no tu sepulcro.
LAERTES.- ¡Oh! ¡Una y mil veces sea maldito, aquel cuya acción
inhumana te privó a ti del más sublime entendimiento!... No... esperad
111
Hamlet www.infotematica.com.ar
112
Hamlet www.infotematica.com.ar
movimiento y mudo.
HAMLET.- Óyeme: ¿cuál es la razón de obrar así conmigo?
Siempre te he querido bien... Pero nada importa. Aunque el mismo
Hércules, con todo su poder, quiera estorbarlo, el gato maullará y el
perro quedará vencedor (216).
CLAUDIO.- Horacio, ve, no le abandones... Laertes, nuestra plática
de la noche anterior fortificará tu paciencia, mientras dispongo lo que
importa en la ocasión presente... Amada Gertrudis, será bien que alguno
se encargue de la guarda de tu hijo. Esta sepultura se adornará con un
monumento durable. Espero que gozaremos brevemente horas más
tranquilas; pero, entretanto, conviene sufrir.
Escena IV
HAMLET, HORACIO
Salón del Palacio. (217)
HAMLET.- Baste ya lo dicho sobre esta materia. Ahora quisiera
informarte de lo demás; pero, ¿te acuerdas bien de todas las
circunstancias?
HORACIO.- ¿No he de acordarme, señor?
HAMLET.- Pues sabrás (218) amigo, que agitado continuamente mi
corazón en una especie de combate, no me permitía conciliar el sueño, y
en tal situación me juzgaba más infeliz que el delincuente cargado de
prisiones. Una temeridad... Bien que debo dar gracias a esta temeridad,
pues por ella existo. Sí, confesemos que tal vez nuestra indiscreción
suele sernos útil; al paso que los planes concertados con la mayor
sagacidad, se malogran, prueba certísima de que la mano de Dios
conduce a su fin todas nuestras acciones por más que el hombre las
ordene sin inteligencia.
HORACIO.- Así es la verdad.
HAMLET.- Salgo, pues, de mi camarote, mal rebujado con un
vestido de marinero, y a tientas, favorecido de la obscuridad, llego hasta
donde ellos estaban. Logro mi deseo, me apodero de sus papeles, y me
vuelvo a mi cuarto. Allí, olvidando mis recelos toda consideración, tuve
la osadía de abrir sus despachos, y en ellos encuentro, amigo, una
alevosía del Rey. Una orden precisa, apoyada en varias razones, de ser
importante a la tranquilidad de Dinamarca, y aún a la de Inglaterra y
¡oh! mil temores y anuncios de mal, si me dejan vivo... En fin, decía:
113
Hamlet www.infotematica.com.ar
que luego que fuese leída, sin dilación, ni aun para afinar a la segur el
filo, me cortasen la cabeza.
HORACIO.- ¡Es posible!
HAMLET.- Mira la orden aquí (219), podrás leerla en mejor ocasión;
pero ¿quieres saber lo que yo hice?
HORACIO.- Sí, yo os lo ruego.
HAMLET.- Ya ves como rodeado así de traiciones, ya ellos habían
empezado el drama, aun antes de que yo hubiese comprendido el
prólogo. No obstante, siéntome al bufete, imagino una orden distinta, y
la escribo inmediatamente de buena letra... Yo creí algún tiempo (como
todos los grandes señores) que el escribir bien fuese un desdoro; y aun
no dejé de hacer muchos esfuerzos para olvidar esta habilidad; pero
ahora conozco, Horacio, cuán útil me ha sido tenerla. ¿Quieres saber lo
que el escrito contenía?
HORACIO.- Sí señor.
HAMLET.- Una súplica del Rey dirigida con grandes instancias al
de Inglaterra, como a su obediente feudatario, diciéndole que su
recíproca amistad florecería como la palma robusta; que la paz,
coronada de espigas, mantendría la quietud de ambos imperios,
uniéndolos en amor durable, con otras expresiones no menos
afectuosas. Pidiéndole, por último, que vista que fuese aquella carta, sin
otro examen, hiciese perecer con pronta muerte a los dos mensajeros;
no dándoles tiempo ni aun para confesar su delito.
HORACIO.- ¿Y cómo la pudisteis sellar?
HAMLET.- Aún eso también parece que lo dispuso el Cielo, porque
felizmente trata conmigo el sello de mi padre, por el cual se hizo el que
hoy usa el Rey. Cierro el pliego en la forma que el anterior, póngole la
misma dirección, el mismo sello, le conduzco sin ser visto al mismo
paraje y nadie nota el cambio... Al día siguiente ocurrió el combate
naval, lo que después sucedió, ya lo sabes.
HORACIO.- De ese modo, Guillermo y Ricardo caminan derechos a
la muerte.
HAMLET.- Ya ves que ellos han solicitado este encargo, mi
conciencia no me acusa acerca de su castigo... Ellos mismos se han
procurado su ruina... Es muy peligroso al inferior meterse entre las
puntas de las espadas, cuando dos enemigos poderosos lidian.
114
Hamlet www.infotematica.com.ar
115
Hamlet www.infotematica.com.ar
116
Hamlet www.infotematica.com.ar
117
Hamlet www.infotematica.com.ar
118
Hamlet www.infotematica.com.ar
119
Hamlet www.infotematica.com.ar
120
Hamlet www.infotematica.com.ar
121
Hamlet www.infotematica.com.ar
122
Hamlet www.infotematica.com.ar
ignora.
HORACIO.- ¿Vivir? No lo creáis. Yo tengo alma Romana, y aún ha
quedado aquí parte del tósigo. (241)
HAMLET.- Dame esa copa... presto... por Dios te lo pido. ¡Oh!
¡Querido Horacio! Si esto permanece oculto, ¡qué manchada reputación
dejaré después de mi muerte! Si alguna vez me diste lugar en tu
corazón, retarda un poco esa felicidad que apeteces; alarga por algún
tiempo la fatigosa vida en este mundo llena de miserias, y divulga por él
mi historia... ¿Qué estrépito militar es éste? (242)
Escena X
HAMLET, HORACIO, ENRIQUE, UN CABALLERO y
acompañamiento.
CABALLERO.- El joven Fortimbrás que vuelve vencedor de
Polonia, saluda con la salva marcial que oís a los Embajadores de
Inglaterra.
HAMLET.- Yo espiro, Horacio, la activa ponzoña sofoca ya mi
aliento... No puedo vivir para saber nuevas de Inglaterra; pero me
atrevo (243) a anunciar que Fortimbrás será elegido por aquella nación.
Yo, moribundo, le doy mi voto... Díselo tú, e infórmale de cuanto acaba
de ocurrir... ¡Oh!... Para mí sólo queda ya... silencio eterno. (244)
HORACIO.- En fin, ¡se rompe ese gran corazón! Adiós, adiós,
amado Príncipe. (245) ¡Los coros angélicos te acompañen al celeste
descanso!... Pero, ¿cómo se acerca hasta aquí el estruendo de tambores?
Escena XI
FORTIMBRÁS, DOS EMBAJADORES, HORACIO, ENRIQUE,
SOLDADOS, acompañamiento.
FORTIMBRÁS.- ¿En dónde está ese espectáculo (246)?
HORACIO.- ¿Qué buscáis aquí? Si queréis ver desgracias
espantosas, no paséis adelante.
FORTIMBRÁS.- ¡Oh! Este destrozo pide sangrienta venganza...
¡Soberbia muerte! ¿Qué festín dispones en tu morada infernal, que así
has herido con un golpe solo tantas ilustres víctimas?
EMBAJADOR 1.º.- ¡Horroriza el verlo!... Tarde hemos llegado con
los mensajes de Inglaterra. Los oídos a quienes debíamos dirigirlos, son
ya insensibles. Sus órdenes fueron puntualmente ejecutadas: Ricardo y
Guillermo perdieron la vida... Pero, ¿quién nos dará las gracias de
123
Hamlet www.infotematica.com.ar
nuestra obediencia?
HORACIO.- No las recibiríais de su boca, aunque viviese todavía,
que él nunca dio orden para tales muertes. Pero, puesto que vos
viniendo victorioso de la guerra contra Polonia y vosotros enviados de
Inglaterra, os halláis juntos en este lugar y os veo deseosos de averiguar
este suceso trágico: disponed que esos cadáveres se expongan sobre una
tumba elevada a la vista pública, y entonces haré saber al mundo que lo
ignora el motivo de estas desgracias. Me oiréis hablar (pues todo os lo
sabré referir fielmente) de acciones crueles, bárbaras, atroces sentencias
que dictó el acaso estragos imprevistos, muertes ejecutadas con
violencia y aleve astucia y al fin, proyectos malogrados, que han hecho
perecer a sus autores mismos.
FORTIMBRÁS.- Deseo con impaciencia oíros, y convendrá que se
reúna con este objeto la nobleza de la nación. No puedo mirar sin horror
los dones que me ofrece la fortuna; pero tengo derechos muy antiguos a
esta corona, y en tal ocasión es justo reclamarlos.
HORACIO.- También puedo hablar en ese propósito, declarando el
voto que pronunció aquella boca, que ya no formará sonido alguno...
Pero, ahora que los ánimos están en peligroso movimiento, no se dilate
la ejecución un instante solo: para evitar los males que pudieran causar
la malignidad o el error.
FORTIMBRÁS.- Cuatro de mis capitanes lleven al túmulo el cuerpo
de Hamlet con las insignias correspondientes a un guerrero. ¡Ah! Si él
hubiese ocupado el trono, sin duda hubiera sido un excelente Monarca...
Resuene la música militar por donde pase la pompa fúnebre, y
hagánsele todos los honores de la guerra... Quitad, quitad de ahí esos
cadáveres. Espectáculo tan sangriento, más es propio de un campo de
batalla que de este sitio... Y vosotros, haced que salude con descargas
todo el ejército.
124