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El Amor Es Ciego

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El amor es ciego, el matrimonio la revelación

1. EL MATRIMONIO

El ordenamiento jurídico italiano (artículo 29, coma 1 de la Constitución) sienta las


bases de la familia legítima con el matrimonio, que la ley, oportunamente, no define.
El término “matrimonio” tiene diversos significados: indica o bien el acto, o la relación
jurídica, que en el acto encuentra su fuente. (Bonilini, 1992, p. 27)

Dados ciertos requisitos, la manifestación de voluntad de un hombre y de una mujer


de casarse -matrimonio- es productora de efectos jurídicos
personales y patrimoniales: sintetizando, la relación entre cónyuges, la relación
matrimonial.

El matrimonio es, entonces, el negocio solemne mediante el cual un hombre y una


mujer asumen el compromiso de una convivencia estable y de ayuda recíproca como
marido y mujer.

Observamos que el ordenamiento italiano no existe una norma que defina al


matrimonio sin embargo tanto la Constitución como el Código Civil confieren unas
directrices de las cuales podemos extraer algunos elementos del matrimonio.
Verbigracia, el matrimonio es un acto jurídico, en el cual hay manifestación de
voluntad de dos personas para realizarlo. Es un acto voluntario por lo ya expresado.

Asimismo, requiere de la diversidad de sexos al precisarse de las voluntades de un


hombre y una mujer. De ese acto, que duda cabe, surgen derechos y obligaciones para
los contrayentes del mismo, o sea es un acto productor de efectos jurídicos personales
y patrimoniales. Finalmente es un acto solemne, ya que tiene una formalidad de la cual
no pueden sustraerse los contrayentes sino que viene predeterminada por ley, por
tanto si bien el matrimonio es un acto jurídico no es un negocio jurídico.

Según una doctrina francesa, es difícil de definir el matrimonio y esto por dos razones:
la primera proviene de diferentes aspectos del matrimonio,
aspectos sociales  y morales difíciles de insertar en una definición jurídica; la segunda
resulta del doble sentido de la palabra matrimonio que designa a veces el acto
instantáneo que da nacimiento a este estado, a veces el propio estado, continuo.
(Bénabent, 2003, p. 21)
Para una doctrina nacional es un instituto que proporciona profundas reflexiones
históricas, políticas y sociológicas y, por lo tanto, no hay uniformidad en los conceptos
doctrinales, pues estos pueden ser mutables y deben adaptarse a los cambios en el
ámbito social con el paso del tiempo. (Varsi Rospigliosi, 2011, p. 38)

Para reforzar este hecho, solo recordar las definiciones de un pasado reciente que,
necesariamente, de conformidad con las normas aplicables en ese momento, hicieron
referencia a la relación matrimonial indisoluble. La definición del matrimonio no es ni
puede ser inalterable, al igual que ocurre con la comprensión de todos los fenómenos
sociales que cambian en el tiempo y espacio (in iure omnis definitio periculosa). (Ídem)

Consideramos que, si bien algunos ordenamientos no establecen una definición de


matrimonio debido a que es una institución cambiable a lo largo del tiempo, o por que
sea difícil encasillar aspectos sociales y morales en una definición jurídica, es
indispensable, como se viene haciendo, que la Constitución, el Código Civil y otras
leyes especiales regulen algunos de sus elementos y aspectos relacionados.

Ya que sin duda alguna no podríamos hablar de un matrimonio en el cual no se respete


su solemnidad, al tener un contenido de carácter público o un matrimonio en el cual
no haya voluntad, libre de vicios, de los contrayentes. Tampoco podríamos obviar
determinados requisitos, a modo de filtro, para que se pueda celebrar (impedimentos
matrimoniales).

De la lectura del artículo 234 del Código Civil peruano, podemos inferir los elementos


consustanciales a esta institución, como el consenso libre entre los pretendientes; la
relación heterosexual; que deba ser celebrado entre personas aptas para ello; la forma
matrimonial que ya viene impuesta por ley y por último se señala el fin del matrimonio,
señalándose que es la plena comunidad de vida. (Aguilar Llanos, 2016, p. 58)

En el presente trabajo desarrollaremos, escuetamente, uno de los tipos de efectos que


emergen de la celebración del matrimonio (art. 234 del Código Civil ), nos referimos a
los efectos personales.

Los cónyuges no podrán descartar las reglas que establecen estas obligaciones
personales, emanadas de su unión matrimonial, ya que son de orden público y
constituyen la base de la familia. (Bénabent, 2003, p. 105)

2. Obligaciones comunes de los cónyuges


Los cónyuges se obligan mutuamente por el hecho del matrimonio a alimentar y
educar a sus hijos.

Estas obligaciones mutuas de los cónyuges de alimentar y educar a sus hijos, derivadas
del matrimonio, se encuentran ubicadas dentro de los alimentos y la patria potestad.

2.1. Obligación de prestar alimentos

Se entiende por alimentos lo que es indispensable para el sustento, habitación,


vestido, educación, instrucción y capacitación para el trabajo, asistencia médica y
psicológica y recreación, según la situación y posibilidades de la familia. También los
gastos del embarazo de la madre desde la concepción hasta la etapa de postparto.

De la definición de alimentos en el CC, al ser tan amplia, advertimos que incluye a la


educación.

Por su parte, el artículo 92 del Código de los Niños y Adolescentes (en adelante CNA)


señala que:

El CNA ratifica la definición del CC ya que la noción de alimentos es igual de amplia y


por ende incluye a la educación.

Asimismo, de conformidad con el artículo 93 del CNA:

Artículo 93.- Obligados a prestar alimentos

Es obligación de los padres prestar alimentos a sus hijos. 

Es obligación de los padres prestar alimentos (incluyendo la educación) a sus hijos


independientemente de que exista vínculo matrimonial o no.

2.2. Obligación de educar a los hijos

Son deberes y derechos de los padres que ejercen la patria potestad:

1. Proveer al sostenimiento y educación de los hijos.

2. Dirigir el proceso educativo de los hijos y su capacitación para el trabajo conforme a


su vocación y aptitudes.

Entendemos que la educación de los hijos es una obligación y al mismo tiempo un


derecho que tienen los padres, derecho y obligación provenientes de la patria
potestad.
Por su parte, el CNA en su artículo 74 señala que:

La educación tiene como finalidad el desarrollo integral de la persona humana. El


Estado reconoce y garantiza la libertad de enseñanza. Los padres de familia tienen el
deber de educar a sus hijos y el derecho de escoger los centros de educación y de
participar en el proceso educativo.

La Constitución entiende a la educación de los hijos como un deber de los padres que


involucra:

 su participación en el proceso educativo

 la elección de los centros de educación

Finalmente podemos decir que constitucionalmente hablando, es deber y derecho de


los padres alimentar, educar y dar seguridad a sus hijos. Asimismo, los hijos tienen el
deber de respetar y asistir a sus padres. (Art. 6 de la Constitución )

3. DEBER DE FIDELIDAD Y ASISTENCIA

Los cónyuges se deben recíprocamente fidelidad y asistencia.

3.1. Deber de fidelidad

La fidelidad implica que los cónyuges no tengan relaciones sexuales deliberadas con


otras personas, es decir fuera del matrimonio, ya que de hacerlo incurrirían
en adulterio, considerado como causal de separación de cuerpos y de divorcio (art.
333 del CC inciso 1).

El adulterio involucra la presencia de dos elementos, uno objetivo y el otro subjetivo:


el primero, el tener relaciones sexuales fuera del matrimonio y el segundo, la intención
deliberada de hacerlo. Elementos que al presentarse copulativamente vulneran el
deber de fidelidad recíproco, que se deben los cónyuges, emergente del matrimonio.

3.2. Deber de asistencia

Para Enrique Varsi, se entiende como el cumplimiento que debe realizar un cónyuge
para satisfacer las necesidades y requerimientos del otro. La asistencia
es económica y moral, el socorro y la ayuda recíproca. Económica, condición que tiene
una persona para poder cumplir con las necesidades de su pareja, si se trata de
alimentos es una obligación.  Moral, implica el compartir, conversar, etc. con la pareja.
(2011, p. 97)
Para una doctrina francesa, consiste en aportarle al cónyuge el apoyo de su cariño y
dedicación en las dificultades de la vida: así ayudar a su cónyuge enfermo o lisiado
proporcionándole los cuidados necesarios, aportándole una ayuda profesional o en sus
negocios patrimoniales, etc. De manera más general, consiste en respetar al otro y a
hacer la vida en común tolerable o incluso placentera. (Bénabent, 2003, p. 112)

Agrega que la mayor parte de los comportamientos injuriosos entre las causales de
divorcio se entienden como incumplimientos al deber de asistencia. Así, este se
diversifica en deberes de sinceridad, de paciencia, de solidaridad, de honor, de
cortesía, de respeto mutuo. El Código Civil de Quebec habla de «deber de respeto».
(Ídem)

Nos parece que la infracción de cualquiera de las causales de separación de


cuerpos (art. 333 del CC) involucra un incumplimiento a este deber de asistencia. A
saber, el adulterio; la violencia física o psicológica; el atentado contra la vida del
cónyuge; la injuria grave, que haga insoportable la vida en común, etc. Habida cuenta
que la asistencia recíproca que se deben los cónyuges tiene un
contenido económico y moral.

La asistencia termina siendo, pues, uno de los deberes que nacen con el matrimonio, y
en particular en los momentos críticos que puede soportar el estado matrimonial,
diríamos que son estos casos (enfermedad, ancianidad, carencia de recursos
económicos) donde el deber de asistencia, termina constituyendo un elemento
gravitante para la permanencia de la institución matrimonial. Se señala y no sin razón,
que el derecho alimentario recíproco que se da entre los cónyuges descansa
precisamente en este deber de asistencia. (Aguilar Llanos, 2016, pp. 172-173)

4. Deber de cohabitación

Es deber de ambos cónyuges hacer vida común en el domicilio conyugal. El juez puede
suspender este deber cuando su cumplimiento ponga en grave peligro la vida, la salud
o el honor de cualquiera de los cónyuges o la actividad económica de la que depende
el sostenimiento de la familia.

Involucra que los cónyuges deban hacer una vida en común, compartirse, entregarse
mutuamente a fin de lograr la integración de la familia sustentada en vivencias.
Entendida como unidad conyugal, la comunidad de vida se refiere a la permanencia
necesaria de los cónyuges que deberán compartir de un mismo destino: Vivir bajo un
solo techo, compartir la mesa y yacer en mismo tálamo, esto es, gozar no solo de las
excelencias que brinda el hogar conyugal, sino también soportar el peso de la vida
marital. (Varsi Rospigliosi, 2011, p. 48)

Para una doctrina francesa, el deber de cohabitación impone a los esposos una
comunidad de vida tradicionalmente concebida como compartir lo mismo: “Beber,
comer, dormir juntos, esto es lo que un matrimonio me parece” decía Loysel.
(Bénabent, 2003, p. 108)

Según una doctrina brasileña, la plena comunión de vida presupone la existencia de


amor y afecto entre la pareja, la dedicación exclusiva al otro cónyuge y a los hijos. La
relación matrimonial impone la convivencia mutua, la reciprocidad de intereses en la
organización de la vida y en las actitudes o conductas individuales y, finalmente, una
gama de derechos y deberes iguales, que disciplinarán la vida en común. (De Carvalho
Filho, 2015, p. 1617)

Agrega que la comunión de vida es la nota clave que marca el matrimonio. Sin ella, su
significado y propósito desaparecen. El vínculo involucra la comunión de los afectos y
los demás componentes de la vida en común, como la ayuda mutua, la dedicación
recíproca y la colaboración personal, doméstica y económica. Pero el vínculo espiritual
que une a los cónyuges es el que hace realidad la comunión material. La ausencia de
comunión de vida plena puede generar la separación de la pareja, basada en la
imposibilidad de la hacer vida en común. (Ídem)

Por tanto, hacer vida en común implica la convivencia entre los cónyuges, el comer y


dormir juntos, el departir con los hijos y el repartirse equitativamente las obligaciones
correspondientes al hogar. Todo esto a partir del amor y afección que la pareja se
tiene. Normalmente, cuando no haya más amor y afección entre la pareja, ello hará
insoportable la vida en común lo que llevará aparejada la separación o el divorcio de
los cónyuges.

5. IGUALDAD EN EL HOGAR

Ambos cónyuges tienen el deber y el derecho de participar en el gobierno del hogar y de


cooperar al mejor desenvolvimiento del mismo.

A ambos compete, igualmente, fijar y mudar el domicilio conyugal y decidir las cuestiones
referentes a la economía del hogar.
Y de conformidad con el artículo 2 de la Constitución Política de 1993, toda persona tiene
derecho a:

2. A la igualdad ante la ley. Nadie debe ser discriminado por motivo de origen, raza, sexo,
idioma, religión, opinión, condición económica o de cualquiera otra índole.

De este principio se derivan, por ejemplo, el derecho de ambos cónyuges a dirigir la


sociedad conyugal y el derecho de ambos a agregar el apellido del otro. Lo dispuesto del
art. 1.584 también retrata el principio de igualdad entre los cónyuges al definir que la
custodia de los hijos puede atribuirse tanto al padre como a la madre, según las
condiciones de cada uno para ejercerla. La igualdad cubierta en este artículo busca evitar
que las personas que se encuentran esencialmente en la misma situación sean tratadas de
manera diferente. (Ídem)

En el Perú constitucionalmente se recoge la igualdad ante la ley entre hombres y mujeres


en el artículo 2, inciso 2. En Italia y en Brasil también existe un reconocimiento
constitucional, pero en estos dos últimos casos se hace alusión expresa a la “igualdad
entre los cónyuges”. Sin embargo, el artículo 234 del Código Civil peruano contempla de
forma específica la “igualdad entre los cónyuges” la cual, en realidad, deriva
implícitamente del artículo 2, inciso 2 mencionado.

6. OBLIGACIÓN UNILATERAL DE SOSTENER LA FAMILIA

Si uno de los cónyuges se dedica exclusivamente al trabajo del hogar y al cuidado de los
hijos, la obligación de sostener a la familia recae sobre el otro, sin perjuicio de la ayuda y
colaboración que ambos cónyuges se deben en uno y otro campo.

Cesa la obligación de uno de los cónyuges de alimentar al otro cuando éste abandona la
casa conyugal sin justa causa y rehusa volver a ella. En este caso el juez puede, según las
circunstancias, ordenar el embargo parcial de las rentas del abandonante en beneficio del
cónyuge inocente y de los hijos. El mandamiento de embargo queda sin efecto cuando lo
soliciten ambos cónyuges.

La dedicación exclusiva al trabajo del hogar, lo que coloquialmente se conoce en el caso de


las mujeres como «ama de casa», puede ser realizada indistintamente por el esposo o por
la esposa siempre y cuando quien no se dedique exclusivamente al hogar, coopere 
sosteniendo a la familia a través de un oficio que, independientemente de si es estable o
no, le genere ingresos.
El cónyuge que hace abandono de la casa conyugal incumple con el deber de
cohabitación y el deber de asistencia (moral y económico) lo cual tiene como sanción el
cese de la obligación del cónyuge inocente de alimentar al cónyuge culpable y además la
potencialidad de convertirse en una causal de separación de cuerpos (art. 333 del CC inciso
5)

Para la ley, entonces, el abandono efectivo del hogar (objetivo) más la intención de
incumplir el deber de cohabitación (subjetivo) que se prolongue por dos años (temporal)
configurará causal de separación de cuerpos.

7. REPRESENTACIÓN DE LA SOCIEDAD CONYUGAL

La representación de la sociedad conyugal es ejercida conjuntamente por los cónyuges, sin


perjuicio de lo dispuesto por el Código Procesal Civil. Cualquiera de ellos, sin embargo,
puede otorgar poder al otro para que ejerza dicha representación de manera total o
parcial.

Para las necesidades ordinarias del hogar y actos de administración y conservación, la


sociedad es representada indistintamente por cualquiera de los cónyuges.

Si cualquiera de los cónyuges abusa de los derechos a que se refiere este artículo, el Juez
de Paz Letrado puede limitárselos en todo o parte. La pretensión se tramita como proceso
abreviado.

Siguiendo a Enrique Varsi, El Código regula dos modalidades de representación de la


sociedad conyugal:

– Representación conjunta, circunscrita para aquellos actos de trascendencia


económica en los bienes comunes (enajenación o gravamen),
extraordinarios.
– Representación indistinta, circunscrita a actos vinculados a las necesidades
comunes del hogar (actos de administración y conservación del patrimonio
en común), ordinarios. (2012, p. 92)

La aplicación de cada cual depende de la trascendencia del acto, si


es extraordinario u ordinario, necesario o complementario. Desde el punto de vista
procesal la sociedad conyugal es un patrimonio autónomo. Si es demandante la
representa cualquiera de los cónyuges, uno u otro; si es demandada, la representación
recae en los dos, ambos deben contestar (art. 65 del CPC al ser partes conjuntas en el
proceso). (Ídem)

Un caso de representación conjunta se encuentra previsto en el artículo 315 del CC es


decir, para el caso de la disposición de bienes sociales. En este caso qué duda cabe que se
trata de un acto de naturaleza extraordinaria (enajenación) por ende requiere
ineludiblemente de la intervención de ambos cónyuges.

8. LIBERTAD DE TRABAJO DE LOS CÓNYUGES

Artículo 293.- Libertad de trabajo de los cónyuges

Cada cónyuge puede ejercer cualquier profesión o industria permitidas por la ley, así como
efectuar cualquier trabajo fuera del hogar, con el asentimiento expreso o tácito del otro. Si
éste lo negare, el juez puede autorizarlo, si lo justifica el interés de la familia.

9. REPRESENTACIÓN UNILATERAL DE LA SOCIEDAD CONYUGAL

Uno de los cónyuges asume la dirección y representación de la sociedad:

1. Si el otro está impedido por interdicción u otra causa.

2. Si se ignora el paradero del otro o éste se encuentra en lugar remoto.

3. Si el otro ha abandonado el hogar.

CONCLUSIONES

Consideramos que, si bien algunos ordenamientos no establecen una definición de matrimonio


debido a que es una institución cambiable a lo largo del tiempo, o por que sea difícil encasillar
aspectos sociales y morales en una definición jurídica, es indispensable, como se viene
haciendo, que la Constitución, el Código Civil y otras leyes especiales regulen algunos de sus
elementos y aspectos relacionados.

Ya que sin duda alguna no podríamos hablar de un matrimonio en el cual no se respete su


solemnidad, al tener un contenido de carácter público o un matrimonio en el cual no haya
voluntad, libre de vicios, de los contrayentes. Tampoco podríamos obviar determinados
requisitos, a modo de filtro, para que se pueda celebrar (impedimentos matrimoniales).

De la unión matrimonial emergen derechos de carácter patrimonial y de carácter personal. En


este último grupo tenemos al deber de fidelidad, deber de asistencia y deber de
cohabitación cuyo contenido es de orden público ya que constituyen la base de la familia.
Los alimentos y la educación de los hijos son un derecho y una obligación a cargo de los padres
independientemente de que exista matrimonio o no.

La obligación alimentaria a cargo de los padres es lo suficientemente amplia por lo que incluye
a la educación de los hijos.

La fidelidad implica que los cónyuges no tengan relaciones sexuales deliberadas con otras
personas, es decir fuera del matrimonio, ya que de hacerlo incurrirían
en adulterio, considerado como causal de separación de cuerpos y de divorcio (art. 333 del CC
inciso 1).

La infracción de cualquiera de las causales de separación de cuerpos (art. 333 del CC)


involucra un incumplimiento al deber de asistencia.  Habida cuenta que la asistencia recíproca
que se deben los cónyuges tiene un contenido económico (manutención del
hogar) y moral (deberes de sinceridad, de paciencia, de solidaridad, de honor, de cortesía, de
respeto mutuo).

Hacer vida en común (deber de cohabitación) implica la convivencia entre los cónyuges, el


comer y dormir juntos, el departir con los hijos y el repartirse equitativamente las obligaciones
correspondientes al hogar. Todo esto a partir del amor y afección que la pareja se tiene.
Normalmente, cuando no haya más amor y afección entre la pareja, ello hará insoportable la
vida en común lo que llevará aparejada la separación o el divorcio de los cónyuges.

En el Perú constitucionalmente se recoge la igualdad ante la ley entre hombres y mujeres en


el artículo 2, inciso 2. En Italia y en Brasil también existe un reconocimiento constitucional,
pero en estos dos últimos casos se hace alusión expresa a la “igualdad entre los cónyuges”. Sin
embargo, el artículo 234 del Código Civil peruano contempla de forma específica la igualdad
entre los cónyuges la cual, en realidad, deriva implícitamente del artículo 2, inciso 2
mencionado.

La dedicación exclusiva al trabajo del hogar, lo que coloquialmente se conoce en el caso de las
mujeres como «ama de casa», puede ser realizada indistintamente por el esposo o por la
esposa siempre y cuando quien no se dedique exclusivamente al hogar, coopere  sosteniendo
a la familia a través de un oficio que, independientemente de si es estable o no, le genere
ingresos.

Un caso de representación conjunta de la sociedad conyugal se encuentra previsto en el


artículo 315 del CC es decir, para el caso de la disposición de bienes sociales. En este caso qué
duda cabe que se trata de un acto de naturaleza extraordinaria (enajenación) por ende
requiere ineludiblemente de la intervención de ambos cónyuges.

Contrario sensu cuando se traten de actos de naturaleza ordinaria (actos de conservación y


administración del patrimonio en común), la representación de la sociedad conyugal será
indistinta, es decir podrá recaer en cualquier de los cónyuges.

El trabajo es un deber y un derecho para todos, es decir tanto para los hombres y las mujeres,
no solo porque rige la igualdad de gobierno en el hogar y la igualdad ante la ley entre hombres
y mujeres sino porque a través del trabajo las personas cumplen un fin de autorrealización
personal. En esa línea, los cónyuges deberán establecer quien se queda en casa y quien sale en
búsqueda de ingresos para el hogar y en caso de discrepancia ir dónde un juez.

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