Consejos de Los Abuelos
Consejos de Los Abuelos
Consejos de Los Abuelos
INDICE
Consejos de los abuelos.................................................................................................................................3
El colibrí.........................................................................................................................................................5
La ardilla y la oveja.........................................................................................................................................7
La rata y la ratita............................................................................................................................................9
Un pastor de ovejas.....................................................................................................................................10
El árbol mágico..........................................................................................................................................11
El cohete de papel........................................................................................................................................12
CONCLUSION................................................................................................................................................13
Introducción
“Los cuentos son una ocasión que permite la instalación de otro tiempo en
este tiempo: producen un cambio y habilitan a la fabricación de mundos
nuevos. Los hombres no pueden vivir sin mundos, por eso arman
conjeturas, albergues de significados y se convierten en hacedores de
metáforas y lenguaje.”
El colibrí
Narrativo
Ana era una niña pequeña. Tenía ocho años. Le gustaban las
flores. En el patio de su casa tenía lirios, rosas, claveles y otras
flores.
Siempre se levantaba muy temprano. Después de comer, regaba
sus flores.
Un día, un pájaro cayó frente a ella. Era pequeño, muy pequeño,
tenía el pico largo y las plumas de colores. Parecía aturdido.
Revoloteaba confundido entre las flores. Cuando lo observó mejor,
se dio cuenta que era un colibrí. Lo tomó suavemente entre sus
manos y notó que estaba moribundo. Le dejó caer un poco de
agua en el pico. Ana pensó que se moriría. Lo dejó reposar entre
sus manos por un rato. Se quedó observándolo.
De repente, el colibrí reaccionó y voló con fuerza. Ana vio con
alegría como el colibrí se alejaba entre los árboles vecinos.
Lilian Maribel Calderón
Zunil, Quetzaltenango
La ardilla y la oveja
La ardilla tenía una cola larga y hermosa. Vivía en un árbol enorme. Allí
tenía su nido. La ardilla siempre jugaba en el bosque. Un día, decidió ir de
paseo a un llano. Allí se encontró con una oveja. La oveja balaba: beeee,
beeee, beeee. Al escucharla, la ardilla se asustó y escapó velozmente hasta
encontrar un árbol donde esconderse.
Otro día, la ardilla salió nuevamente y decidió ir a jugar a otro llano. Esta
vez se encontró con dos ovejas. Cuando las ovejas vieron a la ardilla,
inmediatamente balaron beeee, beeee, beeee. La ardilla se asustó y
rápidamente corrió hasta encontrar un árbol. Cuando lo encontró, se subió y
se escondió. Desde allí, observó que las ovejas comían con mucha
tranquilidad y paciencia sin hacer daño a otros animales. La ardilla perdió el
miedo y, poco a poco, se acercó a las ovejas. Cuando ya estaba cerca,
logró comunicarse con ellas. Al poco tiempo, ya eran amigas.
La ardilla siguió visitando a sus amigas, las ovejas. Un día, las ovejas le
regalaron lana para que su nido fuera más calientito. ¡Qué bueno que la
ardilla venció su miedo! Así, ganó dos buenas amigas.
Oswaldo Aguilón Pérez
Comitancillo, San Marcos
La rata y la ratita
Un pastor de ovejas
Pedro es un niño muy alegre. Su sonrisa parece el amanecer en un fresco día de
verano. Un día, salió a pastorear muy de madrugada. Cuando salió se despidió de su
papá quien le ofreció jugar con él a su regreso. Pedro se entusiasmó mucho y se fue
feliz.
Pedro se fue caminando entre las ovejas. Todas iban brincando alegremente por el
camino como si supieran del magnífico banquete que las esperaba. Al poco rato,
llegaron a su destino y la hora de la comida se asomó entre el sabroso pasto. Comieron
hasta más no poder. Las horas pasaron y, por fin, llegó la hora de regresar. Sin
embargo, las nubes que en la mañana eran blancas como la nieve ahora se pusieron
grises, grises como la arena del río. De pronto algunas gotas tímidas cayeron del cielo,
pero en instantes empezó a llover como nunca.
Mientras llovía, Pedro recordaba el ofrecimiento de su papá. Deseaba tanto regresar a
su casa. Después de un rato, el sol se asomó seguro y feliz en el cielo. Era la hora de
regresar, pero, no puede ser: las ovejas no querían moverse. Pedro no pudo más y
empezó a llorar desahogando toda la tristeza de su corazón.
Lloraba y lloraba cuando llegó el noble conejo y le preguntó: ¿Por qué lloras? El niño le
respondió: Mis ovejas no quieren regresar a la casa. Era tanta la tristeza del niño que el
conejo se puso a llorar con él.
Allí estaban, Pedro y el conejo, llorando y llorando, cuando llegó el astuto zorro. Él les
preguntó intrigado: ¿Por qué lloran? Ellos le contestaron: es que las ovejas no quieren
regresar a la casa. Luego, Pedro le contó al zorro que su padre lo esperaba para jugar.
El zorro se sentó a pensar qué hacer. Pensó y pensó y no se le ocurría nada.
Pedro y el conejo lloraban. El zorro pensaba. De pronto, aparece una abeja y los ve a
todos. Curiosa les preguntó ¿qué pasa? Todos respondieron: Es que las ovejas no
quieren regresar a su casa. La abeja le dijo orgullosa: Yo tengo la solución. Todos se
rieron pensando que no lo lograría. Ahhhh, pero se quedaron con la boca abierta cuando
la abeja se acercó a la oreja de la oveja más grande y… la picó. La oveja corrió veloz
cuan rayo hasta llegar a la casa. Las otras la siguieron tratando de alcanzarla. Pedro
corría tras ellas con la sonrisa por delante. Mientras tanto, en casa, el papá de Pedro
tranquilamente esperaba a Pedro para jugar.
Herlindo Calel Vicente
San Carlos Sija, Quetzaltenango
El árbol mágico
Hace mucho mucho tiempo, un niño paseaba por un prado en cuyo centro
encontró un árbol con un cartel que decía: soy un árbol encantado, si dices
las palabras mágicas, lo verás.
El niño trató de acertar el hechizo, y probó
con abracadabra, supercalifragilisticoespialidoso, tan-ta-ta-chán, y muchas
otras, pero nada. Rendido, se tiró suplicante, diciendo: "¡¡por favor,
arbolito!!", y entonces, se abrió una gran puerta en el árbol. Todo estaba
oscuro, menos un cartel que decía: "sigue haciendo magia". Entonces el
niño dijo "¡¡Gracias, arbolito!!", y se encendió dentro del árbol una luz que
alumbraba un camino hacia una gran montaña de juguetes y chocolate.
El niño pudo llevar a todos sus amigos a aquel árbol y tener la mejor fiesta
del mundo, y por eso se dice siempre que "por favor" y "gracias", son las
palabras mágicas
El cohete de papel
Había una vez un niño cuya mayor ilusión era tener un cohete y dispararlo
hacia la luna, pero tenía tan poco dinero que no podía comprar ninguno. Un
día, junto a la acera descubrió la caja de uno de sus cohetes favoritos, pero
al abrirla descubrió que sólo contenía un pequeño cohete de papel
averiado, resultado de un error en la fábrica.
El niño se apenó mucho, pero pensando que por fin tenía un
cohete, comenzó a preparar un escenario para lanzarlo. Durante muchos
días recogió papeles de todas las formas y colores, y se dedicó con toda su
alma a dibujar, recortar, pegar y colorear todas las estrellas y planetas para
crear un espacio de papel. Fue un trabajo dificilísimo, pero el resultado final
fue tan magnífico que la pared de su habitación parecía una ventana abierta
al espacio sideral.
Desde entonces el niño disfrutaba cada día jugando con su cohete de
papel, hasta que un compañero visitó su habitación y al ver aquel
espectacular escenario, le propuso cambiárselo por un cohete auténtico que
tenía en casa. Aquello casi le volvió loco de alegría, y aceptó el cambio
encantado.
Desde entonces, cada día, al jugar con su cohete nuevo, el niño echaba de
menos su cohete de papel, con su escenario y sus planetas, porque
realmente disfrutaba mucho más jugando con su viejo cohete. Entonces se
dio cuenta de que se sentía mucho mejor cuando jugaba con aquellos
juguetes que él mismo había construido con esfuerzo e ilusión.
Y así, aquel niño empezó a construir él mismo todos sus juguetes, y cuando
creció, se convirtió en el mejor juguetero del mundo.
CONCLUSION
Gracias a este proyecto, hemos observado que los cuentos populares comparten
muchas de sus características, por ejemplo, los personajes son muy planos y no se
describen apenas. No se les conoce por sus pensamientos; sino por sus actos.
Los lugares suelen ser sitios como bosques, donde se encuentran la mayoría de
seres mágicos del cuento; castillos, palacios o espacios indeterminados.
Los personajes deben superar unas pruebas. Casi todos reciben una prohibición
que desobedecen, lo cual trae fatales consecuencias, que hacen que se
desencadene un final feliz en el que el protagonista recibe una recompensa.