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Cuba Dictadura o Democracia

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CUBA: ¿DEMOCRACIA

O DICTADURA?
(Marta Harnecker)

Escaneado y corregido por: Juan Nogueira (CJC)


Libre reproducción, siempre y cuando se señale CJC como fuente.

Los CJC no se hacen responsables del contenido de los artículos. Las afirmaciones y
opioniones que en ellos se vierten son únicamente elaboraciones propias del autor
del artículo o de instituciones o partidos ajenos al nuestro. Los reproducimos por el
interés histórico y análitico de los mismos.

“AL PUEBLO CUBANO, VERDADERO AUTOR DE ESTE LIBRO”

ÍNDICE

PRESENTACIÓN

INTRODUCCIÓN: LA HISTORIA DE UN PODER, por Marta Harnecker


El triunfo de la Revolución: acontecimiento continental; La ausencia de un partido
fuerte; Los primeros pasos hacia una organización política única; El militante: "el
mejor entre los buenos"; Nace el Partido Comunista de Cuba; Desviaciones
idealistas; Convertir la derrota en victoria; No todo puede ser administrado
centralmente; El pueblo: protagonista fundamental; La democracia no empieza con el
Poder Popular; El Poder Popular sólo perfecciona el Estado revolucionario; Del
centralismo burocrático al centralismo democrático; El papel dirigente del Partido.

LA INDUSTRIA: UN CENTRO DE DECISIÓN


Una asamblea de discusión del plan; El papel de los trabajadores en la discusión del
plan; El Partido en la industria; El Partido y los trabajadores de base; Sindicato y
administración en el socialismo.

LOS JUECES POPULARES


La justicia antes de la Revolución; Depuraciones después del triunfo; Los tribunales
populares; Los tribunales revolucionarios; Un nuevo sistema judicial; Los consejos
de trabajo: órganos de justicia laboral.

TODA CUBA UN PARLAMENTO


Hacia la institucionalización de la legislación popular; Antecedentes del
anteproyecto; Niveles de discusión; El pueblo legislando.
CUADRA POR CUADRA
Vigilancia colectiva frente a la contrarrevolución; Las tareas crecen; La estructura
de los Comités de Defensa; Verdaderos juicios a los servicios para la comunidad; No
sólo analizar críticamente; La necesidad de descentralizar las decisiones.

EL PUEBLO EN LA GESTIÓN ESTATAL

1. ELECCIONES DE NUEVO TIPO


Sin bayonetas ni fusiles; Nominación de candidatos; Elección de delegados;
Ninguna relación con las elecciones del pasado.

2. CARÁCTER PROLETARIO DE LA DIRECCIÓN


Antecedentes de algunos dirigentes; Candidatos propuestos por las organizaciones de
masas; Nivel cultural de los delegados.

3. LAS ATRIBUCIONES DEL PODER POPULAR


El criterio esencial; Las unidades adscritas al Poder Popular; Poder Popular y
organismos centrales; Direcciones administrativas; Gastronomía: un ejemplo.

4. EL SUBDESARROLLO ¿UN IMPEDIMENTO?

5. ASAMBLEAS Y DELEGADOS
Las funciones del delegado; Atención directa al pueblo; Cuadros no profesionales;
Las asambleas y sus facultades; Algunas medidas concretas adoptadas.

6. RENDICIÓN DE CUENTAS Y REVOCACIÓN DE MANDATOS

7. EN LAS ZONAS RURALES


Favorecer a las zonas más alejadas; Los avances del Poder Popular; Asamblea.

RENDICIÓN DE CUENTAS: UN CASO EJEMPLAR


El delegado; Los electores; La asamblea.

EL PUEBLO UNIFORMADO

BREVE RADIOGRAFÍA DE UN EJERCITO CLASISTA


Cada militar un trabajador; Un ejército de obreros y campesinos; Los militares y el
Partido
LAS FUERZAS ARMADAS Y EL PODER POPULAR
Los militares eligen; Un oficial rinde cuentas; El primer delegado.

BIBLIOGRAFÍA
PRESENTACIÓN

Éste no es un libro teórico. Los comentaristas "objetivos" de Occidente, al no poder


negar los logros de la Revolución cubana, tratan de desvirtuar su significado
afirmando que los avances en salud, educación, vivienda y bienestar social han sido
alcanzados al precio de la "libertad" y de la "democracia". Nuestro objetivo es
mostrar cómo vive el pueblo cubano su Revolución.

Para ello, hemos sacrificado nuestros propios análisis y le hemos cedido la palabra.
En un 80 por ciento este libro está constituido por la transcripción literal de
grabaciones, realizadas durante dos meses, de asambleas y entrevistas en industrias,
Comités de Defensa de la Revolución, tribunales populares y, en particular, con los
delegados y electores de los órganos de Poder Popular de la provincia de Matanzas.

En Cuba hay un pueblo que discute las leyes, imparte la justicia, aprueba los planes
económicos y, con las armas en la mano, como pueblo en uniforme, defiende las
conquistas de la Revolución.

Desde los textos de Marx y Lenin, la teoría marxista ha señalado que la dictadura del
proletariado es la forma más alta de democracia. Democracia que ya no es el
instrumento a través del cual una minoría explotadora ejerce su dominación, sino la
expresión del poder de la inmensa mayoría del pueblo que hace frente a sus
problemas y encara su destino común de liberación.

Por eso hemos querido que sea ese propio pueblo que hoy gobierna en Cuba el que
directa o indirectamente nos muestre en qué forma ejerce su poder.

Cuba no es todavía una sociedad comunista. Es un pequeño país subdesarrollado que


hace 17 años rompió definitivamente sus lazos de dependencia con el imperialismo y
emprendió la larga y difícil marcha hacia el socialismo y el comunismo.

Es un pequeño país que durante 17 años ha sido objeto de la más brutal y decidida
agresión económica del imperialismo.

Es un país, a sólo 90 millas de Estados Unidos, que ante la permanente amenaza


externa y la agresión de las bandas contrarrevolucionarias entrenadas, financiadas y
armadas por el gobierno norteamericano, ha debido dedicar una parte importante de
sus recursos a su propia defensa, desviándolos de inversiones que, de otro modo,
habrían sido socialmente más útiles,

Es también un pueblo que al construir el socialismo debe liquidar el atraso económico


e ideológico de siglos. Que se enfrenta a la tarea de asumir responsabilidades cada
vez mayores después de haber perdido a una parte muy importante de sus
profesionales y técnicos.
Por eso, al mostrar al pueblo cubano discutiendo sus problemas a lo largo de este
libro, se podrán escuchar muchas críticas a determinados aspectos concretos. No
importan. Porque a diferencia de lo que ocurre en otros países, esos problemas se
discuten para ser solucionados y son solucionados. Porque esas críticas no son una
expresión de impotencia sino la conciencia de un poder y la decisión de ejercerlo.

Los reportajes fueron realizados por un equipo de periodistas chilenos: Camilo


García, Alicia Donoso, Bartolomé Hernández y Manuela Rodríguez, bajo la dirección
de Marta Harnecker, quien es también responsable del montaje final y de la
introducción.

Nuestro agradecimiento a todos los que, de una u otra manera, han hecho posible este
trabajo.
INTRODUCCIÓN:
LA HISTORIA DE UN PODER
MARTA HARNECKER

...no un camino de capitalistas y de monopolistas imperialistas, sino un camino de


pueblo, un camino de obreros, un camino de campesinos, un camino de justicia.
Fidel Castro, 26 de julio, 1970.

A lo largo de estos siete capítulos hemos recogido la forma en que el pueblo cubano
vive su Revolución culminando en la experiencia del Poder Popular de Matanzas.

Ahora pretendemos hacer un breve bosquejo de la historia del poder revolucionario


en Cuba, dando esta vez la palabra a sus máximos dirigentes. Ellos, en intervenciones
al calor de los hechos mismos o a través de discursos posteriores, nos permiten
reconstruir los grandes hitos de esa historia, a la vez que los verdaderos alcances de la
experiencia del Poder Popular que hoy se lleva a cabo en el país.

El triunfo de la Revolución: acontecimiento continental

"El triunfo de la Revolución cubana significó un acontecimiento histórico en este


continente, significó un extraordinario desafío al imperio yanqui, a sus fuerzas
políticas, económicas y militares. Y ellos no estaban dispuestos a permitir
tranquilamente el desarrollo pacífico de nuestra Revolución."

El triunfo del Ejército Rebelde contra Batista sólo fue la culminación de una etapa.
Un proceso político que no pretendía sólo derrotar al ejército mercenario,
permitiendo que el pueblo se apoderara de sus armas, sino que buscaba seguir una
línea consecuentemente revolucionaria —transformar la sociedad en beneficio de las
grandes mayorías y liberarla de todas sus trabas económicas— no podía sino
enfrentarse a las clases explotadoras nacionales e implicaba forzosamente una lucha
frontal contra el imperialismo.

Se inicia así una lucha larga. Las clases dominantes y el imperio no se apoyaban
solamente en las armas, sino en su gran poder económico y en una cultura y una
ideología política inculcadas al pueblo durante siglos para mantenerlo avasallado.

"...una vez las armas en poder del pueblo, fue necesario librar una gran batalla en el
terreno de la ideología, en el terreno de la política. Era necesario barrer también con
la cultura burguesa, con aquella ideología burguesa y pro imperialista, porque al
terminar la contienda militar el enemigo poseía armas muy poderosas: poseía las
armas de la ideología y de la política enraizadas en nuestro medio, poseía las
poderosísimas armas de la economía y poseía, por último, las armas todavía más
poderosas de sus fuerzas militares.”
"Y nuestro pueblo se enfrascó en aquella batalla política e ideológica, se enfrentó al
atraso cultural, se enfrentó al analfabetismo, se enfrentó a la ignorancia, hasta
desarrollar la sólida conciencia política revolucionaria y socialista que hoy posee.”

"Pero el enemigo no empleó sólo las armas de la política, empleó también las armas
de la economía y trató de asfixiar, de estrangular a nuestro pueblo con el bloqueo y
con todo tipo de agresiones económicas. Y nuestra Revolución joven, nuestro pueblo,
que no poseía experiencias de ningún tipo en cuestiones económicas, que fue
despojado de muchos de los pocos técnicos con que contaba se vio enfrentado a dar
esa durísima batalla de la economía.”

"Pero junto a la batalla política y la batalla económica, el imperialismo preparaba sus


acciones armadas. Y casi desde los primeros meses de la Revolución comenzaron las
acciones de sabotaje, los actos contrarrevolucionarios, las infiltraciones de armas y de
agentes, el desarrollo de bandas contrarrevolucionarias armadas que se hicieron
presentes prácticamente en todas las provincias, a lo largo y ancho del territorio
nacional y comenzaron a entrenarse las tropas mercenarias que después nos
invadirían en playa Girón.”

"Pero había un peligro aún mayor, mayor que las bandas contrarrevolucionarias,
mayor que las agresiones mercenarias: el peligro de la agresión directa por parte de
las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos."

La actitud del imperialismo fue un factor importante en el desarrollo de la Revolución


cubana. Ante cada golpe se tomaba la contramedída necesaria y de esta manera se fue
profundizando rápidamente la Revolución. Los diez primeros años de la Revolución
son años que se caracterizan por la lucha por su supervivencia frente a la
contrarrevolución interna, la agresión exterior y el bloqueo imperialista. Esta batalla
absorbe la mayor parte de sus esfuerzos y energías, y gran parte de sus recursos
humanos y materiales.

La ausencia de un partido fuerte

Esta larga lucha comienza a darse sin que exista un partido revolucionario fuerte. En
1959 existían fundamentalmente tres grupos revolucionarios: el Movimiento 26 de
Julio, el Directorio Revolucionario y el Partido Socialista Popular (Partido
Comunista). Entre ellos sólo agrupaban a unos miles de militantes. Por otra parte, en
el propio Movimiento 26 de Julio existían importantes contradicciones internas que
son superadas cuando en los primeros meses de la Revolución es destrozada su ala
derecha, representada por el presidente Urrutia, Miró Cardona, Hubert Matos, David
Salvador y algunos otros.

Después del triunfo, estos escasos cuadros, teniendo como líder indiscutido a Fidel
Castro, se ven obligados a asumir las nuevas tareas de organización del Estado y del
aparato productivo, lo que les impide dedicarse a consolidar el partido de la
Revolución.

Pero ¿cómo fue posible que el Partido Socialista Popular o Partido Comunista de
Cuba haya aceptado ponerse bajo la conducción de Fidel Castro?

"No se requería ninguna perspicacia histórica —afirma Carlos Rafael Rodríguez,


antiguo militante del PSP y actual miembro del secretariado del Partido Comunista de
Cuba— para advertir que con Fidel le aparecía a la Revolución nacional-liberadora el
jefe que durante más de medio siglo había faltado, el conductor a quien le había
tocado realizar a la vez las tareas ideológicas y políticas que correspondieron a José
Martí y las responsabilidades de jefe militar que tuvieran Gómez y Maceo. Nuestro
pueblo corroído por el desaliento de reiterados fracasos en la fe que depositara tantas
veces erróneamente en caudillos sin escrúpulos y líderes vocingleros sin sustancia,
comprendió en seguida, por la seguridad que le dieron el Moncada y la Sierra, que la
hora de la emancipación había arribado.”

"Pero, para quienes el logro de la independencia era sólo el primer paso, para
aquellos que durante decenios trabajaron por que esa revolución liberadora abriera
caminos a otra más profunda y definitiva, la que trajera el bienestar de obreros y
campesinos y condujera al socialismo, la decisión a tomar no era fácil.”

"Los libros decían, las tesis de las conferencias internacionales del movimiento
comunista proclamaban, que el tránsito de la liberación nacional al socialismo sólo
podía lograrse bajo la dirección y hegemonía de un partido de la clase obrera, con la
ideología del marxismo-leninismo. Era, por ello, muy fácil dejarse arrastrar por el
mecanicismo sectario y dogmático, y no advertir a tiempo que el camino hacia el
socialismo había quedado abierto en Cuba por vías excepcionales y que las disputas
por una hegemonía teórica resultarían antihistóricas y absurdas.”

"El error posible no se cometió. Y —puesto que existen en libros de diversos


escritores extranjeros amigos de la Revolución interpretaciones erróneas de este paso
— quisiéramos proclamar esta noche que el mérito principal en la clara y acertada
comprensión que tuvimos de esa peculiaridad inesperada del proceso revolucionario
cubano le corresponde a Blas Roca. Por primera vez en la historia del movimiento,
después de haber surgido la III Internacional, un partido comunista aceptaba otra
dirección política en la lucha por el socialismo. Y fue un día que nos será inolvidable
cuando, con Blas Roca al frente, nos presentamos todos ante Fidel Castro como
simples soldados de fila de una causa común en la que él era para nosotros, como
para todo el pueblo revolucionario, el Comandante en Jefe."
Los primeros pasos hacia una organización política única

Transcurridos dos años desde la toma del poder se realiza un esfuerzo por dar una
estructura única a los tres partidos ya señalados. Se trata de la formación de las
Organizaciones Revolucionarias Integradas (ORI).

Ernesto Che Guevara cuenta cómo la dirección de la Revolución pensaba en un


organismo de "cuadros estrictamente seleccionados" y ligados a las masas, de una
"organización centralizada y elástica a la vez" y confió "ciegamente en la autoridad
ganada en muchos años de lucha por el Partido Socialista Popular" dejando en sus
manos la materialización de este proyecto.

Era una época difícil en pleno auge del bloqueo imperialista y éxodo masivo de
cuadros profesionales y técnicos cuando éstos más se necesitaban para la
administración de las industrias y comercios expropiados.

Se empezaba también a tomar medidas contra la aplicación de la "táctica guerrillera"


a la administración pública, en la que primaba la iniciativa individual para resolver
los problemas por encima de cualquier tipo de planificación colectiva. Estas medidas
cayeron muy rápidamente en una excesiva centralización administrativa.

Es en este contexto y contra el criterio de los antiguos dirigentes de su propio Partido


y de Fidel, que Aníbal Escalante, dirigente del Partido Socialista Popular y secretario
de organización de las ORI, cae en desviaciones sectarias tratando de controlar el
naciente organismo unitario.

"Esto dio lugar —por tendencias sectarias del PSP y porque muchos compañeros
honestos creyeron que Aníbal aplicaba una línea colectiva que incluía las
orientaciones del propio Fidel— a la puesta en marcha de un dogmatismo y
sectarismo en que incluso desertores del PSP fueron preferidos, sólo por haber sido
militantes del mismo, a combatientes de la Sierra."

Comienza así una "etapa negra aunque, felizmente, muy corta" del desarrollo de la
Revolución cubana. Se cometen errores en los métodos de dirección; el Partido
pierde "sus cualidades esenciales de ligazón a las masas", de correcto ejercicio del
"centralismo democrático" y de "espíritu de sacrificio". Recurriendo, a veces, a
verdaderos malabarismos se colocaban gentes sin experiencia y sin méritos en lugares
dirigentes, por el hecho de haberse acomodado a la situación imperante.

"Las ORI pierden su función de motor ideológico —y de control de todo el aparato


productivo a través de esta función— y pasan a ser un aparato administrativo; en
estas condiciones, los llamados de alerta que debían venir de las provincias,
explicando la serie de problemas que allí existían, se perdían, porque quienes debían
analizar el trabajo de los funcionarios administrativos eran precisamente los
dirigentes del núcleo que cumplían una doble función de partido y administración
pública."

Estas desviaciones sectarias son detectadas a tiempo y el 26 de marzo de 1962 se


realiza el llamado "primer proceso a Escalante", donde Fidel critica el sectarismo a
través de numerosos ejemplos concretos y responsabiliza de esta desviación a una
serie de cuadros del PSP, especialmente a Aníbal Escalante, secretario de
organización de las ORI. Al día siguiente, el dirigente máximo de la Revolución
cubana sostiene que "la seriedad de un partido revolucionario se mide,
fundamentalmente, por la actitud ante sus propios errores". Teniendo presente que el
enemigo podía aprovecharse de la exposición pública de ellos, decide darlos a
conocer, ya que sabe que sólo por este camino podrán llegar a ser superados. Fidel
estima que la forma en que se ha dado la Revolución cubana permite comprender el
porqué de la aparición de estos errores, e insiste en el papel que jugaron las masas de
detectarlos: "Los hombres toman conciencia cuando las masas —no solamente los
dirigentes, sino las masas— toman conciencia de esos errores."

El sectarismo se manifestaba en creer que los únicos cuadros revolucionarios, los que
debían estar en todos los puestos y en todas las funciones eran los "viejos militantes
marxistas", lo que en Cuba no quería decir otra cosa que ser militante del PSP, único
partido marxista antes de la Revolución.

Según el máximo dirigente de la Revolución cubana, de esta manera no se estaba


organizando un partido, sino una "coyunda". "Estábamos organizando o creando una
camisa de fuerza, un yugo, compañeros. No estábamos promoviendo una
organización libre de revolucionarios, sino un ejército de revolucionarios
domesticados y amaestrados."

Fidel es sin duda el gran artífice de la unidad del pueblo cubano. Lucha desde los
primeros días del triunfo de la Revolución contra el sectarismo y por la unión de
todos los sectores revolucionarios. Combate tanto el sectarismo "de la Sierra" como
el sectarismo "de los viejos militantes marxistas". Llama constantemente al pueblo a
unirse y a participar en el proceso: "Todo aquel que no tuvo oportunidad de luchar
que no se desaliente, que por delante tiene oportunidades, que por delante está por
escribirse la historia, que la Revolución no ha hecho más que empezar y tenemos que
recorrer un largo camino."

En su crítica a las ORI, Fidel insiste en que uno de sus más grandes errores es no
haber sabido integrar a las masas. "Las demás organizaciones —el Directorio, el 26
de Julio—, ¿qué eran? ¿Eran organizaciones con una vieja militancia vertebrada? No,
eran organizaciones con grandes simpatías de masas, eran un torrente desbordado de
masas. Eso era el 26, eso eran las demás organizaciones. Si nosotros vamos a hacer
una organización, una integración y no integramos a las masas, no estaremos
haciendo ninguna integración, estaremos cayendo en un sectarismo como el que
hemos caído."
El militante: "el mejor entre los buenos"

Pero, ¿cómo integrar a las masas a una organización que por su definición misma es
la vanguardia de la masa?

Ya en ese momento Fidel anuncia un método que sólo será aplicado en plenitud
cuando se funde, en 1965, el Partido Comunista de Cuba. Éste consiste en "agrupar
dentro del Partido a lo mejor del pueblo, a lo mejor de la clase obrera. . . Es decir, que
el primer requisito para ser del núcleo es ser un 'trabajador ejemplar'. Además, debe
aceptar la Revolución socialista y tener una 'vida limpia' políticamente." Fidel insiste
en que aunque no es la masa la que elegirá a los miembros del Partido, es
indispensable, al hacer la selección de los militantes, tener en cuenta la opinión de las
masas. Es muy importante, insistía, que quienes pertenezcan a un núcleo
revolucionario "tengan pleno apoyo de las masas, extraordinario prestigio en las
masas".

Esta lucha contra el sectarismo, que implicó una crítica durísima a muchos cuadros
del PSP, pudo derivar en un sectarismo de otro tipo. Sin embargo, gracias al esfuerzo
personal de Fidel, fue enmarcada dentro de un ámbito unitario. "La Revolución está
por encima de todo lo que habíamos hecho cada uno de nosotros: está por encima, y
es más importante, que todas las organizaciones que había aquí. . ."

Unido a esta crítica pública realizada por el máximo dirigente de la Revolución, se


inicia un proceso de depuración de los cuadros de las ORI. Éste comienza en una
Escuela Superior de Formación Política, donde Fidel propone que se realice una
asamblea para elegir a los mejores alumnos de la escuela que serán a su vez
considerados militantes del Partido. De allí surge la primera comisión de revisión de
cuadros de las ORI. Luego se establecen comisiones a nivel provincial que continúan
la tarea depuradora. Se llega así finalmente a la disolución de ese primer intento de
unificación de las fuerzas revolucionarias creándose, en 1962, el Partido Unido de la
Revolución Socialista (PURS), que responde al carácter socialista que abiertamente
toma el proceso cubano después de la invasión de Playa Girón.

Desde la fundación del PURS hasta su disolución para dar paso, en 1965, al Partido
Comunista de Cuba (PCC), la organización no crece, se depura. De 4 mil obreros de
la textilera Ariguanabo, la industria más grande del país, por ejemplo, sólo son
elegidos trabajadores ejemplares 197 obreros.

"Como ustedes lo han apreciado, más aún, como ustedes lo han sancionado, los
miembros del Partido Unido de la Revolución Socialista que salen de este centro de
trabajo, son hombres que cuentan con el apoyo unánime de los compañeros de
trabajo. Los núcleos que se forman en este momento, las organizaciones del Partido,
cuentan desde ahora con todo el respaldo necesario, y abandonan el trabajo
subterráneo, casi conspirativo, que durante un buen tiempo fue el que dio la tónica al
trabajo de nuestro Partido dirigente.”
"De toda esa penumbra en que se vivía, de esos núcleos clandestinos, elegidos en
forma mecánica, considerando sin análisis suficiente las cualidades de los
compañeros, se pasa a una nueva forma estructural, en la cual son las masas las que
deciden en el primer escalón quienes deben ser los obreros ejemplares propuestos
como miembros del Partido."

Con estas palabras, Ernesto Che Guevara se refiere al reciente proceso de selección
de trabajadores ejemplares efectuado en esa industria.

Y más adelante agrega:


"Quien aspire a ser dirigente tiene que poder enfrentarse, o mejor dicho,
exponerse al veredicto de las masas y tener confianza en que ha sido elegido dirigente
o se propone como dirigente porque es el mejor entre los buenos, por su trabajo, su
espíritu de sacrificio, su constante actividad de vanguardia en todas las luchas que el
proletariado debe realizar a diario para la construcción del socialismo."

En otro texto de ese mismo año el Che señala el carácter que deberá tener la nueva
conducción política: "No será la de la orden mecánica y burocrática, la del control
estrecho y sectario, la del mandar hacer, la del consejo que debe seguirse en cuanto a
expresión verbal y no por constituir un ejemplo vivo, la del privilegio de las ideas o
de la historia pasada."

"... El marxista debe ser el mejor, el más cabal, el más completo de los seres humanos
pero, siempre, por sobre todas las cosas, un ser humano; un militante de un Partido
que vive y vibra en contacto con las masas; un orientador que plasma en directivas
concretas los deseos a veces oscuros de la masa; un trabajador incansable que entrega
todo a su pueblo; un trabajador sufrido que entrega sus horas de descanso, su
tranquilidad personal, su familia o su vida a la Revolución, pero nunca es ajeno al
calor del contacto humano."

Nace el Partido Comunista de Cuba

El 3 de octubre de 1965 se crea el Partido Comunista de Cuba (PCC) y se constituye


su comité central en el que, según Fidel, "no hay episodio heroico en la historia de
nuestra patria en los últimos años que no esté ahí representado; no hay sacrificio, no
hay combate, no hay proeza —lo mismo militar que civil— heroica y creadora que no
esté representada, no hay sector revolucionario, social, que no esté representado".

El nuevo Partido surge cuando ya se considera superada la etapa de los distintos


matices y de los distintos orígenes de los militantes revolucionarios. "Hemos
llegado al punto afortunado de la historia de nuestro proceso revolucionario —dice
Fidel— en que podemos decir que sólo hay un tipo de revolucionario, y puesto que
nuestro Partido debe decir, no lo que fuimos ayer, sino lo que somos hoy y lo que
seremos mañana, el mejor nombre es el de Partido Comunista de Cuba.”

“Es importante, recordar que en una época, en Cuba, se esgrimían las obras de Lenin
y de Marx como prueba de delito. Hoy un pueblo entero ha hecho suyas sus ideas.”

"¿Quién les iba a decir a aquellos esbirros, a aquellos jueces, a aquellos voceros de la
reacción; quién les iba a decir. .. que esas ideas unirían al pueblo y que, armado con
esas ideas nuestra Revolución y nuestro pueblo se harían invencibles? —dice Fidel,
diez años después de fundado este Partido, y continúa—: Un día se levantó el pueblo
contra la tiranía, un día se unió el pueblo y un día triunfó el pueblo, pero
esencialmente el pueblo obrero, el pueblo campesino, el pueblo estudiante. Y las
distintas fuerzas se unieron como corrientes que nacen de distintas fuentes o
manantiales, pero que se encuentran todas en un mismo río: el río caudaloso de la
Revolución.”

" ¡Así se unieron nuestras organizaciones revolucionarias todas! ¡Y juntas dimos la


batalla final! Y si antaño el Partido de la independencia luchó contra el poder colonial
y se enfrentó a las ideas reaccionarias de la época; si en los tiempos de Mella los
revolucionarios se enfrentaban al poderoso imperio, a la burguesía y a los
terratenientes cubanos aliados a él, a toda aquella infernal máquina de mentira y de
propaganda, y se enfrentaron a los esbirros de Machado; si después se enfrentaron los
revolucionarios cubanos a la tiranía batistiana, quedaba todavía una gran batalla por
librar después del primero de enero de 1959: la batalla frente al imperialismo yanqui,
empeñado en destruir la Revolución cubana. Pero otra batalla no menos difícil había
que librar todavía: la batalla contra los prejuicios; la batalla contra el anticomunismo,
sembrado durante decenas de años por todos los medios posibles. Y esa batalla final
contra el imperialismo, contra el anticomunismo, contra las ideas reaccionarias,
contra los mercenarios de Girón, contra los bandidos del Escambray, contra los
saboteadores de la CIA ¡esa batalla la dimos juntos los revolucionarios de las
distintas procedencias! Coordinados primero y unidos después ; ¡ pero unidos en los
principios del marxismo-leninismo!"

Y Fidel termina diciendo: "¡Recordaremos siempre con emoción el día en que, algún
tiempo después del triunfo de la Revolución y luego de un proceso de unificación de
las fuerzas revolucionarias, Blas Roca depositó en nuestras manos las banderas
gloriosas del Primer Partido Comunista de Cuba!"

Es propiamente desde 1965 que empieza a aplicarse masivamente el nuevo método


de selección de cuadros propuesto por Fidel a fines de 1962. Éste ha permitido
construir en Cuba un partido de cuadros con un respaldo absoluto de la masa. Muchas
podrán ser todavía las debilidades en la construcción de una organización
revolucionaria que ha surgido casi de la nada, pero lo que nadie puede poner hoy en
duda es la fuerza que puede tener un partido nacido del seno de la misma masa
trabajadora, capaz de dirigir, sin necesidad de ocultarse, todas las organizaciones de
masas porque sus militantes son considerados los mejores entre los mejores.
Desviaciones idealistas

Pero ¿ acaso no existen debilidades en ese Partido ? Sin duda que las hay, pero deben
ser analizadas dentro del contexto histórico en que nacen y el afán de la dirección
revolucionaria por superarlas.

Ya el 17 de febrero de 1959, en los inicios del proceso, Fidel decía: "La Revolución
tiene obstáculos por delante, no puede hacer las cosas a la perfección, tiene sus
errores, pero la Revolución tiene un perenne propósito de superarse y rectificar
aquellas cosas que no hayan sido acertadas."

Uno de estos errores, reconocidos por sus propios dirigentes ha sido el caer en
desviaciones idealistas. Ahora, sí bien la Revolución ha caído en este tipo de
desviaciones, no es menos cierto que era muy difícil ser realista en un proceso que
contaba con tan escasos análisis científicos acerca de sus posibilidades de
rendimiento productivo y con tan escasos cuadros técnicos capaces de hacer
diagnósticos correctos en el terreno en que les tocaba actuar. Por otra parte, la tensión
revolucionaria y la necesidad de destinar enormes recursos humanos y materiales a la
defensa de la Revolución contra los ataques y continuas amenazas del imperialismo y
la necesidad de superar el subdesarrollo con las lacras que esto significa para tantos
seres humanos, llevaron a sus dirigentes a proponerse tareas no siempre a su alcance.

Éste fue el caso de la zafra de los diez millones de toneladas en 1970 que, como dice
el propio Raúl Castro, se propuso "cifras bastante ambiciosas en aquellas
circunstancias, lo que conllevó algunas consecuencias negativas que han sido
analizadas amplia y profundamente por el compañero Fidel".

Efectivamente, el dirigente máximo de la Revolución cubana reconoce, con una


franqueza extraordinaria, el 26 de julio de 1970, que a pesar del gran esfuerzo
realizado por el pueblo cubano, la meta señalada no ha sido alcanzada, y que el
esfuerzo concentrado en la producción de caña ha producido descompensaciones en
otros sectores de la economía.

"Repito —decía Fidel al pueblo reunido en la Plaza de la Revolución— que fuimos


incapaces de librar lo que llamábamos la batalla simultánea.”

"Y efectivamente, el esfuerzo heroico para elevar la producción, para elevar nuestro
poder adquisitivo, se tradujo en descompensaciones en la economía, en reducciones
de producción en otros sectores y, en fin, en un acrecentamiento de nuestras
dificultades.”

"Claro está que el enemigo usó mucho el argumento de que la zafra de los diez
millones traería algunos de estos problemas. Nuestro deber era hacer el máximo para
impedirlo. Y en realidad no hemos sido capaces.”
"Nuestros enemigos dicen que tenemos dificultades, y en eso tienen razón nuestros
enemigos. Dicen que tenemos problemas, y en realidad tienen razón nuestros
enemigos. Dicen que hay descontento, y en realidad tienen razón nuestros enemigos.
Dicen que hay irritaciones, y en realidad tienen razón nuestros enemigos.”

"Como ven, no tenemos el temor de admitir cuándo nuestros enemigos tienen razón."

Y más adelante agrega:


"Es más fácil, mil veces más fácil aniquilar a los mercenarios de Playa Girón en unas
horas quizás, que resolver bien resuelto el problema de una industria. Es más fácil
ganar 20 guerras que ganar la batalla del desarrollo."

Y señala cuál es la principal batalla que el pueblo tiene por delante: "Es una batalla
en el terreno de la economía la que tenemos que librar con el pueblo, y sólo con el
pueblo la podremos ganar."

Convertir la derrota en victoria

En ese momento de amarga derrota Fidel recuerda que frente a los reveses sufridos el
26 de julio, al fracasar el asalto al cuartel Moneada, ellos sólo habían pensado en
empezar de nuevo, en volver a la lucha.

"Los enemigos se regocijan y basan en nuestras dificultades sus esperanzas. ¡Ah!,


decíamos que tenían razón en esto, en lo otro, en lo otro, en lo de más allá, en todo lo
que quieran. Sólo en una cosa les faltaba razón: en creer que para el pueblo hay una
alternativa de la Revolución, creer que el pueblo frente a las dificultades de la
Revolución, cualesquiera que sean, pueda escoger el camino de la contrarrevolución.
¡Ah! ¡En eso sí que se equivocan, señores imperialistas! ¡En eso sí que se equivocan!
¡En eso sí que nadie estará dispuesto a admitir un ápice de verdad!”

"No pueden evaluar al pueblo, no pueden medir la profundidad de su entereza moral,


del valor del pueblo...”

"¡La mentira jamás será dicha al pueblo! ¡La confianza jamás será perdida en el
pueblo! ¡La fe en el pueblo no fallará jamás!..."

El fracaso de la zafra de los 10 millones marca un hito importante en el desarrollo de


la Revolución cubana. Un profundo proceso autocrítico permite detectar los puntos
más débiles donde se debe concentrar la acción de la dirección política y del pueblo.

Durante los últimos meses de 1970, todo el año 1971 y los primeros meses de 1972 se
desarrolla un gran esfuerzo dirigido principalmente a prestar mayor atención a las
actividades económicas rezagadas, a revitalizar las organizaciones de masas y, sobre
todo, a darle una mayor participación a las masas en los asuntos de la producción.
A partir de 1972 se comienza a trabajar también en el perfeccionamiento de los
aparatos de dirección del Partido y del Estado. Se reestructura el Consejo de
Ministros y en noviembre de 1972 se crea su comité ejecutivo.

En enero de 1973 se acuerda una restructuración del comité central del Partido y se
precisan y delimitan las funciones e interrelaciones entre el Partido y el aparato
administrativo del Estado.

Todos estos pasos permiten un gran salto adelante de la Revolución en el terreno


económico y desembocan en 1974 en la primera experiencia de participación directa
del pueblo en la gestión del Estado, en la experiencia del llamado Poder Popular en
Matanzas.

No todo puede ser administrado centralmente

Una de las grandes lecciones del fracaso de la zafra de 1970 fue justamente el
comprender que era imposible que el Estado socialista pudiera administrar todo
centralmente y mucho menos en un país subdesarrollado como Cuba. Así lo reconoce
Fidel en su discurso del 26 de julio de 1970.

"Ya no es posible dirigir la producción social simplemente con un Consejo de


Ministros... ¿Y por qué? Porque hoy la producción social depende de la
administración por la sociedad de esos recursos.”

"Antes la industria, las escuelas y hasta los hospitales, muchas veces los
administraban los propietarios privados. Hoy día, además, no es ayer. Antes, todo lo
más que un ciudadano esperaba era que el Estado hiciera un correo, una estación
de telégrafos. Ni le pasaba por la mente si la vivienda, si lo otro, lo tendría que
hacer el Estado. Hoy el ciudadano piensa que sí, que debe esperarlo del Estado. Y
tiene razón. Y eso es precisamente una mentalidad colectivista, eso es una mentalidad
socialista. Hoy lo esperan todo del aparato administrativo y sobre todo del aparato
político que lo representa. Hoy no pueden esperar en sus propias fuerzas, en sus
propios medios, como en el pasado.”

"El hecho de que hoy el pueblo lo espera todo está muy a tono con la conciencia
socialista que la Revolución ha creado en el pueblo. Cualquier ineficiencia en
cualquier servicio —ya no me refiero a aquellos problemas que puede estar por
encima de un hombre resolver, sino los que están en sus manos y se dilatan y no se
resuelven— puede afectar a miles de personas.”

"Es imposible hoy dirigir y coordinar todo ese aparato. Es necesario crear una
estructura de carácter político para que coordine los distintos sectores .de la
producción social ..."
Y dos meses después, el 28 de septiembre, en el X Aniversario de la fundación de los
Comités de Defensa de la Revolución, ya vislumbra el papel que debe corresponder a
las masas en ese proceso de descentralización.

"El propio proceso revolucionario ha ido demostrando los inconvenientes de los


métodos burocráticos y a la vez también de los métodos administrativistas."

Después de señalar los errores que se han cometido al identificar al Partido con la
administración del Estado, y al permitir el debilitamiento de las organizaciones de
masas, señala que apoyándose en ellas, en el movimiento obrero, en los Comités de
Defensa, en las organizaciones juveniles, estudiantiles, campesinas, se tienen "las
bases para los pasos subsiguientes, que consisten en la participación mucho más
directa de las masas en las decisiones y en las soluciones de los problemas, y una
participación multifacética en todas partes: en el aspecto territorial en los problemas
que tienen que ver directamente con ellas.”

"Porque cualquier cosa que pase en cualquier lugar, en cualquier manzana, en


cualquier centro donde se presta un servicio, desde el centro de distribución hasta una
escuela, una panadería, cualquier servicio de cualquier índole, sí eso funciona mal,
eso afecta directamente a la masa que vive allí y que recibe esos servicios."

"Si cualquier industria funciona mal, está afectando la economía de todos los
trabajadores."

Y agrega más adelante: "sin duda por los métodos administrativos es imposible
resolver ningún problema, y mucho menos en una sociedad colectivista."

Luego, teniendo presente que Cuba es un país subdesarollado se pregunta: "¿Quién


puede sustituir la eficiencia, la eficacia, la infalibilidad —podemos decir— de los
controles de masas?”

"Incluso nuestra Revolución se desarrolla en un momento en que éramos un país de


economía francamente subdesarrollada, de producción artesanal en muchos sentidos.
Una revolución en un país muy desarrollado se hubiera encontrado también con
grandes centros de producción en todos los aspectos. En una economía muy
desarrollada habrían desaparecido una gran cantidad de timbiriches y de bodegas,
habrían desaparecido todas esas pequeñas panaderías, habrían desaparecido todas
esas microtintorerías. Sin embargo, ése era el grado de desarrollo de nuestras fuerzas
productivas: montones de pequeños talleres, chinchales. Todos los servicios esos eran
realizados de modo artesanal.”

"Imagínense una panadería en una cuadra, que es la que sirve pan a todos los vecinos,
y un aparato administrativo que la controle desde arriba. ¿Cómo la controla? ¿Cómo
puede desinteresarse el pueblo de cómo funciona aquella panadería? ¿Cómo puede
desinteresarse de si un administrador es malo o no? ¿Como puede desinteresarse de si
hay allí un privilegio o no, negligencia o no, insensibilidad o no? ¿Cómo puede
desinteresarse de cómo brinda los servicios? ¿Cómo puede desinteresarse de los
problemas de higiene de aquel sitio? ¿Y cómo puede desinteresarse de los problemas
de la producción, del ausentismo, de la cantidad y de la calidad del producto? ¡De
ninguna forma!”

"¿Puede suponerse acaso que pueda haber ningún medio más efectivo para controlar
esa actividad que las propias masas? ¿Acaso puede haber otro método de inspección?
¡No! Se puede echar a perder aquel hombre que dirige aquella microunidad
productiva, se puede echar a perder el que inspeccione, se puede echar a perder todo
el mundo. Los únicos que no se van a echar a perder son los afectados, ¡los
afectados!"

Estas cosas que Fidel señalaba en 1970 son las que hoy están siendo aplicadas en la
experiencia del Poder Popular que se está llevando a cabo en Matanzas y que, con las
modificaciones que surjan de la práctica de varios meses de participación directa del
pueblo en la gestión estatal, serán luego generalizadas a toda Cuba.

Allí se pretende llevar a cabo una profunda descentralización administrativa, poner


bajo control de la comunidad todas las actividades que por sus características
regionales ella pueda controlar, dirigir, administrar.

Según la ley 1269, los órganos del Poder Popular tienen "facultades para ejercer
gobierno, administrar entidades económicas de producción y servicios, emprender
construcciones y reparaciones y en general desarrollar las actividades requeridas para
satisfacer necesidades sociales, económicas, culturales, recreativas y educacionales
propias de la colectividad de la demarcación en que ejerzan su competencia".

A cargo del Poder Popular quedan, por ejemplo, las escuelas, los policlínicos, los
hospitales, las instalaciones deportivas, los cines, el acopio de viandas, frutas y
vegetales, los servicios de gastronomía, las panaderías, las tintorerías, el servicio de
taxibuses y autobuses locales, la reparación de carreteras locales.

Pero además de ser el órgano superior del Estado en relación a todas las unidades que
caen bajo su jurisdicción, debe preocuparse de cooperar al mejor desenvolvimiento
de las unidades de producción y de servicios, que seguirán administradas por los
ministerios y organismos centrales, como por ejemplo, las granjas y planes
agropecuarios de carácter estatal, los centrales azucareros, las fábricas que producen
para todo el país, las instalaciones que trabajan para la exportación, las empresas
nacionales de transporte, los puertos, los combinados turísticos, etc.

De lo que se trata es de que las 5 mil 597 unidades de producción y servicios que
quedan bajo la jurisdicción del Poder Popular en esa zona no se concentren sólo a
nivel provincial.
La descentralización del aparato estatal que caracteriza al Poder Popular significa la
mayor descentralización posible de las funciones estatales, concentrando la mayor
cantidad de actividades económicas y sociales bajo la administración de las instancias
inferiores del aparato estatal, es decir, de las instancias municipales. Sólo aquellas
actividades que desborden la capacidad de administración y control por parte de la
asamblea municipal deben ser administradas por las instancias superiores.

Pongamos sólo un ejemplo para aclarar a qué instancia corresponde cada actividad.
En la provincia de Matanzas hay innumerables rutas, caminos, calles, por donde
transitan vehículos de todo tipo. Es de jurisdicción del municipio las calles o rutas de
circulación interna de ese municipio; es de jurisdicción de la provincia las carreteras
que unen diversas regiones de la provincia y es de responsabilidad del aparato estatal
central las carreteras interprovinciales. Igual cosa ocurre con los medios de
transporte, etc.

"Las instancias inferiores —aclara Raúl Castro al finalizar el seminario que se da a


los delegados al Poder Popular de Matanzas el 22 de agosto de 1974— están
subordinadas a las superiores pero actúan con autonomía dentro de los marcos legales
y normativos que se establezcan y no deben estar sometidas al tutelaje constante y
limitante de las instancias superiores. Este mecanismo, además de hacer más ágiles,
operativas y acordes con las exigencias del momento y del lugar las decisiones a
tomar, libera a las instancias superiores, y sobre todo a los organismos nacionales, de
una pesada y voluminosa carga de tareas administrativas y corrientes que en la
práctica no pueden cumplir debidamente, viéndose obligados a desatenderlas en gran
medida, y que, por otro lado, les impiden desarrollar las tareas de responsabilidad de
su verdadera competencia en lo relativo a normación, control e inspección de las
actividades que atienden,"

El pueblo: protagonista fundamental

Quince anos trascurrieron en Cuba antes de que se hiciera la primera experiencia de


Poder Popular que luego deberá generalizarse a todo el país recogiendo las lecciones
vividas durante estos meses por el pueblo matancero. Pero ¿significa esto que el
pueblo estuvo hasta entonces ausente del proceso revolucionario?

Muy por el contrario, la dirección de la Revolución ha logrado vencer todos los


obstáculos y salir victoriosa gracias a su plena identificación con el pueblo y a la
absoluta confianza que éste tiene en sus dirigentes.

Después del fracaso de la zafra de ]os 10 millones, sabiendo que lo escuchaba un


pueblo dolido, frustrado por haber sido incapaz de alcanzar la meta que se había
propuesto a pesar de haber dado de sí hasta el límite de sus capacidades, Fidel
pronunció estas palabras:
"... sólo el pueblo y sólo con el pueblo, con la conciencia del pueblo, la información
del pueblo, la decisión del pueblo, esos problemas podrán ser superados", y continuó
mostrando a esos millares de cubanos que lo escuchaban erguidos y combativos a
pesar de la derrota, cómo ha sido siempre el pueblo el factor fundamental de la
Revolución.

"Cuando nosotros hace 17 años intentábamos tomar la fortaleza del Moncada no era
para ganar una guerra con mil hombres, sino para iniciar una guerra y librarla con el
pueblo y ganarla con el apoyo del pueblo. Cuando años después volvimos con un
grupo de expedicionarios no era para ganar una guerra con un puñado de hombres.
No habíamos recibido del pueblo las experiencias maravillosas y las lecciones
maravillosas que hemos recibido en estos años, pero sabíamos que aquella guerra
sólo se podía ganar con el pueblo. ¡Se libró y se ganó con el pueblo!”

"Cuando esta Revolución a 90 millas del imperio feroz y poderoso quiso ser libre,
quiso ser soberana, desafió a ese imperio y se dispuso a enfrentar todas las
dificultades y emprendió un camino verdaderamente revolucionario, no un camino de
capitalistas y de monopolistas imperialistas, sino un camino de pueblo, un camino de
obreros, un camino de campesinos, un camino de justicia. Muchos decían que eso
habría sido imposible por entero: la influencia cultural, política, ideológica, todas
esas cosas. Y nosotros creíamos que esa batalla se ganaba con el pueblo: ¡se libró con
el pueblo y se ganó con el pueblo!”

"Y así ha sobrevivido hasta hoy."

"No hay posiblemente otro caso en la historia —reafirma Raúl Castro— en que una
revolución, la dirección de una revolución, haya contado con un apoyo tan masivo y
tan total del pueblo, con una confianza y un entusiasmo revolucionario tan
inagotables e incesantes por parte de las masas, con una unidad tan completa como lo
ha ofrecido nuestro pueblo a su Revolución, a sus dirigentes y especialmente al líder
querido e indiscutible de la Revolución cubana, el compañero Fidel Castro."

La democracia no empieza con el Poder Popular

Otro error en la comprensión del significado del Poder Popular es pensar que sólo en
1974 empieza a existir en Cuba la democracia.

El Estado cubano, como todo Estado —burgués o socialista— representa una


dictadura de unas clases sobre otras. A lo largo de todos estos años ha sido, sin duda,
una dictadura ejercida por los trabajadores y explotados para aplastar a la
contrarrevolución interna y externa. En este nuevo Estado, el ejército ha estado
fundido con el pueblo y es el propio pueblo el que ha ejercido las funciones
represivas contra quienes, mientras estuvieron en el poder utilizaron todos los
mecanismos a su alcance para explotar y oprimir al pueblo, y que una vez triunfante
la Revolución, volcaron sus energías a hacerla fracasar.

Pero así como el Estado cubano ha sido una dictadura para la contrarrevolución, ha
sido para el pueblo —aun sin la presencia de instituciones representativas— un
Estado esencialmente democrático. Durante todos estos años ha representado y
defendido los intereses de los trabajadores, de la gran mayoría del pueblo
cubano y, al mismo tiempo, no ha tomado ninguna medida revolucionaria importante
sin consultar a la masa a través de diferentes mecanismos.

Raúl Castro expone de la siguiente manera el carácter democrático del Estado


cubano, en su intervención en la clausura del seminario para los delegados del Poder
Popular, el 22 de agosto de 1974:

"Cuando un Estado como el nuestro, representa los intereses de los trabajadores,


cualesquiera sean su forma y estructura, resulta un tipo de Estado más democrático
que ningún otro tipo que jamás haya existido en la historia, porque el Estado de los
trabajadores, el Estado que construye el socialismo es, bajo cualquier forma, un
Estado de las mayorías mientras que todos los estados anteriores han sido los estados
de las minorías explotadoras.”

"El Estado burgués-latifundista que había en Cuba, aún en la etapa anterior al golpe
de Estado del 10 de marzo de 1952, con sus instituciones "representativas": la
Cámara y el Senado, con sus elecciones periódicas. era infinitamente menos
democrático que nuestro Estado revolucionario, porque servía al dominio de los
imperialistas, sus monopolios y empresas sobre nuestro país, y representaba a sus
aliados nacionales, los burgueses nativos o extranjeros y los grandes terratenientes
del patio. Era un órgano de coerción, con su ejército, su policía, sus torturadores, sus
gángsteres, cárceles y tribunales, dirigidos contra los intereses de las grandes
mayorías nacionales.”

"El Estado revolucionario rescató para todo el pueblo las riquezas nacionales de
manos de los imperialistas y de los explotadores de todo tipo.”

"La propiedad de los medios de producción la convirtió de propiedad privada de unos


pocos en propiedad de todos.”

"Eliminó el desempleo y abrió fuentes de trabajo para todos: eliminó el analfabetismo


y puso la educación gratuitamente al alcance de todos; la atención médica y
hospitalaria llega también gratuitamente a todos; la vejez está asegurada para todos.”

"Organizó al pueblo y le dio armas y le enseñó a manejarlas para que se defendiera.


Las masas han participado en la discusión de todas las cuestiones más importantes de
la Revolución, de sus leyes principales, y ahora comienzan a participar en la
discusión de los planes económicos hasta nivel de unidades de producción y
servicios."

Con estas palabras Raúl Castro expresa el carácter democrático del Estado proletario
cubano. Pero esta democracia nada tiene que ver con la democracia burguesa, como
lo señalan las siguientes palabras de Fidel:

"Nosotros no venimos diciendo que aplicamos la democracia burguesa porque eso es


una gran mentira, ni pensamos en términos de democracia burguesa; pensamos en
términos de democracia obrera, de democracia proletaria, en la cual efectivamente
hemos suprimido los derechos de la clase que era la clase explotadora del país, y los
del imperialismo. Es así como lo hemos concebido y es así como lo aplicamos.”

"Naturalmente que nosotros le llamamos a nuestro sistema una democracia porque,


en primer lugar, se apoya en todo el pueblo; en segundo lugar, brinda una
participación al pueblo como jamás lo ha tenido en ninguna otra sociedad humana; en
tercer lugar, hay una incesante discusión y participación del pueblo en todas las
medidas esenciales. Las leyes aquí se discuten con el pueblo, y entraña no sólo un
proceso democrático para aprobar una ley, sino un proceso educativo del pueblo...”

"De modo que no hay ninguna medida fundamental aquí, ninguna ley fundamental
que no se discuta con todo el pueblo... De manera que la dictadura es la dictadura de
la inmensa mayoría del pueblo. Por eso tú le puedes llamar dictadura o le puedes
llamar democracia obrera o democracia popular."

En relación con este tema, es interesante ver cómo las experiencias de democracia
burguesa dejaron marcada a una mujer anciana, quien se refirió así al problema:

"El diccionario dice muchas cosas. También hablan de democracia los yanquis. Es
una palabra que a mí me choca un poco. Como ha sido tan mal usada, es una palabra
que aunque la apliques aquí sientes un pequeño escalofrío. Yo prefiero oír la
palabra socialismo y me gustaría que rápidamente fuera sustituida por la de
comunismo.”

"Pero frente a la palabra democracia siento todavía impensadamente un pequeño


escalofrío. Es como si te dicen: ¿Le gusta a usted una reja? Yo lo pienso porque, por
una asociación de ideas, reja no es una reja bonita, española, llena de forjaduras, sino
que reja significa cárcel, y eso es lo que más he oído. . ."

La mujer tuvo a su marido preso en la época de Batista.

El Poder Popular sólo perfecciona el Estado revolucionario

El término "Poder Popular" que se ha usado en Cuba para dar cuenta de este proceso
de participación institucionalizada de las masas en la gestión del Estado puede
prestarse a confusión. Algunos podrían pensar que sólo en el momento en que las
masas eligen a sus delegados y éstos empiezan a usar las facultades que les ha
otorgado el Poder Popular, se puede hablar de la existencia de un poder del pueblo en
Cuba.

"Mire, yo tengo mi opinión —nos dice a propósito de esto un vocal del comité
ejecutivo de la asamblea municipal de Matanzas— aquí el pueblo tiene el poder
desde el año 1959, desde que triunfó la Revolución. La lucha de clases fue
extraordinariamente, violenta, tuvimos una invasión mercenaria, una lucha interna de
clases en los primeros momentos de la Revolución. Pero, el pueblo con el poder en
sus manos ha decidido su destino. . . La Primera Declaración de La Habana, la
Segunda Declaración, fueron sometidas al pueblo reunido en la Plaza de la
Revolución. El pueblo siempre ha estado gobernándose. Ejemplo de ello es la
discusión del Código de la Familia, etc. ... El Poder Popular es una forma de
institucionalizar el Estado, porque ya estamos en los momentos de hacerlo. Y además
es un perfeccionamiento de nuestra democracia. Y la democracia ha existido siempre
desde el triunfo de la Revolución.”

El establecimiento de las instituciones representativas significan un paso


trascendental en el proceso revolucionario cubano. Sin embargo, este paso no
significa dar por primera vez participación al pueblo ni ejercer por primera vez la
democracia. En la intervención ya señalada, Raúl Castro decía al respecto:

Nuestro Estado ha sido y es, por lo tanto, un Estado esencialmente democrático, un
Estado de los humildes, por los humildes y para los humildes; un Estado de todos y
para todos los trabajadores. De lo que se trata, pues, con la creación de las
instituciones representativas, es de perfeccionar a nuestro Estado, de darle una
estructura completa y definitiva, de perfeccionar nuestra democracia."

Es importante tener presente también que este paso trascendental que hoy se da en
Cuba no es un paso retrasado. Para darlo se requería preparar las condiciones
políticas, económicas y sociales que sólo hoy existen.

Los primeros años de la Revolución se caracterizaron por cambios revolucionarios


profundos, radicales y acelerados. Era necesario un aparato estatal ágil, operativo que
ejerciera la dictadura en representación del pueblo trabajador contra las agresiones de
la contrarrevolución interna y del imperialismo. Concentrando en sus manos las
funciones legislativas, ejecutivas y administrativas podía tomar las rápidas decisiones
que las circunstancias requerían.

Gracias a este poder concentrado en la dirección de la Revolución se cumplen


adecuadamente las primeras tareas de la lucha por la supervivencia: se establecen las
leyes revolucionarias, se expropia a los imperialistas, se liquida la contrarrevolución
interna.
Además, los problemas del subdesarrollo de la sociedad cubana eran tales que hacían
temer, y con razón, que la limitación de recursos no permitiera al Poder Popular
cumplir con sus tareas más esenciales, con el consiguiente descrédito de éste frente a
la masa.

Por otra parte, es necesario considerar el muy escaso nivel cultural del pueblo cubano
en el momento del triunfo de la Revolución.

Y por último, en esa época no se contaba con un elemento todavía más fundamental:
la existencia de un partido proletario fuerte y de organizaciones de masas
suficientemente organizadas que sirvieran de punto de apoyo fundamental a las
gestiones del Poder Popular.

En palabras muy simples, un miembro de los CDR de La Habana nos explica cómo él
ha visto la evolución del proceso:

"En un momento determinado de la Revolución hubo necesidad de trabajar en una


forma, puesto que el Estado revolucionario era un Estado joven, no tenía la
organización que tiene hoy, no tenía las condiciones que tiene hoy día. Entonces, a
ese pueblo que venía de un sistema capitalista completamente distinto al que tenemos
hoy en día había que educarlo y prepararlo consecuentemente para que éste pudiera
dirigir por medio de sus organismos... Y hoy la Revolución ya está en plenas
facultades para que el pueblo pueda elegir cuadra por cuadra, por secciones, por
zonas, a los distintos delegados del Poder Popular y eso hasta que llegue a nivel
nacional. El experimento que se está llevando a cabo en Matanzas es la culminación
de lo que debe ser el proceso de institucionalización del país."

Desde fines de 1970 en adelante se preparan aceleradamente las condiciones para la


participación directa del pueblo en la gestión estatal.

El proceso de institucionalización de la Revolución iniciado en esa época, empieza a


avanzar a un ritmo muy rápido a partir de 1972 cuando ya se ha logrado un grado
importante de recuperación económica y se han dado pasos decisivos en el
fortalecimiento de las organizaciones de masas.

A finales de 1972 se reestructura el Consejo de Ministros y se crea su comité


ejecutivo.

Durante 1973 se reestructura el sistema judicial y tiene lugar el importante XIII


Congreso de la Central de Trabajadores de Cuba, fortaleciéndose enormemente el
movimiento sindical que pasa a jugar, desde entonces, un papel fundamental en la
dirección de la economía.

Ese mismo año se reestructura todo el aparato del Partido Comunista, se precisan sus
mecanismos de funcionamiento, se delimita su papel y sus responsabilidades,
estableciéndose una clara diferenciación entre el papel del Partido y el papel del
Estado.

Y ya a finales de ese año se inician los preparativos para organizar la primera


experiencia de Poder Popular en la provincia de Matanzas.

Del centralismo burocrático al centralismo democrático

"Nuestra Revolución fue, en esencia, el producto de un movimiento guerrillero que


inició la lucha armada contra la tiranía y cristalizó en la toma del poder. Los primeros
pasos como Estado revolucionario, así como toda la primitiva época de nuestra
gestión en el gobierno, estaban fuertemente teñidos de los elementos fundamentales
de la táctica guerrillera como forma de administración estatal. El 'guerrillerismo'
repetía la experiencia de la lucha armada en las sierras y campos de Cuba en las
distintas organizaciones administrativas y de masas, y se traducía en que solamente
las grandes consignas revolucionarias eran seguidas —y muchas veces interpretadas
de distintas maneras— por los organismos de la administración y de la sociedad en
general.

"La forma de resolver los problemas concretos estaba sujeta al libre arbitrio de cada
uno de los dirigentes... Después de un año de dolorosas experiencias llegamos a la
conclusión de que era imprescindible modificar totalmente nuestro estilo de trabajo y
volver a organizar el aparato estatal de un modo racional, utilizando las técnicas de la
planificación conocidas en los hermanos países socialistas.”

"Como contramedida, se empezaron a organizar los fuertes aparatos burocráticos que


caracterizan esta primera época de construcción de nuestro Estado socialista, pero el
bandazo fue demasiado grande y toda una serie de organismos, entre los que se
incluye el Ministerio de Industrias, iniciaron una política de centralización operativa,
frenando exageradamente la iniciativa de los administradores. Este concepto
centralizador se explica por la escasez de cuadros medios y el espíritu anárquico
anterior, lo que obligaba a un celo enorme en las exigencias de cumplimiento de las
directivas... Así comienza a padecer nuestra Revolución el mal llamado
burocratismo."

Once años después de que Ernesto Che Guevara pronunciara estas palabras, a pesar
de todos los esfuerzos hechos por la dirección revolucionaria, ese mal sólo ha sido
parcialmente superado.

El 2 de enero de 1974, Raúl Castro afirmaba: "Estamos convencidos de que en la


medida en que las masas participen en los asuntos del Estado, se hará más efectiva la
lucha contra toda manifestación de burocratismo, estarán mejor atendidas las
necesidades de la población y de la comunidad y el Estado revolucionario será más
fuerte, más democrático, más sólido."
La participación directa de las masas en la gestión estatal a través de los órganos de
Poder Popular pretende justamente erradicar el centralismo burocrático que todavía
existe en forma bastante extendida en muchos sectores del aparato estatal actual y
sustituirlo por el "centralismo democrático" que es el principio fundamental que debe
regir toda organización proletaria.

Pero ¿cómo se aplica este principio del centralismo democrático a los órganos del
aparato estatal?

En primer lugar, a través de la elección por la base misma de quienes van a cumplir
funciones en el aparato del Estado en los diversos niveles de la vida nacional. En
segundo lugar, a través de la periódica rendición de cuentas de los miembros de la
comunidad elegidos como delegados o como dirigentes de los comités ejecutivos,
ante quienes los eligieron. En tercer lugar, por la posibilidad que tienen los electores
de revocar el mandato de sus delegados si éstos no cumplen con las tareas que las
masas les encomendaron.

Sólo la participación real y directa de las masas en el gobierno de la sociedad, sólo el


aprovechamiento de toda su sabiduría y experiencia y de toda su iniciativa creadora,
permite aligerar y hacer extraordinariamente más eficiente el trabajo de los aparatos
de dirección.

Pero para que esta participación sea real es necesario no olvidar que en cada instancia
quien tiene la máxima autoridad no es el elegido, sea éste delegado o miembro del
comité ejecutivo de su instancia, sino quienes lo eligen, considerados en su conjunto.

"En la circunscripción electoral la máxima autoridad no la tiene el delegado elegido,


sino el conjunto de los electores: son éstos los que le otorgan el mandato para que los
represente en sus problemas, quejas y opiniones; son éstos los que pueden revocarlo
en cualquier momento cuando no responda a sus intereses. Por ello, es el delegado el
que rinde cuentas ante los electores y no a la inversa. Son las masas de la
circunscripción las que tienen el máximo poder, el poder primario; el poder del
delegado es derivado, otorgado por las masas.”

"En la instancia municipal la máxima autoridad y jerarquía no la tiene el comité


ejecutivo elegido, sino la asamblea municipal que lo elige; es la asamblea de
delegados la que le otorga el mandato para que la represente y cumpla sus acuerdos y
decisiones en los períodos entre una y otra de sus reuniones y es la asamblea la que
está facultada para modificar en todo o en parte la integración del comité ejecutivo en
cualquier momento en que lo considere necesario. Por ello, es el comité ejecutivo
municipal, el que rinde cuentas ante la asamblea municipal y no a la inversa.”

"Asimismo, el presidente, el vicepresidente y el secretario del comité ejecutivo


municipal son elegidos por éste y ratificados por la asamblea y, en consecuencia de
esto, es que son los primeros los que deben rendir cuentas ante los segundos y actuar
en cumplimiento de los acuerdos y decisiones de estos dos órganos del Poder Popular
municipal.”

"De esta manera, puesto que el presidente, el vicepresidente y el secretario del comité
ejecutivo municipal se subordinan a dicho comité ejecutivo y a la asamblea
municipal; puesto que dicho comité ejecutivo se subordina en su conjunto a esta
asamblea y, a su vez, puesto que dicha asamblea está integrada por delegados
elegidos por las masas y subordinados a las masas de sus respectivas
circunscripciones, el resultado de tal mecanismo es que son las masas las que
ostentan en la práctica el máximo poder y pueden, por ello, ser en los hechos
protagonistas activos del proceso con facultades concretas e institucionalizadas de
iniciativa y decisión.”

"Si la pirámide se construyera a la inversa y el comité ejecutivo estuviese


subordinado al presidente del Poder Popular municipal, y si, a su vez, la asamblea
estuviese subordinada al comité ejecutivo y a su presidente y si las masas de cada
circunscripción estuviesen subordinadas al correspondiente delegado, entonces el
poder real y primario estaría, de hecho, no en las masas sino en el presidente y en el
comité ejecutivo del Poder Popular municipal; y cada peldaño inferior de la pirámide
tendría menos poder, menos facultades de iniciativas y decisión y cuando llegáramos
a la base de la pirámide, que son las masas, éstas no tendrían jerarquía ni autoridad
alguna y serían protagonistas pasivas del proceso y meras ejecutoras de las decisiones
tomadas en los escalones superiores.”

"Y esto que hemos explicado respecto a la instancia municipal, adquiere una mayor
importancia a medida que ascendemos en la escala hacia las instancias superiores; y
mucho más con el mecanismo que se ha adoptado y según el cual los miembros
profesionales de los comités ejecutivos del Poder Popular en las instancias regional y
provincial, no son, en su totalidad o casi totalidad, delegados elegidos en las
circunscripciones directamente por las masas, sino elegidos por los delegados de las
masas que integran las asambleas regionales y la asamblea provincial.”

"El comité ejecutivo regional es elegido por la asamblea regional para representarla,
para cumplir sus acuerdos y decisiones y para que asuma las responsabilidades de la
dirección estatal en la región entre una y otra reunión de dicha asamblea. En
consecuencia, el comité ejecutivo regional se subordina a la asamblea regional y
rinde cuentas ante ella. Igual ocurre en la instancia provincial."

El papel dirigente del Partido

El Partido es el máximo organismo dirigente en Cuba y como tal dirige y controla a


los organismos estatales y de masas. Pero dirigir no significa suplantar.

"...no podemos hacer al secretario del Partido el administrador de la fábrica.. . ni


podemos hacer al administrador secretario del Partido, porque si se dedica a las tareas
de la producción lo absorbe todo. Y la industria trabaja con máquinas, y el Partido
trabaja con hombres y sobre el hombre. La responsabilidad del Partido allí no puede
ser directa sino indirecta. Es el Partido el que debe señalar cualquier deficiencia,
cualquier falla de tipo administrativo; pero no decirle al administrador lo que tiene
que hacer. Hay que establecer bien claro las funciones del responsable del núcleo del
Partido y las funciones del administrador, o mejor dicho, de la administración."

Esta clara separación entre las tareas del Partido y de la administración a nivel de una
industria pueden perfectamente trasladarse al aparato del Estado a todos sus niveles.
El Partido dirige el Estado, controla su funcionamiento y el cumplimiento por el de
las directivas y planes trazados; estimula, impulsa, y contribuye al mejor trabajo de
todo el mecanismo estatal, pero en ningún caso el Partido debe sustituir al Estado.

Pero ¿cómo?, ¿a través de qué mecanismos, el Partido dirige a los órganos del
Estado?

Lo hace elaborando directivas generales sobre las cuestiones fundamentales del


desarrollo económico, político, cultural y social del país y sobre el camino para
resolver dichas cuestiones; mediante el control de la labor realizada por dichos
organismos, orientando las correcciones que deban hacerse en el trabajo pero sin
inmiscuirse en la labor administrativa ni remplazados en sus facultades de decisión; a
través del apoyo y ayuda que presta a los órganos estatales mediante su aparato, sus
métodos y recursos; a través de los propios militantes del Partido que trabajan en los
aparatos del Estado y que cumplen y aplican las decisiones del Partido y tratan de
convencer a los no militantes de la justeza de ellas; y por último, por el hecho de que
durante mucho tiempo será inevitable que los principales dirigentes del Partido, o al
menos, la mayor parte de ellos sean también los máximos dirigentes del Estado.

Por otra parte, el Partido debe procurar el máximo desarrollo de las organizaciones de
masas.

"El papel del Partido no debe ser el de sustituir a las organizaciones de masas, sino el
de dirigir ese fenómeno, el de dirigir ese proceso, el de dirigir esa formidable
revolución de masas", decía Fidel el 28 de septiembre de 1970 frente a millares de
cederistas. "Si el Partido se convierte en masa, deja de ser vanguardia, deja de ser
Partido, deja de ser selección."

Ahora bien, el Partido Comunista de Cuba ejerce su función de dirección, tanto del
aparato estatal como de las organizaciones de masas, no por una imposición que
descansa en la opresión y la fuerza, sino por su autoridad moral frente a la masa, por
la claridad con que expresa sus intereses y aspiraciones. Su acción se basa sobre todo
en el convencimiento que proviene del ejemplo. Sus cuadros están a la vanguardia en
todas las tareas.
El Partido es algo que el pueblo cubano siente suyo. Salido de sus entrañas —ya que
sus miembros no pueden llegar a ser tales si no son aprobados por las masas— lo
cuida y lo vigila como a su propio hijo.

Este control que las masas tienen del Partido ha sido siempre promovido por la
dirección del proceso revolucionario cubano. Nada más indicativo que las siguientes
palabras de Fidel: "Independientemente del trabajo activo, independientemente de
que los propios militantes ejerzan una incesante función de fiscalización y control
sobre el Partido, es necesario que las organizaciones de masas ayuden al Partido en
esta tarea frente a cualquier desviación, frente a cualquier manifestación de
corrupción, frente a cualquier manifestación de privilegio. Es decir —decía Fidel— la
masa debe cuidar al Partido y velar para que el Partido sea ejemplar en todo, y velar
para que el Partido pueda desempeñar su papel de vanguardia."

Esta participación directa del pueblo en la gestión estatal, este Estado proletario
dirigido por un partido marxista-leninista, íntimamente ligado a la masa de la cual
surge y en la cual se apoya para su fiscalización y control, es ¿dictadura o
democracia?

La Habana, 10 de agosto de 1975


LA INDUSTRIA:
UN CENTRO DE DECISIÓN

Una asamblea de discusión del plan

...esta caja es correcta, con el cartón puesto del lado correcto y sin ninguna dificultad.
Y aquí traemos una caja con los dos cartones puestos al revés. El de adentro está al
revés y el de afuera también. O sea, que las dos bobinas fueron puestas al revés. Esto
revela una falta absoluta de preocupación en el corrugador...

A pesar de no ser un tema propio de una asamblea de discusión del plan técnico
económico 1976 —motivo por el cual se encuentran reunidos en el salón de actos
alrededor de 90 trabajadores del taller de corrugado de la fábrica "Sergio González",
que produce envases de cartón y cartuchos de papel —no se ha podido evitar que este
punto surja en la asamblea. El día anterior más de tres mil cajas de cartón hablan sido
producidas con tales fallas que las hacían inservibles. La noticia había corrido por
cada sección del taller de corrugado y existía al respecto un malestar general.

Roberto Fernández, el administrador de la fábrica, a quien sus trabajadores llaman


cariñosamente "Robertico"— que preside la asamblea junto con el compañero Díaz,
jefe del departamento económico, el compañero Schapman, secretario general del
sindicato, el compañero Fundora, jefe del taller y los dirigentes máximos del Partido
en la industria— se dirige al maquinista de la corrugadora responsable de la falla:

—Elio, ¿qué explicación tú das a esto?

—A veces la de atrás se pone al revés. La de adelante hace falta siempre que vaya
bien porque es donde va la impresión —contesta sin inmutarse un obrero delgado, de
ojos claros.

—¡Eso no es una explicación! —exclama el administrador visiblemente descontento


con la respuesta.— Yo voy a preguntarle aquí a los trabajadores, cuando les falte
dinero en sus sobres y nosotros les contestamos así: ¿qué van a decir ellos? Hay que
pagarles, ¿no es verdad...? Ahora, yo me atrevería a hacerles otra segunda pregunta:
¿algunos de los compañeros corrugadores ha sido lesionado, es decir, afectado en su
salario...? Nosotros, es decir, toda Cuba, al principio de la Revolución y hasta hace
poco, teníamos una visión incorrecta en relación a las cuestiones económicas, y como
sabíamos que éramos dueños de todo esto, que teníamos garantizado nuestro trabajo,
que no podía venir aquí más un Mr. Dodges ni los místeres que había antes en esta
misma industria... que cuando se nos caía una plancha de la mano nos botaban de la
fábrica... Como ahora no ocurre eso, pues se nos pierde, ¿no?, se nos olvida. Somos
un poco olvidadizos con el trabajo en este proceso revolucionario. Ponemos todo
nuestro pensamiento en el día de mañana. Sin embargo, no vemos las cosas que
hacemos hoy, que están poniendo en peligro, o mejor demorando, porque no lo
ponemos en peligro, ese ansiado mañana que nosotros tanto esperamos. Nosotros
vamos a aprovechar esta asamblea de desagregación para plantear que vamos a
entrarle a esto. Porque, ¿cuántas veces se ha hablado aquí de estos problemas? ¿Es la
primera vez hoy? ¿Es la primera vez que lo hemos dicho?

Al hacer cada una de estas preguntas, el administrador se detiene y cuando percibe


que ha logrado que los trabajadores desde sus asientos se sientan motivados a
contestarlas, prosigue:
—No es la primera vez, señores. Entonces no vemos que haya... pudiéramos decir...
ese mismo fervor con que nos enfrentamos al cumplimiento de nuestros deberes
revolucionarios para hacer cotidianamente la labor por la cual nos pagan. Eso nos
duele. Además, este problema no ha ocurrido con trabajadores nuevos, ha ocurrido
con trabajadores viejos, con trabajadores que estuvieron acostumbrados en el otro
sistema a no tener seguridad en el trabajo, ni garantía en su economía, ni tenían la
libertad que tenemos hoy en día. No vamos a seguir permitiendo esto... cuando ellos
tengan que pagar la materia prima que han echado a perder, ya ellos tendrán más
cuidado. Y ya se acabó el tiempo en que decíamos, vamos a ponerlos a barrer.
Cualquiera barre con 250 pesos en el bolsillo. Pero ahora se barre con 81, con 95.

Desde 1974 ha empezado en Cuba un proceso de normación del trabajo que busca
pagar a cada trabajador según su rendimiento. Todo trabajador tiene un sueldo
mínimo fijo asegurado pero, si produce más de lo normado, gana más. Antes ganaba
igual el que trabajaba y el que no trabajaba... lo que producía un malestar natural en
los trabajadores que se esforzaban más. Esta nueva medida fue adoptada en el XIII
Congreso de la Central de Trabajadores de Cuba (CTC) en noviembre de 1973.

—Nosotros vamos a tomar medidas —continúa el administrador— pero no en esta


asamblea sino en la asamblea de producción. Porque ya esto tiene que acabar. Hemos
estado insistiendo en más de una oportunidad... Nosotros estamos de acuerdo con el
departamento técnico en que hay que elevar la calidad, máxime cuando nuestro
ministro dirigente, el comandante Guevara planteó que la calidad es el respeto al
pueblo... Nosotros tenemos mejores condiciones ahora, tenemos mejores
maquinarias, tenemos un personal más calificado porque ya lleva un año más en la
fábrica...

José, un joven trabajador negro lo interrumpe desde un costado de la sala:


—Yo estoy de acuerdo en que el operario es responsable de esa falla. Pero, dime una
cosa, los responsables de calidad del taller, ¿no tienen que estar revisando las cajas
cuando salen de la corrugadora?, ¿que hacían en esos días?, ¿por qué salieron las tres
mil cajas así sin que ellos las viesen?

El administrador haciendo esfuerzos porque no se desvíe el centro de atención de la


responsabilidad del operario corrugador:
—Yo te voy a explicar cómo es el sistema. El control de calidad es un problema
estrictamente del obrero, para no equivocarnos. El controlador de calidad, lo que
lleva es las estadísticas de lo que sucede. A él no le pagan para que se produzca con
más calidad. Si tú lees el contenido de trabajo de cada puesto de trabajo, tú tienes que
ver que cada uno de ellos se preocupa de ver la cantidad de producción de primera y
de ver la producción defectuosa. Si nos remontamos un poquito atrás, en esta misma
fábrica, el gerente o el jefe de taller o... ¿como se llamaba aquí?... el jefe de planta,
pasaba y lo único que recogía era la primera caja que tiraba la máquina, la cogía, la
checaba con el operario... todo lo que pasaba luego era responsabilidad del operario.
Nosotros queremos, queremos [subraya], no confundir los hechos. Porque creer que
es el controlador de calidad el que tiene que preocuparse de la calidad, y no el
operario, demuestra que estamos muy, muy mal. Decir que es el controlador el que
tiene que garantizar la calidad es como si ustedes me dijeran que no se cumple la
norma porque el controlador de la norma no les da el resultado. Es lo mismo. El
controlador de normas, ¿qué hace? Controla la norma, el tiempo y las unidades para
después pasarlo a la nómina. El controlador de calidad controla la calidad única y
exclusivamente para que la fábrica tenga elementos para saber por qué se pierde la
calidad de la fábrica, por dónde va bajando, si es problema de las impresoras...
problema de qué cosa es... dónde reside el problema para poder atacar por ahí, ¿tú me
entiendes?

José no se siente bien interpretado por las palabras del administrador e insiste:
—Mira, yo no quiero decir que los compañeros no tengan la responsabilidad,
simplemente como veo que pasa uno, pasa el otro, se paran delante de la corrugadora,
sacan una caja, la miran. Entonces, ellos solamente cogen la caja para mirar si está en
buen estado... Y si en vez de una caja sale un aguacate con una chirimoya y un mango
en el medio...

—La responsabilidad del aguacate, la chirimoya y el mango es del operario de la


máquina —afirma el administrador interrumpiéndolo.

—Déjame hablar, déjame hablar —insiste José bastante molesto—, yo creo que la
responsabilidad es del operario y del equipo. Hay uno que viene con un balde de
agua, otro saca el almidón, viene otro y mira la caja, pero parece que ninguno de ellos
se diera cuenta de nada. Ahora, no es menos cierto que el operario estaba en ese
momento comiendo cascara de mango ya que se ve perfectamente cuándo una bobina
está al derecho y cuándo está al revés. Eso yo lo sé... Se ve que el que estaba en eso
estaba durmiendo.

—Yo quiero hacer una pequeña advertencia al compañero Vega —dice una voz desde
el fondo—, el mejor controlador de calidad que hay, en cualquier taller, es el
operario, junto con los componentes del equipo. Ésos son los mejores controladores.

—Lo que yo estoy diciendo es que si ahora yo, que soy mecánico B, estoy poniendo
el rodillo virado y Alfredo, que es mecánico A me está viendo y no me dice nada,
también él tiene la culpa, ¿me entiendes? —trata de explicar José cada vez más
exasperado.
—Espera, espera —señala "Robertico"—, no quiero que se desvíe la atención. La
culpa principal y primordial, ¿de quién es?... del operario. Hay una segunda culpa,
que tú has señalado, pero es que yo no quiero que se vayan por la segunda, y por eso
hago la comparación con el controlador de normas, porque, si no, la calidad tendría
que ver única y exclusivamente con el controlador de calidad, y si yo soy operario me
lavo las manos y cobro completo y a lo mejor hasta gano prima y todo por una
basura.

Después de dejar muy clara la idea de que el operario es el principal responsable,


acepta reconocer la responsabilidad que le cabe al controlador de calidad.

—Ahora, el turno por la mañana tiene controladores de calidad, y ese compañero


estaba al lado de la máquina todo el tiempo, dormido, dormido. Porque los tres turnos
tuvieron cajas malas... Ahora no vamos a jugar así con la economía, no vamos a
jugar. .. Nosotros vamos a medir la responsabilidad de cada controlador, lo vamos a
analizar y lo vamos a llevar a asamblea a que lo debatan los trabajadores, pero que
quede bien clarito, bien clarito, porque es la esencia de esto: que es el operario el que
garantiza la calidad, y no el controlador...

El tema ha provocado muchas discusiones de pequeños grupos entre los asistentes.


Antes de seguir adelante, el administrador decide hacer un recuento de toda la
situación de corrugado.

—La máquina corrugadora tenía problemas mecánicos que actualmente están


superados, la materia prima tiene grandes problemas que van a ser superados
totalmente el año que viene. Está el problema del control de calidad:
desgraciadamente no contamos con la fuerza de trabajo necesaria para poner un
inspector de calidad en cada turno de trabajo. Podemos poner un inspector en el
primer turno porque consideramos que tiene la fuerza mayor de trabajo... ahora,
consideramos que el primer responsable de la calidad es el operario; él es quien
conoce cómo funciona el equipo y las especificaciones con que tiene que trabajar, el
producto, etc. En más de una ocasión, no digo ya ni personas ni el jefe del
departamento... hemos cargado la máquina corrugadora señalando violaciones de la
disciplina tecnológica. El papel no se puede pasar por aquí, el papel hay que pasarlo a
la abrazadora... Infinidad de veces, infinidad de veces, compañeros y lo conocen ellos
mismos. Y lo violan, y lo violan, ¿de quién es la responsabilidad? ¿Es una violación o
no lo es? Ahí existen 16 violaciones de la disciplina tecnológica (señalando un
documento que está sobre la mesa) ante el consejo de trabajo el año pasado. Ahí están
registradas y se conminó a la gente. Se toman medidas... se discuten, se hacen... lo
que existe es negligencia, existe negligencia.

—Mira, lo que tú hablas está bien —expresa más tranquilo José—. Ahora tú estás
hablando de las violaciones y yo estaba hablando del problema de la corrugadora.
¿Eso nadie lo vio? Con respecto a que tiene que pagarlo el operario... Yo me voy a
robar una vaca ahora, y la voy a vender a los vecinos 10 libras y le voy a vender a
Gheíto 20 libras y cuando venga la policía y yo les diga: vaya... Gheíto me compró 20
libras, no me van a llevar a mí sólo preso sino que a todo el mundo. Es lo mismo
aquí, el operario tiene la mayor responsabilidad, pero los demás que se comieron la
vaca también tienen que pagar.

En ese momento, el secretario del sindicato, un compañero negro de impresionante


estatura interviene en defensa de los operarios de la corrugadora.

—Ustedes han planteado —dirigiéndose a donde ellos están sentados— que están
trabajando con cierta tensión porque cuando se acaba la bobina tienen que cambiarla
muy rápidamente, por un problema objetivo de la falta de un eje (hace algún tiempo
que se rompió el eje donde se preparaba la bobina que debía remplazar a la ya usada).
Nos han dicho que, por la falta del eje y por cumplir la norma, tienen que montar más
rápidamente la bobina y que por eso no se dan cuenta si el cartón está al derecho o al
revés. Yo creo que ésa puede ser una explicación.

Los maquinistas de la corrugadora asienten satisfechos de la explicación del


dirigente sindical.

Una voz observa que ese eje debería haberse fabricado hace tiempo, que hace más de
cuatro meses que ese eje está partido.

—Yo sólo planteo —aclara el dirigente sindical— que producto de esta situación es
posible que los compañeros, por cumplir la norma, pongan la bobina lo mismo al
derecho que al revés. Pero no le estoy echando la culpa a mantenimiento.

El administrador dirigiéndose a la asamblea y, como es habitual en él, deteniéndose


después de cada pregunta para motivar la participación de los trabajadores allí
presentes:

—De todas formas, hay una anormalidad, ¿estamos de acuerdo? Y hay


responsabilidades, ¿estamos de acuerdo? Acogiéndonos a la palabra, y al sentir de
todos los trabajadores, vamos a hacer una investigación en profundidad, porque, de
verdad, que hay responsabilidad de varios. Vamos a investigar exhaustivamente este
caso y vamos a depurar responsabilidades. Vamos a depurarla, en el caso de las
máquinas y en el caso de los dirigentes. Vamos a hacer una investigación amplia y les
daremos participación a todos los que quieran participar, porque si seguimos ahora
sobre eso, vamos a estar dos años viendo lo del eje de la bobina y todo eso... y en
definitiva la realidad es que salieron cajas mal hechas y quien tiene la culpa, en
mayor o menor medida, es el operario, y quien tiene la culpa en mayor o menor
medida es el fulano que tiene que controlar eso, y también tiene la culpa, en mayor o
menos medida, hasta "Robertico". Lo que hay que hacer es discutir eso en una
asamblea.

Lázaro un compañero de unos 30 años, vestido con overol, se adelanta y toma el


micrófono:

—Sobre el problema de la calidad, hay una cosa fundamental que se plantea por estar
escasos de personal. Yo les diría a los compañeros que antiguamente aquí —eso no
quiere decir que tenga que ser así ahora— yo era barredor del departamento de
cartuchos... Y en esa época no había inspectores de calidad. El inspector de calidad
era yo, el barrendero, porque yo recogía los cartuchos al barrer y veía cómo estaban
saliendo. Hoy tenemos inspectores de calidad y estamos gastándonos el dinero para
buscar la materia prima para hacer la calidad requerida por nuestra fábrica. Resulta
ser que lo que estamos haciendo así... me van a perdonar las compañeras... ¡es
basura!, lo que estamos haciendo ¡es basura! [su tono de voz sube cada vez más]. Y
antiguamente ¿eh?, el barrendero tenía que llevar el control, y no había tantos
inspectores ni nada. Aquí lo que tenemos que tener es un poco más de conciencia, ya
sea por parte de tecnología, ya sea por parte del compañero Elio ¿eh?, que es un
corrugador viejo de la fábrica. Se debe tener más cuidado, porque ése es el dinero de
todos los trabajadores... porque lo que nosotros hacemos lo aprovechamos todos
conjuntamente, no es cosa de uno solo. Y es bochornoso que a tantos años de
Revolución, nosotros estemos todavía con un problemita como éste. ¡Debemos cuidar
la Revolución que es muy grande y es de todos nosotros!

Los trabajadores lo aplauden con entusiasmo.

El administrador insiste en la necesidad de vigilar la producción:


—Antes del triunfo de la Revolución había unos métodos de control, empleados por
los capitalistas. Nosotros hemos podido ver los diferentes métodos, es posible que en
las cuestiones económicas hayamos cometido algún error, y cuando decimos error
nos referimos a todos ¿no?, porque en definitiva todos formamos parte de lo que es el
gobierno ¿no?, es el pueblo que está gobernando y ve qué es lo que se debe hacer a
cada momento... y ésa es la grandeza de nuestra Revolución... Lo que tú decías de los
controles, Lázaro, es una cuestión que no podemos decidir como fábrica, debe ser
analizado por los organismos centrales. La Revolución requiere poder decir: tanto se
ha echado a perder por mal cortados y hay que meterse al mal cortado; tanto se ha
echado a perder por mal impreso y hay que meterse al mal impreso; tanto se ha
echado a perder por mal doblado y hay que meterse al mal doblado; por mal
corrugado... y hay que meterse al mal corrugado... Entonces, hay que vigilar.

Luego el administrador toca una fibra sensible de ]os trabajadores porque los conoce
bien. Una parte importante de sus dos horas de trabajo las pasa en el taller junto a
ellos.

—Yo sé que a ustedes les cae mal el controlador de calidad porque se creen que no
trabaja. Les cae mal que el hombre llegue y les coja una caja, la mire, la doble y no
les diga nada.

—A nosotros nos beneficia el control de calidad, pero lo que queremos es que el


controlador de calidad juegue el papel que tiene que jugar —aclara José—, porque
ahí está el problema de Héctor Ramírez. Son tres turnos los que han pasado
¿entiendes?, y ninguno de los compañeros se ha enterado si el controlador de calidad
detectó las cajas mal hechas o no...

—Mira, para que me entiendas —dice "Robertico"—, o cambiamos el método, o


cambiamos a la gente. —No, no hay que cambiar a la gente, no, no, no. —¿Seguimos
con la misma gente? —Seguimos con la misma gente, pero trabajando, porque
nosotros trabajamos.

—Bien, entonces eso está en contradicción con lo que dice Lázaro.

—No, Lázaro es otra cosa porque plantea lo que hubo en otros tiempos, ¿me
entiendes?

El administrador resumiendo la situación: —Para concretar, a ver si buscamos unidad


de criterio. Lázaro planteaba la eliminación de lo que es control de calidad y que se
pase la tarea al operario. López plantea que no, que no se eliminen los controladores
de calidad, sino simplemente que se incrementen porque hay algunos turnos que están
vacíos... y que además se preocupen de vigilar lo que se produce. Lógicamente la
culpa sería del operario, pero también tienen culpa ellos. ¿Con cuál de las dos nos
vamos? Los trabajadores se pronuncian por mantener los controladores de calidad,
pero exigen que ellos también colaboren con el operario, para corregir los errores que
se puedan producir en la producción.

La asamblea llega a su término. Ha durado cuatro horas. Ha asistido el 75 por ciento


de los trabajadores del taller. Algunos de los ausentes están enfermos, otros de
vacaciones y algunos deben quedarse al lado de las máquinas, allí donde la
producción es continua.

La reunión se inició con la exposición del plan 1976. En un pizarrón de gran tamaño
se mostraban las cifras que proponía JUCEPLAN (Junta Central de Planificación),
tanto en unidades como en valores. Estas cifras son llamadas "cifras control". El
sindicato por su parte, en conversaciones con los trabajadores había logrado formarse
una opinión y, asesorado por la parte administrativa de la empresa, había. llegado a
formular otras cifras que figuraban en la pizarra como las cifras propuestas por la
industria, y que en este caso eran menores que las que proponía JUCEPLAN.

Pero el cuadro allí expuesto no se limitaba a dar las dos cifras que debían discutirse
en ese momento, sino una visión retrospectiva de cómo había ido en aumento la
producción desde el año 1971 en adelante, fecha en que el sector de la industria ligera
había comenzado a discutir los planes de producción con sus trabajadores,
adelantándose así en algunos años a la medida recientemente adoptada a nivel
nacional. Además, daba los datos de la producción obtenida en el primer semestre de
1975. Fue en torno a esas cifras, que reproducimos en la página 54, que se dio la
discusión.

En este cuadro se ve muy claramente cómo la cifra de unidades de producción que la


empresa propone a discusión de los trabajadores es menor que la cifra control bajada
por JUCEPLAN:

La primera es de 17 759 900 unidades y la de JUCEPLAN es de 20 611 800, por lo


tanto, más de dos millones de unidades menos que las de la cifra control.

Si miramos con atención el cuadro nos daremos cuenta que las cifras que se proponen
para 1976 son las mismas que se habían propuesto para 1975. Esto tiene una
explicación muy lógica. Las cifras que propone JUCEPLAN están pensadas de
acuerdo a una serie de inversiones que debe hacer la industria entre las cuales figura
el aumento de capacidad de almacenaje, la construcción de una nave para instalar una
nueva prensa, la pavimentación de los corredores interiores que están llenos de
hoyos, dificultando el traslado del material de un lugar a otro dentro del taller.

Si se logra contar con todas estas cosas, los trabajadores están dispuestos a cumplir
con la cifra propuesta por JUCEPLAN, pero mientras esto no ocurra sólo pueden
comprometerse responsablemente a realizar la misma cifra que el año anterior.

El plan en realidad surge de los trabajadores, la administración ayuda a la asamblea


de discusión del plan porque ella tiene el dominio de lo que más o menos puede hacer
la industria planificadamente, y da a conocer su criterio a la masa allí reunida. Los
trabajadores analizan todas estas situaciones en la asamblea. Y ellos son los que
aprueban o cambian las cifras.

El papel de los trabajadores en la discusión del plan.

Terminada la asamblea, nos reunimos con un grupo de trabajadores de la empresa,


entre los que se encuentran trabajadores del taller, dirigentes administrativos y
dirigentes del Partido. La conversación versa sobre la participación de los
trabajadores en los planes de producción y sobre el Partido.

—Lo primero que hay es una propuesta de la base —nos explica el administrador
refiriéndose a la discusión de los planes técnicos-económicos—. Ésa se eleva a la
empresa, de la empresa al Ministerio correspondiente, en nuestro caso, al Ministerio
de Industria Ligera, y de ahí va a la JUCEPLAN. Este organismo confecciona las
llamadas "cifras de control". Estas cifras vuelven a bajar y son nuevamente discutidas
por los trabajadores quienes determinan, en último término, las cifras que creen poder
producir en las condiciones actuales de la fábrica. Los trabajadores dicen, por
ejemplo, vamos a hacer tanta cantidad de papel parafinado... saben que viene la
asamblea de discusión del plan y empiezan a sacar sus numeritos, sus cuentas.
Empresa artes gráficas: Fábrica "Sergio González López' 274-25-01. Cifras de
corrugado (cajas de cartón)

Miles de Unidades Cajas Corrugadas Nacional Exportación


y
Miles de Pesos (Valor)
Año 1970 9289.2 7919.6 1369.6
Unidades 2720.4 2107.9 612.5
Valor
Año 1971 13709.9 10348.3 3361.6
Unidades 4253.3 2672.8 1580.5
Valor
Año 1972 15119.5 10098.6 5020.9
Unidades 5449.2 2830.7 2618.5
Valor
Año 1973 16476.7 10321.3 6155.4
Unidades 6351.1 2902.2 3448.9
Valor
Año 1974 17269.5 9588.8 7680.7
Unidades 6715.4 2526.7 4188.7
Valor
Plan 1975 17759.9 8759.9 9000.0
Unidades 6951.3 2149.7 4801.6
Valor
1er. Semestre 1975 8742.5 4317.5 4426.0
(estimación) 3420.5 1059.2 2361.3
Unidades
Valor
Cifras control 1976 20611.8 10940.2 9671.6
Unidades 7385.8 2226.0 5159.8
Valor
Cifras trabajadores 17759.9 8759.9 9000.0
1976 6951.3 2149.7 4801.6
Unidades
Valor

"Sí, pero sólo podemos hacer esa cantidad si tenemos los equipos de frío instalados",
comentan entre sí. Éstos y muchos otros puntos son estudiados por ellos y llevados a
la asamblea.

—Esta forma de discutir el plan es bastante reciente ¿no es cierto?

—Empieza a partir del año 70. Después de la exposición del Primer Ministro el 26 de
julio el vuelco que se da es grande. Porque antes del 70 no se hacía esto, esto de dar
las cifras concretas, de llevar el plan a la masa, que la masa lo analizara, lo
descompusiera como ella quisiera, que lo armara de nuevo... Antes del 70 se hacía,
pero de otro modo, de una forma más simple: había la obligación por parte de la
administración de informarle a los trabajadores mensualmente cuál era su plan, qué
era lo que se necesitaba que él produjera, qué necesidades había del producto, de cada
cosa. Se hacían asambleas pero eran asambleas sencillas, no de esta magnitud, ni
asambleas preparadas con todo tipo de análisis. Eran asambleas de departamentos,
donde había un compromiso moral de los trabajadores hacia las necesidades del
producto que fabricaban. Y la administración tenía la responsabilidad de informar,
por medio de pizarras, cómo iba el cumplimiento del plan. Siempre hubo
participación, lo que no había era este tipo de discusiones. Ahora el trabajador tiene
participación en la gestión económica de su fábrica. Ahora se busca, no el embullo
patriótico, el embullo revolucionario hacia una cifra, se busca que ese compañero
analice qué es lo que se va a hacer y por qué. En esos otros momentos no, en aquellos
momentos era al ¡ Patria o Muerte! como lo llamábamos nosotros. Ahora esa etapa
del Patria o Muerte se va superando con una buena gestión económica.

—¿Y cómo elaboraron esas cifras que ustedes presentaron a la asamblea?

—Nosotros tenemos toda una serie de historias de cómo se fue comportando esa línea
durante todos los años, a partir del año 71. Entonces, en base a esa experiencia que se
tiene: la capacidad que tienen los equipos, la cantidad de turnos de trabajo en el año,
la fuerza de trabajo con que contamos, etc., en base a estos parámetros, más la
historia, es como se obtiene la cifra. Además, la Junta [JUCEPLAN], recibe las
necesidades a nivel de la nación, o sea, lo que necesita de esta industria, lo que
necesita de esta otra, y entonces, desarrolla su plan. Entonces lo que baja es la cifra
control, pero esa cifra control puede ser variada por los trabajadores. Eso es lo que
pasó acá. En el taller de corrugado el problema es que se necesita un área voluminosa
para mover esos productos, se necesita espacio. Entonces ya hemos llegado al fondo,
al límite, que si no se agranda... bueno, es como una casa que tiene tres habitaciones,
tres cuartos, te caben tres juegos de dormitorios y quieres meter cinco. Sólo te caben
tres, tú no puedes meter cinco.

En ese momento interviene el compañero Fernando Schapman, secretario del


sindicato:

—¡Cómo íbamos a pensar al principio de la Revolución que se iban a dar asambleas


de este tipo! Inclusive teníamos contrarrevolucionarios. Todo esto es un proceso. Y
nosotros estamos a una altura donde ya... los trabajadores participan verdaderamente
¿no?, en lo que es dirección colectiva. Porque antes, claro, nosotros mismos
motivábamos a los trabajadores, para producir, producir y producir, y no sabíamos en
aquella época si íbamos a tener la materia prima para ejecutar lo que habíamos
planteado. No, ahora no se discute. El Estado va allí, donde están los trabajadores o
los representantes de este movimiento obrero y se le plantea un análisis bien hecho de
lo que se puede hacer y lo que no se puede hacer, las dificultades que hay que vencer.

Entonces, empiezan a subir de los trabajadores esas cosas que usted tiene que haber
oído cuando estuvo aquí que se plantea, por ejemplo "si la máquina nueva lo puede
hacer", te pueden decir "yo sí lo hago, pero fíjate ¿ustedes me garantizan que no me
falla la materia prima?, porque aquí se ha dado el caso que la materia prima ha estado
en el almacén y yo he perdido dos horas de trabajo, ¿usted sabe lo que es perder dos
horas...?" Te dicen eso y mucho más. Así se va desarrollando la discusión del plan,
entonces se establece un compromiso: la masa de trabajadores hace un compromiso
de lo que tiene que producir, pero no eso de ¡ Patria o Muerte! sino que analizando en
todos los detalles, sabiendo lo que va a poder realizar y con mejores condiciones,
porque van pasando los años y nosotros vamos teniendo mayores recursos. Antes no,
no teníamos nada, eran condiciones, vaya... eran de ¡Patria o Muerte!, había que
hacerlo de verdad de Patria o Muerte. Pero realizar las cosas ¡Patria o Muerte!, como
dicen los compañeros, implicaba, de hecho, tratar de sacar las cosas adelante sólo con
el movimiento de trabajadores de avanzada, aquel grupo de trabajadores que había
demostrado condiciones ejemplares frente al trabajo y a la Revolución. La gran masa
quedaba rezagada, no se integraba a las tareas. Era necesario buscar una manera de
integrarla, de hacerla participar, única forma de hacerla sentirse responsables de las
tareas que la Revolución planteaba.

Así lo reconoce Fidel en su discurso del 28 de septiembre de 1970, meses después del
fracaso de la gran cruzada de los 10 millones de toneladas de caña:

"En estos momentos estamos enfrascados en un gran esfuerzo para desarrollar al


máximo nuestras organizaciones obreras. ¿Por qué? Porque infortunadamente en
estos últimos años las organizaciones obreras se habían quedado rezagadas y por
culpa, no de las organizaciones obreras ni de los trabajadores, sino por culpa nuestra,
por culpa del Partido, de la dirección política del país. ¿Que se hiciera esto de manera
consciente?, ¡no! Se produjo un poco de manera inconsciente, se produjo como
resultado de ciertos idealismos. Y de esta forma pues también, al crear la
organización de los obreros de avanzada, se descuidó el movimiento obrero en
general." (Fidel Castro, 28 de septiembre de 1970.)

En un comienzo los planes eran elaborados por técnicos y simplemente se bajaban las
cifras a la masa. El esfuerzo de la dirección era hacer una gran propaganda para que
los trabajadores respondieran al esfuerzo que se les pedía.

Pero esos planes no podían tener ningún sentido —sostiene Armando Hart, el 12 de
mayo de 1969—, "porque las masas no participaban en el plan, porque los
trabajadores no participaban en el plan. Era necesario hacer participar a los
trabajadores en el plan. A menudo los jefes de unidades administrativas y de la
producción aplican medidas correctas en el orden de la administración y, sin
embargo, los trabajadores no las sienten suyas, no las hacen suyas, y aquellas
medidas correctas en el orden de la administración, no tienen ninguna efectividad
práctica. En el capitalismo, una administración que no contara con los obreros podía
funcionar como administración, porque el capitalismo empleaba el mecanismo cruel
y sencillo de despedir al que no hiciera las cosas como los burgueses querían... pero
en el socialismo una administración que no se fundamente en un apoyo de las masas
y en la participación de las masas, no funciona como administración, no es eficiente
como administración. La diferencia entre un administrador comunista y uno que no lo
es, está presisamente en que el administrador comunista tiene que hacer participar a
las masas obreras, a las masas trabajadoras en los problemas de esa administración. Si
no lo logra no triunfará como administrador."

"Robertico", el administrador de esta fábrica de cartones; ha hecho suya la lección.

El Partido en la industria

La conversación iniciada en torno a los planes económicos gira ahora hacia el tema
del Partido.

Sabemos que Roberto Fernández es militante además de administrador, pero ¿qué era
antes?

—Antes de la Revolución yo era cajista de una empresa tipográfica en el periódico El


País. Al principio de la Revolución vinieron las intervenciones a las pequeñas
industrias. Me tocó participar en tres intervenciones. De ahí me pusieron primero
como interventor y luego pasamos a una escuela. Primero estuvimos a cargo de la
fuerza de trabajo y luego fuimos pasando por distintos puestos administrativos hasta
llegar a integrar esta unidad administrativa y seguir estudiando.

¿Qué estudia?
—Economía, en el Instituto de Economía. El estudio es fundamental. No se puede
desarrollar el país con bajo nivel cultural. Hoy, tener sexto grado en este país es ser
un analfabeto. Hay que tener un nivel medio como mínimo. Existen aulas para
diferentes niveles. Existen cursos secundarios para obreros que les permiten pasar a
la Facultad Obrera, para después coger una carrera universitaria. Aquí el que no
estudia es porque de verdad tiene un impedimento, y no un impedimento de trabajo
porque se dan todas las facilidades. En los primeros años de la Revolución
cometimos un error en ese sentido; trabajábamos demasiado. No sacamos nada con
trabajar 16 horas y no superarnos. Tenemos que trabajar 14 horas diarias y superarnos
el resto del tiempo.

—¿En este grupo hay algún trabajador ejemplar?

—Sí, Pastor Fundora —señala Carlos, un trabajador, refiriéndose al jefe del taller.

—¿ Podrían ustedes decirme por qué razones fue elegido trabajador ejemplar?

—Bueno, mire, él y yo nos conocemos hace 20 años. Para mí su actitud ha sido


correcta después del triunfo de la Revolución. En esta fábrica fue dirigente sindical.
Tuvimos que luchar juntos contra la patronal. Es un trabajador de avanzada. Realiza
trabajo voluntario, y una serie de detalles más que lo hacen sobresalir frente a la
masa.

—¿Hace cuánto tiempo que lo propusieron a usted, compañero Fundora?

—Hace cuestión de dos meses.

—¿Y desde cuándo es jefe de taller?

—Desde hace un año.

—¿Podrían agregar algo más sobre el compañero?

—Mire, yo también hace años que conozco al compañero Fundora —afirma Lázaro
— Fui dirigente sindical junto con él. Una de las anécdotas que sobresalen de este
compañero es que cuando el señor Alma, el que nombraban en la reunión...

—¿Quién era ese señor?

—Un jefe de taller. Ésta era una fábrica en que venían a presentarse muchos obreros
para trabajar y sólo entraban por recomendación. Había un grupo do obreros
suplentes y otro temporero que a veces sólo ganaban 7 u 8 pesos y a veces no
ganaban nada. Entre ellos estaba yo. En unas navidades en que cada trabajador se
llevaba seis sobres yo me llevé uno que todavía tengo guardado que contenía sólo 9
pesos 60. Y al verlo me dije: ¡ qué tremendas navidades voy a pasar! Luego triunfó
la Revolución y el señor Alma continuaba haciendo su papel: corriendo al personal,
diciendo "entra tú", "tú te vas". Era al principio de la Revolución, cuando todavía
existían industrias privadas. La anécdota fue que el compañero Fundora llegó un día
y le pescó el papel de las manos al señor Alma y le dijo: aquí ya usted no manda a
nadie para afuera. Desde hoy todos los trabajadores van a trabajar. Ésta es una
Revolución y no puede ser que dejemos a gente en la calle. Y abrió las puertas y
todos los que estábamos esperando afuera entramos a trabajar. Además, el compañero
Fundora ha ido a cortar caña con nosotros, su brigada ha sido un ejemplo, poco le
faltó para ser brigada millonaria. Por todo esto yo estoy de acuerdo en que el
compañero haya sido elegido trabajador ejemplar y llegue a militar en las filas del
Partido, porque es un compañero revolucionario más con quien va a contar la
Revolución. Vaya, qué más le voy a decir yo.

—¿Y no se planteó ninguna reserva?

—Sí, se plantearon algunas —dice Roberto.

—¿Se acuerda usted de alguna?

—No, sinceramente no me acuerdo.


En ese momento interviene el propio aludido.
—Bueno, al ser elegido en la asamblea como trabajador ejemplar, viene luego el
proceso para ingresar al Partido donde hay que hacer una autobiografía. Yo cometí un
error al hacerla y puse que había sido militante de una organización bastante, vaya...
bastante funesta de antes de la Revolución, cuando en realidad, yo sólo había
colaborado con ella hasta que me di cuenta de su verdadero carácter y me retiré.
Posteriormente eso se analizó y se consideró que una persona que había caído en esa
debilidad no podía ingresar al Partido.

—¿Ésta no es, por lo tanto, la primera vez que usted ha sido propuesto trabajador
ejemplar...?

—Así es. Me limitaba ese dato que esa vez no fue esclarecido suficientemente. En
cambio, ahora fue debatido tanto por el núcleo como por la masa.

—Yo quería preguntarle justamente cómo era posible que usted hubiera sido
propuesto sólo hace dos meses como trabajador ejemplar teniendo tantas cualidades
revolucionarias. Ahora entiendo la razón.

—Aquí hay trabajadores que trabajan en los CDR, que hacen trabajo voluntario, que
están en unidades militares, que van a cortar caña... y por todas esas cualidades los
eligen en la asamblea, pero el compañero puede decir: "mira chico, yo no acepto" —
aclara el secretario del Partido en la industria.

—¿Y por qué razones puede no aceptar?

—Porque no quiere asumir la responsabilidad de militante, porque no quiere que se le


investigue su vida... Por eso es fundamental el principio de la voluntariedad en estas
cosas.

—Mire, yo salí elegido dos veces trabajador ejemplar —interrumpe Lázaro— pero no
pude llegar a ser militante en las filas del Partido, aunque no pierdo las esperanzas de
que algún día lo logre y quiero que cuando me muera el carnet me lo echen a la caja.

Todos se ríen de la pintoresca expresión de Lázaro.

—¿Podría explicarnos por qué no pudo llegar a ser militante del Partido?

—Cuando se me hizo la biografía, en la conjunta me dijeron que yo tenía que entrar a


superar algunas cosas. Y el problema número uno era el problema de mi carácter.
Ustedes me vieron cuando yo participé en la asamblea, yo soy muy violento, me
cuesta controlarme, aunque me he dominado un poco, todavía me queda. Y así varias
cosas. Sinceramente lo que le dicen a uno es la verdad, la verdad más grande que
usted puede oír. Y cuando usted sale, sale contento en vez de ponerse triste. Lo que
tiene sí es que entrar a superar eso.
—¿Y por qué no salió elegido trabajador ejemplar en la última asamblea?

—Bueno, yo terminé mi período sindical, estuve algunos meses enfermo, pero no


pierdo las esperanzas. Algún día, no sé si será cercano o estará lejano, espero llegar a
ser militante del Partido.

—¿Alguno de los compañeros aquí presentes participó en la conjunta?

—Sí, yo —responde Roberto.

—Lázaro, ¿te importaría que el compañero nos explicara las otras razones por las que
tú no fuiste aceptado para ingresar al Partido?

—No tengo problemas.

—Mejor que lo explique él mismo —señala Roberto con mucha delicadeza.

—Hay veces que nosotros nos concentramos en una labor y nos alejamos de otra —
empieza a contar Lázaro—. Y una de las cosas que se me planteó es la baja
escolaridad que tenía. Cuando yo entré a esta industria, se podía decir que era casi
analfabeto, tenía segundo primario. Seguí hasta sexto, pero luego no seguí
superándome. Fui dirigente sindical después de la Revolución y me dediqué a eso
abandonando los estudios. También abandoné un poco lo que era el Comité de
Defensa, y como tenía muchas tareas planteé la necesidad de dejar el cargo. Ésos
fueron algunos de los planteamientos que se me hicieron y sinceramente yo
encontraba que eran correctos. Tenía que superar esas cosas. Ahora vuelvo a las aulas
de nuevo porque tengo que seguir estudiando. Si no estudio, me quedo atrás. Si
hubiera seguido estudiando ya estaría en la Facultad Obrera o subiendo las
escalinatas de la Universidad como muchos compañeros que eran analfabetos antes
del triunfo de la Revolución y que hoy día están en la Universidad. Hay compañeros
viejos que nunca antes habían estudiado y que hoy son doctores, con 50 y tantos años.
¡Ah, pero se sacrificaron! El compañero que es seleccionado obrero ejemplar por esta
fábrica, usted debe tener la completa seguridad de que está analizado en su actitud
frente al trabajo, que es un compañero que le da el frente a todo... Y por eso es que yo
no fui elegido. Como se dice vulgarmente "al duro y sin guante". Porque uno no
puede estar en las filas del Partido si es muy "flojo de pierna"... Yo salí contentísimo
ese día. Me dijeron ¿cómo te sientes? Les contesté: perfecto, les agradezco que me
hayan dicho todo eso. En este proceso salió elegido "Robertico".

—Yo también fui elegido trabajador ejemplar y no pude ingresar al Partido a la


primera —aclara Roberto. —¿Por qué razón? Por altos y bajos en el trabajo. Llegué
hasta nivel nacional, pero luego por fallas en mí trabajo me descendieron a una
unidad administrativa regional.

—¿Cómo explica usted esa falla, cuando ahora parece tan entusiasmado con su
trabajo?
—Yo me imagino que es un problema de desarrollo, de escolaridad, de estudio, de
capacidad. Era un nivel muy alto para mí, aunque con ello no pretendo justificar mi
conducta de entonces.

—¿Pero usted se sentía inseguro?

—Claro, pero si tenemos en cuenta que estuve tres años en ese puesto, debería haber
adquirido experiencia...

—¿Hay algún otro militante aquí?

—Yo. Yo tuve la suerte que cuando me analizaron a mí, salí sin problema ninguno en
el primer análisis. No tuve problemas con la conjunta.

Quien acaba de responder es Luis, el jefe del taller de envases redondos.

—¿En qué año?

—En 1969, en esta industria. El 9 de septiembre de 1969.

—¡Se acuerda muy bien!

—Indudablemente, es como un nuevo nacimiento.

—¡Nació de nuevo! —dice Carlos riendo.

—Él es un caso muy especial —hace notar Roberto— fue dueño de fábrica.

—¿De verdad?

—¡Fue capitalista! —exclama Carlos en forma burlona.

—¡Capitalista no! —niega rotundamente Luis—, Yo soy de origen humilde, mis


padres eran trabajadores, eran campesinos. Mi padre murió en la época del
capitalismo, "de alpargata" [muy pobre]. Yo empecé a trabajar en la industria de
envases redondos. Llegué a ser jefe de taller en el tiempo del capitalismo. Después en
otra fábrica llegué a ser administrador y se me pagaba bien. Pero viendo la
explotación que había y que el patrón siempre me pedía más y quería más, un día
decidí irme. Tenía mis ahorritos, mil quinientos pesos, y un cuñado mío otro tanto.
Entonces le dije: "Oye chico, vamos a poner un timbiriche". Yo estoy cansado de que
me exploten y yo sé dirigir fábricas. Así montamos sin capital ninguno una industria
chiquita.

—¿Industria de qué?

—De envases de cartón redondo. En eso llega la Revolución y la fabriquita estaba ya


bien hecha, tenía como 20 mil pesos en maquinaria.

—¿Y cuántos trabajadores?

—Como treinta, eran todos familiares. Era una fábrica familiar. Y en eso un ex patrón
mío me propuso montar una fábrica en Oriente y que yo la dirigiera. Entonces yo era
parte de dos fábricas: una en La Habana y otra en Oriente. Pero, apenas llega la
Revolución yo me hago miliciano, porque sentía la Revolución. Yo capital nunca
tuve, lo que sí tenía era iniciativa para desarrollar la industria, pero no con el fin de
ser capitalista porque no lo llevaba en la sangre, ¿se entiende? Después de hacerme
miliciano, llega el año 60 y yo tenía hecho miliciano también a mi hijo de 15 años. Y
como a él lo llevaron en un batallón a la limpia del Escambray. Y yo estaba en el
puesto de jefe de transporte en Oriente recibiendo las armas que llegaban y
repartiéndolas por todo el país. Y a mí no me dejaban ir al Escambray. Entonces yo le
planteé el asunto a Tony Pérez. Le dije que el único favor que pedía era que me
dejaran ir con mi hijo a la limpia del Escambray porque si yo he hecho a mi hijo
políticamente y lo he llevado a la Revolución, lo lógico es que yo triunfe con él o
muera con él si hay que morir, porque nosotros no pensábamos en morir sino en
combatir al enemigo. Entonces me dejaron ir. Después de la limpia del Escambray
vino Girón. A mí me tocó ir a Holguín, porque por ahí se esperaba la invasión.
Estuvimos en un potrero como un mes y no vimos al enemigo. Cuando supimos del
triunfo nos sentíamos muy defraudados de no haber podido combatir. Cuando
regresamos, me acuerdo que era un primero de mayo, el socio se me había ido a
Miami. Entonces yo inmediatamente le doné la fábrica al Estado, pero no se le dio
mucha importancia a la industria en esos momentos porque había muchos problemas.
Por eso me dieron trabajo en Obras Públicas un tiempo hasta que fui trasladado a La
Habana y regresé al taller que tenía acá. Inmediatamente vine a ver al administrador
de esta fábrica y le dije que quería donar la fábrica y trabajar en ella o donde
quisieran...

Él me puso como administrador de mi industria. Y después me fueron pasando a


distintos talleres hasta que en septiembre de 1965 me pusieron a dirigir el taller de
redondo de esta industria, que es mi especialidad. Tengo 62 años.

—¿En esta industria en que hay 640 trabajadores, cuántos militantes hay?

—19 —contesta el secretario del núcleo.

—¿Cuántos trabajadores de avanzada?

—Unos 140.

—¿Cómo se premia al trabajador de avanzada?

—Se da un diploma mensual a los tres trabajadores más destacados de cada taller.
Además la CTC tiene distintos planes vacacionales, entradas para el teatro, los
cabarés. Para todas estas cosas cada sindicato escoge los mejores trabajadores. Y
también ocurre que cuando los compañeros ven a un trabajador muy agotado sugieren
mandarlo a descansar por un mes sin perder el salario ni las vacaciones, y sin tener
que pagar nada adonde va.

—A veces hay un trabajador o varios que piden que se adopte con ellos esa medida
—precisa "Robertico"— Si hay 10 peticiones y sólo tres plazas, antes elegía la
administración y el sindicato, pero como podemos equivocarnos, ahora se lleva a la
asamblea de trabajadores para que ellos determinen quiénes se merecen ese descanso.
Son los trabajadores los que tienen la última palabra.

—¿Y si un militante empieza a andar mal, qué puede hacer la masa?

—Cuando un militante pierde su prestigio frente a las masas es cuando se le empieza


a aplicar la tabla de sanciones. Pero antes de que la masa empiece a darse cuenta de
que el militante no reúne las condiciones, el núcleo del Partido ya ha tomado cartas
en el asunto y está analizando con él los puntos en que debe superarse. Cuando no
hay núcleo en la industria o centro de trabajo, los trabajadores pueden recurrir al
encargado seccional del Partido a plantearle las quejas que tengan sobre algún
militante.

—Y usted, compañero, que es dirigente sindical, ¿también es militante del Partido?

—No.

—No entiendo cómo es que un dirigente elegido por la masa de trabajadores y con
prestigio frente a ella no es militante...

—Bueno —dice Fundora— lo que ocurre es que él fue elegido trabajador ejemplar.

—¿Y por qué no llegó a ser militante entonces?

—Yo no acepté que me analizaran. Tenía problemas...

—¿Cuándo fue elegido secretario del sindicato? —En 1970, pero de hecho no estaba
nunca en la fábrica, me llevaban a la zafra. En aquella época, las movilizaciones eran
continuas. Cuatro para allá, diez para acá y así.

—Parece que ha habido un vuelco muy grande en las tareas del sindicato después de
1970. ¿Qué puede decir al respecto?

—Bueno, antes las funciones eran mucho más limitadas que ahora. Todo se centraba
en el movimiento de trabajadores de avanzada, en las movilizaciones para distintas
cosas. Poco tenía que ver el sindicato con la producción. Ahora el sindicato juega un
papel fundamental en la producción, en la elaboración de los planes económicos de la
industria. La administración nos proporciona una serie de antecedentes que nosotros
llevamos a la discusión de los trabajadores.

—Deben tener mucho trabajo con todo esto. Cuando son elegidos dirigentes
sindícales, ¿dejan de trabajar?

-—No. Trabajamos siempre un promedio de cinco horas diarias en nuestros trabajos


habituales y el resto lo dedicamos a atender los problemas de los trabajadores, de la
producción. Diariamente tenemos un "consejillo" con los dirigentes administrativos y
del Partido para discutir los problemas de la producción. —Compañeros, y ahora que
se está discutiendo el problema de la vinculación del salario a la norma, ¿no ocurre
que ustedes como dirigentes sindicales tengan que afrontar reivindicaciones salariales
de parte de los trabajadores?

—No, nadie reclama por el salario básico. Sólo les preocupa que se les pague
justamente su trabajo, de acuerdo a su rendimiento.

—Cuénteme compañero, y ahora que hay más productos por la libre, ¿se ha
suprimido el reparto de los productos escasos a los mejores trabajadores de la
industria, como se hacía antes?

—No. El sistema continúa. Cuando hay más productos de esos, vienen más para las
industrias, pero se siguen repartiendo por méritos. Existe una comisión elegida por
los propios trabajadores, en la que participa un representante del sindicato, que es la
que decide cómo hacer la distribución, decisión que tiene que ser aprobada
posteriormente por la asamblea. Así se evita toda posibilidad de cometer injusticias
en el reparto.

El Partido y los trabajadores de base

En una industria litográfica de La Habana, después de discutido el plan técnico-


económico para 1976, nos reunimos con un grupo de trabajadores, entre los que se
encontraban dirigentes sindicales, dirigentes administrativos, militantes del Partido y
algunos otros trabajadores. Nuevamente, el diálogo se centra en torno al Partido.

—Compañeros, en la asamblea donde se eligieron a los trabajadores ejemplares,


¿hubo alguna proposición de algún compañero que tuvo que ser retirada después de la
discusión?

—Sí, hubo dos casos —nos contesta el secretario general del núcleo del Partido—.
Uno porque no quiso aceptar y el otro fue Manuel. Tenía un nivel escolar bajo y no
estaba haciendo esfuerzos por superarse y lógicamente eso lo invalida, porque una de
las condiciones para ser trabajador ejemplar es la de estar superándose culturalmente,
sobre todo en este proceso en que Fidel dijo que tener un sexto grado es ser un
analfabeto... Es necesario superarse tanto ideológica como culturalmente. Tener
mucho "parque" político.
—¿Cuantos trabajadores fueron propuestos trabajadores ejemplares en la última
asamblea?

—Siete. La masa trabajadora elige a los ejemplares entre los ejemplares. Si un


trabajador propone a un compañero y algún trabajador de los allí reunidos piensa que
ese compañero no es ejemplar dentro de los ejemplares, pide la palabra y expone su
punto de vista. Por ejemplo, ha ocurrido el caso de que no se considere ejemplar a un
compañero que teniendo una novia enfermera, cuando se casa con ella ésta deje de
trabajar porque él le pide que se dedique a la casa. Ese compañero ejerce el
machismo. Piensa que es él el que trabaja y que ella debe ser la esclava de la casa y
dedicarse sólo a él. Éstas son cuestiones que la masa trabajadora comprende. No es
correcto que una compañera deje de trabajar cuando se casa. Si el compañero supera
esta situación podrá ser propuesto en una nueva asamblea de trabajadores ejemplares.
Todas las cosas pueden superarse y los militantes del Partido se preocupan
especialmente de ayudar a estos compañeros en ese sentido. Lo importante es señalar
los problemas a tiempo. Alguien puede no saber una cosa sobre el compañero pero
otro sí. Interviene otro compañero:

—Yo fui propuesto pero no acepté porque llegar a ser militante conlleva una serie de
responsabilidades que, en el orden particular, no puedo cumplir. Un boxeador no
puede subir al ring si pasó una gripe. Ésa es la situación particular en la que yo me
encuentro en estos momentos. Esperamos recuperarnos un poco e ir a la palestra.

—¿Algún otro compañero aquí presente fue elegido trabajador ejemplar en alguna
ocasión?

—Sí, Efraín —señala el secretario del núcleo del Partido, indicando a un


trabajador allí presente, miembro de la directiva sindical—. Fue elegido en 1970.

—¿Y por qué razón no llegó a ser militante? —Por el carácter jocoso.

—Pero ¿cómo?, ¿acaso es un defecto tener un carácter jocoso?

—Mi carácter, además de jocoso, era de poco fundamento. Yo no tenía una seriedad
ante la masa, como se exige a todo militante... No sabía distinguir entre un momento
de seriedad y un momento de juego. Pero ahora ya he superado eso.

—Y entonces, ¿cómo se explica que no haya salido trabajador ejemplar en la reciente


asamblea?

—En esa asamblea se acercaron varios trabajadores para preguntarme si quería que
me propusieran. Yo les dije que no, porque prefería esperar todavía un tiempo para
superar bien todo y poder incorporarme al Partido. Además, en estos momentos tengo
muchos problemas familiares, problemas de enfermedad. No son las mejores
condiciones para avanzar un paso, el paso que se necesita avanzar.
—Compañero, ¿y usted que es dirigente sindical no es trabajador ejemplar?

—No, para ser dirigente sindical no es necesario ser trabajador ejemplar. El dirigente
sindical es elegido por aclamación. Debe reunir una serie de condiciones: ser un buen
trabajador, no ser ausentista, tener una buena conducta social dentro de la fábrica, que
son menos exigencias que las que se hacen para ser militante. En el caso del dirigente
sindical no hay selección posterior. En el caso del trabajador ejemplar, la masa lo
propone pero el Partido investiga sus datos biográficos y puede llegar a convencerse
de que no tiene méritos para ser militante.

—¿Ocurre aquí, en el núcleo del Partido de esta industria, que el secretario general de
éste sea un simple trabajador y que los jefes administrativos sean simples militantes?

—En nuestro caso, el compañero secretario del Partido, aquí presente, es también jefe
administrativo, jefe de turno del taller —contesta Efraín.

El secretario general del núcleo aclara:


—Al principio, para consolidar la Revolución se eligió a la vanguardia revolucionaria
para la alta dirección de la economía. Por sus conocimientos, por su preparación,
hubo que llevar a dirigentes del Partido a los puestos administrativos. Ahora, con la
nueva metodología se trata de eliminar eso al cien por ciento. El dirigente del Partido
debe ser un trabajador simple y la composición del núcleo en la fábrica debe tener
como mínimo un tercio de trabajadores directamente ligados a la producción. Y usted
podrá comprobar que en muchas partes un simple trabajador es el secretario general
del núcleo y el administrador un simple militante.

—¿En qué trabajaba usted en el momento del triunfo de la Revolución?

—Era operario impresor. .. obrero calificado.

—¿Con qué nivel de escolaridad? —Sólo quinto grado.

—¿Podría usted explicarme por qué el Partido insiste tanto en que sean trabajadores
simples una parte importante de los militantes del núcleo si sabe mejor que nadie que
gran parte del personal administrativo es de procedencia obrera?

—Esto tiene una base que es muy fundamental y yo lo he experimentado en carne


propia más que nadie y creo que es una de las mejores disposiciones bajadas por
nuestro Partido. Y pienso así porque, por tener nosotros la obligación de llevar a cabo
y cumplir con la gestión económica, ella nos imposibilitaba, en ocasiones, para
analizar nuestra gestión con veracidad como la analiza un trabajador simple. Aunque
el dirigente administrativo sea un compañero que tenga una gran comprensión
revolucionaria, es difícil que recoja a cabalidad el sentimiento vivo de los
trabajadores y se dedique en esa misma forma a buscarles solución inmediata. A
veces ellas se retrasan por la posición que ocupa ese compañero desde el punto de
vista administrativo del aparato estatal. Aunque mi gestión no está desligada de los
trabajadores por las características propias de mi persona, no es menos cierto que la
gestión administrativa me roba un tiempo que, de estar de hecho en la producción,
podría estar dedicándolo directamente a las inquietudes de los trabajadores. Y es la
razón por la que la dirección del Partido y del gobierno han decidido eliminar en todo
lo posible la dualidad político-administrativa para que la gestión del Estado y la
gestión del Partido puedan realizarse con el cien por ciento de la calidad requerida.

—Usted compañero Efraín, que no es administrativo, ¿podría decirnos qué le parece


desde su punto de vista esta medida?

—Me parece una medida muy correcta, ya que a veces nos encontramos en
dificultades, no sabemos si estamos hablando con el dirigente administrativo o con el
dirigente del Partido. Si en cambio es sólo dirigente político será más fácil saber
cómo tratarlo. Un secretario del Partido no puede llevar bien su función si es
administrativo porque de verdad son muchas las tareas...

Sindicato y administración en el socialismo

—En un país como el nuestro está formada la conciencia de los trabajadores,


conciencia revolucionaría. Antes del triunfo de la Revolución, nosotros temamos que
luchar contra los capitalistas. Pedir y pedir y pedir, y nunca de verdad satisfacíamos
nuestras demandas. Nosotros nos basábamos en aquel principio de estar pidiendo y
pidiendo. Ahora nuestra doble función, como sindicato y como revolucionarios es
defender los intereses de los trabajadores y también, defender los intereses del
Estado, porque nosotros somos parte de ese Estado, somos parte de la economía de
nuestro país. Tenemos que velar que nuestra economía vaya en ascenso. La
Revolución plantea que esto, todo, es nuestro, y es cierto. No quiere decir que esto es
nuestro y yo me lo voy a llevar a mi casa. No, no. Esto es nuestro para producir para
la colectividad. Por eso es que nosotros tenemos que ser cada vez más productivos
para avanzar más aún. El objetivo de los sindicatos es defender, como siempre, el
interés de los trabajadores. Se plantea que nosotros somos la contrapartida de la
administración. Pero la administración nuestra es revolucionaria y la función, como
contrapartida, es velar que ellos funcionen bien también, que administren bien un
negocio que es de todos nosotros. Aquí no hay ningún trabajador que no tenga
conciencia real de lo que está haciendo y por qué lo está haciendo. Antes, en la
época capitalista, el trabajador laboraba por el bienestar propio y tratar de escapar de
aquella situación tan injusta. Ahora no, se vela por los intereses de todo el mundo.
Antes, un local de un sindicato era un lugar de cuatro o cinco gentes que vivían a
costa de los trabajadores. Ahora no. En un local así tenemos de todo. Un trabajador
puede ir cuando quiera. Tiene ahí su biblioteca, su lugar para recrearse, todo eso.

Ésta es la visión de un dirigente sindical de la provincia de Matanzas.


—Ustedes los trabajadores, ¿se sienten el poder, saben que son el poder?

—Mire, fíjese. Le pongo ejemplos. Nosotros tenemos un plan de trabajo en el


sindicato. Eso viene al centro y son los trabajadores de este centro los que analizan,
aportan sugerencias, toman acuerdos, etc. Y eso es lo que en definitiva se hace, si está
correcto. Igual en el plano económico. En los países capitalistas, llega a la fábrica,
hay un plan y hay que cumplirlo. Y el que no lo cumple, se muere de hambre o se
tiene que ir. Aquí los planes económicos bajan a los centros de producción. Los
trabajadores los discuten, los analizan, los aprueban. Se hacen sugerencias, se
modifica algo que puede estar incorrecto o se aclara algo que no se ha entendido.
Eso es lo concreto. Eso es poder. Las leyes, igual. Ahora nosotros estamos
discutiendo la nueva Constitución socialista de nuestra República. Se discute aquí en
la fábrica. Y los trabajadores hacen aportes. Imagínese, quienes hicieron el
proyecto... es a un nivel elevado. Y sin embargo, baja a los centros para que los
trabajadores, el pueblo, hagan aporte a esa Constitución. Aquí se discute todo, todas
las leyes. Cada vez que la Revolución dicta una ley, viene aquí a los centros. Se hacen
las sugerencias e incluso puede haber modificaciones. Aun con el nivel que tienen
nuestros compañeros de la dirección nacional, se hacen igual y se recogen esos
aportes. Ésa es la grande y rica experiencia que tenemos nosotros como
revolucionarios. Nos sentimos realmente como dueños de nuestro destino.

—¿Y qué han ganado los trabajadores con la Revolución?

—¡Es tanto...! Hoy se garantiza todo. El salario, las condiciones sociales,


ambientales, económicas; desde un trabajador de la agricultura, hasta un trabajador
intelectual. Hoy nosotros medimos en nuestro país lo mismo a un intelectual, a un
técnico, a un ingeniero, que a un obrero. Aquí un obrero no tiene menos derecho que
un ingeniero. Tiene el mismo derecho... A todo. Aquí un obrero puede ser dirigente de
nuestro país. Antes no. Antes un trabajador se moría en su centro de trabajo. No podía
hacer y ser nada ni nadie. Vemos con orgullo cómo los dirigentes máximos de nuestro
país vienen a nuestros centros de trabajo. Se meten allí, comparten con los
trabajadores. Vienen a ver cómo se sienten, qué problemas presentan, todo. Eso es
socialismo. Antes vivían aquí muchos terratenientes, muchos ricos, muchos
poderosos, que lo único que entendían era el bienestar de ellos. Cuando vino la
Revolución, quedaron algunos por aquí y vivían pensando en que vinieran los
americanos, que nos invadieran, que nos mataran a nosotros y quedarse ellos otra vez
dirigiendo este país, administrando su negocio y eso. A aquella gente no le importaba
que la gente estuviera en la calle sin ropa, sin zapatos, sin comer. Hoy en nuestro país
nosotros no tenemos indigentes. En la capital antes teníamos cuatro o cinco barrios
indigentes. Aquí había muchachitas que por no poder educarse nunca, o porque tenían
hambre, vendían su carne. Yo recuerdo que aquí a nuestra bahía venían portaviones
norteamericanos, bajaban los marinos y eso era terrible. No respetaban nada. Y nadie
podía quejarse, porque por supuesto, no le convenía a los gobernantes que teníamos.
Hoy la cosa es distinta. Yo le digo a usted que si nosotros somos agredidos en algún
momento por la potencia imperialista, hasta el que tenga la conciencia más pequeña,
el que menos piense en la Revolución en nuestro país, reclama su arma para
defenderla. Yo en esa época, trabajaba seis horas, y me interesaba trabajar solamente
esas horas para irme a mi casa. Hoy nosotros no tenemos descanso. Porque tenemos
que avanzar y el tiempo se hace corto.

—Ustedes tienen un administrador, ¿cómo se llevan con él? —preguntamos más


adelante al secretario del sindicato de la Fábrica de Fertilizantes "Frank País" en
Matanzas.

—Muy bien, es muy bueno. Es una persona igual que nosotros, un obrero más. Si él
comete algún error, allí estamos nosotros para decirle, conversar con él, discutir,
pedirle que se nos aclare algo. Si hay algo que el sindicato cree que no está bien,
entonces se hace una reunión y se aclara por qué se hizo eso. Cada uno expone ahí.
sus cosas. Los obreros, si tienen una crítica que hacer, la hacen libremente. Pero
nuestros administradores son revolucionarios. Puede que por ahí haya una mala
interpretación, pero siempre todo se aclara. Aquí la sección sindical —que somos
diez— nos reunimos dos veces al mes con el Partido, con la administración y
discutimos los planes, lo que hemos hecho mal, lo que entendemos que no debe ser
así, todo. Y si en un momento hay algo por ahí que necesita ser rápido, entonces
hacemos otra reunión y ya.

Luego conversamos con el propio administrador:


—¿Cómo se lleva la administración con el sindicato?

—No existe ninguna discrepancia con el sindicato. Siempre nos reunimos,


conversamos para ver todos los problemas desde el punto de vista administrativo,
desde el punto de vista del buen o mal rendimiento. Nosotros tenemos un consejo con
los dirigentes de la fábrica una vez al mes y si en algo falla la administración, ahí se
hacen los señalamientos: cómo debemos actuar, cómo debemos tratar al trabajador y
recogemos las sugerencias, si hay alguna. Por ejemplo, el sindicato es el poder que
mueve a los trabajadores para toda la actividad que hay en este país, está
constantemente captando las preocupaciones de los trabajadores y en los despachos
con el administrador, plantea esas preocupaciones de los trabajadores.

—¿Desde cuándo es usted administrador? —Hace dos años y medio. Antes yo


trabajaba en fertilizantes y comencé dando pico y pala, por allá por el año 59, por ahí,
antes del triunfo de la Revolución. Cuando la Revolución llegó, seguí trabajando en
eso. En el año 68 llegué aquí, a esta fábrica, a trabajar como auxiliar de producción.
Después pasé a ser jefe de una brigada de producción. Luego fui designado
administrador. La dirección me designa. Ahora, si yo fallo, si los trabajadores están
descontentos con mi gestión, ellos me pueden sacar. Se pueden reunir y pedirlo, claro
que luego de un análisis de la gestión. En definitiva, ellos pueden reunirse y pedir al
organismo superior, si no están de acuerdo con la actitud que está asumiendo el
administrador de la fábrica. Se hace un análisis para ver hasta qué punto los
trabajadores están en lo correcto. Si es así y los argumentos de los obreros son
verdades, sale el administrador y se cambia por uno idóneo.

—¿Si no hubiese existido la Revolución, usted hubiera llegado a ser administrador?

—No, ¡ que va! —se ríe—. Si no hubiera llegado la Revolución, yo mismo no sé en


qué parte estaría. Si estuviera en este mundo, estaría luchando, como cuando la
dictadura de Batista. Además, yo soy negro. Figúrese como estaría. Ser negro era
todavía más malo. Había una discriminación tremenda. Allí en La Habana había
zonas como el reparto de El Vedado y Miramar, donde no podía entrar cualquiera.
Yo en esa época trabajaba en la construcción, como albañil. Sufrí mucho
personalmente. Y eso le pasó a la mayoría del pueblo. No se nos puede olvidar, está
aún fresco en la memoria. Por eso, la participación de todo el pueblo en las tareas de
la Revolución es en una forma tal que le extraña a los demás países. Hay países que
dudan que de verdad este pueblo se mueva para los trabajos voluntarios como lo
hace. Por eso tiene la explicación que ya le daba. Sufrimos, y ahora estamos
construyendo para nosotros mismos.

—Usted compañero, ¿ha podido estudiar?

—He podido estudiar, aunque con dificultades. En aquélla época que le hablaba, era
muy difícil. Cuando tenía 14 años, tuve que dejar la escuela para poder ayudar a
mis padres; entonces empecé a trabajar, para ver de qué forma podíamos subsistir. No
pude por eso seguir desarrollando el estudio. Después que triunfó la Revolución, nos
incorporamos a todas las tareas. Pero había muchas cosas desconocidas para
nosotros: lo que era una revolución socialista, lo que eso significaba... Seguimos
trabajando duro, pero a la vez, tratamos de seguirnos superando. Pero costaba hacerlo
sistemáticamente porque había tanto que hacer. Pero ya en este momento estoy
incorporado al estudio. Podemos trabajar todos los obreros y luego de terminado el
día, estudiar por la noche. Todos podemos estudiar, lo que a cada uno le guste. Y
nuestros hijos pueden hacerlo mucho mejor y gratis. La línea nuestra fundamental es
la superación, porque así podemos participar más aún.

—Cuénteme compañero, ¿cómo vio usted estas elecciones en Matanzas?

—Antes íbamos a votar con un machete. Sí, eso era así. Ahora no. El pueblo fue a
votar libremente por el candidato que él entendía que debía salir elegido, como
delegado de la circunscripción. El pueblo mismo fue el que eligió sus candidatos. Los
que salieron elegidos no tienen ningún privilegio. El privilegio, yo diría, que tiene el
delegado, es el que se le haya entregado una tarea más de la Revolución. Sigue
viviendo donde ha vivido siempre. Le darán una casa más tarde, si es que se la gana,
por su trabajo en la fábrica, donde sea, pero igual que los demás, y tendrá todo
lo que los demás tienen. Con la creación de los poderes populares, han surgido
cambios fundamentales. Es el propio pueblo el que está rigiendo su destino. No es
que antes no haya sido así. Digo, antes del Poder Popular. Pero ahora es más fácil
todo y cada uno hace cosas, no solamente el delegado. Por ejemplo, el Estado, tiene
muchos problemas grandes que resolver, entonces no puede estar tan directamente en
una zona campesina, donde hay 500 personas, o algo así. Es imposible que el Estado
pueda controlar todo, arreglar todo... Sin embargo, la creación del Poder Popular le
facilita la tarea al Estado, puede llegar a controlar una serie de problemas y
solucionarlos, entre ellos mismos. Pueden tirarle calles a su zona, en la
circunscripción, hacer una secundaria, un tecnológico, una casa, hacer un cine, una
peluquería, es decir, logran hacer determinadas cosas que no puede hacerlas el
Estado como tal, directamente. Éste solamente baja sus directrices... el propio pueblo
las hace de inmediato.

—Y del Partido ¿qué me puede decir?

—Es difícil ser militante del Partido. Uno tiene que ser consecuente con las tareas
revolucionarias, no variar jamás su conducta, ser ejemplo. Hay que esforzarse mucho,
porque son los mismos trabajadores los que eligen, son las masas las que deciden
quiénes pueden ser militantes del Partido. Ellas eligen a los trabajadores ejemplares y
luego se hace un proceso. ¡Eso es grande! Hay que superar mucho, estudiar siempre y
seguir siendo ejemplar. El Partido es lo más grande que tiene la Revolución. Es el que
da todo en aras de la felicidad del pueblo, el que nos orienta, el que nos dirige, el que
vela por nosotros. Es el orgullo más grande que tenemos.
LOS JUECES POPULARES

La justicia antes de la Revolución

—Allá por 1950 yo era juez de instrucción de Santa Clara en Las Villas y había un
gobernador civil en esa zona que era un bandolero. Se llamaba Santiaguito Rey. Un
día de esos se produjo una denuncia contra este personaje por falsificación de
documentos en que se certificaban servicios prestados por ciudadanos que nunca
habían trabajado en esas materias para facilitarles la obtención de la jubilación. Yo,
como juez de instrucción, abrí un sumario y recurrí a un hombre honesto de la región,
a un investigador de la policía judicial, para que investigara el hecho. Le di órdenes
de no restringirse sólo al hecho ya que yo sabía quién era Santiaguito Rey. Como a la
semana el hombre se aparece con toda la información de lo que el gobernador había
malversado, de todo lo que había hecho. ¡Una información formidable! Él era un
investigador acucioso. Yo, calladito la boca hice mi sumario. Incluso lo instruí yo
mismo, no se lo di a mi secretario. Y un día llegué fresquito en la mañana, me senté y
lo procesé. ¡Figúrense ustedes, era un hombre muy influyente! Libro mi orden para
notificar el auto-procesamiento al señor gobernador y a las cuatro de la tarde de ese
mismo día me habían trasladado a Guantánamo, en la provincia de Oriente. En Santa
Clara viví una experiencia similar. Había un infeliz que tenía un pedacito de tierra
fuera de la ciudad, pero con el desarrollo natural de la región, el terrenito quedó
dentro del área de expansión de Santa Clara. Apareció entonces una sociedad
anónima de la construcción alegando que ese terreno era propiedad del Estado antes
de la guerra. Le puso pleito a ese infeliz para que se la devolviera. Esa demanda llegó
a mis manos que era, en ese momento, un modesto juez municipal de esa localidad.
Yo me constituí en el lugar para comprobar los asertos que se hacían en la demanda y
vi que la situación no tenía nada que ver con lo que allí se afirmaba. En esa zona
existía un acueducto que se construyó durante la primera intervención americana en
Cuba. Constituía un lindero natural que no se podía borrar. Hice mi informe por
escrito de todo lo que vi. Parece que alguno de los empleados de allí lo descubrió y
dio el pitazo para afuera. Una tarde, estando yo en casa, llegan tres miembros del
Tribunal Supremo a visitarme, muy afectuosos, muy locuaces... No me conocían, sin
embargo, ya sabían cómo me llamaba. Y dale con Coya, Coyita, yo te quiero mucho...
Y yo, receloso, me decía para mis adentros ¿qué se traerán consigo? No tardé mucho
en saberlo. Al poco rato uno de ellos, Miranda de apellido, se me acercó y me dijo:
"¡Cómo vas a estar tú aquí chico, con tu capacidad! ¡Tú eres un genio!" Y yo me
preguntaba: ¿por dónde va el viejo este? Y él seguía: "A ver chico, dime, dime cuáles
son tus aspiraciones." Le contesté: "Mire doctor, ninguna; pasé mucho trabajo para
hacer mi carrera, cuando bajé la escalinata de la Universidad con el título bajo el
brazo tenía diez centavos en el bolsillo y hoy gano doscientos pesos, ya he avanzado
algo, ¿no cree usted?" Él insiste: "Pero chico, tú no puedes conformarte con esto...
Bueno Coya, para concretarte a qué vinimos, tú tienes ahí unas actuaciones en
relación a unas tierras que hay por aquí. Mira, nosotros tenemos interés en el asunto."
"¡Caramba, doctor Miranda, le dije, llega usted tarde porque ya puse la sentencia!
Ellos perdieron la demanda." "Pero Coya, me dijo muy disgustado, veamos eso." "No
doctor, le contesté, yo soy muy torpe y no sé hacer las cosas sino una sola vez." Se
pararon y se fueron furiosos, sin despedirse siquiera. Yo vivía a dos cuadras de la
audiencia. Inmediatamente me dirigí allí a recoger el marmotreto y me fui a mi casa.
Y esa misma noche puse la sentencia. A la mañana siguiente me fui muy temprano y
la pasé a los libros. Pocas horas después supe que había sido trasladado a un pequeño
pueblo campesino. Todo esto se sintetiza en pocas palabras: al producirse la
Revolución el aparato judicial estaba corrompido como todo el aparato
administrativo, pero no todo él porque aquí me ve usted a mí.

Éstas son las palabras de un hombre ya maduro, de alrededor de 50 años, que llegó a
ser abogado mediante un gran esfuerzo personal ya que su familia era muy modesta y
no podía financiarle sus estudios. Gracias a su excelente rendimiento obtuvo una
exención del pago de matrícula en la Universidad. Pero el año 37 casi se ve obligado
a abandonar la carrera porque se habían agotado los créditos de la Universidad y ya
no aceptaban más matrículas gratis.

—No me querían dejar dar examen porque no había pagado la matrícula. Después de
abrirme paso a puñetes llegué donde el decano, que era un demagogo y posaba de
progresista, y le dije: "Usted parece que nunca ha tenido la tristeza de ser pobre..." Al
final conseguí que me dejaran dar los exámenes.

Hoy, el compañero Coya es juez del Tribunal Regional de Cárdenas. La Revolución


significó para él realizar la justicia que nunca pudo aplicar durante la pseudo-
rrepública ni, mucho menos, en los años de dictadura batistiana. Fue uno de los
jueces que logró integrarse plenamente al proceso revolucionario.

Si esto ocurría a nivel de municipio antes de la Revolución, cuando los juzgados


municipales recibían 130 pesos para pagar los sueldos del juez, del alguacil y los
materiales que necesitaban, ¿qué ocurría en los más altos escalones de la justicia?

En un país con una población de algo más de 6 millones de habitantes existía un


Tribunal Supremo formado por 43 miembros, una cantidad enorme si tomamos como
referencia a Estados Unidos que sólo tiene 10 y la Unión Soviética que tiene 12.

Un magistrado del Tribunal Supremo ganaba antes de la Revolución mil pesos


mensuales, es decir mil dólares al mes y trabajaba de una a cuatro de la tarde, de
lunes a viernes. Tenía derecho a dos meses de vacaciones al año, además de dos
semanas en Navidad y Semana Santa.

Además de este Tribunal Supremo existían tribunales y audiencias provinciales,


regionales y municipales y las fiscalías correspondientes a cada uno de estos niveles.

Cuando Cuba se convierte en una neocolonia norteamericana, a comienzos de siglo,


se establecen los llamados "juzgados correccionales" a nivel municipal que conocían
delitos pequeños: borracheras, maltrato matrimonial, etc. Un solo juez decidía la
sanción. No existía apelación. Podían imponer hasta seis meses de pena. Cada uno
contaba con un calabozo. Eran muy odiados por el pueblo.

El primer juez de uno de esos juzgados correccionales de La Habana fue un


americano que no hablaba español y tenía que utilizar traductor para desempeñar su
papel. Estos tribunales fueron un arma importante para Batista, bastaba que la policía
hiciera una denuncia para que se condenara a la persona sin investigación previa del
delito.

Existían también los llamados "tribunales de urgencia" para juzgar los delitos
políticos. En La Habana había una sala especial con cinco magistrados dedicada a
esto. Eran prácticamente asalariados del gobierno y del cuerpo represivo. En
provincia la misma sala de lo penal se transformaba en tribunal de urgencia cuando
los hechos así lo requerían.

Desde la época de Machado, estos tribunales funcionaron en forma permanente como


órganos de represión política, sin apelación.

Depuraciones después del triunfo

Cuando triunfa la Revolución se dicta una ley que deroga la inamovilidad judicial. Se
suprimen los tribunales de urgencia. Se remueve a todos los jueces del Tribunal
Supremo. Se nombra como magistrados a un grupo de personas cuya característica
fundamental es no haber sido batistianas.

También fueron removidos muchos presidentes de audiencias y los fiscales. El resto


de los jueces permaneció en sus puestos.

En un comienzo, todos estos jueces estaban con Fidel y la Revolución, pero desde
que ésta empezó a tomar medidas que herían los intereses de los grupos hasta
entonces dominantes como: rebaja de alquileres, expropiación de latifundios, etc., se
inicia entre los magistrados del nuevo Tribunal Supremo un movimiento en contra del
gobierno revolucionario.

Empezaron a tratar de defender a los sectores afectados por las medidas


revolucionarias, a pedir altas indemnizaciones para los latifundistas, etc. Este proceso
culminó a fines de 1960, cuando la dirección de la Revolución se vio obligada a hacer
una nueva depuración que esta vez no abarcó sólo el nivel del Tribunal Supremo, sino
que también se extendió a nivel provincial y regional. Se eliminó así a todos los
jueces contrarrevolucionarios que quedaban, pero el aparato judicial siguió funcional
ido de la misma manera. No cambió su estructura.

El Partido designó una comisión presidida por Blas Roca para estudiar una nueva
constitución para el país. Parte de su trabajo era elaborar una nueva ley de
organización de los tribunales, de la fiscalía, modificar algunas leyes penales y
preparar una nueva ley de procedimiento penal, es decir, proponer un nuevo sistema
judicial para Cuba, más acorde con los principios de la Revolución. En este proyecto
participaron miembros de los diferentes tribunales y de la Universidad. Terminó sus
labores a fines de 1972. Sus resultados no fueron sólo el producto de un trabajo de
escritorio, muy por el contrario, su principal fuente de reflexión fue la práctica de la
justicia durante los 10 años de la Revolución.

Los tribunales populares

"Me dirijo al juez del sector uno para manifestarle que el ciudadano Mauricio Ojeda
hubo de sustraer una roldana del pozo de petróleo que queda cerca de Jordán y por
hurto lo pongo a disposición de los tribunales populares. Eso es todo lo que tengo que
manifestar."

El secretario ha leído la denuncia del demandante y continúa: "Respecto al motivo


por el que se le acusa en relación a la roldana que le fue ocupada, el acusado ha
declarado: En ocasión un tal Manuel fue a buscar guano a mi casa y traía una cosa
arriba del camión. Yo le pregunté: ¿qué cosa era ésa? Me dijo que era una roldana
para apretar guano. Cuando acabamos de cargar el guano le sacó la soga a la gaveta y
me dijo que sí yo se la quería comprar. Cuando yo le pregunté cuánto era, me dijo:
Mil puntos de guano. Y fue por ese negocio que llegó a mis manos la roldana. Eso es
todo lo que tengo que manifestar del caso'.

Ésta es la acusación y el descargo de uno de los 7 juicios realizados un miércoles en


la noche en el municipio de Martí, zona campesina de la provincia de Matanzas.

A pesar de que llueve torrencialmente, la sala de unos 10 metros cuadrados está


atestada de gente. La mayoría de pie. Sólo algunos están sentados. Al fondo de la sala
se encuentra el tribunal formado por tres jueces. Uno dirige la reunión, los otros dos
participan en el interrogatorio y en la deliberación. A ambos lados del tribunal se
encuentran sentados frente a frente el denunciante y el acusado. El primero es un
policía de la región que encontró la roldana en casa del acusado. El segundo es un
hombre joven, campesino, que no se nota muy molesto por la situación en que se
encuentra reflejando en el rictus de su boca, por el contrario, un gesto burlón.

Ambos personajes han sido llamados a presentarse por un anciano de voz chillona
que hace las veces de secretario del Tribunal y que se encuentra sentado frente a éste,
de espaldas al público.

Leída la acusación y el descargo, el juez que preside la sesión del Tribunal, un


hombre de regular estatura, flaco, de lentes, de unos 45 años, se dirige al policía:
—¿Ratifica usted lo que declaró?

—Sí. El hermano de él tenía una roldana igual y al hacerle el "preciso" confesó la


verdad. Nosotros sabíamos que se había perdido del pozo petrolero.

—¿Usted estaba entonces en conocimiento de que se habían extraviado dos roldanas?

—Dos roldanas y varias cosas más.

—¿Se pudo comprobar que la roldana ocupada era la misma que se había perdido en
el pozo?

—Se pudo comprobar porque las dos eran iguales. El hermano la tenía guardada allí
en la casita.

Después de hacerse sentar al denunciante el juez se dirige al acusado preguntándole si


tiene enemistad o amistad notaría con alguno de los jueces. Sólo cuando éste ha dado
una respuesta negativa se inicia el interrogatorio.

—¿Ha oído la denuncia? ¿Desea declarar?

—Mire, lo que yo tengo que decir es que esa roldana la cambié por guano a ese
camionero que no sé quién es. Eso hace ya tiempo... Eso es lo que tengo que decir.

—Usted vive de aquí para allá ¿antes o después?

—Al lado.

—Al ir a su casa ¿usted debe pasar por esos caminos?

—Sí.

—¿Tenía usted conocimiento de que allí había un pozo de petróleo?

—Lo sabe todo el mundo.

—¿Usted no pasó nunca por allí? ¿No tenía relaciones?

—No.

—¿No tenía tampoco conocimiento de que allí se hubieran extraviado dos roldanas?

—Yo no sabía nada de eso.

En ese momento el presidente del Tribunal Popular cede la palabra a otro de los
jueces para que continúe el interrogatorio. Se trata de un hombre maduro, más bien
gordo, de guayabera blanca, lo que contrasta con los otros jueces que están en tenida
de trabajo.

—¿El camionero al que usted hizo referencia es de esta localidad?

—No.

—¿Cómo es que llegó hasta allí buscando guano?

—Alguien debe haberle dicho.

—¿Usted conocía lo que es una roldana, el uso que se le da?

—No, yo no, vaya... Cuando él me la ofreció yo le dije: ¿para qué quiero yo eso? El
me contestó que me podía servir para pasar motores, para sacar tuberías. Le pregunté
que cuánto me cobraba y me dijo que mil puntos de guano. Y yo acepté no pensando
mucho que...

—¿Y usted conocía al camionero?

—No, no lo conocía, sólo sé que llegó buscando guano.

—¿Y sin conocerlo llego usted a esa operación?

—Sí, vaya... sin pensar que iba a tener problemas. Pensé que la roldana me iba a
servir para levantar bultos pesados.

El juez, insistiendo:
—¿Así es que usted no conocía al camionero?

—No, no lo había visto nunca antes.

Terminado el interrogatorio por el segundo juez, el presidente del Tribunal le ofrece


la palabra al último miembro del Tribunal, un hombrecito pequeño, de cierta edad, de
aspecto campesino.

—En algún momento, ¿usted se interesó por saber de dónde había sacado ese objeto?

—No, nunca pensé...

—Ven acá... en este caso específico del guano, el compañero que va a buscarlo debe
llevar una guía. Esta vez no fue así. Además, usted afirma que el camionero iba
desorientado...

—Sí, buscando guano.

—Entonces, ¿llegó allí ocasionalmente?


—Sí.

—¿Y usted llegó e hizo el intercambio así no más?

El acusado calla.
El presidente del Tribunal se dirige al acusado para preguntarle si éste tiene algo más
que manifestar. Como éste le responde que no, le dice que tome asiento y luego se
dirige a la audiencia:

—La información que nosotros tenemos es que son dos roldanas las que están
perdidas. Y toca la rara coincidencia de que la roldana que se perdió es igual a la que
se encontró en la casa del hermano del acusado. Éste fue sincero y reconoció el robo,
pero el acusado sostiene que la roldana que él tiene, y que es igualita a la otra, se la
compró a un camionero a quien no conoce.

Después de estas palabras el presidente levanta la sesión y los jueces se dirigen a una
salita próxima a deliberar. Después de algunos minutos vuelven a la sala, el
presidente pide que se haga silencio y da el veredicto: "Hemos considerado al
acusado culpable de delito de hurto. En nombre del pueblo de Cuba se le sanciona al
pago de 60 cuotas de un peso cada una. En el caso de que el acusado esté de acuerdo
con la sanción debe pasar por este Tribunal el lunes a las ocho de la mañana a hacer
efectivo el pago. Si no está de acuerdo la ley le concede el derecho de apelación que
debe hacerse efectivo antes del sábado a medio día."

Éste es el último juicio de esa noche. Antes se habían visto varios casos entre los que
destacaron: el de una mujer que vendía pescado en mal estado, el de una querella de
una pareja que estaba en camino del divorcio y discutía acerca del reparto de los
bienes del hogar, y el de un campesino acusado de que sus ovejas iban a pastar a las
tierras de un vecino.

Terminada la sesión, la conversación continúa con los miembros del Tribunal


Popular. El juez que hizo las veces de presidente es en realidad el vicepresidente del
Tribunal. Ha debido remplazar al presidente porque éste está reponiéndose de una
enfermedad. Tanto él como el resto de los jueces son trabajadores que deben cumplir
con sus tareas judiciales después de las horas de trabajo, "Cuando la Revolución pone
algo en manos de nosotros hay que llevarlo adelante, no importa el trabajo que sea",
afirma el vicepresidente que es al mismo tiempo jefe del almacén regional. El juez de
la guayabera blanca es empleado bancario y el otro es distribuidor del periódico en la
región. El pueblo los eligió por votación secreta. Los organismos de masas como la
Federación de Mujeres y los Comités de Defensa de la Revolución y los organismos
partidarios proponen nombres. Todos los nombres propuestos van en una boleta para
que el pueblo elija entre ellos a los que estima mejores. El único requisito desde el
punto de vista de preparación cultural es tener al menos sexto año primario. Después
de elegidos los jueces reciben cursos especializados que los preparan para las nuevas
tareas.
—Este pueblo es un pueblo pequeño, ¿no les trae problemas el ser demasiado
conocidos por los vecinos al tener que juzgar?

Responde el vicepresidente:
—Si el Tribunal dicta una sentencia justa no hay problema.

—Pero usted decía al iniciarse cada juicio: Si usted tiene una enemistad o amistad
notoria... ¿Qué ocurre si el acusado dice que sí... ?

—Bueno, lo más común es que no ocurra esto ya que somos nosotros mismos,
cuando nos damos cuenta que se ha presentado una demanda contra alguien amigo
nuestro o con quien existe una enemistad muy fuerte, pedimos ser remplazados en el
Tribunal por otros de los jueces. Sin embargo, en otro aspecto, el hecho de que
conozcamos muy bien a los vecinos nos ayuda a dictar sentencias justas. Vean
ustedes por ejemplo el caso del robo de la roldana. ¿No se dieron cuenta ustedes del
tipo de preguntas que hacíamos? Él vive cerca de un pozo petrolero que se está
perforando. Para el acusado no es desconocido que todas esas herramientas
pertenecen a ese lugar. Él no es una persona de escaso entendimiento. Por eso es una
cosa ilógica todo lo que él argumenta. Todo el pueblo sabe que en esta obra se están
perdiendo instrumentos de trabajo. Él vive cerca. A su hermano se le ocupa una
roldana igual a ésa y reconoce su culpa. Cuando se le pregunta por dónde pasa para ir
a su casa es porque sabemos que él debe pasar por ahí. Además, como el lugar donde
él vive es un lugar muy apartado donde no hay luz eléctrica, y la única parte donde la
hay es en esa obra, estamos en conocimientos que él va allí a menudo a jugar dominó,
oír radio, a conversar... Pero frente a todos estos datos el acusado plantea que él le
compró la roldana a un camionero que desconoce totalmente. Una cosa bastante,
vaya... bastante ingenua, porque es muy difícil que nosotros aquí en Cuba hagamos
un canje sin conocer a la persona. Además, mil puntos de guano por una roldana es
muy poco. Eso vale mucho más. Por todas estas razones el Tribunal se pronunció por
la sanción que ustedes vieron.

—¿Y si el acusado vuelve a reincidir? ¿No es demasiado pequeño el castigo?

—La política de los tribunales populares no es sancionar por sancionar, sino buscar
una sanción que, de verdad, ayude a la persona. En este caso se trata de un primario,
así le llamamos nosotros a quien no tiene antecedentes penales anteriores. No es
educativo ni reeducativo ponerle una sanción demasiado dura. No hay que buscar una
forma, vaya, que lo ponga en un estado en que la sociedad lo acabe por rechazar.
Tratamos de que el que haya cometido un delito se sienta todavía dentro de la
sociedad para que pueda buscar una "reajustación". Con esta orientación hemos
logrado que los delitos en nuestra región hayan bajado. ¡No han dejado de ser
efectivas las medidas esas!

—Después de lo que nos ha contado, ¿podría decirnos cuál es la principal diferencia


entre el antiguo profesional y los jueces populares?
—Hay una diferencia grande. Eso lo pueden decir todos los jueces aquí presentes.
Antes el juez no tenía ninguna relación con el pueblo, estaba dentro de su oficina.
Nosotros no, somos distintos. Como no somos profesionales estamos a diario en
contacto directo con la población. Y si hay un juicio, como uno conoce el lugar,
conoce lo que ocurre, tiene más elementos de juicio. El pueblo confía en nosotros
porque nosotros somos del mismo pueblo. Los jueces anteriores, además de estar en
sus oficinas encerrados, separados de la población, siempre le daban la razón a los
ricos.

—¿Pueden ustedes perder la calidad de jueces populares?

—Tan pronto como nosotros cometemos el más pequeño delito, y por él somos
sancionados, perdemos el "concepto público" y perdemos nuestro derecho a
administrar justicia. Todo el que es juez de un tribunal popular tiene que tener una
honradez inmaculada.

—¿Alguno de ustedes fue candidato al Poder Popular?

—Hay tres que fueron candidatos.

—¿Y?

—Perdimos.

—¿Por qué?

—Bueno, el mismo público se da cuenta que hay dos funciones que en una misma
persona se entorpecen, que tienen que conjugar las dos, que eso lleva a un mayor
sacrificio. Entonces, como la elección se hace en una misma circunscripción, o sea, la
parte donde más se conoce a la persona, la mayoría dice: "Corcho, si voto por fulano
y que salga fulano, es gravarle más en su ocupación." Éso se lo digo yo porque he
oído comentar: "Yo votaría por fulano pero figúrate, fulano está en esta situación,
tiene esto, tiene esto otro..." A veces ocurre también que los otros candidatos son más
conocidos, se les conoce más la actividad que a nosotros.

—Y ¿cómo fue aquí la campaña electoral?

—Aquí no hubo campaña electoral. Aquí todo se hacía por asamblea. Y ahí la gente
elegía los candidatos... Aquí lo único que se hacía era retratarse y la biografía junto
con el retrato. Se colocaban los carteles en las bodegas... Aquí no se concibe que se
haga el tipo de gestión electoral de antes.

—¿Alguno de ustedes es militante del Partido?

Dos levantan la mano.


—¿Cómo llegó usted a militante del Partido?

—Bueno yo salí ejemplar por el centro de trabajo mío. La asamblea es democrática.


Ahí todo el mundo señala... Si yo propongo, por ejemplo a Olivares, tengo que decir
por qué lo propongo y se ve si los demás están conformes o si le saben algo a
Olivares que no sirve, bueno pues, se paran y dicen: "Mire pues yo entiendo que
Olivares no tiene condiciones por esto y por esto", y vaya escuchando...

—Parece que no es fácil llegar a ser militante,...

—-No es nada fácil...

—Y ustedes como jueces, si un militante comete un error, una debilidad ¿se le trata
distinto que al resto?

—No, no, no. Si uno que es militante comete un delito se le trata igualito que al otro,
porque cayó en un error en el que no debía haber caído. Ser militante del Partido no
es ventaja ninguna.

Lo interrumpe el juez de la guayabera blanca:


—Yo diría que la única ventaja que nos da ser militantes del Partido es que somos los
primeros en la necesidad de avanzar y de hacer avanzar todo. Ésa es la única ventaja,
vaya... que siempre tenemos que ser los de adelante...

Fue Fidel, en los primeros años de la Revolución quien, visitando la Escuela de


Derecho de la Universidad de La Habana, planteó a sus alumnos la necesidad de
volcarse a las masas para buscar nuevas formas de aplicar la justicia. Así empezaron a
hacerse ensayos e investigaciones acerca de la mejor manera de tratar los pequeños
delitos que surgen a diario en los barrios: peleas familiares, borracheras, conflictos
entre vecinos.

Después de un período de experimentación, el Ministerio de Justicia decidió


implantar, en 1968, los tribunales populares en todo el país. Hoy existen en todos los
municipios y a veces más de uno por municipio. Tienen competencia para juzgar
delitos cuyas penas máximas no vayan más allá de 30 días. En casos muy
excepcionales pueden llegar hasta seis meses. Usan como sanciones las
amonestaciones, las multas y la detención.

Están integrados por tres jueces, ninguno de los cuales necesita ser jurista. Ellos son
elegidos por las masas en los lugares en que van a funcionar: en asambleas se
proponen nombres, se discute su honradez, su calidad política, etc. A las personas
elegidas se les da una preparación mínima. Las sentencias que emiten pueden ser
apelables a un nivel superior donde se procura que exista al menos un jurista. Estos
jueces están provistos de la autoridad suficiente como para poder aplicar sanciones.
La asamblea puede opinar, contribuir a aportar antecedentes cuando se estima
políticamente beneficiosa su participación, pero sólo los jueces populares pueden
impartir las sanciones.

Los tribunales revolucionarios

Otras de las experiencias surgidas al calor de la lucha misma fueron los tribunales
revolucionarios. Ellos surgieron durante la guerra revolucionaria. Se crearon en las
zonas de combate. Tenían como misión castigar a los traidores, desertores y personas
que cometían diferentes tipos de delitos en dichas zonas. Eran tribunales militares. En
su funcionamiento utilizaban una ley de procedimiento penal elaborada por los
mambises, es decir, el ejército libertador en la guerra contra España. Esta ley llamada
"Ley penal de Cuba en armas" fue tan bien hecha que pudo ser usada 50 años después
por los revolucionarios.

Al triunfar la Revolución estos tribunales se extendieron a todo el territorio nacional.


Tuvieron como misión juzgar a todos los criminales de guerra y colaboradores de la
tiranía. Cumplieron ejemplarmente su misión hasta que se suspendieron a mediados
de 1959, cuando se estimó que ya habían sido castigados los principales criminales de
guerra. Las causas pendientes pasaron a los tribunales ordinarios.

Estaban integrados por tres oficiales de las Fuerzas Armadas, que no necesariamente
debían ser juristas y tenían un fiscal. Los acusados podían utilizar abogados civiles o
de cualquier tipo. Las resoluciones de pena de muerte dictadas por ellos debían ser
revisadas por un tribunal superior.

Sin embargo, como pocos meses después de la suspensión de estos tribunales se


produjo el ataque de los aviones piratas a La Habana, donde hubo muertos y heridos,
y al mismo tiempo recrudecieron los actos de sabotaje, la dirección de la Revolución
se vio obligada a restablecerlos, pero ahora con una nueva función: juzgar los delitos
contrarrevolucionarios, es decir, los delitos que se cometían contra el poder
revolucionario.

Estos tribunales tuvieron mucho trabajo, especialmente con los


contrarrevolucionarios refugiados en el Escambray, verdaderas organizaciones de
bandidos que lograron mantenerse en esa zona hasta 1965, y con los mercenarios de
Playa Girón.

Durante el trascurso de los años se les fueron atribuyendo nuevas facultades. Era
necesario que ellos conocieran delitos que, a pesar de ser delitos comunes, por su
gravedad debían ser conocidos por estos tribunales.

Un nuevo sistema judicial


"No son las realidades las que deben adaptarse a las instituciones sino las
instituciones las que deben adaptarse a la realidad." Fueron estas palabras de Fidel las
que inspiraron la reorganización del sistema judicial que hoy se está poniendo en
práctica en Cuba.

En la actualidad existe un sistema judicial único que integra los diferentes tipos de
tribunales que existieron antes y que surgieron durante el proceso revolucionario.

Este sistema está integrado por un tribunal supremo con 4 salas: las dos primeras ya
existentes en el sistema anterior: la sala de lo penal y la de lo civil administrativo. Se
agregan dos nuevas salas, la primera destinada a los delitos contra la seguridad del
Estado y la segunda dedicada a lo militar.

Los tribunales provinciales tienen las tres primeras salas. Los regionales sólo las dos
primeras y los tribunales populares de base sólo conocen los delitos civiles y penales
de su competencia.

Todos estos tribunales son colegiados. No es un juez sino un grupo de jueces los que
dictaminan la sentencia. Entre estos jueces hay profesionales y no profesionales, es
decir, sin formación en Derecho, que llevan a la función judicial las experiencias de
la vida diaria de los trabajadores y de todos los ciudadanos.

Lo que caracteriza a todos los jueces que forman parte de los tribunales en sus
distintos niveles es que son elegidos con participación de las organizaciones de masas
en los tres niveles superiores y directamente por las bases en el caso de los tribunales
populares. Ellos son revocables, es decir, cada cierto tiempo tienen que rendir cuenta
ante sus electores. Y pueden ser revocados en cualquier momento si la masa lo estima
necesario. Por otra parte, siempre existe un órgano superior de apelación.

Por último, existe la Fiscalía General de la República, cuya tarea primordial es vigilar
la observancia de la legalidad socialista, cuidando que todos los órganos del Estado y
los ciudadanos cumplan las leyes y demás disposiciones emanadas del poder
revolucionario.

Más de tres millones de cubanos han participado en la discusión del nuevo proyecto
de estructura del sistema judicial y del contenido de diferentes proyectos de ley de
interés popular.

Gracias a este sistema se ha logrado una gran difusión de estas materias y se han
recibido importantes sugerencias de los organismos de base para perfeccionar los
proyectos de ley.

Los consejos de trabajo: órganos de justicia laboral


"Hace algunos meses, discutíamos con un grupo de compañeros en un central
azucarero de Camagüey y nos planteaban que allí había una gran indisciplina laboral.
Alguien dijo que se habían tomado medidas severas contra un ausentista y que,
posteriormente, éste se había puesto a intrigar con la masa, alegando que se había
cometido una injusticia. Nos aseguraban los compañeros del Partido que la medida
era justa, porque aquel compañero era un ausentista de verdad. Yo les pregunté:
¿cómo tomaron esa medida? Y me respondieron: 'El jefe de personal de la central lo
llamó y le aplicó la medida. Después se creó un malestar grande entre los obreros,
muchos de los cuales se convirtieron también en ausentistas'. Yo les aclaré: si el jefe
de personal lo llamó y, burocráticamente, dispuso la sanción, sin reunir a todos los
obreros, sin reunir al consejo de trabajo, la sanción no llenó su función educativa y el
hombre pudo irse a intrigar.

"Si en lugar de proceder así, reúne a todos los obreros y les explica las normas de
disciplina laboral y la lucha que sostenemos contra el ausentismo, la medida hubiera
sido el producto de aquella masa, se hubiera convertido en una fuerza educadora, y
aquel hombre no hubiera podido intrigar ni crear la anarquía y el desasosiego.
Moraleja: cualquier medida disciplinaria que no sea dictada por los propios obreros,
en las condiciones de nuestra sociedad, no funciona. En la sociedad anterior,
funcionaba sobre la base del terror y de los dispositivos de poder de aquella sociedad.
Pero en una sociedad liberada, sencillamente a aquel funcionario administrativo que
dictó la medida no le hacen caso, porque allí están los hombres liberados y no puede
venir la guardia rural a detenerlos.

"Conclusión: esa medida de justicia laboral o de disciplina laboral tiene que ser
dictada por los obreros y éstos tienen que tener un alto grado de conciencia. No puede
ser dictada si no se ha desarrollado, previamente, un trabajo político con los obreros.
En centros de trabajo donde haya indisciplina laboral, si no hay un previo trabajo
político que desarrolla la conciencia de aquella masa, sería totalmente impolítico y
absurdo disponer tales medidas. Primero hay que crear la conciencia, primero hay
que enseñar las reglas del juego, y, después, que la propia masa dicte la disposición."

—Pero, ¿qué son y cómo funcionan estos consejos de trabajo de los que habla
Armando Hart en su discurso?

Los consejos de trabajo son órganos de justicia laboral semejantes a los tribunales
populares, pero que actúan dentro de la industria y conocen delitos de tipo laboral
como: infracciones a la ley del trabajo, llegadas tarde, salidas antes de la hora de
término de la jornada de trabajo, faltas de respeto, maltrato de obra o de palabra,
daños a los bienes de la fábrica, negligencia, desobediencia a las órdenes de los jefes,
etcétera. Las sanciones que pueden aplicar van desde la amonestación privada hasta
la separación definitiva del trabajo, pasando por la amonestación pública frente a la
asamblea de trabajadores, la inhabilitación para ocupar un cargo determinado y la
pérdida de honores en el trabajo.
Estos órganos de justicia laboral nacieron en 1964 y están formados por los propios
trabajadores. Se trata de un quinteto donde hay un presidente, un vicepresidente y tres
vocales. El quorum mínimo para funcionar es de tres personas y para hacerlo se
requiere la existencia de una demanda presentada sea por un trabajador o por la
administración de la empresa. Lo normal es que exista un consejo de trabajo en cada
empresa con más de 25 trabajadores. Pero en las industrias muy grandes se sugiere
que se cree un consejo por cada departamento de la industria y en cada turno. En las
industrias de menos de 25 trabajadores se nombra un delegado que se adscribe al
consejo de trabajo más cercano o más afín al tipo de trabajo que se realiza en esa
empresa. Cuando se juzga un caso perteneciente a esa industria, el delegado pasa a
formar parte de ese tribunal, remplazando a algunos de sus jueces estables.

Sus miembros son elegidos por votación directa de los trabajadores. En una asamblea
se proponen los candidatos. Allí se analiza si los compañeros propuestos son buenos
trabajadores, no pueden ser ausentistas, no pueden haber sido sancionados
anteriormente, deben tener como mínimo un sexto grado primario. Deben ser
propuestos al menos el doble de nombres de los que deben ser elegidos, en este caso,
al menos diez. Terminada la fase de elección de los candidatos, se prepara la
candidatura y el proceso eleccionario. Se explica a los trabajadores que sólo deben
votar por cinco nombres de los que figuran en la boleta y que deben marcar dos
cruces en el nombre que estimen debe ser el presidente del consejo, así éste se elige
directamente. El proceso electoral está dirigido por una comisión elegida por la
propia asamblea.

Estos datos fueron obtenidos en una conversación con tres abogados jóvenes del
Ministerio del Trabajo de Matanzas. Ricardo, el encargado regional de los órganos de
justicia laboral de la provincia es un mulato apasionado con su trabajo. "Cómo no
serlo, nos dice, si yo alcancé a tener algunos años de práctica antes del triunfo de la
Revolución, cuando el obrero estaba a merced del capitalista y de sus oficiales de
mando en las empresas y se veía obligado a doblegarse y a humillarse ante la
amenaza del despido y el hambre."

—¿Puede proponerse como candidato a juez laboral a un administrativo de la


empresa?

—No. Los miembros del consejo laboral no pueden ser ni dirigentes administrativos
ni dirigentes laborales, tienen que ser netamente trabajadores.

—¿Pero la administración podrá vetar a algún candidato?

—Como parte de la asamblea, sí. Igual que los dirigentes del Partido y los dirigentes
sindicales pueden plantear por qué piensan que un determinado compañero tiene
condiciones. No obstante, en eso la asamblea es soberana.

—¿Eso quiere decir que puede mantener la candidatura contra las opiniones de estos
dirigentes?
—Puede mantenerla si la mayoría entiende que ese trabajador debe ser candidato, si
piensa que la administración no está en lo cierto.

—¿Y cuánto tiempo dura el consejo laboral en sus funciones?

—El período de mandato es de tres años, pero pueden ser revocados si así lo estima la
masa que los eligió.

—¿Los compañeros elegidos adquieren alguna especializaron técnica?

—Por supuesto. El Ministerio del Trabajo planifica ciclos y períodos de capacitación,


especialmente para los presidentes de los consejos de trabajo. A éstos se les da un
curso que debe durar alrededor de 30 días internos o semi-internos, donde reciben
clases y el material relacionado con la justicia laboral y las instrucciones necesarias.

—¿Podría usted explicarnos cómo funciona una de esas sesiones?

—Si un trabajador cae en continuas ausencias injustificadas a su trabajo, por ejemplo,


y la administración demanda una sanción o una medida disciplinaria, el consejo de
trabajo recibe la reclamación e inicia el expediente. Cita a las dos partes: al trabajador
y a la administración para un día y una hora que no sean laborales. Se trata de no
afectar la producción. Una vez hecha la citación se hace la divulgación del caso ya
que la vista es pública. Allí pueden asistir todos los trabajadores que lo deseen.
Además se invita a la dirección sindical. A veces asiste una gran cantidad de
trabajadores, otras menos.

—¿Y quién defiende al acusado?

—Él mismo.

—¿Y participan los trabajadores en el juicio?

—Sí, cuando se cita se dice que tanto el trabajador como la administración deben
acudir con sus pruebas en relación a las cuestiones que se hayan planteado. En ese
momento el trabajador puede traer, por ejemplo, un certificado médico que no
entregó a tiempo a la administración. Puede también traer un testigo que vio, por
ejemplo, que tenía un hijo gravemente enfermo por lo que no pudo concurrir al
trabajo ni avisar. . .

—Y la administración ¿puede aplicar sanciones que no pasen por el consejo laboral?

—Sí puede, pero siempre que no se trate de una separación definitiva del trabajo ni
tampoco de sanciones morales. Además el trabajador tiene un plazo de diez días para
apelar si no está de acuerdo con la sanción aplicada al llamado consejo de apelación y
si todavía no queda satisfecho al consejo nacional.
—¿Puede un miembro de la administración ser juzgado por un consejo laboral?

—No, en estos casos los propios organismos tienen sus sistemas.

—¿Qué ocurre cuando un miembro del consejo laboral cae en un delito de los ya
señalados?

—Lo sanciona el propio consejo de trabajo al que él pertenece sólo que en esta
circunstancia él no forma parte del tribunal.

Después de todo esto no cabe la menor duda de que un nuevo sistema judicial
revolucionario ha nacido en Cuba...
TODA CUBA UN PARLAMENTO

Hacia la institucionalizarían de la legislación popular

—"¡Ay, compadre! si cada palabra de este anteproyecto es sangre de nuestra


sangre..."

Hace 16 años atrás, Arturo Menéndez no podía bañarse en las hermosas playas
cubanas. Y él, tenía que contentarse con acudir al Malecón habanero. Tampoco podía
ingresar a hoteles y restaurantes de turismo y había una serie de trabajos que le
estaban vedados. Arturo Menéndez es negro, como miles de cubanos. Hoy, es obrero
de avanzada en la fábrica de omnibuses "Girón".

Un día 28 de mayo de 1975, actuó como relator del anteproyecto de Constitución en


su CDR. Entonces, su voz casi se quebró cuando debió leer:

"Capítulo V. Igualdad. Artículo 40, Todos los ciudadanos gozan de iguales derechos y
están sujetos a iguales deberes. Artículo 41. La discriminación por motivo de raza,
color, sexo u origen nacional está proscrita y es sancionada por la ley. Las
instituciones del Estado educan a todos, desde la más temprana edad, en el principio
de la igualdad de los seres humanos."

Ni siquiera hubo una discusión. El derecho a la igualdad, conquistado con la sangre


de más de 20 mil cubanos caídos durante la etapa insurreccional y la guerra
revolucionaria, fue aprobado por unanimidad en el CDR de Arturo Menéndez. El
derecho existe formalmente desde hace muchos años, pero sólo ahora es respetado en
la práctica tal como lo consagra expresamente el anteproyecto de la primera
Constitución socialista de Cuba.

Durante los meses de mayo y junio de 1975, no menos de seis millones de cubanos
discutieron y aprobaron, en más de 168 mil asambleas, el anteproyecto de
Constitución socialista, Ley Fundamental que resume las conquistas económicas,
sociales y políticas de la Revolución.

Desde el 1 de enero de 1959, cuando temporalmente se acallaron los fusiles


combatientes —sus ráfagas se oirían luego para derrotar a bandidos y mercenarios—
en Cuba no se ha adoptado ninguna decisión de trascendental importancia sin que
haya sido conocida, discutida y aprobada por el propio pueblo al que atañe. Desde
que el Capitolio cerró sus puertas a los viejos diputados, toda Cuba es un parlamento
y todo cubano, un legislador.

La participación popular en la adopción de decisiones adquiere muchas formas,


propias de la dinámica de un proceso nuevo y creador. El pueblo cubano apoyó, fusil
en alto, la declaración del carácter socialista de la Revolución, en abril de 1961. De la
misma manera fueron aprobadas la Primera y Segunda Declaración de La Habana. En
cada rincón de la isla hay un cubano que tiene algo qué decir, y lo dice.

Sin embargo, es a partir de 1970 que se inicia en Cuba el proceso de


institucionalización de la Revolución, proceso que se acelera a partir de 1972.
Consolidada la base económica, fortalecidas las organizaciones de masas y el Partido
Comunista de Cuba (PCC), en vías de un rápido desarrollo la economía, con la
existencia de la nueva organización del Consejo de Ministros y la creación de su
comité ejecutivo, las instituciones representativas del Estado ya podían ser creadas.

Fue entonces cuando el pueblo, el gobierno revolucionario y el Partido comenzaron a


elaborar una serie de cuerpos legales reguladores de los aspectos esenciales de la
estabilización de las instituciones estatales.

Durante el último tiempo se han dado grandes pasos al respecto. Para nombrar
algunos, fue promulgada la ley que organiza el sistema judicial en concordancia con
el desarrollo que ha tenido la sociedad cubana.

En 1974 se discutió y aprobó el Código de la Familia, un conjunto de normas


jurídicas que desterró para siempre los viejos rezagos de las leyes burguesas sobre la
familia, legislando sobre el derecho de los hijos, la igualdad de la mujer y otros
preceptos similares.

El código fue redactado por una comisión especial, técnicamente capacitada,


jurídicamente sabia, idónea a cabalidad. Podía suponerse que dadas estas condiciones
el nuevo cuerpo legal podía entrar inmediatamente en vigencia. Pero no fue así.
Como el nuevo Código de la Familia concernía a cada uno de los habitantes de Cuba,
fue llevado a las bases y discutido por las organizaciones políticas y de masas,
fundamentalmente por los Comités de Defensa de la Revolución, organización que
agrupa a las familias cuadra por cuadra a lo largo del país. Las proposiciones de la
base fueron recogidas y llevadas al texto que se promulgó.

De la misma forma se discutió el anteproyecto de Constitución socialista. Recalcando


que nadie ha estado ajeno a. la participación en las cuestiones fundamentales de la
Revolución, puede asegurarse perfectamente que en el momento actual el pueblo
cubano participa más que nunca en la adopción de decisiones y en la gestación de las
leyes.

Pero, a estas alturas, también se ha institucionalizado la forma de legislación popular.


Una ley es redactada, como anteproyecto, por una comisión especial constituida
generalmente por miembros de la comisión de estudios jurídicos del Comité Central
del Partido y por representantes del gobierno y de las organizaciones de masas.

Acto seguido, el anteproyecto es analizado, discutido, enriquecido y aprobado por la


dirección máxima del PCC: el buró político y el secretariado del comité central.
Luego baja para el conocimiento y el debate en los diferentes niveles de dirección del
Partido y de las organizaciones de masas. Finalmente se produce la discusión en la
base.

Cuando el anteproyecto vuelve a manos de la comisión redactora ha sido enriquecido


enormemente con proposiciones y adiciones. Cada sector del pueblo ha legislado
según sus intereses específicos.

De esta manera, las premisas indispensables para acometer la elaboración de una


nueva constitución —la Constitución socialista de Cuba— estaban dadas.

Antecedentes del anteproyecto

En la actualidad (1975), aún está en vigencia la Ley Fundamental de 1959, versión


actualizada y revolucionaria de la Constitución de 1940. Al triunfar la Revolución
fueron derogados los llamados estatutos constitucionales de la tiranía batistiana y
puesta en vigor la Ley Fundamental citada, que reproducía en lo esencial la
Constitución de 1940, con las adaptaciones necesarias al cambio revolucionario que
desde el poder se iniciaba.

Cuando la dirección nacional de los CDR entregó, el 8 de julio de 1975, los


resultados del debate popular sobre el anteproyecto, Blas Roca, presidente de la
comisión de estudios jurídicos del comité central del Partido, miembro de su
secretariado y presidente de la comisión redactora de la nueva Ley Fundamental, se
refirió a la actual Constitución y señaló el porqué de la necesidad de una nueva.

"Nosotros —afirmó— tenemos una Constitución que es la Ley Fundamental; es una


ley fundamental que aprovechó todo lo progresista de la Constitución de 1940. En el
discurso pronunciado por Fidel en el hospital, durante el juicio por el asalto al cuartel
Moncada, él dijo que restableceríamos la Constitución, hasta que el pueblo decidiera
modificarla.”

"Algunos artículos de la Constitución del 40 no podían seguir manteniendo vigencia;


eran los que respaldaban la esencia de un senado, de una cámara de representantes,
cómplices de la tiranía que quedaron legalmente cesantes. La Revolución tenía que
crear otros organismos para sustituir a aquéllos."

Luego Blas Roca explicó la necesidad de una nueva Ley Fundamental: "La
Constitución actual, con todo lo que tiene de progresista para su tiempo, como dijo
Fidel, se ha quedado vieja, pues responde a conceptos burgueses, y es por ello que se
impone una Constitución nueva que responda a la sociedad socialista que hemos
construido."

La comisión redactora del Partido y gobierno, integrada por 20 miembros y dirigida


por Blas Roca, fue constituida el 22 de octubre de 1974 por decisión del buró político
del Partido y del consejo ejecutivo del Consejo de Ministros, aunque ya cuatro años
antes Fidel había señalado la necesidad de realizar este proyecto. Su misión: redactar,
sobre las bases entregadas por estos dos organismos, el anteproyecto de la nueva Ley
Fundamental de la República. En ella están representadas, además de juristas, las
principales organizaciones de masas del país.

La comisión trabajó con ahínco, se caracterizó por el poco protocolo y por el mucho
esfuerzo, por "poca formalidad y mucho contenido", "poco ruido y muchas nueces".
Esta vez Fidel —autor de las expresiones anteriores— invirtió el refrán popular. El
anteproyecto, que debía estar redactado el 24 de febrero de 1975, estuvo listo varios
días antes.

El 24 de febrero —en el día del 80 aniversario del inicio de la guerra revolucionaria


organizada por José Martí— el primer secretario del Partido y primer ministro del
gobierno revolucionario, comandante en jefe Fidel Castro, recibió el anteproyecto de
Constitución de manos de los miembros de la comisión redactora.

Niveles de discusión

En esta ocasión, Blas Roca expresó que el anteproyecto constituyó una "buena base
para él proceso de discusión y perfeccionamiento a que será sometido, primero, por la
alta dirección del Partido y del gobierno, después por todo el pueblo y finalmente por
el congreso del Partido, del cual saldrá el texto definitivo que merezca ser aprobado
como Constitución socialista de la República por el voto directo, libre y secreto de los
ciudadanos".

Fidel, por su parte, expresó: "nuestro pueblo podrá sentirse orgulloso cuando se
discuta esta Constitución. La Revolución dará un gran paso histórico hacia la
institucionalización, hacia el cese del carácter provisional del gobierno
revolucionario".

El Partido, como organismo dirigente de la Revolución a través de su buró político y


del secretariado, fue el primero en discutir e introducir modificaciones al
anteproyecto.

En una sesión de los 20 miembros de la comisión redactora, se comentó que "casi en


cada artículo de este anteproyecto está la mano y el pensamiento de Fidel... Fue
precisamente él quien introdujo el mayor número de modificaciones, de precisiones...
Prácticamente la tercera parte de las modificaciones fueron consecuencia de la
iniciativa de las proposiciones del compañero Fidel..."

Cuarenta y cinco días después, el 10 de abril, en el 106 aniversario de la asamblea


constituyente de Guáimaro—primera carta fundamental de la naciente Revolución
cubana— fue publicado el anteproyecto, abriendo paso de esta manera al más amplio
proceso de debate popular.

El 23 de abril, el periódico Granma, órgano oficial del comité central del Partido
Comunista de Cuba, llamó a las organizaciones de masas a iniciar un proceso de
discusión activa en asambleas y reuniones que programaron estas mismas, a partir
del día 28.

El presidente de la comisión redactora había manifestado días antes la intención de


los dirigentes al entregar el anteproyecto a las masas para su debate general:
"Pensamos que al final de la discusión —dijo— este documento habrá sido
notablemente mejorado con las proposiciones que vengan de las masas y tendrá su
carácter definitivo en el congreso del Partido, que lo convertirá en proyecto para
someterlo posteriormente al referéndum de todo el pueblo."

Así, el anteproyecto —un preámbulo, 12 capítulos y 141 artículos sobre los


fundamentos políticos, sociales y económicos del Estado, ciudadanía, familia,
educación y cultura, igualdad, derechos, deberes y garantías fundamentales, órganos
locales del Poder Popular, tribunales y fiscalía, sistema electoral y finalmente los
procedimientos de su propia reforma— fue discutido primero por los militantes del
Partido y la Juventud y luego pasó a las diversas organizaciones de masas: la Central
de Trabajadores de Cuba (CTC) y sus 23 sindicatos nacionales, la Asociación
Nacional de Agricultores Pequeños (ANAP), la Federación de Mujeres Cubanas
(FMC) y los Comités de Defensa de la Revolución (CDR), Federación de Estudiantes
de la Enseñanza Media (FEEM) y Federación de Estudiantes Universitarios (FEU).

El documento también fue entregado —característica peculiar de la Revolución


cubana— a los diferentes institutos militares de las Fuerzas Armadas Revolucionarias
(FAR). Además, se pidió el parecer a funcionarios y dirigentes del aparato estatal,
especialmente a aquellos cuyas actividades tienen relación con cuestiones jurídicas y
políticas.

El mismo 23 de abril, Granma aconsejaba: "La calidad debe regir a lo largo del
proceso; para ello debe observarse el calendario de las asambleas y la celebración de
asambleas y seminarios preparatorios, pero debe tenerse presente que el papel de
los orientadores es solamente referido a la aclaración de dudas o de algún concepto,
pero en ningún caso influir con su criterio a las masas, quienes libremente deben
decidir lo que consideren más oportuno en cada caso."

El 16 de julio de 1975, la comisión de aseguramiento y organización interna del


primer congreso del Partido dio a conocer las cifras oficiales de este proceso,
caracterizado tanto por su masividad como por el espíritu analítico y la seriedad con
que se desarrolló.

De la tabulación de los resultados se desprende que:


a] Los núcleos del Partido Comunista de Cuba (PCC) llevaron a cabo la discusión
en 19 471 reuniones, que contaron con la presencia de 159 853 militantes.

b] La Central de Trabajadores de Cuba (CTC) realizó 42 312 asambleas en todo el


país, con participación de 1 619 657 trabajadores.

c] La Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (ANAP), realizó 6 157


asambleas, con participación de 210 499 agricultores pequeños.

d] Los Comités de Defensa de la Revolución (CDR), realizaron 70 812 asambleas


de discusión, con asistencia de 2 064 755 cederistas, destacando la presencia
femenina.

e] La Federación de Mujeres Cubanas (FMC), realizó 47 958 asambleas, con


asistencia de 1 568 036 federadas.

f] 361 314 estudiantes afiliados a la Federación de Estudiantes de la Enseñanza


Media (FEEM), analizaron el anteproyecto, en tanto que 20 527 universitarios
también lo discutieron a través de las 1 125 reuniones organizadas por la Federación
de Estudiantes Universitarios (FEU).

Finalmente, el órgano oficial del comité central del PCC explicaba que al culminar el
proceso de discusión en la base, "recogidas las opiniones y sugerencias de las masas
que serán canalizadas a través de sus direcciones nacionales, la comisión preparatoria
del primer congreso hará los ajustes correspondientes para someterlas al congreso del
Partido. Después volverá el pueblo a participar para que se diga sí o no a través del
voto universal secreto y directo en el referendo".

Así, durante casi dos meses, el anteproyecto de Constitución socialista corrió entre
manos obreras y campesinas, pasó por cada cuadra y se adentró en fábricas, centrales
cañeros, bases campesinas, universidades y escuelas, organismos y unidades
militares.

Los talleres, salones de actos, centros sociales obreros y hasta las calles y aceras —
donde generalmente se reúnen los CDR— remplazaron a los lujosos hemiciclos del
antiguo parlamento, hoy convertido en la Academia de Ciencias de Cuba.

El pueblo legislando

Un CDR ubicado en pleno centro de El Vedado, antiguo barrio acomodado de La


Habana. En la mesa directiva, el presidente y el secretario ideológico del CDR, quien
toma nota de las propuestas. En medio de los dos, un cederista joven encargado de
leer, en voz alta y con claridad, los seis primeros capítulos del anteproyecto. Las
imágenes de Fidel, de Martí, del Che y de Camilo, estampadas en grandes afiches,
parecen participar de la asamblea junto a la cincuentena de vecinos del barrio. Es el
28 de mayo de 1975...

Ha terminado la lectura del capítulo I sobre "Fundamentos políticos, sociales y


económicos del Estado". Las manos se han alzado pidiendo la palabra. Un trabajador
desde el fondo de la sala: —Propongo que se le dé a Cuba el nombre oficial de
República Socialista. Esto ya fue propuesto por un obrero tabacalero de la fábrica
"Corona", pero yo quiero agregar algo. Aunque siempre hablamos de república, nos
referimos a una república mediatizada. Porque, la verdad, nosotros nunca hemos
tenido una república en la historia pasada. Pasamos de una forma de colonia a otra
forma de colonia. Realmente es ahora cuando tenemos una verdadera república...
pero es una república socialista. Por lo tanto, el texto constitucional debe decir que
nuestro país es una república socialista.

—La proposición del compañero puede ser válida, pero hay que tomar en cuenta que
el artículo primero explica bien el carácter socialista de la nueva República.

La voz se ha alzado desde un costado de la sala. Se trata de un profesor que vive en el


barrio.

—Allí se dice claramente —prosigue— que "la República de Cuba es un Estado


Socialista de obreros y campesinos y demás trabajadores manuales e intelectuales".
Fíjense bien... "Estado Socialista.. ." Y además hay otra cosa. La modificación del
nombre implicaría una serie de cambios costosos. Habría que modificar todo tipo de
documentos existentes en el país, las inscripciones de nacimiento, la moneda e
incluso los convenios firmados con otros países. Todo eso tendría que cambiar. Yo
planteo esto para que se piense en las dificultades que puede implicar este cambio de
nombre.

El debate se ha iniciado.

—Yo no estoy de acuerdo con el compañero, manifiesta un trabajador. Ya no somos


una República a secas, por lo que considero que el nombre debe corresponder a la
realidad. Yo entiendo que algún día deberemos darnos el verdadero nombre y, por lo
tanto, de todas maneras vamos a tener que cambiar nuestra moneda y arreglar nuestra
documentación, vaya... Considero que ahora que se va a aprobar la Ley Fundamental
de Cuba Socialista, el nombre que debe presidir nuestra República es el de República
Socialista de Cuba... y no demorar más el cambio porque algún día tendremos que
efectuarlo de todas maneras.

—Compañero presidente, ¿me permite?

La interrupción ha sido hecha por un compañero de edad, vestido de verde olivo.

—Por supuesto, adelante nomás.


—Gracias,... miren compañeros, nosotros no tenemos reminiscencias aquí de lo que
es el capitalismo, como no sea en la conciencia de alguno que quede por ahí. Aquí no
existe nada que no se haya socializado, que no se haya estatizado completamente. Y
aquí hay un sólo Partido... el de los trabajadores. Por lo tanto, estamos en una
condición bien especial. ¿Qué es lo que somos desde que Fidel dijo el 16 de abril de
1961 que éramos socialistas...?, ¿qué es lo que somos, entonces? Si lo hemos sentido
hasta a través del canto de los niños... ¡Somos socialistas! Y ésta es la primera
Constitución socialista de América. Y nosotros, en memoria de los antecesores, como
se dice en el preámbulo, tenemos que reconocer un cambio de nombre por primera
vez después de cien años de luchas.

—Fíjate compañero, te repito textualmente: —observa el profesor y lee en el


anteproyecto—: "La República de Cuba es un Estado Socialista de obreros y
campesinos y demás trabajadores manuales e intelectuales." ¿Ustedes quieren algo
más de lo que se dice en el artículo primero? A nuestro juicio, el cambio de nombre
no tiene relevancia. Y recuerden, esto ya fue sometido a consideración del buró
político donde hay hombres que han estudiado profundamente este problema... y
seguro que no iba a pasar desapercibido.

—Pero, ¿qué tú estás diciendo, chico? —dice el trabajador anterior con gesto de
asombro—. Yo también sé que incluso algo ha dicho del nombre el compañero Blas
Roca, que preside la comisión del anteproyecto de constitución... pero, vamos a
aclarar, vamos a aclarar... Nosotros estamos aquí para discutir y hacer nuestras
proposiciones, y uno puede incluso discrepar hasta del compañero Blas Roca.

—Sí, compañero, yo también estoy de acuerdo con eso —señala una muchacha
apoyándolo con decisión—. Es inaceptable la objeción que plantea el compañero.

—Está bien, compañeros, está bien —exclama el profesor a la defensiva-—. Pero yo


también considero que el socialismo es una situación transitoria, un Estado político-
social de nuestra república camino del comunismo. Vamos a ocasionar un gasto
enorme de dineral en un simple cambio de nombre y en una cosa transitoria. Nuestra
opinión es que nuestro país se llame por mucho tiempo República de Cuba.

—Y... ¿cómo la URSS pone en su nombre: Unión de Repúblicas Socialistas


Soviéticas? —pregunta el trabajador que inició la discusión.

El profesor, demostrando sus conocimientos acerca de la Revolución rusa:


—Vaya... es muy interesante lo que el compañero dice, pero no es menos cierto que
ellos iniciaron desde un comienzo su proceso con ese nombre y desde los primeros
decretos sobre la tierra, todos los demás llevan el nombre de "socialista". Ellos no
han tenido entonces que hacer cambios de envergadura como sería necesario hacerlos
aquí.

—Fíjate, compañero, si ya alguien dijo que algún día habría que hacerlos, ¿por qué
no aprovechamos ahora la ocasión entonces? —dice el trabajador ya mencionado.
La discusión está tocando a su fin. Corren los comentarios entre los cederistas.
Muchas manos gesticulan, dando expresión viva a las opiniones que a veces suben de
tono, pero nadie más pide la palabra. El presidente da por terminada la discusión y
somete el proyecto a votación.

Más de 40 brazos se alzan cuando éste pregunta quiénes están de acuerdo con el
cambio de nombre. Menos de una decena vota en contra. Como siempre, nadie se
abstiene. Todos tienen una opinión.

El Regional "10 de octubre" es uno de los más populosos de la capital cubana. En el


CDR número 26 "Josué País" se acaba de dar fin a la lectura de los seis primeros
capítulos del anteproyecto de constitución. Esta vez, la asistencia ha desbordado el
pequeño local y los vecinos de la cuadra se amontonan en la puerta y en la acera.
Indudablemente hay mayor asistencia femenina. El debate comenzó temprano y los
varones aún no acaban de retornar del trabajo.

—¿Alguien tiene algo más que proponer sobre este capítulo?— pregunta el
presidente del CDR.

—Más bien una opinión, ya que todo está muy claro —dice una voz—. Es para
apoyar eso de que se permite a cualquier persona creer libremente en lo que desee.
Aquí no se le prohíbe a nadie que crea, pero si utilizan la religión para ir contra los
principios de la patria, eso sí que el Estado no lo permite —figúrate—. Cada uno
puede creer en lo que desee, religiosamente como se dice en forma vulgar. Pero el
Estado, como Estado del pueblo, también se atribuye el derecho contra aquellos que
utilizan la religión para ir contra los derechos del mismo pueblo.

—¿ Todos están de acuerdo... ? —pregunta el presidente.

—Todos —han dicho muchas voces; otras han dicho "sí", y muchos han afirmado con
la cabeza.

Un obrero de la construcción, microbrigadista en Habana del Este, había leído antes


el artículo correspondiente: "Artículo 54. El Estado Socialista, que basa su actividad
y educa al pueblo en la concepción científica materialista del universo, reconoce y
garantiza la libertad de conciencia, el derecho de cada uno a profesar cualquier
creencia religiosa, y a practicar, dentro del respeto a la ley, el culto. a su preferencia.
La ley regula las actividades de las instituciones religiosas. Es ilegal y punible oponer
la fe o la creencia religiosa a la Revolución, a la educación o al cumplimiento de los
deberes de trabajar, defender la patria con las armas, reverenciar sus símbolos y los
demás deberes establecidos por la Constitución."

Anteriormente, una muchacha vestida con el uniforme de las Fuerzas Armadas


Revolucionarias (FAR) , había dado lectura al artículo 44 referente al trabajo en la
sociedad socialista, que suscitó una interesante discusión.
El artículo en cuestión dice así: "El trabajo en la sociedad socialista es un derecho, un
deber y un motivo de honor para cada ciudadano. El trabajo es remunerado conforme
a su calidad y a su cantidad; al proporcionarlo se atienden las exigencias de la
economía y la sociedad, la elección del trabajador y su aptitud y calificación; lo
garantiza el sistema económico socialista, que propicia el desarrollo económico y
social, sin crisis, y que con ello ha eliminado el desempleo, y ha borrado para siempre
el paro estacional llamado 'tiempo muerto'. Cada ciudadano está en el deber de
cumplir cabalmente las tareas que le corresponden en su empleo."

Terminada la lectura del artículo interviene un trabajador negro muy alto, que asoma
la cabeza por encima de un grupo de mujeres al fondo de la sala.

—Yo tengo algo que proponer aquí. Nosotros sabemos que para recibir todos estos
beneficios que plantea la ley debemos trabajar y aquí no hay ningún artículo que
hable de aplicar sanciones contra las gente que no trabaja y vive como parásito.

Una mujer pelirroja que tiene un ejemplar del anteproyecto en la mano lo


interrumpe:

—Existe una ley contra la vagancia y además en el capítulo VI, en su primer artículo
se dice que el trabajo en una sociedad socialista es "un derecho, un deber y un motivo
de honor para cada ciudadano..."

—Está bien, pero como aquí en el anteproyecto se establecen sanciones, por ejemplo
contra los que usen las religiones para atentar contra el Estado, ¿por qué no fijar
sanciones para los que no trabajan? —pregunta el trabajador negro.

—Verdad —dice la muchacha— ...efectivamente en este artículo no se dice en


ninguna parte que el que no trabaja será sancionado. Como existe esa ley sería
cuestión de adicionar que el que no trabaja será sancionado de acuerdo con la ley de
vagancia.

—Se debe aclarar que las sanciones son para los que estén aptos para trabajar y no
trabajen ni estudien—señala una voz al fondo de la sala.

—Por supuesto, chico, para los que están aptos —afirma el trabajador negro.

—La ley socialista dice que el que no trabaja no come —sostiene el joven miliciano
—. Todo el mundo tiene que trabajar o estudiar,... o si no, sanciones.

—Sí, pero hay que hacer una aclaración, compañero —insiste la muchacha— porque
la ley sanciona al hombre que no trabaja, pero no ocurre lo mismo con la mujer.

—Debería sancionarse igualmente a los dos entonces, ya que si la mujer reclama los
mismos derechos que el hombre, debe recibir los mismos castigos —sostiene muy
agresivamente un viejo trabajador.

—Aguanta compañero —lo interrumpe la mujer pelirroja— que todavía no están


dadas todas las condiciones para que la mujer trabaje. Se están dando pasos hacia
allá. Yo creo que no se debería plantear sanciones para la mujer que no trabaja...

El trabajador negro algo molesto por verse envuelto en esa discusión:


—Vaya. .. yo quiero aclarar que al hacer mi proposición yo no he hablado de la
mujer. Ésa ha sido una cuestión planteada por Jaime. Yo también estoy de acuerdo en
que aún no existen condiciones... Lo que pasa es que nosotros estamos contemplando
el perjuicio que causan los que viven sin trabajar. Serán pocos, pero los hay... Hoy
nomás, a las dos de la tarde había un hombre gordo, grande, fuerte y elegante
tratando de robar en una bodega.

La risa estalla de inmediato.


—Mira, Ricardo, aquí se dice que el trabajo es un derecho y un deber, yo creo que ya
está recogida tu preocupación —remarca la mujer pelirroja.

—Sí, pero yo estoy planteando la sanción —dice el trabajador negro.

—Si nosotros proponemos que la ley sancione al que no trabaja habría que hacer una
excepción respecto de la mujer, ya que todavía en nuestro país no existen las
condiciones objetivas para que todas las mujeres trabajen—explica la muchacha—. Y
no se puede plasmar en una ley general, como es la Constitución, una cuestión
particular como la que analizamos. Entonces, resulta que tu proposición plantea ese
problema.

—¡Muchacha, tú tienes toda la razón! Efectivamente, si aún no existen condiciones


objetivas, la ley no puede entrar en vericuetos ni nada... tiene que aplicar leyes
generales y si la proposición plantea el inconveniente ese con la mujer, pues... ¡Abajo
entonces mi proposición! —exclama con mucho énfasis el trabajador negro.

Una risa general aprueba la decisión del compañero.

Cuando en julio de 1975 la comisión del aseguramiento y organización interna del


primer congreso del Partido concluyó el proceso de tabulación de las proposiciones
realizadas por las masas durante los debates de mayo y junio, se descubrió que en las
casi 170 mil asambleas realizadas en el país, los temas siempre presentes fueron los
del cambio de nombre de la República, la inclusión de un nuevo artículo que
consigne el uso del español como única lengua oficial, y otro que establezca que la
moneda oficial cubana es el peso, aunque, a lo largo de todo el país, se hicieron las
adiciones y modificaciones que alcanzaron en la práctica tanto al preámbulo como a
los doce capítulos que forman parte del anteproyecto.

Mientras duró el proceso de discusión popular, los medios de comunicación


orientaron metodológicamente el debate, siempre bajo la explícita condición de no
influir en la toma de decisiones de las masas. Al aporte de material informativo e
histórico, la prensa escrita creó secciones especiales de preguntas y respuestas, la
televisión difundió programas especiales de entrevistas a miembros de la comisión
redactora. Igual cosa hicieron las revistas. La radio transmitió a diario comentarios de
Blas Roca.

Los dos hemiciclos del Capitolio de La Habana no hubieran dado abasto para recibir
a más de cuatro millones de legisladores procedentes de toda Cuba...
CUADRA POR CUADRA

Vigilancia colectiva frente a la contrarrevolución

"Vamos a establecer un sistema de vigilancia colectiva, vamos a establecer un sistema


de vigilancia revolucionaria. Y vamos a ver cómo se pueden mover aquí los lacayos
del imperialismo, porque, en definitiva, nosotros vivimos en toda la ciudad, no hay un
edificio de apartamentos de la ciudad, ni hay cuadra, ni hay manzana, ni hay barrio,
que no esté ampliamente representado aquí. Vamos a implantar, frente a las campañas
de agresiones del imperialismo, un sistema de vigilancia colectiva revolucionaria y
que todo el mundo sepa quién es y qué hace el que vive en la manzana; y qué
relaciones tuvo con la tiranía; y a qué se dedica; con quién se junta; en qué
actividades anda. Porque si creen que van a poder enfrentarse con el pueblo
¡tremendo chasco se van a llevar!, porque le implantamos un comité de vigilancia
revolucionaria en cada manzana... para que el pueblo vigile, para que el pueblo
observe y para que vean que cuando la masa del pueblo se organiza, no hay
imperialista ni lacayo de los imperialistas ni vendidos a los imperialistas ni
instrumento de los imperialistas que pueda moverse."

Estas palabras fueron pronunciadas por Fidel Castro el 28 de septiembre de 1960.


Empezaban ya a vislumbrarse las maniobras del imperialismo para obstaculizar el
proceso y la contrarrevolución interna estaba en plena efervescencia. Se sucedían
actos de sabotaje, de terrorismo.

"No sabíamos de dónde provenían las piedras, los palos, todo, contra los compañeros
que en aquel momento salían a las calles a defender nuestra Revolución", nos dice
Ildelina, secretaria de organización del CDR "Miguel Fernández Roig" de La Habana.

A partir de aquel momento —y aun cuando el pueblo, espontáneamente, ya había


creado algunos comités de vigilancia— comienzan a surgir, a lo largo y ancho del
país, los Comités de Defensa de la Revolución.

Trascurrieron 78 días febriles desde que comenzaron a germinar hasta el momento en


que tendrían que pasar su prueba de fuego: la organización, la voluntad del pueblo,
esa fuerza de que hablaba Fidel, se puso toda en tensión el 17 de abril de, 1961, día
de la invasión mercenaria de Playa Girón.

"Cuando Girón —cuenta Ildelina— los CDR le dieron aquí 'jaque mate' a la
contrarrevolución, a los gusanos y supimos detectarlos en cada cuadra, en cada casa.
Los inmovilizamos a todos. Esa quinta columna la detuvimos nosotros."

Eran solamente poco más de 8 mil en toda la isla cuando llega la invasión
mercenaria. Y cumplen —en cuestión de horas— la orden entregada por el
Comandante en Jefe: redoblar la vigilancia.
Al apresárseles oportunamente, no sólo se evitó que los traidores internos realizaran
sus actividades subversivas y alteraran el orden público, sino que además, fueron
descubiertas grandes cantidades de artículos de primera necesidad y divisas,
mantenidas ocultas por acaparadores y especuladores.

El trabajo continúa y la nueva organización crece y se desarrolla. Civiles y militares,


trabajadores, amas de casa, ancianos y muchachos se incorporan activamente a las
múltiples tareas qué comprenden los comités.

"Mira —dice Ana, coordinadora de la zona núm. 13 de La Habana—, la organización


de los Comités de Defensa es un instrumento importante de la Revolución. Es una
organización en que pueden estar y están miembros de otras organizaciones;
encontrarás igual a un miembro de las FAR como a un anapista o una federada o un
militante del Partido. Fíjate, todo eso en solamente tres letras: CDR. Porque aquí todo
el mundo es cederista. No todo el mundo es militante, no todo el mundo es federada,
pero todo el que está dispuesto a defender la Revolución es cederista."

Después de la derrota de los mercenarios de Girón, los CDR crecieron


numéricamente y llegaron a tener, a fines de ese mismo año, cien mil comités y
medio millón de miembros vigilando en todo el país.

A partir de ese momento también, se institucionalizó la guardia por cuadra en los


pueblos y ciudades. Cada noche, uno o dos cederistas, por turno planificado, vigilan
en la práctica todo el país.

Este tipo de vigilancia duró hasta 1969. Hoy, cuando ha desaparecido el peligro de la
contrarrevolución, solamente se cuidan los puntos estratégicos de la cuadra, aunque
siempre se está alerta para movilizar a todo el pueblo ante cualquier amenaza
inminente del imperialismo.

En un comienzo, la vigilancia del pueblo no se limitó sólo al lugar de residencia. Los


actos públicos, las concentraciones, los espectáculos, como el cine y el teatro, y
muchas otras actividades, contaban con cederistas que velaban por la disciplina y el
orden. Los provocadores de aquella época eran severamente sancionados por la
propia masa.

Las tareas crecen

Ildelina sigue recordando aquellos momentos de intensa actividad:

"No hay tarea que nuestro Comandante en Jefe le ponga a los CDR que el pueblo
trabajador, unido cuadra por cuadra, no cumplimente. Empezamos por la vigilancia
revolucionaria. Fue la primera tarea, la primera que nos dio Fidel. Después siguió lo
que fue la tarjeta de la manteca y los distintos artículos hasta que llegó la libreta. Y
así sucesivamente, tarea tras tarea."

La subsistencia comercial de Cuba capitalista estaba basada —en altísimo porcentaje


— en la importación procedente de los Estados Unidos. En 1960 ya el imperialismo
norteamericano blandía el garrote del bloqueo económico contra la Revolución.

Las grasas comestibles —manteca y aceite— controladas por los consorcios de


Chicago, comenzaron a escasear, La mayoría de los almacenistas y bodegueros, por
su parte, ocultaban la mercadería con el criminal afán de lucro, de especular con la
necesidad de los trabajadores.

Y los Comités de Defensa jugaron su papel. Con el fin de regular la distribución y


venta de las grasas comestibles con espíritu de equidad, el gobierno revolucionario
dictó la medida de realizar un censo: el "Censo de la Manteca", tarea que cumplieron
los CDR, regularizando la venta de este producto.

También por aquellos días comenzaron las dificultades con otros artículos de primera
necesidad. La especulación arreciaba. Los Comités de Defensa confeccionaron
tarjetas de control de clientes y pizarras para anunciar los artículos en existencia.

Pero se hacía necesario un plan general para la regulación de los artículos de primera
necesidad. Se creó al fin el plan de la libreta, con la que se garantizaba a cada núcleo
familiar la alimentación necesaria. Se promulgó la Ley 1015 del 12 de marzo de
1962, creando la Junta Nacional para Distribución de los Abastecimientos. Por la
resolución núm. 2 de este organismo, se encomendó a los CDR la fiscalización de la
distribución de los alimentos.

Pero no solamente este aspecto comenzó a controlar el pueblo cubano.

Las vacunaciones masivas, las donaciones de sangre, el ahorro de materias primas, la


prevención social, actividades culturales y deportivas, trabajo voluntario y mucho
más, es el trabajo de cada día de los Comités de Defensa. Prácticamente no hay nada
en el país en que esta organización no juegue un papel de fundamental importancia.

"Nosotros somos territorio libre de poliomielitis —cuenta Ildelina—. ¿Sabes tú lo que


es eso? En 24 horas el pueblo vacuna aquí a todos los niños. Ustedes saben ya que los
Comités, como organismos de masas, son aquí quienes de verdad llevan el peso de
todas las tareas de la Revolución. Y el Partido descansa en los CDR, el Partido los
dirige, pero sabe que en lo que es Comités, tiene la fuerza mayoritaria. Porque aquí
estamos todos: amas de casa, trabajadores, militantes, no militantes, el pueblo en
general. Es una organización bella y nosotros estamos orgullosos de pertenecer a
ella... y pertenecemos... y somos fundadores... y estamos conscientes de nuestra
responsabilidad, de lo que hemos hecho y lo que nos queda por hacer..."
Entre esas innumerables tareas, Ana recuerda la que a su zona le trajo tantas
satisfacciones:

"Aquí mismo, una noche, cuando la crisis de octubre en el 62, se formaron en unas
horas... —le pregunta a su compañera— ¿cuántas Edelmira? ... ¿80? Sí, 80 brigadas
sanitarias. Y se formaron con una sonrisa, porque es que en este país no se tiene
miedo a la muerte, aquí no se tiene miedo para nada a la muerte. ¿Usted no ha visto
cómo se ríe el cubano? Siempre riendo. Eso es lo que más rabia le da al imperialismo.
Nosotros no lloramos nunca, no tenemos por qué llorar. El tiempo de las lágrimas
pasó y nuestros mártires no han muerto para ser llorados. Todo lo contrario. Estamos
construyendo; día a día el pueblo recibe alegrías, triunfos. Antes no era tan así, había
mucha preocupación para que no nos arrebataran lo que ganamos con fuerza y con
sangre. Nosotros no salimos como antes a la calle, siempre pensando contra quién
teníamos que luchar. El tiempo le ha dado asentamiento a las cosas. Le amarramos las
manos al imperialismo. Está allí, muy cerca, pero amarrado. ¿Nosotros?, aquí,
riéndonos en nuestra pequeña islita, laborando, trabajando, preocupándonos a ver si
hay un hombre más y una mujer que entre a trabajar para dar más engrandecimiento a
nuestra patria."

Edelmira, una anciana cederista responsable del frente de salud, que ha escuchado
con atención las palabras de la compañera, agrega:

"Yo creo que sin los Comités el gobierno no hubiera podido realizar la tarea que está
realizando. Porque es que no cuenta con material humano suficiente. Nosotros
vacunamos, nosotros captamos a las embarazadas para que no fallen en sus controles
mensuales, nosotros tratamos a los distróficos, a los prematuros, la higiene en la casa,
la gastroenteritis, que vayan de inmediato al médico. Porque eso nos dio la
Revolución, la medicina gratis, para todo el mundo..."

El trabajo voluntario, por otra parte, es una de las características de esta organización.
A partir de 1961, con las primeras movilizaciones a la zafra del pueblo, con la
alfabetización y con la recuperación de materias primas, cobró su sello distintivo.

Hoy, los domingos de cada semana, cientos y cientos de cederistas hermosean sus
calles, pintan sus casas, arreglan sus jardines. Hombres, mujeres y niños participan en
esa labor. Pero también, cuando la Revolución los necesita en otras tareas, como el ir
al campo a recoger café, o a la caña, son miles de ellos los que participan.

"Mira —dice Ana— la recogida de tomates, de café, de papas, de cualquier cosa,


siempre cuenta con un gran número de cederistas. Se nos llama y hay que tener
cuidado. Porque ahí puedes tener 18 camiones llenos, que los echan para atrás porque
no se necesitan tantos voluntarios. Porque es el pueblo, un pueblo entero el que sale.
Así es que hay que tener mucho cuidado cuando se da la orden, porque no va uno ni
dos, son cientos... no hay una carretera tan grande para todos nosotros."
También los Comités desarrollan otras actividades importantes. Entre ellas, por
ejemplo, la de haber tenido una activa participación en la reorganización judicial del
país, el contribuir al trabajo y elección de los jueces populares y la creación de los
tribunales populares.

La estructura de los Comités de Defensa

"Tenemos en nuestro CDR un presidente que es el responsable de todo y es elegido


por todos nosotros, como los encargados de los demás frentes. Tenemos un secretario
de organización y responsables de distintos frentes como vigilancia, trabajo
ideológico, educación y cultura, movilización y control popular, salud pública,
ahorro, CDR-FAR, trabajo social y solidaridad —dice Alejandro, integrante del
mismo Comité que Ildelina." La estructura organizativa responde a la división
territorial, política y administrativa del Estado y del Partido, aunque cuenta con dos
niveles más: la zona y la cuadra.

En los otros niveles y en la dirección nacional existe un coordinador, un organizador


y los frentes ya descritos, más un responsable de prevención social y de servicios de
relaciones exteriores.

Los cuatro millones de cederistas que existen en Cuba no solamente participan, sino
que actúan, analizan y exponen en toda su magnitud los problemas que existen en
cada barrio. De la anciana, del trabajador, del muchacho, surgen muchas veces las
soluciones esperadas.

Verdaderos juicios a los servicios para la comunidad

Periódicamente un barrio completo se convulsiona por unas bulliciosas reuniones que


se efectúan, por lo general, en las calles. Allí se evalúa el funcionamiento de los
diferentes servicios que recibe la comunidad.

Se trata de las asambleas de servicios, una de las actividades más importantes que
realiza el pueblo cubano organizado. Están enmarcadas dentro del frente de consumos
v servicios, de reciente creación. Son convocadas por los dirigentes de las respectivas
zonas y van a ellas —aparte de los vecinos— los responsables de cada una de las
unidades comerciales que existen en el barrio.

Se discute todo. Los cubanos en estas ocasiones no conocen de inhibiciones para


plantear sus quejas. Pero no sólo eso. Despliegan además su ingenio para sugerir
mejoras y participan en la realización de las mismas. Desde el problema de la plaga
de mosquitos, hasta el sugerir la colocación de una cafetería en tal o cual lugar es
discutido por el conjunto de cederistas.
—Yo quisiera decir que los compañeros de saneamiento del policlínico deberían
venir a fumigar como lo hicieron hace un año, casa por casa, porque la verdad es que
los mosquitos se lo están comiendo a uno...

Así comenzó la asamblea de servicios de la zona núm. 8 de Lawton; un barrio


periférico de La Habana. Allí, durante dos horas, más de 70 personas discutieron y
analizaron sus problemas. La reunión se realizó en un local abierto naciendo esquina.

Una señora gruesa fue la que inició la asamblea. Al exponer el problema, su


vecina asiente con la cabeza y señala:

—Yo iba a plantear lo mismo.

—Mira compañera —responde rápidamente una enfermera que está de pie en un


costado— yo trabajo en el policlínico y ya se ha iniciado una campaña para fumigar.
Lo que pasa es que no hay compañeros suficientes para ir a fumigar casa por casa.

Se nota a la gente preocupada por el tema y hablando entre ellos. Cada cierto tiempo,
producto del clima húmedo y de las lluvias tropicales, surge una plaga de mosquitos
que se incuban en los charcos y pozas. Cada cierto tiempo, los organismos de salud
fumigan. Esto es constante preocupación de los cubanos y en todas las reuniones
surge el tema...

—Nosotros sabemos la preocupación que tiene nuestro gobierno revolucionario por


el saneamiento, la salud pública, e incluso nosotros no somos espectadores sino
actores de estas campañas —dice un trabajador negro que está sentado en la primera
fila—. Pero la compañera tiene, razón —prosigue— en insistir en este punto, nos
dormimos en los laureles y no nos acordamos nunca más de que las cucarachas se
reproducen, que los mosquitos se reproducen y que la campaña tiene que seguir
constantemente. Debe ser preocupación nuestra fundamentalmente, ¿no?

—Está bien que se insista en esto, pero no hay que olvidar que el policlínico tiene
muchas campañas. Está por ejemplo la campaña de matar perros enfermos y vagos en
las calles. Hay poco personal y hay que distribuirlo en varias campañas, no sólo en
una —responde la enfermera.

—En la cuadra se está formando una poza —se refiere a un pozo séptico—. Yo he ido
directamente al policlínico y no vino nadie. El excremento corre por la casa y hay
siete niños en esa casa. Yo quisiera que un compañero me explicara dónde tenemos
que ir a plantear esto. ¡Nosotros estamos dispuestos a llegar al comité central si es
necesario! —dice una voz desde atrás.

Todos estos problemas son recogidos en actas, que luego pasan al organismo superior
administrativo, quien debe entregar alguna respuesta.

—Anotaremos su queja y haremos las gestiones necesarias —señala el dirigente de la


zona, que preside la asamblea. Y luego, dirigiéndose a los vecinos allí reunidos les
pregunta:

—¿Alguien quiere plantear algo más sobre el policlínico?

Se oyen murmullos en la sala pero nadie toma la palabra. El dirigente anuncia


entonces que se pasará al problema de los refrescos.

Un poco tímidamente, una joven trabajadora:


—La última vez me quedé sin refrescos. Nunca se sabe cuándo los van a repartir.

—A nosotros —dice la encargada de la bodega— nos avisaron tarde de la


distribución de los refrescos. Los compañeros que los reparten no tuvieron por lo
tanto la culpa. Pero si la próxima vez no recogen a tiempo, ahí sí que será la culpa de
ellos. Hay otra cosa... las cajas de los refrescos hay que dejarlas fuera del local,
adentro no caben y si se roban las botellas deberá ser el pueblo el que pague.

—Yo no entiendo eso de que si se roban las botellas, sea el pueblo el que tenga que
pagarlas —replica un mulato desde el rincón haciendo gestos de extrañeza.

—Yo tengo la solución —señala una señora de cabellos blancos—. Con un poquitico
de tela metálica que diéramos, cada uno podría cerrarse un pedazo de portal. Tendría
que ser bien tupida para que por los hoyos no pudiera entrar la mano de una persona.

Los vecinos hacen gestos de aprobación y la proposición es adoptada como una


resolución de la asamblea.

Surgen comentarios en distintos sectores de la sala que son interrumpidos por el


dirigente:

—¿Nadie tiene más nada que plantear en relación a la bodega? Es el momento de


decirlo, porque aquí están los representantes de las bodegas de la zona que pueden
responder a sus preguntas.

—Yo quiero plantear una preocupación generalizada: el problema de la malta y la


cerveza —dice el trabajador de la primera fila—. Los núcleos familiares tenían antes
garantizada una cajita de cerveza. Ahora con esa medida de "por la libre" alcanza sólo
para algunas personas, porque si hay una familia que tiene 30 cajas y quiere llevarse
30 cajas, se las puede llevar. Nosotros no entendemos eso. El que existan productos
"por la libre" no puede convertirse en libertinaje. Si yo puedo llevarme 50 cajas y el
resto del pueblo se queda sin cerveza, no hay una distribución equitativa y como
corresponde. Hay una distribución de privilegio. El que tiene mayor cantidad de
botellas y llega primero se las lleva todas. Yo creo que hay que averiguar si esa
orientación es realmente así o si hay un error de aplicación.

Desde hace pocos meses atrás, el gobierno revolucionario comenzó a liberar algunos
productos que antes se vendían racionadamcnte a través de la libreta. A raíz del
bloqueo ejercido sobre el pueblo cubano, debió utilizarse este sistema para distribuir
equitativamente muchos productos de consumo. Hoy, los trabajadores comienzan a
tener acceso a algunos de esos productos, ya liberados. Sin embargo, el hecho de que
no existan cantidades suficientes para responder a una elevada demanda, produce los
problemas que vemos reflejados aquí.

—La orientación es "por la libre" —insiste la jefa de las bodegas—, así es que si una
persona quiere llevarse 30 cajas, puede hacerlo. Sin embargo, en forma particular mía
yo he orientado de que vendan una caja por persona, así es que si hay 30 cajas,
alcanzan para 30 personas. Pero si una persona insiste en llevarse —por ejemplo—
15 cajas, el bodeguero tiene que dárselas, porque la orientación que viene es de venta
"por la libre".

—Eso es lo que no entiende el pueblo —dice acaloradamente el mismo compañero—


Está dispuesto así, pero debe oírse al pueblo, porque si no, estamos mal. Hay un
clamor general de que está mal la disposición esa. Entonces, debe entrar a
reconsiderarse esa medida, porque fíjese, antes cada cierto tiempo, cada grupo
familiar tenía garantizada una caja de cerveza. Eso ahora lo han suprimido. Al
ponerla "por la libre" y no estar garantizado que todo el mundo pueda cogerla "por la
libre", lo que ocurre es una acaparación y una Reparación autorizada. Y esto se presta
¿sabe usted a qué? A que haya revendedores. A que se revenda y se haga negocio. Lo
que planteamos es que esta medida debe ser reconsiderada.

Un cederista que está de pie al otro extremo de la sala:


—Yo apoyo al compañero.

Se escuchan muchas voces que aprueban. Una mujer embarazada, que había
conversado mucho en voz baja con su compañera de asiento, se decide a intervenir:
—Yo quiero decir, respecto a la malta y a la cerveza, que eso es un producto de lujo y
que se cobra a mayor precio. Por eso ocurre que llega la cerveza hoy y a veces dura
10 días sin venderse. Tiene que tratarse de una persona que tenga una fiesta, un
motivito o algo así, para que se decida a gastarse 15 pesos en una caja de cerveza.

—Mire, seguimos sin entender la cosa —señala molesto el trabajador de primera fila
—. El pueblo no ha planteado aquí el problema del precio, sino un problema de
distribución, porque, aunque la pongan a peso o a cinco pesos, lo que importa es que
haya la oportunidad pareja para todo el mundo, ¿estamos claros? Lo que ha ocurrido
es que se elimina una distribución más equitativa para poner otra que, para nosotros,
es un tremendo disparate. Si ya se venía hace años con un sistema más justo, más
equitativo, más funcional, ahora, que de buenas a primeras, se le haya ocurrido a una
compañera o un compañero en un buró cambiar la disposición sin oír al pueblo, no es
correcto.

Pese a lo contundente del argumento, hay personas que salen en defensa del nuevo
sistema como, por ejemplo, el bodeguero de la esquina:

—No creo que se deba plantear la cosa así. Antes teníamos una sola unidad piloto
entre 13 y B. No había más ninguna en toda la zona. En este momento, tenemos una
unidad de cerveza en cada bloque, tenemos las pizzerías, donde llevamos tres o
cuatro botellas y nos venden cerveza. Quiero decir que la distribución ha cambiado
completamente. Yo creo que los compañeros que están arriba han mejorado mucho la
cosa. No lo están haciendo en forma incorrecta. Hemos ganado en calidad. El
problema es que la malta no alcanza para darle a toda la población. Pero la
orientación de venderla "por la libre" viene de arriba y no podemos cambiarla...

—No se trata de que nosotros la cambiemos —aclara el compañero.

El bodeguero reconoce, sin embargo, que la cosa tiene un vacío que habría que
corregir.

—A propósito de la pizzería —dice un hombre corpulento parado a un costado—. Yo


quisiera plantear algo sobre eso, porque hay algo muy raro y extraño. Usted va a la
pizzería y no hay agua. Le venden las pizzas y en el mismo local donde antes se
despachaban las pizzas, le venden pan con queso y usted puede tomarse toda la
cerveza que quiera. Yo creo que la cerveza debería venderse con la pizza y no con el
pan con queso.

—Volviendo a lo de antes —continúa el bodeguero—. El que distribuye aquí las


cervezas y las maltas soy yo. Es verdadero que la primera vez que vino "por la libre"
se llevaron cinco, siete, nueve cajas. Pero la última vez que vino, ya el dinero no es lo
mismo, entonces, quienes más se llevaron fueron dos cajas. Y cuando venga dos o
tres veces por semana, no habrá problema. Muchas veces hay cerveza hasta el día
siguiente, pero la malta es otra cosa. Como ustedes saben, siempre que aparece un
nuevo producto "por la libre", se hacen grandes colas, pero después, con el tiempo,
cambia eso.

—Yo no pongo en duda lo que dice el compañero, pero creo que la cosa no se
soluciona así —vuelve a insistir el trabajador de la primera fila—. Si es por falta de
dinero por lo que no se la llevan ahora, quiere decir que cuando tengan dinero
podrían acaparar. Lo que yo planteo es que hay que rectificar la regulación.

Los dirigentes que presiden la asamblea anotan cuidadosamente lo planteado. En la


próxima reunión, deberán traer algún tipo de solución, la respuesta del organismo
superior o bien, darán cuenta a la masa de qué gestión se llevó a cabo.

Como no hay más intervenciones sobre ese punto, se pasa al problema de las
tintorerías. Una muchacha joven, que todavía se nota agitada porque liego hace sólo
pocos minutos:
—Lo que voy a hablar sobre la tintorería a mí no me sucedió, porque yo no mando
ropa a la tintorería. Le sucedió a mi hermana con el pantalón de su esposo. Lo llevó a
lavar y a planchar. Le dieron cierto tiempo. Cuando lo fue a retirar lo revisó y la ropa
estaba más sucia que cuando ella lo mandó porque los bolsillos estaban con la borrilla
del cigarro y todo. Aquello estaba desastroso. Solamente lo habían planchado, pero
no lo habían lavado. Yo no sé si le habrá pasado a más personas, pero éste es un
servicio malísimo.

En Cuba las tintorerías están también en manos del pueblo. Como ocurre con muchos
otros servicios, es mayor la demanda que la capacidad instalada para cubrir
adecuadamente todas las necesidades.

—¿Es la tintorería núm. 16? —pregunta una anciana de cabellos blancos.

—No, no es ésa.

—Bueno, pero la 16 es igual. A mí me pasó lo mismo con un pantalón. Cuando lo


reviso, le veo la marca del menudo [de las monedas] y todo. Le digo a la compañera,
le enseño el pantalón. Me hace así —se encoge de hombros— y vira de espaldas y se
va. ¡ Yo no mando a lavar más ahí!

—Yo llevé un pantalón limpio para planchar y me lo devolvieron sucio —corrobora


la mujer embarazada.

Esto provoca la risa de los asistentes. El dirigente señala en voz alta a la secretaria de
actas que deberá citarse especialmente a los encargados de la tintorería para la
próxima asamblea. Una vez tratado este tema, se pasa al problema del "frozen". Éstas
son unas máquinas especíales que elaboran helados.

—Hay allí un aparato que elabora el "frozen" que tiene dos cositas ahí —dice el
trabajador de primera fila refiriéndose a los orificios por los que la máquina sirve el
helado—. Por una sale chocolate, y por la otra esa cosa blanca. En el centro, otra
cosita que saca el chocolate junto con el blanco: rizado de chocolate —así se le llama
en Cuba a la combinación de estos dos sabores—. Y yo digo que si quiero tomar un
"frozen" sólo de chocolate, por qué no me dan de chocolate sólo. ¡Ah, no! Es
obligatorio tomarse los rizados. ¿Por qué razón nos obligan a tomar rizado cuando
queremos tomar de chocolate?

—Yo me puse el otro día en la cola para tomar un "frozen". Llegó mi turno y no
me atendían nunca. Le dije a la niña que despachaba que iba a perder mi trabajo. No
me hizo caso. Tuve que irme sin poder tomar el "frozen" —cuenta la muchacha.

La secretaria pide más datos: —¿Cómo se llamaba la que la atendió? —No sé. Era
el martes a las tres de la tarde. La secretaria anota el día y la hora para investigar el
hecho. Luego, cuando ya no se plantea nada más acerca del "frozen", se pasa al
problema de la carnicería. Ratifican el buen trabajo de esa unidad. Se pasa entonces
al problema de la basura.
—El basurero llega hasta la calle Concepción y la esquinita, pero nunca barre la calle
—dice una mujer mulata muy corpulenta.

—En nuestra cuadra —responde sonriendo un compañero al fondo de la sala— no


hacen falta los basureros, los compañeros cederistas la barren...

Hay aplausos por parte de los asistentes, pero también varias reacciones de
desaprobación. —¡Ésa no es la solución!—Se aplaudió el gesto del CDR, pero claro
que no és la solución.

—Habría que aplaudir entonces a varios CDR más que también barren la cuadra.

Un compañero de cierta edad precisa con mucha picardía:


—El "alfita" ese que recoge la basura pasa por nuestra calle, pero parece que fuera de
paseo, de turista, porque pasa y no barre.

—Desde la calle 10 de Octubre hasta la ruta 200, los basureros, en lugar de echar la
basura dentro del tarro lo que hacen es echarla a la calle. En la mañana —y yo paso
todas las mañanas por ahí para ir al trabajo— lo que uno va pisando es pura
pudrición. ¡Eso no puede ser! —exclama la compañera mulata.

La reunión continúa; se siguen citando casos. Todo esto va siendo anotado por la
secretaria. La asamblea termina.

Quién dirigió la reunión señala:


—No siempre es fácil conseguir que los organismos administrativos solucionen los
problemas. Nosotros los elevamos, pero ahí quedan. Distinto va a ser cuando se haya
establecido el Poder Popular en todo el país, como ahora ocurre en Matanzas.
¡Imagínese! ¡Tener el Poder Popular instalado allí, a media cuadra! Y además
pudiendo intervenir, tomar decisiones y ejecutarlas sin depender siempre de los
organismos centrales...

No sólo analizar críticamente

—Ésta es una asamblea que celebramos cada cierto tiempo, donde las masas de
nuestra zona tienen la oportunidad de manifestar sus opiniones acerca de los
servicios. El espíritu de esta reunión debe ser el que se encuentra en este cartel —
señala un afiche pegado en la pared—: ¡Por un buen servicio! Y cada una de las
intervenciones deben estar en el espíritu de ayudar a que esto sea una realidad.

Al igual que en la reunión anterior, múltiples problemas se trataron en la asamblea de


servicios de la calle 20, de la misma barriada de La Habana. Pero esta vez comenzó
con una explicación de la persona que dirigía la reunión...
—Vamos a ir dividiendo la discusión por unidades. Los compañeros podrán exponer
alrededor de cada una de las opiniones que tengan, con el espíritu de resolver los
problemas que allí se confronten. No debe ser el espíritu de esta reunión analizar
críticamente cómo trabaja cada unidad, sino, más que eso, tratar de resolver cada uno
de los casos con la participación de las masas.

Cuando un compañero intervenga alrededor de un problema en determinada unidad y


otro compañero coincida con el planteamiento, no es necesario volver a plantear la
misma cuestión. Aunque tengan derecho a ello, es preciso cuidar la brevedad de esta
asamblea, porque hay compañeros que deben madrugar mañana para el trabajo. El
producto de esta reunión se levantará en actas. Las actas se enviarán al seccional de
los CDR, al seccional del Partido y a los responsables de los organismos de las
unidades aquí analizadas. Éstas son las cuestiones que queríamos plantear a modo de
introducción.

Las discusiones comenzaron por una unidad llamada "la placita". Se trata de un
pequeño comercio al aire libre del barrio donde, fundamentalmente, se venden frutas
y vegetales.

—Que la fruta llegue también a la bodega para cogerla por la libreta —pide una voz
femenina.

—Sí. Como dice la compañera, nosotros no podemos ir a hacer la cola de la fruta que
llega a la placita porque tenemos que cuidar a los niños y tenemos que hacer la
comida a una hora, entonces pasa que son las mismas personas siempre las que cogen
la fruta que entra... Como es por la libre, se llevan cantidades. Nosotros, si no la dan
por la libreta, no la cogemos.

Un joven de anteojos plantea el infaltable problema de la basura:


—Yo le voy a plantear, a ver si se puede solucionar, el problema de la basura que hay
al lado de "la placita". Paso a cada rato y veo la pudrición que hay allí. No le echo la
culpa a los compañeros que allí trabajan, sino a la administración que tiene que ver
con eso.

Los cubanos siempre están preocupados por mantener limpias calles y aceras. Es uno
de los trabajos de los CDR de ahí que siempre, en todas sus reuniones, se haga una
evaluación de! trabajo realizado y de los problemas que se presentan en la cuadra.

Una joven mulata vuelve al tema de "la placita". Alega que siempre son los mismos
los que alcanzan a comprar, porque incluso ella ha visto que se llevan la piña por
sacos. Muy enojada agrega que no cree capaz a alguien o una familia, de comerse un
saco de piñas completo. Pide que la venta se regularice.

Toma la palabra el administrador de "la placita":


—Quiero explicarles el problema de la venta libre y de la venta dirigida por la libre.
Se hace con las frutas en la abundancia o en la escasez, depende de las estaciones del
año. La región y el gobierno decidieron designar un lugar determinado en cada
bloque para situar la mercancía por la libre, ya sea fruta, vianda, vegetales, etc. Esto
está programado en todas las unidades. Desde que yo asumí la responsabilidad en el
bloque 326, hemos disminuido las mermas. Las frutas, las viandas, las mantenemos al
máximo. En vez de trabajar cinco horas, trabajamos hasta siete. Yo soy el
administrador del bloque y, sin embargo, soy un operario, soy un trabajador que lucho
al pie de la unidad con el responsable, que es otro compañero. Nosotros recibimos
por ejemplo el día 17 mangos por la libre: 7 mil 700 libras. Las distribuí
equitativamente a 20 libras por consumidor; recibí piñas y las distribuí a tres piñas
por consumidor y he ido equitativamente así. Yo como administrador he afrontado la
presión de muchos compañeros que exigen más abundancia. Pero yo tengo la
responsabilidad. Esta venta es libre, pero dirigida, para que la mayoría pueda
alcanzar. Éste es el motivo por que la fruta no va a otros lugares. Ahora, sobre la
basura de "la placita". Nosotros estamos atravesando un problema grave: el problema
del transporte. Nuestro seccional tiene 15 camiones para distribuir en los distintos
almacenes. Se nos rompen uno o dos transportando a los trabajadores. En
combinación con otros compañeros, he logrado que los camiones del Ministerio de
Salud Pública nos recojan diariamente la basura. Y estamos haciendo una limpieza
dos o tres veces por semana.

Algunos no quedan muy conformes con la explicación. Entre ellos, la compañera que
inició la discusión del tema:
—Yo entiendo que la primera pregunta usted no la respondió. Con pleno
conocimiento de todo el asunto, entiendo que el gobierno nos orienta, saca, por
ejemplo, el anteproyecto de constitución y se lo da a las masas para que lo discutan.
Ahora, si en esta asamblea se plantea el problema de la fruta, que tiene que ser bien
distribuida, porque no es usted ni soy yo, son todos, ¿eh? Si se plantea esto aquí,
hay que recogerlo en acta, porque su respuesta no ha sido clara. Se escuchan muchas
voces de aprobación.

—Como dijimos al inicio —insiste al dirigente— todo lo que se plantea aquí se


recoge en acta. Tanto lo que él pueda explicar —refiriéndose al administrador—
como lo que no pueda. Por el momento, la orientación que el responsable de bloque
tiene es no sacar la fruta de allí... Yo también soy de los que no comen fruta...

—Yo también quiero referirme al problema de la basura —dice otro


bodeguero— y quiero preguntar. ¿Los compañeros que trabajan en la
administración metropolitana son los encargados de recoger la basura?, ¿tienen el
deber de recoger la basura en los establecimientos? Porque si no es así, producto de
eso es que existe tanta pudrición. La pregunta la hago porque yo soy bodeguero y a
mí tampoco me recogen la basura. Y quiero saber si hay un organismo encargado de
hacerlo y si tiene esa obligación.

—Hay un organismo encargado de recoger la basura —aclara el dirigente— pero


tiene dificultades. Debe recoger no sólo la basura de "la placita", sino también de la
bodega, las casas y eso. En todo caso, tiene la obligación de recogerla. Y a propósito
de esto, yo a principios de la asamblea decía una cosa que debe ser el espíritu de
todos los que estamos aquí. Es verdad que hay dificultades pero aquí en la zona,
como cuestión propia, se pueden aliviar muchas de esas situaciones. Viven aquí
muchos compañeros que son choferes de camiones y que a veces, tienen el camión
parado allí, en la puerta de su casa. Y nosotros queremos ver la fuerza que han
demostrado otras veces los CDR. Hacemos un llamado a los compañeros que están
reunidos acá para que cooperen con los que son choferes de camiones y cuando
tengan un chance ayuden a recoger la basura. En determinado momento pueden
pedir permiso o la autorización en las empresas donde trabajan y recoger la basura
que existe en esa unidad.

La idea se aprueba por aclamación. Múltiples problemas de todos los días van
siendo expuestos por los asistentes. La bodega, la carnicería, las colas, todo es
volcado en la asamblea de servicios, a la espera de una respuesta o de una solución.

—A partir de esta reunión —reitera el dirigente aparte de la gestión propia del


organismo CDR, se va a pasar un acta al seccional del Partido para que ellos, en sus
reuniones, comprueben las soluciones a los problemas que se plantean. Así es que si
bien es cierto que no se da inmediata respuesta a ciertos problemas, el nuevo
mecanismo ayudará a que se resuelvan. Esto no quiere decir tampoco que el Partido
sea una varita mágica, que mañana vaya a llegar con una bodega nueva, pero creemos
que es un camino de solución.

Antes de ofrecer nuevamente la palabra, presenta a la cederista más destacada de la


zona y a la familia cederista ejemplar. Se trata de dos estímulos entregados por los
CDR a aquellas personas o familias que sobresalen en su actitud, su entrega a la
Revolución, su esfuerzo por cumplir todas las tareas y una serie de cualidades más
que los hacen acreedores de esas altas distinciones.

La asamblea continúa. Interviene un trabajador de la construcción que lleva puesto su


casco de trabajo:
—Nosotros, compañeros, le vamos a plantear una cuestión que nos luce, nos interesa
a todos los aquí presentes. En nuestra zona no hay un departamento... una de esas
cosas... ¿cómo se les dice...? vaya, donde se vende "frozen". Y es un lugar donde hay
muchos niños ¿De qué manera se pudiera tener aquí uno de esos...?

—Otra cosa, compañero —dice la mujer embarazada cambiando de tema—. ¿De qué
manera pudiéramos conseguir un local más grande, ojalá con amplificadores para esta
reunión? Ya vemos lo estrechos que estamos aquí. Sería un acicate más para la
participación de la masa cederista.

—Compañeros —responde orgulloso el dirigente—, por la magnitud de esta


asamblea y no sólo por la magnitud, sino también por el esfuerzo que vamos a poner
en resolver ahora los problemas planteados, pensamos que la próxima asamblea
puede darse en la calle. Sería una solución para hacerla más amplia, con
amplificadores, sillas y todo eso. Respecto a la solicitud que usted planteaba —se
refiere al constructor— quería leerles una proposición que acaba de llegarnos y que
es del Reparto Vista Alegre. Dice así:

"A quien pueda interesar. Nosotros, los cederistas del Reparto Vista Alegre, hacemos
solicitud a usted de un establecimiento de INIT —una cafetería— pues el
establecimiento más cercano nos queda en la calle Dolores y 16. Esto significa que
tenemos que coger incluso un ómnibus para llegar al mismo."

El dirigente exhibe el texto, que está manuscrito, con las firmas de los solicitantes.
Prosigue la lectura:

"Queremos que ustedes tomen en cuenta nuestra proposición y nos sitúen el


establecimiento lo más rápido posible. Para facilitarles su trabajo, hacemos mención
de un local que se encuentra en la avenida Dolores 958, entre las calles 20 y 21 que
está vacío hace meses."

Expresan además que ellos pueden arreglarla con trabajo voluntario. El dirigente
notifica que la solicitud ya ha sido presentada en la dirección administrativa
correspondiente y que fue acogida favorablemente, por lo que los trabajos
comenzarán cuando les entreguen los materiales.

No podía faltar tampoco en la asamblea el problema de los mosquitos; una


compañera que carga a un niño en brazos toca el tema:
—Compañero, yo quiero referirme al problema de los mosquitos. La plaga en estos
días es preocupación de todos los vecinos. Además de la molestia que nos ocasiona a
todos, puede crearse una epidemia. Lo que yo quiero saber es si en otras áreas los
policlínicos tienen una brigada de saneamiento y fumigan periódicamente, porque
aquí no se hace. Debe ser preocupación del policlínico que esa plaga no se llegue a
propagar. Yo le digo esto porque yo trabajo en salud y nuestro policlínico se preocupa
continuamente de hacer saneamiento.

El problema del pan, el problema de las colas innecesarias, todo eso se expone. Y
todo eso se anota en actas para traer respuesta en la próxima asamblea.

La necesidad de descentralizar las decisiones

Un joven militante del Partido pregunta cuándo se hará la próxima reunión y por qué
se ha demorado en darse ésta. El dirigente aclara:
—Ustedes habrán visto que hace algunos meses nosotros no dábamos asambleas,
vaya. Lo digo para que se lleven una real impresión de lo que es esto, ¿no? Hace
aproximadamente dos meses se nos orientó dar este tipo de reuniones nuevamente
con todos los vecinos de la zona. Pero en reunión con los mismos vecinos, acordamos
no dar la asamblea en ese momento porque creíamos que si no habíamos recibido
contestación a una serie de inquietudes que planteaban las masas de la zona, nosotros
no debíamos citar a una nueva asamblea sin esas soluciones o respuestas. Hay
problemas que no tendrán sencillamente respuesta porque pueden intervenir factores
que no están en manos de ese organismo en el momento en que lo planteamos. Pero sí
hay una serie de problemas que se pueden resolver como, por ejemplo, lo de la
basura, lo de la cafetería, lo de la bodega... No sacamos nada con programar la
asamblea de servicios todos los meses, porque tenemos que al mes, los problemas aún
no encuentran solución o respuesta. Pero aspiramos que en la próxima asamblea sí
tengamos respuesta de los organismos, tanto de salud pública, como de los
compañeros de los bloques, como el problema de "la placita", etc.

Y al iniciar la reunión, daremos lectura a un acta con la solución de los problemas


que aquí se han planteado. Pero también debo recordar que, aparte de la intervención
de los organismos, nosotros también hacemos gestiones personales frente a algunos
casos. Por ejemplo, hablar personalmente con el administrador de la panadería o
averiguar directamente el problema del agua. Nosotros representamos a esta gran
masa cederista y como éstos son sus problemas, debemos trabajar para resolverlos, no
basta sólo con oír. ¿Nadie quiere decir algo más?

La sala ha comenzado a vaciarse lentamente. Algunos comentan en voz alta.


—Tengo tantas ganas de que llegue el Poder Popular aquí a La Habana. Dicen que en
Matanzas la cosa anda mucho mejor. El problema es que hay cosas que se traban en
los organismos. Sólo mandamos la lista de inquietudes, pero no discutimos con los
encargados. Y ahí se quedan las cosas. Con el Poder Popular, cuando alguien no
cumpla, será el pueblo con su decisión el que podrá revocarlo. Es un sistema que nos
va a mejorar, va a mejorar más aún la Revolución. Hoy día se pone a las personas a
trabajar en los organismos y dentro de esas personas los hay buenos, regulares y los
hay malos. Y con el Poder Popular van a tener que responder ante nosotros, ante el
pueblo, que les podrá decir cuando no cumplan... ¡ Tú, a tu casa!
EL PUEBLO EN LA GESTIÓN ESTATAL

1. ELECCIONES DE NUEVO TIPO

Sin bayonetas ni fusiles

"Primera vez que en Cuba se celebran unas elecciones sin bayonetas y sin fusiles a
las puertas de las escuelas. Y esto es lógico, porque éstas no eran elecciones de
rapiña, no era una pugna por repartirse un botín, sino las elecciones del pueblo
revolucionario, organizadas por el pueblo revolucionario, y para el servicio del
pueblo revolucionario, con la participación incluso de los pioneros, ayudando a
organizar esas elecciones, con un entusiasmo por parte de las masas sin precedentes
en ninguna otra elección en la historia de nuestro país.”

"Ésas sí son elecciones. Y esas elecciones tuvieron una gran amplitud. ¿Y por qué
tanta amplitud? Algunos se podrán preguntar si al principio de la Revolución, cuando
existía la clase de los capitalistas y los terratenientes y todos aquellos explotadores,
íbamos a celebrar unas elecciones con derecho a votar y a ser elegidos para todo el
mundo. No. No lo habríamos hecho. Nosotros concebimos la Revolución como el
gobierno de los revolucionarios, la dictadura del proletariado, que priva de esos
derechos a los explotadores; pero es que aquí ya no hay terratenientes, aquí ya no hay
capitalistas explotadores, grandes industriales, grandes comerciantes, grandes
banqueros, grandes importadores, grandes dueños de grandes centrales azucareros. Ya
no existen, porque o se fueron o ya no tienen nada de eso: ya no explotan a nadie.
Puede haber, por excepción alguno, adaptado a la Revolución, capaz de comprender a
la Revolución, y nadie lo ha privado del voto. Es que ya no constituyen en sí un
problema.”

"Y por eso las elecciones han sido amplísimas, sin más limitaciones que las que se
establecen históricamente, los que se inhabilitan por ley por algunos delitos
cometidos, o porque fueron candidatos en la farsa electoral de noviembre de 1958,
antes del triunfo de la Revolución.”

"Es decir, que las restricciones han sido mínimas, y por eso en este proceso —que da
idea de la unidad y de los avances ideológicos y sociales de la Revolución— ha
podido participar prácticamente la totalidad del pueblo, y por eso el carácter universal
del voto, del cual hizo uso la población."

"Las elecciones que acaban de tener lugar en Matanzas han sido las más puras de la
historia de nuestro país: elecciones sin componendas, sin fraudes, sin demagogia, sin
politiquería. Nadie tuvo necesidad de aspirar, porque no fueron las aspiraciones
personales las que determinaron la nominación de un candidato, sino las aspiraciones
colectivas. Sin campañas electorales, porque la campaña electoral aquí es la propia
vida del hombre, nominado por el pueblo: su campaña electoral es su propia
biografía, su conducta a lo largo de su vida, y su página de servicios a la patria.”

"¡Jamás se produjeron unas elecciones con tanto entusiasmo! Jamás en Cuba —ni en
la época en que votaban hasta los muertos— hubo una participación de más del 90
por ciento en las elecciones. Y lo extraordinario es que esa participación de más del
90 por ciento se produjo no sólo en la primera vuelta, sino también en la segunda
vuelta."

El compañero Coya, juez regional de Cárdenas nos confirma las palabras de Fidel
cuando nos explica las diferencias que él ve entre las elecciones de la pseudo-
república y las recientes elecciones del Poder Popular.

"En la época de la República no era la voluntad del pueblo la que primaba. Había
toda una serie de subterfugios para hacer triunfar la voluntad de la minoría. Ahora
todo ha cambiado radicalmente.”

"En el pasado, el ciudadano se veía obligado a votar por un hombre que había
convertido la función política en una profesión y se valía de agencias y aparatos
organizados por ellos mismos para figurar siempre en las boletas electorales.”

"¿Y usted sabe por qué hacían el voto obligatorio? Porque sabían que si no lo hacían
obligatorio no votaba nadie. ¿No cree usted absurdo que cuando usted tiene un
derecho se le obligue a ejercerlo?”

"Y ahora, en las elecciones del Poder Popular, sin propaganda, sin llenar de pasquines
los establecimientos, el porcentaje de votantes fue muy elevado, lo que dice mucho
de la conciencia ciudadana.”

"A mí me causó un poco de jocosidad cuando vi el método de propaganda que se


adoptó, porque hasta en eso fue interesante el proceso."

Aunque una parte importante de los candidatos era conocido por la mayoría de sus
electores, al menos de vista, no todos conocían todos los datos de su trayectoria
revolucionaria, por eso la dirección de la Revolución decidió que cada candidato
fuera presentado al pueblo con una fotografía de igual tamaño y tomada en las
mismas condiciones y por una biografía política.

Estas fichas biográficas con sus respectivas fotos fueron colocadas en los lugares más
frecuentados por la población, al mismo tiempo que se repartieron a través de los
CDR y bases campesinas para que cada elector pudiese estudiar con suficiente
antelación por qué candidato iba a votar.

Pero veamos qué causó jocosidad al compañero Coya:


"Hay dos lugares donde se discute mucho en la población: la bodega, y la barbería. Y
fue justamente en las bodegas de la zona donde se pusieron las fotografías de los
candidatos. Allí, si no surgía la crítica ponderada de algún ciudadano, había alguna
vieja que decía: 'Mira éste, ¿bueno...? Averiguando el porqué de esa exclamación de
duda, llegué a saber que era sencillamente porque la vieja le conocía una amiguita...
(se ríe).'

"También fue muy interesante la forma en que fueron elegidos los candidatos a
delegados. Era la propia base la que proponía y discutía si la persona propuesta debía
o no ser elegido candidato, qué condiciones tenía, etc."

Nominación de candidatos

Entre el 16 y el 26 de mayo de 1974 tuvieron lugar en la provincia de Matanzas las


asambleas para nominar candidatos a las elecciones del Poder Popular. En cada CDR
y base campesina se realizaron reuniones de los vecinos en edad electoral que
estuvieron presididas por un compañero democráticamente elegido por los vecinos,
que oficiaba de presidente. En estas asambleas cualquier ciudadano podía proponer
nombres.

Se discutía entre todos si la persona propuesta tenía condiciones para el cargo. Si no


había objeciones quedaba como precandidato y debía competir con otros nombres
surgidos en la misma asamblea. El compañero que obtenía más votos, era elegido
candidato a las elecciones del Poder Popular.

Veamos cómo se dio este primer paso en la base campesina "Ignacio Prieto", de la
región de Cárdenas.

Abre la sesión el presidente, explicando ampliamente el sentido de las elecciones, y el


carácter de los órganos del Poder Popular. Recuerda quiénes no tienen derecho a
proponer. Lee el reglamento:

"Tienen derecho a votar todos los ciudadanos cubanos —hombres y mujeres— que
hayan cumplido los 16 años de edad en el momento de efectuarse las elecciones, con
excepción de los siguientes: los que están cumpliendo sanción de privación de
libertad, bien se encuentren recluidos en centros penitenciarios o en sus domicilios, o
gozando de pase o de libertad condicional; los que guarden prisión provisional; los
que estén sujetos a medidas de seguridad; los que tengan solicitada la salida definitiva
del país; los que hayan sido declarados judicialmente incapacitados mentales; los que
sufren interdicción de sus derechos políticos,por sentencia judicial; los que
participaron como candidatos en las elecciones del 3 de noviembre de 1958,
declarados inhabilitados por 30 años para ejercer el derecho de sufragio y
desempeñar cargo público electivo o por designación.”

"Y tienen derecho a ser elegidos todos los ciudadanos que, según lo dispuesto en el
artículo anterior, gozan del derecho al sufragio, excepto: los que participaron en
funciones políticas, militares o policiales como servidores activos y directos de la
tiranía de Batista; los que sirvieron activa y directamente en las directivas y aparatos
sindicales mujalistas; los sancionados por practicar o predicar con cualquier pretexto,
el incumplimiento de los deberes relativos a la defensa de la patria y al respeto debido
de sus símbolos."

Luego añade:
"Estos órganos de Poder Popular, que estarán formados por nuestros compañeros
serán la máxima autoridad estatal en el municipio, y tendrán grandes
responsabilidades... Eso nos obliga a meditar bien antes de hacer una proposición, y
que sea de verdad un compañero con condiciones, un compañero destacado. Tiene
que ser un compañero capaz de representarnos, capaz de enfrentarse a los problemas,
que ustedes conozcan bien, un compañero audaz, revolucionario, que se preocupe por
los problemas de los vecinos. Todos ustedes tienen derecho a elegir y a ser elegidos."

La participación de los compañeros no se hace esperar :


—Yo propongo a Juan Ortega, dice una mujer mulata que tiene un niño pequeño en
sus brazos.

"¿Por qué tú propones a Juan Ortega?”— pregunta el presidente de la asamblea.

—Bueno, yo lo propongo porque yo lo conozco, tiene muy buenas condiciones. Él es


un buen revolucionario, es muy trabajador, se lleva con todo el mundo muy bien y,
además de eso, es uno de los constructores que ha estado en Vietnam.

El presidente tratando de promover nuevas intervenciones va preguntando su opinión


a diversos vecinos.

—Usted compañero Sergio, ¿qué dice?

—Que es una buena persona, un hombre preparado para ese problema, buen vecino,
así es que yo estoy de acuerdo en que sea nombrado.

—Que hable otro compañero, a ver, Juan...

—Lo conocemos del año 59 a la fecha. Él ha tenido muchas tareas de la Revolución y


todas ellas las ha cumplido a cabalidad. Además, como decía otro compañero acá, el
compañero Ortega reúne las cualidades necesarias para representarnos, porque en
todo momento, cuando cualquier vecino lo ha necesitado, él ha estado ahí. Tiene las
cualidades necesarias, sí señor.

—Otro compañero ahí, que hable sobre Ortega. No tengan miedo de hablar.

—Es un compañero que ha estado en todas las tareas revolucionarias junto a


nosotros. En las movilizaciones, fue un gran compañero. Se destaca porque siempre
está atento a los otros compañeros en el barrio y todo eso. Y nunca ha dicho que no a
ninguna cosa, así es que tiene unas condiciones ejemplares, verdad que sí —termina
diciendo una voz.

—Otro compañero. Hablen de las condiciones de él... no les dé pena, para eso
estamos aquí, así es la democracia.

A pesar de lo dicho por el compañero, la asamblea guarda silencio. Entonces éste


llama a proponer nuevos nombres insistiendo en que sean con las mejores
condiciones para la tarea que deberá asumir.

—Propongo al compañero Lauto —dice una mujer anciana.

—¿Por qué tú propones al compañero Lalito?

—Yo considero que el compañero es bastante activo, trabaja mucho ahí con los
muchachos. Vaya, yo creo que tiene buenas condiciones para ser un representante de
aquí de la zona, de nosotros.

—Otro compañero que hable de Lalito, que no le dé pena hablar...

Una muchacha alta y espigada que se encuentra parada a un costado se decide


finalmente a intervenir:
—El compañero pertenece a nuestro Partido, es un compañero muy revolucionario,
muy activo, pertenece a los Comités de Defensa de la Revolución. Es alguien
fundamental en esta zona por sus actividades...

—Otro compañero que opine...

—Yo opino que el compañero Teodoro Riveros debe ser elegido delegado porque él
ha revelado una cualidad de gran revolucionario, cumple las tareas a cabalidad y todo
eso que dijo la compañera Zoila —afirma otra voz.

—Vamos por orden. Otro compañero ahí, que hable sobre Lalito,...

Habiendo opinado ya varios vecinos sobre LalÍto, coincidiendo sobre sus


condiciones, el Presidente se dirige a un compañero que permanece, muy callado en
un rincón:

—A ver, Jorge ¿qué nos puedes decir tú del compañero Lalito?

—Sobre el compañero Lalito puedo decirles que es cierto todo lo que se ha dicho
porque por el tiempo que lo conozco, se ve, ¿no? Porque es un compañero que está en
todas... Aparte de ser militante del Partido, ha sido siempre el compañero que en todo
momento ha estado en todas las tareas de la Revolución y nunca ha pedido nada.
Aparte de eso, también la señora de él está aquí trabajando, cortando caña y todo eso,
y él siempre la ayuda con los muchachos y la casa. Así es que yo creo que es un
compañero que reúne todas las condiciones para ocupar ese cargo y para responder de
todos los problemas que le presentemos aquí.

La asamblea aplaude entusiasmada, corroborando la calidad del candidato propuesto.

—Alguien que quiera proponer a otro compañero que crea que tiene condiciones para
ser delegado al Poder Popular —insiste el presidente.

—Compañero, yo propongo a la compañera Edelfina —dice alguien al fondo.

—¿Por qué tú propones a la compañera Edelfina?

—Yo propongo a la compañera porque es muy activa en toda la zona. Participa en las
brigadas, en los CDR, en todo...

—Otro compañero que hable de la compañera Edelfina...

—De la compañera Edelfina, lo único que yo puedo decir —señala la mujer anciana
— es que a la hora que vengan a buscarla para alguna tarea, alguna cosa, deja de lado
todo lo que tiene que hacer para cumplir con la Revolución, con nosotros.

Se escucha una serie de voces aprobando. Cuando las proposiciones a precandidatos


se agotan, se celebra la votación, y es elegido como candidato de la zona el
compañero Juan Ortega.

En otra asamblea que se acaba de terminar, en la que ha sido elegido como


candidato un compañero negro, de unos cincuenta años, campesino de la zona.
Conversamos con sus electores.

—¿Usted qué piensa del candidato?

—Mire, compañero —responde un campesino de cabellos blancos—, el compañero


Juan es combatiente desde hace mucho rato y tiene "parque" para el cargo. Yo lo
conozco hace 20 años y, mire, como revolucionario, él tiene que ocupar el cargo. En
capacidad, el pueblo tiene lo que necesita. Es un compañero que va a ser elegido por
las masas, no por un solo hombre, por un solo compañero y por capricho, sino que va
a ser por voluntad del mismo pueblo.

—Él es un hombre de confianza en todo —exclama una compañera.

El candidato los interrumpe. No se siente muy cómodo ante tantas alabanzas:


—Mire compañero, yo creo que ellos han exagerado un poco... Ellos se han
expresado así porque son compañeros que me conocen. Este compañero, como él
planteó, hace como veinte años que me conoce. Yo fui dirigente sindical antes del
triunfo de la Revolución y después del triunfo de la Revolución estoy en cargos
administrativos. Entonces, por eso es que ellos afirman que yo tengo capacidad y ese
tipo de planteamientos que han hecho...

—Bueno, sinceramente porque él es un hombre que ha estudiado, él tiene "parque"...,


y porque es revolucionario antes que nada —reafirma el campesino—. Y lo vamos a
llevar sólo con la mira de tener al hombre que necesitamos allí. Él es el hombre que
tiene la simpatía ante el pueblo. Es un compañero que va a salir. ¡Seguro!

Luego nos detenemos en el central azucarero "España Republicana". Allí trabaja una
de las escasas mujeres que ha sido elegida candidata al Poder Popular. Desde hace
diez años atiende la sección del personal de esa central que cuenta con
aproximadamente mil trabajadores. Es una persona muy querida por los vecinos.

Le pedimos que nos relate cómo ocurrió su elección como candidata.

Ésta es su versión:
"Pues la primera vez, como usted sabe, era para ser la presidenta en la asamblea de
nominación. Yo estaba en la casa y cuando vine para acá fue que supe que me habían
elegido. Yo dije ¡ay, no puede ser!, y entonces me dijeron que sí. Pero usted sabe que
los revolucionarios, ninguna tarea que nos den la podemos dejar. Yo acepté. Entonces
después tuve un seminario y después fue la otra asamblea, que era en la que se
elegían los candidatos a delegados. La asamblea se dio aquí, en el portal de mi casa y
me eligieron a mí. Eran cantidad los que asistieron. Yo creo que vinieron alrededor de
82, y la verdad es que de 82, 80 votaron por mí."

Y luego agrega:
"En esta circunscripción hay que trabajar, porque si no se trabaja no puede ser,
porque las tareas hay que cumplirlas. Parece además que ahora, con el Poder Popular,
sí se van a poder mejorar las cosas. ¡Eso es lo mejor que el gobierno ha creado!
Bueno, por ahora no va a haber posibilidad de resolver algunas cosas, pero con el
tiempo sí. Las cosas vienen con su tiempo, porque todavía el gobierno no tiene la
posibilidad de tener las cosas suficientes..."

El conjunto de nombres elegidos en las asambleas de base constituyó la lista de


candidatos a delegado de cada circuncripción.

Elección de delegados

"Las masas elegirán a los mejores." Así podía leerse en uno de los murales de
propaganda en la provincia de Matanzas durante el periodo en que se celebraron las
primeras elecciones para los órganos del Poder Popular —máxima autoridad del
Estado en los diferentes niveles.

El 30 de junio de 1974, en el ambiente de fiesta que acompaña cada manifestación


popular en Cuba, obreros, campesinos, dueñas de casa, soldados y estudiantes
mayores de 16 años escogieron, mediante voto libre, secreto y directo a sus
representantes.

A la puerta de cada colegio electoral y cuidando las urnas estaban niños y niñas de las
escuelas primarias en lugar de soldados armados como ocurre tradicionalmente en las
elecciones organizadas en los países capitalistas.

Un 92 por ciento de matanceros inscritos en los registros electorales votó ese día.
Este grado de participación se dio por igual en las ciudades y en los bateyes perdidos
de la provincia. El porcentaje de boletas defectuosas anuladas fue mínimo. A las 7 de
la mañana se abrieron los colegios electorales. A las 10 de la noche se cerraban. A las
12 del mediodía, alrededor del 90 por ciento de los electores había depositado su voto
en la mayoría de los colegios. Sin embargo, como una parte importante de las
circunscripciones llevó un subido número de candidatos —un promedio de 6 a 9
nombres cada una, y hubo casos de hasta 15—, pocos obtuvieron en esta primera
vuelta la mayoría simple. En las circunscripciones en que esto no ocurrió, que fue la
gran mayoría, se debió llamar a elecciones para una segunda vuelta, el día 7 de julio.
A ella iban como candidatos sólo los dos nombres que habían obtenido la más alta
votación en la primera vuelta.

Pero hubo casos en que varios delegados sacaron la misma cantidad de votos.
Casualmente esto ocurrió con el compañero Coya, juez de Cárdenas.

"Yo fui candidato por mi circunscripción, éramos tres y sacamos exactamente la


misma cantidad de votos que la primera vuelta. Para la segunda vuelta yo le expliqué
a mis camaradas electores que consideraba que ni yo ni otros de los candidatos
debíamos ser elegidos porque ya teníamos mucho trabajo con lo que estábamos
haciendo. Les expliqué que yo además era viejo y que a veces me faltaba la energía.

"Sin embargo, cuando no salí elegido me dio mucha pena porque en el fondo me
hubiera gustado que no hubieran oído mis consejos.”

"Estos 15 años de Revolución me han dado a mí más satisfacciones que los 45 años
anteriores. Y qué es lo que puedo desear sino llevarme las mayores glorias, no tanto
por mí sino por mis hijos, porque qué les voy a dejar a ellos si no es un nombre, una
conducta, ése es mi capital."

Ninguna relación con las elecciones del pasado

Después de recoger las opiniones del juez de Matanzas, un hombre con estudios
universitarios y destacado profesional en el campo de la justicia, sobre el proceso
electoral de esta provincia y sus diferencias con las elecciones que tuvieron lugar
antes del triunfo de la Revolución, veamos ahora cómo ve el proceso un obrero, ya
anciano, de la fábrica de fertilizantes "Frank País" de Matanzas.
—Usted que es veterano en elecciones, ¿qué diferencias nota entre las elecciones
anteriores y las del Poder Popular?

—Las elecciones antes eran una farsa. ¿Cómo cree usted que va a ser un candidato
que se gastaba 100 mil pesos en propaganda para elecciones... ? Lo que hacía era
saquear a la nación, robar para recuperar los cien mil pesos que invirtió como
candidato y sacar mucho más. Era una ratonera de aventureros, de rateros. Después
que salían elegidos tenían que recuperar todo eso. Hoy la cosa es muy distinta. Como
dijo el Che, al que mete la pata se la sacamos, pero al que mete las manos se las
cortamos, ¡Imagínese!, ahora los delegados tienen que ir a trabajar igual que todos.

—¿Pueden enriquecerse los delegados actuales, lograr algún privilegio?

—No, ¡que va!, yo tengo un delegado viviendo ahí en una casa que da pena ver, en
una cuartería.

—¿Y qué pasaría si ustedes ven que un delegado se cambia para una casa mejor?

—Bueno, ahí habría que averiguar el porqué; acuérdese usted que el delegado es
trabajador y que si se destaca como trabajador tiene posibilidades de que le toque,
una de las viviendas nuevas construidas por las microbrigadas. Por lo tanto, hay que
analizar primero.

—Y para el pueblo, ¿qué significaban las elecciones antes de la Revolución?

—¡Eran una zafra!

—¿Una zafra?

—Sí, una zafra.

Se iba a buscar 4- o 5 pesos más que era lo que pagaban por el voto. Era una forma de
conseguir unos pesos más. Lo que no sabía el pueblo era que esos 5 pesos le costaban
toda una vida de trabajo.

—¿Antes de la Revolución, sabía usted lo que era el socialismo?

—Figúrese usted. Aquí nadie sabía lo que era eso. El pueblo le temía. Los únicos que
lo sabían era un grupo que vivía perseguido. Desde que uno nacía le estaban diciendo
que eso era malo, y qué podía hacer uno...

En ese momento interviene otro obrero, algo más joven, que se había detenido a
escuchar nuestra conversación.

—Pero también ocurría que si un obrero defendía el derecho de los trabajadores a


ganar más también le llamaban comunista. Para mí, ésa era la mejor propaganda que
los patrones hacían del comunismo. Si yo estoy en una sociedad capitalista y los
patrones lo tildan de comunista —pensaba— quiere decir que está defendiendo algo
que es bueno para mí.

Ya es de noche y llueve torrencialmente cuando llegamos a una de esas pequeñas


circunscripciones campesinas. Se encuentra ubicada en el pueblo rural de Concepción
y no cuenta con más de 200 electores. Su delegado, Rubén Alvarado, salió elegido
con 176 votos sobre 200. Pero, por sus excelentes cualidades como revolucionario y
por su preparación fue también elegido dirigente del municipio "Máximo Gómez".

Esto lo ha obligado a abandonar sus tareas de profesor para dedicarse tiempo


completo a sus nuevas tareas de "abogado del pueblo". Nos acercamos a un
compañero que llama nuestra atención por el dinamismo que refleja a pesar de su
avanzada edad.

Compañero, ¿en qué trabaja usted?


—Soy de la Cruz Roja, responsable aquí de la salud pública. Mantengo aquí 48
postas rurales. En todos los pueblecitos, en todas las finquitas, por pequeñas que sean,
hay una brigadita de la salud.

—¿Y antes de la Revolución, qué hacía?

—Bueno, yo soy de aquí, de este pueblo. Aquí fui carretero, trabajé en gastronomía,
en cualquier cosa, para defenderme. Porque en esa época había que hacerle a todo,
no como ahora, que el trabajo es un orgullo. Nadie aquí puede decir que no tiene
trabajo. Figúrese, yo trabajo 9, 10, 11 horas. Salgo muy temprano y recién vengo
llegando. Y a todos les pasa algo parecido. Y lo hacemos con gusto, porque no
miramos la hora, sino la necesidad de hacer las cosas, porque la Revolución lo
necesita.

Desde que vivimos aquí, nos preocupaba y nos gustaba esto de la salud. Cuando llegó
la Revolución, yo ingresé a la Cruz Roja y hasta hoy día, seguimos esforzándonos.

—¿Qué significa para usted eso del Poder Popular?

—Para mí es algo muy grande, sí, muy grande. Se ve, y todos lo ven, que es el pueblo
entero el que está dirigiendo. Y cuando algo hace el pueblo, todo se puede hacer, las
obras van para adelante. Es así, vaya... Eso es socialismo. Tan distinto a los gobiernos
de antes. Yo tuve la oportunidad de ver las dos cosas. Nos presentaban esto como
algo horrible, como algo muy malo para nosotros, pero era todo lo contrario, los
hechos lo demuestran. ¡Y más ahora!

—¿Podría explicarnos por qué eligieron aquí a Rubén como delegado?

—Mire, en este lugar mismo nos reunimos, nosotros, el pueblo, y analizamos cuál era
él o los compañeros que de verdad nos debían representar. Éste es un compañero
joven, un compañero que de verdad se preocupa de nosotros. Su nivel de escolaridad
es bueno, en fin, una serie de cosas que a él le ayudaban para ser delegado. Está su
conducta, sus principios, el pueblo que lo quiere, inclusive fue mi maestro, yo estudié
ya viejo sexto grado con él. Él tenía... tiene, una serie de cosas que no teníamos
nosotros, y bueno, como se dice, el pueblo ha elegido al mejor.

—¿Usted compañero participó en elecciones antes de la Revolución?

—Sí, y hay una diferencia muy grande con éstas. Éstas son unas elecciones de verdad
democráticas. El pueblo iba a votar por el candidato que le gustaba, por quien sentía
que era el mejor. Sabíamos que el candidato no se iba a llevar el dinero del pueblo,
como sucedía con los anteriores. Porque él salió electo (señalando al delegado), y
sabía que como delegado de aquí no iba a ganar nada. Esto fue democrático de
verdad. Lo anterior estaba lleno de trampas, de mentiras. Le venían a decir al pueblo
lo que iban a hacer mañana o pasado y después se reían de él. No se hacía nada. Mira,
desde este pueblo salieron senadores, ministros y todo eso, y el pueblecito estaba... ¡si
ustedes lo hubiesen visto! Ahora está como debe, es el más lindo de la provincia.
Míreme a mí, que también fui candidato. Aquí abrazado con Rubén celebrando la
buena elección y ayudándolo. Eso en otra época no se podía hacer. Eran contrarios,
enemigos, por el dinero. Sin embargo, aquí estamos, nosotros, apoyándolo en todo, su
obra, la obra del pueblo.

2. CARÁCTER PROLETARIO DE LA DIRECCIÓN

Una de las cosas que más llama la atención al estudiar la experiencia del Poder
Popular en Cuba es el origen social proletario de la inmensa mayoría de los delegados
y de quienes forman parte de las direcciones de este Poder a distintos niveles.

Muchos son actualmente obreros o campesinos, otros son cuadros más jóvenes que
no tenían más de quince años en el momento del triunfo de la Revolución, estudiantes
cuyos padres eran obreros. Otros, habiendo sido obreros comprometidos en la lucha
contra Batista, con el triunfo de la Revolución pasan muy pronto a tomar
responsabilidades en el aparato administrativo del Estado o en el propio Partido.

La Revolución, que se caracterizó en sus primeros años por un angustioso déficit de


cuadros, debió echar mano de todos aquellos que se habían destacado en la lucha
revolucionaria para las nuevas tareas de gobierno.

Muy pocos de ellos, sin embargo, se han desclasado. Muy pocos intentaron usar sus
cargos de dirección para obtener posiciones de privilegio. En eso la dirección de la
Revolución ha sido muy exigente y el ejemplo ha empezado por su máximo líder,
Fidel Castro, quien ha estado dispuesto a compartir con el pueblo los mayores
sacrificios: fue el primero en pasar días y días cortando cana cuando al pueblo cubano
se le pidió el gigantesco esfuerzo de cortar 10 millones de toneladas de caña en 1970.
Fue el primero en dejar de fumar cuando se pidió al pueblo que restringiera su
consumo para aumentar las exportaciones de tabaco y así conseguir algunas divisas
en medio del más feroz bloqueo norteamericano.

Antecedentes de algunos dirigentes

Tuvimos ocasión de conocer a cuatro de los cinco miembros del comité ejecutivo de
la asamblea municipal del Poder Popular de Matanzas. Dos de ellos eran obreros
antes de ser elegidos delegados. El presidente, José Failde, un mulato de unos 32 años
de edad, era obrero gráfico y trabajaba en esa rama de la producción desde hacía más
de 15 años. Feliz lsasi, un negro de impresionante estatura y fortaleza física, había
sido durante años trabajador portuario, más concretamente, estibador, aunque
recientemente la dirección de la Revolución lo había destinado a administrar una
fundición en la región.

El vocal más joven de ese comité ejecutivo, Rafael Fernández, hijo de un obrero
industrial, era sólo un niño de 11 años cuando triunfó la Revolución. A los trece años,
cuando vino lo de Girón se incorporó al Ejército Rebelde formando parte de un grupo
de artillería antiaérea.

—Todos éramos muchachos jóvenes —nos dice—. Igualmente en la lucha contra los
bandidos y en la lucha contra los piratas, posteriormente. Por eso nosotros hemos
fijado la edad electoral a los 16 años. Porque si, precisamente, los jóvenes de 13, 14 y
15 años supieron tener una visión, tomar el fusil en los momentos difíciles de la
Revolución, cuando la lucha de clases era más enconada, si tuvieron esa visión de
tomar el fusil y defender la patria, igualmente pueden tener derecho y pueden tener
visión para elegir a quienes los representen en el Estado, o para ser elegidos en un
órgano representativo del poder estatal. Antes, las otras constituciones nuestras
prohibían a los menores de 21 años tener derecho a voto. Igualmente que a los
militares.

Por último, el mayor del grupo, trabajador bancario en 1959, estaba dedicado a la
organización y normación del trabajo en el Ministerio del mismo nombre en el
momento de ser elegido delegado.

—Pero ¿cómo estos cuatro compañeros llegaron a formar parte del comité ejecutivo
municipal?

—Cuatro días después de ser elegidos delegados, el 11 de julio, se constituyeron en


toda Matanzas las asambleas municipales. Éstas fueron presididas por lo que se llamó
una mesa de edad formada por el delegado de más edad y los dos delegados más
jóvenes de esa asamblea. En dicha reunión se eligió a quienes debían dirigir las
asambleas en el futuro: un presidente, un vicepresidente, un secretario y dos vocales.
—¿Y quién elaboró la lista a ser votada para constituir el comité ejecutivo?

—En cada municipio o seccional se creó una comisión presidida por un representante
del comité municipal del Partido y por representantes de la dirección de la Unión de
Jóvenes Comunistas (UJC), de la Central de Trabajadores de Cuba (CTC), de la
Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (ANAP), de los Comités de Defensa
de la Revolución (CDR) y de la Federación de Mujeres Cubanas (FMC). Esta
comisión era la encargada de elaborar una lista de candidatos entre los propios
delegados a la asamblea; ésta era sometida a la consideración de la asamblea para que
aprobara u objetara los nombres propuestos y agregara otros si lo estimaba
conveniente. La lista debía incluir al menos un 25 por ciento más de nombres de los
que debían ser elegidos, en este caso, al menos 7. Elegidos los 5 miembros del comité
ejecutivo por votación de la asamblea, entre ellos se distribuyen los diferentes cargos.
Una vez realizada esta operación, la mesa de edad deja en manos de la nueva
directiva la conducción de la asamblea.

Veamos ahora qué ocurre a nivel de las asambleas regionales y provinciales. Pero
antes daremos a conocer algunas características de tres de los dirigentes del comité
ejecutivo de la asamblea regional del Poder Popular de Cárdenas, una de las
principales regiones de Matanzas, cuya población es de alrededor de 112 mil
habitantes, y de dos dirigentes de la asamblea regional de Jovellanos, una región más
apartada del centro de la provincia, de carácter más bien campesino.

Alexis, el presidente del Ejecutivo de Cárdenas, es un hombre joven, de unos 34 años


de edad, de tez blanca y ojos claros. Tenía sólo 19 años cuando triunfa la Revolución.
Estudiaba en una escuela comercial y era, en ese entonces, miembro de la Juventud
Socialista. Su padre era un viejo militante comunista. Se destacó en la lucha contra
Batista en la región. Esto determinó que al triunfo de la Revolución fuese integrado a
los aparatos de seguridad del Estado. Estuvo allí hasta 1962, pasando luego a ser un
cuadro profesional del Partido en la región. Llegó a ser presidente de la asamblea de
Cárdenas sin haber sido elegido delegado en ninguna circunscripción.

Reinaldo, vicepresidente del comité ejecutivo de Cárdenas, es un hombre joven, poco


mayor que Alexis, rubio, más bien bajo. Estudiaba como cajista impresor en una
escuela en La Habana cuando triunfó la Revolución.

—Debí trasladarme allá —nos cuenta— porque cuando estudiaba aquí en el instituto
se produjo la huelga estudiantil por la muerte de José Antonio Echeverría y yo me
metí a poner bombas... A mi padre le avisaron de que me sacara cuanto antes de aquí.
Fue así como llegué a estudiar de cajista impresor en una escuela donde un tío mío
cura era director.

En 1959 al triunfar la Revolución trabajó en una empresa de víveres en contabilidad.


Más tarde, cuando vino la intervención del comercio el año 1962, pasó como simple
dependiente al almacén central de Cárdenas. Después estuvo movilizado siete meses
como miliciano. A su regreso, pasó a la sección administrativa del almacén. En 1968
ingresó al Partido. Desde el 67 al 70 fue director del Ministerio de Comercio Interior
(MINCIN) para pasar a formar parte de la dirección regional del Instituto Nacional de
Reforma Agraria (INRA) hasta 1972, año en que vuelve a Cárdenas como director
del MINCIN. Tampoco fue elegido delegado por la base.

Laureano, uno de los vocales del comité ejecutivo de Cárdenas, un hombre de 35


años, flaco, alto, de tez blanca y cabellos negros muy peinados hacia atrás, era obrero
de la papelera de Las Villas cuando triunfa la Revolución. Allí estuvo hasta 1961, año
que fue becado a Checoslovaquia para seguir un curso técnico. Al regresar de éste
empezó a administrar fábricas. Ingresó a la Juventud Comunista y luego al Partido
hasta llegar a ser miembro de su dirección regional. Fue elegido delegado por la base
y, según Alexis, "es una persona especialmente popular en este pueblo. Cuando
fueron las elecciones, la gente se quedó hasta media noche esperando los resultados.

Cuando se supo de su triunfo lo sacaron en andas por el barrio. Todo ello por su
trabajo en la Revolución en todos estos años, por su modestia, su sencillez, su
relación con el pueblo. El compañero a veces llega tarde a las reuniones y yo le
pregunto: Bueno viejo, ¿y por qué este atraso? Él me dice: 'Bueno, cuando venía
hacia acá la gente me fue parando en el camino y me planteaban esto y aquello, y
cómo los iba a dejar así no más.' La mayoría de sus electores lo conocía porque fue
coordinador de zona de los CDR en 1963 y antes de ser elegido delegado era el
delegado regional de Cultura".

Adolfo, un hombre de unos 40 años, de tez amarilla y ojos rasgados, perteneciente a


una conocida familia revolucionaría de ascendencia china, es el vicepresidente del
Poder Popular en Jovellanos. Era trabajador del comercio. Cuando triunfó la
Revolución fue nombrado interventor en esa rama. Antes de ser elegido en su cargo
actual, fue presidente del poder local. Es militante del Partido desde 1970. No fue
elegido por una circunscripción.

Por último tenemos a Luis, mulato de unos 30 años, obrero de la construcción como
toda su familia antes de la Revolución, llegando a ser dirigente sindical de esa rama
de la producción. Participó en las milicias hasta 1962 cuando se produjo la
intervención del comercio minorista. En ese momento le fue encomendada la tarea de
intervenir varias empresas; luego pasó al Ministerio del Trabajo. En ese puesto estaba
cuando fue elegido como secretario del comité ejecutivo de Jovelíanos. Tampoco fue
elegido delegado en su circunscripción.

Candidatos propuestos por las organizaciones de masas

Nos llamó la atención que la mayor parte de los miembros ele loa comités ejecutivos
de Cárdenas y Jovellanos no hubieran sido elegidos delegados en sus
circunscripciones. Les pedimos que nos explicaran las razones.

Laureano explica por qué Alexis, el presidente del comité de Cárdenas no salió
elegido como delegado de su circunscripción:

—Él vive en Varadero y trabaja en Cárdenas. Vive poco por allá. Yo estoy seguro de
que si Alexis estuviera más allá o en cualquier circunscripción, saldría
inmediatamente. Además, la población se preocupó en forma espontánea de no
proponer como candidatos a personas que desempeñaban papeles de dirección en
determinados niveles porque pensaban que eso les iba a traer problemas. La gente
decía: "Hay que buscar a alguien que realmente pueda trabajar, porque estos
compañeros no pueden, tienen ya mucho trabajo."

Interrumpe Alexis:
—Aunque no se puede descartar que sean problemas de impopularidad donde yo
viva.

Los rostros de los otros compañeros muestran claros signos de desaprobación frente a
la explicación que sugiere Alexis.

—¿Y en su caso, Reinaldo, que ocurrió?

—Bueno, mi caso es muy parecido. Yo trabajaba fuera de Cárdenas. Aunque hay que
agregar que en mi circunscripción iba de candidato un viejo combatiente de 65 años
con un inmenso prestigio en la zona, a quien todo el mundo conocía y que arrasó con
los otros candidatos.

Un caso similar ocurre con Luis, quien nos dice:


—Cuando las elecciones yo estaba trabajando en Colón. Poco me veían por estos
lados. Eso puede influir, independiente de otras cosas. Mi vida en el CDR no era
mucha porque estaba siempre en Colón.

—¿Y eso ha cambiado ahora?

—Ha cambiado mucho, ahora puedo asistir más al CDR, voy a la reunión de
delegados. Estoy aquí en Jovellanos y como saben que soy del Poder Popular, los
vecinos nos van a ver, nos preguntan. La cosa ahora es totalmente diferente.

Pero ¿cómo estos dirigentes del Poder Popular pudieron llegar a serlo sin haber sido
elegidos previamente delegados por su circunscripción?

Tanto a nivel regional como provincial existe también una comisión encargada de
elaborar las candidaturas para elegir los miembros de los comités ejecutivos de
ambos niveles. Y ella puede, a diferencia de las comisiones que funcionan a nivel de
municipio o de sección, elaborar la lista de candidatos incluyendo además de
delegados elegidos por la base, nombres de personas que no lo han sido.
Pero ¿cómo explicar que una comisión pueda agregar nombres a los elegidos por el
propio pueblo? ¿No implica eso acaso romper con el criterio fundamental de esta
experiencia de Poder Popular que es la participación de las masas en la elección de
sus representantes? ¿No se da aquí una interferencia de los organismos políticos
sobre los organismos del Poder Popular?

La respuesta correcta a estos interrogantes sólo puede obtenerse si se tienen en cuenta


los siguientes elementos:

a] Las elecciones del Poder Popular tienen como unidad básica el barrio, la cuadra,
uno o varios CDR o bases campesinas. No tienen como unidad básica las industrias
de la región de donde provienen los cuadros más destacados del Partido. Muchos
excelentes trabajadores en sus industrias, debido al cúmulo de responsabilidades que
tienen sobre sus espaldas, no pueden tener una vida destacada en sus barrios, adonde
llegan generalmente muy tarde por la noche, después de haber cumplido sus tareas
laborales y políticas. Mientras mayores son sus responsabilidades como dirigentes,
tanto en la industria como en el Partido, más se agudiza esta contradicción entre el
trabajo fuera de la casa y sus posibilidades de colaboración a nivel vecinal. Por otra
parte, como muy bien se indicaba, la población tiende por instinto a elegir a quien
realmente se ha destacado en su trabajo en el barrio, por solucionar los pequeños
problemas vecinales, y tiende a considerar que elegir a un dirigente que ya tiene
muchas responsabilidades puede repercutir negativamente en el trabajo que éste
desarrolle como delegado del Poder Popular. No hubo ninguna orientación del
Partido para modificar esta tendencia. Esto explica que, a pesar del inmenso prestigio
que tiene el Partido entre las masas —lo que se comprueba a través de todas las
entrevistas que nos tocó realizar— sólo seis de cada diez delegados sean militantes
del Partido.

b] El segundo elemento a considerar es que la comisión de candidatura propone a


personas que no son delegados para ocupar cargos ejecutivos, para evitar que una
importante cantidad de delegados, al pasar a estos cargos pierda su contacto directo
con la base, ya que ellos exigen dedicación a tiempo completo. Por otra parte son las
organizaciones de masas y partidarias a nivel provincial quienes mejor conocen qué
cuadros son los más capacitados para desempeñar las funciones de dirección del
Poder Popular. Difícilmente a nivel de circunscripción se puede tener una visión de
cuáles son los mejores cuadros de la provincia.

c] El tercer factor a tener en cuenta es justamente la gran calidad humana y política


de los militantes y dirigentes del Partido, generalmente mucho más preparados que
los propios delegados para asumir tareas de dirección en los niveles superiores del
Poder Popular. Considerando sus condiciones revolucionarias y sus aptitudes de
dirección, es que la comisión de candidaturas propone nombres que no fueron
considerados por las masas para hacer frente a las tareas de su circunscripción. Las
razones que movieron a la comisión a proponer esos nombres son explicadas a los
delegados de las asambleas regionales o provincial, que pueden modificar
adicionando o quitando, en parte o totalmente, la candidatura propuesta por la
comisión respectiva. Por lo tanto, si bien sus nombres son propuestos por la comisión
de candidaturas, son los propios delegados elegidos por la base los que tienen la
última palabra. Pensamos que ésta es una excelente manera de resolver el carácter
proletario de la conducción del Poder Popular, sin poner cuotas de participación
para cada clase social, como ocurrió con la Asamblea Popular en Bolivia, poco antes
de la caída de Torres, donde para asegurar el carácter proletario de ésta se le daba el
80 por ciento de representatividad a los delegados de la clase obrera. El hecho de
que los militantes del Partido sean "los mejores entre los mejores", los que tienen el
más alto prestigio frente a la masa, sin cuya aprobación jamás podrían haber llegado a
ser militantes, facilita su elección para puestos de dirección. Y si ya a nivel de
delegados a la asamblea provincial el porcentaje de militantes llega al 77.3 por ciento,
para todos los cargos ejecutivos a ese nivel se eligieron militantes del Partido.

Nivel cultural de los delegados

Una gran parte de los delegados al Poder Popular tienen sólo algo más que nivel
primario. Pero hay un 20 por ciento que ni siquiera logró llegar a ese nivel. Sin
embargo, esta situación varía en relación a los delegados a los niveles superiores,
donde sólo un 7.4 por ciento tiene un nivel inferior al sexto grado primario.

En algunos casos, este bajo nivel cultural afecta negativamente el cumplimiento por
parte del delegado de sus nuevas tareas, aunque esto no es algo mecánico. Existen de
hecho extraordinarios cuadros del Poder Popular, como lo comprobaremos al conocer
al delegado de una circunscripción de Varadero, Orestes Fundora, que tienen muy
baja escolaridad.

En relación a este problema, Alexis, presidente de la Asamblea de Cárdenas, nos


señala lo siguiente:
—Ustedes irán a la rendición de cuentas y verán delegados que se desenvuelven muy
bien, que pueden dar respuesta objetiva a las cuestiones que se plantean, y verán otros
delegados que lo hacen bien también, pero en un nivel menor y otros que lo hacen
mal por problemas de nivel cultural. Ustedes nos hacían preguntas sobre la
Universidad. Bueno, yo nunca he visto la Universidad y los compañeros tampoco.
Nosotros éramos estudiantes de lo que llamábamos primaria. Ahora yo estoy
estudiando en la Facultad Obrera porque además de dirigente del Poder Popular soy
militante del Partido y tengo que estudiar. Los tres aquí estudiamos en la Facultad
Obrera. Hay muchos compañeros que no tienen nivel cultural o escolaridad, como
decimos nosotros... Es su desarrollo político por las tareas de la Revolución lo que
explica la preparación que tienen. Cuando vienen aquí las delegaciones extranjeras y
los ven actuar dicen: "Como va a tener sexto grado, no más, mira cómo se
desenvuelve." Esto es producto de todos estos años y no se ve en otros países. En los
primeros años de la Revolución, muchos tuvimos que dejar de estudiar. Ahora, hace
algunos años, la cosa es distinta.

En realidad, en toda Cuba se siente hoy una gran presión por estudiar, por elevar el
nivel cultural de los trabajadores, hasta el punto de que ha llegado a ser requisito para
ser elegido trabajador ejemplar el estar haciendo un esfuerzo por superarse
culturalmente.

3. LAS ATRIBUCIONES DEL PODER POPULAR

"Aquí se tomó un acuerdo que fue muy popular. La calle donde está este edificio (se
refiere al edificio donde funciona el Poder Popular) es la calle principal de Cárdenas,
donde están los cines, los comercios, donde la gente pasea con su familia. Y hace
algunos años que, debido al gran tráfico que tenía, la patrulla, más bien el buró del
tránsito, estableció que no debían circular por ella bicicletas. No sé si ustedes saben
que Cárdenas es la ciudad de Cuba donde hay más bicicletas: hay alrededor de 60 mil
habitantes y 30 mil bicicletas. La medida, evidentemente, fue muy mal recibida por
los cardenenses. La bicicleta para Cárdenas es como la ropa; tienen que andar con
ella puesta. La gente protestaba mucho.

"'Cuando se constituye el Poder Popular ésa es una de las primeras cuestiones que se
plantea. La asamblea municipal decidió eliminar la medida. Éste es un típico
problema que puede resolverse perfectamente a nivel de municipio. Cuando el 21 de
diciembre se restableció el tránsito de bicicletas, eso era una fiesta. La gente se
paseaba saludando a todo el mundo.”

"La medida tuvo una repercusión tremenda. Cuando no existía el Poder Popular
ningún organismo administrativo regional de los que funcionaban anteriormente tenía
atribuciones para decidir sobre ello."

Quien nos narra este ejemplo es Alexis, el presidente del comité ejecutivo de
Cárdenas.

El criterio esencial

Pero. antes de seguir dando ejemplos de las medidas adoptadas en distintas zonas de
la provincia de Matanzas, veamos cuáles son las actividades que caen bajo la
jurisdicción del Poder Popular.

En su discurso del 26 de julio de 1974, Fidel señala con claridad al pueblo matancero
cuál es el criterio fundamental para determinar qué unidades de producción y de
servicios deben pasar al Poder Popular.

"El criterio esencial es éste: todas las unidades de producción y servicios que trabajen
para la comunidad, es decir para la localidad, deben pasar a la localidad.”

"Repitiendo: todas las unidades de producción y servicios que trabajan para el


municipio, pasan al municipio; las que trabajan para la región, pasan a la región; las
que trabajan para la provincia, pasan a la provincia; y las que trabajan para la nación,
quedan en manos de la nación, es decir, de los organismos centrales.”

"Esto quiere decir que la escuela, el policlínico, las tiendas, las bodegas, los talleres
de mantenimiento, los cines, los centros de recreación, todas esas unidades, pasan a la
administración de los poderes populares de cada localidad.”

"Ya no habrá un cine administrado centralmente desde La Habana, sin que nadie
tenga ninguna autoridad sobre ese cine allí en aquella localidad. No habrá un
comercio, no habrá una escuela administrada centralmente, sin que nadie en la
comunidad tenga que ver con esa escuela.”

"De modo que ése es el principio: de acuerdo con los servicios que presta. Si trabaja
para el municipio, si trabaja para la región, si trabaja para la provincia, si trabaja para
todo el país. Los centrales azucareros trabajan para todo el país, la flota mercante
trabaja para todo el país, las industrias básicas trabajan para todo el país, los bancos
trabajan para todo el país, la flota pesquera trabaja para todo el país, los ferrocarriles
trabajan para todo el país, los grandes transportes interprovinciales trabajan para todo
el país. Pero el transporte local trabaja para la localidad. Una piquera, en un pueblito
o en una ciudad, trabaja para los vecinos de aquella comunidad.”

"Yo espero que ustedes comprendan perfectamente el criterio del cual se trata. El
Estado es uno. El Estado revolucionario tiene que administrarlo todo, porque
desaparecieron los propietarios privados. El pueblo es el dueño, y el Estado del
pueblo tiene que administrarlo todo ahora.”

"Es imposible que todo eso tenga que ser administrado centralmente, o pueda ser
administrado centralmente. Es imposible.”

"Por lo tanto, este criterio entraña una profunda descentralización de la


administración.”

"Decíamos eso: que el Estado es uno solo, pero el Estado se organiza en los distintos
niveles y administra en los distintos niveles.”

"Esto no quiere decir, desde luego, que en cada localidad la comunidad vaya a hacer
lo que mejor le parezca con la escuela, con el hospital, con las tiendas, que pueda
subir o bajar los precios, subir o bajar los salarios, variar el programa de clases, usar
cualquier texto. No. Porque, repetimos, el Estado es uno solo, y todas esas
actividades tienen que estar normadas y tienen que ser similares en todas las
localidades y tienen que ser similares en todo el país.”
"No quiere decir que en un hospital, se empiece a hacer en cada localidad una cosa
diferente que en la otra; o en una provincia de modo diferente que en otra. No. Se
harán de modo exactamente igual: cumplirán su función de brindar la salud al pueblo,
mediante determinadas técnicas, en actividades absolutamente normadas, puesto que
se define, se establece qué función le corresponde a los organismos centrales con
relación a estas actividades administradas por los poderes populares.”

"Nadie tema de que el hospital pueda estar peor. E1 hospital en todo caso puede
estar mejor, porque a veces falta personal de servicios, no está completo, por ejemplo,
o hay alguna deficiencia, hay que hacer algunos mantenimientos, hay que hacer
algunas cosas, y la localidad no puede hacer nada hoy día porque no está
administrado por la localidad. Ahora el Poder Popular local tendrá que ver con todo
lo que pase en ese hospital, y cómo funciona, cómo se mantiene el hospital. Todo eso.
La comunidad no podrá ser ajena ahora al funcionamiento del hospital.”

"Hoy día la comunidad recibe los servicios del hospital, pero no tiene nada que ver
con el funcionamiento del hospital, del policlínico, quien lo atiende, si algo está mal,
si algo está regular. Es decir, que la fuerza de la comunidad hoy no puede apoyar el
funcionamiento de esa unidad de servicios."

Las unidades adscritas al Poder Popular

Veamos ahora en concreto cómo se han distribuido en la provincia de Matanzas las


distintas unidades de producción y de servicios adscritas a los poderes populares.

Ministerio de Educación Todas las actividades, centros


educacionales y unidades de apoyo que
dirige y administra, exceptuando la sede
universitaria, así como la totalidad del
personal que labora en las diversas
instancias de dirección del organismo,
municipales, regionales y provincia. Es
decir, la administración de todos los
centros educacionales pasa a los poderes
populares. En total, 1 175 unidades, de las
cuales 1 004 pasan a control del poder
municipal, 95 a nivel regional y 16 a
nivel provincial.
Consejo Nacional de Cultura Todas las actividades, centros
culturales y unidades de apoyo que dirige
y administra, así como la totalidad del
personal que labora en las diversas
instancias de dirección del organismo. En
total 34 unidades de las cuales pasan a
control municipal 8, regional 18 y
provincial 8.
Instituto Cubano de Radiodifusión Las dos emisoras de radio que
(ICR) actualmente operan en la provincia, así
como la totalidad del personal que labora
en la instancia de dirección del
organismo. Una pasa a control regional y
otra a control provincial.
Instituto Nacional de Deportes, Todas las actividades, instalaciones
Educación Física y Recreación deportivas y unidades de apoyo que
(INDER) actualmente dirige y administra, así como
la totalidad del personal que labora en las
diversas instancias de dirección del
organismo. En total 145 unidades, de las
cuales pasan a control municipal 127,
regional 6 y provincial 12.
Instituto Cubano del libro (ICL) Todas las librerías y unidades de apoyo de
las mismas que administra y dirige
actualmente, así como la totalidad del
personal que labora en la instancia de
dirección del organismo, delegación
provincial. En total 18 unidades, de las
cuales pasan 16 a control municipal y 2 a
control provincial.
Instituto Cubano de Arte e Industria Todos los cines, cines móviles,
Cinematográficos proyectores estacionarios y las unidades
(ICAIG) de apoyo que actualmente administra y
dirige, así como la totalidad del personal
que labora en la instancia de dirección del
organismo. En total 117 unidades, de las
cuales pasan a control municipal 97,
regional 14 y provincial 6.
Instituto Nacional de Industria Turística Todas las unidades de gastronomía,
(INIT) hoteles y unidades de apoyo que dirige y
administra (exceptuando los complejos
turísticos de Varadero y de Ciénaga de
Zapata), así como la totalidad del
personal que labora en las diversas
instancias de dirección del organismo,
delegaciones municipales, regionales y
provincial. En total 460 unidades, de las
cuales pasan 395 a control municipal, 62
a control regional y 3 a control provincial.
Ministerio de Comercio Interior Todos los talleres de reparación de
(MINCIN) efectos electrodomésticos, enseres
menores, electrónica, etc., las unidades de
apoyo a estas actividades, y a partir del
primero de enero de 1975 las oficinas de
registro de consumidores; el personal
necesario para la dirección y
administración de estas actividades que
labora en las diversas instancias de
dirección del organismo. En total 84
unidades de las cuales pasan a control
municipal 49, regional 27 y provincial 8.
Ministerio de Industria Alimenticia Tres fábricas de galletas, una panadería y
unidades de apoyo a las mismas que
dirige y administra la delegación
provincial de la empresa de la harina, asi
como una parte del personal que
actualmente labora en la referida
delegación provincial y cuatro fábricas de
hielo, estas últimas administradas y
dirigidas por la delegación provincial de
la empresa de bebidas y licores. Aparecen
muy pocas panaderías, porque ya la
mayoría de las panaderías estaban en
manos de las administraciones locales. En
total 8, de las cuales pasan a control
regional 7 y provincial 1.
Ministerio de la Industria Ligera Una imprenta de la empresa de artes
gráficas, ubicada en el municipio de
Jagüey Grande.
Ministerio del Transporte Servicentros, gasolineras, etc., talleres de
mecánica, chapistería electromecánica;
base de transporte de ómnibus, línea de
terminales de ómnibus, bases y piqueras
de autos estatales y ANCHAR y las
unidades de apoyo de estas actividades
que administra y dirige, exceptuando el
transporte ferroviario y el transporte
interprovincial de carga y pasajeros por
carretera y las unidades de apoyo
relacionadas con esta actividad, así como
la mayor parte del personal que labora en
las diversas instancias de dirección del
organismo. En total 232 unidades de las
cuales pasan a control municipal 177;
regional 53 y provincial 2.
Ministerio de Comunicaciones Todas las oficinas de correos, telégrafos y
prensa, la ECOGIL y las unidades de
apoyo a estas actividades que administra
y dirige (exceptuando el centro de
distribución de correspondencia), así
como la totalidad del personal que labora
en la rama de correos, telégrafos y prensa,
en las diversas instancias de dirección del
organismo. Las actividades y unidades
que corresponden a la rama de teléfonos y
radio continuarán bajo la dirección y
administración del organismo central. En
total 77 unidades, de las cuales pasan a
control municipal 74, regional y
provincial 2.
Desarrollo Agropecuario Las actividades y unidades que
actualmente dirige y administra el
Departamento Provincial de Explotación
de Acueductos y Alcantarillados de la
Dirección de Hidrología Urbanística, así
como la totalidad del personal que labora
en el referido departamento en las
diversas instancias del organismo. En
total 43 unidades de las cuales pasan a
control municipal 37, regional 2 y
provincial 4.
Desarrollo de Edificaciones Sociales y Las cabanas y demás unidades accesorias
Agropecuarias que se construyeron en Camarioca. En
(DESA) total 10 unidades que pasan en su
totalidad a control municipal.
Ministerio de Salud Pública (MINSAP) Todas las unidades y actividades que
actualmente administra y dirige,
incluyendo la preparación de técnicos
medios, así como la totalidad del personal
que labora en las diversas instancias de
dirección del organismo. Es decir, que
todos los hospitales de la provincia pasan
a la administración de los poderes
populares. En total 265 unidades de las
cuales 186 pasan a control municipal, 56
a control regional y 26 a control
provincial.
Instituto de la Infancia Todos los círculos infantiles y unidades
de apoyo a esta actividad que administra
y dirige, así como la totalidad del
personal que labora en las diversas
instancias de dirección del organismo. En
total 41 unidades de las cuales pasan a
control municipal 23, regional 15 y
provincial 3.
Instituto Nacional de Reforma Dirección de Acopio de Viandas, Frutas y
Agraria (INRA) Vegetales, todos los centros y subcentros
de acopio y unidades de apoyo que
actualmente administra y dirige, así como
la totalidad del personal que labora en esa
actividad en las diversas instancias de
dirección del organismo. En total 42
unidades, de las cuales pasan a control
municipal 38 y regional 4.
Transporte El transporte y las unidades de apoyo que
Agropecuario utiliza actualmente para la actividad de
acopio de viandas, frutas y vegetales, así
como el personal necesario para la
operación, dirección y administración de
los mismos que labora en las diversas
instancias del organismo. En total tres
unidades pasando todas a control
municipal.
Agrupaciones Agropecuarias Un acueducto, su centro de abasto y seis
plantas eléctricas en San Pedro de
Mayabón; tres molinos de grano en
Máximo Gómez.
Coordinación Nacional de las Todas las unidades y actividades que
Administraciones Locales actualmente administra y dirige, así como
la totalidad del personal que labora en las
diversas instancias de dirección del
organismo. En total 2 mil 900 unidades,
de las cuales pasan a control municipal 2
mil 726, regional 168 y provincial 6.
Ministerio de Justicia Las oficinas de Reforma Urbana y las
actividades que ellas desarrollan.

En conjunto pasan a los poderes populares 5 mil 597 unidades de producción y de


servicios.

Poder Popular y organismos centrales

El Poder Popular dirige estas unidades junto con los organismos centrales de la
administración estatal; ministerios y otros organismos centrales. Las actividades de
las localidades se subordinan al organismo central en aquellas cuestiones de carácter
metodológico y normativo de su funcionamiento, que son iguales para todas las
unidades de su tipo en todo el territorio nacional. Se subordinan al organismo de
Poder Popular en las cuestiones concretas y operativas de su funcionamiento, tales
como cumplimiento de los planes de producción y servicios, aplicación de los
controles económicos que los rigen, cumplimiento de la legislación del país,
aprovechamiento de los recursos materiales y humanos, reparación de los inmuebles
y equipos, etc.

Algunos ejemplos nos permitirán aclarar el asunto:


En todos los municipios existe una dirección de educación. Esta dirección está sujeta
al sistema de doble subordinación. Por una parte lo hace el MINED, en lo que se
refiere a la metodología de la enseñanza, programas, bibliografías, textos, sistema de
evaluación de alumnos y profesores, etc. Por otra parte, se subordina al órgano de
Poder Popular, que vela porque esta dirección cumpla con sus tareas, tanto las
emanadas del MINED, como por las generadas en el propio municipio. Es
responsabilidad del Poder Popular velar porque la dirección de educación del
municipio cumpla las orientaciones metodológicas orientadas por el MINED y,
además, las cuestiones operativas como el cumplimiento de sus funciones por
alumnos y profesores, reparaciones y mantenimiento de las edificaciones y muebles
escolares, etcétera.

Las bodegas, carnicerías y otros centros de distribución, así como la dirección


administrativa de la que dependen directamente se subordinan por una parte al órgano
central correspondiente (MINCIN U otro) y al órgano de Poder Popular por otra. En el
caso de las bodegas, carnicerías y la dirección municipal de comercio que las atiende,
se subordinan al MINCIN, por ejemplo, en lo referente a las normas de distribución y
al órgano de Poder Popular en lo referente a su funcionamiento y a los problemas de
reparación, mantenimiento de locales y equipos, etc.

Los cines están subordinados al ICAIC en lo que se refiere al tipo de película a


proyectar, ubicación de los equipos de proyección, reparación de los equipos, etc., y
al Poder Popular en lo que se refiere a la reparación y mantenimiento de los
inmuebles, trabajo de los proyeccionistas, etc.
El órgano de Poder Popular Municipal, además, vela y controla el funcionamiento de
todas las demás empresas e instituciones existentes en la localidad, aun cuando su
importancia rebase los marcos de dicho municipio. Por ello todas las unidades de
producción o servicios radicadas en un municipio están sujetas a doble
subordinación. La mayor o menor subordinación al órgano de Poder Popular depende
de su mayor o menor importancia local. Esa doble subordinación permite mantener la
uniformidad en todo el país para actividades de iguales características, al mismo
tiempo que se garantiza el tener en cuenta las peculiaridades locales y permite
aprovechar mejor los recursos que en ella existen.

El órgano de Poder Popular regional dirige a los órganos de poder en todos los
municipios de la región y, además atiende aquellas actividades económicas y sociales
de importancia regional, como son carreteras intermunicipales, transporte
intermunicipal, las industrias locales que producen para varios municipios de una
región y los servicios regionales como el hospitalario y otros.

El órgano de Poder Popular provincial dirige a los órganos regionales de poder y a


través de ellos, a los municipales. Además, se ocupa de aquellas actividades
económicas y sociales de importancia provincial, como carreteras interregionales,
transporte interregional, industrias locales que producen para toda la provincia, así
como de servicios que, como el hospitalario y otros, sean de importancia provincial.

Direcciones administrativas

En los municipios, regiones y provincias, existen —como parte del aparato


administrativo del Poder Popular— las siguientes direcciones:

− Dirección de comercio para administrar las unidades comerciales locales.


− Dirección de gastronomía para administrar los restaurantes, clubes, cafeterías,
etc.
− Dirección de industrias locales y servicios comerciales, que tiene a su cargo las
panaderías, galleterías y otras pequeñas industrias, así como los talleres y
centros de servicios como peluquerías, barberías, servicentros, tintorerías,
relojerías, etc., y el funcionamiento de funerarias, cementerios y otras
unidades.
− Dirección de servicios educativos, culturales y deportivos que tiene a su cargo
las escuelas y los centros culturales y deportivos.
− Dirección de mantenimiento y reparación de edificaciones.
− Dirección de economía con las secciones de planificación y finanzas, de
contabilidad y registro económico.
− Una dependencia para la administración interna del órgano de Poder Popular.
− Otras dependencias que la práctica exija.
En definitiva su organización concreta en cada lugar depende del volumen de
unidades y actividades de esa rama que en la localidad exista. Así, dos o más
direcciones que aparezcan en un municipio, pueden fundirse en otro en una sola
dirección por tener un volumen menor de actividades.

Por ejemplo, en un municipio con muchas unidades comerciales, y centros


gastronómicos debe existir una dirección para cada una de estas actividades, mientras
que en otros, donde existan menos, puede organizarse una dirección de comercio y
gastronomía que englobe a ambas. Lo mismo puede suceder con las direcciones de
servicios comunales y la de mantenimiento y reparación de edificaciones,... etc.

Gastronomía: un ejemplo

"Cuando recibimos ese servicio, había muchos problemas. Todavía dista mucho de lo
que debería ser, pero estamos dando pasos —nos dice Alexis, el presidente del comité
ejecutivo regional de Cárdenas.”

"Presentan en general, una serie de fallas en cuanto a la atención al público, las colas
innecesarias, lentitud, poco cuidado en el servicio, etc." prosiguió diciendo. "Estas
unidades eran un problema. Daban muy mala atención, tenían una serie de
deficiencias, las que deben ser solucionadas. Cuando se instaló el Poder Popular se
cambió a todos los dirigentes regionales (directores administrativos). La mayoría de
ellos había caído en malos métodos, no se preocupaban bastante, no se interesaban",
agrega Reinaldo —el vicepresidente— encargado de este frente en el comité
ejecutivo.

Alexis, temiendo que se interprete mal a su compañero, aclara:


"Nosotros no podemos estar porque sí en contra de los directores administrativos,
porque son nuestros directores. Pero nosotros les exigimos que cumplan y no
justificamos las cosas malas que hacen.”

"Pasan muchos aprietos los directores. Tiene la presión del pueblo por un lado para
que mejoren sus servicios, y la de los delegados por otro... Hemos sustituido a varios
de ellos por deficiencias en sus trabajos.”

"Y hay algo más significativo —agrega—. En la última asamblea regional, del 24 de
mayo, no se le hicieron críticas severas a este servicio, y sí a transporte. Eso quiere
decir que la gente ha percibido un cambio, porque antes las críticas siempre se
concentraban en gastronomía."

Preocupados por el asunto y teniendo en sus manos la oportunidad de actuar, el Poder


Popular de Cárdenas realizó en junio un activo municipal de gastronomía. Allí se
reunieron administradores, subadministradores y representantes de los trabajadores de
restaurantes, cafeterías, cabarés, pizzerías y otras unidas que existen en ese lugar.

También estaban los dirigentes del sindicato, el director de gastronomía de la


asamblea municipal, el representante y encargado de ese frente del Partido, además
del director administrativo del servicio.

La reunión fue una verdadera tribuna donde se expuso crudamente la situación en que
se encuentra cada centro gastronómico, las fallas, deficiencias y posibles soluciones.

Alvaro, representante del Partido señaló en esa ocasión:


"El objetivo de esta discusión, de este activo, es analizar la situación. Es que nos falta
mucho todavía para darle un buen servicio al pueblo. Tenemos que mejorar mucho
más nuestro servicio, ése es el criterio que debe imperar. No se puede decir por parte
de algunos de nosotros... yo no tengo problemas de ningún tipo, todo está superado...
No, porque por ahí quedan bastantes deficiencias y es posible que en esta oportunidad
no se señalen todas, pero en el camino se verá y eso, tenemos que superarlo."

"Creemos que este activo y las recomendaciones adoptadas aquí tienen que servir
para dar un viraje; total, violento y rápido en cuanto a la eliminación de las
deficiencias que se manifiestan en el sector gastronómico."

"Todos los aspectos que hemos analizado aquí —agregó— y las recomendaciones
adoptadas aquí, tienen que convertirse en planes de trabajo concreto encaminados a
resolver la situación que enfrentamos y a su vez, nos permitirán comprobar, medir y
supervisar las actividad ; desde esta dirección administrativa."

4. EL SUBDESARROLLO ¿UN IMPEDIMENTO?

".. .Tenemos algunas deudas pendientes con el subdesarrollo. Y tenemos algunas


deudas pendientes con el sufrimiento del pueblo: cuando vemos una madre decir que
tiene doce hijos en una sola habitación, y que tiene asma, y que tiene esto, y que tiene
lo otro; cuando vemos a las personas sufrir, pedir cosas —que uno quisiera poder ser
mago para poder sacarlas de un sombrero, de un bolsillo— encontrarse con
realidades. Y la realidad aquí la determina el hecho de que hacen falta un millón de
viviendas para que las familias tengan viviendas decorosas, ¡un millón! ¡Y lo que hay
que hacer para tener un millón de viviendas! Desde arena, canteras, cemento..."
(Fidel Castro, 26 de julio de 1970.)

A pesar de que desde el 70 a esta fecha el desarrollo económico de Cuba ha dado un


gran salto adelante, todavía las secuelas del subdesarrollo no han podido ser
superadas.

La experiencia del Poder Popular en Matanzas tiene que partir de esta realidad. En su
discurso al pueblo de Matanzas el 26 de julio de 1974, Fidel quiere dejar esto muy
claro, no se vaya a pensar que el Poder Popular es una varita mágica que todo lo va a
solucionar.

"Ahora ustedes encontrarán objetivamente muchas dificultades. Hay muchas


necesidades, de todo tipo: necesidades de viviendas, de acueductos, de cines, de
edificaciones para escuelas primarias, de círculos infantiles, de todo. Si ustedes hacen
un inventario, las necesidades son muchas en todas partes. No podemos partir de la
utopía, del idealismo, de que, de repente, y por el hecho de que estén constituidos los
poderes populares, esos problemas puedan ser resueltos de hoy a mañana. Los
recursos del país son muy escasos; sobre todo los materiales de construcción son
escasos.”

"Bien sabemos nosotros todo lo que ustedes serían capaces de desarrollar, con la
energía de la comunidad, teniendo en sus manos todos esos recursos.”

"El país trabaja actualmente para disponer de más cemento, de más cabilla, de más
materiales de construcción de todo tipo, de más madera; estamos en proceso de
adquisición de plantas para convertir el bagazo en madera mediante determinados
procedimientos fisicoquímicos, que permiten disponer incluso de tableros idóneos
para hacer muebles. Estamos, en un proceso actualmente de incremento de todos esos
recursos materiales; pero en este instante no los tenemos.”

"La producción total de cemento del país —alrededor de dos millones de toneladas—
está muy comprometida. Los incrementos nuevos serán en 1976, pero todavía habrá
una serie de demandas específicas de interés nacional que consumirán los
incrementos de cemento de 1976, y no será hasta 1978 que el país dispondrá de
cantidades de cemento en abundancia. Ya a principios de 1978 creo que vamos a
disponer por lo menos de todo el cemento que necesitamos con la construcción de
dos grandes plantas adicionales ya en proceso de ejecución, vamos a disponer de los
aceros de construcción, y así progresivamente. Porque esas plantas no se instalan en
un año; desde el momento en que se toma la decisión, se hacen los proyectos, se
hacen los contratos y se construyen transcurre un período de por lo menos cuatro
años.”

"Les advierto, les digo esto no sólo a ustedes, sino a la población de Matanzas, para
que comprendan estas realidades, no sea que de repente se imaginen que los poderes
populares pueden hacer milagros y pueden resolver inmediatamente todas esas
cuestiones.”

"Hay otra cosa: ustedes deben trabajar con los recursos de que disponen y los
recursos que se les asignen. No se trata de porque se haga el experimento aquí se
vuelquen todos los recursos. No se puede hacer eso, puesto que hay que atender las
necesidades generales del país en todas las provincias y en todas las comunidades del
país. No se pueden volcar todos los recursos hacia aquí.”
Pero, el subdesarrollo de Cuba ¿no será un obstáculo insalvable para los órganos de
Poder Popular? ¿Qué pueden hacer éstos si la escasez de medios materiales les
impide contar con los mínimos recursos para hacer frente a sus tareas? ¿No se
desacreditarán frente a la masa al ser incapaces de dar solución inmediata a muchos
de los problemas planteados por el pueblo?

He aquí la experiencia de dos miembros del Ejecutivo de Cárdenas.

El periodista dirigiéndose a Laureano:


—¿Cuáles han sido las principales dificultades que han tenido que afrontar?

—Fundamentalmente están determinadas por la escasez de determinados recursos,


por ejemplo, aquellos relacionados con el problema de la vivienda.

—¿Y cómo se siente usted con la responsabilidad que tiene, cuando de hecho usted
sabe que no va a poder resolver una gran cantidad de los problemas que le plantean,
no porque usted no quiera sino porque son problemas propios del subdesarrollo?

—Mire, hay una cuestión, estos delegados que hemos salido ahora, lo primero que
hemos planteado al pueblo, con honestidad revolucionaria, es que hay muchos
problemas que no podremos resolver. Existe una fuerza moral en decir la verdad y el
hecho de que los problemas suban y bajen con la organización y estructuración del
Poder Popular, ayuda mucho. La gente queda convencida de que si se le dice que su
problema no tiene solución eso es verdad así. Mi experiencia personal es que el
elector asimila eso tal como lo plantea el delegado. Cuando plantean problemas de
vivienda, por ejemplo, y uno les explica por qué no tienen solución, reaccionan con
una confianza en lo que le dice el delegado que uno no se siente presionado. Además
la delicadeza con que la gente viene a plantear los problemas al delegado; la
humildad, la sencillez, el respeto sobre todo, lo hace a uno tener confianza.
Realmente uno se siente satisfecho de que el pueblo entienda.

Alexis, a quien la pregunta ha dejado muy pensativo, agrega:


—No hay la presión esa de la gente, pero sí hay otro tipo de presión, porque nosotros
nos sentimos comprometidos con el pueblo. A nosotros se nos hace difícil no poder
resolver todos los problemas porque somos gente del pueblo. Nos duele además todo
esto. Por ejemplo, en estos días ha estado lloviendo mucho y sabemos que hay
peligro de derrumbes y estamos pensando que en cualquier momento nos pueden
llamar para avisarnos que se les derrumbó la casa y no contamos con los elementos
materiales necesarios para resolver esto. Sin embargo, se da aquí una cosa muy
singular: es muy poca la gente que viene aquí a pedir vivienda, a pedir materiales de
construcción. Vienen algunos. Y cuando uno les dice: "Mira, no te voy a dar una
solución pero te voy a dar una explicación. Y mira, esto es así y así. Tu caso no tiene
solución. Yo no te voy a decir que vengas la semana que viene, que lo voy a anotar y
a lo mejor se resuelve, que vamos a ver y que mejor más adelante. Porque lo que
tengo que decirte es que es justo lo que tú quieres, pero que por ahora no tiene
solución." Entonces la persona me dice: "La verdad es que a mí no me han resuelto el
problema pero la verdad es que a mí nunca me habían hablado así. Tengo que
esperar." Y uno sufre con eso, pero en realidad no puede decir otra cosa. En relación
con esto, aquí en el regional existe una comisión económica compuesta de 40
personas que no cabían en este local cómodamente, entonces se buscó una casa aquí
detrás y se iba a dejar como local para ellos. Pero como en estos días con lluvia, se
han acentuado los problemas de vivienda, el comité ejecutivo decidió que los
compañeros de economía estuvieran un poco más reducidos y le dio esta vivienda al
municipio para que éste la entregara a la familia más necesitada. No podemos
resolver todos los problemas pero al menos al decidir esto sentimos la tranquilidad de
que estamos pidiendo esfuerzo y sacrificio a los demás y empezamos por dar el
ejemplo nosotros. Está claro que no podemos dar este edificio donde funcionamos
pero hay otras cosas que sí... El problema de la vivienda es el más difícil pero aquí se
le ha dejado muy claro a la gente que éste es un problema de todo el país y nosotros
para quedar bien no vamos a echarle la culpa a los de arriba, eso sería muy fácil pero
muy poco revolucionario. La gente sabe que nos dan todo lo que hay y que lo que hay
se distribuye en relación con las necesidades más urgentes de la gente. No podemos
pedir lo que no existe. Hay que hablarles claro y cuando reclaman que un funcionario
los engañó se les pide que lo denuncien. Nosotros no estamos aquí para justificar lo
malo que tenga un funcionario administrativo. Van a pasar unos cuantos años y
muchos problemas no vamos a poder resolverlos, pero el pueblo tiene confianza
porque los compañeros que hoy están en el gobierno son todos más o menos como
Laureano. El pueblo ha visto el trabajo durante años, su honestidad. La gente dice:
"Fulano, pero si yo lo elegí, no me puede engañar." Además cuando llega material
para la construcción, la asamblea municipal da inmediatamente cuenta de cuántos
sacos llegaron y se decide conjuntamente cómo repartirlos a cada circunscripción.

Esta respuesta nos hace recordar algo que había dicho Fidel en su discurso del 26
de julio de 1970:
"Y les decíamos: cuando vaya a hacerse una reparación, nunca decidan ustedes qué
reparación tienen que hacer. Que sean los vecinos los que lo digan, que sólo ellos
tienen derecho a saber, con su espíritu de equidad y de justicia, quién es el que más lo
necesita. Porque donde la decisión sea administrativa siempre estará sujeta a un
montón de contradicciones y opiniones, y hasta al riesgo y el peligro de favoritismo."

"Preservemos a los hombres, preservemos a los cuadros de ese peligro, y


establezcamos que sean ellos los que determinen. Y si los vecinos se equivocan, ellos
se pueden equivocar. Es difícil, pero son ellos..."

Que las orientaciones de Fidel han sido seguidas pudimos comprobarlo en la


siguiente conversación que sostuvimos con un joven fotógrafo de la región que se
encontraba a la salida del local del Poder Popular de Jovellanos.

—¿Qué ha significado para usted el Poder Popular?


—Como producto de las lluvias, como mi casa era vieja, empezaron a caer las
goteras. Entonces yo me dirigí a mi delegado y le conté mi situación, me pidió que la
planteara por escrito con todo lo que necesitaba para resolverla. Hay una comisión
nombrada por todos los miembros de la cuadra que es la que determina si la persona
tiene o no necesidad de lo que pide. Mi caso fue aprobado así es que pude ir a
comprar dos rollos de papel, dos sacos de cemento, que era lo que necesitaba, y,
como yo sé el trabajo no tuve necesidad de pedir mano de obra para ejecutarlo.

—¿Cómo se llama el delegado de su circunscripción? —Roberto Aedo. —¿De qué


circunscripción?

—De la 2.

—¿Usted votó por él?

—Bueno, sinceramente, a la hora de votar ese compañero estaba pasando un curso y


yo ya conocía a otro compañero como dirigente y voté por él. No salió elegido, pero
luego fue seleccionado para la dirección regional. El otro incluso era vecino mío,
pero yo no conocía su desenvolvimiento como dirigente, entonces, para una cosa que
iba a empezar nueva, a mi criterio pensé mejor votar por aquel a quien ya conocía.

—¿Y ahora está contento con el delegado que salió elegido?

—En el corto tiempo que lleva aquí se le ve un desarrollo bastante bueno.

—¿Con el Poder Popular ha cambiado la cosa?

—Ha cambiado grandemente. Uno hace una proposición y ve cómo se discute y a


veces se aprueba. Si se puede resolver en el momento se nos dice eso, si no se puede
se nos explica por qué no se puede hacer. Uno ve la claridad de la cosa.

5. ASAMBLEAS Y DELEGADOS

"… ustedes pasan a administrar como poderes populares —decía Fidel a los
matanceros el 26 de julio de 1974— en los municipios, en las regiones y la provincia,
5 mil 597 unidades de producción y servicios.”

"Los que en el exterior del país se interesan —y muchos se interesan de buena fe,
desde luego, por estas cuestiones— podrán ver el enorme y amplio contenido que
tiene la organización de los poderes populares en la provincia de Matanzas, y la
forma de Estado que pretendemos organizar.”

"¿Qué hacer ahora? ¿Cuáles son las responsabilidades de ustedes? Adquieren las
responsabilidades de la administración de todos estos centros y unidades.”
"Es necesario tener en cuenta algunos principios básicos. Primero: luchar por el
ahorro máximo de los recursos materiales y humanos; llevar rigurosamente la
contabilidad de todo, hasta el último centavo; buscar el máximo de eficiencia
económico; evitar el burocratismo.”

"Evitemos que los municipios se nos llenen de oficinas, evitemos la competencia en


la fuerza de trabajo; evitemos desde el principio mismo toda tendencia localista o
regionalista —a nivel de municipio, a nivel de región o a nivel de provincia—,
porque las situaciones de todas las localidades y todos los pueblos no son
exactamente iguales, hay municipios ricos y municipios pobres, y los recursos del
país debe distribuirlos equitativamente, de acuerdo a las circunstancias.”

"No olvidarse nunca que la República es una e indivisible, organizada y no anárquica,


socialista y no capitalista; que tenemos obligaciones con la comunidad, y con la
nación. Desarrollar la disciplina y el espíritu de acatamiento a las normas generales
que deben regir cada actividad."

Las funciones del delegado

¿Cuál es el papel de los delegados? ¿Son ellos los encargados de dirigir las unidades
de producción y servicios enclavados en su circunscripción? ¿Son ellos los
encargados de movilizar a las masas para las diferentes tareas?

La primera cosa que es necesario aclarar es que los delegados no dirigen sino que
representan a sus electores ante el órgano del Poder Popular en que desempeñan sus
actividades.

Los delegados tampoco dirigen las unidades de producción y de servicios enclavadas


en su zona, es la dirección administrativa correspondiente la que debe encargarse de
ello para evitar la anarquía de mando. Esto no quiere decir que el delegado no pueda
acercarse a quien dirige una unidad y hacerle saber el malestar, las inquietudes o las
sugerencias de sus electores. Lo que no puede hacer es darles órdenes o destituirlos.

No son ellos los encargados de movilizar personalmente a la población para la


realización de tareas productivas o de otra índole. Sería imposible que una sola
persona, que además es un trabajador, pudiese movilizar a 700 o más personas que
viven en su circunscripción. Para esta tarea cuenta con las organizaciones de masa
que existen en Cuba: los sindicatos, los Comités de Defensa, la Federación de
Mujeres, la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños, la Federación de
Estudiantes de Enseñanza y muy especialmente con la Unión de Jóvenes Comunistas
y con el Partido.

Una de las funciones del delegado es la de trasladar a la asamblea municipal y a su


comité ejecutivo las necesidades, criterios, dificultades que le trasmitan sus electores
y defender allí sus intereses. A su vez, debe servir de canal de trasmisión hacia sus
electores de la política que sigue el órgano de Poder Popular municipal y de las
dificultades que confronta para dar solución a las necesidades planteadas por la
población.

Raúl Castro precisa esta función del delegado en el discurso que pronuncia el 22 de
agosto de 1974 en la clausura del seminario que realizaron los delegados del Poder
Popular, para prepararse en sus nuevas tareas.

"En cada contacto colectivo con sus electores el delegado deberá informar sobre las
actividades del Poder Popular municipal en sus diversas responsabilidades; sobre su
actividad personal como delegado, sobre la forma en que han sido atendidos los
problemas que los electores le hayan encargado plantear ante el Poder Popular, sobre
los que tienen solución y sobre los que no la tienen, o la tienen a más largo plazo;
sobre el porqué de cada solución y de cada medida. Nada debe quedar sin
explicación ante las masas.”

"Los delegados deben imponerse de todas las razones que determinan una u otra
medida tomada por los órganos estatales, bien sean los órganos de Poder Popular
municipales, regionales o provinciales, o los órganos centrales del Estado. Si un
precio se eleva, debe explicarse el porque; si una cuota de distribución se modifica,
hay que aclarar la razón a las masas; si un producto demora más de lo normal en
llegar al pueblo, hay que exponer las causas: si el horario en que se presta un servicio
es cambiado, el pueblo debe conocer los motivos, y en cada caso la explicación debe
ser convincente. Los delegados no deben ser jamás portadores ante las masas de
explicaciones absurdas o de razonamientos formales 'para salir del paso', que no
convencen a nadie. Los delegados deben exigir en el seno de las asambleas a las
cuales pertenecen y de los comités ejecutivos correspondientes, todas las
explicaciones que sean necesarias a fin de poder trasladarlas satisfactoriamente a las
masas.”

"A su vez, los delegados deben recoger todas las quejas y sugerencias que les
trasmitan sus electores y ser exponentes de ellas ante las respectivas asambleas. Una
queja, una sugerencia, una opinión que sea planteada o apoyada por la mayoría de los
electores, deberá ser trasmitida por el delegado a los órganos del Poder Popular aun
cuando individualmente el delegado tenga un criterio en contra. El delegado no se
representa sólo a él, ni principalmente a él, sino a una masa de electores que lo ha
elegido y son las opiniones y problemas de esa masa los que él tiene que representar
y no sus problemas o criterios personales.”

"Es necesario tener presente, como planteara Fidel el 26 de julio, que lo que no se
puede dejar de hacer es dar una explicación a cada ciudadano que vaya a pedir algo o
a solicitar algo, explicarle con honestidad, con franqueza, si se puede, si no se puede;
no ' hay que engañar a nadie nunca'."
Los delegados no son sólo correas de trasmisión de las inquietudes del pueblo, deben
trabajar en los órganos de Poder Popular en la búsqueda de soluciones a los
problemas que plantean las masas. En realidad, ésta es la función principal y para
cumplir con ella deben desplegar toda su iniciativa creadora.

Sin embargo, ello no implica que para dar solución a una serie de problemas, los
delegados deban asumir tareas que corresponden a otros organismos. No es el
delegado el que debe realizar funciones administrativas como la distribución de
material para la construcción los vecinos de su circunscripción, por ejemplo. La
realización de esta función está a cargo de la dirección administrativa del Poder
Popular que corresponde. El papel del delegado en estos asuntos, que son de vital
interés para la población, consistirá en participar, como miembro de las asambleas del
Poder Popular, en la adopción de decisiones para la distribución más justa y adecuada
de esos artículos y en controlar que la dirección administrativa encargada de ejecutar
dichas decisiones, actúe de acuerdo a ellas sin violarlas o establecer prácticas de
privilegio, favoritismo, etc.

Para cumplir su misión los delegados se reúnen cada tres meses con sus electores
para rendirles cuenta de su gestión y dentro de ese mismo período de tiempo y
previamente a la reunión con toda la circunscripción hacen reuniones con los vecinos
que viven en cada uno de los CDR o bases campesinas comprendidas en su
circunscripción.

Atención directa al pueblo

Pero los delegados no se limitan a este contacto colectivo con sus electores; tienen
también un "día de despacho" a la semana, que ya todos conocen y que está destinado
a atender las quejas, consultas y sugerencias que individualmente le hagan llegar sus
electores.

Consultamos con Laureano, el popular delegado y miembro del comité ejecutivo de


Cárdenas, cómo se realiza esta tarea.

—¿A dónde citan a la gente?

—Al lugar que el delegado designe. En este caso, yo recibo en mi casa.

—¿Más o menos cuanta gente va y qué cosas plantea?

—Van entre cuatro y seis personas cada vez. Yo recibo los viernes de 8 de la noche en
adelante, hasta que termina. Los temas son variados, desde problemas de mi
circunscripción hasta problemas que se presentan en otros lugares ya que todos saben
que formo parte también de la dirección regional. Hay una cosa característica de
todos los que han ido. Nadie ha ido exigiendo que le resuelvan cosas, lo que piden
fundamentalmente es orientación. Se plantean problemas de educación, de jardines
infantiles, de vivienda... porque es mucha la demanda que hay en este aspecto.

—¿Los recibe en público o en privado?

—Ahí no más, mientras atiendo a unos, otros esperan en la misma salita. Ahora, la
verdad es que no respetan mucho lo del día de atención. Donde me ven me paran, o
llegan a la casa a cualquier hora.

—¿Cuáles son los problemas que le plantean?

—El de la vivienda, reparación de cosas... Algún problema de la escuela...

—¿ Y no ocurre que les pidan la resolución de problemas personales, "a lo amigo"?

En ese momento interviene en la conversación Alexis, el presidente del comité


ejecutivo de Cárdenas. No puede contenerse. Se ve impulsado a opinar sobre el tema
porque son muchas las experiencias que ha vivido al respecto:

—Bueno, ocurre que hay delegados que creen que para cumplir mejor ellos tienen
que hacer todo, desde tomar la cocina que se echó a perder y llevarla al taller...
Nosotros estamos preocupados de explicarle a los delegados que eso no debe hacerse,
que para eso existen los canales normales. Pero eso que plantea usted sin duda se da.
Viene a nosotros alguien que nos dice: "Nosotros sabemos que tú no resuelves esto,
pero nos conocemos hace tanto tiempo y yo nunca te he pedido nada, en todos estos
anos. Mira, ahora me hace falta que tú me resuelvas esto..." Yo le respondí: "Nosotros
estamos aquí para combatir eso. Cuando yo empiezo a hacerte favores, empiezo a
actuar mal..." Él contestó: "Bueno, yo pensaba que tú me ibas a decir eso, pero de
todos modos vine..." Sólo una actuación como ésa es garantía de que el pueblo nos
respete, que sepa que actuamos honestamente, que le estamos diciendo la verdad. No
tenemos casos en que se haya dado una situación de privilegio. Recuerden que los
compañeros han sido elegidos y pueden ser sustituidos.

Laureano le quita la palabra:


—El pueblo ha elegido a los mejores dentro de la problemática del subdesarrollo
cultural. Tenemos hombres que han dado lo mejor de sí en estos 15 años de
Revolución, pero no tienen escolaridad, bachillerato, es gente humilde, trabajadora.
Cuando se hicieron las elecciones y se pusieron las fotos con la biografía política, se
escuchaba a la gente decir a menudo: "Óyeme, ¡mira qué trayectoria tiene este
fulano! ¡Y yo no lo sabía!"

Una respuesta más lacónica, pero en el mismo espíritu, nos había dado José Failde,
presidente del comité municipal de Matanzas:

—La presión se siente, pero nosotros no podemos hacerle caso. Puede venir alguien a
título de que es muy amigo nuestro, pero a ése nosotros le damos una respuesta
contundente.

Cuadros no profesionales

Los delegados elegidos por las bases siguen sus trabajos habituales y dedican el resto
de su tiempo a atender los problemas de su circunscripción y a asistir a las reuniones
municipales cuando éstas se dan. Es la mejor forma de que no se desliguen del pueblo
y se burocraticen en las nuevas tareas como ha ocurrido.

"El delegado está permanentemente en contacto con el pueblo —nos señala Alexis—
y está obligado a responder frente a él. Pero al mismo tiempo, tiene que ser un buen
trabajador, y si es militante del Partido, además de las tareas del Partido tiene que
estudiar. Es una obligación más. No es fácil. Eso lo ha visto el pueblo. En realidad el
pueblo siente gran aprecio por sus delegados. Además, éstos están a disposición de
sus electores cuando éstos los necesiten. Es cierto que se planifica un día destinado a
atenderlos para que tengan la certeza de que ese día tienen la seguridad de encontrar
al delegado a su disposición, pero pueden dirigirse a él en cualquier momento donde
lo encuentren. Y a los delegados no sólo les plantean problemas de su
circunscripción, porque como el compañero es trabajador igual que los demás, le
plantean problemas en su trabajo: 'Mira compañero, aquí están dando las croquetas
frías.. .', 'Mira, en tal lugar hay una fosa abierta...' "

Sin embargo, esta situación no puede ser mantenida a nivel de ejecutivos. Es


imposible que una persona pueda responder bien a su trabajo cotidiano y a los
complejos problemas de dirección municipal, regional o provincial.

Por eso, a nivel municipal se ha buscado una solución intermedia. Los tres dirigentes
de mayor nivel son profesionales, dedican todo su tiempo al Poder Popular, pero los
dos vocales restantes continúan normalmente en su trabajo habitual. Es una forma
para que la dirección municipal tenga siempre presentes los problemas más sentidos
por el pueblo durante los períodos que trascurren entre las asambleas con los
delegados.

Y a este nivel, que es el nivel inferior del Poder Popular, ya el trabajo de cada
miembro del Ejecutivo es grande, como podemos comprobar a través de la narración
del presidente del comité ejecutivo de la asamblea municipal de Matanzas:

"Cada miembro del Ejecutivo atiende distintas direcciones administrativas. Por


ejemplo, el vicepresidente atiende cuatro direcciones administrativas: gastronomía,
servicios comerciales, comercio e industrias locales. El presidente atiende lo que es
economía y lo que es suministros. El secretario atiende lo que es salud y lo que es la
dirección de servicios internos. Un vocal atiende lo que es educación, cultura y
deportes, cine, círculos infantiles. Otro vocal atiende lo que es construcción, servicios
comunales, prevención y asistencia social, transporte, correos y telégrafos... En
definitiva, las veinte direcciones administrativas que existen en el Poder Popular
están repartidas entre los 5 del Ejecutivo municipal de Matanzas."

Como las tareas se multiplican a medida que se sube de nivel, los comités ejecutivos
de la región y de la provincia cuentan, además del presidente, vicepresidente y
secretario que son profesionales, con varios cuadros profesionales y no profesionales.

Las asambleas y sus facultades

La asamblea popular, en sus diferentes niveles —provincial, regional, municipal— es


el órgano superior del Estado en su respectiva jurisdicción. Es soberana para acordar
y decidir sobre asuntos de su competencia.

El comité ejecutivo es un órgano colegiado de dirección elegido por la asamblea


popular y responsable ante ella por su actividad, pudiendo ser renovado total o
parcialmente por dicha asamblea, en el momento que lo estime oportuno.

Los acuerdos que de la asamblea se toman por simple mayoría de los presentes, salvo
en casos muy excepcionales, como el caso de la revocación de algún delegado, que
requiere que vote por ella más de la mitad de los integrantes de la asamblea.

Recordemos algunas facultades de estas asambleas:


— Organizar la rendición de cuentas de los delegados ante sus electores.
— Organizar y ejecutar el proceso de revocación de mandatos.
— Discutir y decidir sobre todos los aspectos del plan económico que le
presentará el comité ejecutivo de cada municipio, región y provincia.
— Organizar comisiones de trabajo permanentes y no permanentes para fiscalizar
y controlar las unidades de producción y servicios que le están subordinadas.
Estas comisiones pueden asesorar a la asamblea en la toma de decisiones, con
vistas a facilitar un mejor aprovechamiento de los recursos humanos y
materiales.
— Controlar y supervisar, a través de las direcciones administrativas, el
cumplimiento de todas las disposiciones que dentro de sus facultades
establecen los organismos centrales y las que dimanen de las directivas
administrativas del nivel superior, cuando corresponda.
— Trasladar las unidades de una a otra dirección administrativa, si ello conduce a
un mejor funcionamiento de las mismas.
— Designar a los directores de las direcciones administrativas y demás personal
dirigente del Poder Popular.,
Algunas medidas concretas adoptadas

Algunos ejemplos serán suficientes para ilustrar las medidas que pueden ser
adoptadas por el Poder Popular.

—Aquí existía una terminal de ómnibus que era demasiado pequeña —nos dice
Adolfo, el vicepresidente del comité ejecutivo de Jovellanos— y el pueblo se había
quejado siempre de que no había una terminal como correspondía. En realidad,
todavía no se ha logrado solucionar plenamente esto pero, producto de toda esa
presión, se tomaron algunas medidas para reconstruir una parte de la terminal que
estaba en desuso. Antes, la terminal se reducía a 6 u 8 metros, y la guagua había que
cogerla fuera; ahora tiene más de 20 metros, la gente puede esperar sentada. Además,
se hizo un andén para que la gente pueda tomar la guagua adentro. Fue un trabajo de
la brigada de construcción con el apoyo del Poder Popular, los fines de semana, de
trabajo voluntario de la población.

Luis, el secretario del comité ejecutivo de ese regional nos señala otro ejemplo.

—Aquí antes había apeaderos de buses cada cierto .trecho en el campo. Con el
tiempo se fueron destruyendo y ahora no quedaba ninguno. Con el Poder Popular se
planteó esa necesidad y en todos los municipios se han construido muchos. El Poder
Popular ha proporcionado los recursos y la gente de la zona los ha construido.

Y aprovechando que estamos conversando con Adolfo, que era hasta hace poco
presidente del Poder Local, le preguntamos:
—¿Qué diferencias ve usted que ha vivido ambas experiencias, entre el Poder Local y
el Poder Popular?

—Bueno, antes, por ejemplo, se recibía un reclamo; de que una escuela de una zona
estaba en mal estado y difícilmente se podía hacer algo. Si Salud tenía máquinas y
recursos, yo, como presidente del Poder Local no podía disponer de ellos. Ahora eso
es diferente, como todo depende de nosotros, si hay cosas urgentes priorizamos el uso
del cemento y de las máquinas que antes estaban distribuidas en distintos organismos
y las concentramos allí donde hay más emergencia. Antes el Poder Local no tenía
autoridad para movilizar equipos desusados de una unidad administrativa a otra.

Pero no sólo se buscan soluciones a problemas materiales sino también a problemas


de tipo cultural como el que nos indicó Laureano, uno de los miembros del comité
ejecutivo de Cárdenas:

—Se decidió restaurar un fuerte que había en la región con ayuda de la población. Y
se entregó ese fuerte después de reparado a esa zona para su cuidado y
mantenimiento. Ahora los pioneros —estudiantes de enseñanza primaria— hacen
guardia allí. Además, el fuerte se entregó a la comisión de historia. Ésa es también
una forma de vincular el pueblo al mantenimiento de los lugares históricos.
Basta que el pueblo reciba los recursos para que con gran entusiasmo se ponga manos
a la obra. Así lo confirma uno de los miembros del comité municipal de Matanzas:
—Yo les voy a contar una experiencia —nos dice—. Nosotros reparamos con ayuda
de las masas el reparto Camilo Cienfuegos. Ésa ha sido una de los mejores cosas que
hemos hecho. Allí hicieron un buen trabajo con las masas en lo que es el
remozamiento del reparto, que estaba prácticamente destruido... ya no había calles. Y
las calles las hizo el pueblo. La población se organizó para esta tarea a través de sus
organizaciones de masas, a través de los CDR, a través del Partido. Así planificamos
nuestro trabajo con las masas. Cuando necesitamos hacer un trabajo para el beneficio
del pueblo, nosotros acudimos a las organizaciones políticas y de masas.

—¿La solución de esos problemas hubiera demorado más antes del Poder Popular?

—A nosotros nos parece que sí. Hubiera demorado más, porque en estos momentos
nos parece que el pueblo está convencido de que él es el dueño del gobierno y esto se
manifiesta en que hace las cosas con más seguridad que antes y con más entusiasmo
que antes. Casos como éstos tenemos varios. Está, por ejemplo, el caso del reparto
que nosotros llamamos La Marina. Nosotros vamos allí y conversamos con los
delegados e inmediatamente se comienzan los trabajos. Comienzan de acuerdo a las
posibilidades que nosotros tengamos para darle los recursos. Si el recurso se lo damos
hoy, si nos planteamos hoy la situación y a la tarde le damos los recursos... a las 10 de
la noche el pueblo está trabajando... ¡seguro!

Otra de las medidas que ha debido tomarse en varios lugares, al tratar de ponerse en
práctica las funciones del Poder Popular, ha sido la restructuración parcial de la
organización territorial.

Tenemos el caso de la ciudad de Cárdenas. Antes del establecimiento del Poder


Popular, esta ciudad estaba dividida en dos seccionales y era la avenida central,
aquella en la que se había suspendido el tránsito de bicicletas, la que oficiaba de línea
divisoria entre un seccional y otro. Como los problemas eran los mismos a uno y otro
lado de la calle y como para resolverlos necesariamente debían estar de acuerdo
ambas asambleas seccionales, la separación en dos sólo perjudicaba al pueblo
haciendo más lenta la solución de los problemas que por esta situación debían
elevarse a nivel regional. Por eso, una de las primeras medidas adoptadas por el
Poder Popular de esa zona fue unificar en un solo municipio ambos seccionales.

Lo mismo ocurrió en el caso del casco urbano de la ciudad de Matanzas que estaba
dividida en cuatro seccionales: el Poder Popular los reunificó en un solo municipio, el
municipio de Matanzas.

Veamos lo que nos dice al respecto el presidente del comité ejecutivo municipal:
—Aquí la división político-geográfica era prácticamente una calle. Entonces, cuando
una asamblea se refería a un problema común con otro seccional, tenía que elevarlo a
la región para que ella coordinara con el seccional colindante. Esto era un trámite un
poco largo, un poco burocrático. A la larga era sólo una franja de terreno lo que
dividía un seccional de otro. Y por esa franja había que estar continuamente elevando
toda una serie de acuerdos de la asamblea para darle solución a esos problemas. Con
la reunificación de todos los municipios en uno solo, se resolvía todo ya que no era
necesario tener que seguir elevando toda la serie de acuerdos a otra instancia para su
solución.

—¿Y quién adoptó el acuerdo de la reunificación?

—La instancia superior del Poder Popular, la asamblea provincial. Después de


analizar varias experiencias en el mismo sentido, decidió tomar estas medidas que
permitieran un mejor funcionamiento de los órganos del Poder Popular. La medida
adoptada convirtió al municipio de Matanzas en el municipio más grande de la
región, con alrededor de 90 mil habitantes.

6. RENDICIÓN DE CUENTAS Y REVOCACIÓN DE MANDATOS

La primera asamblea propiamente de rendición de cuentas fue en diciembre, la


segunda en mayo. En ella nosotros dimos cuenta de si se dio o no cumplimiento a los
acuerdos que se tomaron en la asamblea anterior. Pero el delegado no sólo rinde
cuentas de los problemas de su circunscripción, sino que también debe rendir cuentas
de los resultados de la asamblea municipal. Se hace un informe escrito de todas las
cosas que hay que informar.

Por ejemplo, en una región se planteó la necesidad de tener una farmacia porque
todas quedaban demasiado lejos de esa zona. Esta idea fue aprobada por la asamblea
municipal y luego fue elevada a la región y allí fue también aprobada. Ésta era una
demanda de muchos años. También se planteó el problema del agua.

—¿Tenía solución este problema?

—Tuvimos que explicar las gestiones que se estaban haciendo para resolverlo. Esto
todavía no se ha podido resolver porque tiene relación con un proyecto de acueducto
nuevo para la ciudad de Cárdenas, y sólo se puede, por el momento, tomar medidas
parciales como sería la instalación de una turbina un poco más grande donde hay una
turbina pequeña y que continuamente se rompe. También se resolvió el problema de
una turbina en una escuela. Es decir, al problema del agua se le dio una respuesta
parcial pero se le dio una respuesta... Y así en una serie de aspectos, problemas
personales, viejitos que se acercan con problemas de previsión y asistencia social.
Se canaliza el problema y luego se informa de la solución que se ha dado. En este
caso se creó un presupuesto de ayuda a esta gente. La rendición de cuentas fue para
nosotros una gran experiencia.
—¿Cuánta gente asistió?

—Un 79 por ciento del total de electores. Ésa es la mejor prueba de que hay respaldo
popular en todas estas cuestiones. En las asambleas de zona de los CDR la asistencia
era mucho menor. En mi circunscripción fueron alrededor de 500 de los 700
electores.

Ésta es la información que nos da Laureano de su experiencia como delegado.


Nosotros insistimos:
—¿Cree usted que cuenta con más respaldo ahora que antes de ser elegido delegado?

—La mayoría de la gente está más contenta. Como las asambleas son públicas ve
cómo los delegados plantean sus problemas y exigen solución. La mayoría de los
delegados cuenta hoy con mayor apoyo. Es más grande la confianza pero también es
más grande la exigencia.

Algo semejante ocurre en todos los lugares que nosotros recorrimos. En la región de
Jovellanos la asistencia es particularmente numerosa. Preguntamos a Luis, el
secretario del comité ejecutivo de Jovellanos, si la participación también era tan alta
en las reuniones de los CDR. Su respuesta es significativa.

—La experiencia de nosotros es que la gente participa mucho más ahora. Antes las
asambleas de servicio de los CDR se daban a nivel de zona y se podían realizar en un
cuartito como éste, de unos pocos metros. Ahora las reuniones tienen que hacerse en
la calle porque la gente no cabe en los locales cerrados. Si la circunscripción tiene
700 electores van entre 400 y 500 personas. Hay que tener en cuenta de que en cada
casa hay entre dos y tres electores y que perfectamente puede ir sólo uno de ellos para
que todos estén bien informados. El mejor termómetro que tenemos para calibrar
nuestra gestión es el pueblo. En las asambleas es donde nos comunican sus quejas,
nos dicen nuestras deficiencias. Por eso buscamos que en estas asambleas haya
bastante participación, que la gente no vaya allí como simple espectador sino como
actor, es decir, que vayan ahí a criticar o a plantear cosas. Si les damos una
información, les pedimos que nos digan si estuvo bien o estuvo mal.

—¿Por qué cree usted que hay más participación ahora?

—Porque ahora las personas plantean las cosas como antes, pero además se da una
solución, una respuesta. El delegado tiene que ir a la próxima reunión con la solución
a los problemas planteados o con una explicación de por qué no pueden solucionarse.
Fidel insistió mucho en un discurso, aquí en Matanzas, que el Poder Popular no era
una varita mágica que iba a solucionar los problemas que no se podían resolver en las
condiciones actuales de desarrollo de nuestro país. Es importante saber determinar
cuáles son los problemas que no pueden ser resueltos por ineficiencia de los
responsables en su solución, de aquellos que no pueden serlo por la situación de
subdesarrollo del país...
Para enfrentar el primer caso el pueblo cubano cuenta hoy con un instrumento muy
eficaz que es la posibilidad de revocar al delegado elegido por él mismo. Casos
extremos como el que a continuación nos describe un campesino de una zona
henequenera difícilmente podrán volver a ocurrir.

"Mire compañero, a mí se me quemó la casa y no vino ni uno del Poder Local a mi


casa. Estuve enero, febrero, marzo, abril y mayo correteando, correteando y nada. 'Sí,
ven a vernos', me decían. Uno iba y le decían 'Ven mañana' y nada, no estaban.
'Bueno, mañana a las 9 de la mañana estás aquí' me volvían a decir. Allí estaba yo a
las 9 y me salía la secretaria con el cuento de que habían ido a Martí pero que al día
siguiente me presentara ya que me llevarían a Varadero para conseguirme dos
mueblecitos viejos. ¡Hasta hoy nunca los he visto! ¿Son ésas formas, compañeros, de
quienes tienen los problemas en la mano? No, no lo son.”

"Ellos eran instituciones del gobierno, para resolver... para atender al pueblo.
¡Cuántas veces no llegué yo allí a ver a fulano y la secretaria me decía que estaba en
una reunión y el fulano salía por la puerta del lado para no encontrarse conmigo!
Cuando no, era día de escuela y entonces no se despachaba con él.”

"El pueblo iba allí para que les resolvieran problemas."

—¿Y usted cree que el nuevo delegado pueda resolverlo todo?

"No, si él quiere resolverlo todo se vuelve loco. Yo entiendo que los compañeros
pueden resolver muchos problemas que tenemos pero no todos. Y si se resuelve un
poco hoy y un poco mañana, llegará el día en que no habrá problemas. Así no se van
concentrando los problemas de un día para otro y entonces ya es un grupo grande de
papeles los que hay ahí y no se ha resuelto nada y vamos corriéndoselos a Fidel. No
podemos correrle nada a Fidel sino a los compañeros que dirigen, ellos no van a
resolverlo todo pero van a ir a servir al pueblo, ¿tú me entiendes? Y el que no sirva
allí lo vamos a sacar de allí. Nosotros mismos lo vamos a sacar y él no va a protestar.
Mira, el compañero que está allí y no sirva tenemos la facultad, nosotros, la masa, de
quitarlo.”

"Y si yo soy nominado por la masa para una función específica por abajo, por abajo
me sacan. Si yo soy asignado como elemento de dirección porque se entiende que
voy a producir, el que me pone es el que me quita, vaya... Y eso le da más agresividad
al trabajo porque se rompe un poco esos elementos, como le llaman... ¡ah sí! de
burocracia."

Efectivamente, los miembros del Poder Popular, de la misma manera en que son
elegidos democráticamente por el pueblo pueden ser revocados por sus electores si
éstos consideran que no han cumplido satisfactoriamente con sus deberes o si su
conducta no está a la altura de su condición de miembro del Poder Popular. De hecho
ya hay varios casos de revocación de mandatos en la provincia de Matanzas. Los
compañeros del comité ejecutivo de Cárdenas nos contaron el caso de un delegado
que fue revocado.

—En la circunscripción Máximo Gómez el delegado empezó a presentar una mala


actitud en el trabajo. No iba a las asambleas, no cumplía las tareas que se le daban.
Planteó que se iba a mudar.

Alexis explica que si un delegado se traslada de domicilio a otra circunscripción lo


más habitual es que deje de ser delegado. Después de esta explicación retoma el hilo:
—Pero resultó que no era cierto. Él no fue honesto. Simplemente dejó de asitir a las
asambleas. No atendía los problemas de la población. Esa circunscripción no tenía a
quien recurrir, a quien llevarle sus inquietudes. Y esto se prolongó por algunos meses
hasta que fue necesario reunir a la población y explicarle...

—Pero ¿quién la reunió si el delegado no funcionaba?

—Bueno, nosotros como comité ejecutivo tomamos la iniciativa pero como en cada
circunscripción existen organismos de masas como los CDR, la Federación de
Mujeres, la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños, en los cuales los
delegados se apoyan porque ellos solos no pueden citar al pueblo, fue a través de
estas organizaciones que se informó a la población de la situación que había y se la
citó a una reunión. Se reunieron y acordaron revocar al delegado —porque tiene que
ser la mayoría de la población la que lo revoque— e hicieron un nuevo proceso
eleccionario. En Varadero ocurrió una cosa diferente. En este caso se trataba de un
militante del Partido. Aquí no hubo revocación sino sustitución. El compañero se
puso enfermo de los nervios. Era un compañero de mucho prestigio, una gente
tremenda. Se trató de dilatar la decisión pero fue él mismo el que insistió que fuese
remplazado y en este caso fue él el que convocó a los electores. Se explicó su
situación a los electores y, a pesar de ser un excelente compañero, por razones de
enfermedad se aprobó por aclamación su sustitución.

Tenemos aquí el testimonio de cómo se revoca un delegado, pero ¿qué ocurre con los
compañeros que ocupan cargos ejecutivos en el Poder Popular?

—"Para sacarte del ejecutivo —nos señala el presidente del comité ejecutivo del
municipio de Matanzas— sólo pueden hacerlo quienes te eligieron, porque hay un
principio que dice: 'revoca quien elige'. A nosotros nos eligieron los 106 delegados a
la asamblea municipal, son ellos los que pueden revocarnos. Sin embargo, si en tu
circunscripción te revocan como delegado, entonces tú tienes que dejar todo. Pero tú
puedes ser revocado como miembro del ejecutivo y sigues siendo delegado."

Son por lo tanto, los electores en el caso de los delegados y la asamblea de delegados
a su respectivo nivel: municipal, regional o provincial, en el caso de los miembros de
los comités ejecutivos, quienes pueden revocar el mandato.
Toda decisión de revocación se toma en presencia del impugnado y luego de haberle
dado todas las facilidades para que haga los descargos que considere oportunos y
presente las pruebas o testigos que estime a su favor.

Para plantear la revocación se requiere al menos que el 20 por ciento de los electores
o delegados lo pida. Pero también puede pedir la revocación la asamblea del nivel
superior correspondiente y los organismos dirigentes del Partido, de la Juventud
Comunista y de las organizaciones de masas de ese nivel.

La revocación sólo tendrá lugar si más de la mitad de los electores o delegados está
de acuerdo con la medida a tomar. Una vez revocado el miembro del Poder Popular
se procede a una nueva elección.

Por último, es importante distinguir entre la revocación y la simple sustitución de un


delegado. Esta última se da en aquellos casos en que por traslado de domicilio, por
problemas de enfermedad, por necesidad de cumplir otras tareas fuera del país, el
delegado no puede seguir ejerciendo sus funciones.

7. EN LAS ZONAS RURALES

"El problema fundamental allí era la influencia de la banda de Perico Sánchez, que
operaba cerca. Había mucha incomprensión y la zona estaba alejada de los centros
urbanos. De inicio me ubiqué en la casa de una familia revolucionaria del lugar. Era
tanto el terror que existía, que muchos evitaban contactos con nosotros. Otros nos
aconsejaban que abandonáramos la zona porque los bandidos podían matarnos. Pese
a todas estas dificultades, nosotros comenzamos a frecuentar las casas; nos cerraban
algunas puertas hoy y mañana volvíamos. Hicimos un balance general de las fuerzas
en la zona y un estudio sobre las causas que propiciaban esta situación; trabajábamos
con todos, con los revolucionarios y con los apáticos; con los enemigos discutíamos.”

"En una ocasión, la situación era tan difícil que el comité municipal del Partido nos
planteó que durmiéramos en la ciudad. Nosotros no aceptamos. Lo que hicimos fue
cambiar cada noche de casa, para que no tuvieran nuestra localización. Claro, esto fue
posible porque ya habíamos despertado la confianza en muchos compañeros, o sea,
los habíamos sumado al campo de la Revolución.”

"Fortalecimos los organismos de base de las organizaciones de masa, iniciamos los


círculos de estudios, en fin, la zona empezó a tener una vida revolucionaria; se sintió
la presencia de la Revolución.”

"En esa zona, y a pesar de los problemas de las bandas, se logró cambiar la
correlación de fuerzas a favor de la Revolución, y se ganó la mayor parte de las
familias para el trabajo revolucionario.”
"En 1963 nos trasladaron para la zona de Quemado Grande, en donde existían
algunos campesinos que colaboraron con los bandidos. Nuestra misión consistía en
atraerlos al campo revolucionario y demostrarles cómo habían sido engañados.
Realmente esta tarea era bonita. En ese lugar fundamos un aula de superación obrero-
campesina y tuvimos que dar clases, a pesar de que no teníamos el nivel adecuado.
Creo que obtuve buenos resultados allí. Cuando dos años más tarde se terminó el
trabajo, ya funcionaban las organizaciones de masas y había una actividad
revolucionaria.”

"Yo creo que la principal cualidad del orientador rural es la perseverancia. Después
tiene que buscar la mejor forma de relacionarse con los campesinos y de discutir con
ellos, de hablarles, de persuadirles de la verdad de la Revolución.”

"Lo fundamental de nuestra actividad es el trabajo ideológico. La solución de los


problemas materiales es muy importante, pero no se puede pensar que con resolver
todos los problemas materiales de una zona, se solucionan los problemas ideológicos.
La conciencia del hombre no se cambia en un día. Ésa es labor de mucho tiempo."

Favorecer a las zonas más alejadas

Fue justamente en las zonas más alejadas, menos atendidas en períodos anteriores,
donde se refugió la contrarrevolución tras la derrota de Batista.

En esa época subsistían todavía los propietarios medianos —latifundistas expropiados


por la I Reforma Agraria— con fincas de hasta 30 Caballerías.. Su actitud era la de
sabotear los planes de: producción en el campo, sosteniendo a las bandas
contrarrevolucionarias.

La dirección revolucionaria, sin embargo, se preocupó pronto de esta situación y


envió a esas zonas a un gran número de orientadores rurales. Hicieron un gran trabajo
en todo ese sector campesino, especialmente en el terreno ideológico, explicándoles
el sentido del proceso revolucionario y en qué forma ellos eran los beneficiarios de
las medidas que la Revolución había adoptado y estaba adoptando. Ésta siempre
respetó las tierras de los pequeños agricultores.

Estos sectores, junto con los arrendatarios y aparceros a quienes la I Reforma Agraria
entregó tierras, apoyaron la II Ley del 3 de octubre de 1963 que redujo a 5 el máximo
de caballerías en poder de cada agricultor.

Ya en 1961, la dirección política de la Revolución había organizado a los pequeños


campesinos en la que se llama la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños
(ANAP) que en 1974 cuenta con 136 448 miembros.

Sin embargo, a pesar de los progresos de la Revolución, aún quedan zonas muy
apartadas en Cuba que presentan problemas muy específicos y que debido a su lejanía
y a las dificultades para llegar a ellas, eran zonas bastante abandonadas.

Esta situación estuvo muy presente cuando se realizó el reglamento para las
elecciones del Poder Popular. En lugar de que todas las circunscripciones tuviesen el
mismo número de electores —lo que aparentemente sería más equitativo— se estudió
una manera de favorecer a las zonas más alejadas, donde la población está más
dispersa y resulta más difícil reunirse. Para que el Poder Popular estuviese presente
en los problemas de esos sectores, el mínimo exigido para constituir una
circunscripción se fijó en 100 electores, agrupándose las bases campesinas más
próximas entre sí para elegir su delegado.

Mientras en los centros de mayor concentración urbana se requiere de mil electores


para elegir a un delegado, en estas zonas apartadas sólo es necesario la décima parte
de ellos.

Según Alexis, presidente del comité ejecutivo de la región de Cárdenas, es en estas


circunscripciones pequeñas que surgen en las zonas alejadas donde "mejor se ven los
efectos del Poder Popular y la participación de la gente. Es natural, eran las zonas
más abandonadas por el régimen anterior. Antes no tenían a quien dirigirse para
plantear sus problemas si no era el alcalde de la zona, al que sólo llegaban después de
un largo viaje. Ahora tienen su representante en la misma zona."

Una rendición de cuentas en una pequeña circunscripción campesina es la mejor


forma de ver en la práctica lo que ha significado el Poder Popular para esos vecinos.

Los avances del Poder Popular

—Se ha solucionado el problema del pozo que existe aquí. Uno al que le caía aceite y
cosas. Se consiguieron los materiales y todos los compañeros aquí, el CDR, la
Federación, trabajaron para solucionar el problema. Bueno, otro fue el de hacer una
parada de guagua aquí al frente. Ya tenemos los materiales, falta solamente que
vengan a marcar. El problema de la luz, que ya está en vías de solución. Con respecto
a la otra parte, La Güira, allí había una bodega que no abría los días sábados; hoy ya
abre. En la otra base campesina se hizo una bodega nueva; se resolvió el problema de
la tubería, porque no tenía agua. Ahora aquí se va a unificar la escuela de La Güira
con esta de Peñas para darle una mayor calidad a la enseñanza, y así el maestro tendrá
más tiempo. A los niños se les da el almuerzo.

—¿Y eso quién lo pide?

—El pueblo es el que lo pide. Yo lo elevé al comité ejecutivo y discutimos con lo que
es cada dirección administrativa en la rama de que se trata. Si hay posibilidades,
bueno, se hace. Y si no hay posibilidades, entonces se le explica al pueblo por qué no.
Ésa es la política que hemos seguido. Lo que el pueblo ve es el esfuerzo que hace el
gobierno del Poder Popular por sus problemas y se les dice todo: el sí o el no y el
porqué.

Así nos responde Jesús Díaz, delegado de la circunscripción campesina de Cantel


Camarioca, cuando le preguntamos acerca de los progresos de la zona desde la
constitución del Poder Popular. Se trata de un muchacho joven, de 25 años,
responsable actualmente de fuerza de trabajo en la agrupación henequenera "Juan
Agramonte", que elabora la fibra del henequén, planta muy abundante en la
provincia. Jesús fue director de la escuela-taller de esa fábrica.

El diálogo se establece mientras se espera la llegada de los últimos vecinos para


empezar la reunión de rendición de cuentas, la tercera desde que se inició el Poder
Popular.

Al aire libre, en los terrenos adyacentes a la escuela de Peñas, sentados en bancos de


la escuela a la sombra de un framboyán, alrededor de 80 personas, campesinos y
trabajadores de la zona, que han llegado a pie, a caballo o en bicicleta, esperan la
rendición de cuentas del delegado.

Varías mujeres han asistido con sus niños, aunque un número parecido ha debido
quedarse en casa a cargo de la familia. Las distancias son demasiado grandes para
llevar a los niños, que tendrían que regresar en horas de la noche.

A pesar de que estos vecinos pertenecen a la pequeña circunscripción núm. 20 del


municipio de Cantel Camarioca, con apenas 210 habitantes, para facilitar la asistencia
de quienes viven en las regiones más distintas, el delegado decidió dividir en dos la
rendición de cuentas. Hoy la hace en Peñas; en unos días más la hará para las bases
campesinas.

—¿Cuáles son los principales problemas que se plantean en su circunscripción?

—Lo primero que presentan es el problema de la luz. Hay muchas zonas que no
tienen luz. El problema me lo presentaron en la primera rendición de cuentas, en
diciembre del 74 y entonces, ya está elevado, priorizado y estamos esperando que nos
toque el turno.

—Cuéntenos, ¿qué diferencia hay ahora con el Poder Popular?

—Ahora todo es más fácil. En cada zona hay un delegado. Un día a la semana,
durante tres horas, yo me vengo aquí a la escuelita y entonces, vienen los compañeros
a plantearme sus problemas. Y cada tres meses, me tengo que reunir aquí con todos
ellos, para rendirles cuenta del trabajo, tanto nuestro como del comité ejecutivo; tanto
para los problemas particulares, como los colectivos. Lo que es difícil aquí es la etisa
de las viviendas, la construcción. Aquí en este país hay muchos planes de
construcción, pero es difícil, por lo que es el cemento. ¿Por qué? Porque bueno, ya se
sabe... hay tantas cosas: hay las construcciones de todo lo que es vaquería y todo eso.
Entonces hay que esperar.

—¿Asiste más gente de la que iba a los CDR anteriormente?

—Sí. Hay más participación. Aquí el pueblo plantea y se le da una respuesta,


entonces el pueblo ve la marcha del desarrollo, la buena marcha del Poder Popular, ve
que se preocupa de todos los problemas.

—¿Y usted compañero, es casado?

—Sí. Y figúrese, me meto todo el día afuera. Salgo de mi casa a las seis de la
mañana. Trabajo de dirigente en el plan henequenero. Ando a pie. Llego a mi casa a
las cuatro y pico o a las cinco. Después más encima tengo que volver al comité
ejecutivo a ver si este problema se resolvió. Y vuelvo tarde por la noche.

—¿Y su mujer no se molesta?

—No. Ella tiene que estar consciente. Cuando ella: se fue a casar conmigo ella sabía
quién era yo y tiene que estar consciente de mi trabajo y de la Revolución.

—Su padre ¿a qué se dedica?

—Es trabajador agrícola ahí en la henequenera. Él siempre ha trabajado ahí desde que
eso era una empresa norteamericana antes de la Revolución. Él lleva 28 años allí.

—¿Usted dónde estudió?

—Yo estudié aquí hasta sexto grado. Después fui á secundaria a Varadero. Después
cogí el servicio y del servicio pasé a educación. Yo fui sargento en el servicio. Pasé
mis tres años normales de recluta. De educación pasé al INRA.

Al oír nuestra pregunta acerca de los CDR se aproxima a nosotros el presidente del
CDR del lugar.

—Tengo entendido que el CDR ha participado en las tareas del Poder Popular. ¿En
qué cosas por ejemplo?

—En todas las tareas. Voy a hablarle bien cómo es la cosa. Por ejemplo, hay un
campesino que solicita cemento para echarle al piso. Pero a ese piso hay que echarle
también arena además del cemento. A la hora de hacerlo, movilizamos tres o cuatro
compañeros del CDR, campesinos, vamos, cargamos la arena en un camión. Y el día
de hacer el piso, los que. hacemos la mezcla y somos los albañiles, somos nosotros.

—¿El establecimiento del Poder Popular entonces ha significado más trabajo que
antes?
—Más trabajo. Es que casi todo el tiempo de descanso lo hemos dedicado a formar el
Poder Popular, porque esto ha sido nuevo para nosotros. Imagínese, cuando hay que
hacer una asamblea, como somos del campo, las casas no son como en el pueblo, en
que tú movilizas una cuadra en media hora. Nosotros aquí para una asamblea
tenemos que ir a una casa tal, al batey, que está distante y esto no demora un rato,
sino un día o un día y pico, lo que demora.

—Compañero, ¿usted en qué trabaja?

—En el transporte. De chofer en los taxis de Varadero.

—¿Qué hacía usted antes de que triunfara la Revolución?

—Antes yo hacía muchas cosas. Por ejemplo, arreglaba un motor. Si se presentaba el


trabajo y lo entendía, entonces lo arreglaba... echar un piso, ponerle forro a un
taburete, la pata a una silla. Porque no teníamos trabajo como ahora, que tenemos
vida propia, tenemos un trabajo que nos asegura la vida del mes, de todo el año. Yo
en los taxis ahí llego, lo cojo y trabajo las 8 horas, o 9 horas, depende de cómo sea la
cosa y ya resolví el problema económico de mi casa. Entonces, bueno, las horas que
me restan las dedico a otras cosas.

—¿De dónde es usted?

—Yo nací en Ranchuelos, en Las Villas. Entonces de ahí vine para acá, para
Camarioca.

—¿Y cuál será el problema más importante a tratar en la reunión del día de hoy?

—Bueno, yo creo que lo más fundamental será que el delegado va a informarle al


pueblo lo que se ha hecho, y cómo están las cosas. Algún problemita que tenga
alguien por ahí lo planteará.

—¿Y cuál es la participación de las mujeres?

—Como ésta es una zona rural, es poco factible su participación. Porque usted sabe,
nosotros los hombres, lo mismo venimos a pie que en un caballo. No le digo que las
mujeres no lo puedan hacer. Pero ¿qué pasa? Aquí hay muchas mujeres que ya tienen
edad, que tienen niños, que no les es fácil venir. Porque les coge de noche, el chiquito
tiene que comer a una hora; vaya, no les es fácil. Ellas participan, ellas a las
elecciones todas vinieron a votar y han venido. Pero a la mayoría de las mujeres de
aquí no les es fácil, por lo distante que está el lugar donde se hace la asamblea de
donde ellas viven.

—Compañero, usted que dirige el CDR, ¿puede decirme cuántos integrantes tiene su
CDR?
—Hay 78 integrados al CDR. Los que no son cederistas son 71 más o menos. Porque
aquí hay muchos muchachos muy jóvenes, y viejos que, vaya, no les gusta eso. Y
como no obligamos a nadie...

—¿Los vecinos que no participan en el CDR vinieron a votar en las elcciones del
Poder Popular?

—Para las elecciones del Poder Popular, vaya, acudía todo el mundo. Aquí tuvimos
una buena votación, porque aquí creo que se quedaron en conjunto 8 personas sin
votar. Votó el 92 por ciento.

En ese momento, en torno a la conversación que habíamos iniciado con el delegado,


se han agrupado varios vecinos. Aprovechamos para integrarlos a ella.

—Compañeros, antes de la Revolución ¿cómo estaban representados ustedes? ¿Qué


sistema había?

—Bueno, ahí andaba cada uno por su rumbo —dice un compañero que ha sido uno
de los primeros en integrarse al grupo—. Cada uno cuidaba lo suyo. En aquel tiempo
era sálvese quien pueda.

—Usted votó antes de la Revolución. ¿Cómo era aquello?

—¡Figúrate! Había veces en que había que esconderse para que no lo llevarán a uno a
votar. Porque si el guardia te agarraba te decía: "Oye, tienes que ir a votar de todas
maneras."

—¿Y ahora por qué vino a votar?

—Ahora... Bueno, inclusive busqué transporte para aquellos que me decían: "Oye,
nosotros no vamos a poder ir..."

—¿No hubo que obligar a nadie a venir a votar?

Varios contestan:
—¡No! ¡Eso sólo era antes!

—Compañeros, ¿ustedes qué opinan del delegado? ¿Se porta bien?

—¡Mejor no lo queremos! —exclama una compañera—. Él se preocupa por las


necesidades, por todo.

—¿Le han planteado algún problema?

—Sí —dicen varias voces.

—¿Y qué problemas fueron?


—Bueno, han sido problemas de arreglos de casa. Y él se ha preocupado, ha ido allí
al comité ejecutivo y ha resuelto los problemas.

—Mire —explica otro— la casa del compañero era una casa completa de piso de
tierra y ya le echamos cemento a todo el piso y al portal.

—¿Pero quién específicamente le echó el cemento al piso?

—Yo solo no... los campesinos aquí —señala el dueño de la casa.

—¿Y el cemento, quién lo consiguió?

—El Poder Popular.

—Quisiera aclararle algo acerca de los problemas de cemento —dice el delegado


interrumpiendo—. Existe una comisión de construcción. Nosotros nos reunimos con
la comisión y priorizamos. ¿Qué quiere decir eso? Bueno, hay 20 casos de cemento.
Entonces se entra a priorizar el caso más necesitado, de acuerdo a los requisitos que
nosotros tenemos, si hay niños en la casa, si hay problemas de derrumbe, si hay
ancianos. Si hay 20 casos ahí, del uno al veinte, de acuerdo al cemento que llegue se
le va dando siempre al más necesitado. La política nuestra, la política del Poder
Popular, es repartir siempre el material de acuerdo a lo que entre, de acuerdo a lo que
llegue, a la asignación —porque este municipio se constituye de 26
circunscripciones... 27, porque hay una militar, una especial—. De acuerdo a lo que
viene se reparte por cada circunscripción. Y ese material se destina al compañero más
necesitado. Esta comisión fue sacada por el pueblo, igual que yo. Los dirigentes que
el pueblo tiene son elegidos por ellos.

—Compañero Jesús, usted que nació aquí debe tener muchos amigos. ¿Qué ocurre si
llega en determinado momento un compañero y le dice: "mira, ahora que tú eres
delegado y somos muy amigos, por qué no me resuelves esto"? ¿Pasa eso?

—No pasa eso. Porque donde comienza el deber termina la amistad. No puede pasar
eso en un revolucionario. Cuando otro está más necesitado que el amigo, le toca a
ése. Para eso está la comisión, para eso estoy yo. No podemos permitir que eso
suceda. Donde empieza el deber termina la amistad. En eso yo estoy claro, porque yo
estoy cumpliendo con mi deber.

—Entiendo que usted es militante...

—Soy militante de la Juventud Comunista.

—¿Cómo llegó a serlo?

—Bueno, me eligieron joven ejemplar y me sometieron al proceso. Y después de las


averiguaciones, me eligieron.
—¿Cuántos fueron los jóvenes elegidos ejemplares?

—Los trabajadores de la educación eligieron 23 jóvenes ejemplares. De esos 23,


cuando se hicieron las averiguaciones, las conclusiones y todo eso que es el proceso,
quedamos solamente tres en aquella etapa.

—¿Qué tipo de averiguaciones se hicieron?

—Se entrega primero el nombre de la persona, la actitud ante el trabajo, ante el


estudio, la actitud ante la defensa de la Revolución. Se averigua en los centros en que
ha trabajado, la vida de uno, toda la vida, tanto social como política y cultural. Cómo
uno se comporta ante la sociedad. Entonces se le dan tareas, ven la actitud de uno,
cómo. cumple, la actitud en la calle, cómo uno le sale al paso a las tareas.

Nos dirigimos a otro joven allí presente que escucha con atención la conversación.
—Compañero, ¿usted también es militante?

—Sí.

—¿Y cómo fue que lo eligieron?

—Bueno, en el centro de trabajo, en educación. Soy maestro. En el trabajo a mí me


eligieron joven ejemplar. En aquellos momentos eligieron a 15 o 20 compañeros.

—Y de ellos, ¿cuántos llegaron a ser militantes de la UJC?

—De ellos pasamos a ser militantes unos 10 compañeros. Los otros cinco quedaron
para próximos procesos. Porque hay compañeros que a lo mejor no tienen alguna
condición, o son muy nuevos, con muy poca experiencia en el trabajo, con muy poca
madurez política... Luego de ser elegido joven ejemplar, pasé un 4 proceso.

—¿Quién lo eligió a usted joven ejemplar?

—La masa. Mi centro de trabajo... Y entonces después sigue el otro paso, donde se
hace una serie de averiguaciones, de investigaciones, una serie de entrevistas. Sí se
pasa bien por eso, se entiende que el joven puede ser un buen militante de la UJC.

Nos dirigimos nuevamente a Jesús:


—Y si hay un problema de mal desempeño como delegado, ¿en qué situación queda
usted como militante de la UJC?

—Bueno si me revocan... hay que entrar a ver cómo es la revocación. Si es por


enfermedad, si es por mal trabajo... Es un problema que entra a analizar la propia
Juventud.

—Si es por una negligencia en cuanto a la actitud frente a las tareas de la Revolución,
puede perder la militancia —aclara otro joven militante—. Pero si es por enfermedad,
o porque la misma masa haya determinado que tal o cual problema le afecta al
compañero y estima que debe ser cambiado, bueno, eso no le afecta en nada. Es un
problema distinto.

—Y usted compañero, que es presidente del CDR, ¿es militante?

—No.

—¿Y qué piensa usted del Partido?

—¡Figúrate! El Partido es el cigüeñal del motor de la Revolución.

La conversación ha sido tan amena que el tiempo ha pasado y el delegado no ha


comenzado la reunión. Un vecino se encarga de recordarle que ya son más de las 5 de
la tarde, y que hay mujeres con niños que no pueden irse demasiado tarde.

Asamblea

Empieza así la asamblea de rendición de cuentas con el problema de la luz, que como
nos anunciara el delegado es el principal problema de la zona. A pesar de las
gestiones que éste ha hecho, la solución no está todavía al alcance de la mano y es
necesario explicar ésto al pueblo.

—El problema de la luz está pendiente —informa el delegado—. Ustedes saben que
este problema está planteado a todos los niveles. Yo lo elevé al comité ejecutivo
municipal, el comité ejecutivo lo elevó a la región, la región lo elevó a la provincia...
Porque esta línea es una cosa que lleva construcción porque se va a hacer nueva,
además de la ampliación de las que hay hechas... Como yo les dije en veces
anteriores, ya el departamento de inversiones de la provincia tiene determinado qué
va a hacerse. Nosotros estamos esperando que baje la orden para la ejecución de la
obra. Pero acuérdense, que eso se va a hacer con el concurso de las masas... la
dirección de la empresa de electricidad entrega los materiales y nosotros la
construimos. Quiere decir que nosotros tenemos que abrir los huecos, con el
asesoramiento técnico de ellos... quiere decir que ellos tiran el alambre y todo eso, y
nosotros somos los que tenemos que ponerla, vaya, con el apoyo, con el concurso de
las masas, ¿no? Y en los huecos que hayan piedras, hay que buscar un compresor...
Debemos tener claro que eso no es de ahora para luego. Todos quisiéramos que la luz
esté aquí mañana, porque eso es una cosa muy necesaria para el uso diario y para
todo en lo que es aquí esta zona. A esta misma reunión nosotros venimos con faroles
¿no? Pero desgraciadamente esto tiene que ser a su debido tiempo, ya que el país está
en desarrollo, se están haciendo infinidad de lo que es planes de producción donde
van vaquerías, microbrigadas, fábricas, hospitales, policlínicos, y todo eso lleva luz
eléctrica. La Revolución nos pondrá luz, pero cuando nos toque el turno.
Después de hecha esta explicación, se señalan una serie de medidas que se han
solucionado de acuerdo a lo planteado en la última asamblea, y luego la conversación
se centra en el problema de si debía o no suprimirse la pequeña escuela de Peñas para
fundirse con una en La Güira, a fin de dar mejores condiciones de atención a los
alumnos.

Quien inicia el debate es un elector, profesor en la Escuela Tecnológica de


Camarioca:
—El asunto que yo voy a plantear es respecto a la unificación de la escuela de La
Güira con la Francisco Vicente Aguilera. Yo entiendo que el traslado —el cierre,
mejor dicho— de esta escuela, es un problema para todos los padres y los vecinos
que convivimos en los alrededores. Porque si difícil es para los niños en tiempo de
agua y en tiempo de frío llegar a esa escuela, más difícil es que los niños asistan
cuando tienen que caminar 4 kilómetros. Esa escuela cuenta con 28 años de abierta
ya, desde los tiempos de la pseudorrepública. La política de la Revolución es abrir
nuevas escuelas, no cerrar escuelas. Yo entiendo que se debe agrandar esta escuela,
que se deben agrandar todas las escuelas... que deben hacerse nuevas escuelas.
Nunca, en ningún momento, cerrar escuelas. Yo sé que se quiere unificar para mejorar
promoción. Ahora, yo quiero decirte que la promoción histórica de esa escuela
siempre ha sido buena. Entonces, ¿qué nueva promoción estamos buscando? En estos
momentos es baja, pero por motivo de una serie de circunstancias que, vaya, yo no
quisiera entrar a analizar. Entonces, yo le pido a la reunión, a los padres de la
circunscripción aquí, que analicen este problema del traslado de la escuela, del cierre
de la escuela.

—Respecto a la promoción de la educación... tú sabes lo que es, tú eres profesor —


dice el delegado—. Entonces, ha habido tres o cuatro grados que han planteado que el
tiempo es muy corto —un solo profesor atendiéndolos a todos— y que la calidad de
la enseñanza es mala, ya que el maestro tiene muy poco tiempo para dar las materias
y entonces baja la calidad.

—Perdona que yo te diga esto —insiste el profesor— pero tú fuiste maestro igual que
yo y tú sabes que en el corto tiempo que nosotros teníamos, en dos horas, nosotros
impartíamos las cuatro asignaturas. Y que una maestra que tiene cuatro horas para
enfrentarse a sus alumnos, que no le vaya a impartir la clase... Vaya, ése es un
planteamiento absurdo. Hasta ahora, en esa escuela siempre ha sido una sección sola.
Fíjate, yo estoy en la mejor disposición de venir a arreglar esta escuela para
adelantaría o lo que sea. Ahora, me opongo como padre y como vecino al traslado y
al cierre de la escuela de Peñas. Ésa es mi opinión y mi proposición muy concreta.

—Yo pregunté esto porque sabía que este problema iba a surgir hoy —advierte el
delegado—. Ahora, a mí me han explicado que la unificación se va a hacer por el
corto tiempo que había para dar las materias y el problema de la calidad de las clases.
No obstante, después de hacerse la reunión y demás, los que no estén de acuerdo,
hacen su planteamiento. Yo lo planteo a la dirección y les traigo la respuesta que me
den ellos o, de lo contrario, que ellos vengan y les expliquen la situación...

Un compañero con aspecto de campesino que había seguido atentamente la


intervención del profesor, pide la palabra:
—Quiero explicar por qué yo estoy de acuerdo en que se cierre esa escuela. Yo tengo
mi hija allí y varios niños tienen una promoción muy baja, y no sólo en este año, sino
desde años atrás, donde tenemos alumnos que van a cumplir 14 años y están en
cuarto grado. Y eso, ¿sabe a qué se debe?, a que es poco el tiempo que tienen los
maestros para dar las clases. Respecto a la promoción, el compañero Vicente se guía
por los hijos de él, que es cierto que no tienen problema, pero también los hijos de
Vicente, cuando no están claros en una cosa se dirigen al padre y dicen: "papá ¿cómo
es esto?" Y el padre sabe enseñársela. Eso no me ocurre a mí. Mi hija viene muchas
veces a preguntarme y ahora, con la matemática moderna, ella con el tercer grado
sabe más que yo. Porque yo no sé absolutamente nada, e igual que a mí le pasa al
resto de los padres. Se han dado casos en que han tenido que pasar a un niño de un
grado a otro más bajo, de segundo a primero, porque el niño no tiene calidad y no
puede desenvolverse en ese grado que le han puesto. Allá en La Güira van a recibir
doble sección de clases. Van a rendir el doble. Entiendo yo que así tiene mucho más
tiempo el maestro para impartir las clases a los niños y será mayor el
aprovechamiento de la enseñanza. Claro que nos va a producir más sacrificios llevar
los niños allá, pero recibirán mejor educación.

Finalmente, la asamblea aprobó la fusión de las dos escuelitas en una sola.

Sin duda que presenta problemas alejar la escuela de las ya de por sí alejadas
viviendas de los escolares. En una reunión de padres y apoderados de los niños que
asistían a la escuela de Penas se había buscado una solución colectiva al problema del
transporte de éstos y se había pensado en crear condiciones para dar almuerzo en la
escuela a los de las zonas más alejadas.

La mejor solución sin duda habría sido poder contar con los profesores suficientes
para asegurar en ambas escuelas un buen nivel de enseñanza. La presión educacional
que hoy existe en Cuba no la hace posible. La política de la Revolución en las zonas
rurales con población dispersa, es tratar de agrupar a la población, porque es
imposible brindar servicios adecuados —escuelas, bodegas, centros asistenciales,
transporte, etc.— a cada batey perdido. El resultado de esta política se ha traducido
en la construción de nuevos pueblos en muchas zonas campesinas. Pero los
problemas del subdesarrollo, la escasez de cemento, no han permitido aplicar a toda
Cuba en forma inmediata estas medidas.
RENDICIÓN DE CUENTAS: UN CASO EJEMPLAR

La noche del 18 de julio, por cuarta vez desde que fue elegido delegado, Orestes
Fundora debe rendir cuentas ante sus electores de los resultados de su gestión. En un
amplio porche de una vieja casa de madera, adornado por banderas cubanas y del
Movimiento 26 de Julio, se agolpa ya más de un centener de personas. Las mujeres y
algunos niños están sentados en los bancos de la escuela o en sillas que los vecinos
más próximos han llevado. La mayoría de los hombres permanece de pie, apoyándose
en las columnas del porche o sentados en la baranda. Detrás de una mesa casera,
cubierta con un paño rojo y adornada con un vaso de flores, se encuentra ya el
delegado, un anciano de cabellos absolutamente blancos y el rostro surcado de
arrugas. Fue uno de los escasos candidatos elegidos en la primera vuelta. Obtuvo 260
de un total de 443 votos.

El delegado

Aprovechamos de entablar una conversación con él mientras se espera la llegada de


los últimos electores.

—¿Qué edad tiene usted compañero?

—Tengo 64 anos.

—¿Y todavía trabaja?

—Sí, trabajo en una empresa eléctrica. Llevo 43 años trabajando allí, pero ya estoy en
vías de retirarme. Tengo un sustituto al que estoy auxiliando hasta que sepa todo eso.

—¿Y cuándo ingresó a esa empresa?

—Entré a los 21 anos. Anteriormente era campesino. Vivía en Pedro Betancourt, en la


región de Jovellanos, que pertenece a esta misma provincia. A los 14 años ya estaba
trabajando en el campo, en la caña. ¡En aquella época, eso era un fenómeno! Ingresé
a la industria el año 31 como liniero. Subía los postes de la luz en las calles, en fin,
todo eso. Dos años después ingresé a la Juventud Comunista.

—¿Usted vive hace muchos años en Varadero?

—Yo estoy viviendo aquí desde el año cuarenta.

—¿Era muy dura la vida entonces?

—En verdad la vida aquí era muy dura. Se luchaba mucho y era difícil hacerlo por el
divisionismo que existía en el movimiento obrero. Pero algunos combatimos y
luchamos hasta que obtuvimos lo que tenemos hoy día.

Aunque Varadero era un lugar turístico para la gente que venía de Estados Unidos de
Norteamérica, había todo un pueblo que tenía vedado ir a esas playas. Tenían sus
guardias rurales para que el pueblo no pasara. Por aquí estaba Dupont, que tenía una
parte; otro millonario tenía otra, y todo cercado. En fin, siempre había una tranca para
el pueblo. No se podía concurrir a los cabarés, ni nada. Los hoteles y todo eso,
estaban cerrados. Los negros... ¿para qué decirle?... ¡menos podían hacerlo! El negro
estaba destinado a ser criado, lo demás, no. No podía participar en ningún disfrute,
sino estar allí como animal de carga. Yo le voy a contar una anécdota. Una vez, el
compañero Lázaro estaba muy mal de salud y me lo mandaron para acá. Me dijeron:
"consigue un hotel para Lázaro". Salí, y no encontré en ningún lado un hotel.
Entonces pude conseguir con un compañero negro que tenía un cuartico bueno en su
Bar Santiago. Me dijo: ¡Caray chico!, de verdad me voy a meter en un lío, pero, a
Lázaro Peña ¡yo no le viro la espalda! Y le dio un cuarto. Y se lo dio porque él mismo
era negro, si no, no se lo daba nadie.

Lázaro Peña fue un activo militante comunista y destacado dirigente sindical durante
la dictadura de Batista. Al triunfo de la Revolución ocupó el cargo de secretario
general de la Central de Trabajadores de Cuba hasta su fallecimiento en 1974.

—Cuando llegó la Revolución, todo cambió, a pesar de que al comienzo, como


todavía no se iban, la contrarrevolución conspiraba mucho aquí. Ellos, los
capitalistas, los yanquis, se reunían y hacían esas cosas. Yo estaba en aquella época
en la milicia, pero después acabó todo eso. Los hoteles, como a los dos años después
de la Revolución, se empezaron a intervenir y a poner al servicio del pueblo. Ahí se
acabó la discriminación. El negro podía venir a parar a un hotel de estos hermosos
que hay. Y el trabajador, aquel, por ejemplo, que era discriminado por cortar caña,
también podía venir. Entonces después vinieron los planes obreros y ellos, en masa,
han estado en estos hoteles en sus vacaciones. Ha sido tremenda la cantidad de miles
de trabajadores que han desfilado por aquí, disfrutando de Varadero. Incluso han
venido del lugar más apartado, del rincón más pequeño de la isla a pasar sus
vacaciones a estos lugares donde nunca les permitieron acercarse. ¡Da una alegría
bárbara ver todo esto!

—Usted decía que había pasado a ser miembro de la Juventud Comunista el año 33.
¿Pasó luego al Partido?

—Sí, como no. Allí fui elegido dos veces candidato a concejal de acuerdo con la
estrategia del Partido en aquella época. Nunca, salí. Siempre nos robaban. Ni a los
propios candidatos nos dejaban pasar a la hora de contar los votos. ¡Eso era terrible!

—Parece que esas elecciones no tienen nada que ver con las que tuvieron lugar en
Matanzas...
—¡Figúrese! En aquella época ésa era una pantomima. El dinero corría. Todo era a
base de cucharonazos. El candidato que más dinero tenía, ése era el que salía. En fin,
usted ya conoce eso porque en su país ocurrirá algo así, ¿no es cierto? Eso no se
puede comparar, ¡es como el día y la noche! En estas elecciones todo se hizo
libremente. Uno podía elegir como candidato a cualquiera que estuviera en la
asamblea siempre que tuviera condiciones políticas y revolucionarias. El pueblo
escoge siempre a los compañeros que más han luchado... Y el candidato aquí no salió
a pedir votos, ni nada de eso de antes. ¡Eso es lo bueno que tiene! El candidato sabe
que va a hacer un trabajo de lucha, no para lucrar ni nada de eso... Y cuando
votamos... era todo tan distinto. Cada colegio a donde se iba a votar, estaba Heno de
flores. Había una alegría inmensa, una alegría bárbara.

—Y aquellas personas que no estaban integradas a la Revolución, ¿pudieron votar?

—Sí, aquí todos pudieron votar. Mire, aquí sólo hubo tacha para aquellos que fueron
candidatos de la burguesía en el año 58; ésos no podían votar, están desautorizados
por 30 años. Pero todos los demás sí pueden hacerlo. Aquí votó todo el mundo.

—¿Y todos los electores lo conocían?

—Bueno. Llevo más de treinta años aquí. ¡Figúrese! ¡Cómo no me van a conocer!
Pero en todo caso, la elección me sorprendió porque yo creí que estaba gastado
políticamente, que estaba quemado. Estoy muy viejo, pero parece que no estoy tan
gastado.

—¿Y cómo eran los otros candidatos?

—Bueno, era gente joven. Muy buena gente, de un valor tremendo. Merecían mucho
haber salido.

—¿Y por qué habrá salido usted entonces?

—La vida de uno será. La lucha abajo, con el pueblo. El tener un buen
comportamiento; hay que tener honestidad, tenacidad para las cosas. Vaya, yo creo
que es así. Mucho contacto con el pueblo. Siempre yo le recomiendo a los
compañeros más jóvenes, que deben estar abajo, en la masa, estar compenetrados con
ella, sentir lo que ella está pensando a través de todos los tiempos. No sé, yo creo que
ahí radica todo.

—¿Qué piensa de los candidatos derrotados, que creo fueron cinco?

—Son buena gente. De verdad, buena gente. Pero la lucha más vieja, esta lucha de 33
años, de verdad, marca. Si uno lo hizo regular nada más, el pueblo no lo olvida. No
porque yo sea el mejor. Los otros candidatos para mí son mucho mejores que yo,
inclusive tienen más preparación y pueden servirle mejor al Poder Popular, por su
cultura, por todo. Yo siempre digo que hay que estudiar más y más, el pueblo tiene
que estar más preparado. Y los candidatos restantes lo estaban. Y para el socialismo,
que es científico, se deben exigir compañeros capacitados.

—¿Y usted pudo estudiar?

—Nunca pude estudiar. Llegué solamente hasta el quinto grado. Mis hijos sí pudieron
estudiar y mis nietos también podrán.

—Usted como delegado, como gobernante, ¿promete mucho?

—No. Nosotros no prometemos. Prometemos el futuro, que sabemos que es bueno.


Pero no prometemos lo que no podemos dar, no se puede engañar a la masa. Y
cuando no hay una cosa, le decimos: no hay tal cosa por esto, por esto y por esto. Y
cuando hay... bueno, mejor. Lo que nos martillea más, es el problema de la
construcción, esa necesidad del pueblo tan grande. Sin embargo, cuando en la
asamblea se les explica el porqué no va para tal o cual persona, porque va para una
vaquería, para un círculo infantil, para una escuela o un hospital, entonces, todo el
mundo sale contento y conforme con la asamblea. La gente comprende y asimila eso.

—¿Y qué le plantean sus electores cuando van a su despacho?

—Bueno. Distintas cosas. Hay veces que hay problemas en una bodega, que no
distribuyó bien, o un plan que está afectando a la población, que hace mucha cola,
etc. En fin, todas esas cosas. Entonces les pedimos sugerencias a las mismas personas
y las llevamos a los demás delegados en la asamblea. Vemos la opinión del pueblo y
qué es lo que sugiere.

—¿Qué pasaría, compañero, si usted no cumple con el mandato que le dieron?

—Bueno, ellos me pueden revocar, porque yo soy un intermediario nada más. El


pueblo me puede revocar, ellos son soberanos. Me sacan y llaman a elección otra vez.
Claro que me dan chance para que yo me defienda y si no les convencen mis
argumentos, me sacan y hay nueva elección. Eso es lo bueno que tiene el ser
delegado. Una responsabilidad: la de cumplir con el pueblo.

—El complejo turístico de Varadero no depende directamente del Poder Popular.


¿Qué hacen ustedes si hay algo malo por ahí?

—En caso de alguna deficiencia en algún INIT o en algún centro de recreación,


nosotros podemos señalar la falla. Cualquiera anormalidad, cualquier cosa que no
sea correcta, el pueblo puede señalársela a su delegado y éste puede ir a discutir con
los administradores de cualquier lugar, para que rectifiquen. Cuando a los
administradores se les hace una crítica, reaccionan como revolucionarios que son y
tratan, si está en sus manos, de arreglarlo. Ellos lo agradecen, porque todo es en bien
de nosotros mismos.
—¿Qué piensa del Partido usted?

—Es lo más grande que hay. Yo fui propuesto para militante, pero ya estoy muy
viejo. Hay que estudiar y a mí ya no me da para eso. Entonces, me puedo gastar,
quemar como decimos nosotros acá, y ya no serviría para nada. Creo que aquí puedo
seguir dándole y dándole y ayudándole igual a la Revolución. No puedo abandonar la
lucha. Mi elección fue tan emocionante... Y tengo que cumplir. Los militantes del
Partido, en verdad que son los mejores. Yo los veo, se esfuerzan. Y a ésos sí les digo
que tienen que estudiar mucho. Y les pongo el ejemplo de la Unión Soviética, donde
muchos que eran campesinos, hijos de campesinos, ya son ingenieros, grandes
estrategas militares, médicos, todo eso. ¿Por qué? Porque estudiaron. Fidel, ahí lo
tienen ustedes. Es lo más grande que hay, gracias al empuje tan grande que dio
llegamos a la Revolución, que si no es armada no triunfa, eso es una realidad. Cuando
pueda el pueblo ganar elecciones y permanecer el pueblo en el poder, será cuando ya
haya tres cuartas partes de socialismo en el mundo. De otra forma, el capital juega
una mala pasada. Ellos son criminales, les da lo mismo que mueran diez u ochenta. A
nosotros no. Aquí mismo se pudo haber hecho mucho con la vida de ellos y no lo
hicimos. Fidel tuvo una visión política en eso muy grande. A los criminales se les
ajustició, pero a los demás se les dio salida... y ahí tiene Playa Girón, eso es un
ejemplo.

—Compañero, usted que ya tiene edad, ¿qué haría si en determinado momento la


Revolución se viera amenazada?

—Me tendrían que matar defendiendo la Revolución, y creo que el pueblo entero de
Cuba haría lo mismo. Coger la trinchera y defender la patria. Todo esto ya ha dado
frutos. El pueblo ya vio los frutos, está convencido de que no hay paso atrás.

—¿Qué es lo más grande que tiene esta Revolución?

—Ahí tiene usted la reforma agraria, la salud pública y la educación. Hospitales y


escuelas gratis para todo el mundo. No sabe el sacrificio que era en el capitalismo el
poder estudiar, el llegar a ser ingeniero. Hoy día, cualquiera puede serlo. Antes, en
una familia, si es que se tenía algo de dinero se podía educar a uno sólo y dejar sin
estudios a los tres o cuatro restantes, y era la ruina de la familia, porque al que estaba
estudiando, había que dárselo todo. Si no hubiera llegado la Revolución, el hijo del
obrero no podría estudiar, porque el capitalismo no le daba una migaja a los
trabajadores. Además, acá existe democracia absolutamente. El obrero ha tenido
democracia, el obrero se ha expresado. A la contrarrevolución sí que la cortamos.
Pero la mayoría ejerce la democracia. Y yo he sido siempre defensor de eso. Soy
rebelde. Dentro del proceso siempre he tenido la libertad de decir lo que no está
correcto. Ésa es la democracia que me gusta a mí. Y cada vez que veo a una persona
que es rebelde, que discute lo que él no comprende o lo que él cree que no está
correcto y a ese compañero se le ayuda, me digo, ¡ésa es la democracia! Se discute
todo. Si el compañero no está de acuerdo con algo, lo analiza, lo habla, dice lo que
piensa. ¡Fíjese! Al principio de la Revolución discutía conmigo un español que no
estaba nada de convencido. Yo era jefe de milicia en ese entonces. Y yo discutí con él
porque éramos compañeros de aquí del pueblo. Y después, tiempo después, fue uno
de los grandes macheteros que tuvimos aquí en este lugar. Él era criado de un rico
aquí y le dolía aquello de que le quitaran al burgués sus cosas. Pero ahí lo tiene. Y
todavía va a cortar caña voluntariamente. Él me decía: "¡tú aquel día no me
convenciste, pero los hechos me han convencido!" Yo le hablaba en aquella época de
lo que era la Revolución, de lo que traería para el pueblo, para él mismo, del porqué
se le quitaba a los ricos. Pero después, este hombre fue machetero ¿qué le parece a
usted? Aquí no hay obreros sumisos, y el que lo es, no me gusta. El obrero expresa lo
que él siente y lo dice. Antes no era así. Yo lo sé, yo era del movimieto obrero en el
capitalismo, éramos cuatro comunistas y la empresa eléctrica tenía cuatro mil
trabajadores. Usted ve, los hechos han demostrado y demostrarán la justicia de esta
Revolución. ¡Más democracia no hay!

Los electores

Mientras ocurría esta conversación con el delegado, en otro lugar de la sala se daba el
siguiente diálogo con algunos vecinos, los primeros en llegar para participar en la
rendición de cuentas.

—Compañeros, ¿cuántos candidatos hubo en esta circunscripción?

—Seis.

—¿Y ustedes votaron por Orestes?

—Sí.

Ha respondido a coro un grupo pequeño de personas que, movidas por la curiosidad,


se han acercado a la única persona que ellos no conocen de los allí reunidos.

El grupo está compuesto por Isabel, una muchacha joven; Rosalía una compañera
bastante gruesa de unos cuarenta años; Carlos, un joven militante del Partido; una
compañera de cierta edad a la que cariñosamente le dicen "La Abuela"; Maglio, un
compañero negro, viejo trabajador de la zona, y Alberto, un compañero con aspecto
de profesor.

—¿Hubo aquí segunda vuelta?

—No ¡qué va!

—Orestes arrasó. Sacó 38 votos más que la mitad él sólo.

—¿Por qué creen ustedes que Orestes salió elegido con tantos votos?
—Es que tiene las cualidades realmente requeridas para el cargo: es un compañero
revolucionario, un compañero querido por todo el pueblo...

—Pero el compañero tiene bastante edad, más de 60 años según me dijeron ¿eso no
jugó en su contra?

—¡Qué va! Es más joven que muchos de nosotros en su manera de actuar; está
todavía lleno de energía, exclama Isabel sonriendo.

—¿Qué ha significado para usted el Poder Popular?

—Un éxito —afirma convencido Maglio—. Ahora llevamos más directamente las
necesidades del pueblo. El pueblo participa directamente en todos los problemas de la
población.

—Pero antes, en los CDR, ustedes también planteaban los problemas...

—Sí, pero se les daba menos solución.

—¿Por qué ahora se les da más solución?

—Porque el Poder Popular reúne ahora más cosas que el Poder Local y tiene más
medios... Además ahora cada tres meses tienen que rendirnos cuentas y antes no...

—Y todos los sábados primeros de mes —lo interrumpe "La Abuela"— hay una
reunión de los delegados a nivel municipal y el pueblo puede participar, no con
derecho a hablar, vaya, pero sí para saber las cosas que se han hecho y las que se
proponen hacer.

—¿Alguno de ustedes ha asistido a la asamblea municipal?

—Yo he asistido, contesta Maglio, y lo he hecho porque me gusta ir a ver. Muchos


compañeros van.

—¡Yo no me pierdo una! —exclama "La Abuela" con gran entusiasmo—. He ido a
todas.

—¿Cuál es su impresión?

—Bueno, se desarrolla muy bien. Ahí se enfrentan todas las quejas, todas las
sugerencias que el pueblo le ha hecho a los delegados. Ahí los delegados informan a
la asamblea. Se discuten los problemas, las cosas por resolver y los acuerdos a tomar.
Vaya, a mí me gusta mucho ir.

—Mire —explica Maglio— las quejas que nosotros le hacemos ahora a él —señala a
Orestes— vamos a ver si él fue y las vertió y las luchó, porque hay que luchar, hay
que pelear porque se arreglen las cosas.

—Y sobre lo que usted preguntaba, ahora se saben mejor las necesidades del pueblo.
Antes había algunos que pedían sacos de cemento para arreglar su casa y luego los
vendían. Ahora no, porque existe una comisión por CDR que estudia las necesidades.

—Si yo le digo a Fundora que tengo necesidad de cemento para arreglar mi casa, él le
dice a la comisión que vaya a comprobar. Ellos determinarán que me hacen falta diez
sacos y eso es lo que puedo retirar —agrega Isabel.

—Tenemos también las quejas del transporte, si cumplen o no... El problema de las
bodegas... Todo es más directo ahora —dice el profesor.

—Pero seguramente hay problemas que no puede resolver el Poder Popular...

—Bueno, se está tratando de resolver todo —salta Maglio un poco molesto—. Aquí
tenemos, por ejemplo, una microbrigada que hizo 5 edificios —como 600
apartamentos— y todavía no alcanzaron porque... Mire compañera, quiero que sepa
una cosa. Guando se empezaron a hacer en este pueblo las primeras casas para los
trabajadores, se encontraron con que en cada casa vivían siete familias... ¿Usted me
entiende, no?

—Sí, pero lo que quiero saber es, justamente, ¿qué ocurre con los problemas que no
se pueden resolver?

—Bueno, se le van dando solución en la medida de las posibilidades del país —


explica Alberto.

—¿Y la gente entiende?

—Cuando no se pueden resolver los problemas el delegado explica por qué no se


pueden resolver...

—¿No ocurre que los que conocen más al delegado tratan de conseguir cosas a lo
amigo?

—El que sale es por bueno y no por malo. Es porque es revolucionario.

—El delegado que aquí no sirve se quita.

—¿Se ha quitado a alguno por aquí?

—No. Aquí renunció uno pero por enfermedad. Era muy bueno. Tenía el 75% de la
mente extraviada cuando renunció —explica Alberto-—. Era combatiente.

—Cuéntenme, ¿qué problemas colectivos ha resuelto aquí el Poder Popular?


—El problema de la leche. Antes la ponían en la acera, frente a las bodegas. Ahí
pasaban los perros y todo eso. Ahora la están poniendo en cajas encima de una
tarima.

—Y el policlínico ... Hay más médicos.

—Y el problema del transporte. Ahora hay más guaguas en la mañana para ir al


trabajo.

—¿Qué diferencia vieron ustedes entre las elecciones del Poder Popular y las otras,
antes de la Revolución?

—¡Muchacha! ¡Eso no se puede medir! —exclama Maglio.

—Pero cuénteme un poco, ¿cómo eran los candidatos antes?

—Antes compraban los votos, fabricaban las cédulas...

—Te ofrecían, te ofrecían ... y cuando salían nunca más los veías.

—Y Orestes, ¿es militante del Partido?

—No, pero está en proceso —dice Carlos, el joven militante—. Él fue fundador del
Partido Comunista en 1938, estuvo en las ORI...

—¿Y cómo se explica que ahora no esté?

—Bueno, él estuvo en una época enfermo y parece que por eso le aguantaron el
proceso de ingreso...

—¡Pero él es fuera de ley! —exclama entusiasmada "La Abuela".

—¿Alguno de ustedes es militante del Partido?

—Ella está en proceso para la Juventud —señalando a una jovencita que está cerca de
la puerta... y éste —señalando al joven militante.

—Quiero que alguno de los que no sean militantes me cuente lo que para ustedes
significa ser militante del Partido...

—Es un orgullo ser militante. ¡Ésa es la medalla más grande que hay!

—¡Figúrese usted! Un militante tiene que tener las mejores cualidades, en la familia,
en la cuadra, en el trabajo...

—Tiene que ser ejemplar porque el proceso que le hacen es muy exigente.
—¿Ustedes han asistido a asambleas donde se eligen a los trabajadores ejemplares?

—Sí, como no —dicen varías voces.

—¿Y han echado para atrás a alguno?

—Sí.

—Por qué los echan para atrás?

—Bueno, puede ser que tenga una serie de cualidades pero que llegue a un punto en
que, vaya, falle en alguna.

—¿Y si un militante comete errores...? ¿Tiene posibilidades el pueblo de criticarlo?

—Puede ir a donde otro compañero del Partido a exponerle sus quejas —aclara
Carlos—. El caso se discute en su núcleo y ahí puede decidirse quitarle el carnet u
otro tipo de sanciones. Aquí nadie está exento de crítica. El Partido tiene que estar a
la vanguardia. Un compañero puede fallar, puede ser una falla inconsciente. Hay
diferentes medidas...

—¿Y no sería mejor, más simple, si ustedes que tienen como primer ministro, como
comandante en jefe a Fidel, conocido en todo el mundo por sus extraordinarias dotes,
en vez de discutir los planes económicos, en vez de poner en marcha eso del Poder
Popular, en vez de utilizar el instrumento de la crítica, dejasen que lo hiciese todo
Fidel?

—Déjame que te conteste —dice Maglio adelantándose a varios otros que


demuestran interés en responder—. No, yo creo que no. Yo creo que Fidel es como tú
dices porque hace esto. Yo creo que si Fidel no hiciera esto, no sería Fidel, vaya. Lo
que tú me estás planteando es un Fidel que yo no conozco. Yo a ése no lo conozco, yo
conozco al otro, al que hace esto que yo creo que es correcto. Porque definitivamente,
Fidel es uno y Fidel, desgraciadamente, un día nos puede faltar y lo que no nos podrá
faltar a nosotros jamás, es el pueblo, los trabajadores, y su vanguardia, que es el
Partido Comunista. Nosotros los trabajadores seguimos al Partido Comunista, sus
orientaciones, sus consignas... porque ése es nuestro ejemplo y ésa es nuestra
vanguardia. Son los mejores y nosotros no podemos seguir a los peores, tenemos que
seguir a los mejores. Entonces, bueno, lo que yo te decía es que si Fidel es ese que tú
dices, es porque precisamente ha logrado esto, un pueblo pensando en la revolución.
Es mejor que piensen muchos, y no uno solo, porque así se logran mejores resultados
y Fidel es conocido en el mundo entero, pero Fidel es conocido por su pueblo, porque
él ha logrado que su pueblo haga eso, yo creo que si no, no sería conocido en el
mundo entero...

La reunión comienza. Se pone fin a la conversación con los electores.


La asamblea

Son las nueve de la noche. Aunque amenaza lluvia, aún siguen llegando compañeros
atrasados, algunos de los cuales cargan previsoramente con su silla.

El porche se ha hecho pequeño para la asamblea y afuera, rodeándola, los rezagados


buscan la mejor ubicación para poder escuchar.

Más allá, algunos niños juegan aprovechando la fiesta que para ellos supone acostarse
tarde hoy.

Orestes Fundora se ha sentado para presidir la asamblea. A su lado se encuentra el


secretario. Aunque formalmente no existe el cargo, Orestes ha recurrido al maestro de
escuela para que le ayude a llevar las actas de las reuniones, ya que a él "le faltan
estudios".

Al fondo, alguien pone un disco con el himno nacional cubano y todos los asistentes
se ponen en pie.

AI terminar, mientras la gente se acomoda, Orestes, de pie, da comienzo a la


asamblea:
—Miren compañeros, vamos a dar el informe de los tres meses trascurridos, realizado
por el Poder Popular municipal. Además, tenemos una orden del día para que si
quieren agregarle algún punto, se lo agreguen...

El secretario, muy serio, lee: —Primero, lectura del informe de la asamblea


municipal. Segundo, transportes. Tercero, comercio y gastronomía. Cuarto,
educación. Quinto, asuntos generales …

—Ésta es la orden del día —interrumpe el delegado— ¿quieren agregar algo mas...?
Levanten la mano los que estén de acuerdo.

La orden del día es aprobada y el secretario vuelve a levantarse para leer los acuerdos
de la asamblea municipal del Poper Popular. Primero da una explicación:
—Se leerán sólo los puntos más importantes. En el trimestre recorrido, la asamblea
popular celebró tres reuniones en las cuales se tomaron 48 acuerdos de los que
resaltaremos los de mayor importancia.

Y comienza a leer:
− Primero: Se llevó a cabo por la Dirección correspondiente del Poder Popular la
recogida de los televisores de los servicios sociales del municipio que estaban
rotos para repararlos y luego hacer una distribución más racional de los
mismos.
− Segundo: Quitar el sistema piloto de ventas en las tiendas de productos
industriales, ya que el sistema no fue acogido favorablemente por la población,
volviendo a establecerse el sistema anterior.
− Tercero: Se desvió la ruta de las guaguas de Las Borlas por la autopista para
satisfacer una justa inquietud de ese barrio.
− Cuarto: Se decidió la implantación del servicio a domicilio de reparación de
televisores.

Una mujer lo interrumpe:


—¿Eso se implantó ya?

—Sí, ahora ustedes no van a tener necesidad de mandar sus televisores al taller
cuando éstos puedan ser reparados en la casa —aclara Orestes.

—¡ Caballero! ¡Qué bueno es eso!

Se produce una ovación general. Una compañera explica en voz baja:


—Mira, a mí ya me lo repararon con ese sistema.

El secretario continúa con su lectura:


− Quinto: Instalar un campamento de pioneros en El Francés durante la semana
de vacaciones.

Orestes aclarando:
—Esto ya se realizó.

Y continúa el secretario:
− Sexto: Que la Dirección de Comercio haga gestiones para entregar la ropa más
apropiada a los carniceros y bodegueros, para una mayor higiene de los
mismos.

—Hasta aquí los acuerdos de la instancia municipal. Pasamos ahora a los acuerdos de
la instancia regional.

− Séptimo: Que la Dirección de Salud debe elaborar un proyecto para mejorar las
condiciones internas del hospital regional, de manera que haga más aceptable
la estadía de los enfermos, proporcionándoles mayores comodidades,
distracciones, medios de comunicación internos, información, de manera que
ello influya en la calidad de los servicios que se prestan.
− Octavo: Se acuerda que se haga un ajuste con los otros regionales de la
provincia para que no se distribuyan productos los sábados, lo que ocasiona
dificultades, ya que no funcionan los comercios el domingo, y esos productos
sólo se empiezan a distribuir el lunes. Se acumula así la mercancía con los
consiguientes problemas de transportación. Además, muchos de esos productos
se echan a perder, influyendo considerablemente en las pérdidas que se
producen mensualmente.
Eso se refiere a los productos agrícolas —aclara el delegado—. Llegan los sábados y
a veces se echan a perder como el pepino y la yuca.

El secretario retoma el hilo de su lectura:


− Noveno: Se da cuenta del incremento de la matriculación de alumnos en
1975-76, tanto en educación primaria como secundaria, lo que demanda la
construcción de más locales y la reconstrucción de aulas. Se insta a la región y
municipio que evalúen y analicen sus respectivas necesidades y procedan de
inmediato a la reparación y construcción de las aulas necesarias.
− Décimo: Para el desarrollo y avance de las zonas en construcción, se aconseja
que todas las instancias del Poder Popular estudien la forma eficiente de
ocupar la mano de obra calificada. Y que se organice el trabajo de las masas a
través de sus organizaciones. La asamblea provincial se pronuncia
resueltamente contra el criterio de que la limitante fundamental en la tarea
constructiva es la fuerza de trabajo.

Al llegar á este punto, se produce un murmullo de incomprensión que obliga al


secretario a detenerse y explicar:
—Bueno, de lo que se trata es de que nosotros mismos resolvamos con nuestra propia
gente los problemas de la construcción. ¿Ahora se entiende? Los electores asienten y
continúa la lectura:

− Undécimo: Que junto al propósito de convertir a nuestra provincia en


una provincia jardín, apoyándonos decididamente en la acción de los CDR, la
asamblea provincial se pronuncia porque no se violen las normas y ordenanzas
relacionadas con el ornato público, de tal manera que nuestra región mantenga
el aspecto ordenado y limpio que se quiere. Queremos destacar especialmente
un hecho que confirma el aporte del pueblo al proceso revolucionario. Se trata
del municipio de Martí, que con el trabajo de las masas hizo funcionar la playa
Menéndez, que permaneció cerrada durante 15 años y que con el aporte de
500 compañeros fue puesta al disfrute del pueblo. Ejemplos como éste son los
que confirman nuestro lema de que el poder del pueblo, ése sí es poder.

En ese momento lo interrumpe el delegado:


—Miren compañeros, nos ha llegado una circular del Poder Popular en la que se nos
comunica que no tendremos que esperar la próxima asamblea del Poder Popular para
solucionar una serie de cosas que pueden ser solucionadas directamente en nuestra
circunscripción. Antes teníamos que esperar la contestación del ejecutivo, ahora la
cosa será más viable. Ya saben, los que tengan problemas ya pueden venir a ver al
delegado, que éste tratará de resolverlos lo más pronto posible. Y tenemos todavía el
problema del acueducto. No se ha resuelto aunque ya tenemos los materiales para
taparlo porque necesitamos la autorización del DAP. Los compañeros no deben de
taparlo por la libre, porque no sabemos qué cañerías puede haber. Ahora, si hay algo
que se haya planteado la otra vez que se haya quedado, díganlo ahora y señalen qué
no ha sido resuelto.

—¿No hay ningún problema pendiente de la asamblea anterior?

Varios, entre el público, dicen que no.

Cuando ya han sido leídos todos los acuerdos y se ha producido la aprobación


general, se entra en los problemas específicos de la circunscripción.

—Miren, aquí está el compañero encargado del comercio. Él les va a contestar


respecto a esos problemas.

El responsable administrativo del comercio en la zona interviene para explicar que


ante algunas quejas, se van a revisar las balanzas de los comercios para comprobar si
están vendiendo con menos peso.

—Respecto al problema de la medida de arroz, se vio que puede ser un problema de


las pesas que están demasiado viejas. Se discutió el problema con la administración
para que viera eso y no fuera que al pueblo no se le estuviera entregando la cantidad
de arroz que le corresponde. El otro asunto es el de los envases. Como se han roto
con el uso varias cajas de refrescos, el municipio va a entregar las que faltan, de tal
manera que cada familia tenga su caja. Además es importante que sepan lo del
pescado. Hasta ahora, Varadero había consumido su percápita correspondiente, pero
ahora, con el Poder Popular, ha aumentado el consumo de pescado, porque nos hemos
puesto de acuerdo con el municipio de Cantel Camarioca, donde por hábito, la gente
come poco pescado. El excedente de ese lugar ha venido a incrementar el percápita
de Varadero. En lugar de que allá se eche a perder por falta de consumo, lo
consumimos nosotros.

Los asistentes hacen gestos de aprobación.


—Si no hay nada más sobre este punto, pasemos al problema del transporte —
propone Orestes.

Se levanta un hombre al fondo de la asamblea:


—Cuando uno quiere coger una guagua a la hora del almuerzo, todos están
almorzando por allá, y lo mismo a la hora del desayuno. No hay ni una guagua
circulando.

—A ver, ¿cuál es tu preocupación? —le dice Orestes— ¿que almuercen a la hora de


almuerzo?

La gente celebra la salida del viejo delegado.

Un compañero que lleva colgada del brazo la chaqueta de camarero, se levanta:


—Mire, cuando yo trabajo dando almuerzo al pueblo, yo no me voy a almorzar, sólo
lo hago cuando todos terminaron de almorzar...
—Pero, ¿ cuál es la preocupación para reflejarla aquí?

Vuelve a hablar el compañero que intervino primero:


—Lo que yo quiero decir, es que a la hora de almuerzo no hay carros y luego vienen
todos los carros juntos.

Una muchacha joven, sin levantarse de su silla aclara:


—Conversan, se fuman un cigarro, hacen el cuento de lo que pasó y luego se van.

Un compañero negro, parado en un lateral, interviene sacando la cabeza detrás de


una columna del porche:
—Hay momentos en que se presenta esa situación no sólo a la hora del almuerzo y
desayuno. Hoy, casualmente, había un grupo bastante grande frente al hotel Gahuaco
esperando guagua y todas las que pasaban eran Santa Marta, Santa Marta, Santa
Marta. La primera llena, la segunda con un poquitico de gente y la tercera vacía. Una
detrás de otra, ¿qué objeto cumple eso? Y todo el combustible que gastan esas
guaguas en el recorrido...

Ante la avalancha de críticas, Orestes, el delegado, propone una solución:


—Miren, cuando suceda esto, vamos a orientar a los compañeros para que tomen el
número del carro, el día y la hora en que ocurren las cosas. Sólo así podemos ir con
hechos concretos a plantear las quejas a la dirección del Transporte. No podemos
discutir con ellos sin fundamento. Y tenemos que saber que cuando están trabajando
los siete carros, tenemos uno cada catorce minutos aquí en Varadero. Pero eso no
ocurre cuando no están trabajando todos, porque son muy viejos y necesitan
constantes reparaciones... Ha habido días en que sólo andaban dos carros. Porque
cuando uno no tiene, no tiene, pero cuando se pueden solucionar las cosas, hay que
tratar de mejorarlas. ¿Alguien quiere decir algo más sobre esto?

—Mire —dice una voz— en la asamblea anterior se contó el caso de una guagua que
se había quedado sin petróleo. Pero no se supo cómo fue eso. Esta semana, esa
guagua, que es puntual en su hora, se quedó sin petróleo en su primer viaje frente al
parque a las 6:30 de la mañana. Yo no concibo que en su primer viaje se quede sin
petróleo.

—¡No la revisó antes de salir! —exclama otra voz.

—Las dos veces ha sido la misma guagua y el mismo chófer.

—El otro día iba en una guagua, el chófer se paró en el camino, estuvo unos 25
minutos y nosotros esperando ahí...

El secretario anota con cuidado, las protestas anteriores.

—Bueno, ¿algo más sobre el transporte? —pregunta el delegado.


Silencio aprobatorio. Todos sienten que ya han dicho lo que tenían que decir.

—Entonces pasamos al tercer punto sobre comercio y gastronomía. ¿Tienen algo


sobre esto?... Miren que hay algunas deficiencias sobre gastronomía por ahí... baja
calidad y esos problemas. ¿Ustedes no han visto eso? —sonríe con malicia Orestes.

La muchacha joven de la primera fila:


—¡Claro! El caso de los Mosquitos esos...

—¿Están buenos? —riéndose.

—¡Qué va! ¡Eso no sirve!

Se produce una carcajada general. Rosalía da su interpretación:


—A mí me parece que es según el kiosco y quien cocina.

—Sí, depende de quien cocina —reafirma su vecina.

—Mira, en mi casa por lo regular a los niños míos les gusta mucho la fritura esa y
van y compran. Hay días que están divinas, pero hay días en que como están van a la
basura porque no se pueden comer. ¡Fígúrate! El kiosco de acá del parque, cuando
cocina el hombre ese, no se pueden comer...

Un murmullo general acoge las palabras de la compañera. El camarero que intervino


al principio, da su opinión experta:
—Sí, porque la pasta es la misma para todas. Es la forma de cocinar.

—Aunque estoy de acuerdo con ustedes —dice Orestes— no creo que se trate sólo de
eso. ¿No estiman ustedes que cuando se abrieron los kioscos empezaron a funcionar
con mucha mejor calidad?

Se oyen diferentes comentarios:


—Ahora no tienen mostaza ni tomate...

—Al principio los daban más grandes.

—Bajó la calidad.

—Pero si la mostaza está por la libre...

—Y aunque no lleven los otros componentes los cobran igual.

—Vamos a pagar los 60 centavos, pero que tengan de todo, pero me lo quitan todo y
cobran igual. ¡Eso no puede ser!

—Bueno, yo quiero señalar que es el pueblo el que manda aquí y es él el que tiene
que estar vigilante de todo eso —aclara el delegado—. Si ustedes leyeron el discurso
de Raúl, se acordarán que él no estaba de acuerdo con esto que está ocurriendo aquí.
Y yo tampoco. Si usted va a comprar pan con croquetas, bueno, tiene un precio, pero
si no hay pan y le venden la croqueta sola, no le pueden cobrar igual. Si no va con
pan, la croqueta vale menos. Es un problema que señaló Raúl y que está sucediendo
aquí. Cuando no hay una cosa, no la hay, pero si la hay, entonces hay negligencia en
la atención al pueblo. Seguro que si eso fuera de un particular estaría arriba de eso
para darle gusto al cliente y lucrar más. Nosotros no debemos permitir que baje la
calidad si están todos los ingredientes.

Un compañero con apariencia de empleado bancario añade:


—Yo he observado que todos los centros que abre el INIT empiezan maravillosos,
pero pronto empieza a bajar la calidad. Empiezan con muchos productos y terminan
con muy pocos, y yo sé que de esos productos hay.

—Nosotros hacemos todas estas críticas —señala el delegado— para mejorar el


servicio al pueblo. ¿Algo más sobre gastronomía?

Un hombre al fondo de la asamblea que intervino al comienzo toma otra vez la


palabra:
—Hablemos un poquito más de esto. Los administradores de Tagua Canto, cuando
viene una comisión... ¿Cómo se llama?...

—De control y ayuda —le contestan.

—Bueno, cuando viene una de esas comisiones, los administradores se vuelven locos
detrás de todo el mundo, pero después se olvidan de todo. A mí me dieron, vaya, un
tapaboca que nunca antes me habían dado.

—Yo te voy a decir que se sabe cuando uno va a un centro y hay control y ayuda —
afirma enfáticamente una joven mulata con un turbante en la cabeza—, El que va a
recibir el servicio, vaya, sabe... eso se ve enseguida.

—Orlando, ¿la avioneta pertenece al INIT? —pregunta una voz de las primeras filas
provocando la risa de todos—. El compañero se refiere a la avioneta que fumiga para
eliminar a los mosquitos—. Desde el sábado pasado que no fumiga...

—Yo les voy a decir algo sobre la avioneta —dice Orestes—. Yo tengo una
proposición para la asamblea municipal que venga. Los problemas científicos hay
que respetarlos, pero nosotros tenemos problemas prácticos, como el de los
mosquitos y ha habido años en que los hemos aguantado mucho con petróleo y
aserrín echado en los distintos charcos. Voy a hacer la proposición de que a los CDR
se les proporcione petróleo y aserrín para que puedan echarle a los charcos de su
cuadra? Eso es una cosa práctica, posible. ¿Están de acuerdo?

Todos asienten.
Una mujer ya mayor se refiere al problema del pan.

Hay un problema con los hornos que no funcionan bien —explica Orestes—. Eso está
en reparación y mientras tanto el pan no puede salir bueno.

—Yo quiero saber qué pasa con los litros de leche que cada día están más sucios —
reclama una voz de mujer—-. El martes la compañera de mi casa, que no pudo venir
a la reunión porque tiene dos chiquitos, me enseñó un litro y tenía en el fondo una
capa verde, verde por completo... Ella me pidió que lo dijera. La verdad es que el litro
estaba que daba grito...

—Yo lo vi. Voy a hacer la denuncia —afirma decidido el delegado.

En medio de los murmullos de la gente, el encargado de comercio, responsable de


este tipo de problemas, se levanta para explicar lo que ha hecho ante el caso:
—Nosotros tenemos todo los meses un consejo de distribución con todos los
administradores. Allí se plantean todas las dificultades con los organismos y en esta
última reunión se plantearon varios problemas con la leche: pomos destapados,
pomos sucios, pomos no llenos, y otras situaciones más. Esto se elevó ya al próximo
consejo regional que es el 27. Ustedes saben que la planta que está aquí en Cárdenas
es una planta vieja, antigua. Aunque se montó una nueva limpiadora, hay veces que el
cepillo no llega al fondo. Pero ustedes saben que nosotros debemos entregar el litro
limpio. Y si eso ocurrió, quiere decir que hubo una compañera que entregó el litro
sucio, debe habérsele roto el que usaba y devolvió otro que tenía en casa sucio. No
tuvo la preocupación de que quizá ese mismo litro iba a volver a sus manos...

—Pero cuando van envasando la leche allí, ¿no la van examinando?

—Efectivamente, hay un revisador, pero es que como la leche no es transparente, lo


que va pegado al fondo no se ve y cree que está limpio el pomo. Pero debemos
reconocer que en relación a lo que era años atrás, la cosa ha mejorado ahora.

—Sí, ha mejorado.

—A propósito de litros —recuerda el encargado de comercio— nosotros tenemos


necesidad de que cada familia entregue 4 litros por núcleo. Cada litro se está
comprando a 20 centavos. Necesitamos botellas para envasar bebidas. Es necesario
recoger el máximo de litros. Es una tarea de masas. Que cada litro que esté por ahí de
vinagre, de bebida... sea devuelto a la bodega...

—¿Y los de leche?

—Bueno, ésos se compran igual, a 25 centavos.

Se comenta mucho esto. Da la impresión de que muchos tienen litros de sobra en sus
casas.

—Yo estoy seguro de que en cada casa de nosotros hay de 10 a 12 litros, expresa, con
gran seguridad un compañero de alrededor de 30 años, con gorra de taxista.

—En mi casa hay un saco, añade un viejo, alto, como de 2 metros, sentado en un
banquito.

Entre los murmullos de los presentes, varios compañeros y compañeras intervienen a


la vez:
—Ven acá, ¿es en la bodega donde hay que entregarlos?

—Mañana estará la bodega llena.

—Cuatro litros, un peso, y de ahí al Copelia.

Se hace el silencio. Orestes sonríe contento por la reacción y pasa otra hoja de su
cuaderno:
—Pasemos ahora al tema de la salud pública... ¿Tienen algo que decir del
políclínico?... Yo los veo a todos ustedes muy saludables...

Todos los compañeros se ríen. Una mujer de las que más han participado en los
comentarios, se levanta ahora y dice muy resuelta:
—Yo quiero plantear algo. ¿Saben ustedes qué día pasa el carro de la basura? Porque
lo que es por mi casa hace tres meses que no pasa. Llega hasta la esquina de Tito y da
media vuelta y se va.

Alguien le grita:
—No te saluda... —y la carcajada es general.

—Nosotros la ponemos frente a la casa de Pastrana —continúa impasible la mujer—


y a veces pasan tres días y ahí sigue. Llegan sólo hasta donde Tito. Ven las latas, las
miran y se van. Yo me pregunto ¿es que las latas de nosotros no les gustan?

—Vamos a hablar con ellos para que indiquen dónde deben ser colocados los tarros
para que sea recogida la basura —dice seriamente Orestes.

El secretario anota en su cuaderno.


—Oiga —dice otra compañera levantándose—. ¿Por qué no ponen un latón en cada
esquina para que la gente que viene a la playa pueda echar ahí su cubito de cerveza,
su vasito de helado... Mira que el lunes amanece esto que es un asco.

—Se están tomando medidas —explica el delegado—. Todos los camiones que llegan
el fin de semana se van a desviar para un lugar determinado que tendrá todas las
condiciones. Será un área para excursiones con su lugar para cambiarse, para comer,
etc.
—Ésa es buena idea porque, tú sabes, uno pasa por esos bosques cuando lleva a los
niños al colegio y ve de todo, de todo... ¿tú me entiendes? ... de todo. (Risas.)

—¿Hay algo más sobre este punto... —pregunta Orestes—. Bueno, entonces pasemos
a educación.

—Existe un problema grande con las madres que trabajan los sábados —expresa
Isabel—. Los círculos y semi-internados cierran a mediodía y los niños quedan
botados en la calle. ¿No podría buscarse una forma de que ello no ocurra, de que, por
ejemplo, los círculos y semi-internados abran todo, el día sábado?

—Antes existía esta situación, pero eran muy pocos niños los que llegaban el sábado
—afirmó la encargada de educación.

—Pero yo he oído muchas quejas sobre esa situación ahora —insiste Isabel.

—Pero no los mandan... —reitera la encargada de educación.

—Lo que pasa es que por algunas que no los mandan, se perjudican otras que
necesitan este servicio —dice una voz.

—Pero es un mínimo de niños —repite majaderamente la encargada de educación.

—Un mínimo grande —insiste Isabel.

El delegado, viendo que la discusión no tiene salida:

—Mira, yo tengo una proposición. Como hay un consejo de escuela de padres y


maestros, debían en esa reunión llegar a un acuerdo y definir la situación. Y si no hay
más sobre educación, pasamos a asuntos generales. ¿No tienen nada más que
expresar, ninguna inquietud más? Bueno compañeros, yo creo que esta asamblea ha
quedado combativa, que nadie se ha quedado con nada adentro porque en esto es en
lo que estriba el éxito de la Revolución: lo bueno y la malo hay que decirlo. Así que
damos por terminada la asamblea.

Los participantes se quedan un momento comentando con su delegado los


pormenores de la asamblea. Poco a poco se desocupa el lugar en que los trabajadores
de ese sector han ejercido su poder.
EL PUEBLO UNIFORMADO

"Nos sentimos parte del pueblo y nos consideramos ciudadanos,


parte del pueblo con uniformes militares. . ."
CAMILO CIENFUEGOS

BREVE RADIOGRAFÍA DE UN EJÉRCITO CLASISTA

—Yo fui miembro del Movimiento "26 de Julio" desde 1956. Y antes, de la Juventud
Ortodoxa, de donde mismo surgió nuestro comandante en jefe. Entonces, durante
esos años, luché en la clandestinidad enviando hombres para el monte, recolectando
armas, haciendo sabotajes, distribuyendo propaganda y estuve preso... pero, a fin de
cuentas, no hice nada comparado con lo que hicieron otros compañeros.

Plantados entre verdes jardines se levantan varios edificios de vistoso colorido,


típicamente las canchas de basketbol tiñen de gris cemento el paisaje. Tan sólo los
uniformes verdeolivo que visten cientos de muchachos revelan que estamos en una
unidad militar. De sonrisa amplia y de caminar casi desgarbado, el mayor Ricardo
Prieto Meilian es el director de la Escuela Militar "Camilo Cienfuegos", de Matanzas.

—Estas escuelas existen en todas las provincias —explica— y surgieron en 1967 con
el objetivo de coadyuvar al sistema nacional de educación formando niños desde los
12 o los 13 años. Aquí reciben formación secundaria y preuniversitaria, además de
ciertos conocimientos militares básicos. Cuando egresan como cadetes pasan a
escuelas militares superiores, donde se graduarán como oficiales de las Fuerzas
Armadas Revolucionarias. Aquí se preparan también futuras maestras que se
integrarán más tarde como tales a la vida civil.

—¿Cómo llegó usted a ser militar?

—Bueno, yo pertenecía al "26 de Julio", como antes dije. Cuando el triunfo de la


Revolución, el 1 de enero de 1959, participé en el asalto a un pueblo de la provincia
de Gamagüey y ocupamos las distintas estaciones de policía. Por esos días yo andaba
con mi saquito para todos lados porque la policía me andaba buscando para matarme.
Después del triunfo de la Revolución me quedé en la policía, pero fui trasladado a La
Habana, donde estuve dos años. En 1961 me pasaron al batallón de la policía, que era
una unidad como de ejército... para pelear en guerra y no para coger carteristas.
Cuando lo de Girón yo estaba en el batallón de la policía. Después, nos pasaron
directamente a la tuición del Ejército y así me convertí en militar...

—Y antes del triunfo de la Revolución, ¿qué profesión tenía usted entonces?

—Bueno, yo era sombrerero... con agujas y esas cosas, cosía sombreros...

Las actuales Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) tienen su antecedente más


directo en el pequeño ejército de 82 hombres que, encabezados por Fidel Castro,
desembarcó del yate "Granma", en Playa de Las Coloradas, provincia de Oriente, el 2
de diciembre de 1956. Son herederas del heroico Ejército Mambí, que luchó años por
la independencia de Cuba, y de los jóvenes que, también comandados por Fidel,
asaltaron el cuartel Moneada de Santiago de Cuba, el 26 de julio de 1953.

Su uniforme verde olivo fue bautizado con sangre en las calles de Santiago, el 30 de
noviembre de 1956, cuando los combatientes del Movimiento "26 de Julio" lo
vistieron por primera vez para apoyar, con un levantamiento popular y asaltos a
cuarteles, el desembarco del "Granma".

Trascurridos poco más de dos años de cruenta guerra civil, aquel ejército popular, con
las ropas raídas, nacido de las propias entrañas del pueblo, con el jefe de la
Revolución al frente, entraba triunfal en la capital de la república. Entre los barbudos
guerrilleros no había uno sólo que hubiese estudiado en academias militares. El
triunfo de la Revolución significó la destrucción del ejército de Batista, corrompido,
sin principios y sin patriotismo; un ejército postizo con el que Estados Unidos había
sustituido, al final de las contiendas por la independencia, al Ejército Mambí.

Se iniciaba una nueva etapa. El 16 de octubre de 1959 —diez meses después de la


entrada del Ejército Rebelde en La Habana— el consejo de ministros de la
Revolución disolvió el Ministerio de Defensa y creó el Ministerio de las Fuerzas
Armadas Revolucionarias, designando ministro al comandante Raúl Castro Ruz. El
Ministerio de Defensa, disuelto en aquella oportunidad, fue en Cuba
prerrevolucionaria, antro de burocratismo, politiquería y elucubraciones
antipopulares, cuyas bases y estructuras no estaban a tono con la realidad de unas
fuerzas armadas diametralmente distintas a los cuerpos armados existentes antes del 1
de enero de 1959, y que, por tanto, requería de su propia y genuina organización.

"El Ejército Rebelde se fundió con las Milicias Nacionales Revolucionarias,


constituidas en ese mismo mes e integradas por cientos de miles de obreros,
campesinos, estudiantes y profesionales que, en sus tiempos libres, y en cursillos de
corta duración, adquirieron una preparación militar elemental." Así relataba el
semanario Verde Olivo, el 20 de octubre de 1974, el nacimiento de las FAR, de las
cuales es órgano de difusión. Las primeras divisiones regulares comenzaron a
formarse a mediados de 1961, justamente después que el Ejército Rebelde, las
Milicias Nacionales Revolucionarias y la Policía Revolucionaria —el pueblo en
armas— derrotaran la invasión mercenaria intentada por Playa Girón a partir del 17
de abril. Sus tropas estaban constituidas en su totalidad por miembros de las dos
primeras organizaciones citadas que a partir de ese momento pasaron a integrar las
unidades militares de carácter permanente.

"No fue fácil el camino recorrido hasta hoy —agrega Verde Olivo—. Los primeros
días del triunfo revolucionario, cuando al caer el último bastión de la tiranía, tuvo el
Ejército Rebelde que pasar, de la fase de organización de guerrillas y columnas —
cuyos dispositivos principales se encontraban solamente en dos provincias, Oriente y
Las Villas, y decididamente haciendo vida de campaña a cielo abierto— a la fase de
la organización de escuadrones, regimientos, distritos, divisiones y ejércitos."

Hoy, las Fuerzas Armadas Revolucionarias son el núcleo alrededor del cual se
movilizará todo el pueblo cubano para salvaguardar la integridad territorial del país y
las conquistas alcanzadas por la Revolución.

Cada militar un trabajador

—Yo soy oficial ... teniente, y además secretario de la juventud del Partido en la
escuela. Soy de origen campesino. Mis padres viven en la zona más intrincada de la
provincia de Las Villas, allí donde se sembró el principal foco de la contrarrevolución
después del triunfo... del centro mismo del Escambray, de las montañas del
Escambray donde estuvieron alzados los bandidos. Nuestra familia es procedente de
campesinos de "monte adentro", como decimos nosotros.

—Yo soy subteniente, jefe de la cátedra de preparación general de un batallón de aquí


de la escuela. Soy de origen obrero. Mi padre era chofer de "guagua" y mi madre,
maestra de escuela.

—Yo soy obrero y mis padres también. Tengo el grado de teniente y soy delegado de
nuestra circunscripción a la asamblea municipal del Poder Popular de Matanzas.

—Yo soy primer teniente... hijo de campesinos.

—Yo también soy primer teniente, hijo de obrero... de un obrero azucarero.

El grupo viste de verde olivo y pertenece a la dotación de oficiales de la Escuela


Militar "Camilo Cienfuegos", de Matanzas. Acaba de concluir la rendición de cuentas
del teniente Marino, el delegado del Poder Popular. Minutos antes, los cientos de
jóvenes —"camilitos" y "camilitas"— lo escuchaban atentamente. Ahora, se
distribuyen en grupos por patios y jardines. Éste es precisamente uno de los grupos,
integrado por oficiales hijos del pueblo, venidos de diferentes lugares de la isla.

Un ejército de obreros y campesinos

"Cada uno de estos hombres y cada uno de los ciudadanos de este país capaces de
empuñar las armas, no son simplemente soldados de un ejército, o de la aviación o de
la marina: ¡son, ante todo, soldados de la Revolución! Y cuando llega la hora del
combate son decididos, son resueltos y son heroicos, ante todo, no por disciplina
formal, no por el hábito de obedecer las órdenes de sus superiores jerárquicos. Son
ante todo defensores de una gran causa, de una gran idea; defensores de la causa de
su patria y defensores de la causa revolucionaria del marxismo-leninismo; defensores
de la gran causa del movimiento revolucionario internacional, firmemente
convencidos de la importancia de su extraordinaria misión histórica".

Un gran retrato del comandante Camilo Gienfuegos se alza a espaldas del director. Su
oficina es pequeña y modesta. No se advierten lujos ni adornos superficiales. Nada
sobra allí. Y tampoco nada parece indicar que justamente esa oficina sea la del
director de la Escuela Militar "Camilo Cienfuegos".

—Miren, lo que caracteriza a nuestras fuerzas armadas es su ideología. Nosotros,


militares, vivimos en una sociedad de trabajadores, en una sociedad proletaria, de
comunistas. No hemos llegado todavía al comunismo que aspiramos construir, pero
nuestra ideología, nuestra mentalidad, es comunista. Y por lo tanto, yo soy un
trabajador con uniforme y con grados... y con unos conocimientos militares que me
hacen falta para defender la patria. Lo mismo que un técnico que repara un autobús...
soy militar, pero soy trabajador.

Ya en el patio, y sin la presencia del director, el primer teniente Alberto Acevedo, del
grupo de oficíales que comenta las nuevas situaciones creadas por el Poder Popular
en Matanzas, nos explica:
—Fíjense... lo que plantean los capitalistas, según sus conveniencias, es que el
ejército es apolítico... pero lo tienen como un instrumento represivo más hacia el
pueblo. Los miembros de ese ejército, de las fuerzas armadas de los países
capitalistas, ¿a qué clase pertenecen?... eso pregunto yo, ¿a qué clase pertenecen? ... a
la misma clase que ellos reprimen. Los soldados de Chile, de Bolivia y de otros
países, por ejemplo, pertenecen, en su gran mayoría, a la misma clase que ellos
reprimen. Pertenecen a la clase obrera o son campesinos, pero están reprimiendo a los
de su clase, porque les han dicho que el ejército es apolítico y que ellos deben
obedecer las órdenes de sus superiores.

—Los capitalistas —agrega el subteniente Miguel Barceló— utilizan el problema del


apoliticismo. Yo les digo a ustedes que nosotros no. Nosotros somos parte del pueblo
y como pueblo uniformado, como dijo nuestro comandante Camilo, defendemos
nuestros intereses de clase, los intereses del pueblo trabajador. Vaya,... yo soy un
obrero vestido de militar y llegué a ser oficial del ejército como todos estos
compañeros —señala al grupo— como ellos que también son hijos de obreros, de
campesinos. Y los muchachos que están estudiando aquí... los "camilitos"... están
estudiando para irse mañana a academias militares y servir en una tarea tan
importante como es la defensa de la patria. Están claros del papel que juegan, porque
a los soldados cubanos no se nos puede decir hoy que vayamos a invadir un país
cualquiera, que vayamos a luchar contra otro pueblo sin que nos hayan agredido, que
vayamos a una fábrica a reprimir a los obreros... No, no vamos a ir, porque estamos
claros de nuestro deber y de nuestras funciones... estamos políticamente claros.

Cuba tiene en la actualidad unas fuerzas armadas técnicamente capacitadas con los
armamentos más modernos gracias a la colaboración de la URSS, y poseedoras de
una disciplina férrea. La razón del poderío militar de las FAR es explicable: casi
desde los primeros meses de la Revolución comenzaron las acciones de sabotaje, los
actos contrarrevolucionarios, las infiltraciones de armas y de agentes, el desarrollo de
bandas contrarrevolucionarias armadas que se hicieron presentes prácticamente en
todas las provincias, a lo largo y ancho del territorio nacional, y comenzaron a
entrenarse las tropas mercenarias que luego invadirían Cuba por Playa Girón. Pero el
mayor peligro radicaba en una posible agresión directa por parte de las Fuerzas
Armadas de Estados Unidos. De ahí que pueda señalarse que las FAR son
eminentemente defensivas.

En su discurso del 30 de diciembre de 1973, al clausurar la maniobra militar "XV


Aniversario del triunfo de la Revolución", el mismo Fidel definía la característica
principal de las Fuerzas Armadas Revolucionarias. Ellas son "poseedoras de una
profundísima conciencia política, poseedoras de una verdadera cultura
revolucionaria, poseedoras de una ideología política: la ideología política de las
clases explotadas y oprimidas, la ideología política del proletariado: el marxismo-
leninismo y el internacionalismo".

"Nuestras fuerzas armadas —agregaba— poseen determinadas características


esenciales. Y, en primer lugar, forman parte consustancial de nuestro pueblo. Su
origen es el origen de los hombres humildes de nuestro pueblo: sus obreros, sus
campesinos, sus estudiantes, sus trabajadores intelectuales."

Los militares y el Partido

—Quiero darles un ejemplo que, quizá un poco plásticamente, refleje lo que nosotros
pensamos del Partido.

Quien habla es el subteniente Miguel Barceló. El resto escucha atentamente.

—La Revolución es como un tren. De un tren lo más importante es la locomotora. Sin


locomotora el tren no se mueve ni para adelante ni para atrás... aunque nuestra
locomotora no tiene marcha atrás, sólo tiene marcha hacia adelante... Entonces, para
nosotros el Partido es la locomotora, es la fuerza que jala toda la Revolución, toda sus
actividades... a nuestro pueblo en general, ya que el pueblo y la Revolución son la
misma cosa. Por lo tanto, ser parte de la locomotora es muy importante.

El proceso de construcción del Partido en las filas militares comenzó el 2 de


diciembre de 1963 —siete años después del desembarco del "Granma" y en la víspera
del cuarto aniversario del triunfo de la Revolución— en una unidad del ejército
oriental. Desde entonces, junto a los logros alcanzados en la preparación combativa y
política, en el fortalecimiento de la disciplina militar, en la elevación de la
disposición combativa, en el desarrollo institucional, y en el cumplimiento de todas
las misiones planteadas a la tropa, está unido el creciente trabajo político-ideológico
desarrollado por las organizaciones de base del Partido Comunista de Cuba (PCC) y
de la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC).

Justamente, porque los militares cubanos entienden que sus Fuerzas Armadas no son
apolíticas, es que piensan como un oficial negro, miembro de la sección política de la
Escuela Militar "Camilo Cienfuegos":
—El Partido lo es todo para nosotros —dice— Para nuestras vidas es el primer
objetivo: alcanzarlo, lograrlo y militar en él. Como organización política dentro de un
proceso revolucionario como el nuestro es quien dirige todas las actividades de
nuestra sociedad. Somos, dentro de la organización del Partido, los seguidores de las
doctrinas y principios planteados por Marx, Engels y Lenin.

La conversación ha tomado su curso. En el grupo existe entusiasmo e interés por el


tema planteado. Las miradas se dirigen hacia el teniente, secretario de la UJC dentro
de la escuela, cuando planteamos la siguiente interrogante:
—¿Cuál es el proceso para ingresar al Partido o a la Juventud dentro de las Fuerzas
Armadas?

—Mira... el proceso es el mismo que se usa en la vida civil... existe un proceso único
para civiles y militares. Aquí, en nuestra unidad, existen militantes tanto del Partido
como de la Juventud, y de estos últimos existe un gran porcentaje... ya tú ves que
aquí el joven ingresa casi niño... a los 12 o a los 13 años. Entonces, ingresa a las
Brigadas Rojas, que son la cantera de donde se nutre de militantes la UJC dentro de
las escuelas militares. A los 14 años pueden ser elegidos jóvenes ejemplares. Luego
se les sigue un proceso para su ingreso a la Juventud, se les entrevista, se les hace un
análisis. Posteriormente se les presenta a la masa como militantes y se les entrega el
carnet. En fin... hay además otros casos. Por ejemplo, en los batallones donde ya
existen militantes se realizan procesos de captación, donde se estudia a un compañero
durante algunos meses y se le entregan tareas a cumplir, desde el punto de vista
ideológico y político... también se le somete a investigación, se estudia su disciplina,
su actitud ante el estudio, su cumplimiento de las órdenes. Pero, también pasa por una
asamblea de ejemplares y se le presenta a la masa. Es el comité de la Juventud el que
le concede la categoría de militante a un compañero.

—¿Y se puede dar el caso de un oficial que pueda ingresar al Partido sin pasar por la
Juventud?

—Se podía dar el caso —responde el teniente— pero de acuerdo a los estatutos
actualmente vigentes en el Partido, para pasar a ser militante del Partido tiene qué
haber trascurrido no menos de tres años como militante de la Juventud.
Anteriormente había lo que se llamaba el "paso directo"... que era el paso directo de
aquellos compañeros que no quedaron en el proceso de construcción del Partido por
una serie de cuestiones... porque no hubo un buen trabajo en el lugar, porque el
compañero no tenía estabilidad en un centro determinado o porque tenía errores que
en aquellos momentos no le permitían ingresar y que, posteriormente, a través del
proceso de captación, el Partido fue logrando que ese compañero los superara y
adquiriera una serie de cualidades que él debía tener para ser militante. Partiendo de
eso se le concedía la militancia.

—¿Y cómo es el caso de los oficiales?, ¿existe diferencia entre oficiales y


suboficiales, por ejemplo?

—No, no, no. Los comités de base del Partido están integrados por todos los cuadros
de mando, responde el teniente.

Luego agrega:
—En los comités de base de cuadros de mando participan oficiales y suboficiales, en
general todo el personal de plantilla que tiene mando. Sin embargo, se pueden dar dos
variantes. Puede existir un comité de base que sea de oficiales nada más, que tenga
ocho o diez oficiales militantes, o puede existir un comité de base integrado por
profesores y oficiales, porque la cantidad de oficiales que haya no sea suficiente para
constituir esa organización... hay muchos profesores que no son militares, sino
trabajadores civiles de las FAR.

Interviene el primer teniente:


—Aquí mismo en nuestra escuela se ve, donde los propios oficiales, que tienen
jerarquía militar, pues, militan en una organización de base unidos a compañeros
civiles. Nosotros tenemos casos en que de un total de diez militantes, cuatro son
oficiales y seis son trabajadores civiles.

En la actualidad, alrededor del 85 por ciento de los oficiales de las Fuerzas Armadas
Revolucionarias pertenecen al Partido o a la Juventud, y en algunas unidades esa cifra
alcanza el 90 por ciento.

Disciplina militar y disciplina militante

—Mayor, ¿para ser oficial es preciso ser militante del Partido?

—No necesariamente, aunque hay un gran porcentaje que lo es. En unidades de


combate, por ejemplo, hay un 90, un 99 y hasta un 100 por ciento de militantes. Pero
no es requisito para llegar a los grados superiores ser militante.

—Es decir, ¿hay oficiales superiores que no son militantes?

—Personalmente desconozco esa situación. Es posible... puede producirse... incluso


un oficial puede perder su militancia y continuar siendo oficial. Yo mismo que soy un
oficial medio, puedo perder mi militancia y conservar mi grado, e incluso ascender.

—¿Y cuál es la correspondencia entre disciplina militar y disciplina militante?, ¿no


se crean problemas cuando se tiene la condición de militar y además se es militante
del PCC?
—¡No, que va!... Miren, yo les voy a dar un ejemplo. Yo, mayor y director de esta
escuela soy militante, pero no soy dirigente del Partido, soy un simple militante y
nada más... Pero yo, como director de esta escuela, le doy una orden al teniente
Marino —que está a su lado y asiente con la cabeza— y él tiene que responder y
cumplirla. Y si no la cumple se busca un problema... un tremendo problema, porque
es así la disciplina militar, ¿no? Ahora bien, resulta que el teniente Marino es
dirigente del Partido y yo no. Si estamos en una reunión o en una actividad del
Partido, yo tengo que sentarme allí como un simple militante y guiarme y hacer lo
que él diga.

El teniente Marino interviene con mucho énfasis:


—En el Partido hay una sola disciplina: la disciplina partidista... todos son militantes
del Partido y si han cometido errores como tales los criticamos.

El mayor reitera:
—Miren, como militar, el teniente Marino tiene que obedecerme si no quiere
buscarse problemas... tiene que saludarme militarmente, pedirme permiso para
retirarse y hacer todo eso. Ahora, como resulta que él es dirigente del Partido y yo no,
tengo que acatar todas las órdenes que partidariamente él me dé,... estoy en la
obligación de acatarlas y acatarlo a él porque es dirigente del Partido.

—¿Cuál es la diferencia entre la disciplina de un ejército burgués y de este ejército?

—Vaya,... ustedes saben que la disciplina en el ejército burgués es impuesta, porque


el personal que cumple órdenes no sabe por qué está luchando... entonces hay que
imponer las órdenes. Por ejemplo, los capitalistas para mandar gente a Vietnam
durante la guerra, tuvieron que imponérselo... "Móntate en un avión y anda para allá
y si te matan, pues, te mataron y ya." Con nosotros la disciplina es de otro tipo. Es
consciente. Aquí nosotros sabemos por qué tenemos que defender a la patria —
expresa el teniente Marino.

—... el compañero ponía el ejemplo del "móntate en un avión" —interrumpe el


director—. Nosotros tenemos la diferencia de la ideología. Usando esta imagen
nuestros soldados se montan en el avión porque están convencidos de por qué se
montan en ese avión. Ahora, cuando decimos "móntate en un avión", tienen que
montarse, no pueden desobedecer. Pero, por nuestra ideología, ellos están
convencidos de que deben cumplir. Saben por qué van... vaya, debe existir la
combinación esa, de la disciplina militar con la disciplina moral, con la conciencia de
cada uno. Eso es justamente lo que no tienen los ejércitos burgueses.

LAS FUERZAS ARMADAS Y EL PODER POPULAR

"A mí me preguntaba un ciudadano qué me parecía, si no me parecía extraordinario


que estuvieran votando también los miembros de las Fuerzas Armadas. Y yo le decía
que no, que no me parecía extraordinario, que me parecía lo natural y lo lógico,
puesto que en la Revolución y el socialismo hay una completa identificación entre
fuerzas armadas y pueblo, y todos somos fuerzas armadas.

"En la paz, un número de compañeros está sobre las armas, que necesitan montar
guardia permanente en defensa de la Revolución, y en la guerra son todos los
ciudadanos los miembros de las fuerzas armadas que defenderían al país."

Así dialogaba Fidel con los periodistas que cubrían las informaciones relativas al
proceso eleccionario desarrollado en la provincia de Matanzas, el 30 de junio de
1974, para elegir los delegados a los órganos del Poder Popular.

Y añadía:
"De modo que lo más natural es que el soldado participe, como participa en
actividades productivas, como participa en todas las actividades ciudadanas, porque
no se puede concebir que el militar no tenga derecho a voto. Es absurdo. Sería
privarlo de un derecho de todo ciudadano dentro de la sociedad de los trabajadores."

Las Fuerzas Armadas Revolucionarias, como parte integrante de la vida nacional,


también participan en el proceso de constitución de los órganos de Poder Popular.

Uno de los principios fundamentales de la democracia socialista es la participación de


los obreros, campesinos, estudiantes y demás capas sociales en la actividad estatal.
Por tanto, los militares —obreros y campesinos, en su gran mayoría— también
pueden gozar de este derecho en un país como Cuba.

Los militares eligen

—Nosotros hicimos dos colegios electorales. Uno en el Círculo Social y bajo el


teatro. Pusimos nuestras urnas. Elegimos un presidente del colegio electoral... y un
secretario, que tenían lista de los compañeros que debían votar. Entonces, a estos
compañeros les dimos unas tarjeticas para que las presentaran ese día de la votación.
Los compañeros que iban a votar eran los que tenían 16 o más de 16 años y que no
tuvieran ningún impedimento desde el punto de vista penal que los imposibilitara
para ir a votar... Entonces, a las ocho de la mañana abrimos los colegios electorales y
ellos, todos los que tenían derecho a voto, venían a los diferentes colegios
electorales... se les buscaba en la relación, en la lista, se les tachaba y se les daba una
boleta con el nombre de los candidatos. Luego, pasaban al interior de la sala, a un
lugar que estaba cubierto con una sábana... muy personal, muy confidencial, y
votaban ahí... detrás de la sábana marcaban con una cruz por el delegado que ellos
quisieran dentro de los cinco candidatos que había...

Así votaron los "camilitos" y "camilitas" de Matanzas, según relata el teniente


Marinó, el candidato a la asamblea municipal del Poder Popular de Matanzas elegido
por los oficiales, suboficiales, clases y soldados de la Escuela Militar "Camilo
Cienfuegos".

Una frase inserta como el artículo 9 del proyecto de reglamento provisional de


elecciones a los órganos de Poder Popular, reguló la forma orgánica de participación
militar en la dirección estatal: "En las unidades militares de las FAR y en las unidades
del EJT integradas por miembros que, en su totalidad o en parte residan
permanentemente en dichas unidades y en los centros de internados estudiantiles, se
crearán circunscripciones especiales, una por cada unidad o centro."

Fue necesario tomar esta medida para no marginar de la participación en el Poder


Popular a todos aquellos sectores del pueblo que por sus condiciones de estudio o
trabajo tenían un régimen de internado que les impedía participar normalmente en la
vida cotidiana de su barrio.

—Vaya... fue una cosa nueva para nosotros —explica el primer teniente Alberto
Acevedo— ... nueva para nosotros que no habíamos participado nunca en este tipo de
votaciones tan masivas... y nuevas porque por primera vez en la historia de nuestro
país los militares tienen derecho a voto. Pero, sin embargo hay una gran diferencia
respecto de las elecciones que se hacían antes del triunfo de la Revolución. Incluso,
ustedes ven que en América Latina está el ejército, la guardia rural, la fuerza
imponiéndose en las urnas,... y más encima plantean que son apolíticos. Pero, ¿quién
cuida las urnas aquí?... Ustedes iban a un colegio electoral aquí en la provincia de
Matanzas, a cualquier municipio, y quienes estaban allí cuidando las urnas y
dirigiendo el orden eran los pioneros... niños de 9 o 10 años eran los que estaban
dirigiendo la votación ese día.

—Sí —afirma el teniente Marino—, aquí se dio un matiz inverso a las elecciones de
antes de la Revolución. Aquí eran los pioneros quienes nos entregaban la boleta
electoral y nos acompañaban a votar... y en el caso específico de nuestra escuela, eran
las "camilitas", las compañeras que tenían 13, 14 o 15 años y que por eso no podían
votar.

—Nosotros pusimos en toda la escuela, en los batallones, en los comedores, por todos
lados, la biografía de los cinco candidatos. Allí estaba puesta la foto y la biografía de
los cinco. Así, todo el personal, mucho tiempo antes, leyó y conoció a cada uno,
conoció lo que era y pudo votar libremente por el que entendió que era el que tenía
más condiciones para representarlo ante el Poder Popular. Aquí votamos
novecientos... novecientos y pico... la verdad es que no recuerdo bien, manifiesta el
subteniente Miguel Barceló.

—¿Y cuántos votos sacó usted, teniente Marino?

—Yo saqué 856 de esos 900 votos,... anulados creo que fueron unos 15 o 20.
El teniente Marino fue elegido el 30 de junio de 1974, en la primera vuelta de las
eleciones. De tal manera, no tuvo que acudir a la segunda vuelta, realizada el 7 de
julio, prevista para los casos en que ninguno de los candidatos de una circunscripción
dada obtuviera la mayoría de los votos emitidos en la primera vuelta.

¿Por qué el teniente Marino sacó tal cantidad de votos?, preguntamos al grupo de
oficiales de la Escuela Militar "Camilo Cienfuegos".

Hay una cosa que es significativa en el compañero que es lo que contribuyó a que
sacara tal cantidad de votos, explica el teniente secretario de la UJC en la escuela.

Y agrega:
—En primer lugar, es un compañero joven y tiene una trayectoria muy amplia. El
compañero Marino participó como camillero en Playa Girón a la edad de 14 años,
una temprana incorporación a las actividades de la Revolución y a la defensa de la
patria... tiene una trayectoria limpia y muy rica y además un buen nivel cultural que
le permite enfrentar esta situación. El compañero tiene segundo año de ciencias
jurídicas y además lleva dos años en nuestra unidad. De los cinco compañeros
candidatos que había era el que tenía mayores condiciones.

—Y usted teniente Acevedo... ¿votó por el teniente Marino?... Nosotros sabemos que
el voto era secreto, pero de eso hace ya casi un año... Las risas estallan junto al
titubeo del primer teniente Alberto Acevedo.

—Sí,...votamos por él.

—¿Y por qué?

—Bueno, sería repetir lo que ya dijo el compañero anteriormente... de todas maneras,


lo que debemos tener siempre presente es que los compañeros que elegimos sean
capaces de recoger las opiniones, las inquietudes, las dificultades que se les van a
plantear, como lo hemos visto en la noche de hoy... que sean capaces, además, de
trasmitir los problemas por los canales adecuados y sean capaces de resolver, de dar
soluciones. Nosotros veíamos en el compañero Marino a ese compañero que tenía las
cualidades para desenvolverse y desempeñar las funciones de delegado del, Poder
Popular. Y eso fue lo que me llevó a votar por él. Voté también, claro, por su
trayectoria, por sus condiciones revolucionarias, pero... en la práctica, los cinco
candidatos eran muy buenos.

Las funciones de los militares-delegados son las mismas que tienen el resto de los
delegados civiles. Por lo tanto, son portavoces de los problemas que plantean sus
compañeros en relación con todos los problemas que afecten a la población de la
zona en que está ubicada la circunscripción, o, incluso, de la ciudad en general.
Desde ese punto de vista, las unidades están concebidas como el lugar de residencia
de los miembros de las Fuerzas Armadas que allí habitan.
Un oficial rinde cuentas

"He asistido a las reuniones de la asamblea municipal, el 7 de mayo y el 14 de junio;


he tenido, por lo tanto, un cien por ciento de asistencia. He participado para plantear
nuestros problemas o para buscar aclaración... He fijado dos días de despacho a la
semana pero no han sido aprovechados suficientemente.”

"Respecto a nuestro pedido de traslado de la parada de los autobuses más cerca de la


puerta de entrada de nuestro establecimiento, ha sido rechazado porque existe una
parada frente a nuestra unidad y otra frente a la bodega, y la nuestra no se puede
correr porque el lugar es peligroso.”

"La otra proposición que hicimos —pero que debe canalizarse por las autoridades
administrativas correspondientes— es que las alumnas que se gradúan el día 2 de
julio tengan facilidades para adquirir un corte de género para esa graduación. La
respuesta está pendiente."

La inmensa mayoría de los electores del teniente Marino son adolescentes: los
alumnos de la Escuela Militar "Camilo Cienfuegos". El propio delegado con sus 28
años parece apenas un poco mayor que ellos cuando desde un tablado termina de leer
su rendición de cuentas ante los casi 900 "camilitos" reunidos en la amplia explanada
de la escuela.

—Cualquier planteamiento que ustedes tengan, cualquier sugerencia, pueden hacerla


ahora...

En esta circunscripción especial existe una especial relación entre el delegado y la


mayoría de sus electores. Porque el teniente Marino no sólo es un delegado, es
también un "superior" —como oficial— de los "camilitos", un "profesor" de la
escuela y un adulto entre jóvenes.

Esto no impide, sin embargo, que, después de una vacilación inicial, los estudiantes
comiencen a plantear críticas y sugerencias.

El primero que se aproxima al micrófono es un muchacho mulato de aire


circunspecto:
—Yo creo que el informe responde a nuestras inquietudes, pero quizá porque
expresamos pocas inquietudes el informe no pudo extenderse más. Después de decir
esto quiero aprovechar la oportunidad para plantear una inquietud. En los días de
lluvias se presentan problemas con el transporte que hay aquí. En la ruta 4 y la ruta 6
han puesto autobuses nuevos "Girón", pero en nuestra ruta aquí siguen los antiguos.
Y éstos si llueve no pueden salir y hay que estar esperando ahí hasta que termine la
lluvia... no tienen limpiaparabrisas y el agua entra por las ventanillas deterioradas. Yo
creo que en esos casos, cuando llueva, podrían poner autobuses nuevos en esta ruta.

—Yo creo muy correcta la sugerencia del compañero y la elevaré como propuesta por
escrito al Ejecutivo. Tan pronto tenga una respuesta se las comunicaré —expresa el
teniente Marino.

Otro compañero, que ha sido prácticamente empujado por un grupo de estudiantes,


toma la palabra:
—Existen deficiencias técnicas respecto a los televisores. En todas nuestras unidades
hay televisores, pero en los días de actividad recreativa éstos no pueden usarse
porque están rotos. Lo que yo propongo es que con el Poder Popular se traiga un
técnico aquí para que arregle los mismos.

En medio de una oleada de aplausos el teniente Marino acoge la sugerencia. Luego


añade:
—Habíamos pensado en eso. A partir del lunes yo voy a ir a la dirección
administrativa de industrias comerciales para ver qué posibilidades tenemos de que
nos sitúen un técnico en la escuela, que los aparatos que tengan arreglo en nuestro
centro se arreglen aquí mismo y que los otros se los lleven al taller. Me parece muy
justa la petición de ustedes. ¿Alguien más quiere proponer algo? Alguna compañera
alumna...

Una "camilita" avanza apoyada por los aplausos de sus compañeras y plantea:
—Aquí cerca hay una pizzería, pero ¿qué pasa?... cuando está llena la cancha a uno le
dicen que pase al salón donde hay asientos... Yo pasé pedí una pizza y resulta que la
pizza vale más allí que en la cancha y yo andaba trayendo el dinero justo... ¡Se
imaginan ustedes! (risas). Bastaría que pusieran un aviso con los dos tipos de precios.

—Éste no sólo es el problema de esa pizzería, por eso es que la asamblea municipal
propuso que se diera una información suficiente al usuario —señala el teniente
Marino.

La asamblea continúa con una serie de otras intervenciones, tanto de los "camilitos"
como de las "camilitas" y también de los profesores del establecimiento.

El entusiasmo con que participan los militares de la Escuela "Camilo Cienfuegos" de


Matanzas se observa también en todas las circunscripciones especiales de la
provincia, que sirve de asiento a las unidades del Ejército Central.

El primer delegado

—El compañero sargento —dice el primer teniente Juan Montelongu a una revista
cubana— se convirtió en personalidad histórica, diría yo, porque se hizo en América
Latina el primer militar representante del Poder Popular. Es que de todos los países
latinoamericanos, fue el nuestro donde por primera vez los combatientes disfrutaron
de este gran derecho ciudadano: elegir y ser elegido a los órganos de poder estatal. Lo
que pasa es que en la provincia fuimos los primeros en terminar las elecciones, de
manera que Pablo llegó a ser el primer delegado popular en la República de Cuba.

El sargento Pablo Pérez Hernández, de apenas 23 años, militante del Partido


Comunista de Cuba, y jefe de reparaciones de una unidad de tanques del Ejército
Central, era chófer antes de entrar a las Fuerzas Armadas Revolucionarias. Nació en
Cienfuegos, ciudad de la vecina provincia de Las Villas. Su padre, José Pérez, fue
trabajador henequenero. Ahora tiene 72 años y está jubilado.

—Se considera comunista viejo, a pesar de que no tiene el carnet de militante —dice
el sargento Pérez Hernández— ¿quieren saber por qué?

Hace unos cálculos sobre una hoja de papel y explica sonriendo:


—Miren si tiene razón. A base de nuestra familia se podría fundar cinco
organizaciones, entre políticas y sociales. El viejo tiene ocho varones, cuatro hembras
y 23 nietos. De este total hay 6 militantes del Partido, 3 de la UJC, 13 pioneros y 5
miembros de la FMC, incluyendo la mamá; todos los adultos son cederistas y el
padre, coordinador de los CDR de su zona. Tenemos obreros, empleados, estudiantes
y escolares. Cuatro son militares. Tres lucharon contra las bandas
contrarrevolucionarias y participaron en Playa Girón...

Casos como el del sargento Pablo Pérez hay muchos. Los miembros de las FAR
podían ser elegidos tanto en su circunscripción especial, si vivían en unidades
militares, como en su propio barrio, ya que allí tienen la misma condición que tiene
todo cubano: trabajador y vecino.

—Nosotros queríamos volver a insistir, finalmente, en lo que piensan ustedes,


oficíales de la Escuela Militar "Camilo Cienfuegos", respecto de que los soldados
puedan votar. ..

Responde el subteniente Miguel Barceló:


—Hay una cosa que a mi juicio define toda esta situación respecto del derecho a
votar que tienen las Fuerzas Armadas en nuestro país. Camilo planteó que el ejército
es el pueblo uniformado. Entonces, como el ejército es el pueblo uniformado y el
pueblo tiene derecho a ir a las urnas, nosotros vamos a las urnas... no hay más
explicación que ésa.

Y no hay más explicación que ésa. Como dijera un día Fidel: "No son tanques contra
el pueblo... es el pueblo con tanques".
BIBLIOGRAFÍA MÍNIMA SOBRE CUBA
Entre la enorme bibliografía publicada acerca de la Revolución cubana, nos
limitamos a proporcionar los títulos principales y más accesibles:

Álvarez Ríos, Baldomero, Cuba; Revolución e imperialismo, La Habana, Instituto


Cubano del Libro, 1969.

Aranda, Sergio, La revolución agraria en Cuba, México, Siglo XXI, 1968.

Bambírra, Vania, La Revolución cubana: una reinterpretación, México, Nuestro


Tiempo, 1974.

Barkin, David, et al., Cuba: camino abierto, México, Siglo XXI, 1973.

Boorstein, Edward, La transformación económica de Cuba, México, Nuestro


Tiempo, 1968.

Castro, Fidel, "La historia me absolverá",


en Hoy somos un pueblo entero conquistando el porvenir, México, Siglo XXI,
1973.
y La Revolución cubana, 1953-1962, México, Era, 1972.

Guevara, Ernesto "Che", Escritos económicos, Córdoba, Pasado y Presente, 1969.


Obra revolucionaria, México, Era, 1967.
Obras 1957-1967, 2 vols., La Habana, Casa de las Américas, 1970.

Huberman, Leo, y Paul M. Sweezy, Cuba, Montevideo, Palestra, 1970.


El socialismo en Cuba, México, Nuestro Tiempo, 1969.

Le Riverend, Julio, Historia económica de Cuba, La Habana, Editorial Nacional de


Cuba, 1965.

López Segrerá, Francisco, Cuba: capitalismo dependiente y subdesarrollo


(1510-1959), La Habana, Casa de las Américas, 1972.

Pinos-Santos, Osear, El asalto a Cuba por la oligarquía financiera yanqui, La


Habana, Casa de las Américas, 1973.

Randall, Margaret, Mujeres en la revolución, México, Siglo XXI, 1972.

Varios autores, Monopolios norteamericanos en Cuba, La Habana, Instituto Cubano


del Libro, 1973.

La educación en la revolución, La Habana, Instituto Cubano del Libro, 1974.


Vitier, Cintio, Ese sol del mundo moral, México, Siglo XXI, 1975.

Zeitlin, Maurice, La política revolucionaria y la clase obrera cubana, Buenos Aires,


Amorrortu, 1973.

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