Levertov, Denise, "Sobre La Forma Orgánica" y "Dos Ensayos Sobre El Verso Libre"
Levertov, Denise, "Sobre La Forma Orgánica" y "Dos Ensayos Sobre El Verso Libre"
Levertov, Denise, "Sobre La Forma Orgánica" y "Dos Ensayos Sobre El Verso Libre"
Denise Levertov nació en 1932 en Ilford, Essex, Inglaterra, y emigró a los EE.UU. en 1948,
donde murió en diciembre de 1997. Publicó numerosos libros de poesía y varios de ensayo.
“Sobre la forma orgánica” fue tomado del volumen 20th Century Poetry and Poetics, compilado
por Gary Geddes (Oxford University Press, Toronto, 1985).
Para mí, detrás de la idea de la forma orgánica está el concepto de que en todas las cosas
(y en nuestra experiencia) hay una forma que el poeta puede descubrir y revelar. Existen
sin duda diferencias temperamentales entre los poetas que utilizan las formas prescriptas
y aquellos que buscan las nuevas –gente que necesita un horario estricto para hacer
cualquier cosa, y gente que necesita tener libertad– pero la diferencia en su concepción
de "contenido" o "realidad" es funcionalmente más importante. Por un lado, está la idea
de que el contenido, la realidad o la experiencia, son esencialmente fluidas y deben
tener una forma; por el otro, está la idea de buscar una forma inherente, aunque no se
haga evidente de inmediato. Gerard Manley Hopkins inventó la palabra inscape (paisaje
interior) para denotar la forma intrínseca, el diseño de características esenciales tanto en
objetos singulares como (lo que es más interesante aún) en objetos que se encuentran en
relación entre sí, y la palabra instress (énfasis o tensión interior) para denotar la
experiencia de la percepción del inscape, su nivel de apreciación. Pensando en el
proceso de la poesía del modo en que yo lo conozco, extiendo el uso de estas palabras,
que él parece haber utilizado principalmente en referencia a fenómenos sensoriales, para
incluir también la experiencia intelectual y emocional; yo hablaría del inscape de una
experiencia (que podría estar compuesta de cualquiera de estos elementos o de todos a
la vez, incluyendo el sensorial) o del inscape de una secuencia o constelación de
experiencias.
¿Cómo se realiza este tipo de poesía? Yo creo que es así: primero debe haber
una experiencia, una secuencia o constelación de percepciones de suficiente interés,
sentidas por el poeta con suficiente intensidad como para exigir de él un equivalente en
palabras: él es llevado al habla. Supongamos que está la vista del cielo a través de una
ventana polvorienta, pájaros y nubes y pedacitos de papel volando por el cielo, el sonido
de la música que viene de su radio, sentimientos de enojo y amor y diversión
provocados por una carta recién recibida, la memoria de un viejo pensamiento o evento
asociado con lo que se ve, se oye o se siente, y una idea, un concepto, sobre el cual él ha
estado reflexionando, cada uno calificando al otro; junto con lo que sabe sobre historia;
y está también lo que ha estado soñando –tanto si se acuerda como si no– trabajando
dentro de él. Este es sólo un borrador de un momento posible en una vida. Pero la
condición de ser poeta es que, periódicamente, un corte transversal o constelación de
experiencias de este tipo (en el cual puede predominar un elemento u otro) exige, o
despierta en él la exigencia del poema. El principio del cumplimiento de esta demanda
es contemplar, meditar; palabras que connotan un estado en el cual el calor del
sentimiento templa el intelecto. Contemplar viene de templum, templo, un lugar, un
espacio para observación, señalado por el augur. No significa simplemente observar,
mirar, sino hacer esas cosas en presencia de un dios. Y meditar es mantener la mente en
un estado de contemplación; su sinónimo es cavilar, y cavilar viene de una palabra que
significa "estar parado con la boca abierta" –algo no tan cómico si pensamos en
"inspiración": respirar hacia adentro.
Durante la escritura de un poema los diversos elementos del ser del poeta están
en comunión entre sí y se acrecientan mutuamente. El oído y el ojo, el intelecto y la
pasión, se interrelacionan más sutilmente que en otros momentos; y el "control de la
exactitud", de la precisión del lenguaje, que debe ocurrir a lo largo de la escritura no
implica que un elemento ha de supervisar a los demás, sino que se ha de mantener una
interacción intuitiva entre todos los elementos involucrados.
La rima, el timbre, el eco, la reiteración, no sólo sirven para tejer los elementos
de una experiencia, sino que frecuentemente son los medios, los únicos medios,
mediante los cuales la densidad de la textura y el retorno o el trayecto circular de la
percepción pueden ser transmutados al lenguaje, de modo tan que el poeta se aperciba
de ellos. A puede llevar a E directamente a través de B, C, y D: pero si luego hay un
agudo recuerdo o revisión de A, este retorno debe encontrar su contrapartida métrica.
Podría hacerlo mediante la repetición efectiva de las palabras que hablaron de A la
primera vez (y si este retorno ocurre más de una vez, uno se encuentra con un estribillo,
que no está puesto allí porque uno decidió escribir algo con un estribillo al final de cada
estrofa, sino directamente por exigencia del contenido). O puede ser que debido a que el
retorno a A ahora está condicionado por el pasaje a través de B, C, y D, sus palabras no
sean una simple repetición, sino una variación. Nuevamente, si B y D son de naturaleza
complementaria, entonces su pensamiento o sentimiento-rima pueden encontrar sus
palabras-rima correspondiente. Las imágenes correspondientes son una especie de rima
sin aura. En general sucede que dentro del todo, es decir entre el punto de cristalización
que marca el comienzo o desencadenamiento de un poema y el punto en el cual la
intensidad de la contemplación ha concluido, hay unidades precisas de conciencia; y son
éstas –al menos para mí– las que indican la duración de las estrofas. A veces estas
unidades son de una duración tan igual que uno termina, por ejemplo, con un poema
entero de estrofas de tres líneas, una regularidad en el diseño que parece, pero no es,
predeterminada.
Cuando mi hijo tenía ocho o nueve años lo observé hacer el dibujo de un torneo
con crayones. El no estaba interesado en las formas como tales, pero estaba luchando
con la necesidad de hablar en términos gráficos, de decir "Y una gran muchedumbre
observaba a los caballeros en combate". Había una necesidad de mostrar las hileras de
asientos, toda esa gente sentada en ellos. Y de esa necesidad surgió un diseño formal
que era bellísimo, compuesto por filas de hombros y cabezas. Es de una manera muy
similar que puede surgir, a partir de la fidelidad al instress, un diseño que es la forma de
un poema –tanto en su forma total, su extensión y ritmo y tono, como en la forma de sus
partes (por ejemplo, las relaciones rítmicas de las sílabas dentro del verso, y de un verso
con el otro; la relación sonora entre las vocales y las consonantes; la recurrencia de las
imágenes, el juego de asociaciones, etc.). "La forma sigue a la función" (Louis
Sullivan).
Pensando en cómo la poesía orgánica se diferencia del verso libre, escribí que
"la mayor parte del verso libre es poesía orgánica fracasada, es decir, poesía orgánica en
la cual la atención del escritor se ha apagado demasiado rápido, antes de que la forma
intrínseca de la experiencia haya sido revelada". Pero Robert Duncan me hizo notar que
existe un "verso libre" en el que esto no es cierto, porque no está escrito con el deseo de
buscar una forma, sino más bien con el deseo de evitar la forma (si esto fuera posible) y
de expresar la emoción incipiente tan puramente como sea posible.1 Hay una
contradicción aquí, sin embargo, porque si, como yo supongo, existe un inscape de
emoción, de sentimiento, es imposible no presentar algo de ello al darle una voz en el
poema al ritmo o tono del sentimiento. Pero quizá la diferencia sea esta: que el verso
libre aísla lo "correcto" de cada línea o cadencia –si parece expresivo, entonces no
importa la relación que tiene con la próxima–, mientras que en la poesía orgánica los
ritmos peculiares de las partes son, en la medida en que sea necesario, modificados para
descubrir el ritmo del todo.
¿Pero el carácter del todo no depende, o surge, del carácter de las partes? Sí;
pero es como pintar del natural: supongamos que imitas fielmente, en la paleta, los
colores separados de los varios objetos que vas a pintar; sin embargo, cuando están
yuxtapuestos en el cuadro, puede que tengas que aclarar, oscurecer, obnubilar o
intensificar cada color para poder producir un efecto equivalente al que ves en la
naturaleza. El aire, la luz, el polvo, la sombra y la distancia deben ser tomados en
cuenta.
Una manifestación del sentido de la forma es el sentido que tiene el oído del
poeta de una norma rítmica peculiar a un poema en particular, de la cual parten los
versos individuales, y a la cual retornan. Oí a Henry Cowell decir que el sonido
monótono en la música india se conoce como la nota del horizonte. Al Kresch, el pintor,
me envió una cita de Emerson: "La salud del ojo exige un horizonte". Este sentido del
latido o pulso que subyace al todo es lo que yo pienso como la nota del horizonte del
poema. Interactúa con los matices o fuerzas de sentimiento que determinan el énfasis en
una palabra u otra, y deciden hasta cierto punto qué pertenece a un verso determinado.
Se relaciona con la necesidad de ese sentimiento-fuerza que condiciona la cadencia a las
necesidades de las partes a su alrededor y así al todo.
Amenaza
Threat
You can live for years next door/ to a big pinetree, honored to have/ so venerable a neighbor, even/ when it sheds needles all
over your flowers/ or wakes you, dropping big cones/ onto your deck at still of night./ Only when, before dawn one year/ at the
vernal equinox, the wind/ rises and rises, raising images/ of cockleshell boats tossed among huge/ advancing walls of waves,/ do
you become aware that always,/ under respect, under your faith/ in the pinetree's beauty, there lies/ the fear it will crash some
day/ down on your house, on you in your bed,/ on the fragility of the safe/ dailiness you have almost/ grown used to.
Dos ensayos sobre el verso libre
D. Levertov
Sobre la función del verso
Cuál es la naturaleza de las pausas alógicas que registra la ruptura del verso?
Si los lectores piensan en su propio discurso, o su propio, silencioso monólogo
interior al describir los pensamientos, los sentimientos, las percepciones,
escenas o acontecimientos, reconocerán, pienso, que con frecuencia dudan —
si bien muy brevemente— como con una pregunta no dicha —un "¿qué?" o un
"¿quién?" o un "¿cómo?"— antes de los sustantivos, adjetivos, verbos, ninguno
de los cuales requiere ser precedido por una coma u otro signo de puntuación
normal en el curso de la lógica sintáctica. Incorporar estas pausas en la
estructura rítmica de un poema puede hacer varias cosas: por ejemplo,
permite al lector compartir más íntimamente la experiencia que está siendo
articulada; e introduciendo un contrarritmo alógico en un ritmo lógico de
sintaxis causa, al interactuar ambos, un efecto más cercano a la canción que
a la afirmación, a la danza que al caminar. De esta manera la experiencia de
empatía emocional o de identificación, aunada a la complejidad acústica de
la estructura del lenguaje, se resume en un orden estético intenso que es
diferente de aquél que se recibe de un poema en el que las formas métricas
están combinadas con la sola sintaxis lógica. (Por supuesto que el manejo del
verso en formas métricas puede también permitir el registro de tales pausas
alógicas; Gerard Manley Hopkins proporciona abundante evidencia de ello.
Pero Hopkins, en ésta como en otras cuestiones, parece ser "la excepción que
confirma la regla"; y la alianza de las formas métricas y el carácter
igualmente "cerrado" o "completo" de la sintaxis lógica parece natural y
apropiada, a pesar de posibles inversiones. Las inversiones del orden de las
palabras en la prosa normal eran, después de todo, una convención estilística,
adoptada por elección, no por ineptitud técnica, durante siglos; si bien su
empleo después de un momento dado nos parece la prueba de una falta de
habilidad, y por cierto son los primeros signos del languidecimiento de la
viabilidad de una tradición.) No es que la danza del pensamiento/sentimiento
alógico en proceso no pueda ser registrada en formas métricas, sino más bien
que el hacerlo parece ir en contra de la disposición natural de tales formas,
como si se forzara a un medio intratable para desempeñar un uso inapropiado;
mientras que el potencial para tal uso está implícito en la naturaleza
constantemente evolutiva de las formas abiertas.
Léanlos en voz alta. Ahora traten de leer las mismas palabras en voz alta a
partir de esta marcación:
Mutilado de deseo,
lo cuestionó. Noche
sobre las alturas,
jugo de granada:
¿quién
podría conectarlo con la luz del sol?
O bien:
Crippled
with desire, he questioned
it. Evening
upon the heights, juice
of the pomegranate:
who could
connect it with sunlight?
Mutilado
de deseo, lo
cuestionó. Noche
sobre las alturas, jugo
de granada:
¿quién podría
conectarlo con la luz del sol?
Etc.
El no lo sabía
(esto), pero en ese preciso momento
su casa estaba ardiendo;
Técnica y entonación
up and up
....into the tower of the tree
arriba y arriba
....hacia la torre del árbol
A monster
bore a son.
If to be artist
is to be monster,
he too was monster.
Un monstruo
engendró un hijo.
Si ser artista
es ser monstruo,
él también fue un monstruo.
Pero después de la afirmación que inicia con "But” viene otro pasaje
sangrado, sangrado porque es descriptivo como no lo son los versos que
preceden de manera inmediata. La última estrofa comienza con una sangría
que está centrada, porque esto sugiere (otra vez de modo subliminal, la
fisiología conspirando contra la comprensión) una mezcla o encuentro que es
de lo que habla el poema. Las alternancias de los tres versos finales son un
eco de las de las estrofas uno y tres, pero ahora siento que toda esta estrofa
debería de haber sido sangrada: es decir, centrada, dejando intactas las
sangrías existentes, y fue un error de lógica del oficio dejarla al margen.
Otro asunto sobre el cual existe un vago consenso, pero para el que poca
gente parece encontrar una razón, es qué es lo que hacen las mayúsculas y
por qué han sido dejadas de lado por tantos poetas del siglo veinte. Bien,
ellas detienen muy levemente el flujo de verso a verso, y si uno usa el tipo de
recursos de marcación cuidadosa y detallada de que he dado ejemplos,
entonces, su falta absoluta de necesidad las convierte en una distracción. A
alguna gente, sin embargo, le gusta por la precisa razón de que sí detienen un
poquito el flujo; así que puede hacérselas funcionar. ¿Y qué hay del uso de las
iniciales en minúscula a todo lo largo del poema? Personalmente me
desagrada esta práctica porque parece artificial y, por lo mismo, distrae la
atención, especialmente I (yo) en minúscula; y no veo la función de comenzar
una oración sin mayúscula sobre todo en la primera oración de un poema.
Pero más importante que si usas o no mayúsculas es el hecho de si las usas
consistentemente en un poema dado. Si no eres consistente en el uso de
cualquier recurso, el lector no sabrá si algo es meramente un error tipográfico
o si está destinado a contribuir —como todo, hasta el último guión, debería— a
la vida del poema.
Estas parecen ser las cuestiones técnicas acerca de las cuales existe más
confusión entre mucha gente. Pero lo que me gustaría ahora es verter un
concepto que no tiene que ver específicamente con las formas abiertas: la
idea de lo que llamo entonación (tune-up). Involucra a la dicción. Obviamente
todos queremos evitar el cliché, excepto en el diálogo o en la ironía; pero a
veces, aun cuando no estemos escribiendo en clichés, y aunque podamos estar
consagrados a la búsqueda de una máxima precisión, parece como si no
revisáramos constantemente nuestras palabras para ver si nuestra dicción está
a tono con el máximo nivel de energía compatible con el poema individual.
Ciertamente, sentimos que en algunos poemas el tono debería relajarse.
¡Pero cuántas veces el paisaje interior de un tema y nuestra propia
experiencia de la tensión interior al confrontarlo (que entonces se vuelve
parte integral del paisaje interior del poema) podrían sondearse de un modo
más vibrante! La habilidad técnica o artística de entonación no es lo mismo
que el proceso de revisión. La revisión mayor se emprende cuando la
estructura ya sea de la secuencia, la línea del relato, la trama, el ritmo y la
melodía, o bien de la dicción básica, tiene dolencias mayores. Pero la
entonación es algo que uno hace cuándo siente que el poema está completo y
con buena salud. A veces es cuestión de dejar caer unos pocos un, el o y para
comprimirlo—¡aunque cuidado con sacar algún perno o tornillo
indispensable!—. Pero otras veces, de manera más creativa, es cuestión de
revisar cada palabra para ver si, aunque haya parecido precisa, la palabra
correcta para el trabajo, no hay -rondando las alas de tu estado mental—-otra
palabra exótica, sorprendente, impredecible, pero aun más precisa.
Asómbrate. Antes de dejar que el poema auténtico, bien labrado, emprenda
sus propias aventuras por el mundo, fíjate si con un último movimiento de
muñeca puedes bañarlo con unos pocos talismanes de diamantes que le darán
poderes de los que —tú, nosotros—carecemos; pobres, indefensas criaturas
humanas que somos nosotros los poetas, salvo en el momento de abandonar
los poemas que hemos traído a la luz del día desde cavernas que no nos
pertenecen pero de las que, de cuando en cuando, se nos confía la custodia y
la entrada.
(1) De Four Embroideries: (III) Red Snow, Relearning the Alphabet (New York, New Directions,
1970).
(2) "To a poor old woman", Collected Earlier Poems (New York, New Directions, 1938)
(Del libro Light Up the Cave,
New Directions, Nueva York, 1981)