Xacinto de Evia Ramillete de Varias Flor
Xacinto de Evia Ramillete de Varias Flor
Xacinto de Evia Ramillete de Varias Flor
XACINTO DE EVIA
Middlebury College y recibió el doctorado de la University
of Southern California. Desde 1978 es catedrático de
Lengua y Literatura en la Universidad de Denver. En el
verano de 1972 visitó Cifuentes por vez primera y después
en repetidas ocasiones. Su investigación, llevada a cabo con
la colaboración de José J. Labrador Herraiz, se ha centrado
en la preparación de textos poéticos de la Edad Media y del
Siglo de Oro. Desde 1984 ha puesto a disposición de estu-
R AMILLETE DE VARIAS diantes e investigadores más de diez mil textos en ediciones
FLORES POÉTICAS modernas, entre los que figura un buen número de obras
anónimas y de autores canónicos. En 2006 fue premiado
por su alma mater, Cleveland State University, con el
Distinguished Alumni Award y con la Medalla de Plata premio
Estudio de
José Vasconcelos el año en 2008.
Rodrigo Pesántez Rodas
Rodrigo Pesántez Rodas nació en Azogues, 1937. Cursó
estudios superiores en las Universidades Centrales de Quito
Edición de y de Guayaquil, en ésta obtuvo su doctorado en Filosofía y
José J. Labrador Herraiz Letras en 1964. Ejerce la cátedra de Literatura y Estilística
Ralph A. DiFranco por cerca de 40 años en esta unidad académica, en la que
además se desempeñó como Director del Departamento de
Literatura y Castellano. Ha dictado cursos y seminarios en
las Universidades de Columbia y Minneapolis, Minnesota
(USA), así como en las españolas Autónoma de Madrid y
FRENTE DE AFIRMACIÓN HISPANISTA, A. C. Pamplona, Navarra, 1970. Tiene numerosos libros de poesía
MÉXICO, 2009 y es el editor de la edición facsimilar del Ramillete de varias flo-
res poéticas de Xacinto de Evia, Guayaquil, 1999. Es el autor
de Visión y revisión de la literatura ecuatoriana, 2 vols., Frente de
MÉXICO Afirmación Hispanista, México, 2006. Fue condecorado con
2009 la Medala de Oro premio José Vasconcelos el año 1996.
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XACINTO DE EVIA
Estudio de
Rodrigo Pesántez Rodas
Edición de
José J. Labrador Herraiz
Ralph A. DiFranco
EN EL OCTOGÉSIMO ANIVERSARIO DE
NORTE-REV ISTA HISPANOAMERICANA
FUNDADA POR ALFONSO CAMÍN EN MADRID EL AÑO 1929,
A LOS PREMIOS “JOSÉ VASCONCELOS”
ÍNDICE GENERAL
Estudio preliminar
2 Flores de varia poesía (prólogo, edicción, critica e índices de Margarita Peña), Mexico, Universidad
Nacional Autónoma, 1980.
3 Enrique Anderson Imbert, Historia de la literatura hispanoamericana. La Colonia, Fondo de Cultura
Económica, México, 1982, pág. 79
4 Guillermo Díaz Plaja, El espíritu del barroquismo, Labor, Barcelona, 1969, pág. 42.
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res no sólo dentro de los telares gongoristas sino del barroquismo americano se die-
ron entre la segunda mitad del siglo XVII y la primera del XVIII con el colombiano
Hernando Domínguez Camargo (1606-1659), la mexicana, Sor Juana Inés de la
Cruz (1648-1695) y el ecuatoriano Juan Bautista Aguirre (1725-1786).
5 Emilio Carilla, El gongorismo en América, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad, Buenos Aires,
1946, pág. 48.
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ver sus consecuentes obstáculos de tiempo, espacio y dinero hasta lograr su obje-
tivo. Y, no solo los textos del Ramillete, sino el del Poema Heroico de San Ignacio del
colombiano Hernando Domínguez Camargo que vio la luz gracias a su denoda-
do empeño y relacionados contactos españoles con gentes de su Congregación,
en el año de 1666, en Madrid.
6 Aurelio Espinosa Pólit, Los dos primeros poetas coloniales ecuatorianos, siglos XVII y XVIII, Editorial
J. M. Cajica, Puebla, 1960, pág. 42.
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7 Xacinto de Evia, Ramillete de Varias Flores Poéticas, Recogidas y Cultivadas en los primeros abriles de sus
años, Imp. de Nicolás de Xamares, Madrid, 1675.
8 Aurelio Espinosa Pólit, obra citada en nota 6, pág. 29.
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las Flores Burlescas y Satíricas, también todas de su ingeniosa habilidad. Las cien pá-
ginas finales del libro corresponden a la Invectiva Apologética de Domínguez Camar-
go, así como los cinco textos de una breve sección anterior y que corresponden a:
Soneto a don Martín Saabedra y Guzmán (189); los romances, A un salto por donde se
despeña el arroyo de Chillo (190); A la muerte de Adonis (192); A la Pasión de Cristo (194,
198) y las octavas, Al agasajo con que Cartagena recibe a los que vienen de España (193).
Pero también contiene el Ramillete cierta variedad de géneros y subgéneros lite-
rarios. Junto a las estrofas de cortes versales rimados en asonancia o consonancia
de claros deslizamientos rítmicos, está la prosa. En el caso de Evia con sus circun-
loquios explicativos de abiertos cielos mitológicos griegos y latinos, prueba feha-
ciente de su formación humanística en claustros jesuitas. Pero también –y esto es
importante para la literatura ecuatoriana– se da el primer brote de lo que podría-
mos llamar texto-ficción o cuento en nuestro proceso histórico.
En otro capítulo, Oraciones y Certámenes, hay planos y esquemas dialogados en
función más que de representación, de lecturas, entrando de lleno en la escenifi-
cación de alegorías religiosas con coros y escalas que nos transportan a los ciclos
primeros del teatro griego.
En cuanto a las influencias que se perciben en el Ramillete, vale advertir que en
su mayoría se correlacionan con un mismo patrón estructural. Tres autores mar-
can las orientaciones y configuraciones de los lenguajes y los telares tropológicos:
Góngora, Quevedo y Calderón, sin desmerecerse otras huellas como las de Lope
de Zárate y Polo de Medina, es decir, las plenitudes del barroco. Formas y temas
de poca originalidad; las unas, alambicadas y los otros, intrascendentes que cedie-
ron a una corriente más de habilidades que de ingenios y que fluyó con excepcio-
nes rarísimas no sólo en los autores del Ramillete ecuatoriano sino en otros de los
tantos florilegios personales o de conjunto que se dieron en el proceso literario de
la América colonial, donde se esgrimieron soluciones diferentes para un mismo
problema estético: el culteranismo que se dificultó en los alardes ornamentales de
los lenguajes; y, el conceptismo que si bien mantuvo sus niveles morfosintácticos
normales se enmarañó en su estilo por la concentración de significados. Com-
ponentes que codificaron estereotipos homogéneos en lo sicológico, intelectivo,
filosófico (especulación y razonamiento) y religioso, en casi todos los escritores
religiosos de la colonia: Dios, la fugacidad de la vida, la muerte, el alma, los pre-
mios y castigos ultraterrestres. Y, al margen y en muy contados casos, también los
versos circunstanciales sobre el amor mundano o los encantos de la naturaleza: “A
un arroyo en metáfora de un toro” (191), P. Bastidas; “Romance a un Puquío” (81),
de Evia.
Lamentablemente, y aunque se trate de nuestras abundantes primeras huellas
en la lírica, las jerarquías literarias de sus textos se quedaron casi tan sólo en eso:
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fía, salvando el caso del erudito y humanista jesuita Aurelio Espinosa Pólit (1894-
1961), quien por primera vez seleccionó para la edición del tomo: Los dos primeros
poetas coloniales, un manojo de textos actualizados de nuestro autor guayaquileño.10
Por lo tanto, nuestro criterio analítico tendrá como fuente primaria esas pági-
nas, esperando que, a partir de la presente edición del Ramillete se encuentre el
camino más expedito y acogedor por donde deban enfocarse los nuevos criterios,
los gratos nuevos hallazgos literarios, poéticos, así como las zarzas que enmaraña-
ron sus circunstanciales textos. Edición que, como la primera vez, verá de nuevo
la luz en España, pero más formal en su vestimenta y con reforzamientos paleo-
gráficos en sus textos realizados gracias a los empeños reiterados de los investiga-
dores José J. Labrador Herraiz y Ralph A. DiFranco, de la Cleveland State Univer-
sity y la University of Denver, Colorado, respectivamente, por rescatarlo, siendo
–como lo es– un hito en el panorama histórico y estético de la literatura colonial
de América.
La configuración estrófica que se da en los versos de Bastidas tiene dos espa-
cios: el de arte mayor y el de arte menor. En estos últimos están agrupados los
octosílabos rimados de acuerdo a la nomenclatura clásica de la retórica: y que ocu-
pan la mayor cobertura del conjunto: romances, décimas, glosas y loas.
En las estrofas de versos de arte mayor están sus octavas con variantes temáticas
y de diversos niveles estéticos. Son dignas de mencionarse las cuatro que con el si-
guiente motivo, (Pintóse un león muerto, aunque con los ojos abiertos, y un panal de miel en la
boca ) desencadenan lenguajes estilísticos magníficos, que codifican a la vez espacios
de apreciada jerarquía poética. No resistimos la tentación de espigar en algunos de
ellos: aunque difunto, vida en ti percibo, / y en la mortal pavesa más amante, (antítesis). Si es
el sueño retrato de la muerte, / es tu muerte retrato de la vida, (retruécano). Miel tus labios des-
tilan olorosa / por sutiles abejas fabricada, / del clavel de tu boca, o de la rosa / de tus mejillas
bellas arrancada. Estrofa donde la hipérbaton gongorista se funde preciosa en ese
conjunto paralelístico implícito, táctica de conjuntos que más tarde la empinará feliz,
el príncipe del modernismo, Rubén Darío.
Luego vienen sus sonetos algunos de ellos destinados a ser elegías forzadas con
huellas de conceptismo religioso generalmente alrededor de las antítesis: vida-
muerte; y, en otras como simples ejercicios retóricos, como los de pie quebrado,
el estrambótico o los de acrósticos, con desiguales fortunas estilísticas, debido a
más de las anteriores razones, a la desmesurada apología de seres y circunstancias
en desmedro de los lenguajes expresivos, al desuniformado ritmo, elemento gené-
rico del verso, y a las rimas forzadas. La poesía debe ser leve en su imaginación y
no a las circunstancias pasajeras.
Luego unas Liras que pasan sin dejar huellas, y por fin dos textos mayores con
versos alternantes (heptasílabos y endecasílabos) sobre los cuales pensamos radi-
ca su nominación de poeta: “Canción: Lamento general en la temprana muerte de
Don Baltasar Carlos, Príncipe de España” y “La Silva a la Rosa (comparada a la
inconstante flor de la hermosura)” y que es una amplia paráfrasis de los 25 dísti-
cos de Ausonio (Idilio XIV).
El plan en la estructura del soneto casi siempre estuvo presente en los inten-
tos por alcanzar las plenitudes en los 14 escenarios versales; pues, en la mayoría
de ellos, son reconocibles sus aciertos poéticos: ¿Qué te suspende el paso, caminante
/de ese erigido emporio de belleza?, /¿es acaso el aliño, la riqueza, /tanta perla, rubí, tanto dia-
mante?
Pero allí se queda –se quedó– Bastidas, sin lograr mantener el pulso evolutivo
de la idea, ya no lógica ni siquiera en sus ejes transversales, sino estética en sus pla-
nos paradigmáticos donde la secuencia silogística debe continuar en el segundo
cuarteto para de manera contundente. llegar a la síntesis concluyente en el último
terceto.
Son rescatables los aciertos parciales: El vientre milagroso de María /al trigo se com-
para generoso / a quien fragante muro ciñe ojoso / el cielo en repetida lozanía, (“Al Stmo. Sacra-
mento”). Y no sólo en la concepción perfecta de la idea dentro de los planos con-
notativos, sino en la distribución y configuración de los lenguajes en los niveles sin-
tácticos con una elegante hipérbaton, como aquesta: a quien fragante muro ciñó ojoso.
Pero Bastidas también sabe dar al verso cualidades especificantes dentro de los
conjuntos, empinando su estilo hacia las excelencias estilísticas: Es la vida palenque
a la batalla, /que ofrece astuto el enemigo fiero desde el nacer al alentar postrero, inventa ardi-
des y ocasiones halla. En el último verso de este primer cuarteto de su Soneto, son muy
apreciadas y apreciables las simetrías morfosintácticas:
“inventa ardides y ocasiones halla”
verbo sustat. conj. sust. verbo
Mejor codificados en su estructura externa están las estrofas de versos menores,
sobre todo las décimas, ciertos romances y algunas glosas.
La Décima, Malara, Espinela o Viajera Peninsular, como se la conoce aparece en
España en el siglo XVI desde cuando Juan de Mal Lara (1527-1571) humanista sevi-
llano publica por primera vez su Mística Pasionaria en 14 décimas sobre la pasión y
muerte de Cristo. Desde entonces, en la literatura colonial de América estos espa-
cios telares fueron el pan de toda ocasión, telares de estructuras y contenidos con-
tinuadores de la huella inicial.
Bastidas no hizo excepción, los cambiantes estilos y temas sólo se dieron en el
Ecuador en el siglo XVIII con el jesuita guayasense Juan Bautista Aguirre (1725-
1786) que enzarzó a los octosílabos el salpicante humor y hasta la ironía de Fran-
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cisco Quevedo y Villegas. Sin embargo las décimas del P. Bastidas fluyen y refluyen
aún en temas de compromiso, la frescura, el donaire, la naturalidad y el ritmo soste-
nido frente a los propósitos de los contenidos. En la segunda estrofa de sus Décimas
dedicadas a las venerables cenizas de Doña Francisca de Santa Clara y de la Cueva,
Fundadora del convento de Santa Clara en Quito, podemos apreciar estas excelencias:
En cárcel de reclusión
sobresales más vistosa,
cual la nacarada rosa
de espinas en la prisión:
que en tanto la perfección
conserva de su beldad,
cuanto con menos piedad
a la mano se defiende,
que aquello vive que ofende
gallarda su majestad.
Más perfecta resulta su “Décima al Sacramento” (118) en cuanto a que, la idea
principal es correlativa con los octosílabos rítmicos y las rimas sonoras a través de
las oxítonas en los versos 2-3-8-9, configurando de esta manera una de las carac-
terísticas propias de la malara, el descanso en el cuarto verso, llamado también
puente, para luego condescender con el verso final:
¡Oh qué ligera navega
de sangre en el rojo mar
nave que vino a cargar
trigo en la terrestre vega!
Mas si en sombras de fe ciega
sulca, ¿cómo puede el puerto
coger, aunque sea cierto?
Pero si es piloto amor,
sin vista guía mejor
como entre sombras experto.
Dentro de los recursos estilísticos es donde mejor se vigorizan los octosílabos
que al igual que en las décimas, los hallamos también en las “Glosas” que, aunque
emparentadas en sus estructuras con aquellas, no lo son en el encadenamiento de
las rimas ni en los objetivos. En los primeros la idea es original; en las glosas, es
un comentario de un pasaje o de un texto.
En la sección “Flores Fúnebres”, el P. Bastidas encuentra cauces de mucha afi-
nidad con su temperamento religioso y su sensibilidad artística. En el certamen que
se realizó en Quito con motivo de la muerte de la Reina Doña Isabel de Borbón,
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se pidió glosar una copla, en el que participó nuestro escritor con unos resultados
halagadores para la literatura, aunque no en el plano poético, pero sí en la sabia dis-
tribución de sus lenguajes: como en estas simetrías morfosintácticas:
sentid penas expresadas (verbo-sustantivo-verbo)
expresad ansias lloradas (verbo- sustantivo-verbo)
Junto con estas paronomasias de origen semántico: expresadas-expresad, que a su
vez se constituyen en una complexión.
En “Canción”, nueve estrofas de endecasílabos rimados en simetría de dísticos
a excepción del segundo y séptimo versos de la primera estrofa del Lamento, escri-
to “a la temprana muerte de Don Baltasar Carlos”, Príncipe de España” (15), se
detecta niveles más preciados y apreciables que en sus textos anteriores, tanto en
la codificación de los lenguajes tropológicos:
El rápido cristal de aquella fuente,
que veloz se atropella en su corriente,
un éxtasis de hielo
detuvo el curso y enfrenó su vuelo.
¿Ese éxtasis de hielo no es acaso una bellísima imagen de la muerte? Y luego, esos
conjuntos paralelísticos, traídos en metafórica crisálida: detuvo el curso-enfrenó su vuelo,
es decir, la muerte interrumpiendo el curso de la vida. ¿No es también poesía en
desgarre existencial?), cuanto en novedad de recursos estilísticos, como en estos ful-
gurantes epítetos impertinentes: fragante estrella – apagada luz o en estas simetrías
bilaterales propias del Siglo de Oro español: en husos de marfil, en rueca de oro. Es de
lamentar que en el P. Bastidas, los momentos luminosos no se mantuvieran cons-
tantes en el proceso de la creación, le traicionó la emblemática cortesana y el pre-
cio fue lamentable para nuestra literatura.
La estatura poética se da en Bastidas en su poema “Silva a la rosa” (61) que
–como ya lo dijimos– es una amplia perífrasis de los dísticos del notable poeta lati-
no Ausonio (310-393), maestro del Emperador Graciano.
Son veintidos conjuntos estróficos irregulares tanto en su número de versos,
cuanto en sus sílabas métricas. Sin embargo, hay una coordinación sistemática
entre los heptasílabos y los endecasílabos para efectos de armonía en el conjunto
texto de unicidad alegórica y unidad temática donde la rosa se convierte en sím-
bolo universal de la hermosura y a la vez, de la fugacidad de la vida. Rosa, alego-
ría, imagen, metáfora de los opuestos existenciales no excluyentes sino relacionan-
tes. La rosa enarbolada en el verso, la ficción, los pinceles, los pentagramas, por
poetas y escritores, pintores y músicos, respectivamente. Amén de los contuma-
ces enamorados y hasta de los arqueólogos. Estos descubrieron que la rosa está
en nuestro planeta desde hace millones de años, antes de que la vida se engendra-
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12 Octavio Paz en su ensayo “La doble llama” explica con claridad las diferencias específicas entre
el amor y el erotismo.
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centella del ingenio salta, no en los lenguajes expresivos, sino en los telares tropo-
lógicos bien diseminados y compartidos Anhelo cual rosa amante / de tu sol la luz ama-
da, / y si he de rendir la vida / gloria es rendirla a tu llama. De esa manera tanto en los
enlaces amorosos con referentes conocidos: –Anfrisa, Belisa, Nice–, como en los
chispazos de humor o sátira, logra la ponderación alcanzar los niveles de la argu-
mentación.
La importancia de Xacinto de Evia, aparte de su reconocimiento tardío como
poeta, aunque no de garra, pero sí de ingenios codiciables, debe enmarcarse en
tres espacios suyos y muy suyos que honrarán su memoria y obligarán a revisar,
–¡ay!, a nuestros estudiosos!– el camino, el proceso de nuestra literatura:
l.- El sacerdote guayaquileño Xacinto de Evia es el autor material (antólogo) del
Ramillete de varias flores poéticas, recogidas, y cultivadas en los primeros Abriles de sus años,
(Alcalá de Henares, Imprenta de Nicolás de Xamares, año de l675), primera anto-
logía de poemas sudamericanos”.13
2.-Que desde sus espacios líricos llegan los primeros deslumbres directos del
amor a la poesía nacional; así como los despliegues de la sátira conjugados en la
máscara del humor y la ironía
3.-Que con su texto-ficción titulado El sueño de Celio (176), publicado en el Rami-
llete se convierte en el primer cuentista ecuatoriano, impronta sincronizada, anali-
zada y expuesta por analistas y estudiosos extranjeros y que deberíamos aceptarlo
con satisfacción y con vergüenza; lo primero, porque –ellos– lograron rescatarlo
del oscuro escenario de la Colonia en aras de una mejor sincronización de nues-
tro proceso histórico-literario; y, lo segundo porque con ello probamos y compro-
bamos la inercia de nuestros estudiosos en el campo de la investigación, salvando,
por supuesto, nombres y obras de esos singulares maestros Isaac J. Barrera (1884-
1970), el más veraz, acucioso y conspicuo historiador de nuestro caminar por la
literatura hasta la década de los sesenta, y del P. Aurelio Espinosa Pólit (1894-
1961), humanista, políglota que no sólo es el mejor traductor y estudioso de las
obras del poeta latino Virgilio a nivel internacional,14 sino que desempolvó con
morosa paciencia, cuantas verdades ocultas que estaban disfrazadas de mentiras
en nuestros registros literarios por falta de una mano –como la suya– responsa-
ble, honesta, prodigiosa.
Emilio Carilla, escritor y poeta argentino (Buenos Aires, 1914-) muy celebra-
do por sus estudios sobre el romanticismo hispánico y el gongorismo en América,
en una de las páginas de este último, manifiesta lo siguiente: “El ya citado Ramillete
13 Como lo confirma el Diccionario biográfico universal (20 mil biografías breves recopilado por Eduardo Cár-
denas), Libros de América, 340, Poplar Street, Hanover, Pennsylvania, l945.
14 Virgilio, Obras Completas, Ed. Aurelio Espinosa Pólit, Cátedra, Barcelona, 2003.
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de varias flores poéticas contiene, entre la labor de Evia, una narración en prosa y
verso titulada El Sueño de Celio referido por Alejandro a su querida Lizarda,15 (pág. 123).
Luego el Dr. Jorge Campos, profesor de la Universidad de Madrid, en su libro,
Antología Hispanoamerica,16 consigna el siguiente enunciado: “Otro caso es del ecua-
toriano Jacinto de Evia, que ha dejado su novelita –por llamarla de alguna mane-
ra, que se acerque algo a su forma– El sueño de Celio”.
Nosotros, haciéndonos eco de esas gratas opiniones, dimos el alcance en el pri-
mer tomo de nuestra obra Visión y revisión de la literatura ecuatoriana;17 mas, cual
nuestra sorpresa que, mientras esperábamos alguna mesa redonda, un panel abier-
to o algo por el estilo en cuyos espacios se conociera primeramente el texto com-
pleto, (dudo que alguien en Ecuador lo haya hecho) para que con suficientes ele-
mentos de juicio se diera paso al análisis de su discurso, su estructura y otros ele-
mentos mínimos que exige este género literario, y finalmente sacar conclusiones,
ocurrió lo inaudito: nos salió un zoilo cuentero que con criterio provinciano, no
sólo que minimizó la noticia, sino que la ridiculizó sin vergüenza, sinvergüenza.18
HERNANDO DOMÍNGUEZ CAMARGO EN EL RAMILLETE
De los poetas del Ramillete es, indudablemente el de mayor vuelo, pues logra
–como ninguno en estos lados de América, en la Colonia– revertir a través de la
metáfora o la imagen ese maravilloso mundo de las sensaciones hacia las percep-
ciones logrando engarzar en uno o dos versos todo un continente poético: “es pez
el alma que nadar no sabe, sino en los hondos ríos de las venas”.
Cinco son los textos en verso de este bardo colombiano que se publican en
esas páginas: “Soneto a Don Martín de Saavedra y Guzmán”, el romance “A un
salto por donde se despeña el arroyo de Chillo”, el romance “A la muerte de
Adonis”, las octavas “Al agasajo que Cartagena recibe a los que vienen de España”
y el romance “A la Pasión de Cristo”. Más la Invectiva Apologética en prosa y que está
al final.
Indudablemente que en todos estos textos están los lenguajes codificando sig-
nificaciones de alto valor lírico. Sin embargo, es en el romance “A la Pasión de
Cristo” donde la palabra es el centro del esquema memorial (pasión y muerte) que
capta y logra la percepción del dolor referido con las analogías referentes, dando
como resultado un escenario de sublimación poética:
19 Marcelino Menéndez y Pelayo, Antología de la poesía hispanoamericana, tomo 3, Madrid, 1892, pág.
LXXXVII.
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21 Marcelino Menéndez Pelayo, obra citada en nota 19, tomo 3, pág. XIX.
22 Guillermo Díaz Plaja, Antología mayor de la literatura hispanoamericana, Vol. II, Labor, Barcelona, l969.
23 Diego, Antología poética en honor de Góngora, Revista de Occidente, Madrid, l927.
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nuestra patria. Registró el proceso, no hizo crítica en sus textos porque ese no fue
su espacio codiciado, pero se ocupó con detalles gratos de valorar sus conjuntos. En
cambio el castizo prosista y poeta Augusto Arias (1903-1974) en su Antología de poe-
tas ecuatorianos escrita en conjunto con el también poeta Antonio Montalvo (1901-
1952) dice: “hay en Evia, si no pensamiento profundo, cierta imaginación y vuelo
poético”.24 Y ya entrando en el análisis de los lenguajes y sus configuraciones
semánticas y sintácticas, el que mejor y con aguzadas herramientas literarias explo-
ró esas canteras líricas fue el P. Aurelio Espinosa Pólit en su ya citado libro.
Y -¡quién creyera!- fueron los pensares y sentires foráneos los que con más acer-
tados criterios estimulativos dieron a los textos del Ramillete la bienvenida a las pági-
nas de la literatura hispanoamericana. El primero nos llegó desde Buenos Aires con
Emilio Carilla quien manifestó en su ya citado libro El gongorismo en América (1946)
que “Evia es el menos gongorista del Ramillete, el matiz predominante en sus ver-
sos es el calderoniano”.
“Evia en el Ramillete, a veces se zambulle en la oscuridad barroca y a veces
asoma la cabeza a la superficie”, asevera Enrique Anderson Imbert.25 Con mayo-
res enfoques críticos Pedro Henríquez Ureña (1884-1946), en su libro Las corrien-
tes literarias en la América hispana, consigna: “Lo que sí hizo Góngora en América
fue estimular esa búsqueda de relieve y color en las imágenes, esa novedad en la
combinación de las palabras que dieron distinción ocasional o permanente a las
obras de Hernando Domínguez Camargo en Bogotá, de Jacinto de Evia en Quito,
de Matías de Bocanegra en México y de Luis de Tejada en la Argentina”.26
Y, por fin, Ángel Flores, catedrático universitario en USA en su libro The Literature
of Spanish America manifiesta:
Evia included several of his own poems, perhaps the finest of which are his
villancico “Al Niño Jesús” and “A la Rosa”. Although apparently immersed
in his baroque world…” (Evia incluyó varios de sus poemas, quizás los
mejores de los cuales son sus villancicos “Al Niño Jesús” y “A la Rosa”.
Aunque aparentemente inmerso en su mundo barroco).27
Con menos fortuna ha caminado el P. Antonio Bastidas aún a las citas del
Ramillete dentro del procesamiento histórico. Tal vez faltaron olfatos aguzados que
24 Augusto Arias y Antonio Montalvo, Antología de poetas ecuatorianos, Ediciones del Grupo América,
Quito, 1944, pág. 13.
25 Anderson Imbert, Historia de la literatura hispanoamericana, Tomo I, Fondo de Cultura Económica,
México, 1982, pág. 107.
26 Pedro Henríquez Ureña, Las corrientes literarias en la América hispana, Fondo de Cultura Económica,
México, 1964, pág. 84.
27 Ángel Flores, The Literature of Spanish America, Las Américas Publishing Company, Nueva York,
1966, pág. 157.
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BIBLIOGRAFÍA
Anderson Imbert, Enrique, Historia de la literatura hispanoamericana. La Colonia. Fondo de Cultura
Económica, México, 1982.
Arias, Augusto y Antonio Montalvo, Antología de poetas ecuatorianos, Ediciones del Grupo América,
Quito, 1944.
Barrera, Isaac J., Historia de la literatura ecuatoriana, Casa de Cultura Ecuatoriana, Quito, 1960.
Borges, Jorge Luis, La rosa profunda, EMECE, Buenos Aires, 1996.
Carilla, Emilio, El gongorismo en América, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad, Buenos Aires,
1946.
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1675:
Portada de la edición
princeps
cuya impresión fue
interrumpida para
efectuar el cambio
de fecha, después
de haber tirado
algunos ejemplares.
1676:
Portada de
la misma
edición,
un estado de la
tirada
de 1675.
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NOTA EDITORIAL
1 “El teatro fue utilizado por los Jesuitas como un elemento más de la pedagogía activa que impu-
sieron en sus aulas”, afirma Cayo González Gutierrez en su libro El teatro escolar de los Jesuitas (1555-
1640), Oviedo, Universidad, 1997, pág. 51. Véase también el estudio de Florencio Segura “El teatro
de los jesuitas”, Miscelanea Comillas 43 (1985), págs. 299-327. En la Ratio Studiorum se dan las reglas de
la academia de los alumnos de Retórica y Humanidades, entre otras “redacten argumentos para diá-
logos, poemas, tragedias”, en Eusebio Gil (editor), Carmen Labrador, A. Díez Escanciano, J.
Martínez de la Escalera, El sistema educativo de la Compañía de Jesús. La “Ratio Studiorum”, edición bilin-
güe, estudio histórico-pedagógico, bibliografía, Madrid, UPCO, 1992, pág. 289.
2 Hernando Domínguez Camargo, Obras, ed. de Rafael Torres Quitero, Bogotá: Instituto Caro y
Cuervo, 1960. En esa ed. estudio de Guillermo Hernández de Alba, pág. 39.
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otras de los clásicos, con neologismos, con páginas y páginas en insufrible prosa
latina. Pero todo es aprovechable para esos años y aquellas tierras. Era la semilla
hispanista que fructificaría al paso de los años. Y todo ello nos interesa ahora de
cabo a rabo si queremos sentar bases sólidas de conocimiento. No se trata de des-
echar de un plumazo su contenido, a lo Menéndez y Pelayo, sino de acercarse con
atención al texto, estudiarlo y explicarlo.
Pero aquí tenemos parte de la mala suerte que ha corrido esta obra del ecuato-
riano Xacinto de Evia. Se la ha conocido en fragmentos. Casi todos los que se han
ocupado del Ramillete no han pasado más allá de romper la obra y antologizar a su
gusto lo que les ha parecido más granado, suprimiendo de este modo la unidad
material y espiritual del libro, aseverando “esto es lo bueno y lo demás es palabre-
ría”, rompiendo así la entidad que Evia quiso para su antología.
La versión completa en facsímil, con estudio preambular de Rodrigo Pesántez
salió en Guayaquil en 1999. Diez largos años hace de esto. La impresión madrile-
ña que produjeron los talleres del mercader Nicolas de Xamarez no es de fácil lec-
tura, a pesar del bello alarde tipográfico adornando los textos con bandas de bello-
tas, floreros y cenefas. Descuidó el tamaño del cuerpo, letra pequeña y contenido
complejo es fórmula eficaz para desanimar al lector más valiente. Gracias al Fren-
te de Afirmación Hispanista, A. C., se presenta ahora esta edición facsimilar clara
y legible, seguida de la transcripción apenas modificada de la de 1575 y su estado
de 1576, en realidad el mismo libro.
Tras el estudio preambular de Pesántez, damos los textos como salieron de la
imprenta española. En su estudio, el poeta y profesor ecuatoriano cuenta, entre
otras cosas, las peripecias de la edición y su subsecuente llegada de los ejemplares
en cajones a la otra orilla del Atlántico. A continuación hemos colocado la trans-
cripción en letra grande y agradecida. Hemos respetado al máximo el original:
hemos enmendado las erratas que hacían un texto particular ininteligible y hemos
añadido tildes sobre las sílabas fuertes. Para suavizar la lectura, hemos liberado las
páginas de las apostillas marginales, que en definitiva el curioso lector podrá ver-
las en la primera parte.
Por tratarse de un texto de indudable riqueza, damos en el apartado de notas
aquellos datos que hemos podido acopiar, reveladores por sí solos de la vincula-
ción del libro a poetas españoles. No pasamos al análisis textual, el lector oirá al
momento ecos de prosas y versos, desde Lope de Vega a Cervantes y al amigo de
ambos el carmelita Pedro de Padilla.3 Hemos leído lo más granado de los estudios
3 Pedro de Padilla, Thesoro, ed. de José J. Labrador y Ralph A. DiFranco, México, Frente de
Afirmación Hispanista, 2008. Claros antecedentes son los poemas 154, Discurso en tercetos contra los
que prefieren el Amor al Interés, y 325, Tercetos a una dama que pedía.
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sobre el Ramillete, y desde aquí remitimos a la Bibliografía que aparece al final del
libro y está viculada a las notas.
El número de poemas de una obra tiene mucho de aleatorio, dependiendo de
como se numeren las piezas: los estudiosos, siguiendo a Pólit, todos cuentan 180,
nosotros contamos 200, discrepancia de poca monta, apreciación subjetiva; nuestro
conteo está en función de darle claridad al aparato crítico. Damos números, en efec-
to, a versitos que hemos identificado en poemas de vates españoles; no numeramos
los poemas latinos, pero sí los repetidos “Reina del Mayo la encarnada rosa” (2, 63);
“Estos purpúreos claveles” (65, 146); “Del tocado de la aurora” (66, 180).
Un debate curioso nos plantea la datación del libro. Circularon en la época ejem-
plares con la fecha en la portada de 1675, año que coincide con la datación que
Xamares puso en el colofón del libro: 1675 (recordemos aquí que los libros empe-
zaban a componerse e imprimirse por el final). Otros ejemplares mantuvieron la
fecha de 1675 en el colofón, pero con la del año siguiente, la de 1676, en la porta-
da. Sin embargo, la “Tassa” lleva fecha de 1676, notándose con claridad que el últi-
mo seis se debe a una enmienda. No se trata de “un error de imprenta”, sino de un
“accidente” bien explicado por el especialista Julián Martín Abad, de la Biblioteca
Nacional de Madrid:
Muy frecuente es la alteración del año en la portada. Sobran los ejemplos. Recordaré
uno curioso. Si tomamos en las manos el ejemplar de la BNM, R-2175, de la obra de
Jacinto de Evia, Ramillete de varias flores poéticas… veremos que se trata, pues así lo decla-
ra el colofón, de una producción del taller complutense de Nicolás de Xamares, de
1675 (en la portada se dice en cambio: Madrid, en la imprenta del mismo, también
indicando el año 1675). Si tomamos ahora el ejemplar de la BNM, R-3070, observa-
remos que se trata de la misma edición, pero presentando una diferencia: el año indi-
cado en la portada es ahora 1676 (el colofón no ha variado, sigue indicando el año
1675). ¿Con esta emisión se ha pretendido hacer más novedosa la edición animando al
comprador a adquirir un ejemplar de una más reciente y no de un año antes? Pero esta
intencionalidad (que dudo que exista) es más bien consecuencia de un acontecimien-
to ajeno al impresor: la lenta evacuación de los trámites legales. En ambos ejemplares
encontramos una hoja (un cuarto de pliego) incorporada al primer cuaderno con el
siguiente contenido: una aprobación, de 14 de mayo de 1674; la licencia, de 21 de
mayo de 1674; la tasa, de 3 de junio de 1676; y una fe de erratas, sin fecha. La fecha
de la tasa ha ocasionado la modificación de la fecha de la portada. Cuando se había
iniciado la impresión de la retiración del pliego que forma el primer cuaderno corría
el año 1675, pero al percatarse de que la certificación de la tasa habría de retrarse se
sustituyó el tipo del 5 final por el de un 6.4
4 Los libros impresos antiguos. Serie Libro y Literatura, Valladolid, Universidad, págs. 53-56, 83.
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5 La imprenta en Alcalá de Henares (1601-1700), Madrid, Arco Libros, 1999, II, págs. 919-928, núms. 734A
y 734B. Resumimos estos números:
374A: Evia, Jacinto de: Ramillete de varias flores poéticas, recogidas, y cultivadas en los primeros Abriles de sus años.
Madrid. Imprenta de Nicolás Xamarez, Mercader de Libros, 1675. (Al fin: Alcalá de Henares. En la
imprenta de Nicolás Xamarez. 1675).” A continuación describe la forma y el contenido del libro.
3724B: “Existe estado [emisión] con nueva fecha en la portada: 1676”. Nuestro amigo Julián Martín Abad
nos pide que cambiemos emisión a estado.
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DE GITANAS
Hidalga, hidalga, parida hermossa,
hija de buenos y buena por bos:
lismosna, querida del Hijo de Dios,
velo de plata, cara de rossa,
barica de alcalde; y vos, viejo ançiano,
hazé que nos dé el Hijo y la Madre,
rogáselo, noble, rogáselo, padre,
hijito, sed franco pues sois soberano.
A la gitanica denle
que de lejas tierras viene,
dadle a la gitana, Niño,
que de lejas tierras vino.9
VILLANCICO
Reyna, a quien la Trinidad
dio riqueças soberanas
la noche de Nabidad,
deles vuestra magestad
limosna aquestas gitanas.
Ha hece Infante que zuztentaz
de tuz virginalez pechoz,
le as de ver lleno de afrentas.
No te espantes ni alborotez
que aunqu’ez niño inoçente
le dará zu misma gente
jimoiollali, mi rey,
tlein miztolinia, mi bida.
–[Tleycan timochoquilia,
mis prazedes, mí apissión.
¡Alleloya, alleloya!]
–No sé por qué denéis pena,
tan linto cara de rosa,
nocpiholloczin, niño hermosa,
nochalchiula, noasozena.
–[Tleycan timochoquilia,
mis prazedes, mi apissión.
¡Alleloya, alleloya!]12
Criterios de edición
Hemos numerado cada uno de los poemas y fragmentos de poemas en caste-
llano según aparecen en el impreso. En el apartado III. Notas, hemos dado toda
la información de que disponemos para otras fuentes de estos poemas y para
aquellos que se relacionan por influencia, contrahechura o divinización con los
incluidos en este impreso. Actualizamos la acentuación y hemos mantenido la
puntuación, la ortografía y deletreo del original. En las notas seguimos el orden
topográfico. Por la conocida dificultad para fechar con precisión muchas fuentes,
hace que las fechas que damos, o que otros han dado, tengan un sentido aproxi-
mativo, mientras no tengamos mayor información bibliográfica. En IV. Bibliogra-
fía incorporamos las fuentes y estudios consultados al preparar la edición, con un
sistema que a nosotros nos parece eficaz. Hemos incluido un índice de autores
con los primeros versos de sus poemas y los números que les corresponden en la
edición. También damos un índice de concordancias con fuentes manuscritas e
impresas, además del obligado índice de primeros versos. Hemos añadido a la
Bibliografía la identificación de las fuentes que ofrecen los catálogos modernos,
además de las que da nuestra base digital Bibliografía de la Poesía Áurea.
12 Robert Stevenson, Latin American Colonial Music Anthology, Washington, OAS, 1975, pág. 144, y
Cancionero musical de Gaspar Fernandes (ed. de Aurelio Tello y Juan Manuel Lara Cárdenas), México,
Bellas Artes, 2001, I, núm. 60.
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Agradecimientos
Nuestro agradecimiento a Katie Crouse, becaria; a Antonio Carreira que con sus
valiosas aportaciones a la bibliografía de la letrilla gongorina glosada en el Ramillete
ha enriquecido esta edición; a Juan Montero Delgado que nos ayudó a conseguir la
signatura de un manuscrito de la Biblioteca Colombina; a José Manuel Rico García
que nos proporcionó un texto de Salcedo Coronel; a Juan Carlos Fernández Pérez
por su ayuda en solucionar lecturas difíciles de algunos textos en latín; y al P. Jeró-
nimo López, bibliotecario del Monasterio de Poio por su generosa colaboración.
También a la Universidad de Denver, en particular a la Penrose Library, a las funda-
ciones PROF Fund, Rosenberry Fund, Internationalization Fund y Faculty Research Fund, a
Malaquías Velasco, alma de la Sala Cervantes, y a Antonio Sanz por su infinita pa-
ciencia.
La fundación mexicana Frente de Afirmación Hispanista merece especial reco-
nocimiento por haberse propuesto dar a la Filología Hispánica
la obra de Evia.
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4 XACINTO DE EVIA
infert, quo placidius Sol pro eo modo, quem vsus poscit, cum vmbra, quem palpebræ faci uattem-
peratus existat: Ita morum grauitas, atque maiestas cum moderata animi demissione commixta
non auertit oculos intuentium, sed iucundum eficit obtutum, vt neque gravitatis, ac seueritatis
splendor obscuritur, neque latens in anima vis propter humilitatem despiciatur; sed alterii
æqualiter in utroque tum in celsitudine, ac sublimitate comitas, et humanitas; tum in humilitate
versa vici grauitas, ac seueritas animaduertatur.
Compitiendo, pues, en V. md. las adquiridas virtudes con las heredadas
glorias de sus generosos ascendientes, agrauio fuera a su sangre no señalar, siquie-
ra, las venas por donde se deriba tan ilustre; y fuera faltar a vn ajustado precepto
de la rectórica, el omitir esta mi obligación, præcepta sunt (advirtió el doctor
Máximo) Rethorum, vt maiores eius, qui laudandus est, et eorum gesta altius repetantur, sicque
ad ipsum quasi per gradus sermo perueniat. Porque si me lleuara de mi afecto, publica-
ra al mundo, no un árbol de su gloriosa ascendencia; pero arboledas ilustres, mon-
tañas de nobleza con que se pudieran acreditar Ilustrísimas Casas, y coronar no
pocos sus más augustos timbres. Pero dexo este asunto, no sólo porque no me lo
riña su modestia de V. md. y aquel natural retiro, con que se haze más estimado y
amado de todos; pero por hazer lisonja a mi corto caudal, pues quedara poco airo-
so con tan sublime empresa. Ese es empeño de la fama, que bien sabe el mundo,
que después de auer los arboledas ilustrado en Francia famosos varones, passaron
a España por retocar con el carmín de sus venas muchos gloriosos blasones.
Y si, como dice el Espíritu Santo, es corona ínclita de los hijos tener pa-
dres ilustres: Gloria filiorum patres eorum, quién [iii] mejor se puede gloriar, ni con
tanto crédito, como V. md. pues es el señor deán don Xacinto de Arboleda, ama-
bilísimo progenitor suyo, el tiempo que le gozó el siglo fue de su ciudad la primer
cabeça, el padre de la patria, y a el asilo universal de los pobres. Publícanlo hasta
aora las viudas, y huérfanos de la ciudad de Anurma, que lloran su desamparo. Su
casa fue vna familia religiosa en lo circunspecto, recogido, y bien doctrinado de
sus hijos, y hijas, ni hizo falta el claustro, ni orden regular, para que fuese tenida
por norma de toda virtud. Y después de la muerte de su querida consorte, subli-
mado al carácter sacerdotal, fue ejemplo de todos los eclesiásticos de este obispa-
do; no sólo doctrinandolos con su proceder, pero adornándolos con sus muchas
letras, por auer sido doctado de las plausibles noticias de los dos Derechos, Civil
y Canónico, laureado con el honor de Bachiller en la Vniversidad de Salamanca,
que es la norma de ambos Magisterios. Y si en el siglo le galantearon los mayores
puestos de su república, ya sacerdote le rondaron los honores más acreditados de
esta catedral. Pues su Magestad (que Dios guarde) de nuestra soberana señora, y
Reyna, doña Ana María de Avstria (sin auerse valido de los fauores, y pretensio-
nes que acostumbran los más beneméritos) le honró con las dignidades de Teso-
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6 XACINTO DE EVIA
algún ramillete, hermoseaban las manos del Esposo. Xacintos fueron aquellos que
se transformaron en rosas: y estas rosas que ofrezco en manos de V. md. pasarán
a preciosos Xacintos, [v] pues dellas esperan tener todo su valor, y riqueza.
Y si como Ramillete de Rosas, o Xacintos, le consagro a las manos de las
heroicas obras, y ilustres virtudes de V. md. quiero, que como guirnalda, se desti-
ne también a la cabeça, para que ciña las gloriosas sienes de su nobleza, que ya
Marcial me advirtió, que la guirnalda texida de rosas, era don muy de estima para
el mecenas de su libro, quando hablando con las rosas que la texían, las persuadió
a tan noble obsequio de esta manera:
Felix Rosa, mollibusque certis
Nostri cinge comas Apollinaris,
Quas tu nectare candidas sed olim,
Sic te semper amet Venus memento. e
Y en las manos y sienes de V. md. conservan perpetuamente su verdor y
n las manos y sienes de V. md. conseruan perpetuaconservan
lozanía: y las que por mías son rosas
perpetumente solas de
su verdor la Primauera,
y lozanía: de tan
y las que por corta dura,rosas
mías son que
el más tibio rayo desolas
el soldedesmaya su belleza,
la Primauera, de tanagassajadas
corta dura,dequesus
el manos, honradas
más tibio rayo de
de sus sienes, se conseruarán siempre lozanas, aun entre la voracidad de
el Sol desmaya su belleza, agassajadas de sus manos, honradas estas oras,
aun entre el rígido de
yelosusdesienes, se conseruarán
los Imbiernos siempre de
destemplados lozanas, aun entre
los siglos. Este la vora-
priuile-
cidad de estas horas, aun entre el rígido hielo de los
gio gozauan en opinión de el mismo Marcial, las materiales rosas, por auer tocado Imbiernos
destemplados de los siglos. Este priuilegio gozauan en opinión
las manos, y sienesdedeelsumismo
Emperador.
Marcial,Y las
estemateriales
mismo prometo
rosas, pora estas
auer heroycas,
tocado lasy
panegíricas rosas, por auer llegado
manos, sienes dea las de V. md. mismo pr
su Emperadte
Dat festinatas, Cæsar, tibi bruma coronas,
quondam veris erant, nunc tua facta Rosa est.
Prospere el Cielo a V. md. con la salud, dichas, y acentos, que demandan
releuantes prendas, etc.
C. D. V. M. Y. S. M. S. Q. S. M. B.
[vi] Por comissión del señor don Francisco Forteza, Vicario de Madrid, he
visto el libro intitulado Ramillete de flores poéticas, escrito por el maestro Xacinto de
Evia, natural de Guayaquil, en el Perú. Y por quanto no contiene cosa alguna, que
desdiga de la verdad de nuestra Santa Fe, ni de la pureza de las costumbres chris-
tianas; merece que se le conceda la licencia que pide, para vtilidad de los que pro-
fessan las letras humanas, y para exercicio honesto de la juuentud estudiosa; a que
se añade la conueniencia, de que los españoles que nacen en el Nueuo Mundo, res-
tituyan a su origen, y a la Patria de sus heroicos Progenitores, los sabios frutos de
la cultura de Europa; enriqueciéndola con los opulentos tesoros de sus capazes
ingenios; no menos que con los ricos metales de que dotaron a la América los cie-
los. Esto parece, salvo meliore. En este Colegio Imperial de la Compañía de Iesvs ´
de Madrid, y Abril, de 1674.
Por su Mandado
8 XACINTO DE EVIA
Gabriel de Aresti.
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[viii] TASSA
Tassaron los Señores del Consejo Real de su Magestad, este libro intitula-
do, Ramillete de flores varias, compuesto por el maestro Xacinto de Evia, a seis
marauedís cada pliego, como más largamente consta de su original. Despachado
en el Oficio de Gabriel Aresti, en 3 de Junio de 1676 años.
FEE DE ERRATAS
Fol. 2, lin. 24 dibatum, lee clibanum; ibidem, lin. 34 præteres, lee Prætores;
fol. 3, lin 16 manet, lee mane; ibidem, lin. 34 afija, lee aflija; fol. 6, li. 24 humis, lee
humum; ibid. Tempore resistit, lee tempori resistit; fol. 8, lin. 23 arra, y gaste, lee
arraygaste; fol. 134, lin. 4 Perides, lee Hespérides; fol. 200, lin. 17 m.s, lee mis; fol.
239, lin. 3 metafqra, lee metáfhora.
Este libro intitulado Ramillete de flores poéticas, con estas erratas correspon-
de a su original.
10 XACINTO DE EVIA
12 XACINTO DE EVIA
argumento: Vna pluuia in vniversum descendit mundum, quæ alba quidem fit in spinis, rubea
autem in rosis, purpurea in Hyacinthis. Destas imitaciones verás muchas en estos
números que ofrezco de mi maestro, y míos, que dirás muy bien, que aquellas
aguas se transformaron en estas flores. Mucho se asemejan también estos poemas
a lo cristalino de las fuentes, por la suma claridad que hallarás en todos ellos; por-
que seguí lo que solía repetir mi maestro, que quería parecer antes humilde en el
estilo, y concepto, que leuantado por obscuro; porque tenía muy de memoria
aquella sentencia que dixo Apolonio aun en lo afectado: Si nolles intelligi taceres.
También advierto, que encontrarán aquí los mancebos el agua de algunos
versos tan pura como están en sus fuentes, y las flores de otros, tan intactas como
las produxeron sus propios vergeles; pero hemos imitado a otros valiente espíritus,
que por acreditar e ilustrar sus poemas, se valieron de agenos versos: Que aunque
mirado a buena luz, ha sido en mí descubrir más los borrones a los rayos de tan-
tos aciertos; pero yo los doy por bien empleados; porque colores tan valientes
sobresalgan mejor con las sombras de mis [xii] defectos, y confiesso ingenuo, que
quisiera acordarme de las fuentes, de adonde mi maestro, y yo los sacamos, para
restituirlos puntuales a los márgenes; más por la prolixidad, y casi tener dexados
estos libros de las manos, me excusará por aora la Noble Iuventud que es gloria
restituirlos, y más quando con tanto logro me aproueché de su elegancia, que callar-
los, es querer ser cogido con infamia en el huerto: ratera condición de vn infelice
ingenio. Oigamos a Plinio tan discreto documento: Omnoxii profecto animi, et infelicis
ingenii est deprehendi in furto malle, quam mutuum reddere, cum praesertim fors fiat ex vsura.
Y aunque ofrezco flores, no todos las juzgarán tales, porque a vnos les
parecerán rosas fragrantes, y hermosas; y a otros espinas desabridas, por defectuo-
sas. Como con ingenio dixo el otro poeta, que refiere el eloquentíssimo padre
Martín de Roa:
Inueniat quod quisque velit, non omnibus vnum est
Quod placet; hic spinas colligit, ille rosas.
Pero también puedo assegurar con Iuan Oven, que no sólo se hallarán en
este Ramillete rosas que recreen con su fragrancia; pero espinas, que con su agu-
deza más soliciten, y piquen, que retraigan el ingenio:
Quo nares perfundat, habet rosa suauis odorem,
Quo contrectantem pungat, acumen habet.
Pero no por esto las califico por tan perfectas, que quanto razone, y hable,
presuma rosas, y floridos conceptos; pues de más que esso era sobrada vanidad
de mis versos, fuera no conocer que la tierra nueua, por fértil que sea, la primera
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vez que la sugetan al arado, más son los abrojos que produce, que no las rosas, y
flores con que se adorna, y fecunda: mucho tendrán que borrar, muchas espinas
que quitar: y no hago mucho en conocerlo, quando los consumados, y laureados
poetas confiessan estos defectos en propios, y agenos versos. Oye a Marcial, hablan-
do de los suyos, excusándose modesto con no sé qué hábito de sus yerros:
[xiii] Sunt bona sunt quædam mediocria, sunt mala plura,
Quæ legis: his aliter non sit, Auite, liber.
Y el Príncipe de los Líricos en su Arte poética, afirma, que se deben perdonar mu-
chos defectos en los poemas, porque no es possible que se halle tan razonado, ni
de tan buen humor el poeta, que los escuse todos, como ni el instrumento músi-
co tan templado, que no disuene tal vez vna cuerda:
Sunt delicta tamen, quibus ignouisse velimus.
Nam neque corda sonum redit, que vult manus, et mens,
Poscentique grauem per sæpe remittit acutum.
Y su comentador Iuan Bond lo confirma diziendo: Sunt quædam Poetarum errata,
ignovisse oportet, vt musici aliquando errat, sic etiam Poetæ.
Bien sé qué ha de sentir mi maestro, quando sepa que saco a la común luz
estas primeras flores de su juuentud, que en su concepto solo eran verdores, e
imperfecciones de lo poco razonado de esta edad. Y no me lo permitiera la emi-
nencia de su estado, y la seriedad de su religión; pero más quiero padecer su sueño
(que aún respeto, como quien militó a su feruela) que defraudar a los eruditos de
tan floridos números; pero ni estos pueden desacreditarle, ni menoscabar lo sagra-
do de su profesión, no solo por lo ajustado de los assumptos que sigue; pero tam-
poco por la poesía que professó en sus primeros años; porque para apoyo de lo
eminente deste arte basta que los libros Canónicos que han tenido por autor al
Espíritu Santo, en sus originales fuessen poemas; y que aquel calor del espíritu
poético, se origine de tan suprema deidad. Muy bien lo expressa Dauid, el mayor
profeta, como el mayor poeta (que todos sus Psalmos son versos) quando dixo:
Concaluit, et in mediatione mea exardecit ignis. Versificándose en el Profeta Rey, lo que
me dixo el fabuloso Ouidio:
Ergo vbi vaticinos concepi mente furores,
Incaluitque Deo.
Esto bastaua para crédito de este arte, y el auerse valido Christo de ella
antes de su Pasión para esforçarse a las penas, Hymno dicto. Y auerla professado su
madre en el cántico del Magnificat; pero los mayores doctores de la Iglesia [xiv]
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14 XACINTO DE EVIA
za. Parece que miraua este mi discurso el Gran Basilio, quando en contraposición
de éstas de acá, describía aquellas flores, que a privilegios del paraíso conseruauan
inmarcessible su elegancia: Atque id quidem breuis est vernorum florem gratia, desiderantes
nos destituens. Nondum enim decerpsimus, et in manibus nostris emarcescunt. Illic florem non
ad breue tempus fulgentem, sed durabilem iucunditorem habentem, gratu aspectu, indefinentem
delectationem præbentem, insatiabilem fragrantiam redentem, et coloris præstantia insigniter cor-
uscantem, non ventorum violentiæ exoluunt, non nouilunia tabefaciunt, non glaciis congelat, non
solis ardor comburit. Pero qué mucho, si nacieron en las amenas riberas de Aganipe,
se alimentaron de sus cristales, bebieron de sus aguas. De aquí gozan, dize Clau-
diano, las flores de los poemas, la essempción ilustre, el alto priuilegio de inmor-
tales, sin que el furioso Aquilón, ni la ardiente canícula con sus rígidos yelos, y des-
templados buchornos, desvanezcan su fragrancia, ni descompongan el resplandor
hermoso de su púrpura:
Si floribus illis,
Quos neque frigoribus Boreas, nec sirius vrit
Æstibus, æterno sed veris honore rubentes.
No a la amenidad de los prados; pero sí de las flores recogidas en este Ra-
millete, combido otra vez con Claudiano, a la estudiosa iuuentud, para que como
oficiosas auejas, soliciten su fragrancia, lleuen su dulçura, labren la miel de su elo-
quencia, sazonen el néctar de su elegancia, con que sirvan ingeniosos a los veni-
deros siglos, a las futuras edades. Atendamos, que prosigue Claudiano:
Vnde piæ pascuntur apes, et prata legentes
Transmittunt sædis Heliconia mella futuris.
No porque te exorto tan confiado, presumo que son estas las más elegan-
tes que por primeras, y mías tienen mucho de imperfectas; pero sé, que la buena
aueja, de las más plebeyas flores saçona sus mejores panales. Si estas salieren a tu
gusto, yo te ofrezco otras más numerosas de comedias, y heroycos poemas, que al
calor de la edad más madura se [xvi] fomentaron mejor. Que más he tomado este
trabajo por ofrecer a la florida iuuentud los versos que pude recoger de mi maes-
tro, siendo su discípulo, y otros pocos que adquirí después que salí de su escuela,
por darle este breue honor, y gloria, y pagarle, siquiera esta vez reconocido, lo que
debí tantas vezes a su doctrina; y aun de esta manera no me eximo de ingrato en
sentencia de Séneca: Gratum hominem, semper beneficium delectat, ingratum semel; pero
muy bien puede la ingeniosa iuuentud ayudarme a cumplir esta obligación, repi-
tiendo este mi reconocimiento, con passar los ojos por essas floridas rimas, a que
la conbido agradecido.
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16 XACINTO DE EVIA
[1] RAMILLETE
DE VARIAS FLORES POÉTICAS
´
FLORES FVNEBRES
Den principio a este hermoso Ramillete de Flores Poéticas, aquellas que nos
ponen a la vista la breuedad de la vida humana, y el vltimo ´ desengaño de nuestra
mortalidad; porque fixando los ojos en el principio de nuestro barro, mejor nos
acuerda nuestro fin: que no procediéramos como filósofos christianos, ni nuestras
obras tuuieran la perfección debida, si ante todas cosas no pusiéramos la conside-
ración en este vltimo
´ término. A mi ver, assí lo discurrió San Nilo: Specta semper, ne
vero metue mortem, vtrumque enim verum philosophiæ signum est. Y esta prevista, como
primera causa de nuestra dicha, nos impulsa a lo bueno, saca a luz con acierto los
hermosos partos de las buenas obras, executa valiente, logra afortunado el empe-
ño más arduo de la virtud. Bien lo advirtió aquel moral proverbio de los antiguos:
Bene ages, ages quidquid, si mortem respicis.
Con que auer preferido este assunto a los otros; estas fúnebres flores a las
sagradas, heroicas, y amorosas, es començar por el principio de la vida; que aque-
llos primeros llantos con que nace el infante, hazen eco en la tumba, y preuienen
su fin. Esta es la entrada primera; esta la puerta que nos conduce al acierto.
No ay cosa que también expresse la breuedad de la vida, lo empinado de
la muerte, que lo delicado de las flores. Si consultamos las Sagradas letras, varios
son los lugares que nos ponen [2] a los ojos este desengaño: Homo brevi viuens tem-
pore, qui quasi flos egreditur, et conteritur. Lo mesmo es (dijo Iob) amanecerle al hom-
bre la vida, que verse luego como la delicada flor, embargado de la muerte. David
en varios versos de sus Psalmos, endechó esta infelicidad de los mortales, aun las
cortas horas que corren de la mañana a la tarde, es el más dilatado periodo, que
señala a lo robusto, y florido de la edad: Mane sicut herba transeat, mane floreat, et
transeat, vespere decidat, induret, et arescat. No de algún cultiuado y resguardado jardín
le haze flor, mas de lo inculto, agreste, y desabrigado del campo: Homo tanquam flos
agri sit eflorebit, expuesto a los rayos del Sol, injurias de los tiempos, a la impiedad
del arado, a la grossería de los brutos, y al estragado gusto, y atrevida mano del
hombre. Apenas comenzó éste a desabrochar lo fragrante de su pompa, en la pri-
mera vara de la vida, quando le salteó el Agosto, y le cogió la poda: Flores appa-
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ruerunt in terra nostra: tempus putationis advenit. No ya las flores más nobles; pero a la
flor de la más breue, y humilde yerva se compara la mayor riqueza en su fragili-
dad humana: Diues autem sicut flos fæni transibit, exortus est sol, et arefescit fænum, et flos
eius decidit. Y para que se conozca como todo lo baraja la muerte, y en vn terrón
cubre la corona más alta del lilio, y la flor más plebeya del heno, lo juntó todo
Bernardo: Quid enim sunt lilia? Verbum Domini fænum quod hodie est, et cras indibatum
mittitur.
Y si de los sagrados passamos a los profanos escritores, los mayores des-
engaños, y más viuos escarmientos expressan con los exemplares de las flores.
Oigamos por todos a Plinio, que nos da este recuerdo: Flores, odoresque in diem gig-
nit natura; magna, vt pallam est admiratione hominum: quæ spectatissime floreant, celerrime
marcescere. ¿Y qué otra cosa nos quisieron advertir los Sicionios, en coronarse de
flores, quando avían de sacrificar a las tres Parcas? (como advierte Natal Comite)
sino que las flores son las que más las agradan, porque mejor expressan la muer-
te a que ellas presiden inexorables: Vtebantur floribus præteres Sicyoni pro corolis quo
ritu, etiam Parcis sacrificare solemne fuit, vt ait Menander in 2 lib. mysteriorum, et Pausanias
in rebus Corinth.
Pero la rosa entre todas, es la que más viuamente expresssa esta breuedad
del ser humano; de cuya semejança se valen escritores, y poetas, para ponernos a
los ojos, cómo la mayor vanidad, y pompa, corre parejas con el corto alentar desta
flor. Oye algunos latinos y castellanos, que todos no era possible [3] reducirlos a
muchas hojas, ni tampoco lo permitiera la breuedad que pretendo. Lee todo el
poema de Virgilio a la Rosa, o bien sea de Ausonio, que con su caduca, y aparen-
te púrpura, pretende expressar las escasas horas, que se le conceden de vida a la
mayor belleza: y mira la traducción que hizo a este poema mi maestro, y estima-
rás los viuos, y realces que da a las sombras muertas deste florido cadáver, con lo
valiente de sus colores: y porque le has de ver después, no repito aquí sus versos.
En el ínterin, oye vn elegantíssimo epigrama de Camerio, que casi con las mesmas
sentencias nos expressa lo frágil de la rosa, y lo caduco de nuestra vida.
Ecce rossis similes homines, quas tempore verno
Vna dies nasci vidit, et vna mori.
Aurora rosa florescens, heu vespere sero,
Non rosa quærenti, sed rubus aspererit.
Vt rosa mane viget, tamen, et mox vespere languet,
Sic modo qui fuimus, cras leuis rumbra sumus.
Por fatal agüero de sus cortos días juzgó el apellido de Rosa, en la otra vir-
gen el culto Pontano.
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18 XACINTO DE EVIA
20 XACINTO DE EVIA
´
so aparato de su púrpura los polvos de nuestra mortalidad, y vltimo desengaño;
pero ellas mesmas sirven de epitafio para la breuedad de nuestra vida, como lo sig-
nificó Virgilio en el Poema de la Rosa:
Et tellus tecta rubore micat.
Y discantó mi maestro con grandeza, y desengaño sobre estas palabras:
5
Pues mustia vi la rosa, se despuebla,
y que funesta se deshoja al prado,
epitafio dexando de su hado
hojas tiernas, que a letras de rubíes,
en la esmeralda acordarán constantes,
que su vida se mide por instantes.
A esto parece que aludió el otro poeta; pues viendo la breuedad con que
se despoblaua de sus hojas la rosa, afirmó elegante, escriuía con ellas en la epigra-
ma el epitafio de su corta vida:
Sic Rosa vix lætum calathi pandebat honorem
Cum cadit, et rutilo murice pingit humis.
No sólo se esparcieron las flores, y aun se plantaron las rosas en los sepul-
cros de los difuntos, para doctrinarnos con lo caduco, y frágil de nuestra natura-
leza; pero también, para que permaneciesse más lozana, y amena su memoria, y
viuiessen, y aun descollassen más floridas sus heroicas virtudes, y famosos hechos.
¿Quién duda, que aludiesse a esto Anacreón, en aquellos sazonados, y gustosos
versos de la rosa?:
Defendit hæc sepultos,
Hec tempori resist.
Pues defiende su memoria de la lima sorda de los días, y la conserva fres-
ca de la voracidad de los tiempos. No es mala emblema desta verdad el lilio, que
arrancando de la tierra, donde fomentaua su ser, y tenía echadas raýces su vida,
buelve a viuir, y retoñecer con mayor gala, y hermosura, como dezía Hilario:
Lilium enim etiam auulsum a radice, et a [7] terra ex fe ex florescit, et virescit, et rursum suo
honore vestitur; que aun cortados de la vida, viue el honor, y fama de los difuntos.
A esto aludió el cultíssimo Remondo iesuita, con grandeza de numen, alteza de
ingenio, y profundidad de juizio, discurriendo sobre los lilios insculpidos en la
vrna del Cardenal Farnecio:
Lilia, quæ memori cernis florere sepulchro,
Illa tulit Domino fertilis vrna suo.
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22 XACINTO DE EVIA
TVMVLO
´ HONORARIO, CONSTRVIDO DE SUS PROPIAS VIRTUDES,
A DOÑA ISABEL DE BORBÓN, REYNA DE LAS ESPAÑAS
Levantose vna vistosa pira en las honras, que celebró la Compañía de
Iesvs
´ en la Ciudad de Quito, y el pedestal suyo estaua adornado con todas las vir-
tudes, que acompañaron a nuestra reyna, de pintura muy prima, en cuerpo ente-
ro; y en las targetas sobre que estriuauan sus plantas, iban divididos essos versos,
y lugares sagrados, debidos a la diligencia, e industria de mis maestros.
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V IRTVDES T HEOLOGALES
1. FIDES
Ego lux in mundum veni, vt omnis qui credit, in tenebris, non ambulet. Ioann. 9.
Norte es la Fe, aunque en obscura llama,
y la tuya, Isabel, fue tan entera,
que por astro se engasta en essa esfera,
con que tu Lis, ya norte, nos inflama.
2. SPES
Si exurgat aduersum me prelium in Domino sperabo. Psal. 26.
En Dios firme arraygaste tu esperança,
con que tu lauro descolló frondoso;
si al rayo de la guerra vitorioso,
al rayo de la muerte con pujança.
3. CHARITAS
Ordinauit in me Charitatem. Cant. 2.
No ya por Reyna mi poder me abona,
la Charidad me ciñe la diadema;
que si es de las virtudes la suprema,
mi amante Dios la ordena por corona.
IVSTITIA V
De Cælo auditum fecit iudicium, terra tremuit, et quieuit. Ps. 75.
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24 XACINTO DE EVIA
FORTITVDO VI
Fortitudo, et decor indumentum eius, et ridebit in die nouissimo. Proverb. 31.
Si despoja, y oprime cruel la muerte
a los viuientes, Isabel se vfana;
pues oy con los despojos que la gana,
texe la gala, con que triunfa fuerte.
TEMPERANCIA VII
Deus temperauit corpus, vt non sit schisma in corpore. I, Cor. 12.
Dios dispuso concorde de tu Imperio
el cuerpo, y a ti que eres cabeça,
porque passión no altere tu firmeza,
te atemperó su sumo magisterio.
O TRAS VIRTVDES
SAPIENTIA VIII
Cogitauit dies antiquos, et annos æternos in mente habuit. Psalm. 76.
Águila de Austria, ingenio peregrino,
no a la luz del saber del tiempo giras;
pero de Dios al sol atento miras,
de su alto ser lo eterno, y lo divino.
[10] MISERICORDIA IX
Secundum altitudinem cæli a terra corroborauit misericordiam suam. Psalm. 102.
Murió de su piedad, más que del hado,
porque si franca la mostró en el suelo,
por dilatarla más se sube al cielo,
que es sol que ilustra más, más remontado.
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MAGNIFICENCIA X
Magnificentiam gloriæ sanctitatis eius loquentur, et mirabilia eius narrabunt. Psalm. 144.
Si de Isabel admiro la grandeza,
no en el mármol estriua su memoria,
mas en zafir celeste su alta gloria,
se erige ilustre, aplaude su firmeza.
MANSVETVDO XI
Docuit mittes vias suas. Psalm. 24.
Mas ilustró a Filipo el regio pecho
esta cordera, que el tusón glorioso,
siendo exemplar al menos orgulloso
de su gran mansedumbre el menor hecho.
ELEEMOSYNA XII
Manum suam aperuit inopi, et palmas suas extendit ad pauperes. Proverb. 31.
En pobre suelo esconde el rojo grano
su pecho compasiuo en franca palma,
y en cambio de la espiga la alta palma
coge, porque la gana al resto humano.
PROVIDENCIA XIII
Attingit ergo a fine, vsque ad finem fortiter, et disponit omnia suauiter. Sap. 8.
[11] Si de la eternidad, si de la vida,
toca el principio, mira el fin violento,
próuida ya preuiene aquel sustento,
que en pan se libra a su alma esclarecida.
RELIGIO XIV
Dilexit decorem Domus Domini, et locum habitationis gloriæ illius. Psalm. 25.
Si aquí a Dios, y María en sacro bulto
Isabel veneró del Templo al ara,
ya sin embozo aspira cara a cara
venerar a los dos en mejor culto.
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26 XACINTO DE EVIA
MAIESTAS XV
Thronus eius, sicut sol. Psalm. 118.
Si de Imperio mejora, es consequencia,
que el trono se aventaje en la escultura,
si aquí de sombras le formó su altura,
allá del sol le adorna su eminencia.
PVRITAS XVI
Ambulabit in lege Domini. Psalm. 118.
Si del tálamo, y ley en la Fe pura
su lis no hajó con licencioso passo,
quando a la gloria passa del ocaso,
de la lis le corona la blancura.
7
[12] GLOSSA
Si repetís el amor,
Filipo, de vuestra esposa,
acción es también forçosa
que repitáis el dolor:
5 que acreditan en rigor
quexas otra vez sentidas,
y pues honran repetidas,
sentid penas expressadas,
expressad ansias lloradas,
10 llorad lágrimas vertidas.
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28 XACINTO DE EVIA
AL MISMO INTENTO
DIOSE EN EL CERTAMEN EL ASONANTE AGVDO, Y QUE
DISCURRIESSE SOBRE EL SENTIMIENTO DE LA CIUDAD DE
QUITO, ALUDIENDO A LOS MONTES QUE ADORNAN
EL ESCUDO DE SUS ARMAS
ROMANCE
Pastores de aquestas cumbres,
que a Quito dan tanto honor,
¿dónde la rosada Aurora
se esconde ya de Borbón?
5 Si registráis de essa altura
de la luz primer albor;
¿dónde los floridos rayos
de Isabel traspone el sol?
Sólo contemplo, pastores,
10 en lugar de su esplendor,
el silencio de la noche,
de sombras la confusión.
El gran luminar del día
la vez que se le atrevió
[13] 15 a competirle los rayos,
fue de su luz negro horror.
¿Cómo la tiniebla agora
ha tomado possessión
del imperio que regía
20 aquel su regio candor?
Pero si estatuas de mármol,
os miro en tal suspensión,
el ocaso de la muerte
sin duda apagó su ardor.
25 Dan triste seña los montes,
gigantes desta región,
en negros lutos que arrastran,
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30 XACINTO DE EVIA
32 XACINTO DE EVIA
34 XACINTO DE EVIA
10
A L Á GVILA R EAL QUE CORONAVA EL TVMVLO
´ CON ALIÑO, A
LA REYNA NUESTRA SEÑORA DOÑA I SABEL DE B ORBÓN,
Y A SUS ARMAS, LAS L ISES DE FRANCIA, QUE SE MIRAVAN
GRAUADAS EN EL ESCUDO QUE TENÍA
INSCULPIDO EN EL PECHO
DÉZIMAS
Si en essa pira te abrasas
en tanta llama que inspiras,
mal a fee águila aspiras,
quando ya por Fénix pasas:
5 y si el aliento traspassas
a mejorado viuir,
será el celeste zafir;
mas si el Fénix acabaste,
fue, porque al sol te abrasaste
10 de Filipo en tu morir.
¡Y si Fénix de tu fuego
logras más flamante vida,
como aquesta repetida
en dos la contemplo luego!
15 Evidencia es, que no niego,
si estas dos cabeças miro;
mas si a la verdad aspiro,
essas dos tus hijos fueron
Fénix, que renacieron,
20 y por tus copias admiro.
Si essas dos cabeças son
tus hijos en esta empressa
también a Filipo expressa
de esse pecho el coraçón:
25 que tu Lis, dél possessión
tuuo siempre en lo amoroso;
mas si esto en vida es forçoso,
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36 XACINTO DE EVIA
11
CANCIÓN
Entre la sombra vana
de la humana ignorancia,
la fee del alma al bello firmamento
sacro esplendor se vfana,
5 y aunque a grande distancia,
con ella a Dios en solo vn pensamiento
mira el entendimiento;
a su luz, pues, Isbela
abreviando del suelo
10 largos espacios, se avecinda al cielo,
y en él contempla a Dios, a quien anhela,
que aunque le mira atenta,
su vista a aueriguarle más se alienta.
Águila brujulea
15 rayos del ser Diuino,
penetrando la niebla que retira
aquella suma idea,
su ingenio peregrino
sacramentos descubre en lo que mira,
[17] 20 pues que su fe le inspira,
que si yaze en quebranto
España, y en dolores,
serán espinas, que la broten flores,
cambiando en risa su penoso llanto;
25 porque su fe eminente
altamente de Dios en todo siente.
Ara le erige, y culto
de su pecho en el templo,
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38 XACINTO DE EVIA
12
A L MESMO INTENTO, EN OTRO CERTAMEN QVE SE HIZO
EN LA MESMA CUIDAD, PIDIERON SE GLOSSASSE
LA COPLA SIGUIENTE
Si de muerte tan sentida
sois vos Átropos, la que
causa de tal dolor fue,
¿por qué nos dexáis con vida?
GLOSSA
Menos se rindió el valor
del gran Filipo al cuydado
de vn imperio revelado,
que de vna muerte al dolor:
5 pues que llora ya el rigor
de la parca, que atreuida
segó de Isabel la vida;
mas tal pena es alabada,
si es de vida tan llorada,
10 si de muerte tan sentida.
Ya pregunta enternecido,
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si Lachesis le robó,
[19] o si Cloto le cortó
aquel estambre florido.
15 Pero ya que convencido,
de que esta, ni aquella fue,
de la tercera a la fe
fía, y la voz al hablar
le faltó, y al preguntar;
20 sois vos Átropos la que.
Y aunque el labio enmudeció;
pero ya el amor se alienta
a que corra por su qüenta,
lo que a la voz le faltó:
25 Átropos se convenció
deste delito, por que
en ella rastro se ve
de aquesta fatal herida,
pues su segur atrevida
30 causa de tal dolor fue.
Si la vida corre a qüenta
del alma a la información,
y si le falta esta acción
queda del viuir essenta:
35 como parca, pues sangrienta,
robando el alma atreuida,
de Isabel esclarecida,
a sus vassallos, y al Rey,
siendo al morir desta ley,
40 ¿por qué nos dexáis con vida?
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40 XACINTO DE EVIA
13
[21] SONETO ESTAMBOTADO
Essa pira, que asciende misteriosa
de tanta ardiente llama coronada,
essa esfera de estrellas ilustrada,
que a vn sol oy sostituye dolorosa
5 enigma es sacro, cifra es luminosa
de nuestra Compañía, que ajustada
a la pena común, tiene llorada
la pena que le toca más ganosa.
Quando haziendo sus lágrimas corriente,
10 fecunda assí de Carlos la ceniza,
que a su riesgo, su lis brota fragrante;
siendo el amor aveja diligente,
que de sus hojas bellas que eterniza,
néctar llora, y la cera vigilante;
15 pues tanto verso adquiere en lo elegante,
la dulçura que goza, si essa pira
la cera, que en su humor tanta luz gira.
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42 XACINTO DE EVIA
14
GLOSSA
En el jardín español
tan agraciada me hallaron,
que las flores me juraron
(astros del prado) por sol:
5 pero al primer arrebol
toda essa pompa perdí,
y assí en aquello que fuí
no admiréis la magestad,
antes bien la breuedad
10 admirad flores de mí.
Ayer en botón vistosa
fuy de todos aplaudida,
que aún me apuntaua la vida,
y ya me aclamauan rosa:
15 mas ¡ay que acción tan ociosa!
pues la muerte en que oy estoy,
me acuerda quan breue soy,
en mí dexando enseñança,
en que advierta la esperança,
20 lo que va de ayer a oy.
Qué breue vida, diréis,
tiene el Príncipe de España,
pues del hado a la guadaña
morir tan en flor le veis:
25 pero ya no os admiréis,
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15
44 XACINTO DE EVIA
46 XACINTO DE EVIA
16
[26] EMBLEMA
Pintose vn leuantado cedro, que figuraua a nuestro monarca Felipe Quar-
to, la copa, aunque mostraua estar coronada de sus flores; pero tan marchitas, que
apenas
apenas declarauan
declarauan lo
lo que
queleauían
auían sido,
sido, yy vn
vn águila,
águila, que
que expressaua aa la la Reyna, que
que
despedaçando el tronco, sacaua el coraçón, y bolauaexpressaua
acia el cielo, conReyna,
este lema
despedaçando
por vna parte: el tronco,
Date le sacaua
sunt mulieri alæelduæ
coraçón,
Aquillæy bolaua
magnæ. azia el cielo,
Apocal. 12. con
Por este
otra lema
este
Ezequiel
por 17: Aquilla
vna parte: grandis
Date sunt magnarum
mulieri alæ duæ allarum tullitmagnæ.
Aquillæ medullam y esta
cedri, 12.
Apocal. Porversión de
otra este
Santo Pagnino: Aquilla graudis tullit summitatem cedri, con estasn
Ezequiel 17: Aquilla grandis magnarum allarum tullit medullam cedri, y esta versión de
Santo Pagnino: Aquilla grandis tullit summitatem cedri, con estas
DÉZIMAS
¿Cómo el pimpollo florido
deste cedro leuantado
de Felipo, se ve hajado
sin que le valga lo erguido?
5 Mas qué me admiro, si ha auido
quien le robe el coraçón
de Carlos, y no es razón
esté su pompa lucida,
10 pues aquesta viue vnida
del coraçón a la acción.
No es robo, si atiendo al hecho,
pues Isabela le emprende,
y assí solo vnir pretende
el coraçón a su pecho:
15 Carlos lo fue en lazo estrecho;
pero si al suelo murió,
Isabel oy consiguió
qual águila generosa
su coraçón, que amorosa
20 en Carlos antes dexó.
Águila fue, que en su buelo,
sin que peligro presuma
en tanta vistosa pluma,
escaló el más alto cielo:
25 y oy pretende su desvelo,
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48 XACINTO DE EVIA
DÉZIMA
Marchitose al fin de Isabela,
aquella pompa dichosa,
siendo su vara gloriosa
cetro, que al gouierno vela:
5 Carlos, que a su centro anhela,
viendo que su propia vida
está della desvnida,
(pues es de su vara flor)
siega este humano verdor,
10 por verla otra vez vnida.
[27] Ya, pues, en rayos mayores,
puedes, Isbela luzir
pues gozas en el zafir
de Carlos los resplandores:
15 que si aquí a tus bellas flores
gala añadió, y hermosura,
pompa fue de cortadura
a tu verdor permanente,
y lámina más luciente
20 en esta mayor altura.
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18
ALVDESE
´ A SV NOMBRE DE CARLOS, Y LISES
DE LAS ARMAS DE ESPAÑA
SONETO
Si el renombre de Carlos vitorioso,
¡o ilustre jouen!, te alentó al Oriente,
y aun al rayo primero, avn ´ floreciente
enigma fuiste en todo misterioso:
5 del Carlos Quinto al número glorioso,
si número añadiste preminente;
otro también creciste en tu occidente
al quartel de tus armas generoso.
Cinco lises te adornan el escudo,
10 mas advertido, Carlos, ya no dudo,
que de lis tanta, de que se corona,
otra más bella en ti se perficiona;
pues al cortarte en flor el impío hado
con la sexta tu escudo has mejorado.
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50 XACINTO DE EVIA
EPIGRAMMA
Mors vbi Adonis dira venustos occupat artus,
It cruor in florem, pullulat absque mora,
In te Carole Adonis forma resugit amoena,
Dumque etate viges, robore bella moues:
Heu! iam teneras vires fera colligit vltro
Mors, tamen in florem Carolus iste viret,
Pungantur Balthasar flores stemmate sacro,
Pro cunctis ergo pullulet iste tuus.
Ajustados tenía estos poemas, para darlos a la estampa, quando en pluma
de fidelidad, y del dolor, bolaron a estos remotos climas las tristes, y lastimosas
nueuas de la muerte de nuestro invicto monarca don Felipo el Piadoso, cuyo espí-
ritu, confiados esperamos todos sus vassallos goza mejor trono, y más permanen-
te corona en el Empíreo. Y advirtiendo, que te ofrecía las Flores Fúnebres, que
esparció mi maestro en las reales vrnas de la Reyna nuestra señora Doña Isabel de
Borbón, y del Príncipe Don Baltasar Carlos; me pareció, que no que quedaua con
el aliño, que yo deseaua, sino las acompañaua con las de nuestro Rey, esposo, y
padre suyo; y que juntaste también la muerte, a quienes con lazo tan estrecho auía
vnido la vida. Y ya que no pueden ser del mesmo espíritu, y numen; porque no
puedo persuadirme, aya compuesto mi maestro a este assunto; no sólo por embar-
gado de otros estudios más serios; pero por observador de vn dicho ordinario
suyo, en que solía repetir, que los versos eran las flores del ingenio, y que estas
auían de permanecer quanto durasse la Primavera de la juuentud, y no más. Digo,
pues, que ya que no pueda ser esto, ni tampoco me concede tiempo para aueri-
guarlo; te las ofrezco de otro florido ingenio de la mesma [29] Compañía, que
como flores de vn mesmo jardín, y del mesmo cultiuo y asseo, no estrañarás se
acompañen con las que aliñan este ramillete, y esmaltan su hermosura. Passa los
ojos por ellas, que asseguro has de quedar aficionado al numen, y al ingenio.
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20
PINTOSE LA FEE CON LOS OJOS VENDADOS.
LLANTO DE LA FE
DÉZIMAS
Dos luzes, parca fatal,
eclipsas con tu guadaña,
en Filipo vn sol de España,
en mí su corona real:
5 Todo mi ser, y caudal
si lleuas muerte en despojos,
no es mucho, que con enojos
clame al cielo contra ti;
pues quando ciega nací,
10 fuy la niña de sus ojos.
Siendo yo como verdad,
hija del entendimiento,
parezco en el sentimiento
afecto de voluntad:
15 Obligome tu beldad,
Felipo, a tal conversión,
moriste, y yo con razón
me passé como entendida,
para eternizar tu vida,
20 al bando del coraçón.
Retrato de mi hermosura
fue Filipo en su semblante,
y la fortuna inconstante
quiso borrar la pintura:
25 Si bien en la sepultura
es tanto más viua, que
equivocada no sé,
(pues cierra los ojos oy)
si acaso Filipo soy,
30 o si acaso soy la Fe.
[30] Ciega no puedo alcançar,
si más pena he de tener,
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52 XACINTO DE EVIA
en no poderte yo ver,
o en no poderte llorar,
35 En los ojos ha de hallar
mi pena alivio algún tanto,
si lloro el pesar, espanto,
si veo, alivio el tormento,
pues para más sentimiento,
40 ni quiero vista, ni llanto.
21
OCTAVAS
Generoso león, cadáuer viuo,
de tus vassallos Argos vigilante,
aunque difunto, vida en ti percibo,
y en la mortal pauesa más amante.
5 Ya el dolor se retira más esquiuo
a vista de tu vista, y tu semblante,
que por quitar del llanto la amargura,
nos dexas en tu boca la dulçura.
Si es el sueño retrato de la muerte,
10 es tu muerte retrato de la vida,
tan lexos está España de perderte,
que ni sueño, ni muerte es tu homicida.
Muerto, no ya mis ojos piensan verte,
pues miran a tu muerte tan dormida,
15 dormido no te mira mi cuidado,
pues muerto te contemplo desvelado.
Miel tus labios destilan olorosa
por sutiles avejas fabricada,
del clabel de tu boca, o de la rosa
20 de tus mexillas bellas arrancada:
Recoge, pues, si mano recelosa
de aguijón, que amenace en la estacada,
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DÉZIMAS
Qval otro Iacob valiente,
viendo a la Aurora María,
al punto que amanecía,
la acredité de valiente.
5 Mi palma de ella pendiente
queda en eterna memoria,
y después de la vitoria,
Israel es mi apellido;
pues siendo el Ángel vencido,
10 me llamaron de la Gloria.
Virgen, tu primer instante
halló en Felipe guarida,
y el vltimo
´ de su vida
al tuyo fue consonante.
15 Letor fue, que vigilante
en el libro general
de tu pureza cabal
por leuantar el assunto,
en llegando al primer punto,
20 hizo luego su final.
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54 XACINTO DE EVIA
DÉZIMAS
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56 XACINTO DE EVIA
DÉZIMA
Tanto el buelo has remontado,
quando en esse león estribas,
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58 XACINTO DE EVIA
[34] GEROGLÍFICOS
27
I
Vna corona pendiente de los garfios de vna romana, con que pesa la muerte.
Lema: Æquo pondere librat.
Aunque le pese a la muerte,
siempre esta corona hermana
con el fiel de la romana.
28
II
Vn pergamino a modo de Breue Pontificio, con la firma del Pontífice, y en medio
dél vna Concepción, con esta letra. A instancia de Felipe IV.
Al punto más delicado,
tanta prisa el rey le dio,
que en breue lo concluyo.
29
III
´ al lado del de María.
Vn nombre de Iesvs
Lema: In nomine Iesu omne genuflectatur.
Murió el rey día del Nombre de María.
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Si al nombre Iesvs
´ se reza,
doblándole la rodilla,
al de María en Castilla
se leuanta la cabeza.
30
IV
Vna águila bolando, con vn nombre de María en la boca.
Presto al cielo llegará
esta águila; pues oy día
se va en vna Ave María.
60 XACINTO DE EVIA
mayor, sucediendo en los honores a su padre, sujeto el cuello a las Sagradas coyun-
das de Himeneo, como también doña María de [36] Galarça, y arraygados ya en
el siglo, desabrocharon fecundos en vistosas flores, y sazonados frutos de hijos, y
hijas, que ilustran su noble república, con dilatado progenie. Porque la segunda
hija, llamada doña Francisca de Galarça, imitó a su madre en el estado, que des-
pués eligió de religiosa.
Pues viéndose doña Francisca de la Cueva libre de las coyundas, o vendas
de el matrimonio, sobrada de riquezas, después de auer puesto sus hijos en el esta-
do, trató de dedicarse a Dios. Y assí, a expensas suyas fue la primera fundadora de
el ilustre, y numeroso Convento de Santa Clara, lleuándose consigo a doña Fran-
cisca de Galarça, su segunda hija, queriendo su amor, que fuessen dos holocaus-
tos, que se sacrificassen en las aras de la religión: y dexando en ésta el apellido de
la Cueva, se llamó Francisca de Santa Clara; tomando el nombre de su primera
fundadora, como quien también la auía de imitar en lo santo, y acertado de su
gouierno. La hija también consagró el renombre de Galarça en el de Francisca de
San Buenaventura, por la dicha que tuuieron las religiosas por muchos años, en
que las gouernó prelada, assí en vida de su santa madre, como después de su feli-
ze muerte.
Y si tanto ennobleció a los suyos en el siglo; mucho más ilustró su retiro,
y acreditó sus religiosas hijas con lo releuante de sus virtudes; pues fundada en el
menosprecio del mundo, en lo profundo de su humildad, y extremada paciencia,
con que sufrió las enfermedades, y trabajos, que le embió su Diuino Esposo, asse-
guró, y leuantó el templo de su alma, hasta perficionarle con la caridad, ´vltima
claue, y corona de todas. Esto es darte noticia por mayor, del grande sugeto que
celebra mi maestro: cuyos números erigen este Túmulo Panegírico, y sagrado ce-
notafio a las venerables cenizas de tan ilustre matrona. Si trabajados en breue, a
espensas del ingenio, ajustados con más velocidad, a buelos del afecto, y a impul-
sos de la obligación, que tiene a tan generosos caualleros, que todo es menester,
por ser tan corto siempre el tiempo que concede lo apresurado de vnas exequias.
31
[37] DISCVRRESE
´ EN SV ENTRADA A LA RELIGIÓN,
Y EN EL MANDO QUE TUUO EN ELLA
Aprended flores de mí,
lo que va de ayer a oy,
que ayer flor hajada fui
y oy luciente estrella soy.
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GLOSSA
Flores que esmaltáis el prado
con tan distintos colores,
vano es el mayor cuydado
para escusar los rigores,
5 que ya fulmina el harado:
Flor como vosotras fui
pero este rigor huí
por transplantarme temprana;
y pues tal dicha se gana,
10 aprenden flores de mí.
Era quando florecía
del siglo el prado lasciuo
menguada mi lozanía;
pero oy el verdor más viuo
15 gozo en mayor valentía:
Y pues la que fui, no soy,
de ayer al día en que estoy,
bien presume mi entereza,
que se expressa en mi belleza
20 lo que va de ayer a oy.
Las flores que Primauera
copian el jardín de Clara,
las preside por primera,
siendo su belleza rara,
25 lo que me aplaude, y venera:
Mas ya no se cree de mí.
pompas que vn tiempo aplaudí,
porque mi contraria suerte
está enseñando en mi muerte,
30 que ayer flor hajada fui.
De la muerte el impío hielo
bien pudo hajar mi candor,
mas fue vano su desvelo,
que ya en mayor esplendor
35 soy pompa de aqueste Cielo:
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62 XACINTO DE EVIA
DÉZIMAS
Tv belleza apenas, Clara,
mira en retiro tu esposo,
quando te pide amoroso,
no se la niegues avara:
[38] 5 Pero si bien se repara,
tu beldad fue siempre igual;
pues ¿qué tiene de especial,
que agora por verla aspira?
mas si se esconde, y retira,
10 qué aliño más celestial?
En cárcel de reclusión
sobresales más vistosa,
cual la nacarada rosa
de espinas en la prisión:
15 Que en tanto la perfección
conserua de su beldad,
quanto con menos piedad
a la mano se defiende,
que aquello viue que ofende
20 gallarda su magestad.
Quando tu cadáver yerto
ocupa la losa fría,
tu amante entonces porfía
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OCTAVAS
Apenas de la parca, al cierço impío
de vna Clara la antorcha esclarecida
casi agoniza aquel apenas brío,
quiere rendirse a su mortal herida:
5 al mar fatal aqueste humano río,
apenas se recobra en su avenida,
quando sus hijas con piadoso aliento
rompen del alma aqueste sentimiento.
¿Cómo, señor, aquel farol luciente
10 débil se eclipsa, yaze ya extinguible?
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64 XACINTO DE EVIA
66 XACINTO DE EVIA
35
EPITAFIO
Hvésped mortal, detén el passo, para,
no huelles sin respeto tierra pura,
advierte, que essa humilde sepultura
es vrna heroyca del honor de Clara.
5 Y si el tiempo a su rueda vn clauo echara,
aquí de vna Rebeca la cordura,
de la noble Semíramis la altura,
y las leyes de Déuora admirara.
Aquí la gran fecundidad de Lía,
10 (bien el claustro lo dize, bien la espada)
de vna Ana la piedad, si de María
La abalança en sus coros celebrada:
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PRIMER GEROGLÍFICO
Liptis indiana, cuya raíz, y cima
de frutos colmas timbre a la nobleza,
de tu virtud, que aun al morir te anima;
pues oy prosigue, si al nacer empieza.
38
SEGVNDO GEROGLÍFICO
Frondoso alvergue, generosa mesa
en tus ramas, Francisca esclarecida,
el que en la tierra arrastra en ti interesa,
y el Ave ilustre, que en el claustro anida:
5 mas fatal vna voz allí atraviesa,
que cruel intima ruinas a tu vida.
¡O qué en vano! qué assida al tronco queda
rama en tus hijas, que tu vida hereda.
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68 XACINTO DE EVIA
39
ROMANCE
¡Qvé es esto! ¿quién arrebata
las luces bellas al Norte?
que ya naves de una Clara
temen peligro en su noche.
5 ¿Quién de vna Francisca ilustre
el resplandor roba noble?
¿con qué Argos gouierna atenta
el rebaño más en orden?
[43] Estratagema, sin duda
10 fue, que la muerte dispone,
que tanta vida, no pudo
rendirla toda de vn golpe
Pudo vencer con cautela
aquella murada torre,
15 porque ya sus atalayas
dormidas, no le socorren.
Y si atreuida la muerte
roba la joya más noble,
primero apaga las luzes,
20 ardid propio de ladrones.
Mas ¿qué inadvertencia es esta?
¿cómo atribuyo tan torpe,
a delito de la muerte
fauor que el cielo dispone?
25 ¿Quién duda, que de María,
al gozar los resplandores,
perdió en tan gallarda empresa
esplendor de sus dos soles?
Pues inundada de luz
30 su celda; ¡o qué esfera noble!
de todo vn sol, que diadema
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a su cabeça dispone.
Al distinguirle los rayos,
que harta dicha conoce,
35 que presos los suyos dexa
entre sus castos candores.
No pretende, no, María
su vista otro objeto logre;
porque quien gozó su luz,
40 otra qualquiera es disforme.
Sin duda, que como Febo
con su brillar otro esconde,
más luzido, que el María
sus dos estrellas recoge.
45 Miraua el virginio espejo
para imitar perfecciones;
pero herida de su sol
con su claridad se goze.
Y aunque a los ojos humanos
50 los dos viuientes blandones
apagaste, fue cautela
con que el alma te socorre.
Porque assí como la luna,
quando a la vista en borrones
55 se muestra, es porque azia el cielo
descoge sus resplandores.
Assí tu lucir gallardo
a nuestra vista interpone
vanas nieblas, y assí el alma
60 el raudal de luzes rompe.
Y dexado este emisferio
en horrores tus dos soles,
de tu espíritu en aplausos
rayan mejor orizonte.
65 Y ya el bulto de María,
en generosos ardores
veneras, pues insculpido
tu pecho conserva dózil.
Con que sin rezelo alguno
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70 XACINTO DE EVIA
EPIGRAMA
Huella la muerte cruel (pero, ¡o qué en vano!)
tanta belleza, y flor en la Ribera;
mas las mejoras oy su Primavera
con llanto tierno, con tu culta mano.
42
DÉZIMA
La sierra passas de buelo,
donde te espera tu esposa
y con ala presurosa
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72 XACINTO DE EVIA
SONETO
Águila ilustre, gloria de Cardona,
cuyo poder, cuya grandeza suma,
grata obedecen vna, y otra espuma,
rendida aclaman vna, y otra zona.
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AL MESMO ASVNTO
Pondérase la avsencia de sv esposo, en la muerte de nuestra Virreyna, con alución
a los nombres de sus estados.
SONETO
Blanco lilio nací, quando a mi Oriente
rayó la Alva de Aliste generosa,
y por gozarla siempre luminosa,
de vn excelso Guzmán ceñí la frente.
5 Mas ¡ay! ¡que puesto aquel candor luciente,
cambió en cárdeno lilio breue losa!
pero si estaua ausente la Alva hermosa,
que mucho me ocupasse su occidente.
No fue Occidente, no, pues ya más bella
10 alientas flor al zéfiro sagrado
de esse jardín celeste que se honora:
Y si de flor acá no dexas huella,
perenne viue, que a pesar del hado,
oy flor te ilustra aquella eterna Aurora.
46
74 XACINTO DE EVIA
DÉZIMA
Si atento llego a mirar,
tu magestuoso escudo,
Cardona ilustre, no dudo,
que ay misterio, y no vulgar:
[47] 5 que llegar a naufragar
en tanta púrpura roja,
es, que tu postrer congoja,
si es más rojo, esté vencido,
espíritu tan luzido,
10 es fuerça al cielo se acoja.
47
SONETO
Si la mesa deleytes le propina,
brindan también su muerte a vn soberano
rey, los caracteres de vna mano,
y en cada letra bebe su ruina.
5 Libró recta sus obras, mas le inclina
otro peso menor, quizás por vano,
no es prodigio que estudia el más vfano
(si sube altiuo) presta su ruina.
Noble Ayala, tu mérito excelente
10 la balança te exalta a lo eminente,
quando de Baltasar se abate al suelo,
Balança, que escalar pretende el cielo;
logrando ascensos en tu propia Mesa,
quando aquel en la suya a caer empieza.
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48
OCTAVAS
Del suelo al cielo, vna ola enfurecida,
hizo en vn punto consiguiesse el puerto
vn Alfonso, encontrando en tal subida
en la injuria la dicha, y el acierto:
De vn Sacro Pan fue mesa esclarecida,
Viático Soberano a rumbo incierto;
que si acá a Christo recibió su Mesa,
allá a Christo executa en su promesa.
49
EMBLEMA
Si niega rastro el águila en su buelo,
quando veloz anhela al cielo ardiente;
Iuan en tu vista, y águila en tu zelo,
bolaste en tu piedad tan eminente,
5 que camino, ni huella no has dexado,
porque a tu dicha compitió tu hado.
50
76 XACINTO DE EVIA
DÉZIMA
Gvardó en continua clausura
la lengua a prisión del labio,
ciencia oculta, a quien en el sabio
llama, y aplaude cordura:
5 mas si tan grande estrechura
toda su vida guardó,
¿cómo en vozes prorrumpió
a la muerte? fue, que el cielo
es su casa, no este suelo,
10 y porque la abran las dio.
51
ILVSTRASE
´ EL PRODIGIO DE LA LVZ QVE SE LE DESCVBRIÓ
EN LAS MANOS ANTES DE ESPIRAR
DÉZIMA
Cvmplió tan perfectamente
de la limosna el consejo
nuestra Luzía, que espejo
ser pudo a todos luciente:
5 pues nunca por diligente
la noticia le alcançó,
y Dios la remuneró
de su mano en resplandores,
sacando a la luz fauores,
10 que tan humilde ocultó.
52
[49] A LO CRECIDO DEL AMOR, Y A LO VIVO DEL
SENTIMIENTO DE VNA MUGER, QUE MIRAUA ATENTA EL
TÚMULO DE SU ESPOSO
SONETO
Aqví reposa, ¡ay cielo executivo!
mustio el verdor, ¡ay sombra obscura, y fría!
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DÉZIMA
Si solo corta el laurel
de Álvaro la parca impía,
¿cómo en marchitar porfía
la vid de su esposa fiel?
5 Mas advertida, que cruel
juzgó que anduuo la muerte,
que si su dichosa suerte
hizo de dos vna vida,
ésta en él quitó la herida,
10 quando en ella el dolor fuerte.
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78 XACINTO DE EVIA
54
SONETO
No rompe aún el botón, quando desvela
a la atención la rosa, y la aprisiona
con nieue, que aun oculta no blasona,
en la grana, que aun virgen encarcela:
5 Y quien aun tierna triunfa, en vano anhela
mayor trofeo, en púrpura, y corona,
vano si del vergel bella amazona,
en flechas de oro al vencimiento vela.
Rinde, en fin, más al punto que avassalla,
10 en su Oriente, ¡ay dolor! su muerte halla,
ruina del sol, embidia de su lumbre;
Oy, pues, doña Tomasa, de su cumbre
se vfana flor; mas ¡ay! qué lastimosa
al viuir nace, y muere como rosa.
55
OCTAVA
Ynquieto el mar, alborotado el cielo,
escalas nuues, la honda en que tropiesa,
y en esta lid, y pauoroso duelo
rinde el nácar la perla que interesa:
5 del ser apenas al primer desvelo,
tierna perla Tomasa, en llanto empieza
a congelarse en nácar de la vida,
quando su fin le aborta en su auenida.
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56
OCTAVA
Vístese Primavera de colores
el Iris matizado en esse cielo,
y quando el sol ausenta sus ardores,
en rocío su muerte llora al suelo:
5 Iris, pues esmaltado en tus verdores,
ilustre vera te gozó el desvelo;
y pues oy del viuir el sol te falta,
todos se esfuerçan a llorar tu falta.
57
DÉZIMA
Quien oy viere mi blasón
de vna torre en la grandeza,
dirá que es van proeza,
que fomenta el coraçón:
5 mas no es essa la ocasión,
otra el alma ha meditado;
que aquel pecho esforçado
de vna mujer generosa,
que pechos tuuo oficiosa,
10 ya a los hijos, ya al cuidado.
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80 XACINTO DE EVIA
58
DÉZIMA
Qvien de tanta lis, y flor
cercada ve a tu belleza,
dirá, que sin duda empieza
oy a luzirse mejor:
[52] 5 mas si el humano verdor
se reduce a vn solo instante,
diré en mi fee más constante,
que ya tu vida es muy breue,
que el áspid mortal se atreue
10 oculto en beldad fragrante.
59
DÉZIMA
—¿Cómo este valiente león,
que adornar miro tu escudo,
aun vigilante no pudo
defenderse en la ocasión?
5 —Fuera esso, si el coraçón
anhelara a aquesta vida,
la razón, pues, advertida
lograr queriendo su hado,
de flores busca ballado,
10 por ser más presto vencida.
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82 XACINTO DE EVIA
TRADVCCIÓN DE VIRGILIO
Opusculum Virgilii de rosa, in quo virgines hortantur, sic Domitius: Hieronymus
Alexander asserit esse Ausonii; sed ego sentio cum Domitio.
De los tiempos del año era el Verano,
(el de Mantua cantó en su dulçe lyra)
y el día alegre a rayos en que gira
esmalta nubes con que sale vfano;
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84 XACINTO DE EVIA
indeciso dudaras
si el Alva hurtó a la rosa lo encendido,
45 o la rosa embidiosa, al Alva bella
della colores trasladó a su estrella.
El matiz, también vario de esse prado,
osada emulación del estrellado,
admiraras, si el sol sus resplandores
50 comunicó a sus flores,
como esmaltó los astros eminentes
en colores de rayos florecientes.
Vno es todo el rocío de la rosa,
y el que suda la Aurora luminosa
55 en su estación primera,
vn color en entrambas perseuera
a vn tiempo, pues la rosa se apellida,
y la Aurora florida
crepúsculo de nácar, en que se halla
60 el sol infante en esta luz que calla;
mas qué mucho en todo corran a vna,
siendo en las dos iguales su fortuna;
pues en entrambas Venus predomina,
reyna del prado, y cielo que ilumina.
65 Si ámbar la rosa aspira,
[58] sin duda al mismo Venus se conspira,
y si de ésta el sentido
por torpe no percibe lo oloroso,
es olor de otra esfera más subido:
70 aquella sí, que al prado delicioso,
en copa de rubíes néctar grato
deleytosa propina ya el olfato.
Al luzero fragrante,
a la rosa galante,
75 de Pafo les preside aquella diosa.
y assí entrambos, librea generosa,
corta rica de púrpura eminente;
con que el astro luziente,
si es que es rosa equívoco, se duda,
80 o luzero la rosa se saluda:
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86 XACINTO DE EVIA
88 XACINTO DE EVIA
Fin
Hoc carmine Poeta nos ad voluptatem invitare videtur; sed prudentes
magis deterret ab eius illecebris; nam (vt Iob dicit): Homo quasi flos egreditur, et con-
teritur, et fugit, velut vmbra. Stultus quisquis in hac, tam fragili vita, qui beatitudinem
suam constituerit, et voluptatem inniauerit, vnde Poeta concludens opus, his ver-
bis: Collige virgo rosas, etc. Sic Ascensius circa hæc ultima Carmina.
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90 XACINTO DE EVIA
61
que los poetas, inspirados de las musas, se valían de vno, y otro instrumento, para
celebrar los famosos hechos de los héroes, pues vemos que Horacio, no solo le
pide la cítara a Calíope [63] para cantar sus versos; pero también se vale de la lyra
para hazer coro con los mayores poetas de su siglo, este parece que fue su cuida-
do, quando afectó esta honra con su mecenas:
Y si son flores los assuntos heroicos, que celebra mi musa, fuerça es, que
se ajuste el instrumento músico a lo florido de su metáfora. Pero quál pregunta-
réis curiosos. No otro que el lilio, que en griego suena tanto como Lirion, (y se dirá
en otra parte) y assí con sola la diferencia de la jota griega, se llamarán estos poe-
mas líricos, como los otros, por cantarse a la lyra se dezían líricos, con la mutación
en la Ypsilon. Y por que no se entienda, que es antojo, o capricho mío, advierte el
Nebiense, Vatablo, y Cayetano, que aquel célebre psalmo y poema heroico, cuyo
título (como nota Symaco) es: Triumphus, L. triumphale carmen, donde se festejan, y
aplauden los famosos hechos, y ilustres triunfos de Christo, y de su Iglesia, se can-
taua en vn instrumento músico llamado Lilio: Volunt sosannim (dize el doctíssimo
Lorino, en nobre de los autores referidos) nomen esse instrumenti musici, quos lilium
diceretur. O bien porque tenía la mesma forma que la azuzena, o porque constaua
de seis cuerdas, como esta flor se parte en seis hojas, o porque estauan insculpi-
dos en él los lilios, como aora en la lyra se insculpe, o bien la azuzena, o bien la
rosa: Quia liliis (prosigue el mesmo doctor) inscultis erat ornatum, sicut hodieque in cor-
pore lyrarum, vnde sonus redditur lilia, vel rosæ visuntur ligno insculptæ: sive quia signicet sexa
cordum instar lilii, quod tot constat soliis, (con que aún la lyra para su mayor hermosu-
ra, y armonía se vale de las flores) que no es nouedad (adelanta), que los instru-
mentos músicos originen sus nombres de las flores; [64] así la vihuela en nuestro
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92 XACINTO DE EVIA
castellano, y en italiano viola, se deduce del nombre latino, viola, que significa la flor
de la violeta.
No porque quiera humanar, o profanar instrumento tan diuino, me valgo
del lilio; sino porque esta flor, como dize el Chrisologo, es la que se auentaja a
todas las otras; y por eso la que mejor representa la magestad, y pompa de vn hé-
roe, de vn rey, de vn príncipe, de vn varón eminente: Et omnes terræ flores lilium
vincit, et præcellit in gratia, tantumque distat ab vniverso germine lilium; quantum Regem specie,
honore, et gloria, cunctis constat excelere. Y aún el mesmo Christo cotejando la gala, la
magestad, y pompa del lilio, con la de Salomón, auentaja la desta flor a la mayor
grandeza de aquel poderoso rey: Considerate lilia agri. Dico autem vobis, quoniam, nec
Salomon in omni gloria sua coopertus est, sicut vnum existis. Donde parece, que Christo le
coloca por monarca de los Abriles, y Mayos de los vergeles, y jardines; pues entre-
sacándola y auentajándola a las demás flores, la prefiere a tanta magestad: y aun
allá Plinio conoció esta preeminencia del lilio, quando dixo describiendo su gran-
deza: Ne ulli florum excelsitas maior interdium cubitorum trium. De aquí arguye Pierio,
que se le debe el cetro y la corona entre las demás flores, como a rey supremo
suyo: Merito Lilium flos regius etiam appellatur, non a Iunone Regina tantum denominatione
sumpta; sed a Regia, qua præstat celsitudine, quod tanta proceritate super flores alius attolitur,
vt ad tria interdum cubita surrigatur.
Y si el lilio se aclama por emperador de las flores, la rosa se aplaude sin
controversia alguna, por rey, o reyna de todas ellas. Con gala publicó su magestad
la ninfa Safo: Si floribus vellet Iupiter Regem imponere; Rosa inter flores regnaret terræ est
ornamentum, plantarum decus. Y que las flores del campo jurassen por monarca a la
rosa, lo dixo con dulçura vna florida vena.
62
Nació la Rosa, honor del verde llano,
sobre el sitial de su esmeralda viua,
ceñida de Archas la beldad esquiua,
exemplo hermoso de un desdén tirano.
El jazmín de los campos ciudadano,
con el clauel, que con la rosa priua,
por la sangre de Venus successiua
[65] la juraron Monarca del Verano.
El mesmo en otro soneto auía dicho:
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63
Reyna del mayo la encarnada rosa,
a presidir las flores salió al prado.
Y el festiuo ingenio de Polo de Medina, la publicó reyna, a competencias de la
magestad, y púrpura del clavel.
64
Tu argumento de las Musas,
por ser (el clavel perdone)
Reyna coronada de oro,
te guardan picas de bronce.
Aunque por su púrpura el clavel, parece que podía poner a pleito la coro-
na; pero por inferior al lilio, y rosa, que presiden monarcas de la Primavera, es
fuerça que les ceda el cetro; mas por superior a otras flores plebeyas, ninguno
podrá negarle que sea geroglífico de los grandes, y nobles. Óyelo a los que con
tanta dulçura acreditaron antes la magestad de la rosa.
65
Estos purpúreos claueles,
aues con picos de grana,
que rompieron a la Aurora
el nido de su esmeralda.
Estos a quien diferencia
de las flores aldeanas,
la púrpura como a reyes,
como a señores el ámbar
No lo expressa con menos suauidad el segundo.
66
El crédito son de Flora
estos hermosos claueles,
que en los solares del prado
noble executoria tienen.
Lo más florido del valle,
el mayor blasón que tiene,
galanes de essotras flores,
los lindos de los vergeles.
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94 XACINTO DE EVIA
leyeron otros flos aeris. Flores son todos los bienes de la tierra, y flores no de árbo-
les, que llegan a dar fruto, sino de el tiempo, y ayre que jamás paran, y assí nunca
llegará colmo, honores, y contentos, que ni saben, ni pueden darlo. Toda la gran-
deza (dixo Isaías) toda la magestad, toda la gloria del hombre, es vna flor de el
campo, que se marchita, y desvanece a los primeros rayos de el sol, y a los más
leues impulsos del ayre: Omnis caro fænum, et omnis gloria eius, quasi flos agri. Excicatum
est fænum, et cecidit flos. Que bien estrella esta verdad a los vanos de el siglo san
Gregorio el Magno: In quorum potentia fæni floribus comparatur, quia nimirum carnalis
gloria, dum nitet, cadit, dum apud se extollitur, repentino inter captu sine terminatur. ¡O, cómo
se burla del mundo el grande Augustino! ¡O, cómo le da en rostro con sus falsas pro-
messas! ¡O cómo le zahiere con sus aparentes bienes, con su fingidas flores! O munde
proditor, cuncta bona promittis, et cuncta mala profers, promitis florem, sed cito euanescit.
A donde más llegó a subir la magestad, y pompa de los romanos, en la
mayor cumbre de su Imperio, fue quando avassallados sus enemigos, entrauan
triunfando con tanta gloria en Roma; pero veamos como recibían, y festejauan al
vencedor: solo esparciendo por las calles y plaças flores, coronándose con ellas,
lleuando verdes y floridos ramos en las manos. Advirtiolo Ovidio en el triunfo de
Germano:
Quaque ibis manibus circumplandere tuorum,
Vndique iactato flore te gente vias.
Y Plutarco celebrando el de Pompeyo, dixo: Multi præterea sertis ornati, sub
lampadibus eum suscepere, flores in eum iacere, gradientem, vsque commitarii. Y bien, ¿qué
significaua toda esta grandeza? No otra cosa, responde el eruditíssimo padre
Martín de Roa, sino advertirnos, que con la breuedad que se marchitauan aquellas
flores, y ramos, se desvanecía, y cabaua toda la grandeza y pompa de la tierra: Vt
significarent humarum rerum conuersionem, fragilitatemque suam.
Pero si las riquezas, grandezas, y honores del mundo son [68] de tan corto
alentar, que marchitándose todo en flor, nunca gozan el colmo del fruto, es por-
que sirve solo a la vanidad. No assí las que se fundan en Dios, y se consagran a su
gloria, que aunque por la breuedad desta vida, y corto término de su duración,
sean flores; pero siempre coronadas de fruto, o por mejor dezir, el fruto son essas
mismas flores. Que bien nos lo advirtió el Señor por boca del Eclesiástico: Flores
mei fructus honoris, et honestatis, de honra, y de prouecho, que aunque en el mundo
no caben en vn saco; pero en la casa de Dios muy bien se hermanan: Honestas
quippe (dize el mesmo eruditíssimo y elegantíssimo Padre Roa, en el lugar citado,
y lo afirman otros) hoc loco prodiuit iis, pro fortunis capitur. Que los que saben aproue-
charse de la nobleza, y altura en que Dios los pone, atribuyéndolo todo a tan
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96 XACINTO DE EVIA
67
SONETO ACRÓSTICO
Floridas te destinan MONARQVÍAS,
inuicto infante, los diuinos CIELOS,
luciente sol, siguiendo a tus ABVELOS
iluminas feliz sus sombras FRÍAS.
5 Próspero a rayos, aun quando NACÍAS,
ocasionaste al sol luzidos ZELOS,
pues girando mejores PARALELOS,
retiras cortos con mayores DÍAS.
Ocuparás adulto la CAMPAÑA,
10 sin que por sol, lo Marte se CONFVNDA,
por sol rayos, por Marte las VITORIAS.
El nacimiento tuyo aplauda ESPAÑA,
rayo te aplauda, pues en ti se FVNDA
o y la mayor empresa de sus GLORIAS.
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68
98 XACINTO DE EVIA
DÉZIMAS
¿Qvién los signos no pregona,
Fillipo, ya en el León,
ya en esse rico Tusón,
que en tu pecho se eslabona?
5 Y si miro a tu corona,
y a tanto rayo en que giras,
quarto planeta me admiras,
mas si quinto en el Infante,
que a firmamento flamante,
10 en todo diré, que aspiras.
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71
LYRAS
¡Iordán todo misterio!
desde que al Arca humillas tu corriente,
hasta que a tu Emisferio
Christo ilustra luziente,
5 sol, que en tus ondas destinó su Oriente.
No pausa lo pasmoso
aquí de tus prodigios, pues, España
vio en tu cristal vndoso
su infante, ¡quién no estraña!
10 si la Europa, y el Asia, en ti se baña.
Tus pies, Príncipe, besa
reconoce sin duda en ti aquel zelo,
que en tu padre confiessa,
con que águila de vn buelo,
15 su fe en tus plumas la destina el cielo.
¡O qué rendida seña!
al Otomano oprimirán tus glorias,
pues ya el Iordán se empeña
a anticipar victorias,
20 que tus hazañas las harán notorias.
Si del Arca a la vista
muros rompió Iesús al Iordán puro,
consiguió su conquista,
Filipo, oy la asseguro,
25 Arca es María, tu valor su muro.
El Iordán a la planta
[75] del Sacerdote, en su cridal veneras,
Filipo se adelanta,
pues a la luz primera
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72
ROMANCE
Si lo ayroso de tus plumas,
si lo galán de tu arreo
aplaudir, jouen, aspira,
mides templado instrumento.
5 Vna pluma de tus alas
fía, siquiera a su acento,
pues eres garça Galarça,
repetición de ti mesmo.
Será pluma, a quien mi lyra
10 deba en sonorosos metros
del tacto nueua dulçura,
y del pulsar los aciertos.
Será pluma con que buele,
sin que rezele escarmientos,
15 a los rayos de tu sol,
y a lo grande de tu cielo.
De tu agudeza ayudada,
del arco del pensamiento
será flecha que te alcance,
20 pues eres blanco tan cierto.
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74
SONETO
Desprecia el valle el águila lucida,
y halla en sublime peña su sagrado,
donde despierta ya contempla el prado
la planta humilde, y ala más subida.
5 Quando en la tierra tiene su acogida
el tímido animal tan retirado,
que ni vn reparo debe a su cuidado
la yerva humilde, ni la cumbre erguida.
(Águila Iuan, bien así en tu nombre,
10 como en la vista, porque más assombre),
De tu alta Peña, adviertes en la yerva
virtud medicinal, que el mal preserva,
quando en su Madriguera alguno ignora
lo más sabido, que al dolor mejora.
75
SONETO
Breue alhago a la dicha se ha debido,
aquel, que al viento la gozó ligera;
pues si a luz del discurso se exagera,
solo gozó del bien el estallido.
5 Oy pródiga mi suerte ha conseguido,
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76
AL ALTAR,
QVE CON POMPA Y MAGESTAD ERIGIÓ LA COMPAÑÍA DE
IESÚS, EN EL DÍA QUE FUE ELEGIDA NUESTRA SEÑORA
DE GUAPULO POR PATRONA DE LAS ARMAS DE ESPAÑA,
DESCRÍUESE SU ADORNO
SONETO
¿Qvé te suspende el passo, caminante,
de esse erigido emporio de belleza?
¿Es acaso el aliño, la riqueza,
tanta perla, rubí, tanto diamante?
5 ¿El primor del pincel, que aun vigilante
tituvea la vista en su viueza?
¿Admírate el ingenio, la agudeza
del verlo, y geroglífico elegante?
Nada te embargue la atención de lo hecho,
10 admira solo el generoso pecho;
y con assombro más que aqueste empleo
de servir a María el gran deseo:
Siendo heroico blasón, que nos abona,
venerar de Filipo la corona.
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77
ROMANCE
Si es mérito de vn objeto,
si crédito de su alteza,
recatarse a nuestra vista,
defenderse a nuestra ciencia.
5 ¿Quién, si leuanta los ojos
a aquesa luziente esfera,
a su pesar no acredita
la verdad desta sentencia?
Pues por monarca esse sol
10 con tal temor se venera,
que al carearse con sus rayos
la vista ossada escarmienta.
Si assí embarga la atención
de vn objecto de grandeza,
15 ¿a qué no obliga la pompa,
lo eminente a qué no fuerça?
¿A qué lo heroico no intima,
lo sublime a qué no impera
de vna fiesta generosa,
20 tan a todas luzes llena?
Y si en empeños luzidos
tal vez se peligra en menguas,
¿a qué discurso, pues cuerdo
no amilanará la empresa?
25 Pero esta vez el valor
confiado todo se arresta;
que ay temeridad dichosa,
que en los riesgos más descuella.
Ni en la cumbre de los montes,
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descansa la omnipotencia.
[82] Este misterioso encuentro
70 gloriosamente corteja
de tres deuotas vn alma,
que en tres cuerpos oy alienta.
Y ha sido tanta su vnión,
que si aparatos de fiesta
75 no pudiera muchas manos,
aun en vn cuerpo se vnieran.
El teatro destas glorias,
(que fue de Clara la Iglesia)
con nouedad dispusieron,
80 y aliñaron con grandeza.
Tributó el vistoso mayo
esmaltes de su floresta,
la Pancaya los olores,
y el China las ricas sedas.
85 Del Apeles más diuino,
a las perfetas ideas,
si cuerpo las dio el pincel,
almas su primor alienta.
En campos de carmesí,
90 tanta luz se engastó bella,
que en él parece, que el cielo
aposentó sus estrellas.
O destrozados fragmentos
de aquese mayor planeta,
95 palpitando en cada parte
de su ardor vna centella.
El apetito achacoso,
que todo le descontenta,
en primores lucidos
100 remedio halló a su dolencia.
Porque si del claro templo
el aderezo contempla,
imperfecciones ignora,
aciertos solo numera.
105 Y tanto la parte, y todo
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se compite en la belleza,
que duda el primor, que alabe,
y qual primero se exceda.
Al mirar de los altares
110 el aseo, y la riqueza,
la armonía de sus lazos,
la arquitectura tan nueua,
Advierte le están llamando
de las paredes las señas,
115 donde el ingenio, y el arte
a esmeros los dos se apuestan.
Quando pudieran curiosas
ser embargo a sus potencias,
el cielo, o techumbre hermoso
120 admiración apareja.
Neutral se concibe todo,
y en confusión tan extrema,
el juizio suspende cuerdo,
por enmudecer la quexa.
125 Llegó la felize tarde
que al regozijo abrió puertas,
donde el panteón de Clara
logró primeras estrenas.
Vísperas solemnes fueron,
130 las que en suaues competencias,
si dexo dieron al día,
dieron principio a la fiesta.
Haziendo al sol que moría,
las más alegres exequias,
135 pues le solemniza el canto,
en lugar de las endechas.
El velo obscuro la noche
lúgubre estendió, y funesta,
mas por instantes a sustos
140 relámpagos la admedrentan.
Porque de fuego vn castillo,
que al ayre vfano se ostenta,
todo se desata en rayos,
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se lleuó la delantera
por lo Matías Xacinta
260 fue en su elección la primera.
Si escogió la mejor parte
María, quién se la niega
este día a otra María,
si a Iesvs assiste atenta.
265 Esta pompa, este apararo,
este esmero, esta grandeza,
es un bosquejo, vna sombra,
vna línea, y breue seña.
Del aseo, y del primor
270 de aquel timbre de eminencias,
de aquel modelo de arreos,
de aquel exemplar de fiestas.
En que san Buenaventura,
prototipo de abbadessas,
275 el día de santa Clara
ostentó galante, y nueua.
Y si a los rayos del sol
huyen las pardas tinieblas,
fuerça es, que a la luz de Clara
280 huya nuestra sombra opuesta.
Si en vn primoroso lienço
los claros más se releuan,
síguese, que en su cotejo
nuestra fiesta es sombra muerta.
285 Echó al primor de entendida
los esmeros de discreta,
no le faltando la dicha,
pues su ventura la llena.
Y si Galarça se aclama,
290 quien a dezir no se arresta,
que nos dexa atrás en todo,
como la garça ligera
basta vn rayo de la luz
de aquesta mayor estrella,
295 a anochecer otros solos
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Como el principal motivo de dar a luz las flores poéticas de este Ramillete,
aya sido redimir estos poemas de mi maestro, de las sombras del olvido, por esso
he atendido más al logro de los que aquí te dedico suyos, que de los propios míos:
con todo, te ofrece mi ingenio essos pocos que se siguen; y pues son flores cul-
tiuadas a su riego, no quiero se aparten de la vena, en que tuuieron su origen, su
crecimiento, y lozanía.
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78
ROMANCE
Si esta ciudad, de tu ingenio,
(¡o Arvildo!) luzes gozó,
el cielo de Catalina
goza oy también tu esplendor.
5 Y porque explayes tus rayos,
a vista del mismo sol,
entre accidentes los suyos
benigno Christo oculto.
Si Iuan del Cordero Sacro
10 fue la voz, que le anunció,
oy de vn Iuan, y este Cordero
feliz anuncio es tu voz.
Con que al mesmo tiempo logras,
no solo del Verbo Dios,
15 pero de la voz también,
ser eco, y aspiración.
Si el vergel de Catarina
se esmalta de tanta flor,
el Favonio de tu aliento
20 fragrancias oy respiró.
Siendo tu eleuado ingenio
la aveja, que en su candor
néctar estudia sagrado,
por paladearnos mejor.
25 El Paladar delicado
es el conbidado oy,
que como es manjar de sabios,
es muy sutil su sabor.
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DÉZIMAS
Llenó Tulio de orador
solo la capaz esfera,
si de Mantua la lumbrera,
solo de Apolo el honor:
5 mayor es vuestro primor,
Gutiérrez, según advierto;
pues lograsteis con acierto
el estilo del Romano,
la lyra del Mantuano,
10 dulce en vna, en otro cierto.
Las dos cumbres del Parnaso,
Apolo, y sol alumbráis,
Apolo quando cantáis,
sol (quando oráis) sin ocaso:
15 no es aquesta vnión acaso,
que si vuestro dulce acento
el risco muda su assiento,
el pecador su dureza,
que de orador a la alteza
20 tal premio dio vuetro aliento.
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80
DÉZIMA
Bergel, tu ingenio diuino
de amor la rosa produce
de vn Serafín, do conduce
el ámbar lo peregrino:
5 y siguiendo su destino,
aromas suaues tu aliento,
al discreto, y al talento
difunde de aquesta rosa,
defendiéndola Espinosa
10 del zoylo al atreuimiento.
81
ROMANCE
A la raíz de vn monte excelso
vn humilde valle alverga,
cristal mucho en breue espacio,
hijo altiuo de vna peña.
5 De tan sobervio presume,
que desconoce la tierra,
y en los altos repetidos
esfera en el ayre anhela.
¡O qué vfano se halla el prado
10 del cristal con la soberuia;
pues de vn ojo de sus aguas
por Polifemo se ostenta!
[87] Y al Polifemo del cielo,
que de luces se alimenta,
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82
ROMANCE
Mvcho cristal en su seno
concibe vna adusta peña,
y ya dolores de parto
en quexidos roncos muestra.
5 Todas las Ninfas del bosque,
que le assisten en su pena,
le anuncian, que dos arroyos
en cruel batalla le aquexan.
Por gozar el mayorazgo
10 sin duda de aquella selva,
que la ambición, aun en riscos
no falta quien los fomenta.
Su pecho en dos parte rompen,
nadie cede en la contienda,
15 y escamados viuorreznos
materno fuero atropellan.
[88] Y por verse ricos de aguas
más altiuos se despeñan;
a que impele al precipicio
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GLOSSA
Tan suspenso viue Fabio
en las acciones que emprende,
que aun absorto se suspende
en la voz que fía al labio:
[89] 5 verdades, que sin agravio
vn día advertí en sus penas,
que aunque al dezirse son buenas,
las palabras le faltaron,
y en aquestas se quedaron,
10 cosas suceden, que apenas.
El dolor que le atormenta,
de linage se presume,
que aunque el pecho le consume,
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XÁCARA
En nombre de Dios comienço,
que es el Christus de mi lengua,
´ mi cartilla
sin el Iesvs
nunca supe meter letra.
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85
86
Ya en el humor de tu corriente vena,
ya en lo galán de tu ribera hermosa,
alma estrena el jazmín, vida la rosa,
grana el clavel, y nieve la azuzena.
Assí, pues, en aquel dichoso huerto el sangriento sudor, y copioso riego
de nuestro Adam segundo se transforma en la rosa de los mártyres, en la azuzena
de las vírgenes, en los cárdenos lirios de los penitentes, y en el gyrasol obediente
de los religiosos. Quién negará este discurso al Chrisologo; porque aunque el afán,
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y cultura fue de los Apóstoles, mas el riego siempre de Christo. Ecclesiæ hortus —
— clausus stimulis disciplinæ: ab omni pessimo gramine Apostolico labore purgatus: fidelium
planta viis; liliis Virginum, rosis Martyrum, Confessorum viriditate amœnus.
Y si por sus eras dividimos estas flores, quién negará que desta sangre de
Christo contraxeron su color rojo, las rosas de los mártyres; que si de estas mate-
riales dixo el otro poeta, que era sangre la que tiñó su púrpura:
Vernantisque rosæ rubicundo sanguine florem.
Y Claudiano lo expressó no menos elegante.
Sanguineo splendore rosas.
Mejor afirmaremos de nuestros ilustres campeones; que en lo más ardien-
te de la batalla, mezclaron su sangre con la de su Dueño, con que tiñeron glorio-
samente la púrpura de sus hojas. Esto parece, que nos quiso decir Ambrosio: Vbi
Martyrum sanguis, ibi Christus, qui est flos subtimis. Pero mas al intento lo explicó un
ingenio de la religión ilustre de la Compañía de Jesvs: Suo sanguine rubicundo (habla
de Christo) ruborem suum traxere Martyres, vt essent rosæ ornatus pulcherrimi in Ecclesia
paradyso.
Que sean lilios las vírgines, ya se dixo, ni ay cosa más común en las Sagra-
das Letras. ¡Qué bien las ajusta la calidad del lilio! que si este florece mejor arran-
cado de la tierra, como lo dixo Hilario: Lilium enum auulsum a radice, et a terra, ex se
florescit, et virescit, et rursum suo honore vestitur. Las vírgines, pues, desvnidas de la tie-
rra de sus carnales apetitos, descuella [93] más su candor, y respira mayores fra-
grancias tan celestial virtud. Esto mesmo atestiguó el Imperfecto, hablando desta
flor: In frondibus vestiuntur candore, implentur odoribus, et quod terra radici non dederat, neque
radix illi, in visibili operatione Deus largitur. Mas sepamos de adonde le vino tanta her-
mosura. De la sangre, y riego de Christo, nos responde Zacharías: Quid pulchrum
eius. —— Nisi vinum germinas virgenes? Los lilios de las vírgines retoñecen de aque-
lla sangre. Pero con palabras más claras Oseas: Ego quasi ros Israel, germinabit sicut
lilium. No solo se vieron teñidos tan diuinos lilios del carmín rojo del Cordero;
pero también de el encendido coral de su propria sangre. Dígalo la valerosa Vrsula ´
con sus dichosas compañeras, pues trocaron lo cándido de su nieue, en lo rojo de
su púrpura; que no es nouedad cambien con esta su candor los lilios, pues la espo-
sa los encontró purpúreos en su vergel, con que les vino nacido el color a los rojos
labios de su amado: Labia eius lilia distilant ia mirrham primam. Este sentir aplauden
los expositores sagrados, y lo advierte el eruditíssimo padre Luis de la Zerda: Alba
lilia ad discrimem aliorum, quæ rubent: vidi ego in Hispania sepe rubentia lilia, quia iis eadem
forma cum aliis, tantum diversus color.
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Y si en singular cogemos alguna destas flores, quién no dirá, que esta rosa
ilustre de la Iglesia, el gloriosíssimo apóstol de las Indias San Francisco Xauier;
pues toda su vida se vio coronado de espinas; no solo por los innumerables tra-
bajos que le cercaron; pero por auerse hallado tantas vezes bañadas en sus sagra-
das plantas del rigor de los abrojos: participando mejor de su soberano carmín su
purpúreo color las rosas que no de la sangre que vertieron las plantas de la mentida
Venus. Oygamos su fábula, y consagrémosla en este dístico a tan ilustre Apóstol.
Per sylvas Citherea suum dum plorat Adonim
Purpureas fecit sanguinem æsta rosas.
Y si la rosa resiste al tiempo, y aun en su propio cadáuer conserva su color,
y fragrancia, como lo dixo muy bien Anacreón en el Hymno a la Rosa:
[94] Hæc tempore resistit,
Huius Senecta suavem
Servat iuvente odorem.
A ninguno otro retrata más viuamente esta flor, que al gloriosíssimo Após-
tol de las Indias San Francisco Xavier, cuyo cuerpo sin corrupción resistió a la
iniquidad de el tiempo, que lo reduce a polvos todo; cuya fragrancia aun se con-
serva en su cadáuer, verdaderamente rosa en todo.
Conociendo la actiuidad, y voracidad del fuego, y lo estéril deste elemen-
to, me hizo nouedad, que las llamas produxessen flores: y por consiguiente extra-
ñé la sentencia de Marcial, que se la dio a su incendio: Florem ignis. No menos
osado lo asseguró Lucrecio.
Donec flammai fluxerunt flore coorto.
Pero depuse esta admiración, cuando me acordé que avía vn San Lorenzo, que no
solo fue laurel contra la voracidad del rayo; pero flor del fuego, que encendió la
tyranía, que aviuó la crueldad; o si no digan cuál otra.
No solo dio riego Christo con su sangre, para que creciessen tan varias
flores, como esmaltan, y hermosean el jardín de la Iglesia; no solo se alegra, y
diuierte entre ellas; qui pascitur inter lylia; no solo las coge para recrearse con su fra-
grancia; dilectus meus descendit in hortum suum, vt pascatur in hortis, et lylia colligat: Pero
él mesmo le alaba, que fue la flor, que fue la rosa (assí se colige del hebreo) que
fue el lylio: Ego flos campi, et lylium convallium, que admiraron, y veneraron nacida los
pastores y reyes en los campos de Belén: mas en la Cruz, dize Ambrosio, descu-
brió esta divina flor lo más fragrante de sus colores, y lo más florido de su fra-
grancia. Flos odorem suum: succissus reservat, et contritus accomulat, nec auulsus amittit ita et
Dominus Iesvs in illo patibulo Crucis, nec contritus emarcuit, nec avulsus euanuit, et illa lanceæ
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punctione succisus sacro speciosior fusi cruoris colore vernauit: mori ipse nescius, et mortuis
æternæ vitæ munus exalans.
Pero a mi ver, donde desabrochó lo más florido de su elegancia, fue en el
Sacramento del Altar; pues no solo gusta de verse murado del candor de los lylios:
Sicut aceruus tritici valatus liliis. Pero él mesmo quiere ser el compendio de las flores
en esas sagradas aras. Bona paseua Divina Sacramenta. Carpis [95] illic nouum florem, qui
bonum odorem dedit resurrectionis: carpis lylium, in quo sit splendore æternitatis: carpis rosam,
hoc est, Dominici Corporis sanguinem. Nunca más dulce el Milanés, que quando de tan
divinas flores saca tan suave ambrosía.
Quién le puede quitar a María Santíssima, que todos le aclamen rosa,
quando el Ecclesiástico lo afirma: Quasi plantatio rose in Hierico. Y la Iglesia la aplau-
de con tan regio timbre: Rosa mystica. Y discantó Bernardo: Maria autem rosa fuit
candida per Virginitatem, rubicunda per Charitatem; candida carne; rubicunda mente: candida
virtutem sectando, rubicunda actum carnalem mortificando: candida Deum diligendo, rubicunda
proximo compatiendo.
Y si por el riego de la sangre de Christo se adornó de flores este Iardín de
la Iglesia, y limpió de los pungentes abrojos del pecado. También por medio des-
tas dos sagradas rosas, y diuinos lylios de Iesvs, y María, se medicinó la culpa de
nuestros dos primeros padres. Oygámoslo a Agustino: Hæc est enim flos campi, de qua
ortum est pretiosum lylium con vallium, per cuius partum mutatur natura Protoplastorum, delec-
tur, et culpa. Y de la Rosa María, lo cantó con la dulçura que suele Sedulio.
Ac veluti spinis mollis rosa surgit acutis,
Nil quod ledat, habens matremque obscurat honore:
Si Evæ de Stirpe Sacra veniente MARIA,
Virgines antiquæ facinus nova Virgo piaret.
Por ella se vio libre el mundo de los dolores, que le ocasionó con sus espinas Eva.
Estas son las Flores Sagradas que te ofrezco en varios poemas. Y hallarás
quan bien dize el título con los argumentos, sobre que discanto. ¡Ojalá se aya ajus-
tado el ingenio! Mas temo, que avrá salido más hajado, que expressado lo viuo de
los colores que piden tan Divinas Flores. Pero si las ha cultivado lo agreste de mi
ingenio, y ellas son rosas, y lylios; fuerça es que ayan contraído las espinas de mis
defectos. Mas quando el fértil campo, la primera vez que le cultiuó la cuydadosa
mano del labrador, se vio del todo libre de abrojos.
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87
[96] NACE IESVS, ENCENDIDA FLOR QVE AL
[96] NACE IESVS,
´ ENCENDIDA FLOR
QVE AL CVBRIRSE DE PÚRPURA SE ABRASA EN NUEUO AMOR,
O QUE SIENDO AMOR, VIENE A COGER ROSAS, QUE AUNQUE
LE PIQUEN, SE ENCIENDAN EN AMARLE
TEXTO
Nacéis flor de fuego, y luego
sangre empezáis a verter;
esso, mi Dios, es querer
vencernos a sangre, y fuego.
GLOSSA
Tan presto es Dios como amante
ataja luego el dolor,
luego executa el fauor,
luzes luego al passo errante:
5 pues tan luego, tan constante
es vuestro amor, y es vn fuego,
diré, mi Iesvs, no ciego,
que para dichas del hombre
de Virgen vara (aunque assombre)
10 nacéis flor de fuego, y luego.
Flor de luz nacéis al cielo
en tanto luciente rayo,
y haziendo al Diziembre Mayo,
neuada flor en el suelo:
15 de vuestro amor el desvelo
tanto se llegó a encender,
que porque de humano ser,
vuestra flor tiña luziente,
la toga, que estrena ardiente,
20 sangre empezáis a verter.
Essa púrpura que ostenta
Amor, si atiendo a la Ley,
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no es abonaros, no Rey,
quando culpado os afrenta:
25 pero si el amor intenta
de esse San Benito hazer
gala de tan noble ser,
dirá en assunto tan raro
mi corto ingenio a lo claro,
30 esso, mi Dios, es querer.
Humana rosa es su Oriente
cerca la espina de Adán,
y en tan peligroso afán
vuestro amor la busca ardiente:
35 Mas al cogerla, vna fuente
brotáis de sangre ¡o qué riego!
que si acaso no estoy ciego,
en ella auiuáis su ardor,
porque pudiesseis mejor
40 vencernos a sangre, y fuego.
88
CANCIÓN
Gallardo Ioben, que en Auroras breues,
Abriles disciplina, al sol da ensayos,
de sus mexillas en luzidas flores,
de su cabello en florecientes rayos:
5 de ingenio, y de poder no señas leues,
de aquel Monarca, que a su aliento ardores
el zafir, como flores
logra el suelo, de Adán aqueste alfombra,
solio essotro se nombra.
10 Mas ¡ay! de embidia el Aqueronte lleno
exhaló su veneno,
deste Adonis hajando la açuçena,
y la luz que alimenta más serena.
Adonis bello, aquel glorioso empleo,
15 no de Chipre deidad, deidad mentida
si del amor eterno, que en su llama
el coraçón de yelo logra vida:
Adonis, si imán antes del deseo,
blanco ya del rigor duro se aclama;
20 que en vn tronco le infama
Proserpina cruel, Marte embidioso,
el Plutón orgulloso,
y essotras fieras del averno escuro,
con que el aliento puro,
25 que candores rosó el primer instante,
negra sombra le huella ya triunfante.
[98] Del Empíreo Cupido, pues, diuino,
viendo el estrago de su Adonis bello,
lleuado de su amor baxa emboçado,
30 porque otra vez la imagen en su sello,
vida logre, mejore su destino,
¡O cómo se atropella lo sagrado!
pues el infierno osado,
la culpa cruel, los vicios cautelosos
35 executan destroços
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89
SONETO
En vn jardín, palestra ya a la vida,
nueua Atalanta emprende la carrera,
y quando el viento atrás dexa ligera,
de oro Pomo la enfrena presumida.
5 Al sagrado Hipomenes ya rendida,
entonces, por trofeo, de vna higuera
hojas ofrece, por la vez primera,
que su altivez confiessa ser vencida.
Mas la segunda el curso intenta en vano,
10 de Belén en el campo, a quien la grama,
y la dorada espiga le corona:
Rindiola agora quanto más humano;
vna, pues, y otra ofrece una hoja, y rama,
esta a su planta, essotra a su corona.
90
SONETO
Este de la deidad eterno RAYO,
de su niñez él a primera AVRORA,
mejor que essa del cielo perlas LLORA,
cada mexilla a perla brota un MAYO.
5 Tanta luz, tanta perla, ya es DESMAYO
a aquella luz con que enriqueze, Y DORA
la antigüedad a su feliz PANDORA;
aquella la verdad, sola esta ENSAYO.
Ensayo en su candor es el ARMIÑO,
10 y en su color purpúreo es el MADROÑO,
y Abril en labios de clabel RISVEÑO;
A todo se auentaja aqueste NIÑO,
y si agora su mayo hará su OTOÑO
en vn monte pendiente al sacro LEÑO.
92
SONETO
Repetido rubí de Christo infante,
no al hierro, al pedernal esmalta hermoso,
mas si acusa en aquel lo ignominioso
de la culpa, ¿qué ofrece en su semblante?
5 Pero no, que en la cruz, quando triunfante
de Luzbel avassalla lo orgulloso,
el hierro manosea belicoso,
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SONETO
Qvando la noche más de horror vestida
y de esquadras de sombras más armada
esgrimen estas la triunfante espada
de los ojos, y luz contra la vida:
5 Y quando mas gozosa esta homicida,
de nueuos rayos viéndose assaltada
se quexa al sol, al sol toda turbada,
que embidioso, que infiel su curso impida.
10 Mas reconoce ya, que vn sol que llora
en luz la anega en su primera Aurora.
Y trasformado el suelo en firmamento
cada lagrima es astro al lucimiento,
formando de María el pecho bello
la via Lactea en su mayo destello.
94
ROMANCE
Asesta vn dichoso amante
por blanco de sus deseos
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a Iesvs,
´ que de María
pende joyel en el pecho.
5 Ya no proprias las acciones,
apenas el pensamiento;
que transformado en su amor,
ya no es suyo, ya es ageno.
Los labios sin voz segura,
10 el alma toda respetos,
a su querido le dize
en balbucientes acentos:
“Si sol nacéis entre sombras
por desterrarlas más presto,
15 vna noche soy de culpas,
esclareced mi emisferio.
”Si esse ardor busca la nieue,
soy vn elado arroyuelo,
desatadme las prisiones,
20 a vos correré ligero.
”Si por grano soberano
buscáis de pajas el lecho,
sea alvergue el coraçón,
pajas mis vanos afectos”.
[102] 25 Con esto que se traslade
le pide a sus braços tierno,
que si es Cupido diuino,
será esfera de su fuego.
95
AL INTENTO DEL MESMO NACIMIENTO
ROMANCE
No me hieran tus flechas
¡o hermoso Niño!,
porque es muy corta hazaña
para vn rendido.
GLOSSA
A contemplar la hermosura
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96
[103] De vna niña quiero hablar
en mudarse tan muger
que dexa a vno por dos,
y aborraçe a dos por tres.
97
98
35 te verás vendido.
A los treinta y tres,
¡o con qué prodigios!
dexarás la vida,
de amores rendido.
40 Si el cruzado leño
fuere tu cuchillo,
cuchillo de palo
cortará tus bríos.
Dame una limosnita
45 Niño bendito,
dame las buenas Pascuas
en que has nacido.
99
AL NACIMIENTO DE CHRISTO,
FVE ASVMPTO DE VN CERTAMEN ESTA
SILVA
Sombras de culpa con tirano imperio,
el Orbe todo crueles oprimían,
y el caos primero a orrores repetían
de aquel, y este emisferio,
5 quando las formas rudas no gozauan
esmeros que en su ser acreditauan.
En este desaliño barajadas.
de aquella flor, de su belleza hajadas,
antes que de Iesvs´ el sol hermoso,
10 de luz piélago vndoso,
con su esplendor introduxesse el día,
y a este confuso globo su armonía:
a cuyos rayos su hermosura el prado
en variedad de flores á esmaltado;
15 el mar sus ondas, montes inconstantes,
la tierra montes, de esse cielo Athlantes,
que del hombre la culpa, y desafueros
a lo insensible perturbó sus fueros.
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100
[106] AL SANTÍSSIMO, TROBA DE OTRA LETRA HVMANA
ROMANCE
Los soberanos Cherubes
rizan la pluma de nieue
a los rayos de Iesvs,
´
sol oculto entre accidentes.
5 Y aquesta nube de plata
la veneran tan luciente,
que della corona forman
a sus cherúbicas sienes.
Ya deste suelo en el prado,
10 del cielo viuen ausentes,
luego que miran sus ojos,
que este pan los cielos llueuen.
¡O! como se olvida el hombre,
y ellos como velan siempre,
15 poco le tira su zelo,
y por aquesto se duerme.
Zelos concibe el amor,
y pues zelos no le mueuen,
quando en la culpa reposa,
20 ni zelos, ni amor no tiene.
Mas ya conozco en su olvido,
que ingrato el hombre le ofende,
y que los cherubes dél
son en su amor diferentes.
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101
ESTRIVILLO
Venga el Esposo Christo en Pan Divino,
en buen hora venga,
pues se verá de luz
el alma llena.
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102
ROMANCE
Entre nubes de accidentes
festiuas luzes rayó
a este Alcázar de María,
de Iesvs
´ el nueuo sol.
5 Es misterio de pureza,
y assí su mayor candor
acredita en este Templo
de su limpia Concepción.
Mas si deste sol aurora
10 es María, ¿quién dudó,
que entre sus cándidos braços
salga a luzir oy mejor?
Los que buscáis de Iesvs´
más templado el resplandor,
15 miralde, que en esse cielo
benigno siempre influyó.
Atendelde entre essas nubes,
que a embozos que ella le dio,
menos lástima se llama,
20 menos abrasa su ardor.
103
104
10 a su eminencia de vn buelo.
que el amor os da sus alas
con que la escaléis tan presto.
En sus plumas bien podéis,
Niña, bolar sin rezelo,
15 y aun de ella nido, y sagrado
formar para vuestro pecho.
De aquí generosa Ave
saldréis con tan nueuo pelo,
que dél dichosa podréis
20 vestir al eterno Verbo.
105
106
108
109
AL MESMO INTENTO.
APLAVDIENDO TAMBIÉN LAS NOBLES PRENDAS
DE LA DEUOTA QUE TODOS LOS AÑOS LE FESTEJA
ROMANCE
Mvcho Tomás de tus cultos
te mereció tu valor,
más de vna Mori ilustre
mucho su amor te adquirió.
5 Del pecho con todas veras
Vera en tus fiestas te honró,
que no burla quien es noble,
quando le obliga su honor.
Repite fiestas a fiestas,
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114
Oye por corona destos míos, algvnos versos que han llegado a mis manos,
de los muchos que compuso mi maestro, que en varios assuntos sagrados me cons-
ta desabrochó, no pocas flores su ingenio.
115
116
DÉZIMA
Preg. Si es de su muerte trasunto
esse misterio sagrado,
¿cómo en candor se ha trocado
la sangre que dio a vn difunto?
5 Resp. Fue del amor este assumpto
que el incendio que oy alienta,
y entre esse candor fomenta
esse neuado ademán,
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DÉZIMA
¡O qué ligera nauega
de sangre en el rojo mar
naue que vino a cargar
trigo en la terrestre vega!
5 Mas si en sombras de fe ciega
sulca, ¿cómo puede el puerto
coger, aunque sea cierto?
Pero si es piloto amor,
sin vista guía mejor,
10 como entre sombras experto.
119
120
SONETO
A impulsos del rigor, y la vengança,
en sangre propia se miró teñido
aquel fuerte León, cuyo bramido
assombra al suelo, ya aun al cielo alcança.
[116] 5 Retiró su valor, y en tal confiança
del más cobarde pudo ser vencido;
traza fue de su amor, que assí oprimido
mejor de la vida a su enemigo afiança:
Vida fue en el panal, que labró diestro
10 la abeja de su amor, si dio colmena
su cadáver, que néctar ya propina;
Iuntó la cera como sabio maestro,
porque si al hombre de dulçura llena,
auyenta sombras con su luz diuina.
121
AL MESMO INTENTO
DÉZIMA
Preg. Si es Christo en el sacramento,
sol en su brillar lucido,
¿cómo entre nube escondido
permite su lucimiento?
5 Resp. No es de su luz detrimento,
es ingenio la piedad,
segura su claridad
a la vista más experta;
ofrécela, pues, cubierta
10 por templar su magestad.
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122
DÉZIMA
Por coger fruto sagrado
sube la Esposa a la palma,
Christo del hombre a la palma
baja, y dalo consagrado:
5 ¡Oh qué trueque afortumado!
gana palma merecida
el alma con tal subida;
Dios no puede más subir,
y assí solo en su abatir,
10 logra essa palma crecida.
123
a su propio original,
que si atiendo a lo cabal,
queda indeciso el trofeo:
15 esto es cierto, pues aún creo
que nuestro Xauier dichoso
oy dudara cuidadoso
si del éxtasi bolviera,
en qual de los dos viuiera
20 su espíritu generoso.
Y si de Arriola a la idea
se delineó aqueste bulto,
oy con más que humano indulto
nueua vida se grangea:
25 pues bien puede ser que sea
del Artífice la mano,
mas su afecto pudo vfano
introducirle el aliento;
que amar, es merecimiento
30 de obrar a lo soberano.
Si el retrato miro atento,
entre el gozar, y el penar,
le he llegado a contemplar,
¡quién vio en la pena el contento!
35 mas valerse del tormento
fue cautela de Xauier,
pues fuera fuerça perder
en tanto gozo la vida,
y por que mejor se mida,
40 templa el gozo el padecer.
Y si la planta vltrajada
viuiente púrpura vierte,
también el alma revierte
gozo, que al rostro traslada:
45 ¡qué dicha tan declarada!
pues oy llego a presumir,
que su planta en el sufrir
fue la raíz, que aunque penosa,
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DÉZIMA
A la China, ¡o qué gozoso
camina Xauier, y alado!
pero el paso ¡ay Dios! elado
le embarazó cauteloso:
5 con que ya no luminoso
goza al chino su esplendor;
mas deste ocaso, y horror
logró mejor su luzir,
que remontarse al zafir,
10 fue alumbrarle más su ardor.
125
126
aquesse Sacramento, adonde combida a los afligidos mortales, para que se recre-
en con su belleza, y suaues aromas, mejor que con las que cultiuan los más fra-
grantes Mayos, y más hermosos jardines: In agro Corporis Christi (dijo Pascasio)
Thesaurus absconditus vernat floribus: de quo sane agro, plane vitæ, id est, carnis, et potus san-
guinis sumentibus quotidie exuberat.
Que María sea vna rosa, ya lo hemos ponderado en otra parte; pero oigá-
moselo segunda vez a la dulçura de Bernardo, donde contraponiéndola con Eva,
dize: María solo es la rosa, ella la espina, María la que nos halaga Madre, ella nos
punça madrastra; María nos asseguró la vida, ella nos acarreó la muerte; María nos
traxo las felicidades, ella las desdichas: Eua quidem spina fuit, María rosa: Eua spina
vulnerando; María omniun afectus rosa mulcendo; Eua spina infigens omnibus mortem: María
rosa reddens salutiferam omnibus sortem. Y si la rosa arrancada, mustia, y aun seca con-
serua la vida de su fragrancia, como dezía en otra parte con Anacreón, y lo cantó
don Luis de Góngora, con la suauidad, y cultura tan propia suya, hablando en la
muerte de vna belleza con la metáfora de la rosa.
127
el fuego nazcan flores, como dezía Lucrecio: Donec flammas fulxerunt flore coorto.
Ningunas otras puede producir estas flores que las llamas de Ignacio.
[124] Que sea la rosa vn viuo simulacro de Ignacio, no lo dudo, no solo,
porque aquella preside a las demás flores; y este glorioso Patriarca fue cabeça de
su Sagrada Familia; pero principalmente, por las innumerables espinas y abrojos,
que le cercaron de persecuciones, de trabajos en su conversión, por el discurso de
su vida, y después de su muerte; pero de ellas brotaron mejor la púrpura de sus
virtudes, que le ilustraron tanto, y hizieron tan admirable mundo. Parece que le
estaua mirando San Nilo, quando prorrumpió en estas palabras, y razonó estas
rosas: Tolera tribulationes inter ipsas enim virtutes; quemadmodum inter spinas rosæ rascun-
tur, et germinant. Esta es la herencia que ha dexado a sus hijos, estas espinas, digo,
de trabajos y persecuciones; pero qué rosas tan admirables han producido de
varones ilustres para honrarle como a Padre, para coronarle como a vencedor.
Y si atendemos al argumento, en que más se dilatan estas flores panegíri-
cas de obispos, pontífices sagrados, que rigen con su zelo tan dilatadas Prouinçias,
reconoceremos que a ninguna otra dignidad quiso Dios que declarassen ni expre-
sassen más viuamente las flores, que a la Pontificia. Pues en aquella competencia
entre las Tribus de Israel, sobre la antelación del Sumo Sacerdocio, dispuso el
Señor que las flores de vna vara fuessen el hábito que decidiessen por Aarón:
Inuenit germinasse virgam Aaron, et turgentibus gemmis exuperant flores. Porque se enten-
diesse, dize Ambrosio, que la flor de tan suprema dignidad, nunca pierde la gracia
de su verdor, y lozanía, siendo la raíz de la humildad la que mejor da vida a los
esmaltes de sus flores: Virga quid aliud ostendit, nisi quod numquam Sacerdotalis marcesc-
it gratia, et in summa humilitate habeat in suo munere commisu sibi potestatis florem. Fueron
estas flores de almendro, árbol que florece primero entre las demás plantas, y con
el mesmo madrugar, y anticiparse a las otras, adquiere, y retiene, según el hebreo,
el nombre de vigilante. Oigamos al sapientísimo padre Cornelio, a lapide: Quia
amigdalus prima inter arboles floret, primaque suas boccas, et flores producit vnde Hæb, vocatur
sea Ked, id est, vigilans, quod prima inter arbores post hyemem evigilet, et floreat. Hinc illud
Ierem. 1, 10, virgam vigilantem ego video, alii vertunt virgam amigdalinam ego video. Símbolo
expreso adelanta el mesmo Cornelio de la vigilancia que debe tener vn obispo:
Hæc virga significat qualis debet [125] esse Pontifex, scilicet, cum debere esse vigilantem.
No solo el almendro; pero también la rosa es geroglífico de la vigilancia,
y declara muy bien la que deben tener los obispos sobre la grey que rigen; pues se
anticipa a las demás flores, y es la que madruga a traer, como dize Cicerón, las ale-
gres nueuas de la florida Primauera: Cuius initium non a Fauonio, vel ab aliquo astro
notabat; sed eum rosam videret, tunc incipere ver arbitrabatur. Madrugan las rosas, y a los
primeros crepúsculos del día, a los primeros desperezos de la Aurora, despliegan
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los labios de sus hojas por concebir las perlas, que en rocío las franquea el cielo.
Assí exhorta Venus allá en Claudiano a las Ninfas que la siguen, que se leuanten
con la Aurora a coger las flores, que tanto antes preuienen a sus rayos, mientras
ella se entretiene en coger las rosas, que como luzero de los vergeles preceden al
sol, y a su desseada venida.
Huc elapsa cohors gaudet per florea rura,
Hortatur Cytherea legant, nunc ite sorores,
Dum matutinis præsudat solibus aer,
Dum meus humectat flaventes lucifer agros
Roranti prouectus equo, sic fata dolores
Carpit signa sui.
Esta atenta vigilancia sobre sus obejas, es el principal oficio de los obis-
pos, y de tanto cuidado, y monta, que el eterno y supremo juez, no les ha de pas-
sar por alto el más mínimo descuido en tan soberano empleo, como decía Pablo:
Obedite Præpositis, vestris, ipsi enim peruigilant, quasi rationem pro animabus vertris reddi-
turi. No solo tan atento desvelo expressa la rosa; pero también otras calidades de
tan supremos prelados; o si no, que quiere dezir aquel desabrochar los senos para
recibir el rocío de el cielo; no otra cosa, que dar ensanchas a los mayores retiros
del coraçón, para recibir la sabiduría de lo alto, que después se ha de comunicar a
los fieles, que le reconocen pastor. Lo roxo del color significa la charidad abrasa-
da para con Dios y sus próximos. Aquel desnudarse de sus hojas para cubrir la tie-
rra, executa a la piedad para derramarse en limosnas, amparar, y vestir a los des-
nudos, que solicitan su abrigo.
[126] Estos son los más de los assumptos destas flores panegíricas; por
ellas reconocerás, que assí en lo sagrado, como en lo humano, no simbolizan mal con lo
que en ellas se discurre, principalmente las rosas, que con la púrpura de sus hojas y
agudo de sus espinas, singularmente expresan los más de los assumptos. No temas
el cogerlas, que no te lastimarán desapacibles, antes bien te solicitarán
amorosas, que ya en otra ocasión el gran Basilio desarmó de este
recelo, advirtiendo a vn amigo, que más le picarían el gusto,
que le retirarían la mano al cogerlas: Natura tenues illas
spinas, velut amatorias quosdam stimulos eius amatoribus
ad florem produxit, ad maius desiderium per
male ferientes aculeos tactum irritans.
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130
´
AL DEZIR ESTA COPLA VLTIMA, VA SALIENDO APOLO, Y MIRÁNDOLE DAFNE,
PROSIGUE ALBOROTADA
131
AL FESTEJO QUE HIZIERON LOS PASSAGEROS A NUESTRA
SEÑORA DE PAYTA EN RECONOCIMIENTO DEL BUEN VIAGE
QUE LES AUÍA DADO
LOA
Llegose el dichoso día,
en que en la arena escamosa
saludamos los cristales,
nos fiamos de las ondas.
5 De Panamá despedidos
(salamandra de sí propia,
que eternamente reuiue,
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conocimos la Gorgona,
que a violencias de las aguas
que vigilancia no dobla.
No desmayó el coraçón,
50 que en peligros más de monta
halla asilos en María,
amparos en ella logra.
De Monserrate la imagen
todos humildes invocan,
55 obedeció el mar, y el viento,
este, y aquel la lisonja.
[135] Agradecidos rendimos,
en la que viue custodia,
si los labios a sus aras,
60 dé amor fuego a sus antorchas.
No se estrecha en vn lugar,
ni su amparo, ni su gloria,
en muchas se multiplica,
porque la hallemos en todas.
65 Entre las toscas arenas
deste mar, y desta costa
de Payta, panteón erige;
tosca funda a tanta joya.
Leuanta farol en ellas,
70 que el nauegante entre sombras,
conducido de su luz,
ni peligra, ni zozobra.
Norte es hermoso a quien mira
el piloto en su derrota,
75 ninguno acertó en el rumbo,
que desviasse su proa.
Es la aguja, que los vientos
tan iguales los conforma,
que el timónel no delira,
80 si la atiende, y mira sola.
Es la Luna hermosa, y bella,
que aunque de Payta se nombra,
no ha burlado los deseos
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132
LOA
Vistoso sol oy María
luce en nevados zafiros,
cielo, que de dos amantes
le consagro afecto pío.
5 (Sabias togas, do se acata
el regio esmalte de Tiro,
que en alteza tan suprema
se emboza todo vn Filipo).
(Pastor sacro, a quien el docto
10 solo os conoce en el silvo,
que es tan sutil vuestro aliento,
que le ignora el tardo oído).
Y aunque es el Agosto ardiente
gira en congelados vidrios;
15 prodigio, que ya los rayos
viuan helados peligros.
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133
135
95 ni a Alexandro le acompaño,
ni con Midas la compongo.
La piedad, que en ti venero,
aunque le gozan oy todos,
de ti huyen sus noticias,
100 que te culparás por corto.
Que ay dádiuas, que a las vozes
deven sus crecidos colmos,
tan vanas, que su substancia
fundan en débiles soplos.
[150] 105 Como truenos, que espeluzan
los más eleuados olmos,
amagos, siendo sus bríos,
ayre siendo sus assombros.
Tu humanidad es el sol,
110 que con imperio amoroso,
si los solicitas Clicies,
rayos te rondan absortos.
Si a Occeanos de tu ciencia
buço me arrojo curioso
115 bellas se ostentan las perlas,
ricos brillan los tesoros.
De vn Tomás luze lo agudo,
y lo moral de vn Gregorio,
de vn Chrisólogo el concepto,
120 de Bernardo lo piadoso.
Esmaltes logra Agustino,
Niseno glorioso apoyo,
y Gerónimo respetos,
si luz erudita Arnoldo.
125 Siendo tan francas sus venas,
y tu raudal tan vndoso,
que le ha gustado el que sabe,
no se ha negado el indocto.
Lucidos rayos son estos,
130 que abonan más tu decoro,
y bello esplendor, en quien
más te acreditas Apolo.
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hidalgamente recibe
de vn pobre cualquier retorno.
Malsabidilla se aclama
el festejo que os propongo,
175 más asseguro al discreto,
que es alma, que ingenio es todo.
No demando, no silencio,
porque si el que escucha es docto
como lo estudia lo enseña.
180 ciencia es que la saben pocos.
Al necio no se lo pido,
ni al que fiscaliza momo,
que fuera darles la gloria,
de que no eran vno, ni otro.
136
no le tuuiessen gustoso.
Con qué repetidas ansias
batalló con los estorvos;
que es dogal la detención
60 al que espera ser dichoso.
Casi en dos años de ausencia
vacilara aún vn escollo,
nuestro amor solo ha podido
ser Atlante de sí proprio.
65 No desesperen deseos,
que vn bien grande es muy costoso;
y si lo dilata el tiempo,
el tiempo también da el colmo.
Nuestras dichas oy lo digan,
70 publíquelo nuestro gozo,
que si al sol lloró en ausencia,
a su luz ríe gustoso.
[154] Ya le tiene nuestro Quito,
y aquestos montes famosos,
75 cuyas plantas oy coronan
sus más erguidos escollos.
Bien puede de su virtud
temer el escandaloso;
que es muy cobarde el delito
80 de vna piedad a los ojos.
Ya en su redil los corderos
abriga en viuientes copos;
¡qué de nieue a su pureza
devemos sus hijos todos!
85 Lo entendido en su enseñança
conseguiste clero docto,
que aumentos goza el saber
a rayos de tal Apolo.
Esta estendida Provincia,
90 que en sus esforçados ombros
tanta nobleza sustenta,
tanto timbre generoso,
logra en ti, corona ilustre,
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137
[156]AL SEÑOR DON ALONSO DE LA PEÑA MONTE-
NEGRO, OBISPO DE QUITO, AL RECEBIMIENTO QUE LE HIZO
EL COLEGIO DE COLEGIALES DE SAN LUIS, ENTRE LOS
PERSONAGES DEL COLOQUIO DEL VALIENTE CA NA NEO
Can. Gloriosa ambición me alienta,
a dicho riesgo anhelo,
¡o gran Señor!,
Rey Por lo ilustre,
Aquí. Por lo docto, 5
Nize Por lo entero,
Sacer. En cuyos ombros Alcides,
en cuyo desvelo eterno,
el Athlante de dos mundos,
Mund. Fía dichoso este imperio. 10
Rey A elevada cumbre aspiro;
grande assumpto es el que emprendo
sabio Patrón.
Aqui. Pastor sacro,
Niz. Y vigilante maestro, 15
Sac. Cuyo silbo,
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´
AL DEZIR ESTE VLTIMO VERSO TOCARÁN INSTRUMENTOS MÚSICOS EN EL
VESTUARIO, Y SE CANTARÁ EL ROMANCE QUE VA AL FIN DESTA, Y PROSE-
GUIRÁ DIZIENDO EL MUNDO
ROMANCE
Por vn alto monte baxa
vn arroyo cristalino,
de claro, y noble linage, 255
por ser de vna Peña hijo.
Con sus crecidos raudales
fecunda valles vezinos,
a su caudal poca tierra,
y a sus aguas corto sitio. 210
Discurre espaciosos campos,
y llegando a los de Quito.
de su riego acariciados
en frutos pagan opimos.
La noble planta ya viste 215
verdor nueuo, y nueuo aliño,
oy renouando la gala,
que le hajó el vicioso estío.
El árbol seco del pobre
a su cristal siempre pío, 220
burlará con hojas nueuas
las inclemencias del frío.
La rosa siempre doncella
por lo intacto, por lo lindo,
se hermoseará con sus perlas 225
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de virtudes, y de avisos.
[163] Este clavel de S. Luis
de púrpura ennoblecido,
las fragrancias del saber
logrará de su rocío. 230
Estriu. ¡O qué galas que visten
campos de Quito,
y a su riego el Colegio
qué de jacintos!
138
Si es Augustino eminente
Monte, en cuya cumbre apoya,
mejor, que en Athlante el Cielo
su Esfera la Iglesia toda:
5 Ya no admiro se desate
de su altura, sonorosa
fuente, que en raudal crecido,
de Fuentes renombre logra.
Tan festiua se despeña,
10 que el risco que más la estorva,
obligado de su alhago,
su altiuez le rinde prompta.
Y si explaya sus corrientes,
de oro las arenas corta;
15 que pues le impele el amor
piedras de rigor no ronda.
Las vegas que ha fecundado
lo digan a espigas rojas,
que en aumentos de sus dichas
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139
[165] INTRODVCCIÓN EN FORMA DE COLOQUIO, PARA
LA FESTIUIDAD DE SAN IGNACIO DE LOYOLA
RETÍRASE A VNA ENRAMADA, QUE ESTARÁ DISPUESTA; Y POR VNA PARTE SALE
PÍNDARO, QUE REPRESSENTA LA POESÍA CON HÁBITO GALÁN: Y DEMÓSTENES
POR OTRA, QUE FIGURA LA ORATORIA EN HÁBITO LARGO; Y SIN MIRARSE, DIZEN
no te reprime furioso?
¿No sabes que de las letras
soy el lustre, y el emporio,
en cuyos labios estudian
140 los oradores más doctos?
[169] Yo en las Cáthedras presido,
en las Audiencias abogo,
en los Púlpitos persuado,
y soy del más sabio apoyo.
145 Y si neutral aún te hallas,
sin que tan altos apodos
te hayan advertido, sabe,
que la Oratoria me nombro.
Si este es mi mayor blasón,
150 ¿qué ignorante avrá, o qué indocto
que advertido no sentencie,
que el orar no toca a otro?
Píndaro Muy presumido te ensalças,
¡o lo que estudias de apodos!
155 con que sobervia blasonas,
ser de las ciencias los polos.
Apea essa presunción,
si no quieres como a loco,
con el castigo a tu acuerdo
160 te buelua, no sin oprobio.
Ignorará de esse Cielo
ser el que preside Apolo,
¿quién negare del liseo,
a mí se me deua el solio?
165 Soy de las hermanas nueve
el aliento generoso,
y esto basta, que oponerte,
es arriesgar tu decoro.
Demóstenes En rabia alimento el pecho,
170 llamas abortan los ojos,
¿cómo todos los viuientes
no me vengan animosos?
¿Pero mi brío?
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Aunque las Loas que aquí te ofrezco de mi maestro, bastauan para llenar
este assumpto de las Flores exornatiuas; y cualesquiera otras que te ofreciera mías,
era deslustrarle; quiero padecer este empacho en las que se siguen, porque Christo
y su Madre, y su amado Precursor, no carezcan destos loores, aunque escasos, de
mi pobre ingenio; y también puede ser que logres algún verso de tu gusto, y genio.
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140
141
A LA ASSVNCIÓN DE LA VIRGEN
LOA
Nveuo Sol, y nueuo Fénix,
oy de sus cenizas rojas
renace en luzes María,
del Empíreo para gloria.
5 Que si esse claro topacio
agoniza entre las sombras
[176] del Ocaso, donde tumba
le da la elevada roca.
De aquessas mesmas cenizas
10 después repite a la Aurora
la vida que se fomenta
en sus llamas luminosas.
Estrenando por instantes,
y remudando por horas
15 la llama nueua, que hereda,
vna siempre, y siempre propia.
El ave que del Arabia
entre preciosos aromas
más que pira mulle cuna,
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142
143
LOA
Oy examino la vista
por de Águila generosa,
si no peligra cobarde
de rayos tanta copia.
5 Pues hallo en ti Don Martín,
sol que ilustra nuestra zona,
como en ti Don Iuan ilustre
luzes, con que nos coronas.
Montes lo digan de Quito,
10 quando por altos las gozan;
que es muy noble calidad,
si lo superior la abona.
Dígalo nuestro Conuento,
pues aunque humilde le honoran,
15 que es lucir muy a lo sol,
quando el valle no te ignora.
Nuestro cándido vergel
las azuzenas que brota,
de tanta luz fomentadas,
20 el amor las cambia en rosas.
Este en festines mayores
quisiera mostrar, y en pompas;
que vn ánimo generoso
socorre quando se acorta.
[179] 25 Ofrezco en vozes infantes
vn coloquio en breue copia,
donde de Ioachín, y Ana
alternar veréis congojas.
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Este el tiempo de sus mayores cariños, y adonde ella logra sus magestuosas
recreaciones y festivos saraos:
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144
De vn sacro pie de nieue
experiencias de nácar esta rosa;
repuesta de coral al golpe aleve
de espina rigurosa,
que al derramar rubí la vena rota
se confessó por flor la menor gota.
El segundo, por el secreto que piden Venus, y Cupido en sus hurtos amo-
rosos, y ser la rosa símbolo del silencio; precioso don que recibió del amor
Harpócrates, Dios del silencio, por ser dedicada a su madre. Assí lo advirtió no sé
que epigramatario antiguo:
Est rosa flos veneris, cuius, quo furta latetent,
Harpocrati matris dona dicavit Amor.
Inde rosam mensis hospes suspendit amicis
Conuivæ, vt sub eo dicta tacenda sciant.
Y aun el Amor, hijo de la mesma Venus, escogió el campo, y las flores por
lugar propio de su nacimiento, y más conforme a lo lascivo y tierno de sus cari-
ños, aquí se alimentó alegre entre sus dulces alhagos.
Rura fecundat voluptas, rura venerem sentiunt,
Ipse Amor puer Dione, rure natus dicitur:
Hunc ager cum parturiret, ipse suscepit sinu,
Ipse florum delicatis educauit osculis.
[183] A esto parece que atendieron los que fingieron al amor hijo del Fa-
vonio, o Zéfiro, viento que con la Primavera se viste y adorna de flores. Lo pri-
mero, advierte el curioso Alexandro Iúnior: Plutarchus in amatorio ex nescio cuius sen-
tentia, Amorem Favoni filium facit. Las palabras de Plutarco son estas: Accerrimum
Deorum peperit pulchre calceata Iris, auri comomixta Favonio. Y que el Zéfiro, o Favonio,
sea padre de las flores, no ay cosa más trivial entre los poetas. Oigamos por todos
a Claudiano, adonde introduce al Etna, hablando con este viento:
Compellat Zephirum, pater, o gratissime veris
Rura foue, vt merear diuino pollice carpi,
Et nostris cupiant ornari numina sertis.
Dixerat, ille novo madidantes nectare pennas
Concutit, et glebas fecundo rore maritat,
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y se podrá marchitar
si los ojos no la riegan.
De flores se coronauan antiguamente las más finas enamoradas; y da la
razón el eloquentíssimo y eruditíssimo Padre Roa: Coronabantur autem fæminæ, siue
quia veneri sacrificaturæ siue quia amabant. Apoya su discurso con las palabras del
sapientíssimo Padre Gerónimo de Prado, sobre el capítulo 23 de Ezequiel:
Videntur meretrices illa ex rosis, vel violis, aliis vel odoriferis floribus, et frondibus serta sibi ple-
xuisse decoris, etc. Cum ea ceremonia meretrices se ipsas profitibantur fidelissimas, et amantis-
simas sponsas Deorum. No solo se adornauan con ellas en demostración de su amor;
pero las texían también de rosas y las ofrecían a sus enamorados, para que se coro-
nassen en prendas de lo ardiente, y abrasado de su voluntad: y assí se quexa allá
Marcial de vna amiga suya, porque se las embiaua tan intactas y frescas, que más
parecía presente del aliño que de la fineza:
Intactas quare mittis mihi, Polla coronas?
A te vexatas malo tenere rosas.
Y da la razón Furnabio desta quexa: Amatoribus quippe gratiores corollæ, quæ
amicas quasi olerent, et saperent, quam recentem spirarent fragrantiam: vnde ista meretriculæ
vexatas corollas. Et poma ad roso amatoribus mittere solebant.
[186] Y si ellas las ofrecían coronas para que se adornassen las sienes, ellos
coronauan con rosas y flores las puertas de sus damas, confessando con ellas su
amoroso rendimiento. Assí Ovidio hablando de Isis y del cuydado con que pro-
curaua templar el desdén de su Anaxarte:
Sæpe ferenda dedit blandis sua verba tabellis,
Inter dum madidas lachrymarum rore coronas
Postibus intendit.
Que imitó con gala D. García de Salçedo Coronel:
149
Aquel tiempo de flores coronauan
en Chipre agradecidos amadores
las puertas de sus damas (que informauan
en tan noble lisonja sus amores).
No cuydados del Ioben limitauan
a su querida ingrata estos honores,
que mil coronas suspendió amoroso
en las puertas del áspid generoso.
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150
ROMANCE
De los ojos de Amarilis
brota vna copiosa fuente,
que no riega, mas marchita
flores, que su rostro ofrece.
5 Porque de vn bolcán de zelos
se originan sus corrientes;
y como es de llamas riego
en cenizas las resuelve.
Contenta viuió con Celio,
10 mas vna sospecha leve
aquel volcán auivó;
que vna llama mucho enciende.
¡O malmiradas sospechas!
¿Cómo al sol assí se atreuen?
15 Nadie compite sus rayos;
¿pues cómo su luz ofenden?
¿Cómo en tantas claridades
su cielo lágrimas llueue?
Mas si la ciegan los zelos
20 nubes son que esta agua vierten.
Pero, ¡o dichosa Amarilis!
mirad que Celio se ofende;
porque os idolatra amante,
y no agrauia si assí assiente.
25 Vuestro amor es candor puro,
zelos son manchas aleues,
y es no estimar su pureza
si es que assí mancháis su nieve.
Zelos y amor originan
30 de ardor y hielo dos fuentes,
temple la fuente de Amor
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151
ROMANCE
Qvien te dio, bella Amarilis,
ya del pecho el coraçón,
ocioso don te presento
si este segundo te doy.
5 Pues que te di en el primero
toda el alma sin ficción
mis sentidos y potencias,
y en fin de todo quanto soy.
Doy, empero, esse segundo,
10 que la destreza pulió,
porque veas, que en las manos
aun el coraçón te doy.
No me digas que en los labios
se ha vinculado mi amor,
15 y pues que le ven tus ojos,
ya no es de ayre mi afición.
Siempre tendrás a tu vista
quien sea dispertador
de mi firmeza en cristal,
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ROMANCE
No entre engañosas memorias
entre discursos, si atentos
contemplando tu amistad,
hize, señor, estos versos.
5 Que aunque el dezir dessengaños
es de espíritu supremo,
tener vanidad de grande,
oy se permita a mi afecto.
Y si el amar impossibles
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153
ROMANCE
Bello dueño, aunque mi amor
no está de vn pelo pendiente,
señas te da que es muy fino,
pues cuida de vn pelo leve.
5 A peligro está la vida,
que solo a vn cabello pende,
y la mía por tu ausencia
muy cerca toca su muerte.
De su guedexa vna hebra
10 de las selvas al Rey prende,
y con sola vna pudiste
rendirme, aunque esquiuo siempre.
El amor logra con ellos
flechas, con que de oy más fuerte
15 avassalle coraçones,
bien su fuerça el mío siente,
Y pues Cupido desea
dar cuerda a su arco luciente,
vna hebra le ofrece tuya,
20 verás que acertado yere.
Si el cabello al agua arrojas,
en sierpes su ser convierten,
mis lágrimas no los mogen,
que serán de zelos sierpes.
25 Haz coyunda, en que Himineo
con nudo nos junte fuerte,
que si tu amor no resiste,
no avrá fuerza que la quiebre.
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154
155
ROMANCE
Qve descuidado pastores,
entre laberintos verdes,
de amor al jardín passeaua
incauto a sus cautas redes.
5 Mas en sus amenas flores
pisé el áspid que me muerde,
y dando veneno al alma,
en breue me da la muerte.
Mas qué mucho, si Florinda
10 es dueño destos vergeles,
en cada flor tiene vn áspid,
vn áspid de amor ardiente.
Y tan dueño de las almas
viue, que si mira vence;
15 mas qué mucho, si en sus ojos
dos flechas de amor preuiene.
[192] Soles son que con sus rayos
lozana su flor mantiene,
mas rayos, que al triste amante
20 buelven en cenizas leves.
Y aunque son espadas negras
sus ojos, con que divierte,
el amante mil heridas
aun entre sus burlas siente.
25 Bien quisiera su hermosura
dibujarla en rasgos breves,
porque no juzguéis me rindo
a vna belleza aparente.
Mas ¿cómo puedo pastores,
30 si ella mesma se defiende,
que mal se contempla el sol,
si aun goza el zenit luciente?
Y aunque su esplendor me ciega,
su luz me intima la muerte;
35 pero en ella propia heredo
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ROMANCE
Vna noche el sol de Anfrisa
de luz tan rica salió,
que las sombras a sus rayos
dexaron la possessión.
5 Mormuráronle quejosas
porque presto las burló,
no advirtiendo en el engaño,
y que de Anfrisa era el sol.
Varias calles con sus luzes,
10 bella y gallarda ilustró,
logrando el más ciego en ella
su sol, su norte y farol.
Mas vn ignorante y necio
se deslumbró en su esplendor,
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ESTRIVILLO
Cupidillo, que rindes las almas,
dezidla a Belisa, dezidla por mí,
como viue mi amor todo en ella,
después que a sus ojos mi vida rendí.
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GLOSSA
Entre esperança y temor
viue dudosa mi suerte,
el desdén me da la muerte,
pero la vida el amor:
5 y aunque es grande mi dolor,
buscar alivio procura,
hallaralo mi ventura
si constante pido assí:
Cupidillo que rindes las almas,
10 dezidla a Belisa, dezidla por mí,
como viue mi amor todo en ella,
después que a sus ojos mi vida rendí.
Ansioso qual ciervo herido
del harpón vna beldad,
de su fuente a la piedad
amante me ha conducido:
mas mi dolor ha crecido
con el cristal que he gustado,
y en voz amorosa al prado
20 mis tristes quexas le di:
Cupidillo que rindes las almas,
dezidla a Belisa, dezidla por mí,
como viue mi amor todo en ella,
después que a sus ojos mi vida rendí.
A vn silguero enamorado
mis penas dixe constante
por ver si hallo en vn amante
remedios a mi cuidado:
compasiuo me ha escuchado,
30 más que Belisa, a quien ruego,
templando mi dulce fuego
con los gorgeos que oý:
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ROMANCE
¿Cómo Anfrisa del alma si eres bella,
es tan infausta tu luciente estrella?
Dezid cielos, si mi Anfrisa
es primor de la belleza,
¿cómo despreciáis su aliño?
¿cómo malográis sus prendas?
5 Iuntáis extremos distantes
de Himeneo en la cadena,
vn Ángel en la hermosura,
con vn monstruo en la aspereza.
De la discreción la gala,
10 y el saber en ella reyna,
quando la ignorancia en él
la malicia, y la rudeza.
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159
ROMANCE
Ayrosamente se arresta
la mariposa a la llama,
ya travessea sus luzes,
ya se le queman las alas.
[195] 5 Y advertida del peligro
retira la vida armada,
y en las dilatadas bueltas
huye del morir las ansias.
Pero amores de la luz
10 assí le lleuan el alma,
que si antes teme peligros,
ya se persuade ganancias.
Y golosa de su muerte
fenece feliz, y acaba,
15 que si lo impera el amor
aun con la muerte no agrauia.
Que es mirar el silguerillo
remontarse con las galas,
que le tributan sus plumas
20 a aquessas regiones claras.
Dexando por su trofeo
las prisiones quebrantadas
de la jaula, donde nobles
grillos tuuieron sus alas.
25 Canta, y florece tan vario
los ayres, que le juzgaua
a chirimía de pluma,
o ramillete con alma.
Pero el amor en el pecho,
30 quando gallardo se ufana
le impele a que juzgue amante
la libertad por pesada.
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y si he de rendir la vida,
gloria es rendirla a tu llama.
Porque si lo impera amor,
ya se apetecen las ansias,
75 ya ni me agrauian las penas,
ya la prisión me agasaja.
Logrando a vn tiempo mi dicha,
pues es tu ardor quien me abrasa,
ser amante silguerillo,
80 mariposa y rosa casta.
160
[196] ROMANCE
Cielos, ¿qué tristeza, y pena
me combate el corazón?
en ansias rebienta el pecho
mucho me aflige el dolor.
5 Menos conozco el peligro
por ser el mal interior
y enfermedad que se esconde
por mortal se desaució.
Mas si a los ojos se estraña
10 al alma no se encubrió
que como es de casa dueño
mira el retiro menor.
Ya de su fiera dolencia
dezir quiero la ocasión
15 y no cauiendo en el pecho
mucho es que quepa en la voz.
Yo adoro, divinos cielos,
de Anfrisa el hermoso sol,
viuo a sus rayos alegre,
20 y lozano a su esplendor.
Pero ayer, ¡o día aciago!
quiso mirarla mi amor,
más recatada entre sombras
de mi su luz retiró.
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ROMANCE
La esmaltada mariposa
viue fuentes, y florestas,
y entre sus varios colores
ayrosamente descuella
5 Ramillete que a sus flores
por vegetables desprecia;
pues más viuos los esmaltes
le da la vida que alienta.
Hija del Sol y del Mayo,
10 y porque de entrambos sea;
del Sol anhela los rayos
cambiante del Mayo ostenta.
Ayer Elisa en sus manos,
y en el clauel, que sustenta,
15 la vi rendida; no es mucho,
pues domas mayores fieras.
Es la tigre de los vientos
por lo manchado, que alterna,
todo su rigor es de ayre,
20 huellas mayores brauezas.
Sin duda que temerosa
assí lo busca en su diestra,
porque piadosa la ampares
del fuego de su belleza.
25 Si no es que por ver tan junta
de su mano la azuçena
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164
[197 bis] QUÉXASE FABIO DE SU POCA SVERTE
EN LOS DESDENES DE SU ANFRISA
ROMANCE
¿Qvé es esto, cielos, que passo?
¿qué es esto, cielos, que siento?
en llamas se abrasa el alma,
y ya me brotan del pecho.
5 Socorro, piedad, ¡o ojos!,
y en los cristales deshechos,
enqüentren agua mis penas,
para alibiar tanto fuego.
Mas qué digo, poco alivio
10 puedo hallar en mi tormento,
que es todo el mar breue gota
para tan crecido incendio.
Solo podrán de mi Anfrisa
los ojos darme el remedio;
15 que si al mirar me abrasaron,
viuiré al mirarme tiernos.
Al desatar sus dos soles
essa nieue de su pecho,
esse cristal de sus manos,
20 vida hallaré en sus destellos.
Es penetrante la herida
de essos arpones tan bellos,
y solo podrá sanarla
el braço que la hizo diestro.
25 La deidad quanto más alta
se inclina al ruego más presto;
y pues por deidad te adoro,
oyga tu deidad el ruego.
No desprecies, bella Anfrisa
30 a quien se rinde tan tierno,
que vltrajar más al rendido,
no es de vn noble heroico pecho.
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166
ROMANCE
El lienço moja Belisa
a corrientes de su llanto,
y al ayre de sus suspiros,
le enjugan también sus labios.
5 Suspira vn amor perdido,
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167
168
DÉZIMAS
Si es que pudo tu favor
leuantarme a tanta dicha,
mi bien; ¿cómo mi desdicha
me oprime con tal rigor?
5 Pero qué duda mi amor,
no se lamente dexado,
que es muy noble tu cuidado,
y si oy me has hecho esperar,
es por llegarme a colmar
10 el gozo por duplicado.
¿En qué plumas, pues, subió
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169
[201] DÉZIMA
Breue lámina previene
a vn jacinto tu cuidado,
porque al pecho colocado
mejor tu amor entretiene:
5 si por devoto retiene
este culto tu afición,
disponga tu discreción,
que por deuoto no pierda
otro Xacinto, que acuerda,
10 que es oy de tu devoción.
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170
DÉZIMAS
Si de vn río enfurecido
al raudal el pan se arroja
de Nicolás, le despoja
del rigor que ha concebido:
5 mi llanto, pues, tan crecido
de vna ausencia originado,
quando más arrebatado
casi el aliento me oprime,
este pan me le redime
10 de tu piedad arrojado.
Y si ausente de tu cielo,
de vn purgatorio a la pena
a vn alma amante condena
vn amoroso desvelo:
15 oy tu religioso zelo,
sabiendo el poco reposo,
que el pecho passa amoroso,
me das en esse Rosario
vn iubileo plenario,
20 por hazerme más dichoso.
171
DÉZIMAS
Si no temiera el rigor,
dixera, Filis, que ha sido
el vino que he recibido,
viua estampa de mi amor:
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172
DÉZIMA
Si el querer muy a lo amante
es vn penar dilatado
poco apura su cuidado
quien pierde el menor instante:
5 pues el amor más constante
siempre assiste el afanar,
y assí dexarle penar
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DÉZIMA
Con qué gusto entre los brazos
de Nise gocé vn fauor,
que eterno juzgó mi amor,
por ser de tan fuertes lazos:
5 mas ¡ay! que breue los plazos
llegó mi dicha a gozar,
pues solo vino a estriuar
del alma tan dulce empeño,
en breues sombras de vn sueño
10 que se acabó al dispertar.
174
DÉZIMA
¿Eres ángel, o muger?
¿Eres humana o diuina?
Di, qué deidad predomina
de tan supremo poder?
[203] 5 Mas lo que llego a entender
de mi pecho en la terneza,
es que tan alta belleza
por divina me rindió,
si humana me agassajó
10 del coraçón la dureza.
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175
[204] ADVERTENCIA
No pretendo en el assvmpto que verás, texer alguna nobela, sino expresar las
verdaderas finezas, y no fingidos zelos de Celio, por obligar con los disfrazes, y
sombras de vn sueño a su querida Anfrisa, amante, y firme para el dulce Himeneo
que pretende: solicítame su amistad, estimúlame la compassión de sus penas.
177
¡Qván ligero del alma
huye Anfrisa el contento!
pues apenas te gozo,
quando luego te pierdo.
5 Relámpago corriste
a los ojos tan presto,
que el rayo de tu ausencia
me obligó a solo creerlo.
Fuiste saeta alada
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´
El vltimo punto ponía a estas endechas, quando, o fuesse obligados de mis
quexas, me hallé cercado de alumnos que me escuchauan: que el más desvalido no
dexa de tener quien compasiuo, siquiera con oírle, releve sus penas, o lo más cier-
to es, por lo que después advertí, se convocaron estos al reclamo de tu nombre,
que quales sombras seguían tu cuerpo, y aunque con algunos desvíos y desdenes
procurauas deshazerlas o desvanecerlas de tu pressencia; mas acosada de tus
importunaciones, suspendiste el passo, y aun escuchaste atenta. Apenas estatua de
mármol te vieron, ya fuesse por tu blancura, ya por tu suspensión; quando este en
amorosos alhagos te ofrecía el alma, embuelta en suspiros. Otro cauteloso, y solo
atento a su gusto, prometía ser constante Clicie de tu sol; siendo no pocas las que
con este ardid auía rendido malicioso: y otros, finalmente, nada atentos a la gene-
rosidad de tu pecho, procurauan conquistar tu alvedrío con proezas y dones. Y
quando entendí que fueras vn monte a sus vozes, y silvos, te vi tan de cera en sus
caricias y alhagos, que al notar los primeros, fue tal el susto, y tal el dolor que me
ocupó el alma, que obligado deste, deshazíendome en arroyos por los ojos, desti-
lándome en menudas [209] gotas por los poros, tan engolfado me hallé en vn mar
de agua, que no sin notables temores de el naufragio, asido a la tabla de mi enten-
dimiento salí a nado a la orilla de vn dessengaño, exclamando: ¡Quién fía en la fir-
meza de vna muger! que al fin, por varonil se rinde a los halagos de vn hombre,
aunque se halle prendada en el mayor vínculo de amistad con otro. Estos discur-
sos hazía en la suspensión del sueño: yo obligado de ellos, co-mencé a quexarme
a grandes vozes de mi fortuna; pues la primera elección, que auía hecho de mi
gusto, me auía salido tan amarga. Al ruido que hazía con ellas, disperté del letar-
go, hallándome en el campo, y entre las flores, como al principio; mas dexome tan
dudoso y asustado, que aunque ha passado en su repressentación, y sueño, no por
esso dexo de temer, no sea que el coraçón, como tan fiel amante de tu hermosu-
ra, me auise leal de mis tristes sucessos.
Pero mi bien, los sueños quédense para sueños, y trata solo de no olvidar-
te de este tu Celio, que con tantas ansias te adora; que esto no ha sido querer ago-
rar de lo que no percibe el sentido, sino darte qüenta de lo más retirado que passa
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en mi alma: solo quisiera verte, que para mí los más apacibles y deleytosos jardi-
nes, sin tu soberano rostro, son eriazo de espinas, que más me atormentan. Tú
sola para mí eres el vergel apacible; pues en tus mexillas con Himeneo suaue, solo
viue la rosa y la azuçena; el clavel, aunque a pedazos tan unido en tus labios que
ya que el amor no les obligó a tan estrecho vínculo, pudo la codicia de no dexar
de los ojos sartas de concertadas perlas, que atesora tu boca. El jazmín tan acre-
ditado en tus manos que desafía la nieue a competencias en su albura; y toda tan
florida, que eres cifra gloriosa de los leuantados pensiles; mas cultiuados parques
y aseados jardines, que veneró la antigüedad y aplaudieron nuestras edades. ¡O si
pudiera dueño mío, ser aveja continua entre tus flores, por no perder vn punto
dulçuras, que libaran mis labios!; porque apenas llego a labrar vn panal de su suaui-
dad, quando el sinsabor de apartarme de ti, derrama mortales azcíbares al gusto:
dispóngalo mejor mi suerte; mas como podrá, si tú no la ayudas. No pido por ma-
yor premio de mis [210] ansias, y repetidas memorias que el que me diere tu vo-
luntad, con hazerlas constantemente de mi amor.
No dudo, sino que me he diuertido al dezir tu gala, y ponderar tu hermo-
sura, de lo que te iba contando, ¿mas quándo me hallo con acuerdo al hablar con-
tigo? pues ha días que me le tiene robado tu afición. Apenas, pues, me huue cobra-
do del susto y sueño, y restituídose a su primer ser los sentidos, quando aquel rui-
señor, o Orfeo alado, que tan dulçemente auía explicado sus quexas a su amarte-
lada rosa, contemplándola ya hajada, y sin aquella belleza antigua, que le adornaua,
conjeturando, que sus sentidos acentos le auían obligado a aquel cambio y trueco
tan inopinado: y conociendo de aqueste desaseo, que sin duda reynaua en ella su
amor, y que el yelo de sus passados desdenes auía ocasionado aquel estrago en el
aliño de sus hojas, contento, y satisfecho escusó disculpas, olvidó penas: (que fácil
se aplaca el que bien ama, y quan pocas demostraciones le obligan a la paz y amis-
tad antigua). Pero quién ignora, que es de más peso la disculpa, que ofrece el sem-
blante, que la que pronuncian los labios. Y por mejor desabrochar los júbilos, que
ahogaua el pecho, los fió en estas dulçes consonancias a la lyra de su pico; pero
tan cuerdo en ellas que más quiso darle documentos, que alabanças.
178
Bien conozco que en tu centro,
bella pompa deste prado,
reyna el amor, que qual fuego
ocasionó aqueste estrago.
5 Que aunque en sus llamas qual Fénix
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182
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DÉZIMAS
Solicita mi piedad
muchas gracias en el día,
que en vn Nouenario a María
aplaude la nouedad:
5 porque si es cierto, y verdad,
que pide gracia vn Sermón,
nueue con mayor razón;
mas por oy pido vna gracia,
y es, que no caiga en desgracia
10 con alguno mi oración.
La Ciudad, vna Ciudad
erigió en sus altos montes,
logrando sus orizontes
en ella seguridad:
15 y si atiendo a la verdad,
Medina-Celi se llama,
vozealo assí la fama,
y con razón, pues del cielo
pudo baxar tal modelo,
20 que por diuino se aclama.
Aunque camino trillado
el Franciscano siguió,
no por esso caminó
por el Real tan celebrado:
25 siguiole cierto su hado,
pero si fue su valor
de Gericó explorador,
corrió riesgo le encontrassen
los que en el Real caminassen;
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DÉZIMAS
De Apolo a la conseruera,
si es que la tiene, la inuoco,
y si con miel la prouoco,
vendrá sin duda ligera:
5 mas a la entrada primera
de barbas, bosque cerrado
(¡gran peligro!) me ha atajado;
válgame la del Toboso
Dulcinea, aunque zeloso
10 dexe a su amante barbado.
Con el esfuerço que pudo
vn macho de Don Melchor
mostrar quiso a su señor,
que aunque macho, no era rudo:
15 y por despuntar de agudo
a posteriori ha probado,
que fue su empleo estremado;
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DÉZIMAS
De vn sacristán reverendo,
cierto amigo me advirtió,
que a su amiga presentó
de comer, a lo que entiendo;
5 ella el regalo admitiendo,
con él sirvió a otro galán,
y es verdadero el refrán;
que si él la yegua ha pensado,
otro la silla le ha echado,
10 sin que lograsse su afán.
Dos puercos dizque le embió,
regalo a mi ver sin seso,
porque si atento le peso,
él a sí se degolló:
15 pues luego que vi que dio
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187
188
¡O ya vrna misteriosa!,
que en suerte feliz, y adversa
35 a este le anunció sus dichas,
si aquel a rigor condena.
Sino es que fuesse la vrna
donde guardó las pauesas
de tanto amante, que ha muerto
40 al arpón de su dureza.
Esta es tu gala, Amarilis,
cifra de essotras tan bella,
pues que de tres borradores
te copió naturaleza.
45 Viuí a tu beldad rendido,
y tanto, que mi fineza
temió, que el amor en Jove,
no innouasse sus cautelas.
Ya del Águila las plumas,
50 del toro la media esfera,
o en otra transformación
te rondasse la belleza.
Pero ya ingrata el temor
se acabó, que assí me altera, .
55 ya del pecho se acabaron
las amorosas centellas.
Ya tus gracias, y hermosura,
que me prendaron tan bellas,
assombro son a mis ojos,
60 no los rinden, no halagüeñas.
Pero dirás, ¿qué mudança
es esta de mi firmeza?
pues ya el pecho es yelo yerto,
si antes del amor hoguera.
65 Antes a mi vista vn Ángel,
agora Caribdis fiera
[226] ¿qué mudanza en vn instante
hizo mi amor, o tu estrella?
No preguntes, no, Amarilis,
70 la causa de mi tibieza,
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Y si dones a Cupido
110 quieren darle por fineza,
sino tiene en que guardarlas,
ociosa será la ofrenda.
Si Venus por desarmada
nunca fatigó las fieras,
115 ni manejó fuertes armas
Cupido por su terneza.
Impiedad será forçarles
por la paga tan incierta,
que militen a lo Marte
120 sin disciplina en la guerra.
. Si mercancías de gusto
saca la torpe ramera
vendiendo el placer lasciua
por vna escasa moneda. :
125 Esforçada del rufián,
a quien se sujeta necia,
que por interés tan corto
le fuerça a tales vilezas.
Pero quien libre nació
130 sin esas baxas expensas,
liberal franquee los dones,
que le dio naturaleza.
Tomad exemplo en los brutos
ciudadanos de las selvas,
135 que aunque en policía ruda,
os doctrinará su escuela.
¡O qué vergüença que enseña
a quien la razón adiestra
la fiera, y que en ella se hallen
140 de entendimiento más huellas!
El cauallo generoso
logra en la castiza yegua
el premio de su deleyte,
sin que dones interuengan.
145 De Europa limada naue
el agua surca alagüeña,
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En el Templo de la Fama
viue su memoria eterna,
cuyo sagrado el olvido,
ni los años atropellan.
405 Del laurel que le corona,
el verdor nunca se altera,
viuiendo inmune a los rayos
de la embidia más sangrienta.
Franqueo el don sin más ruegos
410 que mi natural largueza,
y assí obligarme a la paga,
es irritar mi paciencia.
Pedir el precio, no arguye
amor, de interés si es seña,
415 que peticiones al don,
de interesados alegan.
Porque en lo que niego avaro,
la petición niego necia;
pues quando amo, me anticipo
420 a la propia diligencia.
Que el ser franco, y ser amante,
tan vno es sin diferencia
que el que oyó decir amor,
se equiuocó con franqueza.
Fin
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que menosprecie las de otros; ni son de tan mala gracia, ni tan demasiado el nácar
de la rosa deste gran poeta, que no pueden descollar: no digo ya entre los más
cultiuados jardines de Flora; pero entre los más amenos y floridos ver-
geles de Hipocrene. Recibe en essa flor todo el jardín; en esse
grano toda su dorada espiga; y en essa migaja todo
el pan de flores de aquel fecundo ingenio, como
rebién, aunque a diuerso intento, el otro:
In grano spicam, in mica totum panem.
189
[237] A DON MARTÍN DE SAABEDRA Y GUZMÁN,
[237] A DON MARTÍN DE SAABEDRA Y GUZMÁN,
CAVALLERO DEL ORDEN DE CALATRAUA, Y PRESIDENTE
QUE FUE DE LA REAL AUDIENCIA DEL NUEVO
REYNO DE GRANADA
SONETO
Tu Espada, con tu Ingenio esclarecido
Tu sangre, con tu Dicha, han fabricado
quatro partes a un Mundo, revelado
al tyránico Imperio del olvido.
5 Sólo podrás de ti ser excedido,
si rompiéndole el margen a tu hado,
a lo impossible investigares vado;
y avrás de humano dudas admitido.
Estrecho es a tu luz nuestro Emisferio,
10 al mundo del obrar le das columna,
contigo tus Oficios acreditas.
El Rey te sobra en tu amoroso Imperio,
mayor eres en ti, que tu fortuna,
quando eres más que tú, mejor te imitas.
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190
191
ROMANCE
De vna elevada montaña
vn arroyo baxa altiuo,
que agitado de sus hondas
es vn toro cristalino.
5 Al coso llega de vn valle,
donde en sonorosos silvos
le azora el Fabonio alegre
entre las hojas de alisos.
Furioso caba la arena,
10 y embuelta en blanco rocío,
al viento la esparce en nube,
por segar al viento mismo.
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192
ROMANCE
En desmayada beldad
de vna rosa, sol de flores,
con crepúsculos de sangre
se transmonta oriente joven.
5 Cortola vn dentoso arado,
que a no ser de ayal torpe,
por la púrpura que viste,
le juzgará marfil noble.
Cerdoso Iúpiter vibra
10 rayos marfil sobre Adonis,
y al alma que trae de Venus,
hiere más, mientras más rompe.
Espumoso coral vierte,
que en verde esmeralda corre,
15 mar de sangre, en quien a Venus
naufragio prepara Iobe.
Verdugo monstruo executa
de inflexible dios rencores,
y siendo amor el vendado,
20 son cadahalsos los montes.
¡Ay fiera sangrienta! dize;
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si asegundarte dispones,
advierte, que en la de Venus
no en mi vida has dado el golpe.
25 Y matar vna muger
con hazaña tan enorme,
más para escupida es,
que para esculpida en bronce.
Con esto se vino a tierra
30 esta hermosura Faetonte,
[241] y exhala beldad ceniza
del sol que agoniza ardores.
De la herida a la ventana
el alma al golpe assomose,
35 y aunque halló en la sangre escalas
saltó atrancando escalones.
Quando de cansar las fieras,
ciudadanos de los bosques,
venía la diosa Venus
40 guisando a su amante amores.
Perlas desata en la frente,
y su cuerpo exhala olores,
que en amorosa porfía
mexillas, y ayre recogen.
45 Iuega la túnica el viento,
y entre nuve olanda expone
relámpagos de marfil,
migajas de perfecciones.
Arroyo de oro el cabello
50 libre por la espalda corre
de la cual pende vn carcax,
vientre de dardos velozes.
Duplica en la espalda flechas,
rigores ostenta dobles,
55 bruñido dardo a las fieras,
sutil cabello a los hombres.
Al pequeño pie el coturno
le pone arminas prisiones
blando muro a dura espina,
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193
AL AGASSAJO CON QVE CARTAGENA RECIBE A LOS QUE
VIENEN DE ESPAÑA
Esta mal de la tierra descarnada,
si con poca visagra bien vnida,
está mal en las ondas embarcada,
si bien de sus impulsos repetida:
5 Península Cartago, que ha que nada
phoca de arena, siglos mil de vida,
a vno y otro Ionás, que el mar le induce,
a Nínives de plata los traduce.
Esta de nuestra América pupila,
10 de salebrosas lágrimas bañada,
que al mar las bebe, al mar se las destila
de vn párpado de piedra bien cerrada:
digo de vn Metro Real, que recopila
es su niñeta breve dilatada
15 Babilonia de pueblos, tan sin qüento,
que les ignora el sol su nacimiento.
Esta sedienta imán de inquietos mares,
[243] esta pina de excelsos edificios,
consagra a la piedad cultos altares,
20 para libar en todos sacrificios,
a los que Europa trasladó a sus lares,
a los que en trechos recibió propicios,
que sorvidos de hidrópicas marinas,
a sus templos consagran sus ruynas.
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194
A LA PASSIÓN DE CRISTO,
POR HERNANDO RODRÍGUEZ CAMARGO,
A IMITACIÓN DE OTRO DEL MUY R. P. M. FR. HORTENSIO FÉLIZ PARAUI-
CINO, PREDICADOR DE LAS MAGESTADES DE FILIPO TERCERO EL
PIADOSO, Y FILIPO QUARTO EL GRANDE
ROMANCE
En dos cruzados maderos,
nudosos monstruos del bosque,
que aún para leños son rudos,
si para troncos disformes.
5 Con más heridas, que miembros
vinculado miro a vn hombre,
víctima, que pensil muere,
porque viuan Absalones.
Sierpes de rubí se arrastran
10 por la liuia de aquel monte,
venjamines, que si nacen,
es porque matan atrozes.
Matricidas que rebientan,
porque la piel los aborte,
15 y en la bayna de las venas
son palpitantes estoques.
Racimo en mostos bañado,
blandido el bástago enorme,
hueso a hueso y nervio a nervio
20 descoyuntado lo expone.
Insensible se estremece
a tanto tormento el roble,
no más, que de afinidad,
que contrajo en los dolores.
25 Muchas blasfemias le bibran
del vulgo las irrisiones,
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Con mayor razón se los atribuiré a mi maestro, de cuyos labios escuché las oracio-
nes que aquí te propongo, no todas las que oró, que no he tenido dicha que llega-
sen a mis manos, que según las estimo, todas las ofreciera. Muy bien adornaran, y
esmaltaran este ramillete poético estas vltimas
´ flores de su eloquencia. Ninguna
prosa te ofrezco aquí mía, porque ya te deseo dexar paladeado con su dulçura, no
quiero que te desazone lo hajado de mi estilo.
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gaua suaue, atraía dulçe a las fieras de los bosques, a los pesados riscos, [252] y las
mesmas selvas; refrenaua a los vientos y era canora rémora al furioso despeño de
las aguas:
Hunc referunt duros lapides, et fulmina cantu,
Detenuisse suæ captos dulcedine vocis,
Silvestres fagos inter confinia terræ
Threiciæ, quæ nunc frondent, vestigia cantus
Illius esse ferunt, quas secum adduxerat Orpheus,
Vertice Pierio Citharæ dulcedine, et artis.
Engaños son estos, que acreditó la ceguedad gentílica, no ya delirios, evidencias
ciertas persuade lo prodigioso de tan alta cítara. ¡O quántos duros guijarros el en-
canto dulce de su armonía transformó en hijos a Abrahán! Toscos peñascos des-
bastó su destreza, pulió su melodía, para que fuessen mejor, que en los tebanos
muros, vistosos sillares del eminente alcázar de su iglesia.
Dictus est Amphion Thebanæ conditor arcis:
Saxa mouere sono testitudinis.
Intratables fieras, que habitauan essas incultas seluas del mundo, retirauan essas
obscuras grutas de el siglo, reduxo a vida polýtica, y atraxo al redil sagrado de su
Iglesia: Habitauit lupus cum agno, et pardus cum hædo accubabit, vitulus, et leo, et ouis simul
morabuntur, et puer paruulus minabit eos. Rigiéndolas este tierno Infante con el myste-
rioso cayado de su cruz, que ya desde entonces governauan qual cetro sus delica-
das manos, cargauan como imperio sus tiernos ombros; y para conducirlas más
festiuas, transforma en cítara esse cruzado leño, cuyas resonantes cuerdas fueron
coyundas amorosas, que sugetaron su cerviz altiua: Cithara tibi factus est sponsus
(cantó Bernardo, dulçe en la voz, en el candor nieue, en todo cisne) Cruce habente
formam Ligni, corpore autem vicem supplente cordarum per ligni planitiem ex tensarum.
[253] Si antes robles incultos, hayas silvestres viuían essos bosques del
mundo, a la apariencia sólo vegetables, ya racionales plantas pueblan jardín de más
aseo, fomentadas de benigno cielo, cultiuadas de mejor mano, lisongeadas de más
divinos cristales. Y si sonoros arroyos, que a quebrantos más de sus guijas, que de
sus gorgeos, se lisonjeauan músicos de plata; y combidados de los amenos cam-
pos, halagados de la aparente beldad de las flores, que a tropas murauan sus ori-
llas, sin meditar al riesgo, velozes corrían al precipicio; el contacto de tan divinas
cuerdas fue éxtasi armónico, pyguela dulçe, rienda suaue que refrenó su curso,
escusó su despeño. Corrió cortinas a engaños de el idólatra Clemente el Alexan-
drino; y penetrando lince entre las gentílicas sombras, la luz de esta verdad acre-
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ditó metamorfosis tan raros, sólo de tan divina cýtara, de tan sagrado Orfeo:
Orpheus cantu feras redebat mansuetas; hæc est fabulæ Græca: solus meus Cantor, id est,
Christus difficillimas feras homines mansu efecit; feras, et lapides ipse, o cælestis cantus in
homines transformat.
Si así triunfo en la fiereza humana lo acorde de esta lyra, mejor avasalló la
rebeldía, supeditó la arrogancia del infierno todo, al pulsar diestro nuestro David
Divino, tirados hilos de plata de su Humanidad Sagrada: Quandocumque tollebat
David Citharam, et percutiebat manu sua, recedebat enim ab eo spiritus malus.
Contrapunteó agudo en tanta lyra Basilio el de Seleucia; y al rasgar su
pluma sus canoras cuerdas, se suspendió el oído a estas dulces consonancias: Lyræ
melos, veluti telum iaciebatur in dæmonem, quis audivit trophæum cantibus exitatum? A arpo-
nes de melodía, a dardos de dulçura rindió a tanto obstinado ángel, confessando
ya humilde su caudillo sobervio tan ilustre vitoria, celebrando, a su pesar, a las pri-
meras luzes de tan infante Sol, de tan tierno Apolo este glorioso trofeo:
[254] [254] Me puer Hebræus, Diuos Deus esse gubernans
Celere sede iubet, tristemque redire subor cum
Aris ergo de hinc tacitus abscedite nostris.
Y si los espíritus rebeldes gimieron tristes a su melodía; alegres se regozijaron
todos los coros angélicos, pues al pulsar tan soberana cýtara, repartidos en dos
bellas tropas, entonaron créditos gloriosos de la suprema Deidad, seguridades de
nuestra achacosa mortalidad: Gloria in excelsis Deo, et in terra pax hominibus. Trinando
los cisnes de la gloria, desde essas supremas Esferas en fasistoles de zafir tan
mysterioso hymno; si en atriles de esmeraldas le repetían dulces, sucediéndose en
los propios acentos las Filomenas de esse Empíreo, que poblavan las campañas
venturosas de Belén: y compitiéndose diestras tan delicadas vozes, terminauan a
un tiempo tanta armonía en dulçes suspensiones, en regalados quiebros: Angeli
laudabant Deo in Cælis, laudabant etiam in terra; cum hæc multitudo Cælestis militiæ in ter-
ris apparuerit. Assí de la eminencia del Carmelo cantó dulçe vn ruiseñor sagrado.
No solamente los ángeles, los hombres también acompañaron las vozes,
mezclaron los gorgeos con tan divinos cantores; los príncipes del Parnaso digo,
aquellos, que en su sagrada eminencia merecieron coronarse del laurel sagrado,
por monarcas de las Musas. Quién sino la pluma de Bernardo pudo escalar tanto
monte, modular tan dulcemente. O si quis haberet oculos apertos! Videret procul dubio,
quem ad modum præueniunt Principes coniuncti psalentibus; videret quo tripudio intersunt
Angeli canentibus.
Pero veamos, ¿quál ha de ser el ingenioso assumpto, el motete agudo, la
canción dulçe, que se ha poner en punto al temple de tan divina lyra? ¿Quál? El
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mesmo Christo; pues no sólo sirve el nacido Infante de sonoro instrumento para
tan dulçes consonancias; pero también es el poema heroyco, el galante lema, para
que sirva de alma a la cifra más ayrosa de [255] el Apolo más diestro. Oygamos
entre los primores del Cantor Rey segundo contrapunto a esta cýtara sagrada:
Exurge gloria mea, exurge Psalterium, et Cythara. El hebreo. Exurge carmen meum, siue
canticum meum. A este pues poema heroico, a este divinizado assumpto, convoca
dulçe, desafía galante, provoca ingenioso el celeste coro, a los más diestros Orfeos,
a los Homeros más altos, a los Virgilios más graues, a los Marciales más agudos,
a los Góngoras más cultos, a los López más fáciles, a los Garcilasos más afectuo-
sos. Pero si este esquadrón gallardo de tanto espíritu Angélico les publica guerra
en los campos del Parnaso, en las Campañas de Helicona: Facta est cum Angelo mul-
titudo militiæ Cælestiis; ¿cómo al oído les ofrece en acentos dulçes la paz: Et in terra
pax hominibus ? Muy bien se dan las manos, es guerra de sabios, es batalla de enten-
didos, es combate de espíritus, que en la paz se coronan de glorias, se ciñen de
triunfos, conseguidos a puntas de conceptos, a saetas de agudezas, a dardos de
afectos, a luchas amorosas de ingenio. Aquí en tan soberana lyra, se concuerdan
alientos tan opuestos, se conforman consonancias tan encontradas; alternando en
tanto Campión excelso, en tanto ilustre combatiente, ya el horror de Belona, ya la
paz de Minerva, con impulsos más viuos, que pudo la cýtara de el otro famoso
músico en su emperador troyano; pues al herir lo grave de sus cuerdas embrazan
osados el rojo escudo: al resonar lo suaue de sus consonancias, enarbolan alegres
la vistosa oliua, coronando a vn tiempo el sangriento yelmo de Palas, con lo pací-
fico de sus hojas.
Atendamos ya al mayor Cantor, al músico Rey, al Apolo de Sión, al Orfeo
de Israel, que convoca a que escuchen todos las consonancias dulçes de tan diui-
na cýtara, la armónica competencia de tan alta lyra en los poemas, que ceñidos a
sus cifras han de resonar dulçes; en los enigmas que ajustados a su temple han de
suspender graves; en las glossas, que concordes a su solfa, han de alegrar sonoras.
Y cortesano, no despide al rudo, aunque tan pobre, del opulento [256] tesoro de
la sabiduría, igualmente le combida, como al sabio, que atesora rico la inexausta
vena de las ciencias: y a vno, y otro llama a que atiendan, como discantan en tan
sonora cítara, como despuntan en tan sagrada lyra; y como se ajustan al pulsar de
sus resonantes cuerdas tantos cisnes de más suaues voces, que escucharon las
corrientes del Caistro; tantos ruiseñores, que bebieron métricos cristales de
Hypocrene; y tantas y tan festivas plumas del Parnaso: Audite hæc omnes gentes,
auribus percipite omnes, qui habitatis orbem: simul in vnum diues, et pauper, aperiam in cithara
propositionem meam.
Y pues ya es tiempo, que con David en lo afectuoso desta mi cítara, disponga
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los assumptos, propositiones meas; proponga los enigmas, aperiam in cithara enigmata
mea. Siendo siete las cuerdas que componen sonora a la más acorde cítara: Observa
diligenter, (el cisne que otras vezes) septem chordas habet cithara, cantat tibi, ludit tibi, et
audiendum invitat. Y halla Macrobio, por ser siete los planetas, halló que esta celes-
te esfera era vna acordada cítara, que al pulsar la quarta cuerda de esse mayor pla-
neta, resonauan lúzidas las otras seis, que la componen admirable. Por ceñirme
mejor a tan mysterioso número, ajustarme a tan acordes acentos, compongo tam-
bién de siete consonancias esta festiva cítara, consagrada a glorias de la Divina
Cítara del Encarnado Verbo. Los músicos, que agudos quisieron discantar las ter-
nezas de este Infante, estudien en ella lo armónico de su cifra, busquen los retira-
dos puntos de su solfa: Laudemus Viros gloriosos; in pueritia requirentes modos Musicos.
A esto conbido con el Eclesiástico; y con Apolo, padre de las musas, presidente
de esse monte de dos simas, asseguro auentajados lauros a los que más diestros
con lo sonoro de sus plumas, y claro de sus ingenios, pulsar dulcemente tan acor-
dada cítara: bolando lo heroyco de sus poemas en las alas del Pegaso, mejor que
en las de la fama, por essas diáfanas regiones, hasta colocarse en la eminente cum-
bre de el Parnaso; adonde el coro de las nueue Hermanas, en sus [257] bien tem-
pladas cítaras, aplaudan su glorioso nombre.
CONSONANCIA PRIMERA
No sólo fue Christo acorde cítara en su Natiuidad Sagrada; también la
escuchó David sonora lyra en su ascensión gloriosa: Exurge Psalterium; et Cythara.
En vna, y otra ocasión oygo angélicas vozes, que a su resonar dulçe, entonan fes-
tiuos hymnos. El Marcial más agudo, que en vn epigrama, que ni exceda del sexto
dístico, ni descaezca de el quinto, desembolviere el mysterio, diere la razón; por-
que en el Nacimiento se celebra la paz: Et in terra pax hominibus; y en la Ascensión
solamente se aclama el triunfo, se aplaude el trofeo: Quis est iste Rex gloriæ? Dominus
fortis, et potens, Dominus potens in prælio: siendo como es la paz, efecto de la victoria;
y por esto devían aquellos divinos cantores anteponer los aplausos desta, siguién-
dose después más oportunas las aclamaciones de essotra. Tendrá por mejor pre-
mio, el que más sutil despuntare, la gloria de auer dado en el blanco del Mysterio.
CONSONANCIA SEGVNDA,
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CONSONANCIA SEGVNDA,
Dispuso ingenioso Zazinto filósopho pitagórico, vna pirámide, con tal
arte, que por qualquiera parte que se mirasse, tenía su orden de cuerdas; represen-
tando por las tres frentes en que se diuidía tres bien acordadas cítaras: y siendo vn
sólo el instrumento, y vna la mano, que por una artificiosa rueda la regía, se escu-
chan a vn tiempo tres consonancias tan diuersas, que el más advertido juzgaría,
eran tres cítaras distintas, pulsadas de tres manos, rasgadas de tres pumas.
[258] El Lope, pues, que con menos violencia ciñere la siguiente redondilla
en metro de cuatro dézimas, ajustando a Iesvs, ´ a María y Joseph estas tres cítaras
vnidas a esta misteriosa pirámide; descubriendo también, qué pluma de afecto
pudo pulsar tan concordes sus coraçones, que todas tres sonassen conformes en
tan alto Sacramento. O si no discurra, cómo se pudo llegar a expressar el Mysterio
de la Trinidad Sagrada, adonde sólo se descubren menguas de la naturaleza huma-
na, sin rastro a los mortales ojos de la Magestad Diuina; acomodando a vno, y otro
asumpto aquel soberano hymno, que concordes trinauan aquellos serafines de
Isaías: Et clamabant alter ad alterum, Sanctus, Sanctus, Sanctus. Tendrá el que mejor se
ciñere, por escogido premio de su destreza, vn célebre víctor del más ingenioso
Apolo.
195
Si es vna la mano, y pluma,
tres cítaras al oído,
¿podrá ceñir vn sentido,
tanto acento a breve suma?
CCONSONANCIA
ONSONANCIA TERCERA
TERCERA
Tan prodigiosa en sus efectos, tan sonorosa en sus acentos fue la cítara de
Orfeo, que juzgando a la tierra por indigno lugar de su soberanía, la colocaron los
antiguos por luziente astro de esse cielo; assí en la suya la celebró Manilio.
Et Lyra deductis per Cælum cornibus inter
sydera conspicitur, qua quondam cœperat Orphæus,
Omne quod attingerat cantu.
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Y si antes era sólo suspensión del oído, agora llega a ser gustosa ocupa-
ción de dos sentidos, pues si suspende a rayos, si se escucha a resplandores, es tan-
bién norte seguro de la más atenta vista. El Virgilio que con [259] mejor tino en
diez y seis versos exámetros, combinare esta cítara convertida en astro, con la
estrella de los Magos, y en ella descubriere la cítara del Encarnado Verbo, que no
solamente llegó a ser la vista norte seguro para su derrota; pero sus canoros rayos
fueron lúzida instrucción al oído, gloriosa iluminación al alma de la Divina alteza,
que assí pudo conducir tres monarcas. Ponderando, como esta luz al mesmo tiem-
po que se ve, se escucha; y en ocasión que llama a los ojos, instruye también a los
oídos: y saliendo de la esfera a que le ciñó la naturaleza, vsurpa más dilatados tér-
minos a su capacidad: Lucis illius (bien al intento Niseno, aunque habla de otra luz)
velut in duorum obiecta sensuum diuisa, vt in oculos splendore radiorum, sic in auditum immor-
tale dogmatum insonabat. Y si quisiere mudar de idioma, y pasar al castellano, y gus-
tare de ponderar en vn soneto, lo prodigioso desta cítara, transformada en Astro;
cuyos rayos se escuchan aun quando se miran, se ha de ajustar a estos consonan-
tes forçados: –lyra; luziente; fuente; gyra. –Aspira; obediente, sapiente, inspira.
–Flamante; discante. –artificio, propicio. –Acento, Argumento.
CONSONANCIA QVARTA
Flores fueron los Inocentes de tan corto alentar, que la mesma cuna que les
arrulló a la aurora de la vida; essa mesma les sirvió funesta tumba a su breve
ocaso; y que fuessen ciento y quarenta y quatro mil, sentencia ay que lo assegura,
fundados, en que a este número se estendían aquellos, que alegres seguían al
Cordero en el sagrado Monte de Sión: Et Agnus stabat supra montem Sion, et cum eo
centum quadraginta quatuor millia. Y aunque no me ajusto a este discurso por tan dila-
tado, es, digno de aplauso por [260] lo recóndito de su mysterio: y en el que tro-
pieza mi curiosidad, es, que la voz que escuchó el Evangelista deste numeroso
coro, aunque vna, resonaua tan diuersamente varia, que ya se escuchaba como tro-
pel confuso de muchas aguas; ya assombraua como temeroso estallido de la más
bien reforçada bombarda de las nubes; y al mesmo tiempo recreaua, como acor-
de música de muchas cítaras: Et audiui vocem de Cælo, tanquam vocem aquarum mul-
tarum, et tanquam vocem tonitrui magni, et vocem, quam audiui, sicut citharedorum citharizan-
tium in citharis suis. El Ovidio que en diez dísticos de vna elegía, o el Garcilaso, que
en ocho lyras discantare mejor, que el horroroso trueno de la sentencia de
Herodes contra tantas vidas Inocentes; el tropel confusso de las aguas de las lágri-
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mas, llantos y quexas de las madres, fueron regalada música de cítaras para el rego-
zijado día de el Nacimiento de Christo; tendrá por realçado premio de su dezir, vn
subido aplauso del más bien intencionado.
CONSONANCIA QVINTA
CONSONANCIA SEXTA
En el seno obscuro de vna gruta se hallaua el zelador Profeta, esperando
la grandeza de la Magestad Suprema, precedió lo furioso del viento, lo ardiente del
fuego; pero no apeteció el Señor por pías de su sagrada carroza; ni lo fogoso deste
elemento, ni lo arrebatado de essotro: solo fio su deidad de vna blanda marea, de
vn Favonio apacible: Venit sibi lux auræ tenuis, et ibi Dominus. Por aquel blando
Zéfiro, cuyas alas sirvieron de peana a su grandeza, entiende Ruperto la venida de
Christo en carne: el parafastre Caldeo trasladó: Vox canentium in silentio: en lugar de
sibilus aure tenuis. El Góngora, pues, que con más agudos conceptos en vn roman-
ce de diez y seis coplas moralizare, que estos cantores fuessen los humildes pas-
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tores, que a las consonancias de tan divina cítara festejaron en silencio la divini-
dad abatida; contraponiéndolos a los sobervios Escrivas y Fariseos, figurados en
el fuego, y desecho viento, de quienes no quiso el Señor ser adorado: y passando
adelante con el discurso, pondere también, como deshecho los eminentes palacios
de los príncipes, escogió para depósito de su grandeza la humilde cueva de Belén,
figurada en ésse otra de Elías: tendrá por luzida recompensa de su desempeño, lo
plausible de la admiración de el mayor amigo.
DE EL RECONOCI-
MIENTO ANGÉLICO, Y
CANCIÓN HEROYCA;
QUANDO LA RODILLA POR EL SUELO, Y EL PECHO AL AYRE, VIO EL
MUNDO LA MEJOR ADORACIÓN DE NROS, MINISTROS DE UEGO, QUE EN
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cum iterum introducit primogenitum in orbem terræ dicit, et adorent eum omnes Angeli eius.
Viose en esto casi ociosa la citación, porque donde el ánimo suspira al vassallaje,
la misma voluntad es el precepto. Vino pues el cielo colgado de sus amores, y toda
aquella milicia de nueue coros, que en los primeros momentos del ser dio todo el
ingenio al desafío, y al amor para el triunfo: aora entre las pajas se arrojan, o por
las telarañas se entapizan: y como mariposas dando cercos a la beldad, quieren
sacrificarse entre la grama, por abrigar con todos sus afectos la mantilla, et adorent
eum omnes Angeli eius. Las nueue gerarquías fueron de alarde, como en otro tiempo
nueue musas, su semblante es [265] el motiuo, su dignidad el assumpto; donde si
quisiéremos dar vn rato al alegría, no tendrá el gozo al escarmiento; porque los
gozos de Dios, ni padecen sobresalto, ni se assustan con el rezelo.
CERTAMEN PRIMERO
Qvien ofreció las primicias del festejo, fue el Serafín más alto, aquel que se
acrisola de puro, y se pone precio de fino; aquel todo alas para abatirse, porque es
todo ascuas para encenderse; aquel todo presteza en obediencia, porque es todo
afecto a la execución. Vino el primero, que fue vna voz para su fuego aquel eco
de la diuina llama: y era el caso, que toda otra deuda en plata se recompensa, mas
el amor en sola la voluntad se paga, por esso le pusieron: Ardens, et incendens.
Explícase allí el diuino amor con tal incendio, que lo que lleuó más la atención, es
que no se quemasse la paja, puesto que se ardió el mayor Diziembre en la
Noruega. Dígame vna glosa sutil: ¿Quál fue la causa de nacer Dios amor en noche
elada, si acaso tiritasse el fuego entre la nieue? O ¿por qué venía para encender, y
se ayudó de la escarcha para abrasar? o por acrecentar el afecto con la antiparísta-
sis del agrauio, que a vista de la ingratitud se acrisola el beneficio. Tendrá por pre-
mio la mejor, vn subido aplauso, discurriendo en estos consonantes.
196
Si fuego trae; ¿por qué al hielo
ofrece su amor? dirás,
que en nieue se enciende: y más
si es amor fuego del cielo.
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CERTAMEN SEGVNDO
Despvés de la salva de el primer Espíritu se dio el Cherubín al ofrecimien-
to. Preciose humildemente de discreto, porque nunca fue altiuamente entendido;
la mayor Sabiduría es la que se engaza con la humildad; que lo que entre sobera-
nías se desvanece, [266] o entre vapores exhala, o por las eminencias se despeña:
sino es, que rebienta de hinchazón, la que sólo se alimentó del viento. Mucho el
Cherubín en lo alto de méritos; pero en el portal halló vna escuela de desengaños,
o vna Cáthedra de formar remedios; allí toda la razón de Dios entre los animales,
y libró su conocimiento en conversar con las bestias, según aquello de Abacuc 3:
In medio duorum animalium cognosceris. Discurra libremente vn soneto, qué es la causa
de la sabiduría de Dios, se hizo carne, o se puso en pesebre, o se vio entre bestias.
Quizá porque la razón del hombre se hizo carne, y quiso el Verbo hazerse carne,
por hazer a la carne vna razón: Et Verbum caro factum est, vt caro proficerit in Deum
Verbum. Dezía Pascasio; o quizá, porque no halló hombres, sino animales: que
quien pierde la razón, mucho tiene de ser bestia: y si quisiere algún alentado este
pie para glosar el soneto, concluya assí: La más alta razón entre animales.
CERTAMEN TERCERO
A este punto vinieron los Tronos con la peana, porque vieron la magestad
en corta silla; mas echaron de ver, que no le faltaua a Dios su grandeza, aunque
parecía mentir la telaraña: que quien no depende del sitio, nunca le falta el sitial;
antes bien aquel que no pudo subir por ser muy alto, vino a hallar escalón a la alte-
za por abatido, y tuuo nueuas creces en lo más baxo, el que tenía el dosel en la
eminencia vltima.
´ Vinieron, pues, los tronos a darle silla, y hallaron, que sobrauan
sitiales a donde sólo se descubrían pequeñezes: y era el caso, que como a Dios no
haze rico el oro, tampoco le autoriza la peana; que quien tiene de su origen la auto-
ridad, trae consigo la reuerencia. Aquí se piden vnas dézimas de conceptos deli-
cados, que den al discurso este assumpto: ¿Dónde subió Dios más alto, en el pese-
bre, o en el cielo? Y si [267] no, vaya la musa empeñándose en dezir: Si los bra-
ços de María es el teatro de su gloria, que ya nació en la tierra, quiso el Padre, que
tuuuiesse en la Madre trono del cielo; como sentía en esta sazón Crisipo, orat. 2,
Deip.: Iste Thronus porro vere regius, thronus iste gloriosus, Thronus sanctus, Thronus solus
dignus, qui Sanctum Sanctorum gestaret in terra.
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CERTAMEN QVARTO
Ya en pos de los Tronos casi no podían detenerse las Dominaciones, vien-
do cumplido el vaticinio de aquel que entre los suspiros se exhalaua, quando
gemía assí, Isaiæ 6: Emitte agnum, Domine Dominatorem terræ, de petra deserti ad montem
filiæ Sion. Cordero, dixo, por mansedumbre, dominador por valentía; que no ay
más valor para reynar, como llegar a ser manso, y más que siempre donde el cetro
le formó clemencia, alcançó el imperio sobre la seguridad el amplitud. Ni ay armas
más defensivas, que beneficios, pues se haze inexpugnable fortaleza, mas que de
diamante del amor, que assí dezía el Estoyco: Vnum est inexpugnabile munimentum
amor ciuiis; y no mal el Trágico: Decet timeri Cæsarem; at plus diligi. ¡Qué imperio, pues,
el de niño tan dilatado! Dominabitur a mari vsque ad mare. ¡Qué triunfo de las fajas!
no de joya que vence conquistando la voluntad. Por esso era aquella tan anticipada
victoria, Isai. 18: Antequam sciat vocare Patrem suum, et Matrem suam, auferetur fortitudo
Damasci. Descriuía, pues, el ingenio con generosa pluma en canción, o en octaua
rima, o en el virgiliano heroico, el imperio dilatado del Niño, o su victoria del
mundo por la clemencia; tendrá por premio de su dezir la piedad del Señor que
nace: Apparuit benignitas, et humanitas Salvatoris nostri Dei.
CERTAMEN SEXTO
Llegauan en esto las Potestades, aquellas que tienen por oficio ligar o pren-
der al enemigo común, [269] que auía andado muy libre, con estar en cárcel, y la
verdad sea, que ya se reconocía el efecto, pues el mundo viuía en paz. No gusta el
pacífico de la contienda, aunque sea con expectación de mejorarse. Porque donde
la concordia es vn bien sumo, la discordia es mal inmenso; esto mostró la Canción
sonora de la lúcida noche: Gloria in excelsis Deo, et in terra pax. Como que la paz en
la tierra sea como gloria en el cielo; ¿pero qué es aquella parte de la canción, et facta
est cum Angelo multitudo militiæ cælestis laudantium Deum? Es como suele tener sus ace-
ros vn coro, ay exércitos que pelean con cántico; pero más es, que anunciaua, que
la verdadera paz se alcança con guerra. Venga, pues, aquí vna epigrama latina, o
española en dézima, o soneto, dando a entender que la paz diuina requiere guerra:
y la mejor poesía tendrá por premio su paz, ganada a punta de lança.
CERTAMEN SÉPTIMO
No podían ya detener el passo los principados, aquellos que tienen a su man-
dar los reynos; y venían casi a dar razón de la presidencia, o arrojar del hombro la
prelacía. No ay cruz más afeytada, que el gobierno, parece vara, o báculo a quien
rige, y es guayacán que le abruma. Es vna enigma el mandar, que con corteza de
el aparato, esconde mil acíbares del oficio. Es vn sacramento a lo humano, donde
con accidentes de honor encierra a toda la medula de el cuydado, o toda la sus-
tancia de pesadumbre. Parece, que le echaron al ombro al Niño el peso: que sólo
él con su omnipotencia puede lleuar la cruz de la prelacía. Y assí, Isai. 9:. En
diziendo : Paruulus natus est nobis, et filius datus est nobis; añadió luego: et factus est
Principatus super humerum eius. Pero ¿cómo tan presto? ¿Apenas nace y le echan al
ombro la mesma pesadumbre, que es donde muere? [270] es, que, como dize
Augustino sobre aquello de dies Dieri eructat Verbum, se hablaron entre sí el día de
la Natiuidad, y de la Passión, dies Natiuitas, diei Passionis. Y dirían, que el que
comiença con gozo, acaba con tristeza. Forme aquí el poeta vna elegía sentida, o
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vnas liras llorosas, dándonos a reconocer, la que alegría es flor del llanto, y que el
gozo del pesebre acabará en una Cruz, mirando agora a la Madre con alegría, a
quien después contemplará con llanto.
CERTAMEN OCTAVO
Ya se acervan los Arcángeles, que de príncipes, y señores cuydan, y tomauan
a su cuydado guiar a los reyes al portalejo; estos eran los que aquella hermosa
estrella, que no le faltó nada para ser Sol, que en cumpliendo con su oficio, acabó
en su nacimiento. Astro verdaderamente cortés, que supo de vrbanidad, por incli-
nar a obediencia. Iba, pues, desperdiciando luzes por el camino, y tan fugitiuo de
corte, como ambicioso del pesebre: y era, que no temía empeñarse con la basura;
pero temía eclipsarse en palacio: fue su carrera, hasta dar con el Infante Dios; y si
no se hizo voces, se hizo rayos, hasta dezir con la seña, donde le lleuaua la llama:
Vsque dum veniens staret supra vbi erat puer. Aquí podrá encresparse vn alentado entre
poeta, y filósofo, notando primero que la Virgen es la estrella, que guía a Dios, la
qual es como demonstratiua de Dios sumo, que aunque tan increado ser, no tiene
causa para conocerse, tiene a María por madre para dexarse hallar, siendo la Vir-
gen vn antecedente o premissa, que induce legítimas consequencias del sumo bien.
Según aquello del Idiota: Inventa Maria invenitur omne bonum. Doyle a escoger libre-
mente la poesía, y a vn buen discurso, vn premio.
Divino afflatus numine, anhelo pectore ambiens saera summi Dei dogmata
illustrare per orbem, ad regiam, cælestesque panegyrim, sic cunctos advocasse
dicitur: Audite hæc omnes gentes, auribus percipite omnes, qui habitatis orbem; quique; terrig-
terri-
ginæ et filii hominum, simul in vnum diues, et pauperos meum loquetur sapientiam. Et ne tot
ginæ,
spectantium dubiam traheret oratio mentem variis argumentorum ob volucris
irretitum scinderetur in certum studia in contraria vulgus; atque vt melius omni-
bus aperire, quo ex fonte, qua ex harmonia, huius panegyris propositio, illico pro-
pallanda, suam deducere, suauitatem designans iam vbi fui scopi singulare pates-
ceret argumentum; dulcisonis his clausit inuitantia verba: Aperiam in Psalterio propo-
sitionem meam; seu vt proprie et meæ menti aptius vox sonat Hæbraica: Aperiam in
Cithara propositionem meam: Vocali in Cithara, mei auditores, canorisque in fidibus
Citharedus purpuratus ille sui propositionem thematis pollicetur [273] enodandam;
ad pulsationem testudinis, fui intellectus fatidicum illum concentum omnium auri-
bus obiscit captandum.
A enseñanças de tan sublime maestro, a luzes de tan gran doctor, a aciertos
de tan infalible profeta; a ejemplo suyo digo: Non solum vos omnes viri Principes
ad eloquentiæ panegyrim, vt vates ille, conuoco illustres, non omnium gentium,
non habitantium Orbem, non terrigenarum, non filiorum hominum, non paupe-
ris, non diuitis aures, mentesque tantummodo ambio; pero también, et quod illus-
trius, meæque cogitationi per oportunum. Explicaré como otro Dauid en la Cítha-
ra de la Elocuencia el blanco de mi oración, el argumento de mi panegírico, y en
fin, las apacibles consonancias de la retórica. Apperiam in Cithara propositionem
meam.
O meæ Panegyris Cithara, numquam concelebranda numeris! Quæ suauius
Caliope ipsa, ipsa Polimnia, Sirenibus ipsis, tuis harmonicis neruis resonatura es
eloquentiam! Huius canoris fidibus aliarum cedant concentus, non personet tibia,
nablia cohibeant decantatos sonos, non lenibus vocibus aures pelliceat fistula
humanas; et dum moderantibus digitis, pulsatæ manu distentæ resonat chordæ;
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tum canæ, tum tibia, tum fistula, tum nablia submittant Citharæ sonum, suo
equidem melos Nasonis carmina personant.
Distinctamque Lyram gemmis, et dentibus indis
Sustinet a læva, tenuit manus altera plectrum.
Artificis status ipse fuit, tum stamina Docto
Rollice sollicitat, quorum dulcedine captus
Rana iubet imolus Cithariæ sumittere cannas.
Non iam, Treicia fretus Cithara, sidibusque canoris, vt Orphæus ille; sed eloquen-
tiæ Cithara fretus: Apperiam tandem propositionem meam. Et ne vos omnes huius
Theatri, exornantes coronam [274] meæ orationis præter volet argumentum: Re-
queridas, pues, las cuerdas, ajustados los dedos, en proporción los puntos, solici-
taré ya con el plectro del discurso la cítara de la eloquencia: y sea el primer rasgo
de su armonía el proponeros que los mayores sabios, los más científicos doctores,
las mejores luzes de vna y otra erudición, deben la consonancia de su estilo, la
suauidad de sus palabras, la dulçura de sus escritos al contacto de la cítara de la
eloquencia, al rozar con sus plumas sus sonoras cuerdas. Grande sane ad difficile
vestrarum mentium obtutui discurrendum argumentum propono. Num orationis
limine in ipso difficultatum tricis hæ sitabo irrititur? Minime auditores inclyti; sed
talaribus Mercurii velocibus curram per meam panegirim convolabo celer. Agite
vero, et mecum attentos defigite oculos in efigiem Mercurii.
Sed qualem meæ cogitationi seligo, vt appositam? Num illam, quæ solo capi-
te, amputatis manibus, domorum in propilis conspiciebatur erecta? Nominanbatur-
que Cyllenia? Non inepte pensitarem, si sic effingeretur Mercurius: quia vir sa-
piens, et eloquens ad speciem. Mercurii efformatus, non tam manibus ad confi-
cienda munera, quam capite, et lingua indiget iuxta Ciceronis excogitatum: Non
viribus (inquit) et celeritate corporum res magnæ geruntur; sed consilio, authoritate, et pruden-
tia. Num Mercurii obversatur oculis simulacrum illud, quod Palladis signo, artifi-
cio mirabili, sic mirabatur implicatum, vt vnum appareret ex vtroque conflatum,
ita vt eodem nomine a duobus compacto Hermathenam appellarent vetustussimi
Græci? Non immerito equidem mei auditores, vt intelligant adolescentes, tam flo-
rentes ætate, quam litterarum studiosi, nec sapientiam indissertam, nec eloquen-
tiam indoctam esse oportere: etenim si sapientiæ Pallas præsse putabatur, Mer-
curius etiam parens, actorque eloquentiæ credebatur.
Sed ne diuagari mente huc illuc videamini, [275] atque tot verbis, veluti late-
bris, Orationis scopum occulari iudicetis, coniicite iam oculos in illud eiusdem
Mercurii, non minus elegans simulacrum, prestantius equidem, meæque medita-
tioni efformatius Adan usim, ergo admiraculum vsque sic veteres expressere
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Sed aliam iam gradior viam se ad Orationis metam intendentem: nunc con-
voco, vos omnes, fidaque mente notate denique dicta. Erigitur ergo Mercurii
simulachrum dextera resonantem, substinens Citharam, cum manus, cum manus,
cum pedes, cum caput, vndique circinent penne: Porque las plumas de los mayo-
res maestros, de los más eminentes Doctores, in Mercurii talarium pennis adum-
bratæ, deben la consonancia de su estilo, la [276] suauidad de sus escritos a la
Cíthara de Mercurio, Dios de la Eloquencia. Veneretur equidem non effigies illa
amputatis manibus, capite solum in propilæis erecta; concelebretur etenim non
statua illa tali artificio implicata, vt Mercurium abire in Palladem crederetis: mire-
tur tantum: concelebretur equidem, veneretur tandem simulachrum illud; cuius
eloquentiæ Cithara sapientium pennis plectro, tamquam solicitatur dulcis. Ex illa
suauitates, lepores, veneres, harmoniæ, omnes denique elegantiarum concentus
emanabunt canori.
Ex Egyptiorum litteris, ex humana eruditione, tamquam e escopulosis locis
enauigauit Oratio, ut inter canas difficultarum cautes huius panegyris cymba feli-
citer precedat sunt vela flatibus Divini Spiritus, et sacrorum voluminum transva-
danda arcana mysteria; ut veritatis effigies prophanæ sapientiæ fuscis adumbrata
coloribus, divinarum litterarum vivis expressa pigmentis pulchrior patescat.
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la hermosura de la luna, y la belleza del sol: y porque más nos ciñamos al intento:
Aperto iam sponsæ flameo, et complicato velamine, quo adhuc eius pulchritudo
velata apparebat, ipsius ergo eximius decor omnium oculis propalletur reconditus;
mentium tandem optutibus hoc arcanum sacramentum speculemur attenti.
[278] Sole in isto (si sacrorum mysteriorum evoluantur interpretes) cæte-
risque in splendoribus adumbratur sapiens, egregius etiam quisque doctor expri-
mitur. Atque iterum si diuinum oraculum consulo incarnata, denique sapientia his
Solis fulgentibus radiis omnis condecorat doctores: Vos estis (inquit) lux mundi.
Doctorum lumine solaribus, tanquam candoribus ornatur illibata sponsa; scrip-
torum coruscantibus splendoribus, vndique cingitus decor Ecclesiæ, quam agni
sponsam plausibili fremitu concordes accinunt omnium sapientium voces: Porque
de los Sabios, como de rozagante gala, texida de los rayos de su suficiencia, se adorna la
Soberana Esposa, quando la aclaman aurora, la celebran luna y la entronizan sol.
Notable fue el pensamiento de Ambrosio, al oír estas palabras, pues le sona-
ron tan diuersas, que en lugar de electa, vt Sol, leyó: Sonans, vt Sol. Que resonaua la
diuina esposa, qual cíthara dulce, que era su armonía, como la que forma el Sol en
sus esferas. Nonne vos omnes in magnum adducit stuporem speculatio Ambrosii?
Assimilantur ne concentus musici radiis fulgentibus Solis? Quien vio barajados dos
sentidos, la música se hizo para el oído, la luz para los ojos. Quomodo ergo sol mucet
aures modulamine canorus? Mollit pectora cantu? Suis splendoribus alliciat ocu-
los, pascatur suo lumine visus; sed quid dubito? Quid tricis difficultatum irretitus
ad hæreo? Nonne Sol, nonne Apollo, nonne Phœbus inventor dicitur Citharæ?
Magister harmoniæ, omnisque eloquentiæ concentus? Quis inficiabitur; non mihi;
sed fides tribuatur Lucano.
Dulcis apollinea sequitur dulcedine cantus,
et te credibile est Phœbo didicisse magistro.
Intonet ergo Ambrosius præclara illa verba: Sonans, vt Sol, para que los Sabios
figurados. Como oísteis en la luz, tocando sus plumas en la Cíthara de la eloquencia, deban a
su consonancia la dulçura de su estilo, la suauidad de sus escritos, resonando con la mesma har-
monía que el propio Sol, que el mesmo Apolo, padre de la [279] eloquencia, y Cíthara lumi-
nosa de el Cielo, sonans vt Sol.
Dubitabis adhuc, auscultate tandem cælestem illam harmoniam ex septem
Planetarum motibus elicitiam, quia turnebo interprete, septem tantum fidibus
Orphæus sua vtebatur in testudine, vt septem Planetarum concentum imitarentur.
Obloquitur numeris septem discrimina vocum.
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deven toda su pompa y gala a la eloquencia, con mayores aseos que el que aplau-
dió Tesalia, veneró Babilonia y cultiuó Flora. Aquí no ya para vanidad de el ayre,
lisonja del olfato, imán de la vista, descuellan las nevadas azuçenas; si empero para
ostentación gloriosa de la theología: y el maestro en ella, no sólo por hijo de
Bernardo, pero por doctor de las escuelas, deue el arreo cándido de sus sienes, y
albura de su pontifical tyara a la nieve de sus hojas. La tiria flor, la estrella nacara-
da, la púrpura fragrante, no ya se mira lisonjeada del arroyuelo, que humilde besa
su planta, sólo porque la mira grande; pero teniendo en mayores logros, las roza-
gantes púrpuras de este ilustre Senado, garnachas de las leyes y togas de la juris-
prudencia. Aquí las azules violetas, pedaços de esse cielo; no ya el Fabonio arru-
llo, infantes en cuna de esmeralda, rondó adultos en esferas de zafir; si empero se
vieron firmamento, donde se engastaron astros los luzidos alumnos de la filoso-
fía. La flor indiana, oro risado en hojas, florido desmayo del jardín; no ya se mira
solicitada de las manos codiciada del aliño, para nueuo esmalte de las otras flores;
buscada si de la sabia medicina, para gala de sus ombros, bella corona de sus sie-
nes en el oro florido de su borla.
Y si tanta variedad de flores esmaltan el vistoso vergel de la Sabiduría, qué
mucho que la eloquencia, como quien se apacienta en ellas; non iam Regali in
Aquila, Iunonis variegata in alite, multi sonoque in scygno; sed illustrius ingenio-
sa in api suam eximiam præstantiam adumbraret, multicolorem varietatem expri-
meret, atque eius melitam suavçuitatem reseraret: Porque la eloquencia, como in-
geniosa aveja, ronda la amena fragrancia de Plauto, [288] solicita las amorosas
rosas de Ovidio, galantea los pomposos lyrios de Virgilio, y se apacienta en la her-
mosa variedad de las demás flores de oradores y poetas, enjugando oficiosa el
sudor o rozío glorioso de todos los ingenios.
O gloriosissima eloquentiæ apes! Non iam decoloratis pigmentis, sed
virentibus, ac pulcherrimis coloribus viuam, ac spirantem tuam formam depingis!
Atque ut hoc viridarium, velvt melius dicam, paradysus (quod nihil iucundius
indagari, nihil amœnius inueniri poterit) floridis librorum ambulationibus com-
positus gratissimis problematum areolis distinctus, ingeniosis argumentorum pu-
luinis ornatus, venutissimis omnibus sapientiæ floribus coronatus; vt melius, in-
quam, tanta amœnitas, tantaque pulchritudo perennet iucunda ad huius paradysi
fores cherubinum aliquem ob armatum colocemus, fulminum ensem ad eius amœni-
tatem custodiendam digladiantem. Non abs mea mente multisonus loquitor nume-
roso guttere Maro:
Ignauum fucos pecus a præcepibus arcent.
Custodiat etiam, ne reliquæ aues eius elegantiam rostris discerpant diris, ne præci-
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cedinem, nec procul degustarit elegantiam, nec primis labris eius salutarit suauita-
tem. In medium adduco Platonem, Diuo testor Ambrosio, quorum labra stillarunt
dulcedinem, quorum elegantiam melle dulciorem esse dictarunt omnes; atque
alios sexcentos possen producere testes; sed ex omnibus Piradarum seligio vnum,
curam apum per dulcem, gratum musarum alumnum.
Etenim is puer, adhuc Thebis digressus, æstiuo tempore cum Thespias
proficisceretur, calore exuperante aliquantulum a via declinauit, et subvmbra non
nihil acquieuit; cuius artus cum sopor inuaderet omnes, eius in labellis iam insom-
num [292] soluti apes concedere, in osque eius (mirabile dictu!) Mel congessere
suauissimum, ipso in ore patulo fauum ædificare cæperunt. Proht Deus immorta-
lis! Quanta cumulantur prodigia, quot compelluntur portenta, sed quid mirum?
nonne illius sæcli omnium eloquentissimus Pindarus? Nonne inter cæteros sapien-
tissimos vates suaue eloquentia pollens? Polleat sane suauitate, polleat mellita illa
orationis dulcedine apicularum nectare condita, eius os mel instillet suauissimum
gratissimis verbis coagmentatum, guttui iucundum, animoque saluberrimum. En
vobis, viri principes, Pindarum, en vobis eloquentiæ parentem: desiderabitis ali-
quem nectareo guttere modulantem? Ecce Pindarum eximia suauitate resonan-
tem, spectabatis aliquem insipida quæque cælesti ambrosia condicentem? Ecce
Pindarum dulci loquum inepta quæque mollientem.
Sed ne apes eloquentiæ pascatur solum litterarum humanarum in hortus
ingrediatur diuinarum litterarum viuidarium, libet eius varios molliter picturatos
flores, ex illisque etiam Cœlestem mellificet ambrosiam sacrum spirantem odo-
rem: mecum igitur Divini Salomonis volui te epitalamium, ex eius amœnissimis
areolis aliquem seligamus florem, siquidem tot lylia, tot rosæ vernant, quot litteræ,
quot verba, quot apices florent. Grafice postquam suæ sponsæ veneres minuratim
cælestis depinxit sponsus, sui oris purpureos delinaens radios, sic adamusim eius
consumauit decorem: Sicut vita coccinea labia tua, et eloquium tuum dulce; intendens
adhuc spirantem labiorum elegantiam, suauitatem eloquii, venuestatem verborum,
tandem ipsorum enuntiauit dulcedinem: Fauus distilans labia tua sponsa, mel, et lac sub
lingua tua: No reparáis, que engrandeciendo las divinas perfecciones de la esposa,
el soberano y amoroso esposo, y apodando cada vna con el debido elogio; ya las
hebras de sus cabellos, cortadas de el atezado éuano, semejante la nieue de su cue-
llo, al cándido marfil; lo [293] eminente de su cabeça al eleuado Carmelo; sus
mexillas a la abierta granada, que en lo rojo de sus granos y encendido de sus rubí-
es, descubre la púrpura, que reuierte en ellas; las columnas de sus pies, al alabas-
tro puro; pero llegando a sus labios, si los matiza con lo rojo de el carmín, tan
bañados en dulçura los pone, que destilan almíbar que atesora el panal de su boca:
Fauus distilans labia tua sponsa. ¿Cómo pues estos se leuantan con el primor de la
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in numbratus; lata amœnitate coronatus; sed quod extasi quadam animum assensi-
bus eripit pendulum, tali scilicet appareat virtute præditus; vt ad istius fontis aqua
extinctæ, si admoueantur faces accendantur, accensæ autem illius in aquas immersæ
extinguantur: prodigium sane miraculosum! Miraculum certe portentosum!
Portentum vere prodigiosum! Etenim eloquentia, vt fons dodoneus, suis lymphis
inflanmat oratorum faces, quibus inflammati errorum tenebras, ignorationis cali-
gines ab hominum mentibus longe, lateque diffussa luce veritatis amouent, et quo-
rum cumque faces, [295] nisi ad eius aquas accendantur, extinguntur instabiles,
eiusque lumen in fumum, et fauillam vanescit: quid illustrius ad eloquentiæ splen-
dorem adumbrandum? Quid gloriosus ad eius claritatem exprimendam?
Sed altius iam mentis extollamus oculos, Et tandem cum Evangelistarum
Aquila, Ioanne inquam, ardua astra petentes; fulgentissimi Solies, reliquorum
syderum defixis oculis, animoque attento intueamur radios: siquidem perterritus
vates tanti amictus pulchritudine erumpit in hæc verba: Signum magnum aperuit in
Cælo, mulier amicta Sole, et Luna sub pedibus eius, et in capite eius Corona Stellarum duode-
cim: Y si preguntamos, qué prodigio, oh muger es esta tan toda cielo, tan toda res-
plandores; concordi fremitu doctorum ora huius mulieris splendorem illibatæ
Matris Ecclesiæ decorem mirabile adumbrare clamitant. Resta aueriguar, qué sig-
nifique el sol, que de sus rayos le texe la gala, la luna que le entroniza, y adorna las
plantas, los astros, que diadema le ciñen su nevada frente. Vana será su auerigua-
ción, quando a tantas luzes está clara su inteligencia. Superva caneum erit proba-
re Solem, et Dianam ingeniorum parentes venerari; siquidem Phœbus eloquentiæ
pater; eiusque soror, eademque Minerva, Rethoricæ plauditur Magistra; illa emi-
nentia altra mulieris comas singentia, alumnos eloquentis, eiusque Magistros feli-
citer exprimere, minime etiam dubitatur.
De fulgenti eorum splendore sic prænuntiabat Daniel: Qui autem docti sunt
fulgebunt, quasi splendor firmamenti, et qui ad iustitiam erudiunt multos, quasi stellæ in per-
petuas æternitates. Quid inde? Quod abditum mysterium meæ menti enucleatur con-
sentaneum? In promptu est, iam vestrum omnium ante oculos versatur: Porque la
iglesia figurada en aquella muger, deve las luzes de sus letras, la lustrosa ostenta-
ción de sus escritos, la claridad de sus textos; el esplendor de su doctrina, al sol, o
Apolo, padre de la eloquencia; a Diana, o Minerva, maestra de los oradores. Vola,
vola igitur mea felicissima oratio; sed iam siste gradum, [296] ne tot inter ardentes
radios eloquentiæ liquæfactus.
Icarus, icareas nomine vertam aquas.
Vereor auditores ne inter fulgentes eius splendores amittam lumina. Quia mirum,
cum tantum ex se fulgorem in me vibrat, vt perstricto videndi acumine mihi spes
omnis infringratur. Pero qué rezelo, quando por templados venero los rayos de la eloquencia;
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D I C E B A M.
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Minime, auditores incliti; sed inter tot belli apparatus, ut aliis illustriores,
solum animosa seligit clypeum, ardens arripit hastam, Virgilius idem iam suggerit
manibus: Hastamque, et clypei non enarrabile textum. Sed quare aliorum præsidio omis-
so, suæ beligeræ menti clypeum addicit consentaneum, hastam suo ardenti animo
vindicat appositam? Dicam, generosi Dynastæ, paucis, si meis verbis præbetis pla-
cidas aures.
Porque la Filosofía se huella tan bizarra, tan arriscada, y sin temor se
opone a todos los impulsos de las más azeradas puntas, fiada en el pavez de su
verdad, que generosa las desprecia, e impenetrable a sus filos, burla sus azeros;
siendo su cristalino escudo, quien tan alta gloria le consigue a Palas. Advertite ani-
mum, eiusque virtutem percipietis strenuam. Scutum e toto armorum genere,
unum est, quod ad tuenda omnia corporis membra fabricatur impenetrabile.
Caput galea, thorace pectus lorica fe mur, alia corporis membra, aliis armorum
generibus muniuntur; scutum versatur pariter omnium in præsidium, omnium
flectitur, ac reflectitur in tutellam, [299] ad est pectori, ambit latera, servat caput,
totum corpus protegit, ac circundat, omni denique ex parte belligeratorem reddit
illesum, opponit impenetrabilem.
Y si defendida la visteis de el escudo, atendedla guerrera blandir la lança,
jugarla diestra, herir certera; pero tan afortunadamente, que la herida no acelera la
muerte, impele sí a la vida; siendo el estruendo del golpe glorioso eco de un dicho-
so alentar, heredando Fénix en el ocaso de sus filos, mejorado el oriente de su viuir.
Hoc sanæ prodigium, certamine in illo, innumeris plausibus celebrato, Neptuni cum
Minerva conspicietis expressum. Ille ut urbis celeberrimam sibi vendicet nomen,
aspera saxa valido tridente feriens, medio ipsorum evulnere pellutidus ebulivit fons:
ista vero percutiens terram sua cuspide hastæ, ex ipsa pullulare fecit baccis fœtam
olivam; eoque ictu non deturpavit terræ decorem, maiori equidem ornauit pulchri-
tudine, suis ditauit fructibus, virentium finxit diademate foliorum. En generosi iuve-
nes Philosophiæ ingenium, in belligeræ hastæ gloriosa trophæa.
Porque si hiere con la sutileza de su discurrir, es para que a impulsos de esse
golpe, introduzga la mejorada vida del saber, heredada del yerto cadáuer de su igno-
rancia. Este será el segundo cuidado de mi atención.
Sed ne cæco pede per meam panegyrim percurram, caliginemque vestris ocu-
lis ipso in limine offundam, atque ne præpostere hoc opus peragam: Atended antes
a mi primera propuesta, y es, que la Filosofía, de tal manera se halla defendida del
escudo de la verdad, que es invencible a los combates, impenetrable a las ocultas pun-
tas de vn argüir, e ilesa a los ingeniosos encuentros de vn acometer. Vos ergo de
Philosophia benemeriti huc adeste vocati, ne levi mente quæso mea dicta notetis.
Quorsum ergo animus in sano martis amore incensus me præces invitat?
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Quo egregio duce, quo impavido Marte præunte se se insinuat ad prælium? Certe
[300] primo in ipso belli conflictu imperitus miles infeliciter occubam tellis. Sed
nescio quis subito fulgentibus armis incedens procul meis occulis apparet glorio-
sus! Galeam dat capiti, lateri subligat adamantium ensem, clypeo aptat sinistram,
eiusque umboni Medusæ horridum caput affixum conspicio, talaria nectit pedibus
aurea! Nosco ora, nosco vultus, signaque nosco. Perseus ille equidem est armi
potens iuvenis, qui Medusam ex Gorgonibus unam iugulavit truculentam; qui
belluam e ponto minitatem Andromedæ ad duras religatæ cautes occidit imma-
nem; qui ex valido Atlante; qui ex perfido Polydecte; qui ex impio Phineo, eiusque
cruentis sociis victoriam obtinuit memorabilem, ex omnibus triumphum reporta-
vit gloriosum; quin tot eventibus vllum acciperet vulnus; immo tot e periculis eva-
sit semper illæsus. Proht Deus immortalis! Quot devictis hostibus obtinuit tro-
phæa! Sed quid tot iteratis discriminibus servavit illum incolumen? Quid? Vestris
iam se se obiscit oculis. Ex omnium armorum generibus, quibus se instruebat
invictum Clypeus crystalinus ille valavit Perseum illæsum, muniuit impenetrabi-
lem. Sed quid mirum, quod tantis periculis illo erumperet victor; siquidem Pallas
scientiarum Dea, Philosophiæ magistra ad illa Gorgonum bella suo cristallino cly-
peo bellicosum armavit Perseum. Illæsus ergo vocitet triumphum; etenim clypeus
sapientiæ, scutum Philosophiæ opponit invulnerabilem sapientem illoque aptatus
minime vllo onfligitur vulnere, nullis afficitur plagis.
Vt inter horrisona arma mea panegyris secundum obtineat exitum, sub
secundis iam milito signis, præso gressu alterius Martis lego vestigia, ac denique
secundi ducis terga sequor attentus: Cadmi, inquam, Phœmeum Regis Agenoris
filii, cui omnium primo, cum vastisimum Asiæ Imperium suo sitienti anmo augus-
tum videretur, ampliora indagavit avidus; itaque transtulit in Europam. Pedibus
eius proterit solum, glebæ miratur feracitatem; hic fontium gelidas perennitates;
illic fluuiorum multiplices meandros; [301] hinc inde diversas anim alium format
errantes; alibi arborum numerosam prolem: ex itinere tandem lassus, calore exu-
perante aliquantulum declinavit a via, vt sub umbroso captaret auras, auerteret
ardentia spicula Solis.
Sed ecce subito, mirabile dictu! Immanis draco, cristis capita alta ferens,
squamis crepitantibus horrens, agitansque in verbera caudas, atque horrenda sibi-
la tollens, ex penetralibus nigrantis antri cæco impetu erumpens, in Cadmum
irruit. Sed impauidus Cadmus, minim e fugæ terga præbet, imo ardenti animo,
validis ingentem quatit viribus hastam, in latus squamiferi draconis, curvamque
contorsit in alvum, aliis vulneribus repetistis illum peremit validus; atroque ex ore
uncos convulsit dentes, atque aratro terram subigens, illos credidit arvis, ex qui-
bus clypeati exiluere milites, vndique cataphracti e terra pullulare heroes.
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troduxo la verdadera vida del saber; indidisti mihi cor, indisti mentem, que es fuerza,
¡o ilustres mancebos!, que consiga el saber el estudioso por la vital saeta de vn deli-
cado filosofar, dándole ésta glorioso paso a la vida, por la misma puerta de la men-
tal herida.
Quid gloriosus? Quid illustrius potuit meam exprimere mentem? Vos ergo
dialecticæ curæ, Philosophiæ alumni, ne formi dolosi paueatis cospicientem [306]
Palladem quatientem bellicosam hastam, Philosophia lanceam acerbam vibran-
tem, me hercle, quod non in lætale vulnus immittit, sed vt in gloriosorem impel-
lat vitam contorquet.
Tu vero ob armata Minerva, inclyta Pallas, sublimis Philosophia generosa
triumpha, cinge virenti tempera lauro, tua in fronte eius triumphalium foliorum
contexta corolla, decenter, et ad numerum cadet illustrior. Non iam Apolinis
beneficio; se præsidio; sed tutamine tuo Iovis iuculatum ipsis e nubibus fulmen
laurus illud, et gloriosior.
Totus Orbis innumeris plausibus tantum celebret tropheum. Quid victo-
res, tot stragibus, tot calamitatibus, tot plagis suos plaudunt deturparos trium-
phos? Tuos æquiori merito omnes cælo laudabis æquent; non impia morte, non
immedicabili vulnere, non cruenta clade; sed maiori emolumento vitæ, de omni-
bus pereniter triumphas. Tuos intonent sapientes memorabiles palmas, vox canat,
et tantas mirentur theatra pompas, Triumpha igitur omnium don inatrix, triumpha
generosum scolarum decus, triumpha ingeniorum victrix, nunquam tam celsi
cadent honores, pasmasque; perpetuo memorabit carmine fama:
D I C E B A M.
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OBRA PÓSTVMA.
nente honor, y renombre de la mayor magestad de la tierra: Vos autem genus electum,
regale Sacerdotium, gens sancta, populus acquisitionis. Para que comunique la luz de su
doctrina, y enseñança a estos bárbaros, y primerizos christianos deste nueuo
mundo: Ecce dedi te in lucem gentium, vt sis salus mea, vsque ad extremum terræ. Como
[311] lo tenía prometido Dios por Isaías; y se cumplió, y cumple a la letra de v. m.
y otros ministros euangélicos, como explicó San Pablo a los iudíos, que embara-
zauan la predicación del Euangelio a los gentiles.
Y aunque esta Invectiua Apologética no huuiera tenido tan buen gusto, de irse
por su propria elección al abrigo de v. m. yo mesmo se lo solicitara; no sólo por
lo que a v. m. estimo; pero principalmente por tocarme tanto en el parentesco, y
sangre, con harto honor mío, y obra, que auía llegado a mis manos, y era de mi
genio, no se auía de valer de otras, como ni de otra sombra, que la de v. m. pues
me faltara a mí mesmo, si faltara a este reconocimiento, y a lo que deuo a los
muchos beneficios que tengo recibidos de su amor, y generosidad.
Divierta v. m. con este florido, e ingenioso juguete essas soledades, a que
le ató su obligación, mientras yo con assunto más serio, desempeño segunda vez
mi afecto, que como hijo, que me toca, le acariciara más amoroso; pues la fuerça
de la sangre no dudo solicite más tiernamente la voluntad, y arrastre más gustosa-
mente el cariño. Tarea es esta de vn eclesiástico, y pastor, como v. m. que en el
redil, y abundosas vegas de la Iglesia recogen, y apacientan estas nueuas obejas,
que de los incultos campos de la gentilidad reduxo el zelo católico: con que es
fuerça mire con buenos ojos este póstumo suyo, pues son ambos de vna mesma
professión. Y si esto pide su orfandad de las piadosas entrañas de v. m. Estoy cier-
to, que a ambos nos sacará gloriosamente del empeño, lo ilustre de su generosi-
dad, y noble de su persona, que prospere el cielo, con las dichas, y acensos, que
merecen sus releuantes prendas, etc.
B. L. M. de v. m. S. M. S. y M. A. P.
si advirtiera después el poeta más reportado, y menos fogoso tan valiente impul-
so, no quisiera auerse puesto en la lisa a competirle las lanças. Y no es el primero,
que con picantes, y donayres procura desagrauiarse, de quien (aunque entendido,
y sabio) pretendió tocarle en lo sagrado del numen, profanándole sus versos.
Valiente exemplar tiene en D. Luys de Góngora a (a quien bebió su leuantado
espíritu, y imitó en lo descabellado de sus números) que con sus sales, y picantes
salpicó a no pocos, que ofendieron a las divinas aras de su ingenio, y al retiro
sagrado de su culto. Y adonde mejor explica su sentimiento es en dos Sonetos, el
vno que comienza:
Es el Orfeo del Señor D. Iuan
el otro, el otro,
Si tienes, lector amigo, ingenio, y buen gusto, juzgo que no reprobarás el que he
tenido, en ofrecerte este comento, tan lleno de donayres a tu diuertimiento.
Confiéssote, que siempre he venerado, y aplaudido el genio del autor: y
por adquirirle más aficionados, le ofrezco a los ojos de muchos,
que si no le miran con el achaque de desganados,
recauará aplausos su lindo humor, y
agradecimientos mi cuydado.
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198
confusos se desconocen,
y en vna pella se enredan
260 leue, y graue, luz, y noche.
Lenguada llama, ancho yerro
en la muerta antorcha entonces
pauesas de rubí apura,
cenizas de agua descoge.
265 Ambiguos raudales bebe
aquella luz de dos cortes,
y embriagada de agua, y sangre
derrama lo que no sorbe.
Intimándole a los clauos,
270 que los huesos le perdonen,
como a Cordero la ley
da regalías que goze.
De sus carnes se rebisten
almas de muchos varones,
275 que a sus substancias las vrnas
chímicos fueron crisoles.
Pío afecto dio al cadáver,
porque tres soles lo alogen,
túmulo Virgen, que anime,
280 plebeyo mármol que informe.
199
Este pretérito con contera del verbo do das, que se trae en gratis dato todas
las dedicatorias, quiere dezir dedi, di: porque a v. md. le di en el busilis, y al poeta
en el chispite, y a entrambos se les di entre ceja, y ceja. El busilis de v. md. era
asombrarme con el romance, como si yo fuera tordo, nacido en los desiertos, y no
en los campanarios. Y el chispite del poeta, era rempujar más allá lo dicho en otros
dos romances, al mismo intento, como si no fueran para mí las dos columnas poé-
ticas de Alcides; y para el poeta el Silla, y Caribdis, donde naufragó su chalupa. Y
auerles dado en este punto a entrambos, es auerles dado entre ceja, y ceja a la emu-
lación cejijunta en los agenos aciertos; y este es el dedi de mi Dedicatoria, con per-
dón de la contera, que sé que a no a que la coman, sino a que la meen perros: y
tómese de este orín muy en hora buena, que no faltarán dedicatorias mohosas en
los libros impressos a quienes les venga de molde. Dedico en fin a v. md. el
romance, que me embió, que es bolverle en pelotazo la pelota: porque me la sacó
tan preñada de viento, que la juzgué bejiga con consonantes en el ayre; y yo que
conocí en los ayres que estos eran [324] ruidos, y no nuezes, traté de contarle las
chazas, y anotarle las faltas, por si en ellas les hallasse las quince de corto, y hallé
por mi qüenta, que ni tiene chanza que no sea digna de nota, ni nota, que no sea
de alguna falta, ni falta que no sea para rechazada; ni quinces que no se passen a
miles. Quererlas contar todas, fuera meterme a guarismo, y agotarme de números,
siendo ellas tan sin número, que son qüento de qüentos. Busqué en el romance a
Christo, y halleme con el Anti-Christo de las puertas adentro de mis ojos (que no
todos los ojos tienen antepuertas, como los míos:) quexeme de v. md. que me
combidó con la carne de donçella monja, y me escondió en ella el ançuelo de fray-
le: si no lo he tratado bien, nadie me lo tendrá a mal; que no es el Anti-Christo
persona con quien come migas en vn romance, vna pluma cathólica. Persuádome
(aunque v. md. no me dize el mal-hechor) que se engendró este romance entre
velo, y capilla, porque él me ha parecido monja con barbas, y frayle con afeytes.
Hyposentauro compuesto de delitos poéticos, y hermafrodito de hypérboles que
son delitos, y delitos hypérboles. Él me pareció tan malo, que no pude dezir bien de
él sin hazerme más malo, que él. No conozco a su author, pero por no errar, como
en Athenas se erigieron aras al ignoto Deo, se las leuanto yo al ignoto Diábolo, y no
le leuanto testimonio, si fueren cadahalsos. Siempre v. md. amparó mis versos, no
quisiera que aora se enfadara de que gasto tanta prosa: v. md. y yo somos siempre
amigos en verso, y en prosa, defiéndame por su vida, no de los maldicientes, sino de
el mismo romance, porque sólo él es el que dize mal por todos, y para todos los que
quisieren dezir mal de él, que yo digo bien en dezir mal de lo malo. No lo alvergue
v. md. en su aprobación, sin lleuar contra yerva, que no alverga la palma basilis-
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LVZIFER EN ROMANCE
[326]
DE ROMANCE EN TINIEBLAS, PAJE DE HACHA DE VNA
NOCHE CULTA, Y SE HAZE PRÓLOGO LUZIENTE, O PROEMIO
RUTILANTE, O BABADERO CORUSCO,O DELANTAL LUMINOSO,
ESTE PRIMER RAZONAMIENTO AL LECTOR
por tiempo ninguno, sino que son como el infierno, eternidad de tinieblas (que es
nudo ciego de los tiempos) ni pienses, que no es todo vno Ananónimo, y enten-
dido, que son lo mismo sin duda, porque si anónimo es sin nombre, aora no tie-
nen nombre los entendidos. Sabrás, pues, letor anónimo, que mi amigo el de la
Dedicatoria, me embió vn romance, cerrado, y sellado, con más mysterios en su
carta, y más sellos en su pliego, que el Libro de Apocalypsis, y yo me lo dixe, quan-
do lo vi cerrado, y sellado, que no podía ser sino Apocalypsis poético, que es en
buen romance, romance culto. Embiómelo tan garrido de episodios, y tan galán
de panegýricos, que lo ponían sobre las estrellas, que yo pensé hallarme en las
manos por lo menos con el cielo christalino, claro, y transparente, y hallarme en
ellas con los espacios imaginarios, que aunque están sobre las estrellas, son vagos,
escuros, y lóbregos, porque le da la luz por culas (no es la frasi escura, aunque lo
parece) y con ser a medio día, y estar la luna llena, me pareció, que se me caía el
cielo, y lo que está sobre el cielo encima, y sin saber cómo me hallé pronuncian-
do aquellas palabras del Areopagita: Aut Deus naturæ patitur, aut mundi machina dis-
soluitur. Y es assí, que padecía Christo a manos de vn romance; y él con su escuri-
dad me borró el día de tal manera, que me hallé tullidos los ojos, y con tinieblas
palpables en las manos, pues tenía en ellas esta tinta razonada. Creí, que era melin-
dre de mis ojos morciélagos, porque los míos tienen por niñas dos lechuzas (ya
ves, que aunque sea en mí, digo mal de lo malo): quiteme mis antojos de christal
para limpiarlos, que estauan passados de este hollín articulado, que me los auía
penetrado y hecho los dobletes de azabache, o pez transparente; y fue lo mismo,
que limpiarlos con los sendales del tintero en que el poeta arrebujó la luna. Dioles
a ellos, y a mis ojos tiricia [329] atezada; porque todo lo que veía me parecía negro.
Hallé mis ojos con cataratas de brea, y nubes de humo. Topeme a ciegas con otras
lunas de cristal, que con inciertos relánpagos andauan como lucernas desmigaja-
das, relumbrando en el romance, y quedeme también a la luna, porque las tenía
deslumbradas, y quebradas vn verso, que dize: Ya de golpes, ya de sangre se quiebran o
se deslumbran. Encendí vna linterna para andar por los malos passos de las coplas,
y apagómela vn torvellino de hebras, que lo sopló vn huracán con balcarrotas (que no
se entiende con los vientos de la nueua premática) salime a las estrellas, y vilas a
medio día apagadas vna a vna, como candelas de miércoles de tinieblas: y fue ven-
tura, que no me diera alguna gaznatada la mano de Iudas. Bolvime al sol como a
piélago de la luz, y hallelo naufragando en saluas de abalorio, que es madera de que
se labran los buenos timones. Bolvime a mí mismo, y hallé mi socorro en mi nau-
fragio; llameme a morciélago, y busqué mis lechuzas en mis ojos, diziendo, él
ayude Dios a los nuestros, y entonces pude ver al romance, y me trató como de
casa; pues de corona sois, y no habláis (me dixo) en esta noche con assonantes,
todos los gatos somos pardos, y para todos ay lobas, como bocas de lobo. Yo
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hacha, y en ella escrita con tinta de luz esta letra: Caligo terræ scinditur percusa Solis
spiculo. Yo que me vi con la hacha en las manos, y que era arma de dos luzes, y
antorcha de dos cortes; y que en la ocasión era quanto yo podía desear, me entré
destrozando noches en la montaña lóbrega del romance, porque sus tinieblas no
son como las de Egypto, palpables, y muelles como algodones de tintero, sino
negras, y duras, como troncos de évano. Metime a leñatero de esta selva confusa,
y en ella me hago rajas por hazerla hastillas; y he hecho mucha leña, rajando tro-
zos de azabache; daré golpes de luzes, y luzes de golpes, y haré lumbre como leña,
y leña como lumbre: procuraré no sólo, que la ilumine, sino que la queme, y que
se le vayan en humo los humos al poeta, y que las cenizas que quedaren, vnas lo
metan en colada, y otras se le peguen al casco; y le acuerden, que es hombre, aun-
que parece poeta. Acuérdate ingenio de azogue, que pareces plata, y que te irás en
humo. Y que aunque te presumas plata con vida, que te vienes a los ojos muy
bulliciosa de conceptos, y cosquillosa de consonantes, y te juzgas herbidero de
perlas al cabo a la cabeça, adonde te subes, no la dexarás rica, sino perlática, sedi-
ciosa de sienes, y tartajosa de nuca; y amotinándole los sesos, se los hazes herber
en el casco; porque aunque como el azogue parezcas el espíritu vital de la plata, si
lo dexas calificar de la balança, en igual cantidad con otro hallaras, que es la quin-
ta essencia de lo pesado, y antonomasia inquieta de lo graue, ciento pies lumino-
so, que aunque lo diuidan en átomos, cada vno tiene su pie como verso; y ellos se
rascan todos, y caminan azia atrás, y azia delante; y alrededor, por buscarse s a
otros, y buscar cambalaches lucientes. Esto es, cada copla suya, víbora [332] res-
plandeciente, que hecha gigote, ella se palpita toda en miembros de argentería,
esto es cada verso tuyo, mala compañía, y contagiosa vecindad del plomo, que
hurtándole su color, lo saca de juizio, y quitándole los pies pesados de plomo, con
que anda en los versos atentados, lo mete a metal de andadura, haziéndolo trope-
çar en antiparístasis de sí mismo, esto es cada metáfora tuya, andariega de seme-
janças encontradas. En fin, lector sin nombre, esta mi antorcha de dos luzes te
descifrará a Christo de la enigma sacrílega, en que lo tiene anudado, y escondido
este romance Anti Christo. Mi Elías en prosa, no atiende a más, que a defender a
Christo de estos malos versos, y a darle con sus faltas en la cara a este Anti Christo
poético, o hypogrifo, escondido en metros numerosos, no más que para el oído.
Mis palabras refiérelas a sus monstruosidades, que a ellas sólo tiran, no las rem-
puges a las hermosuras fatigadas de Christo en la cruz, ni a lo que de él en ella nos
enseña la Fe, que esas están retocadas por el pincel armónicamente delgado de
Parauisino, Apeles numeroso de nuestro siglo, y no sé si bien imitada por el tosco
mío en otro romance, en que no presumí emulaciones suyas, ni pretendí más, que
belar reuerente en sus huellas los pies de tan diuino Apolo. No sé si perdí las tin-
tas, e al menos, que si di con ellas, y con los pinceles a los pies del impossible, avrá
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sido gloriosa modestia de mi ruyna, como niño discípulo puse mi papel sobre las
letras de tan gran maestro, y lleué la mano con la pluma sobreescribiendo sus diui-
nos caracteres por la pauta de los mismos assonantes; pero aunque en el ayre de
la letra se parezcan (que lo dudo) bien se conoce en ellas lo que tembló la mano,
y lo medroso que corrió la pluma: y assí no son más que borrones de discípulo,
con el buen garbo de la letra del maestro. El señor Anti-Christo con presunción
grande, pareciéndole que era lo mismo meter pluma, que cuchara y que era tan
fácil escriuir versos, como rebolver caldos; trató de pintar como el Parauisino, y
quiso pintar Christos, y pintó monas; en lo sutil de sus [333] versos se verá si son
líneas de Apeles, o pinceladas de espátula, que es cuchara cathecúmena, christia-
na por madurar, y poesía no en versos sino en versa: no es lo mismo borrar, que
hazer borrones; los versos bien borrados salen sin borrón, y los versos sin borra-
dor, son todos borrones: el multa littura coercuit, no se hizo para las cucharas, sino
para las plumas; en vnos papeles dibuxa la pluma, y en otros los cendales del tin-
tero. Lléuese esta ceniza en la frente, y conocerá, que sus versos son vanidad arti-
culada, y polvareda métrica. Los Homeros antiguos dormitauan tal vez, pero los
modernos roncan, y es cada copla suya vna modorra de 4 pies, y duermen a verso
suelto, como a sueño suelto; no causan admiración las letras de aquellos a quien
gradúa, no el estudio, sino el tratar con los que no saben. Es grande vniuersidad
la ignorancia. Yo no quito a Christo lo que es suyo, que fuera quitarlo del altar,
quítole las sombras poéticas, que en lugar de relevarlo hermoso, lo ofuscan mons-
truo. El título se lo dice, antipatía en romance de Anti-Christo romance. Elías en
prosa de Anti-Christo en verso. Metamos mano a las plumas, como a plumas, y
no como a espadas, que no es la poesía dogma de Mahoma, que tiene los silogis-
mos en las puñadas. La apología es bien criada con las personas, con lo escrito es
su pleyto. No es respuesta de vna conclusión en el arte, vna sonetada a la perso-
na: yo no conozco al autor, ni me mato por conocerle, porque no me mate si lo
conozco. Ocios son de vna pluma mal alhagada de la soledad: no escupe dulce el
que es amargo, y tiene la hiel en la boca: quéxese de mí lo escrito, que no es malo
dezir mal de lo malo. Lo dicho con atención, llama las atenciones, y lo dicho sin
ella, a las carcaxadas. Si hallares sal en mis notas, échasela en la mollera al poeta,
y no avrás hecho poco: si las hallares insípidas, échales vn grano de sal de la tuya,
y hazlas tassajo de papel, y guárdalas colgadas al ayre de tu censura. Vale. Lector
anónimo.
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y que traiga gomecillo de azero, que es darle con su falta en los ojos. El sexto, es
copla veinte y quatro, que es vn hierro ánima en pena, en una bayna de lengua,
lengua con alma de hierro. El séptimo, es en la misma copla veinte y quatro, y es
yerro de lengua, yerros de lengua se aúnan, pues a las blasfemias descomulgadas que
dixeron de Christo, las trata tan descortésmente, que dize, que son lapsus linguæ,
yerros de lenguas, y que no acertaron a deshonrar a Christo; pues auiendo de ser
alabanças, no más que por yerro de lengua fueron blasfemias, y que dieron en él
por dar en otro. El octauo, es copla veinte y siete, el saretrado irgonauta, pues para
vn marinero es mala munición las aljavas; porque estas son estuches de harpones
de hierro; y querer que naugue con ellos el Argonauta, es querer echallo a pique.
El nono, copla veinte, es hazer harpón de hierro a los rayos visuales, que visivo har-
pón la turba, que es hacer los rayos con lengüetas, y equiuocarlos con la lengua, con
alama de hierro de arriba, y darles a las líneas sutiles de los ojos agallones, es
hazerlas enfermas de la garganta. El décimo hierro, es copla veinte y seis, los estriuos
de la nada, que la nada deue de ser buen vergajón de hierro, [336] que se vaten bue-
nos estriuos, o buen metal, de que se bacían; estos son yerros claros, y que los
conocerá Longinos con su aguja de marear en las manos. Otros yerros ay, que
andan disfraçados con pellejos de orín: y para estos es menester vn letor abestruz
que los dixera en la herrería de este romance; conoceralos quando a cada copla le
demos su calda, porque es gente menuda, y hierros de poca qüenta, hierro viejo,
y roblones de herraduras de ciento en copla, como de ciento en carga.
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[337] APROBACIÓN
Si escriuiera en verso, yo me diera a prueba (hermano lector) que deseas
verme aprobado de bonetes sabios, capillas doctas, y barbas graduadas: yo he
caído en la qüenta, y me he querido rapar a nabaja de estos enfados, y de andar
pidiendo a otros lo que yo puedo darme, porque es gran palabra el ave de tuyo. Y
si puedo ser cuña de mi mismo palo, ¿por qué quieres que otros metan en mi palo
su cuña? Yo me apruebo hasta tente bonete; yo me calo la capilla; y yo me castro
de barbas, y quiero ser más doctor capón, que doctor probado; y con esso me aho-
rro de rogar a nadie, y salgo al mundo con mi cara eunuca, que es más que laba-
da, y tan limpia que no has de hallar vn pelo de que assirme; porque yo veo en los
bonetes grassa, y no letras; en las capillas mugre, y no réplicas; y en las barbas
pelos, y no argumentos. Mi prosa (hermano lector) es vna viuda honrada, larga, y
tendida con sus tocas, arrastrando por essos papeles, como por essos suelos; no
trata de prenderse con consonantes, como alfileres; ándase con su mongil de tinta,
sin reparar en si le cuelgan rabos, haziendo lodos, por essos renglones adelante,
sin cuydar si la vna punta haze zarpas, y la otra la arremanga; porque no tiene pas-
sos, que le qüenten, ni pies que le vean, ni largos, ni cortos, como las coplas, sino
patas apostólicas, que calçan sus catorze puntos de vna margen a otra; y las musas
andan de puntillas saltando, y brincando de consonante en consonante, y hazien-
do renglones ciclanes, ellas lloran perlas, y estotra duelos; esta trae manto de [338]
anascote, y ellas conciben a escote: y assí ellas son buenas para probadas, y esta es
buena para priuada, que esso es ser viuda. En fin, yo me ahorro de pruebas age-
nas, porque mi prosa se ha llamado ahorro Mahoma; porque las pruebas son vna
sabandija de las escuelas, con quien yo no estoy bien, son Monacillos de las con-
clusiones, muletas en que andan los silogismos, columpiándose por vn argumen-
to adelante, son mojones de la bodega de la Lógica, que todo se les va en prue-
bas, por esso, y por librarme de esta plaga de Egypto, yo me apruebo a mí mismo,
y sé que tengo cara de probar vinagre: y que si me apuran, y Dios no me tiene de
su mano, y me tapa la boca, probaré hiel, y vinagre a este Anti Christo poético, y
que se lleue este tormento, que desechó Christo, porque no se esté mano sobre
mano en el Calvario; pues se anda disfraçado en hábito de culebra, emboscándo-
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se en la pasión, y diziendo mal de los tormentos. Y pregunto yo, ¿qué mejor cara
tiene vn yo me entiendo que vn yo me apruebo? Pues si éste es cerrado de molle-
ra, este otro es tupido de labios. Yo me entiendo, quando me apruebo; y yo me
apruebo porque me entiendo; y yo me cierro a dos arneses, porque me apruebe
quien me entendiere; porque yo sé, que si llegan a probarme, han de persuadirse,
que este romance me rebentó la hiel en el cuerpo, y me ha dexado amargo de
hechos, cuando yo me era amargo en el nombre. Por aquí me conocerás, aunque
no me recibas a prueba.
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pues tienes la vida también pegada; porque tienes hechos carne, y sangre tus hur-
tos: óyeme tu vida, y milagros.
Niegas que eres ladrón, y confiessas, que eres metafórico, de ay me la quie-
ro; porque en ti son sinónimos, y no dos cosas. Demos traslado a las metáforas
que te acusaron de el crimen, y te cogieron con las gançúas en las manos, y te con-
vencerá en su nombre San Agustín, capítulo dézimo, en el tomo quarto: Ita vt hac
ipsa, quæ appellatur methaphora, hoc est, de re propria, ad rem non propriam vsurpata trans-
latio. Porque vna metáfora comedida, es ladrón de capa negra, que hurta con licen-
cia de la prosodia; pero tus metáforas son aves de rapiña tan descaradas, que son
rapiñas de par en par de las vozes; Piraterías públicas de las locuciones; assaltados
vandoleros de las frasis; despojo violento de los tropos; barrabasadas insignes del
lenguage, que meten a saco la consonancia florida de la retórica; porque en vna
metáfora comedida no se quitan, sino se truecan [341] la capa las vozes; pero en
tus metáforas desgarradas, se quitan vnas a otras, no las capas, sino los cueros
viuos, y con la priessa que les das, se los visten al rebés, calçándose los braços en
las piernas, los cogotes en los zancajos, y la cabeça en los pies; con que todas
están, no sólo punta con cabeça, sino sin pies, ni cabeça, y ellas te conuencen de
ladrón desuella coplas. Yo ni por el pensamiento, me enojo con el Christo verda-
dero, ni con el bien pintado con colores elocuentemente expresiuos de sus tor-
mentos; con esta quimera poética es mi rabia, es mi antídoto en prosa, contra este
Anti Christo romance es mi antipatía en romance; porque hecho mona de Christo
crucificado, le falsea el cuño a sus tormentos, pues porque a él lo mataron a los
treinta y tres años, él le acabó la vida a las treinta y tres coplas: y de aquí coligirás
claramente, que no hablo en nada de esta apología con el Christo verdadero; pues
a Christo no le quebraron hueso ninguno, y a él no le dexo yo hueso que no le
quiebre; y si no lo queréis creer, miradme en estos cascos los del poeta quebrados,
y los míos vacíos.
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[342] A sombra de vn seco tronco.
vn hombre se dificulta,
bulto a quien viste el rigor,
blanco a quien tira la injuria.
Tytere tu patulæ recubans subtegmine fagi.
No podrá calumniar mi pluma al poeta, que no ha leído, ni aún el primer
verso de Virgilio, pues se desayuda su romance con vna valiente imitación suya; ni
que su musa dexa de ser culta por falta de obscuridades; pues la aurora primera
de sus versos viene coronada de Martes, aciaga de frasis, y capotuda de coplas,
andándose, ya que no a sombra de texados, como, Aurora delinqüente, a sombra
de secos troncos, como nobios sin dote. Antípoda del Patulæ de Virgilio, porque
no le achaquen, que es pura traducción, y no imitación ayrosa, y que se cobija con
sombra agena, aunque sea de tan buen árbol; porque a pesar de Virgilio, él sabe
muy bien, que haze mejor sombra vn tronco seco, que vn árbol coposo. A sombra
de un seco tronco, vn hombre se dificulta. Si como es hombre el que se dificulta, fuera
muger, ya le auíamos dado en el punto de la dificultad de este verso, pues en el
culta, que viene por contera disimulada de lo difícil, se estaua dicho, que era difícil
culta, y sería por las señas, su musa culta, difícil, y obscura en este romance. Pero
hombre dificultoso (si no es culto, que es lo más probable) será adivinança de
carne, y hueso, o enigma en cuerpo, y alma, o alma, y cuerpo penando en algún
nudo gordiano, o materia, y forma, andando a gatas en algún problema de
Aristóteles; porque este hombre entitatiuo, y corpóreo, para caber debaxo de la
sombra de vn tronco seco, auía de apostatar de hombre, y meterse a grano de
mostaza; o esta sombra auía de abjurar de tinieblas, y meterse a cuero, para poder
dar de sí, y cubrirlo, [343] y aún entonces serían menester calçadores, que le
metiessen la sombra en el cuerpo, y el cuerpo en la sombra. Pero según el inten-
to de la copla, este hombre asombrado es Christo en la cruz, y agora tiene más
dificultad; porque yo no entiendo, cómo la sombra de la cruz pueda cubrir el cuer-
po de Christo, si no es poniéndole el sol a las espaldas; pero como lo contradize
la hora nona del texto, y la estrechura palmar de la cruz: será forçoso, para que el
tronco seco, derecho, y angosto, a quien estaua vinculado estrechamente, Christo
le haga sombra; poner a Christo boca a bajo, y que el sol hiera en el reverso de la
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Cruz: y avn en esta forma prensado, como con vsillo, no tiene lugar en que meter-
se esta sombra, porque no ay sombra a donde ay contigüidad de cuerpos, sin lugar
vacío, para que el cuerpo intermedio, pueda hazer en el opaco al ayre; de modo,
que aunque metamos en prensa esta copla, no le hemos de sacar jugo a la locu-
ción, y es mucho, que en vna copla culta, aún le falten lugar a las obscuridades.
Bulto a quien viste el rigor.
El rigor viste este bulto; pero no diziendo de qué lo viste el poeta, y no
auiendo en el Calvario, sino quien se los quite a Christo, y los juegue, es forçoso,
que este vestido sea de assí te andarás, y de su cuero mismo. Y si lo viste de car-
denales, y sangre (además, de que esso es vestido de sí mismo, pues del cuero salen
las correas) esso lo dezimos nosotros, y no la copla, y compuso el poeta roman-
ce, y no psalmo, que se ha de dezir a dos coros, el coro a parte de las coplas, y el
coro a parte de los que las leen, y adivinan lo que se comió la pluma, que esso es
meter poca letra, y mucho solfa; y querer que le entendamos, no sólo lo que
escriue, sino lo que se auía de escribir. Y sí hemos de pensar en el vestido, que no
le quiso dar el poeta, y se lo remitió al rigor. Yo no digo, que el rigor no puede ser
sino sastre de jubones de açotes, y que de estos estará vestido, no Christo, sino su
Anti Christo, [344] y que como sabida, no quiso cantarse el poeta en dezirlo por
expressas palabras, sino viste el rigor, ya se entiende, que es de jubones de açotes.
Blanco a quien tira la injuria.
Bien concertó el poeta las medidas de los versos; pero no el sentido, por-
que por estar tan sombrío, y vestido en la ropería del rigor del vestido, ya se
entiende, es a propósito para blanco, blanco de la injuria; porque esta tal injuria
deue de ser ave nocturna, que no sólo ve de noche, sino la noche con ser priua-
ción, que es quanto se puede ver. Y para ella es blanco, lo que para nosotros es
sombrío, opaco, y cárdeno: y por esso juntó al bulto lo blanco con galante viueza
para hazello fantasma, que bulto blanco, yo no sé que pueda ser otra cosa, y más
metido a la sombra; y no es mucho que le parezca esso en su puntería a la injuria
estando muerto; pues viuo, y resucitado, les pareció lo mismo a los discípulos: y
acordándose de esto el poeta, como escriturario a bulto, no quiso bulto blanco sin
fantasma, ni fantasma a secas, y sin texto, por no dezir cosa que no sea de espan-
to en este su romance.
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2 Desquadernado volumen
solo por dañarlo juntan
rasgos de hierro, que anima,
hojas de clauel que suda.
¡O cómo le sudaron las sienes al poeta en esta segunda copla, convirtien-
do aquel hombre dificultoso, bulto vestido, y blanco sombrío, no en volumen,
sino en babalumen, cargado de rasgos de hierro, y de hojas sudadas! Doyte, que
el cuerpo descoyuntado de su Anti-Christo, sea libro desquadernado, y que quien
lo desquadernó, fueron los yerros, y los golpes que le sacaron del cuerpo dichas
hojas de sangre; si estas lo [345] desquadernaron, ¿cómo lo juntan por dañarlo?
que el juntar es poner el quaderno de cada miembro en su lugar, y vnirlo; y si
matarlo fue desquadernarlo; juntarlo, forçosamente ha de ser componerlo; y en
esta ¿cómo cabe el dañarlo? Y quiero, que el juntarlo sea conocerlo con los clavos
en la cruz, esso pueden hazerlo los clavos, pero no las hojas; sino que quiere que
sean de espada, y no de clavel.
De la gramática española en esta copla, no se hizo caso, porque ella pare-
ce hecha acaso. Porque aquel, descuadernado volumen, no tiene partícula, que mues-
tre ser persona, que haze, ni que padece, de él, ni al, que son las notas con que
nuestro español señala nominatiuo, o acusatiuo, acción o passión; y porque no lo
parezca mía, deslindemos la copla, y lo veremos claro en su prosa. Desquadernado
volumen solo por dañarlo, juntan rasgos de hierro, que anima, hojas de clauel, que suda. Y no
poniendo vn al, al desquadernado volumen, está el desdichado, tras estar desqua-
dernado, y cargado de yerros, y sudando hojas, en vn pie, como grulla, y para caer-
se de su estado, porque le falta el estrivo del al, que ha de sustentar el peso del sen-
tido cabal de la oración.
Rasgos de yerro, dize, que son los clavos; esta palabra, rasgos, es propriamen-
te los rasgos, o rasgones, que hazemos en vna ropa, quando la rompemos; y en
este sentido, no son ellos los rasgos, sino los rasgadores, y la carne de Christo, la
que tiene los rasgos. Translatiuamente, se dizen rasgos los caracteres inciertos o
delirios ayrosos, que formamos con la pluma en vn papel, y a estos no son a los
que anima el volumen, sino ellos son los que animan al volumen, pues las letras
son las que dan alma a las hojas, pues la hazen razonar, y no las hojas, ni el volu-
men a las letras.
Hojas de clauel que suda, le costó sudor de sangre al poeta, auiendo dicho
volumen, por seguir, no su metáphora, sino su thema, como desatinado. Porque
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el volumen no se compone de hojas, que produce, y brota sua natura, [346] el volu-
men, sino de agregación de ellas, que se le pone ab extrinseco para formarle; y hazer
sudar hojas a vn libro, es como hazer sudar a vn santo, o hazer a vn cuerpo sudar
resmas de papel, que sudará mejor sangre, que al fin la sangre tiene gotas, con pro-
priedad, y no manos de papel ad Efesios.
Este volumen devía de estar enfermo de rasgos gálicos, y lo metió en
vnciones, y le hizo sudar hojas en lugar de sessos, que quizá fuera más fácil; y el
clavel debía de tener achacoso el capullo, y no teniendo gomas que sudar, por-
que el sudor no se malogre, suda lo que tiene más a mano, que son hojas; devio-
se de acordar el poeta escrituario de el guttae sanguinis decurrentis in terra; y quiso
aludirle con las hojas de clauel sudadas, porque hojas, y gotas se parecen como
un huebo a otro, y no estuuo la desgracia en el texto, sino en lo esquinado del
encaxe.
Los dos primeros versos fueran cabeça de oro, si en los dos segundos no
le nacieran patas de barro, y huuiera seguido el poeta la metáfora con la conso-
nancia que pide el arte; porque si lo blasfema vn ladrón, es distantísimo de la blas-
femia, que para proferirla se mienta tronco mudo, y insensible, que es muy a pro-
pósito vn leño para dezir pesares: Porque blasfemo vn ladrón le burla, se casa con
Hombre, que tronco se miente. Y miente en dezir, que para injuriar se miente tronco,
pues no ay tronco, que sepa dezir blasfemias, ni tal tronco deslenguado se hallará
en Sylva de varia lección; y si ya este verso, que está dado al diablo de per se, y ex natu-
ra sua, lo diera al diablo el poeta, quando lo hizo, acertara por yerro, porque es más
a propósito para blasfemar vn diablo, [347] que vn tronco; de donde se conoce
quan endiablada copla es esta, pues en ella solo viniera a propósito lo que estuuie-
ra dado a todos los diablos.
Pues tratar el árbol de consultar vidas, quando jura Monarcas; es honra, y
prouecho, que no ay calçador que los meta en vn saco. Que el leño haga el papel
de rey, que le jura rey por el pergamino que tiene clauado el INRI, yo se lo creo,
aunque es mal rey de armas vn madero; y mal relator vn leño, para jurar reyes, y
se leuanta con el oficio de el letrero, que es el que propiamente le jura: y no me
negará esto el letrero, que lo dize en otra copla más abaxo: El timbre de quatro letras,
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Regios poderes promulga. Pero, que por jurarle rey este árbol, se haga consultor del
Santo Oficio de las vidas; y llame a consejo a todos lo que tienen alma, no lo
puedo apear, porque no le hallo a lo vno encaxe, que venga con el otro.
Árboles consultores de reynos, y electores del Imperio, si he leído en la
Escritura, quando los fructíferos dieron el mando, y el palo a la çarça. Pero poner
a consultor de vidas al Arbol de la vida de la Cruz, que nos la dio, es poner en
consulta, y en la balança del sí y del no, lo que él se tiene por naturaleza. Y así, no
sé para qué haze este árbol estas consultas de vidas, a bueltas de jurar reyes, tro-
cando el manto real, por la garnacha de iurisconsulto de vidas, dando su corona
por vna gorra, deve de auer árboles in vtroque, como doctores. Sólo conozco vn
consultor de vidas en el Génesis, y este es el Diablo que consultó con Eva la vida,
que le persuadió, que tenía la fruta del árbol vedado, leuantándoles testimonio a
sus mançanas; y de la vida que le consultaua en el árbol, se passó a jurar los reyes
dioses; eritis, siue Dii. Pero no es possible, que el poeta quiera en la Cruz consul-
tas, passadas por la boca de la serpiente.
de la vida, y con botas, y espuelas, y sin guía para el viaje de la otra vida. Si las
Parcas le huuieran descubierto pies, le huuieran dado cuestas que subir, aunque se
les hiziera cuesta arriba, y no huesos en que andar al retortero; conociéronle
hebras, y assí ellas tienen tixeras, y no desjarretaderas, y assí nos lleuarán a cerçén
la vida, y no nos la cortarán, y nosotros buscaremos hilos de vida de andadura, y
no de trote, para passar nuestro camino, [349] sin molernos los huesos; y para
entrar en la sierra neuada de nuestros laberintos de nieue, que deven de ser los
parasismos en las vltimas
´ agonías, lleuaremos gabán, y almilla de bayeta, y bota
colgada del pescueço, y no cruz, bela bendita, y bulla, y nos fuéramos al cielo en
el passo assentado de el hilo de nuestras vidas, como en vna litera.
Este hilo nos lleuará por sus passos contados al laberinto de nieue del
cuerpo de su Anti-Christo sangriento, y cárdeno, quando la nieue es blanca, y res-
plandeciente. Yo no alcanço, qué enredos, y ambages tenga este cuerpo en su cruz,
para que sea laberinto, ni tal le passe por el pensamiento, porque él se está largo,
y tendido, y patente a todo el mundo, sin meterse en enredos, ni tener bueltas,
como espada, ni rebueltas, como qüento, ni rincones, como recámara, ni enredos
como chisme. Él encamina sus angustias; es frasi aziaga, y de passo de Viernes Santo,
que lleua a la Virgen, hecho el coraçón vn erizo de espadas; y a San Iuan con dolo-
res descabellados en la melena, destornillado de miembros; y haziendo maretas
lastimosas por la calle de la amargura.
Ni sé, como se conozca aún hilo en la cara, las angustias, ni tal fisonomía
descubrió Baptista de la Porta en su Libro de Phisonomiis.
Ni ay cosa tan descaminada, como descamina sus angustias. Porque angustia
dize acción vital, que es expresión de dolor en el semblante, y esta rethórica para
los ojos le conuiene muy bien a la cara torcida, y angustiada de vn hilo.
Angustia se dize de angosto; y de aquí, angusta viarum, los caminos estrechos.
Y dezir, que vna culebra se encamina por las angustias de vna peña, es tropo, que
metaphóricamente dize, la dificultad con que camina por sus estrechos. [350] Pero
descaminar las angustias, es dezir, que ellas se descaminan, auiendo de ser el hilo
de la vida, quien se descamina por ellas. Y assí, el laberinto de nieue, no es este
cuerpo, sino esta copla, pues enreda lo actiuo con lo passiuo, lo traslaticio, con lo
originario, para que se enrede en ella el entendimiento, que le busca piadoso sen-
tido a la afligida, y angustiada fisonomía del hilo.
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Esta consulta del letrero, es del consejo del árbol, que consulta vidas, repi-
tiendo vn assonante mismo, en vna, y en otra copla, que es sobra de consultar
borrones, y falta de no consultar al borrador, ni al arte, aunque sea la Poética de
Rengifo, siquiera por no malograrle los kalendarios de consonantes, puestos en
iguales hileras, acabándose la vida, porque estén iguales los penitentes, o porque
se parezcan entre sí, como vn huebo a otro, o como esta copla a la otra.
De el oro de su cabello, tienen aprecio de puntas. [353] Que prendan el cabello las
puntas del masculino abrojo, y de la espina femenina; yo lo creo, pero aquel apre-
cio de puntas, aunque más se precie de auer despuntado el poeta, es disparate, que
no tiene precio, porque precio de puntas, o puntas de precio, yo no hallo, que sean,
sino las que se venden en las tiendas por su justo precio. Ganar a punta de lança,
es frase española, pero a lança de puntas, y tener aprecio de puntas, es bolver patas
arriba nuestro español, y poner punta con cabeça nuestras locuciones: también
tiene puntas el oro, y estas son puntas de precio; pero no son a precio de puntas;
y aquí las puntas son de las espinas; y el oro del cabello, y el oro no se viste las
puntas de las espinas, ni éstas el oro de el cabello, que son cuerpos diferentes, y
que no se penetran; y si tienen las espinas el quilate del oro de el cabello, es qui-
late de afinidad, y postiço; teniéndolo de consanguinidad en la sangre de Christo,
de que están bañadas, que es quilate infuso, y no apurado, como quiere la copla.
En fin, la locución está vizca, y con ojos de basilisco; y si más la miro, temo, que
me ha de rebentar la hiel en el cuerpo; allá se lo aya con sus puntas, como con su
pan se lo coma. Y si se le atrauesare la espina, San Blas se acuerde de ella.
de subir Iuanelo con su artificio de peroles, quebrándolos com huebos, vnos con
otros, el agua más arriba del viento, y desde allá soltarla de golpe, (auiéndola pri-
mero conjurado, no con motines, sino con ensalmos) sobre el pobre torvellino
nazareno de hebras; y así lo podría anegar; y de otra manera no es posible.
Lo anegan, si no lo ocultan; es valiente ascenso de proginasma reboladora, que
va de más a menos. Anegar, dize ocultar fatalmente; y esconder, dize ocultar sim-
plemente (quando lo que se anega se oculta; y no todo lo que se oculta se anega)
contra toda ley de buena graduación, que ha de subir de menos a más; y no baxar
de más a menos: y lo contrario, es, ni más ni menos, que meter a retóricos a los
potros de Gaeta, que son fronterizos de rabo, y pacilargos de ancas.
Aquel verso (que quien los diuide enturbia) que está entre los cuernos del
paréntesis, con más susto, que si se viera en los cuernos de vn toro, anda vago, y
sobre su palabra en esta copla, como ablatiuo absoluto, que ni rige, ni es regido; y
llamándose a libertad de gramática, que es dueño muy riguroso de las vozes, y
tiene grillos de tiempos, y cárceles de concordancias: Que quien, que quien, adiuínen-
me [356] de quien es este, que quien, que quiere ser relatiuo, y conocer amo, y no
sabe por dónde, ni halla agujero adonde meterse porque teme ahogarse en los ríos,
y no quiere meterse con el sumiller debajo de cortina rubia, ni andar en pleytos
con el “Enturbia”. Al fin él es alma de Garibay, que ni le quiere Dio, ni el diablo;
porque los ríos no son los que enturbian, sino los enturbiados: el rigor no haze
más que correr la cortina, y dividir, y no se quiere meter en enturbiar, ni en rebol-
ver caldos; y quien lo enturbia solo es el poeta: porque si el pobre sumiller, rigor
es el que divide, y también enturbia por sus pecados; y del dividir, y no se quiere
meter en enturbiar, ni en rebolver caldos; y quien lo enturbia solo es el poeta: por-
que si el pobre sumiller, rigor es el que divide y también enturbia por sus pecados;
y del dividir se avía de argüir el enturbiar, dividiendo el cabello en dos ríos; y
poniendo orilla, con orilla sus crenchas, no sé yo cómo las avía de enturbiar, por-
que esso ya se lo tiene hecho de antemano. El olaje de sangre, y dividir cabello
precisamente como lo hazen los peynes, no es enturbiarlo, sino es que son de
plomo alcahuetes de canas, doy traslado a los peynes; y venga otra, que es tarde,
y ay muchos a quienes despachar.
9 Marfil no ya relevado
le ha consentido la lluuia;
iaspe si de los cinceles
de tanta azerada punta.
de Christo, los devió de calçar el poeta, que ellos eran de hierro, como Dios lo
hizo. También es tanteadora esta copla, pues no contenta con andar tanteando, el
tanta cortina rubia, se pone a tantear tanta azerada punta; y jura a tantos, y quantos,
que ha de ser justicia conmutatiua, entre la cortina, y la punta, dándoles a cada vna,
tanto por tanto, y quedarse ella en el romance, hecha vn tanto con assonantes.
Marfil no ya releuado, es el cuerpo de Christo; pues ¿quién lo acepilló, y lo
dexó hecho vna tabla, sin el decoro sobresaliente de sus miembros? Que aquel No
ya, está muy pacífico de relieves, y muy desentendido de marfiles, no más que alar-
gando la mensura a la copla, sin más, ni más, como pedaço de corcho en una lon-
ganiza, que no sirviéndole de nada a las muelas, hace muy bien el papel (no de
lonja, sino de Longinos, estirándole la fisonomía, y no la sustancia) y que no con-
sienta la lluuia, que los miembros de Christo no sean releuados, y sobresalientes;
está allí a secas, y sin llouer; porque qué se le da a la lluuia, ni qué le va, ni le viene,
que los miembros de Christo sean marfil relevado, o no lo sean, que ella se hace
lluuia de lo que se quisiere (pues el verso no nos dize qué es) se contenta con
mojar, y no con raspar, y comer relieues, que esso dize lo fluido de su natural. Que
no es lluuia de garlopas, y limatones, para que le limen, y acepillen los relieues, ni
aguazero de pella de barro, para que se los entierren. Jaspe si de los cinceles. No sé si
es de buen gusto esta lluuia, que no quiere consentir al marfil blanco que se ha
enamorado galán de lo releuado, y consiente el azero largo, y mohoso, que lo haga
jaspe, que es piedra hovera, y pecosa. Aquí de Dios, el cincel caba al jaspe, y le
hace oyos, y relieues, mas no lo hace jaspe vario de colores, porque el color es acci-
dente, que se entiende con los ojos; y la [358] acción del cincel, obra en la subs-
tancia, que pertenece inmediatamente al tacto; y mediante él a los ojos. Y séase,
no marfil releuado, porque no lo consiente la lluuia, o séase jaspe labrado de cin-
celes: los relieues del cuerpo de Christo, a pesar de la lluuia, que no lo consiente,
ya despecho de el cincel que los muerde, sin dependencia de ninguno de ellos, se
dio Dios, y él se los sacó de el vientre de su madre; pues ¿quién le mete a la lluuia
en quitar, ni poner en lo que Dios haze?
Válgate Dios por sangre, y que mal contenta está con el color natural, que
Dios le dio, que se anda hecha vn camaleón, glotoneando transformaciones por
este romance. La primera fue hojas sudadas en el descuadernado volumen. La
segunda borró la imagen. La tercera, quilates rubios. La quarta, hondas de nácar.
La quinta, turbión que diuide. La sexta, cortinas rubias. La séptima, lluuia, que no
consiente; que son los siete pecados mortales de esta pluma, y el guillen cerven
adonde entran todos los ingredientes de epítetos, que abultan los botes articula-
dos de estas coplas, para que estén de bote en bote de desaciertos; y en ellas no
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aya de todo, como en botica, sino más que en la botica; pues en ella no ay volu-
men en bote, ni hondas en bote, ni cortinas en bote, y en ellas sí, porque solo este
romance es el pastel en bote, antonomasia preñada de los hojaldres retóricos.
muere, es quanto se puede desear de triste, para lo funesto, y amargo de las lágri-
mas de Christo en la cruz. No ha de auer lágrimas, aunque sea de muerte, y más
amargas que la hiel, que no sean perlas, como si en ellas solas se encerrara toda la
genealogía de los epítetos; y aunque sea a lo funesto de la muerte de Christo, quan-
do auían de venir de viudas, arrastrando anascotes, y dándose dos mil bofetadas,
se bienen afeytadas, y netas con sus tocas de resplandor, y su manto de gloria, y
hemos de cubrir por fuerça su túmulo con joyas, y no con bayetas: y si no trasla-
do a los otros dos versos: Y en piélagos carmesíes, isla de plata se ofusca. El piélagos car-
mesíes, vaya; pero que para vna nariz afilada, y sobre flaua, cárdena, y sangrienta
de vn moribundo, fuesse trasegando mares este nueuo Colón de desatinos, a hallar
vn islote de plata, que encaxar en la nariz de Christo, es para destornillarse de risa.
No puedo entender, sino que como era isla para hazer narizes, la anduuo a bus-
car, y escogió esta a moco de candil, y la halló tan a propósito, como antojos para
vn cojo, que busca muletas. ¡Válgate Dios por plata, y por perlas! que aún se han
de buscar para ceniça de los túmulos, rempujando el Potosí, hasta el Calvario, y
trayendo a empellones la Margarita, hasta dar con ella en la calle de [363] la amar-
gura; pues es dezir que escampa de joyas: en la copla siguiente remito a su plate-
ría al lector.
En fin, los iudíos como les daua humo a narizes la hermosura magestuo-
sa de las de Christo, no quisieron dexar de hazérselas ellos, por deshazérselas a él.
Y como en ellos son la mano de relox, por donde los conocemos, no quisieron
que huuiera narizes en Christo, en que ellos no pusieran sus manos; ni el poeta
quiso dexar miembro tan principal, sin apodo: y quando pensó que les dezía algo,
que les viniera de perlas, con una frasi, que no fuera mocosa, se las dexó aisladas
en vna copla, como si fuera miembro al traués, siendo ellas la faición, que más a
derechas hermosea el rostro.
precian de tener sangre en el ojo, y se andan salpicando los dedos de los príncipes
de sabañones resplandecientes, y dándoles garrote con otro a sus coyunturas. En
fin, la pobre amatista, como muger flaca, se dexó robar del rubí, y se queda hecha
guijarro para toda su vida. Doliose de su trabajo el lirio, que es amatista silvestre,
y hermano bastardo suyo, y trata de atosigar al clauel porque es rubí con hojas,
flechándole vn contagio envenenado de cárdeno (que deue ser el basilisco de las
colores) con que no hizo más que desnudarse [364] el clauel, en lugar de caerse
muerto de repente. Ahora bien, dexémonos de historias, y vámonos a parlar con
la copla; el hurto del rubí, fue causa de el lirio, que aquella conjunción, que, es allí
vnión de causalidad relatiua, que arrebata la razón de arriba, a que haga vn senti-
do de ilación con la de abaxo, y se argüía de lo vno lo otro; pues míreme aora el
pío lector, que bien apesta vn hurto, y quán contagiosa es vna gançúa; pues la
causa de demudarse el clauel, es, que el rubí hurte a la amatista: y quán a propó-
sito, y ad rem viene, que estándose los claueles quietos de raýzes, y pacíficos de
hojas en la tierra, donde Dios los crió, porque el rubí ande gançuando esmaltes
cárdenos a la amatista en el Calvario, ellos, y los lirios se den de cachetes, y riñan
las pendencias agenas en los jardines, y traten de darse tósigos. Y ya que dixo el
poeta contagio, no lo auía de hazer tan boquimuelle de veneno, que no hiziesse
más, que demudar el clauel, debía de estar passada de punto la ponçoña del lirio,
que los contagios en el verso, deuen de perder su actiuidad, pues en él solo tiene
propiedad de susto, que haze perder el color, y no más. Grande triaca deue ser la
de las coplas, bien se podrá pedir en las boticas vna onça de atriaca, para curar
emponçoñados de contagios mortales. ¿No es esto meter zizaña entre las flores, y
amotinar con vna copla facinorosa la paz de la naturaleza? ¿No es esto dezir lo
mismo por lo mismo? Pues todo el aparato de rubíes, amatistas, esmaltes, cárde-
nos lirios, claueles, paran en que por los golpes se haze la sangre roja, moradas en
los cardenales; y esto dizen los dos primeros versos, y esto mismo repiten los dos
segundos; porque es fullería de retórica pobre, solar vn concepto con dos versos,
como çapatos viejos; porque con esso siruen como nueuos en vna copla: qual
más, qual menos, toda la lana es pelos; y morado por morado, moradas se son las
amatistas, y lirios; y rojo por rojo, rojos se son los claueles, y rubíes; pero el poeta
por afectar la claridad, quiere dezir el pan por pan, y el vino por vino; porque no
se quexen, que no habla bien claro.
15 En la barba Nazarena,
por partida, o por adusta,
dando passo a los raudales,
bermejean las espumas.
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cólico, y triste, objecto de la vista; pero yo no sé cómo los ojos pueden verle en el
semblante a la lengua, si está mustia, o alegre, que ella se está siempre fresca, y
colorada; y este semblante no lo demuda como el rostro; solo estará mustia quan-
do no hable: y entonces es verdad, que no dirá [368] chus, ni mus: y como en el
mus se halló andado lo más del camino para el mustia. N. poeta por darle vna
enfermedad aciaga a la lengua, lo remendó con el tia, que es peor auer passado por
ella tia, que passar ora. Mustia lengua podrá ser quando ella aya probado caparro-
sa: y quando vean los oídos, y oían los ojos. Y si dixéramos de Zacarías, que el
razonamiento del Ángel, quedó mustio, qué entendería vn español toledano, si no
quedó triste, y no mudo: ¿ay más donoso trabuco de sentidos en la ginebra de vna
pluma? ¿quién oye gestos? ¿quién mira vozes? ¿quién habla tactos? ¿quién gusta
vistas? ¿quién güele luzes? sino quien sabe oler el poste, y quien le conoce en el
semblante a la lengua que está mustia. La lengua no yaze mustia para el ahogo,
sino en el ahogo para los sentimientos, que lo demás es hazer vistosas las cláusu-
las que miran a vna parte, y ven en otra. Además, que Christo no dexó de sentir,
sino de quexarse como agrauiado, que esso fue ser sufrido, y essotro sería ser
insensible. Y en hipérboles de agrauios, es la retórica muda. También pudiera dezir, es la
retórica mustia, y tuuiera la señora retórica vna cara de lengua, aciaga de semblan-
te, y una fisonomía de ciprés; pero quiero que sea muda, muy en hora menguada.
No es ser muda ser bien hablada, y responder a agrauios hipérboles con perdones
hipérboles, y la lengua de Christo fue tan muda, que pidió perdón para sus enemi-
gos: y este fue hipérbole pronunciado; recomendó a su madre a Iuan, y su espíri-
tu al Padre; y si fue muda, debió de hazer todo esto por señas. Aquí de Dios, y de
las siete palabras de Christo en la cruz, que ni lo dexarán ser retórica muda, ni a
mí me dexaran mentir.
manos, que catear jacintos, remudado de frasi: Dios los ponga en paz, y les amo-
jone sus crueldades; hierro sediento de embidia suma, es hierro de mal gusto, pues
ya que padece sed, más potable era la sangre de Christo, en que está bañándose,
que vn quelidro de Satanás, crinito de víboras, que para apagar la sed, es quanto
se puede desear vn baso de embidia, que bayle bíboras como agua delante. Este
hierro hidrópico de embidia suma, en lugar de apagar con la embidia su sed, se
pone muy despacio, y con grande cachaza a catear jacintos, por milagrosas rotu-
ras, como si de lo que padece sed, no fuera de la embidia,y cateando jacintos, la
huuiesse de apagar con ellos, que es lo mismo, que si muriéndome yo de sed, en
lugar de apagarla con el agua, me pusiesse a sacar piedras de vna cantera, porque
es muy lindo vaso de agua fría vn guijarro.
El suma embidia, es fuerça que aya de tener ínfima, y media, pues dígame
el poeta, ¿quál es la embidia positiva, y quál la comparatiua desta embidia super-
lativa? Porque si la suma es matarle (y los fines han de dezir proporción a los
medios) no es el medio superlatiuo herirle las manos, no con otro clauo, sino
meramente con otra frasi: y deseando pasar de ínfimo a sumo, no ha de hazer lo
mismo (que no es más que otro quien no haze más que otro) y aquí el clauo, aun-
que desea la suma embidia, no solo no haze tanto como ella, sino mucho menos,
que ella le rompe las manos, aunque no se sabe con qué, deuió de ser con los col-
millos, y el clauo, pues se las halló rotas; deuió de herírselas a punta de frasi, como
a punta de lanza con esta locución viuda de jacintos: y le hirió de palabra, [370] y
no de obra. Y assí no llegó la hidropesía de este hierro, sediento a poner medio
sumo, para beberse la suma embidia, quedándose como camaleón de hierro, es
tántalo mohoso, la boca abierta al ayre, enjaguándose con el buen ayre desta fra-
secita de ayre, diziendo con elegancia, lo que la embidia auía hecho con crueldad,
como coronista suyo.
Además, que por esta qüenta Christo tuuo dos agujeros en cada mano:
vno que le hizo la embidia, quando le rompió las manos, y otro que le haze el hie-
rro, quando le catea iacintos, porque donde ay dos agentes de orden diuerso, es
fuerça, que aya dos efectos totales, con que Christo es mas manirroto en esta
copla, que lo fue en la cruz, porque tiene más agujeros por donde se le veían las
liberalidades: y si todavía porfía nuestro poeta, que es vno, porque no puede
menos, la primera vale dos, y el segundo no hizo nada; assí el hierro se deuió de
entrar sin herir a Christo, como por viña vindimiada, el agujero adelante, agrade-
ciéndole con las buenas palabras de la copla, que le huuiesse, quitado de esse tra-
bajo, y escusado, que el martillo le quebrasse la cabeça a golpes. El milagrosas rotu-
ras, por disformes, y grandes, es frasi con manto de gloria, para auerlas hecho la
crueldad de vn clauo, deuen de ser milagrosas, por auerlas hecho la embidia por
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conjuro no más, porque ella, secundum sé, no tiene instrumento con que herir
físicamente la carne entitatiua de Christo, y quede por verdad cierta, que no añade
nada el catear jacintos, al romper manos: y que ésta no es más, que tener musa lim-
pia, que se remuda camisas, vnas peores que otras.
otra cosa. Y para llamar a vno gran ladrón, o gran poeta, o tal por qual, nos aho-
rraremos de palabras, con dezirle, otro que tal, y irá en vna dobla toda esta carga
de moneda de vellón.
Al orbe de su estatura, es cosa contrahecha, porque orbe es globo perfecta-
mente redondo, corcobado a dos carrillos, y no ay estatura que pueda lleuar en
paciencia tener dos corcobas como castañera, y antes le quebraran la significación,
que la doblez; porque orbe, es globo cabeçudo de círculos: y este poeta no con-
tento con auer en el discurso de su romance hecho a Christo bulto blanco, como
si fuera fantasma; volumen desquadernado, como si fuera libro de canto viejo;
laberinto de nieue, como si fuera madeja de hilera despernancada al ayre; imagen
borrada, como si fuera dibujo de pintamonas; erizo de espinas, machos, y hem-
bras, como si fuera cambronera: torbellino de hebras, como si fuera melena de
Absalón, trotando en su mulo; marfil sin relieue, como si fuera colmillo liso de ele-
fante; jaspe manchado, como si fuera cauallo houero; lunas menguantes, como si
fuera pendón de moros: cejas de nieue, como si fuera frente de Matusalén; nariz
ahogada, como si fuera cara de buzo; lirio contagioso, como si fuera landre: mus-
tio de lengua, como si fuera ciprés: cata de jacintos, como si fuera sima de cabra.
Aora le haze, para adobarlo todo, estatura de orbe, que es cortiancho, con corco-
ba de a dos, componiendo vn monstruo de todas estas fealdades, tal, que ganará
dinero, quien a este romance lo lleuasse en vna jaula a mostrar por el mundo, para
que se admirassen de ver un calepino de fealdades, vna poliantea [373] de delirios,
y vn abecedario de disparates, para deletrear por él todos los desatinos imagina-
bles, y para memoria local de todos los delirios. Estatura se dize de sto, stas, que es
estar en pie: y de aí en nuestro idioma vn estado, que es mensura tomada de alto
a baxo, y meter en vn arco, y querer hazer redondo vn estado, es juntarlos dos
puntas, o extremidades a vna línea matemática, y quererla hazer círculo, que es
poner patas arriba todas las dimensiones matemáticas. Y para ser el Christo que
finge, de estatura orbicular, auía de estar, no tendido en la cruz, sino hecho vn silo-
gismo crucificado, juntando extremos desatinados en vna conclusión monstruo-
sa; enigma del año, serpiente rebuelta en sí misma, con la cola en la boca, magu-
llándose el rabo; quebrado por el espinazo, y juntos los pies con la cabeça; de
donde se saca, que no tiene pie, ni cabeça el disparate métrico de esta copla, car-
gada a cuestas con su estatura de orbe.
Pues aquello de que los polos den figeses, es pedirle al olmo peras; ellos si
son fixos; pero juntamente son quicios originales de todos los mouimientos; por-
que sobre ellos se trastorna toda la máquina de orbes celestiales, con mouimiento
perpetuo, y torneará muy bien vna bola vn tornero, si los dos puntos fixos de el
trono dieran figeses a la bola. que era intumirle los mouimientos: y estaría él con
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recoleto de estómago, que lo pueden passar con el dedo, y ahorrar de nauíos para
passarlo; miren si es arbitrio de buen tamaño el de el poeta: porque aquí de Dios,
si tiene fuentes por donde desagua, ¿para qué se quiebra la cabeça con los esco-
llos, como si ellos fueran parteros de sus barrigas espumosas? Et mare non redun-
dat, se puede andar a buscar, no madre que lo enbuelva, sino que lo suelte, porque
madres han de tener estas corrientes. Et, hic confringes tu mentes fluctus tuos, en las are-
nas no será ya necesidad frenética de las olas, sino golloría de su mala condición:
y assí los podrán embiar noramala las arenas, pues como berracos de cristal rui-
dosos, de valde se están gruñendo sin son, ni sin ton, tascando espumas, y mas-
cándose los colmillos salados: El mirabiles elationes maris, se puede ir al otro mundo
a espantar a Aristóteles, pues no es ya espanto de los hombres, sino espantajo de
espumas para los muchachos, tarasca marítima para juego de los escollos, y no
prodigio christalino para assombro de los ingenios, no [377] todo lo descubrió
Colón, pues se le escaparon estos desagües de la mar, a él, y a Aristóteles; ni alcan-
çó Nieremberg esta nueua philosofía, que la huuiera puesto ombro con ombro
con la nueua suya de la piedra imán, y vida de las estrellas: cada día se adelgazan
más los ingenios marítimos, y más el de este poeta argonauta pharetrado, como
veremos de aquí a poco. que le hizo no solo la puente, sino el camino de plata a
la mar, como a enemigo común: y plata tan a propósito de vna espalda ensangren-
tada, y cárdena, como a la sazón lo era la de Christo, deue de padecer fluxo de san-
gre la plata, que se pega a las espaldas, que es enfermedad de mar espalda, acha-
que marítimo, y poco conocido en el mundo; porque de otra manera no puede
conuenirle el color neto, y resplandeciente de la plata a vna espalda cárdena, y
ensangrentada; como auía de ser la de Christo.
rayos visiuos lo atormenta, que eso dize el encontrarse los ojos; ¿y se puede dudar,
quién atormenta más, o quién es más atormentado? [378] Esta duda, ni echada, ni
sentada, ni larga, y tendida no la dize la copla, sino que se dieron vn choque de
miraduras; y luego las dudas que puede considerar el pío lector, se pusieron para
él en pie, y para mí en el ayre, y pataleando, y haziendo gestos de ahorcadas.
El arpón visiuo, o ançuelo derecho, o lengua de sierpe, o lanceta con cuer-
nos, o vña de áncora, o lesna con balcarrotas, que todo esto le cabe en la barriga
a vn rayo visiuo, preñado de arpón. ¿Como la turba solamente? que para vna pala-
bra arpón, es poca minestra el turba; porque su eficacia fatal se termina en herir, o
matar, o lastimar por lo menos; pero turbar solo, es tratarla como a mala nueua,
de que no poco se afrentara la actiuidad de vn rayo arponal. Además, que Christo
en la cruz, con su vista, aunque lastimó a la Virgen, no la turbó, antes la confor-
tó, y animó sumamente: y si ella se turbó a la salutación angélica, fue por venir el
ángel disfrazado en hombre, y no en rayo, arponando la vista de Christo, que antes
la confortaua, para que con ánimo sereno lleuasse su dolor.
Aquel visiuo arpón, quiere dezir rayo visual; y éste si lo miramos bien, no
es otra cosa, que vna arteria arrojadiza de la luz, es el latido vital de las niñetas, y
el pensamiento misiuo de los ojos, sutil más que el átomo delgado, más que el
cabello derecho, más que vna vira. Y darle vna porra orejona de arpón, es tratar-
la como a cabeça de sardina, bolando por los ayres con sus agallones abiertos, tra-
tando de dar zabullidas, y leuantar olajes de tinta, con que turbar el coraçón cons-
tantemente lloroso, y tristemente sereno de la Virgen. Y si a cada rayo visual le cal-
çamos vna cabeça de arpón, no avrá ninguno, que mirando a otro, al recogerse
este rayo con lengüeta a los párpados, no arrancasse los ojos de aquel a quien
mirasse, y se los traxesse asidos, como pez cogido con ançuelo; y a la qüenta pocos
hombres auía de auer, que no tuuiessen rebentados los ojos a malos rayos arpo-
nales; y solos los de los vizcos fueran ojos seguros, [379] porque miran con gara-
bato, y de tornillo, y no tienen por donde les entren derechos los rayos arponales;
de todo lo qual se ve claro quán mal le está a vn rayo visiuo tener forma de arpón,
y propriedades de ançuelo.
Aquel que que visiuo arpón la turba, es relatiuo de Christo, y quiere dezir: el
qual con visiuo arpón la turba, y dexa manco el sentido, y pone vn que, que es el
quid pro quo de las musas boticarias, y el tal por qual de las coplas pendencieras;
y comerse el con, es comerse de polilla los versos, y tratarlos como si fueran de
lana.
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taza con cortina, columnas, y rodapiés, los bebe en lecho de mejor pluma; en que
a mi parecer se le cayó de madura vna heregía, escriuiendo este verso, no con tinta,
sino con pólvora, peligroso para registrarlo a la luz de la antorcha sagrada de la
Inquisición. Porque aquí alude al auerse dormido San Iuan en el lecho del pecho
de Christo, y allí conocido los rayos de su generación diuina, que nos enseñó en
el in principio erat Verbum, bien; o el mejor carga sobre el seno del Padre, que es su
entendimiento fecundo; y éste quiere que sea el lecho adonde bebió S. Juan los
rayos de las generaciones divinas, [381] quando las conoció, y la palabra compa-
rativa passa a hazer relación de él, prefiriéndolo al pecho del Verbo encarnado,
lecho, o seno, adonde durmió S. Juan; y aquí ya se ve que aunque es mayor el
Padre, que el Hijo, secundum Humanitatem, no es mejor, pues no es mejor el engen-
drador, que el engendrado. O la palabra mejor, apeló sobre Christo con relación
comparatiua a sí mismo en el cenáculo, adonde se durmió S. Iuan; y en la cruz
adonde ahora lo mira: y Christo no es mejor en el cenáculo, sentado a la mesa, que
en el Calvario clavado en la cruz. Antes (si pudo mejorarlo el padecer) a nuestro
modo de entender, la cruz lo mejoró. Y la encarnación, aunque lo hizo menor que
el Padre; minor Patre secundum Humanitatem; no porque lo hizo hombre, lo hizo
malo, ni peor que el Padre, que mejor tiene por correlativo a peor: y no podremos
dezir: Peior Patre secundum Humanitatem: que es esso será no ser peor, que el mejor,
sino peor que peor. Y assí por qualquiera parte tiene mala cara este verso, y no me
espanto, que tiene cara de herege.
Y la palabra, también, de el immóbil columna, se está allí haziéndose rajas,
y carcomiéndose de relaciones, y haziendo señas a secas, y guiñando
de valde, porque es relativa de otra inmóbil columna, y no sé que
aya ninguna en el romance, que le haga del ojo, ni se de por
entendida de columna, también; sino es que los dichos
Polos otros, se metan de gorra a columnas, porque
son inmóbiles, y dan figeses: en fin, ella es
columna adonde el poeta puso el
non plus vltra de sus
desatinos.
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Bien se ve, que estauan descomulgados los iudíos, pues en opinión de esta
copla muere Christo no perdonándolos, sino matando candelas, como en Anathe-
ma, no le faltó sino colgarse de la boca en lugar de el ignosce illis, las plagas de
Egipto, el Sodoma, y Gomorra, Datán, y Auirón; y se conoce bien, que andaua
por allí invisible el alma descomulgada de Iudas, penando en su mano de palo, y
matándole candelas a la vida de Christo, por auerlo vendido a escondidas, y a mata
candelas, como traydor, para que lo matassen. Luzes apaga a la vida. En esta ora-
ción, la persona que haze, es Christo, que apaga luzes a su vida. Apagar luzes, es
acción: y dezir que Christo apagó luzes a su vida, es dezir, que él se mató, y que
no le mataron. Y en prueba de esto, se puede alegar a Pedro Grullo necedad cien-
to y catorce, enojado con los iudíos, y diziéndoles muy colérico: Perros iudíos, vosotros
lo matásteis, que él no se murió de viejo: el morir en todo viuiente no es acción, sino pas-
sión; y matarse Christo con acción propria, por mostrarse amante fino, es rempujar,
hasta la cruz el chuzo desesperado de Tisbe, y Píramo, en que los pobres andan por
el mundo, como dos pichones en vn asador, lardeados desta fineza desesperada.
Porque amante se presuma, aquel se presuma, es impersonal, para que otros lo
piensen, o lo congeturen, que esso es presumir propiamente. Y cierto, que dar la
vida vno por otro, que es la fineza más esforçada de vn amigo, y el rebentón más
descabellado, que puede apechugar la naturaleza: Quam vt animam suam ponat quis
pro amicis suis; deve de ser vna acción tan neutral, tan alicaída, tan tibia, y amphi-
bológica, [383] que qualquiera amigo discreto se pondrá a presumir, y a congetu-
rar, si es amorosa demostración, o no, morir por él, quando ve boqueando a su
amigo por su causa, y en defensa de su vida. Matarse vno, por presumir de aman-
te, es el punto de más lindos humos que tiene vn amor desinteresado; pero matar-
se porque lo presuman otros, es fineza de tablilla, y poner la presumpción en
quien lo ve, como toros desde la talanquera, y no en quien arriesga su vida; y que
es tener yo vanidad de que ande bien mi mula, costándole a ella sus passos, el que
yo presuma de ellos. Si dixera: Para presumir de amante, luzes apaga a la vida, fuera de
hazer a Christo amante con presumpción inmanente, y no transeunte, que es pre-
sumpción de participantes, y afinidad haragana, y gorrona, que otro presuma de
lo que a mí me cuesta mi trabajo, como quien hurta la copla, y la vende por suya.
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Aquel, faltas de nueuos daños, es frasi con amphibología de dos suelas; por-
que diferente cosa es faltar más daños, que padecer, que es lo que quiso dezir el
poeta, o tener faltas los daños dentro de la esphera de daños, que no es ser daños
cabales, sino daños con faltas; como es diferente faltar el veneno porque se acabó,
o tener faltas el veneno, que es no tener el punto, grado, o quillate que ha menes-
ter para serlo. De modo, que según esta qüenta, a los tormentos de Christo les
podremos poner las faltas que quisiéramos, de tuertos, cojos, mancos, o contrahe-
chos, o no bien agestados, ni de buena persona, sino de personilla; siendo la per-
sona del Verbo la que personaua aquella humanidad, que era atormentada, porque
ellos en fin no fueron tormentos de bien.
Y la palabra daños, para la atrocidad grande de los tormentos de Christo,
es tan baxa de empeyne, con la palabra faltas, cargada de suelas, porque pueda
dezir esta copla, que no hallo en mi pluma orma de su çapato. Porque si Christo
padeció tan exquisitas atrocidades, y de estas no muere, en opinión de esta copla,
y muere de que no ay más daños que padecer, muere por falta de lo que es menos,
y no muere por [384] sobra de lo que es más, que son los tormentos: porque va
de tormentos a daños, mucho más de lo que va de Pedro a Pedro; porque tormen-
tos, dize atrocidad de crueldades, y daños, incomodidades simples; con que están
aquí, como Pedro por demás estos daños de que muere Christo.
23 Inclinando la cabeça
al azero que la busca,
medio cielo le señala,
por Norte de aquella aguja.
¿Ay azero más tartamudo de aciertos en el mundo, que él busca la cabeça
de Christo, y Christo se la inclina; y que no acierte este tembleque resplandecien-
te con la cabeça estando las partes conformes?; según el texto de la copla, sin duda
que este yerro, no sabe lo que se yerra; y es la verdad, que es yerro sin acierto,
devía de tener su lengua tartajosa mal de imán, que es perlesía, que le da al hierro.
Miren qué más se hiziera si apuntara a los clavos, que diera vno en ellos, y ciento
en la herradura.
Y si Christo inclina la cabeça, para que se la busque el azero (como si se
la diera a espulgar) en la cabeça auía de dar el golpe, y no en el costado, con que
nos es forçoso dezir, que acertó por hierro, y confessar, que a Longinos le suce-
de lo que al sastre con las tixeras, que da aquí el golpe, y chillan en el cabo de la
mesa; y que el azero buscó en vna parte, y dio en otra el golpe; y que tan a ciegas
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hizo esta copla. N. poeta, como Longinos la herida, pues él acertó por hierro, y el
poeta erró por acertar. Al azero que la busca: yo entendí, que el caput tuum aureum
optimum, se entendía de la cabeça de Christo, y que él tenía cabeça de oro; pero
aora que veo a este azero tan bullicioso de mouimientos, hecho perro de rastro de
esta cabeça, me pongo a pensar, si este su Christo es cabeçudo, poco menos que
la lança, pues porfiando [385] ambos por encontrarse, ella es testa de ferro, y
Christo cabeça de piedra, y que la busca para darse de cabeçadas con ella. Y no
sólo será testa de piedra como quiera, sino de piedra imán espeluzada de errum-
bre, y salvage de limaduras del açero, que busca en la lança, que está con la lengua
de vn palmo buscándose esta cabeça.
Pues el medio cielo, que le señala por norte, no puede ser otra cosa que la
herida del costado, que ha dado en que ha de ser medio cielo, como dan cúpulas
en ser medias naranjas. Y si es medio cielo la herida, era forçoso que se señalasse
el dicho medio cielo con vn compás curbo, y que Longinos lo hiriesse con vna
gurvia, o con vn sacavocados, o con vna dexarretadera, que aunque son instru-
mentos bastardos de la passión, ellos solos hazen heridas de redondo. Y si la cabe-
ça inclinada de Christo señaló el medio cielo, era forçosso que en la boca (porque
las manos las tenía clavadas) llevase vn compás abierto, con que señalarle puntual-
mente a Longinos adónde avía de herir con su lança gurbia.
Mas todo vn medio cielo ni puede ser norte; que norte; que norte es el
punto mathemático del círculo celeste, anudado con vna estrella, a lo qual llama-
mos Norte, y hazer a todo el medio círculo norte, es apretar con vn nudo ciego,
y rebujar con vn punto vna línea circular; y confundiendo las dimensiones mathe-
máticas, querer meter a dos en vn çapato. Por norte de aquella aguja. Bien dixe yo,
que esta lança tenía mal de imán; pues anda nordesteando de la cabeça al costado
de Christo, y no sabe lo que se nordesta; porque apunta a la cabeça, y hiere en el
costado; con que será forçoso buscar la aguja de navegar cultos de Quebedo, para
entender el rumbo de esta copla: y (si lo miramos mejor) el Norte es estrella fija,
y a nuestra vista crinita de rayos, y derramada de resplandores circularmente difus-
sos: Y si esta ha de ser medio cielo, Norte ha de ser estrella medio circular: [386]
y si era Norte con corcoba, que es achaque sólo del planeta Saturno, que como
viejo es achacoso de gibas, y potroso de resplandores.
ya muerto (que a esso allude la palabra muerto, común a Christo, y al mar) por-
que o era turba de fieles, y éstos no por estar Christo muerto, avían de dificultar
la entrada por su costado a la eternidad, que antes era averles asegurado con su
muerte su redempción: O era turba de los que no lo creían, y para esta no era de
importancia ninguna, que estuviera muerto, o vivo, porque, ni muerto, ni vivo cre-
yeron en él; con que a esta copla, ni muerto, ni vivo se le puede hallar el concep-
to, y él está tan anegado que son menester redes para sacarlo a la orilla, y conocer
si es de poeta, o de monstruo el cuerpo sin alma de esta copla.
27 El phaetrado argonauta
de essa máquina zerúlea,
en falúas de abalorio,
golfos de sombras fluctúa.
Esta no es copla, sino coplada de vocablos guapos, y fanfarrones, llenos
de pistolas cargadas de ruido, y no de nueces, triquitraque poético, poca pólvora,
y mucho estallido de papel reventado. Bálgate por tabahola armónica, Dios te
favorezca polvareda campanil; téngate Dios de su mano Ginebra acorde. ¿Ay
behetrería más bien prendida de cadencias? Argonauta pharetrado, abalorios,
máchinas, golfos, falúas, que bien llena esta paja los dos carrillos desta copla hin-
chada, como sapo articulado, de que lindo aspecto se miraron los astros en esta
tropelía canora, en esta varahúnda raçonada de vocablos bixestiles, y climatéricos,
para que qualquiera poeta no sólo se levante, pero se haga figura. Pharetra es el
aljaba, argonauta es marinero, máquina zerúlea, son cielos açules, falúas son cha-
lupas, golfos son mares, abalorios son ciscos de vidrio, y limaduras de hollín hora-
dadas, [392] y todo ello es vn gigante de cartón, por de fuera de oropel, y por de
dentro papel, y pan mascado, y el coranvobis es del Coloso de Rodas, séptimo
milagro del mundo. ¿Ay grifo poético más bien escamado de retóricas, más
voquiabierto de lenguage? ¿qué lindas garras phaetradas, qué bien tendidas alas de
argonauta? ¿qué pico tan aguileño de saluas? ¿qué bruñidas conchas de abalorio?
¿qué cerúleo de pellejo? ¿que bien crestado de máquinas? ¿que bien ondeado de
golfos? ¿qué bien enroscado de fluctúas? y toda esta escarapela de frasis, toda esta
chacota de cadencias, toda esta carantoña de vocablos, toda esta estampida de
palabras, es vna tragantona de fruslerías, y todo este grifo crespo de varahúndas,
y crestado de musarañas, se difine, y viene a parar en ser iguana macho toda cotos,
colgajos, y pellejos, arrugas, y escamas, y cachaza.
Phaetra es aljava, y phaetrado es cargado de aljavas. Y argonauta es mari-
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nero, o piloto de la primera nave llamada Argos; pues pondérese agora, qué linda
obra haze en vn marinero vn haz de saetas, y qué linda aguja de marear es vna alja-
va, y cuán bien aviado fuera vn piloto para surcar mares con vnas botas rodilleras,
y s guantes de ámbar, que aunque son cosas preciosas, son tan a propósito como
las aljavas. Enamorolo el vocablo melenudo, y cariharto de phaetra; yo confiesso
que el sol fue caçador, y también que es argonauta de esse piélago azul del cielo;
pero en quanto argonauta no tiene aljavas, como en quanto caçador no tiene cha-
lupas, que estas son malos lebreles para andar por las selvas; y aquellas peores jar-
cias para la mar. Y le parecía que decía la primera cosa de el mundo entrando en
esta copla, como cometa espantoso, muy crinito de phaetras, y muy melenudo de
arpones.
De essa máquina zerúlea: si avía de seguir la metáfora de navegación, es boca-
blo muy esquinado para su conseqüencia el de la máquina, mejor fuera de esse pié-
lago cerúleo, porque el máquina, ni le assienta, ni tiene parentesco con la aljava, ni
con la navegación; [393] pero como piélago es masculino, y el asonante aciago de
V y de A avía de ser por fuerça femenino, más quiso máquina sin propósito, que
piélago hermafrodita.
Falúa es el dedo menique de las embarcaciones, y el dedal marítimo de los
navíos, y yo no acabo de entender como esse gigantón resplandeciente del sol ar-
gonauta, y pharetrado, y con más colgajos que el pulpo, se pudo hazer quinta
essencia de rayos, y abreviatura de resplandores, y prensarse en el cascarón de vna
falva, aunque trocase a oro la moneda de bellón de sus vochornos, y apretarse tan
cariharto de luzes, tan espaldudo de rayos, tan guardiancho de arreboles en la cás-
cara de abellana de vna chalupa; aunque para gastarse de resplandores, se desayu-
nase con vinagre en tinta, o con tinta de vinagre todas las mañanas: y se metiera
a anacoreta de tinieblas, y hazer penitencia de crepúsculos en la cima de cabra, o
en la queba lóbrega de quantos lobos se anochezen de boca en el mundo; o por
dezirlo de vna vez, se afeytará con los sendales del tintero de este poeta atezado
de frasis, para que se le pegaran todos los contagios de sus obscuridades. Viendo
pues todas estas dificultades, puso el falvas ´ en plural falbas de abalorio. Tan mala
concordia es esta en plural, como en singular, porque falúas son embarcaciones
desunidas, y disgregadas cada vna de por sí, como las escudillas de los gijos de
Mari Rabadilla, y no son como tablas miembros parciales, que juntos componen
el cuerpo total de vn navío; y esta qüenta puso el sol en cada vna su quarto, que
fue ponerlo a la cola de quatro cavallos, para que tirando cada vna por su vereda
lo despedaçasen dichas falúas que son hermanas de vn vientre, vnas de otras, sino
como cochinas de diezmo cada vno de su arcabuco, y assí tirando cada lechón de
madera por su senda, no es mucho que hiziessen fluctuar a este pobre argonauta
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28 Galeón empabeçado,
esse globo de la luna,
todo el trapo de sus luczs
en sendales arrebuja.
Esta copla es varrendera de tienda de sastre, y después [395] pues de aver-
lo trabajado bien, da en el muladar con todo el trapo: la copla antecedente era
çeçeossa de sílabas, y esta tiene lengua de trapos, que es gracia de buen ayre en vna
musa tan presumida de galante, que trata de echar todo el trapo de su eloqüencia.
Yo no entiendo esta mathemática del poeta, que trae visos los astrolavios, y tur-
bios las ephimérides. Al sol, que es planeta casi infinitamente mayor que la luna,
a puros calçadores lo metió en vn çapato, y a la luna, que es el menor de los pla-
netas, lo çabulle en vn galeón de alto bordo, y para que no ande nadando con pie
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pequeño en çapato traído, y dando ocicadas en vn bordo, y otro a los balançes del
navío y se lastime la tez del globo melindrosamente christalino, arrebaja sendales,
y la estofa con ellos como ventosa en vaçera emparedada de estopas; y fuera mejor
cojerle alforças a las quillas, para que no se colgara el follado de tablas; yo no he
visto flautas, que sean pitos, ni pitos que sean flautas, sino en este romance. La luna
ha de ser globo por fuerça, pero hase de arrepentir de cuernos, y apostatar de men-
guantes, porque si no, no será globo castizo, sino círculo bastardo, y trapo de luzes,
será resplandecer mendicante de planeta pordiosero, bueno para carretero de inge-
nio de papel, que levantando los trapos del polbo de la tierra, los sube a mandar el
mundo en las provisiones. Hazer de trapos papel, qualquiera mal trapillo ginobés
lo haze, pero hacer luzes de trapos no sé que hasta aora lo aya atinado la cartilla
vieja de Raymundo Llullo; (pues ella, y su nombre de el toda, es, el es) pero como
es como fácil hacer luz de trapos encendiendo las mechas en los candiles, les devió
de parecer a nuestro poeta, que se podía hazer trapo de luzes, escogiendo frases
chuímicas a moco de luna, como a moco de candil, que tan buen juyzio tienen para
esto las lunas, como los candiles. Haze de vn sendal nuebo vn trapo a fuerça de
hazerlo servir, bien puede ser, pero arrebajar trapos, y hazerlos sendales, es tan fácil
como resucitar a vn muerto, que es hazer de lo viejo nuevo. Esta musa pues naci-
da en [396] trapisonda, y no en el Parnaso, para dezir que la luna se eclipsó, dize
que arrebujó los trapos de su luz en sendales; sendal propiamente es vn lienço del-
gado, trasparente, y sutil, y si se explica bien con esta fracidia sana vn eclipse obs-
curo, y tenebroso, díganlo los eclipses, y si ellos no, los ciegos. Pero allí el poeta no
quiso tomar en este sentido el, sendales; ni lo dixo por esso, ni talle pasó por el pen-
samiento, ni por la pluma; mas cerca tenía los algodones del tintero, y ellos fueron
los malhechores de estos arrebujos, que le mojaron la pluma para echar este
borrón, pero quedósele en el tintero poner a la margen sendales, id est algodones
de tintero, que son sendales imbernizos, ollines, en infusión, o pazas de negro pues-
tas en remojo, para que con esso saliesse la luna como vna dueña Iolofa, Reyna de
Monicongo arrebujada de arrugas, crespas de mechas, y atezada de glovo; que para
hazer penitencia de hermosa, y meterse a hermitaña de humo, no pudo hallar chi-
minea más lóbrega que el tintero de nuestro poeta culto de sendales, de donde sale
chorreando brea, y muy mala de eclipsis, y con cámaras de tinta, como si se huvie-
ra purgado con cañafístola. Ni pudo hallar potro de atormentar su hermosura más
mal acondicionado de costillas, que vna cara arrebujada en arrugas de una vieja,
adonde ellas como cordeles de el tiempo se entran partiendo la carne hasta los
huessos; y en este rocín cinciano, más que potro padece la mal aventurada luna tor-
mento de sendales, como de roca, que se los dan a beber arrebujados con tragos
de tinta, y ella da arcadas de hollín, y bomita eclipse arrebujados de sendales.
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con más descanso; pero quien causaría más lástima sería el pobre Saturno, viejo
gotoso, y corcobado con los bragueros al hombro, y la potra en ambas manos con
vna cara de abrrennucio, aciaga de luzes, verdinegro de exalaciones, echo vn rejal-
gar, la cuesta arriba de los cielos, tosiendo relámpagos verdes, y cometas açules, a
que le diessen como a niño cathecúmeno un soplo en la cara, ya a él, y a los demás
los dexassen apagados, y a buenas noches. Miren todos la máchina de que viene
preñada esta copla cariharta de caderas, y gordiancha de panza, y luego nos espan-
taremos, que el Cavallo de Troya tenga tripas.
No vinieran estas estrellas dos a dos, como frayles conventuales del cielo
a besar la mano a la noche, y a tomar el benedícite de tinieblas, sino vna tras otra
como pescados, o como obejas en contadero. Si vna a vna se huviera de apagar,
tenía el cielo obra cortada para muchos días después del Iuyzio, porque sólo Dios
las qüenta; numeras multitudinem stelarum; y es acción de menos embaraço, y si para
contarla sólo es necessario el guarismo de Dios, y sólo en sus [399] ojos se halla
esta arithmética, para apagarlas vna a vna, sería necessario vn juyzio de Dios (y
siendo Dios cupiera flema) sólo una flema de Dios. ¿No es esto dezir, vna a vna,
y dos a dos, y ciento a ciento, y qüento a qüento, más desatinos que estrellas ay en
el cielo?
güenza palabras tataradueñas, que andan por las coplas buscando muleras que las
tengan, porque se caen de su edad, como de su estado, y passadas más que de
maduras; y sirven de dueñas de honor a las palabras doncellescas, rubias, y zarcas,
y quosquillosas de tropos de que tan a lo nuevo usa N. poeta al vso.
cas, y vagamundas, que no hazen sino meter en ruidos al templo, alear erre, a erre,
y a pie quedo sin moverse de vn lugar, haziendo en el ayre gurulladas de avanicos,
dando estampidas de chamelote en el viento , y haziendo maretas de trapos en el
velo. Al fin al pobre velo aunque le dio las alas que pudo la copla, le nacieron alas
como a la hormiga, pues hecho vn Hícaro de trapos, se le quebraron todas, y ali-
caído de tiras, y hecho quartos pulsantes, se está colgado en el ayre, poblándolo
de andrajos, para que assí todos vean justiciado a este Absalón de lino, colgado de
la melena, sortijosa de sus argollas, perneando en el ayre, no sábanas con piernas,
sino piernas de sábana.
terram, que hasta a la tierra la querían tomar; omnis quippe caro corruperat viam suam;
y que a fuerça del diablo, quiera nuestro poeta que cabalguen sus vozes, y que
corrompan sus frases. En fin, mírenme sin passión, para pronunciar vna voz
giganta, qué boca sería menester para traerla en la boca, y qué hermosa será vna
voz recién nacida philistea, y vn grito Golias, arrullándose en vnos labios. Y si para
poder echar esta palabra de la boca, si sería menester tener vn huracán en el
pecho, que la rempujase de adentro, y vna yunta de bueyes, [403] que lo tirasse por
de fuera, y cual quedaría la tal boca, que huuiera mal parido esta giganta, hecha
tarasca, descoyuntada de encías, y boca de sierpe, destornillada de quixadas, anqui-
boyuna de ozico, y descaderada de labios.
Pues la deidad que lo assiste, si no es gigante heregía, lo parece; y si no
tiene boca de sierpe, tiene cara de herege, porque la deidad en Christo lo deifica
más intrínsecamente, que el alma al cuerpo, y esta es theología de executoria tan
antigua, y assentada, que no ay quien lo dude: Nam sicut anima rationalis, et caro vnus
est homo; ita Deus, et homo vnus est Christus. Y assí, como fuera error desatinado en
Philosofía, dezir, que el alma assistía al cuerpo, assí me parece, que lo será en la
Fe, dezir, que la deidad assiste a Christo; porque assistir precisamente, no dize
más, que presencia extrínseca; y son vnión, como la del Ángel Custodio, que nos
assiste, y no se vne con nosotros, ni nos angeliza; y en Christo la humanidad
estaua vnida con el nudo la vnión hypostática a la divinidad, terminada a
la persona del Verbo: estas, a ver, no son alas de hormiga, sino de mari-
posa, que golosa de más luz, de la que cabe en los ojos, da círculos
porfiados a la antorcha luziente de la Santa Inquisición, para que
se las ahúme, ya que no se las chamusque, y esto es dezirle
mis chanças en las burlas, y mis veras en las heregías,
porque entre burlas, y veras, mire mejor lo que
escriue, y estudie vn poco en Góngora, y
vn mucho en Santo Thomás.
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CON LICENCIA
NOTAS
ABREVIATURAS
AAH Antequera, Archivo Histórico
AAH Antequera, Archivo Histórico
BC Barcelona, Biblioteca de Catalunya
BC Barcelona, Biblioteca de Catalunya
BUB Barcelona, Biblioteca de la Universidad
BUB Barcelona, Biblioteca de la Universidad
BUC Berkeley, University of California, Bancroft Library
BUC Berkeley, University of California, Bancroft Library
CBU Coimbra, Biblioteca da Universidade
CBU Coimbra, Biblioteca da Universidade
CP Córdoba, Biblioteca Pública Provincial
CP Córdoba, Biblioteca Pública Provincial
CU Cambridge, University Library
CU Cambridge, University Library
LBL Londres, British Library
LBL Londres, British Library
LN Lisboa, Biblioteca Nacional
LN Lisboa, Biblioteca Nacional
MiB Milán, Biblioteca Braidense
MiB Milán, Biblioteca Braidense
MLG Madrid, Biblioteca de Lázaro Galdiano
MLG Madrid, Biblioteca de Lázaro Galdiano
MN Madrid, Biblioteca Nacional
MN Madrid, Biblioteca Nacional
MRAE Madrid, Biblioteca de la Real Academia Española de la Lengua
MRAE Madrid, Biblioteca de la Real Academia Española de la
NH Nueva York, Library of the Hispanic Society of America
Lengua
NVE Nápoles, Biblioteca Vittorio Emanuele III
NH Nueva York, Library of the Hispanic Society of America
PC Palencia, Catedral
NVE Nápoles, Biblioteca Vittorio Emanuele III
PhBM Filadelfia, Bryn Mawr College Library
PC Palencia, Catedral
PMBM Palma de Mallorca, Biblioteca de Bartolomé March
PhBM Filadelfia, Bryn Mawr College Library
SC Sevilla, Biblioteca Colombina
PMBM Palma de Mallorca, Biblioteca de Bartolomé March
SM Santander, Biblioteca de Menéndez Pelayo
SC Sevilla, Biblioteca Colombina
SU Salamanca, Biblioteca de la Universidad
SM Santander, Biblioteca de Menéndez Pelayo
ZSC Zaragoza, Seminario San Carlos
a, Seminario San CarlosSU Salamanca, Biblioteca de la Universidad
Preliminares, A la ivventvd estudiosa, [x].
Incluye:
Oy, pues, aquesta tu Latina Escuela, que son los vv. 10-15 de “Hoy es el sacro ventu-
turoso día”, de Góngora, que se halla en:
1605 Espinosa, Flores de poetas ilustres (Espinosa, Flores de poetas, núm. 143)
1617, antes MN 4075, Canción 1
1627 Obras en verso del Homero español que recogió Juan López de Vicuña, 49
1628 MN Res. 45, 45 bis y 46, En una fiesta que se hizo en Sevilla a San Hermenegildo,
pág. 147, con fecha de 1590 (Obras de don Luis, pág. 147)
1633 Todas las obras de don Luis de Góngora en varios poemas. Recogidos por don Gon-
zalo de Hozes y Córdoua, 49v.
6 NOTAS RAMILLETE 459-480:LIBRO 30/08/2009 13:49 PÆgina 460
castellano
castellano y portugués, de la letrilla y sus
sus glosas,
glosas, adaptaciones,
adaptaciones, imitaciones,
imitaciones,inclu-
inclu
yendo
yendo tres
tres que
que se
se recogen
recogen en Ramillete, otras
en Ramillete, otras hasta
hasta entonces
entonces desconocidas.
desconocidas.
En Góngora, Letrillas, núm.
En Góngora, 5, se
Letrillas, refiere
núm. 5, seJammes
refiere aJammes
la doblea la
vertiente de esta letri
doble vertiente de
lla:
estapoesía
letrilla:depoesía
circunstancias escrita enescrita
de circunstancias la ocasión de una enfermedad
en la ocasión del mecedel
de una enfermedad
nas de Góngora
mecenas de Góngorael marqués de Flores
el marqués y una ymeditación
de Flores sobre sobre
una meditación la brevedad de la
la brevedad
vida.
de la Proporciona
vida. Proporcionalas variantes segúnsegún
las variantes las multiples fuentes
las multiples de la de
fuentes letrilla, y unyarun
la letrilla
tado de notas.
apartado de notas.
Pedrosa, Pedrosa,
“Aprended, flores, deflores,
“Aprended, mí”, resume
de mí”, las opiniones
resume sobre la sobre
las opiniones inspiración de
la inspi-
la letrilladegongorina
ración y agrega más
la letrilla gongorina ejemplos
y agrega másde menciones
ejemplos de la misma
de menciones de en obras
la misma
dramáticas del XVII, glosas
en obras dramáticas del XVII , glosasdepolíticas
políticas deXVIII
los siglos los siglos
y XIX,
XVIII y XIX
éstas sobre, éstas
Go-
sobrey hasta
doy, Godoy, y hasta tradicionales
versiones versiones tradicionales
recogidas enrecogidas
el sigloen el en
XX, siglo XX, en
tierras tierras
america-
americanas,
nas, e indica ecomo
indicatodo
comoellotodo ello es testimonio
es testimonio de la vitalidad
de la vitalidad de la letrilla.
de la letrilla
En el jardín español, 19.
Espinosa Pólit, Dos primeros poetas, pág. 93.
Pérez, Literatura del Ecuador, pág. 52.
Otras glosas de “Admirad, flores, en mí”:
Aprended del arte y ciencia
XVII MN 3749, 235v, Habla el Exmo. Marqués de Ensenada, expresando
su exaltación y caída, en esta glosa moral
Ayer gouerné dos mundos
XVII MN 3984, p. 38, Glosa a lo mismo [la muerte de Carlos II]
Ayer la corte aplaudía
1710 Castro, Poesías varias, 9v
Embidia fue del clavel
XVII MN 3811, 138, Glosa a una dama que en un tiempo fue hermosa
Fernando, que flor sublime
XVII MN 2733, 12v, Décimas a lo que deue hacer Don Fernando Valençuela
Flores cuio lustre os dio
XVII MN 2733, 12v, insertada en la composición “Fernando, que flor
sublime”
Flores hermanas el ser
XVII MRAE RM 6643, 52v
Flores, no tanto lucir
XVII LN Cod. 6269, 226v
Flores que apenas nacéis, de P. Cornejo
XVII MRAE RM 6857, 123v
XVII Ms. de Roncesvalles, vol. VI, 158
XVII NH B 2347, 145
6 NOTAS RAMILLETE 459-480:LIBRO 30/08/2009 13:49 PÆgina 465
Eco:
1630 Polo de Medina, Academias del jardín: “Solo os ha faltado —dijo
Jacinto— aquello de aprended flores de mí, aunque juzgo que
tenéis razón, que se mudan las cosas con brevedad” (Obras com-
pletas, Academia cuarta, pág. 119).
XVII MN 4130, 64
XVII MN 4269, 66
XVII MN 8645, 49
XVII MN 19.003, 52
XVII MP 2801, 44v
XVII MRAE RM 6790, 98
XVII MRAE RM 6791, 54
XVII NH B 2360, 164v
XVII NH B 2361, 86
XVII NH B 2362, 64
XVII NH B 2465, 277v
XVII PhBM, 61v
XVII PMBM 23/3/7, 61v
XVII SC 58-2-15, 130
XVII ZSC B.3.9, 47v
Góngora, Sonetos, núm. 137.
129. Y venciendo en la pompa su elemento, 123.
Zárate, por este soneto, y otras composiciones de tema semejante, se conocía como “El
poeta de la rosa”.
Son los versos 3-4 del soneto a la rosa que se halla en:
1619 Varias poesías de Francisco López de Zárate, 79v [=77v]
1620 Justa poética, 5v
1642 Gracián, Arte de ingenio, 32, Discurso XI. De las semejanças que se fun-
dan en sentencia (Gracián, Arte de ingenio, 32; Agudeza y arte, I, pág.
138)
1650 ca. MLG 327, pág. 74
1651 Obras varias de Francisco López de Zárate, pág. 82
XVII MN 4140, 2, A la rrosa y su breuedad. Soneto de Zárate
XVII MN 4141, 190, Otro del mismo a vna rosa arrancada sin tiempo
XVII-XVII MN 2244, 77v, De Francisco de Zárate. La hermosura se axa qual la
rossa
1855 Floresta de varia poesía, pág. 504
1855 Romancero y cancionero sagrados, pág. 299
Las flores en la poesía española, p. 88.
Ver la nota al poema 1 para mayor información sobre el orden en que los dos
sonetos (núm. 1 y núm. 130) figuran en las fuentes MN 2244 y MN 4140.
Damos a continuación el soneto completo:
Esta a quien ya se le atrevió el arado,
con púrpura fragante adornó el viento,
y negando en la pompa su elemento
6 NOTAS RAMILLETE 459-480:LIBRO 30/08/2009 13:49 PÆgina 472
1652 MN 3892, 57
XVII MN 4117, 335 v, A la pasión de Cristo, Nuestro señor. Romance culto
del maestro Ortensio, obispo de Guadix
XVII MN 3794, 141v, El padre maestro Hortensio a la muerte de Cristo
XVII MN 3795, 17, por desaparición de un cuadernillo, el poema em-
- pieza en la cuarteta quinta
XVII MN 3985, 184
XVII MRAE RM 6636, 137, A un Cristo crucificado. Del padre Ortensio
XVII NH B 2534, 109, Romançe a la Pasión de Jesuchristo Cruçificado
NVE II-A-12, 287v, Del padre Fr. Ortensio Félix Parabesino
XVII NVE, 287v, Del padre Fr. Ortensio Félix Parabesino
XVII V.E., 64-11, Pliego suelto, Romance…a la Passión de Iesu Christo
Redentor nuestro
XVII SC 58-2-15, 534, Por el Maestro frai felix Ortençio Parauecino A la
Pasion de Xpo. nr. Señor
XVII-XVII MN 2244, 250v, Otro del mismo auctor a la pasión de Jesucristo, Nuestro
Redemptor
Cerdan, “La pasión según”, págs. 17-27.
Domínguez Camargo, Obras (1960), págs. 414-420.
Domínguez Camargo, Obras (1986), pág. 403.
Domínguez Camargo, San Ignacio, pág. 377, puesto al lado de “En dos cruzados
maderos”.
Simón Díaz, Bibliografía de la literatura hispánica, XVI, pags. 530-544.
200. A sombra de vn seco tronco, 342.
Arias de la Canal, “Hablando con”, págs. 55-57.
Domínguez Camargo, Obras (1960), págs. 437-490.
Domínguez Camargo, Obras (1986), pág. 423.
Domínguez Camargo, San Ignacio, pág. 396.
La Invectiva apologética se ha editado en:
Domínguez Camargo, Obras (1960), págs. 405-490.
Domínguez Camargo, Obras, (1986), págs. 395-465.
Domínguez Camargo, San Ignacio, págs. 371-446.
En la Invectiva se citan los primeros versos de dos sonetos de Góngora:
Es el Orfeo del señor don Iuan, 313.
1644 Segvndo tomo de las Obras de Don Lvis de Góngora
comentadas por D. García de Salzedo Coronel, pág. 619.
1646 MN 20355, 196v
1663 MN 19004, 25v
1663, post NH B 2505, 4
XVII CU Phillips 25861, 43v
XVII MLG 330, 42v
6 NOTAS RAMILLETE 459-480:LIBRO 30/08/2009 13:49 PÆgina 478
XVII MN 7746, 54
XVII MN 8645, 28v
XVII MN 20355, 163
XVII MN 9636, 84
XVII MN 10537, pág. 159
XVII MN 19003, 36
XVII MN 19004, 21
XVII MP 1148, 18v
XVII MP 2801, 27
XVII MRAE 22, 56v
XVII MRAE RM 6681, 147
XVII MRAE RM 6790, 89
XVII MRAE RM 6791, 31
XVII MRAH Cortes 428, 51v, 8 versos
XVII NH B 2360, 143
XVII NH B 2362, 38
XVII NH B 2465, 2
XVII PMBM 23/3/6, 7, 145
XVII PMBM 23/3/7, 35
XVII PMBM 23/4/5, pág. 243
XVII NVE II.A.12, 81
XVII PhBM, 35
XVII SC 58-2-15, 105
XVII SM 108, 175
XVII SM 152, 175v
XVII ZSC B.3.9, 27v
XVII-XVIII NH B 2347, s.f., solo 1 verso
XVIII-XIX MN 469, 17v
XIX CP Legajo 11, núm. 61, s.p.
Góngora, Sonetos, núm. 179.
6 NOTAS RAMILLETE 459-480:LIBRO 30/08/2009 13:49 PÆgina 480
BIBLIOGRAFÍA
I. Fuentes manuscritas
Bibliotecas españolas
Antequera
Archivo Histórico
Sin signatura Cancionero antequerano recogido por los años de 1627 y 1628 por Ignacio
de Toledo y Godoy (ed. de Dámaso Alonso y Rafael Ferreres),
CSIC, Madrid, 1950 y [Cancionero antequerano]. I. Variedad de sone-
tos (ed. de José Lara Garrido), Diputación, Málaga, 1988.
Bibliografía de la Poesía Áurea, Manid 1627.
Barcelona
Catalunya
2056 Tejuelo: Luis de Góngora. Obras en verso. Góngora, Sonetos, pág. 44,
núm. 127.
Córdoba
Pública Provincial
Legajo 11, núm. 61 Góngora, Sonetos, pág. 38, núm. 102.
74 Tejuelo: Poesías de Góngora. Góngora, Sonetos, pág. 37, núm. 101.
Madrid
Lázaro Galdiano
137 Juan Antonio Yeves Andrés, Manuscritos españoles de la Biblioteca
Lázaro Galdiano, 2 vols., Ollero & Ramos, Madrid, 1998, I, págs.
495-496.
327 Manuscritos españoles, I, págs. 464-473.
330 Obras de Luis de Góngora. Manuscritos españoles, I, págs. 509-521.
7 BIBLIOGRAFIA RAMILLETE 481-491:LIBRO 30/08/2009 22:30 PÆgina 481
404 Portada: Contiene este volumen las obras, que se han podido adquirir, de
el gran Don Luis de Góngora Argote, príncipe i Homero de las poesías de
Hespaña, corregidas de los vicios, que hasta ahora padecen las impressio-
nes todas, que de ellas han salido, por las noticias que dexó su mesmo auc-
tor. En Córdoba. Manuscritos españoles, I, págs. 521-536. Bibliografía
de la Poesía Áurea, Manid 1604.
Nacional
2244 Tejuelo: Varias enigmas. Catálogo, I, págs. 181-202. Bibliografía de la
Poesía Áurea, Manid 1193.
2733 Tejuelo: Góngora. Sus obras poéticas. Catálogo, I, págs. 250-253.
Bibliografía de la Poesía Áurea, Manid 1212.
2883 Tejuelo: Poesía M.S. de los Leonardos y otros. Catálogo, I, págs. 268-
277.Bibliografía de la Poesía Áurea, Manid 1214.
2892 Catálogo, I, págs. 277-296. Bibliografía de la Poesía Áurea, Manid
1215.
3657 Catálogo, I, págs. 380-398.
3749 Catálogo, II, págs. 682-690. Bibliografía de la Poesía Áurea, Manid
1264.
3794 Tejuelo: Obras varias M.S. Catálogo, II, págs. 777-786. Bibliografía
de la Poesía Áurea, Manid 1278.
3795 Tujuelo: Poesías manuescritas I. Catálogo, II, págs. 786-800.
3796 Tejuelo: Poesías manuescritas 2. Catálogo, II, págs. 801-820.
Bibliografía de la Poesía Áurea, Manid 1280.
3797 Tejuelo: Poesías manuescritas 3. Catálogo, II, págs. 820-833.
3811 Tejuelo: Poesías varias. Catálogo, II, págs. 857-867.
3879 Catálogo, II, págs. 877-886.
3884 Tejuelo: Poesías varias tom. I. Catálogo, II, págs. 912-929.
3890 Poesías varias. “Séguedilles anciennes” (ed. de Raymond Foulche-
Delbosc), Revue Hispanique, 8, 1901, págs. 309-331. Catálogo, II,
págs. 980-987. Bibliografía de la Poesía Áurea, Manid 1556.
3892 Tejuelo: Argenso Poesías varias. Catálogo, II, págs. 994-1000.
3895 Tejuelo: Gómez Tejada de los Reyes. El mundo al revés. Portada:
Lucidos intérvallos de poética vanidad con desengañyos de un viejo regono
zido. Añyo 1644. Es de Antonio de Calatayud y Toledo. Catálogo, II,
págs. 1006-1012.
3906 Manuscrito de D. Martín de Angulo con varias poesías de D. Luis de Gón-
gora y Argote. Catálogo, II, págs. 1058-1065.
3907 Poesías y obras dramáticas varias. Catálogo, II, págs. 1066-1076.
3917 Catálogo, II, págs. 1146-1162. Bibliografía de la Poesía Áurea, Manid
1442.
3919 Tejuelo: Parnaso español 8. Catálogo, II, págs. 1170-1185.
3920 Catálogo, II, págs. 1185-1201.
7 BIBLIOGRAFIA RAMILLETE 481-491:LIBRO 30/08/2009 22:30 PÆgina 482
2126 Estampa fúnebre y relación de las honras que el convento de San Agustín
hizo en la ciudad de Quito a la muerte de la reina Isabel de Borbón.
Catálogo de manuscritos de la Biblioteca universitaria de Salamanca,
págs. 485-492.
Santander
Menéndez Pelayo
108 Varios escritos de Quevedo. Góngora, Sonetos, pág. 39, núm. 106.
152 Norte de príncipes. Góngora, Sonetos, pág. 39, núm. 108.
Sevilla
Colombina Capitular
58-2-15 Poesías de Góngora M.S. Góngora, Sonetos, pág. 37, núm. 99.
Zaragoza
Seminario San Carlos
B.3.9 Tejuelo: Obras de Góngora. L. Latre, Manuscritos e incunables de la
Biblioteca del Real Seminario Sacerdotal de San Carlos de Zaragoza,
Zaragoza, 1943; José Manuel Blecua, “Un nuevo códice gongo-
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38, núm. 103.
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143, v. 86 Julian F. Randolph, “Francisco Carenas. Poesías recopiladas. Un
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Manid 1443.
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Phillips 25861 Góngora, Sonetos, pág. 54., núm. 173.
Coimbra
Biblioteca Universitaria
1636 Bibliografía de la Poesía Áurea, Manid 1678.
Filadelfia
Bryn Mawr Tejuelo: Obras de d. Luis de Góngora. Góngora, Sonetos, pág. 45,
núm. 130.
Lisboa
Biblioteca Nacional
Cod. 3280
Cod. 6269 Bibliografía de la Poesía Áurea, Manid 1575.
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Add. 18.706 Pascual de Gayangos, Catalogue of the Manuscripts in the Spanish
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Biblioteca Braidense
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Nápoles
Vittorio Emmanuele
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B 2360 Obras de don Luis de Góngora. Catálogo, núm. CCXIV. Bibliografía de
la Poesía Áurea, Manid 1432.
B 2361 Obras de Luis de Góngora. Catálogo, núm. CXLV.
B 2362 Quaderno de varias poesías de Don Luis de Góngora. Catálogo, núm.
CXLVI.
B 2448 Catálogo, núm. LXXVI.
B 2465 Tratado de las obras de Don Luis de Góngora año del Señor de 1622 en
Sevilla. Catálogo, núm. CXLIV.
B 2505 Catálogo, núm. XXIII.
B 2511 Jardín poético. Varias selectas obras escogidas de los más floridos ingenios
de España. Año 1711. Catálogo, núm. XLVII.
B 2534 Rimas de varios M.S. Catálogo, núm. LXIX.
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Castro y Anaya, Pedro de, Las auroras de Diana, Madrid, Imprenta del Reyno, 1632. A
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8 INDICE AUTORES RAMILLETE 492-516:LIBRO 30/08/2009 22:54 PÆgina 492
GÓNGORA, LUIS DE
Hoy, pues, aquesta tu latina escuela ......................................................... X
Aprended, flores, de mí ....................................................................... 14
Si arrebatado merecí algún día ............................................................... 61
Pálida restituye a su elemento ................................................................ 127
GUDIEL, TOMÁS DE
Hija del sol, y de sus flores hija .............................................................. 1
BASTIDAS, ANTONIO
Pues mustia vi la rosa, se despuebla ......................................................... 5
Norte es la fe, aunque en oscura llama ..................................................... 6
Si repetís el amor ............................................................................... 7
Glosa de Llorad lágrimas vertidas .................... .............................. 7
Pastores de aquestas cumbres ................................................................ 8
Las dos cimas, que coronan .................................................................. 9
Si en esa pira te abrasas ........................................................................ 10
Entre la sombra vana .......................................................................... 11
Menos se rindió el valor ....................................................................... 12
Glosa de Si de muertes tan sentida ................................................. 12
Esa pira, que asciende misteriosa ............................................................ 13
En el jardín español ............................................................................ 14
8 INDICE AUTORES RAMILLETE 492-516:LIBRO 30/08/2009 22:54 PÆgina 493
EVIA, XACINTO DE
Si esta ciudad, de tu ingenio ................................................................. 78
Llenó Tulio de orador ......................................................................... 79
Vergel, tu ingenio divino ...................................................................... 80
A la raíz de un monte excelso ............................................................... 81
Mucho cristal en su seno ..................................................................... 82
Cosas suceden, que apenas ................................................................... 83
Glosado en Tan suspenso vive Fabio .............................................. 83
En nombre de Dios comienzo .............................................................. 84
Oigan, señores curiosos ....................................................................... 85
Nacéis flor de fuego, y luego ................................................................ 86
Glosado en Tan presto es Dios como amante ................................... 87
Gallardo joven, que en auroras breves ..................................................... 88
En un jardín, palestra ya a la vida ........................................................... 89
Quien pobres pajas, quien humilde grama ................................................ 90
Este de la deidad eterno rayo ................................................................ 91
Repetido rubí de Cristo infante ............................................................. 92
Cuando la noche más de horror vestida ................................................... 93
Asesta un dichoso amante .................................................................... 94
No me hieran tus flechas ..................................................................... 95
Glosado en A contemplar la hermosura .......................................... 95
De una Niña quiero hablar ................................................................... 96
De un Niño quisiera hablar .................................................................. 97
Dame una limosnita .......................................................................... 98
Sombras de culpa con tirano imperio ..................................................... 99
Los soberanos querubes ...................................................................... 100
De las almas el esposo ........................................................................ 101
Con el estribillo Venga el esposo Cristo en pan divino ......................... 101
Entre nubes de accidentes .................................................................... 102
8 INDICE AUTORES RAMILLETE 492-516:LIBRO 30/08/2009 22:54 PÆgina 496
QUEVEDO, FRANCISCO DE
Antiyer se dieron vaya ........................................................................ 182
INGENIO INNOMINADO
Si fuego trae; por qué al hielo ............................................................... 196
Ya a lo negro, o lo pastor .................................................................... 197
A. Fuentes manuscritas
MN 3795 199
MN 3796 61
MN 3797 182
MN 3811 14 (letra)
MN 3884 14 (letra)
MN 3890 7 (letra)
MN 3917 14 (letra)
MN 3920 61
MN 3940 182
MN 3984 14 (letra)
MN 4051 14 (letra)
MN 4117 199
MN 4136 7 (letra)
MN 4141 129
MN 5507 14 (letra)
MN 5862 14 (letra)
MN 9636 7 (letra)
MN 17.719 7 (letra)
MN 19.003 127
MN V.E. 64-11 199
MP 2801 127
MRAE RM 6636 199
MRAE RM 6643 14 (letra)
MRAE RM 6790 127
MRAE RM 6791 127
MRAE RM 6857 14 (letra)
NH B 2347 14 (letra)
NH B 2448 14 (letra)
NH B 2511 14 (letra)
NH B 2534 199
NVE 199
NVE XVII 7
PC A, t. 3ª Prelim., pág. x
PhBM 127
PMBM 23/3/7 127
SU 2126 12 (letra)
ZSC B.3.9 127
B. Fuentes impresas
ÍNDICE DE AUTORES
Castro y Anaya, Pedro de 2-4, 62, 63, 65, 86, 145, 146, 181
Góngora, Luis de preliminares, 14 (letra), 61, 127
Gudiel, Tomás de 1
Ingenio innominado 196, 197
Jesuita innominado 20-30
López de Zárate, Francisco 129
Monroy y Silva, Cristóbal de 148
Paravicino, Félix Hortensio 199
Polo de Medina, Jacinto 64, 66, 144, 147, 179, 180
Quevedo, Francisco de 182
Salcedo Coronel, García de 149
8 INDICE AUTORES RAMILLETE 492-516:LIBRO 30/08/2009 22:54 PÆgina 501
ÍNDICE TOPOGRÁFICO
Poema
Hoy, pues, aquesta tu latina escuela
ver Hoy es el sacro venturoso día
en Preliminares, A la juventud estudiosa ............................................ X
Hija del sol, y de sus flores hija ............................................................. 1
Reina del mayo la encarnada rosa ........................................................... 2
La rosa en los cristales de una fuente ...................................................... 3
Oh maravilla tan del todo hermosa ........................................................ 4
Pues mustia vi la rosa, se despuebla ........................................................ 5
Norte es la fe, aunque en obscura llama ................................................... 6
Llorad lágrimas vertidas ...................................................................... 7
Glosado en Si repetís el amor ....................................................... 7
Si repetís el amor .............................................................................. 7
Glosa de Llorad lágrimas vertidas ................................................. 7
Pastores de aquestas cumbres ............................................................... 8
Las dos cimas, que coronan .................................................................. 9
Si en esa pira te abrasas ....................................................................... 10
Entre la sombra vana ......................................................................... 11
Si de muerte tan sentida ...................................................................... 12
Glosado en Menos se rindió el valor ............................................... 12
Menos se rindió el valor ...................................................................... 12
Glosa de Si de muerte tan sentida ................................................. 12
Esa pira que asciende misteriosa ............................................................ 13
Admirad, flores, en mí ........................................................................ 14
Glosado en En el jardín español .................................................... 14
En el jardín español ........................................................................... 14
Glosa de Admirad, flores, en mí ................................................... 14
En qué tristeza, en qué silencio el prado .................................................. 15
Cómo el pimpollo florido .................................................................... 16
Marchitose al fin de Isabela .................................................................. 17
Carlos, lució tu esplendor .................................................................... 18
Si el renombre de Carlos victorioso ........................................................ 19
Dos luces, parca fatal .......................................................................... 20
Generoso león, cadáver vivo ................................................................. 21
Cual otro Jacob valiente ...................................................................... 22
Como las demás estrellas ..................................................................... 23
8 INDICE AUTORES RAMILLETE 492-516:LIBRO 30/08/2009 22:54 PÆgina 502
XACINTO DE EVIA
Middlebury College y recibió el doctorado de la University
of Southern California. Desde 1978 es catedrático de
Lengua y Literatura en la Universidad de Denver. En el
verano de 1972 visitó Cifuentes por vez primera y después
en repetidas ocasiones. Su investigación, llevada a cabo con
la colaboración de José J. Labrador Herraiz, se ha centrado
en la preparación de textos poéticos de la Edad Media y del
Siglo de Oro. Desde 1984 ha puesto a disposición de estu-
R AMILLETE DE VARIAS diantes e investigadores más de diez mil textos en ediciones
FLORES POÉTICAS modernas, entre los que figura un buen número de obras
anónimas y de autores canónicos. En 2006 fue premiado
por su alma mater, Cleveland State University, con el
Distinguished Alumni Award y con la Medalla de Plata premio
Estudio de
José Vasconcelos el año en 2008.
Rodrigo Pesántez Rodas
Rodrigo Pesántez Rodas nació en Azogues, 1937. Cursó
estudios superiores en las Universidades Centrales de Quito
Edición de y de Guayaquil, en ésta obtuvo su doctorado en Filosofía y
José J. Labrador Herraiz Letras en 1964. Ejerce la cátedra de Literatura y Estilística
Ralph A. DiFranco por cerca de 40 años en esta unidad académica, en la que
además se desempeñó como Director del Departamento de
Literatura y Castellano. Ha dictado cursos y seminarios en
las Universidades de Columbia y Minneapolis, Minnesota
(USA), así como en las españolas Autónoma de Madrid y
FRENTE DE AFIRMACIÓN HISPANISTA, A. C. Pamplona, Navarra, 1970. Tiene numerosos libros de poesía
MÉXICO, 2009 y es el editor de la edición facsimilar del Ramillete de varias flo-
res poéticas de Xacinto de Evia, Guayaquil, 1999. Es el autor
de Visión y revisión de la literatura ecuatoriana, 2 vols., Frente de
MÉXICO Afirmación Hispanista, México, 2006. Fue condecorado con
2009 la Medala de Oro premio José Vasconcelos el año 1996.