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ARTICULO - Sistema Reproductor Femenino

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Sistema reproductor femenino

(Female Reproductive System)

¿Alguna vez te preguntaste cómo es posible que el universo permita la existencia de una persona
tan molesta como tu malcriado hermanito o tu malcriada hermanita? La respuesta es la
reproducción. Si las personas – como tus padres – no se reprodujeran, las familias
desaparecerían y la raza humana dejaría de existir.

Todos los seres vivos se reproducen. La reproducción (el proceso a través del cual los organismos
forman más organismos similares a ellos) es una de las cosas que diferencia a los seres vivos de
las cosas inanimadas. Pero si bien el sistema reproductor es esencial para mantener viva a una
especie, a diferencia de otros sistemas del cuerpo, no es esencial para mantener vivo a un
individuo.

En el proceso de reproducción humana, participan dos tipos de células sexuales, o gametos. El


gameto masculino, o espermatozoide, y el gameto femenino, u óvulo, se juntan en el sistema
reproductor femenino y conforman una nueva persona. Tanto el sistema reproductor masculino
como el femenino son esenciales para la reproducción. La mujer necesita que un hombre
fertilice su óvulo, aunque es ella quien lleva la descendencia durante el embarazo y el parto.

Los seres humanos, al igual que otros organismos, transmiten algunas de sus propias
características a la siguiente generación a través de sus genes, los portadores especiales de los
rasgos humanos. Los genes que los padres transmiten a sus hijos son los que hacen que esos
niños se parezcan a otras personas de la familia, pero son también los que hacen que cada niño
sea único. Estos genes provienen del espermatozoide del padre y del óvulo de la madre, los
cuales son producidos por los sistemas reproductores masculino y femenino.

¿Qué es el sistema reproductor femenino?


La mayoría de las especies tienen dos sexos: masculino y femenino. Cada sexo cuenta con su
propio sistema reproductor. La estructura y la forma son diferentes, pero ambos están
diseñados específicamente para producir, nutrir y transportar el óvulo (o huevo) o el
espermatozoide.
A diferencia del hombre, la mujer tiene el sistema reproductor ubicado íntegramente en la pelvis
(que es la zona baja del abdomen). La parte externa de los órganos reproductores femeninos se
denomina vulva, que significa “cubierta”. La vulva, que está ubicada entre las piernas, cubre la
abertura que conduce a la vagina y a otros órganos reproductores ubicados dentro del cuerpo.

La zona carnosa ubicada justo por encima de la parte superior de la abertura vaginal se
denomina monte de Venus o “mons pubis.” La abertura vaginal está rodeada por dos pares de
membranas, denominadas labios. El clítoris, un pequeño órgano sensitivo, está ubicado hacia la
parte delantera de la vulva, donde se unen los pliegues de los labios. Entre los labios, hay
aberturas hacia la uretra (el canal que transporta la orina desde la vejiga hacia la parte externa
del cuerpo) y la vagina. Una vez que una niña alcanza la madurez sexual, los labios externos y el
monte de Venus se cubren con vello púbico.

Los órganos reproductores internos de la mujer son la vagina, el útero, las trompas de Falopio y
los ovarios.
La vagina es un tubo muscular hueco que se extiende desde la abertura vaginal hasta el útero.
La vagina de una mujer madura mide aproximadamente de 3 a 5 pulgadas (8 a 12 centímetros).
Dado que posee paredes musculares, puede expandirse y contraerse. Esta capacidad de
ensancharse o afinarse permite que la vagina pueda albergar algo tan delgado como un tampón
o tan ancho como un bebé. Las paredes musculares de la vagina están recubiertas por
membranas mucosas, que la mantienen húmeda y protegida. La vagina tiene dos finalidades: es
el lugar en el que se introduce el pene durante las relaciones sexuales, y también es el camino
por el cual un bebé sale del cuerpo de la mujer durante el parto, denominado “canal de parto”.

La abertura de la vagina está cubierta por una lámina delgada de tejido, con uno o más orificios,
denominada himen. El himen suele ser diferente de una persona a otra. En la mayoría de las
mujeres, el himen se estira o rasga después de la primera experiencia sexual, y es posible que
sangre un poco (esto suele provocar un poco de dolor, o puede resultar indoloro). No obstante,
en algunas mujeres que han tenido relaciones sexuales, el himen no sufre grandes
modificaciones.

La vagina se conecta con el útero, o vientre, en el cuello uterino. El cuello uterino tiene paredes
fuertes y gruesas. La abertura del cuello del útero es muy pequeña (no es más ancha que una
pajilla), razón por la cual un tampón no puede quedar nunca dentro del cuerpo de una mujer.
Durante el parto, el cuello del útero se puede expandir para permitir el paso del bebé.

El útero tiene forma de pera invertida, con un recubrimiento grueso y paredes musculares; de
hecho, el útero posee algunos de los músculos más fuertes del cuerpo. Estos músculos son
capaces de expandirse y contraerse para albergar al feto en crecimiento y después ayudan a
empujar al bebé hacia afuera durante el parto. Cuando una mujer no está embarazada, el útero
mide tan solo 3 pulgadas (7,5 centímetros) de largo y 2 pulgadas (5 centímetros) de ancho.
En las esquinas superiores del útero, las trompas de Falopio conectan el útero con los ovarios.
Los ovarios son dos órganos con forma de óvalo ubicados en la parte superior derecha e
izquierda del útero. Producen, almacenan y liberan óvulos en las trompas de Falopio en un
proceso que se denomina ovulación. Cada ovario mide, aproximadamente, de 1,5 a 2 pulgadas
(de 4 a 5 centímetros) en una mujer madura.
Existen dos trompas de Falopio, cada una de ellas unida a un lado del útero. Las trompas de
Falopio miden, aproximadamente, 4 pulgadas (10 centímetros) de largo y son tan anchas como
un espagueti. Dentro de cada tubo hay un pequeñísimo canal, del ancho de una aguja de coser.
En el extremo opuesto de cada trompa de Falopio, hay una zona de bordes irregulares que tiene
el aspecto de un embudo. Esta zona de bordes irregulares envuelve al ovario, pero no se conecta
totalmente a él. Cuando un óvulo sale de un ovario, entra en la trompa de Falopio. Una vez que
el óvulo se encuentra en la trompa de Falopio, los diminutos pelos del recubrimiento del tubo
lo empujan hacia el útero a través del estrecho pasaje.

Los ovarios también forman parte del sistema endócrino, porque producen las hormonas
sexuales femeninas, como el estrógeno y la progesterona.

¿Qué hace el sistema reproductor femenino?

El sistema reproductor femenino permite que una mujer:

 produzca óvulos

 tenga relaciones sexuales


 proteja y nutra el óvulo fertilizado hasta que se desarrolle completamente

 dé a luz

La reproducción sexual no sería posible sin los órganos sexuales denominados gónadas. Si bien
la mayoría de la gente considera que las gónadas son los testículos del hombre, ambos sexos
tienen gónadas; en la mujer, son los ovarios. Las gónadas femeninas producen gametos
femeninos (óvulos); las gónadas masculinas producen gametos masculinos (espermatozoides).
Una vez que un óvulo es fertilizado por el espermatozoide, recibe el nombre de cigoto.

Cuando una mujer nace, sus ovarios contienen cientos de miles de óvulos, los cuales
permanecen inactivos hasta que comienza la pubertad. En la pubertad, la glándula pituitaria,
ubicada en la parte central del cerebro, comienza a fabricar hormonas que estimulan a los
ovarios para producir hormonas sexuales femeninas, incluyendo el estrógeno. La secreción de
estas hormonas hace que una niña se desarrolle y se transforme en una mujer madura.

Hacia el final de la pubertad, la niña comienza a liberar óvulos como parte de un período mensual
denominado ciclo menstrual. Aproximadamente una vez al mes, durante la ovulación, un ovario
envía un diminuto óvulo hacia una de las trompas de Falopio. A menos que el óvulo sea
fertilizado por un espermatozoide mientras se encuentra en la trompa de Falopio, se secará y
abandonará el cuerpo aproximadamente dos semanas más tarde a través del útero. Este
proceso se llama menstruación. La sangre y los tejidos del recubrimiento interno del útero se
combinan para conformar el flujo menstrual, que en la mayoría de las muchachas dura de 3 a 5
días. El primer período de una muchacha se denomina menarca.
Normalmente, las mujeres y muchachas sienten algunas molestias en los días previos a sus
períodos. El síndrome premenstrual (SPM) incluye síntomas físicos y emocionales que aparecen
en muchas muchachas y mujeres justo antes de sus períodos. Estos síntomas incluyen acné,
distensión abdominal, fatiga, dolor de espalda, inflamación y dolor en los pechos, constipación,
diarrea, antojos, depresión, irritabilidad o dificultades para concentrarse y controlar el estrés. El
SPM suele empeorar durante los 7 días anteriores al inicio del período y desaparece una vez que
éste comienza.

Muchas muchachas también sufren calambres abdominales durante los primeros días del
período. Éstos son causados por las prostaglandinas, sustancias químicas presente en el cuerpo,
que hace contraer los músculos lisos del útero. Estas contracciones involuntarias pueden ser
débiles o agudas e intensas.

Después de la menarca, el cuerpo de una muchacha puede tardar dos años en desarrollar ciclos
menstruales regulares. Durante ese tiempo, su cuerpo se está ajustando a las hormonas que
aparecen en la pubertad. En promedio, el ciclo menstrual de una mujer adulta es de 28 días,
pero puede variar de 23 a 35 días.

Si un hombre y una mujer tienen relaciones sexuales dentro de los días cercanos a la ovulación
de la mujer (desprendimiento del óvulo), es probable que haya fertilización. Cuando el hombre
eyacula (momento en el que el semen sale del pene), deposita entre 0,05 y 0,2 onzas líquidas
(1,5 a 6 ml) de semen en la vagina. En esta pequeña cantidad de semen, hay entre 75 y 900
millones de espermatozoides, que “nadan” hacia arriba desde la vagina, a través del cuello
uterino y el útero, para reunirse con el óvulo en la trompa de Falopio. Sólo hace falta un
espermatozoide para fertilizar un óvulo.
Aproximadamente una semana después de que el espermatozoide fertiliza el óvulo, el óvulo
fertilizado (cigoto) se ha transformado en un blastocisto multicelular. Un blastocisto tiene el
tamaño aproximado de una cabeza de alfiler, y es una bola hueca de células con líquido en el
interior. El blastocisto se entierra a sí mismo en el recubrimiento del útero,
denominado endometrio. El estrógeno hace que el endometrio se vuelva más grueso y rico en
sangre. La progesterona, otra hormona liberada por los ovarios, mantiene el endometrio
ensanchado con sangre para que el blastocisto sea capaz de insertarse en la pared del útero y
absorber los nutrientes que hay en ella. Este proceso se denomina implantación.

A medida que las células del blastocisto reciben nutrientes, comienza otra etapa de desarrollo:
la etapa embrionaria. Las células internas conforman un círculo aplanado denominado “disco
embrionario”, que se desarrollará y llegará a ser un bebé. Las células externas se transforman
en membranas delgadas que se forman alrededor del bebé. Las células se multiplican miles de
veces y se mueven a nuevas posiciones hasta transformarse, finalmente, en el embrión.
Después de aproximadamente 8 semanas, el embrión tiene un tamaño similar al del dedo pulgar
de un adulto, pero prácticamente todas sus partes (el cerebro y los nervios, el corazón y la
sangre, el estómago y los intestinos, los músculos y la piel) ya están formadas.

Durante la etapa fetal, que dura desde la novena semana posterior a la fertilización hasta el
momento del nacimiento, el desarrollo continúa con la multiplicación, el movimiento y el cambio
de las células. El feto flota en el líquido amniótico que se encuentra dentro del saco amniótico.
El feto recibe oxígeno y nutrientes de la sangre de la madre a través de la placenta, una
estructura con forma de disco que se adhiere al recubrimiento interno del útero y se conecta
con el feto a través del cordón umbilical. La membrana y el líquido amniótico protegen al feto
de los golpes y sacudidas que pueda sufrir el cuerpo de la madre.

El embarazo dura un promedio de 280 días; aproximadamente 9 meses. Cuando el bebé está
listo para nacer, su cabeza presiona el cuello del útero y éste comienza a relajarse y ensancharse
para prepararse para el paso del bebé hacia y a través de la vagina. La mucosidad que ha
formado un tapón en el cuello del útero se afloja y sale junto con el líquido amniótico a través
de la vagina cuando la madre rompe bolsa.

Cuando comienzan las contracciones del trabajo de parto, las paredes del útero se contraen por
la estimulación de la hormona pituitaria, la oxitocina. Las contracciones hacen que el cuello del
útero se ensanche y comience a abrirse. Después de varias horas de ensanchamiento, el cuello
del útero se dilata (se abre) lo suficiente para que el bebé salga. El bebé es empujado hacia
afuera del útero, a través del cuello del útero y a lo largo del canal de parto. Por lo general,
primero sale la cabeza del bebé; el cordón umbilical sale junto con el bebé y se corta después
del nacimiento. La última etapa del proceso de parto, que actualmente se denomina “posparto”,
es la expulsión de la placenta. Después de que se separa del recubrimiento interno del útero, las
contracciones de éste la empujan hacia afuera, junto con las membranas y los líquidos.

Problemas que pueden surgir en el sistema reproductor femenino

En algunas ocasiones, las muchachas y las mujeres pueden padecer problemas en su sistema
reproductor. A continuación, encontrarás algunos ejemplos de afecciones del sistema
reproductor femenino.

Problemas que pueden surgir en la vulva y la vagina


 La vulvovaginitis es una inflamación de la vulva y la vagina. Puede ser provocada por
sustancias irritantes (como jabón de lavar o espumas de baño). Este problema también
puede ser provocado por una mala higiene personal (como limpiarse de atrás hacia
adelante después de una deposición). Los síntomas incluyen enrojecimiento y picazón
en la zona vaginal y vulvar, y en ocasiones flujo vaginal. La vulvovaginitis también puede
ser provocada por una superpoblación de Candida, un hongo que normalmente está
presente en la vagina.

 El sangrado vaginal no menstrual se debe, por lo general, a la presencia de un cuerpo


extraño en la vagina; con frecuencia, papel higiénico introducido en la vagina. También
se puede deber a un prolapso uretral, una afección en la que las membranas mucosas
de la uretra sobresalen por la vagina como una pequeña masa de tejido, con forma de
rosquilla, que sangra con facilidad. También se puede deber a una lesión (como haber
caído sobre el caño de una bicicleta) o a un traumatismo vaginal debido a un abuso
sexual.

Problemas que pueden surgir en los ovarios y las trompas de Falopio

 Los embarazos ectópicos ocurren cuando un óvulo fertilizado, o cigoto, no llega al útero
y, por el contrario, crece rápidamente en la trompa de Falopio. Las mujeres con este
problema tienen dolores abdominales fuertes y deben consultar a un médico, porque
en algunos casos es necesaria una cirugía.

 La endometriosis se presenta cuando un tejido que normalmente sólo se encuentra en


el útero comienza a crecer fuera de éste: en los ovarios, las trompas de Falopio o en
otras partes de la cavidad pélvica. Puede provocar sangrado anormal, períodos
dolorosos y dolor pélvico general.

 Los tumores de ovario, si bien no son comunes, pueden aparecer. Las mujeres con
tumores en los ovarios suelen tener dolor abdominal y bultos que se pueden sentir en
su abdomen. Probablemente sea necesaria una cirugía para extirpar el tumor.

 Los quistes de ovario son bolsas no cancerosas llenas de líquido o de material


semisólido. Aunque son comunes y no suelen ser nocivos, pueden transformarse en un
problema si adquieren un tamaño muy grande. Los quistes grandes pueden empujar los
órganos cercanos y provocar dolor abdominal. En la mayoría de los casos, los quistes
desaparecen solos y no es necesario ningún tratamiento. Si los quistes provocan dolor,
el médico puede recetar píldoras anticonceptivas para alterar su crecimiento, o un
cirujano puede extirparlos.

 El síndrome del ovario poliquístico es un trastorno hormonal en el cual los ovarios


producen demasiadas hormonas masculinas (andrógenos). Esta afección hace que los
ovarios se agranden y desarrollen muchas bolsas llenas de líquido, o quistes. Con
frecuencia, aparece por primera vez en la adolescencia. Según el tipo y la gravedad de
la enfermedad, se puede tratar con medicamentos para regular el equilibrio hormonal
y la menstruación.

Problemas menstruales

Las muchachas se pueden ver afectadas por una variedad de problemas menstruales. Algunas
de las dolencias más comunes son las siguientes:
 La dismenorrea es cuando una muchacha tiene períodos dolorosos.

 La menorragia es cuando una muchacha tiene períodos muy fuertes con sangrado
excesivo.

 La oligomenorrea es cuando una muchacha no tiene el período o tiene períodos


infrecuentes, a pesar de haber estado menstruando hace tiempo y no estar
embarazada.

 La amenorrea es cuando una muchacha no ha tenido su primer período al alcanzar los


16 años, o tres años después de haber comenzado la pubertad; llega a los 14 años sin
desarrollar signos de pubertad; o tuvo períodos normales, pero dejó de menstruar y no
está embarazada.

Infecciones del sistema reproductor femenino

 Enfermedades de transmisión sexual. Incluyen infecciones y enfermedades como la


enfermedad inflamatoria pélvica, el virus de inmunodeficiencia humana/síndrome de
inmunodeficiencia adquirida (VIH/SIDA), el virus del papiloma humano (o verrugas
genitales), la sífilis, la clamidiasis, la gonorrea y el herpes genital. La mayoría se
transmiten de persona a persona por contacto sexual.
 Síndrome del shock tóxico. Esta enfermedad poco común es provocada por la liberación
de toxinas en el cuerpo durante un tipo de infección bacteriana que tiene más
probabilidades de desarrollarse si se deja un tampón durante demasiado tiempo. Puede
provocar fiebre elevada, diarrea, vómitos y shock.

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