Los 5 Órdenes de La Ayuda
Los 5 Órdenes de La Ayuda
Los 5 Órdenes de La Ayuda
1) Equilibrio en el intercambio: Este orden de la ayuda habla de que uno sólo puede dar
lo que tiene, y sólo puede tomar lo que realmente necesita. Este orden fija límites en el arte
de la ayuda, en el sentido de que el ayudador no puede asumir en lugar de otro algo que
sólo éste puede o debe llevar o hacer.
Se trata de:
– Ayudar al otro sólo desde lo que realmente necesita y expresa sin exigir.
– No esperar de otra persona aquello que no nos puede dar porque no lo tiene.
– No tomar algo que otro no debe darnos, ni tomar lo que no necesitamos, porque es a esta
persona a la que le corresponde tenerlo.
2) Respetar el destino del otro: Este orden de la ayuda habla de que la ayuda significa
que el ayudador debe someterse a las circunstancias, y sólo puede ayudar o intervenir
cuando éstas se lo permitan. El ayudador no puede ni debe negar o tapar las circunstancias
en lugar de afrontarlas junto con la persona que ayuda. Tampoco puede identificarse con la
dureza de las circunstancias del cliente, y querer ayudarlo a toda costa. Este orden nos
habla de que la ayuda está al servicio de algo más grande, más allá de las «buenos deseos»
o de la voluntad de cada parte interviniente. Esto más grande refiere a la supervivencia, el
desarrollo humano y el crecimiento. Así, el que ayuda ha de tener en cuenta los muchos
eventos que influyen en el asunto o problema por los que una persona pide ayuda, tanto
los eventos sucedidos en la familia del cliente como sus cuestiones biográficas.
En síntesis:
– Si estamos de acuerdo con el destino de cada persona, tal como es, la ayuda se puede dar.
3) Mantenimiento de una relación adulta: Este orden de la ayuda significa que, ante un
adulto que busca ayuda, el ayudador se presenta también como adulto, rebatiendo los
intentos de colocarse en el rol de padre o madre. Esto quiere decir que el ayudador nunca
debe tratar a su cliente como un niño, asumiendo en su lugar asuntos que únicamente
puede y debe asumir él. También implica que el ayudador no debe permitir que su cliente o
paciente le demande que sus problemas sean solucionados tal como un niño lo haría con
sus padres.
Existe una situación excepcional en la que es necesario que un constelador familiar se coloque
(sólo por corto tiempo) en la posición de madre o padre de su cliente: Cuando éste ha tenido
una ruptura temprana del vínculo con sus padres (un movimiento amoroso interrumpido), se
puede acompañarlo hasta el punto de ruptura, conectar con el abandono y restaurar el vínculo.
4) La empatía ha de ser sistémica: El cuarto ítem de los órdenes de la ayuda implica que
el ayudador no debe establecer una relación personal con su paciente o cliente. Es
necesario ampliar la mirada e incluir a todas las personas influyentes en la vida del
paciente, principalmente a los miembros excluidos de su familia. Esto implica que el
ayudador no puede ni debe tomar partido por ningún miembro de la familia y, en todo caso,
la empatía debe dirigirse hacia los miembros excluidos del sistema como personas clave
para la resolución de los conflictos del paciente.
Bert Hellinger afirma que, en casos de abusos, violaciones o asesinatos, fácilmente los
terapeutas pueden caer en la tentación de hacer una distinción entre el bien y el mal. Sin
embargo, cuando el terapeuta toma partido, ya no puede ayudar. Nuestra consciencia familiar,
aquella por la que estamos vinculados unos con otros (más allá de nuestra voluntad o de lo que
nos gustaría, o de nuestras clasificaciones) no distingue entre «buenos» y «malos» y es por
esto que es necesario apartarnos de estas clasificaciones para poder superar los problemas y
ser verdadera empáticos. Sólo asintiendo a todo tal como es, e integrando cada una de las
experiencias vividas, es que podemos tomar la fuerza del pasado para estar en el presente e ir
al encuentro del futuro.
Bert Hellinger nos explica que la empatía consiste en respetar y reconocer la dignidad del otro,
confrontándolo con las consecuencias de sus actos, no reforzando su rol de víctima.
En Constelaciones Familiares hace falta una empatía sistémica: Sólo llevando a toda
la familia en mi corazón puedo saber quién merece y quién necesita de la empatía, es decir,
quién está excluido o quien debe llevar algo en lugar de otros. Así, la empatía se dirige hacia lo
oscuro, hacia lo llamado «malo». Eso es lo que en un primer lugar llevo a mi corazón, para
poder reintegrarlos y, en consecuencia, reintegrarme. Cuando el terapeuta únicamente se alía
con la víctima, y no con el sistema en su totalidad, su modo de trabajar agrava aún más la
situación.
5) Amar a todo tal como es: El quinto y último de los órdenes de ayuda implica el amor a
toda persona tal y como es, por mucho que se diferencie de mi. De esta manera, el ayudador
abre su corazón hacia el otro. Se convierte en una parte suya. «Quien realmente quiere
ayudar, no juzga».
Las constelaciones familiares están al servicio de unir aquello que estaba separado. Si el
terapeuta se alía con el cliente, lo juzga o juzga a algún miembro de su familia, se pone al
servicio del conflicto, y no de su superación