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ENSAYO Linguistica

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REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA

MINITERIO DEL PODER POPULAR PARA LA EDUCACIÓN


UNIVERSIDAD EXPERIMENTAL RÓMULO GALLEGOS
ÁREA DE INGENIERÍA EN SISTEMA
PROGRAMA DE INGENIERÍA EN SISTEMA
Asignatura: Lenguaje y Comunicación

Lenguaje, Lengua y Habla

Profesor: Estudiante:

Giovanni Rassmann
C.I:30.403.139
Sec. 5

Enero, 2022
Lenguaje, Lengua y habla.

En lingüística, se conoce como variedad lingüística o modalidad lingüística


a cada una de las distintas formas que adquiere una lengua natural o idioma,
dependiendo del contexto geográfico, social y etario en que sus hablantes la utilizan.
Es decir, hablamos de las variaciones significativas que sufre una lengua dependiendo
de las condiciones objetivas de cada hablante.

Cada lengua natural está constituida por un complejo dialectal del cual se
selecciona una variedad – ocasionalmente se puede tratar de una fusión de más de una
con el propósito de lograr y mantener la estabilidad y funcionalidad de la comunidad
de habla, lo cual es loable en principio. Sin embargo, la realidad, invisible para
amplios sectores, es que esta variedad, preferida y protegida, se transforma en un
obstáculo para el desarrollo social, ya que esa selección está regida universalmente
por parámetros de poder temporal y no por los que corresponden a validez lingüística
y social. Así, desde un punto de vista concreto, toda lengua o idioma se materializa a
través de un conjunto más o menos grande y más o menos dispar de variedades
lingüísticas que le son propias.

Del mismo modo, si consideramos que todo el que habla una lengua pertenece
a una geografía y, por tanto, habla un dialecto, podríamos concluir que el conjunto de
dialectos es la única manifestación concreta y tangible de una lengua. Como
resultado, nadie habla el idioma "universal", libre de matices dialectales en la
pronunciación y el vocabulario. Como resultado, hay dialectos más cercanos (menos
diferenciados) y por tanto más fáciles de entender, mientras que hay otros que se han
distanciado tanto entre sí que es imposible que sus respectivos hablantes lo entiendan
todo, obligándolos a recurrir a "prestamos" que son más "universal.

Es así como, las lenguas varían, que no es igual el español hablado en España
que el español que se habla en Chile, aunque ambos se parecen más entre sí que al
vasco; que no se escribe igual en el siglo XXI que en el XV..., es decir, que hay toda
una serie de variantes dentro de una misma lengua. Según esto, el término variedad
lingüística se define como el conjunto de rasgos diferenciales con relación a la lengua
estándar que utiliza un usuario o un grupo de usuarios de una lengua, según su
situación social y cultural, el momento histórico, el lugar en que se encuentre o la
situación comunicativa en la que se vea inmerso.

La variación social de la lengua se define por las características compartidas


por distintos grupos sociales. Tal vez, en tu grupo de amigos, ustedes usen frases o
ciertas palabras que no usan afuera del grupo. También, muchas familias crean
palabras para reemplazar otras y las usan entre sí, pero aquellos fuera de la familia no
las utilizan de la misma manera. Como seres sociales, es importante que nos
comuniquemos de manera consciente, práctica y clara, y tener en cuenta los distintos
tipos de variación nos permite hacerlo bien.

Por otro lado, la estratificación social produce un lenguaje de culto, lenguaje


vulgar, el lenguaje de la juventud, entre otros. Estas variedades se conocen como
sociolectos, y Sociolingüística es el estudio de las mismas. Se incluyen en esta
categoría de variaciones todos los cambios en la lengua provocados por el entorno en
el que se desenvuelve el hablante. Dentro de las variaciones sociales se encuentran las
situacionales conocidas también como variaciones diafásicas, este tipo de variantes
involucra cambios en el lenguaje a partir de la situación en que se encuentra el
hablante. Como se sabe, no hablamos igual en una fiesta de amigos que en una
actividad religiosa. Desde este punto de vista, lo que provoca el cambio es el grado de
formalidad de las circunstancias. El grado de formalidad se entiende como la estricta
observancia de las reglas, normas y costumbres en la comunicación lingüística.

De igual manera, se encuentran Variaciones geográficas o diatópicas.


Conjunto de rasgos característicos de los individuos de una determinada zona
geográfica (dialectos, hablas locales). Son objeto de estudio de la Dialectología. Los
cambios de este tipo pertenecen a la variación diatópica y consisten en que existen
variantes en la forma de hablar una misma lengua debido a la distancia geográfica
que separa a los hablantes. Como resultado, los dialectos son la forma única en que
un grupo de personas habla un idioma específico. Desde esta perspectiva, es común
hablar de inglés británico, inglés australiano, etc. Sin embargo, es importante recordar
que los dialectos no tienen límites geográficos precisos y, de hecho, se ha visto que
estos son dispersos y graduales. Como resultado, se piensa que los dialectos que
componen un idioma forman una línea continua sin límites claros. Una lengua se
define típicamente como una colección de dialectos en los que los hablantes pueden
comunicarse entre sí. Sin embargo, si bien esto puede ser aproximadamente aplicable
al idioma español, no parece ser así para el idioma alemán, ya que existen dialectos
que son incomprensibles entre sí.

Además de las variaciones antes mencionadas tenemos la variedad estándar de


la lengua. ¿A qué se le llama variedad estándar de la lengua? Las diferentes variantes
lingüísticas que sufre una lengua, variantes que son reglamentadas y transmitidas de
acuerdo con las normas del uso oral y escrito para lograr que toda una comunidad de
hablantes puedan comunicarse. Son normalizadas y transmitida de acuerdo de la
forma del uso oral y escrito. El estándar es la variedad de la comunicación
interdialectal, es decir cumple con la función de facilitar la comunicación entre los
hablantes de una lengua y también es el marco de diferencia para otras variantes.

Una lengua estándar se define por la selección de ciertos marcadores de clase


y regionales (muchas veces basados en la lengua de una ciudad capital) y el rechazo
de otros. Es la versión cuyas normas ortográficas y gramaticales siguen la mayoría de
los textos escritos en esa lengua, y la que se enseña a quienes la aprenden como
lengua extranjera. Así, por ejemplo como lengua monocéntrica encontramos al
castellano estándar de la zona de Castilla. En cambio, para el tipo policéntrico
encontramos por ejemplo la lengua kichwa unificada, en la cual conviven las mismas
normas utilizadas en diferentes zonas geográficas. Con estos ejemplos a la vez se
pueden explicar las estandarizaciones endonormativas y exonormativas, para lo cual
en el primer caso el kichwa unificado crea sus propias normas en su propio país, en
cambio el castellano corresponde a una estandarización exonormativa al haberse
extendido y sido impuesto a hablantes de otros países.

Algunas de sus características comprenden:

Autonomía: Reconoce la independencia de una lengua en cuanto a otras,


además de proporcionar el criterio que permite diferenciar entre lenguas y dialectos.
Por ejemplo, está el caso del castellano o el inglés en cuestión de la lengua y en el
caso del dialecto el tipo de castellano hablado entre los países latinoamericanos.

Historicidad: Es el resultado del desarrollo de una lengua a lo largo del tiempo


y que también tiene que ver con la tradición nacional o étnica. Por ejemplo, se
reconoce al castellano como lengua al haber pasado por varios procesos históricos y
de transformación a partir del latín vulgar.

Vitalidad: Existencia real de hablantes nativos en el uso de una lengua en una


zona geográfica. Por ejemplo, la lengua zápara carece de vitalidad al poseer tan solo
un hablante nativo de la misma.

Otro aspecto que es importante señalar es que todas estas características están
moderadas por un factor externo que es el prestigio. Muchas veces se han
considerado “dialectos” a lo que en realidad son lenguas simplemente por términos de
aceptación social. Así, no existe ningún inconveniente por ejemplo con la lengua
inglesa, al poseer los cuatro principales rasgos lingüísticos que la caracterizan. Sin
embargo, existen problemas en caracterizar otras lenguas como tales en vista de que
algunas variedades como las criollas pueden generar algunos inconvenientes en
cuanto a su historicidad o autonomía.

La creación de una lengua estándar representa el triunfo de una cierta variedad


de prescripción lingüística; su selección hace que los dialectos que difieren del
estándar pierdan prestigio social. Por consiguiente, en algunos países la selección de
una lengua estándar puede generar un conflicto social y político, al ser entendida
como una actitud nacionalista.

La estandarización afecta muchas áreas de la vida además del lenguaje:


monedas, pesos y medidas, ajustes eléctricos e incluso latas de sopa de tomate. Los
productos hechos en fábrica generalmente están estandarizados, en el sentido de que
todos los símbolos de cualquier clase son idénticos, y en estos casos la uniformidad es
obviamente deseable por razones sociales y, particularmente, económica. Hay un
imperativo económico involucrado. Por lo tanto, en la medida en que los idiomas
tienen valores económicos, aquellos que son más afectados por la estandarización
(esencialmente aquellos que se dice que tienen variedades “estándar”) tienen valores
más altos que aquellos que son menos afectados o no se ven afectados en absoluto. La
estandarización conduce a una mayor eficiencia en los intercambios de cualquier tipo.
El objetivo social y económico del impulso hacia la uniformidad es facilitar lo que
Haugen (1966) ha llamado la elaboración de la función.

En la historia europea moderna, la estandarización progresiva de sistemas


monetarios, pesos y medidas, y de bienes fabricados en general, ha ido de la mano del
aumento del comercio internacional y del capitalismo, y la estandarización progresiva
de la lengua se ha desarrollado junto con la estandarización de estas otras cosas.
Muchos autores (historiadores del lenguaje en particular) han tratado la
estandarización como si su objetivo principal fuera literario, hacer accesible la gran
literatura a un público lector amplio. Esto no es lo que supongo, los objetivos
inmediatos del proceso no son literarios sino económicos, comerciales y políticos.

Se argumenta que la estandarización es necesaria para facilitar las


comunicaciones, para hacer posible el establecimiento de una ortografía acordada y
proporcionar un formulario uniforme para los libros escolares.

En otro orden de ideas, tenemos que, los distintos usos que hacemos de
nuestra lengua (o idioma), originan los diferentes registros o niveles del habla,
dependiendo de la formación sociocultural del hablante, de los hábitos lingüísticos de
la comunidad y de la situación en que se produce. No es lo mismo hablar con un
amigo que hablar con un médico, o hablar con nuestra madre que hablar con el
vigilante de la discoteca; no es lo mismo escribir una carta que hacer un examen, y no
es lo mismo contar una historia que escribir una historia. Todas estas formas son lo
que se denominan registros.

La lengua posee tres niveles los cuales son: subestándar (por debajo de la
norma), estándar (a tono con la norma) y superestándar (por encima de la norma). Se
entiende por niveles de la lengua o niveles del lenguaje (y también registro
lingüístico) al grado de corrección con que utilizamos el idioma en una situación
determinada. Esto significa que no siempre nos expresamos de la misma manera, sino
que ponemos más empeño y atención en el modo de hablar o escribir en algunas
situaciones, mientras que en otras nos relajamos y nos permitimos un mayor margen
de error, incertidumbre y/o informalidad.

Así, los niveles de la lengua tienen que ver, en primer lugar, con el contexto
comunicativo: con quién nos comunicamos, en qué situación y para qué; y en
segundo lugar con las capacidades lingüísticas de cada quien, esto es, con su nivel de
instrucción educativo, su talento para el manejo del lenguaje y su léxico. Así, cuando
empleamos un nivel inadecuado para la situación en la que estamos, corremos el
riesgo de desentonar, ofender o perder la atención y el respeto de nuestros
interlocutores; mientras que empleando el registro adecuado garantizamos un menor
margen de ruido en la comunicación. Además, cuando nos comunicamos revelamos
cosas sobre nosotros, no sólo en lo que decimos, sino en cómo lo decimos.

Los tres niveles de la lengua son: subestándar (por debajo de la norma),


estándar (a tono con la norma) y superestándar (por encima de la norma). El nivel
estándar de la lengua es aquel que la mayoría de la población reconoce como correcto
o adecuado, y que por lo tanto establece la norma mínima para situaciones en las que
no existe ni familiaridad, ni relajamiento de las condiciones de respeto y protocolo.

En esa medida, existe un único registro asociado a este nivel, que es la lengua
coloquial: aquella que se adapta a las necesidades básicas formales y de corrección de
una comunidad lingüística, que puede ser una ciudad, una región o un país entero. Esa
es la razón por la cual un extranjero, incluso si habla el mismo idioma, puede
desconocer muchas de las normas estándar de otro país.

El nivel superestándar es el nivel de uso más culto y sofisticado del idioma, y


por lo tanto el que más se adapta a la corrección del idioma y que mayores
conocimientos del mismo requiere para su uso. Es típico de las situaciones de mayor
formalidad y protocolo, o de personas con un alto nivel educativo, de modo que a
aquellos sin la preparación o la práctica necesaria, les costará mucho más entender.

Este nivel contempla tres registros de uso de la lengua, que son:

 Lengua culta. La lengua culta es el registro de mayor corrección posible del


idioma, empleado en situaciones formales, de respeto, en las que el uso del
idioma debe ser pulcro y cauteloso. Se caracteriza por una gran riqueza lexical,
pudiendo emplear muchos sinónimos para una misma palabra, y por prestar
atención a la forma en que se dicen las cosas, no sólo al mensaje en sí mismo, de
modo de buscar la manera más elegante o más sofisticada de decirlo.

 Lengua académica o técnica. La lengua académica, técnica o profesional es


aquella que es propia de un grupo o una institución que
maneja conocimientos especializados y que por lo tanto requiere de un lenguaje
adaptado al universo de conocimientos que maneja. Es decir, se trata del modo en
que usan el idioma las personas que tienen un público especializado y estudiado,
para el cual ninguna terminología o neologismo será extraño o incomprensible.

 Lengua poética. Se trata del registro propio de la literatura, la poesía o el arte, en


el que la corrección de la lengua, paradójicamente, es secundaria a las intenciones
creativas y lúdicas del artista. Es decir, se conocen tan bien las normas del
idioma, que se las puede romper con fines creativos.

El nivel subestándar de la lengua es el menos sofisticado de todos, es decir, el


que menos conocimientos lingüísticos y menos capacidad de entendimiento
requiere para emplearse y entenderse. Por ende, es el que emplea el idioma de manera
más informal, menos cuidadosa, con mayor cantidad de libertades y de modismos,
que en otro contexto pueden ser percibidos como incorrecciones.

El nivel subestándar es utilizado en situaciones informales, en las que existe


una cierta familiaridad o en que las normas de protocolo y cortesía se relajan, de
modo que es un nivel al que todos accedemos en determinadas ocasiones. Sin
embargo, su uso continuo y constante es considerado socialmente impropio, y se
suele asociar con los sectores menos educados y de menos recursos de la sociedad.
Este nivel comprende, a su vez, dos registros de uso: la lengua popular y la lengua
vulgar.

 La lengua vulgar o popular. Es el uso más irregular del idioma que existe,


desobedeciendo o forzando las reglas a conveniencia y privilegiando siempre la
comunicación situacional por encima de la corrección. Es típica de las jergas, los
sociolectos y las maneras locales de comunicarse, por lo que puede resultar
oscuro para quienes no conozcan el código. En ella abundan los vulgarismos
y barbarismos, o sea, se trata de la lengua barriobajera.

 Lengua familiar o de confianza. Aunque similar al caso anterior en sus niveles


de relajamiento de las estructuras y normas del idioma, en este caso se trata
del modo de comunicación típico de las situaciones de mucha confianza, en
las que el afecto y la familiaridad privan por encima de la corrección. Se trata
de un modo de habla muy marcado por las expresiones comunes y por el
léxico afectivo (ese modo de decirle a las cosas o a la gente que es propio de
los amantes o de la familia).

Los registros son factores dentro de la lengua en función de la situación y


contexto comunicativo, articulados a quien hace uso de la lengua. Lo cual hace que
los registros se enfoquen de tres maneras. La primera, dentro del discurso, la cual se
refiere al contexto que se está usando la lengua y a lo que trata de decir con ella el
hablante y los interlocutores. La segunda, se refiere al modo en que se transmite la
legua y se busca por qué medio de comunicación se trata de utilizarla. La tercera
manera, se enfoca en qué contexto están los interlocutores, qué relación tiene entre
ellos.

Cabe destacar que, una de las bases sobre las cuales se asienta la actitud
lingüística es la conciencia sociolingüística. Los individuos forjan actitudes, del tipo
que sea, porque tienen conciencia de una serie de hechos lingüísticos y
sociolingüísticos que les conciernen y los afectan. Tales hechos pueden pertenecer a
su forma de habla o a la de su grupo o comunidad, pero también a la forma de otros
hablantes, otros grupos u otras comunidades. Los hablantes saben que su comunidad
prefiere unos usos lingüísticos a otros, que ciertos usos son propios de unos grupos y
no de otros, que unas formas de habla son más prestigiosas que otras y, por lo tanto,
tienen la posibilidad de elegir lo que consideran más adecuado a las circunstancias o a
sus intereses.

De la definición de conciencia lingüística se desprende también el concepto de


prestigio, que desde la sociolingüística se define como "el proceso de concesión de
estima y respeto hacia individuos o grupos que reúnen ciertas características y que
lleva a la imitación de las conductas y creencias de esos individuos o grupos.
Usualmente, los hablantes demuestran actitudes positivas frente a las lenguas o
formas de habla que consideran más importantes. Vale la pena resaltar que dicha
importancia no se determina por el nivel de ventaja o desventaja a nivel estético o
lingüístico, sino que es un prestigioso producto de estereotipos culturales transmitidos
generacionalmente. Debe destacarse que lo habitual es que sean los grupos sociales
más prestigiosos, más poderosos socioeconómicamente, los que dicten la pauta de las
actitudes lingüísticas, por eso las actitudes suelen ser positivas hacia las formas, los
usos y las características de los hablantes con mayor prestigio y de clase social más
alta.

Algo semejante ocurre con, las variedades consideradas "legítimas" y variedades


consideradas "ilegítimas", y unas y otras proporcionan a quienes les usan beneficios
diferentes, o ningún beneficio, según cuál sea la variedad y los valores sociales que se
le asignan. Por ejemplo, el uso de una variedad que, desde la perspectiva de la
dialectología tradicional, se podría calificar de "vulgar" puede ser altamente
beneficioso desde el punto de vista de la solidaridad en el interior de un determinado
grupo social, pero puede constituir un "estigma" cuando esa misma variedad se usa en
un ámbito institucional o público.
Estas reflexiones llevan a plantear que en toda sociedad existe una política
lingüística, sea ésta explícita o implícita. Política que sanciona cuál es la variedad
considerada "legítima" frente a todas las demás, en mayor o menor grado. Esto,
además, genera unas actitudes en los hablantes respecto a los usos, que no son otra
cosa que actitudes respecto a los usuarios, a los que se asocian determinadas
valoraciones según como hablan.

En otro orden de ideas se encuentra, el lenguaje no verbal este es un tipo de


lenguaje corporal que los seres humanos utilizan para transmitir mensajes, en la
mayoría de casos de forma inconsciente. Es sabido desde hace ya mucho tiempo que
la información no sólo se transmite con las palabras, sino también a través de los
movimientos corporales como las posturas, las miradas, las distancias entre unos y
otros, la forma de sentarse o incluso de caminar.

La comunicación no verbal que va más allá de las palabras, y por ese motivo es la
que transmite en mayor medida los verdaderos sentimientos o estado interior
personal. El lenguaje no verbal es el lenguaje corporal que no miente fácilmente
(aunque todo se puede entrenar), a diferencia de la palabra que sí lo hace más a
menudo de lo que pensamos. De hecho, a menudo sucede que las palabras dicen algo
que contradicen los gestos de quien habla. Aun así, no debemos pensar que podemos
saber a ciencia cierta qué está pensando de verdad una persona sólo con verla. La
interpretación de un gesto, sobre todo si es aislado, puede traernos confusión, puesto
que los gestos obtienen su significado al relacionarse los unos con los otros.

Albert Mehrabian, un prestigioso antropólogo, concluyó que cuando alguien está


hablando solamente se recibe el mensaje de sus palabras en un 7%, mientras que por
el tono de voz y otros detalles vocales nos transmite hasta un 38%, mientras que el
máximo del contenido de la comunicación lo transmite el lenguaje corporal de los
gestos, con un 55%.
La comunicación no verbal sustituye, refuerza y completa al lenguaje verbal
mediante el uso de las miradas, gestos, posturas, etc. Los elementos que conforman
este tipo de lenguaje son:

La expresión facial: es la forma más común de expresión no verbal. A través de


la mímica de la cara (movimiento de las cejas, labios, músculo facial, etc.) es posible
averiguar el estado de ánimo de muchas personas, así como sus sentimientos de
temor, felicidad, sorpresa o enojo. Tal y como dice el refrán: “La cara es el espejo del
alma”, por lo que resulta indispensable lograr el control de las expresiones que
transmitan disgusto u hostilidad para mantener la calma durante el proceso
comunicativo.

Los gestos: cuando se utilizan las manos, piernas y brazos para gesticular, se están
expresando sentimientos y actitudes. Una persona entusiasta y vital acompañará la
conversación con gestos amplios y cargados de energía, mientras que otra más
reflexiva utilizará movimientos más calmados y armoniosos. Es interesante resaltar el
hecho de que los gestos carecen de universalidad. Debido a este factor, cada gesto
puede tener un significado muy distinto según la cultura.

La postura: es otra forma de comunicación no verbal que nos revela muchos


detalles sobre los distintos estados de ánimo. Las posturas verticales y rectas van
ligadas a personas equilibradas, mientras que las posturas encorvadas y con la cabeza
baja se relacionan con comportamientos depresivos o estados de tristeza.

El contacto ocular: se trata de una forma más sutil de lenguaje no verbal. La


mirada tiene un significado especial en la comunicación, pues el contacto visual es el
primero que establecemos con los demás. De este modo, las personas tímidas tienden
a desviar la mirada, mientras que las inseguras la bajan y las afectuosas la sostienen.
Cuando miramos a los ojos de nuestro interlocutor podemos transmitir desde ánimo y
confianza, hasta vergüenza o dolor.
Elementos paraverbales: hacen referencia a otros aspectos de la comunicación no
verbal, como el tono, los silencios, la fluidez verbal, etc. La voz está cargada de
significados muy sutiles, tanto es así, que los niños pequeños responderán mejor a la
entonación que usen los adultos antes que a las propias palabras. También podemos
reconocer estos elementos en la voz baja y pausada de los enfermos, que contrasta
con el tono alto e intenso de las personas enérgicas.

En la comunicación, existen otros factores relevantes como el contexto, la


motivación, el medio utilizado (escrito o telefónico), el feedback del interlocutor o las
interferencias del exterior Muchas veces tendemos a dejar de lado este tipo de
señales, pero su conocimiento y control son necesarios para alcanzar el éxito en
muchas facetas de la vida. La comunicación no verbal no sigue las mismas reglas
básicas que la verbal, por lo que no tiene una sintaxis (un orden específico de
aparición de los signos) sino que se articula en base al contexto y a las circunstancias.
Existe cierto margen de convencionalidad en algunos casos, como en los
movimientos de la cabeza para indicar un “sí” o un “no”, pero ni siquiera esos gestos
son universales y en algunas culturas se interpretan al revés.

Por otro lado, es una forma de comunicación no discrecional, que depende de la


capacidad del emisor y del receptor de captar e interpretar el mensaje de manera
apropiada, ya que no hay un código común o universal que intermedie. En este tipo
de comunicación tienen mayor predominancia aspectos no lógicos de nuestra mente,
como la emocionalidad y la empatía.

La comunicación no verbal cumple con el circuito de la comunicación de


cualquier tipo: tiene un emisor, un receptor, un mensaje, un canal y un cierto código
(dado que no hay un lenguaje convencional al que acudir). Eso significa que los
mensajes se elaboran a través de otros sentidos y empleando otras partes del cuerpo,
como son:
Emisor. Utiliza sus cejas, su sonrisa, su boca (para hacer muecas), sus ojos y la
dirección en que mira, su postura corporal, su ceño, su distancia respecto al otro,
cuando no su voz (ritmo y tono, nada más) o sus gestos manuales.

Receptor. Quien recibe el mensaje usa principalmente su vista y su oído, aunque


no recibe palabras, sino tonos y secuencias.

En ese sentido, la comunicación no verbal es mucho más versátil que la hablada,


dado que dispone de un conjunto más libre de sentidos y signos que elaborar e incluso
puede incorporar elementos contextuales: señalar un objeto o una dirección, tomar un
objeto, o realizar una mímica o imitación de una acción que desea transmitirse.

Por último, El hablante, según sean sus intenciones, para lograr una finalidad, se
vale de las funciones del lenguaje. Tomando en consideración este principio, las
funciones del lenguaje se han clasificado en: expresiva, apelativa o conativa,
representativa o referencial, metalingüística, fática y poética, clasificación que
estableció Jakobson (1960) basándose en los seis elementos de la comunicación: el
emisor, receptor, mensaje, canal, código y contexto. Los actuales estudios de las
funciones del lenguaje, han permitido hacer otras clasificaciones. Entre éstas, está la
función:

PRAGMÁTICA. Con esta función se demuestra que el sistema lingüístico no sólo


tiene la función de expresar un estado de cosas, sino también la de provocar
relaciones entre actos de habla en la interacción comunicativa.

La función EXPRESIVA es la que se encarga de emitir opiniones y vivencias,


como una manifestación subjetiva de la realidad.
Si la intención es requerir de los demás algún asunto, con preguntas, ruegos,
mandatos o exigencias, cuya finalidad es una exhortación, la función del lenguaje se
dice que es APELATIVA o CONATIVA.

Cuando la intención del hablante es informar y dar a conocer hechos y datos de la


realidad, es una comunicación objetiva, se dice que la función en este caso es
REPRESENTATIVA o REFERENCIAL.

Si se trata de explicar y aclarar conceptos e ideas relacionados con conocimientos


lingüísticos, decimos que se trata de la función llamada METALINGÜÍSTICA.

Para iniciar, interrumpir o continuar una comunicación, estamos ante la función


que se denomina FATICA. Los sonidos y palabras sin sentido, pronunciados en
cualquiera de estos momentos de un acto comunicativo, sólo sirven para indicar que
se está presente y mantener abierto el canal de la comunicación.

Cuando estamos frente a un texto armónico por su forma, que refleja la


sensibilidad de su autor en un estilo estético, hablamos de la función POÉTICA.

Lo anterior hace referencia los distintos cometidos con que el ser humano
emplea el lenguaje, es decir, los propósitos comunicativos con los que utiliza esa
herramienta cognitiva y abstracta.

El lenguaje actúa como vehículo para estructurar nuestro pensamiento y


posibilitarnos el aprendizaje a través de su papel de representación.

 El Lenguaje actúa, así mismo, como factor estructurante y regulador de la


personalidad y del comportamiento social. El lenguaje nos permite expresar lo que
sentimos, o realizar introspección a través del lenguaje interior y acomodarnos a las
conductas deseadas socialmente.
• Como herramienta para identificarnos con un grupo social. Por último, el lenguaje
oral constituye el principal medio de información y cultura; es un factor importante
con el que podremos sentirnos formar parte del grupo social al que pertenecemos.
Referencias Bibliográficas

Akmajian, Adrian y otros (1987). Lingüística: una introducción al lenguaje y la


comunicación. Alianza Universidad Textos. Madrid

Alcaraz varo, E. y M. E. Martínez Linares (1997). Diccionario de lingüística


moderna. Ariel. Barcelona.

Alvar, M. (1961). Hacia los conceptos de lengua, dialecto y hablas. Nueva Revista de
Filología Hispánica, 51-60.

Moreno Fernández, F. (2005). Principios de la sociolingüística y sociología del


lenguaje. Barcelona: Ariel.

Ordoñez Gallego, A. (1993). Jerga, cultura e información. Rev San Hig Púb, 67.

https://concepto.de/funciones-del-lengua

https://www.portaleducativo.net

http://logopediaciudadreal.es/

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