Derecho Civil
Derecho Civil
Derecho Civil
En sus inicios
El Ius Civile como derecho del cives, del ciudadano romano, no se identifica con el
derecho privado. Es cierto que la construcción romana construyó de preferencia las
instituciones privadas (persona, familia, propiedad, obligaciones, herencia), pero
dentro del Ius Civile hay instituciones que son extrañas al derecho civil (a nuestra
concepción de derecho civil), así las de carácter penal, procesal y las administrativas o
políticas. El Ius Civile, en su sentido propio y originario sería el ordenamiento
tradicional que habrían adoptado los grupos primitivos romanos reunidos en una
comunidad política y estaría constituido por una serie de principios fundamentales
establecidos por la jurisprudencia religiosa y luego laica de los prudentes. Este núcleo
de principios tradicionales se va ensanchando a lo largo de la historia del Derecho
Romano naciendo un Ius Civile Novum, por obra de las leyes, plebiscitos,
senadoconsultos y decretos de los príncipes. Al mismo tiempo, el viejo Ius Civile, el de
los principios tradicionales experimenta la influencia del Ius Gentium y del Ius
Pretorium o Honorarium, y todos estos Derechos van a ser Ius Civile en la compilación
de Justiniano, porque con aquel se entroncaron y no se diferenciaron.
4. Las Codificaciones
La cristalización definitiva del Derecho civil como Derecho nacional y privado se opera
con la codificación. La idea de un Código civil hay que ligarla con el pensamiento de la
ilustración y del racionalismo que dominó en Europa a partir del siglo XVIII. Hasta ese
momento se acostumbraba, como ya hemos visto, a recoger las diversas leyes
vigentes en un determinado momento en un solo texto, recopilándolas. La idea de la
codificación es, sin embargo, más amplia que la de una pura recopilación de textos.
Recopilar es reunir en un texto, por orden sistemático o por orden cronológico, las
leyes que hasta un determinado momento han sido dictadas. Codificar es una tarea
más ambiciosa. Una codificación es la reunión de todas las leyes de un país o las que
se refieren a una determinada rama jurídica, en un solo cuerpo presididas en su
formación por una unidad de criterio y de tiempo. Según esto, un Código civil es un
cuerpo de leyes racionalmente formado y asentado sobre unos principios armónicos y
coherentes. Un Código es siempre una obra nueva, que recoge de la tradición jurídica
aquello que debe ser conservado y que da cauce a las ideas y aspiraciones de todo
signo vigente en la época en que se realiza. Los factores que parecen determinar la
idea de codificación, entendida como proceso histórico, pueden ser esquematizados
del modo siguiente: 1.° La codificación se identifica inicialmente con un intento de
insuflar en los ordenamientos jurídicos unos determinados ideales de carácter político,
económico y social. El Código es un vehículo de transmisión y de vigorización de una
ideología y de unas directrices políticas. Inicialmente, fueron las aspiraciones y los
ideales del tipo de vida liberal-burgués, aunque posteriormente hayan podido ser otros
diferentes. 2.° Porque significaban la renovación de unos ideales de vida, los Códigos
debían constituir obras unitarias. Ello exigía la derogación de todo el Derecho anterior
y la prohibición o interdicción de una heterointegración del sistema (el recurso a los
llamados Derechos supletorios), sustituyéndola por una autointegración, en virtud de la
cual el Código se basta a sí mismo. 3.° En los Códigos ha existido siempre un intento
de tecnificación y de racionalización de las actividades jurídicas, que se traduce,
primero, en un afán por la simplificación, que es una reducción del material normativo,
y una formulación del mismo que se quiere que sea clara e inequívoca. Los Códigos
vienen a expresarse en un lenguaje somero, lacónico y, en cierto modo, lapidario o,
por lo menos muy comprimido, como si esa reducción o comprensión ahuyentara los
problemas. La tecnificación quiere decir también instalación del material normativo en
unas condiciones que lo hagan más fácilmente cognoscible y manejable. 4.° Por
último, la codificación entendida como racionalización del mundo jurídico pretende la
construcción de un sistema que se funda en la lógica jurídica y que pueda
desarrollarse conforme a ella. En este sentido, en el ideal codificador es evidente la
idea progresista de suponer que el orden jurídico sigue una línea evolutiva de mejora.
Los Códigos pretenden poner la legislación al nivel «de los adelantos de la
ciencia jurídica». En otro sentido, la racionalización consiste también en la
conveniencia de sustituir una práctica jurídica empírica y casuística por un sistema que
proceda con una cierta automaticidad y que proporcione una mayor dosis de
seguridad en los negocios y en las actividades jurídicas. A finales del siglo XVII Prusia
tiene un Código: el denominado «Derecho territorial general de los Estados
prusianos», que acusa un enorme influjo de la escuela protestante del Derecho
natural, pero que no recoge las ideas sociales y políticas de la época y, además, deja
subsistentes los Derechos particulares de los Estados. También a finales del siglo
XVIII se inicia en Austria la labor codificadora.
En el siglo XIX florece el fenómeno codificador. Se abre con el Código civil francés,
llamado Código Napoleón en recuerdo del hombre genial que lo llevó a cabo en los
días del Consulado, que tanto recordó en Santa Elena donde esperaba la muerte.
Promulgado en 21 de marzo de 1804, fue el resultado de su tenaz voluntad para verlo
hecho realidad tras los fracasos de anteriores proyectos en la época revolucionaria, y
el resultado también de su intuición certera al escoger a los juristas que podían
redactarlo y defenderlo. El Código francés es una obra capital, de enorme influencia en
el mundo, sobre todo en el siglo XIX. Fue el vehículo de las ideas de la
Revolución Francesa, y responde a una ideología típica del liberalismo burgués, pues
no en balde es la burguesía la que inicia la Revolución y la que, a la postre, sale
vencedora. Es un Código que afirma el primado del individuo, de su igualdad ante la
ley fuera de las circunstancias de su condición social, y de su libertad, y de ahí que
sus pilares básicos sean la libertad contractual, el carácter absoluto del derecho de
propiedad y la responsabilidad civil basada en la culpa. El matrimonio se sustrae a la
Iglesia Católica, adquiriendo la institución un carácter laico y fundada en el contrato.
Igualmente se sustrae a la Iglesia el registro de los estados civiles, organizándose y
regulándose detalladamente el Registro Civil. Ahora bien, el Código Napoleón no
rompe con la tradición jurídica francesa en la que se recogía el Derecho romano y las
antiguas costumbres, lo que hace es continuarla y adaptarla a las nuevas ideas. Es
una sabia combinación de tradición, principios racionales (es la época del
racionalismo) y revolucionarios.
En 181 1 Austria tiene su Código Civil, de gran perfección técnica e influenciado por
las ideas de la escuela del Derecho natural, pero preservándose de las revolucionarias
francesas. En Alemania el problema de la Codificación se planteó desde un punto de
vista completamente distinto. No debe olvidarse que en Alemania no se logró la unidad
nacional hasta el año 1870. A principio del siglo XIX se suscita en torno a la
conveniencia de la Codificación una polémica famosa entre SAVIGNY y THIBAUT.
Este último publicó en el año 1814 un trabajo, "Sobre la necesidad de un Código civil
para Alemania", sosteniendo la conveniencia de redactar un Código, sobre el
modelo francés, inspirado en la razón, que pudiera constituir el vehículo para
conseguir la unidad de Alemania. SAVIGNY le replicó en su obra "De la vocación de
nuestro tiempo para la legislación y para la jurisprudencia", sosteniendo que el
Derecho es sustancialmente un producto histórico y una obra del espíritu del pueblo y
no un producto de laboratorio como sería un Código civil. Retrasada la unidad nacional
alemana, se promulgan, a lo largo del siglo XIX, algunos Códigos civiles de naciones
alemanas (por ejemplo, Código de Sajonia, etc.), pero la obra de la codificación no se
reanuda sino una vez instaurado el Imperio. El Código civil, que se realiza a través de
dos proyectos, se promulga finalmente en 1896, para comenzar a regir el l.° de enero
de 1900. Es con el Código civil francés el prototipo de los Códigos civiles modernos
europeos. Influye en él, de manera decisiva, el pandectismo, con todas sus
características como son la técnica más depurada y su carácter un tanto esotérico,
abstracto, positivista y logicista. El Código civil alemán ha influido en otros Códigos del
centro de Europa y en algunos Códigos americanos ( Brasil).
La evolución histórica del Derecho civil nos lo presenta como el sector del
ordenamiento jurídico que se ocupa de la persona y sus diferentes estados, de su
patrimonio y del tráfico de bienes. Pero más importante que determinar de qué se
ocupa el Derecho civil es analizar cómo se ocupa, pues de ahí nace la crisis por la que
está atravesando. Efectivamente, si hoy el criterio de valores está en crisis, el Derecho
civil no puede por menos de sufrir también las consecuencias de esa crisis. La del
Derecho civil es, además, la del desmoronamiento de la sociedad que contempló la
obra de la codificación, y si estamos ante otra sociedad o hacia ella nos dirigimos, el
Derecho civil heredero de los Códigos decimonónicos nos va a servir de poco. La
codificación se basaba en la afirmación del individuo frente al Estado, sin cuerpos
intermedios; el Código civil aseguraba el libre desenvolvimiento del individuo, de su
voluntad. De ahí que el principio de la autonomía de la voluntad, con su reflejo en el
derecho de propiedad que se concebía absoluto y con las mínimas excepciones
posibles a este absolutismo, fuese el pilar de sustentación de todo el edificio. El
sistema jurídico va a ser en realidad el sistema de los derechos subjetivos, señala
ORESTANO, de poderes del individuo. Pero la evolución social ha ido por otros
caminos. Los ideales de la burguesía, que detentadora de los bienes económicos y
de producción quería un sistema que le permitiese su libre y omnímodo disfrute, no se
han aceptado por inmensas capas de la sociedad sin poder económico, para las que
el juego de la autonomía de la voluntad no significa más que la sumisión al más fuerte
y para la que los derechos subjetivos que les reconoce el ordenamiento jurídico no son
más que abstracciones. Por otra parte, el rechazo de un puro sistema liberal
de economía, cuyo motor era la persecución del interés individual que redundaría en el
bienestar colectivo, hace que la propiedad de los medios de producción no se
identifique con propiedad privada. Todo ello indica que el Estado va a intervenir
decisivamente en la vida económica y jurídica, y que las normas no van a sancionar la
autonomía de la voluntad individual sino que la van a dirigir o coartar en beneficio de
los intereses colectivos o para evitar que sea un instrumento de dominación de los
débiles. Así, el propietario tendrá cada vez más deberes; no se le va a prohibir ya que
haga o no haga, sino que se le va a obligar a un hacer. Así, el empresario no impondrá
los contratos de trabajo que quiera a los que no pueden discutir sus cláusulas. Es un
nuevo orden jurídico distinto del cristalizado en la codificación del XIX.