Competencia Comunicativo-Descripción
Competencia Comunicativo-Descripción
Competencia Comunicativo-Descripción
COMUNICATIVA
3.1.1 Definición.
En el presente documento se aborda, desde dos enfoques, que nos permitan orientar la
comprensión del proceso comunicativo. El primero, se ubica en el nivel intraindividual y da
cuenta de la facultad humana de adquirir y usar el lenguaje, lo que se denomina competencia
lingüística. El segundo, corresponde al nivel interindividual, donde se resalta el papel que
juega la interacción social en la construcción de la competencia comunicativa .
Lo anterior ha sido motivo de estudio dentro del ámbito educativo ya que muchas de las
tradiciones escolares parecen obstaculizar el desarrollo de la competencia comunicativa en
su afán por facilitar su accesibilidad, postergando su propósito natural (la comunicación de
significados), transformándolos en una serie de abstracciones sin relación con las
necesidades y experiencias del sujeto. Sin embargo, los docentes tienen una perspectiva del
aprendizaje centrada en el siguiente planteamiento: “El movimiento de las unidades
pequeñas a las grandes es un elemento de lógica adulta, el total esta compuesto de partes,
aprenda las partes y usted habrá aprendido el total”, Romero (1997) pero la psicología del
aprendizaje nos enseña que aprendemos del total las partes.
Por eso los docentes solo tratan con partes del lenguaje (letras, sonidos, frases, oraciones)
en el contexto de la comunicación real total, limitando así su desarrollo. El presente
documento plantea una visión teórica diversificada, enfocada desde una perspectiva
pedagógica al desarrollo de la competencia comunicativa a través de la producción de textos,
mejorar los niveles de comunicación en el aula a través de adecuaciones curriculares en
cualquier asignatura y por ende mejorar ésta en el contexto escolar.
En la primera parte de este resumen, se abordan las teorías que dan origen a la
competencia comunicativa y los conceptos básicos del enfoque comunicativo, así como el
proceso de adquisición de ésta. Desde el punto de vista de Silvia Romero.(1998)
Por otro lado se plantea un análisis profundo de los procesos de adquisición de la lengua
escrita, los modelos de enseñanza y las teorías que soportan la producción de textos, en
este caso las dos más recientes, propuestos por María del Pino Lecuona y Margarita Gómez
Palacios.
En la misma línea, se aporta un marco de referencia sobre las mas recientes concepciones
del currículo, sus dimensiones, y la forma en que debe ser abordado. Por otro lado se
proyectan también adecuaciones curriculares como una estrategia diversificadora y
personalizada de la tarea educativa.
OBJETIVOS
Autores como Chomsky (1965) y McNeill (1966) manifiestan que los seres humanos están
genéticamente predispuestos para aprender la lengua oral y que poseen un mecanismo de
adquisición del lenguaje que es activado por el contacto con hablantes competentes de una
lengua. Este mecanismo permite que el niño logre dominar su lengua en un periodo de
tiempo corto, pues es algo así como un programa de acción que reduce el margen de error y
determina líneas particulares para acceder a este conocimiento (nivel intraindividual).
Desde esta visión se plantea que, de no existir este mecanismo especializado, los niños
podrían tomar rutas muy diversas y en ocasiones desatinadas en este proceso. Con base en
esta teoría conocida como innatismo, se propone que el niño es un agente activo en el
aprendizaje de su lengua y no solo un receptor objeto de estimulación y reforzamiento
externo.
En lo social (nivel interindividual) Bruner (1986) manifiesta que el niño aprende a interactuar
comunicativamente al participar en interacciones comunicativas. Esto significa que el
conocimiento sobre el que se pueden lograr propósitos de comunicación se construye en
presencia de eventos comunicativos y se participa en ellos. El nivel de participación del niño
en eventos de comunicación es muy incipiente en la infancia temprana, sin embargo, este se
va incrementando notoriamente a medida que el sujeto se desarrolla.
La escuela debe afrontar el hecho de que ayudar a los alumnos a leer y escribir no lo es
todo, es necesario lograr un sentimiento de pertenencia y dominio sobre el uso de su propio
lenguaje y aprendizaje, sobre su propia lectura, escritura, habla y pensamiento, lo cual a la
fecha no se da y esto permitiría tomar conciencia de su potencial comunicativo. Con base en
esto cabría reflexionar si, ¿Es importante desarrollar estrategias didácticas que permita el
desarrollo de la competencia comunicativa a través de la producción de textos en los
alumnos de educación básica ?
Esto implica no solo el conocimiento de la lengua a nivel lingüístico, tales como las reglas
morfosintácticas o los códigos fonéticos (saber lingüístico), sino también un conocimiento en
la aplicación del saber lingüístico en situaciones reales de orden socio cultural (A esto se le
conoce como el saber hacer), lo que hasta cierto punto, tiene implicaciones mas profundas
con el saber ser. Bories Murray (1997).
El término mismo de este enfoque establece que esta metodología tiene un carácter muy
variado, lo cual permite su utilización en prácticas de enseñanza muy diversas. Esta
característica se debe a que el enfoque comunicativo se sustenta en diversas corrientes
teóricas de la concepción del lenguaje, ya que en su estructuración influyen un número
importante de conceptos originados de distintas teorías, que proceden a su vez de varios
campos disciplinarios.
Conforme han evolucionado las teorías que tienen que ver con el conocimiento y el lenguaje.
La metodología del enfoque comunicativo ha ido integrando algunos de los conceptos claves,
mostrando por ello una faceta polisémica difícil de definir con precisión.
Teórica : Desde estas perspectiva el enfoque comunicativo establece definir los supuestos
teóricos que sustentan el método, lo que a su vez determina las técnicas, (aspecto que se
analizará en el presente documento).
El empirismo, el cual considera que en esta relación lo mas importante es el objeto, ya que
tiene una existencia real independientemente e impone al sujeto su existencia. Esta
concepción constituye la premisa de la teoría conductista del aprendizaje.
La corriente cognitiva plantea una relación entre el sujeto y el objeto como dialéctica . El
sujeto, al conocer el objeto que existe fuera de él, lo transforma por medio de la actividad
social. Esta concepción descansa en los postulados Vygotskianos, retomados por éste del
papel que le atribuye Max y Rubinstein a la actividad, para Max la actividad no surge
pasivamente del impacto de los objetos sobre el sujeto sino de la actividad del sujeto
entendido como un agente sobre ellos. Rubinstein expone que los procesos mentales no solo
y simplemente se manifiestan a través de la actividad sino que se forman a través de ella.
El enfoque comunicativo sienta sus bases en una serie de corrientes y teorías lingüísticas
desde principios del siglo XX, entre las que destacan; las lingüísticas, las sociolingüísticas,
las del campo de la pedagogía y las de la psicología del aprendizaje.
Teorías lingüísticas
Entre estas se destacan tres grandes corrientes que han aportado elementos a la
construcción del concepto competencia comunicativa : La corriente funcionalista, la
pragmática y el análisis de discurso.
Corriente Funcionalista
En esta línea lingüista francés Martinet en los años 50’s, establecía como función principal
del lenguaje, la comunicación y como acciones secundarias las de expresión y de estética.
En la misma línea Roman Jakobson, con base en las investigaciones de Bühler, añade otros
elementos a la función del lenguaje. Para él intervienen en la comunicación 6 factores : Un
emisor que envía un mensaje a un receptor, un contexto o referente congnocido por el
receptor, un código común al emisor y receptor, un contacto o canal físico y psicológico que
permite establecer y mantener el intercambio.
Pragmática
El filósofo Austin, en 1962 afirmaba que el lenguaje se puede definir por lo que permite hacer
“decir” que equivale siempre a “hacer”. A esta concepción de lenguaje se le atribuyó el
nombre de pragmática. Austin creó el concepto de “Speech Act” (Acto de habla), que se
dividió a su vez en dos categorías : Acto de locución (manifiesta la intención del que produce
el mensaje) y Acto de perlocución (designa el efecto provocado por el mensaje). Esta noción
de acto de habla ha tenido una influencia notable en los manuales de enseñanza de la
lengua.
Sociolingüística
La aparición concreta de esta corriente se le asigna a los estudios realizados por Sapir y
Wohrf, en los años 40 y en particular a los supuestos según los cuales, las categorías más
fundamentales del pensamiento (noción del tiempo, del espacio, del sujeto o del objeto)
varían según la aprehensión del mundo y de la lengua que estructura nuestro pensamiento.
En la década siguiente Dell Hymes critica la noción restrictiva de competencia tal y como
aparece en la teoría generativa transformacional de Chomsky, parte en un principio del
análisis de comunicación realizado por Jakobson y de los trabajos de la corriente pragmática.
Hymes agrega otros elementos a los que Jakobson había visualizado inicialmente. En 1971
presenta en el libro “On Communicative Competence” su concepto de la competencia
comunicativa bajo el modelo speaking, que cita los diferentes elementos que intervienen en
una interacción : El encuadre de la comunicación (el momento y el lugar), participantes (el
emisor, destinatario y todos los que estén presentes), fines (finalidades, metas del mensaje),
actividades (tema y función del mensaje), tonalidad del mensaje (serio, irónico, agresivo,
neutro), instrumentos de comunicación (código, vestimenta, etc.), normas (modos y
mecanismos del lenguaje), género, tipos de discurso (cuento, carta, relato formal, canto).
Para M. Canale y M. Swain los elementos que integran la competencia comunicativa son los
siguientes : competencia gramatical, competencia sociolingüística que a su vez incluye la
competencia sociocultural y competencia discursiva, el dominio de diferentes tipos de
discursos y la competencia estratégica, (el conjunto de estrategias verbales y no verbales)
Pedagogía general
De manera general se establece que las corrientes pedagógicas que han marcado el
enfoque comunicativo se agrupan en la escuela nueva. Entre las cuales destacn los trabajos
de Freinet, Ferreire, Cousinet, Dewey, los cuales trataron de implementar un nuevo estilo de
transmisión del saber que podría ser obtenido gracias a un cambio en la aplicación de
técnicas dentro del salón de clases. Para la escuela nueva la meta no es formar al niño para
alcanzar un objetivo exterior, sino capacitarlo para alcanzar la autonomía.
Por lo tanto se establece una nueva concepción del aprendizaje las cuales plantean un
nuevo dinamismo en el salón de clase potenciando, la cooperación entre los docentes y los
educandos lo cual se vuelve regla de trabajo. En esta concepción educativa los educandos
participan en la definición de los contenidos de enseñanza, en la selección de métodos y en
el control de la formación (autoevaluación). En el campo de la didáctica de la lengua, el
enfoque comunicativo retoma de esta corriente, la noción de la focalización sobre el proceso
de automatización del alumno con técnicas muy variadas : el aprendizaje receptivo, cede el
paso a las actividades grupales y a la participación creativa del educando; a través de juegos
de roles, simulación global, conceptualización gramatical, resolución de problemas, etc.
Los dos enfoques en los que se sustenta el documento pertenecen al campo de la psicología
y de la pedagogía y por ende su influencia más notable en el campo de la didáctica de la
lengua se localiza en el nivel metodológico.
Esta concepción del aprendizaje fue establecida por el psicólogo Bielorruso Lev Semenovich
Vygotsky al plantear el carácter social del aprendizaje basado en un estudio de la formación
de conceptos en el contexto educacional. En este contexto Vygotsky utilizaba el término “zo
ped” zona de desarrollo próximo, entendiendo como tal a el lugar en el que los conceptos
espontáneos de un niño, empíricamente abundantes pero desorganizados “se encuentran”
con la sistematización y lógica del razonamiento adulto. Como resultado de ese “encuentro”,
la debilidad del razonamiento espontáneo queda compensado por la fortaleza de la lógica
científica. Vygotsky (1929/ 1987).
Vygotzky plantea tres conceptos como punto esencial de su teoría; actividad, mediación e
interiorización.
El término actividad en psicología y en educación hace referencia a recuperar el sentido.
La psicología del aprendizaje, a través de los distintos enfoques y con una visión
reconstructivista de los procesos de enseñanza, proporciona una base para entender los
mecanismos de aprendizajes y mas indirectamente los implicados en el aprendizaje
lingüístico.
Vygotsky (1979:47 y 48) establece que para la adquisición del lenguaje, no solo se requiere
de bases cognitivas sino sobre todo de situaciones comunicativas, ya que el lenguaje es
antes comunicación que representación y que el desarrollo del conocimiento humano el cual
esta íntimamente condicionado por los intercambios comunicativos, por lo tanto, las
interacciones verbales en este sentido desempeñan un papel esencial en la organización de
las funciones psicológicas superiores (facilitando el desarrollo de la inteligencia práctica y
abstracta).
Los enfoques socio-cognitivos anteriores, dan un valor relevante a los factores sociales que
determinan el desarrollo de lenguaje, entendido éste, como una acción socio-comunicativa,
resultado de la interacción del sujeto y el entorno socio-cultural. El ser humano construye,
en su relación con el medio físico y social, esquemas de representación y comunicación que
ponen las bases para el desarrollo de las funciones psíquicas superiores mediante una
interiorización gradual que a la poste deriva en pensamiento o dicho de otra forma < las
relaciones sociales, o relaciones entre personas , subyacen genéticamente a todas las
funciones superiores y a sus relaciones Wertsch, (1988).
Tras el pobre desarrollo de los modelos innatistas y sintácticos, el auge de los enfoques
cognitivos sobre la adquisición del lenguaje y la incorporación de los aspectos semánticos y
pragmáticos al estudio de la lengua ha triado como consecuencia una nueva perspectiva de
acercamiento a los fenómenos de la significación y de la comunicación y en consecuencia en
un nuevo paradigma en el campo de la didáctica, el denominado<<enfoque comunicativo>>
en la enseñanza de las lenguas. Esta didáctica de la lengua se propone, utilizar lo
pedagógico en primer plano, así como analizar las finalidades sociales en vigencia a partir de
los tres tipos de conocimiento que componen el desarrollo de la competencia comunicativa:
el conocimiento para la interacción, el conocimiento de mundo, el conocimiento del código,
específicamente de la lengua oral.
1.2 ADQUISICIÓN DE LA COMPETENCIA COMUNICATIVA
En cuanto al conocimiento para la interacción Romero, S. 1998, sugiere que el sujeto desde
muy pequeño puede tener una forma de organización muy general.
De acuerdo con Bruner (1986), en el primer nivel el niño inicia la construcción de tres
nociones fundamentales para la comunicación la intencionalidad, la referencia y la
CONVENCIONALIDAD. Dichas nociones si bien no tienen una expresión verbal, son
indispensables para que el niño logre entrar en el mundo comunicativo de manera efectiva, y
constituyen la base de la construcción de la competencia comunicativa.
1.2.1. El surgimiento de la intencionalidad
La intencionalidad puede entenderse como una idea previa del emisor sobre el efecto que su
mensaje tendrá en el receptor. Esta idea la va construyendo el niño a partir de las respuestas
que obtiene de las personas con las que interactúa, primero a sus acciones y posteriormente
a sus emisiones.
Es difícil afirmar con certeza a qué edad el niño presenta intencionalidad en sus mensajes.
Algunos autores afirman que es alrededor del noveno mes de vida, cuando ya se tiene un
repertorio de deseos comunicativos iniciales Bruner, (1975); Bretherton y Snyder, (1988).
Los primeros deseos comunicativos del individuo consisten en controlar el mundo. El niño se
da cuenta que por medio de ciertas conductas y en determinados contextos, puede lograr
que las cosas a su alrededor cambien según su voluntad. Así, descubre tres funciones de la
comunicación : la instrumental, la regulatoria y la interactiva. En un momento posterior del
desarrollo, estas funciones integran el conjunto de funciones pragmáticas del lenguaje, que
requieren respuesta y permiten la interacción con otro; en oposición a las funciones
matéticas del lenguaje, a través de las cuales se observa, se infiere, se predice, es decir, se
aprende. El uso pragmático del lenguaje es la base para establecer interacciones
comunicativas con otras personas en las cuales se realizan deseos comunicativos diversos,
tales como: pedir, describir, declarar, convencer, informar, etc. (Halliday, 1982; Neson, 1991).
Desde aproximadamente el cuarto mes, a los niños les interesa entrar en contacto con los
objetos para explorarlos. Los adultos, al interpretar los intentos de los niños por alcanzar los
objetos como “peticiones”, les dan la pauta de que con una seña, una vocalización o ambas,
y bajo ciertas condiciones, pueden hacer que el adulto les proporcione el objeto deseado.
Mediante este proceso interpretativo se constituye la función instrumental, con la cual, el
adulto es utilizado como instrumento para conseguir algo. Las peticiones intencionales de
objetos por parte del niño son evidencia de la construcción de esta función .
Al percibir el niño las reacciones de los adultos ante conductas como el llanto, la sonrisa y
las vocalizaciones tempranas, el niño se da cuenta que puede controlar las acciones de los
otros para satisfacer demandas de acción, atención y afectividad. Así, constituye la función
regulatoria que le permitirá emplear intencionalmente las conductas, que anteriormente eran
reflejas, como medios para conseguir que el adulto realice algo o deje de realizar algo que le
afecta. Las peticiones intencionales de acción o interrupción de la acción reflejan el
SURGIMIENTO de esta función.
Los niños emplearán la función interactiva, primero para prolongar la interacción con los
adultos y posteriormente para iniciarla . un ejemplo claro del SURGUIMIENTO de la función
interactiva es el aumento de la participación del niño en juegos rutinarios.
Durante el segundo año de vida el niño incorpora a las funciones descritas en el nivel 1,
algunos aspectos de la función matetica del lenguaje que, como ya se describió, permite la
construcción del conocimiento (Halliday, 1982; Nelson, 1991).
En este nivel el niño emplea el espacio pragmático de la interacción social con fines
matéticos, para la construcción del conocimiento. En los niveles subsecuentes la función
matetica del lenguaje se realizará por medio del lenguaje interno. (Vigotsky, 1962).
En este nivel, los niños acceden al código lingüístico mediante el uso de emisiones que son
reconocidos por los adultos como palabras, esto significa que utiliza signos lingüísticos en su
expresión oral. sus emisiones consisten en aproximaciones a palabras. Su capacidad
articulatoria en este nivel frecuentemente consiste en la producción de palabras de una o dos
sílabas simples, es decir, formadas por una vocal sola o combinaciones consonante vocal.
Las actividades lúdicas del niño en este nivel son representaciones de acciones cotidianas
que el u otros realizan. Estas representaciones nunca son exactas, pues el niño
frecuentemente utiliza objetos sustitutos o menos reales y hace adecuaciones,
reelaboraciones y enriquecimientos vivénciales, dependiendo de sus necesidades de
comprensión y comunicación con otros participantes la interacción cuando los hay. Westby,
1980 en ROMERO (1998).
En este nivel, el niño comienza a combinar unidades de lenguaje con significado y, dado que
lo que al niño le interesa hace más fluida y clara su comunicación, elegirá palabras con
mayor contenido semántico para realizar sus emisiones. en el lenguaje, existe palabras de
contenido (sustantivos, adverbios y verbos) y palabras de función (artículos preposiciones y
conjunciones). por lo general, los niños incluirán en sus emisiones palabras de contenido y
no palabras de función .
Las combinaciones que los niños utilizan en este nivel, todavía no dan la impresión de ser
oraciones o frases. Esto significa que, al usar principalmente palabras de contenido, las
expresiones con frecuencia aparecen como incompletas. Por lo anterior, se dice que los
niños emplean un lenguaje telegráfico, pues dejan de decir aquello que regularmente se
omitiría en un telegrama, dado que el destinatario puede inferir estas palabras más
fácilmente que las palabras de contenido (Brown, 1973).
Esta forma de interacción colaborativa apoya al niño para que logre identificar cuales son los
elementos esenciales que deben relatarse y para que aprenda a ajustar su discurso a sus
interlocutores de manera selectiva. Esto último, constituye la habilidad de considerar la
perspectiva del oyente en el discurso.
Aquí, el conocimiento de mundo que el niño posee le permite entender y expresar relaciones
complejas de significado, como son la causalidad, la temporalidad, la antítesis o
contradicción, entre otras. Bloom y Lahey, 1978; Stenner, (1994). Estas relaciones complejas
se caracterizan por requerir de un entendimiento de como una situación, evento u objeto
puede afectar a uno u a otros.
Por otra parte, dado que la estructura referencial se encuentra en plena consolidación, el
niño muestra un interés especial por saber el nombre de los nuevos objetos, situaciones o
fenómenos con los que se va enfrentando. En este período el incremento de vocabulario es
muy notorio y dependerá de la variedad de experiencias que se le ofrezcan al niño. como
consecuencia, el niño empleará cada vez con mayor precisión.
En este nivel la forma de las producciones verbales de los niños se asemeja ya, de manera
muy notoria, a la forma de expresión del adulto. las emisiones cuentan con formas claras
reconocidas por sus interlocutores como frases y oraciones, pues incluyen tanto palabras de
contenido como de función, en secuencias convencionales. El conocimiento del código
lingüístico de los niños que se encuentran en este nivel, les permite expresar ideas simples y
aisladas, así como ideas complejas interconectadas entre sí, aunque con diferente nivel de
precisión gramatical.
En este nivel parte de la expresión de ideas simples, los niños cuentan con recursos
gramaticales suficientes que hacen que estas puedan ser comunicadas en formas
plenamente convencionales. así dirán frases como: este no es mío, quiero un pedazo
grande, no me gustó la fiesta... Aunque, en el conjunto de su discurso, aún emplean una
cantidad importante de emisiones sin verbo conjugado u oraciones menores, en las que el
significado se completa con el contexto (Hez, 1994)
Los niños que se ubican en este nivel mejoran sus habilidades par expresar y comprender
verbalmente diversos temas y referirse a situaciones no presentes de manera frecuente, al
punto de que logran aplicar su conocimiento del mundo real al mundo imaginario de manera
coherente. Así, cuando un niño de esta edad planea un juego simbólico, éste tiene secuencia
y lógica internas, aunque no necesariamente coincidan con la realidad. De hecho, en este
nivel los juegos de los niños involucran frecuentemente la fantasía (Westby, 1980 ).
Muchas veces los niños logran explicitar la lógica que han seguido en la elaboración de sus
planes de juego si se les cuestiona.
Esta noción de lo imaginario, permite a los niños entender ciertas metáforas, chistes o
planteamientos absurdos. En los niveles anteriores, probablemente aceptaban este tipo de
ideas, pero ahora parecen captar con mayor precisión el contenido global y el carácter “irreal”
de ellos. por ejemplo, pueden involucrarse con relativa facilidad en juegos absurdos donde
quien propone algo como: tú tienes trompa de elefante , y otro participante contesta con algo
similar como: tú tienes cara de rinoceronte, entendiendo el sentido del juego y manejándolo
en forma muy creativa; sin embargo, podrían quedar confundidos si algún participante adulto
dijera algo como: tienes neuronas de papalote.
En cuanto al significado asociado o doble, hacia el final de este nivel los niños pueden
entender y utilizar expresiones en las que se hace una relación de apariencia entre objetos
como: el sol es como una naranja grandota. sin embargo, no parecen entender las
asociaciones que relacionan un atributo físico con uno psicológico como: eres alegre como
un cascabel ( Genter, 1988 en Garton & Pratt, 1991)
En este nivel, los niños comienzan a comprender mejor como funciona el lenguaje. se dan
cuenta que la forma de las palabras, el significante, es independiente de su significado, esto
es descubren la arbitrariedad del lenguaje.
El conocimiento de la sintaxis avanza, tanto en calidad como en cantidad. En el sentido
cualitativo, desde los 3 años, comienzan a utilizar de manera apropiada elementos de
cohesión complejos como los nexos o enlaces interoracionales, para expresar ideas
extensas y elaboradas.
En relación con el aspecto cuantitativo, a partir de los 3 años disminuye de manera notaria el
uso de oraciones sin verbos conjugado - oraciones menores- lo que da lugar a un mayor
número de oraciones con verbo conjugado tanto simples como compuestas (Hess, 1994 )
Desde el nivel IV (2;0 a 3;6 ), los niños son capaces de relatar sucesos de manera verbal, sin
embargo, durante un tiempo relativamente prolongado ( 3o 4 años), requieren de un
interlocutor cooperativo que les ayude a identificar qué tipo de información es relevante o
indispensable para que su relato sea claramente entendiendo por su oyente.
Durante el sexto nivel, los niños desarrollan la posibilidad de realizar ajustes más precisos
dependiendo de con quién hablan, con lo que se hace patente que han alcanzado un mayor
dominio de la perspectiva del oyente. no obstante, este proceso continuara teniendo ajuste
importantes a lo largo del resto de la infancia y en la adolescencia.
Cuando los adultos interactúan con niños que están en el nivel VI, pueden enfocarse en
conseguir que ofrezcan más detalles, pues no necesitan estar descifrando o indagando
información básica sobre lo que les cuentan , como ocurre en los niveles anteriores
Este conocimiento no es totalmente nuevo. sin embargo, ahora son capaces de manejarlo
de forma consciente y pueden jugar con las palabras que guardan con esta relación. Esta
habilidad, además, amplía sus posibilidades de aprendizaje, en tanto que cuenta con
mecanismos más eficientes para el manejo y la clasificación de la información
El avance en el conocimiento del mundo se refleja también en una mayor elaboración del
juego que además de incluir la fantasía , revela la posibilidad de realizar hipótesis ( Westby,
1980 ).
En cuanto al uso de las sintaxis, en este periodo hay progresos notables en niños
mexicanos de habla hispana (Hess,1994). a partir de los 5 años se observa un dominio
creciente en la construcción de oraciones complejas que incluyen 3 o mas verbos
conjugados .
En este nivel tiene lugar el inicio de la escolarización en su sentido más formal. Los avances
de aquí en adelante dependen, en cierta forma, de las experiencias escolares y pueden ser
mas o menos acelerados en función de éstas. Además, el acceso a la lengua escrita, ofrece
al niño una amplia gama de posibilidades de reflexión y reformulación sobre la manera en
que funciona el lenguaje para la comunicación, y es en este nivel en el que profundizaremos
el presente estudio.
Cuando las explicaciones les son inaccesibles por falta de información, los niños de este
nivel, son capaces de identificar con claridad estas lagunas y de elaborar preguntas
pertinentes para conseguir aclarar sus dudas. Esto es posible debido a que tienen una mejor
comprensión de la dinámica de la comunicación Though, (1989) Un avance importante es el
dominio de la estructura de la narración. Romero S. (1987).
El vocabulario y el repertorio de temas sobre los que los niños pueden conversar, se amplia
notablemente en este nivel. Esto es el resultado de progresos en su estructura cognoscitiva
en la variedad y experiencias y temáticas con las que entran en contacto, principalmente en
la escuela.
La estructura de organización del significado de los niños y jóvenes se va haciendo cada vez
más eficiente en este nivel.
Esta estructura les permite incursionar en temáticas abstractas y complejas, así como
acceder a una mayor cantidad de información. Dentro de los campos técnicos, es notorio
que los jóvenes que se ubican hacia el final de este nivel, entienden y pueden referirse a
una amplia gama de temáticas como, el espacio, los submarinos, la música popular (Though,
1989). Esto revela un conocimiento sobre la especificidad del vocabulario pues los jóvenes
logran emplearlo apropiadamente dependiendo de la situación.
Los relatos cada vez tienen un sentido más unitario, a lo que Halliday y Hasan (1989) llaman
textura. Aunado a los progresos en el conocimiento de la interacción y la referencia; en el
nivel del código van incorporando el uso adecuado de elementos lingüísticos como : nexos,
pronombres y estructuras referenciales que permiten una interconexión de elementos de
contenido más eficiente y por tanto más comprensible para su interlocutor (Halliday y Hasan,
1988).
Estos ajustes evidencian que los niños y jóvenes han incorporado a su competencia
diferentes registros de su lengua, es decir, formas de comunicación particulares para
situaciones y propósitos comunicativos especiales. En la medida en que participen en más
grupos sociales, este repertorio de registros y la posibilidad de emplearlos de forma cada
vez más selectiva, se incrementará.
A partir de los 8 años, los niños van tomando conciencia de variaciones sutiles del
significado. entre los 8 y 12 años los niños y jóvenes pueden emplear de manera más
intencionada las expresiones; y logran entender variaciones menores o matices de
significación, utilizando para ello la información que los contextos, de situación y de
discurso, les ofrecen. Esta habilidad de advertir el significado como algo no estable, abre la
posibilidad de acceder a significados de mayor profundidad y a nociones más abstractas.
En este nivel, el mayor logro de los jóvenes, que han contado con un ambiente favorable
para su desarrollo, es que pueden participar en interacciones como el debate o la
argumentación, conservando su atención en la temática y el punto de discusión, a lo largo
de varios turnos, y considerando distintos puntos de vista. Es hacia los últimos años de
educación primaria, que se consigue la focalización del tema, de tal manera que los
comentarios secundarios o las desviaciones temáticas propias de la interacciones entre
varios particulares, no obscurecen para los jóvenes el sentido de la discusión
la importancia que desde este perspectiva cobra el discurso es lo que permite proponer una
secuenciación de objetivos tomando como punto de partida para tal organización de la
secuencia la diversidad de los discursos.
Desde el punto de viste de Cesar Coll (1998) existen dos cuestiones previas por resolver:
Una, acerca de los criterios que deben determinar la secuenciación, y otra, sobre la
metodología que va a seguirse.
2
II PRODUCCIÓN DE TEXTOS
El uso en los términos anteriores, están dados por el conocimiento que se tiene de las
características y reglas que lo constituyen para representar en forma gráfica las expresiones
lingüísticas. Estas características son: conjunto de grafías convencionales, o sea el alfabeto,
la direccionalidad, el valor sonoro convencional, la segmentación, ortografía, puntuación y
convencionalidades de estilo. Durante el proceso de construcción de este sistema, los niños
establecen una estrecha articulación con la competencia lingüística que posee todo sujeto
hablante de una lengua.
Las representaciones gráficas de los niños son indicadores del tipo de hipótesis que elaboran
y de las consideraciones que tienen acerca de lo que escriben.
Las posibilidades para comprender las escrituras de los niños están dadas por el tipo de
organización que les imprimen y por el tipo de significado que le atribuyen a cada una de sus
representaciones graficas. Reconocer estos modos de organización significa comprender los
procesos psicológicos y lingüísticos involucrados en el aprendizaje de este objeto de
conocimiento, así como la psicogénesis que implica su construcción.
Dos son los grandes tipo de representación que podemos identificar: Con ausencia de la
relación sonoro-grafía y con presencia de la relación sonoro-grafía.
Las primeras escrituras de los niños de edades tempranas, se caracteriza por ser trazos
rectos, curvos, fragmentados, palitos círculos (Ferreiro, 1982). En este tipo de escrituras
podemos evidenciar que no existe ningún elementos que permita distinguir entre dibujo y
escritura. Los niños con estas características no han descubierto aún el conjunto de signos
gráficos convencionales ni la direccionalidad que los caracterizan entre otros aspectos del
sistema de escritura.
Más adelante los niños descubren que las letras pueden utilizarse para representar, a pesar
de no haber descubierto el valor que tiene para la representación del significado, ni su valor
sonoro convencional.
Solo cuando los niños validan la escritura como objeto de representación, aun cuando no
hayan descubierto todas las reglas que rigen el sistema, el dibujo deja de ser utilizado y es
sustituido por la intención subjetiva (atribuir significado y sentido diferente a sus producciones
escritas).
A partir De este momento, el uso de grafías convencionales estará determinado por el grado
de coordinación que establecen los niños entre la variedad y la cantidad de grafías.
Utilización de una sola grafía para representar una sola palabra u oración.
Sin control de cantidad de grafías; escrituras que se realizan considerando como limites los
extremos de los folios.
Uso de un patrón fijo, consistente en la utilización de las mismas grafías, en el mismo orden
y cantidad, para representar distintos significados.
Exigencia de cantidad mínima para utilizar: generalmente los niños no aceptan que con
menos de tres grafías pueda escribir o representar lo escrito.
Paulatinamente, las reflexiones que subyacen en los intentos por representar diferentes
significados promueven que los niños establezcan diferencias objetivas en cada una de sus
escrituras. Entonces escriben cambiando el orden y la cantidad de grafías que utilizan. A
través de esta forma de representación se hace evidente cierto tipo de relación que el niño
establece entre el sistema de la lengua y el de escritura, a nivel semántico.
Este nivel semántico se combina posteriormente con el nivel fonológico. Aquí la reflexión
metalingüística involucra el inicio sobre los aspectos sonoros del habla que son
representados gráficamente. Dicho análisis permite que los niños centren ahora su atención
en la extensión de la emisión oral, y que en función de ésta determine la extensión de la
secuencia grafica.
Esta reflexión permite que sus escrituras se diferencien de manera objetiva e incluyan una
correspondencia entre lo sonoro y lo grafico , primero, en términos de totalidades. Es decir
que la extensión de la escritura esta determinada por la extensión de la emisión oral.
Este momento se considera de transición, por que marca de manera determinante, el paso al
otro tipo de representación, en donde la presencia de la relación sonoro-grafía se expresa
de dos maneras: relación silaba-grafía y relación sonoro-grafía.
Cuando el niño además identifica en algunas sílabas las partes que la componen, es decir,
cundo reconocen que estos tienen mas elementos que la sílaba, se hace evidente la
coexistencia de dos hipótesis: La silábica y la alfabética. Esta forma de concebir la escritura
refleja una mayor comprensión de los elementos y la reglas del sistema, y particularmente
una mayor aproximación al descubrimiento del principio alfabético.
Cuando los niños descubren el principio alfabético del sistema de escritura son capaces de
representar gráficamente todos los fonemas que componen una palabra, una oración, o un
párrafo. Es a partir de este momento cuando el niño se enfrenta con otras exigencias del
sistema de escritura como son: la segmentación, la ortografía, los signos de puntuación, y las
peculiaridades estilísticas del sistema de escritura.
Niveles de conceptualización.
Posteriormente sus representaciones manifiestan diferencias objetivas entre una y otra, por
que consideran que los textos representan los nombres de los objetos, al descubrir la
relación entre escritura y significado. Cuando tratan de interpretar los textos asignan
significados a partir de las diferencias entre ellos.
Representaciones e interpretaciones silábicas
Las reflexiones que realiza el niño le permiten establecer una relación entre las emisiones
sonoras y los textos. A una emisión sonora larga le corresponden un texto largo; a una
emisión sonora corta le corresponde un texto corto. Sin embargo, en estos intentos por hacer
corresponder emisión sonora-texto, descubre que el habla no es un todo individual y hace
corresponder cada grafía con cada una de las sílabas que componen la palabra.
Sin embargo, aun cuando ha logrado establecer la relación entre la escritura y los aspectos
sonoros del habla, es necesario que descubra la relación entre la secuencia de habla y la
secuencia de, fonos en el habla para textos leídos, es decir, para que pueda obtener
significado de ellos.
Los avances en la comprensión de nuestro sistema de escritura son diferentes en cada niño
de acuerdo con las posibilidades que cada uno de ellos manifiesta a partir de: lo que el medio
social y cultural le proporcione y el ambiente educativo en el que se desenvuelve favorezca
la interacción con este objeto de conocimiento.
Emilia Ferreiro, (1979) expone que es necesario tomar conciencia de que un aprendizaje
efectivo solo es posible si se respeta el proceso cognitivo de cada alumno, y se le ayuda ha
avanzar en dicho proceso cuando se le proponen actividades interesantes, se desechan
trabajos de tipo mecánico, se estimula el intercambio de opiniones y se evita propiciar la
competencia de los alumnos entre sí. Además, si la escuela abandona el silabeo o deletreo,
será posible que los niños se acerquen a la lengua escrita por gusto y no por obligación.
Cuando esto ocurra, los niños podrán entender el real significado e importancia de este
medio de comunicación.
Los primeros estudios sobre la redacción se centraron exclusivamente en el análisis del texto
como producto, estaban orientados a probar la eficiencia de métodos pedagógicos para
mejorar la calidad de los escritos de los alumnos. Uno de los que más influencia ha tenido
en el campo de la enseñanza ha sido el de Rohman y Wlecke (1964), que estableció tres
etapas en el proceso de escritura: pre-escritura, etapa de descubrimiento de ideas, de
“invención”; escritura, en que tiene lugar la producción real del escrito; y re-escritura en la
cual se reelabora el primer producto para obtener el escrito final. Las tres etapas que este
modelo describe son discretas y sucesivas. Se presupone que, si siguen de forma ordenada,
el escritor puede llegar a obtener un escrito aceptable.
Los modelos de etapas han tenido una gran aceptación en la enseñanza, de donde
surgieron, porque ofrecen a los profesores la posibilidad de incidir de manera ordenada y
estrictamente programada en el proceso de producción considerado líneal y
unidireccionalmente. La tarea del maestro consistiría en instruir al niño en las técnicas
adecuadas que corresponden a las características de las tareas propias de cada etapa: cómo
generar ideas, cómo combinar frases, seleccionar palabras, etc., cómo revisar el texto
producido, etc. La aplicación de estos modelos presupone que la instrucción en unas
determinadas técnicas contribuirá a la mejor de la capacidad de redactar. Con esta
orientación se han elaborado diversos modelos pedagógicos de tipo prescriptivo que
especifican los pasos que hay que seguir para producir un texto aceptable. Por la facilidad
de aplicación, han sido adoptados por numerosos autores de libros de texto.
Los modelos cognitivos intentan explicar cuáles son los procesos que el escritor sigue
durante la tarea de escritura. La atención, en estos modelos, se centra en las estrategias y
conocimientos que el escritor pone en funcionamiento para escribir y en la forma como
interactúan durante el proceso. Los subprocesos se ven, no como etapas que hay que
seguir una detrás de otra, sino como operaciones que hay que realizar y que a menudo se
aplican recursivamente. En el año 1964, Emig lanzó un ataque frontal al modelo de Rohmna
y Wlecke en una conferencia que no fue publicada hasta el año 1971. Emig concluye que la
planificación tiene lugar durante todo el proceso de redacción y no está claramente separado
del proceso de ejecución.
La investigación de Emig fue pionera de una serie de estudios orientados a examinar las
estrategias de redacción, que se llevaron a acabo con metodologías diversas. Los
investigadores infirieron estrategias de los análisis de protocolos de “pensamiento oralizado”
(la misma Emig, 1971; Flower y Hayes, 1980), del análisis del comportamiento durante la
escritura (Matsuhashi, 1982), del análisis de textos (Bidwell, 1980; Perera, 1984), entre
otros. La pretensión de estas investigaciones es constituir un modelo abstracto que sirva de
hipótesis del proceso, de las operaciones que se llevan a cabo y de los factores que influyen
en él, tanto los contextuales como los que se refieren a las características cognitivas y a los
conocimientos del escritor.
La serie de estudios de Flower y Hayes (1980, 1981; Hayes y Flower, 1980) contribuyeron a
establecer el estudio de las estrategias de redacción como una importante línea de
investigación y le dieron unos fundamentos teóricos. Enfocaron sus investigaciones al acto
de escritura, es decir al proceso de escritura y no al producto, y utilizaron la técnica de hacer
pensar en voz alta a los escritores mientras realizaban la tarea que les habían asignado.
Después analizaron los protocolos obtenidos de las grabaciones.
Estos autores consideran el modelo que presentan como metáfora de lo que realmente
sucede cuando un escritor produce un texto; porqué, como afirman, no todos los escritores
escriben igual y su objetivo es explicar la conducta de los escritores individuales.
El modelo de Hayes y Flower está formado por tres partes o componentes, entre las cuales
se establecen diversas interrelaciones: la memoria a largo plazo del escritor, el contexto de
producción, que consta de los elementos que configuran la situación retórica y del texto
producido en cada momento y, finalmente, el proceso propiamente dicho.
La memoria a largo plazo incluye todos los conocimientos del escritor sobre contenidos
temáticos, sobre imágenes de receptores posibles y sobre esquemas textuales.
La planificación
Que consiste en definir los objetivos del texto y establecer el plan que guiará el conjunto de la
producción. Esta operación consta, a su vez, de tres subprocesos: la concepción o
generación de ideas, la organización y, finalmente, el establecimiento de objetivos en función
de la situación retórica. Los autores distinguen dos tipos de planes: los procesuales, que
tratan de la forma en que los escritores realizarán el proceso, y los de contenido, la función
de los cuales es transformar las ideas en texto escrito.
La textualización
La revisión
Que consiste en la lectura y posterior corrección y mejora del texto. Durante la lectura, el
escritor evalúa el resultado de la escritura en función de los objetivos del escrito y evalúa
también la coherencia del contenido en función de la situación retórica.
Este proceso parece coincidir en sus componentes con el de Rohman y Wlecke, pero hay
una diferencia fundamental entre ambos: la noción de “monitor”, de control, que Flower y
Hayes toman del campo de la cibernética. Este mecanismo tiene como función controlar,
dirigir, la secuencia del proceso de redacción; permite tomar decisiones, como por ejemplo,
en que momento se puede dar por terminado un subproceso, en qué momento es necesaria
una revisión parcial porque se percibe un desajuste, si es necesario o no reformular los
objetivos, etc. Exige por tanto del escritor una determinada capacidad metacognitiva.
Flower y Hayes consideran que la redacción empieza cuando se presenta al escritor una
situación retórica como por ejemplo una tarea escolar de redacción. A partir de la
representación del problema, el escritor crea una red jerarquizada de objetivos que, de todas
formas, podrían ser modificados en el discurso de la redacción porque el proceso, como
apuntábamos, no es lineal sino recursivo, en el sentido de que en cualquier momento se
puede aplicar de nuevo el proceso para resolver un error, añadir algo que falta ,etc. El
análisis de las operaciones que llevan a cabo los escritores expertos (a través del análisis de
los protocolos de pensamiento oral) demuestran que éstos efectúan constantes ideas y
venidas entre los diferentes niveles de organización y escritura del texto.
Los autores, aunque reconocen que los procesos “ top down” y “bottom up” tienen que
considerarse complementarios, creen que las operaciones tienen lugar por un proceso
preferentemente descendente. El escritor toma en primer lugar información del contexto y de
la memoria a largo plazo para establecer los objetivos que dirigirán la producción del texto.
Las decisiones a nivel más bajo están subordinadas a los objetivos de nivel más alto.
La relativa probabilidad de dichas causas indicaría de forma más adecuada la relación entre
los modelos del proceso y las actividades reales de producción.
El proceso de producción no es inverso al de recepción sino que uno y otro abordan el texto
desde perspectivas fundamentalmente diferentes. Por ejemplo, el receptor puede tratar los
materiales de manera provisional o incompleta, en cambio el productor debe continuar la
tarea hasta que el texto ha sido producido.
Un modelo ha de ser flexible, ha de poder dar cuenta de la variación entre individuos con
diferentes habilidades y estilos. Ello no significa que el modelo no tenga que ser sistemático.
El procesador puede operar a diferentes niveles de profundidad. Los niveles más profundos
(jerarquización de ideas, objetivos, etc.) tienen un efecto mayor en la memoria y en la
producción. El resultado puede variar según sean los niveles de profundidad en los que se
ha operado.
Los recursos de que dispone el procesador son casi siempre limitados: por tanto, a menudo
se da un desajuste entre los distintos requerimientos de la tarea en curso. Cuando la
demanda es demasiado grande el sistema en su totalidad manifiesta una sobrecarga que
requiere compensación. Si los recursos no aumentan, las operaciones se degradan. Parece
que la producción textual opera cerca del límite de sobrecarga.
Son los procesos conscientes los que entran en conflicto con otras operaciones en un
momento determinado, en tanto que los automáticos pueden seguir su curso. De todas
formas, estos últimos pueden causar problemas si hay que introducir algún cambio en ellos.
La producción experta relaciona estratégicamente procesos automáticos y no automáticos.
El proceso es interactivo, es decir, sus componentes son cooperantes entre sí. Los estadios
de desarrollo del proceso son paralelos, las diversas operaciones funcionan en concurrencia
o tienen en cuenta los resultados de las otras. El procesador designa en qué orden se
llevarán a cabo las operaciones que pueden ser rutinarias, usuales, o específicas, adaptadas
a requerimientos especiales de la tarea.
La tipología de los textos sobre los cuales se puede operar puede basarse en procesos y
contextos y no sólo en las características del producto.
Es un modelo paralelo e interactivo los distintos niveles de lenguaje son procesados en fases
concurrentes definidas por las operaciones que se llevan a término. No hay que
considerarlas pues como fases que se desarrollan temporalmente sino como unidades
funcionales. El escritor asigna la dominancia de un estadio hasta que se da por satisfecho
con el nivel conseguido, momento en que se impondrá el cambio a otra dominancia, que no
tiene que ser necesariamente la inmediatamente adyacente; al contrario, se puede cambiar a
un estadio anterior y volver a empezar las operaciones o revisar las decisiones tomadas.
La alineación de frases organiza las palabras en grupos de tal forma que la producción lineal
se puede llevar a cabo.
En algunos aspectos este modelo es comparable al de Hayes y Flower, pero éste sugiere
que la dominancia se cambia por bloques enteros de texto, mientras que: De Beaugrande,
asume que, en condiciones normales, los estadios avanzan juntos en cada momento del
desarrollo del texto.
En este enfoque podemos considerar dos aspectos. Por un lado parece claro que una
sociedad alfabetizada ha integrado la escritura como sistema de relación con el mundo
diferente del que implica el uso exclusivo del lenguaje oral. Muchos conocimientos serían
imposibles sin la existencia de la escritura. Por otro lado, podemos considerar esta cuestión
desde el punto de vista individual del que produce el escrito. Escribir puede incidir en la
transformación de los conocimientos individuales. Según esto, redactar no sería sólo
expresar los conocimientos que se tienen sino que a través de esta actividad el escrito
establecería nuevas relaciones, profundizaría en el conocimiento, es decir, lo transformaría y
aprendería (Bereiter y Scardamalia, 1983; Hayes y Flower, 1981).
Según Scardamalia y Bereiter (1985), este punto de vista no tiene base y afirma que la
elaboración del conocimiento en la conversación y en la escritura son diferentes. A pesar
del poder generador de la conversión los resultados son productos sociales, negociados
con los otros. No poseemos verdaderamente nuestros pensamientos o experiencias hasta
que los hemos negociado con nosotros mismos, y para ello, escribir, es el medio
privilegiado.
Parece, sin embargo, que muchas personas cuando escriben no adoptan las estrategias
adecuadas para que esto sea posible. De Beaugrande (1984) cita diversos autores que se
refieren a las condiciones atípicas, pero frecuentes, de la redacción escolar. Su opinión es
que, en general, los estudiantes no adoptan un punto de vista personal sobre un tema y, por
tanto, se realizan una verdadera tarea de elaboración del pensamiento porque, además,
creen que sus puntos de vista no son relevantes para un trabajo académico. Applebee
(1982) observa que, a menudo, los escritos escolares no son más que una exposición de
materiales no seleccionados por el escritor. Afirma: Hemos encontrado muchos ejemplos
de trabajos que no eran gran cosa más que un catálogo de “hechos importantes”
relacionados unos con otros principalmente desde el punto de vista del profesor. Así pues,
según De Beaugrande (1984) la situación escolar impide que los estudiantes desarrollen
la habilidad de exponer sus pensamientos por escrito.
El modelo que Bereiter y Scardamalia (1987) llaman “decir los conocimientos”, permite
resolver con aparente eficacia los problemas planteados por la redacción. El escritor ha
aprendido unas determinadas estrategias que le permiten cumplir con la tarea encomendada
de manera aparentemente adecuada. La estrategia predominante que describen es la que
consiste en empezar escribiendo una frase general sobre el tema propuesto y, seguidamente
, basándose en la última frase escrita, decidir el contenido y la redacción de la siguiente.
Otra estrategia propia de este tipo de proceso es la basada en el conocimiento de las
superestructuras textuales. La estructura del tipo de texto que se sigue indica el tipo de
contenido que hay que desarrollar en cada momento de la redacción. La estructura no
estaría en este caso al servicio de los contenidos que se quieren vehicular, sino que, por
el contrario, los contenidos servirían a la superestructura. El tema es también un camino
para resolver superficialmente los problemas: se producen una detrás de otra, frases que
tengan relación con él sin que haya habido un proceso de elaboración de los contenidos ni
de la interrelación entre ellos.
La manifestación externa de la adopción de este tipo de proceso son, por un lado, las
características de las revisiones parciales durante la escritura que consiste, en general, en
leer sólo la última frase escrita para enlazar con ella la siguiente, y, por otro lado, las
características de las revisiones generales que se limitan a los aspectos más superficiales
del escrito (ortografía, vocabulario, morfología, algunos aspectos sintácticos y poco mas) y
en que el escritor se muestra incapaz de revisar a niveles más altos.
El escrito, de acuerdo con este modelo, será el resultado de la resolución del problema de la
tensión entre los dos espacios, para lo cual será necesario, naturalmente, adoptar unas
formas determinadas. El proceso de “ decir los conocimientos” queda integrado como un
elemento dentro de un modelo explicativo que da cuenta de un proceso de escritura que
lleva, según los autores, a la elaboración del conocimiento. En la escritura el receptor no
puede contribuir a la elaboración del contenido, no puede haber negociación del significado;
no hay realmente colaboración si no es muy diferida. El receptor es un elemento más de la
situación retórica, junto con el tema y la intención.
Al mismo tiempo hay que tener en la mente los condicionantes del contexto de escritura
como son la intención y la audiencia. Así pues, se llevan a cabo simultáneamente tareas
globales y locales. Es decir, el proceso de redacción no es una secuencia lineal de estadios
sino que, por el contrario, exige responder a la vez a múltiples exigencias, cada una de las
cuales afectan al producto final. Así pues, la madurez en la escritura implica un gran
número de habilidades a diferentes niveles de procesamiento. El problema del escritor es
cómo mantener “todas estas pelotas en el aire” dados los límites de la memoria a corto
plazo.
El escritor adulto y experto puede llevar a término con relativa facilidad esta tarea porque ha
desarrollado una serie de estrategias que le permiten “jugar” con las diversas exigencias que
impone la redacción, entre las cuales, como veremos, automatización de algunas
habilidades, lo cual permite eficientizar la distribución del tiempo (Bereiter, 1980). En cambio
los aprendices, que no ha desarrollado estrategias adecuadas, centran su atención en los
niveles locales (ejecución gráfica de las letras, ortografía, selección, léxica, etc) y no pueden
atender a los niveles superiores de procesamiento del texto. (Scardamalia, citado en Bereiter,
1980) estudió la coordinación entre esquemas de contenido en escritos expositivos de niños
de 10 a 14 años y observó que niños que eran capaces de manejar simultánemanete de tres
a cinco esquemas de contenido en la producción oral, tendian a manejar sólo de uno a tres
en el escrito. Esto sugiere que están tan concentrados en la resolución de problemas de
nivel superficial que tienen poca capacidad de atención sobrante para aspectos globales
referidos, por ejemplo, al significado. La mayor o menor habilidad de los niños depende, en
parte, de lo que pueden mantener en la mente mientras están escribiendo. Scandamalia,
Bereiter y Goelman, 1982).
A partir del análisis del proceso de redacción muchos autores han especificado algunas
estrategias que los escritores utilizan para resolver el problema de sobrecarga cognativa. En
teoría, la manera más sencilla de resolver el problema de las exigencias excesivas de la
redacción consistiría en dividir la tarea en estadios temporalmente independientes, como
surgieren los modelos de etapas. De hecho, aunque muchos autores insisten en la no
linealidad del proceso y en su recursividad, presentan alguna de estas estrategias
estrechamente relacionadas con las diferentes etapas del proceso. Como recursos para
resolver los problemas que cada uno de los subprocesos presenta. Este es el caso, por
ejemplo, de las propuestas de Collins y Gestether (1980). De Flower (1981) y de Murray
(1984). Otros autores se centran en alguno de los subprocesos y proponen estrategias
específicas orientadas a la resolución del los problemas que plantea. Por ejemplo Bereiter
(1980) propone estrategias para resolver los problemas de la revisión para los que están
aprendiendo a redactar.
Parece, sin embargo, interesante comentar las estrategias más generales que utilizan los
escritores para abordar las dificultades que presentan el texto. Flower y Hayes(1980), en el
análisis de los protocolos de pensamiento oralizado, observan que las estrategias más
utilizadas por los escritores para reducir la presión de los distintos requerimientos
simultáneos son:
Dejar de lado uno de los requerimientos; por ejemplo, escogiendo ignorar la audiencia, o la
convención que exige coherencia entre párafos, etc.
Hacer planes. Esta es una estrategia a la cual los autores atribuyen un alto grado de
efectividad en la mejora de la redacción porque, además es reducir los elementos que cargan
la memoria a corto plazo, permite integrar las exigencias múltiples de la composición y
muestra cómo ir resolviendo los problemas. Los planes son, en cierto sentido, una defensa
del escritor contra la complejidad inherente en la redacción. Los más útiles son los de
naturaleza felxible, que establecen prioridades y definen los objetivos generales del escrito.
Flower y Hayes (1980) distinguen tres tipos de planes: 1) planes para hacer, orientados a
definir el acto de habla, a responder al problema retórico. Estos planes generan dos clases
de subplanes: 2) planes para decir, constituídos por una versión simplificada o abtracta de la
información que se requiere desarrollar, y 3) planes para componer, que guían el proceso
de composición y que están orientados a generar conocimientos o a decidir en tres
procedimientos altenativos a la hora de escribir el texto. Los buenos escritores se distinguen
por su capacidad de formular planes para hacer y de revisarlos y formularlos, si es necesario,
durante el proceso de redacción. Los escritores deficientes o los aprendices, en cambio, se
limitan a la formulación de planes para decir, que son, por otra parte, los únicos que se
acostumbran a exigir en la escuela.
La tésis de Flawer y Hayes es que una manera de mejora la relación consiste en mejorar el
proceso de planificación, poniendo énfasis en los planes para hacer, estableciendo, por
ejemplo, con claridad la intención y los receptores del escrito.
Los modelos psicológicos del proceso de redacción no son modelos de enseñanza. Sin
embargo, de estas investigaciones podemos inferir algunas ideas que sirvan de base a una
reorientación de la enseñanza de la redacción en la escuela.
Los modelos cognitivos han puesto de relieve la globalidad del proceso de escritura. A pesar
de que las operaciones que se realizan y los conocimientos y habilidades que se requieren
son múltiples, todos interactúan durante el proceso de producción, aunque hay en cada
momento una operación dominante. Desde este punto de vista, la enseñanza de la
redacción tendría que partir de la propuesta de actividades globales. La programación, en
lugar de orientarse a la ejercitación de habilidades y a la adquisición de conocimientos
linguísticos de forma aislada e independiente, podría orientarse a enfocar selectivamente la
atención en uno u otro de los aspectos implicados.
Esta teoría surge como una necesidad de innovación ante los métodos tradicionales, cuya
característica principal de enseñanza, eran: la fragmentación y atomización de la lengua.
La teoría del proceso, concibe la escritura como un evento eminentemente cognitivo, cuyo
objeto es evidenciar una serie de estrategias cognitivas que subyacen en el ejercicio de esta
actividad. entre las que podemos destacar se encuentran: la solución de problemas, la
autorregulación y la toma de decisiones y la metacognición.
Desde esta perspectiva, están implicados tres génesis del conocimiento de la lengua: un
saber social que hace referencia a las relaciones de los interlocutores; un saber conceptual,
que se centra en la relación entre los conceptos, el mundo y el tema del texto. Por último un
saber lingüístico o textual, es decir un repertorio de las formas lingüísticas y textuales.
Así mismo, plantea que la relectura, la revisión y la escritura de un texto debe ser
“aprendidas y enseñadas”, ya que, por un lado, la revisión constituye uno de los momentos
fuertes del aprendizaje de la producción de un texto. En la misma línea, expone que es
conveniente separa el momento de revisión de la primera versión de un texto y el momento
de reescritura de la versión definitiva, para facilitar la toma de distancia de la versión inicial y
una mayor libertad de acción del texto definitivo.
Otra de las características definitorias del enfoque procesual, es el trabajo en grupo, ya que
de esta forma, quienes escriben comparten esta tarea con sus profesores, compañeros y
familiares a fin de generar los andamiajes necesarios. Esto requiere que los alumnos elijan
los temas y que ello redunde en un mayor interés para el aprendiz.
Los críticos de este enfoque, manifiestan que la escritura debería ser entendida como una
negociación de significados compartidos, desde este punto de vista los alumnos construirían
un modelo de lenguaje escrito basado en el intercambio de significados y de textos. Por el
contrario el modelo procesual considera al texto como una producción privada que pertenece
al individuo. Esta visión, tiene repercusiones importante en la interacción en el aula. La regla
fundamental es darle la responsabilidad al lector en lugar de plantearle un modelado
explícito. En este sentido el docente no percibe y por tanto toda dirección explicita es evitada.
En este enfoque todo gira en torno a los conocimientos y experiencias previas del alumno,
evitando proporcionar modelos o sugerencias.
Este enfoque pone en tela de juicio la producción de textos narrativos, ya que para los
defensores radicales de esta perspectiva, la narración se da en un proceso madurativo
natural, pero según Lecuona(1996) el primer tipo de texto que los alumnos producen en la
escuela, tiene que ver con la observación y la narración, razón por la cual el texto narrativo
es seleccionado, no por que cualquier tendencia natural le predisponga a elegirlos, sino por
que la practica de enseñanza los estimula a producirlos.
Las tendencias actuales se enfocan en la escritura como una expresión de sentido personal.
Por eso exige al alumno que preste más atención a los motivantes que inducen al educando
a escribir, a como percibe su escritura, su relación con quien lee y su percepción de lo que
quiere decir. Estos últimos puntos enriquecen el enfoque procesual. Dicho enfoque analiza la
escritura desde un punto de vista etnográfico, como un proceso condicionado por el contexto
donde se desarrolla especialmente la familia y la escuela. De aquí, que se indague sobre los
componentes internos del aula y la familia.
Los géneros son los estilos o formas en los que escribimos un texto determinado. Esta
previamente organizado por modos de escribir establecidos culturalmente (convenciones
estilísticas)4[4] este enfoque distingue los siguientes géneros: Géneros Factuales:
Procedimiento, (cómo hacer algo); Descripción, (Cómo es una cosa determinada); Informe,
(Como es una clase de cosas); Razonar, (razonar el por qué de un juicio); Argumentación,
(argumentar el por qué se ha emitido una tesis) Géneros Narrativos: Relatos, Narraciones
basadas en experiencias personales, Narraciones basadas en fantasías o imaginación,
Cuentos o fábulas, Mitos, relatos de humor.
3
4
tomen conciencia de la diversidad de géneros textuales y aprendan a escribir, “no en
general”, sino en función de situaciones de comunicación específicas es decir:
El objetivo que se pretende conseguir (convencer, explicar, divertir, describir, etc) a las
personas a quién va dirigido. El lugar social en donde será publicado el texto. 5[5]
Las características pedagógicas que se derivan de la adopción de la teoría del género, como
enfoque funcional de la enseñanza de la composición escrita, son las que a continuación se
mencionan:
5
cualquier tipo de organización grupal ya que en cualquier caso se estimula el intercambio de
opiniones.
No se interesa por la enseñanza del lenguaje por el lenguaje, sino, que demuestra como el
lenguaje opera en todas las áreas del currículo. Describe como los textos van dirigidos según
a quien se le escribe.
Potencia las orientaciones precisas para que el docente oriente hacia la producción de textos
de calidad.
Los críticos de la Teoría del género, consideran que los géneros son los menos importantes
en el proceso de aprendizaje de la producción de textos y que además resta relevancia a la
voz personal y natural del alumnado, por otro lado, plantean que trabajar los tipos de texto
mezclados se corre el riesgo de incidir demasiado en lo convencional, no obstante,
manifiestan que los géneros aportan estabilidad, en el sentido de definir ”modos de hacer
cosas”
Para la presente investigación se plantea una postura ecléctica, en la cual se busca superar
las posturas teóricas excesivamente polarizadas, las cuales se empobrecen entre si al negar
las aportaciones que realizan otras corrientes conceptuales. Desde esta perspectiva
consideramos que la teoría procesual y la teoría del genero permiten una integración
conceptual de propuestas. Esta integración permite abordar la enseñanza de la producción
de textos con un referente conceptual más profundo y completo.
3.1. CURRÍCULO
Por otro lado se destaca la importancia de las adecuaciones curriculares como una acción
imprescindible para dar respuesta a las necesidades educativas de los alumnos y vincular los
procesos de comunicación e interacción social en el aula, así como los tipos de
adecuaciones y sus características para cumplir con los planteamientos internacionales de
inclusión educativa
Para la inclusión como colocación, el ser incluido se basa en los derechos del individuo. Aquí
la escuela tiene la obligación de reconocer esos derechos y proporcionar apoyo y adaptación
para asegurar su éxito escolar.
Otra variedad de inclusión es la conceptualizada como Escuela para Todos. Para esta
variedad el ser incluido significa tener acceso a una educación de calidad, abierta y no
discriminatoria, cuya responsabilidad se centra en la escuela, ya que esta habrá de ser capaz
de dar respuesta a las necesidades educativas de todos los estudiantes. Esta variedad de
inclusión es mas abarcativa ya que busca una educación para niños en desventaja social,
económica, étnica, lingüística, etc.
La inclusión como participación busca que al “ser incluido” el sujeto se enfrente a barreras
mínimas para el aprendizaje y la participación. Que la escuela busque y evalúe de forma
crítica la practica docente y el quehacer profesional de quienes la conforman a fin de
identificar y eliminar las barreras que limiten el aprendizaje de los alumnos, especialmente de
aquellos marginados en la propia escuela.
En la inclusión social, el ser incluido significa: lograr altos niveles escolares para prosperar en
el mercado laboral, busca también, ayudar a moldear a la sociedad y para ello la escuela
debe pugnar por aumentar el nivel de los grupos que obtienen menos logros.
En sí, habrá que interpretar la educación inclusiva desde los puntos de vista de los contextos
particulares y de las circunstancias locales.
Las cuatro variedades de la inclusión ponen énfasis en un currículo común para todos, en el
que la diversidad de actividades, recursos y métodos responda a las particularidades de su
población donde la comunicación sea el vehículo principal para el desarrollo de procesos de
pensamiento crítico.
Pearpoint y Forest (1992, en García y otros, 1996), describen los valores subyacentes en una
escuela inclusiva, como son: pertenencia, aceptación y comunidad, las relaciones
personales, la interdependencia y la consideración del profesorado y de los padres como una
comunidad de aprendizaje.
Partiendo de esto, Ortiz (2000) manifiesta que la educación inclusiva va más allá de lo
especial y va más allá de la integración escolar, ya que no implica la segregación sino una
acogida incondicional de cualquier alumno en cualquiera de las situaciones en que se
encuentre y que ello es responsabilidad de todos los involucrados en el hecho educativo.
Desde esta perspectiva, se involucra de forma directa en el proceso educativo a todos los
profesores y alumnos, por medio de la colaboración, la participación y la responsabilidad,
buscando e investigando nuevas formas de acción que permitan tomar en cuenta la
individualidad del alumnado que le permita expresar su pensamiento y que participe como un
agente activo en la toma de decisiones y la solución de problemas.
Según Arnáiz (1997), un primer acercamiento hacia la educación inclusiva que desarrolle la
capacidad de reflexionar sobre el pensamiento, se puede dar desde la propuesta curricular y
desde esta perspectiva el enfoque de inclusión se basa en los siguientes supuestos:
El currículo establece los objetivos de la enseñanza, integra y ordena los contenidos para el
aprendizaje, propone materiales de trabajo que orientan la labor del docente, así como
procedimientos evaluativos para constatar el logro de los objetivos propuestos. Está formado
por elementos que contribuyen a explicar los resultados de la actividad educativa
susceptibles de ser influenciados o modificados por la comunidad educativa. Destacan: los
objetivos de la enseñanza, los contenidos, la metodología, los criterios y las formas de
evaluación, así como las opciones organizativas de la escuela, el trabajo con las familias, la
interacción entre la comunidad y la escuela.
Con base en los puntos anteriores podemos identificar las tres dimensiones implicadas en el
currículo:
El currículo desde un punto de vista racional para una organización eficiente del trabajo
educativo.
El currículo en su vinculación con los procesos sociales más generales y con los procesos de
socialización en el aula.
La segunda, nos plantea el problema sobre la naturaleza de los conocimientos que deben
enseñarse, la forma en que se jerarquizan, la accesibilidad de los alumnos a tales
conocimientos. Se cuestiona, en pocas palabras, la pertinencia y validez de los contenidos
de la enseñanza en función de las características de los alumnos, dependiendo de su origen
social y cultural. Igualmente, señala las implicaciones que toda experiencia educativa tiene
para los sujetos, dado que las formas de relación social en el aula, y los valores implicados
en éstas constituyen un factor decisivo para un proceso de socialización mediante el cual se
van conformando los comportamientos de los educandos y sus concepciones del mundo
social y natural (Musgrave, 1983; Egglestone, 1980).
La tercera dimensión, nos remite a una comprensión del currículo en la que están
estrechamente vinculadas una forma de concebirlo y su realización cotidiana. La coherencia
entre los principios y finalidades de una propuesta dependen en gran medida de las acciones
del docente para adecuar los medios que le permitan alcanzar determinados resultados. El
currículo es, desde esta perspectiva, un proyecto que se experimenta en la práctica, como
una intención y su realización. Viene a ser un proceso dinámico y cambiante, sometido de
manera permanente a revisiones, adecuaciones y cambios con un sentido innovador,
teniendo como referencia constante la experiencia escolar misma (Stenhouse, 1987).
La escuela tiene la obligación de proporcionar las bases indispensables que permitan a los
alumnos compartir una serie de conocimientos para comprender la realidad social y natural
en la que viven, de tal manera que se identifiquen como integrantes de una sociedad y de
una época. Tiene también el deber de ofrecer, en igualdad de circunstancias, los recursos
para que desarrollen sus facultades intelectuales, emocionales y físicas. Debe distinguirse
como una institución en la búsqueda de las mejores opciones para enriquecer la vida de sus
alumnos, sin exclusiones de ninguna especie. De aquí la necesidad de asumir un currículo
que permita resignificar la práctica educativa y el papel del docente hacia un tipo de
intervención más comprometido.
Por lo tanto, es indispensable visualizar un currículo que integre esta diversidad como eje
central para su desarrollo, particularizando cada experiencia con base en las características
de los educandos y de acuerdo con los medios disponibles. Con mayor fuerza estas
consideraciones están presentes en el ámbito de la escuela inclusiva. Sería prácticamente
imposible garantizar la viabilidad de los esfuerzos para desarrollar el pensamiento crítico
contexto escolar en el que prevalece la idea de un currículo prescriptivo, como una norma
que define rígidamente sus metas, sus contenidos y los procedimientos de enseñanza. Del
mismo modo, sería impensable una intervención docente que no procure alternativas que
respondan a la singularidad que distingue a cada alumno (TGA, SEP.2000).
3.1.2. Adecuación curricular
Para llevar a cabo las adecuaciones curriculares existen cuatro elementos que sirven de
base para lograr una mayor sistematicidad en la organización y el desarrollo de actividades
efectivas en el aula:
Las adecuaciones curriculares se pueden clasificar por múltiples criterios, pero es más útil
hacerlo con base en el mayor o menor grado de modificaciones del currículo general que
hemos de llevar a cabo, sin perder de vista que el propósito fundamental es que los niños
con necesidades educativas especiales accedan al mismo currículo que el resto del grupo.
Por lo que se refiere a las adecuaciones de las actividades de enseñanza, se plantea que el
maestro esté en posibilidad de utilizar los métodos y materiales de enseñanza más
diversificados en función de las necesidades generales del grupo, de las necesidades
individuales y de las necesidades educativas especiales. Implican la utilización de
actividades, grupales, por parejas o individuales, según la naturaleza del contenido, del
aprendizaje que se pretende, o de los objetivos de una asignatura. El criterio general es que
las actividades favorezcan la participación activa y que pongan en juego la iniciativa, el
interés, la motivación, la creatividad y la autonomía, en la lógica del aprendizaje significativo.
Asimismo, suponen un manejo del tiempo de trabajo para cada actividad, teniendo presente
las características del contenido, los recursos que se utilizan y el interés y motivación de los
niños.
El currículo se pone a prueba en las escuelas, lo cual permite satisfacer las necesidades
educativas de todos los alumnos. En este punto podemos destacar que el currículo se tiene
que concebir como abierto y flexible; esto permite que sea una herramienta para el profesor
con la cual pueda experimentar, cambiar, e indagar sobre su práctica educativa con la
finalidad de satisfacer las necesidades de sus alumnos.
Las adecuaciones curriculares se plantean a partir de los objetivos generales de los planes y
programas de estudio de cada ciclo y asignatura; del tipo de conocimientos, habilidades,
actividades y actitudes a desarrollar en los alumnos; del medio social y cultural en el que está
inserta la escuela; de los apoyos institucionales y los recursos didácticos disponibles; y,
fundamentalmente, de las necesidades individuales de los alumnos.
IV SUGERENCIAS
Una vez llevado a cabo el estudio documental y analizados los resultados, queremos
plantear algunas líneas de trabajo tendientes a subsanar algunas limitantes o a potenciar el
desarrollo de la producción de textos a fin de obtener mejores resultados.
Por otra parte queremos señalar algunas ventajas que representa utilizar plantillas
especificas para la producción de textos:
Para que el acto de escribir sea un instrumento de elaboración del conocimiento es necesario
que el alumno tenga realmente algo que decir. De ahí la necesidad de basar la enseñanza
de la redacción en situaciones reales de escritura.
Cada situación de escritura debe constituir una situación de conflicto entre lo que se quiere
decir y la situación de comunicación a fin de que sea un instrumento de transformación del
conocimiento y por consiguiente de elaboraciín del pensamiento.
Para que la complejidad del proceso no bloquee la escritura y obligue a los estudiantes a
adoptar estrategías inadecuadas es conveniente proporcionarles ayudas que les faciliten el
proceso y les permitan centrar su atención en la operación que interesa. El trabajo en
grupo, la interacción con el maestro, el uso de cuestionarios, etc., pueden contribuir a que el
alumno lleve a término una actividad compleja que no podría realizar solo. La enseñanza de
estrategias de planificación y revisión parece especialmente conveniente por cuanto exigen
el concurso de capacidades metacognitivas imprescindibles para el control consciente de la
actividad de redacción.
La adquisición de la competencia comunicativa tiene que ser un objetivo no sólo del profesor
sino también de los estudiantes. Para ello es necesario que puedan conocer los objetivos de
las actividades que llevan a término. Lo cual significa que, aparte de la necesidad de que las
tareas constituya situaciones reales de escritura, será necesaio también que se programen
como situaciones en que el alumno tenga que aprender algo.
Para llevarlo a cabo es necesario reconceptualizar el currículo, entender que este concepto
va mas allá de los planes y programas de estudio.
Los planes y programas, así como los libros de texto gratuito del área de español para la
educación básica, se apegan al enfoque comunicativo y funcional, que propone el desarrollo
de la competencia comunicativa oral y escrita.
La importancia que desde esta perspectiva cobra el discurso es lo que permite secuenciar los
contenidos del área de español de primer ciclo de educación primaria tomando como eje
organizador de la secuencia la diversidad de los discursos.
Para llevar a cabo lo anterior es necesario atender a dos aspectos: uno, acerca de los
criterios que determinan la secuenciación y otro sobre la metodología que va a seguirse.
En el primero es necesario remitirse al concepto de aprendizaje reconstructivista y
significativo presente en los postulados de Vygotzky. Cabe aclarar que en esta concepción,
el aprendizaje se construye y reconstruye de acuerdo con la estructura cognitiva del individuo
y las potencialidades y posibilidades que el contexto le brinda, es decir se parte de los
siguientes principios:
Para llevar a cabo lo anterior, se sugiere aplicar los siguientes pasos de secuenciación
Barrientos C. (1998).
Los primeros hacen referencia a la intención comunicativa, lugar social del discurso o tipo de
destinatario y los segundos a las características formales o retóricas que presentan los
discursos.
Como puede observarse los tipos de discurso se concretan en un repertorio de textos reales,
que cumplen la función de hacer algo ( el logro de la intención comunicativa: criterio de
tipificación) en un determinado contexto.
ESTRATEGIAS COMPLEMENTARIAS:
FORMAS DE EVALUACIÓN.
HABILIDADES A ACTIVIDADES.
DESARROLLAR.
HABILIDADES A ACTIVIDADES.
DESARROLLAR
Leer cuentos, fábulas, historietas, poemas,
COMPRENSIÓN leyendas comics. En grupos de su preferencia.
LECTORA. Anticipación y predicción con apoyo visual.
PRODUCCIÓN Y Modificación de cuentos.
COMPRENSIÓN Escenificación de cuentos
ESPONTANEA DE Elaboración de álbumes.
TEXTOS.
Realizar intentos de escritura.
Construir palabras.
Interpretar las imágenes de cuentos comics. etc...
Jugar adivinanzas con palabras del entorno.
Presenciar y participar en actos de lectura.
Elaboración de periódico mural. construcción de
oraciones simples, dirección de la lectura.
Ejercicios para diferenciar entre hablar y leer.
Diferenciar la lectura de otras acciones.
Completar oraciones.
CONCLUSIONES
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