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Kipus 30, II semestre 2011
la fuente y fecha en la que se publicaron GAlO GAlArzA
por primera vez. Detalle que puede pa- El turno de Anacle, recer innecesario, pero que a la hora de Casa del Poeta Alí Chumacero, fijar el contexto en el que cada ensayo México, 2010, 77 pp., 2a. ed. o artículo se gestó, realmente cuenta y pesa, más aún tratándose de ejercicios Duele pensar que hace tan poco, de crítica y análisis literario. hace apenas cuarenta años, la idea de la Palabra en el tiempo, título bastante unidad latinoamericana era una utopía subjetivo, no es una recopilación más de brillantísima. Ante la soberbia de los paí- textos de un autor que en la narrativa y la ses del primer mundo, ante la evidencia crítica ecuatorianas tiene toda una trayec- de nuestro atraso y nuestras dificultades, toria y es un referente; creo que se trata se podía colocar el objetivo: la gran aspi- de uno de los libros de crítica literaria y ración de identificarnos y unimos. cultural que nos permiten poner en claro Ahora, como sabemos, ya no es así: no solo un pasado, sino un presente que nos tocó estar en el lado equivocado de nos sucede y que en ese vértigo nos va la globalización de fines del siglo XX y re- planteando una serie de preguntas cuyas accionamos cediendo: dejándonos en- respuestas a veces se toman su tiempo candilar con la nueva versión de las (pues las palabras tienen su hora, parece mismas promesas que se nos han hecho recordarnos el autor) para llegar, pero desde el siglo XVI. Por espejos y cuentas cuando estas se dan sin duda que termi- sacrificamos todo y nos quedamos, como nan (su solvencia y lucidez así lo de- siempre, con espejos y cuentas; actual- muestran) no solo por ser oportunas sino mente los países de América Latina están reveladoras. aislados, atomizados, aprendiendo más de la ‘monocultura global’ que de su he- rAúl sErrANO sáNcHEz rencia cultural y la de sus vecinos. Hay in- UNIVERSIDAD ANDINA SIMÓN BOLíVAR, telectuales que defienden, incluso, la SEDE ECUADOR “desaparición” de Latinoamérica como concepto. ¿Hay solución? Sí. Es ardua pero simple. Más aún, se ha visto y se de- clara desde hace mucho: buscarnos y volvemos a encontrar. No hacer caso de los compartimientos, los segmentos, las etiquetas que supuestamente son para nosotros. Más cerca de lo que nos tiene aquí, por ejemplo, saltarnos las trabas impuestas por las grandes editoriales españolas y leer a los autores latinoa- mericanos que no necesariamente lle- gan a Planeta, Mondadori o Anagrama. Que casi nadie termine de llevar esto, que es tan simple, a la práctica, puede achacarse a la desidia, la incapacidad o Kipus / 117 Kipus 30, II semestre 2011
el mero desinterés, pero sobre todo es personajes a pesar de la frustración o el
otra señal de lo profundo de nuestro pro- error, y solo al comenzar la sección “De blema y nuestro aislamiento. No importa: resurrecciones, héroes y milagros” nos de todas formas sigue siendo necesario encontramos con la aparición de lo ex- el intentarlo y el elogiar a quien lo intenta. traño, lo grotesco o lo fantástico de ma- Más cerca de lo que nos tiene aquí, nera evidente. La clave de estos textos por ejemplo, hace falta elogiar la publica- es siempre la mirada sobre la realidad. ción de El turno de Anacle de Galo Ga- Dicho lo anterior, ninguno de estos larza, emprendida por Casas de Cultura. cuentos puede verse como una crónica Y ahora hay que hacer una adverten- disfrazada o una anécdota seleccionada cia. Ya considerado el valor cultural de por su valor periodístico. Al contrario, en esta publicación: la posibilidad que nos da todas ellas importa sobre todo la ficción, de asomarnos a un fragmento de la reali- la labor de recrear la realidad destilán- dad latinoamericana que de otra manera dola y alejándose de la repetición literal. no veríamos, al pensamiento de un escri- Galo Galarza no solo elige, como cual- tor que de otra manera no conoceríamos, quier narrador, el momento de la revela- este no es un documento sociológico ni un ción, el instante en que el carácter de un souvenir para turistas. Este es un libro de personaje, de un lugar, de un grupo, se cuentos, ni más ni menos, que participa revela más cabalmente; además, sus de la gran tradición del cuento de Occi- historias cambian su forma –su estruc- dente y no necesita ninguna deferencia. tura– para mejor reflejar esa revelación. Sus historias, como mandan los cánones La construcción sosegada, lenta y a la y como logran los mejores escritores, se vez perturbadora de “El otro Peñafiel” sostienen solas. Son, sobre todo, atisbos tiene poco que ver con la contundencia de la relación particular de un individuo de “Agonía” o con la atmósfera intimista, con el mundo, presentados ante nosotros inquieta de “La visita del tío Pedro”, por para que encontremos en ellos nuestras mencionar tres de los cuentos que más propias visiones: nuestros propios enfren- llamaron mi atención… y, al mismo tamientos con la realidad de afuera y con tiempo, el estilo: el movimiento de las el interior, con nuestras posibilidades y frases y del vocabulario, es inconfundi- contradicciones humanas. blemente el mismo. Esto es inusitado en Las historias de Galo Galarza nos los libros de cuentos latinoamericanos, muestran a personajes diversos, y nu- que todavía hoy siguen, en su mayoría, merosos, enzarzados en conflictos y di- las costumbres del siglo XIX y son más ficultades que a primera vista parecen bien reuniones de textos dispersos y muy pequeños: algunos sufren a causa creados sin la idea de que algún día de quienes los rodean, otros se enfren- iban a estar juntos. Al contrario, El turno tan con el poder que los influye desde de Anacle parece invitarnos, en su mul- más cerca, unos cuantos se ven forza- tiplicidad, no solo a disfrutar cada una dos a decidir su destino o ven cómo de sus historias sino a entrever los ecos otros lo deciden por ellos. En la primera que hay de cada una en todas las otras: parte del libro, todo se resuelve sin gran- ese otro aspecto de la mirada y el pen- des cambios en las situaciones plantea- samiento del autor que las creó y las das: la vida sigue para la mayoría de los reúne.
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Este modo de manifestar la propia YANKO MOliNA,
visión tiene antecedentes. Edgar Alan Objetos frágiles Poe pedía, a la vez repitiendo y refor- Quito, Paradiso, 2010, 83 pp. mando una larga tradición de autores que llega hasta Aristóteles, que las his- El trabajo del escritor es incesante, torias fuesen el reflejo cabal de su pro- nunca concluye. A la perfección la senti- pio creador: que se refirieran a lo real mos siempre lejana, distante. Cuando pero que le agregaran, para dar sentido acabamos de escribir sobre la página la a su existencia como obras de arte, la sensación de que algo falta es perma- contemplación subjetiva, el paso del uni- nente, nos parece que somos torpes, titu- verso entero a través del “velo del alma” beantes, que no decimos suficiente o que del creador individual. Lo que cuenta, decimos demasiado. Pero es de esta in- por supuesto, es qué tanto podemos ver satisfacción permanente de donde surge de esa alma, de esa conciencia a la la buena literatura. Y de eso hablamos hora de que se enfrenta con las pala- cuando leemos el libro Objetos frágiles de bras. Pero en este sentido El turno de Yanko Molina Rueda, que hace poco salió Anacle es un triunfo: Galo Galarza se con el sello de Editorial Paradiso. nos muestra clarísimamente en estas Los seis cuentos que lo conforman páginas y nos invita a leerlo. demuestran un trabajo minucioso, medi- tado, ajeno al apresuramiento de cierta AlbErtO cHiMAl literatura contemporánea que se deja MÉXICO, 2010 contagiar por la velocidad y frenesí de los tiempos que vivimos, sin darse cuenta –o simplemente lo ignoran– que la literatura debe ser el freno de ese des- bocamiento, ya que es ella la que debe medir y meditar los actos humanos, el narrar literario no es una mera y llana descripción de acontecimientos o he- chos, sino que, además, implica su refle- xión. Es como si en vez de tomar el camino difícil y lleno de obstáculos pero de encantador paisaje, nos dejamos ten- tar por la carretera asfaltada rodeada de terreno yermo, y una vez dentro del carril rápido de la autopista perdemos la lenta visión de la cosas, que es la visión del artista, y nos acercamos más bien a la fugaz mirada del periodista o el cronista. La detención de la que hablo la logra Molina con un adecuado manejo de la prosa, el cuidado y la precisión de esta le permiten conseguir un ritmo pro-