Global Analysis 2020 Spanish Web
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FRONT LINE
DEFENDERS
ANÁLISIS GLOBAL 2020
FRONT LINE
DEFENDERS
ANÁLISIS
GLOBAL
2020
ANÁLISIS GLOBAL DE FRONT LINE DEFENDERS 2020
4. Panorama global.................................................................................................8
i. Presentación. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 8
ii. Impacto y respuesta ante la COVID 19 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9
a. (In)seguridad digital, oportunidades y brecha digital . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11
b. Comunidades marginadas y una mayor presión sobre las defensoras
de derechos humanos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11
c. Defensores y defensoras en prisión aún más castigados/as . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 12
iii. Defensores y defensoras de los derechos de los pueblos indígenas,
del derecho a la tierra y el medio ambiente . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 12
iv. El vínculo comercial . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 14
v. Movilizaciones sociales, protestas y el rol de los/as DDH. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 15
vi. Violencia online y plataformas de redes sociales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 17
vii. Mirar hacia el futuro. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 18
5. América .............................................................................................................20
6. Asia-Pacífico .....................................................................................................28
0
Alirio de Jesús Serna Sierra
Franco Nativel Salamanca Hoyos
Roberto Eduardo Parra Ovalle
Fablio Armando Guanga Quistial
Omar Moreno Ibagué
Costa Rica
Jehry Rivera Rivera
Guatemala
Luisa Sandoval (Wicha)
Bryan Guerra
Dominga Ramos Saloj
Héctor David Xoy Ajulip
María Fernanda Pérez
Domingo Choc Ché (Abuelo Ku)
Alberto Cucul Cho
Medardo Alonzo Lucero
Fidel López
Abel Raymundo
Benoit Pierre Amedee Maria (Benito)
Misael López Catalán
Carlos Mucú Pop
Jose Choc Chamán
Abelardo Quej Ixim
Honduras
Santos Felipe Escobar Garcia
Vicente Saavedra
Karla Ignacia Piota
Víctor Manuel Rodríguez Paz
Iris Argentina Álvarez
Edwin Fernández Saravia
Antonio Bernández Suazo
Germán Gerardo Vallecillo
Jorge Posas Rodríguez
Scarleth Campbell Cáceres
Marvin Damián Castro Molina
Julio Andrés Pineda Díaz
José Antonio Teruel
Francisca Aracely Zavala
Arnold Joaquín Morazán Erazo
Luís Alonso Almendares
Laura Carolina Valentín Dolmo
Pedro Arcángel Canelas
Jose Adán Mejía
Felix Vasquez
India
Pankaj Kumar
Ranjan Kumar Das
Shubham Mani Tripathi
Babar Qadri (The Lion)
Devji Maheshwari
Rakesh Singh Nirbhik
Indonesia
Hermanus Bin Bison
Pastor Yeremia Zanambani
Iraq
Ahmad Abdessamad
Safaa Ghali
Janat Madhi
Anwar Jassem Mhawwas (Umm
Abbas)
Hisham Al-Hashemi
Tahseen Osama Ali
Reham Yacoub
Salah Al-Iraqi
Libia
Hanan Al Barassi
México
Isabel Cabanilas de la Torre
Homero Gómez González
Isaac Medardo Herrera
Karla Valentina Camarena del Castillo
(Valentina Ferrety)
Benito Peralta Arias
Juan Zamarrón Torres
Adán Vez Lira
Pablo Guzmán Solano
Esteban Martínez Pérez
Eugui Roy Martínez
Óscar Ontiveros Martínez
José Antonio Montes Enríquez
Tomás José Martínez Pinacho
Jeanine Huerta López
Mireya Rodríguez Lemus
Oscar Eyraud Adams
Daniel Sotelo
Juan Aquino Gonzalez
Rodolfo Diaz Jimenez
Nepal
Dilip Kumar Mahato
Nicaragua
Mark Rivas
Nacilio Macario
Pakistán
Shaheena Shaheen
Perú
Arbildo Meléndez Grandes
Benjamín Ríos Urimish
Gonzalo Pio Florez
Jerson Henry Noé Suárez
Lorenzo Wampagkit Yampik
Santiago Vega Chota
Roberto Carlos Pacheco Villanueva
Jose Jorge Muñoz Saavedra
Filipinas
Jennifer Tonag
Jay-ar Mercado
Emerito Pinza
Romy Candor
Marlon Maldos
Nora Apique
John Farochilin
Jose Reynaldo Porquia (Jory)
Allan Aguilando (Mano Boy)
Carlito Badion (Karletz)
Froilan Reyes (Kawing)
Jose Jerry Catalogo
Randall Echanis
Zara Alvarez
Armando Buisan
Ignacio Jr. Arevalo (Tukoy)
Roy Giganto
Reynaldo Katipunan
Galson Catamin
Eliseo Jr. Gayas
Maurito Diaz
Artilito Katipunan
Mario Aguirre
Jomar Vidal
Rolando Diaz
Sudáfrica
Fikile Ntshangase
Suecia
Sajid Hussain
Siria
Hussein Khattab (Kara al-Safrani)
Tailandia
Kannika Wongsiri
HRD Memorial:
https://hrdmemorial.org/
331 ddh
fueron asesinados/as en
el 69% defendía los derechos de los
pueblos indígenas, el derecho a la tierra
y el medio ambiente
¿POR QUÉ SE ASESINA A TANTOS? P. 21 177 el 28% defendió los derechos de las
mujeres
19 MÉXICO 17 AFGANISTÁN
15 GUATEMALA 20 HONDURAS 25 FILIPINAS
177 COLOMBIA
16 BRASIL
ASESINATOS EN 25 PAÍSES 25
20 19
17 16 15
8 8
6
4
1 1 1 1 1 2 1 1 2 1 1 1 1 1
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* Otros casos de Colombia del último trimestre de 2020 aún se están verificando.
FRONT LINE DEFENDERS: ANÁLISIS GLOBAL 2020 ** Desde la publicación del informe en inglés, se ha verificado un caso adicional; el de la defensora
trans María Elizabeth Montaño. Lo que eleva a 20 el número de defensores/as asesinados/as en
México. Entre ellos/as se encuentran 4 defensoras trans.
5
FORMAS DE PERSECUCIÓN DE LOS/AS DDH EN EL MUNDO
Las estadísticas que se muestran a continuación proceden del estudio de casos y de las solicitudes de subvenciones de Front Line Defenders desde
el 1 de enero hasta el 31 de diciembre de 2020 y se basan en los 919 casos de violaciones de derechos humanos denunciadas. Por lo tanto, no se
trata de una lista exhaustiva de todas las violaciones sufridas por personas defensoras en todo el mundo. Además, se han eliminado los incidentes de
vigilancia y amenazas debido a que la gran mayoría de DDH sufre estas violaciones de manera continua. Para conocer la metodología de Front Line
Defenders, consulte la página 58.
Violaciones más comunes Violaciones de derechos humanos denunciadas desglosadas por género
*sin incluir los asesinatos La siguiente tabla muestra el desglose de las violaciones de derechos humanos más comunes por
género según lo informado a Front Line Defenders en 2020. Los porcentajes reflejan las vulneraciones
Detención/arresto 29% experimentadas en proporción al número total de violaciones a las que estuvo expuesto cada grupo.
Acción legal 19%
Agresión física 13% Violaciones más comunes según el género Mujeres DDH Hombres DDH
Otro tipo de acoso 7% *sin incluir los asesinatos
Redada/allanamiento 6%
Detención/arresto 24% 32%
Campaña de difamación 6%
Acción legal 19% 20%
Tortura/malos tratos 5%
Campaña de difamación 8% 5%
Agresión física 12% 14%
Redada/allanamiento 7% 5%
Tortura/malos tratos 5% 5%
Otro tipo de acoso 10% 5%
Por ámbito
Según las violaciones denunciadas a Front Line Defenders en 2020, los tres ámbitos de defensa de los derechos humanos más perseguidos fueron:
los derechos de los pueblos indígenas, el derecho a la tierra y el medio ambiente (21 %), los derechos LGBTIQ+ (14 %) y los derechos de la mujer
(11 %).1 Dentro de ellos, la siguiente tabla detalla las formas más comunes de ataque:
Violaciones de derechos Los derechos de los pueblos Derechos LGBTIQ+ Derechos de DDH en
humanos denunciadas indígenas, el derecho a la tierra y la mujer general
*sin incluir los asesinatos el medio ambiente
Detención/arresto 27% 11% 11% 29%
Acción legal 17% 6% 13% 19%
Campañas de difamación 3% 9% 14% 6%
Agresión física 26% 29% 22% 13%
Redada/allanamiento 9% 9% 11% 6%
Como se documenta en este informe, muchos/as DDH han estado en primera línea de apoyo a las comunidades
en su lucha contra la COVID-19. Han trabajado en temas de soberanía alimentaria, acceso a la información,
equipos de protección y atención médica, y han alzado sus voces críticas para garantizar que los Gobiernos
actúen de manera efectiva con el objetivo de minimizar los riesgos a los que se enfrentan los grupos vulnerables.
Muchos/as DDH han muerto como consecuencia de la pandemia. Reconocemos su inmensa pérdida para la
comunidad de derechos humanos y conmemoramos sus tremendas aportaciones. A continuación se muestran
los perfiles de algunas de estas personas que nos dejaron como resultado de la COVID-19 en 2020.
El 30 de marzo, Lorena Borjas, una acérrima defensora de los derechos de las personas trans, latinxs, indocumentadas
y trabajadoras sexuales, murió como consecuencia de la COVID-19 en la ciudad de Nueva York, Estados Unidos. Lorena
fue una destacada organizadora comunitaria y educadora sanitaria durante décadas. Creó, entre otros, un centro de
detección de VIH en su propia casa y un programa de intercambio de jeringuillas para mujeres trans que necesitan
inyectarse hormonas. En 2011, creó junto con una compañera activista un fondo comunitario para cubrir las fianzas y
los honorarios de la asistencia jurídica de las personas migrantes LGBTIQ+. Solo unas semanas antes de su muerte,
creó un fondo para las personas trans que habían perdido sus trabajos como consecuencia de la COVID-19.
El 31 de marzo, la médica indonesia y defensora de los derechos de la mujer Ratih Purwarini murió tras contagiarse
de COVID-19 mientras realizaba su trabajo como directora médica del hospital Duta Indah. Madre de dos hijos, fue una
férrea defensora de sobrevivientes de violencia de género. Fue voluntaria en la Comisión Nacional de Violencia contra
la Mujer de Indonesia, Komnas Perempuan, y puso en marcha la iniciativa Akara Perempuan en 2015 para brindar
asistencia y asesoramiento legal a mujeres sobrevivientes de violencia de género.
En septiembre, Ziauddin Tariq Ali, defensor de derechos humanos y administrador del Museo de la Guerra de
Liberación en Bangladesh, contrajo la COVID-19 y murió en el hospital una semana después, el 7 de septiembre.
Ziauddin jugó un papel decisivo en la creación de dicho Museo en Dhaka en 1996, que documenta la Guerra de
Liberación de 1971. De este modo, logró crear conciencia entre la juventud de Bangladesh y provocar la rendición de
cuentas por los crímenes cometidos durante la guerra. También fue miembro de Muktir Gaan, un grupo cultural que
inspiró el movimiento por la libertad con sus canciones en la década de 1970, y continuó activo en la escena cultural
de Bangladesh durante toda su vida.
Ziauddin Tariq Ali Lorena Borjas Elyes Ezzine Jaime Montejo Ratih Purwarini
Captura de pantalla de una https://scoop.upworthy.com/tran https://www.businessnews.com. Fuente: Brigada Callejera Fuente: Facebook
entrevista con Ziauddin Tariq s-latina-activist-lorena-borjas- tn/deces-delyes-ezzine-du- “Elisa Martínez”
Ali en el Dhaka Tribune dies-she-brought-light-to-us covid-19,520,103010,3
El 17 de octubre, Elyes Ezzine, un destacado abogado, DDH y director del Instituto Tunecino por la Democracia y el
Desarrollo, murió a causa del virus. A sus escasos 40 años, Elyes era padre de dos niños pequeños. Se le recuerda
especialmente por su trabajo de defensa de los derechos de la juventud y por su compromiso de cooperación con la
sociedad civil en el Mediterráneo, África y Asia.
Por último, el panorama desde Brasil fue particularmente desolador. Debido a una serie de factores, entre otros, la falta
de acceso a atención médica adecuada, los defensores y defensoras de los derechos de los pueblos indígenas y de la
comunidad LGBTIQ+ se han visto especialmente afectados/as por la pandemia. Las siguientes personas son solo
algunas de las defensoras que han muerto en Brasil a causa de la COVID-19: el defensor de los derechos indígenas
Serusy Ka’apor; el líder indígena Aritana Yawalapiti; el icónico defensor de los derechos indígenas, el Líder Paulo
Paiakan; el líder indígena Bep Karoti Xikrin; el líder indígena Otávio dos Santos; el defensor de los derechos indígenas
João Lira; el líder indígena Bepkot Kayapo Xikrin; el líder indígena Nikaiti Mekranotire; el líder indígena Cidaneri
Xavante; el líder indígena Nelson Mutzie Rikbaktsa; el defensor de los derechos indígenas Lourenço Amantino; el
defensor de los derechos indígenas Dionito José de Souza Macuxi; la defensora de los derechos indígenas Bernaldina
José Pedro; el líder indígena Vicente Saw Munduruku; el líder indígena Martinho Boro Munduruku; la defensora de
los derechos de las comunidades quilombolas Carivaldina Oliveira da Costa conocida como Tia Uia; y la defensora
de los derechos de las comunidades quilombolas Santana Cordeiro. Lamentablemente, la comunidad LGBTIQ+
también perdió a varios/as DDH, entre ellos: Amanda Marfree, Baga de Bagaceira Souza Campos y Camila Oliveira;
y las defensoras de los derechos trans Thina Rodrigues y Vitória Maia. El activista por el derecho a la salud, el padre
Antonio Luiz Marchioni y la defensora de los derechos de la mujer y abogada Marizabel Ghirardello también
supusieron una pérdida para la comunidad de los derechos humanos en Brasil como resultado de la COVID-19.
CAPÍTULO: COVID-19
8
Panorama global
(i) Presentación
E
L IMPULSO DE UN AÑO DE PROTESTAS EN 2019 SE PROLONGÓ HASTA LOS PRIMEROS MESES DE
2020 YA QUE LOS/AS DDH BUSCABAN APROVECHAR LOS AVANCES LOGRADOS EL AÑO ANTERIOR
PARA EXIGIR CAMBIOS EN LA FORMA DE GOBERNAR SUS PAÍSES. SIN EMBARGO, CUANDO EN MARZO
LA ORGANIZACIÓN MUNDIAL DE LA SALUD DECLARÓ A LA COVID-19 PANDEMIA MUNDIAL, ESTABA
CLARO QUE SURGIRÍAN NUEVOS E IMPORTANTES DESAFÍOS. LA SITUACIÓN GENERÓ NUEVAS
DEMANDAS PARA LOS DEFENSORES Y DEFENSORAS QUE TRATABAN DE AYUDAR A SUS
COMUNIDADES. AL MISMO TIEMPO APARECÍAN NUEVOS RIESGOS EN FORMA DE MEDIDAS RESTRICTIVAS,
EXPOSICIÓN AL VIRUS A TRAVÉS DE SU TRABAJO COMUNITARIO Y EL AUMENTO DE LOS ESFUERZOS POR
PARTE DE LOS ESTADOS PARA CONTROLAR EL FLUJO DE INFORMACIÓN. LA CRISIS PROVOCÓ UN
INCREMENTO DE LOS RIESGOS PARA LAS DEFENSORAS DE DERECHOS HUMANOS, LOS DEFENSORES Y
DEFENSORAS LGBTIQ+5 Y PARA QUIENES DEFIENDEN LOS DERECHOS DE LAS POBLACIONES VULNERABLES,
ENTRE ELLAS LAS REFUGIADAS, MIGRANTES Y DE TRABAJADORES/AS SEXUALES.6
En este contexto, los riesgos cotidianos a los que se enfrentan los/as DDH en todo el mundo siguen estando presentes;
según la información recopilada por Front Line Defenders y proporcionada por las organizaciones asociadas al proyecto
HRD Memorial, al menos 331 DDH fueron asesinados/as por llevar a cabo su labor pacífica de derechos humanos en
2020, y se espera que en última instancia, este número aumente conforme avance la verificación de casos. El 69% de
las personas asesinadas defendía los derechos de los pueblos indígenas, el derecho a la tierra o el medio ambiente.
Solo en Colombia se registraron 177 lo que representa el 53% de los asesinatos (véase la nota en la página, p. 21). La
impunidad siguió reinando, y los asesinatos iban frecuentemente precedidos de campañas agresivas de difamación
destinadas a desacreditar la labor de los/as DDH, tanto online como en los medios de comunicación convencionales.
Teniendo en cuenta la cantidad de asesinatos que se producen en el contexto de los esfuerzos por explotar la tierra
para llevar a cabo actividades económicas en las que a menudo hay conflictos y violaciones de derechos, sigue habiendo
una gran desconexión entre las responsabilidades y las acciones de las empresas, los inversores y las autoridades
locales y los derechos de las comunidades, como el derecho a ser informadas y rechazar los proyectos propuestos. En
un año en el que la Plataforma Intergubernamental Científico-Normativa sobre Diversidad Biológica y Servicios de los
Ecosistemas (IPBES) advirtió de que las pérdidas dramáticas de la biodiversidad representan un «grave riesgo para la
seguridad alimentaria mundial» y destacó el papel fundamental de las comunidades indígenas en la gestión sostenible
de la naturaleza, la continua persecución de los defensores y defensoras de los derechos de los pueblos indígenas es
algo que debería preocupar a la clase política de todo el mundo. El año pasado, el 26% de las personas asesinadas
defendían los derechos de los pueblos indígenas. Desde 2017, Front Line Defenders ha registrado el asesinato de 327
personas con este perfil.
En todas las regiones del mundo, el arresto y la detención siguieron siendo las violaciones denunciadas más comunes
utilizadas por los Estados para debilitar o poner fin al trabajo de los/as DDH. Además de la legislación restrictiva
supuestamente adoptada para dar respuesta a la pandemia, se aprobaron otras leyes diseñadas para limitar la
capacidad de los/as DDH y la sociedad civil para funcionar bien y de forma segura (ver más abajo). Junto con las
restricciones específicas de la COVID 19, algunas de estas fueron introducidas o utilizadas para debilitar los movimientos
de protesta que habían ganado tanto fuerza como experiencia el año anterior. Sin embargo, a pesar de estas
circunstancias, se produjeron a lo largo del año movilizaciones sociales a gran escala en las que los/as DDH
desempeñaron un papel fundamental, como se describe a continuación en Bielorrusia y Estados Unidos, entre otros
países. El descontento popular con la manipulación de las elecciones por parte de los poderes gubernamentales siguió
desencadenando la aplicación de medidas excepcionalmente violentas en varios países. Defensores y defensoras fueron
a menudo blanco de ataques y agresiones violentas mientras documentaban los abusos, brindaban asistencia médica
a las personas heridas y hacían campaña por unas elecciones libres y justas.
Puede que las medidas drásticas adoptadas por muchas de las principales plataformas de redes sociales de expulsar
a miles de personas que incitan a la violencia y promueven la desinformación en EE.UU. a principios de 2021 atraigan
más la atención sobre el tipo de violencia online al que han sido sometidos los/as DDH durante años.
Desafortunadamente, esas empresas han sido con frecuencia demasiado lentas o inconscientes del grave peligro
cuando se les han presentado casos de DDH atacados/as online, especialmente en contextos donde existe un patrón
que sugiere que el ataque físico se produce a menudo después de dichas publicaciones. La Relatora Especial de la
ONU sobre la situación de los defensores y defensoras de derechos humanos señala en su informe de 2021 del 46°
período de sesiones del Consejo de Derechos Humanos, que «ha recibido testimonios de numerosos defensores que
indican que los asesinatos y los intentos de asesinato a menudo son la culminación de una serie de actos que entrañan
abusos, denigraciones y amenazas». En el inevitable debate sobre el alcance y los límites de la libertad de expresión y
el papel de las empresas de tecnología como moderadoras, es fundamental que se tengan en cuenta las voces y
experiencias de los/as DDH, quienes han tratado de señalar estos problemas durante años.
sus comunidades quedó evidenciada mientras los países encontraban arduas dificultades al hacer frente a una pandemia
de rápida propagación. Realizaron todo tipo de labores para dar respuesta a la situación y salvar vidas; desde educar
sobre las medidas de prevención del virus en aquellos Estados donde los gobiernos intentaron restar importancia a la
gravedad de la crisis, hasta dedicarse a labores humanitarias en zonas donde el Estado estaba en gran medida ausente
o había renunciado a sus responsabilidades. En los países donde las autoridades gobernantes gestionaron mal,
ignoraron o minimizaron la pandemia, el trabajo de estas personas fue particularmente importante. Sin embargo, no
fueron incluidas en la categoría de «trabajadoras esenciales» y se enfrentaron a castigos por intentar continuar con su
trabajo. Muchos defensores y defensoras se vieron obligados a combinar su labor de respuesta a la pandemia con su
trabajo diario de derechos humanos, y ese trabajo, especialmente en nombre de las personas más vulnerables,
conllevaba más riesgos y presentaba mayores desafíos en medio de una pandemia en la que los Gobiernos restringieron
aún más los derechos, reprimieron la disidencia y consolidaron su control. A menudo, las personas que defendían a los
grupos minoritarios más «visibles» fueron las más afectadas, entre ellas, las que defendían los derechos de las
comunidades LGBTIQ+, las trabajadoras sexuales y las personas refugiadas o migrantes, ya que frecuentemente vivían
y trabajaban en entornos hostiles para ellas donde las restricciones de movimiento limitaban sus opciones de seguridad.
Como consecuencia de este trabajo, los/as DDH fueron a veces objeto de ataques online y offline. Además, en un año
en el que muchas de las medidas de protección habituales no fueron posibles debido a las restricciones de movilidad,
estas personas se vieron obligadas a idear nuevas formas de garantizar la continuidad de su labor. En muchos casos,
esto implicó mejorar las habilidades en materia de seguridad digital, diseñar estrategias de protección sin desplazarse
fuera de su propia región y familiarizarse con la incidencia y la creación de redes online.
Muchos/as DDH se involucraron de forma significativa en la organización e incidencia online por primera vez en 2020,
exponiéndose a nuevos riesgos a través de la utilización de herramientas online. Los/as DDH tuvieron que trabajar desde
casa, a menudo sin acceso a las infraestructuras de seguridad digital que suelen tener en sus oficinas o lugares de
trabajo habituales. Además, durante los primeros meses del año, las organizaciones especializadas en seguridad digital
no tuvieron capacidad suficiente para dar respuesta a todas las solicitudes de asistencia recibidas por parte de los/as
DDH para establecer esta infraestructura de seguridad. A menudo utilizaban sus dispositivos personales para el trabajo,
lo que presentaba nuevas amenazas. Además, algunas ONG se plantearon hasta qué punto los protocolos de seguridad
de la organización podrían y deberían extenderse a los dispositivos personales. Por último, el uso generalizado de la
tecnología de vigilancia por algunos Estados supuso que los Gobiernos se aprovecharan de la dependencia sin
precedentes de los/as DDH a la tecnología para perseguirles y monitorearles.
La normalización de las reuniones virtuales permitió una mayor participación de defensores/as que, por las limitaciones
geográficas u otras circunstancias, probablemente no hubiesen podido asistir a las mismas de forma presencial. Este
apoyo entre compañeros/as fue fundamental para compartir sus opiniones y tácticas, pero también para fortalecer su
bienestar y sentido de empoderamiento en un momento en que el contacto social era mínimo. Si bien el cambio a las
reuniones virtuales presentó nuevas oportunidades, también puso de manifiesto la profunda brecha digital en términos
de acceso a dispositivos y recursos, conexiones estables a Internet y alfabetización digital, todo ello imprescindible para
sacar el máximo provecho a estas oportunidades. En el caso de los/as DDH de áreas rurales menos conectadas, las
restricciones de viaje hicieron que se obtuviera menos información sobre su situación de seguridad y que hubiese un
mayor retraso en el acceso a las medidas de apoyo adecuadas.
sometidas a largos retrasos en el procedimiento de sus casos como resultado del cierre de los tribunales. El caso de la
defensora de derechos humanos María Esperanza Sánchez detenida en Nicaragua es un ejemplo de ello. Arrestada en
enero por su liderazgo en el movimiento a favor de la democracia, sufrió varios ataques de asma que no fueron atendidos
adecuadamente, lo que provocó su hospitalización durante una semana. Al ser dada de alta, el personal de la prisión
se negó a seguir las recomendaciones de los/as médicos/as de la Cruz Roja Internacional, que le habían prescrito un
tratamiento diario con nebulizador. Al regresar a la cárcel, se encontró con que 30 internas presentaban síntomas de
fiebre, tos, diarrea y vómitos. A pesar de las recomendaciones médicas de mantenerla aislada, fue detenida en una
celda con varias presas enfermas. En julio, fue condenada a 10 años de prisión. A finales de este año, su salud seguía
deteriorándose y seguían negándose sus permisos a realizar visitas médicas.
Por su parte, la privación de tratamiento médico básico provocó la muerte de Azimjan Askarov de Kirguistán; a pesar
de que su salud se fue deteriorando durante semanas, no le hicieron la prueba de la COVID-19 ni le dieron acceso a la
atención médica adecuada. Claramente, Azimjan formaba parte de la categoría de personas de alto riesgo debido a su
avanzada edad y a su estado de salud deteriorado consecuencia del mal trato recibido durante los 10 años de prisión.
En Irán, si bien el 19 de abril fueron liberadas hasta 100.000 personas temporalmente de la cárcel para combatir la
propagación de la COVID-19, las DDH fueron en gran parte excluidas de esta medida. Arash Sadeghi, un defensor de
derechos humanos iraní que sufre una forma poco común de cáncer de huesos desde 2018, tuvo que posponer sus
chequeos médicos hasta finales de agosto como resultado de la respuesta ineficaz e ineficiente a la COVID-19 de las
autoridades en la prisión de Rajaee Shahr. Asimismo, se le negó el permiso por motivos médicos argumentando el
deterioro de su estado de salud. Varios/as DDH en prisión contrajeron el virus, entre otras personas las defensoras
Nasrin Sotudeh y Narges Mohammadi.13 A estas personas se les informó del resultado de sus pruebas verbalmente,
sin mostrarle los resultados, lo que les llevó a algunas a cuestionar si realmente habían contraído la COVID-19 o no.
En otros lugares, las autoridades utilizaron la amenaza de ser detenidos/as en entornos propicios para la COVID-19
para impedir que los/as DDH hicieran su trabajo. En India, la policía aumentó las detenciones de defensores y defensoras
activos en el movimiento contra la Ley de Enmienda de Ciudadanía a pesar de la pandemia. Dados los riesgos para la
salud de las cárceles superpobladas, los defensores y defensoras tuvieron que considerar, además de la posible
privación de libertad, el riesgo adicional para sus vidas a la hora de hacer su trabajo de defensa de derechos humanos.
En India, varios/as DDH contrajeron la COVID-19 en prisión, incluido Varavara Rao, de 80 años.
Los pueblos indígenas de la Amazonia fueron expuestos a un grave peligro por parte de agentes que se dedicaban a la
tala ilegal, la ganadería o la minería, ante quienes presentan una oposición pacífica. Por su parte, el Gobierno brasileño
siguió haciendo concesiones a las empresas. En estas circunstancias, los defensores y defensoras indígenas se enfrentaron
a un doble riesgo; ser el objetivo de estos agentes y que personas externas introdujeran la COVID-19 en sus territorios.
Como affirma la relatora especial de la ONU sobre los derechos de los pueblos indígenas, «los pueblos indígenas están en
aislamiento voluntario y muchos de ellos se encuentran en el Amazonas, por lo que tienen una menor inmunidad a las
enfermedades, pudiendo desaparecer fácilmente si una persona infectada entra en sus comunidades» . La comunidad
indígena de Brasil se vio especialmente afectada, ya que al menos 930 personas indígenas murieron a causa del virus. En
medio de la pandemia, se produjo en la Amazonia un aumento en los niveles de deforestación por segundo año
consecutivo, alcanzando su máximo en 12 años. En octubre de 2020, Brasil ya había igualado el nivel de deforestación
que había tenido lugar durante todo el 2019. Mientras el presidente Bolsonaro elogiaba a Brasil ante la ONU por tener una
de las mejores legislaciones medioambientales del mundo, en su país, durante su emisión semanal por internet a principios
de septiembre, se refería a las ONG que trabajan por el medio ambiente como un «cáncer difícil de erradicar».
Los altos riesgos a los que se enfrentan quienes defienden sus tierras o comunidades se ven a menudo agravados por
la lejanía de los lugares en los que viven. En caso de ataque, no pueden contar con un apoyo externo rápido, y deben
desarrollar sus propios mecanismos de defensa, como es el caso de la Guardia Indígena del Cauca en Colombia,
nombrada ganadora regional de América del Premio Front Line Defenders 2020. Entre sus múltiples actividades, esta
realiza acciones de protección colectiva en sus comunidades, imparte charlas de sensibilización y paz, patrulla sus
territorios, concede protección a los niños y niñas víctimas de acciones armadas, realiza acciones humanitarias de
rescate de personas heridas en el contexto del conflicto armado, lleva a cabo capacitaciones sobre minas antipersona
y organiza acciones de ayuda a las comunidades desplazadas de sus territorios. La Guardia Indígena ha sido objeto de
múltiples ataques como consecuencia de su labor, por parte de diferentes agentes que buscan quebrar la resistencia
pacífica de las comunidades que defienden. El aislamiento supone un agravante de los factores de riesgo, tal y como
se refleja en el protocolo implementado por un grupo de defensores y defensoras indígenas en el estado de Pará, en
Brasil, que explicó a Front Line Defenders que, en caso de emergencia, «enviarían a alguien en una embarcación rápida
a otra aldea por el río Tapajós, donde pueden subir a una montaña para enviar un mensaje de texto a su [contacto de
seguridad] en Itaituba».
El aislamiento supone un agravante de los factores de riesgo, tal y como se refleja en el protocolo
implementado por un grupo de defensores y defensoras indígenas en el estado de Pará, en Brasil, que
explicó a Front Line Defenders que, en caso de emergencia, «enviarían a alguien en una embarcación rápida
a otra aldea por el río Tapajós, donde pueden subir a una montaña para enviar un mensaje de texto a su
[contacto de seguridad] en Itaituba».
En un caso típico, en octubre en Sudáfrica, Fikile Ntshangase, una dirigente destacada de la Organización de Justicia
Ambiental Comunitaria de Mfolozi, asesinada a tiros por cuatro hombres armados en su casa delante de su nieto de
11 años. Al parecer, se había negado a aceptar un soborno para persuadirla de que firmara un acuerdo por el que
retiraría una demanda judicial contra la empresa minera Tendele Coal Ltd. Declaró: «Me niego a firmar. No puedo vender
a mi pueblo. Y si es necesario, moriré por mi pueblo». A finales de año no se había producido ninguna detención. La
ampliación prevista de la mina Somkhele de Tendele Coal Ltd, en la provincia de Kwa-Zulu Natal, suponía el traslado
de unas 200 familias de sus tierras ancestrales, lo que provocó importantes tensiones en la comunidad entre los que
estaban dispuestos a aceptar la indemnización y a trasladarse y los que se negaban. Veintiuna familias presentaron una
demanda contra Tendele; algunas de ellas recibieron amenazas de muerte y disparos en sus casas.
Tendele ha agravado la situación al culpar públicamente a las familias que se negaban a trasladarse por el posible cierre
de la mina. En una carta enviada a las familias en febrero, el director de desarrollo de negocio de Tendele escribió, «Es
lamentable que las familias de las casas con número [escrito] hayan chantajeado a la mina, a sus 1.500 empleados/as,
a muchas familias que han firmado contratos y, de hecho, a toda la comunidad». Esta fue la última de una serie de
cartas y declaraciones que, según la abogada Kirsten Youens, servía de provocación y «había alimentado las llamas de
la violencia al culpar a sus clientes de la inminente pérdida de puestos de trabajo». En Tailandia, un individuo
presuntamente vinculado a una multinacional del aceite de palma apuntó con una pistola a Dam Onmuang defensor del
derecho a la tierra. Este había sido un firme defensor del derecho a la tierra de las comunidadesy de la gestión de los
recursos naturales para las personas marginadas de Tailandia. Desempeñó un papel fundamental como coordinador
de la comunidad de Santi Pattana, asumiendo el liderazgo en la negociación de las disputas sobre la tierra con las
empresas de aceite de palma y las autoridades, a fin de proteger y salvaguardar la tutela de la comunidad sobre la tierra
y los recursos naturales. Este incidente fue el último de una serie de intentos de asesinato y amenazas de muerte contra
defensores/as del derecho a la tierra asociados a la Federación Campesina del Sur de Tailandia. En Filipinas, donde se
registró la segunda cifra más alta de DDH asesinados/as en 2020, el gobierno de Duterte continuó fomentando un
entorno en el que los asesinatos de defensores y defensoras del derecho a la tierra eran abiertamente alentados y
aprobados por un Gobierno que etiqueta por norma a estas personas de terroristas y comunistas.
En Zimbabue, los intentos de protesta que tuvieron lugar en julio contra la corrupción en torno a la respuesta a la COVID-
19 por parte del Estado fueron brutalmente reprimidos y no llegaron a tener éxito. Lo mismo ocurrió en Uganda, donde
las manifestaciones previas a las elecciones de enero de 2021 fueron dispersadas violentamente y murieron decenas
de personas. En todos estos casos, los/las DDH que estaban al frente de las manifestaciones fueron objeto de ataques
físicos, difamación y criminalización. La respuesta de las autoridades de Bielorrusia fue especialmente impactante; se
usó una violencia policial extrema en un intento de reprimir las protestas y los/las DDH documentaron cientos de casos
de torturas. Al final del año, más de 33,000 manifestantes habían sido arrestados/as. Las defensoras desempeñaron
un papel fundamental en el fortalecimiento del carácter pacífico del movimiento de protesta. En Bielorrusia,en respuesta
inmediata a la brutalidad policial tras las elecciones y la consiguiente posibilidad de que las protestas se volvieran
violentas, las defensoras reaccionaron jugando con la imagen de la mujer tradicional bielorrusa: protestaron vestidas de
blanco y cantaron canciones de cuna, dejando a la policía sin saber cómo actuar y ganando algo de tiempo para
desarrollar estrategias pacíficas. Dado que las manifestantes, incluidas las defensoras de derechos humanos, no eran
consideradas como una amenaza existencial para la élite política, en los primeros meses de las protestas la mayoría de
las veces no fueron detenidas o fueron puestas en libertad poco después de su detención. Más adelante, las autoridades
se dieron cuenta de representaban el mismo nivel de amenaza que los hombres, por lo que empezaron a utilizar niveles
similares de violencia contra ellas. A pesar de la brutalidad de las medidas de represión, la resiliencia de la sociedad
civil, que se negó a dejarse intimidar, fue extraordinaria. A ello contribuyeron, en parte, las nuevas alianzas entre DDH,
académicos/as, abogados/as y empresarios/as, que se unieron para dar una respuesta basada en derechos frente al
abrumador poder físico del Estado (consulte la página 41).
[legIslaCIón restrICtiva]
A lo largo del año, Gobiernos de todo el mundo han aprobado docenas de leyes que restringen aún más el espacio para la sociedad civil, a menudo
en el contexto de la COVID-19. A continuación se muestran ejemplos de legislación no relacionada con la COVID-19 cuyo impacto perjudicará a
la seguridad de los/as DDH a la hora de realizar su trabajo.
• En Guatemala, el Decreto Nº 04-2020, conocido popularmente como la Ley de las ONG, fue aprobado en febrero. Este decreto, que introduce
enmiendas al Decreto 2-2003, permite un mayor control gubernamental sobre las organizaciones nacionales y extranjeras. Uno de los aspectos
más preocupantes es la facultad que otorga al poder ejecutivo para suspender la personería jurídica de las ONG cuando se decide que realizan
actividades contrarias al «orden público».*
• En Nicaragua se introdujo la Ley de Regulación de Agentes Extranjeros, que obliga a todas las organizaciones o entidades que reciben fondos
de Gobiernos extranjeros, directa o indirectamente, a registrarse como «agentes extranjeros». Inlcuirse en este registro implica una prohibición
automática de participar en casi cualquier tipo de actividad política o electoral.
• En diciembre, el parlamento turco aprobó una ley para prevenir la financiación de la proliferación de armas de destrucción masiva. Esta ley
permite al Estado sustituir a cualquier miembro de una ONG que ocupe un puesto administrativo y cancelar las actividades de la organización
si la persona ha sido acusada de delitos graves, entre otros, de cargos relacionados con el terrorismo. Miles de DDH han sido procesados/as
desde el intento de golpe de Estado en Turquía en el 2016, muchos/as de ellos/as en virtud de la legislación para la seguridad o antiterrorista.
• En Rusia, el Ministerio de Justicia incluyó por primera vez a personas en el registro de «medios de comunicación extranjeros que desempeñan
las funciones de un agente extranjero». Hasta ahora, en el listado constan cinco personas, una de las cuales es el defensor de derechos humanos
Lev Ponomarev, director de la organización For Human Rights.
• En octubre, la Comisión de la Sociedad Civil de Trípoli (Libia) ordenó a todas las ONG registradas en los últimos cinco años que volvieran a
solicitar un nuevo registro o serían declaradas disueltas. En virtud del nuevo proceso de registro, las ONG debían firmar el compromiso de que
no se comunicarían con embajadas u organizaciones internacionales gubernamentales o no gubernamentales sin un permiso previo por parte
del ejecutivo.
• En diciembre, las autoridades griegas aprobaron una ley que impide a los/as trabajadores/as de las ONG compartir públicamente cualquier
información relacionada con el funcionamiento o con los/as residentes de los campos de refugiados del país, incluida cualquier preocupación
sobre posibles violaciones de derechos de las personas solicitantes de asilo en dichos campos.
• En la India, las enmiendas a la Ley de Regulación de Contribuciones Extranjeras (FCRA, por sus siglas en inglés) restringieron aún más las
posibilidades de financiación y organización de los defensores y defensoras. Entre otras medidas, se concedió un poder expreso al ejecutivo
para que realizara investigaciones y denegara permisos a los/las defensores/as acusados de cargos falsos; se redujo el máximo de los gastos
administrativos al 20% y se limitó de manera drástica la capacidad de las organizaciones más pequeñas para acceder a los fondos.
• La Ley Antiterrorista de Filipinas contiene definiciones demasiado amplias y poco claras de «terrorismo» y otorga a la policía el poder de declarar
a individuos u organizaciones «terroristas» o «partidarios del terrorismo», permitiendo su arresto sin orden judicial y la detención de sospechosos
sin cargos durante semanas.
• En mayo, el Parlamento de Níger aprobó una ley que autoriza la interceptación de determinadas comunicaciones enviadas por vía electrónica
con el fin de luchar contra el terrorismo, lo que provocó una gran preocupación entre los/as DDH por el posible uso indebido de esta ley por
parte de las autoridades para silenciar las voces disidentes.
* El 2 de marzo, la Corte de Constitucionalidad (CC) de Guatemala dejó temporalmente sin efecto las reformas a la Ley de
ONG aprobadas por el Congreso y sancionadas por el presidente Alejandro Giammattei. En el momento de redactar el pre-
sente informe, la CC seguía pendiente de dictar una resolución definitiva.
organizaron manifestaciones bajo el lema «salimos a la calle porque vienen a matarnos a nuestras casas». La violencia
contra los defensores y defensoras de la igualdad de la población dominicana de ascendencia haitiana y del antirracismo
aumentó en República Dominicana tras las protestas de BLM. Las amenazas directas, el acoso y la violencia racista
contra Reconocido y otras organizaciones y DDH, en particular afro-dominicanos/as, aumentaron a un ritmo alarmante.
Las autoridades no investigaron estos incidentes a pesar de las graves amenazas.
En Hong Kong, el movimiento que duró meses y que había sacado a millones de personas a las calles se vio
obstaculizado primero por la pandemia y luego por la promulgación repentina de la draconiana Ley de Seguridad
Nacional (NSL, por sus siglas en inglés), adoptada unilateralmente por las autoridades chinas. Según la nueva ley, la
expresión de opiniones políticas, las reuniones pacíficas, las críticas al Gobierno y la cooperación con agentes
internacionales —incluidas las organizaciones de derechos humanos y potencialmente las Naciones Unidas— podrían
ser criminalizadas y catalogadas como «secesión», «terrorismo», «subversión del poder del Estado» y «conspiración con
fuerzas extranjeras». Front Line Defenders tiene conocimiento de varias organizaciones de derechos humanos con sede
en Hong Kong que han suspendido su trabajo en la China continental y Hong Kong como consecuencia de esta ley. La
NSL también prevé su aplicación fuera del territorio, lo que permite utilizarla contra actividades de derechos humanos
realizadas fuera de Hong Kong por cualquier persona de cualquier nacionalidad. Este último punto es especialmente
preocupante ya que tiene el potencial de ejercer un efecto amedrentador sobre el activismo de la sociedad civil mucho
más allá de las fronteras de China. Los/las DDH de Hong Kong con sede en Irlanda, por ejemplo, dijeron a Front Line
Defenders que estaban reduciendo sus protestas mientras el tratado de extradición entre Irlanda y Hong Kong siguiera
activo (posteriormente se suspendió en octubre). Dado que la «Ley de Agentes Extranjeros» de Rusia de 2011 fue —y
sigue siendo— replicada en numerosos países, existe el temor real de que otros Estados adopten una versión de la
NSL de Hong Kong en un intento de limitar el activismo de derechos humanos que se desarrolla en terceros países.
Este tipo de ley podría utilizarse, por ejemplo, para atacar a los defensores y defensoras de derechos humanos radicados
en la UE que presionan para obtener sanciones específicas en el marco del recientemente anunciado Rgimen Global
de Sanciones de Derechos Humanos de la UE. Mientras que antes, a los/as activistas extranjeros/as se les denegaba
sistemáticamente la entrada a los países en represalia por su activismo en otros lugares, una «ley de seguridad nacional»
con el tipo de aplicación extraterritorial consagrado en la NSL de Hong Kong plantea la posibilidad de que, en su lugar,
ahora puedan ser detenidos y enfrentarse a graves cargos penales en caso de entrar o transitar por estos países. Incluso
sin este tipo de ley, los/las DDH siguen siendo perseguidos/as fuera de sus países de origen. El año pasado, dos DDH
baluchis de Pakistán fueron hallados muertos en circunstancias sospechosas en Suecia y Canadá. Sajid Hussain y
Karima Baloch, que salieron de Pakistán en 2012 y 2015 respectivamente, habían seguido poniendo de relieve la
cuestión de las desapariciones forzadas y los asesinatos en Baluchistán. Ambos recibían amenazas habitualmente tras
salir de Pakistán.
En varias ocasiones, Front Line Defenders señaló que había casos de «alto riesgo», a lo que las empresas respondieron
caso con sus contactos locales en Sri Lanka y que les habían respondido que «no había riesgos de violencia». Tampoco
se tuvo en cuenta que las campañas de difamación en las redes sociales podían exacerbar y hacer que explotasen las
tensiones comunitarias entre los/as IDP y las comunidades de acogida. Como resultado, la defensora tuvo que tomar
una serie de medidas de seguridad para protegerse de las posibles consecuencias de esta campaña de difamación.
Este tipo de respuesta insatisfactoria y la negación de los riesgos que habían sido identificados por los/as propios/as
DDH ponen de manifiesto el trabajo que tiene pendiente Facebook (y otras empresas de redes sociales que tienen
deficiencias similares) en materia de protección de los derechos humanos, especialmente en relación con las
comunidades vulnerables, a pesar de haber creado una junta de supervisión de derechos humanos. En esta línea, el
relator especial de la ONU sobre cuestiones de las minorías instó a la empresa en diciembre a «tener en cuenta los
derechos de las minorías étnicas, religiosas y lingüísticas a la hora de tomar decisiones, en particular sobre la incitación
al odio». El Dr. Fernand de Varennes animó además a Facebook a basarse en la Estrategia y Plan de Acción de la ONU
contra el llamado discurso del odio de 2019 pour définir le discours de haine.
En otros lugares ha habido ejemplos de buenas prácticas, si bien fueron casos que tardaron meses en resolverse. En
marzo, se cerró la cuenta de Facebook de un defensor de derechos humanos iraquí a petición de las autoridades
después de que publicara información y fotos de las fuerzas de seguridad iraquíes haciendo un uso excesivo de la
fuerza contra los/as manifestantes. Tras meses de conversaciones con el personal de Facebook, la cuenta se restableció
y verificó en octubre, lo que hizo más difícil que se cerrara de nuevo. Los defensores y defensoras también se enfrentaron
a intentos regulares de piratería informática destinados a debilitar su trabajo o a humillarlos. En Guatemala, a una
defensora de derechos humanos y periodista le hackearon su página de fans de Facebook perdiendo el control de su
propia página en la que se subieron fotos íntimas de ella y tuvo que enfrentarse a un intento de extorsión por otras
fotos. Además de utilizar las redes sociales para documentar los abusos contra los derechos humanos, los defensores
y defensoras también las utilizan a veces como una forma de protección, gracias a su gran número de seguidores/as
en la red o para dar a conocer públicamente su paradero cuando trabajan en zonas peligrosas.
El innovador Acuerdo de Escazú en América Latina, que entrará en vigor en abril, se ha conseguido gracias al trabajo y
esfuerzos de los/as DDH. Al reconocer por ley el papel de la participación pública a la hora de abordar los retos
medioambientales —y valorar la importancia de los/as DDH en este contexto—, este tratado pone de manifiesto la
interrelación entre la protección del medio ambiente y los derechos humanos y que uno no puede lograrse sin el otro.
Dicho esto, muchos de los países en los que los/as DDH corren más peligro en la región, como Brasil, Colombia,
Guatemala, Honduras y Perú, aún no han ratificado el tratado. Con la COP26 prevista para noviembre de 2021, los
Estados tienen la oportunidad de integrar a los defensores y defensoras de derechos de los pueblos indígenas, a la
tierra y al medio ambiente en sus estrategias de mitigación del cambio climático, al comprometerse con reducir los
gases de efecto invernadero en el marco del mecanismo de trinquete.14 Se espera que el nuevo compromiso de EE.UU.
con el clima acelere los procedimientos e incluya una mayor valoración del papel que desempeñan los/as defensores/as
en la gestión y protección de sus entornos. Sin embargo, existe el riesgo de que los avances en la lucha contra las
causas del cambio climático provoquen una mayor reacción contra los/as DDH que denuncian estas cuestiones.
También ha habido progresos en cuanto a empresas y derechos humanos, ya que la Comisión Europea se ha
comprometido a avanzar creando una iniciativa que exige a las empresas de la UE que lleven a cabo la debida diligencia
en materia de derechos humanos y medio ambiente en sus operaciones comerciales en todo el mundo. Se trata de un
avance prometedor que tiene la posibilidad de tener un impacto tangible en la seguridad de miles de DDH en todas las
regiones del mundo y, por ello, es vital que se tengan en cuenta los conocimientos y la experiencia de estas personas
en este proceso. Si bien la impunidad se da con frecuencia en los asesinatos de DDH en muchos países, existe también
la posibilidad de que los defensores y defensoras hagan uso del recientemente adoptado Régimen Global de Sanciones
de la UE en materia de derechos humanos, que les permite dirigirse a los «individuos, entidades y organismos...
responsables de graves violaciones y abusos de derechos humanos en todo el mundo, que hayan participado en ellas
o estén relacionadas con las mismas». En un momento en el que la tecnología se utiliza cada vez más para limitar los
derechos humanos y espiar a los/as DDH, se produjo en noviembre un avance prometedor cuando los/as
eurodiputados/as y el Consejo Europeo alcanzaron un acuerdo provisional sobre un nuevo conjunto de normas que
regulan la exportación de productos de doble uso de la UE que podrían ser «reutilizados de forma que se violen los
derechos humanos». Esto es importante para los/as DDH, ya que incluye las herramientas de cibervigilancia.
A pesar de los ataques, los estragos de la COVID-19, la pérdida de empleos, las restricciones de movilidad y la
imposición oportunista de legislación restrictiva, la resiliencia que han demostrado los defensores y defensoras en el
2020 ha puesto de manifiesto su valentía. Esto, junto con su labor crucial durante el transcurso del año, sirve para
recordar a la clase política de todos los países que facilitar un entorno propicio para estas personas debe ser una
prioridad, especialmente mientras el mundo sigue luchando contra la COVID-19.
7% CAMPAÑA DE DESPRESTIGIO
40%
¿CÓMO FUERON ATACADOS, ¿CUÁLES SON LOS SECTORES
LOS HOMBRES Y LAS MUJERES? MÁS RIESGOSOS?
VIOLACIONES (SE EXCLUYEN LOS ASESINATOS)
Porcentaje del total de violaciones
informadas a Front Line Defender por
sector
13%
7% 8%
5%
31%
24%
19% 19%
17%
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ANÁLISIS GLOBAL 2020
22
E
L IMPACTO DE LA PANDEMIA Y LAS RESPUESTAS ESTATALES A LA MISMA SE SUMARON A LOS
RIESGOS DE SEGURIDAD A LOS QUE SE ENFRENTAN HABITUALMENTE LOS DEFENSORES Y
DEFENSORAS EN AMÉRICA. QUIENES DEFIENDEN LOS DERECHOS DE LOS PUEBLOS INDÍGENAS, EL
DERECHO A LA TIERRA Y EL MEDIO AMBIENTE, JUNTO CON LOS DEFENSORES Y DEFENSORAS DE
LOS DERECHOS LGBTIQ+, LOS DERECHOS DE LA MUJER Y LOS SEXUALES Y REPRODUCTIVOS
SIGUIERON SIENDO ALGUNOS DE LOS/AS DDH MÁS PERSEGUIDOS/AS EN LA REGIÓN. ASIMISMO,
ESTOS GRUPOS TENDIERON A SER LOS MÁS AFECTADOS POR LA COVID-19, YA QUE, COMO OCURRE A
MENUDO, SE ENCUENTRAN AL MARGEN DE LA SOCIEDAD Y TIENEN UN ACCESO LIMITADO A LOS RECURSOS
O SERVICIOS DE SALUD.
En el año 2020 se produjo un aumento del nivel de violencia contra los/as DDH en Colombia, particularmente contra
quienes participan en la implementación del proceso de paz y en iniciativas voluntarias de erradicación de cultivos de
drogas o se oponen a la extracción agresiva de los recursos naturales. El confinamiento obligó a los defensores y
defensoras en riesgo a permanecer en el mismo lugar, mientras que sus estrategias de seguridad incluían medidas tales
como moverse frecuentemente. El Programa Somos Defensores (Colombia), una organización socia del HRD Memorial,
informó durante los seis primeros meses del año de un aumento del 61 % en el número de DDH asesinados/as en
comparación con el mismo período del año anterior. De esos, el 48 % tuvo lugar durante las restricciones impuestas
por el Gobierno o el confinamiento.
Tras la firma del Acuerdo de Paz (noviembre de 2016) y la desmovilización de las FARC y, en ausencia o presencia limitada del
Estado o aparato estatal, los grupos armados nuevos y existentes asumieron el control de territorios una vez controlados por el
grupo disuelto. Desde 2017, estas facciones beligerantes han competido por el control de los territorios en beneficio de sus ac-
tividades económicas y de tráfico ilícitas. Las personas defensoras de derechos humanos han quedado expuestas por el fracaso
del gobierno colombiano en la implementación de elementos cruciales del Acuerdo de Paz. Los líderes políticos han estigmatizado
a las y los defensores que evidencian la situación, mientras que las autoridades, en al menos un par de casos, han retirado las
medidas de protección a las y los líderes que enfrentan riesgos. Se ha dejado a las y los defensores de derechos humanos la
tarea de presionar para que se implementen los elementos cruciales de los Acuerdos de Paz y de promover programas de susti-
tución de cultivos en sus comunidades. Estos/as defensores/as, junto con quienes que defienden los derechos a la tierra, al medio
ambiente y los derechos de los pueblos indígenas, son objetivos constantes de los grupos armados. El año pasado vio la nueva
dimensión de estos grupos armados imponiendo violentamente cuarentenas, restringiendo movilidad y obligando a las comu-
nidades a cumplir como una medida para ejercer mejor su control y limitar las capacidades de quienes se oponen a sus actividades
ilícitas. La respuesta del Estado ha sido aumentar la presencia militar en estos territorios, lo que ha sido contraproducente y, en
última instancia, ha aumentado los niveles de violencia y riesgo para las comunidades y las y los defensores de derechos humanos.
Los defensores y defensoras del medio ambiente y de los derechos de los pueblos indígenas siguieron estando a la
cabeza de las amenazas de muerte y los asesinatos en toda la región, incluidos los perpetrados por la policía y las
fuerzas militares. Las declaraciones de los estados de emergencia o de sitio en Chile, Colombia, El Salvador, Guatemala,
Honduras, México y Perú provocaron la presencia de la policía y el ejército en la vida cotidiana, ya que estaban
encargados de velar por el cumplimiento de las medidas. En Chile, defensores y defensoras mapuches fueron objeto
de varios actos de agresión y detenciones arbitrarias. En medio de la crisis sanitaria, se rechazó la liberación de
veinticinco líderes y lideresas mapuche, quienes se encuentran actualmente en prisión como consecuencia de sus
actividades pacíficas.
En Honduras, se dispararon el año pasado los ataques contra las comunidades indígenas y los/as defensores/as de los
derechos ambientales y de estos pueblos, principalmente por parte de las fuerzas estatales. En mayo, Edwin Fernández,
miembro de la Organización Fraternal Negra Hondureña (OFRANEH) y del Comité Río Tinto, fue asesinado en su casa
delante de su familia. Tres desconocidos entraron y le exigieron que les entregara la llave del portón de seguridad de la
comunidad de Río Tinto. El Comité de dicha localidad había cerrado el acceso para proteger a la comunidad Garifuna15
de la COVID-19. Cuando Edwin se negó, lo mataron a tiros. Dos meses después, cinco líderes garífunas negros fueron
REGIÓN: AMÉRICAS
23
secuestrados por la fuerza por hombres armados vestidos con uniforme de policía; en el momento de la redacción de
este informe, siguen desparecidos. Los ataques también continuaron contra miembros del COPINH y DDH de Guapinol,
y las personas responsables tienen vínculos con intereses económicos y empresariales así como con otras partes
interesadas.
La impunidad endémica que reina en la gran mayoría de los casos de desapariciones y asesinatos garantiza la
permanencia de estas violaciones. En un ejemplo típico que tuvo lugar en septiembre, un juez en Tehuacán, México,
absolvió a tres presuntos autores de la desaparición de Sergio Rivera Hernández en 2018, a pesar de que múltiples
testigos los identificaron en el lugar de los hechos. Sergio, que seguía en paradero desconocido a finales de año, había
denunciado numerosas violaciones de derechos humanos contra comunidades indígenas locales así como daños
ambientales durante la construcción del sistema hidroeléctrico Coyolapa-Atzatlán. Defensores, defensoras y
comunidades indígenas fueron perseguidos/as en la región Miskito en Nicaragua, las regiones Bribri y Brörán en Costa
Rica y las regiones Mapuche en Chile. Asimismo, se produjo un aumento de los ataques contra las comunidades de los
territorios indígenas de Salitre, Térraba, Cabagra, China Kichá y Maleku en Costa Rica cuando defendieron sus derechos
como pueblos indígenas contra la ocupación ilegal de sus territorios. Estos incidentes incluyeron ataques con armas de
fuego, incendios provocados, amenazas de muerte, intimidaciones, daños a la propiedad y al menos el asesinato de un
defensor, Yehry Rivera. Ninguna de estas agresiones fue investigada de forma adecuada por parte de las autoridades
y tampoco se establecieron medidas de protección para los/as defensores/as.
Quienes abogan por el derecho a la tierra y los recursos, ya sean pueblos indígenas, defensores/as medioambientales,
agricultores/as o campesinos/as, han sido objeto de las mismas diatribas por parte de las élites que en años anteriores.
Gobiernos y agentes cómplices del mundo empresarial aprovecharon las medidas contra la COVID-19 para seguir
adelante con el acaparamiento de tierras y los desalojos masivos, con una oposición debilitada por las restricciones y
el virus. La eliminación de las salvaguardias ambientales en Brasil puso en riesgo a miles de comunidades y generó una
preocupación aún mayor entre los/as DDH sobre el acuerdo comercial propuesto entre la UE y Mercosur. Dicho acuerdo,
que sería el más importante de la UE, daría un acceso privilegiado al mercado de la UE a bienes procedentes de Brasil,
Argentina, Paraguay y Uruguay. Los/as DDH destacaron que esto conduciría a una mayor demanda europea de
productos, entre otros, de carne de res, lo que provocaría un aumento de la deforestación, el acaparamiento ilegal de
tierras, la degradación ambiental y la violencia contra las comunidades rurales e indígenas de la Amazonía. El caso de
Claudelice Santos (más abajo) es un ejemplo de los riesgos que suponen los ganaderos y agricultores de la región para
los/as defensores/as del medio ambiente. El hecho de que este acuerdo haya avanzado en un momento en el que la
UE está tomando medidas para reducir el impacto sobre los derechos humanos de las operaciones comerciales de
los que se enfrentaba en su hogar; a pesar de ello, siguió recibiendo amenazas de muerte y siendo objeto de
campañas de difamación y de hostigamiento judicial.
En junio, Kenia fue detenida arbitrariamente por la policía estatal en el estado de México. Fue acusada de robo agravado. Si bien se le concedió
la libertad condicional mientras durara el proceso judicial, fue detenida en octubre en el estado de Puebla acusada de «robo con violencia».
Días después, Kenia estuvo a punto de ser liberada mediante medidas cautelares que permitían que su investigación complementaria se realizara
fuera de prisión. Sin embargo, se presentaron nuevos cargos por «agresión en la vía pública» y permanece en una prisión de máxima seguridad
en Morelos, aislada de otras presas. Según Antonio Lara Duque, el abogado de Kenia que trabaja con el Centro de Derechos Humanos Zeferino
Ladrillero, su criminalización es «resultado del machismo y el sistema patriarcal que gobierna la federación y los estados de Morelos y de México,
donde no se permite que una mujer lidere la lucha social y [su arresto] busca servir de ejemplo para todas las personas que se atrevan a protestar».
empresas con sede en su territorio, pone de relieve algunas de las inconsistencias entre los valores expresados y las
acciones de la Unión.
Otros Gobiernos, entre ellos los de Perú, Honduras, México y Panamá, autorizaron la continuidad de los proyectos de
desarrollo, la deforestación y la minería a pesar del cierre de los negocios. El 23 de noviembre, 300 integrantes de la
Guardia Nacional se presentaron en el plantón zapatista de Apatlaco, México, para desalojar el campamento que se
encontraba resguardando el territorio. La Guardia Nacional permitió la entrada de maquinaria para reiniciar las obras de
construcción de un acueducto que forma parte del Proyecto Integral Morelos (PIM) los derechos al agua, a la libre
determinación, a la tierra y al territorio y a la vida de diversas comunidades particularmente, las de los ejidos de Ayala,
Morelos.
Las defensoras de derechos humanos se vieron obligadas a combinar su activismo con su papel de principales
cuidadoras, mientras luchaban contra el alarmante aumento de la violencia de género durante los periodos de
confinamiento. Algunas de las personas que perpetraron esta violencia también ocupaban puestos de poder dentro de
la comunidad de derechos humanos. Las protestas en México contra el fuerte aumento de la tasa de feminicidios y el
nivel de violencia de género se encontraron con la represión por parte de las fuerzas policiales estatales y municipales.
Entre otros incidentes, se produjeron detenciones arbitrarias e incomunicadas, desalojos violentos, falta de acceso a
asistencia legal o retrasos en dicho acceso, uso excesivo de la fuerza, incautación o daños a los equipos electrónicos
de los/as manifestantes y violaciones del derecho al debido proceso. El 9 de noviembre, un grupo de al menos 50
policías municipales golpeó a manifestantes y disparó con munición real durante una protesta contra la violación y el
asesinato de Bianca «Alexis» Lorenzana en la ciudad de Cancún, México.
En Chile, los ataques contra dos voceras mapuche son muestra de los desafíos específicos a los que se enfrentan las
defensoras indígenas. Nora Ñancul y Gricel Ñancul, quienes llevan años tratando pacíficamente para recuperar los
derechos sobre tierras indígenas ocupadas por agentes con intereses privados y estatales, fueron detenidas sin orden
Como resultado de sus esfuerzos, dos hombres fueron declarados culpables del crimen. Uno de ellos, un Claudelice fotografiada con su
granjero a gran escala, fue sentenciado a 60 años de prisión en 2016; sin embargo, la policía de Pará no ha madre en un momento de
hecho el intento de ejecutar la orden de arresto. El segundo, del mismo gremio, fue condenado a 42 años de alegría después de un año de
prisión en 2013, pero escapó en 2015 mientras era trasladado de una prisión a otra y desde entonces está ataques. A finales de año,
desaparecido. Además de su labor de defensa del medio ambiente y ante la falta de actuación por parte de enviaron una amenaza de
las autoridades estatales en el caso, Claudelice ha estado presionando en todo momento a la policía para muerte a la casa de su madre.
que actúe, y solicitando a la gente información sobre el paradero de los responsables.
En agosto, recibió una pista sobre la localización del culpable que escapó de la prisión en 2015, sobre la que informó debidamente a la policía.
Este dato dio lugar a la nueva detención del asesino convicto, y Claudelice sigue su lucha para llevar ante la justicia al segundo responsable. Sin
embargo, como resultado, las amenazas han ido a más y se ha visto obligada a abandonar la región por su seguridad. Tras el arresto, Claudelice
declaró:
«Cortaron uno, dos árboles, pero aparecerán mil, cinco mil árboles más. Así es como podremos hacer del mundo un lugar con esperanza, con
personas que vean el futuro con ojos esperanzados y sin miedo a perder la vida por la motosierra de la codicia y la malicia de quienes no están
de acuerdo con la idea de que el medio ambiente es vida y que quienes lo defienden también merecen vivir.»
REGIÓN: AMÉRICAS
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judicial por la policía en septiembre mientras trabajaban en tierras cercanas a sus casas con sus hijos/as pequeños/as.
La policía agredió verbal y físicamente a las mujeres y a sus hijos/as, utilizando un lenguaje misógino y racista antes de
arrojarlas al suelo y arrastrarlas por el barro. Una de las razones por las que las defensoras creen que fueron atacadas
de esta manera es por su rol de madres indígenas, «ampliando las generaciones mapuches», que choca con un modelo
económico basado en la extracción de recursos y el empobrecimiento y privación de derechos de dicho pueblo. En
Estados Unidos, las mujeres indígenas continuaron resistiendo a las continuas amenazas a sus territorios. A pesar de
la pandemia, las protestas contra uno de los proyectos de oleoductos de arenas bituminosas más grandes de
Norteamérica, el oleoducto Line 3, continuaron en la tierra de Anishinaabe al norte de Minesota; DDH indígenas y sus
aliados/as se enfrentaron a amenazas y arrestos acusados de «entrada ilegal».
A raíz de las medidas contra la COVID-19 adoptadas por el gobierno salvadoreño, se produjo un aumento significativo
en el país de los ataques contra defensoras y organizaciones de los derechos de la mujer, incluidas las activas en
espacios online. Periodistas y defensoras de derechos humanos fueron objeto de acoso, campañas de difamación e
intimidación, utilizando un lenguaje misógino, en represalia por su cobertura y análisis crítico sobre la gestión
gubernamental de la pandemia. En Guatemala, mujeres periodistas y defensoras de derechos humanos que trabajan
con Prensa Comunitaria y Ruda fueron acosadas mientras hacían su trabajo de informar y apoyar las manifestaciones
que tuvieron lugar en el contexto del Día de Acción Global por un Aborto Legal y Seguro. Se utilizaron perfiles creados
en las redes sociales por quienes se esconden detrás de una fachada ideológica «pro-vida» y «pro-familia» para intimidar
y acosar a periodistas y censurar y silenciar a las defensoras. En Brasil, los derechos sexuales y reproductivos siguieron
representando una lucha ideológica; las personas defensoras de estos derechos fueron objeto de amenazas,
criminalización y ataques. Los extremos a los que las autoridades estaban dispuestas a llegar en esta lucha se vieron
claramente en el caso de una niña de 10 años que fue violada y quedó embarazada. Funcionarios/as estatales, con el
apoyo del ministerio de Derechos Humanos, ejercieron una enorme presión sobre la niña y su familia para que no
abortara, a pesar de que el aborto es legal en casos de violación. Las activistas feministas que actuaron en defensa de
la niña fueron amenazadas y las reuniones organizadas por las defensoras fueron boicoteadas por extremistas. La
persona que realizó el aborto también recibió amenazas. En diciembre, el movimiento feminista «ola verde» en Argentina
consiguió revocar leyes regionales con la legalización del aborto hasta las 14 semanas por parte del Congreso. Esto se
produjo tras años de campañas del movimiento de mujeres de base, a menudo en entornos extremadamente hostiles.
Los/as defensores/as LGBTIQ+ se vieron particularmente afectados/as por la pandemia debido al estigma, la
Tribunal Supremo. Se trata de una acción judicial de control constitucional, conocida popularmente como
«ADPF de las Favelas», cuyo objetivo es que reconozcan y remedien las graves violaciones causadas por
la política de seguridad pública del Estado de Río de Janeiro a la población negra y pobre de las periferias
y favelas.
Gracias a esta iniciativa estratégica, los/as jóvenes negros/as que lideraban el movimiento lograron una
orden judicial para suspender las intervenciones policiales en las favelas durante las medidas de
confinamiento de la COVID-19. El reconocimiento de las prácticas racistas por parte de la Policía Militar y
«Morir por las balas o morir por
la prohibición del uso de helicópteros, entre otros equipos, supuso una gran victoria para la sociedad civil.
el virus. ¿Son estas las opciones
Sin embargo, el Gobierno del estado ha incumplido la medida en varias ocasiones, permitiendo redadas
para las favelas?»
policiales en contravención directa de la sentencia judicial. El 4 de diciembre, dos niñas que jugaban en
la puerta de sus casas fueron víctimas mortales de balas perdidas durante un operativo policial en Duque
de Caxias, ciudad del área metropolitana de Río de Janeiro.
discriminación y las tensiones familiares durante el confinamiento, así como por la pérdida de oportunidades de empleo,
las restricciones de movilidad, la falta de atención en los servicios de salud y el acceso limitado a herramientas y redes
de apoyo más allá de su comunidad. Además de a la continua precariedad laboral, la inseguridad económica, el aumento
de la falta de vivienda y el deterioro de su salud, los/as defensores/as de los derechos LGBTIQ+ se enfrentaron a la
violencia física. Defensoras trans fueron asesinadas por trabajar en defensa de la comunidad LGBTIQ+ y del derecho a
la atención médica para dicha comunidad, las personas trabajadoras sexuales y las que viven con el VIH/SIDA. En
México al menos cuatro defensores/as transgénero fueron asesinados/as durante el año. Mireya Rodríguez Lemus,
reconocida defensora de los derechos de las comunidades LGBTIQ+ y de las trabajadoras sexuales y presidenta de la
Asociación Unión y Fuerza de Mujeres Trans Chihuahuenses, AC fue una de las personas asesinadas. En septiembre,
su cuerpo fue hallado con signos de tortura en el municipio de Aquiles Serdán en Chihuahua tras llevar varios días
desaparecida.
Miembros del personal sanitario y periodistas que informaban sobre la pandemia fueron objeto de ataques en varios
países. En Chile, se reveló información personal -como el lugar de trabajo- de líderes y lideresas sociales, así como de
trabajadores y trabajadoras de la salud. Como consecuencia de ello, recibieron mensajes de odio y experimentaron
actos de intimidación y acoso. En Nicaragua, varios/as médicos/as perdieron su puesto de trabajo tras firmar una carta
en la que exigían el fin de la criminalización de miembros del personal sanitario que condenaban la falta de una respuesta
gubernamental adecuada a la pandemia y solicitaban el suministro de EPI. En Venezuela se produjo un aumento de los
ataques a organizaciones humanitarias, mientras que en Cuba, personas defensoras y periodistas fueron citadoas para
ser interrogadas y multadas por publicar imágenes que mostraban largas filas de personas comprando alimentos y la
presencia de militares en las calles. En Guatemala, la periodista y defensora indígena maya k'iche, Anastasia Mejía, fue
puesta bajo arresto domiciliario en octubre tras pasar más de un mes detenida. Fue acusada de «sedición» y «ataque
agravado» por participar y cubrir una protesta pacífica el 24 de agosto en Joyabaj, en la que se denunciaba la gestión
de los recursos para hacer frente a la pandemia de la COVID-19 por parte del alcalde.
Si bien los movimientos sociales se vieron afectados por el virus, las continuas protestas populares se extendieron por
la región en 2020. Las manifestaciones se enfrentaron al uso excesivo de la fuerza y la brutalidad policial en Colombia,
Chile, Cuba, Guatemala, México, Nicaragua, Panamá, Perú y Estados Unidos. En Cuba, al menos 132 personas, entre
ellas periodistas, artistas y DDH que participaron y cubrieron las protestas del 30 de junio contra la brutalidad policial
objeto de detenciones, cortes de internet y arrestos domiciliarios. En la segunda quincena de abril se produjeron al
menos 50 detenciones arbitrarias en Nicaragua en el contexto del segundo aniversario del inicio del movimiento de
protesta y de la crisis actual en el país. En noviembre tuvieron lugar en Perú las manifestaciones más multitudinarias en
20 años tras el dudoso impeachment del presidente. La policía respondió a los/as manifestantes con una fuerza excesiva,
lo que provocó la muerte de dos estudiantes y más de 200 personas heridas. Las personas defensoras que
monitoreaban las acciones policiales fueron objeto de acoso físico y verbal, mientras que el DDH Carlos Rodríguez fue
detenido durante 15 horas por intentar supervisar a las personas detenidas en una comisaría.
Tras el asesinato de George Floyd por la policía en Estados Unidos se inició la movilización popular más extendida en
el país desde el Movimiento por los Derechos Civiles en la década de los 60. Su asesinato, junto con los de Breonna
Taylor, Tony McDade, Ahmaud Arbery y muchos otros reflejó el racismo institucional y la brutalidad policial dirigida
contra las personas afroamericanas. Este racismo endémico planteó serias preocupaciones de seguridad para los/as
DDH negros/as que denunciaron las violaciones y exigieron justicia. Por su parte, manifestantes, activistas y periodistas
de todas las etnias que marcharon contra el racismo y documentaron las protestas se encontraron con una respuesta
policial violenta, que incluyó el uso de balas de goma, gases lacrimógenos, gas pimienta y, en algunos casos, munición
real. En un caso en Minneapolis la policía atacó una carpa de atención médica y disparó balas de goma contra las
personas que se encontraban dentro, incluidas las enfermeras que estaban asistiendo a las heridas. El presidente Trump,
repitiendo como un loro el discurso de líderes autoritarios y etnonacionalistas de todo el mundo, calificó de terroristas
a las personas que se habían manifestado de forma pacífica y envió unidades militares a las calles. Según la Unión
Estadounidense por las Libertades Civiles (ACLU, por sus siglas en inglés), se produjo el arresto de al menos 400
periodistas entre el 26 de mayo y finales de año, y solo durante las dos primeras semanas de protestas se detuvieron
a más de 17.000 manifestantes.
REGIÓN: AMÉRICAS
27
La violencia contra las personas que defienden la igualdad de la población dominicana de ascendencia haitiana y que
luchan contra el antirracismo aumentó después de que las protestas de BLM en Estados Unidos se extendieran a otros
países. Las amenazas directas, el acoso y la violencia racista contra Reconocido y otras organizaciones y DDH, en
particular afrodominicanos/as aumentaron a un ritmo alarmante. A pesar de la gravedad de las amenazas, las
autoridades no llevaron a cabo ninguna investigación. El 9 de junio, Ana María Belique, coordinadora de Reconocido,
Maribel Nuñez, activista anticolonial y periodista afro, y Fernando Corona, defensor de derechos humanos
afrodescendiente, fueron detenidos de forma arbitraria y agredidos físicamente por agentes de la policía mientras
encabezaban una manifestación pacífica contra el racismo en el parque de la Independencia de Santo Domingo en
honor a George Floyd. En los días previos a la manifestación, un grupo ultranacionalista subió un video a Twitter
amenazando con ejercer la violencia si la marcha seguía adelante. En Colombia, la Minga Indígena encabezó un
movimiento de protesta masivo contra el aumento de los asesinatos de líderes y lideresas sociales y comunitarios. Las
élites políticas acusaron a la Minga de estar involucrada con el movimiento guerrillero, allanando el camino para llevar a
cabo una respuesta militarizada a la protesta social, que contó con un uso excesivo de la fuerza y disparos
indiscriminados con munición real por parte de las fuerzas de seguridad.
En Brasil, los/as DDH que se presentaron a las elecciones locales corrieron un grave peligro. Los candidatos fueron
agredidos físicamente y las candidatas fueron objeto de numerosos intentos de humillaciones, ofensas y amenazas
para sacarlas de la esfera pública. Las defensoras de derechos humanos negras que se presentaron para ser elegidas
concejalas se enfrentaron a violencia en las redes sociales y fueron objeto de campañas de desinformación y ataques
por parte de piratas informáticos. Asimismo, fueron objeto de agresiones físicas y recibieron amenazas de que las
matarían si eran elegidas. Además, se denunciaron varios casos de violencia contra activistas LGBTIQ+ que también
se habían presentado a las elecciones.
La criminalización, el acoso judicial y el abuso de poder siguieron siendo tácticas comunes utilizadas por funcionarios/as
públicos/as y actores influyentes para intimidar a los defensores y defensoras y desmovilizar los movimientos y
organizaciones sociales. Las detenciones y arrestos arbitrarios, principalmente de defensores/as ambientales, feministas,
anticoloniales, de la libertad de expresión, del espacio cívico y de los derechos de los pueblos indígenas fueron muy
frecuentes en toda la región. En muchos casos, el acoso judicial y la criminalización de estas personas fueron solo dos
de las múltiples formas en las fueron castigadas por su activismo. El caso del líder estudiantil nicaragüense, John Cerna,
fue un ejemplo de ello. Tras su activismo a favor de la democracia, fue detenido arbitrariamente en febrero junto con
otros cuatro estudiantes. Se les obligó a firmar una orden de arresto en blanco y fueron trasladados a la cárcel de El
Chipote, en Managua. Después de que una persona de su familia visitara a Cerna en la cárcel en noviembre, informaron
de que el DDH presentaba graves signos de tortura física y psicológica y de que carecía de la atención médica adecuada
para tratar su epilepsia en la celda de máxima seguridad a la que había sido trasladado en septiembre.
Las campañas de difamación y los ataques online siguieron siendo habituales para muchos defensores y defensoras
en la región, en particular para las defensoras. De hecho, funcionarios/as gubernamentales de alto nivel y medios de
comunicación influyentes conspiraron para desacreditar y estigmatizar públicamente a los/as DDH. El 10 de mayo de
2020, la defensora de derechos humanos y artista trans negra Rosa Luz fue víctima de numerosos ataques en sus
redes sociales después de publicar un video sobre el racismo en la industria musical brasileña. Fue atacada por la
«oficina del odio»16 (gabinete do ódio), que afirmaba maliciosa y falsamente que Rosa Luz era una terrorista de izquierda
e instigadora del odio, y que estaba financiada por uno de los mayores bancos privados de Brasil. La artista recibió
amenazas de muerte a través de su cuenta de Instagram y fue ampliamente acosada en Twitter. Piratas informáticos la
amenazaron con revelar su información personal y dos de sus amistades cercanas también fueron atacadas online.
Como resultado de estas acciones, Rosa Luz se vio obligada a desconectarse por un tiempo y a reforzar su protección.
En El Salvador y México, las élites intentaron vincular a los/as DDH con grupos criminales o «intereses internacionales».
En agosto, el presidente de México puso en tela de juicio las fuentes de financiación recibidas por medios de
comunicación independientes y organizaciones ambientales que habían denunciado las vulneraciones de derechos
cometidas en el desarrollo del «Tren Maya» financiado por el Gobierno. Se trata de un controvertido proyecto ferroviario
de 1500 km que afectará a las comunidades indígenas y al entorno natural en la península de Yucatán. Como respuesta,
las organizaciones declararon públicamente los fondos que habían recibido e informaron a los mecanismos de rendición
de cuentas pertinentes. En Perú, un gobernador dijo a los medios de comunicación que el embajador de la India, en
una visita a las reservas de Chaparrí, podría correr peligro si salía de su vehículo, insinuando que los/as DDH y las
comunidades locales que participan en el activismo pacífico representaban una amenaza.
En América, los ataques y amenazas contra los/as DDH tuvieron lugar en un contexto de debilitamiento de las normas
regionales de derechos humanos y de progresiva normalización de la vigilancia digital de estas personas. Un informe
del Citizen Lab de la Universidad de Toronto reveló que los Gobiernos de Chile, Ecuador, El Salvador, Guatemala,
Honduras, México y Perú utilizan software suministrados por la empresa de vigilancia israelí Circles para espiar los
teléfonos móviles de sus ciudadanos y ciudadanas mediante la interceptación de llamadas, mensajes de texto (SMS) y
la localización de dispositivos a través de las redes. Asimismo, se reveló que el Ejército Nacional en Colombia había
participado en un espionaje bien orquestado de al menos 130 personas, entre las que había defensoras de derechos
humanos. En México, a pesar de la existencia de un historial bien documentado de ataques de espionaje contra
periodistas y defensores/as de derechos humanos y de la elección de un Gobierno autoproclamado de izquierda, estas
prácticas siguen siendo impunes. Además, funcionarios/as estatales corruptos/as están vendiendo software espía
sofisticados a los cárteles, que por su parte atacan habitualmente a los/as DDH que trabajan en temas relacionados
con los derechos de las personas migrantes en México. En un informe de 2019, Front Line Defenders describió cómo
grupos del crimen organizado atacaron y amenazaron a estos/as DDH debido a que su trabajo interfería con su negocio
de la trata y tráfico de personas. En 2020, Front Line Defenders documentó casos de amenazas, hostigamiento y
vigilancia contra defensores y defensoras de los derechos de las personas migrantes y refugios para personas migrantes
por parte de miembros del crimen organizado y de las fuerzas policiales locales y federales, principalmente a lo largo de
la frontera entre Estados Unidos y México.
15. Las personas garífunas son afrodescendientes e indígenas que viven principalmente en las zonas costeras de Centroamérica.
16. Un grupo informal vinculado al concejal de Río de Janeiro Carlos Bolsonaro (PSC), hijo del presidente, acusado de difundir noticias falsas y de
promover ataques online basados en ideologías de extrema derecha.
REGIÓN: AMÉRICAS
LAS CINCO VIOLACIONES PRINCIPALES
COMUNICADAS A FLD: ASIA Y PACIFICO 2020
VIOLACIONES
(SE EXCLUYEN LOS ASESINATOS)
42% DETENCIÓN/ARRESTO
54
asesinatos de ddh
registrados en asia
8% INTERROGATORIO
6% TORTURA/MALOS TRATOS
5% AGRESIÓN FÍSICA
38%
6% 6% 6%
27%
25%
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ANÁLISIS GLOBAL 2020
30
L
OS/AS DDH EN LA REGIÓN DE ASIA-PACÍFICO SE ENFRENTARON A AMENAZAS A SU SEGURIDAD Y A
ATAQUES A SU DIGNIDAD POR PARTE DE GOBIERNOS, FUERZAS PROGUBERNAMENTALES, INTERESES
CORPORATIVOS Y EXTREMISTAS RELIGIOSOS. EN ALGUNOS CONTEXTOS, FUERON SUS PROPIAS
COMUNIDADES Y MIEMBROS DE LA FAMILIA QUIENES EJERCIERON LAS AMENAZAS O AUMENTARON
LA VULNERABILIDAD DE LOS DEFENSORES Y DEFENSORAS FRENTE A LOS ATAQUES. LAS
DEFENSORAS CISGÉNERO Y LOS DEFENSORES Y DEFENSORAS LGBTIQ+ FUERON PARTICULARMENTE
VULNERABLES EN EL CONTEXTO DE LA COVID-19 Y LAS RESTRICCIONES IMPUESTAS POR LA PANDEMIA,
ENTRE OTROS, POR EL ACCESO LIMITADO A RECURSOS Y LAS RESTRICCIONES DE MOVILIDAD. GOBIERNOS
Y ACTORES PROGUBERNAMENTALES BUSCARON CONSOLIDAR EL PODER A EXPENSAS DE LA SEGURIDAD DE
LOS/AS DDH Y LAS COMUNIDADES A LAS QUE REPRESENTAN. EL PODER QUE BUSCABAN Y EJERCÍAN ERA
TANTO IDEOLÓGICO —A TRAVÉS DE DISCURSOS NACIONALISTAS, DERECHISTAS Y ANTI-MINORITARIOS—
COMO DE CONTROL Y ACCESO A LOS RECURSOS POR PARTE DE AGENTES ESTATALES Y NO ESTATALES
MOTIVADOS POR INTERESES ECONÓMICOS.
La pandemia limitó gravemente las posibilidades de los/as DDH para hacer incidencia, especialmente en la primera
mitad del año. Las restricciones de movilidad y la dificultad para acceder a plataformas online seguras y fiables aislaron
aún más a algunas comunidades locales. China e India, junto con otros Estados, continuaron con sus intentos de reducir
y reformular los estándares legales en materia de derechos humanos. En junio, el Consejo de Derechos Humanos de
la ONU adoptó una resolución supuestamente «win-win» sobre «cooperación mutuamente beneficiosa» propuesta por
China, tras un debate controvertido y con la objeción de un tercio de los miembros del Consejo. La resolución presentada
por China va en la línea de sus esfuerzos en la ONU para promover las «negociaciones» entre Gobiernos como principal
medio para abordar las cuestiones de derechos humanos en detrimento de un escrutinio crítico firme donde expertos/as
independientes de la ONU y la sociedad civil pueden jugar un papel muy activo. De manera similar, el Gobierno indio
intentó silenciar las críticas internacionales sobre su historial de derechos humanos. En enero, las autoridades indias
presionaron con éxito para detener un intento del Parlamento Europeo de adoptar una resolución de urgencia
condenando las violaciones de derechos humanos en India, concretamente en el contexto de la enmienda a la Ley de
En 2019 y 2020 se produjeron cambios políticos significativos en Afganistán, India, Sri Lanka y Maldivas. Por su parte,
los Gobiernos de Tailandia, Camboya, Myanmar y Filipinas intensificaron las restricciones a las libertades de reunión y
asociación. En India y Sri Lanka, Gobiernos represivos de derecha con un historial de persecuciones de DDH obtuvieron
un resultado abrumador en las elecciones locales y nacionales. Otros Gobiernos elegidos democráticamente renegaron
de los compromisos adquiridos en materia de derechos humanos, a costa de la seguridad y el bienestar de las
comunidades más vulnerables. El Gobierno de Aung San Suu Kyi ganó las elecciones en Myanmar, lo que supone una
clara señal de que, si bien el ejército está perdiendo su influencia política, las políticas de exclusión étnica y marginación
de la era militar se han trasladado al poder civil y siguen siendo favorecidas, o al menos aceptadas, por gran parte del
electorado. En Afganistán, el Gobierno ha demostrado no estar a la altura de su discurso público sobre la protección y
el apoyo a los defensores y defensoras de derechos humanos en el país. De hecho, Ibrahim Ebrat, un destacado
defensor que había sido amenazado anteriormente por los talibanes, fue asesinado en mayo en la provincia de Zabul.
En junio, dos miembros de la Comisión Independiente de Derechos Humanos de Afganistán, Fatima Khalil y Ahmad
Jawed, fueron asesinados en un ataque selectivo mientras viajaban a Kabul por motivos de trabajo. La periodista y
defensora de derechos humanos Malala Maiwand y su conductor fueron asesinados en Jalalabad el 10 de diciembre,
REGIÓN: ASIA-PACÍFICO
31
Día Internacional de los Derechos Humanos. Según los datos proporcionados por el Comité de Defensores y Defensoras
de Derechos Humanos de Afganistán y el proyecto HRD Memorial, al menos 17 DDH fueron asesinados/as en el país
en 2020, lo que representa la cifra anual más alta en el país desde el inicio del proyecto de documentación. Una Comisión
de DDH nombrada por el Gobierno está aún por hacerse plenamente operativa. El proceso de paz y la liberación de
miembros talibán de la prisión han provocado un aumentado de la vulnerabilidad de los/as DDH y de las amenazas
contra estas personas. En Filipinas, el Gobierno de Duterte, si bien posee un mandato democrático, es abiertamente
hostil al concepto de derechos humanos, y la impunidad generalizada es uno de los numerosos factores que explican
por qué se producen tantos asesinatos de DDH cada año. En Maldivas, el partido gobernante que había sido elegido
con un programa relativamente prodemocrático no preservó ni protegió el espacio de la presión de los grupos
extremistas. El cierre de la Maldivian Democracy Network (MDN) se mantuvo vigente durante 2020 y el personal se vio
obligado a reubicarse por su seguridad; por su parte, los activos de la organización fueron confiscados y las cuentas
bancarias cerradas sin previo aviso.
La formalización legal de la categorización utilizada durante años de los/as DDH como antiestado, traidores/as o
terroristas se aceleró en Hong Kong (ver Panorama global) y Filipinas, donde la Ley Antiterrorista fue aprobada
apresuradamente en julio. La ley contiene una definición demasiado amplia y vaga de terrorismo, quizás
intencionalmente, que puede utilizarse para perseguir a los/as DDH. Cualquier individuo, grupo u organización puede
ser declarado terrorista o partidario del terrorismo por la policía, a la que también se le han otorgado amplios poderes
para implementar acciones de vigilancia con poca supervisión, detener a personas sospechosas durante dos semanas
sin orden judicial y congelar activos. Grupos ecologistas y de defensa de los derechos de los pueblos indígenas han
No hay una cifra clara del número exacto de personas detenidas y encarceladas,
pero entre las detenidas se encuentran Safoora Zargar, Gulfisha Fatima,
Devangana Kalita, Natasha Narwal, Khalid Saifi, Meeran Haider, Shifa ur Mujeres manifestantes escuchan discursos en Shaheen
Rehman, Dr. Kafeel Khan, Sharjeel Imam, Asif Iqbal Tanha, y Umar Khalid. Se Bagh, donde se dio la protesta de unas cien mil personas el
observa un patrón de múltiples denuncias policiales, conocidas como Primer 12 de enero de 2020 contra la Ley de Enmienda de la
Reporte de Información (FIR, por sus siglas en inglés), presentadas a nivel Ciudadanía (CAA) aprobada por el Parlamento indio
individual contra personas defensoras, aplicando entre otras las leyes antiterroristas. El objetivo era prolongar el encarcelamiento,
independientemente de la decisión final, como por ejemplo, en el caso de Devangana Kalita y Natasha Narwal, quienes, si bien habían obtenido
la libertad bajo fianza en un caso, seguían en la cárcel a finales de año por cargos presentados contra ellas en un segundo caso.
Esta ha sido una estrategia peligrosa y especialmente preocupante dada la propagación incontrolable de la COVID-19 en las cárceles indias. En
Assam, los defensores de los derechos de los pueblos indígenas y de la tierra Akhil Gogoi, Dharjya Konwar, Bitu Sonawal y Manash Konwar fueron
detenidos y acusados de estar implicados en las protestas contra la CAA. A pesar de haber dado positivo en la prueba de la COVID-19 y de haber
obtenido la libertad bajo fianza, Akhil Gogoi permanece en la cárcel por numerosos FIR en su contra.
expresado su preocupación ya que temen que el Gobierno esté planeando utilizar dicha ley para intensificar sus
operaciones antiterroristas en áreas de protección medioambiental y destinar el uso de esas zonas para la minería y las
plantaciones. De los 25 asesinatos de DDH cometidos en Filipinas en 2020, el 84 % de las personas asesinadas
trabajaba en la defensa de derechos de los pueblos indígenas, a la tierra y al medio ambiente. En un impactante incidente
ocurrido el 30 de diciembre, nueve líderes y lideresas indígenas y DDH de la comunidad Tumanduk nga Mangunguma
nga Nagapangapin sa Duta kag Kabuhi (TUMANDUK) fueron asesinados/as a tiros en la isla de Panay durante una
operación policial y militar, presuntamente diseñada para quebrar la resistencia local que lucha contra la construcción
de una mega represa. Según varios/as testigos, algunas de estas personas fueron asesinadas mientras dormían.
Después de que los medios de comunicación informaran de la masacre, la policía puso una «etiqueta roja» a los/as
DDH indígenas, alegando que eran «comunistas» y, por lo tanto, «terroristas».
En India y Pakistán, la criminalización y arresto de DDH en virtud de las leyes de ciberseguridad y antiterrorismo siguió
siendo una práctica común. En India, más de 40 DDH fueron objeto de detenciones en 2020, muchos/as en virtud de
la Ley de (Prevención de) Actividades Ilícitas (UAPA, por sus siglas en inglés), la Ley de Seguridad Nacional (NSA, por
sus siglas en inglés) y la Ley de Seguridad Pública en la Cachemira administrada por India. Otras personas fueron
acusadas de sedición en virtud del Código Penal indio. La mayoría pertenecía a minorías étnicas o eran estudiantes
activistas que realizaban campañas pacíficas en contra de la regresiva enmienda a la Ley de Ciudadanía (CAA, por sus
siglas en inglés). Entre ellas había abogadas, periodistas y académicas, falsamente acusadas de estar relacionadas con
el caso Bhima Koregaon en 2018. En Pakistán, la familia de Gulalai Ismail siguió enfrentándose a cargos en virtud de
las leyes de ciberseguridad. Gulalai, una defensora de derechos humanos que hace campañas contra las ejecuciones
extrajudiciales, se vio obligada a huir del país por su seguridad. Por su parte, sus padres fueron criminalizados y su
padre fue objeto de varios intentos de detención. En Sri Lanka, el discurso que califica a los defensores y defensoras
El 12 de abril, el ejército filipino lanzó panfletos de propaganda desde helicópteros en zonas de la región
de la Cordillera, afirmando que las organizaciones locales de derechos humanos eran en realidad
integrantes de grupos rebeldes comunistas armados de la zona o que colaboraban con ellos. La CPA emitió
un comunicado criticando este desperdicio de recursos teniendo en cuenta las necesidades económicas
en medio de la pandemia. Esta acción tuvo como respuesta ataques online dirigidos por las páginas y
cuentas oficiales de las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional de Filipinas y sus partidarios. Entre otros,
descargaron fotos de sus cuentas personales y tergiversaron o editaron algunas de ellas para retratarles
como comunistas, terroristas y simpatizantes y reclutadores del Nuevo Ejército del Pueblo. La CPA había
sido previamente objeto de las llamadas «etiquetas rojas» en febrero, cuando se distribuyeron al público
panfletos en los que se le etiquetaba le groupe de «frente comunista».
Junto a estos incidentes, los líderes y lideresas de la organización notaron que su conexión a Internet se
había vuelto inestable. Un DDH informó de que de repente no podía acceder a su correo electrónico y que solo podía hacerlo mediante una VPN.
Una investigación más detallada sugirió que su conexión a Internet había sido específicamente atacada. En el momento de redactar este informe,
se habían emitido órdenes de arresto contra ese DDH acusado de falsos cargos de asesinato que le obligaron a cambiar temporalmente de
domicilio.
«No a CPP-NPA-NDF (Partido Comunista de Filipinas - Nuevo Ejército del Pueblo - Frente Nacional Democrático de Filipinas, por sus siglas en
inglés). Son el virus terrorista que infecta a la sociedad.
No nos preocupemos porque el Gobierno enviará lo que necesitemos. Así que no nos dejemos llevar por los grupos que prometen ayuda pero que
tienen un plan diferente, como las organizaciones aliadas al CPP-NPA. Utilizarán esta crisis solo para reclutar o recaudar para sus necesidades.
No nos dejemos engañar por estos grupos. Más bien, permítanos informarle de que existe un programa de Gobierno para todos los sectores,
incluidos los/as rebeldes que se rindieron, como el Programa Mejorado de Integración Global.
[Continúa hablando de los beneficios económicos y de subsistencia para los/as rebeldes que se rinden (con ejemplos) y piden cooperación y unidad]»
REGIÓN: ASIA-PACÍFICO
33
de derechos humanos de agitadores antiestatales o traidores se intensificó tras las elecciones presidenciales y
parlamentarias, mediante campañas dirigidas por el alto funcionariado del Gobierno, incluido el Primer Ministro.
Defensores y defensoras fueron citados para ser interrogados, objeto de una vigilancia generalizada, vilipendiados en
los principales medios de comunicación y se presentaron cargos en su contra. La periodista de investigación Dharisha
Bastians sufrió una redada en su casa y le confiscaron dispositivos electrónicos personales en clara represalia por sus
informes.
En Bangladesh, tras el brote de la COVID-19, las autoridades intensificaron el uso de la Ley de Seguridad Digital para
iniciar investigaciones y acusar a decenas de personas, incluidas DDH, por sus publicaciones online en las que criticaban
la respuesta del Gobierno en materia de salud pública a la pandemia. Según DDH locales, 430 personas fueron acusadas
en 2020 en virtud de dicha ley, comparado con las 206 de 2019. Las autoridades vietnamitas siguieron atacando a
defensores y defensoras bajo el Código Penal de 2018. En octubre, la defensora de derechos humanos, bloguera y
periodista Pham Doan Trang fue arrestada e inmediatamente acusada de «elaborar, almacenar, distribuir o difundir
información, documentos u objetos contra la República Socialista de Vietnam» en virtud del artículo 117 del Código Penal.
Se enfrenta a un máximo de 20 años de prisión y fue arrestada pocas horas después de que concluyera el Diálogo anual
de 2020 sobre derechos humanos entre Estados Unidos y Vietnam. Por su parte, en Camboya, Myanmar, Filipinas y
Tailandia se produjo un aumento de los arrestos de DDH. En medio de las protestas en curso por la reforma política en
Tailandia, los/as DDH prodemocracia fueron continuamente objeto de acoso y de un ciclo de arrestos, liberaciones bajo
fianza y nuevos arrestos. La infame ley de lèse majesté (que criminaliza las críticas a la monarquía) fue invocada
nuevamente para atacar a los defensores y defensoras, después de una suspensión extraoficial desde 2018.
En Camboya, tras el arresto del DDH y líder sindical Rong Chhun, se produjeron protestas generalizadas pidiendo su
liberación. En respuesta, las autoridades arrestaron a 19 DDH y artistas en poco más de un mes, y una docena de
estas personas fueron acusadas de «incitación» o «intentos de provocar el caos social». Estos arrestos se dirigieron
principalmente contra grupos liderados por jóvenes, entre ellos, Khmer Thavrak, Mother Nature, y la Khmer Student
Intellectual League Association. Por primera vez, la UE suspendió parcialmente las preferencias comerciales con
En Myanmar, se alcanzó el máximo de detenciones de estudiantes DDH en septiembre y octubre, antes de las elecciones
generales. Varias personas integrantes de la Federación de Sindicatos de Estudiantes de Birmania (ABFSU, por sus
siglas en inglés) fueron detenidas cuando organizaban protestas en diferentes ciudades en solidaridad con los/as
estudiantes de Rakhine que se manifestaban contra las continuas violaciones de derechos humanos por parte del
Gobierno y el bloqueo de Internet en el estado de Rakhine.
Las autoridades chinas intentaron reducir aún más la capacidad del cada vez menor número de abogados/as de
derechos humanos para asistir a sus clientes, asignando a letrados/as propuestos/as por el Gobierno a los/as DDH
que se enfrentaban a acusaciones, en lugar de permitirles elegir a sus propios/as representantes legales. En estos
casos, las personas designadas por el Gobierno no compartían información con las familias de los/as DDH y, como era
de esperar, no defendieron adecuadamente a sus clientes. En algunos casos, incluso se ocultó a las familias la identidad
e información de contacto de estos/as abogados/as. Con esta práctica, se niega a sus familias y al mundo exterior el
acceso a cualquier información relacionada con el bienestar de los defensores y defensoras, o con los detalles del
proceso penal, lo que reduce la oportunidad y eficacia de las acciones de incidencia tanto públicas como privadas. Por
su parte, los/as abogados/as de derechos humanos también fueron objeto de ataques en otros países de la región. En
marzo, agentes de policía agredieron a abogados/as de la Unión por las Libertades Civiles de la India (ICLU, por sus
siglas en inglés) y de otras organizaciones cuando intentaron acceder a las personas detenidas en una comisaría de
policía de Delhi. La ICLU ha brindado asistencia legal a estudiantes y manifestantes que han sido objeto de acoso,
detenciones y arrestos durante las protestas contra la ACC en toda la India. En Sri Lanka, continuaron las amenazas,
el acoso y los interrogatorios a K. Guruparan, académico y abogado; Guruparan representa a familias de personas
desaparecidas en un caso con presunta participación militar.
Los ataques físicos contra defensores y defensoras no cesaron durante la pandemia, concretamente contra quienes
defienden los derechos de las minorías. En Pakistán, Nayyab Ali, defensora transgénero de derechos humanos, fue
atada y golpeada durante casi tres horas por hombres no identificados que la amenazaron con matarla si continuaba
haciendo campaña por los derechos de las personas trans en Pakistán. En Nepal, la defensora indígena Bidya Shreshta,
que trabaja luchando contra los desplazamientos forzados y a favor de preservar y proteger los derechos culturales, fue
golpeada por policías armados y también se presentaron acusaciones contra ella y sus compañeros/as. En Mongolia,
una defensora de derechos humanos de la comunidad de pastores y pastoras que trabaja para mitigar el impacto
negativo de las industrias extractivas fue brutalmente golpeada. Por su parte, en India, mujeres indígenas y líderes/as
comunitarios/as que impulsaron la campaña contra la CAA fueron llevados a prisión, donde permanecen tras varios
meses sin cargos, por múltiples denuncias policiales bajo la regulación del Primer Reporte de Información (FIR, por sus
siglas en inglés).
La inclusión de este nuevo delito se considera un logro de la incidencia política activa por
parte de la sociedad civil y los defensores y defensoras de los derechos de las mujeres para
combatir la violencia sexual de los hombres en posiciones de poder frente a sus víctimas.
«Pequeñas vacunas contra la violencia doméstica», un grupo informal de personas voluntarias
activo durante el confinamiento, inició una petición de firmas en mayo y propuso dos
Esta imagen es una publicación viral de
enmiendas al Código Penal: 1) modificar la definición de violación para incluir la «falta de
Weibo en la cuenta oficial de Weibo de
consentimiento» como principio fundamental a la hora de determinar los delitos de agresión
Pequeñas Vacunas (que se iba a hacer
sexual y 2) añadir el delito de usar la posición de poder para cometer una agresión sexual y
pública pero fue censurada), donde se
definir mejor dicho concepto de «posición de poder».
muestra a mujeres publicando una foto de
ellas mismas sosteniendo un cartel que dice
En menos de diez días, la petición recibió más de 64.500 firmas, lo que, según los/as
«Pedimos modificar el Código Penal por el
organizadores/as, la convirtió en la petición más respaldada sobre los derechos de la mujer
bien de nuestras Estrellas». En este
en China. Muchas personas partidarias de esta campaña publicaron obras artísticas,
contexto, el término «Estrellas» se refiere a
compartieron su propia experiencia de violencia sexual y dejaron comentarios de apoyo en
niñas y jóvenes mujeres.
las redes. La petición fue enviada por correo a la Comisión de Asuntos Legislativos del Comité
Permanente del Congreso Nacional del Pueblo.
Las personas organizadoras dijeron que el enorme respaldo de la sociedad y la posterior adopción del nuevo proyecto de enmienda al Código
Penal demuestran que la opinión pública dominante reconoce la gravedad de la violencia sexual. Más importante aún, muestra que las personas
se sienten cada vez más empoderadas y están más dispuestas a participar en los procesos públicos para hacer a las autoridades más
responsables del cumplimiento por parte del Estado de la obligación de sancionar el acoso y la violencia sexuales.
REGIÓN: ASIA-PACÍFICO
35
En Asia, varios/as DDH fueron objeto de acoso e intimidación debido a su oposición a la apropiación de tierras por
parte de empresas. Los recursos económicos de algunas empresas también se utilizaron para tratar de silenciar a los/as
DDH que presentaron denuncias por violaciones de derechos humanos a través de Demandas Estratégicas contra la
Participación Pública (SLAPP, por sus siglas en inglés). En Tailandia, tres defensoras de derechos humanos, Angkhana
Neelapaijit, Puttanee Kangkun, y Thanaporn Saleephol, se enfrentaron a cargos de difamación presentados por una
empresa de pollos tailandesa, Thammakaset Company Limited, por expresar su apoyo en las redes sociales a otros
defensores y defensoras que estaban siendo acosados judicialmente por dicha empresa. Desde 2016, la compañía ha
presentado al menos 37 denuncias contra 22 DDH. Si bien los tribunales han desestimado muchos de estos casos o
han fallado en contra de la empresa, varios siguen abiertos y sirven para agotar los recursos ya limitados de los
defensores y defensoras. Un informe publicado en marzo por el Centro de Información sobre Empresas y Derechos
Humanos reveló que el sudeste asiático «se ha convertido en un foco de SLAPP y otras formas de acoso judicial contra
las personas defensoras de los derechos humanos».
A medida que los/as DDH se vieron en la obligación de utilizar herramientas online para poder continuar con su trabajo
durante la pandemia, se enfrentaron a un aumento de las ciberamenazas, el troleo, las campañas de difamación y los
ciberataques. Generalmente, quienes más los sufrieron fueron los/as DDH que defienden los derechos de los pueblos
indígenas, de las mujeres y de las personas y comunidades de género diverso. En Sri Lanka, la abogada de derechos
humanos Achala Senevirathne, representante de las familias de personas desaparecidas en un caso que implica a altos
mandos militares, fue objeto de ataques violentos y sexualizados en las redes sociales.
Cuando en un país se produce agitación en las redes sociales por un determinado asunto, las comunidades marginadas
o minoritarias, y quienes las defienden, se ven expuestas a menudo a un aumento significativo del riesgo. Un ejemplo
de esto tuvo lugar en julio en Pakistán, donde un hombre acusado de blasfemia fue asesinado a tiros en Peshawar.
Después del crimen se produjo una tormenta de tweets celebrando su asesinato y homenajeando al asesino, publicados
junto con fotos de él muriendo acompañadas del hashtag «blasfemia». Pronto, los tweets comenzaron a agrupar a
«liberales», miembros de la comunidad LGBTIQ+ y DDH con presuntos/as blasfemos, acompañados de un llamamiento
a la violencia contra estas personas. Varios de estos defensores y defensoras se pusieron en contacto con el equipo
de protección digital de Front Line Defenders para obtener ayuda sobre cómo mejorar su seguridad online y reducir el
impacto de los ataques. Si el trabajo de derechos humanos ya es delicado de por sí en Pakistán, en un entorno tan
agitado los riesgos a los que se enfrentan los/as DDH se multiplican y muchos/as detienen su labor hasta que pasa el
revuelo.
Se ha hecho uso de una estricta regulación financiera para impedir que los defensores y defensoras de la región se
organicen y accedan libremente a los recursos. Incluso las transacciones y transferencias económicas de poca cuantía
están sometidas a un intenso escrutinio por parte de bancos y agentes gubernamentales. En India, las enmiendas a la
Ley de Regulación de las Contribuciones Extranjeras (FCRA, por sus siglas en inglés) limitaron aún más el acceso a los
recursos, especialmente de las organizaciones más pequeñas. Asimismo, facultaron a las autoridades para realizar
investigaciones, —incluidas las acusaciones de conducta rebelde— antes de conceder una licencia en virtud de la
FCRA. En Sri Lanka, tras las elecciones presidenciales y parlamentarias de noviembre de 2019 y agosto de 2020
respectivamente, numerosos/as DDH, especialmente quienes trabajan en el norte y el este, afectados por la guerra,
recibieron visitas de oficiales de inteligencia y fueron interrogados/as acerca de su trabajo, registro y fondos. Estas
investigaciones fueron realizadas por el Departamento de Investigación Contra el Terrorismo a instancias del Banco
Central. La Ley de Seguridad Nacional de Hong Kong y su implementación autorizan al jefe de la policía a exigir a las
organizaciones o personas extranjeras que proporcionen información para facilitar las investigaciones de delitos contra
la seguridad nacional, entre otros, sobre los «activos, ingresos, fuentes de ingreso y gastos» de dichas organizaciones.
En toda la región se denunciaron ataques contra defensores y defensoras de los derechos de las minorías étnicas,
religiosas y lingüísticas, así como contra las comunidades a las que representan y con las que trabajan. Por otro lado,
siguieron apareciendo informes fiables sobre detenciones arbitrarias masivas y acciones de vigilancia de los/as uigures
y otras minorías de mayoría musulmana en Sinkiang. Se documentaron casos de esterilización forzada de mujeres
musulmanas, trabajos forzosos, restricciones discriminatorias en materia de expresión cultural y religiosa, así como la
destrucción de cementerios y lugares de culto en Sinkiang. Entre las personas que se cree que están bajo detención
arbitraria en Sinkiang hay un gran número de intelectuales uigures, entre ellas traductoras, escritoras, poetas y músicas,
cuyo trabajo sobre la cultura uigur es esencial para su vitalidad y existencia. El espacio cívico para los defensores y
defensoras de derechos humanos en dicha región es inexistente, ya que se encuentran en un contexto de vigilancia
generalizada con leyes y regulaciones represivas. Quienes defienden los derechos de los/as uigures y otras minorías
musulmanas, o expresan su preocupación por su masiva detención arbitraria, corren el riesgo de ser llevados a la vasta
red de campos de concentración de la región. Tursun Kaliolla, defensor de derechos humanos y exfuncionario uigur,
murió en diciembre de 2020 mientras estaba bajo custodia en Sinkiang. Fue detenido tras presentar una denuncia ante
las autoridades nacionales contra oficiales de Sinkiang por crear «centros de formación» que eran en realidad centros
de detención ilegales que albergaban a un gran número de personas inocentes sin cargos ni juicios pendientes, donde
eran objeto de malos tratos. Varios/as expertos/as alertaron de que las acciones represivas que China estaba llevando
a cabo en dicha región constituían un «genocidio cultural». En India, la mayoría de las personas perseguidas por protestar
contra la CAA pertenecían a la comunidad musulmana, si bien las manifestantes procedían de todas las comunidades
religiosas y étnicas. En Sri Lanka, defensores y defensoras tamiles y musulmanas, especialmente quienes trabajan
directamente con las víctimas de desapariciones forzadas y detenciones arbitrarias, defendiendo el derecho a la tierra
y buscando que se haga justicia por la violencia estatal, fueron objeto de vigilancia, largos interrogatorios y hostigamiento.
En Pakistán, las minorías religiosas y étnicas fueron atacadas por grupos extremistas. Por su parte, siguen vigentes las
leyes y políticas retrógradas, entre otras, la ley contra la blasfemia, a pesar del peligro que representan para las
comunidades minoritarias.
REGIÓN: ASIA-PACÍFICO
LAS CINCO VIOLACIONES PRINCIPALES COMUNICADAS
A FLD: EUROPA Y ASIA CENTRAL 2020
VIOLACIONES
(SE EXCLUYEN LOS ASESINATOS)
23% DÉTENTION/ARRESTATION
asesinato de ddh
1
registrado en europa
22% POURSUITES JUDICIAIRES y asia central
11%
32% 4%
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ANÁLISIS GLOBAL 2020
38
E
N TODA EUROPA Y ASIA CENTRAL, EL TRABAJO DE LOS/AS DDH SE VIO FUERTEMENTE AFECTADO
POR LAS MEDIDAS RESTRICTIVAS QUE ADOPTARON LAS AUTORIDADES PARA HACER FRENTE A LA
PANDEMIA DE LA COVID-19. AL IGUAL QUE EN OTRAS REGIONES, LAS RESTRICCIONES FUERON MÁS
ALLÁ DE LO QUE PODÍA JUSTIFICARSE POR MOTIVOS DE SALUD PÚBLICA Y SE UTILIZARON COMO
EXCUSA PARA ATACAR A ESTAS PERSONAS. EN MUCHOS PAÍSES SE LIMITÓ LA LIBERTAD DE REUNIÓN
Y LOS/AS DDH SE VIERON OBLIGADOS A DESARROLLAR NUEVAS FORMAS DE PROTESTA PACÍFICA,
COMO MANIFESTACIONES ONLINE, PROTESTAS SIMULTÁNEAS EN PEQUEÑOS GRUPOS Y MANIFESTACIONES
CON DISTANCIAMIENTO SOCIAL, QUE INCUMPLÍAN LA ESTRATEGIA DE SEGURIDAD GRUPOS REDUCIDOS.
Por otro lado, se restringió el acceso a las audiencias, incluso cuando la sala era lo suficientemente grande como para
permitir el distanciamiento social, como en el caso del abogado turco Levant Piskin; no se permitió al personal
diplomático holandés asistir a su audiencia a pesar de que había suficiente espacio. Asimismo, por motivos de la COVID-
19 se prohibieron las visitas de los/as familiares a personas defensorasque estaban en prisión, a pesar de que dentro
de las mismas a menudo las condiciones eran de hacinamiento e insalubridad. En Bielorrusia, además de las condiciones
horribles que sufrían en prisión, se impuso a los/as DDH un castigo adicional: la restricción en la entrega de paquetes
de comida con el pretexto del virus. A la mayoría de los/as DDH que estaban en prisión y padecían enfermedades con
síntomas similares a los de la COVID-19 no se le hicieron pruebas ni fueron aislados/as de los demás reclusos/as. Server
Mustafayev, un defensor de Crimea, se presentó en una audiencia judicial con fiebre y tos después de que los tribunales
hubieran estado paralizados durante tres meses a causa de la COVID-19. En septiembre fue condenado a 14 años de
prisión en una colonia penal, acusado de «pertenecer a una organización terrorista» y de «planificar la toma del poder
del Estado de forma violenta». Server es coordinador de Solidaridad Crimea, una organización de la sociedad civil que
lucha contra violaciones de derechos humanos, lleva a cabo observación de juicios y proporciona asistencia legal y
económica a las familias de las personas detenidas.
sus fronteras hacia Europa, que se encontraban cerradas desde 2016, se produjo un aumento de los ataques contra
el personal de las ONG en la frontera de Evros y en las islas del Egeo, especialmente en Lesbos, Quíos, Cos y Naxos.
Estos ataques consistieron en agresiones físicas, incendios provocados y en impedir el atraque de los barcos de las
ONG. En marzo, el campamento de Quíos fue destruido en un incendio provocado, y en Lesbos, el mismo mes, otro
campamento para personas refugiadas y migrantes gestionado por la ONG One Happy Family también fue
completamente quemado.
Los/as DDH que asistían a estas personas en la ruta de los Balcanes sufrieron acoso policial, agresiones físicas y
campañas de difamación. Zehida Bihorac, una maestra de la escuela primaria del cantón de Una-Sana, situado en la
frontera de la UE entre Bosnia y Croacia, recibió amenazas online, fue agredida por individuos no identificados y acosada
por la policía como consecuencia de su labor de asistencia humanitaria a personas refugiadas y migrantes. Tajana Tadić
que trabaja con la organización Are You Syrious? en Croacia, sufrió acoso policial en octubre y la condición de refugiado
de su pareja fue revocada tras un procedimiento secreto. La defensora de derechos humanos cree que se trata de un
acto de represalia por su labor de apoyo a personas refugiadas y migrantes. En Bosnia, Croacia y Grecia, se negó el
acceso a personas defensoras a los campos de refugiados y otras instalaciones. Debido al confinamiento, muchos/as
DDH y personas que trabajan en el contexto humanitario perdieron también el acceso a los asentamientos irregulares,
lo que expuso a poblaciones ya vulnerables a mayores riesgos.
Asimismo, ONG de otras zonas fueron objeto de ataques en el transcurso del año. Entre mediados de octubre y finales
de noviembre, al menos 13 grupos de derechos humanos de Kazajistán (entre ellos la Oficina Internacional de Derechos
Humanos y Estado de Derecho de Kazajistán, Kadyr Kasiet e Iniciativa Jurídica Internacional) recibieron notificaciones
Varias crisis políticas en la región aumentaron los riesgos de seguridad de los/as defensores/as. En Bielorrusia, las
elecciones presidenciales propiciaron un ambiente hostil tanto para los/as DDH como para toda la sociedad civil a lo
largo del año. Los ataques a los que se enfrentaron estas personas antes de las elecciones fueron evidentes; de hecho,
ocho de ellas que habían participado en protestas pacíficas durante los meses de abril y mayo fueron detenidas y
sufrieron acoso judicial. Seis de estas ocho trabajaban en la conocida ONG Centro de Derechos Humanos Viasna (HRC
Viasna, por sus siglas en inglés). Después de que el presidente en funciones Alexander Lukashenko se proclamara
vencedor en unas elecciones consideradas fraudulentas, las protestas masivas se enfrentaron a un nivel de violencia
sin precedentes y a un uso generalizado de la tortura y los malos tratos. Decenas de DDH se encontraban entre las
33.000 personas detenidas, muchas de las cuales fueron condenadas a penas de entre 5 y 15 días de detención
administrativa por «violar el procedimiento para celebrar una protesta» y por «desobedecer la orden legal de un agente
de la autoridad». Maria Rabkova, coordinadora del servicio de voluntarios de HRC Viasna y Andrey Chapyuk, un
voluntario, fueron acusados de «educar o preparar a personas para que participasen en disturbios masivos, o de financiar
tales actividades» y se enfrentaron a penas de hasta tres años de prisión. Las defensoras de derechos humanos fueron
esenciales para el desarrollo de mecanismos de apoyo para las personas que resultaron heridas durante las protestas.
Los/las DDH que más peligro corrieron fueron los/as periodistas que informaron sobre los resultados de las elecciones,
las protestas y la represión policial, con más de 400 detenidos/as entre agosto y finales de año. A finales de 2020, ocho
periodistas y representantes de organizaciones de apoyo a los medios de comunicación seguían bajo custodia en virtud
de una investigación penal; cuatro de estas personas formaban parte del Belarus Press Club. Katerina Borisevich,
corresponsal de TUT.BY, se enfrenta a una pena de hasta tres años de prisión por revelar información médica sobre
Raman Bandarenka, un manifestante que fue golpeado hasta la muerte en Minsk tras intentar impedir la destrucción de
una obra de arte que apoyaba a las protestas. Con el permiso de su madre, Borisevich publicó un artículo en el que
afirmaba que no había alcohol en su sangre, lo que contradecía la versión oficial del Comité de Investigación que
aseguraba que estaba borracho.
El Gobierno bloqueó el acceso a los datos de Internet de las teleoperadoras de telefonía móvil en un intento de frenar
las protestas, pero los manifestantes se las arreglaron a menudo para conectarse compartiendo el wifi desde sus
hogares. Las autoridades también restringieron el acceso a Internet para frenar el ritmo y la capacidad de organización
del movimiento. Los meses de lucha, la respuesta violenta y la ineficaz reacción internacional fueron factores que
La guerra de seis semanas entre Armenia y Azerbaiyán por Nagorno Karabaj se sumó a la presión que sufrían los/as
DDH en ambos países. Los defensores y defensoras armenios documentaron los crímenes de guerra y prestaron ayuda
humanitaria a las personas que huían de la región hacia las ciudades de Armenia. Si bien la sociedad azerí, incluida la
sociedad civil y algunos/as DDH apoyaban en gran medida esta guerra, las personas defensoras que se pronunciaron
en contra del conflicto fueron objeto de insultos, intimidaciones y amenazas de muerte e incluso algunas se vieron
obligadas a trasladarse para proteger su seguridad.
Las tendencias sociopolíticas conservadoras pusieron en riesgo la seguridad de los/as DDH en Andorra, Hungría,
Kirguistán, Macedonia del Norte, Polonia y Rusia, donde actores políticos se movilizaron para restringir aún más sus
derechos. En Andorra, Vanessa Mendoza Cortés, presidenta de Stop Violències, se enfrentó a presuntos delitos de
«calumnias hechas con publicidad» contra el Gobierno, «calumnias contra los copríncipes» y «contra el prestigio de las
activistas de «Stop Bzdurom» (Basta de tonterías), una iniciativa creada en respuesta a «Stop pedofilia»,
una campaña que asocia públicamente a las personas del colectivo LGBTIQ+ con las pedófilas. A través
de esta iniciativa también protestan contra las autoproclamadas «zonas libres de LGBT», que se han
declarado en el 30% del territorio del país. La campaña «Stop Bzdurom» consiste en actuaciones y
acciones callejeras para llamar la atención de la sociedad sobre la discriminación hacia las personas
LGBTIQ+.
instituciones» tras hacer unas declaraciones públicas en un documental sobre derechos sexuales y reproductivos en el
país y presentar un informe sombra en nombre de Stop Violències ante el Comité de las Naciones Unidas para la
Eliminación de todas las formas de Discriminación contra la Mujer el 19 de octubre de 2019. La defensora de derechos
humanos se enfrenta a un mínimo de cuatro años de prisión. En mayo, el parlamento húngaro rechazó la ratificación del
Convenio de Estambul17 haciendo caso omiso de la presión de la sociedad civil, ante la cual el Gobierno de Orban hacía
declaraciones en las que calificaba las preocupaciones de los/as DDH de «lloriqueos políticos».
En julio, las defensoras polacas Elżbieta Podleśna, Anna Prus y Joanna Gzyra-Iskandar fueron acusadas, en virtud del
artículo 196 del Código Penal, de «ofensa a las creencias religiosas» por haber usado carteles donde aparecía la Virgen
María con un arcoíris del color de la bandera LGBTIQ+ alrededor de la cabeza y los hombros. La primera audiencia
tuvo lugar en enero de 2021 y las acusadas se enfrentaban a una pena máxima de dos años de prisión si eran declaradas
culpables. Yulia Tsvetkova, una defensora rusa de los derechos de las mujeres y del colectivo LGBTIQ+, se enfrenta a
una condena de un máximo de seis años de prisión, acusada de distribuir pornografía por publicar en Internet dibujos
suyos y de otras personas mostrando el cuerpo femenino. Ya había sido multada por hacer propaganda de relaciones
En Polonia las defensoras de derechos humanos organizaron protestas masivas después de que el Tribunal
Constitucional dictaminara en octubre que se prohibiría la interrupción del embarazo por motivos de defectos congénitos
del feto, incluso cuando el feto no pueda sobrevivir fuera del útero. Estas resultaron ser de las protestas más
multitudinarias que habían tenido lugar en los últimos 30 años, y se organizaron en más de 400 comunidades de todo
el país, reuniendo a cientos de miles de manifestantes, en su mayoría mujeres, que lograron retrasar la ejecución de la
decisión, la cual, a finales de año, seguía sin tener efectos jurídicos. Las manifestaciones se enfrentaron a un uso excesivo
Azimjan Askarov dedicó 25 años a documentar los abusos de derechos humanos que se cometían en
Kirguistán. Fue detenido el 16 de junio de 2010, tras los violentos enfrentamientos que tuvieron lugar ese
mismo mes entre personas de etnia kirguisa y uzbeka en el sur de Kirguistán, en los que murieron más
de 400 personas. Fue torturado y condenado a cadena perpetua tras un juicio injusto en el que las
principales pruebas presentadas contra él eran confesiones obtenidas mediante tortura y testimonios de
policías que habían participado de los hechos
A pesar de los 10 años que pasó en la cárcel, Azimjan Askarov nunca perdió la esperanza de que se hiciera justicia; luchó hasta sus últimos días
para que se aplicara una decisión del Comité de Derechos Humanos de la ONU que ordenaba su liberación en 2016. Front Line Defenders tuvo la
oportunidad de visitarle en la cárcel en varias ocasiones, hasta que fuera trasladado en 2019 a la colonia penal número 18, donde sus condiciones
de detención empeoraron significativamente y sus visitas quedaron restringidas. A Front Line Defenders se le negó el permiso para visitarlo a
finales de febrero de 2020. Azimjan murió después de haberse quejado de su estado de salud durante semanas, si bien dichas quejas fueron
ignoradas hasta sus últimos días. Khadicha Askarova, su esposa, su confidente, su apoyo y su defensora lo acompañó en cada paso del camino
durante sus diez años de lucha por la libertad. Tras la muerte de Azimjan, el Tribunal Supremo se negó a reconocer a Khadicha como su sucesora
legal desestimando su recurso de casación.
de la fuerza, la criminalización de manifestantes pacíficos/as y la incitación a la violencia contra estas personas por parte
del funcionariado público. En Kirguistán, las mujeres que participaron en las protestas en el Día Internacional de la Mujer
también fueron víctimas de actos violentos. Las marchas celebradas en Bishkek y Bakú fueron atacadas por hombres
no identificados vestidos de civil, mientras que la policía detuvo a 70 manifestantes en Bishkek y hasta 20 en Bakú. Las
defensoras que organizaron la marcha en Bakú se enfrentaron a un ataque cibernético sin precedentes; dos de las
páginas web de las principales organizaciones fueron suspendidas y varias cuentas de redes sociales de la destacada
defensora de derechos humanos Gulnara Mehdiyeva y de otras defensoras de derechos humanos fueron hackeadas;
feministas y activistas queer que participaron en las marchas fueron objeto de campañas de difamación en las que se
las tildaba de ir en contra de los valores familiares tradicionales y de «mujeres despreciables de su país y prostitutas».
En Macedonia del Norte, el Tribunal Constitucional derogó la Ley de Prevención y Protección contra la Discriminación,
que había sido aprobada en mayo de 2019, por no cumplir los requisitos formales de procedimiento. El logro clave de
esta ley era que prohibía cualquier tipo de discriminación basada en la raza, el origen, la nacionalidad o la etnia, la
religión, las creencias políticas y, como punto crucial, incluía la orientación sexual y la identidad de género. Tras una
exitosa campaña liderada por DDH locales, la ley fue restablecida por el parlamento a finales de octubre. En contra de
la tendencia hacia el conservadurismo de algunas partes de la región, Montenegro legalizó la unión civil de parejas del
mismo sexo en julio, y el presidente declaró que la medida era «un paso orientado a las familias de las democracias
más desarrolladas».
la Comisión Europea y el Consejo de la UE —con Alemania ocupando la presidencia rotatoria— alcanzaron un acuerdo
histórico sobre los detalles de un nuevo mecanismo que condicionaría la financiación de la UE al respeto del Estado de
Derecho. El nuevo reglamento se aplicará a todos los fondos de la UE bajo gestión compartida a partir del 1 de enero
de 2021. En una importante sentencia que defendía los parámetros del activismo pacífico en favor de los derechos
humanos, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH) falló en contra de la condena de las personas integrantes
de un grupo de Boicot, Desinversión y Sanciones (BDS) en Francia, al considerar que sus actos no eran discriminatorios
en virtud del Convenio Europeo de Derechos Humanos.
En noviembre, una segunda sentencia del TEDH amplió el vínculo entre los derechos humanos, el medio ambiente y las
responsabilidades de los Estados al admitir la denuncia de seis activistas climáticos portugueses, de entre 8 y 21 años,
contra 33 Estados que no estaban reduciendo suficientemente las emisiones para cumplir los objetivos del Acuerdo de
París. Otra sentencia favorable para la defensa de los derechos humanos se produjo el pasado enero en Italia, cuando
el Tribunal Supremo de Casación rechazó el recurso presentado por la fiscalía italiana contra la liberación de la defensora
Carola Rackete, capitana del barco humanitario Sea Watch 3 e integrante de la ONG Sea Watch. El Tribunal dictaminó
que su detención era injustificada. El 2 de julio de 2019, una jueza del Tribunal de Casación dictaminó que Rackete no
había actuado en contra de la ley, ya que estaba «cumpliendo con su deber de salvar vidas humanas» y siguiendo las
leyes marítimas internacionales. A raíz de las peticiones de reforma del Paquete de medidas sobre la ayuda a la migración
ilegal de la UE, la Comisión Europea adoptó en septiembre unas orientaciones sobre la aplicación de esta ley, aclarando
que la Directiva de ayuda no puede interpretarse como una forma de permitir la criminalización de la actividad humanitaria
que exige la ley, tales como las operaciones de búsqueda y rescate. La Comisión Europea alentó a los 19 Estados
miembros de la UE, que aún no lo habían hecho, a hacer uso de la exención contenida en el artículo 1(2) de la Directiva
de ayuda para evitar la criminalización de la solidaridad, reconociendo que dicho instrumento se estaba usando cada
vez más en los procesos judiciales e investigaciones contra defensores y defensoras de derechos de las personas
migrantes en los Estados miembros desde 2018.
Los defensores y defensoras del derecho a la tierra y al medioambiente lograron algunos de sus objetivos a pesar de
las campañas de difamación y de los ataques públicos a los que fueron sometidos. En noviembre, la casa de Tahira
Manifestantes en la 17ª Marcha del Orgullo de Estambul en 2019, poco después de que la policía
dispersara de forma violenta la manifestación principal. Créditos : Ateş Alpar
Tibold, una de las Valientes Mujeres de Kruščica (BWK, por sus siglas en inglés), fue apedreada después de que el
Gobierno bosnio anunciara enmiendas para prevenir el impacto nocivo de las pequeñas centrales hidroeléctricas para
el medioambiente, y tras confirmar que no habría subvenciones gubernamentales para la construcción de estas centrales
después de 2020. BWK llevaba varios años luchando contra la construcción de centrales hidroeléctricas en los ríos
locales. Los defensores y defensoras de la tierra de la cordillera de Sinjajevina-Durmitor, en Montenegro, la mayor pradera
de montaña de los Balcanes, consiguieron aplazar un entrenamiento militar de la OTAN en sus tierras, que durante
milenios han servido de pastos a las comunidades locales. Para ello, les bloquearon el acceso a los pastos acampando
en las tierras a temperaturas bajo cero y negándose a marcharse. Sin haber consultado debidamente a las comunidades
locales, se están construyendo instalaciones militares que ocupan 7.500 hectáreas en el corazón de la Reserva de la
Biosfera del Río Tara, reconocida por la UNESCO. Las comunidades locales temen que el uso de explosivos y armas
en esta zona pueda causar daños irreparables al ecosistema. En Turquía, se impuso una multa de más de 500.000 TL
(más de 55.000 euros) a DDH que participaban en el movimiento Kaz Dagları Dayanışması (Solidaridad con el Monte
Ida). Se trata de un grupo de ecologistas que ha montado un campamento de protesta en las montañas del Ida para
oponerse a la deforestación que está llevando a cabo una empresa canadiense minera de oro.
En numerosos países de la región se produjeron ataques contra el personal de los medios de comunicación que
informaban de las violaciones de derechos humanos. Quienes criticaron la respuesta deficiente de sus Gobiernos a la
pandemia se enfrentaron a sanciones y persecuciones como consecuencia de sus reportajes. Por su parte, en Rusia
los defensores y defensoras se enfrentaron a cargos administrativos por presunta difusión de «desinformación». Avazmad
Ghurbatov, periodista de Tayikistán, recibió amenazas y fue atacado en dos ocasiones por hombres no identificados
por su cobertura de la COVID-19. En Serbia, Ana Lalić, periodista del portal Nova.rs, fue detenida el 1 de abril acusada
de causar pánico e inquietud por informar sobre la difícil situación en la que se encontraba el Centro Clínico de Voivodina.
Fue detenida e interrogada y se le incautaron sus equipos electrónicos. Periodistas a cargo de otros temas relacionados
con los derechos humanos también fueron objeto de ataques, como fue el caso de David Frenkel en Rusia, que fue
hospitalizado con un hombro roto tras ser agredido por la policía por investigar las irregularidades durante las votaciones.
En Chechenia, Elena Milashina, una periodista de investigación que trabaja para Novaya Gazeta, fue agredida junto con
la abogada Marina Dubrovina en Grozny, tras desplazarse a la ciudad para observar el juicio de Islam Nukhanov.
Nukhanov había sido detenido ilegalmente y torturado en el sótano del departamento del Ministerio del Interior en Grozny
tras subir un vídeo en YouTube en el que mostraba las lujosas casas del presidente de la República de Chechenia,
Ramzan Kadyrov, y sus aliados. Varios meses después del ataque, Ramzan Kadyrov publicó un vídeo en Instagram en
el que amenazaba de muerte a Elena Milashina por informar acerca de la propagación de la COVID-19 en Chechenia.
En Bulgaria, Francia y Polonia, periodistas que cubrían las acciones de protesta fueron víctimas de violencia policial.
Asimismo, activistas y periodistas anticorrupción de Francia, Hungría, Kirguistán y Ucrania fueron objeto de ataques.
En Kirguistán, periodistas de Kloop y de Azattyk, el Servicio Kirguizo de Radio Europa Libre/Radio Libertad (RFE/RL,
por sus siglas en inglés) recibieron amenazas relacionadas con su trabajo en una investigación conjunta con el Proyecto
de Denuncia de la Corrupción y el Crimen Organizado (OCCRP, por sus siglas en inglés) que revelaba la implicación de
oficiales de aduanas kirguises en una trama de contrabando por valor de más de 700 millones de dólares.
39% DETENCIÓN/ARRESTO
10
asesinatos de ddh
registrados en mena
18% ACCIÓN LEGAL
8% TORTURA/MALOS TRATOS
7% CAMPAÑAS DE DIFAMACIÓN
6% REDADAS/ROBOS/HURTOS
42% 15%
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ANÁLISIS GLOBAL 2020
46
E
N 2020, ADEMÁS DE LA PANDEMIA, LOS/AS DDH EN ORIENTE MEDIO Y EL NORTE DE ÁFRICA SE
ENFRENTARON A CONTINUOS CONFLICTOS ARMADOS, CRISIS ECONÓMICAS Y POLÍTICAS,
REGÍMENES OPRESIVOS Y EL DESPLIEGUE DE GRUPOS MILITARES ARMADOS. EN ARGELIA, IRAQ,
LÍBANO, TPO, SUDÁN Y SAHARA OCCIDENTAL SIGUIERON PRODUCIÉNDOSE MANIFESTACIONES
CONTRA LOS GOBIERNOS, MIENTRAS QUE EN EGIPTO Y LIBIA SURGIERON NUEVAS PROTESTAS
SOCIALES EN LAS QUE LOS/AS MANIFESTANTES EXIGIERON UN CAMBIO SOCIAL Y POLÍTICO BASADO
EN LOS DERECHOS HUMANOS. LOS/AS DDH DE LA REGIÓN FUERON OBJETO DE DETENCIONES ARBITRARIAS,
ACOSO JUDICIAL, SECUESTROS Y ASESINATOS DEBIDO A SU ACTIVISMO PACÍFICO EN DEFENSA DE LOS
DERECHOS HUMANOS.
En octubre se cumplió un año desde que el pueblo iraquí saliera a las calles a protestar contra la corrupción, la pobreza,
el aumento del desempleo y las políticas sectarias. En mayo, el nuevo primer ministro Mustafa Al-Kadhimi asumió el
cargo con la promesa de mejorar la situación en el país, si bien a finales de año se evidenciaron pocos cambios tangibles.
Los/as DDH que documentaron los abusos de la policía contra los/as manifestantes y denunciaron el papel de las
milicias armadas en los enfrentamientos contra estas personas fueron objeto de ataques. Al menos ocho defensores/as
que participaron activamente en el movimiento de protesta y que denunciaron la violencia estatal y las actividades de
las milicias armadas fueron asesinados/as en ataques selectivos. Desde el inicio del movimiento, la policía disparó
habitualmente munición real y perdigones para contener a los/as manifestantes pacíficos; murieron más de 600
personas. El 14 de agosto, Tahseen Osama Ali, miembro del Grupo de Jóvenes Civiles de Basora, fue asesinado a tiros
por dos intrusos enmascarados que irrumpieron en su apartamento. Apenas unos días antes, Tahseen había acusado
en una publicación de Facebook al jefe de la policía de Basora (el Teniente General Rashid Falih) de no proteger a los/as
manifestantes y de permitir que bandas criminales deambularan por la ciudad y mataran a activistas y periodistas. Cinco
días después, la defensora y doctora Reham Yacoub, también integrante del mismo grupo, fue asesinada a tiros por un
atacante en la parte trasera de una motocicleta cuando salía del gimnasio en su vehículo. Lodya Remon Albarty,
defensora de los derechos de las mujeres y de la juventud que había tenido un rol destacado en las manifestaciones,
recibió un disparo y resultó herida en agosto, junto con otra persona. Había recibido previamente amenazas de muerte
por parte de milicias debido a su labor de defensa de los derechos de las mujeres. Tras su intento de asesinato se llevó
a cabo una campaña de difamación online centrada en acusarla de haber estado en una relación con una de sus
colegas, y en afirmar que su familia estaba detrás del intento de asesinato por tratarse de un «crimen de honor». Las
En Líbano, el activismo de las personas defensoras estuvo marcado por la actual crisis económica y política. En agosto,
pocos días después de la fatal explosión en el puerto de Beirut, las calles de la capital se llenaron de manifestaciones,
lo que provocó la dimisión del Gobierno libanés. Esto aumentó la incertidumbre política en el país y la renuncia no fue
suficiente para calmar el profundo descontento con la forma en que se había gestionado el país; los/as manifestantes
protestaron contra la corrupción gubernamental endémica y la mala gestión de la economía. Las fuerzas de seguridad
libanesas se enfrentaron a los/as protestantes con gases lacrimógenos y balas de goma, causando heridas entre
manifestantes y varios/as DDH. En 2020, el departamento de Ciberdelincuencia citó a varios defensores y defensoras
para interrogarles por su uso de las redes sociales para organizar y sostener el movimiento.
La destacada participación de las mujeres en las protestas brindó a las defensoras de derechos humanos la oportunidad
de expresar sus preocupaciones por las formas persistentes de discriminación y violencia contra las mujeres en el
Líbano. En agosto, activistas feministas y organizaciones destacadas del movimiento de los derechos de la mujer
promovieron un plan de respuesta a desastres con perspectiva de género. para garantizar la representación de las
mujeres, el acceso a los servicios de salud, los derechos de salud sexual y reproductiva y prevenir y combatir la violencia
contra las mujeres en el contexto de la COVID-19. Como resultado de la crisis económica, miles de trabajadores y
trabajadoras migrantes, en su mayoría mujeres, perdieron sus empleos y muchos/as se quedaron sin hogar. Los
defensores y defensoras de derechos de las personas migrantes se enfrentaron a acciones discriminatorias en su lucha
por conseguir un mejor trato para los trabajadores y trabajadoras migrantes y corrieron el riesgo de ser objeto de
despidos y deportaciones debido a su activismo. Como resultado, algunas de estas personas han optado por trabajar
de forma más discreta.
El rápido cambio al teletrabajo como consecuencia de la pandemia expuso a los/as DDH a riesgos relacionados con la
seguridad digital, sobre todo porque muchas de estas personas no tienen suficientes conocimientos, recursos o la
capacitación previa necesaria para mantenerse actualizadas de los últimos protocolos y tácticas en materia de seguridad
digital. Por ejemplo, en Iraq, la organización de derechos de las mujeres Pana Center for Combating Violence Against
Women fue objeto de múltiples ciberataques e intentos de hackeo de su cuenta de redes sociales y de infectar los
dispositivos de la organización
La criminalización, incluyendo largas penas de prisión y un trato espantoso en la cárcel, fueron castigos frecuentes entre
de desacato a las autoridades públicas y se introdujo el delito de publicación de noticias falsas para socavar la
seguridad o el orden público.»
Walid Kechida, caricaturista, bloguero y fundador de la página de Facebook Hirak Memes, fue detenido en abril y
recluido en prisión preventiva durante más de siete meses acusado de «ofender al presidente» por publicar
caricaturas satíricas en las redes sociales. El 4 de enero de 2021 fue condenado a tres años de prisión.
los/as DDH en Irán. En abril y mayo, los defensores y defensoras de derechos laborales recibieron citaciones del juzgado
acusados/as de nuevos cargos, y sus solicitudes de libertad temporal fueron rechazadas arbitrariamente durante la
pandemia. Jafar Azimzadeh, Parvin Mohammadi, Nahid Khodajou, Shapour Ehsanirad, Esmail Abdi y Mohammad Habibi
fueron objeto de ataques por haber criticado la decisión del Gobierno de aumentar solo marginalmente el salario mínimo
tras haber llevado a cabo unas negociaciones en las que se excluyó a las partes interesadas que trabajan pacíficamente
por los derechos de los/as trabajadores/as y empleadores/as. Asimismo, los ataques contra los defensores y defensoras
de los derechos laborales en prisión se produjeron cuando criticaron la gestión del Gobierno durante la pandemia de la
COVID-19 en relación con las condiciones de las prisiones y la liberación temporal de las personas encarceladas. En
junio Sepideh Gholian defensora de los derechos laborales, comenzó a cumplir una condena de cinco años de prisión
por los delitos de «reunión y conspiración contra la seguridad nacional»; se negó a solicitar el perdón del Líder Supremo
de la República Islámica de Irán. Las defensoras de los derechos de las mujeres, entre ellas Yasaman Aryani, Raheleh
Ahmadi y Monireh Arabshahi siguieron cumpliendo largas penas de prisión acusadas de «incitar a las personas a la
prostitución y a cometer actos inmorales» por su campaña pacífica contra el hiyab obligatorio para las mujeres en Irán.
Después de que el Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica admitiera haber derribado el vuelo 752 de la Ukraine
International Airlines en enero de 2020, en el que murieron los/as 176 civiles a bordo, se procesó a DDH que organizaron
manifestaciones. Bahareh Hedayat, defensora de los derechos de los/as estudiantes y activista por los derechos de la
mujer, fue condenada a cuatro años y ocho meses de prisión el 25 de julio.
La tortura y los malos tratos se extendieron en las cárceles de la región. En Arabia Saudí, Abdullah Al-Hamid murió en
abril en el hospital después de haber estado en coma durante 15 días. Su muerte fue consecuencia directa de los malos
tratos a los que fue sometido en prisión, entre otros, la privación de la atención médica necesaria que el personal médico
habían solicitado reiteradamente a las autoridades. Asimismo, en octubre aparecieron denuncias de agresiones sexuales
y casos de tortura de defensoras de derechos humanos en las cárceles saudíes, tras la publicación de un informe antes
de que Arabia Saudí albergara la cumbre del G20 en noviembre. En Egipto, los/as DDH fueron frecuentemente
sometidos/as a torturas y malos tratos durante los interrogatorios. En febrero, Patrick George, investigador de la Iniciativa
Las modificaciones también penalizan los actos que impliquen violencia de género
y brindan una mejor protección para las mujeres. En septiembre, el Gobierno
acordó los principios para separar el Estado de la religión, poniendo fin a 30 años
de ley Sharia. Los/as DDH en Sudán tienen la esperanza de que estas y otras reformas legales allanen el camino para que puedan llevarse a cabo
investigaciones sobre las violaciones de derechos humanos cometidas en el pasado por actores estatales. A pesar de estos avances positivos, las
estrictas condiciones para el registro de las organizaciones de la sociedad civil siguen vigentes. Los/as DDH siguieron siendo objeto de amenazas,
detenciones, intimidación, acoso y amenazas de muerte. Los ataques armados en Darfur y otras partes de Sudán, a menudo seguidos de cortes
de Internet, complicaron mucho el trabajo de documentación y seguimiento de las violaciones de derechos humanos por parte de los/as DDH.
Egipcia por los Derechos Personales, fue torturado con descargas eléctricas durante su interrogatorio por la policía; la
fiscalía ordenó entonces su retorno a prisión preventiva.
Quedó poco espacio físico en la región para el trabajo de los/as defensores/as LGBTIQ+; sin embargo su trabajo
persistió. Las personas que intentaron defender abiertamente los derechos de esta comunidad fueron objeto de
campañas de difamación, acoso, detenciones y ataques. A finales de enero, Rania Amdouni, integrante de Damj
(Asociación Tunecina por la Justicia y la Igualdad), sufrió una campaña intensiva de acoso en redes sociales, que fue
amplificada por clérigos en varias mezquitas de Túnez. Se le tildó de «hereje» por su labor de defensa de los derechos
de la comunidad LGBTIQ+, y también recibió amenazas de muerte. Asimismo en Túnez, el ganador del premio Front
Line Defenders 2019, Badr Baabou fue objeto de una vigilancia constante por parte de la policía. Su casa fue allanada
y destrozada, pero la policía no tomó ninguna medida para investigar el incidente. La Organización Rasan, una ONG
que defiende los derechos de las personas LGBTIQ+ en Kurdistán, estuvo en el punto de mira de un canal de televisión
por satélite cercano a los principales partidos islámicos, donde se alegó que su trabajo violaba las costumbres y
tradiciones de la sociedad kurda conservadora. El canal emitió un documental atacando a la organización y la comunidad
LGBTIQ+ en Solimania. Rasan ha sido objeto de numerosos ataques cibernéticos en su página de Facebook, y sus
miembros también han sido acosados/as en las redes.
La comunidad LGBTIQ+ de Marruecos recibió ataques online de cientos de personas en Facebook e Instagram, después
de que una influencer marroquí de Instagram residente en Turquía alentara a sus seguidores/as a descargar aplicaciones
de citas gay con la supuesta intención de poner de manifiesto la hipocresía de la sociedad marroquí, mostrando cuántas
personas LGBTIQ+ viven en el país, donde la homosexualidad es ilegal. Esto dio lugar a una campaña masiva en la que
la gente se abrió cuentas en dichas aplicaciones y compartieron fotos en Facebook e Instagram, revelando la
homosexualidad de las personas y provocando que fueran excluidas y sometidas a cosas peores. En Egipto, Iraq y
Libia, los ataques online contra DDH que defienden los derechos de las personas LGBTIQ+ generaron campañas de
movilización social contra estas comunidades; los medios de comunicación locales aprovecharon lo que estaba
sucediendo en las redes sociales para informar sobre estas tendencias y, al hacerlo, difundir aún más el mensaje
homofóbico que contienen.
En Marruecos, varios/as DDH fueron objeto de acusaciones como consecuencia de haber realizado ciertas publicaciones
en las redes sociales. Omar Naji fue acusado de «difamación», «difusión de noticias falsas con el propósito de insultar
a las instituciones públicas» y de «publicar fotos de personas sin su consentimiento» en relación a una publicación que
hizo en Facebook en la que defendía los derechos económicos de los/as vendedores/as ambulantes. El defensor
ambiental argelino Mohad Gasmi fue enviado a prisión preventiva en junio tras ser acusado de «enaltecimiento del
terrorismo» por unas publicaciones de Facebook en relación con su participación en protestas pacíficas organizadas
por un movimiento anti-fracking en el sur de Argelia. Jasser Jaser, un defensor de derechos humanos palestino, fue
arrestado por la Autoridad Palestina como consecuencia de unas publicaciones en redes sociales en las que defendía
los derechos económicos del pueblo palestino; fue acusado de «transmitir noticias insultantes» y condenado a tres
meses de prisión, si bien fue exculpado el 8 de diciembre. La destacada empresa israelí, NSO Group Technologies,
que vende sofísticado software espía a regímenes de todo el mundo sin ningún tipo de control sobre cómo será usado,
proporcionó a muchos Gobiernos de la región las herramientas para dirigirse contra defensores y defensoras de
derechos humanos. En julio, un tribunal de Tel Aviv rechazó la petición presentada por Amnistía Internacional de revocar
la licencia de exportación de NSO Group.
En septiembre, los/as DDH beduinos indígenas de Israel, Aziz Abu Madhi’m, Saleem Abu Madhi’m y Sheikh Sayah Abu
Madhi’m, fueron condenados por delitos de «allanamiento de morada con la intención de cometer un delito»,
«incumplimiento del ordenamiento jurídico» y «entrada ilegal en terreno público» por seguir viviendo en una aldea que
no es reconocida por las autoridades israelíes a pesar de que su creación es anterior a la del Estado de Israel. Las
autoridades, que consideran que está construida en terrenos estatales, ya demolieron la aldea en 2010.
La seguridad física de los/as DDH siguió siendo motivo de gran preocupación en los contextos de conflicto. En Yemen,
las facciones enfrentadas sometieron a defensores y defensoras, en particular a periodistas, a desapariciones forzadas,
detenciones prolongadas y juicios injustos. En abril, un tribunal de Saná condenó a muerte a cuatro periodistas acusados
de «difundir noticias y rumores falsos y maliciosos en apoyo a los crímenes de la coalición liderada por Arabia Saudí en
Yemen». Los cuatro llevan detenidos desde junio de 2015 tras su arresto como resultado de sus reportajes sobre abusos
de derechos humanos.
En Libia, los/as DDH fueron víctimas de acoso, secuestros y violencia por parte de las autoridades orientales y
occidentales y de sus grupos armados afiliados. En agosto, grupos armados en Trípoli y Sirte atacaron violentamente
a personas que se manifestaban pacíficamente contra la corrupción, dejando cuatro muertas y muchas heridas.
Varios/as manifestantes fueron retenidos/as en lugares desconocidos durante varias semanas, entre ellos Mohaned al-
Kawafi, coordinador del reciente movimiento de protesta juvenil 8/23. En noviembre, la defensora de derechos humanos
y abogada Hanan al-Barassi fue asesinada a tiros en el centro de la ciudad de Bengasi por un grupo de hombres no
identificados tras sus críticas online sobre la corrupción y el abuso de poder por parte de los líderes de las Fuerzas
Armadas de Libia. En el Sáhara Occidental, las autoridades marroquíes intensificaron la vigilancia y el acoso de los/as
26% DETENCIÓN/ARRESTO
asesinatos de ddh
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23% AGRESIÓN FÍSICA subsahariana
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ANÁLISIS GLOBAL 2020
53
C
OMO EN AÑOS ANTERIORES, LAS ELECCIONES QUE TUVIERON LUGAR EN ÁFRICA SUBSAHARIANA
AUMENTARON LOS RIESGOS A LOS QUE SE ENFRENTARON LOS/AS DDH, TANTO EN TÉRMINOS DE
REPRESIÓN PREELECTORAL DE LA SOCIEDAD CIVIL, COMO DE LAS PROTESTAS POR LA
NATURALEZA CONTROVERTIDA DE ALGUNOS PROCESOS ELECTORALES QUE DIERON LUGAR A
RESPUESTAS VIOLENTAS POR PARTE DE LAS FUERZAS DE SEGURIDAD. EN BURUNDI, COSTA DE
MARFIL, GUINEA, TANZANIA Y TOGO SE CELEBRARON ELECCIONES MUY PROBLEMÁTICAS. LA
DECISIÓN DE LOS PRESIDENTES DE COSTA DE MARFIL Y GUINEA DE PRESENTARSE PARA UN TERCER
MANDATO VULNERANDO ASÍ LAS CONSTITUCIONES NACIONALES DIO LUGAR A PROTESTAS QUE FUERON
BRUTALMENTE REPRIMIDAS, PROVOCANDO LA MUERTE DE MANIFESTANTES Y LA PERSECUCIÓN DE DDH.
La defensora marfileña Pulcherie Gbalet, presidenta de Alternative Citoyenne Ivoirienne (ACI), fue arrestada en agosto
junto con varios/as colegas después de convocar protestas pacíficas contra el tercer mandato del presidente Alassane
Ouattara. Fue acusada del delito de insurrección y a finales de año permanecía en prisión. Ouattara fue proclamado
ganador el 2 de noviembre con un 94 % de los votos. Antes de las elecciones en Tanzania a finales de octubre, la única
red formal de DDH del país, la Coalición de Defensores y Defensoras de Derechos Humanos de Tanzania (THRDC, por
sus siglas en inglés), se vio obligada a suspender sus operaciones tras la incesante intimidación e interferencia en sus
En Malaui, donde murieron decenas de personas en 2019 por haberse manifestado en contra de unas elecciones
amañadas, los tribunales anularon el resultado en febrero citando irregularidades «generalizadas, sistemáticas y graves»,
y ordenaron una nueva celebración que tuvo lugar en junio. La victoria de las elecciones fue para una coalición que
contaba con el apoyo de muchos defensores y defensoras de derechos humanos. El resultado supuso un cambio
importante en la suerte de Timothy Mtambo, presidente de la Coalición de Defensores y Defensoras de Derechos
Humanos de Malaui. Mtambo recibió una amenaza de muerte por parte de un concejal del partido gobernante en 2019
por haber organizado protestas contra la mala gestión de las elecciones de mayo. En octubre de 2019, tras varios
ataques en redes sociales, Timothy sobrevivió a un intento de asesinato, y en marzo de 2020 fue acusado de «incitar a
otras personas a vulnerar la ley» por haber convocado las protestas. Tras las elecciones de junio, Timothy fue nombrado
ministro de Educación Cívica y de la Unidad Nacional en el nuevo Gobierno.
En Uganda, los/as DDH fueron objeto de ataques antes de las elecciones del 14 de enero de 2021. En diciembre,
Nicholas Opiyo, director ejecutivo de Chapter Four, cuatro abogados/as y un/a oficial de derechos humanos de la
organización fueron secuestrados por más de una docena de hombres armados vestidos de civil cuando estaban en
un restaurante en Kampala. Les esposaron, les vendaron los ojos y se los llevaron rápidamente en una camioneta con
los cristales teñidos, escoltada por tres vehículos. Opiyo, en nombre de la organización, se enfrenta actualmente a
cargos por el delito de lavado de dinero y de llevar a cabo «actos maliciosos relacionados con ello». El arresto de Opiyo
se produjo apenas una semana después de que representara legalmente a dos ONG en los tribunales —el Foro Nacional
de ONG de Uganda y la Red de Mujeres de Uganda—, cuyas cuentas habían sido congeladas por las fuerzas de
seguridad por unas acusaciones relacionadas con el delito de terrorismo.
En toda la región, los/as DDH que defienden la buena gobernanza, la transparencia, la justicia social, el fin de la
corrupción y la rendición de cuentas fueron objeto de acusaciones penales, agresiones físicas, intimidación y campañas
de difamación. En Zimbabue, el periodista galardonado Hopewell Chin’ono fue arrestado en julio, presuntamente por
haber incitado a unas protestas. Sin embargo, esto fue claramente una represalia por exponer la supuesta corrupción
del exministro de Sanidad en el proceso de adquisición de EPI financiados por instituciones financieras de desarrollo
cuando comenzaron en el país las medidas de restricción por la COVID-19. Fue acusado de «incitación a la violencia
pública» y puesto en libertad bajo fianza con la condición de dejar de utilizar las redes sociales para realizar su labor de
periodismo, pero fue detenido nuevamente tras negarse a cumplir con esta condición. En Zimbabue se programó una
protesta contra la corrupción y la mala gobernanza para el 31 de julio; sin embargo, tuvo que ser suspendida tras las
brutales medidas drásticas aplicadas por el Gobierno. Los/as DDH fueron objeto de secuestros, detenciones y torturas
durante el mes anterior al evento.
Las detenciones arbitrarias y los arrestos de DDH fueron prácticas generalizadas en la región, y era difícil prever qué
transgresiones darían lugar a dichas detenciones. Sin embargo, los/as DDH que desafiaron los discursos del Gobierno
o trataron de hacerle rendir cuentas fueron claramente el blanco de los ataques. A lo largo del año, numerosos DDH y
periodistas fueron detenidos/as en Angola, Camerún, República Democrática del Congo, Mauritania, Níger y Togo por
denunciar la corrupción, la impunidad por las violaciones de derechos humanos, la gestión deficiente o corrupta y la
desinformación promovida por los Gobiernos. El periodista de investigación togolés Ferdinand Ayité fue multado en
noviembre por difamación tras publicar un informe de investigación que reveló un caso de malversación de fondos de
entre 400 y 500 mil millones de francos CFA (de 610 a 760 millones de euros), relacionado con la importación de
productos derivados del petróleo. Esto fue así, a pesar de que una auditoría solicitada por las autoridades togolesas
confirmara, que las denuncias contenidas en su artículo retrataban con precisión la situación de las importaciones de
En febrero, 14 defensores y defensoras de derechos humanos fueron detenidos en Mauritania tras haber asistido a una
reunión organizada por Mauritanie Verte et Démocratique (Por una Mauritania verde y democrática) y Alliance pour la
Refondation de l'Etat Mauritanien (AREM), una organización que promueve la buena gobernanza y la lucha contra la
impunidad. Entre las personas detenidas se encontraba la ganadora del premio Front Line Defenders 2020 para África
Mekfoula Mint Brahim, que fue acusada de organizar una reunión no autorizada y de pertenecer a un grupo que defiende
el secularismo. En enero, Mekfoula se enfrentó a fuertes medidas de represión y fue objeto de una campaña de
difamación online por pedir la liberación de nueve personas LGBTIQ+ que habían sido arrestadas durante una fiesta
privada en Nouakchott. La defensora ha denunciado públicamente el auge del extremismo religioso en la sociedad
mauritana y participa regularmente en proyectos de empoderamiento con mujeres y niñas en comunidades rurales. En
Chad, Alain Kemba Didah fue acusado de cometer «actos de rebelión y alteración del orden público» en noviembre, por
haber intentado organizar un foro ciudadano para discutir cuestiones de interés público. Se prohibió el foro y cuando
los/as DDH intentaron realizar una conferencia de prensa para denunciar dicha prohibición, la policía rodeó el lugar e
impidió el acceso al edificio. Didah es coordinador de Mouvement Citoyen le Temps (Movimiento Ciudadano el Tiempo),
que trabaja para involucrar a toda la sociedad civil en el proceso democrático mediante la defensa de la libertad de
expresión y de reunión. Sus actividades de incidencia se centran sobre todo en campañas y debates públicos. A finales
de año, Didah seguía detenido.
Los procedimientos judiciales contra los defensores y defensoras suelen permanecer abiertos durante varios años, lo
que se suma a la presión ejercida sobre estas personas. En diciembre se pospuso la audiencia de cinco DDH integrantes
de Dynamique Citoyenne (Ciudadanía dinámica), una red de organizaciones de la sociedad civil de Camerún; esta ha
sido aplazada más de treinta veces desde que fueran arrestados/as en 2015 por cargos de rebelión y manifestación
ilegal. Los cinco DDH habían organizado un taller de la sociedad civil para conmemorar el Día Internacional de la
Democracia. En Uganda, Esther y Tom Bagoole fueron frecuentemente objeto de acoso, intimidaciones y ataques desde
2018, tras haber buscado justicia para dos niñas que habían sido violadas en un orfanato fundado por la pareja. En
2018, asaltaron su casa en Kawanda, en el distrito de Waikato, Tom fue golpeado y su hijo de 12 años fue secuestrado,
golpeado y abandonado en una aldea cercana. En 2019, se produjo un segundo asalto y Esther fue atropellada por un
automóvil en lo que ella cree que fue un ataque dirigido. Las amenazas continuaron hasta 2020 y su casa fue asaltada
nuevamente. La pareja ha presentado numerosas denuncias ante las autoridades, pero no han recibido información
sobre el estado de la investigación ni la policía les ha puesto medidas de protección.
La RDC siguió siendo un contexto extremadamente desafiante para el trabajo de los/as DDH, debido a las amenazas
de muerte, los ataques físicos y las detenciones contra quienes trabajan defendiendo el derecho a la tierra y el medio
ambiente, los derechos LGBTIQ+, la buena gobernanza o denunciando los abusos por parte de grupos armados y
luchando contra el reclutamiento de niños soldados. Numerosos defensores y defensoras fueron detenidos por
manifestarse pacíficamente, entre ellas la defensora de derechos humanos Anne-Marie Mabo Elumba arrestada por
protestar contra una decisión del Fiscal General sobre un caso relacionado con los derechos de las personas
trabajadoras. Tres DDH y un periodista fueron detenidos/as arbitrariamente en la provincia de Mongala por haber
participado en una sentada frente a la oficina del gobernador, exigiendo su renuncia por su mala gestión de la provincia
y la escasa respuesta a las necesidades sociales y económicas de la población. El 21 de mayo, en Beni, Kivu del Norte,
Fréderic-Marcus Kambale, defensor de derechos humanos y miembro del movimiento juvenil de la sociedad civil Lutte
pour le Changement (LUCHA), fue asesinado a tiros cuando la policía dispersó una protesta pacífica organizada para
denunciar los niveles de violencia en la ciudad. El día de su funeral, siete miembros de LUCHA fueron arrestados/as
arbitrariamente cuando colocaron una caja envuelta con la bandera de la RDC frente a la comisaría de policía de Kiwanja
para simbolizar el ataúd de Kambale y denunciar su muerte. En julio, un agente de la policía fue condenado a cadena
perpetua por el asesinato, y el Estado fue hallado corresponsable de la muerte de Kambale y condenado a pagar
100.000 dólares a la familia de la víctima en un tribunal civil. En el momento de redactar este informe, dicha indemnización
no había sido abonada.
* Journée internationale contre l’homophobie, la transphobie et la biphobie
A pesar de que en 2015 se criminalizó la práctica de la esclavitud se estima que más del 2 %
de la población de Mauritania sigue esclavizada, en su mayoría procedente de la marginada
comunidad haratina. Mariem forma parte de la Iniciativa para el Resurgimiento del Movimiento
Abolicionista (IRA), una organización dedicada a la erradicación de la esclavitud que ha sido
objeto de acoso judicial durante más de una década. Los constantes intentos desde 2011 de registrarse como ONG han sido frustrados. Mariem
y sus compañeros/as han estado expuestos/as a numerosos riesgos como consecuencia de su trabajo, entre otros, a detenciones, amenazas,
difamaciones y desapariciones. Sin embargo, no han abandonado su labor fundamental.
Si bien en general la región no se vio tan afectada por la pandemia como otras, las restricciones sí incidieron en el
trabajo de los/as DDH. En muchos países se declaró el estado de emergencia y se impuso el toque de queda, lo que
a menudo impidió a los/as DDH realizar visitas sobre el terreno cuando recibían noticias de violaciones de derechos
humanos y peticiones de ayuda. En mayo, 42 personas transgénero de la Asociación Colibri fueron arrestadas y
golpeadas en Bafoussam, Camerún, durante la celebración del Día Internacional contra la Homofobia, la Transfobia y
la Biofobia y los/as DDH no pudieron viajar a la zona para brindarles apoyo. Los Gobiernos de la región, particularmente
de Uganda y Tanzania, utilizaron las restricciones de la COVID-19 para llevar a cabo redadas en refugios LGBTIQ+,
agredir a las personas que vivían en ellos y arrestarlas por violar las medidas de confinamiento. Los/as DDH que
acogieron a personas LGBTIQ+ o trabajadoras sexuales cuando sus familias las obligaron a irse también fueron objeto
de redadas y agresiones verbales y físicas por haber abierto sus hogares a miembros de comunidades marginadas. En
junio, dos hombres asaltaron la casa de la defensora transgénero Clara Devis, en Dar Es Salaam mientras estaba fuera
y agredieron brutalmente a dos integrantes de la comunidad LGBTIQ+ que estaban viviendo con ella. Durante años, la
defensora había dado refugio a personas de la comunidad LGBTIQ+ y a trabajadoras sexuales en riesgo y sin hogar,
que estuvieron aún más expuestas a la falta de hogar durante la COVID-19 debido a la violencia familiar, la inseguridad
laboral, las redadas policiales y la pérdida de clientes. Cuando Devis regresó a su casa, las víctimas le dijeron que los
atacantes habían afirmado que estaban al corriente de su trabajo «promoviendo la homosexualidad» y «alojando a las
En agosto, en el transcurso de diez días, fue detenido dos veces por la policía,
amenazado a punta de pistola y avisado de que «tuviera cuidado». La valla que rodeaba
su casa fue destrozada y, aunque lo denunció a la policía, no se realizó ninguna investigación. Más tarde, un contacto de Arthur le aconsejó no
quedarse solo durante el fin de semana siguiente por razones de seguridad. Al regresar a su casa el lunes siguiente, descubrió que le habían
robado y registrado. Entre los objetos sustraídos se encontraba un inversor de energía solar y un televisor. La noche del 31 de agosto, personas
no identificadas registraron la casa del amigo con el que se había quedado el fin de semana, aunque no se llevaron nada. A través de una fuente
confidencial, Arthur se enteró de que le habían asignado a dos agentes de policía para que le siguieran. A pesar de estas acciones por parte de
las autoridades zambianas, sigue trabajando, organizando y movilizándose en nombre de los/as DDH del país.
Angola, donde miembros de Mbakita fueron objeto de detenciones, acoso y amenazas de muerte.
Los defensores y defensoras del derecho de las comunidades a la tierra experimentaron numerosas violaciones en la
región, desde actos intimidatorios hasta asesinatos. Los desalojos forzosos implementados por empresas privadas, a
menudo con la connivencia de las autoridades gubernamentales, fueron una práctica común y con frecuencia terminaban
en arrestos y agresiones de DDH y miembros de la comunidad. En Kenia, la defensora de derechos humanos Ruth
Mumbi recibió un mensaje en mayo en el que la amenazaron con hacerla «desaparecer» si no eliminaba unas
publicaciones que había hecho en redes sociales. Las publicaciones documentaban el desalojo forzoso de 5.000
hogares en Kariobangi, un asentamiento al noreste de Nairobi, y su impacto sobre los/as habitantes. En febrero, tres
DDH del derecho a la tierra del distrito de Kiryandongo en Uganda fueron detenidos/as dos veces en el mismo mes y
golpeados/as brutalmente durante su detención. Tras negarse a firmar unos documentos que supondrían su aceptación
a desocupar sus tierras a cambio de su libertad, fueron acusados/as de invadir tierras privadas. Según informaciones
locales, sus casas fueron demolidas por una empresa de la industria agraria sin explicación y sus familias fueron
amenazadas por su personal. Esta medida contra los/as tres DDH respondía a un patrón de represalias por sus
actividades de movilización de las comunidades locales para defender su derecho a la tierra y de lucha contra los
desalojos forzosos perpetrados por las empresas que implementan proyectos agrícolas en la zona. En los meses
A finales de diciembre de 2019, dos DDH de una comunidad en Hoima, Uganda, testificaron ante un tribunal francés
por un caso en el que la empresa Total Petroleum Company estaba siendo juzgada por violar las leyes francesas en
materia de indemnización a las comunidades locales. A su regreso de París, los dos defensores fueron acosados por
las autoridades; fueron detenidos brevemente en el aeropuerto de Entebbe acusados falazmente de usar pasaportes
Des leaders et des DDH qui avaient soigné des manifestants blessés ou recueilli
des fonds pour couvrir les frais juridiques ont été arrêtés et menacés d’être
accusés d’infractions liées au terrorisme. Après une série de nouvelles
Source: Facebook
falsos y fueron liberados 20 horas después. A principios de 2020, otros tres testigos denunciaron haber sido objeto de
intimidaciones, por lo que se vieron en la obligación de mudarse de sus residencias habituales. Los ataques contra los
defensores y defensoras en Uganda han puesto de relieve la necesidad de una mayor protección estatal. En ese sentido,
una coalición de la sociedad civil lleva impulsando desde 2014 la promulgación de un proyecto de ley de protección de
los/as DDH, que finalmente fue presentado en el Parlamento en julio del año pasado.
En muchos casos relacionados con conflictos por la tierra, se han llevado a cabo campañas de intimidación durante
varios años. En Camerún, el DDH Jules Dumas Nguebou recibió en agosto la llamada telefónica de una persona
desconocida informándole de que le habían pagado para matarlo. Jules es director de Actions Solidaires de Soutien
aux Organisations et d’Appui aux Libertés (Acciones solidarias de apoyo a las organizaciones y a las libertades -
ASSOAL), una organización que lucha contra los desalojos y la apropiación de tierras de poblaciones vulnerables. En
los últimos cuatro años, su casa ha sido asaltada dos veces; en la primera ocasión, los atacantes mataron a su perro,
y en la segunda, hirieron a un guardia de seguridad con un machete. Si bien presentó una denuncia a la policía tras el
allanamiento y las agresiones, no recibió ninguna información sobre la investigación del caso.
En la RDC, se criminalizó a los/as DDH que lucharon para que las empresas que habían hecho promesas a las
comunidades al comienzo de los proyectos, rindieran cuentas. Varios defensores y defensoras del derecho a la tierra
de la provincia de Tshopo fueron objeto de ataques por oponerse a las actividades de la agroempresa Plantations et
Huileries du Congo (FERONIA-PHC). Creen que fueron arrestados/as por intentar hacer que la empresa rindiera cuentas
por sus promesas de construir una escuela, un centro de salud y un pozo de agua antes de iniciar cualquier explotación
de las tierras utilizadas por la comunidad. Los/as DDH denunciaron que la empresa había violado este acuerdo al
expandir sus plantaciones de aceite de palma antes de haber finalizado la construcción de las prometidas instalaciones
comunitarias. Miembros de la comunidad y defensores y defensoras del derecho a la tierra fueron objeto de acoso,
intimidación y arrestos arbitrarios, acusados de cargos falsos. En septiembre de 2019, cinco personas fueron detenidas
y pasaron más de seis meses en prisión hasta que se les concedió la libertad bajo fianza. Aún se enfrentan a cargos
relacionados con su protesta contra las actividades de FERONIA-PHC, a pesar de las irregularidades denunciadas
durante la primera audiencia.
Los/as DDH fueron el blanco de ataques por oponerse al impacto de la minería de carbón en Sudáfrica (ver Panorama
global) y de las minas de diamantes en Zimbabue, entre otros países. En Sierra Leona, Joseph Rahall, un importante
A lo largo de este proceso, se intentó detener el trabajo del CJGEA en muchos momentos; en
su testimonio de 2013 en la Plataforma de Dublín para defensores/as de derechos humanos,
Phyllis denunció, «El CJGEA ha sido atacado por el Gobierno. Se han llevado a cabo redadas
policiales en nuestras oficinas y a finales del 2011, mi hijo y yo fuimos abordados y maltratados
por hombres armados cuando entrábamos en nuestra casa. He sido acusada de financiar
grupos ilegales y de ser una terrorista. En el 2012 fui detenida junto a otras 17 personas qdel
CJGEA y de la comunidad mientras planeábamos una manifestación pública para presionar y protestar contra la injusticia». En 2017, el Relator
Especial de la ONU sobre Derechos Humanos y el Medioambiente pidió al Gobierno keniano más protección para Phyllis y sus compañeros/as,
que estaban amenazados de muerte. En junio de 2020, tras una batalla legal de cinco años, la comunidad de Owino Uhuru recibió 12 millones
de dólares estadounidenses.
defensor del derecho a la tierra, se enfrenta a un juicio tras haber sido acusado en 2019 de difamación por la
multinacional Socfin Group, que explota el aceite de palma y el caucho en África Occidental. Rahall ha sido una voz
destacada en la denuncia de las violaciones de derechos humanos cometidas por la empresa desde 2011, en particular
contra integrantes de la comunidad de Sahn Malen, cuyas tierras consuetudinarias se han convertido en una plantación
de aceite de palma sin haber obtenido el consentimiento previo, libre e informado por parte de dicha comunidad.
Empresas multinacionales están operando en toda la región para aprovecharse de la corrupción existente en la propiedad
de las tierras y en la documentación para hacerse con vastas extensiones de tierra para la producción de aceite de
palma, la extracción de caucho y otras actividades que han dado lugar a desalojos forzosos y a otros abusos de
derechos humanos.
Como ha ocurrido en otros lugares, cada vez más DDH trabajaron online en 2020, lo que estuvo acompañado de
esfuerzos de las autoridades estatales para monitorear sus comunicaciones. En diciembre, el Citizen Lab de la
Universidad de Toronto informó de que los Gobiernos de Botsuana, Guinea Ecuatorial, Kenia, Nigeria, Zambia y
Zimbabue estaban utilizando plataformas de vigilancia desarrolladas por una filial de la empresa israelí Grupo NSO para
espiar las comunicaciones de DDH, periodistas y figuras de la oposición. En Kenia, interceptaron las comunicaciones
telefónicas de un activista de los derechos de los pueblos indígenas que trabajaba en favor del derecho a la tierra y la
conservación de los bosques. Esto tuvo como consecuencia actos intimidatorios y, finalmente, resultó en autocensura
por parte del defensor. Otra de las formas utilizadas para interrumpir el trabajo de los/as DDH fue realizar cortes de
Internet, particularmente antes de las elecciones y durante las mismas, o durante las protestas contra el Gobierno, como
en el caso de Burundi, Togo y Tanzania. En Chad, el acceso a WhatsApp y a otras plataformas de redes sociales estuvo
bloqueado durante más de un mes, una táctica que el Gobierno ha utilizado varias veces en los últimos cuatro años.
Estos cortes y bloqueos plantearon riesgos importantes para la seguridad de los/as DDH, dada su dependencia de
dichas plataformas tanto para llevar a cabo su labor como para elaborar estrategias de seguridad. En tiempos de una
pandemia mundial, el bloqueo de los canales de comunicación más populares aumentó la inseguridad tanto de los/as
DDH como del resto de la población.
A menudo, estas personas fueron objeto de campañas de intimidación y acoso en las redes sociales, lo que llevó a
algunas a eliminar sus perfiles, reduciendo así significativamente su alcancepúblico y aumentando su nivel de riesgo.
Este fue el caso de Arthur Muyunda, miembro de la Coalición de Defensores y Defensoras de Derechos Humanos de
Zambia, que eliminó su cuenta de Facebook debido a las constantes amenazas e intimidaciones. En otros países, los/as
DDH fueron procesados/as por el contenido de sus publicaciones en las redes sociales, especialmente cuando revelaban
la corrupción por parte de funcionarios/as. En junio, la defensora de derechos humanos Samira Sabou fue arrestada en
Níger acusada de difamación en virtud de la Ley nacional de Delitos Cibernéticos, a raíz de una denuncia realizada por
el hijo del presidente. Su arresto estuvo vinculado a una publicación que hizo en redes sociales el mes anterior, en la
que se refería a una auditoría del Ministerio de Defensa relacionada con malversación y sobrecobro de dinero en la
compra de equipos militares para el Ejército. Samira pasó dos meses detenida antes de que el Tribunal Superior de
Niamey desestimara todos los cargos contra ella.
Tanto los conflictos en curso como los iniciados recientemente en Sudán del Sur, Mozambique y Etiopía limitaron el
entorno operativo de la defensa de los derechos humanos en esos países. El Gobierno de Sudán del Sur siguió
persiguiendo a lo que consideraba voces disidentes, y los/as DDH que criticaban las operaciones de cualquiera de las
facciones enfrentadas corrieron el riesgo de ser etiquetados de rebeldes o enemigos. Esto generó miedo e inseguridad
entre estas personas, que con frecuencia se autocensuran y evitaron las áreas de conflicto en estos países. Este también
fue el caso de los/as DDH en la provincia de Cabo Delgado en Mozambique y en la región de Tigray en Etiopía. Los/as
DDH que trabajaban denunciando los abusos de derechos humanos en el contexto de los conflictos en África occidental
y central tanto por parte de grupos armados como de las fuerzas de seguridad fueron habitualmente perseguidos/as
por realizar dicha labor. Las autoridades de toda la región calificaron a estas personas de partidarias del terrorismo o
las acusaron de debilitar la moral de los militares. Los/as DDH que trabajan en cuestiones de derechos humanos
relacionadas con los conflictos en Burkina Faso, Chad y Camerún se enfrentaron regularmente a campañas de
intimidación y difamación. En Burkina Faso,
Daouda Diallo, secretario general Collectif contre l’impunité et la stigmatisation des communautés, une organisation de
METODOLOGÍA
Metodología para documentar los asesinatos de los defensores y defensoras de derechos humanos
El HRD Memorial es una iniciativa conjunta coordinada por Front Line Defenders formada por una red de organizaciones
de derechos humanos nacionales e internacionales que tienen el compromiso de trabajar juntas para recopilar y verificar
información sobre el asesinato de defensores y defensoras de derechos humanos (DDH) cuyas muertes se considera
que están relacionadas con sus actividades de defensa de los derechos humanos. El proyecto se lanzó en noviembre
de 2016 con el objetivo de recopilar tanto datos en tiempo real sobre los asesinatos de defensores y defensoras de
derechos humanos como datos históricos sobre asesinatos que se remontan a 1998, fecha en la que entró en vigor la
Declaración sobre defensores de derechos humanos de la ONU.
Metodología/recopilación de datos: El HRD Memorial se sirve de una red de socios y otras organizaciones
derechos humanos para recopilar y verificar datos relacionados con el asesinato de defensores y defensoras a
nivel nacional de cada país. El HRD Memorial reúne conjuntos de datos que son verificados por las organizaciones
asociadas al HRD Memorial y lleva a cabo una recopilación sistemática de datos de código abierto en varios
idiomas.
Verificación : El HRD Memorial verifica que cada caso identificado mediante la metodología anterior cumpla con
los criterios para su inclusión en el sistema. Además de la fuente original, se buscan otras dos fuentes fiables por
cada caso.
Acceso a los datos: El HRD Memorial es una base de datos en constante evolución sobre el asesinato de DDH.
Somos conscientes de que el conjunto de datos presentado en febrero de 2021 sobre los asesinatos que han
tenido lugar entre el 1 de enero de 2020 y el 31 de diciembre de 2020 esté probablemente incompleto. Esto se
debe a una serie de factores, entre los que se encuentran: asesinatos en áreas remotas que no han sido
denunciados, limitaciones de movimiento y de acceso a áreas remotas para la recopilación y verificación de
datos como resultado de la COVID 19 y la ocultación de información por parte de Gobiernos y grupos de intereses
establecidos.
La red del HRD Memorial está formada por organizaciones nacionales e internacionales que se encargan de recopilar
y verificar datos sobre los asesinatos de DDH. Las organizaciones integrantes de la Red son: ACI-Participa Honduras;
Afghanistan Human Rights Defenders Committee (AHRDC), Amnesty International; Brazilian Committee of Human Rights
Defenders; Comité Cerezo (México); FIDH; Front Line Defenders; Global Witness; Human Rights Defenders’ Alert – India;
Karapatan (Filipinas); OMCT; Programa Somos Defensores (Colombia); Red TDT (México); y UDEFEGUA (Guatemala).
ACCUDEH, Article 19, AWID, CALAS, CIVICUS, CPT, ESCR-Net, East and Horn of Africa Defend the Defenders
Programme, Forum Asia, ILGA, Iniciativa Mesoamericana de Mujeres Defensoras de Derechos Humanos (IM-
Defensoras), PBI, Protection International, RMP-NMR, Southern Africa Human Rights Defenders Network (SAHRDN) y
Urgent Action Fund también apoyan el mandato del proyecto.
Metodología para crear las estadísticas relativas a las violaciones cometidas contra los
defensores y defensoras de derechos humanos
Cada año, Front Line Defenders documenta cientos de violaciones cometidas contra personas defensoras de derechos
humanos, por medio de su trabajo de incidencia pública y privada y de su programa de subvenciones. Si bien Front
Line Defenders documenta estas violaciones a través tanto de los casos como del programa de subvenciones para
protección, el tipo de apoyo que las personas defensoras necesitan y el que se determina como estratégico difiere
mucho según el área del programa; por ejemplo, de las acciones de incidencia pública que Front Line Defenders llevó
a cabo el año pasado, solo el 5 % de los casos se referían a violaciones contra defensores/as LGBTIQ+. Aun así, el 15
% de las subvenciones concedidas se destinaron a defensores/as de derechos humanos LGBTIQ+.
Es importante señalar algunas reservas sobre los datos presentados en las páginas 4 y 5.
1. Las estadísticas se han extraído de 919 violaciones registradas, combinando la información procedente de
los programas de incidencia y de subvenciones de Front Line Defenders.
2. Los casos de asesinatos, vigilancia y amenazas se han excluido de esta serie de datos. Dado que la vigilancia
y las amenazas son violaciones muy comunes, los/as DDH denuncian que suceden continuamente.
3. La información que Front Line Defenders recibe depende de que los/as DDH conozcan la organización; por
lo tanto, estos datos no pueden considerarse totalmente representativos de todos los/as DDH en todos los
países. Concretamente el año pasado, el personal de Front Line Defenders que trabaja en el terreno se vio
muy afectado por las restricciones para viajar, por lo que se puede asumir que falta mucha información de
los/as DDH de áreas rurales peor conectadas.
4. Front Line Defenders reconoce que posiblemente hay una gran cantidad de violaciones que experimenten
los/as DDH que no se denuncien. Esto puede deberse a que no crean que la violación que están
experimentando sea lo suficientemente grave como para buscar ayuda, que se sientan incómodos/as hablando
de ello, que no tengan acceso a canales para poder denunciarlas o a que tengan sus propios mecanismos
para sobrellevarlas. Por ejemplo, las personas que han sobrevivido a casos de violencia y acoso sexual son
menos propensas a hacer incidencia pública de sus casos y puede que recurran a sus propias redes, o
permanezcan en silencio y no revelen estas violaciones.
CAPÍTULO: METODOLOGÍA
FRONT LINE
DEFENDERS
ANÁLISIS GLOBAL 2020
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