Luis F. Aguilar Villanueva
Luis F. Aguilar Villanueva
Luis F. Aguilar Villanueva
En este sentido, señala que el problema sobre la capacidad y eficacia directiva de los go-
biernos se ha convertido en un asunto importante para la ciencia política. En el pasado, la
ineficacia de un gobierno se atribuía a sus vicios, esto es, a las características ilegítimas de
su posición y de sus acciones; sin embargo, debido a la democratización de los regímenes
políticos y a la instauración o restauración de los Estados de Derecho, se han resuelto tales
cuestionamientos.
El gobierno dejó de ser un problema, de modo que, las nuevas discusiones giran en torno a
aquellos gobernantes legítimos que no pueden gobernar, es decir, que sus decisiones y ac-
tuaciones tienen propósitos directivos pero no efectos directivos.
Tradicionalmente, frente a los momentos de crisis, los Estados exhibieron a los gobiernos
como elementos de desgobierno, lo que implicó una percepción social negativa de la admi-
nistración. Pero no siendo suficiente con ello, los gobiernos actuales tampoco están acredi-
tando la capacidad directiva suficiente en lo que respecta a seguridad pública, distribución
de riquezas y oportunidades, y crecimiento económico.
Sin duda, tanto la democratización de los regímenes políticos, que repartió entre varios
actores el poder que estaba supeditado a la rama ejecutiva, o que al menos lo estaba en
América Latina; como la liberalización de la economía, que implicó la privatización de las
empresas públicas y la desregulación económica; encauzaron la independencia y
autonomía, que las personas, familias y grupos sociales han conseguido en la atención de
sus necesidades, así como la sustitución de ciertas instituciones en el cumplimiento de
dicha labor.
Con todo, en lo que le resta al Estado como agente social, político y económico
imprescindible, debe éste esforzarse por garantizar condiciones de dirección, plenas de
certidumbre e imparcialidad jurídica, transparencia, seguridad, eficiencia, equidad,
competitividad, participación y deliberación.
Para ello, dos han sido las líneas generales de respuesta: la gobernabilidad y la gobernanza.
Dos enfoques que se relacionan con la acción del gobierno, que hacen referencia al
problema de la capacidad gubernativa y que buscan su solución.
Sin embargo, dos son las críticas más fuertes al modelo de la gobernabilidad: (i) es un
enfoque centrado en las capacidades del gobierno, no así en la relación del gobierno con
la sociedad, a pesar de reconocer que la capacidad de gobernar implica acciones de
interlocución y negociación con los actores sociales; y, (ii) es un enfoque
gubernamentalista, en tanto considera que un gobierno equipado con los elementos
idóneos es suficiente para dirigir a la sociedad, sin pensar que ciertos actores, naciona-
les e internacionales, no aceptarían ese modo impositivo de gobierno y lo demostrarían
a través de deserciones económicas y oposición política.
Para superar tales retos se requiere ascender a un nivel de inteligencia, gestión de recur-
so, comunicación y organización, que destaque las potencialidades, tanto del gobierno
como de los actores sociales, y que haga uso de formas sinérgicas de interacción y aso-
ciación público-privada.
Durante las décadas de 1980 y 1990, el examen de las políticas públicas y la nueva gestión
pública se presentaron, en América Latina, como propuestas disciplinarias y profesionales
para superar la crisis en que habían caído algunos Estados, para restablecer la naturaleza
pública de las políticas, que los gobiernos autoritarios habían pervertido, y para mejorar la
prestación de los servicios públicos, entonces considerados como insatisfactorios en
calidad, cobertura y relación costo-beneficio.
Ahora bien, estudios más recientes en materia de políticas han cuestionado la débil base
cognoscitiva de las decisiones del gobierno, así como los arreglos jerárquicos y
burocráticos de la administración; acentuando, con la llegada del nuevo siglo, el enfoque de
la gobernanza.
En conclusión, una lectura sobre la recepción, empleo y efectos del estudio de las políticas
públicas y la gestión pública, en América Latina, le permiten a L. F. AGUILAR VILLANUE-
VA afirmar que el propósito de los gobiernos fue asegurar la gobernabilidad, pero que su
implementación ha conducido a aceptar mejor la gobernanza, como modo de dirección
asociado y participativo, que intenta restaurar el sentido de lo público y espera modificar
las actitudes y expectativas de los ciudadanos respecto del gobierno y los poderes públicos.