Tesis Citlali Doljanín
Tesis Citlali Doljanín
Tesis Citlali Doljanín
Facultad de Humanidades
Escuela de Antropología
Tesis de Licenciatura
-2011-
1
Agradecimientos…
…para mí nunca nada ha sido posible sola, mi vida y mis más preciados “logros” están
siempre repletos de presencias. Por eso mis más profundos agradecimientos…
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cotidiana. A mis compañera/os, Cecilia, Ariel, Luna, Micaela, Andrea y a todos con los
que algunas vez nos desvelamos entre mates y chocolates, riendo y estudiando.
3
... dedicada a mis ahijadas, Zaina
Mamallacta y Citlali Coba, y mi amiga Aca
Nenquimo. A Zaina por cazar mi sonrisa y
hacerla perpetua a su lado, a Citlali por
recolectar en su honorable vida mi nombre y a
Aca por sembrar frutos de conocimiento en mi
paladar y flores en mi cabeza…
4
Contenido
Introducción ................................................................................................... 8
5
1.2 Las Petroleras y los ―Aucas‖..................................................................................... 65
5. Recolección: Las Bondades del Monte y la Herencia de los Ancestros ...................... 120
Capítulo VI: Construcción del Espacio Doméstico. La cocina y la Comida ... 124
6
1. Organización Social y Espacio Doméstico................................................................... 124
2.3 Consumo. Repartir la Carne para que sea Comida. .............................................. 138
7
Introducción
8
alimenticias, abre una perspectiva de interpretación posible para la comprensión de
lógicas culturales que subyacen en las prácticas cotidianas.
Una exigencia del abordaje propuesto es la de explorar el sentido que adquieren las
relaciones sociales y ecológicas involucradas en la producción, distribución y consumo de
alimentos en las actuales comunidades mencionadas a partir de su contextualización
histórica. Ha sido preciso analizar procesos colectivos de los cuales emergen los sentidos
de pertenencia, de participación, afiliación, identificación y diferenciación. El análisis
mencionado se lleva a cabo teniendo en cuenta las formas de territorialidad, usos y
costumbres, maneras y modos de ser y hacer, tal como se conjugan en espacios donde se
construye la identidad waorani, agitada por los vientos de los profundos procesos de
cambio a escala global y local.
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continuamente en la historia compartida de las relaciones sociales y ecológicas que
modelan la actual sociedad waorani. Al avanzar en esta dirección, más allá de lo conocido
del capitalismo histórico, encontramos otras formas de producir la vida, que aunque
atravesadas, articuladas y, a veces, hasta subordinadas a este, se sostienen en sus
particularidades. Esto es posible porque de alguna manera estas formas particulares de
vida tienen un profundo arraigo en las subjetividades colectivas. De la interacción socio-
cultural inherente a estos procesos sociales emergen las clasificaciones y expresiones de la
identidad de un grupo social. El abordaje se lleva a cabo a través de los sistemas
clasificatorios y la pregnancia simbólica que adquieren los mismos según las relaciones
sociales y ecológicas, inmersas en las prácticas alimenticias, a las que están referidos. En
este sentido las identidades étnicas, no se refieren unidades sociales sino al producto de
relaciones históricas culturalmente compartidas.
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importancia de la extracción y explotación de los recursos naturales, sociales y culturales
de la Amazonía ecuatoriana en el desarrollo del capitalismo. Segundo, que permite diseñar
el actual espacio de esta región como resultado de estos procesos a nivel global.
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modificado y establecido nuevas relaciones sociales y ecológicas a partir de las cuales
comienzan a construirse las identidades étnicas de esta parte del mundo. Se inicia con
algunas referencias sobre el espacio ecológico y social de la región en la actualidad y en
tiempos ancestrales. Luego se desprenden referencias específicas de los principales
momentos históricos a través de las relaciones sociales que se fueron estableciendo y cómo
éstas fueron consolidando un sistema clasificatorio que expresa dichas relaciones. De esta
manera se abordan los primeros contactos en busca del oro y la canela, la explotación del
caucho, la colonización de las tierras y la llegada de las compañías petroleras.
El capítulo IV inicia el análisis del espacio a partir de las vías de acceso a cada
comunidad a través de las cuales se exploran, a nivel local, las formas de transitar y los
espacios de transición e interacción con otras identidades, tanto como los espacios
próximos, mercados predominantes y actividades comerciales. Se analizan sus réplicas en
las prácticas alimenticias y un abordaje interpretativo de las fronteras no solo geográfico
sino también étnico en su devenir histórico.
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simbólica en los que se representan las identidades del grupo (territorialidad, pertenencia,
mecanismos de inclusión y exclusión, fronteras sociales y geográficas, etc.). Asimismo de
manera trasversal se analiza de qué manera ―pasado y presente‖ se manifiestan en la
construcción histórica de las relaciones antes mencionadas.
13
Capítulo I: Identidades Étnicas, Alimentación y
Transformación en Tiempos del Capitalismo.
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Esto último para el autor transformaría a lo cultural en una implicación o un resultado,
más que una característica primaria y definitiva.
Lo cierto —y esto vale para cualquiera de los tipos…— es que ningún estudio sobre
la identidad étnica se puede realizar de manera cabal sin hacer referencia expresa a
las condiciones de existencia que generan la identidad estudiada, bajo pena de que
el investigador incurra en el riesgo de trabajar con un objeto ―al aire‖ (Cardoso de
Oliveira 2007: 100).
Lo que quiere decir que no se las puede entender tratando de construir (o reconstruir)
unidades étnicas reales sino, por el contrario, se debe procurar tomarlas como categorías
(que se expresan a través de distinciones sociales) que codifican una trama de relaciones.
(Cardoso de Oliveira 2007: 62). A través de estas categorías, que forman un sistema
clasificatorio particular para la Amazonía ecuatoriana, se construye un mapa del escenario
de la región que expresa las relaciones sociales históricas que, a su vez, permiten
interpretar indicadores de la identidad étnica de los grupos waorani.
…las diferencias de y entre los pueblos pueden ser abordadas desde la convención
de pensar que la diversidad es definida por una serie de características como la
lengua, la herencia de usos y costumbres, la territorialidad, la pertenencia, etc. pero
también desde el autoreconocimiento, esto supone pensar no en identidad sino en
la construcción de identidades (Vargas 2003: 2).
Esto es, de alguna manera, lo que se tiene en cuenta cuando se propone que las identidades
se ―nutren‖ tal como lo sugiere el título escogido para esta investigación.
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Los sistemas clasificatorios construidos en la interacción de los grupos sociales
forman parte del establecimiento de límites (más o menos difusos) en el proceso de
construcción de identidades, límites referidos justamente al auto-reconocimiento que al
hacer alusión a la inclusión o exclusión del grupo delimita el sentido de pertenencia.
Veamos brevemente cómo los waorani construyeron ancestralmente su sistema
clasificatorio, el cual habrá de seguirnos a lo largo de la investigación. Según la
clasificación tradicional que manejan los waorani; un waorani es una persona del mismo
grupo tribal (familia o pariente), un warani es una persona de otro grupo tribal (que habla
la misma lengua y comparte la mayor parte de las costumbres y con el cual se reconoce una
continuidad ancestral aunque muy lejana) y cowore (que no sería una ―persona‖ en el uso
más tradicional del término aunque actualmente esto esta re-significado) es un término
utilizado para designar a toda persona que no es ni waorani ni warani con la cual no se
reconoce ningún vinculo de continuidad ancestral. Esta esquema básico se complejiza
cada vez más a partir de la conquista como efecto del establecimiento de nuevas relaciones
sociales, tal como se irá viendo en esta investigación.
Las acepciones del término cowore son múltiples y merecerían un estudio para sí,
pero es interesante notar que a esta clasificación aún vigente fueron sumándose nuevas
clasificaciones según diferentes características, como nativo (que serían los kichwas),
namentarani (que serían los blancos, pero la traducción más literal es ―persona blanca‖),
guente-nemunani (―personas negras‖, pero además feas) y gataeri (que la traducción más
literal es ―hombre mono‖ y la utilizan para referirse a las personas de Guayas a las que
efectivamente a nivel nacional también se les llama ―monos‖). Esto es un indicador muy
rico de auto-reconocimiento y pertenencia a la vez que de diferenciación y distinción, que
encierra además una serie de historias de conocimiento, intercambio, apropiaciones y
usos. Por ello algunos son despectivos, como el referido a los negros, y esto debe
entenderse en el marco en que los waorani tuvieron sus primeros contactos con
afrodescendientes, la mayoría de los cuales eran trabajadores colonos o peruanos del
caucho, encuentros que estuvieron signados de violencia. Lo mismo puede decirse de
cowore pero eso será analizado más adelante.
Así como las relaciones sociales son fundantes en la construcción de las identidades
es necesario hacer algunas referencias a las relaciones ecológicas para este caso, pues, por
razones que se irán presentando en lo subsiguiente, es imposible despreciar la
importancia que existe, en toda sociedad, en toda cultura, de sus relaciones ecológicas. En
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este sentido, los desarrollos de la antropología ecológica, económica y de la ecología
cultural son un gran aporte a la comprensión de esa delicada y compleja relación entre los
hombres y el medio en el que viven, relación que por lo demás es culturalmente construida.
Borgoño afirma que la posibilidad de hablar del medio ambiente esta culturalmente
determinada en función del modo en el que la cultura intercambia energía con la
naturaleza. Es decir que en el discurso que una cultura construye de la naturaleza están
contenidas sus relaciones con ella. Este aspecto es considerado al momento de analizar las
prácticas alimenticias, particularmente en la instancia de la producción y obtención de los
alimentos en ambas comunidades.
Dice Leff (2003) que la cultura genera diversos estilos étnicos de percepción y
apropiación, prácticas de manejo de los ecosistemas y prácticas culturales de uso y
consumo de la naturaleza. A partir de la reflexión anterior podemos entonces pensar en
cuáles son las formas de apropiación y prácticas de manejo, uso y consumo de la
naturaleza que tienen los waorani a partir de su percepción de la misma. De seguro será
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muy diferente a lo que las prácticas industriales occidentales (como las caucheras,
madereras, petroleras, etc.) han desarrollado en la Amazonía, pero sin embargo estarán,
invariablemente, atravesadas por éstas. Este punto del análisis es importantísimo para
comprender de qué manera se van configurando nuevas formas de intercambiar energía
con la naturaleza a partir del atravesamiento de prácticas diversas sustentadas en
concepciones diferentes.
2. Nutriendo Identidades
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identidades. La intención de captar esta dinámica radica en la importancia que adquiere
en esta investigación comprender las prácticas alimenticias (en toda su magnitud de
producción, circulación y consumo de alimentos unido al universo significante que las
abraza) como un factor sustantivo en la construcción de las identidades de las
comunidades. A partir de estudios en esta dirección se visualizan las posibilidades de los
pueblos de ejercer los derechos a definir sus propias políticas y estrategias sustentables de
producción, distribución y consumo de alimentos. Los cuales puedan garantizar la
alimentación a toda la población respetando su cultura y la diversidad en los modos de
hacerlo, contando para ello con la sabiduría y los conocimientos ancestrales que han hecho
posible su transitar por siglos el espacio amazónico.
Los alimentos pueden ser leídos como símbolos de etnicidad en tanto que hablan
profundamente de quienes somos si se los considera en el contexto y en el uso. Este último
aspecto habilita a pensar en todo el complejo de las prácticas alimenticias como un
importante indicador de cambio y transformación en los grupos sociales. Pues las reglas
de una cocina específica son tratadas para adaptarse a las condiciones materiales de la
sociedad en cuestión, tal como lo señala Harris. Pero cuando las condiciones cambian la
cocina debe ajustarse para concordar con las nuevas condiciones, proceso en el cual la
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gente despliega recursos, elije de acuerdo a las necesidades y deseos que han sido
culturalmente construidos. Finalmente, Weismantel afirma que es la organización social
de la familia y del hogar la que sale a la luz al estudiar las costumbres culinarias. Sin
embargo a través de las mismas el estudio puede extenderse a las relaciones comunitarias
y lo que es más interesante puede extenderse al abordaje de las relaciones que las
comunidades mantienen con la economía de mercado del actual sistema capitalista de
producción, distribución y consumo. De la complementación de estas tres perspectivas es
que se abordarán los alimentos y la comida en la tesis.
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intrincada en estos procesos y que denomina al nuevo sistema como ―capitalismo
histórico‖. Esta reflexión de la realidad local a partir de procesos globales de larga
duración es imprescindible para comprender los movimientos locales y la manera como se
van transformando las prácticas sociales, entre ellas las relativas a la alimentación, y con
ello las identidades. Sobre todo si, como se plantea en esta investigación, las identidades
son en gran parte resultado de las relaciones sociales y ecológicas, es importante moverse
entre lo local y lo global para poder siquiera imaginar la envergadura que la configuración
de este nuevo sistema produjo y produce en los sistemas originarios de vida.
Al desarrollo de ideas como éstas (aunque tal vez no sean particularmente éstas)
se refería Karl Polanyi cuando escribió en ―La gran transformación‖:
Y acá es cuando el contraste entre ―dos mundos‖ se hace más evidente que nunca y esta
perspectiva permite comprender el impacto que tiene la mezcla de éstas dos maneras
radicalmente distintas de organizar la vida. Basta contraponer lo que Wallerstein entiende
como capitalismo histórico ―es un sistema que tiene una necesidad imperiosa de expansión
en términos de producción total y en términos geográficos, a fin de mantener su objetivo
principal, la acumulación incesante‖ (Wallerstein, 1997: 2) con la particularidad de que
―Como capitalismo histórico entendemos un sistema en el que las instituciones que se
construyeron posibilitan que los valores capitalistas tomen prioridad, de forma que la
economía-mundo en su conjunto tomó el camino de la mercantilización de todas las cosas
haciendo de la acumulación incesante de capital su objeto propio‖ (Ibídem). Lo que quiere
decir que nivel práctico lo que se ha posicionado como eje de la organización global son los
intereses económicos.
Justamente bajo esta lógica que describe Wallerstein del capitalismo histórico es
que se comprenden las diferentes incursiones de los diversos actores (de la modernización
y la civilización) a la Amazonía ecuatoriana. Desde el principio (instancia que Marx ha
denominado ―acumulación originaria‖), pero con mayor intensidad desde 1920, la
presencia de éstos actores estuvo vinculada a la explotación de las riquezas naturales,
sociales y culturales, incentivados por el principio del lucro y la ganancia. Sin embargo,
las formas en que las economías del mundo se articulan con la economía de mercado, eje
principal sobre el que se desenvuelven los contactos interétnicos en el caso que nos ocupa,
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encuentran sus particularidades históricas y geográficas. Los estudios de Claude
Meillassoux (1981) donde se analizan modos campesinos de producción, que hasta no hace
mucho se consideraban como aplazamiento del pasado, demuestran que estas formas de
producción están firmemente articuladas con la economía capitalista global y que además
contribuyen a ésta por medio de una transferencia de valores y costes. Esta articulación
altera la organización social y las experiencias vitales de comunidades que aparentan estar
aisladas. Esto será tomado en cuenta en las comunidades del estudio que se lleva a cabo,
para evitar pensarlas como entidades cerradas y poniendo énfasis en las relaciones sociales
que se establecen con la economía de mercado capitalista para observar los cambios y las
transformaciones que se producen. Se observarán asimismo las estrategias de los
habitantes de Gareno y Quehueiri-ono ante tales transformaciones, dinámica de la cual se
nutren los procesos de construcción de las identidades.
Las referencias anteriores dan razones para pensar que, en el particular caso que
se está estudiando, es importante tener en cuenta que se trata de un momento histórico
que agita bruscamente las condiciones en las que se venían construyendo las
configuraciones identitarias de la Amazonía. La situación de contacto con los grupos
sociales foráneos (conquistadores, misioneros, etc.) comienza a calar profundamente en el
auto-reconocimiento de los pueblos amazónicos, instaurando nuevos procesos de
distinción, justamente en función de las relaciones diferenciales que se establecieron con
los diversos grupos. A partir de esto es que se incluyen algunas de las siguientes ideas de
Cardoso de Oliveira; la identidad étnica, implica la confrontación con otra(s) identidad(es)
y la(s) aprehende en un sistema de representaciones con contenido ideológico (Cardoso de
Oliveira 2007). Atendiendo al momento histórico en el que se sitúa este estudio, o que
pretende comprender, vamos a considerar que se trata de la configuración de una cultura
en contacto:
En este sentido, esa ―cultura del contacto‖ puede ser más que un
sistema de valores, llegando a ser el conjunto de representaciones
(entre las cuales también se incluyen los valores) que un grupo
étnico construye a partir de la situación de contacto en la que está
inmerso, y en términos del cual se clasifica (identifica) a sí mismo y
clasifica a los otros (Cardoso de Oliveira 2007: 83).
Los objetivos principales del proyecto NSF están orientados a la investigación del
estado médico de la salud y a determinar los impactos del mercado en la salud a través de
los factores nutricionales, de los patrones sociales de reciprocidad y del acceso a cuidados
médicos. Los propósitos de dicha investigación se centran en el estudio de las nociones
culturales y las medidas objetivas de salud, y en determinar los caminos por los cuales la
integración al mercado impacta en la salud. En función de esto es que la metodología
aplicada requisa sobre el estado medico de la salud y estado de nutrición a través de
indicadores tales como la antropometría, presión sanguínea, riesgos de anemia, estado de
vitamina A y registros de dietas. Se aplicaron, asimismo, técnicas para sondear las
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nociones culturales de salud, como por ejemplo, cuestionarios sobre la percepción de la
salud y la calidad de vida. Y otras técnicas orientadas a recoger información comparable
de la economía de las familias para determinar niveles de integración al mercado, tales
como cuestionarios sobre ecología, demografía y economía, grupos focales, asignaciones de
tiempo y registros de ingresos y egresos. Con esta información, el proyecto NSF, por
medio de un análisis estadístico, desarrollará modelos para estimar la discrepancia en el
estado de salud y nutrición entre familias, comunidades y grupos étnicos con niveles
diferentes de participación en la economía de mercado.
31
nuestra inserción no solo como investigadores en las dinámicas cotidianas de los
residentes, sino en la creación y desarrollo de relaciones afectivas y de confianza con
ciertos informantes.
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Además de los registros correspondientes a estas técnicas, se utilizaron datos
provenientes de la aplicación de otras técnicas tales como:
Diario de Campo
Memorias de dieta
Mapas de riesgos
Posesiones del hogar
Cuestionario de salud emocional (SRH)
Asignación de tiempos
Registros de Cacería
Medidas Antropométricas
Hemocue
33
Relato desde Dayuno a Quehueiri-ono y de allí a
Gareno.
Moisés Gareno Muerte de Mengatohue
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Deler (1987: 135) y que fue utilizado por Pérez en su tesis de maestría en antropología para
abordar la cuestión del tiempo, el espacio y el poder entre waorani y el mercado laboral.
En el capítulo IV, el espacio será un soporte por medio del cual se analizan las
relaciones intra- e inter-étnicas actuales. A través de una revisión de las vías de acceso a
ambas comunidades se abordan los ―espacios próximos‖, con énfasis en las siguientes
cuestiones de interés: (1) los usos de las mismas como instancias de transición, que definen
en gran medida formas propiamente waorani de transitar entre los otros y el nosotros (2)
las ―fronteras próximas‖ de la comunidad, las cuales definen a su vez el territorio de
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pertenencia de sus habitantes y, particularmente (3) los diferentes mercados a los cuales se
tiene acceso y las actividades comerciales. Para desarrollar este capítulo se utilizó la
información de los cuestionarios económicos y, principalmente, la observación
participante.
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Capítulo II: La Amazonía Ecuatoriana en la Historia de la
Gran Transformación
Este capítulo hace una revisión histórica de las relaciones sociales a través de las
cuales la región Amazónica se articula a los procesos sociales de larga duración
impulsados desde occidente que dan origen al capitalismo histórico. El hilo conductor del
análisis son las relaciones sociales que desde la conquista a esta parte han configurado un
escenario particular para la región en cuestión. Se abordan las profundas
transformaciones que se caracterizan por cambios demográficos, territoriales, económicos,
culturales y políticos que modifican sustancialmente la organización socio-ecológica pre-
existente de la región. El objetivo de este capítulo es construir un panorama o contexto
histórico al que puedan referirse las expresiones y la experiencia de la identidad étnica del
pueblo waorani. En este contexto se rescatan las clasificaciones sociales propias para la
región a través de las cuales se construyen las fronteras sociales y culturales que remiten al
sistema clasificatorio en el que se representa el escenario amazónico actual. En la medida
de que lo que se quiere relacionar a estas expresiones de la identidad étnica es la
alimentación se enfocarán transversalmente las prácticas económicas y alimenticias.
6 Esta consideración está especialmente referida a un país como Argentina donde los procesos sociales de la
Amazonía no han sido un foco de interés pronunciado, a pesar de la existencia en el actual territorio argentino
37
Por otra parte, se cree que si esta información inicial, entre otras cosas, ha acompañado la
gestación de las inquietudes que se están compartiendo ahora mismo en esta investigación,
lo que parece superficial puede dejar de serlo en cuanto se encuentren las relaciones que se
buscan.
de una región amazónica ubicada en Misiones, Chaco, Salta y Tucumán y la presencia de una cantidad
considerable de poblaciones selváticas, entre las cuales la más destacada son los guaraníes, aunque no las
únicas. Quizá en Ecuador pueda prescindirse de una buena cantidad de información que contiene este
capítulo, pero no es así en el caso de Argentina.
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El escenario histórico de la actual de la Amazonía ecuatoriana está atravesado por
múltiples actores entre otros se pueden mencionar; buscadores de tesoros (que reclutaron
y esclavizaron a las poblaciones indígenas para buscar las riquezas amazónicas),
misioneros (que ―evangelizaron‖ - y continúan haciéndolo- en la pretensión de cambiar no
solo la forma de ver el mundo, sino la de organizarse en él, de tal manera que sea
complementaria a las nuevas instituciones que vienen a imponerse en las poblaciones
nativas), encomenderos y hacendados (que han transformado sensiblemente las relaciones
sociales de reciprocidad comunitarias y los patrones de asentamiento, por relaciones de
servidumbre y una forzada sedentarización). Posteriormente y hasta la actualidad (además
de la permanencia de los misioneros), encontramos la presencia del ejército (que ha sabido
reclutar soldados entre las poblaciones indígenas situándolos en guerras y enfrentamientos
que no acaban de ser propios como fue el caso de los enfrentamientos armados con Perú en
los conflictos fronterizos que se extendieron desde 1830 hasta 1996); las “compañías‖,
fundamentalmente petroleras y madereras (que al igual que hacendados y encomenderos
en su momento, transforman las relaciones sociales de reciprocidad por relaciones
salariales que pauperizan y desorganizan a las comunidades y dañan a su vez, las
relaciones ecológicas que ancestralmente las poblaciones nativas construyeron con su
medio); y la presencia de colonos (provenientes de diversas partes del país); prostitutas
(que desde tiempos del caucho comienzan a llegar a brindar sus servicios); funcionarios
municipales (actores que representan las políticas públicas del Estado Nacional a nivel
local); instituciones académicas y/o ecologistas e investigadores (fundamentalmente
biólogos y antropólogos que montan ―estaciones de investigación‖ y delimitan ―zonas‖
propias de investigación); y colombianos (provenientes de las guerrillas como también
simples emigrantes que se establecen en las ciudades orientales de Ecuador como el Coca,
Lago Agrio, Shushufindi, Tena, Puyo).
La lengua Tupí es una de las más conocidas para toda la región amazónica de
Sudamérica. Su presencia en Ecuador estuvo representada por los grupos Omaguas, que
habrían emigrado desde la zona ubicada entre las cabeceras del Madeira y Xingú, hacia el
alto Amazonas hace menos de 3 mil años. Por la misma época se expanden pueblos de
lengua Caribe, Arawak y Tucano. Dado que en la Amazonía no hay noticias de que
existieran familias lingüísticas con una edad superior a 1000 a.C. cuyas áreas de origen
estuvieran situadas en el medio o bajo Amazonas, al parecer lo que pasó fue que desde
4000 a. C. hasta el primer milenio antes de de Cristo se desarrollaron en las tierras altas de
los extremos de la gran región amazónica, con pequeñas ocupaciones en las tierras bajas
(Cabodevilla 1999). Pero, a lo largo y ancho de la región amazónica existen ―lenguas
aisladas‖, como se les llama a aquellas que no tienen una ligazón conocida con otras
lenguas o familias lingüísticas. Las aglomeraciones de lenguas aisladas en la región
Amazónica, sugiere que se trata de focos de dispersión muy alejados en el tiempo,
probablemente anteriores a los 4000 a. C. (Ibídem). Este parece ser el caso de la lengua y
la historia waorani. De entre las 2.550 lenguas, habladas por 1.2 billones de habitantes de
más de 70 países del mundo (web: http://www.sil.org/sil/) estudiadas por el ―Instituto
Lingüístico de Verano‖7 (ILV), no se han encontrado congéneres para el idioma huao (Yost
1979). Mientras que los grupos que se encuentran actualmente en la zona están
relacionados con pueblos desde la conquista o con algún grupo lingüístico, los waorani
representan una excepción, quizá junto con los cofanes. Para el caso waorani, Cabodevilla
piensa que puede tratarse de un pueblo anterior y diferente a los que se expanden a partir
del siglo VII, de los que proporciona la arqueología de la zona que hemos visto, pero que
permanecen después de las sucesivas intromisiones hasta el presente. Es decir tendrían
una antigüedad relativa de 5000 años y se habrían desarrollado cerca de la actual zona
7 El ILV es un ―instituto‖ norteamericano evangélico que pretendía el estudio de las lenguas nativas con el fin
de ―civilizar‖ con la palabra del evangelio.
40
donde se los encuentra. No existen evidencias de que los waorani hayan participado de los
―cacicazgos‖ o hayan sido grupos bajo su influencia. Por el contrario todo parece indicar
que los waorani han habitado las zonas de las tierras altas, las cuencas de los ríos de
cabecera o lugares de más difícil acceso (Cabodevilla 1999).
41
Desde 1538 se realizan incursiones que resultaron bastante nefastas en términos sociales y
económicos, pues los participantes morían en cantidades y no se obtenían cantidades
significativas de los recursos que se buscaban. Los primeros grupos con los que se topan
las primeras expediciones españolas por la región amazónica del Ecuador son aquellos que
se ubicaban en la zona de Quijos, nombre que además les fue asignado genéricamente a
todos los nativos de la zona a pesar de que se trataba de una diversidad de grupos. Este
tipo de situaciones fueron lo común iniciando un proceso de ―homogeneización‖ de la
población nativa de la Amazonía que se prolongó a lo largo de, por los menos, 4 siglos.
Este mismo proceso que se reproduce y repite a lo largo del tiempo y del territorio,
encuentra de igual manera una resistencia activa y en muchos casos organizada por parte
de las poblaciones indígenas. La Amazonía fue desde siempre el territorio que más ha
costado ―conquistar‖, desde los incas, que no lograron integrar a pueblos amazónicos más
que dentro de un circuito de intercambio, hasta los tiempos actuales, tanto por las
condiciones ecológicas como por la tan alegada ―ferocidad‖ de sus gentes. La respuesta de
los conquistadores fueron las correrías en busca de los huidos o de nuevos reclutas. La
introducción de la dinámica de las correrías, la esclavitud y la encomienda se produce con
la parcial o total desintegración y desarticulación de la organización social de algunos
grupos indígenas. Dentro de este mismo proceso y en consonancia con los dispositivos de
desarticulación, se intensifica el mestizaje con otros grupos del área, de la sierra y con
conquistadores, re-definiendo los grupos y con ello las distinciones étnicas, que se vuelven
difusas. En el caso particular de los grupos de indígenas que permanecen en las
encomiendas y en las reducciones se posicionan como la ―frontera de la civilización blanca‖
42
y por fuera, los demás grupos son identificados como ―salvajes‖ o ―aucas‖ 8 (Cabodevilla
1999). Esta es la primera gran clasificación que opera pautando relaciones sociales y
ecológicas desde la llegada de los conquistadores, la misma que irá complejizándose a lo
largo del tiempo. Comienza a construirse desde entonces, al interior y al exterior de las
diversas poblaciones nativas, la distinción entre aquellas poblaciones que se ―civilizaron‖ y
aquellas que permanecieron en su ―natural salvajismo‖.
Entre los grupos que se pueden reconocer para ese entonces encontramos a los
Omaguas, organizados en cacicazgos que habitaban las zonas fluviales de la cuenca baja del
Río Coca y mantenían relaciones de intercambios, sobre todo de esclavos, con los grupos
que fueron genéricamente denominados como Quijos. Esta práctica, obviamente, se
acrecentó con la llegada de los españoles hasta el punto que los mismos Omaguas caían
como esclavos. Fueron perseguidos por los españoles en el afán de ser reducidos y
comenzaron a moverse descendiendo por el río Napo, más al interior de éste y el Aguarico.
Los Omaguas huidos se convirtieron en el terror de las encomiendas, las haciendas y de las
poblaciones indígenas reducidas siendo los principales exponentes de los indios
―indóciles‖, ―feroces‖ y ―salvajes‖ tan comunes en las crónicas de la época. Al parecer, los
grupos Omaguas dominaron durante años las riberas del río Napo presionando a otros
grupos al interior de la selva. Esta dinámica repercutió en toda la región acrecentando las
hostilidades entre las etnias ribereñas e interibereñas porque provocó conflictos por el
territorio.
De las etnias reconocidas por las crónicas para este momento se pueden
mencionar:
Coronados y Oas: Ubicados por el Arribima (tributarios del río Pastaza) reducidos en 1654. Luego de una serie de huidas,
reubicaciones y ataques, en 1737, no vuelve a saberse de ellos
Gaes y Semigaes: Pertenecientes al gran bloque Záparo, estos grupos habitaban un inmenso territorio entre el Bononaza y
el Tigre hasta la cabecera del Curaray. Entre 1640 y 1700, la escena se repite, son perseguidos, reducidos, huidos y
finalmente desparecidos como grupos distintivos.
Avigiras: Este grupo se situaba entre el río Napo y el Curaray, frecuentemente es asociado a los huaorani y confundido con
ellos. Fueron contactados en 1621, algunos de ellos reducidos al margen del Tiputini en 1756, de donde huyeron.
43
Finalmente diezmados por la epidemia de viruela de 1761-62.
Záparos: Habitaban las zonas de las cabeceras del Tigre hasta el alto Curaray a la altura del Cononaco. Los primeros
grupos fueron reducidos en 1656, reducciones que son diezmadas por pestes y por las encomiendas. Otros grupos záparos
se dispersaron ampliamente lo que dificulta localizar sus territorios y sus patrones de movilidad. Actualmente se
encuentran unos pocos representantes de esta etnia ubicados en los ríos Conambo, Pindoyacu, Villano y Curaray en la
provincia de Pastaza.
Cofanes: Su área de asentamiento tradicional fue por los ríos Aguarico, San Miguel y Guanúes. No hay consenso sobre su
origen, su lengua el a´i, podría pertenecer a la familia lingüística Chibcha de Colombia, pero no es definitivo. Actualmente
en el territorio ecuatoriano se asientan en comunidades en áreas profundas de la selva cercanas a Lago Agrio (Lu,
Bilsborrow, y Oña 2004)
Shuar y Achuar: Estas etnias forman parte del tronco lingüístico que se ha dado a llamar, por los primeros misioneros y
antropólogos, como Jivaroan, que viene de ―Jíbaro‖. Habitaron la parte alta de la cuenca amazónica en el sudoeste del
Ecuador desde antes, incluso, de la llegada de los Incas. Los Shuar cuentan con una población estimada en 40.000
personas y se asientan, actualmente en las provincias de Morona Santiago, Zamora Chinchipe y en la parte sur de Pastaza
(Lu, Bilsborrow, y Oña 2004). Los Achuar actualmente habitan las provincias de Morona Santiago y Pastaza, y su
población actual en el territorio ecuatoriano es de alrededor de 500 personas. Ambas etnias se encuentran asimismo en
territorio Peruano. A diferencia de la zona centro-norte, la parte sur de la Amazonía ecuatoriana, donde habitan estas
etnias, se distingue porque hasta mediados del s XIX las relaciones con la sociedad occidental habían sido esporádicas,
recién en 1894 se convocaron las misiones salesianas para iniciar el proceso de ―civilización‖ y ―evangelización‖ necesarias
para incorporar esta región al sistema productivo nacional e internacional (Benítez y Garcés 1998).
Encabellados: Se llamó así a una serie de grupos de la familia lingüística Tukano que dominaron la bocana del Aguarico,
todo el Napo hasta el Amazonas, el Putumayo y el Caquetá. En Ecuador están representados por los actuales grupos
Secoyas y Sionas. En estos grupos también se ha observado la dinámica de reducción, huida y reubicación, pero se han
mantenido como una etnia distinguible hasta la actualidad. Presumiblemente de éste tronco lingüístico serían lo
desaparecidos Tetetes, la última etnia desaparecida, como tal, del territorio amazónico ecuatoriano. Lo que pueda saberse
de ellos es información para comprender una serie de dinámicas sociales, que desembocan en procesos de ―asimilación‖,
―disolución‖, ―aniquilamiento‖ y ―etnocidio‖, que han sido bastante comunes en esta región del mundo.
Kichwas: Representan la población más numerosa de la Amazonía ecuatoriana, con unas 60.000 personas. Se ubican a lo
largo del río Napo, Aguarico, San Miguel y Putumayo, y en las áreas urbanas de Napo, Sucumbíos y en Perú. Otro grupo,
los kichwa de Pastaza, están ubicados a lo largo del río Pastaza, Curaray, Bononaza y también en las áreas urbanas de
Pastaza. Lingüísticamente se agrupan como kichwas después de que ésta lengua haya sido declarada lingua franca a partir
del S. XVI. A juzgar por la historia de estas poblaciones se conformaron como una nacionalidad a partir de los procesos de
disolución y asimilación desde la conquista, por lo que el grupo estaría compuesto por integrantes de diversas etnias
44
reconocidas como pre-hispánicas (Lu, Bilsborrow y Oña 2004).
Esta breve presentación de los grupos étnicos que habitan y habitaron alguna vez
la Amazonía tiene como objetivo que siquiera podamos imaginar la complejidad
sociológica y cultural que existe en este territorio, como también la magnitud de los
procesos sociales que se conjugan para dar lugar al espacio que estamos estudiando. Se
establece la primera gran diferenciación en cuanto a patrones de asentamiento y, con ello,
en las formas de alimentarse más tradicionales. Es fácil concluir que ante la necesidad
marcada por situaciones extremas, en un estado violentado de la organización social
tradicional, estos cambios en las formas de relacionarse con el entorno hayan sido la
mayoría de las veces, negativas para el ambiente. Para los grupos que se mantuvieron
hostiles y en huida de los conquistadores y misioneros, los movimientos por el territorio
fueron más frecuentes que lo común y más incierto, porque ahora se trataba de un
territorio más difuso en cuanto sus límites étnicos previos. Muchos grupos debieron
―dispersarse‖ y buscar las estrategias para afrontar estas condiciones. No es de extrañar
entonces que las luchas por el territorio se hayan exacerbado en estos tiempos (y con ellas
45
la violencia) y que ante ataques inesperados los grupos tuvieran que abandonar sus zonas
de residencia y cultivos y pasar periodos en búsqueda de nuevos sitios para asentarse. Esto
supone cierta pérdida de estabilidad en cuanto a ciertos recursos del monte, el río o la
chacra, y/o que tuvieran que incorporar nuevos recursos y desarrollar estrategias propicias
para el aprovechamiento de los mismos.
Ahora la pregunta es dónde estaban los waoranis durante todo este tiempo, hasta
que por fin se los comienza a reconocer como un grupo distinto de todos los mencionados,
recién alrededor de 1950. Para situarlos en este panorama, ha sido valioso el repaso de lo
que podría haber sido la Amazonía ecuatoriana a la llegada de los españoles. Sin embargo,
como difícilmente se los puede ubicar en las crónicas, se debe recurrir a algunos supuestos
como razones de esta ―ausencia‖ en el registro histórico. Los grupos waorani no aparecen
como tales en las crónicas que van del S. XV al XVIII, y la denominación ―Waorani ― ó
―Huaorani‖, comienza a aparecer en la literatura misionera recién en la década de 1950,
por lo general asociada a la denominación de ―Auca‖, ambas claro, dentro de la categoría
de ―no civilizado‖. La demora en el reconocimiento de este grupo, como un grupo
distintivo (que rápidamente va a resonar en el territorio nacional e internacional) puede
deberse a algunos factores, tales como sus patrones de asentamientos interibereños, al
interior de la selva y de difícil acceso, posiblemente motivados por la presión ejercida por
otros grupos (Omaguas, Encabellados, etc.) y que las exploraciones misionales de este
periodo se realizaron principalmente por los grandes ríos y sus afluentes.
46
nominado, cobra una visibilidad particular por estas épocas. Las razones de la ―expansión‖
de los grupos waoranis estarían en relación al debilitamiento de otros grupos previamente
―pacificados‖, ―reducidos‖, ―evangelizados‖, ―exterminados‖, ―civilizados‖ y/o ―absorbidos‖.
47
hace indispensable para el desarrollo de las naciones capitalistas de la época y las
actividades extractivas son iniciativa y responsabilidad de capitales internacionales.
En 1880 es la creación de Iquitos como centro comercial regional, que para 1897,
con la explotación del caucho, fue el primer puerto fluvial del Perú dentro de la
competencia con el poderoso influjo comercial brasileño que desde 1866 había abierto la
navegación del Amazonas a las flotas mercantes internacionales. Se trataba fundamental
pero no únicamente de capitales ingleses y franceses. Este puerto recibe una cantidad
exorbitante de capitales, personas y artículos de todo tipo, importados directamente desde
Europa, desde teatros de ópera hasta barcos a motor, lanchas y armas de fuego, solo por
mencionar algunos9. En este sentido, el estado ecuatoriano, fue uno de los que menos
privilegió esta región en comparación con los estados peruano y brasilero (Cabodevilla
1999). Para el caso ecuatoriano la región amazónica, durante las primeras décadas de este
periodo, era vista como un lugar lejano, con escasos comerciantes, colonos empobrecidos,
funcionarios residuales y un montón de salvajes, todos dejados a la (no tan) buena de Dios.
Desde 1890 a 1920, la denominada fiebre se expande hasta afectar una inmensa
porción de la región amazónica del ecuador. Dado que el incremento en la
producción/extracción de caucho se hacía por medio de unidades de tierra y no
precisamente por incremento en la productividad es que se motivó el desalojo y la invasión
de las tierras de los indígenas en territorio ecuatoriano. A diferencia de las primeras
incursiones que se mencionaron en el apartado anterior en busca de oro, la explotación del
caucho impuso la necesidad de internarse en lo más profundo de la selva y comenzar a
―remover‖ el territorio de múltiples poblaciones que en gran parte se mostraron reacias
ante las invasiones blancas (Fuentes 1997).
Para las poblaciones indígenas existieron tres opciones posibles que fueron
combinadas de diferente forma según las condiciones y estrategias particulares de los
grupos: incrustarse en el último eslabón de la cadena comercial del caucho como colectores
endeudados, huir a territorios remotos de difícil acceso (o carentes de caucho) o defender
su territorio de las invasiones y morir por ello si es necesario. La combinación de los dos
últimos parece haber sido el caso de los waorani, como se verá más adelante. Una gran
9 Si se quiere tener una idea cabal de esta situación se recomienda ver el film ―Fitzcarraldo‖ de Werner Herzog.
48
mayoría de grupos indígenas que habían pertenecido a las reducciones misionales, se
mueven a las orillas de los grades ríos y desarrollan estrategias, a veces ―comerciales‖ y a
veces violentas, de proveerse herramientas del mundo occidental de las cuales habían
aprendido a sacar un mejor provecho de su trabajo. En muchos casos estos grupos se
incorporaron, a través de diversos mecanismos, a la cadena comercial y de explotación del
caucho. Los nuevos patrones tenían una táctica de reclutamiento, en caso de que no
aceptasen el concertaje, que consistía en la esclavitud, si se resistían optaban directamente
por la exterminación. En el caso de los poblados que permanecieron ―fieles‖, la ―opción‖
fue incrustarse en la cadena comercial del caucho ―voluntariamente‖.
Fuentes dice que todas las operaciones de explotación del caucho se realizaron al
margen del circuito monetario, por medio un sistema de ―aviamiento‖: o sea a través del
adelanto de bienes, de la firma inglesa al plantador y del plantador a los indígenas. De este
modo a nivel de relaciones socio económicas, se hace evidente la sobre-explotación de la
población indígena; la remuneración del trabajo estaba por debajo de la necesaria para la
reproducción material (que obviamente se completaba con el uso de recursos naturales) y
la instauración de la renta en trabajo o especies activó el sistema de endeudamiento y el
régimen esclavista (Fuentes 1997). En todos los casos, los indios deudores pasan a formar
parte del ―capital‖ de su patrón y hasta toman sus apellidos, por ejemplo ―Mejías runa‖ ó
―Torres runa‖. Runa significa persona en kichwa y la traducción literal de ―Torres runa‖
seria ―hombre de Torres‖ (Cabodevilla 1999). Si se considera que las casas comerciales de
Iquitos no daban créditos a quienes no tuvieran peonada, se puede comprender la lucha de
los patrones por reclutar a los indios. Lo común fue que los indígenas fueran utilizados
como ―moneda de cambio‖ de los patrones para pagar deudas cuando la recolección no era
49
exitosa o vendidos o cambiados, tratados, en definitiva, como ―objetos‖ pertenecientes a los
―capitales‖ de los patrones.
La explotación del caucho tiene sus primeros interesados en la zona donde habitan
los waorani un poco antes de 1885, cuando el oro sigue siendo explotado a pequeña escala
por las poblaciones indígenas, actividades que realizaban las mujeres y los niños, de los
hombres se dice que se dedican a la cacería y la ―embriaguez‖ (Fuentes 1997). En estas
situaciones se basan las denuncias de los actores gubernamentales de la región en la época,
para reclamar políticas de ―activación‖ económica, por ejemplo la ocupación del territorio
por colonos mestizos para que trabajen de jornaleros, tanto en la explotación del caucho
como en la extracción de oro (Ibídem). En el mismo libro, en el que Fuentes se basa en el
Informe del Gobernador de Oriente de 1885, la autora analiza que la intención de colonizar
el territorio con trabajadores jornaleros mestizos, conocidos hasta la actualidad con la
denominación ―colonos‖, responde, o contribuye, a suprimir las relaciones de intercambio
de bienes y servicios o ―presta manos‖, que eran, y son en algunos casos, mecanismos de
cooperación comunal en los que las relaciones sociales aseguraban la distribución y la
comercialización sin acumulación.
Para fines del siglo XIX, se asienta entre el Cononaco y el Shiripuno, la hacienda de
Sandoval, territorio perteneciente a los ―salvajes shiripunos‖ que hoy conocemos como
waorani (Cabodevilla 1999). De esta época datan algunos de los relatos de la historia oral
waorani de los cowore, seres no humanos y caníbales. Sin pretender que el concepto de
cowore entre los waorani tenga acá su origen10 de seguro el término se readecuó para
aplicarse a los nuevos actores que incursionaban en esos territorios, otros indígenas,
mestizos y colonos, viajeros, comerciantes, hacendados, etc. manteniendo la idea de
―canibalismo‖, que es posible encontrar en el imaginario waorani actual. Tal vez sea
anecdótico nomás, pero parece pertinente traer a colación el día en que Guewa me
preguntó si era ―verdad que en Argentina son caníbales‖, porque eso era ―lo que le habían
dicho‖. No fue, sin embargo, la única vez que el tema del canibalismo surgió como un
10 Para Cabodevilla tendrían su devenir, por lo menos del tiempo en que los Omaguas se trasladaron a esa
zona, escapando de las correrías esclavistas y de las reducciones atacando en algunas ocasiones a los grupos
waorani, pues se sabe que los Omaguas tenían algunas prácticas rituales de antropofagia.
50
fenómeno presente en la memoria waorani. Otra vez fue en relación a un video del
―History Channel‖ sobre canibalismo que tuvimos la oportunidad de ver en Quehueiri-ono
a ―pedido del público‖. Fue entonces cuando el presidente de la comunidad de Quehueiri-
ono, Moi, contó que eso era lo que decían los misioneros de todas las tribus indígenas del
mundo y así lo creía él, hasta que se conoció con un indígena australiano (en algún
congreso de nacionalidades del mundo a las que asiste Moi) y a quién le hizo la misma
pregunta que me había hecho Guewa. El par australiano le contó que él pensaba lo mismo
de los waorani, que era la información que le habían dado los misioneros a ellos sobre los
waorani. De este modo vemos que la reproducción de sentidos se sostiene en las relaciones
sociales posteriores a las cuales les dieron origen, también vemos el uso que los misioneros
han hecho de estos sentidos en su ―trabajo espiritual‖, alimentando imaginarios con la
violencia en pos de conseguir la ―conversión‖ a través del miedo y la desconfianza,
alimentando rivalidades, de modo que las identidades se alimentan de las más diversas
fuentes.
Violencia y canibalismo, son dos fenómenos que, en su devenir (como vimos no son
nuevos) tienen una fuente inagotable de dónde nutrirse, particularmente lo harán de un
momento en el cuál, la Amazonía revela un recurso de los más cotizados y explotados en el
mundo como lo fue el caucho. Es necesario volver sobre la experiencia de algunos relatos
locales. Nene contaba que los primeros cowore que él recuerda son los ―nativos‖ peruanos
(nativos les llaman a los kichwas) que penetraban al territorio waorani y robaban a los
jóvenes para llevárselos a las haciendas del Perú en la época del caucho. Al parecer, las
―correrías esclavistas‖ no acabaron el apartado anterior. La explotación de mano de obra
se basó en la táctica del ―desarraigo‖ y poblaciones enteras eran desarraigadas de sus
territorios y comunidades, llevadas tan lejos de manera que no pudiesen regresar a la
contención de la comunidad. El secuestro de niños y jóvenes que eran vendidos acabó por
darle forma a un régimen esclavista que promovió la desintegración familiar, comunal y
regional. El desarraigo permite, además, utilizar a los indios ―fieles‖ contra los ―infieles‖.
Aprovechando las destrezas de los indígenas en la selva, cosa de la cual carecían colonos y
patrones, se los utilizaba como perros de caza contra los huidos. Se sabe que, para
remediar la falta de mano de obra, los indios ―cristianizados‖ participaban de las
incursiones esclavistas y las correrías contra los fugitivos ya desde el S.XVI. Un relato de
esta época cuenta que ―…el amo no les exigía traer al fugitivo vivo, ni siquiera muerto,
bastaba si regresaban con sus orejas, la nariz o el pene ensartados en un bejuco, les
cambiaba esos despojos por machetes, hachas, o si le daba por ahí, una escopeta‖
51
(Cabodevilla 2004: 8). De manera que se incrementó considerablemente el odio y el
enfrentamiento entre la ―peonada india‖ recolectora de caucho y los salvajes que
defendían sus tierras invadidas (Cabodevilla 1999). Las experiencias de este tipo (robo de
niños y jóvenes como los ataques organizados a los cowore) están presente en la
experiencia y en la historia oral waorani. Lo que quiere decir que los waorani
identificaron a los cowore antes que éstos a ellos.
Para concluir este apartado se hace preciso reparar en los efectos de la violencia que
cada vez se incrementa con las intervenciones de la población blanca producto de las
cuales se desalojan, matan, capturan, desmembran, asimilan y liquidan el grupo záparo y
parte del huaorani que deja un vacío territorial que será ocupado a través de disputas (en
las que se renueva una y otra vez la violencia) inter-étnicas e intra-étnicas. Los grupos
waorani se escinden (por razones externas e internas referidas a los tipos de relaciones que
se pretenden establecer con los cowore, al uso y ocupación de territorios, etc.) y guerrean
unos contra otros.
53
En cuanto al particular caso waorani se observa que para este periodo el grupo ya
reconocía con suficiente claridad la presencia de un tipo particular de enemigo
denominado cowore. Clasificación bajo la cual aglutinaron diversos sentidos que marcan
los límites de su propia identidad y en función de los cuales se organizan para preservar y
defender su territorio. Las particulares condiciones de asentamiento waorani le brindan
ventajas comparativas con respecto a otros grupos y durante la última fase de este periodo
los waorani comienzan a expandirse y hacer notar su presencia a través de los límites de su
territorio.
11 Título del discurso del presidente José María Velasco después de su visita a la Amazonía en 1961
(Cabodevilla 1999: 219).
54
Estado y promover procesos de ―desarrollo económico‖, ideal compartido por las naciones,
con algunas variantes, durante el siglo XX.
La base principal para el desarrollo de las haciendas del siglo XX son los fundos
independientes de la etapa previa, por lo general con mano de obra en relación de
concertaje. La inmensa población en relaciones de concertaje pertenece al ya genérico
grupo de kichwas o runas, se observa la perdida de distinciones al interior de este grupo
originalmente compuesto de una diversidad de grupos. Seguramente existen muchas
razones para que estas distinciones se vayan ―perdiendo‖ pero lo que es evidente es que la
fuerza de las relaciones de concertaje y esclavitud fue homogeneizando formas de vida en
las cuales las viejas distinciones étnicas perdieron tanto sentido como utilidad hasta dejar
de existir o, por lo menos, de ser perceptible a todos sus integrantes. Una diferencia que se
mantuvo fue la de ―indios conciertos‖ e ―indios libres‖, aunque lo de libres no fuera más
que un decir para aquellos que en vez de estar sujetos de un patrón lo estaban de alguna
55
autoridad local o realizando trabajos por lo demás sobre humanos (cargadores de
mercaderías en viajes que las mas de las veces acaba con sus vidas).
La crisis del 1930 afecta los precios del cacao y con ello la economía ecuatoriana. El
precio del oro sube e incentiva a muchos comerciantes y patrones a dejar la agricultura y
ganadería y dedicarse, nuevamente, a la búsqueda de oro. Se buscan y exploran más y más
terrenos hasta la cabecera del Curaray, donde además los peones ―indios conciertos,
deudores y desposeídos‖ encuentran tierras ricas en cacería y pesca y, aunque se
reconociera que estas tierras pertenecían a los aucas, muchos decidieron establecerse
cerca. Debe notarse que a pesar de que se generalicen relaciones de concertaje y
esclavitud, los indígenas continúan con sus prácticas económicas tradicionales de caza,
pesca y agricultura a las cuales han incorporado las armas de fuego, perros, las dinamitas
(para pescar) y otras herramientas, además de nuevos cultivos. En términos económicos
esto significa que el sistema de explotación de recursos naturales y sociales no está
completamente sustentado por el sistema que los promueve, es decir que la ―ganancia‖
obtenida por la explotación de esos recursos y su sustentabilidad solo es posible a costa de
dos factores fundamentales. El uno es otro modo de producción y obtención de alimentos
(pesca, caza, recolección agricultura comunitaria o producción doméstica) que permite
que las poblaciones indígenas puedan subsistir. Es decir, hace posible la reproducción de
la mano de obra, que es lo que han sido consideradas las poblaciones nativas para el
capitalismo histórico. Y el otro factor esta dado por los recursos propios de la naturaleza,
de la cual se transfieren todos los costes de la producción capitalista que para ser un
12 Por ejemplo, Torres llegó a tener 200 familias y los hermanos San Miguel unas 180 (Cabodevilla 1999).
56
sistema ―rentable‖ no puede ser ecológicamente sustentable, que de serlo decaería su
rentabilidad.
El hecho de que se reconociera un ―territorio auca‖ desde fines del siglo XIX y todo
a lo largo del siglo XX, incluso antes de que se reconociera a los grupos waorani, puede
rastrearse en la historia del señor Sevilla quien fue el patrón que más encuentros y
desencuentros tuvo con los waorani debido a los trayectos que hacía en su circuito de
comercialización de diversos productos (caucho, arroz, ganado según el momento). Funda
una hacienda ―Capricho‖ en la zona más intensamente reconocida como de los aucas, dado
que los runas se negaban a trabajar en esas tierras, Sevilla reclutó los pocos záparos que
―tenían cuentas pendientes con los waorani‖, haciéndose patrón de los záparos, con la idea
de poder ―pacificar y civilizar‖ a los aucas y quedarse con esas tierras y ellos de
trabajadores. Desde este ―enclave‖ hostigó a los grupos waorani, lo mismo sufrió y provocó
un sin números de muertes en cada grupo, promoviendo más y más odio entre los bandos.
A fines de los años 1930, ―Capricho‖ se volvió insostenible, sus peones záparos murieron en
una epidemia y los que no, lo dejaron para trasladarse a un poblado cerca llamado Huito.
Sevilla se estableció en otra de sus haciendas llamada Ila, desde la cual desarrolla nuevas
relaciones comerciales con las recién llegadas compañías petroleras, particularmente la
Shell.
57
acción que tuvieron y el poco interés por la ―salud‖ de dicha región. La explotación
progresiva del petróleo modificó el modelo de desarrollo nacional previo, convirtiéndose
en la base del conjunto de la economía ecuatoriana. Las compañías llegaron con todo su
arsenal; helicópteros que permitieron un reconocimiento casi total de la región y de los
asentamientos de grupos de ―salvajes‖, la posibilidad de desplegar la tecnología para la
construcción de carreteras, puestos de control, etc. En 1938, Shell comienza la
construcción de un campo base en lo que ahora lleva el nombre de Shell-Mera, base a la
cual y desde la cual operan las avionetas que entran actualmente a Quehueiri-ono
gestionadas por ―Alas de Socorro‖13. En los siguientes años construye 5 bases más cerca de
Vuano, Macuma, Cangaime, Tiputini y Villano, éstas dos últimas en territorio waorani. A
partir de 1943 ingresan a las distintas bases cientos de toneladas de maquinaria de
perforación, campamento, combustible y alimentos. Cada base que instalaba la petrolera
iba acompañada de una base militar, es decir que los primeros colonos del Curaray fueron
los militares y sus familias, ilustración de la intención bélica con la que se relacionan y con
la cual se ―asientan‖ y colonizan la región durante este periodo todos los actores de la
explotación industrial.
Con respecto a la mano de obra, las petroleras fueron el imán de una gran cantidad
de trabajadores mestizos e indígenas. El reclutamiento de los indígenas marcaba
diferencias entre los que eran ―conciertos‖ y los que eran ―libres‖, a la que se agregaron los
mestizos colonos. En la zona donde reinaban las haciendas el reclutamiento se hace con el
filtro de los patrones, no sin conflictos. Mientras que en la zona donde predominaban
indios ―libres‖ la posibilidad de adentrarse en tierras desconocidas y la salida económica
(que por primera vez iba a ser a través del dinero) fueron factores suficientes para el
reclutamiento. Para la Shell, sin embargo, los ―aucas salvajes‖ eran un obstáculo no solo
por el miedo que generaban en los trabajadores (los ataques seguían siendo muy
frecuentes y sangrientos) sino porque ese miedo paralizaba las actividades exploratorias.
Si hasta este entonces nadie se animaba a asentarse en el margen derecho del Napo,
frontera que marcaba el territorio de los ―salvajes aucas‖, con la llegada de dos grupos de
actores este territorio fue formando parte de los intereses específicos dentro de una
política ―civilizadora‖ e ―integradora‖. El Instituto Lingüístico de Verano (ILV), principal
promotor de la ―civilización‖ de los grupos waoranis, fue el co-protagonista junto a las
compañías petroleras que estaban muy interesadas en la ―integración‖ del grupo y su
13 Organización Misionera.
58
territorio. Pero nuevamente, infaltable, es el uso ―adecuado‖ de indios para el trabajo en
zona auca, se utilizaron viejas rivalidades étnicas y capacidades diferenciales para
incursionar en estas tierras, ahora se preferían los jíbaros (como les llaman a los shuaras)
en vez de los yumbos porque los primeros ―eran más valientes, belicosos y cazadores de
cabezas‖ (Cabodevilla 1999). Es con la inauguración de esta nueva etapa de explotación
que los waorani pasan de ser los ―temidos y salvajes aucas‖, indómitos guerreros de la
selva, a ser el grupo de ―waorani civilizados‖, este proceso no es tan largo como podría
esperarse para haber producido las transformaciones de las que un par de generaciones
waorani han sido y siguen siendo testigos vivenciales. En Quehueiri-ono viven, hasta la
fecha del trabajo de campo, por lo menos 7 personas que pueden relatar historias vividas
por ellos antes de la ―civilización‖ (Nene, Guewa, Guieme, Dabo, Gueba, Amu, y Ñame14).
59
Capítulo III: Los Grupos Waorani como Protagonistas
Amazónicos de Fin de Siglo.
Las misiones han sido el instrumento más eficaz de acercamiento a las poblaciones
indígenas y de transformación (y consolidación) de las formas de hacer, pensar y sentir de
éstas. Se trata de un largo proceso de implementación de instituciones relevantes en la
60
cultura de occidente: la religión monoteísta, monogamia y exogamia, sedentarismo,
educación formal o escolarizada, y posteriormente, monetarización de la economía. La
misión evangélica ingresó tardíamente en relación a otras (jesuitas, salesianos, dominicos,
etc.) a través del ILV y recién 1952 comienza una tarea civilizatoria y colonizadora oficial.
Entre las actividades que se propone desarrollar figuran: el estudio de lenguas nativas,
grabaciones para “perpetuar” la voz de los indígenas (que por lo visto se pensaban
próximos a la desaparición), recopilación de datos antropológicos y referentes a plantas
medicinales. Su primera base en Ecuador fue construida a 15 km de Shell-Mera cerca del
Arajuno, zona perteneciente al territorio waorani (Narváez 1996). En tanto la explotación
petrolera implicaba ―abrir frentes‖ en territorio de ―salvajes‖ desde un inicio recurrió a
diferentes misioneros para ―pacificar‖ a dichos habitantes. El ILV no fue el único en esta
empresa de ―pacificación‖ pero tuvo éxito donde otros actores no lo han tenido (o no como
éstos esperaban) por medio de una táctica en particular y una situación histórica que les
jugó a favor.
En Gareno vive quien quizá, sea el último hijo vivo de Moipa, el abuelo Monca.
Monca en los relatos que nos ofreció sobre su padre expresó que Moipa estaba ―enfermo de
ira‖ y quería matar a todos waorani, warani y cowores que contradijeran sus decisiones.
La historia de Moipa puede dar luz respecto de la conducta bélica al interior de los grupos
waorani que desencadenó la voluntad de ciertos grupos de aceptar el contacto con los
cowore, aunque no sin reservas. Moipa fue el único sobreviviente de un ataque en el que
murieron todos los integrantes de su familia; él pudo sobrevivir mientras miraba desde un
árbol toda la escena. Fue adoptado por otro grupo waorani y con el tiempo se volvió un
gran guerrero que, como correspondía en la dinámica social, debía cobrar venganza. Pasó
61
luchando toda su vida con cowores y waranis, el poder que adquirió en pos de su valentía
fue acrecentándose a la par de su odio contra los cowore y los otros warani, ―quiso todo el
territorio y comenzó a matar a todos, mataba niños, estaba enfermo de ira‖ contaba
Monca. La intensificación de ataques y muertes por lanceamiento producida por las
represalias y la ―locura‖ de Moipa, fue escindiendo los grupos y debilitándolos. En uno de
sus ataques escapan con vida las mujeres que encuentra Raquel Saint en la hacienda de
Sevilla, ellas son capturadas por un kichwa que tiene deudas con el señor Sevilla y las
entrega a cambio de sus deudas.
Por ese entonces, en 1956, otros misioneros del ILV, entre los que se encontraba el
hermano de Raquel Saint, decidieron entrar a territorio waorani para establecer contactos
pacíficos con un grupo waorani (que no sería otro que el de la familia de Dayuma). Los
cinco misioneros fueron muertos a lanzazos por el grupo después de uno o dos encuentros
en los que los misioneros creían, habían logrado sus objetivos. Las versiones actuales de
porque el grupo waorani decidió finalmente darles muertes a éstos misioneros varían de un
autor a otro y de un informante a otro. La versión que pude oír en Gareno de parte de
Tipa, hija de Monca, (quien a su vez le habría contado la historia) dice que Nenkivi (un
waorani que formaba parte de este grupo y, por lo tanto, de los encuentros previos con los
cinco misioneros) entendió mal el mensaje de los misioneros ante el desconocimiento
mutuo de sus lenguajes. El malentendido, surge a partir de los ademanes efectuados por
los misioneros con sus manos para que cortasen el monte de tal manera que sea posible
descender con la avioneta (que agitaba su mano como indicando el acto de podar). Nenkivi
entendió que les cortarían la cabeza y por eso decidieron matarlos antes. ―Cinco
ciudadanos norteamericanos muertos a lanzazos en manos de los waorani‖, fue una noticia
internacional a partir de la cual los waorani no dejaron de ser reconocidos, temidos,
satanizados, como el salvaje grupo auca a nivel internacional. Suceso que comenzaría a
alimentar la identidad waorani a los ojos de la sociedad occidental y, posteriormente, a los
ojos de los mismos waorani.
En 1958 los misioneros del ILV logran fundar la primera misión en territorio
waorani, para lo cual apelaron al reencuentro entre Dayuma y su familia. Según Rival
(1996) este espacio de residencia se desarrollo de manera paulatina, al principio
funcionaba como ―lugar de encuentro‖ entre el grupo Guiquitaeiri (grupo de Guikita, tío
materno de Dayuma) y las mujeres misioneras entre las que estaba Dayuma. Rival explica
que esta forma se corresponde con la forma en que tradicionalmente los grupos establecían
62
alianzas, por medio de encuentros en lugares intermedios entre una comunidad y otra
(Rival 1996). El interés del grupo waorani, además de restablecer contacto con Dayuma,
estaba relacionado a la necesidad de fortalecerse ya que se encontraba debilitado,
conformado en su mayoría por mujeres y niños (muchos de los hombres habían muerto a
causa de los ataques y enfrentamientos) y que además muchos estaban enfermos de
poliomielitis. Con el tiempo se establecieron de una manera más estable en ese sitio donde
aprendieron ―nuevas reglas de convivencia‖: no más muertes (por lanzas por lo menos),
sólo una esposa, y comida de forasteros. Lo primero que hicieron los misioneros fue poner
fin al ―libertinaje sexual‖ como denominan a la poligamia y reformar las prácticas
matrimoniales, principal engranaje de la organización social tribal. En aproximadamente
diez años los misioneros del ILV introdujeron entre lo waorani nuevas prácticas agrícolas
(nuevos cultivos), medicina occidental, uso de transporte aéreo, comunicación por radio,
así como nuevos valores morales y códigos de conducta, como la modestia sexual, el
matrimonio monógamo, y la oración, mientras se desalentaban las fiestas, cantos y bailes
(Ibídem).
En 1967 una muchacha de otro grupo waorani fue capturada por los kichwas y
entregada a los misioneros en Tiweno. Los misioneros aprovecharon la presencia de
Oncaye, como se llamaba la muchacha, para atraer al resto del grupo familiar. Esto se
consolidó a través de matrimonios entre miembros de ambos grupos, que quince años
antes se habían separado y enemistado y mantenido una serie de conflictos armados.
Ciento cuatro miembros de este grupo denominado Baihuari (grupo de Bai), se sumaron a
los cincuenta y siete miembros del grupo de Guikita. Por medio de estas estrategias de
alianzas matrimoniales al estilo cristiano de los misioneros, el grupo waorani en Tiweno,
que se estableció además como un protectorado, creció para principios de los años setenta
a más de 525 waorani. Se estima que el grupo que aún permanecía fuera del protectorado
era para ese entonces de unos 100 miembros (Rival 1996).
Rival distingue dos clases de impacto a partir de la intervención del ILV entre los
waorani. El uno relacionado a la organización social y el otro a los modelos de
subsistencia. Con respecto a lo primero, los matrimonios monógamos promovidos por el
ILV reanudaron relaciones entre grupo que habían estado enfrentados. El proceso de
agrupación y posterior dislocación inducido por el ILV modificó sensiblemente los
patrones de asentamiento. Pues tradicionalmente los grupos compartían un amplio
territorio de caza, compuestos por dos o tres grupos familiares de 30 miembros cada uno
aproximadamente que residían en una casa comunal denominada maloca, se trataba de
grupos autosuficientes y no practicaban ningún tipo de comercio. Entre cada maloca había
uno o dos días de caminata y, como se dijo, permanecían alejados del contacto con los
colonos mestizos y otros grupos indígenas, por lo menos, hasta la fundación de Tiweno.
Estos patrones de asentamiento se reprodujeron luego de la disolución de la gran Tiweno
pero con nuevas características, pues las malocas se ubicaron cerca una de las otras dando
origen a ―aldeas con escuelas‖, como las llama Rival (1996). El segundo tipo de cambios
que distingue Rival en cuanto a modelos de subsistencia se relaciona con la proximidad a
las riberas de los ríos. A partir de este cambio de ambiente ecológico se intensifican
prácticas económicas como la pesca y el comercio y, con ellos, nuevos patrones
alimenticios. Se integran a la dieta una serie de especies antes no consumidas, como el
venado, sajino, guanta, etc. Asimismo se cultivan nuevas especies o especies que antes era
cogidas de la selva, árboles frutales, bejucos y plantas medicinales (Rival 1996).
Fuentes dice que la acción evangelizadora entre los waorani ha sido bien relativa en
comparación con otras etnias por ejemplo de la sierra en Chimborazo. Un obstáculo fue
que los waorani no han distinguido nunca un ―espacio‖ consagrado exclusivamente a lo
sagrado, por el contrario la selva como espacio sagrado es la que congrega a la comunidad
64
en la chacra, que identifica a las personas en la cacería y es el espacio de aprendizaje de
todas las generaciones. Además los waorani, a diferencia de otras etnias, han mantenido y
alimentado su identidad de salvaje por medio de los ataques, las huidas o el aislamiento en
clara oposición a la de indios ―civilizados‖ o ―fieles‖ o ―mansos‖ adjudicada por la
civilización en las reducciones (Fuentes 1997). Actualmente en Quehueiri-ono no se
observaron rituales protestantes, la presencia evangélica es más bien esporádica a través
del programa ―Compasión‖16 o las visitas cada tres o cuatro meses de misioneros que llevan
regalos y organizan cultos. En Gareno en cambio, el presidente oficia de cuando en vez de
―pastor‖, y congrega a quienes quieran asistir a la casita comunal, allí pasan la mañana
cantando. Esto de todas maneras es algo bastante esporádico a juzgar por la observación,
pues en tres meses de trabajo de campo no se juntaron más de cuatro veces.
16 El programa ―Compasión‖ consiste en el padrinazgo de niños de la comunidad por parte de los socios-
donadores, en su mayoría extranjeros, a quienes conocen por fotos y les envían regalos y fotos cada algún
tiempo.
65
Se ha mencionado brevemente en el capitulo anterior la primera incursión de la
Shell en 1937 a territorio waorani y los sangrientos enfrentamientos que caracterizaron
esta iniciativa y el despliegue realizado por la compañía para retirarse alegando que no
había petróleo por la zona. Pero a partir de 1970 se intensifican las actividades petroleras
en la región amazónica y la misma se convierte en una zona de colonización estratégica.
Este incremento modificó finalmente el modelo de desarrollo nacional previo en cuanto las
actividades petroleras se convirtieron en la base del conjunto de la economía ecuatoriana.
Entre 1964-1976 Texaco, Gulf y CGG (Compagnie Generale Geophysique) retomaron e
intensificaron las actividades abandonadas por Shell y ante los ataques de los grupos
waorani acudieron al ya presentado ILV y a la Misión Capuchina (Narváez 1996). El ILV
fue mediador entre los grupos waorani y las compañías petroleras, para habilitar y facilitar
las actividades de la segunda y también en la contratación de mano de obra waorani.
17 Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador, se trata de la organización indígena más pujante
en el escenario nacional actual.
66
1996). Luego los grupos waorani van adquiriendo mayor experiencia en cuanto a
organización socio-política y 1990 fundan la ONHAE18 a partir de la cual comienzan a
elaborarse nuevos términos de negociación con los cuales se establecieron las relaciones
con Cononaco y Maxus (Ibídem). Durante las décadas de 1980 y 1990 los grupos waorani
fueron diseñando nuevas formas de organización a partir de estas experiencias con las
compañías petroleras, con el Estado, con las ONG´s y con cualquier actor que quiera
ingresar, por los motivos que sean, a sus territorios.
No se debe despreciar el hecho de que en las relaciones que se iniciaron a partir del
denominado ―contacto pacífico‖, entre los grupos waorani y misioneros y compañías, los
términos bajo los cuales se llevaban a cabo las mismas a partir de los ―regalos‖ que los
segundos ofrecían a los primeros a cambio de su ―confianza‖. A partir de estas primeras
relaciones (de paternalismo oportunista) que se han sostenido a lo largo de 60 años hasta
la actualidad, los waorani van aprendiendo cómo son los cowore y cómo deben
relacionarse con ellos, así como también qué los distingue de ellos.
A partir de la tesis doctoral de Laura Rival se sabe que las primeras aldeas waorani
fueron creadas entre 1978 y 1983. En aquellas que fueron establecidas en co-participación
con el ILV el deterioro ecológico es palpable y llevan más de 20 años de aprovechamiento
humano sedentario. Algunas familias se quedaron en Tiweno después de la salida del ILV,
luego se fundó Toñampare, Dayuno, Quiwaro, Zapino, Damuintaro y Huamono. El total
de la población waorani en el territorio está estimado en 1.400 habitantes, 900 más de los
aproximados al momento del contacto (Rival, en Holt, Bilsborrow y Oña 2004) y
actualmente está atravesando un proceso de crecimiento demográfico con un índice anual
de aumento estimado entre 2,2 y 2,5%. (Lu 2005: 3). Se asientan alrededor de 34
comunidades, en asentamientos relativamente estables. Con patrones de asentamiento
bastante concentrado, algunas comunidades a lo largo de una carretera (como Gareno) y
otras a lo largo de pistas de aterrizaje (como es el caso de Quehueiriono), muchas cerca de
algún río navegable.
67
Quehueiri-ono
como comunidad se
asentó en los márgenes
del río Shiripuno desde
hace aproximadamente
16 años cuando un
grupo liderado por el
abuelo Ñame decidió
abandonar su
residencia en Dayuno
alrededor de 1993-4.
Durante el trabajo de
campo19 se registraron
16 familias, con un total
aproximado20 de 72
1.Maloca de Guieme y Nemo, Quehueiri-ono 2009. Foto David Hidrobo personas, en su mayoría
niños. Para las 16
familias cuentan con una total de 11 viviendas, en el territorio que comprende ―la
comunidad‖. La mayoría de las viviendas (9 de ellas para ser más exactos), se hallan
ubicadas en las orillas de la pista de aterrizaje. Las otras dos viviendas de la comunidad, se
encuentran a media hora de camino a pie, se trata de cinco familias donde la mayoría de
los integrantes son kichwas o mestizos kichwas-waoranis, lo que marca espacialmente una
distancia entre ambas identidades. La comunidad tiene otro espacio significativo, aparte de
la pista, y es la cancha al aire libre alrededor de la que se disponen los recintos de la
escuela (comedor y aulas) y otros recintos que suelen utilizarse para ―recibir‖ visitas, como
en nuestro caso, de los misioneros, médicos, etc.
19 Esta aclaración no está de más ya que hay tener en cuenta la movilidad demográfica constante como parte
general de la dinámica social, lo que no permite mantener un panorama demográfico inalterado y/o estático.
20 Se trata de una aproximación que si bien es exacta no se mantiene constante por las razones anteriormente
mencionadas. Las personas van y vienen, y a veces permanecen durante meses fuera, otras veces llegan visitas
que se instalan en Quehueiri-ono también por mucho tiempo.
68
En la comunidad de
Gareno se registraron 15
hogares y un total
aproximado21 de 80
habitantes. Se organiza
espacialmente a los lados de
las carreteras que la
atraviesan, carretera a
Nemonka y de la bifurcación
21Los aproximados en cuanto número de hogares y habitantes, al igual que en Quehueiri-ono deben
considerarse en función de los movimientos demográficos que suelen ser frecuentes.
69
sus relaciones con los distintos actores que se fueron incorporando a su vida social.
Algunas son eminentemente petroleras (Dícaro), otras representan un enclave comercial
(Gareno), otras un enclave turístico (Quehueiri-ono), la variabilidad puede ser en gran
parte producto de las diferentes relaciones que mantienen con la economía de mercado.
70
Capítulo IV: Espacios en Construcción
En cuanto a transición, las vías de acceso se distinguen a partir los usos que los
habitantes de las comunidades les dan. Una revisión de para qué, cómo y porqué se
utiliza cada una de las vías de acceso muestra que definen en gran medida formas
propiamente waorani de transitar entre los otros y el nosotros. Al transitarlas se define el
territorio de pertenencia a la identidad del grupo. En tanto a los espacios próximos puede
expresarse y leerse la interacción con los diferentes mercados a los cuales se tiene acceso y
las actividades comerciales que se llevan a cabo. La caracterización de las vías de acceso se
hace con el propósito de ubicar los principales puntos de interacción a nivel espacial con
los diferentes mercados, particularmente los involucrados directamente con las prácticas
alimenticias.
71
1. Vías de acceso a Quehueiri-ono y Gareno
Tanto para llegar como para salir de la comunidad de Quehueiri-ono existen tres vías
de acceso, para cada una de las cuáles se requieren y se dispone de diversos recursos e
infraestructura. Cada una de estas vías vincula la comunidad a diversos mercados y
servicios.
1. La primera vía de acceso que se describe puede denominarse fluvial a través del río
Quehueiri-ono (―Río de caníbales‖ en lengua wao). Para transitar esta vía existen dos
canoas a motor. Un motor es propiedad comunitaria, sin embargo la canoa es propiedad
del presidente de la comunidad razón por la cual generalmente es él quien regula los viajes
ya sea por razones personales y/o comunitarias. El otro motor y su respectiva canoa es
propiedad del ―Waorani Ecolodge‖22, los viajes que realiza son programados en razón de
las necesidades del mismo. Pueden ser para transportar a los administradores (que hasta
el momento del trabajo de campo nunca se trato de un waorani), para hacer viajes de
abastecimiento y para el movimiento de los turistas. Si bien en éstos viajes pueden
también moverse los habitantes de la comunidad sin costo alguno, la posibilidad de
utilización está restringida por las contingencias, que para ellos, regulan estos viajes. Estos
viajes se realizan desde y hacia el puente Shiripuno ubicado a cuatro horas en canoa de la
comunidad23. El puente mencionado queda, a su vez a dos horas y media del Coca 24 en
carro, pero los residentes de la comunidad no siempre bajan hasta el Coca para ahorrarse
los gastos de estadía, ya que en caso de que deban pasar la noche fuera de la comunidad, en
el puente cuentan con una vivienda25 donde pueden pernoctar sin costos. En cuanto
abastecimiento, tres veces por semana llega al puente una rastrojera que vende verduras a
bajo costo. El resto de los víveres se adquieren en la única tienda que hay porque a unos
50 metros del puente hay otra tienda, pero que vende gas, gasolina y aceite de ligar (por el
22
Se trata de un proyecto de turismo comunitario que trabaja en conjunto con la Asociación Waorani en co-
participación con la empresa de turismo internacional Tropic.
23
El tiempo que requieren los viajes varía, en primer lugar si se sube o se baja por el río, siendo el viaje de ida
hacia la comunidad que sube, un poco más largo, y en segunda instancia depende también de las condiciones
de crecimiento del río dificultándose si éste se encuentra ―bajo‖.
24
Coca es la cuidad principal de la provincia de Orellana.
25
Esta vivienda está montada por unos postes rodeados, a modo de pared, por unos plásticos y un techo de
zinc.
72
doble de precio que en el Coca). En esta tienda adquieren el gas todos los habitantes de las
comunidades circundantes que cuentan con cocineta, aunque no lo hacen habitualmente
sino cuando cuentan con el dinero para adquirirlo y la posibilidad de llegar al puente o de
que el motorista les haga el favor de comprarlo y llevarlo a la comunidad 26. En cuanto a
actividades comerciales, a pesar de que en el puente se encuentra la estación del Ministerio
del Ambiente que regula el tráfico y comercio de especies nativas, en la revisión de los
Diarios de Ingresos y Egresos es posible observar que algunas familias viajan hacia el
puente para vender carne de monte, aunque la práctica no está generalizada y sólo ha sido
reportada por una familia. Respecto de los servicios de Salud, por ésta vía los habitantes
de Quehueiri-ono pueden acceder a un centro de Salud gratuito que brinda servicios
básicos y de emergencia. Sin embargo durante nuestra estadía no supimos de algún
habitante de la comunidad que haya hecho uso del mismo27, más bien nos hemos
encontrado con tres casos en los
cuáles han asistido a
curanderos/as de la zona28.
26
En los 5 viajes que hemos realizado en canoa se llevó, por lo menos, una garrafa. Éstas van siendo dejadas en
sus destinos, ya sea Apayka, Nenquepare, Quehueiri-ono y hasta Wentaro.
27
La única vez que tuvimos conocimiento del uso de este servicio fue cuando el administrador del Ecolodge
tuvo una emergencia odontológica.
28
El primer caso fue presencial cuando entramos la última vez a principios del mes de Junio que nos
encontramos con una pareja conocida que reside en Nenquepare pero tiene familiares en Quehueiri-ono. Ellos
estaban en el puente con su hijo menor enfermo. El niño tenía diarrea, vómitos y fiebre y los padres estaban
buscando algunos de los curanderos/as que residen por la zona. Sabemos que son varios curanderos porque
conversaban con otras personas para saber cuáles estaban en sus casas y dispuestos a atender el niño. El
segundo caso nos fue relatado por un residente de Quehueiri-ono mientras nos contaba de una complicación
que tuvo luego de una intervención quirúrgica para extraerle el apéndice. El afectado no tenía dinero para
pagarse un hospital privado, en los públicos le decían que no tenían los insumos necesarios para sanarle, así
que decidió rogarle al curandero que le atendiese prometiéndole que cuando consiga dinero le pagaría. Ese
hombre le curó. El tercer caso es el de un colombiano, que circunstancialmente trabaja en Quehueiri-ono, que
vendría a ser concuñado del presidente de la comunidad. Este hombre llego de Colombia con algunas heridas
de balas, un curandero del puente le curó y lo adoptó.
73
ancho aproximadamente, de césped en su mayor parte, pero con porciones de piedras y lodo,
lo que ocasiona algunos problemas de despegue cuando el lodo está muy húmedo. Las
avionetas tienen una capacidad para un máximo de 5 personas, incluyendo el piloto. Sin
embargo, si las condiciones climáticas y de la pista no son óptimas, la avioneta no puede
despegar. Las avionetas salen de Shell ubicado a 10 minutos en carro del Puyo en la
provincia de Pastaza, mismo lugar al que llegan. Puyo, a su vez, queda 5 horas de Quito en
bus interprovincial. Esta vía de acceso es utilizada, aunque no exclusivamente, por los
turistas que ingresan a la comunidad a través del ―Waorani Ecolodge‖. Por ésta razón las
entradas y salidas de las avionetas están organizadas en función de las partidas de turistas
por la empresa Tropic, que en temporada alta de turismo29 llegan una vez por semana. Sin
embargo, existen vuelos programados para ocasiones especiales30. Ocasionalmente esta vía
es utilizada también por los pobladores de la comunidad en sus viajes, que tienen la mayor
parte de las veces como destino el Puyo. Para los habitantes de Quehueiri-ono, ésta vía
permite el acceso a los mercados del Puyo31 y a los servicios de Salud hospital ―Vozandes‖32.
Asimismo existe en el Puyo un curandero muy famoso entre los habitantes de Quehueiri-ono
al cuál asisten en diversos casos; durante nuestra estadía fue para detectar ladrones de cosas
perdidas-robadas33.
3- La tercera vía se puede denominar pedestre. La vía pedestre es una de las más importantes
porque es de uso frecuente y casi exclusivo de los habitantes de las comunidades waorani. La
experiencia en el campo sustenta la idea de que el pueblo waorani es un pueblo de
caminantes. Las comunidades waorani disponen de senderos para vincularse prácticamente
todas ellas, desde las más cercanas hasta las más lejanas. De lo que ha sido posible
29
Según nuestra experiencia y la información brindada por los trabajadores del Ecolodge la temporada alta es
de Mayo hasta Agosto.
30
Existen casos en los que la comunidad puede requerir los servicios de Alas de Socorro o de Áreo Conexos que
generalmente son financiados por Entrix y/o la petrolera o en otros casos la misma NAWE. Por ejemplo
cuando falleció el fundador de la comunidad entraron dos avionetas, una llevando el ataúd y otra
transportando el presidente de la NAWE.
31
Estos son preferibles a los mercados del Coca y del puente Shiripuno dado que ofrecen costos mucho más
bajos. Sin embargo habría que considerar los gastos de transporte y, para cada caso particular, los gastos de
estadía, ya que algunos habitantes tienen familiares y/o parientes donde parar en el Puyo y otros en el Coca,
ahorrándose, según sea la circunstancia, los gastos de estadía.
32
No es frecuente el uso del servicio de esta institución por el alto costo monetario que implica, sin embargo
sabemos de dos informantes que en alguna ocasión han contado con estos servicios que fueron financiados ya
sea por los misioneros o por la empresa petrolera.
33
Durante nuestra estadía nos recomendaron asistir a éste curandero para encontrar algunos objetos que
fueron sustraídos de nuestra vivienda. Si bien nosotros no pudimos asistir, fue a verlo una mujer a la que
también le habían sustraído algunos objetos. Varios informantes nos hablaron de éste hombre y de la cantidad
de casos que había atendido con relevante éxito.
74
presenciar, los habitantes de Quehueiri-ono pueden ir y volver caminando por éstos senderos
hasta Kakataro, Wentaro, Apayka, Nenquepare, Gareno, Toñampare, al puente Shiripuno y a
Yuralpa, entre otros, siendo éstos los más frecuentes. Los cuatro primeros destinos
(Kakataro, Wentaro, Apayka, Nenquepare) solo se transitan para visitas familiares (práctica
ancestral y mantenida hasta la actualidad) por parte de los habitantes de Quehueiri-ono dado
que en los mismos no hay mercados ni servicios de salud accesibles. Sin embargo en Apayka
hay una especie de campamento de cacería y producción de chicha34. El sendero trazado a lo
largo el Río Shiripuno es el que une a éstas comunidades geográficamente en 8 kilómetros
desde la primera (Nenquepare) hasta la última (Kakataro), pero las mismas son a su vez,
junto con Quehueiri-ono, las que forman parte de la Asociación Waorani- Ecolodge. Por esta
razón estos caminos son frecuentemente transitados a pie. Dado que Quehueiri-ono es la
comunidad que se halla en el centro del camino y de la cual está más cercano el Ecolodge, el
movimiento de realiza, con mayor frecuencia, desde el resto de las comunidades hacia
Quehueiri-ono y no tanto desde acá hacia las otras. Por su parte Gareno, Toñampare y
Tiweno son centros poblados más comerciales. Todos los habitantes de Quehueiri-ono tienen
familiares y parientes en alguna de estas comunidades (como también en las cuatro
comunidades anteriormente mencionadas) y asisten a las mismas para visitarlos en diversas
circunstancias. Estas comunidades cuentan, a diferencia de las anteriores, con acceso directo
a las carreteras, centros de salud, tiendas y centros electorales. Otra razón que encuentran
los habitantes de Quehueiri-ono para visitar estas comunidades son las asambleas, durante
nuestra estadía se sucedieron dos35.
Desde Yuralpa se puede participar de dos ferias distintas, una todos los viernes y
otra todos los sábados. Nuestros informantes asistían a la misma ya sea para vender carne
de monte y/o para comprar productos industriales, la primera gama de productos la ofrecen
los indígenas y la segunda los colonos, de modo que se puede encontrar una amplia gama de
productos no solo comestibles. Esta participación diferencial en el mercado posiciona a los
indígenas como proveedores de alimentos de producción doméstica y los colonos como
proveedores de productos industrializados. De ésta manera, para los waorani, es posible
34
Esta información se induce por el hecho que durante el mes de Abril, en el cuál se tenía programado en
Quehueiri-ono una gran asamblea, varios habitantes salieron por casi cuatro días rumbo a Apayka. Los
hombres en una partida de cacería y las mujeres para producción de chicha.
35
La primera de ellas estaba programada para realizarse en Quehueiri-ono en el mes de Abril. Sería una
asamblea de la Nacionalidad Waorani para elegir las nuevas autoridades de la NAWE, sin embargo un día antes
se cambio el centro de reunión a Gareno. La otra asamblea, era de alguna forma, una repetición de ésta, pero
con mayor legitimidad. Se realizó en el mes de Junio en Tiwino y asistieron, a diferencia de la anterior, muchos
habitantes de Quehueiri-ono.
75
vender la carne de monte para comprar, por ejemplo, cartuchos. Al parecer Yuralpa es un
centro poblado numeroso y las ferias una buena ocasión, no solo para comerciar, sino
también para consumir, conocer gente y ―divertirse‖. Así, cada vez que nuestros
informantes regresan traen algo de cigarrillos, ―cachigua‖36, algunos productos comestibles
como sal, azúcar y aceite37 y algunas anécdotas de romance, trago y peleas. Así como
algunas familias waorani visitan Yuralpa, los integrantes de la familia kichwa de Yuralpa
que tienen vínculo de parentesco con las familias waorani también son recibidos en
Quehueiri-ono, por periodos indeterminados de tiempo.
36
Trago fuerte.
37
Nunca traen consigo demasiado peso, recordemos que el camino son entre 9-13 horas de viaje a pie, según
estén con niños y las condiciones climáticas sean o no favorables.
76
o de aserrar maderas. Las visitas a la ferias son de índole muy distintas entre los hombres
y las mujeres. Mientras que ellas asisten temprano, compran lo que necesitan y se
regresan, ellos se quedan bebiendo agua ardiente y regresan al mediodía, por lo general
ebrios. El tema del consumo de alcohol entre los hombres waorani ha llamado
particularmente la atención en esta comunidad y es un tema que se abordará
tangencialmente a lo largo de la investigación.
Desde la perspectiva de las vías de acceso como ―transición‖ a los ―espacios próximos
de interacción‖, la revelación más interesante se encuentra, tal vez, cuando nos detenemos a
observar el uso, apropiación y adaptación de cada una de estas vías de acceso a la luz de las
historias que se analizaron en los capítulos II y III. Para comenzar es importante tener en
cuenta que desde antes de la ―civilización‖ las vías fluviales y la navegación no han sido
costumbres entre los waorani que se han mantenido en las zonas interfluviales. Recién
comienzan a incorporar estos espacios para transitar en los obligados movimientos
demográficos de la conquista. Posteriormente los grupos waorani se apropiaron de las
riberas como fuente de recursos para pescar, como un resultado del atravesamiento de las
instituciones occidentales en su forma de vida. Se observa que actualmente en Quehueiri-
ono esta vía se transita de forma personal o familiar para dos actividades comerciales
bastante específicas: la venta de carne de monte (práctica por lo demás escasa) y compra de
gas y víveres (bastante ocasional). La posibilidad de utilización de esta vía se halla sujeta a
disposiciones que les son en gran parte ajenas a los residentes a nivel personal. Sin
embargo, a nivel comunitario representa la posibilidad que la comunidad tiene de moverse
al exterior por razones ―comunes‖ y que se halla a su entera disposición encarnada en la
figura del presidente, figura incorporada a partir de la organización étnica en pos de
negociar sus relaciones con los demás actores de la sociedad nacional e internacional con la
formación de la ONHAE. En este sentido, el uso y la apropiación de la navegación (en la
canoa del presidente, con el motor de la comunidad) representan la re-construcción de la
identidad waorani como nacionalidad frente a los otros después de la ―civilización‖.
77
extranjeros, la posibilidad de transitar por esta vía es aún más contingente que la vía fluvial
para los habitantes de Quehueiri-ono. Si bien la misma puede disponerse para fines
comunitarios, la factibilidad depende ya de decisiones de la NAWE (que representa un nivel
mayor de organización de los grupos waorani) y no, únicamente, del presidente de la
comunidad. Dos situaciones se revelan de esta vía a partir de los usos que se le dan, el
primero que ya ha sido mencionado y es que; como legado del ILV que vincula la
comunidad con el extranjero ha quedado a disposición, aunque no enteramente, para la
mayor de las organizaciones waorani, la NAWE. Su utilización es fundamentalmente para
fines turísticos, en este sentido representa un espacio poco controlado por los habitantes de
la comunidad y sin embargo su apropiación consiste en que es la conexión con la principal
actividad monetarizada de la comunidad: el turismo. El otro punto de interés radica en que
no se circunscribe a ser un vínculo únicamente con los extranjeros turistas, sino con el
mismo Estado Nacional, ya que a través de esta vía ingresan los alimentos e insumos que el
Estado destina para la escuela de la comunidad. Tal como ha sido desde los tiempos de la
―civilización‖, esta vía de acceso se mantiene al margen de las disposiciones particulares de
los residentes de la comunidad, y aunque ya no arrojen desde los aires machetes, ollas,
gallinas o cerdos como lo hacían antes los misioneros, continúa siendo el medio para surtir
a la comunidad de productos industriales de consumo, principal manifestación del Estado y
la ―civilización‖ en la comunidad.
78
―Los waorani siempre se mueven, eso no cambia‖ (Amu Enomenga, Quehueiri-ono, 2009);
―Viajan igual por las diferentes comunidades wao‖ (Moi Enomenga, Quehueiri-ono, 2009);
―Siempre nosotros los waorani nos movemos, visitamos‖ (Gueba Gaba, Quehueiri-ono,
2009).
Si se presta atención a estas declaraciones, todas ellas vinculan la costumbre con el grupo
waorani, es decir que esta forma de transitar forma parte de lo que los sujetos consideran
como propio de su cultura, de su grupo y de su gente, como parte de su identidad.
79
más viejos ya no ven ni experimentan la antigua forma de transitar (a pie de maloca en
maloca de visita o cambiando de residencia), mientras que los jóvenes experimentan un
movimiento continuo a través de la carretera (en carro de cuidad en cuidad). Esta vía de
acceso es utilizada con mayor frecuencia que la pedestre, en Gareno los regímenes de visita
son bastante más disminuidos que en Quehueiri-ono.
80
en este caso es que no solo PERENCO ha establecido una berrera de transito, el anciano
Monca, muy a la usanza waorani, ha colocado otra barrera y la baja cada vez que un
vehículo quiere cruzar, la levanta a cambio de dinero o pan con cola. Cuando este anciano
asiste a la feria, lo hace vestido íntegramente de militar, con gafas para el sol y silbato para
llamar la atención en caso de que sea necesario. El anciano Monca, hijo del temido y
valiente guerrero Moipa, quién continúa transitando el monte en largas caminatas,
trabajando en la chacra junto a su última y joven mujer, cantando las canciones que sus
ancestros le enseñaron, construyendo su ―maloca‖ como la de los ―antiguos waorani‖, se ha
apropiado con su barrera, del derecho al tránsito de los cowores por su territorio, y con su
uniforme militar, de la figura del guerrero cowore.
Desde el repaso por las vías de acceso de pueden obtener algunas observaciones
relativas a las relaciones mercantiles predominantes que cada comunidad establece con y
hacia el ―exterior‖. Los principales motores de la mercantilización monetaria en las
comunidades amazónicas son la explotación de recursos naturales como la madera y el
petróleo, el comercio de diversos bienes industriales y el turismo, que a paso constante, se
ha introducido en el entramado socio-económico y cultural de la región. En lo que
continúa se hará una revisión de la incidencia de cada uno en las prácticas económicas y
ecológicas destacando los impactos que tienen en las prácticas alimenticias. Este recorrido
facilitará la comprensión de las características que tienen las comunidades en torno a las
relaciones sociales predominantes con cada mercado como parte de sus ―espacios
próximos‖.
82
por turistas (fluvial y aérea) manteniéndose la pedestre, casi exclusivamente, para
waoranis y kichwas. Sin ir más lejos la comunidad se asienta a los lados de la pista de
aterrizaje donde descienden las avionetas con las partidas de turistas, en su mayoría
extranjeros. Una buena parte de la organización de la comunidad gira en torno a las
actividades del ecolodge. Las mingas en la comunidad se realizan para dos propósitos
específicos, uno es mantener la pista de aterrizaje y otra mantener la cancha de la escuela,
ambas instituciones implantadas después del contacto, lo mismo que la minga tal como se
la practica en la actualidad, ya que anteriormente el trabajo comunitario no excedía núcleo
familiar en el cuál se organizaban y autoabastecían.
38
Kakataro, Wentaro, Quehueiri-ono, Nenquepare y Apayka.
39
A pesar de que hemos preguntado a diversos informantes el tiempo que lleva funcionando el Ecolodge, no
hay un acuerdo entre ellos, pero podemos aproximar dos años.
83
1) Se trata de una de las tres principales fuentes de trabajo asalariado que se constituyen
como espacios deseados y por lo tanto en disputa. Las otras dos son docentes (kichwas) y
promotores de salud. El trabajo en el ecolodge está regulado, en lo práctico, por los
administradores que programan turnos rotativos de trabajo entre todos los integrantes de
las cinco comunidades por cada partida de turistas. Para su funcionamiento efectivo son
necesarios; 1 cocinero, 1 palanquero, 1 guía, 2 personas para la limpieza, 1 mesero y 1
motorista, un total de 6 puestos por partida de turistas. Además ocasionalmente se le paga
a alguien por otras actividades como reparaciones y un centinela (cuando no hay partidas
turísticas ni están los administradores). Los salarios varían según la ocupación, de 8 a 20
dólares diarios. Los
empleados no tienen
contratos, razón por la cual
tampoco reciben beneficios
laborales formales de ningún
tipo. En lo práctico, reciben la
comida y el alojamiento los
días de trabajo. Como fuente
de trabajo, si bien es
constante, no es
cuantitativamente significante,
el único puesto que se
mantiene por más de un mes
es el del motorista, pero este
cobra por viaje y, por lo
general, no se realizan más de
cuatro viajes por partida. Los
demás puestos de trabajo, al
ser rotativos, no implican 6.Guieme realizando una bodoquera. Quehueiri-ono, 2009. Foto:
Citlali Doljanín
trabajo todos los meses y las
partidas son de tres días o de cinco, no más. Además hay que tener en cuenta que el
movimiento turístico es por temporadas. Como se pude observar, la participación
femenina en el Ecolodge se reduce a los puestos de limpieza (que comparten con los
hombres). En la comunidad solo tres mujeres trabajaban en el Ecolodge. Tampoco las
mujeres suelen salir de la comunidad por otros trabajos, no hemos sabido de casos así
actualmente.
84
2) Por otra parte, el Ecolodge consume algunos productos agrícolas que se producen en las
comunidades. Plátanos, yuca, papaya, naranjillas, piñas y limones son los más comunes.
Estos productos se solicitan, lo mismo, a integrantes de las cinco comunidades según la
disponibilidad de cada familia y en turnos rotativos. Dado que el consumo es bajo (muy
ocasionalmente llegan más de tres turistas en cada partida) no se trata de una fuente
considerable de ingresos. Esto último tiene que ser tenido en cuenta para apreciar la
importancia concreta que tiene el Ecolodge en la economía de la comunidad. Otra
actividad comercial que se articula con el Ecolodge es la producción y venta de artesanías.
La participación en la producción de artesanías es tanto masculina como femenina, los
hombres son los que generalmente agujerean las semillas para que luego la mujer las
trabaje en collares o pulseras, también el hombre recolecta productos silvestres útiles en
sus partidas de cacería. El hombre produce también lanzas, bodoqueras y coronas que se
venden a turistas o se cambian a forasteros, mientras que las mujeres tejen hamacas,
collares y pulseras. Sin embargo, tampoco se constituye como una fuente de ingresos
monetarios significante, dado que no se extiende más allá de los márgenes de la
comunidad. Es decir, nadie sale a vender fuera de la comunidad, la venta de artesanías se
lleva a cabo en la misma comunidad a los turistas. Pero cumplen un rol fundamental en las
relaciones sociales de reciprocidad con aquellos ajenos a la comunidad dado que las
mismas son intercambiadas por objetos industriales de necesidad, como linternas,
mochilas, y carpas.
Dado que las ferias están bastante lejos para llegar fácilmente, la venta de carne de
monte o productos agrícolas es circunstancial. Las posibilidades de hacerlo aumentan
entre las familias que tienen relaciones de parentesco en las comunidades kichwas, es decir
en los matrimonios interétnicos. De la misma manera las transacciones comerciales en las
ferias y ciudades aledañas no son muy frecuentes en comparación con Gareno, y se limitan
bastante a productos de aseo y, entre los alimentos, arroz, atún y fideos.
85
experiencia de trabajo en compañías petroleras, pero actualmente manifiestan que no
volverían a trabajar en éstas.
Entonces como conclusión puede decirse que existe una concentración bastante
localizada de las actividades comerciales alrededor del turismo dentro de la comunidad
que no les exige salir con demasiada frecuencia, sino más bien les exige adecuar algunas
condiciones de la comunidad para poder recibir la afluencia de los turistas. De tal manera
que cuando llegan las partidas ellos corren a esconder el televisor de la maloca, a colocarse
las coronas de plumas y a coger sus lanzas. El montaje que prepara la comunidad para
recibir las partidas es un evento muy divertido para participar, asisten los jóvenes y adultos
hombres que están en turno de trabajo con sus respectivos accesorios waorani, las mujeres,
niños y los ancianos también, sobre todo a ver el descenso de la avioneta, luego algunos
vuelven a sus casas y otros asisten a la maloca con sus artesanías donde probablemente
puedan vender o intercambiar algo con los turistas. Lo interesante es contemplar lo
siguiente; los turistas bajan de la avioneta y son conducidos adentro de la maloca de los
―antiguos waorani‖ (por lo demás un sitio fresco y agradable pero donde entra poca luz),
rodeados de niños y adultos que hablan una lengua tan extraña como divertida en la que
ríen y bromean, sin que los visitantes puedan comprender los motivos, y que ofrecen sus
artesanías con insistencia. Los turistas se encuentran, de pronto, en el espacio ―comercial‖
waorani y deben, en muchos casos, adecuarse a los términos de intercambio de ellos,
entonces si el turista no quiere comprar (y por más que compre); ―cámbieme linterna por
lanza‖. La transacción es realizada casi en todos los casos. Como puede apreciarse, no
piden que les ―regalen‖, piden que les ―cambien‖.
…muchos jóvenes pasan su tiempo entre el trabajo del Lodge (que son turnos
rotativos no pasan de unos 3-5 días el mes), las mañanas en la escuela (sin embargo
no parece ser una prioridad la escuela en tanto que faltan seguido por múltiples
motivos como cuando trabajan en el Lodge, pero nunca por trabajar en la chacra) o
en viajes que duran hasta semanas a otras comunidades (tiempo que también faltan
a clases). Entre éstas ocupaciones se pasan y rara vez se sabe que vayan a las
chacras, tanto entre hombres como mujeres.
Los diferentes puestos que los residentes ocupan en las actividades turísticas generan
nuevas distinciones al interior de la comunidad y en gran parte se expresan en los hábitos
alimenticios. Quienes son actualmente adultos casados, y ejercen de cocineros, han
recibido la formación en la Universidad San Francisco de Quito. Esto los posiciona
diferencialmente con respecto a otros residentes más jóvenes, creando una serie de
conflictos inter-familiares, porque lo evidente es que con dos miembros de la comunidad
preparados en gastronomía, ya no es necesario para el Ecolodge preparar más personas
por lo pronto. Mientras los jóvenes esperan y aspiran a que en algún momento puedan
recibir su pertinente formación y esperan dejando, de a poco, las actividades domesticas
antes mencionadas. La cuestión inter-generacional que se manifiesta es sumamente
llamativa porque los adultos que actualmente ejercen de cocineros, han crecido sin
embargo practicando estas actividades locales, razón por la cual, si bien salen menos de
cacería o destinan menor tiempo para el desmonte de chacras, han aprendido a hacerlo
como parte de su socialización waorani. Kengohuanto, uno de los ―cocineros‖ me contaba
en relación a esto que algunos jóvenes serán, en el futuro, más dependientes de los
trabajos de afuera, porque ―ya ni trabajaban en las chacras ni ayudan a sus padres en ellas,
muchos jóvenes de la comunidad trabajaban en el ecolodge y pasan durmiendo.‖ Que
87
ellos –refiriéndose a él y a los de su generación-, en cambio, ―desde muy pequeños eran
enseñados a trabajar en las chacras, a tumbar árboles y a limpiarlas,‖ pero que ahora
muchos jóvenes esperan que los padres ―traigan la comida‖.
40
Bebida tradicional hecha con plátano maduro cocinado y agua.
88
En Gareno
en cambio la
frecuencia con la
que pueden ir a la
feria y la distancia
entre ésta y la
comunidad, han
transformado los
límites entre ambas.
Si bien la feria no es
considerada como
parte de la
comunidad, la
7. Mujeres de Gareno regresando de la feria de San Pedro, 2009. Foto: David misma es
Hidrobo
incorporada a la
rutina de los habitantes de tal manera que parece trasladarse a la comunidad cuando cada
viernes las mujeres regresan con sus víveres y los hombres con sus dosis de alcohol. Esta
situación se deja sentir profundamente durante todo el día en el que se desatan fuertes
discusiones y peleas al interior de las familias, cuando los hombres golpean a sus mujeres y
se pelean entre vecinos. Los sábados la comunidad permanece en un estado de vigilia, los
vecinos se miran con desconfianza y algunos ni se saludan, los domingos ya comienzan a
mirarse un poco apenados y los lunes ya se saludan tímidamente, los martes es como si
nada hubiera pasado. Y así hasta el que el viernes vuelven a la feria a tomarse unos
―veintishinco‖41 y todo vuelve a comenzar.
41
―Veintishinco‖ es un vaso de trago fuerte que cuesta veinticinco centavos.
89
con mujeres waorani, golpean a sus mujeres cuando se embriagan. En cuanto a los
hombres waorani, solo algunos han ―adoptado‖ esta ―costumbre‖, se trata justamente de
quienes más experiencia han tenido entre cowores. No creo que sea coincidencia que los
hombres de la familia del anciano Monca, no golpean a sus mujeres. Monca amenazó de la
siguiente manera al hombre kichwa de su hija: ―Yo no te he dado a mi hija para la golpees,
ella es una buena mujer y sabe trabajar muy duro, no tienes motivos para pegarle. Si
vuelves a golpear a mi hija, te mato.‖
La presencia kichwa en la
comunidad se siente asimismo en
hecho de que el Lodge que existe en
Gareno es propiedad de una familia
kichwa. Este Lodge, a diferencia del
que se encuentra en Quehueiri-ono, no
emplea mayor cantidad de trabajadores
de la comunidad, solo un hombre
realiza algunas actividades
permanentes allí, luego emplea algunos
habitantes de Gareno como cuidadores,
para que asierren tablas y trabajos de
construcción y, en algunos casos,
hagan visitas guiadas. Las mujeres
saben ocasionalmente ir a vender
artesanías a los turistas que visitan las
cabañas. La venta de artesanías se
realiza en mayor medida a través de la 8. Mujeres tejiendo. Gareno 2009. Foto: Citlali Doljanín
42
Asociación de Mujeres Waorani del Ecuador.
90
hilando o tejiendo en cualquier sitio. Se observa una gran especialización en la producción
de artesanías producto de los talleres que dicta la AMWAE.
Por todos estos motivos que se fueron mencionado, en Gareno se observa una
mayor cantidad de alimentos comprados, por lo tanto el consumo más frecuente de
verduras, arroz, enlatados, etc. También se observa el menor consumo de carne de monte,
y con ello, la disminución de la participación masculina en la producción y obtención
directa de alimentos. Algo que ha llamado la atención es que en Gareno donde se
realizaron pruebas de hemoglobina se observó que existen varios casos de riesgo de
hemoglobina bajos, presentes sobre todo en las familias más numerosas.
Lamentablemente no puede compararse con los niveles de hemoglobina en Quehueiriono
porque no se han llevado a cabo estas medidas por falta de equipos en el momento
oportuno. Sin embargo los resultados preliminares de Sorensen y Lu43 al respecto
muestran que la tasa de crecimiento de los niños y niñas es mejor en Quehueiri-ono que en
Gareno, y que en Gareno los niños tienen casi la misma tasa de crecimiento que las niñas
de Quehueiri-ono.
43
Resultados preliminares del proyecto NSF presentados en el SAR, Nuevo México, Santa Fe. Noviembre
2010.
91
prioridades más importantes para las familias con hijos e hijas jóvenes, es preferible que
estudien aunque deban pasar toda la semana fuera del hogar, a que se queden en la
comunidad contribuyendo con la economía del hogar pero sin estudiar. Es generalizada,
en las entrevistas, la idea de que a mayor estudio mayor posibilidad de trabajo asalariado y
por consiguiente de obtención de dinero, esto se conjuga con la importancia actual que la
circulación de moneda tiene entre los habitantes de Gareno. Por supuesto todo el tiempo
que los y las jóvenes pasan en el colegio su alimentación está determinada por condiciones
exteriores a la comunidad, de tal manera que el consumo de alimentos tradicionales o
propios de la comunidad es menos frecuente, esto promueve un cambio en los gustos y las
costumbres alimenticias de este corte generacional.
93
Capítulo V: Construcción Social del Espacio Geográfico:
Monte, Chacra y Río.
94
Huaorani, desde el reemplazo de la cerbatana por la escopeta, hasta la
participación de familias enteras en actividades del mercado como el trabajo en
las petroleras, la venta de carne, artesanías, y animales (Lu 2004: 3).
La ―comunidad‖ como espacio social que nuclea a las familias se define por la
permanencia en el espacio geográfico, a diferencia del antiguo nanicabo (grupo familiar
compuesto por tres generaciones) y grupo huamoni que se definían principalmente por el
parentesco. En ambos casos, comunidad y grupo huamoni, parentesco y territorio son
factores importantes para nuclear a las familias, pero se ha producido una traslación en el
modo en que en uno y otro se manifiesta el uso del espacio. En la manera más tradicional
de organización social waorani, los nanicaboiri, el uso del espacio geográfico y la
concepción del mismo se sujetaban al manejo de los recursos y, posteriormente con la
conquista, a los movimientos demográficos. El territorio se definía por medio de una
ocupación que si bien era sostenida, en el sentido de que los miembros tenían circuitos
enmarcados, no era permanente en el sentido de que no se establecían por largos periodos
95
en el mismo sitio. La comunidad nucleada en las vías de acceso implica una ocupación
permanente en un sitio y se define como tal por su ubicación en el espacio a pesar de que el
parentesco sigue siendo una razón importante para asentarse en una u otra comunidad.
Un ejemplo para comprender: se pertenece a la comunidad de Gareno, si se reside en el
espacio en el que se ubica la comunidad. Si se es pariente de Monca, pero se reside en
Quehueiri-ono, no se pertenece a Gareno. Sin embargo, muchos de los residentes de
Gareno son parientes de Monca. Planteado de esta manera el cambio es evidente, en
cuanto a espacio, los waorani se identifican hacia afuera, no como de la familia de X que
hace referencia al nanicabo, sino como residente de la comunidad X, referente por lo
demás flexible a los movimientos demográficos. Sin embargo al interior de los grupos
waorani, el parentesco que remite al nanicabo, continúa siendo un referente que define a
los miembros hacia el interior.
Esta maloca (dónde se mencionó en el capitulo anterior que se reciben a los turistas)
responde al modelo de los ―antiguos waorani‖, así presentan los habitantes de Quehueiri-
ono a esta casa que ya no se parece a las que viven actualmente, las cuales responden más
bien a las formas kichwas de vivienda.
96
A pesar de los cambios mencionados, hay una continuidad en la manera de transitar
y delimitar el espacio, antes los nanicabos y ahora las familias, ambas unidades se movían
y se mueven por el espacio definiendo el territorio de pertenencia. Ahora se trata del
territorio de un grupo mucho mayor que el antiguo nanicabo o grupo huamoni, se trata de
la nacionalidad waorani del Ecuador. Sin embargo, el cambio tiene profundas implicancias
en la ocupación del espacio y el manejo de los recursos. Los centros de ocupación
permanentes de las comunidades han modificado el uso de los recursos al ejercer una
utilización sostenida en el tiempo de los mismos, sumado al efecto de las vías de acceso que
impactan en las relaciones ecológicas al disminuir las poblaciones de animales y peces.
La cacería considerada como totalidad es una práctica integral que incorpora por lo
menos los siguientes sentidos: la delimitación del territorio y la comunidad; un espacio de
sociabilización y endoculturación; la organización de roles de género y la producción-
97
obtención y circulación de alimentos. Todas las relaciones sociales y ecológicas que
implican estos sentidos forman un entramado diseñado culturalmente en las historias
particulares de los pueblos. Estas relaciones se viven a diario y se objetivizan en imágenes
en las que los sujetos se identifican, el cazador es un ejemplo entre los waorani. Tan es así
que gran parte de la imagen del pueblo waorani, compartido tanto en la mirada propia
como en las miradas de los ―otros‖, se erige en torno al ―prestigio‖ de la figura del cazador.
98
Rival, en su artículo
―Blowpipes and Spears‖, realiza
algunas observaciones
interesantes en cuanto a la
relación que los waorani tienen
con las especies animales y la
concepción misma del espacio,
de la cual se derivan las
opciones tecnológicas de uso y
manejo de los recursos. La
autora sostiene que los waorani
articulaban sus preferencias
alimenticias en torno a
recursos que se relacionan
íntimamente, aves y monos,
dos especies que habitan en
árboles frutales. Con respecto
a esto se ha observado en el
11. Profesor Mamallacta, regresando de una partida de caza con los trabajo de campo que entre los
waorani. Quehueiri-ono 2009. Foto: Citlali Doljanín
waorani tienen un profundo
conocimiento del comportamiento de los monos, cuyos ciclos además se amalgaman con
los ciclos de los árboles frutales. Rival explica en el mismo artículo que, en la época de
monos gordos y de la chonta ancestralmente se organizaban las ceremonias, de tal manera
que mientras los monos se reproducen y engordan, los waorani se casan y comen bien. El
conocimiento que los waorani tienen de estos espacios ecológicos se refleja en la mirada de
Remigio cuando contaba sorprendido que los waorani cuando cazan monos emiten un
sonido ante el cual los monos se quedan quietos, haciendo mucho más fácil y factible la
puntería. Rival en cambio cuenta que sus informantes le decían que a veces, cuando están
cazando, el mono los mira, y en su mirada, pide por su vida, en ese caso, el cazador
waorani escoge otra presa (Rival 1996).
99
tradicionales de los waorani guardan un estrecho vínculo con la manera en que los waorani
establecen sus relaciones sociales. A través de un análisis estructuralista, Rival propone
que la bodoquera44, utilizada en tiempos de los antiguos waorani para cazar sus presas
favoritas, monos y aves, representa una manera no violenta de poner distancia al interior
de los grupos sociales huaomoni. Mientras que las lanzas, representarían una herramienta
que posibilita a los waorani establecer la distancia necesaria con grupos enemigos. La
lanza era utilizada para matar además huanganas, un animal que los waorani
consideraban poco saludable y que solo mataban cuando éstos invadían los asentamientos.
Desde esta perspectiva las huanganas eran al igual que los enemigos, percibidos como una
amenaza, a diferencia de los monos a los que se percibe como individuos similares a los
―verdaderos‖ hombres, es decir a los waorani. De tal manera que la bodoquera es una
tecnología de la ―inclusión‖, que establece una relación no agresiva con las especies
arbóreas a las que se les adjudica características similares a un grupo huamoni, mientras
que la lanza es una tecnología de la ―exclusión‖, que establece la diferencia entre los
huaomoni y los grupos de huarani y/o cowore (Rival, 1996).
Esta consonancia entre la organización social tradicional de los waorani, los animales
de su dieta y la tecnología de caza se enmarcaba dentro de la particular política waorani de
mantenerse en un aislamiento voluntario que se regulaba por medio de alianzas entre
grupos cercanos a través de matrimonios entre primos cruzados. Cuando los waorani se
ven en la necesidad de romper con su política de aislamiento voluntario y cambiar sus
relaciones con los ―otros‖, el contexto cambia radicalmente y con ello se transforman las
tecnologías de uso y manejo de los recursos que responden a nuevas condiciones.
Actualmente los waorani han adoptado las armas de fuego para la cacería y han
incorporado a su dieta una gran variedad de carnes antes no consideradas propias para el
consumo humano. Estas nuevas apropiaciones (armas de fuego) y usos y manejos de los
recursos (ampliación de la variedad de carnes e intensificación de la horticultura), se
encuentran ahora en consonancia con las nuevas formas de ocupación del espacio
(asentamientos estables en las riveras de los ríos) y aseguran la reproducción de los grupos
dentro de un contexto diferente. Tal como concluye Rival, ―…the shotgun, like other
44 Cerbatana. Las cerbatanas waorani se llaman omena, se diferencian de todas las demás de la Amazonía por
poseer el conducto en forma ovoidal y no circular como todas las demás. Las omenas tienen hasta tres metros
de largo, son hechas en madera de chonta y pueden llegar a pesar entre 3 o 4 kilos. Los dardos o flechas llevan
la punta embebida en un veneno denominado Curare, al momento de cazar animales de tamaño considerable.
100
weapons and hunting techniques, participates in the constitution of social relationship‖45
(Rival 1996: 160).
Sin embargo la cacería sigue siendo para los waorani un espacio, que aunque
reconfigurado, contiene principios fundamentales para la organización, delimitación y
pertenencia a los grupos. Sabemos por los cuestionarios ecológicos que el espacio de
cacería contiene los senderos comunitarios. La zona de cacería comunitaria es compartida,
de alguna manera el compartir ese espacio marca la pertenencia a la comunidad, como
sucedía en su tiempo también con el nanicabo y los grupos huamoni. Es un derecho de
quienes forman parte de la comunidad y un límite entre quienes no lo son. En el
cuestionario ecológico, Kengowanto expresó que una forma de cuidar las especies para que
se regeneren es cuidar el territorio de cacería de ―intrusos‖. En la zona de cacería solo
pueden, por derecho, cazar quienes son de la comunidad o quienes adquieren el
consentimiento de algún miembro para hacerlo. La expresión de Kengowanto recuerda a
una de las características que definían al antiguo nanicabo, específicamente aquella de que
entre los miembros deben compartir y cuidar el territorio de cacería común (Rival 1996).
Desde este aspecto se puede pensar entonces que la cacería, como práctica que involucra la
definición de un espacio compartido, continúa siendo parte de la construcción identitaria
en tanto marca una pertenencia al grupo (miembro de la comunidad) y al uso del espacio
(derecho a cazar) que se expresa en la dinámica inclusión-exclusión (aquellos que no son
miembros de la comunidad no tienen el derecho de cazar) y su nexo, la permisión
(parientes, amigos, etc. con autorización). En estas observaciones se puede identificar una
continuidad en cuanto a la concepción y construcción el espacio comunitario de cacería
como espacio social compartido que define, contiene y delimita al grupo.
45―…la escopeta, como cualquier arma o técnica de cacería, forma parte de la construcción de las relaciones
sociales‖
101
Rival) y tendrá a su vez amigos que lo busquen para salir de cacería y gozar de la
experiencia del buen cazador. Este era el caso de dos buenos amigos en la comunidad de
Quehueiri-ono: Guime, uno de los mejores cazadores según las declaraciones de los
informantes en el cuestionario ecológico (8 de los 10 que respondieron), y Guewa (que más
bien se lo concebía como con poca suerte para la cacería, solo uno de entre los 10). Ambos
expresaron, en sus cuestionarios, que Guewa busca la compañía de Guieme para salir de
cacería y que juntos se divierten y siempre traen algo de carne que se reparten entre las
familias.
12. Wepe y Tamaye trozando un venado. Gareno, 2009. Foto: David esta perspectiva lo que se
Hidrobo
102
pone en juego en la cacería es el prestigio, lo que no sería erróneo. Pero en términos más
propios, y desde la participación y observación el campo, el prestigio entre los waorani no
implica una ―desigualdad‖ entre jerarquías, el prestigio existe como el ―reconocimiento‖ de
una situación. Entre las declaraciones de que Guieme es el mejor (o uno de los mejores)
cazando, las razones expuestas manifiestan: ―porque aprendió muy bien de su padre‖,
―tiene experiencia y suerte en la selva‖, y ―que no falla‖. De manera que lo que se reconoce
para que alguien sea buen cazador es que debe tener una buena escuela (aprendió bien de
su padre), experiencia y suerte (una relación bien desarrollada con el entorno natural) y
así es como no se falla. De esta manera la cacería engloba relaciones entre padres e hijos y
entre amigos tanto como entre el cazador y su entorno.
La cacería es
una actividad
generalmente
masculina, sin
embargo no está
mal visto que las
mujeres lo hagan.
La participación
femenina en la
cacería no es muy
frecuente. No se
trata tampoco de
que ―las mujeres 13. Marco y Obe regresando de una jornada de caza y pesca. Quehueiri-ono, 2009.
Foto: Citlali Doljanín
salgan de
cacería‖46, sino que circunstancialmente acompañan a los maridos para ayudarlos a cargar
el peso de las presas47 o practican la cacería en la chacra cuando aparece algún animal. Los
hombres en cambio si tienen un régimen de cacería que es más frecuente en Quehueiri-ono
46 Esto solo ocurre en los casos en que el marido está ausente por largos periodos y la mujer ―debe‖ salir de
cacería.
47 Durante nuestra estadía en Quehueiri-ono las mujeres solo acompañaron a los hombres a la cacería cuando
se estaba organizando la asamblea y debía haber abundante carne. Salían en parejas para distribuirse el peso,
ya que cazarían cuanto encontrasen. Cosa que no sucede en circunstancias normales donde el cazador no caza
más de lo que puede cargar o necesita.
103
(alrededor de 2 veces por semana) que en Gareno (1 vez cada dos semanas). Para ambos
casos esta frecuencia es relativa al éxito que se obtenga, ya que si no se ha cazado nada en
una partida, ésta se repetirá al día siguiente. Cuando tienen éxito depende también del
tamaño de la presa en relación a la cantidad de integrantes de la familia, del clima, de la
disponibilidad de cartuchos, etc.
La cacería es una forma de obtener alimento que los waorani aprendieron desde sus
ancestros y siguen aplicando para proporcionarse, por lo menos en Quehueiri-ono, de la
mayor fuente de proteínas. Para los waorani en Quehueiri-ono la cacería es vital. Es
notable que si bien han modificado sus formas y estrategias de cacería al sustituir las
48 Astrocaryum chambira Vegetal del cual elaboran la fibra para los tejidos.
49
Oenocarpus bataua. Palma de cual se hace un tipo de chicha
50 Expresión waorani que significa hacer el amor.
104
lanzas por armas de fuego, la conciencia de la importancia de ese recurso mantiene a los
habitantes alertas de las dinámicas ecológicas de sus presas. Se mantienen costumbres y
formas ancestrales de hacer (como por ejemplo la cacería de carácter individual en la que
los cazadores no cazan más de los que pueden cargar) y desarrollan a la par estrategias de
conservación como no cazar en los márgenes próximos de la comunidad para atraer, o no
espantar, a los animales.
51Suponemos de alguna manera que esto afecta en cuanto la distribución y aprovechamiento de los recursos naturales.
Continuamente se escuchan historias sobre los problemas territoriales, como cuando los kichwas se introducen en territorio
waorani para cazar y estos al enterarse toman acciones de venganza, como quemarles la casa o cosas por el estilo (Historia
contada en el Grupo Focal de Salud de las mujeres en Gareno).
105
Las características mencionadas sobre las condiciones ecológicas y sociales de
Gareno (mayor proximidad con otras comunidades, cercanía a ferias y actividad petrolera)
tienen sus repercusiones en el uso, la percepción y la utilización de los recursos y sus
formas de aprovechamiento. El trabajo en la petrolera ha sustituido parcialmente (solo
parcialmente) actividades productivas de caza y recolección, sobre todo por parte de la
población masculina y joven. Sin embargo, esto también se acopla y complementa con la
disminución de especies alimenticias, formando parte del mismo proceso civilizatorio
impulsado por la economía de mercado y la mercantilización de los ―recursos‖ naturales. A
diferencia de las prácticas de conservación que se observan en Quehueiri-ono, en Gareno
es difícil pensar en conservación cuando queda poco por conservar alrededor. Esta
situación ha modificado los patrones de consumo de carne de monte, pues en Gareno es
más rentable vender la carne y comprar el alimento industrializado (arroz, frejol, fideo) lo
que ha impactado, por supuesto, en las relaciones comunitarias entre las cuales la carne de
monte ya no es un elemento de cohesión que reúne a algunas familias en la medida que se
percibe en Quehueiri-ono.
Existe una amplia discusión, entre las diversas corrientes antropológicas que han
abordado las poblaciones amazónicas en relación a la agricultura (u horticultura) a partir
de las cuales se definieron algunas posturas, una de las cuales sostiene que no fueron
agricultores porque el ambiente no lo permitía, proponiendo una forma de determinismo
ambiental. Otras posturas se inclinan a que si lo fueron, pero que perdieron la costumbre y
el conocimiento para hacerlo, proponiendo un estilo de pérdida cultural. Se ha
desarrollado una alternativa de abordaje hacia esta problemática, desde la cual Rival
106
observa el caso waorani, que fusiona la perspectiva histórica y ecológica. Para Rival es
evidente que los waorani no han sufrido una regresión en este sentido, sino que han
desarrollado un conocimiento profundo sobre las especies vegetales que consumían a la
par que fomentaban su crecimiento a lo largo de las generaciones sin llegar a una
domesticación que implique un manejo genético. La agricultura no es para los waorani
una pérdida cultural y tampoco se ha trata de una imposibilidad ecológica para hacerlo,
sino más bien se comprende como una opción histórica culturalmente adecuada a la
integración de la organización social de los grupos waorani y al espacio ecológico.
Las chacras de cada familia se encuentran entre 150 y 200 mts. de las viviendas,
aunque algunas familias poseen chacras más alejadas aún. Cada familia tiene entre 1 y 4
chacras dependiendo de la cantidad de integrantes de la familia y de si destina parte de la
producción al mercado, esto último se observa principalmente en Gareno. La extensión de
cada chacra varía desde los 30 x 15 mts hasta una hectárea. Los principales cultivos, que
no faltan en ninguna chacra, son la yuca y el plátano. Pero cada familia incorpora otros
cultivos como ser papachina (colocasia esculenta), camote, capamu (no identificado),
maní y maíz, generalmente para consumo personal. Para la venta, algunas familias de
Gareno declaran que también cultivan cacao y café, pero no se ha registrado durante el
trabajo de campo una venta significativa de estos productos. En las chacras además de los
cultivos mencionados, los waorani siembran árboles frutales como papaya, piña, limón,
naranja, chirimoya, uva de monte, toronja, guabas (Inga edulis), aguacate, coco y por
supuesto la chonta. Finalmente también tienen plantas útiles como el achiote (bixa
107
orellana) que sirve para pintar la
piel y las comidas, el ajo de monte
(Mansoa alliaceae) que tiene usos
medicinales al igual que el
chugchuguaso (Maytenus laevis).
En cada familia varía la cantidad de
cultivos y plantas, están aquellas
que tienen once variedades y otras
que solo tienen tres. De todas las
familias entrevistadas en Gareno y
Quehueiri-ono solo seis declaran
que tienen plantas de barbasco
(Lonchocarpus utilis53). De éstas
seis familias, cuatro tienen al menos
un integrante kichwa y las otras dos,
que no tienen integrantes kichwas,
se encuentran en Gareno.
14. Tipa sembrando maní en una de sus chacras. Gareno, Lo llamativo es que a pesar
2009. Foto: Citlali Doljanín
de que los residentes de ambas
comunidades declaren que cultivan papachina, camote o capamu para el consumo
personal, no se han observado estos alimentos en el trabajo de campo. El maíz, que tiene
cierto protagonismo en la historia del origen que cuenta Mincaye, no se presenta como un
alimento generalizado, como lo es la yuca, pero si se han observado cultivos y personas
comiendo maíz. Lo cierto es que la chacra es el espacio de la yuca y este espacio se
comparte con los demás cultivos y árboles frutales. Por lo general el espacio central es
donde se cultiva la yuca y a los alrededores se cultivan los plátanos y demás árboles.
Asimismo es el ciclo de la yuca el que determina el nacimiento de una nueva chacra. Cada
chacra se utiliza alrededor de un año en el que dará dos veces yuca, tiempo en el que la
tierra será abandonada para darle tiempo a la regeneración y se buscará otro sitio. Sin
embargo, si la yuca determina el nacimiento de una nueva chacra, no determina la muerte
53Planta utilizada para pescar que funciona a través del envenenamiento de los peces sin afectarlos para el
consumo humano.
108
de la misma, porque tanto el plátano como los frutales quedarán ahí durante muchos años
más, en los que las personas regresarán a buscar los frutos, formando parte de trayectos de
recolección.
Para una producción satisfactoria de los productos de la chacra, los waorani han
desarrollado un amplio conocimiento sobre las bondades y las características de la tierra.
Este conocimiento se ha incrementado a partir de las nuevas formas de asentamiento, de
tal manera que en la actualidad los waorani conjugan saberes ancestrales y nuevos saberes
para optimizar su producción. El lugar para hacer una chacra se escoge por algunas
razones, pero la más importante es ―la tierra‖. Los antiguos waorani, cuentan los
informantes, solo cultivaban en las lomas, pero actualmente además se hacen chacras en
lugares estratégicos (con poco riesgo de inundación) cerca del río. Las características del
suelo son indicadores de la fertilidad de la tierra. Todos los entrevistados aseguran que la
mejor tierra para la yuca es de color negro, sin muchas raíces y debe estar mezclada con un
poco de arena. Si es en la montaña, es buena para la yuca amarilla, dicen algunos. Con
respecto a la tierra colorada los informantes dicen que no es buena pero que allí pueden
crecer los cocos y las guabas. La tierra blanca y húmeda, de aspecto pantanoso,
definitivamente no es fértil para los cultivos.
Las chacras se mantienen produciendo yuca durante un año o año y medio, después
la tierra debe descansar. Los tiempos necesarios para que la tierra descanse varían entre
los informantes de 10 años a 1 año. De hecho se trata de un rango bastante grande pero lo
interesante es que mientras más joven es la persona, menos tiempo de descanso sugiere
para la tierra. A pesar de esta variación, entre las 11 personas que han respondido con
números54: seis han respondido que el tiempo óptimo es entre tres y cinco años, siendo
cuatro la media. Una lectura posible sobre estos datos es que, actualmente con los
asentamientos estables, es más difícil mantener los tiempos de descanso de las tierras que
54 Algunas personas solo respondieron ―cuando la tierra se regenera‖ ó ―cuando crecen de nuevo las plantas‖.
109
tradicionalmente fluctuaban de tres a cinco años. Probablemente esos tiempos
respondían, no solo a tiempos de la tierra, sino a los tiempos de movilidad de los grupos
waorani. Actualmente las parejas jóvenes aseguran que en un año la tierra puede
reutilizarse, lo que podría indicar que ante la falta de movilidad de los grupos, los tiempos
de descanso de la tierra estén modificándose considerablemente.
producción abundante y es
necesario cosechar, ahí cuando se necesitan muchas manos y cuerpos para cargar,
entonces los hombres, probablemente, regresen a las chacras.
110
Aunque la chacra es un espacio sostenido por la mujer, la responsabilidad de
trabajar en la misma se considera familiar. Cuando se les preguntó a los entrevistados
quienes trabajan en sus chacras la respuesta más espontanea fue ―la familia‖, ni uno solo
respondió ―la mujer‖. Una mujer sola, sin la participación de un hombre o de los hijos e
hijas, difícilmente podría tener una chacra. La chacra se presenta producto del trabajo
familiar y cada pareja consolidada tiene que hacer su propia chacra, por más que
compartan la residencia con los padres. Es así como, actualmente, cuando se forma una
familia, nace una chacra.
De lo que se
observado en el
trabajo de campo y
que se expresa en los
cuestionario
ecológicos, en las
chacras se mantiene
un intercambio de
trabajo constante
entre las jóvenes
casadas, que ya tienen
sus propias chacras, y
sus madres. Es
frecuente, también,
que las niñas desde
16. Tipa, su sobrina y Tamata en la Chacra de Tipa. Gareno, 2009. Foto: Citlali pequeñas
Doljanín
acompañene a sus
madres a las chacras. En la chacra se produce una relación madre-hija en la que circula,
desde el aprendizaje mismo, un saber hacer que se sostiene en el intercambio y el fluir del
trabajo femenino.
111
relación madre-hija. Basandonos nuevamente en los cuestionarios ecológicos los grupos
focales y la observación, no es tan frecuente la participación de los ―vecinos‖ en chacras,
por el sencillo hecho de que una vez que la chacra está produciendo, no es necesario que
participe mucha gente en las labores de limpieza periódicas. Sin embargo, cuando hay que
hacer la chacra y se necesita desmontar la zona, es posible convocar a algunos vecinos (casi
siempre parientes cercanos) para que ―den una mano‖. Quienes participan y quienes son
invitados a la creación de una nueva chacra son siempre las personas que tienen ―buenas
relaciones‖. Difícilmente alguien participe ayudando en una chacra de otra persona con la
que no se lleve de una buena manera, en este sentido son espacios especialmente
reservados a personas de mucha confianza. Incluso algunas personas declararon que
hacen sus chacras alejadas de los vecinos por el temor a que sean ―robadas‖ y prefieren que
aquellas personas con las que no se llevan bien no sepan dónde se ubican sus chacras. El
hecho de que la colaboración se justamente entre madres e hijas remite o resuena a los
patrones de residencia uxorilocal de los ―antiguos‖ y, particularmente, al nanicabo.
Desde que llegó la ―civilización‖ a esta parte las cosas han cambiado mucho para los
waorani y quizá los cambios más significativos para el caso que nos ocupa se encuentren
en el lugar de horticultura para organizar la vida social. Tres observaciones al respecto ya
han sido mencionadas: 1) que en los tiempos de la conquista, con los enfrentamientos
interétnicos provocados por la presión demográfica, los waorani no podían contar con la
estabilidad de sus cultivos ya que si eran atacados por un grupo enemigo, debían huir y
dejar todos los cultivos, en los tiempos de guerra no era posible coordinar del todo los
tiempos de la organización social a los tiempos de los cultivos; 2) actualmente con los
asentamientos estables, los tiempos de descanso de la tierra cada vez son menores en
consonancia con los tiempos mínimos de regeneración de la tierra para ser reutilizada para
los cultivos, lo que indica una mayor dependencia de los recursos agrícolas; y 3) que el
campo de conocimientos ancestrales que más se ha incrementado es el de las estratégicas
agrícolas.
Estas tres observaciones sugieren que desde que llegó la ―civilización‖ la chacra
adquiere un lugar más importante en la organización social y en la dieta waorani. Con la
llegada de la ―civilización‖ se ha potencializado la producción agrícola para el consumo
112
doméstico y también para la venta en los mercados. La venta productos agrícolas no es, sin
embargo, muy representativa si se compara con otras comunidades del estudio NSF.
Según los resultados preliminares de este estudio en Quehueiri-ono solo 4,8 % y en Gareno
el 2,5 % de los ingresos monetarios familiares provienen de la venta de productos
agrícolas, estando entre los más bajos de las comunidades estudiadas después de Zábalo
(comunidad Cofán)55. Probablemente la diferencia que se presenta entre Quehueiri-ono y
Gareno deba analizarse a luz de las condiciones particulares de venta de cada comunidad,
ya que en Quehueiri-ono se mantiene una constante debido al consumo del ecolodge,
mientras que en Gareno solo algunas familias venden independientemente pero en
cantidades mayores.
―Las tierras no van a faltar, tenemos bastante tierra y no vamos a permitir que nos
invadan, vamos a defender nuestras tierras‖ (Guieme, Quehueiri-ono, 2009).
―Mientras no se vendan, habrá para todos” (Veronica Inmunda, Quehueiri-ono,
2009).
―Si, hay tierras porque no hemos parcelado‖ (Raúl Enomenga, Gareno 2009).
―Si, hay suficiente pero no hay que parcelarlas‖ (Diego Quishpe, Gareno 2009).
Entre los conocimientos que los waorani han tomado de su relación con la
―civilización‖ y de la experiencia de los kichwas (hay que notar que dos de los informantes
antes citados son de apellido kichwa) es que las tierras no deben parcelarse, deben ser,
como hasta ahora comunales, para evitar la venta y con ello el empobrecimiento del
territorio y la penetración de ―intrusos‖. Si hay algo que ha llamado particularmente la
atención en relación a la tierra y los derechos consuetudinarios entre los waoranis es que
así como ―los hijos tienen derecho a asentarse donde han muerto sus padres‖, los ―niños
tienen derecho a cultivar dónde han nacido‖ y la contraparte de esto es que ellos se ―deben‖
55
Presentación de resultados preliminares del estudio NSF de Lu y Sorensen en el seminario ―Indigenus Socio-
Economic Change, Health, and Well-Being in Amazon‖, noviembre 2010, School Advanced Research, Nuevo
México.
113
a la tierra. La manera en que se ―deben‖ a la tierra se explica en las respuestas que dieron
sobre las ―reglas‖ que existen en la comunidad en cuanto al uso de los recursos: ―usar pero
cuidar porque hay alimento, usar lo que se necesite‖ ó ―cuidar y proteger las tierras de
intrusos‖.
A pesar de estas observaciones que apuntan a la idea de que la chacra tiene un lugar
más estable en la organización waorani, a partir de lo cual se han desarrollado
conocimientos agrícolas, políticos y económicos sobre el uso y manejo de la tierra, existe
otro factor que pone a la chacra en riesgo. Según la perspectiva y las declaraciones de los
informantes cuando se preguntó si los jóvenes trabajan más, menos o igual de duro en las
chacras, de las 16 personas que respondieron a esta pregunta, 15 dijeron que los jóvenes
trabajan menos duro, principalmente por los estudios que paulatinamente van
despertando otros intereses. Gloria dice que ―los viejos son enseñados a vivir en el monte y
solo dependen de la cacería, la pesca y la chacra, los jóvenes aprenden cosas de la cuidad y
114
piensan en otras cosas.‖ La situación se presenta de una manera ambigua porque, tal
como se ha observado en el campo y como lo indican los resultados de los mapas de
riesgos56, los estudios figuran (junto a la salud) entre las dos principales preocupaciones de
los waorani en las comunidades de Gareno y Quehueiri-ono. Entonces para los waorani es
aceptable que las cosas ocurran de esa manera, ―ahora trabajan menos en la chacra porque
estudian y quieren aprender‖. La tensión entre la chacra y los estudios se puede resolver
para Moisés quién dice que quiere que sus hijos trabajen la tierra por más que estudien
para que no olviden la costumbre. Así ―los hijos van a estar mejor preparados y se van a
relacionar mejor con la gente de afuera. Nos van a reclamar a nosotros por no cuidar y
mantener la tradición.‖
56Presentación de resultados preliminares del estudio NSF de Lu y Sorensen en el seminario ―Indigenus Socio-
Economic Change, Health, and Well-Being in Amazon‖, noviembre 2010, School Advanced Research, Nuevo
México
115
por los ríos del territorio waorani creando enfrentamientos. Quizá también la categoría de
cowore, como ―no humano caníbal‖, tenga sus primeros orígenes en este momento. Luego
fueron grupos záparos con los mismos resultados, un tiempo más pasaría en el cual los ríos
traerían a los cowore de todos lados y a sus enfermedades. Los asentamientos inter-
ribereños fueron una elección de los waorani para sostener su aislamiento voluntario.
Después que los grupos záparos se vieron debilitados por las epidemias y la presión
ejercida por los representantes de la civilización, los grupos waorani comenzaron a hacer
breves excursiones a las riberas y fueron adquiriendo conocimientos, que son
relativamente nuevos para los grupos waorani, los cuales se fueron enriqueciendo a lo
largo de su encuentro con la ―civilización‖ y apropiados de tal manera que, actualmente, los
waorani han integrado la pesca, y en menor medida la navegación, a su forma de vida.
Un reflexión entre semántica y lingüística sobre las nominaciones de los ríos quizá
puede ilustrar de qué manera éstos espacios no sólo han sido (y continúan siendo)
referentes territoriales que delimitan fronteras sociales, culturales y políticas en la historia
humana, sino que en el caso waorani, además son referentes identitarios. ―Quehueiri-ono‖
significa, en lengua waotededo, ―Río de caníbales‖. Esta denominación, según cuenta Moi,
se debe a que por ese río pasaban los cowore -los caníbales- en tiempo de los ―antiguos
waorani‖. De tal manera que el río adquiere su nombre en referencia a todos esos ―otros‖
que por allí pasaban. Y no sólo el río, es además el nombre que tiene la comunidad que se
asienta allí luego de salir de Dayuno. Del otro lado, el mismo río Quehueiri-ono es
conocido como ―Shiripuno‖ que es el nombre con el que se denominó inicialmente a los
―grupos de salvajes‖ que habitaban la zona. Los ―salvajes shiripunos‖ son los ancestros de
algunos de los actuales waorani. Esta reflexión puede servir para pensar, en este caso, a
los ríos como espacios, que al nominarse, se construyen a partir de referentes alternos (los
―otros‖) percibidos culturalmente por las relaciones históricas que se analizaron en el
capítulo II, condensadas en las clasificaciones sociales de cowore y ―salvajes‖. El río es
entonces un espacio cargado de historia con altos indicadores de identidad étnica.
117
Como se ha mencionado cuando los hombres salen de cacería, probablemente salgan
con la mujer quién se quedará en un río mientras él se adentra en el monte en busca de una
presa. Cuando los hombres salen solos de cacería, muchas veces llevan también caña o
arpón por si la cacería no promete éxito.
En Quehueiri-ono los niños y los mayores pescan el río ―Quehueiri-ono‖ (Shiripuno) y sus
pequeños afluentes más
cercanos57, los jóvenes y
adultos pueden irse, ya sea a
pie o en killa58, a esteros,
afluentes y hasta ríos más
lejanos. Este acceso a los ríos
y sus recursos, antaño
espacios peligrosos, parece
una victoria de los waorani
por su territorio. Los
waorani de Quehueiri-ono y
Gareno no suelen dinamitar
el río para pescar, más
frecuente es el uso de
barbasco, pero existe la
conciencia del uso limitado
del mismo59. Cuando se
utiliza dinamita o barbasco,
se avisa a toda la comunidad
para que vayan a coger peces,
19.Jóvenes regresando de pescar carachamas con arpón y visor, de manera que el uso de éstas
2009. Foto Citlali Doljanín
técnicas es colectivo. Lo más
común para pescar es la ―shigra‖, el anzuelo y el arpón con visor. La elección de estas
técnicas depende de las condiciones del río (si está claro o barroso, en éste último caso no
sirve el arpón con visor por ejemplo) y del conocimiento que los waorani han desarrollado
barbasco cuando en las observaciones se confirma, y en otros se aclaró que, si bien lo usan, no lo hacen con
demasiada frecuencia para proteger las especies.
118
sobre las especies (la carachama por ejemplo no puede pescarse con anzuelo). Si bien la
práctica es muy generalizada, la pesca siempre depende de que las condiciones
ambientales lo permitan, no cualquier día es bueno para pescar. Al parecer los meses más
favorables comienzan a partir de julio y se prolongan todo agosto.
El producto de la pesca está destinado al consumo directo y para compartir con otras
familias emparentadas. No se registraron casos de venta de recursos obtenidos de la pesca.
El consumo de pescado por días (46,8% Quehueiri-ono y 58,2% Gareno) es más alto que el
de las presas del monte (46,5% Quehueiri-ono y 31,4% Gareno). En las cifras se puede
observar que la diferencia entre pescado y carne de monte es menor en Quehueiri-ono que
en Gareno (Quehueiri-ono, pescado 46,8% y carne de monte 46,5%). Estas diferencias
tienen que ver con la escasez de recursos del monte que existe en Gareno que de alguna
manera genera una mayor dependencia a los recursos del río. Lo llamativo es que además
de la escasez de recursos del monte, en Gareno los informantes declaran que el río Gareno
ha sido contaminado por la petrolera extinguiendo los peses de mayor tamaño, razón por
la cual los residentes deben acudir a ríos más lejanos. Para obtener peses grandes, como
bagre, deben ir hasta el Nushiño o al Meñepare que quedan a unas 3 horas
aproximadamente caminando. Que el consumo de pescado sea tan alto en Gareno tiene
que ver con otra situación que posiciona a los ríos como espacios de negociación con las
comunidades kichwas aledañas y con la mayor frecuencia del uso del barbasco para la
pesca. En Quehueiri-ono, la única familia que tiene barbasco en sus chacras es una familia
mestiza kichwa con waorani, mientras que en Gareno existen, además de las familias
kichwas, dos familias waorani que también tienen barbasco. En Gareno sucede que los
kichwas de las comunidades aledañas solicitan permiso a los waorani para hacer jornadas
de pesca con barbasco y dinamita a cambio de que los waorani puedan asistir a libre
recolección de peces. En esos casos toda la comunidad es avisada días antes y se prepara
toda la familia para asistir, ya que mientras más miembros de la familia asistan mas
pescado se puede recoger. La frecuencia de estas negociaciones varía según las épocas en
que abundan los recursos del río, durante nuestra estadía hemos observado dos, una con
barbasco y otra con dinamita.
119
5. Recolección: Las Bondades del
Monte y la Herencia de los
Ancestros
120
El vinculo entre los waorani y la naturaleza es la experiencia continua que se
integra en el saber colectivo. Es de ―cultura general‖ para los waorani que si no hay plantas
no llueve, que si no llueve no hay bosque y que ―sin bosque nos seca el sol‖ (Raúl, Gareno
2009. Cuestionario ecológico). Una de las respuestas más recurrentes al preguntar sobre
conservación fueron al estilo ―No tumbar muchos árboles para que haya lluvia y agua.‖ El
hecho de ―compartir derechos de propiedad‖ no se trata de una relación que se establece
únicamente con grupos humanos sino con las demás especies. Rival menciona que los
waorani nunca explotan totalmente un árbol frutal, sino que dejan frutos para los monos y
las aves60 (Rival 1996). Estas observaciones de Rival y Lu traídas a colación refuerzan la
idea de que el vínculo que intentamos comprender se construye intrínsecamente entre la
experiencia vivida de los sujetos que se proyecta horizontalmente a las relaciones sociales y
ecológicas.
Rival menciona que entre los waorani las prácticas agrícolas, si bien no han sido
sistemáticas en el sentido de una domesticación intensiva de plantas, han practicado desde
tiempos inmemorables la siembra de árboles frutales, la selección de plantas en
determinados sitios, el trasplante, la protección, el uso y el descarte de plantas, prácticas
que directa o indirectamente tuvieron efectos sobre la distribución de especies. Entonces,
los waoranis ven grabado en su territorio el pasado histórico de éstas actividades de las
generaciones que les precedieron. Según el estudio de Rival, es evidente que los waorani
han incidido en la dispersión estratégica de recursos en regiones tácticas de su territorio.
Los derechos de uso y ocupación del espacio también se manifiestan a través de éstas
prácticas históricas entre los waorani. Si un grupo waorani encuentra en el monte espacios
que han sido trabajados por quienes ellos consideran que han sido sus parientes, tienen
derecho de uso de esos espacios y de los recursos que puedan haber (Rival 1993) otro tanto
ocurre con lo escuchado en el trabajo de campo de que las personas tienen derecho de
cultivar dó0nde han nacido.
60
Rival además subraya que estas especies arbóreas con las que se ―comparte‖ son precisamente las presas de
caza tradicionales entre los waorani.
121
pueden mencionar la chonta (Bactris gasipaes), el morete (Mauritia flexuosa), el árbol del
cual extraen el ―curare‖ (Curarea tecunarum) y la hunguragua (Jessenia bataua) (Rival
1993). La presencia de estos recursos son factores que influyen en la decisión de los
lugares para trazar o transitar senderos y, a veces como se ha mencionado, hasta para
asentarse en determinado lugar.
Cuando se abordaron cada una de estas actividades se mencionó que en todas existe
la posibilidad de la ―recolección‖. Los hombres traen semillas (que utilizan para hacer
artesanías) cuando salen en sus partidas de cacería, las mujeres a veces los acompañan y
traen chambira (Astrocaryum chambira) palma de la cual se obtiene un material que se
integra a la vida práctica y económica en la producción de artesanías y otros menesteres.
Además de semillas, el bosque ofrece otros recursos comestibles como la uva de monte, el
morete y la chonta, por mencionar los más representativos. Muchas veces estos árboles
han sido sembrados por los ancestros. De igual manera los actuales waorani acostumbran
a sembrar árboles frutales, plátanos y chontas en las chacras que quedan produciendo ―por
siempre‖. Guabas, papayas, limones, naranjillas, achiote, ajo de monte, etc. en los jardines
de las viviendas. Los árboles frutales que siembran en los jardines atraen a las aves con las
que los niños y jóvenes afinan su puntería, y todos los árboles que se siembren en el monte
servirán de ―almacenes‖ para las largas caminatas por los senderos de cacería, pesca y
visitas, tanto como para que se ―sirvan‖ las aves y los monos.
122
práctica de cada una de ellas puede estar presente cualquier otra, que cada una de ellas se
contiene en una sola trama de relaciones sociales y ecológicas. Al interior de la familia
trazando posiciones, entre vecinos y parientes estableciendo alianzas y cooperación y con
los cowores de la misma manera imponiendo límites, alianzas y negociaciones. Se ha
observado que las relaciones sociales se manifiestan en la manera de llevar a cabo las
actividades de producción y obtención de alimentos y que las relaciones ecológicas están
histórica y culturalmente construidas a partir de estas prácticas que se enmarcan en una
particular concepción del espacio. Desde ésta perspectiva se puede decir que la historia de
las relaciones sociales y ecológicas manifiestas en estas prácticas están inscriptas en las
representaciones del ―nosotros‖ y de los ―otros‖ a partir de lo cual se define políticamente
la forma de ocupación, uso y manejo de los recursos.
123
Capítulo VI: Construcción del Espacio Doméstico. La cocina y
la Comida
Antes de desarrollar el análisis de estos espacios, tal como han sido observados y
registrados en el trabajo de campo, es preciso subrayar que; producción, circulación y
consumo, no son solo esferas interdependientes, sino que se comprenden mutuamente.
Por ejemplo, cuando un sujeto va la chacra está produciendo energía (alimento) por medio
de su trabajo o esfuerzo físico en el cual consume su energía, de tal manera que la energía
circula entre el sujeto y la naturaleza. Lo mismo acontece cuando alguien se alimenta, está
consumiendo energía y simultáneamente está produciendo nueva energía, la energía
circula incansablemente en la naturaleza. Teniendo en cuenta esto, es que el siguiente
capítulo aborda el ―consumo‖ de alimentos como un acto productivo, y en particular, lo que
se alimentan son las relaciones sociales y ecológicas a partir de las cuales se construye
colectivamente la identidad del grupo.
124
Uno de los
aspectos más
evidentes respecto
de los cambios en
la organización
social waorani se
manifiesta al
analizar la vivienda
como espacio
familiar. Tal como
se ha mencionado
en el capítulo IV, lo
primero que se
modificó con la
21.Familia de Guewa y Vero. Quehueiri-ono, 2009. Foto: Citlali Doljanín intervención del
ILV son las
relaciones sociales a partir de los matrimonios y las alianzas. Se impuso la monogamia y se
fomentaron matrimonios entre grupos huarani y con cowores (principalmente kichwas).
Con esto gran parte de la tradicional forma de parentesco es modificada. Para comprender
un poco más cabalmente como que es que se fue transformando la dinámica de alianzas,
matrimonios y parentesco sobre los cuales se organizaban los grupos, hay que recordar la
clasificación tradicional waorani: huaomoni, huarani, y cowore.
125
Las viviendas de los antiguos waorani, las malocas, respondían a esta organización social
que se basaba en la familia extendida (nanicabo y uxorilocalidad) y alianzas matrimoniales
al interior de un grupo mayor definido (huaomoni). Los matrimonios entre grupos
considerados huarani, no eran frecuentes ni lo preferible, pero a veces eran necesarios.
Antes de la ―civilización‖, sin embargo, no era pensable un matrimonio con los cowore,
cosa que actualmente ocurre con alguna frecuencia. Rival expresa que los cambios en la
idea de parentesco y matrimonios tienen que ver con las nuevas vivencias sociales, pero
que la lógica bajo la cual se elaboran alianzas no ha cambiado en los sustantivo. Esto se
debe a que las categorías sociales (como huarani, huaomoni, cowore) han adquirido
nuevos contenidos a
partir del contacto
sostenido. El grupo
waorani ha tomado
conciencia de ser un
grupo étnico y parte
de un estado
nacional junto con
otros grupos étnicos,
de esta forma se
producen
redefiniciones de
unidades exogámicas
y endogámicas (Rival
126
campo, ya que está alejada de la
comunidad y no se utiliza para fines
comunales hasta el momento. Las
viviendas actuales de ambas
comunidades son elevadas del suelo,
hechas con madera y techos de zinc.
Sin embargo, casi todas tienen un
recinto de techo tejido con hojas
porque es más fresco, espacio dónde se
pasa la mayor parte del día. A pesar de
los cambios en el diseño y los
materiales, y con ello el uso mismo del
espacio doméstico, las casas siguen
siendo hechas de la mano de quienes
las habitan. De manera que responden,
no solo a las condiciones socio-
históricas (―civilización‖ y re-negociación de relaciones
23.Mencay construyendo maloca. Gareno, 2009. Foto:
Citlali Doljanín con los kichwas), y mucho más allá de una simple
―aculturación‖, las actuales viviendas de los waorani
responden además a la determinación de quien las hace en función de su familia, de los
gustos y requerimientos domésticos, como por ejemplo el número de hijos. De manera
que, lejos de ser un capricho histórico o una ―aculturación‖, las viviendas responden a una
forma culturalmente diseñada de reorganizar su propia existencia en un nuevo contexto.
Estos cambios que se observan en la construcción y uso del espacio tienen sus réplicas
sobre el nanicabo que describe Rival:
…el reparto dentro del nanicabo y la realidad física de comer lo mismo y dormir bajo el
mismo techo implican una cercanía tan fuerte que los miembros del nanicabo sienten que
comparten una esencia física, sean o no parientes consanguíneos. Si se acepta que los
residentes del nanicabo se ven a sí mismos compartiendo la misma sustancia a través de la
128
consumación diaria del mismo alimento, del compartir el mismo espacio, y del hecho de
seguir a la misma pareja de ahuene, es fácil comprender la fuerza simbólica que tiene la
residencia natal. Toda disrupción de este elemento fundamental del orden social está
vivida con terrible ansiedad (Rival 1996:142).
Es cierto que cuando, al aplicar los cuestionarios que indagaban sobre ―Salud
Emocional‖, se les preguntaba a los informantes que cosas los entristecían las respuestas se
remitían al recuerdo de sus parientes, es muy difícil imaginar lo que han experimentado
los grupos waorani con la transformación de las pautas de convivencia. La instauración de
la familia nuclear como pauta de residencia se compensa, en cierta medida, en tanto y en
cuanto las viviendas están más cerca unas de otras y gran parte del nanicabo reside en la
comunidad, de esta manera el reparto de alimentos se reproduce por medio de modelos
tradicionales de participación en las actividades productivas que se encastran a las actuales
formas de residencia. Esta situación de permanencia en los modelos tradicionales de
participación y cooperación al interior del nanicabo ha sido observada en el análisis sobre
la chacra del capítulo anterior. Otros aspectos de la participación en las actividades
productivas pueden derivarse del análisis del capítulo anterior a través de los roles sociales
descriptos hasta dónde los niños aportan a la economía del hogar y a su propia
alimentación.
129
A pesar de los cambios en la organización social que son visibles en la construcción y
ocupación de las viviendas, en el trabajo de campo se observa una continuidad en cuanto a
la manera en a que se lleva a cabo la formación de lazos de parentesco y afinidad. Motivo
por el cual quizá los antiguos lazos de parentesco que definían un nanicabo y un grupo
huaomoni adquieran ahora la dimensión de redes de parentesco que se ven entre
Quehueiri-ono, Gareno y Wentaro. Las actuales parejas que se entrevistaron se forman
por medio de arreglos previos (al igual que los ―antiguos waorani‖) por parte de los
familiares ―tutores‖ que por lo general son los padres, pero también pueden intervenir los
hermanos o tíos. Los móviles pueden ser igual muy diversos, desde que la pareja
simplemente perfile empatía mutua y que los familiares tengan buenas relaciones hasta
que los familiares tutores consideren la necesidad de establecer una alianza por razones
prácticas. Dentro del primer caso se encuentra la pareja de Obe y Uñari, por ejemplo.
Cuando le pregunté a ella porque se había casado con Uñari y cómo había sido, respondió:
―Mi papá me preguntó si yo quería casarme y vivir con él. A él -Uñari- le preguntó su tío.
Así es la costumbre. Nos sientan y nos preguntan: ¿Quieres o no?‖ (Obe, Quehueiri-ono,
31/03/09). En el segundo caso quizá se pueda mencionar la pareja de la hermana del
presidente de Quehueiri-ono que se casó con un colombiano carpintero. El matrimonio
fue arreglado por el hermano de ella y Jorge (el marido colombiano) es el carpintero oficial
de la comunidad que trabaja bajo las directivas del presidente, hermano de ella. Lo cierto
es que como dice Gaba (residente de Gareno) ―Nosotros hicimos como los waorani, otros
locos se enamoran‖.
130
revelar lógicas de organización y formas de llevar la vida que se expresan en los espacios
habitados, creados mediante esos actos de ocupación.
61Los programas son eventos comunitarios organizados para celebrar diversas ocasiones como bienvenidas
y despedidas, el baile y la exposición y venta de artesanías cuando ingresan los turistas a la comunidad, etc.
132
lo que hace en la cocineta se haga en el fogón, pero nunca viceversa que ya por una
cuestión de tamaño y practicidad es inútil.
…cuando llegó Moi y le fuimos a ver, nos pidió que le ayudáramos, al día siguiente, a
limpiar su chacra. Con David aceptamos de buena gana. Estuvimos conversando un
rato más y nos mostró una zariguella que estaba ahumándose y que le darían a los
perros “porque ellos ya habían comido venado”. Tamaye cogió una cabeza de plátano
oritos y le dijo algo en waotededo a Moi, éste nos ofreció los plátanos. Luego nos dio
una cabeza de plátanos verdes y yuca. Listo el pago, por anticipado, de la minga en la
chacra. Salimos de lo de Moi y pasamos por la Guieme, allí estaba Nenecoua a quién le
habíamos llevado maíz tostado en la mañana. Nene nos preguntó si comíamos
mono…Le dijimos que sí. El habló con Nemo algo en waotededo y ella nos convidó un
plato con mono y verde cocido. Guieme lo había encontrado regresando de Gareno.
Nosotros le dejamos a Nemo la cabeza de verdes que nos había dado Moi.
(Diario de Campo, Quehueiri-ono, 2009)
Los ―tabúes‖ alimenticios han sido ampliamente abordados por la antropología desde
diversas perspectivas, más allá de las razones teóricas que se propongan al respecto, los
llamados ―tabúes‖ alimenticios indican en cada cultura que es apto para el consumo
humano y que no lo es. Se trata de un conocimiento particular respecto el medio ambiente
que habita un pueblo y se sostiene en una concepción propia de lo que es salud o bienestar.
Establece, por medio de ciertas prohibiciones y/o advertencias, normas y maneras de
hacer, en este caso relacionadas a la dieta, que se comparte, y construye, colectivamente.
Por esto es que es un indicador cultural y étnico tan fuerte. Este conocimiento, se crea y
re-recrea viajando de generación en generación, a veces en cuentos o leyendas, en
133
definitiva es lo que enseñaban los abuelos. ―Los padres y abuelos decían que el buen
alimento eran las aves, los otros animales no se comían, decían que eso era como ahora el
gallinazo‖, así es como me lo explico Guieme en Quehueiri-ono, durante la aplicación de
un cuestionario de dieta.
Los waorani con los que se ha conversado expresaron que antes de la civilización
los antiguos waorani solo comían mono chorongo, aves y huangana. En el capitulo
anterior se ha mencionado en qué circunstancias se comían estas carnes, los monos en la
época de engorde que es cuando las frutas maduran y las guanganas cuando se avecinaban
en los asentamientos. También el simbolismo que cada una condensa, los monos y las
aves, cazados con bodoquera, como espacies arbóreas asociadas a la categorías de
personas y las guanganas, cazadas con lanzas, asociadas a grupos invasores. No comían
otros animales del monte, como sajino (Tayassu tajacu) o guanta (Agouti taezanowskii),
dos de las carnes más consumidas actualmente y tampoco consumían pescado.
Con respecto a la pregunta invesra, que comía de niño que ya no come, la mayoría
respondió que ―nada‖. Pero se sabe que los ―antiguos‖ waorani ingerían bastante chicha de
hunguragua, sin embargo de las personas entrevistadas solo los dos más ancianos de
Quehueiri-ono, Guieme y Dabo, recuerdan y beben, a veces, chicha de hunguragua. Quizá
Monca y Nene también la recuerden y la consuman pero no han sido entrevistados al
respecto. Todos los demás informantes no la mencionan como un alimento que
consumían antes y que no consuman ahora, ni como un alimento que les guste,
directamente la chicha de hungurahua no aparece en los cuestionarios de dieta (a
excepción de los dos informantes mencionados), ni fue observada durante el trabajo de
campo. Del resto, Moisés en Gareno mencionó un fruto llamado en waotededo kawano
que no se ha podido identificar, Omare que también reside en Gareno, dijo animales que
escasean actualmente en Gareno, como la pava y el paujil.
135
2. 2 La Preparación de la Carne y sus Diferencias Reveladoras
28. Preparación de mono. Quehueiri-ono, 2009. Foto: kichwas tienen de que los waorani no
David Hidrobo
están ―del todo civilizados‖ y entonces
―no saben cómo hacerlo‖, o si la razón
136
del mismo estaba dirigido a la selectividad de los criterios alimenticios waorani. Lo cierto
es que efectivamente los waorani no consumen el 100% de la carne de un animal y lo más
general es que las vísceras sean para los perros.
De la misma manera que los kichwas expresan éstas ideas de los waorani, los
waorani expresan sus ideas sobre los kichwas. Por ejemplo, en una conversación informal
que tuve con Uñari, hizo un comentario sobre la ―pobreza de los kichwas‖. Él sostenía que
los kichwas son ―pobres‖ y por eso ―comen de todo‖. Son pobres, a su vez, porque ―han
parcelado sus tierras‖, y eso ocasionó la disolución del territorio y, con ello, la posibilidad
de cuidarlo. Bajo este razonamiento los kichwas, a diferencia de los waorani, no pueden
escoger lo que comen, deben comer lo que tienen (sapos, oso hormiguero y otras carnes
que los waorani no consideran propias para el consumo humano). Estas observaciones se
refuerzan con algunas consideraciones realizadas en el capitulo anterior sobre la
valoración que los waorani tienen de su territorio, los conocimientos, experiencias y
relaciones que han construido a lo largo de su transitar por el bosque.
Otra cosa que se puede observar a partir de los ojos de los kichwas y que se
confirma en las observaciones de campo, es que los waorani si bien ahúman la carne para
conservarla, no existe una tendencia a racionarse para que dure más de lo alcanza. Se
sirven porciones grandes, convidan y si queda simplemente siguen comiendo o venden.
Los kichwas en cambio, contaba Remigio el profesor de la comunidad, se sirven porciones
pequeñas y tratan de que la carne dure lo más posible. Efectivamente, como lo explica
Rival, los waorani expresan una idea de abundancia ―natural‖ (ya que el aporte humano es
considerado también ―natural‖) con respecto al bosque (Rival 1996). Por lo tanto no han
desarrollado temores ante una idea de ―escasez‖ (tal como vimos en el capitulo anterior
cuando se les pregunta sobre conservación) y, en consecuencia, tampoco han generado
prácticas de ―ahorro‖ de la manera en que lo expresa Remigio. Entre los waorani, como se
hizo alusión anteriormente, ―repartir‖ al interior de la familia (o nanicabo) y ―compartir‖
entre los vecinos, es la política. Para los waorani el compartir y repartir el alimento es una
manera muy importante de establecer y mantener relaciones sociales, nutriéndolas; el
alimento, en este sentido, tiene una función irremplazable que no puede primar más que el
―ahorro‖.
137
2.3 Consumo. Repartir la Carne para que sea Comida.
Guieme expresaba, cuando se le pregunto que era para él una ―buena cacería‖, que;
―Es buena cuando consigo, no por mí, sino por toda la familia‖. Se dijo que generalmente
los waorani practican la cacería individual por sobre la grupal. A partir de la expresión de
Guieme puede tenderse el vínculo de la cacería como una actividad que, si bien se ejecuta
de manera individual, se consume de forma grupal, uniendo al hombre waorani como
sujeto a la familia y al grupo. Al entregar el producto de su actividad ―individual‖ a su
familia y a sus parientes o vecinos, para el consumo, el hombre consolida su posición en el
grupo, como hombre, como esposo, como hijo y como padre, alimentando las relaciones
que lo definen dentro de cada uno de estos grupos.
Una escena común en Quehueiri-ono eran los niños exigiendo a sus padres carne de
monte, la manera en la que se expresa el hambre y la medida en la que se sacia es la carne
de monte. La carne de monte es ―comida‖ en tanto no solo satisface las necesidades
nutricionales y aplaca el hambre, por lo demás propiedades que también tiene la chicha,
sino en la medida en que cuando se la come, se la come con la familia. Cuando hay carne
todos los miembros de la familia comen, y comen juntos. Dos observaciones se pueden
traer a colación que parecen ilustrar esta idea de ―la carne como comida‖ y no solo como
alimento, basadas en cómo y con quiénes se la consume. La primera es si la se la compara
con otro alimento altamente simbólico (y de consumo ordinario) en la comunidad como lo
es chicha de yuca. Se puede observar que la misma se consume con mucha más frecuencia
(en todas las casas siempre hay chicha), pero la chicha es un alimento que puede
consumirse a cualquier hora, en cualquier momento, los niños piden chicha, alguien
cualquiera en cualquier momento se sirve chicha cuando necesita nutrirse. Lo hace
cuando lo siente necesario, puede estar solo o acompañado, no importa. La segunda
observación se deriva de cuando aplicaba las ―Memorias de dieta‖63 y preguntaba que
habían ―comido‖ durante el día. Muchas veces respondían que no habían comido,
entonces insistía y les preguntaba si habían ingerido chicha o alguna fruta de monte y
efectivamente lo habían hecho, ―pero eso no es comer‖.
138
Si el cazador está muy cansado, después de entregarle la presa a la mujer, se sienta en la
hamaca a descansar, si no está muy cansado y tiene ganas, entonces ayudará a la mujer.
Lo primero que se hace con todo animal es quemar el pelo directamente en el fuego, de
tanto en tanto se le pasa la hoja de machete para quitar el pelo quemado y se va rotando la
presa por el fuego hasta que todo el pelo está quemado. Luego se lo faena en piezas y se
separa lo que se comerá en ese rato (cada miembro de la familia debe recibir su porción, si
está ausente se le guarda). Con esas presas seleccionadas para el consumo inmediato se
prepara una sopa a la que se le incorpora plátano o yuca cocinados. El resto queda
ahumándose ya sea para comer al día siguiente o para brindarle a alguien más. Una vez
que la sopa esta lista todos los integrantes reciben su plato y se sientan en distintos
lugares, cerca del fogón, donde se continúa ahumando el resto de carne, a comer juntos.
Es muy probable que en ese momento el cazador converse a los presentes cómo ha sido la
cacería. No he observado una constancia tan marcada en cuanto a las maneras de comer
entre los waorani, como cuando se come carne. Todos los demás alimentos, incluso la
comida de afuera, pueden prepararse y consumirse a solas, pero cuando se come carne, se
come con toda la familia invariablemente.
Rival hace un análisis simbólico de la chicha de chonta y chicha de yuca, (la primera
asociada a recolección y la segunda al cultivo) a partir de esto se pueden observar algunos
cambios en relación a las prácticas alimenticias de los grupos waorani en los últimos 10
años, y a la vez algunas permanencias. En las observaciones de Rival, la chicha de chonta
se comparte fundamentalmente entre grupos emparentados (nanicabo, huamoni) como
una forma de establecer alianzas matrimoniales. La chicha de yuca, a su vez, se utiliza
para compartir con los visitantes y establecer otro tipo de alianza con grupos considerados
huarani. La chonta es un árbol que tiene un íntimo vínculo con el pasado, ya que fueron
mayoritariamente plantados por los ancestros, de crecimiento lento y larga vida, cuyos
frutos son exclusivos de ciertas temporadas, temporadas en las que los waorani
139
aprovechaban para celebrar sus matrimonios, celebraciones en las cuales se compartía,
justamente, la chicha de chonta. La yuca en cambio es una planta de crecimiento rápido y
vida corta, que los grupos siembran en donde se asientan. Según Rival, la chicha de yuca
era utilizada por sus informantes para compartir en ciertas ocasiones en las que se
juntaban con grupos harani o visitantes cowore, la chicha de yuca no se consume entre la
familia del nanicabo (Rival 1993).
Durante el trabajo
de campo para el
proyecto NSF no se ha
asistido a la temporada
de chonta entre los
waorani específicamente,
razón por la cual se
dificulta hacer un análisis
sobre su consumo y
simbolismo, sin embargo
es evidente que la chicha
de yuca ha modificado su
lugar en la dieta de los
29. Vero preparando chicha. Quehueiri-ono, 2009. Foto: David Hidrobo
waorani en Gareno y
Quehueiri-ono. La chicha de yuca es un alimento que se encuentra presente en todas las
viviendas, sin excepción. Puede que en algunas se consuma más que en otras, pero la
chicha de yuca es una constante en todos los hogares. En este sentido, existe una
correspondencia entre las observaciones realizadas en el capitulo anterior sobre el nuevo
rol de la chacra en la organización social waorani, es decir que esto último va acompañado
de un cambio en la dieta en el que se intensifica el consumo de chicha de yuca. Ahora lo
interesante es analizar las implicancias de estos cambios a la luz de los múltiples sentidos
que adquieren los alimentos en la organización social actual de los waorani. Primero se
van a realizar algunas consideraciones de las observaciones de Rival cuyo trabajo de campo
transcurrió hace aproximadamente 10 años en relación al tema particular de la chicha de
yuca. Luego de realizar estas consideraciones, y habiendo expuesto las observaciones
propias al respecto y establecido los cambios, se procederá a interpretar las implicancias
sociales y culturales de estos cambios en relación a la construcción de las identidades
140
waorani por medio de la definición de grupos de pertenencia y particulares formas de
hacer.
Lo que Rival explica a partir de sus observaciones poco tiene que ver, a simple vista,
con la cotidianeidad en la que todos los días se bebe chicha de yuca u chucula, como quién
se come una fruta, y se asiste periódicamente a las chacras. Inmediatamente salta la vista
el contraste de estas realidades que comenzaba a vislumbrarse en el análisis de las chacras.
Sin embargo, existen continuidades en el consumo de la chicha de yuca, cuyas
consideraciones pueden llegar a tender el puente que permita comprender este ―cambio‖
como una ―extensión‖ al nuevo contexto histórico y cultural waorani en el que las
relaciones sociales deben re-definirse invariablemente y por tanto son acompañadas de
restructuraciones en las maneras de crearlas y mantenerlas, de alimentarlas.
141
grupo cowore. El nanicabo podría pensarse como un nivel primario en el que los sujetos
se definen dentro de relaciones, generalmente aunque no exclusivamente consanguíneas,
en el cual el reparto de comida (particularmente de carne de monte y jugos de frutas) se
lleva a cabo por medio de la lógica de la reciprocidad y juega un papel fundamental al
momento de nutrir las relaciones sociales. El grupo haomoni, en cambio, se expresa
objetivamente en el consumo compartido de frutos como la chonta y el morete asociados a
los ancestros comunes que los han plantado y del cual comparten la esencia y el derecho de
consumirlos. Finalmente las relaciones sociales con el grupo harani primero, y cowore
después, se nutren a partir del consumo de chicha en eventos festivos. Estas
correspondencias entre los diferentes alimentos y las relaciones sociales a las cuales
nutren, no son categorías excluyentes. Es decir esto no significa que no se consuma carne
entre grupos huarani o que no se comparta chonta en el nanicabo, sino que se trata de
referentes simbólicos culturalmente construidos por una tradición largamente compartida
que se sostienen en las prácticas cotidianas. Se trata entonces de que existe una co-
relación lógica entre el imaginario y la práctica, que otorga sentidos a los alimentos con los
cuales se construye la identidad. Estos referentes simbólicos de los alimentos, al estar
sostenidos en las prácticas cotidianas, varían en la misma medida que en la que ésta se
transforma, sobre todo cuando los cambios en la cotidianeidad son tan radicales, como el
caso waorani.
La cita del grupo focal de mujeres en Quehueiriono del 2009 es ilustrativa de uno de los
grupos focales, pero lo cierto es que en los cuatro grupos focales existe la constante a
distinguir estos dos grupos: la familia en correspondencia al nanicabo y los visitantes que
142
pueden pertenecer al grupo huamoni, huarani o cowore. En otros términos, por ejemplo
en Gareno, Gloria lo expreso de la siguiente manera ―Yo comparto a mi suegra, a mi
cuñada y a las personas que van a visitar‖. Cuando Gloria menciona a su cuñada está
haciendo referencia a un integrante tradicionalmente considerado como huaomoni,
distinguiéndola de la categoría huarani y cowore. En el mismo grupo focal Tipa dice:
―Desde que era pequeña aprendí yo a compartir, con mi hermano, mi papá u otro. En mi
casa cuando cocinábamos, todos compartíamos. Si visitaban también, y así vivíamos
compartiendo. Es costumbre.‖
Cuando prestamos atención a lo que dice Tipa es que podemos trazar una
continuidad en el hecho tan fundamental de que el alimento es el mejor nutriente para las
relaciones sociales desde aquel tiempo a esta parte. Lo que hay que resaltar es que dentro
de la categoría de los visitantes se incluyen grupos que antes estaban definidos de otra
manera. Los visitantes de antes podían ser de dos tipos, con mayor frecuencia se trataba
de integrantes del grupo huaomoni y en menor medida harani, posteriormente con el
contacto sostenido, los visitantes fueron también cowores. Las modificaciones en los
patrones de asentamiento y residencia han transformado estas categorías y en la actual
categoría de ―visitantes‖ pueden incluir miembros del propio nanicabo, los vecinos de la
comunidad (huaomoni, huarani), los compadres kichwas (cowore), en definitiva
integrantes de grupos que antes estaban más definidos dentro de categorías como
huaomoni, harani y cowores. Como lo dice Kengohuanto, los visitantes de ahora son
―cualquiera‖.
Las ―visitas‖, desde este punto de vista, son más frecuentes ya que puede tratarse de
―cualquiera‖. Los ―vecinos‖ de la comunidad y de otras comunidades, parientes y
familiares de la comunidad y de otras comunidades, y los cowores (entre los que están los
nativos, los namentarani, guentenemunani, recordemos todas las nuevas clasificaciones
que los waorani han creado para referirse a una gama de distinciones dentro de la pre-
existente categoría de cowore). La exigencia de ―compartir‖ con cada una de estas
categorías sigue tan vigente como antes, si lo que se quiere es establecer alianzas y nutrir
relaciones.
143
Para comprender lo que define el ―regalar o compartir‖ y el ―repartir‖ alimento
como una manera de nutrir relaciones, hay que distinguirlos y observar cómo se aplican en
la práctica y que rol cumplen los distintos alimentos en este entramado. Los waorani, a
diferencia por ejemplo de secoyas, no tienen dentro de su ―protocolo‖ de ―anfitriones‖ el
compartir alimento y cuando lo hacen es porque tienen la necesidad, el interés o la gana de
crear un vínculo específico. Para ilustrar esta idea voy a remitirme a un caso particular de
la experiencia del trabajo de campo sobre cómo esta relación se fue nutriendo con una
familia de Quehueiri-ono. Se trata de la familia de Guieme y Nemo.
En este nuevo contexto que se viene forjando para los waorani en los último 10 años
ha sido preciso, tras la vida semi-sedentaria y la reorganización social, extender las
prácticas agrícolas para sostener no solo las exigencias alimenticias y nutritivas de las
familias. Además debió intensificarse para nutrir nuevas relaciones sociales con todas las
145
clasificaciones de la categoría de cowore, huaomoni, y huarani que ―visitan‖ a las familias
y a la comunidad. La intensificación en el consumo de chicha forma parte asimismo de la
estratégica manera tradicional waorani de establecer relaciones ―Nosotros siempre
cualquier cosa tenemos que brindar, igual que nosotros, si no compartimos, ellos después
van a hacer lo mismo y no van a compartir con nosotros. Empiezan a enojarse y no hay la
amistad en todo‖ (Kengohuanto, grupo focal Quehueiri-ono, 2009). Las razones del
―compartir‖ fueron definidas en términos tales como ―Porque es para tener amistad con
todas las familias‖ (Gloria, grupo focal Gareno, 2009) y ―Nosotros compartimos para
hacernos más fuertes‖ (Guewa, Grupo focal Quehueiri-ono, 2009).
Tal como en las fiestas que observó Rival, el ―compartir‖ alimento es una manera
estratégica de crear o mantener la paz, así lo explica Tamaye ―Cuando mezquinos, ellos van
a pasar peleando. Todos van a pasar peleando si dejan de compartir‖ (Tamaye, grupo focal
Gareno 2009). La paz es algo que quizá los waorani venían buscando desde hace algún
tiempo, el compartir alimento garantiza, no sin tensiones, cierto equilibrio en las
relaciones sociales. Quienes entienden que ―todo está en relación con todo‖ saben cuál es
la importancia de compartir el alimento. Y en una comunidad ―todos saben quien no
comparte nada. Caza y todo se come solito‖, este comentario de un grupo focal abrió un
diálogo entre los participantes cuya conclusión fue: ―Lo bueno es compartir con todos,
porque cuando no tenemos recibimos‖. En el trasfondo de esta conclusión se encuentra
una modificación sustantiva que parece haber implicado la extensión de relaciones sociales
que se nutren a partir del compartir alimentos. Y es que ahora la lógica de la
―reciprocidad‖, antes exclusiva del nanicabo, y el ―compartir‖, lógica aplicada para los
demás grupos de pertenencia, se han fusionado para devenir en el ―intercambio‖, una
lógica distinta para relaciones distintas. El cultivo de yuca y la chicha han sido el soporte
principal para sostener estas nuevas demandas de ―intercambio‖ tanto como las constantes
demandas de compartir y de reciprocar.
Lo que esta juego al construir esta apropiación es la existencia de la vida del grupo tal y
como es al presente, la posibilidad de pertenencia a la comunidad, y con ello la identidad
que se construye en un nuevo contexto y que se nutre a partir de esta estrategia. El
―intercambio‖ como una modalidad de circulación de alimentos, bienes o servicios se ha
establecido configurando un nuevo circuito económico, en el que los alimentos waorani,
son un ―poder‖ (o ―capital‖) fundamental para alimentar las relaciones sociales hacia el
interior y el exterior del grupo. Así por ejemplo;
148
Brevemente se
hará referencia a
los demás
alimentos del
bosque que los
waorani
consumen como
ser los frutos
silvestres y/o
cultivados, las
semillas y el
pescado. Se ha
mencionado que
las familias
suelen plantar 31. “Mi familia pescando” dibujo de Aca, 9 años. Quehueiri-ono, 2009
árboles frutales en
los alrededores de las viviendas, así se pueden encontrar naranjillas, naranjas, guabas,
papayas, arazá y limones entre otros. Estos árboles que se encuentran cerca de las
viviendas pertenecen a los respectivos moradores, pero a pesar de ello se asume que los
niños y jóvenes de cualquier otra vivienda pueden servirse de ellos cuando deseen. Algo
similar ocurre con los pollos y las gallinas que si bien son pertenencia de las familias que,
los crían, es muy común que los niños y jóvenes sustraigan pollos, gallinas y huevos de
cualquier vecino. Por supuesto no es del agrado de los vecinos esta situación, pero así es
como ocurre y a pesar de que los vecinos se quejen es algo que está asumido. En Gareno,
muchos residentes decían no criar animales porque se los ―roban‖. A diferencia de lo que
ocurre con los pollos, las gallinas y sus huevos, los frutos no se consideran ―robados‖, sino
que simplemente ―se los comen‖. Para con los frutos de naturaleza, por más que
pertenezcan a la familia que los ha sembrado, no se considera como un ―robo‖ el que los
consuman los niños y jóvenes de otros hogares. A su vez existen árboles frutales en las
comunidades que son para el consumo comunitario. En Gareno había inmensos guabos a
los lados de la cancha a los cuales los niños se subían, cosechaban y repartían entre los
demás niños y niñas. En la vivienda en la que nos alojamos durante el trabajo de campo es
esta comunidad, que fue la guardería en algún momento, crecían naranjillas y papayas de
las cuales los niños se servían y nos convidaban. En Quehueiri-ono los niños sabían en
149
dónde conseguir cacao, guabas y otros frutos, en lugares específicos en la comunidad, cerca
de las casas. Se observa una generalidad en que los principales cosechadores de los árboles
frutales son los niños, niñas y jóvenes. Puede que también sean los principales
consumidores, pero saben llevar frutos para consumir con sus familias. Además de los
árboles que se siembran y crecen de manera silvestre cerca de las viviendas, las familias
tienen árboles frutales y plantas medicinales en las chacras que forman parte de la chacra
misma y por lo tanto no se encuentran tan al alcance de los vecinos. En el caso de estas
plantas existe un ―control‖ más personal y sus productos se destinan principalmente para
el consumo doméstico, en el que se incluye la posibilidad de venderlos, en el caso de
Quehueiri-ono, al lodge.
…pasamos por lo de Uñari para pedirle que nos cocine y él acepto de buena
gana. Cuando regresé con los ingredientes para nuestra comida, estaban
de visita Lucía y Luis. Obe sirvió chucula, primero a los invitados, luego a
los niños y después a Nenecoua. Más tarde sirvió, en el mismo orden, sopa
de fideos con papa y huevo. Uñari nos cocinó muchines (yuca rallada y de
relleno un refrito de cebolla y un poco de huevo duro, hace una bolitas y las
fríe) con arroz y atún… Mientras comíamos Uñari nos dijo tristemente
“Andan diciendo que sólo comida comprada se come acá. Eso dicen, y como
yo ya no voy a cazar dicen que soy vago” (Diario de campo, Quehueiri-ono,
2009)
25. Wiñari cocinando maduro en el fogón, Quehueiri-ono 2009. Foto: Citlali Doljanín
152
El fragmento citado del diario de campo contiene una de las tantas instancias
cotidianas de la comunidad, ha sido escogido porque condensa algunas problemáticas que
se han abordado a lo largo de la investigación. Un análisis de la misma permite hacer
algunas observaciones para analizar la relación entre la independencia que se ha observado
en las prácticas de los waorani y la tensión que se establece con las prácticas derivadas de
la incidencia e incorporación del mercado laboral, de bienes y servicios. Tal como se han
presentado las prácticas alimenticias entre los waorani en esta tesis, se ha hecho énfasis en
la articulación e integración de las mismas al conjunto de prácticas socio-culturales que
delimitan y dan forma continuamente a la identidad waorani. Entonces la influencia que
la mercantilización tiene sobre la cualquier práctica waorani repercute en el conjunto de la
organización social. Hasta el momento se han mencionado algunas de estas réplicas y
como son apropiadas por los sujetos como insumo a partir de los cuales continuar
nutriendo su identidad étnica. A continuación se problematizará esta situación teniendo
como referencia la tensión entre la mercantilización y la organización social waorani. Se
abordará la experiencia de independencia en las prácticas waorani y la apropiación de las
actividades mercantiles para analizar como la tensión mencionada se expresa en los
múltiples significados de los alimentos y la comida.
Así mismo es con la comida. Existen pautas para las comidas, las familias amanecen
muy temprano y se come lo que hay, puede ser carne, pescado, plátano asado, cocinado,
frito, yuca, chicha o arroz. O una sopa con algunos de estos ingredientes. Durante la
mañana, cada quién se buscará algo para comer, una fruta, la comida de la escuela o un
pilche de chicha de yuca y con eso hasta la tarde. Por la tarde puede suceder cualquiera de
las dos cosas; que cada quién calme su apetito de manera personal o que se coma entre la
familia lo que haya, lo más común será un pilche de chicha para ir a dormir. Las ocasiones
en las que no importa la hora, ni el apetito personal, es cuando el cazador/a llega con carne
(o pescado) porque esos alimentos, como se explicó, son para la familia.
Entre los waorani se sabe que la contaminación afecta los alimentos y el agua, se sabe
además que los alimentos industriales llevan químicos, y hasta bromean al punto de
asociar la comida de “afuera” con la causa de muerte y/o enfermedad. El consumo de
alimentos externos en la dieta waorani se ha incorporado tanto como el conocimiento
waorani ha incorporado al conocimiento occidental respecto de sus propias desventajas.
Es decir que los waorani reconocen la incidencia de los alimentos externos a su Salud
como algo negativo. (Ensayo proyecto NSF, 2009)
Con relación a esto he registrado también testimonios en los que algunos informantes
sostienen que el aceite provoca diarrea a los niños o que las personas que no están
―ensañadas‖ a comer comida de afuera padecen vómitos, diarrea y fiebre al ingerir éstos
154
alimentos. O sea, si bien en la dieta, alimentos del monte, la chacra y el río se combinan
con alimentos industrializados, no son considerados ni valorados de la misma manera. En
el caso de la incorporación de alimentos del bosque que antes estaban fuera de la dieta,
como ser la carne de venado, no implicó únicamente un cambio en la dieta, implicó
asimismo redefinir particularidades étnicas, por ejemplo respecto a los kichwas, esto
demanda establecer continuamente las diferencias y con ello nutrir la propia identidad. La
diferencia en este caso se define a partir de la costumbre (o la pobreza de los kichwas), y en
menor medida en razón del daño que estos alimentos puedan provocar. Ahora bien, la
incorporación de alimentos industriales comprados implica una valoración principalmente
negativa asociada a afecciones a la salud y hasta la muerte.
La cita del diario del campo al inicio de este apartado evidencia otra tensión
fundamental entre la ―independencia‖ waorani y el mercado. Se trata se la sustitución del
tiempo destinado a las actividades de obtención y producción de alimentos del monte por
actividades dentro del mercado de trabajo. Esta situación puede analizarse desde algunas
perspectivas que enriquecerían la comprensión de la relación entre la independencia y el
mercado. Uñari, se ha mencionado, es el chef del lodge y como tal se mantenía gran parte
del tiempo ocupado en este trabajo, al tener acceso al dinero y facilidad para ir y volver al
puente, en su casa se consumían muchos alimentos comprados. Y, efectivamente, Uñari
había dejado de salir de cacería con la frecuencia que otros residentes de Quehueiri-ono
quienes no tenían el mismo lugar en el mercado de trabajo que ofrece el lodge.
155
Hay que tener en cuenta que estas observaciones precedentes se presentan más
agudamente en Quehueiri-ono que en Gareno. En Quehueiri-ono la mercantilización está
fundamentalmente representada por el mercado laboral que implica el lodge, al cual los
residentes acceden diferencialmente según la edad y el género lo que define el puesto de
trabajo, el tiempo que dedica y el dinero que recibe. Tal como se expuso en su momento, si
bien todos los miembros de las comunidades asociadas participan de diferente forma, el
proyecto no tiene la capacidad de absorber de manera permanente la oferta laboral de la
mayor parte de los residentes de Quehueiri-ono. Por lo tanto en esta comunidad gozan de
tiempo y espacio para reproducir sus prácticas alimenticias en gran parte al margen de la
mercantilización. En Gareno se configura otra realidad. En primer lugar, no existe un
mercado de trabajo estable del cual los residentes puedan apropiarse colectivamente y
además, a diferencia de Quehueiri-ono, el mercado está representado principalmente por
la feria, es decir por un mercado de bienes y servicios que orienta otras formas de consumo
y mercantilización.
Porcentaje de días en los que se comen los siguientes alimentos por hogar
Quehueiri-ono Gareno
Presa de monte 46,5% 31,4%
Pescado de río 46,8% 58,2%
Yuca 63,4% 71,8%
Plátano 61,1% 70,5%
Chicha 81,5% 83,4%
Vegetales 19,1% 20,4%
Papá/ Camote 15,6% 14,9%
Maíz 19,1% 6,4%
Insectos 8,0% 5,1%
Pepas de monte 15,3% 6,6%
Frutas 27,4% 33,6%
156
Quehueiri-ono Gareno
Carne de animales 15,6% 17,8%
domésticos
Carne comprada 6,1% 8,3%
Lácteos 10,8% 16,3%
Huevos de gallina 23,6% 25,0%
Otros huevos 11,1% 8,9%
Legumbres 21,3% 16,8%
Arroz 51,3% 62,8%
Fideos 31,8% 43,5%
Pan 14,6% 27,8%
Pepas compradas 5,4% 1,5%
Granos/Avena 27,1% 27,2%
Pescado enlatado 22,3% 29,7%
Galletas 21,3% 15,3%
Caramelos/Golosinas 5,7% 11,0%
Jugos comprados 27,7% 26,8%
Alcohol 4,8% 4,9%
Gaseosas 12,1% 15,5%
Total de 314 529
cuestionarios
157
A pesar de esta disparidad, los alimentos del monte tienen un gran espacio en la
dieta de los residentes de Quehueiri-ono y los resultados habrían sido aún más
contrastantes si los jóvenes y ancianos de Quehueiri-ono hubieran registrado su dieta
diaria. Porque otro aspecto a tener en cuenta es que en Gareno, el interés en participar en
esta técnica y la posibilidad (debido a la preparación en lecto-escritura en español) de
hacerlo estaba representado por jóvenes (ya que asisten a un colegio secundario) y adultos.
Mientras que en Quehueiri-ono solo algunos adultos quisieron o podían participar, los
jóvenes se mostraron muy poco interesados. Esta característica en particular afecta, desde
mi interpretación, los valores obtenidos, por ejemplo en cuanto al consumo de alcohol.
Pues los jóvenes de Gareno, 13-16 años, no consumen demasiado alcohol y los adultos de
Quehueiri-ono, que trabajan en el lodge y salen con mayor frecuencia hacia el puente, son
justamente los residentes que consumen alcohol con alguna frecuencia. Porque a pesar de
los resultados obtenidos en estas tablas, es evidente que en Gareno el consumo de alcohol
es mucho mayor que en Quehueiri-ono. Y así cada alimento de las tablas está atravesado
por las diferencias en el consumo según los informantes, pero la información que se
construye para el Gareno es mucho más representativa, no solo por la cantidad de
registros, sino porque participaron informantes de diferentes edades con prácticas
diferentes.
Entre los alimentos de afuera mas consumidos, y que están en todos los hogares
con mayor o menor frecuencia64 son arroz, fideos, azúcar, sal, café y aceite. Después de
esos alimentos básicos en todos los hogares, los informantes mencionan avena, atún,
sardinas, leche, lenteja, frejol y entre las verduras cebolla, tomate y papa, en menor
medida, y principalmente en Gareno, zanahoria, pepinillo, remolacha, pimiento y lechuga.
Gran parte de los enlatados, el arroz, la avena, las legumbres y las galletas forman parte de
los alimentos que el Ministerio de Educación brinda para las escuelas. En Quehueiri-ono
la alimentación doméstica prescinde bastante de la comida comprada (exceptuando las
familias mencionadas con puestos fijos en el lodge) y la que se consume forma parte de
estas donaciones. En Gareno están más presentes dentro de la alimentación doméstica y el
consumo de alimentos comparados se lleva a cabo también en la misma feria, almuerzos,
colas y golosinas. Solo las verduras, en ambos casos, forman parte de los alimentos
comprados que no se adquieren por medio de intercambio ni donación. Considerando las
64Exceptuando el hogar de Gueba y Dabo, dos muy ancianos de Quehueiri-ono, que no salen nunca a
comprar, si consiguen alimento de afuera es porque el hijo les comparte
158
proporciones, continúa siendo evidente que el consumo de comida comprada es mayor en
Gareno, situación que se extiende al resto de las prácticas alimenticias que se han
analizado a lo largo de la investigación.
L.U. 707.449
159
Conclusiones
A partir de estas historias y de las prácticas culturales que pude observar de éstos
informantes, y que también forman parte del discurso al que me refiero; justifico la
necesidad de elaborar, o re-crear, lo que a lo largo de la investigación se denomina ―devenir
histórico‖. Es así que, el resultado de la primera parte de la tesis, que se encuentra en los
capítulos II y III, corresponden al espacio social o ―escenario Amazónico‖, que nos sitúa
dentro de la historia y de las comunidades waorani de manera documental. A éste espacio
nos remitimos, una y otra vez, para comprender las prácticas alimenticias y dotar de
sentido lo que se ha observado en el campo.
160
contexto, habilita la posibilidad de entenderla como determinada y determinante por las
formas de ser, pensar, sentir y hacer particulares dentro de este escenario. Cuando se
utiliza la expresión de ―nutrir identidades‖ se hace alusión al cruce de dos variables que
delinean la problemática central de esta investigación, identidad y alimentación, análisis
que se realiza en los capítulos VI, V y VI.
Entre los objetivos de esta investigación se buscó analizar las prácticas alimenticias
observadas en el campo, a en relación con las historias que le dieron forma. La idea inicial
fue que desde esta perspectiva podría apreciarse, en medio de los cambios y las
transformaciones, la construcción de las identidades waorani como proceso y no como una
fotografía estática. Bajo esta idea, se han visto algunas características de los procesos
sociales de larga duración y sus repercusiones a nivel regional en la Amazonía. Estos
procesos fueron re-estructurando un escenario previo de diversidad y dinámicas inter-
étnicas. Desde el inicio de los tiempos de la conquista, algunos grupos étnicos han estado
más directamente expuestos que otros a la fricción del contacto. En el caso de estos
grupos, las réplicas de los procesos sociales impulsados por la conquista fueron casi
inmediatos y muchos se desarticularon como efecto de los múltiples factores socio-
económicos (esclavitud, desarraigo, genocidio, reducciones, etc.). Gran parte de las
poblaciones desarticuladas como pueblos se agruparon dentro del actual grupo kichwa del
cual emerge una nueva categoría social para este nuevo escenario amazónico, la ―indios
civilizados‖.
Otros grupos, como los waorani, que habitaban o se desplazaron a zonas de más
difícil acceso, fueron testigos de las réplicas de este primer momento de una manera más
indirecta que se expresaba en una intensificación de movimientos demográficos y luchas
por el territorio que generaron una pérdida de la estabilidad social y económica, común en
―tiempos de guerras‖. Estos grupos se ubicaron dentro de la categoría que se contrapone a
163
la de ―indios civilizados‖, la de ―indios salvajes‖. En lo que concierne a los circuitos de
reciprocidad y gran parte de los productos alimenticios permanece inalterable a costa de
una defensa celosa de su territorio, sin embargo, fueron incorporando diversas
herramientas en la producción y obtención de alimentos lo que fue fortaleciendo su
organización y la posibilidad de defensa de territorio, tal como se ha visto para el caso
waorani.
Por otro lado, el devenir de estas clasificaciones puede observarse, por ejemplo,
en cómo los waorani alimentan sus representaciones de la ―civilización‖ a partir de la
educación formal que actualmente reciben, dónde la mayoría de profesores en las
comunidades waorani visitadas (Quehueiri-ono y Gareno) son kichwas. De tal manera
que, ante los ojos waorani, los kichwas son los ―poseedores‖ y ―transmisores‖ del
conocimiento occidental y con ello, de la ―civilización‖ y, a pesar de que esto los ubica en
una posición valorada, existen otros aspectos asociados a la población kichwa, como ―la
pobreza‖, que equilibran esta imagen y alimentan la distinción de los waorani con los
kichwas. De parte de los kichwas, en cambio están las expresiones de temor hacia los
―aucas‖ como aún se los denomina a los waorani (un hombre kichwa me contaba que vivía
en Quehueiri-ono desde que su hija se ―casó‖ con un hombre waorani y decidieron irse con
toda la familia a vivir allí para ―cuidar‖ a la muchacha) a quienes se les atribuyen
características ambivalentes de ―ignorancia‖ y ―salvajismo‖ y a la vez de ―valentía‖ y
―riqueza‖. Estas categorías construidas históricamente se presentan actualmente con
múltiples variantes en la definición de los grupos estableciendo fronteras y distinciones
culturales. Las mismas están además cargadas de sentidos prácticos con los que se
construye la identidad colectiva waorani, que se expresan fuertemente en la alimentación y
canalizan las relaciones sociales inter e intra-étnicas.
166
territorialidad presentes entre los waorani se han re-configurado e intensificado a partir de
las experiencias locales que se inician con la conquista. Los sentidos de territorialidad se
pueden observar en la concepción y ocupación del espacio, tanto como en el uso y manejo
de los recursos, el territorio y la territorialidad se expresan como valores centrales en la
identificación y organización de los grupos waorani.
Las comunidades waorani, como espacios sociales, reflejan la manera en que los
diferentes grupos han reconfigurado su manera de concebir y ocupar el espacio a partir de
las necesidades y condiciones históricas. Dicha reconfiguración se lleva a cabo a partir de
una variedad de insumos nuevos y ancestrales que se manifiestan en diferentes aspectos de
la organización social. En esta investigación se partió de observar el nuevo diseño de vida
waorani en las prácticas alimenticias, en las cuales se expresan los profundos sentidos que
canalizan la lógica con la que las identidades waorani se reproducen y mantienen a pesar
de los cambios. En el abordaje de las prácticas alimenticias como un complejo integral, la
territorialidad también ha sido una constante y un eje organizador. Se ha visto la forma en
167
la que se manifiesta en la cacería, por medio de derechos y deberes consuetudinarios
arraigados en el pasado cultural waorani y redefinidos para ser aplicados a los residentes
de las comunidades. Del devenir de las relaciones interétnicas con los kichwas, los waorani
ven reflejado en su territorio la riqueza que les permite sostener hábitos alimenticios
diferenciales con los cuales se identifican. Otro tanto se hizo evidente en el abordaje de la
chacra, donde se perciben transformaciones sustanciales en cuánto al lugar de la misma
dentro de la organización social waorani. Debe reconocerse que como práctica no es
nueva, como puede ser considerada la pesca, pero que desde un tiempo a esta parte, la
chacra ha comenzado a ocupar un lugar cada vez más importante entre las prácticas
alimenticias de los grupos waorani. El re-posicionamiento de la chacra en la organización
social es en parte resultado de la permanencia en el espacio y la estabilidad de los
asentamientos posteriores al contacto ―pacifico‖, es decir a la emergencia de la comunidad
como espacio social. Esto tiene varias implicancias en las prácticas alimenticias que
modifican el uso y manejo de los recursos para los cuales los waorani han incorporado una
serie de conocimientos, no solo agrícolas sino también económicos y políticos. La
importancia actual de sus chacras refuerza la idea que los waorani tienen de la importancia
de conservar el territorio para el grupo. De la experiencia de los kichwas, los waorani han
aprendido los riesgos de parcelar y vender las tierras, lo que incide en la opción de la
nacionalidad waorani del Ecuador de conservar el territorio waorani como pertenencia
colectiva del grupo en la plena conciencia de que de eso depende, en gran parte, la
posibilidad de darle continuidad a la identidad waorani.
Hasta acá algunas de las conclusiones se refieren a los sentidos que subyacen en las
prácticas alimenticias y que las conectan en un entramado social integrado, como el hecho
social total de Mauss. Sin embargo, esta investigación se proponía observar las tensiones
entre este complejo integral con la economía de mercado y debe mencionarse no ha sido lo
suficientemente analizado. A pesar de ello, estas tensiones se han hecho presentes en
algunas instancias, particularmente en lo que se refiere a la a cuestión de defensa y
protección del territorio, cuya principal amenaza los waorani perciben actualmente en la
posibilidad de parcelamiento y consecuente venta de las tierras. También se han
presentado tensiones en cuanto a la presencia del mercado de trabajo en dos instancias
particulares. En Gareno, los roles que comienzan a definirse para los jóvenes en relación a
los estudios y las expectativas puestas en el mercado de trabajo que de alguna manera van
apartando a los jóvenes de las prácticas alimenticias waorani. En Quehueiri-ono, la
emergencia de distinciones sociales al interior de la comunidad que se generan a partir de
los lugares que los sujetos ocupan en el mercado de trabajo que representa el lodge. Estas
tensiones se expresan como tales porque irrumpen con la articulación integral de las
prácticas alimenticias en la medida en que el mercado de trabajo implica la sustitución
parcial o total de algunas actividades propias de las prácticas alimenticias de los waorani,
como salir de cacería, ir a la chacra y comer la comida waorani.
169
y/o re-avivan las mismas por medio del diseño de estrategias basadas en la experiencia
próxima y distante del pueblo waorani. La educación formal, que afecta la socialización
tradicional waorani pretende, en el mejor de los casos, posicionarse entre los jóvenes como
una herramienta de comunicación y negociación con los cowore. El territorio waorani,
seguirá protegido un buen tiempo dentro de la propiedad comunal y la comida de afuera,
como indicador de distinción social al interior del grupo, se consume en la conciencia de
que no es lo mejor para comer, conciencia que se alimenta a su vez de un pasado cercano y
colectivo que nutre a la memoria waorani de su propia historia y experiencia.
Más allá de estas tensiones que se reconocen en este trabajo, se torna necesario un
abordaje similar, capaz de actualizar y profundizar sobre esta problemática particular que
es la articulación de dos formas antagónicas de practicar la economía, la alimentación y la
construcción de las identidades. Deben abordarse otros tópicos de análisis, principalmente
los efectos de la economía de mercado que representan actualmente las compañías
petroleras, madereras y el turismo, entre otras. Emprender un recorrido que permita
observar cómo se ubican los hombres y mujeres waorani dentro de las estructuras de la
economía de mercado y qué pasa con las posiciones que detentan en su propia
organización social cuando esto ocurre. Un estudio que analice de qué manera estas
prácticas económicas disocian, o no, la integridad de la organización social de las
comunidades y a partir del cual sea posible ponderar las profundas implicancias que la
escisión entre la vida social, la alimentación y el trabajo pueden tener en una sociedad
como la waorani en la que todo esto se puede experimentar en un instante y durante toda
la vida.
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