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SEMANA 3 – DERECHO ADMINISTRATIVO

DERECHO ADMINISTRATIVO

SEMANA 3

Bases de la Institucionalidad

Reservados todos los derechos Instituto Superior de Artes y Ciencias de la Comunicación S.A.. No se permite copiar, reproducir, reeditar, descargar,
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de dichos derechos puede constituir un delito contra la propiedad intelectual.
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APRENDIZAJES ESPERADOS
El estudiante será capaz de:

Explicar las bases de la institucionalidad que


rigen el actuar de la Administración Pública.

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SEMANA 3 – DERECHO ADMINISTRATIVO

APRENDIZAJES ESPERADOS ............................................................................................................ 2


INTRODUCCIÓN ............................................................................................................................. 4
1. BASES DE LA INSTITUCIONALIDAD .......................................................................................... 5
1.1. CONCEPTO E IMPORTANCIA........................................................................................ 5
1.2. ANÁLISIS DE LAS BASES DE LA INSTUCIONALIDAD ....................................................... 6
1.2.1. DIGNIDAD DE LA PERSONA HUMANA ...................................................................... 6
1.2.2. FAMILIA Y GRUPOS INTERMEDIOS........................................................................... 9
1.2.3. PRINCIPIO DE SUBSIDIARIEDAD ............................................................................. 12
1.2.4. LOS DEBERES DEL ESTADO: SERVICIALIDAD Y BIEN COMÚN .................................. 13
1.2.5. LA FORMA DEL ESTADO......................................................................................... 15
1.2.6. LA FORMA DEL GOBIERNO .................................................................................... 18
1.2.7. LA SOBERANÍA Y SUS LÍMITES................................................................................ 19
1.2.8. EL ESTADO DE DERECHO ....................................................................................... 23
1.2.9. PROBIDAD............................................................................................................. 25
COMENTARIO FINAL .................................................................................................................... 27
REFERENCIAS ............................................................................................................................... 28

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INTRODUCCIÓN
En la unidad anterior se abordó la teoría Institucionalidad que se encuentran en el
constitucional y los principios Capítulo I de la Carta Magna.
constitucionales, tales como la supremacía
Hay que tener presente que las bases de la
constitucional, derechos fundamentales y
garantías, separación de funciones y la institucionalidad no son meras declaraciones
de principios, sino que son parte integrante
titularidad en el poder constituyente.
de la Constitución, en las cuales no solo se
En la presente unidad se verá cómo dichos fundamenta el mismo texto constitucional,
principios se materializan en la Constitución sino que también toda la legislación nacional
de 1980, específicamente en las Bases de la y la Administración del Estado y los
funcionarios que en ella se desempeñan.

Antes de comenzar, se recomienda ver el siguiente video:

https://www.youtube.com/watch?v=HhrSGjR-K8c

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1. BASES DE LA INSTITUCIONALIDAD
El capítulo I de la Constitución Política de la República, llamado Bases de la Institucionalidad,
contiene una serie de principios elementales de un Estado de Derecho. Este capítulo resume la
filosofía política de la Constitución, en cuanto toca a la relación del hombre con el poder. Así,
establece que las personas nacen libres e iguales en dignidad y derechos y reconoce la importancia
de la familia y del respeto a los derechos fundamentales. Contiene diversos principios inspiradores
de la organización política del Estado: soberanía nacional, democracia representativa, forma
unitaria, tendencia a la descentralización, etc. El valor jurídico de la Constitución es regulado por
ella misma: se trata de una norma, por consiguiente, su observancia es obligatoria para toda
persona, institución o grupo, y evidentemente también para todos los órganos del Estado. El
principio de respeto al Estado de derecho se completa mediante los principios de legalidad, o
juridicidad en la jerga de algunos académicos, y de responsabilidad del Estado.

1.1. CONCEPTO E IMPORTANCIA


Se entiende por Bases de la Institucionalidad al conjunto de principios que sirven de soporte o
cimiento conforme al cual se organiza la sociedad. Estas bases se encuentran en el capítulo I de la
Constitución Política de 1980 y fijan la estructura esencial que inspirará el resto de la normativa
constitucional, estableciendo, entre otros tópicos, normas básicas en relación con las personas, con
la forma del Estado y del Gobierno. Allí también se instauran los deberes del Estado y se regula el
ejercicio de la Soberanía Nacional.

El capítulo I sobre Bases de la Institucionalidad es de una gran importancia para el sistema


constitucional chileno. Esto, por los siguientes motivos:

• Porque, intrínsecamente, los aspectos que regula son los más importantes en la
organización del Estado, estableciéndose una verdadera “filosofía jurídica”, por la cual opta
nuestra Constitución en forma expresa y categórica.
• Porque forma parte de la Constitución y, como tal, sus normas son obligatorias. En
definitiva, las normas del capítulo de las Bases de las Institucionalidad no son un mero
listado de principios, sino que, más bien, estos primeros artículos son normas jurídicas y,
como tales, implican un deber de respeto.
• Porque es un elemento imprescindible para interpretar el resto de la Constitución. Vale
decir, de acuerdo al principio de “Unidad de la Constitución”, cualquier interpretación
constitucional deberá tener en cuenta el respeto por las disposiciones contenidas en este
primer Capítulo.

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1.2. ANÁLISIS DE LAS BASES DE LA INSTUCIONALIDAD


A continuación, se analizarán las bases de la institucionalidad que se encuentran en el capítulo I de
la Constitución:

Dignidad de la
persona
humana
Familia y
Probidad grupos
intermedios

Estado de Principio de
Derecho subsidiariedad
Bases de la
institucionalidad

Deberes del
La soberanía y Estado:
sus límites Servicialidad y
bien comun

Forma de Forma del


Gobierno Estado

1.2.1. DIGNIDAD DE LA PERSONA HUMANA


El artículo 1° inciso 1° de la Constitución Política de la República dispone que: “Las personas nacen
libres e iguales en dignidad y derechos”.

Esta norma es novedosa en la historia constitucional chilena, ya que no existía en los Textos
Fundamentales anteriores. Implica el pleno reconocimiento de dos características de todos los seres
humanos: su libertad y su igualdad, ambas sustentadas, finalmente, en la dignidad de la persona,
como fundamento último.

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Respecto de la Libertad, ella se manifiesta por el derecho de toda persona para decidir lo que se
puede hacer o no hacer. Implica, además, la proscripción de cualquier forma de esclavitud o de
dominio de uno respecto de otro. Suele hablarse de una triple dimensión de la libertad:

• El libre albedrío o libertad inicial, que permite a las personas definir entre diversas
opciones;

• La libertad-participación, que se refiere al derecho de las personas de intervenir en la


toma de decisiones del Estado;

• La libertad-exultación, consistente en la posibilidad de lograr el máximo desarrollo


integral del ser humano.
En relación con la Igualdad, esta no se trata de una “igualdad absoluta”, sino que de una
equivalencia sólo en lo que se refiere a su dignidad y derechos. Vale decir, nuestro sistema acepta
y acoge las diferencias entre los individuos, pero siempre que ellas no afecten la dignidad ni los
derechos de las personas.

En virtud del principio de la igualdad, no es posible hacer diferencias arbitrarias en los sujetos, pero,
a su vez, se hace necesario generar la intervención social que permita eliminar las desigualdades
que nacen de circunstancias de hecho y que generan injusticia social, es decir, que exista igualdad
de oportunidades.

Ambos valores, libertad e igualdad, se explican finalmente por una cualidad intrínseca de las
personas, como es su dignidad.

Como consecuencia de esta norma, se desprende que “El Estado está al servicio de la persona
humana” (artículo 1° inciso 4° de la Constitución CPR); que los derechos esenciales que emanan de
la naturaleza humana representen un límite al ejercicio de la soberanía nacional (art. 5° inciso 2° de
la Constitución); y que se establezcan Garantías Constitucionales que tengan por objeto proteger
los derechos de todos los habitantes del país (artículo 19 de la Constitución).

Ahora bien, respecto de la dignidad humana, se extraen diferentes interrogantes que vale la pena
tratar de resolver:

• ¿Qué es la Dignidad Humana? La Real Academia de la Lengua define “digno” a quien sea
“merecedor de algo” 1; pero, ¿de qué?
Dignidad Humana es aquella condición que poseen todos los seres humanos, por la cual
se tornan merecedores de respeto y consideración.

1
Ver más: https://dle.rae.es/?w=digno

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• ¿De dónde emana la dignidad humana? Dicho en otras palabras, ¿por qué habría de ser
digno el ser humano?
El ser humano tiene en sí inserto en su naturaleza el fin a que debe tender en su
desenvolvimiento y conoce la bondad de los medios que debe usar para llegar a ese fin.
Esto significa que tiene en su propia naturaleza inserto los principios del Derecho
Natural y su vida es un continuo esfuerzo para cumplir los fines de su naturaleza.

• ¿Cuáles son las consecuencias de entender que las personas son seres dignos?
De la circunstancia de referirnos a un ser dotado de dignidad, se deben concluir
diferentes consecuencias:
o La primera, es que, si todo ser humano es digno, entonces, todo ser humano,
sin excepción alguna, puede ser sujeto de derecho, vale decir, puede ser titular
de derechos.
o Segundo, que está dotado también de una serie de derechos básicos, llamados
Derechos Humanos o Derechos Fundamentales, los que no pueden ser
vulnerados bajo ningún contexto. Así lo recoge, por ejemplo, la Convención
Americana sobre Derechos Humanos (o Pacto de San José de Costa Rica), donde
se reconoce en su preámbulo: “que los derechos esenciales del hombre no
nacen del hecho de ser nacional de determinado Estado, sino que tienen como
fundamento los atributos de la persona humana, razón por la cual justifican una
protección internacional”.
o Y, por último, en atención a que el ser humano es un ser digno, el Estado se
encuentra al servicio de la persona, y su soberanía se encuentra limitada por el
debido respeto de los derechos humanos (artículo 1° inciso 4° y artículo 5° inciso
2° de la Constitución).

Antes de continuar…

¿Cuál es el rol de la familia en la Constitución Política?, ¿Existen


diversos tipos de familia, son reconocidos en la Constitución?

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1.2.2. FAMILIA Y GRUPOS INTERMEDIOS


El artículo 1° incisos 2° y 3° de la Constitución Política de la República, dispone que:

“La familia es el núcleo fundamental de la sociedad.

El Estado reconoce y ampara a los grupos intermedios a través de los cuales se organiza y

estructura la sociedad y les garantiza la adecuada autonomía para cumplir sus fines

específicos”.

• Rol de la Familia en la Constitución Política: Antes del análisis particular del artículo 1°
inciso 2° de la Constitución, lo que primero que se debe indicar es que en nuestra Sociedad
existen diferentes tipos de grupos y núcleos de personas, dentro de los cuales, para nuestro
sistema constitucional, el núcleo fundamental es la Familia.

Si bien no existe un concepto constitucional de familia, se puede entender la noción de


familia como el conjunto de personas naturales, unidas entre sí por vínculos de matrimonio,
parentesco y adopción. Este concepto, por ser de corte tradicional, debe ser
complementado, a su vez, por otro tipo de figuras que, con el devenir de los tiempos, se
han ido incorporándose a la noción de familia. Especialmente, se está haciendo referencia
a la situación de las parejas no matrimoniales o surgidas del acuerdo de unión civil, quienes
muchas veces también son capaces de formar uniones sólidas, fértiles y duraderas.

Por lo mismo, se debe entender que la disposición analizada no sólo tiende a proteger a las
familias originadas a partir del matrimonio, sino que también ampara a ese otro conjunto
de familias donde el vínculo matrimonial no está presente. En efecto, de la simple lectura
de la norma en cuestión, se debe observar que lo que constituye el núcleo fundamental es
la familia, y no el matrimonio, por lo que se puede concluir que, aunque exista o no unión
conyugal, todo grupo familiar es igualmente importante para nuestro país.

Desde otro ángulo, es importante agregar además que no es relevante para el texto
constitucional la circunstancia de encontrarse los miembros de la familia viviendo juntos o
no. Vale decir, sigue siendo el núcleo fundamental de la sociedad, aquella familia que, por
cualquier circunstancia, se encuentra dispersa, ya sea por quiebres de la relación de pareja,
por razones de trabajo o por emancipación de los hijos.

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Por todas estas consideraciones, es procedente enfatizar que la Constitución Política


reconoce a todas las familias esta calidad primordial dentro de la organización de nuestra
sociedad, sin distinción alguna. No distingue entre núcleos matrimoniales o no
matrimoniales, no distingue entre familias cohesionadas o dispersas, de manera que cada
familia goza de la misma dignidad y protección.

Todo ello es concordante con diversas normas contenidas en los Tratados Internacionales
sobre Derechos Humanos suscritos por Chile. Así ocurre con lo que dispone la Declaración
Universal de los Derechos Humanos (artículo 16 Nº3); el Pacto de Derechos Civiles y Políticos
(artículo 23 Nº1); el Pacto de Derechos Sociales, Civiles y Culturales (artículo 10 Nº1); el
Pacto de San José de Costa Rica (artículo 17 Nº11); y la Convención sobre Derechos del Niño
(artículos 8, 9 y 10).

En último término, se debe tener presente que este preponderante rol de la Familia también
se manifiesta en otras disposiciones constitucionales, como en el inciso quinto del artículo
1°, donde se señala que es deber del Estado “dar protección a la familia”; o como en el
artículo 19 N° 4, que establece el derecho a la protección de la vida privada y de “la honra
de la persona y de su familia”; o como en el artículo 19 N° 11 que señala que “los padres
tienen el derecho de escoger el establecimiento de enseñanza para sus hijos”.

• Los Grupos Intermedios en la Constitución: Las sociedades se encuentran organizadas en


distintos niveles. Hay tres niveles clásicos: el Nivel Estatal, que corresponde a la esfera del
Estado; el Nivel Individual, que corresponde al nivel de las personas naturales; y entre
ambos, el Nivel asociativo, que es el nivel de las agrupaciones voluntarias formadas por las
personas, con un fin lícito determinado.

De este modo, la idea que estos cuerpos o grupos sean “intermedios”, significa que tienen
una posición que se intercala entre el sujeto individual y la Sociedad propiamente tal. Así,
por ejemplo, son grupos intermedios, las iglesias, los partidos políticos, las sociedades
comerciales, las corporaciones y fundaciones, las organizaciones sindicales y gremiales, las
juntas de vecinos, las asociaciones deportivas, etc.

Por otro lado, estas agrupaciones deben ser de carácter permanente, vale decir, las
personas que se encuentran circunstancialmente en una plaza o en un vagón del metro no
forman entre ellas un “grupo intermedio”, ya que carecen de este espíritu de unidad,
permanencia y pretensiones comunes.

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El vocablo “grupo intermedio” debe entenderse más bien como “cuerpo intermedio”, vale
decir, como una unidad orgánica compuesta por personas, pero diferente a los miembros
que la componen. Pero, a su vez, los fines que persiguen deben ser lícitos, por lo que no se
consideran grupos intermedios las asociaciones ilícitas, las creadas para cometer delitos o
para violentar el orden institucional chileno.

Los grupos intermedios son mencionados en el artículo 1° de la Carta Fundamental, por


cuanto ella establece tres deberes fundamentales del Estado en relación con ellos:

o En primer lugar, el Estado “reconoce” a los grupos intermedios. Que los


reconozca significa que acepta su existencia y les asigna validez.

o En segundo lugar, los “ampara”. Que los ampare significa que los protege,
adquiriendo una suerte de compromiso de no afectarlos.

o Y, en tercer lugar, “les asegura su adecuada autonomía”. Es importante indicar


que la autonomía que se les asegura a los grupos intermedios “no es cualquier
autonomía”, vale decir, no los habilita para desarrollar actividades que sean
contrarias al orden jurídico. Ello se demuestra en la expresión “adecuada
autonomía” que usa el Constituyente sobre este particular.
Indirectamente, al reconocer y amparar la existencia de los grupos intermedios, lo que la
Carta Fundamental realiza es reconocer la presencia en toda Sociedad de dos clases de
organizaciones que coexisten simultáneamente: la Organización Política y la Organización
Social. La primera puede y debe ser regulada por la Constitución, la segunda, en cambio, es
mucho más libre y dinámica, y depende del comportamiento que observen los integrantes
de la sociedad.

Los grupos intermedios, pues, pertenecen a la denominada “Organización Social”, la que


muchas veces resulta ser tanto o más cercana a los individuos que las estructuras políticas.
De allí la importancia de estos grupos y, por ello, su reconocimiento constitucional.

En atención a la autonomía que se les reconoce a los grupos intermedios, la Constitución no


sólo los reconoce y ampara, sino que, además, consagra el Principio de Subsidiariedad y
establece ciertos deberes y prohibiciones que deben observar en su funcionamiento, ambos
temas que serán analizados a continuación.

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1.2.3. PRINCIPIO DE SUBSIDIARIEDAD


Como se señaló precedentemente, el Estado no sólo reconoce y ampara, sino que además
“garantiza la adecuada autonomía” de los grupos intermedios (artículo 1° inciso 3°).

Que el Estado garantice la debida autonomía de los grupos intermedios, significa que no podrá
realizar aquellas actividades que de acuerdo con su naturaleza deben quedar entregadas a la
actividad de los grupos intermedios. No podrá interferir ni obstaculizar la acción, respetando los
espacios de creación y movimiento que le cabe a estas instituciones sociales. Vale decir, si bien el
Estado debe cumplir con determinados objetivos y fines, en ningún caso ello puede significar una
obstrucción o limitación de los grupos intermedios.

Esto es lo que se conoce como “principio de subsidiariedad”, el que básicamente tiene una doble
expresión:

• Subsidiariedad negativa: El Estado no podrá desarrollar las actividades y funciones que por
su naturaleza les corresponden a los grupos intermedios, y
• Subsidiariedad positiva: El Estado deberá desarrollar todas aquellas actividades y funciones
que por su naturaleza no puedan realizar ni cumplir los grupos intermedios.
La Constitución se encuentra inspirada en ambas dimensiones de la subsidiariedad, tanto en la
negativa como en la positiva. Sin embargo, la norma del artículo 1° inciso 3°, parece consagrar sólo
la subsidiariedad negativa, pero no la positiva. La subsidiariedad positiva puede concluirse del
principio de servicialidad –que será analizado más adelante-, y de una serie de garantías
constitucionales (educación, salud, seguridad social, etc.), donde el Estado se obliga a realizar todas
aquellas prestaciones que los particulares no puedan o no quieran efectuar.

El principio de subsidiariedad implica, pues, la expresión del respeto por la independencia y


autonomía de los cuerpos intermedios y, a su vez, el deber de suplir la actuación de éstos en todos
aquellos casos que estos grupos no puedan actuar.

Así, por ejemplo, en virtud del principio de subsidiariedad, no puede el Estado organizar grupos
sindicales, ni Iglesias; pero, a su vez, deberá desarrollar aquellas actividades que los privados no
alcanzan a cumplir en su totalidad, como, por ejemplo, deberá atender la educación y salud públicas,
la defensa nacional, etc.

En el plano económico, el principio de subsidiariedad se hace patente en el derecho a desarrollar


todo tipo de actividad económica que no sea contraria a la moral, al orden público o a la seguridad
nacional, garantizada por el artículo 19 N° 21 de la Constitución, el cual en su inciso primero
consagra este derecho, mientras que, en el inciso segundo, se impide la actividad empresarial del
Estado salvo en ciertas excepciones.

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El principio de subsidiariedad es uno de los pilares fundamentales en la construcción de una


Sociedad Liberal, ya que permite a los individuos interactuar entre ellos, garantizándoles su espacio
de libertad y autonomía, de manera de fomentar la iniciativa y el espíritu creativo de las personas
naturales y jurídicas. Pero, a su vez, implica no desconocer el rol social del Estado, al asumir todas
aquellas funciones que por su especial naturaleza no pueden cumplir.

Claramente, el principio de subsidiariedad tiene una serie de manifestaciones en la forma como han
de ejercerse los derechos fundamentales, siendo posible encontrar manifestaciones de este, en
distintos derechos, por ejemplo: acceso a la justicia, a la salud, a la educación, a la seguridad social,
etc.

1.2.4. LOS DEBERES DEL ESTADO: SERVICIALIDAD Y BIEN COMÚN


La Constitución Política de la República señala en el Artículo 1° incisos 4° y 5° que:

El Estado está al servicio de la persona humana y su finalidad es promover el bien común,

para lo cual debe contribuir a crear las condiciones sociales que permitan a todos y a cada

uno de los integrantes de la comunidad nacional su mayor realización espiritual y material

posible, con pleno respeto a los derechos y garantías que esta Constitución establece.

Es deber del Estado resguardar la seguridad nacional, dar protección a la población y a la

familia, propender al fortalecimiento de ésta, promover la integración armónica de todos

los sectores de la Nación y asegurar el derecho de las personas a participar con igualdad de

oportunidades en la vida nacional.

• Principio de Servicialidad del Estado: Concordante con el reconocimiento de la dignidad del


ser humano (artículo 1° inciso 1°), la Constitución establece que el Estado se encuentra al
servicio de la persona humana, lo que implica un reconocimiento explícito a la situación
preferente que ocupa la persona en nuestra institucionalidad. No hay misión más
importante para la sociedad organizada que servir a la persona humana.

De esta forma, es importante entender que cualquier actuación que realicen los órganos
del Estado debe estar enfocada, directa o indirectamente, a servir a las personas. Por el

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contrario, si el órgano actúa sin atender a esta finalidad, se estaría en presencia de una
conducta inconstitucional.

Este principio constituye uno de los pilares fundamentales del constitucionalismo moderno,
con un aparato estatal que se dirige y justifica por el servicio permanente a favor de la
persona humana.

El cumplimiento de este principio es, por lo tanto, la base que permite legitimar al Estado
en general y a sus autoridades en especial, en todas y cada una de sus actuaciones, por lo
que sirve de estándar continuo de evaluación de estas.

• Noción de bien común: Que el Estado deba “promover el Bien Común”, significa que el
Estado debe adoptar una actitud activa, positiva, dinámica en orden a “tomar la iniciativa”
en la obtención de dicho Bien Común.

Vale decir, el Bien Común no aparece como un mero límite en la actuación de los órganos
del Estado, sino que debe representar su objetivo fundamental, por lo que ellos deberán
buscarlo, perseguirlo y propender hacia él.

Por otra parte, la noción de “bien común” se relaciona con el hecho que el bien que se busca
debe ser el bien de todos los miembros de la sociedad, y no el bienestar particular de
determinados sujetos.

Luego, la Constitución indica que, para alcanzar el bien común, el Estado deberá

contribuir a crear las condiciones sociales que permitan a todos y a cada uno de los

integrantes de la comunidad nacional su mayor realización espiritual y material

posible con pleno respeto a los derechos y garantías que esta Constitución

establece.

Como se aprecia, la definición de bien común que proporciona el texto constitucional es de


corte individualista, es decir, no existe un bien “social” o de la “sociedad como ente
abstracto”, sino que el bien común se compone de la suma del bienestar de cada uno de los
individuos que componen la comunidad.

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En definitiva, de la lectura del artículo 1° inciso 4°, en relación con el bien común, es posible
decir:

o Que la finalidad del Estado es promover el bien común.

o Que este bien común se debe interpretar siempre en relación con el pleno
desarrollo de la persona humana. No se logra el bien común cuando sólo se buscan
valores supremos donde el individuo no tiene cabida. Por ejemplo, es reprochable
cualquier noción de bien común que sólo lo conciba como el beneficio de un partido
político, o de una clase social, o cualquier instancia que relegue al ser humano a
posiciones secundarias.

o Que el Estado, en relación con el bien común, tiene el deber de “promoverlo” y no


de “lograrlo”. Esto quiere decir que la tarea de construir el bien común no pesa sólo
sobre el Estado. Por el contrario, el Estado sólo debe contribuir, colaborar,
“promover” que la misma sociedad y las personas que la integran, puedan alcanzar
el bien común. El bien común es, por tanto, una tarea compartida entre el Estado y
las personas: el primero, encargado de promoverlo, las segundas encargadas de
lograrlo en colaboración con los órganos públicos.

o Que el bien común al que se aspira tiene una tendencia individualista, ya que aquél
solo se logra cuando la plena realización alcanza a todos y cada uno de los
integrantes de la sociedad, y no como la plena realización de la sociedad “en
abstracto”.

o Que el bien común mira tanto a la realización material como la espiritual, por lo que
los esfuerzos del Estado y de la sociedad no pueden restringirse sólo a algunos de
estos dos ámbitos, sino a ambos.

o Que para el logro del bien común hay límites importantes, y se refiere al pleno
respeto de los derechos y garantías constitucionales. Esto es importante, por
cuanto no cualquier medio será lícito para el logro del bien común, sino sólo
aquellos que sean compatibles con el pleno respeto por los derechos humanos.
1.2.5. LA FORMA DEL ESTADO
El Artículo 3º de la Constitución dispone que:

El Estado de Chile es unitario.

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La administración del Estado será funcional y territorialmente descentralizada, o

desconcentrada en su caso, de conformidad a la ley.

Los órganos del Estado promoverán el fortalecimiento de la regionalización del país y el

desarrollo equitativo y solidario entre las regiones, provincias y comunas del territorio

nacional.

• El Estado de Chile es Unitario: Según su forma, los Estados pueden ser Unitarios o bien,
Compuestos, dentro de los cuales, destacan los Estados Federales, como lo son Estados
Unidos o Argentina.

El Estado es unitario cuando el poder conserva una unidad en cuanto a su estructura, no


poseyendo más que un solo centro de impulsión política fundamental. Se trata de un
“Estado simple”, ya que no se divide en zonas o sectores que cuenten con poderes políticos
independientes y que también merezcan el nombre de Estados. Por lo mismo, el centro de
decisión política es uno solo, sin existir diferentes niveles de acción política estatal.

Por lo mismo, desde un punto de vista orgánico, o sea, de los órganos del Estado, el Estado
Unitario se caracteriza porque cuenta con un solo gobierno, un solo congreso, una sola
Corte Suprema, etc. A su vez, desde un punto de vista normativo, los Estados Unitarios se
caracterizan por que posee una sola Constitución, un solo ordenamiento jurídico.

En tanto, el Estado Compuesto o Federal se distingue por contar con un poder central y una
Constitución Política única, pero que reconoce ámbitos intensos de autonomía en beneficio
de los diferentes Estados miembros que la conforman. Es “Compuesto” por cuanto
coexisten dos niveles estatales: el nivel del Estado Federal que se conforma por la unión de
voluntades de sus miembros, y el nivel Estadual que corresponde a las células
administrativas y políticas que lo conforman y que cuentan con sus propios órganos
ejecutivos, legislativos y judiciales.

De esta forma, los Estados Federales desde una perspectiva orgánica contarán con un
gobierno central y un gobierno en cada Estado miembro, un parlamento central y un
parlamento en cada Estado miembro, una Corte Suprema central, y una Corte Suprema en
cada Estado miembro. Por su parte, normativamente, los Estados Federales tienen una
Constitución central, y una constitución por cada Estado miembro; así como un
ordenamiento jurídico nacional, y ordenamientos jurídicos locales.

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En el caso chileno, la Constitución optó por el sistema unitario, lo que significa que contamos
con un centro político único, expresado por la existencia de una única autoridad ejecutiva,
legislativa y judicial. Además, en el Estado chileno existe un solo ordenamiento jurídico
positivo, obligatorio para todos sus habitantes, y creado por los organismos centrales
competentes.

El ejercicio del poder en un Estado Unitario, sin embargo, deberá organizarse de manera tal
que su acción sea efectiva y eficaz, por lo que se hace necesario que su Administración se
organice de una manera apta. De allí nacen los criterios de descentralización y
desconcentración.

• Descentralización y desconcentración: Una vez consagrado el carácter unitario del Estado


de Chile, el inciso 2° del artículo 3° establece la descentralización y desconcentración de la
administración. Al respecto se puede señalar que:

o Lo que esta disposición ordena descentralizar y desconcentrar es la Administración


Pública, o sea, aquella que depende directa o indirectamente del Poder Ejecutivo
Central (el Presidente de la República), y que se encarga de satisfacer las
necesidades públicas permanentes de la sociedad. No se refiere, entonces, a las
demás funciones estatales, como la legislativa o la contralora. Por su parte, la
judicial, se organizará de acuerdo con lo que establezca la ley orgánica
constitucional respectiva, de conformidad a lo dispuesto en el art. 77 de la Carta
Fundamental.

o Tanto descentralización como desconcentración significan, finalmente, reconocer


en órganos estatales, diferentes de los órganos centrales, determinadas
competencias que les son propias. La descentralización comprende conferir
directamente facultades determinadas en órganos que gozarán de personalidad
jurídica y patrimonio propios. La desconcentración, en cambio, implica más bien
una radicación de facultades en órganos, quienes carecerán de personalidad
jurídica y patrimonio propios. Por su parte, los órganos descentralizados se
vincularán con el Órgano Central a través de un vínculo de mera supervigilancia;
mientras que los desconcentrados lo harán a través de un vínculo de jerarquía o
dependencia, reconociendo en el órgano central, un superior jerárquico.

o La opción entre si un órgano será descentralizado o desconcentrado deberá ser


adoptada por ley.

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o La descentralización o desconcentración podrá ser, a su vez, funcional o territorial.


Es funcional cuando la atribución o delegación de facultades se realiza debido a las
materias, y es territorial cuando se realiza en función de la zona geográfica. De esta
manera, nacerán cuatro opciones de órganos, a saber: órganos funcional y
territorialmente descentralizados, y órganos funcional y territorialmente
desconcentrados.

1.2.6. LA FORMA DEL GOBIERNO


La Constitución en el Artículo 4º dispone que: “Chile es una república democrática.”

• Chile es una República: La idea que Chile es políticamente una República arranca
indirectamente desde la Constitución de 1833 (“la República de Chile es una e indivisible”,
artículo 3°), pero que se establece en forma explícita en las Cartas de 1925 (“El Estado de
Chile es unitario. Su Gobierno es republicano y democrático representativo”, artículo 1°) y
1980.

Que, en Chile, el sistema de Gobierno sea una República, quiere decir, en primer término,
por contradicción, que no es una Monarquía, entendida ésta como un sistema político
donde existe un Jefe de Estado, sin responsabilidad política, vitalicio y hereditario.
Pero, además, en forma positiva, la República significa:

o Que existe una autoridad, que es Jefe de Gobierno y Jefe de Estado a la vez (con la
única excepción de las repúblicas parlamentarias, como Italia, donde a pesar de
tratarse de modelos republicanos, existe igualmente tal dualidad de funciones en el
órgano ejecutivo).
o Que esta autoridad es responsable, razón por la cual en caso de infracción a la
Constitución o a las leyes, puede ser sancionado e incluso perder su cargo.
o Que es temporal, ya que su cargo tiene una duración determinada.
o Que es elegido mediante votaciones populares.

• Chile es una República Democrática: De acuerdo con el artículo 4° de la Constitución, Chile


opta por un régimen democrático de gobierno.

Esta norma debe ser entendida, en primer término, en el entendido que el Poder Político
recae en el Pueblo o Nación (tal como lo expresa el artículo 5° inciso 1° de la Constitución),
quien lo ejerce directamente o a través de sus representantes.

Por su parte, la concepción de régimen democrático supone tres características básicas:

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SEMANA 3 – DERECHO ADMINISTRATIVO

o Respeto por las reglas de la mayoría. En una democracia, las decisiones que se
adopten en el seno de una comunidad se tomarán siguiendo las reglas de las
mayorías, las cuales podrán ser simples o calificadas. Son simples cuando la decisión
que se escoge corresponde a la opción por la que han votado la mayor cantidad de
personas. Son calificadas cuando quedan supeditadas a la necesidad de cumplir
fracciones superiores, tales como cuando se exige por ejemplo quórum de tres
quintos o de dos tercios de los votantes. Esta última posibilidad sólo es aceptada
para decisiones adoptadas por órganos colegiados, pero jamás es validada para
decisiones que tome la ciudadanía a través de elecciones populares o plebiscitos.

o División de las funciones estatales. La democracia exige, además, que el poder


público se encuentre repartido orgánicamente en diferentes instituciones. Además,
esta separación de funciones debe ser real, respetando las diferentes competencias
y responsabilidades. Sin embargo, una democracia supone sin perjuicio de lo
anterior, que exista entre los diferentes titulares de los poderes, los debidos
controles que permita revisar que efectivamente cada uno de los órganos actúe
dentro de la esfera de sus competencias y dentro del marco constitucional y legal
que corresponde.

o Respeto por los derechos fundamentales de las personas. Indudablemente, no


basta que en un país las decisiones se tomen según lo que decidan las mayorías,
sino que, además, deberá existir la debida protección por las personas, lo que
implica el respeto irrestricto a los derechos esenciales que emanan de la naturaleza
humana.

1.2.7. LA SOBERANÍA Y SUS LÍMITES


Señala el artículo 5° de la Constitución:

La soberanía reside esencialmente en la Nación. Su ejercicio se realiza por el pueblo a través

del plebiscito y de elecciones periódicas y, también, por las autoridades que esta

Constitución establece. Ningún sector del pueblo ni individuo alguno puede atribuirse su

ejercicio.

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El ejercicio de la soberanía reconoce como limitación el respeto a los derechos esenciales

que emanan de la naturaleza humana. Es deber de los órganos del Estado respetar y

promover tales derechos, garantizados por esta Constitución, así como por los tratados

internacionales ratificados por Chile y que se encuentres vigentes.

• Titularidad y ejercicio de la Soberanía (artículo 5° inciso 1º de la Constitución): Por


soberanía se debe entender el poder político máximo o supremo en un determinado Estado.
La Soberanía implica el poder máximo de mando al interior de un Estado, pero a su vez la
absoluta prescindencia de otro Estado soberano.

Vale decir, la Soberanía debe ser entendida en dos dimensiones:

o La soberanía - autonomía: Que corresponde al poder que se ejerce en un Estado


determinado.
o La soberanía - independencia: Que alude a una posición de igualdad frente a otros
Estados también soberanos.
El artículo 5° inciso 1° de la Constitución Política no define soberanía, sino que indica quién
es el titular de ella y quién la puede ejercer (y de qué modo). Respecto de su titularidad, la
Constitución dispone que la soberanía reside esencialmente en la Nación, y que su ejercicio
corresponde al Pueblo.

Ahora bien, esclarecido el fundamento de por qué el Poder o Soberanía “reside en la


Nación”, entendida ésta como el ente abstracto antes descrito, es imposible asumir que
dicho ente abstracto, carente de voluntad y dinamismo, pueda efectivamente ejercerla y
establecer que el ejercicio de la soberanía le corresponde al pueblo. El pueblo, en este
sentido, debe ser entendido como el conjunto de ciudadanos o sujetos que poseen
facultades electorales, quienes logran unir sus voluntades a través de los mecanismos
constitucionales para adoptar las decisiones que exige el ejercicio del Poder. Ningún sector
del pueblo ni individuo puede atribuirse el ejercicio de la soberanía. El pueblo, a su vez,
ejercerá este poder de las siguientes formas:

o Ejercicio directo de la Soberanía. Ello ocurre en dos situaciones:


 Por Plebiscitos. Consisten en consultas públicas realizadas a los
ciudadanos sobre asuntos específicos. Nuestra Constitución contempla
sólo en dos casos la posibilidad de llamar a Plebiscitos:

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 Durante la tramitación de las Reformas Constitucionales, en casos de


discrepancias entre las Cámaras del Congreso Nacional y el Presidente
de la República (artículos 128 y 129 de la Constitución).
 En el caso de plebiscitos comunales, regulados por el artículo 118.
 Por elecciones periódicas. Por su parte, nuestra Carta Fundamental
contempla cinco tipos de cargos que son de elección popular, a saber:
el Presidente de la República (art. 26 CPR), los Diputados (art. 48 CPR),
los Senadores (art. 49 CPR), los Alcaldes (art. 57 de la Ley Orgánica
Constitucional de Municipalidades, Nº 18.695 por aplicación del art. 119
CPR) y los Concejales (art. 119 CPR).

o Ejercicio indirecto de la Soberanía. Opera mediante la actuación de los órganos


del Estado, algunos de ellos compuestos por funcionarios elegidos directamente
por la ciudadanía (como los señalados anteriormente), o bien designados por
funcionarios previamente elegidos por la ciudadanía (como las autoridades del
Poder Judicial, del Tribunal Constitucional o del Ministerio Público).

En virtud de lo anterior, la democracia chilena no es totalmente directa (ya que no todas las
decisiones las adopta directamente el pueblo), ni es totalmente representativa (ya que no
todas las decisiones las toma las autoridades que representan al pueblo). De allí que se diga
que nuestro gobierno sea una Democracia mixta (semidirecta o semirrepresentativa).

 Límites de la Soberanía (artículo 5ºinciso 2º de la Constitución).


 El ejercicio de la soberanía reconoce como limitación el respeto a los
derechos esenciales que emanan de la naturaleza humana.
 Se establece el principio que el ejercicio de la soberanía se encuentra
limitada por “el respeto a los derechos esenciales que emanan de la
naturaleza humana”.
 Ello significa, en primer término, reconocer que la soberanía popular
no es total, absoluta o ilimitada, sino que reconoce en sí misma una
frontera trascendental, como es el respeto por los derechos
fundamentales. De esta forma, ni el Pueblo ni los órganos públicos se
encuentran habilitados para tomar decisiones que impliquen
vulneración a esta clase de derechos. Esta norma es fundamental para
nuestra Democracia, la que sólo se justifica por el respeto a las
personas y sus derechos más esenciales.
 La existencia de este límite se manifiesta en diferentes áreas:

- En lo relativo a la interpretación de las normas: En virtud de esta


norma, nace un criterio básico de interpretación constitucional, que

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consiste en que ninguna norma de la Carta Fundamental podrá ser


interpretada en contra de los derechos fundamentales, lo que en
sentido positivo puede entenderse como el principio pro-homine (a
favor del ser humano) o favor libertatis (a favor de la libertad).

- En lo relativo a la aplicación de las normas: Si existen dos normas que


son contradictorias, necesariamente deberá aplicarse aquella que
proteja a las personas, por sobre aquella que no las proteja,
independientemente de cuál sea la jerarquía o rango de las diferentes
normas en aparente pugna. Por su parte, si ambas normas son
protectoras de los derechos, deberá ser aplicada aquella norma que
mejor proteja a las personas, nuevamente sin importar la jerarquía de
las normas, incluso prefiriendo las normas internacionales por sobre las
internas.

 En lo relativo a la acción de los órganos estatales. Los órganos representativos


de los diferentes poderes o funciones del Estado deberán someter su acción a
los deberes de protección de los derechos fundamentales.

 Se establece un “catálogo abierto de derechos fundamentales”, puesto que lo


que constituye un límite al ejercicio de la soberanía son todos los derechos
esenciales que emanan de la naturaleza humana, y no sólo aquellos que señala
la Constitución.

 Como consecuencia de lo anterior, y de la lectura de la norma en cuestión, se


concluye que los Derechos Humanos no nacen ni son creados por la Carta
Fundamental, sino que ésta sólo los garantiza o protege. En rigor, estos
derechos brotan directamente de la propia naturaleza humana, la que se
caracteriza principalmente por su dignidad, origen último de los Derechos
Fundamentales.

 Por lo mismo, son límite de la soberanía todos los derechos esenciales que
emanen de la naturaleza humana, y dentro de ellos:
 los que señale la propia Constitución Política en su artículo 19, y en los
demás preceptos constitucionales,
 los que se indique el derecho internacional convencional a través de los
Tratados Internacionales sobre Derechos Humanos,

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 todos los demás derechos que emanen de la naturaleza humana, aun


cuando no se encuentren incluidos en los sistemas normativos
señalados anteriormente.

• Es deber de los órganos del Estado respetar y promover tales derechos, garantizados por
esta Constitución, así como por los tratados internacionales ratificados por Chile y que se
encuentres vigentes. Al respecto, debemos indicar lo siguiente:
o El primer deber del Estado consiste en respetar “tales derechos” (se deben
entender “los derechos esenciales que emanan de la naturaleza humana”). El deber
de respeto debe ser entendido como un deber de carácter negativo, vale decir,
como una prohibición. O sea, los órganos del Estado tienen prohibido violar, atentar
o amenazar estos derechos.

o El segundo deber consiste en promover los derechos fundamentales, lo que


constituye un deber de carácter positivo. Ya no se trata solamente de un “no
atentar” o de un “no amenazar” estas prerrogativas, sino que se impone la
obligación de tomar una actitud activa destinada al verdadero imperio de estos
derechos. El Estado, por lo tanto, se obliga a hacerlos efectivos en la práctica, lo que
significa, en primer término, utilizar criterios de interpretación que los favorezcan y
nunca que los disminuyan en cuanto a su poder normativo. Implica, además,
adoptar acciones concretas de protección de derechos, vinculados, por ejemplo,
con la generación de condiciones de vida favorables para los ciudadanos, así como
una correcta educación en lo que a Derechos Humanos se refiere.

o No sólo los derechos consagrados en la Constitución deben ser respetados y


promovidos, sino que además aquellos que garanticen “los tratados internacionales
ratificados por Chile y que se encuentren vigentes”. Y si bien no lo dice
expresamente, se entiende que todos los demás derechos esenciales también
deben ser respetados y promovidos, por aplicación de la primera parte del artículo
5º inciso 2º de la Constitución, el que alude simplemente a “los derechos esenciales
que emanan de la naturaleza humana” sin distinción alguna.

1.2.8. EL ESTADO DE DERECHO


La Constitución Política de la República dispone en el artículo 6º que:

Los órganos del Estado deben someter su acción a la Constitución y a las normas dictadas

conforme a ella, y garantizar el orden institucional de la República.

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Los preceptos de esta Constitución obligan tanto a los titulares o integrantes de dichos

órganos como a toda persona, institución o grupo.

La infracción de esta norma generará las responsabilidades y sanciones que determine la

ley.

Asimismo, el artículo 7° del mismo cuerpo señala que:

Los órganos del Estado actúan válidamente, previa investidura regular de sus integrantes,

dentro de su competencia y en la forma que prescriba la ley.

Ninguna magistratura, ninguna persona ni grupo de personas pueden atribuirse, ni aun a

pretexto de circunstancias extraordinarias, otra autoridad o derechos que los que

expresamente se les hayan conferido en virtud de la Constitución o las leyes.

Todo acto en contravención a este artículo es nulo y originará las responsabilidades y

sanciones que la ley señale.

• Concepto de Estado de Derecho: Se entiende por Estado de Derecho aquel donde existe un
ordenamiento jurídico vinculante, obligatorio para gobernantes y gobernados, de manera
tal que cualquier conducta que signifique una violación de este, de aquellos o de estos,
originará las responsabilidades y sanciones que el mismo ordenamiento establezca.
El Estado de Derecho, en consecuencia, se caracteriza por su objetividad, puesto que
constituye un régimen que impera tanto para quienes detentan el poder, como para los
administrados.
También se caracteriza por la ausencia de arbitrariedad, ya que se entiende la existencia de
un ordenamiento común, conocidos por todos, y que no hace exclusiones ni
discriminaciones antojadizas.
Por su parte, tres son los principios más importantes sobre los cuales se sustenta la idea de
un Estado de Derecho:

o El principio de la Supremacía Constitucional y la Fuerza Normativa de la


Constitución.

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 El principio de Supremacía Constitucional implica que la Constitución Política es


la Norma Fundamental del Estado. De aquello deriva la regla que ninguna otra
norma jurídica que se dicte al interior del territorio podrá ser contraria a la
Constitución.
 La Fuerza Normativa de la Constitución se demuestra porque toda infracción a
la Constitución “generará las responsabilidades y sanciones que determine la
ley”.

o El principio de Legalidad o Juridicidad. El principio de Legalidad encierra como idea


central que toda persona u órgano debe actuar conforme a la ley. También se habla,
con bastante más propiedad, del principio de “juridicidad”, ya que en verdad los
órganos del Estado y, en general, toda persona debe ajustarse no solo a la ley, sino que,
más bien, a toda norma integrante del ordenamiento jurídico (vale decir, no solo a la
ley, sino que también a la Constitución, a los Tratados Internacionales, a los
reglamentos, las sentencias, etc.).

o El principio de Responsabilidad. El término “responsabilidad” debe entenderse como


“asumir las consecuencias jurídicas de un acto”, donde las disposiciones
constitucionales citadas hacen referencia a todo tipo de responsabilidad. En otras
palabras, la infracción a la Constitución o a las leyes podrá dar lugar a responsabilidades
civiles, penales, administrativas o políticas, según lo que establezca el propio
ordenamiento jurídico.

1.2.9. PROBIDAD
El artículo 8° de la Constitución señala que:

El ejercicio de las funciones públicas obliga a sus titulares a dar estricto cumplimiento al

principio de probidad en todas sus actuaciones.

Son públicos los actos y resoluciones de los órganos del Estado, así como sus fundamentos

y los procedimientos que utilicen. Sin embargo, sólo una ley de quórum calificado podrá

establecer la reserva o secreto de aquéllos o de éstos, cuando la publicidad afectare el

debido cumplimiento de las funciones de dichos órganos, los derechos de las personas, la

seguridad de la Nación o el interés nacional.

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El Presidente de la República, los Ministros de Estado, los diputados y senadores, y las demás

autoridades y funcionarios que una ley orgánica constitucional señale, deberán declarar sus

intereses y patrimonio en forma pública.

Dicha ley determinará los casos y las condiciones en que esas autoridades delegarán a

terceros la administración de aquellos bienes y obligaciones que supongan conflicto de

interés en el ejercicio de su función pública. Asimismo, podrá considerar otras medidas

apropiadas para resolverlos y, en situaciones calificadas, disponer la enajenación de todo o

parte de esos bienes.

El principio de probidad obliga a todos los titulares de funciones públicas a actuar honesta y
lealmente.

La probidad implica, por lo tanto, un estándar de exigencia aun mayor que el de la simple legalidad,
puesto que mientras esta última sólo significa el apego a las leyes, la probidad exige además que el
comportamiento del sujeto sea fiel, con compromiso efectivo por el bien público y, por lo tanto,
anteponiendo siempre el interés general por sobre el propio.

• El Principio de Publicidad y Transparencia: Además, el inciso segundo del artículo 8º


establece con rango constitucional, ambos principios, respecto de actos, resoluciones y
procedimientos estatales.
En estricto rigor, esta norma consagra dos principios diferentes, pero a las que da un mismo
tratamiento: el de la publicidad y el de la transparencia.
Ambas figuras muchas veces son confundidas, sin embargo, aluden a conceptos distintos:

o La publicidad consiste en la obligación de los órganos del Estado de dar a conocer


sus actos decisorios;
o La transparencia alude a la información que deben dar esos mismos órganos
respecto de los procedimientos, contenidos y fundamentos de dichos actos.

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COMENTARIO FINAL
En la Constitución Política de 1980 se establecen las bases y principios esenciales del régimen
constitucional vigente, que se expresan en el Capítulo I titulado “Bases de la Institucionalidad”. Este
texto constitucional, según el jurista Humberto Nogueira (2015), recoge una concepción
personalista del Estado y reconoce la preeminencia de los derechos fundamentales en cuanto el
Estado se encuentra “al servicio de la persona humana y su finalidad es promover el bien común,
para lo cual debe contribuir a crear las condiciones sociales que permitan a todos y a cada uno de
los integrantes de la comunidad nacional su mayor realización espiritual y material posible, con
pleno respeto a los derechos y garantías que esta Constitución establece” (artículo 1°, inciso cuarto).

Además, el artículo 5º inciso segundo establece que: “el ejercicio de la soberanía reconoce como
limitación el respeto a los derechos esenciales que emanan de la naturaleza humana. Es deber de
los órganos del Estado respetar y promover tales derechos, garantizados por esta Constitución, así
como por los tratados internacionales ratificados por Chile y que se encuentren vigentes”.

Chile se rige por un Estado de Derecho, que se encuentra configurado por la Constitución y las leyes.

Estas normas configuran a nuestro país como una república democrática (artículo 4º), es decir,
posee una forma de gobierno representativa, basada en valores de dignidad, igualdad y libertad
humana, juntamente con el principio de la autodeterminación de los pueblos y respeto a los
derechos humanos, entre otros.

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REFERENCIAS
Biblioteca del Congreso Nacional (2019). La Constitución. Principios del régimen constitucional

chileno. Recuperado de:

https://www.bcn.cl/formacioncivica/detalle_guia?h=10221.3/45678

Cea, J.L. (2002). Derecho Constitucional Chileno, tomo I. Santiago, Chile: Ediciones Universidad

Católica de Chile.

Constitución Política de la República de Chile (2018). Fija el texto refundido, coordinado y

sistematizado de la Constitución Política de la República de Chile. Publicada en el Diario

Oficial el 17 de septiembre de 2005. Ministerio Secretaría General de la Presidencia.

Recuperado de: http://bcn.cl/1uva9

Convención de Americana de Derechos humanos (1990), rescatado de: http://bcn.cl/1vb5t

Nogueira, H. (1997). Dogmática Constitucional. Talca, Chile: Editorial Universidad de Talca.

Silva, A. (1997). Tratado de Derecho Constitucional, tomo IV. Santiago, Chile: Editorial Jurídica de

Chile.

PARA REFERENCIAR ESTE DOCUMENTO, CONSIDERE:

IACC (2020). Bases de la institucionalidad. Derecho administrativo. Semana 3.

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