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Lectura Crítica 11°1-2

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1. Lee el siguiente texto y responde a las preguntas.

¡Cuántas veces en el púlpito, ceñido al robusto y airoso cuerpo el


roquete, cándido y rizado, bajo la señoril muceta, viendo allá abajo, en el rostro
de todos los fieles la admiración y el encanto, había tenido que suspender el
vuelo de su elocuencia, porque le ahogaba el placer, y le cortaba la voz en la
garganta!
Mientras el auditorio aguardaba en silencio, respirando apenas, a que la
emoción religiosa permitiera al orador continuar, él oía como en éxtasis de
autolatría el chisporroteo de los cirios y de las lámparas; aspiraba con
voluptuosidad extraña el ambiente embalsamado por el incienso de la capilla
mayor y por las emanaciones calientes y aromáticas que subían de las damas
que le rodeaban; sentía como murmullo de la brisa en las hojas de un bosque
el contenido crujir de la seda, el aleteo de los abanicos; y en aquel silencio de
la atención que esperaba, delirante, creía comprender y gustaba una adoración
muda que subía a él; y estaba seguro de que en tal momento pensaban los
fieles en el orador esbelto, elegante, de voz melodiosa, de correctos ademanes
a quien oían y veían, no en el Dios de que les hablaba. Entonces sí que, sin
poder él desechar aquellos recuerdos se le presentaba su infancia en los
puertos; aquellas tardes de su vida de pastor melancólico y meditabundo. -
Horas y horas, hasta el crepúsculo, pasaba soñando despierto, en una cumbre,
oyendo las esquilas del ganado esparcido por el cueto ¿y qué soñaba? que
allá, allá abajo, en el ancho mundo, muy lejos, había una ciudad inmensa,
como cien veces el lugar de Tarsa, y más; aquella ciudad se llamaba Vetusta.
En la gran ciudad colocaba él maravillas que halagaban el sentido y llenaban la
soledad de su espíritu inquieto. Desde aquella infancia ignorante y visionaria al
momento en que se contemplaba el predicador no había intervalo; se veía niño
y se veía Magistral: lo presente era la realidad del sueño de la niñez y de esto
gozaba.
Emociones semejantes ocupaban su alma mientras el catalejo, reflejando con
vivos resplandores los rayos del sol, se movía lentamente pasando la visual de
tejado en tejado, de ventana en ventana, de jardín en jardín. […] A pesar de
esta injusticia distributiva que don Fermín tenía debajo de sus ojos, sin que le
irritara, el buen canónigo amaba el barrio de la catedral, aquel hijo predilecto de
la Basílica, sobre todos.
La Regenta, Leopoldo Alas Clarín.

a. Explica las especiales características de esta descripción topográfica


realizada bajo el punto de vista del Magistral.

2. Lee los siguientes fragmentos de teoría y crítica literaria y recopila las


principales características de la literatura realista-naturalista.
Texto A

Desterrado está ya por todos los novelistas de cuenta aquel fantasear


sin freno, y sin objeto, que llenaba no ha mucho de viento la cabeza de
innúmeros lectores y los folletines de periódicos sin cuento; despréciase ya por
los que entienden de esto el artificio de las intrigas más o menos hábiles, cuyo
fin único era despertar el interés de frívolos cuanto desocupados lectores; y
búscase en el fondo de la vida real, el reflejo artístico que puede servir para
grabarse en la placa fotográfica del novelista, reflejo que no es esa imitación
servil, sin idea, casual, azarosa, de que hablan los idealistas inconscientes,
sino lo que llama Zola, con acertada frase, la experimentación artística, que
lleva a la imitación empírica la ventaja inmensa de no ser impensada,
fragmentaria, inconexa, sino hecha bajo plan, con un fin: tómase de la realidad
el dato (y aquí es donde entra la escrupulosa y fiel verdad de la observación) y
con este elemento, que ha de ser todo lo copioso que se pueda conseguir, se
trabaja mediante la experimentación, que es el aprovechamiento de los datos
de la observación, para el fin de comprobar el supuesto y reconocer su
legitimidad, o desecharlo por subjetivo, abstracto y falso.
Solos, Leopoldo Alas Clarín

Texto B

Imagen de la vida es la Novela, y el arte de componerla estriba en


reproducir los caracteres humanos, las pasiones, las debilidades, lo grande y lo
pequeño, las almas y las fisonomías, todo lo espiritual y lo físico que nos
constituye y nos rodea, y el lenguaje, que es la marca de raza, y las viviendas,
que son el signo de familia, y la vestidura, que diseña los últimos trazos
externos de la personalidad: todo esto sin olvidar que debe existir perfecto fiel
de balanza entre la exactitud y la belleza de la reproducción.
La sociedad presente como materia novelable, Galdós

Texto C

Una novela es un espejo que se pasea por un ancho camino. Tan


pronto refleja el azul del cielo ante nuestros ojos, como el barro de los
barrizales que hay en el camino. ¡Y el hombre que lleva el espejo en el
cuévano será acusado por ustedes de ser inmoral! Más justo sería acusar al
largo camino donde está el barrizal y, más aún, al inspector de caminos que
deja el agua estancada y que se formen los barrizales.
Prólogo a Rojo y Negro, Stendhal
3. Lee el siguiente extracto de Miau y responde a las preguntas.

A las cuatro de la tarde, la chiquillería de la escuela pública de la


plazuela del Limón salió atropelladamente de clase, con algazara de mil
demonios. Ningún himno a la libertad, entre los muchos que se han
compuesto en las diferentes naciones, es tan hermoso como el que
entonan los oprimidos de la enseñanza elemental al soltar el grillete de la
disciplina escolar y echarse a la calle piando y saltando. La furia insana
con que se lanzan a los más arriesgados ejercicios de volatinería, los
estropicios que suelen causar a algún pacífico transeúnte, el delirio de la
autonomía individual que a veces acaba en porrazos, lágrimas y
cardenales, parecen bosquejo de los triunfos revolucionarios que en
edad menos dichosa han de celebrar los hombres...Salieron, como digo,
en tropel; el último quería ser el primero, y los pequeños chillaban más
que los grandes. Entre ellos había uno de menguada estatura, que se
apartó de la bandada para emprender solo y calladito el camino de su
casa. Y apenas notado por sus compañeros aquel apartamiento que más
bien parecía huida, fueron tras él y le acosaron con burlas y cuchufletas,
no del mejor gusto. Uno le cogía del brazo, otro le refregaba la cara con
sus manos inocentes, que eran un dechado completo de cuantas
porquerías hay en el mundo; pero él logró desasirse y.… pies, para qué
os quiero. Entonces dos o tres de los más desvergonzados le tiraron
piedras, gritando Miau; y toda la partida repitió con infernal zipizape:
Miau, Miau.
El pobre chico de este modo burlado se llamaba Luisito Cadalso, y era
bastante mezquino de talla, corto de alientos, descolorido, como de ocho
años, quizá de diez, tan tímido que esquivaba la amistad de sus
compañeros, temeroso de las bromas de algunos, y sintiéndose sin bríos
para devolverlas. […]. Al doblar la esquina de las Comendadoras de
Santiago para ir a su casa, que estaba en la calle de Quiñones, frente a
la Cárcel de Mujeres, uniósele uno de sus condiscípulos, muy cargado
de libros, la pizarra a la espalda, el pantalón hecho una pura rodillera, el
calzado con tragaluces, boina azul en la pelona, y el hocico muy
parecido al de un ratón. Llamaban al tal Silvestre Murillo, y era el chico
más aplicado de la escuela y el amigo mejor que Cadalso tenía en ella.
Su padre, sacristán de la iglesia de Montserrat, le destinaba a seguir la
carrera de Derecho, porque se le había metido en la cabeza que el
mocoso aquel llegaría a ser personaje, quizás orador célebre, ¿por qué
no ministro? La futura celebridad habló así a su compañero: «Mia tú,
Caarso, si a mí me dieran esas chanzas, de la galleta que les pegaba les
ponía la cara verde. Pero tú no tienes coraje. Yo digo que no se deben
poner motes a las personas. ¿Sabes tú quién tiene la culpa? Pues
Posturitas, el de la casa de emprestemos. Ayer fue contando que su
mamá había dicho que a tu abuela y a tus tías las llaman las Miaus,
porque tienen la fisonomía de las caras, es a saber, como las de los
gatos.

Miau, Benito Pérez Galdós.


a) Enuncia el tema del fragmento.

b) Localiza todas las características que lo encuadran en el movimiento


literario realista del XIX. Fíjate en el narrador, el tema y el lenguaje.
Para ello, recuerda las características principales del movimiento.

4. Lee atentamente el siguiente fragmento perteneciente a la novela Los pazos de


Ulloa y responde a las cuestiones formuladas.

El protagonista de la historia es el Capellán Julián Álvarez, enviado por el señor de


la Lagüe a los Pazos, para hacerse cargo de la administración de la casa de
Pedro,
marqués de Ulloa, y del cuidado de Perucho, hijo de Sabel y nieto de Primitivo,
ambos criados del marqués. La acción de este pasaje se centra en el momento en
que, tras el regreso de una cacería, Julián se sienta en la mesa para cenar junto
con el propio marqués, el abad de Ulloa y Primitivo.

Como si también los perros comprendiesen su derecho a ser atendidos


antes que nadie, acudieron desde el rincón más oscuro, y, olvidando el
cansancio, exhalaron famélicos bostezos, meneando la cola y
husmeando con el partido hocico. Julián creyó al pronto que se había
aumentado el número de canes, tres antes y cuatro ahora; pero al entrar
el grupo canino en el círculo de viva luz que proyectaba el fuego, advirtió
que lo que tomaba por otro perro no era sino un rapazuelo de tres a
cuatro años, cuyo
vestido, compuesto de chaquetón acastañado y calzones de blanca
estopa, podía desde lejos equivocarse con la piel bicolor de los
perdigueros, con quienes parecía vivir el chiquillo en la mejor inteligencia
y más estrecha fraternidad. Primitivo y la moza disponían en cubetas de
palo el festín de los animales, entresacado de lo mejor y más grueso del
pote; y el marqués—que vigilaba la operación—, no dándose por
satisfecho, escudriñó con una cuchara de hierro las profundidades del
caldo, hasta sacar a luz tres gruesas tajadas de cerdo, que fue
distribuyendo en las cubetas. Lanzaban los perros alaridos
entrecortados, de interrogación y deseos, sin atreverse aún a tomar
posesión de la pitanza a una voz de Primitivo, sumieron de golpe el
hocico en ella, oyéndose el batir de sus apresuradas mandíbulas y el
chasqueo de su lengua glotona. El chiquillo gateaba por entre las patas
de los perdigueros, que, convertidos en fieras por el primer impulso del
hambre no saciada todavía, le miraban de reojo, regañando los dientes y
exhalando ronquidos amenazadores; de pronto, la criatura, incitada por
el tasajo que sobrenadaba en la cubeta de la perra Chula, tendió la mano
para cogerlo, y la perra, torciendo la cabeza, lanzó una feroz dentellada
que por fortuna sólo alcanzó la manga del chico, obligándole a refugiarse
más que de prisa, asustado y lloriqueando, entre las sayas de la moza,
ya ocupada en servir caldo a los racionales. Julián, que empezaba a
descalzarse los guantes, se compadeció del chiquillo, y, bajándose, le
tomó en brazos, pudiendo ver que, a pesar de la mugre, la roña, el miedo
y el llanto, era el más hermoso angelote del mundo. - ¡Pobre! —
murmuró cariñosamente. - ¿Te ha mordido la perra? ¿Te hizo sangre?
¿Dónde te duele; me los dices? Calla, que vamos a reñirle a la perra
nosotros. ¡Pícara, malvada! Reparó el capellán que estas palabras suyas
produjeron singular efecto en el marqués. Se contrajo su fisonomía: sus
cejas se fruncieron, y arrancándole a Julián el chiquillo, con brusco
movimiento le sentó en sus rodillas, palpándole las manos a ver si las
tenía mordidas o lastimadas. Seguro ya de que sólo el chaquetón había
padecido, soltó la risa. - ¡Farsante! — gritó. —Ni siquiera te ha tocado la
Chula. Y tú ¿para qué vas a meterte con ella? Un día come media nalga,
y después lagrimitas. ¡A callarse y a reírse ahora mismo! ¿En qué se
conocen los valientes?
Diciendo así, colmaba de vino su vaso y se lo presentaba al niño, que,
cogiéndolo sin vacilar, lo apuró de un sorbo

a) Define los caracteres del marqués de Ulloa y del sacerdote Julián.


b) Localiza en el fragmento los términos que guarden relación con el
ambiente de atraso, caciquismo y miseria del mundo Ulloa.
c) En la presentación del niño hay rasgos que lo asocian a los
animales. Relaciona este hecho con los presupuestos naturalistas.

5. Una de las características más sobresalientes de Fortunata y Jacinta es la


maestría de Galdós para reflejar los diferentes lenguajes madrileños. En el
siguiente párrafo toma la palabra Izquierdo, apodado irónicamente Platón (no en
recuerdo del filósofo, sino por el tamaño del plato que utilizaba). Analiza los
vulgarismos y las expresiones que caracterizan su modo de hablar.

“Porque mirosté, maestro, lo que les atufa es el aquel de haber estado


mí en divido en Cartagena... Y yo digo que, a mucha honra, ¡re-hostia!
Allí estábamos los verídicos liberales. Y a cuenta que yo, tocayo, toda mi
vida no he hecho más que derramar mi sangre por la judía libertad. El
54, ¿qué hice?, batirme en las barricadas como una persona decente.
Que se lo pregunten al difunto D. Pascual Muñoz el de la tienda de
jierros, padre del marqués de Casa-Muñoz, que era el hombre de más
afloencias en estos arrabales, y me dijo mismamente aquel día: 'Amigo
Platón, vengan esos cinco'. Y aluego jui con el propio D. Pascual a
Palacio, y D. Pascual subió a pleticar con la Reina, y pronto bajó con
aquel papé firmado por la Reina en que les daba la gran patá a los
moderaos. D. Pascual me dijo que pusiera un pañuelo branco en la
punta de un palo y que malchara delante diciendo: 'cese er fuego, cese
er fuego...'. El 56, era yo teniente de melicianos, y O'Donnell me cogió
miedo, y cuando pleticó a la tropa dijo: 'si no hay quien me coja a
Izquierdo, no hamos hecho na'. El 66, cuando la de los artilleros, mi
compare Socorro y yo estuvimos pegando tiros en la esquina de la calle
de Laganitos... El 68, cuando la santísima, estuve haciendo la guardia en
el Banco, pa que no robaran, y le digo asté que si por un es caso llega a
paicerse por allí alguna randa, lo suicido... Pues tocan luego a la
recompensa, y a Pucheta me le hacen guarda de la Casa de Campo, a
Mochila del Pardo... y a mí una patá. A cuenta que yo no pido más que
un triste destino pa portear el correo a cuál siquiera parte, y na... Voy a
ver a Bicerra, ¿y piensasté que me conoce?, ¡pa chasco!... Le digo que
soy Izquierdo, por mote Platón, y menea la cabeza. Es la que se dice: 'no
se acuerdan del judío escalón dimpués que están parriba...'. Dimpués me
casé y juimos viviendo tal cual. Pero cuando vino la judía Repóblica, se
me había muerto mi Dimetria, y yo no tenía que comer; me jui a ver al
señor de Pi, y le dije, digo: 'Señor de Pi, aquí vengo sobre una
colocación...'. ¡Pa chasco! A cuenta de que el hombre me debía de tener
tirria, porque se remontó y dijo que él no tenía colocaciones. ¡Y un judío
portero me puso en la calle! ¡Re-contra-hostia!, ¡si viviera Calvo
Asensio!, aquel sí era un endivido que sabía las comenencias, y el
tratamiento de las personas verídicas.”

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