1. El documento describe la experiencia del Magistral mientras predica en la catedral, sintiendo placer y autolatría por la admiración de los fieles. También recuerda su infancia soñando con llegar a una gran ciudad como Vetusta.
2. El resumen destaca las características del realismo y naturalismo literario como la observación detallada de la realidad, incluyendo aspectos negativos, y la experimentación artística con los datos de la observación.
3. El fragmento de Miau presenta la salida
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1. El documento describe la experiencia del Magistral mientras predica en la catedral, sintiendo placer y autolatría por la admiración de los fieles. También recuerda su infancia soñando con llegar a una gran ciudad como Vetusta.
2. El resumen destaca las características del realismo y naturalismo literario como la observación detallada de la realidad, incluyendo aspectos negativos, y la experimentación artística con los datos de la observación.
3. El fragmento de Miau presenta la salida
1. El documento describe la experiencia del Magistral mientras predica en la catedral, sintiendo placer y autolatría por la admiración de los fieles. También recuerda su infancia soñando con llegar a una gran ciudad como Vetusta.
2. El resumen destaca las características del realismo y naturalismo literario como la observación detallada de la realidad, incluyendo aspectos negativos, y la experimentación artística con los datos de la observación.
3. El fragmento de Miau presenta la salida
1. El documento describe la experiencia del Magistral mientras predica en la catedral, sintiendo placer y autolatría por la admiración de los fieles. También recuerda su infancia soñando con llegar a una gran ciudad como Vetusta.
2. El resumen destaca las características del realismo y naturalismo literario como la observación detallada de la realidad, incluyendo aspectos negativos, y la experimentación artística con los datos de la observación.
3. El fragmento de Miau presenta la salida
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1. Lee el siguiente texto y responde a las preguntas.
¡Cuántas veces en el púlpito, ceñido al robusto y airoso cuerpo el
roquete, cándido y rizado, bajo la señoril muceta, viendo allá abajo, en el rostro de todos los fieles la admiración y el encanto, había tenido que suspender el vuelo de su elocuencia, porque le ahogaba el placer, y le cortaba la voz en la garganta! Mientras el auditorio aguardaba en silencio, respirando apenas, a que la emoción religiosa permitiera al orador continuar, él oía como en éxtasis de autolatría el chisporroteo de los cirios y de las lámparas; aspiraba con voluptuosidad extraña el ambiente embalsamado por el incienso de la capilla mayor y por las emanaciones calientes y aromáticas que subían de las damas que le rodeaban; sentía como murmullo de la brisa en las hojas de un bosque el contenido crujir de la seda, el aleteo de los abanicos; y en aquel silencio de la atención que esperaba, delirante, creía comprender y gustaba una adoración muda que subía a él; y estaba seguro de que en tal momento pensaban los fieles en el orador esbelto, elegante, de voz melodiosa, de correctos ademanes a quien oían y veían, no en el Dios de que les hablaba. Entonces sí que, sin poder él desechar aquellos recuerdos se le presentaba su infancia en los puertos; aquellas tardes de su vida de pastor melancólico y meditabundo. - Horas y horas, hasta el crepúsculo, pasaba soñando despierto, en una cumbre, oyendo las esquilas del ganado esparcido por el cueto ¿y qué soñaba? que allá, allá abajo, en el ancho mundo, muy lejos, había una ciudad inmensa, como cien veces el lugar de Tarsa, y más; aquella ciudad se llamaba Vetusta. En la gran ciudad colocaba él maravillas que halagaban el sentido y llenaban la soledad de su espíritu inquieto. Desde aquella infancia ignorante y visionaria al momento en que se contemplaba el predicador no había intervalo; se veía niño y se veía Magistral: lo presente era la realidad del sueño de la niñez y de esto gozaba. Emociones semejantes ocupaban su alma mientras el catalejo, reflejando con vivos resplandores los rayos del sol, se movía lentamente pasando la visual de tejado en tejado, de ventana en ventana, de jardín en jardín. […] A pesar de esta injusticia distributiva que don Fermín tenía debajo de sus ojos, sin que le irritara, el buen canónigo amaba el barrio de la catedral, aquel hijo predilecto de la Basílica, sobre todos. La Regenta, Leopoldo Alas Clarín.
a. Explica las especiales características de esta descripción topográfica
realizada bajo el punto de vista del Magistral.
2. Lee los siguientes fragmentos de teoría y crítica literaria y recopila las
principales características de la literatura realista-naturalista. Texto A
Desterrado está ya por todos los novelistas de cuenta aquel fantasear
sin freno, y sin objeto, que llenaba no ha mucho de viento la cabeza de innúmeros lectores y los folletines de periódicos sin cuento; despréciase ya por los que entienden de esto el artificio de las intrigas más o menos hábiles, cuyo fin único era despertar el interés de frívolos cuanto desocupados lectores; y búscase en el fondo de la vida real, el reflejo artístico que puede servir para grabarse en la placa fotográfica del novelista, reflejo que no es esa imitación servil, sin idea, casual, azarosa, de que hablan los idealistas inconscientes, sino lo que llama Zola, con acertada frase, la experimentación artística, que lleva a la imitación empírica la ventaja inmensa de no ser impensada, fragmentaria, inconexa, sino hecha bajo plan, con un fin: tómase de la realidad el dato (y aquí es donde entra la escrupulosa y fiel verdad de la observación) y con este elemento, que ha de ser todo lo copioso que se pueda conseguir, se trabaja mediante la experimentación, que es el aprovechamiento de los datos de la observación, para el fin de comprobar el supuesto y reconocer su legitimidad, o desecharlo por subjetivo, abstracto y falso. Solos, Leopoldo Alas Clarín
Texto B
Imagen de la vida es la Novela, y el arte de componerla estriba en
reproducir los caracteres humanos, las pasiones, las debilidades, lo grande y lo pequeño, las almas y las fisonomías, todo lo espiritual y lo físico que nos constituye y nos rodea, y el lenguaje, que es la marca de raza, y las viviendas, que son el signo de familia, y la vestidura, que diseña los últimos trazos externos de la personalidad: todo esto sin olvidar que debe existir perfecto fiel de balanza entre la exactitud y la belleza de la reproducción. La sociedad presente como materia novelable, Galdós
Texto C
Una novela es un espejo que se pasea por un ancho camino. Tan
pronto refleja el azul del cielo ante nuestros ojos, como el barro de los barrizales que hay en el camino. ¡Y el hombre que lleva el espejo en el cuévano será acusado por ustedes de ser inmoral! Más justo sería acusar al largo camino donde está el barrizal y, más aún, al inspector de caminos que deja el agua estancada y que se formen los barrizales. Prólogo a Rojo y Negro, Stendhal 3. Lee el siguiente extracto de Miau y responde a las preguntas.
A las cuatro de la tarde, la chiquillería de la escuela pública de la
plazuela del Limón salió atropelladamente de clase, con algazara de mil demonios. Ningún himno a la libertad, entre los muchos que se han compuesto en las diferentes naciones, es tan hermoso como el que entonan los oprimidos de la enseñanza elemental al soltar el grillete de la disciplina escolar y echarse a la calle piando y saltando. La furia insana con que se lanzan a los más arriesgados ejercicios de volatinería, los estropicios que suelen causar a algún pacífico transeúnte, el delirio de la autonomía individual que a veces acaba en porrazos, lágrimas y cardenales, parecen bosquejo de los triunfos revolucionarios que en edad menos dichosa han de celebrar los hombres...Salieron, como digo, en tropel; el último quería ser el primero, y los pequeños chillaban más que los grandes. Entre ellos había uno de menguada estatura, que se apartó de la bandada para emprender solo y calladito el camino de su casa. Y apenas notado por sus compañeros aquel apartamiento que más bien parecía huida, fueron tras él y le acosaron con burlas y cuchufletas, no del mejor gusto. Uno le cogía del brazo, otro le refregaba la cara con sus manos inocentes, que eran un dechado completo de cuantas porquerías hay en el mundo; pero él logró desasirse y.… pies, para qué os quiero. Entonces dos o tres de los más desvergonzados le tiraron piedras, gritando Miau; y toda la partida repitió con infernal zipizape: Miau, Miau. El pobre chico de este modo burlado se llamaba Luisito Cadalso, y era bastante mezquino de talla, corto de alientos, descolorido, como de ocho años, quizá de diez, tan tímido que esquivaba la amistad de sus compañeros, temeroso de las bromas de algunos, y sintiéndose sin bríos para devolverlas. […]. Al doblar la esquina de las Comendadoras de Santiago para ir a su casa, que estaba en la calle de Quiñones, frente a la Cárcel de Mujeres, uniósele uno de sus condiscípulos, muy cargado de libros, la pizarra a la espalda, el pantalón hecho una pura rodillera, el calzado con tragaluces, boina azul en la pelona, y el hocico muy parecido al de un ratón. Llamaban al tal Silvestre Murillo, y era el chico más aplicado de la escuela y el amigo mejor que Cadalso tenía en ella. Su padre, sacristán de la iglesia de Montserrat, le destinaba a seguir la carrera de Derecho, porque se le había metido en la cabeza que el mocoso aquel llegaría a ser personaje, quizás orador célebre, ¿por qué no ministro? La futura celebridad habló así a su compañero: «Mia tú, Caarso, si a mí me dieran esas chanzas, de la galleta que les pegaba les ponía la cara verde. Pero tú no tienes coraje. Yo digo que no se deben poner motes a las personas. ¿Sabes tú quién tiene la culpa? Pues Posturitas, el de la casa de emprestemos. Ayer fue contando que su mamá había dicho que a tu abuela y a tus tías las llaman las Miaus, porque tienen la fisonomía de las caras, es a saber, como las de los gatos.
Miau, Benito Pérez Galdós.
a) Enuncia el tema del fragmento.
b) Localiza todas las características que lo encuadran en el movimiento
literario realista del XIX. Fíjate en el narrador, el tema y el lenguaje. Para ello, recuerda las características principales del movimiento.
4. Lee atentamente el siguiente fragmento perteneciente a la novela Los pazos de
Ulloa y responde a las cuestiones formuladas.
El protagonista de la historia es el Capellán Julián Álvarez, enviado por el señor de
la Lagüe a los Pazos, para hacerse cargo de la administración de la casa de Pedro, marqués de Ulloa, y del cuidado de Perucho, hijo de Sabel y nieto de Primitivo, ambos criados del marqués. La acción de este pasaje se centra en el momento en que, tras el regreso de una cacería, Julián se sienta en la mesa para cenar junto con el propio marqués, el abad de Ulloa y Primitivo.
Como si también los perros comprendiesen su derecho a ser atendidos
antes que nadie, acudieron desde el rincón más oscuro, y, olvidando el cansancio, exhalaron famélicos bostezos, meneando la cola y husmeando con el partido hocico. Julián creyó al pronto que se había aumentado el número de canes, tres antes y cuatro ahora; pero al entrar el grupo canino en el círculo de viva luz que proyectaba el fuego, advirtió que lo que tomaba por otro perro no era sino un rapazuelo de tres a cuatro años, cuyo vestido, compuesto de chaquetón acastañado y calzones de blanca estopa, podía desde lejos equivocarse con la piel bicolor de los perdigueros, con quienes parecía vivir el chiquillo en la mejor inteligencia y más estrecha fraternidad. Primitivo y la moza disponían en cubetas de palo el festín de los animales, entresacado de lo mejor y más grueso del pote; y el marqués—que vigilaba la operación—, no dándose por satisfecho, escudriñó con una cuchara de hierro las profundidades del caldo, hasta sacar a luz tres gruesas tajadas de cerdo, que fue distribuyendo en las cubetas. Lanzaban los perros alaridos entrecortados, de interrogación y deseos, sin atreverse aún a tomar posesión de la pitanza a una voz de Primitivo, sumieron de golpe el hocico en ella, oyéndose el batir de sus apresuradas mandíbulas y el chasqueo de su lengua glotona. El chiquillo gateaba por entre las patas de los perdigueros, que, convertidos en fieras por el primer impulso del hambre no saciada todavía, le miraban de reojo, regañando los dientes y exhalando ronquidos amenazadores; de pronto, la criatura, incitada por el tasajo que sobrenadaba en la cubeta de la perra Chula, tendió la mano para cogerlo, y la perra, torciendo la cabeza, lanzó una feroz dentellada que por fortuna sólo alcanzó la manga del chico, obligándole a refugiarse más que de prisa, asustado y lloriqueando, entre las sayas de la moza, ya ocupada en servir caldo a los racionales. Julián, que empezaba a descalzarse los guantes, se compadeció del chiquillo, y, bajándose, le tomó en brazos, pudiendo ver que, a pesar de la mugre, la roña, el miedo y el llanto, era el más hermoso angelote del mundo. - ¡Pobre! — murmuró cariñosamente. - ¿Te ha mordido la perra? ¿Te hizo sangre? ¿Dónde te duele; me los dices? Calla, que vamos a reñirle a la perra nosotros. ¡Pícara, malvada! Reparó el capellán que estas palabras suyas produjeron singular efecto en el marqués. Se contrajo su fisonomía: sus cejas se fruncieron, y arrancándole a Julián el chiquillo, con brusco movimiento le sentó en sus rodillas, palpándole las manos a ver si las tenía mordidas o lastimadas. Seguro ya de que sólo el chaquetón había padecido, soltó la risa. - ¡Farsante! — gritó. —Ni siquiera te ha tocado la Chula. Y tú ¿para qué vas a meterte con ella? Un día come media nalga, y después lagrimitas. ¡A callarse y a reírse ahora mismo! ¿En qué se conocen los valientes? Diciendo así, colmaba de vino su vaso y se lo presentaba al niño, que, cogiéndolo sin vacilar, lo apuró de un sorbo
a) Define los caracteres del marqués de Ulloa y del sacerdote Julián.
b) Localiza en el fragmento los términos que guarden relación con el ambiente de atraso, caciquismo y miseria del mundo Ulloa. c) En la presentación del niño hay rasgos que lo asocian a los animales. Relaciona este hecho con los presupuestos naturalistas.
5. Una de las características más sobresalientes de Fortunata y Jacinta es la
maestría de Galdós para reflejar los diferentes lenguajes madrileños. En el siguiente párrafo toma la palabra Izquierdo, apodado irónicamente Platón (no en recuerdo del filósofo, sino por el tamaño del plato que utilizaba). Analiza los vulgarismos y las expresiones que caracterizan su modo de hablar.
“Porque mirosté, maestro, lo que les atufa es el aquel de haber estado
mí en divido en Cartagena... Y yo digo que, a mucha honra, ¡re-hostia! Allí estábamos los verídicos liberales. Y a cuenta que yo, tocayo, toda mi vida no he hecho más que derramar mi sangre por la judía libertad. El 54, ¿qué hice?, batirme en las barricadas como una persona decente. Que se lo pregunten al difunto D. Pascual Muñoz el de la tienda de jierros, padre del marqués de Casa-Muñoz, que era el hombre de más afloencias en estos arrabales, y me dijo mismamente aquel día: 'Amigo Platón, vengan esos cinco'. Y aluego jui con el propio D. Pascual a Palacio, y D. Pascual subió a pleticar con la Reina, y pronto bajó con aquel papé firmado por la Reina en que les daba la gran patá a los moderaos. D. Pascual me dijo que pusiera un pañuelo branco en la punta de un palo y que malchara delante diciendo: 'cese er fuego, cese er fuego...'. El 56, era yo teniente de melicianos, y O'Donnell me cogió miedo, y cuando pleticó a la tropa dijo: 'si no hay quien me coja a Izquierdo, no hamos hecho na'. El 66, cuando la de los artilleros, mi compare Socorro y yo estuvimos pegando tiros en la esquina de la calle de Laganitos... El 68, cuando la santísima, estuve haciendo la guardia en el Banco, pa que no robaran, y le digo asté que si por un es caso llega a paicerse por allí alguna randa, lo suicido... Pues tocan luego a la recompensa, y a Pucheta me le hacen guarda de la Casa de Campo, a Mochila del Pardo... y a mí una patá. A cuenta que yo no pido más que un triste destino pa portear el correo a cuál siquiera parte, y na... Voy a ver a Bicerra, ¿y piensasté que me conoce?, ¡pa chasco!... Le digo que soy Izquierdo, por mote Platón, y menea la cabeza. Es la que se dice: 'no se acuerdan del judío escalón dimpués que están parriba...'. Dimpués me casé y juimos viviendo tal cual. Pero cuando vino la judía Repóblica, se me había muerto mi Dimetria, y yo no tenía que comer; me jui a ver al señor de Pi, y le dije, digo: 'Señor de Pi, aquí vengo sobre una colocación...'. ¡Pa chasco! A cuenta de que el hombre me debía de tener tirria, porque se remontó y dijo que él no tenía colocaciones. ¡Y un judío portero me puso en la calle! ¡Re-contra-hostia!, ¡si viviera Calvo Asensio!, aquel sí era un endivido que sabía las comenencias, y el tratamiento de las personas verídicas.”